domingo, 24 de agosto de 2014

164. Es hora de marcar el territorio

El fuerte olor a café llegó hasta Karasu y le hizo despertarse, era una aroma penetrante e intenso y le hacía pensar que deseaba una taza más que nada en el mundo.
Abrió los ojos y al hacerlo se dio cuenta de que no estaba en su habitación. Estaba en una cama grande, muy grande para ser la suya, con unas sábanas suaves y con un olor mezcla de suavizante y otra cosa ¿qué era? Daba igual, era un olor agridulce que le resultaba atrayente.
Se sentó en la cama, le dolía un poco la cabeza, la sentía algo espesa, era algo normal teniendo en cuenta que la tarde anterior había estado bebiendo, aunque no demasiado, solamente es que empezó a beber junto con Hitomi, la madre de Ringo y mientras hablaban y hablaban bebían sin pensar en la cantidad, pero él sabía que no había sido demasiado.
¿Dónde estaba su ropa? Por qué no la veía por ningún sitio y puesta no la llevaba, de hecho no llevaba nada encima ¿Y cuándo se había desnudado? Pues eso sí que no lo recordaba.
- ¿Te has despertado ya? - oyó a la vez que unos golpes en la puerta, miró hacía allí, Hitomi se asomaba sonriente - He metido tu ropa en la lavadora, como se nos cayó aquel vaso encima tenía unas manchas horribles, enseguida estará seca, mientras dúchate y ponte uno de los albornoces.
Karasu no contestó, se limitó a arquear las cejas... sí que tenía la cabeza espesa. Bueno, haría lo que Hitomi había dicho, iría a ducharse a ver si así se despejaba.
Mientras se duchaba intentaba poner en orden sus ideas y recordar que había pasado.
Había salido a tomar algo con Hitomi. Estaba preocupado por Ringo y su situación y a la vez se sentía ridículo preocupándose por una chica que no era su novia o su... pareja. Le gustaba Ringo pero esta vivía con su novio, él no era más que un intruso en esa relación, él era "el otro"... eso era muy incómodo. Estaba convencido que de Ringo sentía algo por él, que cuando estaban juntos ella estaba feliz, que había olvidado esa estúpida idea de suicidarse y que ahora... a él le gustaba pensar que era porque eran amigos y confiaba en él y sabía que podía contar su apoyo... Qué tontería, lo que él quería creer era que Ringo sentía algo por él, que las veces que se habían besado era porque sentía algo por él pero claro, estaba ese tal Isamu, el padre de Aiko, ese maldito mal nacido, ese desgraciado que no sabía valorar lo que tenía y encima la menospreciaba ¿Y por qué seguía con él? Claro, visto desde fuera todo es muy fácil, solo tenía que mandarle a la mierda pero ¿Quién sabía lo que estaba pasando Ringo? Ella no parecía una chica fuerte y con determinación, lo mismo le aterraba la idea de abandonarle, a lo mejor es que él la había amenazado... claro... ¿cómo no había pensado en eso?
No vio nada de malo en salir a tomar unas cervezas con Hitomi, la madre de Ringo, ella también estaba preocupada por su hija.
Bebieron y se lamentaron de no poder ayudar a Ringo más que nada porque ella parecía no querer ayudarse a sí misma.
"...
- ¿Sabes lo que te digo? - decía Hitomi apuntándole con el dedo - Que yo no tengo un gran trabajo, cierto y tengo poco tiempo pero... si no quiere abortar yo me quedaré con esa criatura... lo mejor sería que abortase pero si no lo hace porque ese cabrón no la deja... yo me quedo con el bebé.
..."
Después de esa frase Hitomi rompió a llorar. Era su hija, su pequeña y ella no sabía cómo ayudarla y puede que pareciese una mala madre, que no se ocupaba de su hija pero no era cierto, a ella le dolía cualquier cosa que le sucediese a su pequeña, más que nada, ella solo quería ayudarla y si pudiese hacer algo y traspasarse a ella sus problemas lo haría.
A Hitomi nunca le gustó Isamu, se lo dijo, desde el principio se lo dijo a Ringo y tampoco le pareció bien que se fuese a vivir con él cuando se quedó embarazada. Ella le propuso a Ringo que se quedaran las dos con lo que iba a nacer, que ya saldrían adelante como fuese pero ese asqueroso lió a Ringo con bonitas palabras y con que la iba a cuidar toda la vida... mentiroso.
"...
- Mentiroso - lloraba Hitomi mostrando además que se encontraba en un estado de embriaguez bastante notorio - Mentiroso, ladrón, me robó a mi hija y no la trata bien pero te juro que antes de ver llorar más a mi hija yo... yo... haré lo que sea.
..."
Karasu la llevó a su casa, apenas si era capaz de tenerse en pie y no paraba de llorar.
Y allí fue cuando le besó y Karasu le respondió y en ese momento no pensó que hacía nada malo porque nada le ataba a Ringo, porque Ringo tenía a su novio, su hija y estaba de nuevo embarazada y él... él era un chico joven y sano y Hitomi aún era joven, era atractiva, estaba llena de vida y con ganas de olvidarlo todo...
Pero no pudo seguir... algo se lo impidió a los dos, un recuerdo, una sombra, algo que les decía que a pesar de no tener ningún impedimento sí que había algo que no les dejaba seguir... y no era la diferencia de edad, ni el compromiso, ni... si aquello solo era dejarse llevar por sus instintos ¿que había que se lo impidiese?
Una cosa muy fastidiosa que se llamaba: conciencia.
Terminó de secarse y salió envuelto en el albornoz, fue hasta la cocina donde Hitomi ya le había preparado el desayuno.
- Ya se ha secado la ropa - le dijo - La he llevado a la habitación.
- Muchas gracias pero no tenías que haberte molestado.
- No ha sido molestia, es mi forma de agradecerte que me trajeras a casa. Si no llega a ser por ti lo mismo a saber dónde termino durmiendo ¿Café solo o con leche?
- Solo ¿Te encuentras ya mejor?
- Me encuentro fatal... oye, para quitarme un peso de encima ¿Tu y yo...?
- No, no hicimos nada. Te dejé en la cama e insististe en que me echara contigo, que no querías estar sola y me quedé dormido.
- Eso explica porqué esta mañana estábamos vestidos. Yo te desnudé, espero que no te molestara.
- Pues lo hiciste con mucho arte, porque no me enteré de nada.
- Estabas bien dormido, sí.
- ¿Y cuál es el plan para hoy? Ayer querías ir a decirle unas cuantas cosas a ese tipo.
- Y aún quiero, solo estoy pensando cómo hacerlo para que Ringo no se enfade.
...
Akane era cabezota, rencorosa, a veces irracional, a veces, cuando se le metía algo en la cabeza no había forma de sacárselo, se negaba a escuchar y a razonar, todo eso ella misma lo reconocía pero no era tonta, podía ser muchas cosas pero no era tonta.
Y como no era tonta sabía que esa actitud tozuda que tenía de vez en cuando no le ayudaba para nada.
Se quedó mirando como Akira terminaba de vestirse, la verdad es que se quejaba de vicio porque razones para hacerlo no tenía ni una. Ella había llegado cambiando por completo la vida de aquel chico y él... él era tan... perfecto para ella que no se lo podía creer. Tenía tanta paciencia... y ella era realmente una cabezota... lo que le pasaba es que tenía un miedo horrible a perder aquello.
Cuando pensaba en su vida recordaba sentirse sola, había tenido pocos amigos, todos terminaban por abandonarla, bueno, eran niños, tampoco se les podía reprochar un abandono, simplemente querían amigos para jugar y pasárselo bien y ella casi nunca salía y cuando lo hacía era muy poco tiempo o cargada con sus hermanos y estaba pendiente de ellos, era lógico que terminaran por no llamarla, era una niña bastante aburrida, así que para ella Ryuko, Jisei y después Shino eran como un tesoro que no quería perder por nada del mundo. Por suerte creció y las cosas cambiaron bastante, llegaron Xu-Xu, Kenshi, Karasu, Kyojin, Akira, Sumire... ahora no tenía de que quejarse, sus amigos no eran niños, ya veían las cosas de otra manera y además estaba Akira, siempre, siempre a su lado.
Ya tenía que olvidar que hacía más de un año intentaron salir y se fallaron el uno al otro, porque si, no era justo que ella le echara la culpa solo a él, ella también tuvo su parte de culpa, si le hubiese dejado explicarse y no hubiese sido tan cabezota y orgullosa podría haber comprendido su punto de vista. Ahora no tenía derecho a quejarse si Akira salió con otras chicas, estaba en su derecho, ella no quería saber nada de él, en realidad hizo bien, si se hubiese quedado llorando en su casa habría terminado llamándole perdedor y patético, además, él mismo había dicho una frase que a ella le pareció preciosa.
"...
- No podría saber que tú eres quien más me gusta si no tuviese con quien compararte. Si no hubiese salido con ninguna otra no sabría que eres tú la única que me importa. Tú no eres segundo plato para mí, siempre has sido el primero, siempre, la única que me hizo daño con su rechazo y a la única que he echado de menos.
..."
Akira sabía decir siempre cosas muy bonitas y ella no iba a dejarse llevar por desconfianzas, ya lo había dicho ella misma, que lo que quería era vivir y disfrutar de la vida, así que no iba a dejar que su desconfianza se apoderase de ella, ni que Arashi saliese, ahora ella iba a adoptar un rol de "hembra alfa" y a reclamar a Akira como suyo.
- Ya estoy lista - dijo poniéndose en pie - Vamos a hacer la cama y bajamos a desayunar.
- Cuanta energía de pronto, calabacita - contestó empezando a hacer la cama.
- ¿Sabes que cuando quieres eres una joyita? La verdad es que sirves para todo, ayudas a tu padre, haces la comida, limpias y hasta sabes poner inyecciones, eres un chico multiuso.
- Y se atrapar conejos, que no se te olvide.
- Hoy nos vamos a Kizuna ¿verdad?
- Si, nos iremos después de comer. Tu y yo iremos en tren ¿Te parece?
- ¿Y "Pelusas"?
- Lo llevará mi hermana, no te preocupes que no lo van a soltar, ni nada de eso.
- Que no quiero que se lo coman, que tu tío es capaz de comérselo.
- Chiharu no les dejará.
- Vale, me fio de ti, tú serás responsable si le pasa algo a mi niña.
- ¿Niña?
- Tu padre dice que cree que es conejita.
- Mujer tenía ser... anda, bajemos que se nos ha hecho tarde y a saber lo que pensarán que hacemos.
Antes de llegar a la cocina, Akito llamó a Akira, le necesitaba para algo así que Akane llegó sola y se encontró, aparte de a la tía de Akira y a su abuela, a una chica desconocida, muy guapa, todo había que reconocerlo.
- Hola - saludó.
- Hola Akane - respondió la abuela - Pasa y siéntate ¿Y Akira?
- Le ha llamado su padre, ahora vendrá. Hola - saludó concretamente a la desconocida.
- Hola - le respondió sonriendo.
- ¿Habéis descansado bien? - se interesó la tía.
- Si, muy bien. Es que nos hemos retrasado discutiendo por quien entraba antes en la ducha. Además ya hemos hecho la cama y todo.
- ¿Te encuentras bien? - se acercó a ella la abuela.
- Si, estoy muy bien - dijo mirando a la chica.
- Voy a ver si veo a Akira - habló de pronto Miaka levantándose.
Akane la vio irse y luego comenzó a tomar su desayuno.
- Muchas gracias por hacerme el desayuno - comentó.
- No tienes que darlas - contestó la tía - Un desayuno mas no da trabajo.
- ¿Hoy puedo preparar yo la comida?
- Ya nos dijo Akira que no puedes estarte quieta - sonrió la abuela - No, no te voy a dejar preparar la comida pero si quieres puedes ayudarme, ya que te pones tan pesada.
- Estupendo. Oye abuela ¿Esa chica es prima de Akira?
- Es una prima lejana, su abuela es prima segunda mía... familia bastante lejana.
Akane continuó desayunando. La chica era muy guapa, bueno, eso solo significaba que Akira tenía buen gusto ¿Cuánto tiempo estarían saliendo? ¿Y por qué lo dejarían? Akira había dicho que la chica le dejó por soso ¿Sería por eso? ¿Es que aburrió a esa chica? A lo mejor discutieron o quizás hubo terceros de por medio... con lo curiosa que era Akane ya le había picado la curiosidad y deseaba saber todos los detalles.
- Estaba buenísimo - dijo al terminar - Voy a limpiar los platos.
- Quieta - la paró la abuela - Ya los limpiará Akira, por algo es el último. Anda, ve a buscarle y dile que venga rapidito, no podemos estar toda la mañana esperando a que el señorito se digne a desayunar.
- Vale, voy a ver si le encuentro.
Al salir de la cocina oyó voces que venían del comedor y podía asegurar que una de esas voces era de Akira. Así que era allí donde estaba, pues hacia allí iría.
Según se acercó pudo escuchar la conversación cada vez con más claridad.
- ¿Así que esa es tu novia? - escuchó decir a Miaka.
- Novia es una palabra muy extraña, a ella no le gusta que la utilice porque dice que somos jóvenes pero si, se podría decir que somos pareja.
- Pues es una chica afortunada.
- No. El afortunado soy yo.
Akane sonrió. Bien, había llegado el momento de empezar a marcar su territorio.
...
Himeko abrió de nuevo la puerta sin llamar. Había oído a Momoka gritar pero no le había dado mucha importancia, Momoka e Yuri eran mucho de hablar entre ellas gritos. Tampoco se le ocurrió que Momoka estuviese teniendo una conversación privada, además ella estaba pensando en sus cosas, así que simplemente abrió y entró.
- Venga si, nos vemos en Kizuna - Momoka colgaba el teléfono y se quedaba mirándolo, parecía que no se había dado cuenta de la entrada de Himeko.
- ¿Te pasa algo malo, Momoka?
- ¿Eh? No, no me pasa nada... es que Yuri me preocupa y...
- ¿Te... te puedo ayudar en algo?
- No, no pasa nada.
- Vale, de todas formas si necesitas algo pues...
- Si, muchas gracias Himeko.
- Bueno yo... voy a irme a dar una vuelta con Kohaku, que venía a decirte que la abuela Mito dice que quiere hablar contigo.
- ¿Conmigo? Bueno pues voy a ver para que me necesita.
Bajó a la cocina, allí no había nadie. Se asomó por la ventana y vio a Karura y Fuma fuera, incluso les oía hablar y reírse.
Salió fuera y se acercó a Karura y Fuma que parecían estar arreglando una moto.
- Hola ¿Habéis visto a la abuela Mito?
- Si – contestó Karura – Ha ido a recoger huevos, creo.
- Si, es eso, ha dicho que iba a recoger huevos – añadió Fuma - No tardará en volver.
- Ah... ¿Qué hacéis?
- Ponemos a punto la moto de Takumi – respondió Fuma.
- ¿Esta moto es de Takumi?
- Si, por lo visto la abuela Mito se la regaló para su cumpleaños y nunca la ha usado, así que estaba dándole un repasito. Es una gran moto, me encanta.
- ¿Tu sabes reparar motos?
- ¿A que no tiene pinta de motero? - comentó alegre Karura.
- Para nada.
- Pues aquí donde me veis también he tenido mi momento rebelde en la vida, no nací con un traje puesto.
- Me hubiera gustado conocerte en tu época de rebelde - le sonrió Karura.
- No sabía que Takumi sabía conducir motos – reflexionó Momoka.
- Yo creo que nunca lo ha hecho – aclaró Fuma – Pero a mí me ha dado permiso para probar la moto. Así que vamos a ver como se porta esta pequeñita.
Fuma subió a la moto y la arrancó. Karura dio unas exclamaciones de alegría y Momoka observó cómo Fuma hacía un gesto de aprobación con la mano y al momento se alejaba de allí.
- ¿No debería haberse puesto el casco? - comentó Momoka.
- No creo que vaya muy lejos.
- Aun así, dile que se ponga el casco.
- Está bien mamá, se lo diré.
...
- ¡Kamui! - Makoto Kaguya se levantó al ver entrar a su hijo pequeño en el comedor y se acercó a él tendiéndole las manos - Ven, siéntate a mi lado que quiero hablar contigo.
- ¿Pasa algo? - preguntó confuso.
- Te has puesto muy elegante.
- Tu marido ha dicho que tengo que ir elegante.
- ¡No hables así de tu padre! - le dijo con gesto severo para inmediatamente suavizarlo - Kamui tu padre solo quiere lo mejor para la familia.
- Si tú lo dices - contestó secamente.
- ¿Has pensado algo sobre la cita de ayer?
- Sí. He pensado que tanto Yuri como yo aún somos muy jóvenes para comprometernos.
- Entonces ¿No te gustó?
- Mamá, es Yuri, es compañera mía, la conozco desde que íbamos a primaria, me es muy raro pensar en casarme con ella. De todas formas no entiendo esta manía de papá de comprometerme ya, ni siquiera voy a la universidad.
- Lo que tu padre quiere es que te comprometas con la familia. Oye Kamui, a mi dime la verdad ¿Estás enamorado?
- ¿A qué viene eso?
- Porque soy tu madre y no tienes que avergonzarte de nada, yo lo voy a comprender y...
- No estoy enamorado - la interrumpió bruscamente.
- De verdad que a mí me lo puedes decir yo...
- Que no lo estoy - volvió a interrumpirla con la misma brusquedad - Creí estarlo pero simplemente confundí mis sentimientos. Así que puedes ir haciéndole entender a papá que no me voy a enamorar de una chica solo por el hecho de que se parezca a otra, ya sabes a lo que me refiero, así que no sé por qué tengo que ir a esa comida en casa de los Senju. Además, a mí no me gusta esa chica y yo no le gusto a ella, no entiendo por qué ahora de pronto tu marido tiene tanto interés en mí, siempre Fuma fue su preferido ¿Ahora se preocupa por mi futuro? ¿Solo porque el gran Fuma le ha fallado?
Makoto suspiró preocupada y sin saber que contestar. Fugaku e Fuma hacía ya años que no se entendían. Cuando Fuma nació, Fugaku se llenó de orgullo, era su primer hijo y un auténtico Kaguya. Él se había casado con Makoto Kaguya, no eran parientes cercanos pero era una Kaguya auténtica y de la unión de dos Kaguya no iba a salir nada malo. Desde muy pequeño Fuma colmó las expectativas que su padre tenía de él, era un niño muy inteligente, más que el resto de los de su edad, enseguida destacó por la rapidez con la que aprendía cualquier cosa y el talento que demostraba.
Fuma era un niño curioso que asombraba a sus padres y a sus profesores. Aprendía deprisa y pronto los profesores se dieron cuenta de que necesitaba más conocimientos, Fugaku nunca olvidaría el orgullo que sintió cuando fue a hablar con la profesora de primero, cuando Fuma solo contaba 6 años y esta le explicaba lo adelantado que estaba y la facilidad que demostraba para las matemáticas, para la comprensión lectora y para lo que fuera que le enseñasen.
Todo el mundo estaba de acuerdo con la idea de que a Fuma los conocimientos que recibía no eran los suficientes para su capacidad, así que comenzaron a ir subiéndole de cursos aunque Makoto siempre fue de la opinión que eso era agobiarle demasiado y que un niño debía ser siempre un niño, hacer cosas de niños y relacionarse con niños de su edad, por eso no dejó que a su segundo hijo, Kamui, a pesar de demostrar también desde pequeño mucha inteligencia, le sucediese lo mismo.
Fue la primera vez que Makoto y Fugaku discutieron y al final ganó Makoto porque según ella, él ya había hecho con Fuma lo que deseaba, con lo cual no estaba de acuerdo, así que ella se ocuparía de la educación de Kamui.
Pero Fuma falló a Fugaku. De repente su hijo, el Kaguya del que se sentía tan orgulloso, comenzó a cambiar y a distanciarse y un día dijo que no estaba de acuerdo con la vida "programada" por su padre. No quería ser el mejor, solo quería vivir de acuerdo a sus decisiones, no le gustaban los negocios de los Kaguya y, entre otras cosas, no quería casarse solo por honrar a la familia... quería ser, decía, "libre".
Al principio Fugaku no se lo tomó en serio, pensó que sería la típica crisis de los adolescentes pero no, Fuma no parecía ceder y una gran brecha empezó a abrirse entre padre e hijo.
Ahora seguía sin comprenderle. No solo es que no quisiese comportarse como un Kaguya es que no le parecía "apropiado" que obligase a Kamui a comprometerse solo por satisfacer sus delirios de grandeza.
"...
- No se trata, padre - le había dicho Fuma en tono amenazante - de que sea malo o bueno, se trata de que Kamui tiene derecho a decidir lo que desea hacer, si él quiere aceptar ese compromiso por mi estupendo, pero que sea él quien lo decida.
..."
Tampoco entendía Fugaku porqué Fuma era tan reacio a los matrimonios por conveniencia cuando evidentemente eran lo mejor, más lógico y apropiado. Él mismo se había casado con su mujer después de elegirla entre un grupo de candidatas y después de varias citas, habían sido emparejados por una persona que les conocía a ambos y sabía lo que los dos necesitaban y no se había equivocado. El amor era algo muy serio, algo que nace con el tiempo y que necesita de muchas cosas a parte de una atracción física. El matrimonio es, para Fugaku, una asociación que beneficia a ambas partes y en la que ambas partes colaboran para su éxito y para el bien de la sociedad.
...
Mientras Karura esperaba a que Fuma regresara de dar una vuelta con la moto se puso a recordar el sueño que había tenido la noche anterior, seguramente propiciado porque de nuevo había besado a Fuma aunque en esta ocasión si podía decir que todo era muy distinto a como era hacía unos meses, ahora al besarle sentía ternura, no ese desea desenfrenado que la poseía, ahora todo era dulce y suave y sentía como si algo la levantase del suelo.
Recordaba que en el sueño tenía que tomar una decisión, era algo que la angustiaba y se sentía sola y sabía que tenía que estar sola. Era su vida y su decisión y nadie debía tomar esa decisión por ella.
Un viento frio la rodeaba pero según iba andando este poco a poco desaparecía. Algo había dejado atrás, algo frio y desagradable, no le gustaba, no le gustaba estar allí, tenía las manos llenas de arañazos y lo sabía pero aunque estaban allí los ignoraba.
Ante ella de pronto vio dos puertas y se vio a si misma entrando en ambas puertas. Se asomó a una de ellas, se oían voces; podía ver a Fuma esperándola; después de unos instantes se asomó a la otra y allí estaba Hizashi, también esperándola. La vida iba pasando por delante de los dos y ellos solo esperaban.
De repente se oían voces cada vez más fuertes, metiéndose poco a poco en su cabeza, voces confusas, palabras extrañas y recuerdos mezclados...
"...
- Mi niña pequeña – oía una voz de mujer – No tengas miedo, la vida da muchas vueltas pero yo siempre te protegeré.
- ¿Mamá? ¿Eres tú mamá? ¿Dónde estás? Quiero verte, quiero hablar contigo, tengo muchas cosas que contarte ¿Mamá?
El suelo desapareció bajo sus pies y se sentía caer, quería gritar y pedir ayuda pero no podía ¿A quién llamaba? Ni Hizashi, ni Fuma acudirían en su ayuda porque ella no les había pedido ayuda, porque no confió lo suficiente en ninguno de los dos, porque solo vio en Fuma un escape de lo que tenía guardado dentro de ella y en Hizashi un escape de sentirse atada a Fuma.
Cerró los ojos, iba a caer y golpearse, por tonta y por no dar una oportunidad cuando algo la detuvo. Alguien le sujetaba las manos impidiendo continuar la caída.
..."
Serían cosas del subconsciente, las cosas se quedan en él y de vez en cuando aparecen, pero acababa de darse cuenta de que ya no tenía miedo, ahora se sentía dueña de su propia vida, sus decisiones podían haber sido buenas o malas pero nunca lo sabría ya que al tomar una decisión tu vida sigue de acuerdo a eso y no hay forma de que averigües si al haber tomado la otra alternativa hubiese sido mejor. Es lo que siempre pasa, cuando tomas un camino la puerta del otro se cierra y nunca sabrás lo que había allí, nunca sabría si se equivocó o no pero no valía la pena pensarlo ya que nunca lo iba a saber.
Sonrió, la verdad es que se sentía muy bien.
Fuma regresaba del paseo en moto. Frenó justo delante de ella.
- Es fantástica – dijo bajándose - ¿Te gustaría dar un paseo?
- Se ve que disfrutas.
- Karura, quería hablar contigo de lo que pasó ayer.
- Espero que lo que quieras decirme no sea que te arrepientes.
- Siento si te falté el respeto de alguna forma y lo digo en serio.
- No te preocupes, no lo hiciste. No creo que haya nada de lo que tengamos que avergonzarnos, los dos somos sexualmente activos ¿no? Bueno, tampoco pienses que yo soy muy activa, la verdad es que he tenido muy pocas relaciones, poquísimas, a ver qué vas a pensar de mí.
- No pensaba nada, solo que eras una chica apasionada, nunca me plantee que fueras una facilona o algo de eso, si es lo que piensas. Además creo que siempre has dejado muy clara tu forma de pensar, tampoco pienses tú que yo voy por ahí intentando tirarme a cualquier chica que veo.
De pronto la situación parecía haberse puesto incómoda. Ninguno de los dos quería que el otro tuviese una idea equivocada de él.
Karura daba una imagen liberal y hablaba de temas sexuales sin tapujos pero, como ella decía, tampoco había tenido muchas relaciones. En Hohein tuvo un novio dulce y tímido pero no terminaron en nada, era más que nada una chiquillada. Luego tuvo el que consideraba su primer novio, un chico guapo y rebelde que fue con el que empezó a tener relaciones pero también resultó un ligón que no dudó en ponerle los cuernos con varias chicas hasta que Karura decidió poner fin a su "noviazgo" dándole una somera patada donde más le dolía.
Salió con algún que otro chico pero no pasaron más allá de besos torpes.
Después de eso decidió pasar de los chicos hasta que conoció a Fuma y aquella atracción la dominó y por supuesto luego pasó lo que pasó con Hizashi.
Esas eran todas sus relaciones, una más si contaba cuando estuvo saliendo con Akira, pero siempre se olvidaba de contarle porque en esos momentos Akira era lo menos parecido a un novio o una relación, ese chico se pasaba el tiempo entre lloroso y amargado y ella sentía que "ejercía de amiga y consejera" más que otra cosa.
-. Oye Karura, no quiero que pienses que...
- Tranquilo que no pienso que sea lo único que quieres de mí, ahora no, lo sé.
- Antes tampoco. Tú siempre me has interesado.
- Si... creo que el problema era yo y que no quería tomarte en serio.
- Quizás tenías miedo. No me gustaría que esto afectase a nuestra relación, me gusta salir contigo.
- Yo lo que no quiero es que nuestra relación se base solo en... ya sabes, algo de tipo sexual. Ya tuvimos una relación así y no es tan satisfactoria como se piensa.
- Bueno pues entonces podemos tener una relación normal y corriente, metiendo sentimientos, que es lo que antes no hacíamos y ya se verá que pasa...
- Este sitio es muy bonito – dijo Karura intentando cambiar de tema, la conversación se le antojaba que no llegaba a ningún sitio.
- Es un bosque, en la montaña, como todas las montañas.
- Yo no he estado en muchos bosques, en Hohein no hay, todo es bastante árido pero tenemos pequeños lugares muy agradables, como paraísos pequeñitos, tienes que venir un día a Hohein, te llevaré a uno.
- Estupendo, entonces ya tenemos cita programada.
...
- ¡Sonomi! - hablaba Minato en voz alta - ¿Te queda mucho?
- No - se oyó desde una de las habitaciones de la casa - Ya voy, un minuto.
- Un minuto - se resignó Minato, a saber qué proporción de tiempo correspondería realmente a ese "minuto" de Sonomi.
Minako miraba a su padre sonriente.
- Estas bien guapo, papá.
- Es que los Senju son gente importante, uno tiene que estar presentable.
- Estás nervioso ¿Por qué te pones nervioso?
- No estoy nervioso, solo me preocupa que lleguemos tarde. Espero que no pillemos ningún atasco.
- ¡Ya estoy! - llegó presuroso hasta ellos Nowaki.
- ¡Guau, hermanito!
- ¿A que estoy guapo?
Nowaki llevaba un traje de chaqueta gris marengo, una camisa blanca con finas rayas burdeos y una elegante corbata de color tostado.
- Trae que te coloco bien la corbata - le dijo Minato - ¿Se puede saber qué hace tu madre?
- Es que nos hemos entretenido un poco.
- ¿En qué?
- En rellenar unos papeles.
- Ya estoy aquí - dijo apareciendo Sonomi - Tanta prisa, tanta prisa ¡Venga, vámonos!
- ¿Que habéis estado haciendo Nowaki y tú? - se interesó Minato.
- Nada, cosas de madre e hijo, venga ¿No tenías tanta prisa?
- ¿Y yo no estoy guapa? ¿Es que a mí nadie me va a decir nada? - se quejó Minako - Es la primera vez que me pongo kimono para una comida importante, ya podíais decirme algo.
- Estas preciosa - contestó Sonomi acercándose a ella y pasando la mano por la solapa como estirándoselo - Ya sabes, siéntate adecuadamente, el kimono es para sentarse bien.
- Como me gustaría que me viese Kamui-kun - suspiró - Seguro que se iba a impresionar.
- ¿Para qué quieres que te vea Kamui? - preguntó despistado Nowaki.
- Sonomi ¿Que habéis rellenado Nowaki y tú? - insistió Minato.
- Nada, solo es que quiero enviar sus datos a un nakodo.
- ¿A un casamentero?
- Lo dices como si fuera algo malo. Los Ibiki somos una familia prestigiosa y no hay nada de malo en que le haga una ficha a Nowaki.
- Sonomi... habíamos dicho que no casaríamos a nuestros hijos por conveniencia.
- Y no los vamos a casar por conveniencia y venga vámonos ya.
- ¿Entonces por qué envías sus datos a una nakodo?
- Porque sí, yo sé lo que hago, tu fíate de mí, no sé por qué no te fías de mí.
- ¿Te van a buscar novia, Nowaki? - curioseó Minako - ¿Y por qué no me haces a mí una ficha, mamá?
- Tú eres aún muy joven. Ya veremos dentro de unos años.
- Sonomi... - se quejó Minato.

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