domingo, 24 de agosto de 2014

163. Las caídas forman parte de la vida

Akane se giró en la cama, le fue complicado, le dolía la espalda, sería por la postura, pensó, pero al intentar mover uno de sus brazos sintió que le pesaba, como si tuviese un peso colgado de él, de hecho, hasta le parecía notar como algo atado a su muñeca.
Tiró con fuerza y oyó algo como un gruñido que le hizo abrir los ojos y mirar... era curioso, cierto que tenía como un lazo atado a su muñeca y al otro lado de ese lazo estaba la muñeca de Akira que dormía boca arriba, con el dorso de la mano que le quedaba libre apoyándolo en su frente.
Eso debía ser cosa de Ayesa, sabía que era cosa de Ayesa porque sabía que hoy era domingo y lo último que recordaba era que era viernes ¿Y por qué sabía que era domingo? Pues porque lo sabía, estaba completamente convencida de que era domingo y que el sábado había sido Ayesa... ya estaba ella empezando a acostumbrarse a esas cosas y a entenderlas.
Era algo a lo que tenía que acostumbrarse quisiera o no, al menos hasta que se mejorase. La vida es así, hay que intentar sacarle lo bueno o si no te amargas, así que si la vida te da limones pues lo mejor es hacer limonada ¿Que ella tenía una personalidad disociativa? Pues si se angustiaba por esa razón lo único que conseguía era amargarse la vida, además a todo el mundo le caía bien Ayesa, a Jisei, a Ryuko, a Shibi... incluso a Akira, así que no sería tan mala persona... hombre, el darse cuenta de que estaba durmiendo con lo que parecía una camiseta de Akira le mosqueaba un poco, pero bueno.
Intentó sentarse... le dolía todo el cuerpo, no solo le dolía la espalda, le dolían los hombros, los brazos, la cintura, las piernas... pensó que le dolían hasta las pestañas. Levantó de nuevo el brazo que tenía atado con el lazo levantando a su vez el de Akira.
- ¿Dónde crees que vas? - dijo el chico bostezando.
- ¿Por qué estamos atados? No, mejor no me lo digas, prefiero vivir en la ignorancia.
- ¿No te pica la curiosidad?
- No, para nada, serán cosas de Ayesa y no quiero avergonzarme de mi misma.
- Pues no, esto es para controlarte. La otra noche te escabulliste de la cama siendo Akari.
- ¿Akari? ¿Quién es Akari? ¿Es que tengo otra personalidad más?
- No, es la pequeña, es que dice que quiere que la llamemos así.
- Ah... vale... cada día me asombro más a mí misma.
- Y cómo pudiste salir de la cama sin que yo me diera cuenta decidí que mejor que ataba a mí, no vaya a ser que Arashi hiciera alguna de las suyas.
- Entiendo ¿Y por qué me duele tanto todo el cuerpo?
- No me extraña que te duela, eso se llaman agujetas. Ayesa ayer trabajó bastante.
- ¿Y me puedes soltar ya?
- No, no te voy a soltar, algo me dice que no lo haga.
- Quiero ir a ducharme.
- Pues iremos juntitos.
- Si hombre me voy a duchar contigo, no sueñas tú ni nada.
- Pues no te voy a dejar sola.
- ¿No te estás tomando tu todo esto demasiado en serio?
- No, para nada, no me fio de Arashi ni un pelo y menos después de lo que pasó ayer. Debe estar de lo más enfadada.
- No sé si debería preguntar.
Akira se sentó también en la cama.
- Por cierto, debería contarte que ayer conociste a una chica. Se llama Miaka.
- ¿Debo acordarme de ella?
- Ayesa le propuso hacer un trio.
- ¿Con quién?
- Tú, ella y yo.
- Espero que no me digas que lo hicimos.
- No, Miaka se escandalizó bastante.
- ¿Y por qué razón le pido tríos a una chica? ¿Ayesa es lesbiana o bisexual?
- Que yo sepa no, aunque no me extrañaría que fuera bisexual, pero creo que no le gustan las tías, más que nada... le gusta probar cosas.
- Ah... cada vez me doy más miedo, te lo juro ¿Me he acostado alguna vez con una tía?
- Pues eso yo no lo sé.
- ¿Tengo moralidad cuando soy Ayesa o no?
- Oh si, si la tienes, la suya propia pero la tienes.
- ¿Y tú me odias?
- ¿Por qué iba a odiarte?
- Pues no se... por guarra.
- Al principio de conocer a Ayesa me descolocaba completamente, pensaba que era una... descarada pero aprendí que lo importante de ella estaba en su mente y que era noble, generosa y más decente que muchas personas.
- ¿Estás desnudo? - preguntó al observar que tenía el torso descubierto.
- Creo que sí. Ayesa no me dejó ponerme nada.
- Ah... vale... todo muy normal, claro.
- Que no mujer, que no, que llevo puesto los bóxer. Venga, vamos a ducharnos.
- ¡Que no voy a ducharme contigo!
- Te pones el bikini y te duchas conmigo, vamos - tiró del lazo.
- No - tiró ella también.
- No voy a dejarte sola, no me fio de Arashi, no después de lo que pasó ayer.
- ¿Y qué pasó ayer? A lo mejor si me lo dices lo entiendo.
- Es que yo estuve saliendo con Miaka el año pasado, fue cuando... cuando me volví un capullo ¿lo recuerdas?
- O sea que no solo saliste con chicas en Kizuna.
- Eso mismo. La verdad es que no llegamos a nada, solo tonteamos y ella fue la que me dijo que yo era un soso pero ahora dice que se lo ha pensado y que quiere que volvamos a salir.
- ¿Y qué le has dicho tú? Ya lo estoy viendo, seguro que no le has dicho nada de nada.
- Si le dije. Le dije que no podíamos salir, que yo ya tenía novia.
- ¿Que no podíais salir? ¿Eso le dijiste? Tú eres tonto.
- ¿Tonto? ¿Y que querías que le dijera?
- Que no querías salir con ella.
- Y eso le dije, que tenía novia.
- No, has dicho que le dijiste que no podías, que no podías... eso es como decir, ahora no puedo, mejor cuando me libre de mi novia.
- Ya sabía yo que tú lo ibas a exagerar todo - resopló.
- ¿Presentaste a Ayesa como tu novia? A ver... mírame... no lo hiciste, no le dijiste que era tu novia... típico de los machos, siempre queréis tener hembras disponibles "por si acaso"
- ¿Por si acaso? Akane, no empecemos a sacar esto de quicio.
- Yo no saco nada de quicio, es que me pones muy nerviosa ¿Cómo se desata esta cosa?
- No se desata. Ya sé yo como va esto, te pones nerviosa, cada vez más nerviosa, no me escuchas, me gritas y cuando me quiero dar cuenta ya ha salido Arashi... pues no me da la gana. Tu atadita a mí y ya puedes gritar lo que quieras, me da igual que te escuchen mis padres, ya les explicaré yo lo que pasa.
- Akira... por favor.
- Akane, si te tranquilizas no me meteré contigo en la ducha, dejaré que te metas sola, cerraré las cortinas y esperaré sin mirar, lo prometo. Tienes que luchar contra Arashi, tienes que luchar porque no te domine, no me odies tanto por favor, ni te odies a ti misma... yo no quiero hacerte daño, no te he hecho daño, yo te quiero a ti, no escuches a Arashi, no te voy a abandonar, ni a tener ninguna chica en reserva, ayer no hablé con Miaka porque tampoco tuve oportunidad, Ayesa no me dejó, para ella era divertido pero yo hoy hablaré con ella y le explicaré todo y te presentaré a ti como mi novia ¿Porque somos algo parecido a novios, no? Bueno, si no quieres que diga que eres mi novia pues diré otra cosa, mi... ¿churri?
Akane le miró de reojo, Akira tenía ese gesto de preocupación que a ella le gustaba tanto y a la vez de determinación, eso sin contar con la palabra tan ridícula que había dicho... rompió a reír sin darse ni cuenta.
- ¿Churri? ¿Qué es eso de churri?
- No sé, lo primero que se me ha ocurrido ¿Te gusta más... cariñín?
Akane rompió a reír aún con más fuerza.
- No... deja... prefiero churri... - se secó unas lagrimillas que se le escapaban entre los párpados - Ay... vamos a ducharnos, pero no mires ¿eh? ¡Ah! ¡Ah! ¿Pero cómo me duele tanto? ¡Ah! Creo que no puedo... moverme.
- Animo, luego te daré una cosa para esas agujetas.
...
Himeko también se había levantado temprano. Estaba de invitada en esa casa y no quería resultar una molestia, además la abuela Mito les había dado de comer, de cenar, les había preparado una habitación, que menos que ayudarla un poco y así de paso se distraía.
Estaba algo preocupada por Kohaku, siempre le veía con ese gesto grave, sereno, parecía que lo tenía todo controlado pero no, aquellas revelaciones sobre su madre le habían afectado mucho. Además luego estaba el tema de sus hermanos, de Karasu y Karura, Kohaku no había dicho tampoco nada al respecto pero Himeko presentía que ese tema también le preocupaba ¿Qué irían a decir sus hermanos? Es que era todo muy complicado pero ella iba a estar ahí para apoyarle, estaría a su lado y le demostraría lo importante que era para ella.
Entró en la cocina cargando un cubo lleno de agua.
- Aquí tienes abuela – dijo dejándolo en el suelo.
- Muchas gracias, preciosa, eres de una gran ayuda.
- ¿No quiere que la ayude con otra cosa?
- No, ya has hecho suficiente. Anda, busca a Kohaku y dile que te lleve a dar una vuelta hasta la hora de la comida.
- Es que creo que está arreglando el tejado con Takumi, por lo visto había goteras.
- Pues dile que lo deje y que te lleve a pasear. Lo único que me faltaba es que Ichirou Girei se enterase de que su hija ha venido aquí a trabajar como criada.
- Pero es que...
- Vamos, vamos, ve y dile a Momoka que venga, que quiero darle unos cuantos consejos sobre mi nieto.
Himeko obedeció, claro, parecía normal que la abuela Mito quisiese hablar con la novia de su nieto, como ella misma la llamaba... creyó recordar que Momoka estaba arriba, recogiendo las habitaciones.
Himeko no era una chica curiosa, bueno si, curiosidad tenía, lo que no tenía era afán por cotillear en la vida de los demás. Saber cosas que no debería saber no la hacía sentirse cómoda, ella no servía para los secretos, sobre todo cuando no se los contaban y se enteraba por casualidad, la ponían muy nerviosa porque le parecía que violaba la intimidad del dueño de ese secreto.
Ya bastante tenía con lo de Kohaku, que no podía decírselo a nadie, sobretodo porque no estaba bien ir diciendo cosas sin además tener la certeza de lo que decía, así que lo pasaba mal pensando que Neji iba a descubrirla de un momento a otro, por ejemplo.
Al entrar en la habitación que había compartido con Momoka y Karura se encontró con Momoka, sentada en la cama, hablando por el móvil y por lo que escuchaba debía ser con Yuri.
- ¿Y Kamui?... ¡Pero que tonta eres, florecilla! ¡No me interesa saber si estaba guapo o no! – hablaba con un tono bastante alto y como enfadado - ¡Lo que quiero saber es si se portó bien contigo! ¿Fue educado?... ¿Encantador? Vaya, menuda novedad
Momoka parecía bastante ocupada hablando por teléfono, Himeko se quedó parada mirándola y sin atreverse a interrumpir la conversación.
Fue Momoka la que la vio y apartó el móvil de su oído.
- Perdona Himeko, es que he llamado a Yuri para saber cómo le ha ido la cita.
- Ah, claro.
- Espera un momento Yuri – gruñó al teléfono – Ahora mismo me pongo con la habitación, Himeko.
- Mientras voy a la de los chicos.
- Genial. Ahora te ayudo... ¿Yuri? Si, es que estaba hablando con Himeko.
Momoka se levantó de la cama y cuando vio a Himeko salir de la habitación se acercó la puerta para cerrarla.
- Yuri, Yuri... es que tengo un problema.
- ¿Qué te mueres de envidia, melocotón? – oyó al otro lado del auricular.
- No Yuri, de verdad que tengo un problema – repitió con voz nerviosa.
- Está bien ¿Qué te pasa?
- Es que he cometido un error.
- ¿Un error? ¿Has mezclado la ropa blanca con la de color o algo así? – escuchó reír a su amiga.
- Yuri que es en serio, te lo digo de verdad, estoy muy apurada, estoy pasándolo muy mal.
- ¿Es que la abuela de Takumi es una bruja llena de verrugas o algo así?
- No, que va, la abuela Mito es encantadora.
- ¿Te has tirado un pedo delante de Takumi?
- ¡Yuri! – gritó – Desde luego que no sé por qué te cuento nada, yo contaba contigo pero eres... imposible.
- Venga, no te enfades. Es que conociéndote lo tuyo puede ser cualquier tontería.
- Ayer fui con Takumi a dar una vuelta por los alrededores.
- Ajá.
- Es que la casa está en la montaña, así como en un sitio muy bonito.
- Estupendo, continúa con lo que pasó porque algo tuvo que pasar para que te pusieses tan nerviosa.
- Es que... Takumi y yo... es que...
- ¿Es que qué? ¡Dilo de una vez!
- Es que Takumi y yo... empezamos a enrollarnos y...
- ¿Lo has hecho con Takumi?
- No, no, precisamente ese es el problema... que le dije que no estaba preparada.
- ¿Y eso es un problema?
- Si porque ahora no sé qué pensará de mí.
- Pues pensará que lo haréis cuando a ti te de la gana.
- Pero es que a lo mejor piensa que soy una tonta o una estrecha.
- ¿Y que si lo piensa? Momoka, por favor, no me vengas con esas tonterías. Si no te sientes preparada pues no te sientes preparada ¿Es que te dijo algo?
- No, que va, para nada. No dijo nada.
- Pero a ver ¿No dijo nada de no decir nada en contra de tu opinión o no dijo nada porque no insistió?
- No, es que no dijo nada de nada.
- ¿Silencio total?
- Bueno si, dijo que no pasaba nada.
- Pues entonces ya dijo algo.
- Si pero yo... es que no se... creo que hice el ridículo.
- ¿Parecía enfadado o molesto?
- No solo... decepcionado.
- Hombre eso ya lo imagino. Pues nada, es lo que hay, así que no lo pienses tanto, tú eres como eres y tiene que respetar tus ideas ¿no? ¿O es que ibas a hacerlo con él solo por... darle gusto a él?
- No, es verdad, tienes razón, es que me he puesto un poco nerviosa, tienes razón.
- Pues claro, lo que no entiendo es esa inseguridad tuya de pronto.
Momoka tampoco lo entendía, quizás lo único que le pasaba es que Takumi le gustaba mucho y le parecía tan perfecto que empezaba a tener miedo de que cualquier cosa estropease esa relación.
...
Ryuko abrió una vieja caja rectangular, no muy alta y empezó a buscar entre las antiguas fotos que allí había hasta encontrar la que buscaba, era una foto envejecida, en blanco y negro y mostraba el rostro de una señora joven con el pelo recogido en un moño y una amable sonrisa. Miró con tristeza el nombre escrito en la parte de atrás: "Ryuko Harukaze".
Las voces que venían de algún punto de su casa la hicieron reaccionar. Se secó las lágrimas, besó la foto y se miró al espejo redondo que tenía en su habitación para asegurarse de no tener demasiada mala cara. Se vio bien y la verdad es que Yuri tenía razón, cuando una se veía bien se sentía bien.
- Animo Ryuko - se dijo a sí misma y respiró hondo.
Como casi todos los domingos habían venido sus hermanos a comer. Era una costumbre de su familia, los domingos se comía en su casa. Algunos domingos venía su hermano mayor con su mujer y su hijo, otros domingos venía el otro hermano, también con su mujer y otros, como este, venían los dos.
Ryuko se llevaba 15 años con su hermano mayor, Junichi y 12 con el pequeño, Kaito y su relación con ellos siempre había sido más bien escasa. Cuando nació a ninguno de los dos le hizo mucha gracia, tener de pronto un bebé llorón en casa no era lo que a ello les interesaba y sobretodo porque "la niña" era el caprichito de su padre, desde que nació solo había ojos para ella y los celos no tardaron en hacerse notar.
Con su hermano mayor se llevaba mejor, la verdad es que superados los primeros años que coincidieron con su adolescencia, su hermano comenzó a ver a la pequeña hermana de otra forma, además era divertido llevarla de vez en cuando en sus citas, con la excusa de llevar a la niña al cine, a ver juguetes, a ver a Papa Noel y cosas así conseguía más citas de las que imaginaba, pero además aprendió a querer a esa niña pequeña y que le miraba llena de admiración.
Para Ryuko su hermano mayor se convirtió en su ideal de hombre, le veía guapo, culto e inteligente. La que no le caía tan bien fue la novia que se echó, siempre la consideró una resabida y una presumida. Pero bueno, era la que había escogido su hermano, no había mucho más que hacer que tratar de verle lo bueno, sobretodo porque a su madre le encantaba, siempre decía lo guapa que era, lo lista, lo elegante y lo bien que se comportaba.
Con Kaito la relación fue más indiferente. Él la ignoraba y ella no le molestaba, era como si hubiesen hecho una especie de pacto entre ellos, así que en ese momento tampoco es que tuviese confianza con él, no se llevaban mal pero era una relación un poco distante. Su mujer por el contrario era alegre y divertida y también era muy joven, casi como ella porque apenas si tenía 20 años. Su hermano tenía una historia curiosa, era un crio cuando llegó a su casa diciendo que tenía novia, bueno, de hecho Ryuko no le recordaba sin novia, los primeros recuerdos que tenía de él era con una chica que iba a todas partes con ellos, aunque no era esa con la que se había casado.
Fue derecha a la cocina, sabía que allí estarían su madre y sus dos cuñadas. Bueno, ahora le tocaba enfrentarse a ellas.
- Hola Ryuko - saludó al verla una chica joven, morena y con el pelo bastante corto.
- Ven, ven, ven - dijo cogiéndola del brazo una mujer de melena castaña, vestida con un kimono - Tú tienes que hablar con nosotras ¿Qué es eso que nos ha dicho tu madre?
- ¿Estás saliendo con un chico? - interrogó la primera.
Ryuko miró a su madre que hacía la comida sin levantar la vista de la cazuela puesta en el juego.
- Bueno, es un amigo, de momento.
- ¿Cómo es? - volvió a preguntar la primera - ¿Es guapo?
- Es un chico normal - habló la madre con voz seria - No es muy guapo, supongo que tampoco será muy listo.
- Es muy buena persona - protestó Ryuko.
Desde el día anterior las cosas no estaban muy bien entre Ryuko y su madre.
Después de las palabras de Kyojin delante de sus amigos Ryuko no pudo hacer otra cosa que reconocer que el chico se merecía una oportunidad, al fin y al cabo tampoco había hecho algo tan terrible o imperdonable, él solo quería ayudar a una amiga y no se había dado cuenta de que estaba ignorando a Ryuko.
- El problema de esta chica es que se conforma con lo primero que aparece - gruñó su madre - No sabe esperar a ver si encuentra algo mejor.
- Tampoco he dicho que me vaya a casar con él - refunfuñó Ryuko.
- No sabéis que disgusto tiene su padre, él que siempre la ha tratado como a un tesoro.
- Pues no soy ningún objeto delicado - se atrevió a decir.
Ya estaba dicho, estaba más que cansada de que su padre la sobreprotegiera tanto, quería a su padre pero era demasiado agobiante, no quería hacerle daño pero es que estaba viendo que de seguir así iba a tener 30 años y seguiría protegiéndola.
Ayer, Kyojin estaba muy dispuesto a ir a su casa y presentarse delante de sus padres, decirles que él respetaba a Ryuko y no pensaba utilizarla para nada de lo que ellos pensaban y luego cambiarla por otra chica. Para él Ryuko era la chica que le gustaba desde hacía más de dos años y que desde que la vio no pensó en ninguna otra, nunca se había planteado que le pudiese gustar otra chica, era algo difícil de explicar pero él sintió que esa era la chica que tenía que ser para él. Había visto o soñado como era el mundo sin él y había decidido ayudar a Yuri, que no se sintiese sola porque estaba convencido que la soledad era el peor enemigo que Yuri tenía pero tampoco estaba dispuesto a dejar a Ryuko sola, él iba a ser su héroe quisiesen sus padres o no.
Ryuko no se sentía preparada para tal cosa, eso de que Kyojin fuese a su casa y le declarase su amor delante de sus padres, no, no, eso ya era demasiado, tampoco hacía falta ir tan deprisa, además que ella conocía a sus padres y lo mismo pensaban que estaba loco.
Fue difícil convencer a Kyojin, estaba realmente muy decidido pero entre todos sus amigos lo consiguieron. Era mejor dejar que Ryuko fuera preparando a sus padres, pero eso sí, ayer la acompañó hasta la misma puerta de su casa. Sin dejarla meter la llave en la puerta tocó el timbre y esperó a que abriesen.
Abrió su padre y él se presentó de forma respetuosa.
"...
- Señor Harukaze, sé que mañana es el aniversario de la muerte de su madre y quisiera pedirle permiso para acompañar a Ryuko al cementerio.
..."
No se sabía decir quien estaba más sorprendido de todos, si los padres de Ryuko o la propia Ryuko ya que ella no le habían mencionado nada de aquel aniversario ¿cómo es que Kyojin lo sabía? En esos momentos no importaba demasiado.
Kyojin estaba dispuesto a jugarse todas las cartas que tenía. También estaba ya cansado de menospreciarse a sí mismo, estaba claro que en la vida uno debe defender lo que quiere, puede que él no fuese lo que sus padres soñaban para Ryuko, puede que él no fuese un chico "modelo" pero eso no debería importar porque siempre, siempre, lo que importa al final son los sentimientos que uno tenga. Su problema es que él había sido débil, no había confiado en sí mismo y si uno no confía en sí mismo malamente puede defender y proteger a nadie, claro, así no se extrañaba que Ryuko tuviese tantas dudas.
Pero no solo Kyojin se había dado cuenta de ese detalle, Ryuko también lo había hecho. Había visto a Kyojin decirle todas esas cosas, pasando vergüenza delante de sus amigos y luego miró a su padre directamente a los ojos para decir aquella frase que podría parecer que no era importante pero que decía mucho más de lo que daba a entender.
Kyojin se mantuvo firme delante de su padre y este, a pesar de lo poco que le gustaba Kyojin tuvo que acceder a darle una oportunidad.
Kyojin no lo iba a tener nada fácil pero al menos podía empezar a intentarlo.
Y si Kyojin se había mantenido firme ahora ella tenía que hacer lo mismo. Además ya no le importaba si su relación con Kyojin terminaba bien o mal, lo que le importaba era dar su opinión, que sus padres comenzasen a ver que ella tenía voz.
Su madre se había enfadado con ella y su padre no parecía muy contento pero las cosas tenían que ser así.
Durante la cena su madre no paró de reprocharle cosas. Ya se sabía ella todos esos reproches, los sacrificios que sus padres habían hecho por ella, a lo que habían renunciado, lo bien que hubieran estado si ella no hubiese nacido... pero es que ella no pidió nacer así que les miró sin pedir disculpas, ella no tenía la culpa de sus sacrificios, si tan mal les venía su nacimiento pues que no la hubiesen tenido ¿Qué culpa tenía ella?
Junichi, su hermano mayor, entró en la cocina. Era un hombre de pelo castaño y ojos dorados como los de Ryuko, de echo ellos dos eran los que más se parecían físicamente porque Kaito era mucho más alto y también más guapo, con el pelo casi rubio y los ojos verdes de su madre.
- Ryu, ven un momento conmigo – le dijo.
Ryuko le siguió hasta su antigua habitación, ahora convertida en un cuarto de estar donde su padre pasaba las horas haciendo crucigramas y ella estudiaba.
- ¿Qué es lo que dice papá de que un chico te pretende?
- Es un amigo, un compañero del instituto y a mí me gusta.
- ¿Así que mi hermana pequeñaja tiene novio?
- No es que sea mi novio, solo que me gusta y no veo nada malo en salir con él. Es un chico muy bueno y...
- Si, si, si, al principio todos somos buenos.
- Pero ya tengo 18 años y no estoy haciendo nada malo, no soy tan tonta como mamá piensa y...
- ¿Te trata bien?
- Si, muy bien, él es educado y amable.
- ¿No habrá intentado... ya sabes?
- Pues mira no pero si lo hubiese hecho tampoco creo que fuese tan grave ¿Qué acaso tú no has tenido un montón de novias? Y no me vengas ahora diciéndome que si soy muy joven y que no sé nada de la vida, no sé cómo voy a saber algo de la vida si no se me dejan hacer nada. Ya sé que no soy nada pero es que nadie nace sabiéndolo todo ¿Cómo aprendiste tú?
Junichi la miró durante unos segundos como escudriñándola.
- Ya has salido con él ¿verdad? No te molestes en mentirme, no soy tonto, tú misma lo has dicho, he salido con varias chicas y algunas no querían que sus padres se enterasen.
- Pues si – dijo algo avergonzada – He salido con él y no he hecho nada de lo que avergonzarme.
- ¿Cuánto tiempo lleváis saliendo?
- Cuatro meses.
- Pues para ser el primer chico con el que sales es un montón, porque es el primero ¿sí?
- Si, si lo es y no salgo con él porque sea el único que se ha fijado en mí, ya le conozco desde hace años, somos del mismo grupo y...
- Está bien, está bien, no te pongas nerviosa.
- Junichi yo no digo que seamos novios, yo solo quiero... me gusta estar con él, es amable y me hace sentir muy importante y... no nos vamos a comprometer, ni nada de eso, mamá es una exagerada, no estoy pensando en casarme ni ahora, ni dentro de un año, ni de cinco, no nada, yo quiero estudiar y disfrutar de todo y trabajar... no sé porqué mamá arma tanto jaleo, ya sé que papá tiene miedo de perder a su "niñita" pero yo no...
- No te preocupes, es cierto que son muy exagerados. Hablaré con ellos y trataré de hacerles entender.
- ¿De verdad lo harás?
- Por supuesto, eres mi hermana pequeñita y tengo que cuidarte pero quiero conocer a ese chico, un día tienes que llevarle a mi casa.
Kyojin llegó a la hora que habían quedado, puntual, ni un minuto antes, ni un minuto después.
En cuando oyó el timbre Ryuko corrió a abrir para que no lo hiciera ninguna otra persona.
- Hola Ryuko – dijo temblándole la voz.
- Hola, ya estoy lista. Un momento que le digo a mis padres que nos vamos.
- Hola – saludó de forma seria la mujer de Junichi – Yo soy Ume Harukaze, la cuñada de Ryuko, encanta de conocerte.
- E-encantado, yo soy Kyojin Akihana.
- Y yo soy Kaho Harukaze, la otra cuñada de Ryuko.
-¿No le haces entrar, Ryuko? – preguntó Ume.
- Yo, es que, ya nos vamos, si no se nos hará tarde y no nos dará tiempo a nada – contestó Ryuko nerviosa.
- Es verdad – confirmó Junichi – Tienen que marcharse ya, si luego Ryuko llega tarde a comer ya sabéis como se pone mi padre.
- ¿Y esas flores? – comentó Kaho mirando un ramo de flores blancas que llevaba Kyojin en una de las manos - ¿Son para Ryuko?
- Son para su abuela – respondió Kyojin mirando a Ryuko – He pasado por la floristería de Yuri antes de venir, pensé que querrías llevárselas a tu abuela.
Ryuko frunció un poco el ceño, seguro que Kyojin había pasado por la floristería para preguntar por Yuri y como le había ido la cita del día anterior con Kamui, pero no iba a enfadarse, no, esos detalles eran los que hacían a Kyojin una persona tan especial.
- Bueno, nos vamos ya – añadió presurosa.
- ¿Y esta tarde donde vais a ir? – preguntó de pronto Kaito – Por cierto, yo soy Kaito Harukaze, hermano de Ryuko.
- Pues hemos quedado con varios amigos – contestó la chica.
- Ah que pena, iba a decir que podía tu amigo venir a merendar.
- Pues es que no va a ser posible porque Jisei nos ha invitado también.
- Bueno, pues otro día será. Que os lo paséis bien.
- Si venga, iros ya, no os entretengáis más – añadió Kaho.
Una vez que Ryuko y Kyojin se marcharon y la puerta se cerró tras ellos, Kaho y Ume comenzaron a hablar sin parar sobre lo que les había parecido.
Junichi entró en la cocina donde aún estaba su madre, ella no había querido salir.
- Ven mamá, quiero hablar contigo y con papá.
- Estoy haciendo la comida.
- Ume se ocupa de todo, ven y no seas cabezota.
El padre estaba sentado en su sillón favorito leyendo el periódico con gesto enfadado.
- Deja el periódico papá que quiero hablar contigo.
- ¿De qué quieres hablar?
- De Ryuko. Soy su hermano mayor y quiero saber algunas cosas ¿Por qué estáis tan disgustados? Sabíais que esto tenía que pasar.
- Es que es muy niña – gruñó su madre – Y muy tonta, no se entera de nada.
- ¿Sabéis que no sabe montar en bicicleta?
- ¿Y eso a que viene ahora? – gruñó la madre.
- Kaito y yo si sabemos y seguramente sus amigos también pero ella no ¿Sabes por qué?
- Porque siempre le ha dado miedo, siempre ha sido una miedosa. Si no hubiese sido tan miedosa sabría pero cada vez que iba a subirse a una bicicleta se ponía a llorar.
- ¿Y sabes por qué? Porque vosotros la asustasteis. Siempre le decíais que era una patosa y que se iba a caer y no queríais comprarle una.
- Porque le daba miedo subirte en las bicicletas ¿Cómo íbamos a comprarle una?
- Pero le daba miedo porque vosotros le decíais que no iba a saber y que se iba a caer y que se haría daño.
- Siempre ha sido una miedosa – volvió a gruñir la madre – Tenía miedo de caerse y no se atrevía.
- Pero Kaito y yo sabíamos ir en bici ¿Sabes cómo aprendimos?
- Supongo que cayéndoos, sobretodo Kaito.
- Eso es, nos caíamos, pero nos levantábamos y volvíamos a subirnos en la bicicleta, aunque nos cayésemos muchas veces volvíamos a hacerlo. Puede que nos hiciéramos heridas pero las heridas se curaron con el tiempo.
- ¿Ahora nos va a echar en cara que no sabe montar en bici? ¿Es que quiere una bicicleta?
- No lo entiendes – habló el padre – Lo que quiere decir es que nosotros nos preocupamos demasiado por ella. Es cierto, a mí me daba miedo que se cayese y no quise comprarla una bicicleta. Es verdad que muy valiente nunca fue pero nosotros no la alentamos a intentarlo, yo no la dejé ni intentarlo, me daba miedo que se cayese así que nunca la quise enseñar a subir en bici, siempre la protegí demasiado. No me gusta que salga con chicos, no tengo nada en particular contra ese chico, simplemente que ella es mi niña y no me gusta darme cuenta de que está creciendo y que un día terminará por querer seguir su propia vida, así que no puedo evitar que ese chico no me guste.
- Pero ella tiene que aprender aunque eso suponga caerse. En lugar de impedir que se subiese a una bicicleta para evitarle caídas y de meterle miedo, lo que teníais que haber hecho es enseñarla a pedalear y haber estado allí para levantarla cuando se cayese y curar sus heridas.

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