sábado, 23 de agosto de 2014

129. Ahora se que me quieres

Akira sabía que se iba a arrepentir. En cuanto abrió los ojos y no vio a Ayesa durmiendo a su lado supo que sus actos iban a tener consecuencias y que le iba a doler emocionalmente, lo que no imaginaba es que las consecuencias iban a ser tan dolorosas y no solo emocionalmente, sino mas bien físicamente.
Ahora, unas horas después, continuaba sintiendo el dolor de las consecuencias de sus actos, los físicos pero sobretodo los emocionales.
"...
Akira se despertó y por unos instantes pensó que todo había sido un sueño. La luz del sol comenzaba a colarse débilmente por las ventanas del pequeño refugio, aún debía ser muy temprano. Al recordar que estaba en el refugio fue cuando se dio cuenta de que aquello había sido real y sonrió, pero... ¿Dónde estaba Ayesa?
La vio entrar, ya vestida pero descalza, con una toalla en la mano, vendría de bañarse, esa chica estaba siempre bañándose. Se incorporó y entonces se fijó en su rostro, serio y crispado. Ni siquiera le miró, se acercó con visible mal humor a donde estaban sus zapatillas. Levantó uno de los pies y comenzó a limpiarse la planta a manotazos.
Akira se incorporó y cogió su bañador que es lo que más cerca tenía, se lo colocó y se puso en pie. Se acercó por la espalda a la chica que ahora se limpiaba el otro pié.
- ¿Ya no se saluda? - habló de forma suave mientras empezaba a poner las manos en su cintura.
La respuesta fue rápida, clara y contundente. La chica se giró de forma brusca y su mano se estrelló de forma sonora contra la mejilla de Akira.
- ¡No me toques! - gritó.
- ¿Akane? - preguntó aturdido ¿Era Akane? Ahora comprendía ese gesto tan enfadado, si era Akane la que se había despertado desnuda a su lado lo que le extrañaba era que no le hubiese despertado gritando histérica.
- Verás Akane... - comenzó a hablar nervioso - Todo esto tiene una explicación...
- ¡Cállate! - volvió a gritar y Akira pudo comprobar como le miraba llena de rabia, igual que el tono de su voz - ¡Eres un... mierda! ¡No me hables, ni me toques! ¡Ni me mires!
Se empezó a poner las zapatillas y se agachó para atarse los cordones.
- Akane, por favor... mira yo... yo te quiero y...
- ¡Métete la lengua por el culo! Estúpido engreído pretencioso.
- Tenemos que hablar, tú no sabes lo que pasó anoche.
- ¿Qué no sé lo que pasó anoche? ¡Vete a la mierda y déjame en paz!
Aquello descolocó completamente a Akira ¿Akane sabía lo que había pasado? ¿No se suponía que Akane no recordaba la "vida" de Ayesa? Vio como se volvía a poner en pie y se dirigía furiosa hacia la puerta. Rápidamente se puso delante de la misma interrumpiéndole el paso.
- Akane, tenemos que hablar.
- ¡Déjame salir!
- No, no te voy a dejar salir, no si no hablamos.
Por toda respuesta Akira sintió una fuerte patada en la espinilla, el dolor le hizo levantar un poco la pierna y llevarse una mano al punto dolorido pero dejó de dolerle de inmediato porque la rodilla de la chica clavándose de forma violenta en sus partes nobles hizo que cualquier otro dolor se esfumase.
Se inclinó hacia delante mientras mentalmente maldecía el mal carácter de esa endemoniada chica, ella aprovechó para empujarle lo que hizo que se desequilibrara y se apartara de la puerta dejándola a ella salir.
- ¡Akane! - gritó con voz ahogada, dolía, vaya si dolía.
..."
- Que bruta que es - decía en voz baja mientras esperaba a sus amigos a las puertas de la casa de sus abuelas.
Les vio llegar hablando y riendo animadamente.
- ¿Que tal estáis? - les saludó.
- Impacientes por darnos un chapuzón - contestó Genki.
- Ah pues no se donde está Chiharu pero no tardará. Os vais con ella al río y luego vamos Akane y yo.
- ¿No venís con nosotros? - se interesó Shiho.
- ¿Que vais a hacer vosotros solitos, ehhhhhh? - puso voz de traviesa Sumire.
- No, es que Akane...
- Tiene que hablar con su abuela - intervino rápidamente Shibi - ¿A que si? Ya sabéis, como es la "novia" de Akira.
- Le van a enseñar cosas de los Shikamoto, pero ya he quedado con Chiharu, os va a llevar a un sitio donde cubre para que podáis nadar y no hay mucha corriente.
- ¡Pero yo no se nadar! - se angustió Sumire.
- No te preocupes que hay un sitio por donde no cubre - contestó Akira.
- Hola a todo el mundo - saludó Chiharu al llegar - ¿Todo listo?
- Si, estamos listos e impacientes - contestó Sumire - Bueno yo más o menos porque me duele bastante el golpe de ayer, que conste.
- ¡Todos listos! - añadió Genki mostrando el puño cerrado con el dedo pulgar levantado.
- ¡Esperadme! - se acercó al grupo Akihito - Yo también voy. Ya he terminado mi trabajo por hoy.
- ¡Que bien! - exclamó Minako - ¿A que si, Chiharu?
- Bueno, pues vámonos ¡Tropa, al río! - gritó Chiharu.
Genki dio un silbido que llamó la atención del resto de niños que jugaban por allí cerca.
- ¡Emprendemos las marcha!
Todos empezaron a andar salvo Shibi, Misaki y Suo.
- ¿No quieres que me quede? - preguntó Shibi a Akira.
- No, de verdad, vete y diviértete.
- A nosotros no nos importa quedarnos - añadió Suo.
- No, para nada - afirmó Misaki - También hemos pasado mala noche y estamos cansados.
- Tu padre querrá hacer otra cosa - habló de nuevo Suo - No solo ocuparse de la novia de su hijo.
- ¿Pero que hacéis? - les gritó Minako - ¡Vamos!
- Ve tú, Shibi - dijo Suo - Nosotros nos quedamos.
- Está bien. Pero espero veros pronto por allí... con Akane.
- No hacía falta que os quedaseis vosotros - dijo Akira cuando Shibi comenzó a alejarse de ellos.
- Bueno, yo no entiendo mucho de amigos, siempre he sido un chico bastante solitario - habló Suo - Pero creo que los amigos están para estas cosas.
- ¿Sabes lo que podemos hacer? - agregó Misaki - Danos un mapa y dinos donde está el refugio ese, nosotros iremos y cogeremos lo que dejasteis allí.
- Ah, vosotros lo que queréis es ir a las aguas termales - sonrió Akira - Esta bien, está bien, pero espero que no os perdáis.
Después de indicarles como llegar hasta el pequeño refugio, Akira se dirigió hacia los laboratorios de su familia. Allí es donde su padre había llevado a Akane para ver si la tranquilizaba y mientras caminaba volvió a recordar el enfado que tenía cuando salió del refugio y como él, intentó seguirla, misión más que difícil si se tenía en cuenta el dolor que tenía en aquel lugar tan delicado y con las prisas no se preocupó de recoger nada.
"...
- ¡Akane espera! ¡No conoces el camino! ¡Te vas a perder!
- ¿A si? - gritó la chica a metros de él - Pues mira que bien, a ver si me pierdo y me muero de una vez.
- ¡Akane no seas cabezota!
Akira decidió que lo mejor era que parase un momento y se calmase, a ver si el dolor se calmaba un poco porque en ese estado no podía seguirla y no la iba a coger de todas formas. Al cabo de unos minutos se sintió mejor, fue cuando se dio cuenta de que estaba en bañador, volvió al refugio y se vistió todo lo rápido que pudo. Salió y tomó el camino por el que había visto irse a Akane. Esperaba que no estuviera demasiado lejos y también que no le fuera difícil localizarla, suponía que, desorientada como era y al haber hecho el camino de noche se asustase y dejase de caminar sin rumbo fijo.
Efectivamente no tardó mucho en encontrarla, tal y como se la imaginaba, perdida y mirando a todas partes, sin saber por donde seguir.
- Akane...
- ¡No te acerques a mi!
- Solo quiero guiarte.
- ¿Y por qué no dejas que me pierda? De todas formas no quiero nada de ti ¿Lo oyes?
- Vale, vale, pues sal tu sola del bosque.
- ¡Pues eso es lo que haré! Que sepas que no te necesito a ti para nada, engreído de mierda.
Y volvió a echar a andar sin rumbo conocido y Akira a seguirla.
- ¿Se puede saber porqué me sigues? ¿No tuviste ya lo querías?
- ¿Eso es lo que crees de mi? ¿Crees que era lo que quería?
- Eres un falso, un asqueroso falso, hipócrita y... eres lo peor. Confiaba en ti y me has fallado, a la primera de cambio me la has jugado pero bien ¿Quien te has creído que eres? Mira le niño con su cara de bueno lo falso que ha resultado ¿No decías que querías a Akane? ¿Eh? Pues no has necesitado mucho para caer en la trampa de la guarra de Ayesa ¿Dónde está lo que querías a Akane?
- ¿La guarra de Ayesa? - se extrañó Akira ¿Pero no se suponía que Akane no conocía a Ayesa? - ¿Qué sabes tu de Ayesa?
- ¿Que pasa? ¿Que te gusta más Ayesa que la sosa de Akane, verdad? Claro, todos sois iguales, mucho te quiero, te quiero pero en cuanto veis que no vais a conseguir nada os largáis con la primera que os lo da. Me has defraudado mucho, yo confiaba en ti, estaba dispuesta a creerte pero no, tuviste que estropearlo todo.
- ¿Que sabes tu de Ayesa? - repitió de forma algo brusca.
- Claro que la culpa de todo es de Akane, de ella, si de ella, por imbécil, por estúpida, por mojigata y por no saber defenderse de nada. Todo es culpa suya, todo lo que le pase se lo merece y aún más.
- ¿Akane? - la miró lleno de curiosidad.
- Imbécil, estúpida, tonta, más tonta no se puede ser - cerró los puños y apretó con fuerza mientras los ponía delante de su cara - ¡La odio! ¡La odio! ¡La odio! - comenzó a decir apretando también los dientes con rabia - ¡La odio!
Asustado Akira se acercó a ella e intentó abrazarla.
- ¡No me toques! - repitió volviendo a cerrar los dientes con fuerza - ¡No te acerques a mi! Por tu culpa ahora huelo mal, por tu culpa y la suya, de las dos, las odio a las dos ¡Las odio! Ayesa tenía que protegernos pero no lo ha hecho, la muy imbécil ha caído en tus tretas de mentiroso... las dos se han enamorado de ti ¿Pero sabes que te digo? Que no lo voy a permitir... nosotras no creemos en el amor, haré que te odien como yo te odio.
Mas claro no podía tenerlo Akira, él era un chico inteligente que solía analizar cualquier situación sin olvidar ningún detalle... estaba más que claro, esa era la "Akane mala" de la que hablaba Takato y no se extrañaba de que su hermano dijese que era otra Akane porque hablaba de ella en tercera persona y era muy sospechoso que supiese de Ayesa, además con la rabia y soberbia con la que hablaba de Akane no dudaba que fuera capaz de hacerse daño a si misma.
Pero no era la primera vez que Akira veía a "esa" Akane, hubo otra ocasión en la que la vio mirarle de la misma forma y hablar llena de rabia, fue cuando le echó en cara que había hablado de ella con los profesores... si, recordaba como le dijo que confiaba en él y que le había fallado... Así que esa era la "Akane mala", la que sacaba toda su rabia y su rencor. Lo único que no le cuadraba era que en este estado de ira si supiese de Ayesa... pero ahora no estaba para analizar esos detalles, lo que tenía que hacer era conseguir que se calmase ¿Y cómo lo hacía? ¿Cómo lo había hecho Kohaku? Se mostró firme ante ella pero él... simplemente no podía, no se sentía con fuerzas.
..."
Akira se encontraba realmente agotado. No sabía como hacerlo así que hizo lo que se le ocurrió: se enfrentó a esa Akane, no iba a dejar que le humillase más, así se que había plantado delante de ella dispuesto a que le escuchase y dejase de decir esas cosas, porque si, porque él quería a Akane y no permitía que nadie, nadie la insultase, ni aunque fuera ella misma. Akane gritó y el gritó aún más, era así, tenía que demostrar que podía con ella, no le gustaba hacerlo pero lo hizo, la única manera que se le ocurría para calmarla era aquella y sabía cual iba a ser el resultado, sabía que aquello provocaría que esa Akane herida, la niña pequeña, apareciese.
También recordó las palabras de Kohaku, las del equipo de orientación, las de la psicóloga... esas palabras que hablaban del monstruo que vivía dentro de Akane porque nunca lo había expulsado, de su sumisión, de la necesidad de sentirse dominada porque era como toda su vida se había sentido y para ella era lo normal... Ahora que lo pensaba le parecía que él mismo había sido un poco iluso al olvidar aquello ¿Cómo pudo olvidar ese arranque de ira?
Entró en la nave que utilizaba la familia Shikamoto como laboratorio, estaba en silencio y los pasos de Akira resonaban. Se dirigió hacia uno de los pequeños despachos que había al fondo.
Akito estaba sentado en una de las sillas y observaba a la chica que tumbada en el sofá del despacho ahora dormía tranquila. Oyó los pasos que se acercaban y se levantó. Antes de que los pasos se detuviesen ya había salido él del despacho.
- ¿Cómo está? - preguntó Akira.
- Parece tranquila.
- Gracias papá por ayudarme.
- Soy tu padre, lo que me molesta es que no acudieses a mi antes.
- Es que estábamos en el bosque y...
- Ya, ya me lo has dicho.
Cuando Akira tomó la decisión de ayudar a Akane la cogió fuerte de los brazos y le obligó a mirarle. No estaba orgulloso de las palabras que dijo, vio como poco a poco el gesto de Akane fue cambiando, como la rabia y el rencor dio paso a miedo, casi a terror y como comenzó a llorar pidiéndole que no les dijera nada a sus padres, que iba a ser una buena niña, que haría todo lo que le pidiese. La abrazó y así, llorando y temblando en sus brazos retomaron el camino para regresar a la casa.
Al primero que encontraron fue a Misaki, había salido a dar una vuelta, parecía un poco nervioso y decía que por no molestar a Suo había decidido pasear y al ver a Akane se preocupó por ella. Akira le pidió que fuese a avisar a Shibi mientras él le esperaba allí con ella. Pero antes de que Misaki regresase con Shibi fue su padre el que los encontró.
- ¿Qué hacíais en el bosque?
- Anoche la llevé a las aguas termales. Se que hice mal, lo se, lo se, no me lo digas pero ella me lo pidió y yo... hemos dormido en el refugio y esta mañana pues ella... estaba enfadada conmigo.
- ¿Que es lo que le pasa?
- Se ha puesto nerviosa. Es que ella no se desahoga nunca, todo se lo ha guardado siempre y cuando por fin estalla pues...
- No, no me cuentes historias. Quiero saber que es lo que le pasa.
- Ah... es complicado.
- Pues ya puedes ir contándomelo si quieres que te ayude. Akira, esa chica vive en nuestra casa, creo que tengo derecho a saber que le pasa.
- Es que... ella... tiene un trastorno de personalidad disociativo.
El padre le miró asombrado pero sin decir nada.
- Eso es que...
- Ya se lo que es eso ¿Estás seguro?
- Si. Lo tiene desde pequeña. Los padres de una amiga la llevaron al psicólogo y todo. Creían que ya estaba curada pero...
- ¿Que estaba curada?
- Bueno, hacía tiempo que no le pasaba.
- ¿Me estás diciendo que tu novia tiene varias personalidades?
- En realidad es algo normal, es por culpa de lo que le pasó de pequeña, ella se creó como otra vida para...
- Ya se lo que es eso, ya se que es normal, soy farmacéutico, conozco los medicamentos y para lo que se utilizan, además nosotros, precisamente en este laboratorio, investigamos y preparamos medicinas alternativas, que no soy tonto y no me extraña que haya creado otras personalidades para huir de su vida, para soportarla. Lo que me extraña es que tú no me lo hayas dicho antes.
- No... no quería preocuparte.
- Soy tu padre Akira, tu padre, si no me pides ayuda a mí ¿A quien se la vas a pedir? ¿Estás intentando ayudarla tu solo?
- No... yo... he acudido a la madre de Nowaki, que es psicóloga.
- ¿Pero a que tenía miedo? ¿A que piense que tu novia está loca?
- Supongo que si.
- ¿La madre de Nowaki le ha diagnosticado el trastorno?
- Si... fue quien la atendió hace años.
- ¿Y la ha visto últimamente?
- No... no se como hacer para que vaya a su consulta.
- ¿Cuantas personalidades ha desarrollado?
- No lo se. Yo... creo que tres o cuatro.
- ¿Cómo que no lo sabes?
- Tiene un par de personalidades dominantes, ella y Ayesa. Ayesa es consciente de la disociación pero Akane no.
- ¿Y las demás?
- Bueno, no se si son personalidades o simplemente formas de comportarse.
- ¿Ayesa es la que le ha hecho esto?
- No. Ayesa siempre la protege.
- Ven, vamos a sentarnos y hablar tranquilamente. Tienes mucho que contarme.
...
El grupo caminaban por la orilla del río, esquivando a turistas que estaban allí pasando el día.
- ¿Y donde nos vamos a poner? - preguntó Kimisuke.
- Ya llegamos - contestó Chiharu.
Chiharu caminó alejándose del río y adentrándose un poco entre los árboles hasta que vieron una pequeña alambrada, no era muy alta, más o menos como un niño y tenía una pequeña puerta donde se veía un letrero que ponía "vado permanente". Chiharu la abrió.
- Ahora vamos a pasar a terreno privado de los Shikamoto.
- ¿Con eso pensáis convencer a la gente de que no pase? - preguntó curioso Genki mirando la verja - Vamos, eso se lo salta cualquiera.
- No es para convencerles - respondió Akihito - Es solo para advertirles de que no pasen.
- Pues pasarán ¡vaya que si! - comentó Sumire.
- Claro, siempre hay gente que no respeta las cosas de los demás - afirmó Chiharu - Pero se arriesgan a una buena multa.
- Normalmente la gente no pasa de más allá de la charca de los enamorados - añadió Akihito - Hay puesta una advertencia.
- Pero siempre hay gente que no hace ni caso - habló Hana mirando a un lado.
En la orilla del río se podían ver a dos grupos de personas. Uno era una pareja que toma el sol y el otro parecía una familia muy escandalosa que estaba intentando hacer una fogata.
- Vaya por dios - suspiró Akihito.
- ¿Qué vas a hacer? - se asustó Sumire.
- Podemos hacer dos cosas, esperar a que pasen los guardas forestales o avisarles de que se larguen.
- ¿Tenéis guardas forestales? - se interesó ahora Shiho.
- ¿Y que vamos a hacer, primo?
- Vamos a esperar a que lleguen los guardas, no tengo ganas de discutir con nadie.
- ¡Por lo menos habría que avisarles que no hagan fuego! - gritó Sumomo escandalosamente.
- Si, en eso tienes razón - concluyó Akihito - Bueno, vamos a dejar todos estos trastos que llevamos y ahora voy a darles un toque.
- Pues a mi me gusta el sitio donde se ha puesto esa parejita - dijo Minako.
- No te preocupes que pronto se habrán ido, ya lo verás.
Después de soltar las mochilas, toallas y demás cosas, Akihito se dispuso a acercarse a esa familia.
- Yo te acompaño - le dijo Genki.
- Y yo - añadió Yusuke - Cuantos más seremos mejor.
- No - dijo severo Kimisuke - A vosotros no, a vosotros no se os ha perdido nada allí.
- Va tío, no seas muermo - se quejó Yusuke.
- Soy muermo, soy muy muermo, de echo muermo es mi segundo nombre ¿Os queda claro?
- Ya he avisado a mi tío - dijo de pronto Chiharu cerrando su móvil - Enseguida pasarán por aquí y despejaran esto de domingueros.
...
Misaki y Suo habían encontrado sin ningún problema el refugio y ahora doblaban la manta y las toallas para llevarlas de vuelta.
- ¿Qué crees que le ha pasado a Akane? - preguntó Misaki.
- Supongo que han discutido por cualquier tontería. Akane tiene un carácter muy inestable.
- Pero Akira la quiere mucho, se nota.
- Si y la quiere de veras. No le importa los problemas que ella tenga, a él eso le da igual... supongo que eso es el amor de verdad o por lo menos se le parece mucho.
Guardaron silencio durante unos minutos. Ambos, aunque no lo sabían, estaban pensando en aquella frase.
- ¿Tu crees que Akane le da problemas a Akira? - preguntó de nuevo Misaki.
- ¿A que te refieres?
- No se, como has dicho eso de que tiene un carácter muy inestable pensé que tenía problemas.
- Y los tiene. Más de los que los demás sabemos. Supongo que si, que le da problemas a Akira - reflexionó Suo, desde luego que te guste una chica que tiene otra personalidad no debe ser algo muy fácil.
- Pero él no la abandona.
- Claro que no. Es de cobardes abandonar a una persona porque tenga problemas.
- Pero hay gente que lo hace. Yo no creo que sea de cobardes, es solo la naturaleza del ser humano.
- Pues yo lo llamo cobardía. Cuando te gusta una persona te gusta como es y lo aceptas y si no es que no te gusta tanto como dices. Cuando te empieza a gustar una persona no te planteas si, por ejemplo, no te gustan sus pies, no dices me gusta su físico, todo salvo sus pies, sus pies debería cambiarlos y por eso pues me voy a olvidar de ella. No hacemos eso.
- Eso no es un buen ejemplo.
- Si lo es. No puedes abandonar a una persona porque algo no sea como deseas. A Akira le gusta Akane y no la va a abandonar porque su pasado haya sido traumático y tenga un trastorno de personalidad, no, no lo hará, luchará por ayudarla.
- Pero si el problema es que... bueno, es igual.
- ¿Quieres decir si yo te voy a abandonar a ti porque eres un chico?
Misaki levantó la vista y con el corazón acelerado le miró asustado. Antes de que pudiera razonar Suo le estaba besando de forma bastante apasionada y él solo pudo dejarse besar.
- No voy a abandonarte porque seas un chico y no tengas pechos, si es lo que piensas - habló Suo con voz entrecortada al separar sus labios - No se porqué pero me gustas, me gusta estar contigo, me gusta hablar contigo, salir y ver cosas juntas, me río, me haces sentirme bien y esta noche no he dormido pensando que estabas a mi lado ¿Eso es que yo también estoy enfermo?
- No... no... no lo se.
- Bueno, si tu estás enfermo porque te atraen los hombres, según dices tu, pues debe ser que yo también. Es lo que hay.
- Tú no estás seguro de lo que dices.
- Puede.
- No sabes lo que sientes, solo estás confundido.
- A lo mejor pero creo que si no lo averiguo siempre tendré la duda sobre si me gustan los chicos o no. Así que ¿Qué te parece si avanzamos un poco nuestra amistad?
- No te entiendo.
- No te pido que seamos novios, ni que tengamos relaciones sexuales, solo que... nos demos una oportunidad para descubrir que sentimos y creo que estando separados, evitándonos, disimulando y tratándonos con tanto miedo nunca lo vamos a descubrir.
...
Akira le había contado a su padre todo lo que sabía sobre Akane. Era cierto que él solo no iba a poder ayudarla, ni tampoco con la ayuda de Shibi o Kyojin o incluso Kohaku por mucha buena voluntad que tuvieran, así que ahora se sentía mucho mejor porque su padre había reaccionado de una forma natural, no se alarmó, ni se asustó, no dijo que Akane estaba loca y que tenía que alejarse de ella, al contrario, le advirtió que no iba a permitirle que se rindiera ahora que había empezado y que le acompañaría a hablar con la psicóloga.
Su padre se había marchado. Tenía que aparecer por la casa y estar con su familia, con su mujer, antes de que esta empezase a sospechar cualquier barbaridad. Akira se sentó en el suelo, apoyando la espalda en el sofá donde dormía Akane y cogió una de las manos de la chica que colgaba. Acarició el dorso de la mano con su pulgar mientras cerraba los ojos pera recordar lo que había sucedido aquella noche.
"...
Era todo tan perfecto.
La noche despejada, la luna, el tiempo que aún era bastante cálido, la temperatura del agua y los besos de Ayesa.
A lo mejor no debía hacerlo, a lo mejor estaba mal pero no podía evitarlo, tenía 18 años y sus hormonas clamaban como locas por todo su cuerpo y Ayesa de acercaba a él y pegaba su cuerpo al suyo y sus manos no paraban quietas.
Pero no se le hubiera ocurrido nada más, estaba convencido.
Salieron del agua, al hacerlo sintieron el frío y se arroparon con las toallas para secarse rápidamente. Amos se frotaban enérgicamente cuando de pronto vio como la parte de abajo del bikini de Ayesa caía al suelo y luego se fijó en que llevaba la parte de arriba en una mano ¿Estaba desnuda? Parecía un pensamiento un poco tonto, al fin y al cabo estaba envuelta en la toalla y no se le veía nada pero la maldita idea de que debajo de esa toalla estaba desnuda se había colado en su mente y se instaló en un lugar desde el cual molestaba mucho. Se dijo que dejase de pensar en eso, pero daba igual, ese pensamiento era el que mandaba.
- ¿No te quitas el bañador? - dijo la chic con un tono que a Akira le resultó demasiado provocador - Está mojado, tienes que quitártelo, no puedes ponerte los pantalones con el bañador húmedo debajo.
Akira se había quedado quieto sin saber como reaccionar. Es que tenía un grave problema, un problema muy notable por debajo del bañador.
- ¿Qué te pasa?
- Nada, no me pasa nada.
¿Pero por qué le pasaba eso? No podía ser, tenía que desviar su atención hacia... hacia lo que fuera.
- ¿No podemos ir al refugio y estar allí mientras entramos en calor? - propuso Ayesa.
- Si, claro, vamos.
Era un refugio pequeño. Ambos entraron envueltos en las toallas.
- No hay luz - dijo Akira - Tendremos que encender unas linternas... eso si hay.
- Vale, cielo, lo que tú digas.
Akira soltó todo lo que llevaba agarrado con una mano mientras que con la otra se sujetaba la toalla y reconocía que empezaba a tener frío.
- Saca tú la manta mientras yo busco las linternas.
Con la mano libre abrió un cajón de un pequeño mueble de madera que había allí y sacó unos apliques redondos, puso uno encima del mueble y lo presionó haciendo que se encendiera.
Una tenue luz inundó la estancia. Akira se giró y el otro aplique cayó de su mano.
- ¿Se puede saber que haces, Ayesa?
Ayesa estaba de espaldas a él, extendiendo la manta sobre el suelo y desnuda. Akira volvió a girarse rápidamente.
- Por favor, vístete.
- Tengo el bañador mojado y no he traído ropa interior.
- Pues vístete sin ropa interior
- Anda, no seas crío y ven aquí. Ven, mira, que ya no se me va nada.
Akira se giró con miedo y respiró aliviado. Ayesa estaba tumbada y liada con la mitad de la manta.
- Anda, ven aquí a mi lado, nos daremos calorcito mutualmente. Te prometo no mirar, mira, me doy la vuelta - dejó escapar una pequeña risita - Eres tan tímido que resultas encantador.
- ¿Crees que soy tímido?
- Pues claro. Apuesto a que nunca has estado con una chica.
- ¿Eso piensas?
Akira ya se había quitado el bañador y se tumbaba a su lado arropándose con la manta.
- Si, estoy segura. No digo que no hayas hecho ciertas "cositas" con alguna de las que has salido, has salido con bastantes y más de una bastante lanzada pero estoy segura de que nada más.
- Y tú eres una chica muy experta ¿no?
- No, no tanto, pero más que Akane ¿A ti te gustaría que tu chica fuera virgen?
- Pues no la verdad.
- Pues Akane si lo es.
- Hombre, es que ya sabes como soy yo, para mi es mucha responsabilidad ¿Y si, ya sabes, por mi culpa tiene una impresión horrorosa del sexo?
No supo en que momento había empezado a acariciar la espalda de la chica, rozándola suavemente con la yema de los dedos, había sido algo totalmente espontáneo que hizo sin pensar.
- Me gusta que hagas eso - susurró la chica, él sonrió.
- ¿Te gusta mucho?
- Si... mucho.
Aquello fue acompañado por una especie de pequeño gemido que hizo estremecer al chico. En esos momentos el pudor que sentía por saberse desnudo al lado de una chica igualmente desnuda fue remplazado por excitación y aunque intentaba contenerse para que su cuerpo no reaccionara eso resultaba casi imposible.
El gemido se volvió a repetir cuando Ayesa sintió los labios de Akira devorando su hombro. Se giró para quedar frente a él, mirándole directamente a los ojos.
Fueron las manos de Ayesa las que ahora acariciaron a Akira y él cerró los ojos dejándose llevar por la sensación de sentir sus pequeños y traviesos dedos recorriendo su piel. Se acercaron el uno al otro, estaban muy juntos y en ese momento Akira ya dejó de pensar, aceptaba todo lo que Ayesa le daba. No sabía en que instante había perdido el control de su cuerpo, en que momento la lógica había dejado paso a aquella locura. Aceptaba sin ningún tipo de reparo las caricias y besos y se los devolvía, no podía resistirse, su cuerpo y su mente se habían rendido a ese calor que le abrasaba por dentro y parecía devorarle.
Se dejó llevar demasiado por ese momento, por lo que estaba sintiendo, por tantas sensaciones. La miraba y solo podía pensar en que era Akane, su Akane, no importaba como se hiciera llamar era ella y su Akane era muy suave y olía a jazmines y besarla era... no podía dejar de acariciarla y besarla y esos pequeños suspiros que salían de sus labios le volvían completamente loco porque era él quien se los provocaba y eso no hacía mas que excitarle de sobremanera, quería escuchar mas suspiros y más profundos, quería... aquello era una locura... era como si algo le hubiese poseído. Recorría su cuerpo y exploraba lo desconocido... y de pronto, sin saber en que momento había pasado, notó que estaban demasiado pegados el uno al otro. El mismo se asustó cuando se dio cuenta de lo que había pasado, no era consciente de como pero si que de pronto había llegado a donde no debía, invadiendo de forma brusca y violenta porque suave y delicado no había sido.
Miró lleno de terror a Ayesa que le devolvió una sonrisa.
- Si empiezas, tienes que terminar - le susurró.
Akira buscó dentro de él todo lo que sentía y trató de reunirlo en un beso tierno que expresase lo importante que ella era para él.
..."
- Akira ¿Dónde estamos?
La voz de Akane le sobresaltó sobremanera y le sacó de sus recuerdo.
- ¿Cómo te encuentras?
- Me duele la cabeza.
La miró intrigada. Ahora ¿que se suponía que iba a pasar?
- Akane yo... con respecto a lo que pasó ayer...
- ¿Qué pasó ayer? - dijo sentándose mientras se llevaba las manos a la cabeza - Me duele bastante.
- ¿No recuerdas lo que pasó?
- Ahora mismo solo se que me duele la cabeza.
- Entonces ¿No estás enfadada conmigo?
- Tengo algún recuerdo de una barbacoa y de que me dolía la cabeza.
- Te voy a dar algo para ese dolor de cabeza. Estamos en los laboratorios de los Shikamoto, algo tendrá que haber.
- ¿En los laboratorios? Ay, si no me doliese tanto la cabeza creo que me preocuparía ¿Es que bebí algo que no debía?
- ¿Estás enfadada conmigo?
- ¿Por qué? ¿Me emborrachaste o algo así?
- Te besé y tú me dejaste.
- Definitivamente bebí lo que no debía.
- ¿Y por qué me besaste? ¿Te emborrachaste tú también?
- No.
- Creo que tengo que tener poca tolerancia al alcohol o algo así. Oye ¿Qué llevo puesto? - se levantó la camiseta y miró - ¿Un bañador?
- ¿No recuerdas que fuimos a bañarnos?
- Ahora que lo dices, creo recordar algo como... pero no, eso ha sido un sueño... seguro.
Bueno, toda parecía volver a la normalidad, a una normalidad relativa porque todo era distinto. Además Akira tenía una información muy valiosa que el día anterior desconocía: Akane le quería, ella misma lo había dicho, ya no tenía miedo a Kamui, no tenía celos, lo que tenía eran ganas de defender lo que era suyo y solo le quedaba conseguir que ella reconociera en voz alta.

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