sábado, 23 de agosto de 2014

128. Lo moralmente correcto

El viento y la lluvia azotaban las prácticamente solitarias calles de Kizuna., la mayoría de las personas habían acudido ya a refugiarse, solo unos pocos despistados o los más atrevidos vagaban corriendo por ellas deseosos de llegar ya a su destino.
Karasu y Ringo eran dos de esos atrevidos. Tampoco es que fueran unos valientes o unos locos para estar fuera con ese tiempo y más con la pequeña Aiko, lo que sucedía era que habían salido a dar una vuelta y terminaron en una especie de ludoteca. A la madre de Ringo le habían comentado de un sitio encantador para los niños, los padres podían ir allí a pasar la tarde, tomar algo y mientras los niños podían jugar, tenían monitores que se encargaban de jugar con los niños y muchas divertidas actividades. A Ringo le parecía que Aiko aún era muy pequeña pero como no sabía donde ir con Karasu en una tarde tan mala se le ocurrió proponérselo. Al principio pensó que Karasu no querría, que eso era un aburrimiento pero resultó que a Karasu no le pareció mal sobretodo porque al entrar descubrieron que iban a representar un pequeño teatro con marionetas y por lo visto a Karasu le gustaban las marionetas.
A Karasu no le gustaban mucho los niños, solían ponerle nervioso, siempre moviéndose y corriendo de un lado para otro , a veces pensaba que no tenía la suficiente paciencia para aguantarlos, pero le gustaba estar con Ringo y le gustaban las marionetas así que no fue la tarde más horrorosa de su vida.
Sabía que Ringo estaba deprimida. Eso era seguro. No había otra razón para que una madre fuese capaz de intentar acabar con su vida dejando a su hija y él ahora era responsable porque se lo había impedido, así que tenía que demostrarle que merecía la pena vivir y disfrutar de su hija y además estaba dispuesto a ayudarla a salir de esa depresión, depresión que por otro lado estaba convencido se debía en gran parte al padre de la niña.
Así que pasaron allí varias horas ignorando como la tormenta iba creciendo en intensidad. Al salir y ver aquello casi les dio miedo. Por suerte el carrito de la niña llevaba puesto esa especie de protector transparente para la lluvia y el frío, eso que, según Karasu, era como un chubasquero para carritos y que siempre le daba la impresión de que era como meter a los niños en una bola.
Llevaban un paraguas pero manejar un carrito y un paraguas no era nada fácil, así que Karasu propuso que él llevaría el carrito, no le importaba mojarse, además él tenía un paso más grande que Ringo y avanzaría más deprisa y Ringo que llevase el paraguas y le siguiese. No parecía mala idea, el problema vino cuando Ringo dijo que no quería ir a casa de su madre, no le apetecía, más que nada por si su madre aparecía con alguno de sus "novios", mejor iría a su casa y esta quedaba algo más lejos.
- Te aviso que tengo la casa bastante desordenada - dijo Ringo antes de abrir la puerta.
- Soy un chico y tengo 19 años, eso me convierte en experto en desorden. No creo que nada me vaya a asustar.
- Me da un poco de vergüenza.
Ringo abrió la puerta y entraron. La casa era pequeña, la entrada era directamente un pequeño cuadrado con una puerta a la izquierda, otra de frente y a la derecha se veía que la puerta que debería haber había sido cambiada por un arco de escayola y tras él, el comedor. En él había un sofá y una mesa con un par de sillas, y un mueble sencillo en cuya estantería había montones de revistas y películas colocadas sin ningún orden, en un lateral dos puertas. Ringo abrió la puerta de la izquierda ý dejó el paraguas, luego empujó directamente el carrito hacia el comedor, quitó el plástico que lo protegía.
- Está dormidita - dijo Ringo mientras la cogía con mimo a la niña procurando que no se despertara - Voy a dejarla en su cunita. Mira, ahí - señaló con la cabeza - está el servicio, sécate un poco.
Karasu entró en el pequeño servicio, bastante pequeño y de color rosado, cogió la toalla que había colgada y comenzó a secarse la cara y el pelo.
- Deberías quitarte la ropa - dijo Ringo en la puerta abierta con una fregona en la mano, seguramente para recoger el agua que dejaba a su paso el carrito. Karasu había dejado la puerta abierta porque realmente era muy pequeño y un sitio tan pequeño parecía agobiar un poco.
- No, si me voy a mojar otra vez.
- No seas tonto, quítate la ropa, te voy a buscar algo de ropa de Isamu, creo que algo te valdrá.
- De veras no te molestes.
Karasu la sujetó del antebrazo para que so fuera a buscar la ropa. Ringo le miró detenidamente... con el pelo mojado y alborotado estaba muy guapo y sin darse cuenta empezó a mirar la camisa mojada pegada a su cuerpo... sentía que se mareaba, no podía dejar de mirarle. Karasu la atrajo suavemente hacia él, estaba frío, la ropa estaba húmeda y fría pero su piel estaba caliente y empezó a sentir algo que hacía muchos años que no sentía, era esa excitación previa, ese cosquilleo que te recorre el cuerpo cuando sabes que te van a dar tu primer beso... eso que ya no sentía nunca con Isamu, porque todo con Isamu se había vuelto frío y mecánico, porque no era capaz de sentir nada.
Y cuando quiso darse cuenta de nuevo estaba a punto de besarle, a escasos milímetros de sus labios… ¿pero que le pasaba? ¿Que clase de persona era? No estaba Isamu y ella estaba a punto de besarse con otro chico... ¿pero es que acaso tenía algo de malo querer no sentirse tan mal?
Se separó de él antes de llegar a besarle, no, no quería sentir de nuevo sus besos porque sabía que iba a perder la cabeza de nuevo y eso no estaba bien, no era moralmente correcto porque ella ya tenía pareja y que Isamu se lo hiciera con cualquiera no quería decir que ella también lo hiciese.
- Quítate la camisa - repitió.
- Vale - contestó algo apurado Karasu - Dame algo de ese tipo y me voy.
Notó el desprecio con el que Karasu dijo "ese tipo" y tuvo que reconocer que se sintió halagada.
- ¿Por qué no te quedas esta noche? - dijo sin pensar.
Karasu la miró fijamente ¿Eso que era? ¿Una proposición?
- No… no me entiendas mal… es que… no quiero pasar la noche sola… estoy muy harta de estar siempre sola y yo… olvídalo, era una tontería.
Karasu sonrió amablemente. Pobre Ringo, se debía sentir tan sola en su triste vida, hasta él era capaz de sentir su soledad y se daba cuenta de a todo lo que había renunciado por tener una hija tan joven, estudios, amigos, pero sobretodo por atarse a ese tipo que no la valoraba.
- Claro que me quedo. Voy a llamar a mis hermanos para decírselo. Pero te advierto que no vamos a tener sexo ¿eh? - bromeó - Que yo soy muy decente, no quieras deshonrarme tan pronto, por lo menos tendríamos que llevar… tres meses.
Ringo rió.
- Ponte entonces el albornoz, está aquí, detrás de la puerta y dame tu ropa que la lave.
- No hace falta tanto.
- Voy a poner una lavadora de todas formas con cosas de Aiko, no me va a dar más trabajo.
Ringo puso la lavadora y comenzó a hacer la cena. Karasu se ofreció a ayudarla pero ella se negaba.
- Mujer, que me siento como un inútil ahí sentado bebiendo y mirando el televisor - se quejaba Karasu.
Que distinto era a Isamu, no solo porque precisamente sentarse a ver el televisor y beber era lo que habitualmente hacía Isamu si no en todo, en su forma de ser en general.
- Pues… tengo que bañar a la niña ¿Te atreves?
- Ah no, eso no, yo mejor hago la cena.
- ¿Sabes cocinar?
- Pues claro. Mis hermanos y yo vivimos solos y nos repartimos hacer la cena… bueno, algunos días, otros cenamos cualquier cosa.
- ¿Y vuestros padres?
- Murieron.
- Lo siento.
- Son cosas que pasan.
- ¿Y no tenéis mas familia?
- Oh si, tenemos abuelos y tíos pero no les tenemos demasiado aprecio, no somos una familia muy unida. Nosotros somos de Hohein, nos hemos instalado aquí por estudios.
- ¿Y lo hacéis todo solos?
- No, tenemos una señora que viene tres días a la semana y nos limpia la casa, por lo menos lo mas gordo y nos plancha la ropa y cosas así. Al principio lo hacíamos nosotros solos pero es que entre los estudios y las terapias de la psicóloga pues no nos queda mucho tiempo libre y nos agobiábamos un poco.
- Es normal.
- También tenemos una especie de… administrador. Por suerte los negocios de mi padre… bueno, no te voy a aburrir, él es como nuestro representante.
- Ya veo, ya. Bueno pues entonces, aquí te dejo, yo voy a bañar a Aiko.
Y así lo hizo, después cenaron charlando de ellos mismos y contándose cosas de su pasado hasta que la niña comenzó a llorar. Fue Karasu quien acudió a cogerla.
- Ringo, creo que esta niña lo que necesita es que la cambien.
- Ah, ya voy.
Sonó el timbre de la casa haciendo que Ringo se acelerara bastante ¿Quién sería? ¿No sería Isamu que le hubiese dado por venir? Aterrada corrió a mirar por la mirilla.
- Es una vecina - susurró - Corre, que no te vea, que es muy cotilla, corre.
Karasu se metió en la primera puerta mientras oía a Ringo hablar con la vecina que le daba explicaciones sobre una reunión que iba a haber para tratar no se que problema. En la habitación, blanca y azul había una cuna, una cama con un montón de ropa y peluches encima, el carrito ahora ya sin ese "chubasquero" y un mueble que Karasu reconoció como un cambiador para bebés, no es que él fuera un experto en bebés pero había visto películas y sabía lo que era, también vio que en el suelo había un paquete de pañales y encima una caja de toallitas húmedas. Miró a la niña que tenía las manitas en la boca y se mordía.
- Menuda peste que llevas.
La niña sacó la manita de la boca y echó una carcajada.
- Encima te ríes de mí. Creo que voy a intentar cambiarte, no puede ser tan difícil, he visto como lo hace tu mamá.
La tumbó en el cambiador y procedió a quitarle la ropita, cuando abrió el pañal descubrió la mala idea que acababa de tener e inmediatamente volvió a cerrarlo.
- ¡Dios! ¿Pero tú que comes?
Volvió a abrirlo… era imposible ¿Pero no decían que la caca de niño era caca de ángel? Sería de un ángel muerto.
- ¿Qué haces? - le preguntó Ringo.
- Intentaba… cambiarla… pero si me disculpas.
Karasu sentía que iba a vomitar ¿Pero que tenían los niños por dentro? Ringo no puedo evitar romper a reír.
- Trae, blanducho, ya la cambio yo.
- Si, si, toda tuya.
- ¿De verdad que ibas a cambiarla?
- Eso es lo que intentaba ¿Qué quería tu vecina?
- Nada, solo cotillear, creo que sospecha que tengo a un hombre metido en casa.
- Que gente ¿Por qué no se meterán en sus asuntos?
- No lo pueden evitar, es así y siempre lo será.
- ¿Y dónde voy a dormir yo? ¿En el sofá?
- No. Dormirás en mi cama, yo dormiré en esta otra habitación, con la niña.
- ¿Y no puedo yo dormir aquí?
- ¿Y si te molesta la niña?
- ¿Qué pasa? ¿Qué la niña habla por la noches o algo así?
- A veces llora y yo tengo que cogerla para darle el pecho y lo mismo te despertamos.
- Yo tengo un sueño muy pesado.
- También puedes ayudarme y llevar la cuna a mi habitación.
- Ah, ya veo por donde vas, tu lo que no quieres es verme dormir por si te provoca ¿A que si?
Y Ringo volvió a reír. Era tan fácil estar con Karasu, eso era lo que ella deseaba que fuera con Isamu, fácil y relajado ¿Por qué Isamu tenía que tratarla siempre con tanto desprecio?
Jisei se removió entre la sábana, disfrutaba de estar allí, en ese colchón, que no era el suyo pero era el de él y olía a manzanilla y a algo más ¿Que era eso a lo que olía? Pues a Inari. Se sorprendió a si misma de la tontería que acababa de pensar.
Movió la mano y tocó a su lado, no había nadie pero daba igual, allí había estado. Había dormido al lado de Inari... que cosa más descarada. No había pasado nada, nada de nada, se acostaron el uno al lado del otro pero nada más y es que anoche, cuando Inari iba a sacar un futón para dormir en el comedor de pronto hubo un apagón y no se veía nada, así que pensaron que buscar a oscuras en el armario era una tontería si podían compartir la cama, total, ellos ya sabían que no iba a pasar nada y Jisei confiaba en Inari. Así que había dormido al ladito de Inari, se podía decir que se durmió acunada al compás de su respiración... sonrió de lo cursi que podía llegar a ser.
Sería mejor que se levantase ya, no quería que Inari pensase que era una perezosa, así que se incorporó y salió de la cama. Llevaba puesto una camiseta bastante grande de Inari, era muy fea, de esas de promociones que regalan a veces en la tienda pero a ella le sirvió como camisón. Se miró, seguramente Inari estaría en la cocina y para ir al servicio ella tendría que atravesar el comedor con lo cual la vería, bueno, no enseñaba mucho, tenía faldas mas cortas que eso.
Cogió su ropa y con ella enganchada en uno de sus antebrazos abrió la puerta de la habitación, tal y como suponía Inari estaba en la cocina preparando los desayunos.
- Buenos días - dijo para llamar su atención.
- Vaya ¿Ya te has despertado?
- ¿He dormido demasiado?
- No que va ¿Has dormido bien?
- Como una bendita.
- ¿No te he molestado con mis ronquidos?
- No, no roncas - sonrió - ¿Y yo? ¿Te he puesto mis horribles pies fríos encima?
- Si lo hiciste no lo noté. Ya hace mejor tiempo y he bajado a comprar algo para hacer el desayuno, vamos, siéntate, ya casi está.
- Mejor creo que primero voy a ducharme.
- Como quieras. Después de desayunar iremos a tu casa ¿De acuerdo?
- Me parece bien.
- Estupendo - Inari la miró mientras ella se dirigía al servicio - ¿Qué miras tanto?
- Te queda bien mi camiseta, mejor que a mí.
Mientras continuaba preparando el desayudo escuchó el agua de la ducha y empezó a pensar que Jisei estaría duchándose, fue algo inconsciente, de pronto la imagen de una mujer joven y hermosa duchándose en su servicio inundó su mente, meneó su cabeza tratando de retirar ese pensamiento ¿Tanto le perturbaba esa chica? Empezaba a pensar que le estaba convirtiendo en un pervertido o algo así.
Al salir del baño ya arreglada, Jisei se encontró con que Inari no estaba en la cocina, seguramente estaría en el dormitorio y allí se dirigió. Si, allí estaba, terminando de hacer la cama.
- ¿Por qué no has esperado a que yo la hiciera?
- Tú eres mi invitada.
- Pero yo quería hacer algo, has hecho el desayuno, la cama ¿Qué me dejas a mi?
- Pues igual me pasa a mi en tu casa, que no me dejáis hacer nada.
- Pero es que tu estas convaleciente.
- Excusas, excusas. Anda vamos a desayunar.
Desayunaron comentando que a pesar de la situación tan aparentemente incómoda ninguno de los dos se había sentido así, incómodo. Terminaron y estaban recogiendo la mesa cuando sonó el timbre. Ambos dieron un respingo.
- ¿Quien será? - preguntó asombrada Jisei.
- Quizás sea tu hermano, ya sabes como es, lo mismo se le ha ocurrido venir a buscarnos de camino a vuestra casa.
- Puede ser. O un vecino que viene a preguntar como estás.
El timbre volvió a sonar.
- ¡Va! - dijo en voz alta - De todas formas métete en la habitación.
- Espera los zapatos - corrió hacia la entrada y los cogió - No vaya a ser que los vean.
Inari se acercó a la puerta de la casa y miró para asegurarse que Jisei ya estaba dentro de su dormitorio antes de abrir.
- ¡Sigure! - dijo sorprendido y en voz alta para que Jisei lo escuchase.
- Hola Inari - le saludó Sigure - Menos mal que te encuentro.
- ¿Por qué? ¿Es que ha pasado algo?
- No, nada ¿Puedo pasar o tienes algo escondido?
- Perdona, pasa, pasa ¿Y por qué me buscabas?
- Te echaré de menos - Sigure echó un vistazo alrededor del comedor de Inari y sonrió.
- Nos vimos ayer.
- ¿Estás acompañado?
- No, no, estoy solo.
- Ya - Sigure había llegado hasta la cocina y miraba los platos en el fregadero, era curioso cuanto plato usaba Inari para desayunar - Oye Inari, si molesto me voy.
- No, no molestas pero iba a desayunar ¿Te apetece que vayamos a la cafetería de abajo?
- ¿No has desayunado ya? - preguntó mientras movía los ojos hacia el fregadero.
- No, que va, esos son los platos de la cena - Inari miró aterrado a la mesa donde aún quedaban cubiertos - Anoche no tenía ganas de recoger nada, disculpa que esté todo tan desordenado.
- No hay cuidado.
Quizás hubiese sido más sencillo decirle a Sigure que había una mujer allí, en su dormitorio y no dar más detalles, pero seguramente Sigure vería extraño que no saliese a saludar porque no tendría porqué ocultarse si era una mujer adulta y sin ningún problema, pero si no salía Sigure sospecharía claro que Inari empezaba a presentir que ya estaba sospechando.
- Es que anoche tuve una visita - añadió intentando que esa excusa satisficiera a Sigure y es que Inari le conocía, Sigure era Sigure y si no le convencía iba a seguir con esa cara.
- Ah, pillín, así que de ligue.
- Bueno, se fue pronto ¿Y me vas a decir que querías?
- Es que esta tarde he quedado con Shinobu y Nanao y me gustaría que nos acompañases y me echaras una mano.
- ¿Has quedado con las dos?
- Pues si, pero no ha sido culpa mía es que las dos me lo han propuesto.
- ¿Y no has podido decirle a una que no?
- Bueno es que primero me lo dijo Shinobu y luego Nanao prácticamente me ha obligado, ya sabes con es, y le dije que había quedado con Shinobu pero...
- ¿Pero qué?
- Que le ha dado igual, ha dicho que salgamos en grupo. Luego he llamado a Shinobu y le ha parecido bien.
- Desde luego te metes en unos líos impresionantes.
- ¡Que le voy a hacer! Para una vez que dos mujeres me piden una cita no iba a decir que no. ¿Qué? ¿Te apuntas? Al menos no me sentiré solo ante el enemigo.
En la habitación de Inari, Jisei, pegada a la puerta y muerta de miedo intentaba escuchar toda la conversación y la última parte no le había gustado demasiado pero ahora no podía pensar en eso, bastante nerviosa estaba con Sigure ahí.
- Bueno Sigure vamos a la cafetería y allí hablamos - insistía Inari.
El timbre volvió a sonar y Jisei sintió que los nervios se le acrecentaban, eso era malo, lo sabía, algo le decía que no iban a ser buenas noticias, tenía un mal presentimiento.
- Hola Inari - oyó la voz de su hermano.
Ahora si que sentía que se ponía enferma, pero enferma de verdad.
- ¿Kisuke? ¿Cómo tu por aquí?
- Venia a llevaros a casa, hoy comes con nosotros ¿No te acuerdas?
- Mira Kisuke - le interrumpió Inari - Está aquí Sigure ¿Recuerdas a Sigure? Es compañero de trabajo - dijo acentuando esas palabras esperando que Kisuke las comprendiera
- ¡Sigure! ¿No te acuerdas de mí? - habló Kisuke - Me diste clase en el último curso de preparatoria cuando tu estabas en prácticas. Soy Nagashiyama, Kisuke Nagashiyama.
- ¿Nagashiyama? - Sigure miró a Inari - La única Nagashiyama que ahora recuerdo es una alumna.
- Es mi hermana.
- Vaya, pues lo siento pero...
Sigure miraba sonriendo a Inari, así que al final era Jisei, seguro que era ella la chica de la que le había hablado, la hermana de ese chico que, evidentemente por estar allí, era amigo de Inari.
- Si - intervino nervioso Inari - El hermano de una alumna, una alumna - volvió a recalcar esas palabras - Pero Kisuke es amigo mío y se preocupa por mi ¿A que si? - le miró como si quisiese poder penetrar en su mente - Sigure Ha venido de visita y nos íbamos a desayunar a la cafetería ¿Nos acompañas?
- Bueno Inari yo venia a buscar...
- A buscar eso que me pediste, ya, ya lo se - se apresuró a interrumpirle de nuevo - Está en la habitación, pasa y cógelo.
- ¿En la habitación?
- Si, está allí, cógelo tu mismo.
- Ah... ya, claro, voy a... cogerlo.
Prácticamente le empujó hacia allí mientras sonreía a Sigure.
- Es que es muy despistado y se le olvidan las cosas - habló nervioso.
Nada más entrar en la habitación Jisei le cogió del brazo y cerró la puerta rápidamente. Antes de que su hermano dijese una palabra ya le había tapado la boca con una mano.
- No digas nada, por favor, no digas nada - susurró - Por favor, por favor - le miró con cara de pena - No vas a decir nada ¿verdad? - separó la mano de la boca.
- ¿Qué...? - la mano de su hermana volvió a taparle la boca.
- Chhist, habla bajo, por favor.
- ¿Que pasa? ¿De qué te escondes?
- ¿Eres tonto o te lo haces? Soy alumna de Inari, Sigure no puede saber que he pasado aquí la noche.
- ¿Por qué? ¿Qué habéis hecho?
- Nada de nada pero no se lo va a creer. Por favor, podemos meter a Inari en un lío si creen que está liado con una alumna.
- ¿Por qué?
- Porque está prohibido y ya está.
- Esta bien, no pongas esa cara de pena, ya lo se y no voy a poner a Inari en ningún apuro.
- ¿Lo encuentras, Kisuke? - oyeron preguntar a Inari.
- Si - contestó en voz alta Kisuke - Ya lo he visto.
Kisuke se dispuso a salir pero Jisei le detuvo.
- Espera - miró a su alrededor y corrió al armario de Inari, lo abrió y sacó lo primero que encontró - Toma.
Kisuke salió de la habitación sonriendo.
- ¿Nos vamos ya? - preguntó Inari.
- ¿Era eso lo que buscabas? - sonrió Sigure.
- Si - Kisuke miró la prenda, era un jersey de color rosado - Es... es mío, yo se lo presté a Inari y ahora me apetece ponérmelo, es que las tías, cuando ven a un hombre con un jersey de este color piensan que...
- Que es gay, como yo cuando vi a Inari con él.
- No, que va, las mujeres piensan que soy un tío con sensibilidad.
- Espera que te lo meto en una bolsa - habló Inari.
Y mientras sacaba una bolsa de un cajón una melodía que ya era conocida por Inari comenzó a sonar.
Ya si que Inari deseó que la tierra se abriese y se lo tragase mientras Jisei se planteaba si no sería mas honroso que saliese de una vez y explicasen lo que había pasado, total tampoco era algo por lo que avergonzase, les había pillado la tormenta e Inari había acogido a Jisei, como amiga que era suya en su casa, tampoco era tan descabellado.
- Creo que te llaman - dijo Sigure.
- Si, si - miró a su alrededor y no vio el móvil de Jisei por ningún sitio.
- Lo tienes dentro del bolso - volvió a hablar Sigure señalando el bolso que, entre los cojines del sofá casi pasaba desapercibido pero que si te fijabas veía que estaba allí.
- Ah si, debe ser de mi acompañante de anoche - habló nervioso mientras lo abría - Se lo ha olvidado, seguro que es ella. ¿Si?
- Perdón - oyó una voz femenina que le resultaba familiar - ¿No es el móvil de Jisei?
- Si, efectivamente lo es.
- ¿No está Jisei?
- Te dejaste el bolso anoche, ya me he dado cuenta - hablaba mirando a Sigure.
- ¿Cómo?
- No te preocupes que está aquí.
- ¿Inari-sensei?
- Ya, claro, lo entiendo. Pasa tu misma a recogerlo, para algo tienes las llaves de casa.
- ¿Pero que...?
- Si, de nada mujer, hasta luego - colgó rápidamente - Es de la hija de los vecinos, es que tengo mucha confianza con ellos y ayer estaba sola y la asustaron los truenos.
- Que susto - comentó Sigure - Por un momento pensé que el bolso era tuyo y francamente, entre el jersey y el bolso ya me tenías preocupado.
- Bueno vámonos.
- ¿No va a venir a por el bolso?
- Si pero... es que mis vecinos tienen una copia de la llave de casa, por si me la olvido o la pierdo, siempre es bueno que alguien tenga una copia. Ah, por cierto, voy a coger las llaves ¿Lo veis? Es que soy muy despistado, más de una vez me las he dejado dentro.
- Vale - dijo Kisuke - Nosotros vamos saliendo, vamos Sigure.
Inari entró rápidamente en la habitación.
- ¡Que miedo he pasado Inari! - Jisei corrió a cogerle de las manos y habló aún en voz baja, por si acaso.
- Yo creo que tengo que cambiarme de pantalones.
- Esto no puede ser, no podemos seguir así.
- Bueno ya ha pasado, espera 15 o 20 minutos y te vas para tu casa ¿Vale? Ah, creo que quien te llamaba era Ryuko.
- Ahora la llamaré.
- Nos vemos en tu casa ¿vale?
- Vale. Espera un momento que quiero darte algo.
Jisei se apoderó de sus labios con un beso del que Inari no supo reaccionar.
- ¡Ah! - exclamó sonriente al separarse de él - Es por el subidón de adrenalina, me ha puesto a mil.
- Vale... genial.
Inari se marchó y Jisei se apresuró a buscar su móvil, si, había sido Ryuko quien la había llamado. Devolvió la llamada.
- ¿Ryuko?
- ¿Jisei, eres tu?
- Si, soy yo, perdona por lo de antes.
- ¿No era Inari?
- Si, si que lo era, bueno, luego te lo cuento que te vas a reír un montón.
- Pues me alegro de que algo me haga reír, de veras que lo necesito - habló angustiada.
- ¿Que te pasa Ryuko?
- Ayer mis padres vinieron antes de lo previsto y me pillaron en casa con Kyojin.
- ¿Estabais haciendo algo?
- Acabábamos de ver una película, ya nos íbamos.
- ¿Pero estabais vestidos?
- ¡Pues claro que estábamos vestidos! Pero no te imaginas como se han enfadado conmigo. Jisei ¿Puedo ir a tu casa a hablar contigo?
- Pues es que no estoy en mi casa ¿Te parece que quedemos en el parque donde siempre?
- De acuerdo, pero ven, por favor, ven que tengo que hablar con alguien.
- Me estás asustando. Venga, no te preocupes más, no será para tanto, tu te sueles ahogar en un vaso de agua.
- Que si Jisei, que si, que ha sido... no te imaginas.
- Vale, ahora me lo cuentas. Voy para el parque.
...
Momoka había quedado con Takumi, se verían otra vez esa tarde y le devolvería el paraguas, vale, hasta ahí todo bien, el problema era ¿Cómo le localizaba? ¿Dónde habían quedado? Porque no habían quedado en nada ¿Y ahora qué? Tendría que llamarle para ver donde se veían, claro, algo muy fácil si tuviera su teléfono, cosa que no tenía.
¿Qué hacía? ¿Esperaba a ver si Takumi la llamaba a ella? ¿Tendría Takumi su teléfono? Que ella supiese no debía tenerlo.
Menudo problema más tonto.
Podía probar a llamar a Yuri, a lo mejor ella tenía el teléfono de Deisuke pero es que eso significaba dar explicaciones a Yuri y sabía que le iba a decir cosas como "¿no eras tu la que me regañaba tanto?" y luego es que tendría que llamar a Deisuke y... no, no... estaba muy nerviosa y no era capaz de pensar con claridad, bueno ¿y por qué se angustiaba tanto? si aún era muy temprano, lo mejor sería esperar un poco a ver si el chico la llamaba o algo y si a lo largo de la mañana no tenía noticias pues... pues ya pensaría lo que hacía.
Exactamente el mismo dilema tenía Takumi.
- Deisuke - habló a este que estaba tumbado en la cama - ¿No tendrás tu el teléfono de la chicas con las que estuve ayer, verdad?
- ¿Para que iba a tener yo el teléfono de esa?
- Porque tienes el teléfono de varias chicas.
- Nunca he salido con ella, ni siquiera creo haber hablado mucho.
- Tampoco has salido con la princesa y tienes su teléfono.
- Ese es otro tema.
- ¿Y sabes quien lo puede tener?
- ¿Por qué? ¿Es que quieres quedar con ella?
- De hecho ya he quedado pero no acordamos la hora ni el lugar.
- ¿Y por qué quedas con esa perdedora?
Takumi se encogió de hombros.
- No lo se, hay algo en ella que me gusta. Me resulta una chica muy curiosa.
- Si, es curiosísima, no te digo.
- Tiene mucho coraje, más del que parece, se esfuerza por huir de ella misma.
Deisuke abrió un ojo y le miró.
- Dices cosas muy raras, tío.
- ¿Sabes quien puede tener su teléfono?
- Pues sus amigos.
- Eso no me ayuda mucho a no ser que llame a Himeko ¿Crees que me daría su teléfono si se lo pido?
- Ni en sueños, lo más probable es que te denuncie por acoso.
- Ya lo se, solo era un sarcasmo.
- ¿Sabes quien tiene que tenerlo fijo? Su amiga, la rubia con la que tú te enrollaste, tonto, que pareces tonto.
- Es cierto, pero yo no tengo el teléfono de la rubia... menudo fallo ¿Sabes quien lo tendrá seguro? El capullo del Kaguya.
- ¿Tienes tu el teléfono de ese?
- No, pero Taro si lo tendrá, es su primo.
Takumi cogió su móvil y se puso a buscar en la guía el teléfono de Taro, cuando lo encontró, marcó.
- Hola Taro... Soy Takumi... si, Deisuke está conmigo... Oye Deisuke, Taro te manda recuerdos.
- Dile que se muera.
- Dice que él también... oye yo quería pedirte el teléfono de Kamui... si de Kamui Kaguya... si, de tu primo... si me encuentro bien... en realidad lo que quiero es el teléfono de Momoka Sakuraba ¿No lo tendrás tu?... son cosas mías ¿Lo tienes o no?... Ajá... si... vale... si, ya lo tengo. Gracias Taro - colgó.
- Cuando hables con ella pídele el teléfono de su amiga la rubia.
- ¿Quieres quedar con ella?
- Si, está buenísima.
- Creo que estaba saliendo con un chico.
- Pues ayer no se comportaba como si saliese con un chico, además déjame ya, estoy cansado, quiero dormir.
- Últimamente te pasas el día durmiendo.
- ¡Que me olvides!
Kamui colgó el teléfono con bastante mal genio.
- El teléfono no tiene culpa de lo que sea que te pase - le dijo su madre.
Kamui no le contestó, estaba de demasiado mal humor para hacerlo ¿Pero que se creía Takumi? ¿Quien se creía ese enano que era para llamarle y pedirle el teléfono de Momoka? ¿De que iba?
Se lo había dado, claro que se lo había dado, de no hacerlo habría quedado con un celoso o cualquier cosa de esas y no iba a permitir que pensase nadie que Kamui Kaguya estaba celoso.
- ¿Me estás escuchando? - decía la madre.
- ¿Perdona? ¿Me decías algo?
- Si. Que te arregles y te vistas muy elegante.
- ¿Y eso?
- Tenemos una comida importante.
- ¿Por qué nadie me ha avisado antes?
- Porque ha surgido de pronto. Espero que te comportes amable y educado, es muy importante.
- ¿Que tipo de comida es?
- Ya te lo he dicho, es importante para la familia y tenemos que causar una buena impresión.
- ¿Negocios?
- De todo un poco.
- ¿Con quien vamos a comer?
- Con una familia de mucho renombre, los Senju.
Kamui miró a su madre interrogativo, se estaba temiendo lo peor.
- ¿Con los Senju?
- Si, con los Senju. Y también viene tu tío Madara y tu hermano.
- ¿Fuma también?
- Si, él también.
- ¿Y va a querer venir con la familia?
- Si, claro que quiere.
- ¿Y por qué vamos a comer con esa familia? - preguntó casi con miedo a que le respondiese que era una cita concertada o algo así.
- Porque queremos estrechar lazos con ellos y conocernos.
- ¿Y si yo tengo otros planes?
- Si tienes otros planes lo entenderemos. Hablaré con tu padre.
- No deja, no hace falta que lo hagas. Iré a la comida.

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