lunes, 26 de julio de 2010

33. No conozco más historia que tú y yo

Como era costumbre, Shibi se acercó en sigilo al asiento de Akane, cogiéndola de improviso, pegando así su cara a la de la chica, le encantaba sobresaltarla.
- ¡Shibi! - gritó - ¡Algún día me dará un infarto y será culpa tuya!
- ¿Te encuentras mejor? - habló como siempre también con voz baja y arrastrada.
- Si, ya se me ha pasado la tontería que tenía ayer, era cansancio.
- Si me necesitas, ya sabes donde estoy - sonrió el chico.
- Shibi siempre al rescate ¿eh?
Jisei miraba con ojos incrédulos a Sumire.
- ¿Qué hiciste qué a Akira?
- Le curioseé el ordenador.
- ¿Te das cuenta de que eso es violar la intimidad de una persona?
- Si, me doy cuenta, pero no lo pude evitar, descifré su clave y…
- ¿Qué tenía una clave y todo?
- ¿Y la descifraste? - preguntó Xu-Xu a su lado.
- Fue fácil ¿queréis saber cual era?
- ¡No! - exclamó tajante Jisei - Sumire ¡esas cosas no se hacen! Malo es cotillear sus papeles, pero sus cosas privadas…. ¡por dios!
- ¿Y que tenía? - la ignoró Xu-Xu.
- ¡Xu-Xu, por favor!
- ¿Tenía fotos guarras?
- No le miré las fotos, más que nada porque me centré en una carpeta que se llamaba "cartas que nunca entregué"
- ¡Oh! ¡Qué titulo tan poético! - Xu-Xu parecía entusiasmada.
- Si, Xu-Xu… tu sigue y dale bola…
- ¿A que suena bonito? ¡Tenia unas cosas! Bueno, no pude ver mucho pero imprimí una hoja.
- ¡Sumire por dios! ¡Eres una delincuente! - continuaba escandalizada Jisei.
- Tú solo lee - le entregó la hoja.
- ¡No! No quiero y tú tampoco deberías haberlo leído, son cosas íntimas de un amigo.
- Trae aquí - Xu-Xu se la arrebató bruscamente.
- ¡Xu-Xu, eso es como robarle!
Xu-Xu haciendo caso omiso a Jisei echó un vistazo.
- Desde luego no tenéis vergüenza ¿os gustaría que os cotillearan vuestras cosas personales?
- Por favor… - habló emocionada Xu-Xu - que… no tengo palabras, no puedo imaginar algo así…
- Seguro que exageras un montón para llamar mi atención pero no, no voy a caer en vuestras trampas… delincuentes.
- Pero bueno - continuo Xu-Xu - Ya está echo ¡que le vamos a hacer! ¿no?
- ¡Trae para acá! Esto no lo va a leer nadie más - dijo arrancando el papel de las manos de Xu-Xu - Capaces seríais de enseñárselo a los demás.
- ¡Jo, Jisei, como eres! - se quejó Sumire - Bueno al menos la canción si la leerás ¿no? El dijo que no se enfadaba, que si hubiese querido mantenerla en secreto la hubiese escondido.
- ¿Eh, eh? ¿Qué dices a eso, gruñona?
- Las canciones vale, pero lo del ordenador no tiene perdón.
- Vale - Sumire puso gesto de niña pequeña - si, me he pasado, lo reconozco, pero es que me emocioné.
- Venga - dijo Xu-Xu - Enséñanos la canción.
Sumire miró suplicante a Jisei.
- Bueno, vale, pero no se la enseñes a todo el mundo, aunque te dijese que le daba igual son cosas íntimas.
- No… solo nostras… Bueno, quizás Akane y Ryuko, es que tengo una teoría. Tomad, leed, la he pasado a limpio.
Jisei fue la primera en leerla.
- Curioso - dijo al terminar y pasársela a Xu-Xu.
- ¿Ves como no es nada malo? ¿Tú que crees que quiere decir?
- Hombre, quiere decir exactamente lo que dice.
- Ya pero ¿a quien se lo dice?
- Quizás a nadie Sumire, solo es una canción, le llegaría inspiración y la escribió, punto.
- No - agregó Xu-Xu - Eso no funciona así, la inspiración le tuvo que venir de algo.
- ¿Será Yuri? - preguntó Sumire.
- La verdad - contestó Jisei - No me lo imagino. Será Karura, es más lógico, salió con Karura antes que con Yuri.
Akane dio un gran estornudo.
- Creo que me he resfriado - decía mientras utilizaba un pañuelo de papel.
- Me parece que alguien te ha contagiado algo - dijo Shibi.
- Lo raro es que no me hubiera contagiado nada.
- ¡Qué bonito! - exclamó Sumire en voz alta - ¡Akane! Ahora los virus que estaban dentro de Akira están dentro de ti.
- ¡Que asco por favor! - se quejó Akane - Ahora si que me encuentro mal, me has revuelto el estómago.
- Anda toma - dijo Jisei pasándole la hoja con la canción - Léete esto.
Akane no pudo leerla porque ya llegaba la hora de empezar las clases. Sin embargo, mientras daba la clase, en un momento de aburrimiento, sacó la hoja y comenzó a leer.

"No conozco mas historia que tú y yo,
ni más besos que nos que tú me enseñaste.
No conozco más palabras del amor,
que las pocas que has querido regalarme.
Y aborrezco las caricias que admití,
mientras yo me imaginaba tus abrazos,
aborrezco las mentiras que fingí,
aceptando los amores de otros brazos.
Y es que quiero seguir junto a ti,
como el sol que me acaricia y me atormenta siempre al fin,
como el sol, te necesito junto a mí.
Reconozco que me has dado más calor
que cualquier amor que pudo cobijarme.
Reconozco que si me duele el corazón,
es para que tú no te atrevas a dejarme.
Y aborrezco las caricias que admití,
mientras yo me imaginaba tus abrazos,
aborrezco las mentiras que fingí,
aceptando los amores de otros brazos.
Y es que quiero seguir junto a ti,
como el sol que me acaricia y me atormenta siempre al fin,
como el sol, te necesito junto a mí."

Al terminar la clase, Akane se acercó a Jisei.
- ¿Quién te ha escrito esto?
- ¿Crees que ha sido a mi? No, no es para mí, es de Sumire.
- Anda Sumire que calladito te lo tenías…
- ¿El qué?
- Esto.
- ¡Ah, pero yo no he hecho nada malo! Él dijo que…
- Que no Sumire, que no es eso - la cortó Jisei - parece que Akane cree que te lo han escrito a ti.
- ¡No, no! No sabemos a quien se lo ha escrito.
- ¿Qué pasa? - se acercó Ryuko.
- Toma, lee esto.
- ¿Y quien lo ha escrito? - preguntó Akane.
- Alguien habrá sido, digo yo - contestó Jisei.
- Ya pero ¿Quién?
- ¿Tú quien crees?
- ¿Es que no lo sabéis?
Akane miró a Sumire y a Jisei que a su vez la miraban con una tonta sonrisa en la cara.
- Ya… Akira ¿no?
- ¡Ala! - exclamó Sumire - ¿Cómo lo has adivinado?
- Porque me dijiste que escribía canciones y eso tiene pinta de canción.
- ¿A quien se lo habrá escrito? - comentó Ryuko.
- Xu-Xu dice que a Karura - respondió Sumire - ¿Tu que crees, Akane?
- Que es Karura… pero que a mi me da lo mismo - y se volvió a su sitio.
- ¿Se lo puedo enseñar a Kyojin? - propuso Ryuko - Supongo que él lo sabrá, me imagino que Akira le enseña sus canciones.
- Pero que sea discretito - susurró Jisei - que Sumire la copió a escondidas.
En el siguiente cambio de clases Ryuko volvió a acercarse a ellas.
- ¿Qué dice Kyojin? - preguntó impaciente Sumire.
- Dice que la conoce, pero que ya hace tiempo que la escribió y no es para Yuri.
- ¿Está seguro? - recalcó Sumire.
- Si porque dijo que se lo preguntó.
- ¿Y?
- Le dijo que no es Yuri, pero nada más.
- Entonces es Karura - reflexionó Sumire.
- ¡Vete tu a saber! - añadió Jisei - Lo mismo es Yuya ¿por qué no? ¿qué sabemos de ella?
- Que habla como un camionero - respondió Ryuko.
- ¿Todavía estáis con lo mismo? - dijo Akane - Bueno, pues dejarlo que acabo de tener una idea: vamos a hacer un grupo de animadoras.
- ¿Para Akira? - se extrañó Sumire.
- Si, solo le faltaba eso… No. Para el partido del sábado. Es la final, tenemos que animarlos todo lo que podamos, tenemos que ganar ¿no es emocionante?
- Eso - habló burlona Jisei - Tu tienes que animar a tu futuro maridito y apoyarle.
Akane le dirigió una mirada entre asesina e incrédula.
- Voy a hablar con Momoka
- Ya la va a liar… la estoy viendo - suspiró Ryuko.

Para Akira el día pasaba lentamente. Aún tenía algo de fiebre y le dolía la garganta pero ya no tenía arcadas y no se sentía mareado, estaba mucho mejor. Su madre, decidió que debía hablar seriamente con él sobre las mujeres y lo peligrosas que podían llegar a ser. Cuando llegó a su casa, preocupada por el aviso de que su hijito estaba enfermo se tranquilizó al ver allí al médico, a Kyojin y Yuri atendiéndole, tranquilidad que terminó cuando descubrió que no había sido Yuri, la hija de los Hanakiri, amigos de toda la vida de los Shikamoto, la que se había ocupado de su pequeño, sino otra chica, según el medico una de pelo anaranjado que parecía saber muy bien lo que hacía, "Akane" la llamó su hija que al describirla la reconoció en seguida.¿Y quien era esa chica que había estado cuidando a su hijo toda la noche? ¿Qué clase de chica era la que pasaba la noche en casa de un chico? Por suerte Kyojin explicó que él también había estado, eso y que el médico añadió lo buena enfermera que había sido tranquilizó un poco de nuevo a su madre, pero aún así, a Akira le tocó aguantar los consejos de una madre preocupada y la amenaza de una charla con su padre cuando llegase por la noche, una charla entre hombres sobre mujeres y problemas biológicos.
Mientras tanto, Akira esperaba, sabía que tendría visita, algo muy grave tendría que pasar para que Hizashi no le llevase los deberes, aunque él quien quería que llegase era Akane, quería hablar con ella, necesitaba hablar con ella, porque sabía que la había molestado y tenía que aclarar ese tema, la experiencia le había demostrado que los malentendidos deben aclararse cuanto antes o nunca se aclaran.
Como también era habitual en su madre, no iba a dejar que estuviese ocioso todo el día, así que, le mandó ordenar su armario. Sentado en su cama, Akira había vaciado el contenido de un cajón en ella y se dedicaba a separar lo que tenía valor de lo que debía deshacerse. Era un cajón en el que Akira iba metiendo todo lo que no sabía donde meter, así que podía tener cualquier cosa, desde postales, llaveros, bolígrafos hasta… una pequeña caja de color azul oscuro con letras doradas grabadas en ella… así que estaba allí…
Akira sintió cierta pena cuando la vio, casi con miedo, como si al cogerla algo malo le fuera a pasar, la agarró y la miró detenidamente sin saber si abrirla o no. Respiró profundamente y la abrió.
El colgante de forma ovalada y color azulado, enganchando a una fina cadena de plata continuaba allí, como la última vez que lo vio, aunque en ese momento Akira no lo veía, en su mente lo que veía era a Akane pegada al escaparate de aquella joyería.

"- ¿Por qué a todas las mujeres os gustan tanto las joyas? - preguntaba Akira sin dejar de mirarla a ella.
- Son bonitas y brillantes - respondía con voz traviesa.
- Sois como las urracas, vais a todo lo que brilla - bromeó.
- Bueno yo particularmente lo hago por avaricia… si me veo en un apuro siempre puede venderlas.
- Ahora que lo pienso, nunca te he visto con joyas ¿ya las has vendido?
- Yo nunca he tenido nada de oro o de plata, bueno si, tengo medallas pero mi madre las guarda, creo que no se fía de que las empeñe ¿esos pendientes que llevas tú son de plata? - dijo señalando unos pequeños pendientes que Akira llevaba siempre.
- Son de acero ¿tu no llevas pendientes nunca?
- Creo que una vez tuve unos y los perdí ¿Tus padres te dejan llevar pendientes sin insultarte?
- Siempre los he llevado… me los regaló mi bisabuela, por lo visto es algo tradicional en los Shikamoto.
- O sea, hacéis las cosas al revés.
- Somos muy peculiares, con costumbres peculiares ¿Qué te gusta más?
Akane señaló sin dudar una pulsera de oro blanco en forma de trenza. Akira miró el precio.
- No eres tonta, no.
Akira observó el escaparate, la mayoría de las cosas que en él se mostraban superaban con mucho su presupuesto pero pensó que regalarle algo podría ser un detalle bonito, algo tendría que haber que pudiera comprar y además tenía el día perfecto para regalárselo.
Estaba muy ilusionado con aquella relación que habían comenzado, se sentía muy bien estando a su lado, normalmente las chicas solían ser muy pesadas, empeñadas siempre en que los chicos hicieran lo que ellas querían pero Akane siempre le miraba con sus ojos brillantes y le convencía de cualquier cosa, era estupendo dejarse llevar por ella, tenia una bonita sonrisa y sus manos eran siempre muy cálidas. A Akira le gustaba coger sus manos y sentir esa calidez emanando de ellas, esa calidez de la que él quería formar parte.
Entrelazó los dedos entre los de ella y la miró, Akane le devolvió la mirada con aquella sonrisa en los labios, él se sentía feliz, cada rato que pasaba con ella más convencido estaba de ponerse un poco más tonto, estaba en esa parte de su relación en la que cualquier cosa que descubría le parecía maravillosa.
Puso su mano en la nuca de la chica para atraerla hacia sus labios y besó, como siempre hacia, suave pero ávidamente, su boca. Le encantaba sentir la suavidad de los labios de Akane en los suyos, eran tan suaves y cálidos y extrañamente no sabían a nada, pensaba que los labios de una chica debían saber a algo, a algún alimento comido hacia poco, restos de dentífrico, una bebida, pero no… no sabían a nada y sin embargo ese roce suave y cálido le resultada totalmente adictivo.
Akane nunca le permitía profundizar el beso, él sabía que era algo que a ella le desagradaba y cuando, alguna vez, llevado por el entusiasmo, lo había intentado, ella lo había rechazado de una forma sutil, así que se conformaba con saborear esos labios que no sabían a nada.
- Seria mejor que fuéramos a un sitio más privado - habló la chica.
- No. Porque si vamos a un sitio mas privado lo mismo no voy a saber contenerme. ¿Te han dicho alguna vez que eres como una droga?
- Si, claro, suelen decírmelo a menudo… anda vamos, se nos está haciendo tarde.
- Akane… yo…
Quería decirle cuanto le gustaba, lo bien que se sentía con ella pero no lo hizo… tenia miedo de asustarla o agobiarla si mostraba demasiado sus sentimientos. Se limitó a caminar a su lado, cogido de su mano y mirando el cielo, disfrutando de ese momento."

Akira había cogido el colgante y lo sostenía frente a sus ojos, mirándolo.
Era muy triste pensar que esos momentos nunca iban a volver, estaban en el pasado, aunque lo verdaderamente triste era pensar que no tenía posibilidad de vivir algún otro parecido.
Había sido su primer amor, ese que nunca se olvida, ese con el que se viven nuevas cosas por primera vez, con el que se tiene esa sensación única de la novedad. ¿Cómo sería enamorarse por segunda, tercera o décima vez? ¿Se tendrían esas nuevas sensaciones? ¿A que dejaba paso la novedad?
Si cerraba los ojos y se concentraba aún podía sentir la calidez de las manos de Akane... no, eso no era así, sentía la calidez de todo su cuerpo porque hacía pocas horas había estado entre sus brazos... si.... no había sido un sueño, ahora lo sabía, Akane había estado en su cama y él la había abrazado así que esa sensación cálida no fue un sueño. Y si aquello no fue un sueño quería decir que los sollozos que escuchó tampoco lo fueron... Akane había llorado, aferrada a él, lloró.
¿Cómo no pudo darse cuenta antes? Tan preocupado estaba por si había hecho algo delante de ella, por si se había rozado con su cuerpo que no se le ocurrió pensar que ella había llorado de verdad.
Ahora si que se sentía mal, algo parecía atragantársele en la garganta. Miró hacia el techo de su habitación, allí estaba la lámpara en forma de estrella que sus padres le compraron de niño, lo hicieron porque él siempre quería ver las estrellas... las estrellas... un nuevo recuerdo apareció en su mente. Volvió a mirar el colgante y lo guardó en la cajita, depositando esta con cuidado en un rincón del cajón.
- Te llevaré al mejor lugar para ver las estrellas - murmuró recordando palabras suyas dichas con anterioridad - Es una promesa.
Ya sabía que hacer con ese colgante y que utilidad iba a tener. Solo necesitaba idear una estrategia pera convencer a esa cabezota... y tenía mucho tiempo para hacerlo.
El timbre de la casa sonó, inmediatamente Akira escuchó la voz de su madre.
- Aki, abre tú, debe ser Chiharu.
Hizo lo que le habían dicho, abrió la puerta y allí se encontró a su hermana junto a una chica de su misma edad, rubia, con el pelo recogido en un par de coletas y grandes ojos azules.
- Hola plasta - saludó la hermana - Pasa MInako, sin formalidades.
- Hola estúpida… buenas tardes Minako.
Akira las dejó en la entrada y se acercó a sentarse al sofá, no llegó a hacerlo, no al menos de una forma normal porque la chica rubia corrió a abalanzarse sobre él abrazándole y haciéndole perder el equilibrio, quedando sentado bruscamente y en una comprometida postura con la chica encima.
- ¡Aki! ¿Cómo estás?
- ¡Mamá! - gritó Chiharu - ¡Tu hijo ya esta propasándose con Minako!
- ¿Qué pasa? - dijo la made entrando - Akira, deja en paz a la niña.
- Eso intento.
Pero Minako tenía agarrado a Akira sin dejarle mover los brazos.
- Venga MInako - continuaba la madre - ¿No ves que ya no puedes jugar con él? Ya no eres una niña.
- Y él es un pervertido - añadió Chiharu.
- Buenas tardes, señora Shikamoto - se incorporó la chica.
- Nunca cambiarás Minako, y tú, Chiharu, no vuelvas a llamar pervertido a tu hermano. Portaos bien - y se marchó.
- Estaba muy preocupada por ti, Aki ¿te has enfadado conmigo?
- ¿Cómo se va a enfadar? Está contentísimo de tu efusivo abrazo.
- ¿Me per-do-nas? - dijo MInako poniendo cara de mimosa.
- Minako, no hagas eso - dijo Akira.
- Entonces me perdonas ¡que contenta estoy!
Y volvió a abalanzarse sobre él.
- Eres tan plasta como tu hermano.
- ¿Nowaki también te abraza? - se burló Chiharu. Volvió a sonar el timbre - Ya abro yo.
- Hola - se oyó una voz masculina cuando abrió la puerta - Veníamos a...
- Ya, ya. A ver, hermanito, tienes visita... mucha visita.
Entraron Hizashi, Himeko, Kohaku, Karura, Karasu, Kyojin y Ryuko. No, no venia Akane, Akira se sintió muy decepcionado.
- ¡Hizashi! - volvió a gritar Minako mientras ahora corría a abrazar a este - ¿Te has acordado de mi? ¡Kohaku! - ahora cambió de objetivo - ¡Cuanto tiempo sin verte!
- Minako - habló Hizashi - Eres demasiado cariñosa, deberías moderarte un poco.
- ¿Te has enfadado conmigo? - puso su cara de mimosa.
- ¿Y yo qué? - protestó Karasu - ¿A mi no me has echado de menos?
- ¡No te acerques a mi o grito!
- Vaya, mi mala fama corre más que yo.
- Anda Minako - habló Chiharu - Vamos a mi cuarto, será mejor que los dejemos solos, tendrán que hablar de sus tonterías.
- Hola - saludó Akira - Sentaos donde podáis.
Todos se preocuparon por la salud de Akira.
- Ya estoy mejor.
- Han dicho que Yuri te estuvo cuidando - comentó Karura.
- Estuvo un rato ayer por la tarde - se apresuró a aclarar Ryuko - Fue Kyojin quien le cuidó.
- ¡Uy cuanta gente! - se sorprendió la madre de Akira, todos se levantaron a saludarla - Intentaré hacer una buena merienda.
- Por nosotros no se moleste señora Shikamoto - habló HIzashi - Nos vamos enseguida.
- Si - agregó Kohaku - Nosotros también, tenemos trabajo pendiente.
- ¿No ha venido esa chica? La que te estuvo cuidando ¿Akane, no?
- No señora - contestó Kyojin - No ha podido.
- Vaya, quería darle las gracias. Bueno, voy a sacaros al menos unos refrescos.
- ¿Así que Akane te cuidó? - rió Karasu - ¡Que calladito te lo tenias! Así tiene ella el catarro que tiene.
- ¿Está constipada? - preguntó algo preocupado Akira.
- Pero no es nada, no te preocupes - sonrió Karura.
- ¡Ah, mira! - Ryuko sacó una postal - Te la envían Xu-Xu, Jisei, Sumire y Akane, el dibujo es de Suo.
"Esperamos verte pronto" se leía en letras grandes debajo del dibujo de una piña con cara enferma acostada en una cama.
- Kenshi y Nowaki querían venir - dijo Himeko - Pero tenían entrenamiento.
- Y Akane ha formado un grupo de animadoras para el partido del sábado - continuó Karasu - Estoy deseando verlas vestiditas de animadoras.
- ¿Eso ha hecho?
- Si, lo ha organizado todo en un pis-pas - explicó Ryuko - Y ha liado a Momoka, Yuri, Xu-Xu, Jisei a otras cuantas que ha pillado por ahí
- Por eso no ha venido - aclaró Karura - Se han reunido a ensayar y planearlo todo.
- Típico de Akane - comentó Akira - Siempre enredando en algo ¿Y tú, Himeko? ¿Tú no te has apuntado?
- No yo es que... no se si sabré.
- Deberías intentarlo, seguro que animabas mucho a Nowaki de...
Himeko se puso colorada, pero no era esa la razón por la que Akira no había terminado la frese, fue por la desilusión que vio en los ojos de Kohaku.
- Sería una animadora estupenda - habló en voz baja Kohaku.
- ¿Y tú, Karura?
- Mira, la verdad, dar saltitos como una tonta, gritar y agitar un pompón y que un montón de salidos me observen, no me seduce demasiado.
Tal y como habían dicho, salvo Kyojin y Ryuko, se marcharon en seguida.
- ¿Que te pasa, Akira? - le preguntó Kyojin.
- Nada - dijo estirándose - ¿Me tiene que pasar algo?
- Esperabas a Akane ¿verdad?
- Pesado...
- No entiendo porqué no quieres reconocerlo.
- Lo reconozco ¿vale? Esperaba hablar con ella, creo que ayer se molestó conmigo, es una tontería pero... bah... todo es muy complicado.
El tema se zanjó en ese momento. Akira sabía que Akane no había ido porque iba a preparar lo de las animadoras, si, estaba ocupada, pero ¿no sería una excusa para evitar ir a verle? Esa chica era capaz de inventarse cualquier cosa para tener algo que hacer y no verle a él, así de retorcida era.
No, no estaba bien lo que estaba pensando, eso no era así, Akane no era tan retorcida.... no pasaba nada... mañana seguramente vendría.

Kamui, Nowaki, Kenshi y el resto del equipo estaban descansando un poco en su entrenamiento, la mayoría miraba curioso al interior del gimnasio donde, las nuevas animadoras ensayaban y perfeccionaban su reciente e improvisada coreografía.
- Vale chicas - dijo Momoka - Lo estamos haciendo muy bien, vamos a descansar un poquito.
Algunas de ellas, como Akane y Jisei se dejaron caer sentadas al suelo.
- Esta chica se lo está tomando muy en serio - se quejó Akane refiriéndose a Momoka y el entrenamiento al que las sometía.
- La culpa es tuya por ocurrírsete esta idea - gruñó Jisei.
- Pero hay que reconocer que es buena.
- Y yo tonta por seguirte el juego.
- Venga, si nos vamos a divertir.
- Si nos vamos a divertir, si nos vamos a divertir… la de tonterías que hacéis algunas por llamar la atención de un chico guapo…
- ¿Insinúas que lo hago por llamar la atención de alguien?
- Mira… ahí lo tienes, mirándote como un idiota - señaló con la cabeza a la entrada del gimnasio.
- No me mira a mí.
- Ah, no… espera, que creo que me está mirando a mí.
- Pues podría ¿Quién te dice que no?
- Viene hacia aquí, ahora veremos con quien quiere hablar.
Efectivamente Kamui se acercó a ellas.
- Veo que estáis trabajando duro - dijo al llegar.
- Momoka es muy buena ¿verdad? - comentó Akane.
Esto a Kamui le resultó chocante, acababa de darse cuenta de que siempre que podía Akane se apresuraba a mencionar a Momoka, era como si quisiera alejar la atención de ella misma, como si se empeñara en centrarla en Momoka.
- ¿Puedo comentarte una cosa? Es… privada.
- Claro - Akane se levantó pesadamente - Pero no te acerques mucho a mí, ahora huelo mucho a sudor.
Kamui sonrió, sonrisa que no pasó desapercibida para los ojos de Jisei.
- Akane, cuando estuviste reclutando chicas para animadoras no preguntaste a los de 3-1.
- No puedo acercarme a ellos. Pero pusimos carteles, deberían haberse enterado.
- No, si sí se han enterado.
- Pues entonces ya está.
- Hikari querría formar parte de las animadoras.
- ¿Tú amiga?
- Me ha comentado que le gustaría pero teme que como sois vosotras, las de 3-2 las que lo habéis organizado cree que la discriminareis.
- No sé, es de 3-1, teóricamente no debería ni acercarse.
- Ya, pero ¿y si te lo pido yo? Ella no tiene nada que ver con esa gente, es buena chica.
- Si me lo pide en capitán - sonrió con malicia - Pues le diría que fuera a hablar con la capitanía de las animadoras, es ella quien tiene la última palabra.
- ¿Momoka?
- Si, Momoka. Vale que yo lo he organizado todo pero ahí acaba mi trabajo, ahora se ocupa ella. A mi no me importaría siempre que tu me asegurases que no va a dar problemas, pero la decisión es de ella.
- ¿Por qué sonríes así?
- Por nada… veo que te interesas por las fresas ¿eh?
- Me estoy dando cuenta de que eres muy mala.
- ¿Y que vas a escoger entre melocotones y fresas?
- ¿Sabes que si me miras así me entran ganas de comerme una mandarina?
- Lo que tu digas - Akane volvió a sonreír y en ese preciso momento, fue cuando Kamui descubrió que era precisamente esa sonrisa la que le descuadraba su ordenado pensamiento.
A Momoka la idea no le hacia, pero no porque fuera de 3-1, si no porque era la amiga de su Kamui, muy amiga, y eso le producían mucho celos. Claro que si Kamui se lo pedía no era capaz de negarse.
- Bueno, que venga mañana - asintió a regañadientes - Pero como se pase un pelo la expulso.
- Gracias Momoka, no habrá problemas, ya lo verás.

El día siguiente fue también un día aburrido para Akira, aún mas molesto que el día anterior. Ya no tenía fiebre pero su madre no le permitió acudir al instituto, prefería aprovechar esa circunstancia para obligarle a ayudarla en innumerables quehaceres, por alguna de esas razones "lógicas" para su madre, ésta había decidido que ese era el día adecuado para hacer limpieza general.
Cuando llegó la tarde Akira recibió la visita de Hizashi trayéndole los deberes. El chico hablaba poco y su relación no era mala pero había que reconocer que algunos momentos se ponía un poco tirante, debía ser, pensaba Akira, por el hecho de que Hizashi se sentía atraído por Karura y eran muchos los rumores que sobre él y la chica corrían por el instituto. Las relaciones sociales eran muy complicadas y el hecho de que ella y Yuri se pasasen el día discutiendo acerca de Akira no ayudaba demasiado a aclarar las cosas, pero bueno, Hizashi era un chico sumamente formal que nunca se dejaba llevar por sus emociones.
Era martes, eso significaba que habría ensayo, por lo tanto, de tener alguna visita, sería una vez acabado éste.
Efectivamente, más o menos cuando él calculó, apareció una nueva visita. Atropelladamente entraron Nowaki, Kenshi y Genki, seguidos por Shibi, Xu-Xu, Jisei y Sumire que, por fin, venía sin su venda.
No, Akane tampoco había venido.
Como hacía muy buen tiempo, salieron al jardín y todos comenzaron a ponerle al día sobre lo que había pasado. Akira no escuchaba. Nowaki gritaba mucho, Genki ponía poses dramáticas, Kenshi no paraba quieto, las chicas hablaban y hablaban y reían pero él no escuchaba nada.
- ¿No va a venir Akane? - dijo por fin casi con un hilo de voz.
- Kamui la ha secuestrado - respondió Nowaki con un tono de voz extrañamente tranquilo para él - La ha llevado a hablar con la directora.
- Creo que era por algo de las animadoras - añadió Sumire - ¿Ya sabes que Akane ha formado un grupito para dar ánimos a nuestro equipo? Yo también quería apuntarme pero no me han dejado, dicen que es pronto para mi pie ¿ves? ¿no ves que ya no tengo muletas?
- Es verdad - contestó Akira de forma automática y sin ninguna emoción - Ya me había dado cuenta, será un alivio.
- Además Sumire - intervino Xu-Xu - Tú tienes que hacer las fotos.
- Bueno, animaré a mi manera.
- ¡Ganaremos, ganaremos, ganaremos! - gritó Nowaki
- ¡Bien dicho! ¡Les vamos a dar hasta en el carnet! - exclamaba Kenshi
- ¡Nuestro espíritu no desfallecerá porque tenemos la sangre ardiendo y el corazón a mil! - terminó por sentenciar Genki ante la mirada asombrada del resto.
- ¡Vaya show estáis montando! - concluyó Jisei.
Y siguieron hablando del partido, de la emoción que tenían, de las animadoras, de lo excitados que se encontraban... pero Akira no escuchaba nada, ahora aún escuchaba menos "Seré estúpido" se decía "¿Se puede ser mas tonto? Como si no la conociera ¿Por qué huye de mí de esta manera? Así que a hablar con la directora... si, claro... por la tarde... para hablar de las animadoras... ya... aunque Akane tuviera que pedir permiso para tener un lugar donde ensayar ¿lo haría por la tarde? ¿No lo habló ayer? ¿Y tenía que ir Kamui con ella? A lo mejor, como es el capitán del equipo tiene que dar su visto bueno a las animadoras... y yo voy y me lo creo" Miró al cielo suspirando, vale, todo volvía a la normalidad, bostezó, Nowaki hablaba de que Momoka era la capitana de las animadoras y que Yuri había escogido unos uniformes muy sexys. Ahora la conversación se centraba en lo que habían hecho durante el ensayo, como Akira no había ido estuvieron practicando la expresión corporal porque Akane no quería hacer nada importante sin él "Mira que detalle" pensó con ironía.
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Para que no haya problemas con los Disclaimers y derechos de propiedad, tengo que indicar que la canción que todas creen ha sido escrita por Akira y que se transcribe en este capítulo, es "Reconozco", letra y música compuesta por Juan Pardo.

domingo, 25 de julio de 2010

32. Sucedió sin darnos cuenta

Pasaron el resto de la mañana bastante tranquilos. Kyojin y Akane hablaron sobre lo que era la amistad para ellos, Akira dormitaba. Kyojin se encargó de la comida. Después de intentar que Akira comiese algo sin mucha suerte, éste volvió a quedarse medio dormido, se encontraba bastante mareado, tenía la sensación de que tumbado el mareo era aún mayor, así que decidió levantarse, tenía calor, se acercó a la ventana y la abrió. Entraba un aire fresco que le hacía sentirse mejor. En esos momentos Kyojin y Akane estaban comiendo, desde luego que cabezota era esa muchacha ¿por qué tenía que quedarse? Nunca entendería a las mujeres, les encanta hacer de madres, era algo angustioso, aunque reconocía que le gustaba sentirse cuidado por ella. Pero se sentía mal, pensar que por su culpa ella había pasado mala noche y el no recordar nada le ponía muy nervioso ¿qué pensaría de él? ¿Se daría cuenta de lo que le pasó "accidentalmente"? Se acercó a su escritorio, abrió un cajón y sacó un paquete de cigarrillos. Mientras se encendía uno volvió a la ventana ¿A quien se le ocurre meterse en la cama de un chico a darle calor? A una mujer, eso estaba claro, solo a una mujer se le ocurre tamaña barbaridad… "¿Así que tengo seis brazos y cuatro piernas?"
- ¿Qué haces fumando? - la voz de Akane firme e irritada le sacó de sus pensamientos.
- Solo es un pitillo.
- ¿Eres tonto o qué? ¿No ves como estás?
Akane le quitó el cigarro y lo apagó en el alfeizar de la ventana.
- ¿Sabes que eres muy molesta?
No fue una frase dicha con mala intención, solo fue una frase como las que tantas veces decía Akira pero a Akane esas palabras se le clavaron en el alma. Sería porque estaba cansada, por ese maldito recuerdo que había vuelto de improviso o porque llevaba un rato pensando que estaba haciendo el ridículo quedándose allí, el caso es que le dolieron, le dolieron como hacía mucho tiempo no le dolía un menosprecio. Estaba claro que por lo que fuese, se encontraba muy sensible.
- Ya - dijo con voz ahogada - Lo siento, no deberías fumar tal y como estás.
Y se fue todo lo deprisa que pudo. Akira lo notó, notó que había pasado algo, conocía demasiado bien sus reacciones como para no darse cuenta. Siguió mirando a través de la ventana durante un rato mientras sentía como una espina clavándose en su corazón, bueno, no pasaba nada, se dijo, cuando volviera seria más amable. Notó que volvía a marearse y decidió regresar a la cama. Empezaba a tener frío de nuevo. Cerró los ojos, su gatita entró en la habitación, se subió a la cama y se hizo un ovillo a un lado.
- Oye Kyojin - decía Akane mientras fregaba los platos y Kyojin recogía la cocina - ¿A quien llamamos? ¿A Karura o a Yuri?
- ¿Por qué?
- No sé, son sus amigas ¿no? Cuando se enteren lo mismo les molesta que no las hayas avisado.
- ¿Para qué?
- Pues para cuidarle ¿no se supone que son sus chicas? Está enamorado de una de ellas ¿a quien llamamos?
- No se yo…
- Se supone que discuten por él ¿no? Estarán encantadas de mimarle.
- Ya le estamos cuidando nosotros.
- Pero no es lo mismo, está enamorado de una de ella, él preferiría que quien sea estuviese aquí, seguro que la echa de menos ¿Llamamos a Karura?
- La verdad, me da un poco de corte.
- Pues llamamos a Yuri, es muy amiga vuestra.
- Akane, no creo que esté enamorado de Karura, ni de Yuri.
- ¿Ah no? Pues llama a quien sea… siempre será para él mucho más agradable que mi presencia molesta. Perdona yo también voy a hacer una llamada.
Akane salió de la cocina, Kyojin hubiera jurado que sus ojos estaban llenos de lágrimas, estaba muy confundido, se asomó por la puerta de la cocina y vio a Akane con su móvil saliendo al jardín.
Akane respiró hondo, se encontraba bastante agitada, incluso molesta consigo misma, ahora se daba cuenta de lo ridícula que era por haberse quedado allí, y es que siempre era igual, se metía a organizarlo todo, era una maldita mandona y manejanta ¿Quién le mandaría meterse en esos líos? Se sentía patética, ridícula, estúpida… ¿por qué se empeñaba siempre en hacerlo todo?

Shibi estaba sentado en un comedero del parque donde estaban celebrando el cumpleaños de uno de sus hermanos. Hizashi estaba a su lado, había ido para llevar a su prima Kotoko, hermana de Himeko. Los dos permanecían en silencio, ambos eran chicos de pocas palabras, solo miraban como los niños jugaban. Ryuko y Jisei también participaban en los juegos que los monitores proponían y habían dejado sus bolsos encima del comedero al cuidado de Shibi.
Un niño rubio, de unos 12 años, al que acompañaba otro de la misma edad que parecía una copia de Shibi, se acercaron a él.
- ¿Y mi hermana? - preguntó el chico rubio.
- Ya te lo hemos dicho, está haciendo un trabajo.
- Pues debería estar cuidando de su hermano pequeño.
- Y tú deberías meterte en tus cosas, Yusuke.
- ¿Está con el Shikamoto, verdad? - preguntó el hermano de Shibi.
Shibi no contestó, parecía mirarle con bastante seriedad.
- ¿Cómo la dejas a solas con ese? - continuó su hermano.
- No me gusta ese Shikamoto, no me gusta nada - recalcó en niño rubio.
- Iros a jugar y dejarme en paz.
Hizashi le miró y esbozó una sonrisa.
- Son insistentes - comentó.
- Son unos pesados.
Hotaru Kamizuru era tan extraño y misterioso como su hermano, incluso físicamente se parecían como dos gotas de agua. También usaba gafas ligeramente teñidas que no dejaban ver sus ojos con claridad y, como su hermano, tenía el mismo gusto por los insectos. También era bastante inexpresivo, eso si, algo más comunicativo. Otra cosa que curiosamente le asemejaba a su hermano era que ambos tenían una gran amistad con un Kumoyuki. Yusuke Kumoyuki era su mejor amigo, ambos eran inseparables, tanto era así que hasta habían planeado que sus hermanos se casasen para ser familia, claro que antes tendrían que convencerlos. También estaba otro de los hermanos de Akane, Takato, aunque Yusuke y él solo eran hermanos de padre y a pesar de lo mal que parecían llevarse sus madres, ellos se entendían perfectamente; la impetuosidad de uno era compensada por la sensatez del otro y la excesiva sensatez de Takato por las locuras de Yusuke. También formaban parte de su pandilla de amigos, Masaru Irie, primo de Kimisuke Irie, un chico de 3-1, serio, callado y algo enfermizo que mantenía una gran amistad con Jisei, aunque ahora se les había prohibido relacionarse; Kotoko, prima de Hizashi y hermana de Himeko y por último Sumomo, una niña encantadora y entusiasta como su hermano Genki. Era lo que Akane venía a llamar "el club de los hermanos pequeños" o como ellos mismos se autodenominaban "los bellotas". Un curioso grupo que ideaban las cosas más extrañas, sobretodo cuando se proponían algo y ahora se había propuesto que Shibi y Akane tenían que casarse.
- ¿No te dan miedo? - preguntó Hizashi al verlos cuchichear entre ellos y reírse.
- Mucho.
Un móvil comenzó a sonar desde uno de los bolsos, Shibi miró a Ryuko y Jisei muy ocupadas en participar en una especie de show de magia y sin inmutarse cogió el bolso, lo abrió y comenzó a rebuscar. El móvil dejó de sonar.
- Tarde, Kamizuru.
- Es increíble la que cosas que pueden guardar las chicas.
Otro móvil empezó también a sonar, justo desde el otro bolso.
- Apuesto a que es Akane - dijo con paciencia Shibi mientras ahora abría el otro bolso, esta vez si encontró el teléfono - Hola Akane
- ¿Shibi? ¿Eres tú? - dijo desde el otro lado Akane.
Akane había salido al jardín interior que tenían en la casa de los Shikamoto. Estaba algo nerviosa e intranquila.
- Es que… Shibi… ¿Todo bien por allí?
- Todo bien, Kenta se lo está pasado genial ¿y vosotros?
- Shibi yo… ¿Podrías decirme donde estáis?
- En la pradera, en la zona de los comederos.
- Vale yo… voy para allá.
- ¿Akira ya está bien?
- No creo que me necesite más. Dices que en los comederos ¿no?
- Akane ¿Qué te pasa?
- Nada… es que… ya no hago falta… estoy cansada… quiero irme a mi casa.
- Akane… no me mientas que te lo estoy notando ¿qué ha pasado?
- Es que… - Akane miró a su alrededor asegurándose de que Kyojin no andaba cerca - Es que, esta noche… estoy muy nerviosa, Shibi.
- ¿Qué ha pasado esta noche?
- He soñado con Jaakuro.
Esa frase salió como un lamento doloroso de los labios de Akane, como algo que le estaban sacando de dentro de ella y llegó a oídos de Shibi, introduciéndose en su cerebro como si se lo taladrasen. Se hizo un silencio entre ambos durante largos segundos, segundos que parecían eternos en los que solo se oía la respiración nerviosa y asustada de Akane.
- ¿Akane? - dijo al fin Shibi.
- Si, estoy aquí… No sé que me pasa Shibi pero no me encuentro bien…
- Voy a buscarte.
- No hace falta, recojo mis cosas y salgo para allá.
- He dicho que voy a buscarte. Espérame, no tardaré en llegar.
No la dejó contestar, cerró la tapa que hacía que el teléfono cortara la comunicación y se levantó.
- Tengo que marcharme.
- ¿Le sucede algo a Kumoyuki?
- No… pero se pierde con facilidad. Voy a recogerla.
Shibi cogió el bolso, metió el móvil y con él en la mano se acercó a donde estaban Jisei y Ryuko.
- Ryuko - dijo dándole el bolso - Nos vamos.
Ryuko y Jisei la miraron sin mucho asombro, ya estaban acostumbradas a las extrañas reacciones de su amigo.
- ¿Pasa algo? - preguntó Jisei.
- Voy a recoger a Akane, si vienes Ryuko podrás pasar un rato con Kyojin y hacerle compañía.
Así era Shibi, hacía sus propios planes, él solo había pensado que a Ryuko le gustaría ir a ver a Kyojin, él lo había decidido y casi parecía obligarla a ir.
- Ya que vas - dijo Jisei - No vuelvas, quédate con él.
- ¿Me estáis echando?
- Pobre, no va a quedarse solo.
- ¿Y si han venido ya los padres de Akira?
- Akane no ha dicho nada, pero si han venido sus padres que Kyojin te acompañe a casa.
Parecía hasta lógico.
- ¿Qué pasa Shibi? - volvió a preguntar Jisei esta vez bastante más seria - Vamos, a mi no me puedes engañar.
- Akane está algo nerviosa, tengo que ir a por ella cuanto antes y traerla.
- ¿Otra discusión de esas tremendas? - inquirió Ryuko.
Shibi se quitó las gafas, era muy extraño ver a Shibi quitándose las gafas, se llevó los dedos pulgar e índice a sus ojos y los masajeó.
- Ha soñado con Jaakuro.
Las manos de Ryuko, que sujetaban su bolso lo dejaron caer.
- Llévame con ella - habló temblándole la voz - Vamos Shibi. Bueno, espera que voy a decirle a Kenta que voy a por Akane, si no me ve lo mismo se pone a llorar.
Jisei no dejaba de mirar a Shibi, se cruzó de brazos y se apoyó en un árbol cercano. Shibi se había vuelto a poner sus gafas y parecía apretar la mandíbula.
- Hacía años que no se acordaba - comentó preocupada la chica en voz baja.

Akira no sabía decir cuanto tiempo pasó cuando volvió a oír el timbre de la puerta. Minutos después sintió que alguien entraba en la habitación, sería Akane, pensó y abrió los ojos. No, no era Akane.
- ¿Shibi?
- Me han dicho que estás algo fastidiado.
Si, allí estaba, de pié, era Shibi, mirándole, se suponía, a través de sus cristales oscuros, con las manos dentro de los bolsillos y el cuello de la cazadora levantado, como siempre. Akira se sentó en la cama apoyándose contra el cabecero.
- No, no te molestes, ya me voy, solo quería saludarte.
Akira estaba mareado y ahora, por contra, sentía bastante calor.
- Ya estoy mejor, gracias.
- Supongo que mañana no te veré. Bueno, cuídate.
Y le vio marcharse ¿Ese había sido Shibi, no? ¿O lo había soñado? Volvió a tumbarse y cerrar los ojos.

Hizashi observaba a todo el mundo, parecía atento a lo que sucedía a su alrededor, pero no era así. Estaba absorto en sus pensamientos y sus recuerdos, últimamente no hacían más que rondarle.
Había visto a Shibi responder de aquella forma seria y decidida, algo le había pasado a Kumoyuki, quizás era una tontería pero Shibi había reaccionado sin pensárselo y acudía en su busca. Así eran los amigos de verdad, no le hace falta explicaciones para acudir a ayudar.
Se preguntaba si él podría tener alguna vez ese tipo de amistad.
Acudía una vez al mes a esos grupos de terapia como parte de la ayuda psicológica que, debido al rencor que sentía por haber perdido a sus padres en un accidente, guardaba dentro de él ¿por qué habían tenido que morir sus padres? ¿Por qué no murieron sus tíos? ¿Por qué le dejaron solo en aquella familia que no era su familia? ¿Por qué el no tenía familia y tenía que vivir viendo que otros tenían lo que él tanto deseaba?
En esos grupos de terapia aprendió muchas cosas, descubrió que el mundo no tenía culpa de cómo él se sentía, a calmar ese rencor y a conocer a Karura y sus hermanos.
Poco a poco entre ellos comenzó una agradable relación, una amistad basada en el continuo apoyo que se ofrecían, en escucharse y comprenderse. Pero él siempre se plateaba si esa amistad era recíproca y ahora además quería saber que sentía ella exactamente.
Todo esas cuestiones comenzaron a rondarle aproximadamente hacía medio mes.

Salían de su cita mensual con la psicóloga. El, Kohaku, Karasu y Karura, aquel día su prima Himeko no había podido acudir. Caminaban, como era habitual en ellos, en silencio, él al lado de Karura se habían adelantado bastante. Fue en ese momento cuando, animado como estaba después de la terapia, decidió que tenía que hablar con ella.
- Karura, yo querría hacerte una pregunta… personal ¿puedo?
- Poder puedes, que yo te conteste será otra cosa - bromeó la chica.
- ¿Tú y Akira…? Quiero decir que si vosotros… que…
Hizashi no era bueno para hablar y menos si se trataba de temas personales, pero debía decirlo, tenía que hacerlo, llevaba meses observando a Karura en silencio y, como inteligente que era, se daba cuenta de que así nunca conseguiría nada; no es que tuviese miedo al rechazo, no, era algo que sabía que podía pasar y los aceptaba, lo que realmente le angustiaba era la idea de hablar de sus sentimientos, parecía que al hacerlo se iba a mostrar frágil o débil y eso, desde que murieron sus padres no había demostrado a nadie sus debilidades.
Sabiendo lo serio y formal que era Hizashi, Karura intentaba mantenerse impasible aunque la cara del chico, totalmente tensa, le hacía mucha gracia, eso sin contar con un ligero color rosado que tildaban sus blancas mejillas.
A Hizashi le gustaba Karura y no se trataba solo de su físico, no, no se trataba de que le pareciese una chica perfecta, de que se perdiese mirándola cuando andaba, no, porque él tenía controladas todas esas hormonas que a sus casi 18 años se empeñaban en demostrar que estaban ahí. No, él era un chico recto y sabía autocontrolarse. Lo que le gustaba de Karura era su carácter tranquilo, su autoconfianza, la seguridad con que se enfrentaba a cualquier situación, no era una cría chillona, ni histérica, siempre parecía en calma, aún cuando discutía con Yuri ella parecía controlar sus acciones. Claro que Hizashi no era un buen juez, él nunca le vería un fallo a Karura, ni aún cuando gritase y se enzarzara en absurdas discusiones con Yuri.
A Karura le gustaba Hizashi, y aunque le gustaba su forma de ser, tranquilo y silencioso, aunque le gustaba su inteligencia y el esfuerzo que ponía en todo, a ella lo que más le gustaba era… era su físico ¿para qué lo iba a negar? A ella Hizashi le parecía guapísimo, más guapo que algunas chicas, le gustaban sus ojos grises, sus labios, su pelo castaño, lo bien que le quedaba la ropa aunque vislumbraba que sin ella estaría aún mejor… ¡que demonios!
Pensó que estaba algo cansada de acudir siempre a la llamada de Fuma, de sentirse presa de esa atracción, que la estaba agobiando y anulando como persona y que quizás necesitaba un cambio en su vida, quizás debía ponerle las cosas fáciles a Hizashi y dejar de actuar como la niña buena que no era.
- ¿Quieres saber si seguimos liados? - preguntó con una naturalidad asombrosa.
- Bueno yo, no quería incomodarte.
- Puedes preguntarlo, todo el mundo lo hace. Akira y yo somos amigos, nos entendemos, nos llevamos bien, él suele dar buenos consejos, se le da bien escuchar.
- Pero vosotros estuvisteis saliendo ¿no?
- No se puede decir que fuéramos novios, simplemente pasó, él estaba allí, yo estaba allí… no hay mucho que contar.
- Pero tuvisteis una relación ¿no?
- ¿Sabes lo que el diría? Que todo fue muy complicado. ¿Tú nunca te has sentido atraído por una persona sin motivo justificado? Quiero decir, que no sabes por qué un día amaneces con curiosidad por esa persona, incluso algo de morbo, pero no te gusta, no estás enamorado, solo es como una curiosidad malsana, algo que no se te quita de la cabeza y que sabes que no se te va a quitar hasta que lo pruebes ¿nunca te ha pasado?
- No, no recuerdo esa sensación.
- Pues a mí si y esas cosas hay que atajarlas de raíz o se convierten en una obsesión.
- ¿Y eso te pasó con Akira?
- Si. Pasábamos muchos tiempos juntos, estábamos juntos en el proyecto de ciencias que presentamos para el concurso aquel. Una noche soñé con él y me desperté como… atontada. Necesitaba saber que me pasaba y sobretodo necesitaba controlar aquello Pasé dos días horribles, no paraba de observarle, te puedo decir que empecé a sentir como celos, por decirlo de alguna forma, de cualquier chica o chico que se le acercaba y eso me enfadaba conmigo mismo ¡Si era un crío, por dios! Así que al tercer día decidí cortar por lo sano y le dije "el sábado vas a salir conmigo", así, a lo bruto, ese fue un gran error, que no se lo pedí, se lo exigí y así no se hacen las cosas.
- ¿Y él que dijo?
- Nada. Debí haberle preguntado pero como soy así no le dí ninguna opción.
- Eso sería porque tú le gustabas, si no, habría sabido como negarse.
- Pues no se, creo que se quedó demasiado confundido. Bueno, ahora ya no importa. El caso es que yo quería saber porqué me sentía así y ahora que lo pienso, supongo que a ti te dará igual, estarás pensando que porque te cuento esto.
- No, si me interesa. Quiero decir que tus cosas me interesan… que me interesas tú.
- ¿Te intereso tanto como para aguantar mis tonterías?
- Creo que tu vida no es ninguna tontería.
- ¿Y no te importaría saber si me he enrollado con él, como dicen por ahí?
- A mi me da igual. Tu pasado me da igual. Yo no soy de esos que quieren ser el "primer chico" en la vida de una chica, si acaso aspiraría a ser "el último". No tienes porqué contarme nada, eres una chica muy guapa, los chicos te miran continuamente, tienes una mente liberal, haces lo que te apetece, cuando te apetece y eso me gusta de ti y tienes 19 años, ya no estás en la edad del pavo, no eres una cría de 14 años tonteando.
¿Aquello era una declaración? Porque parecerlo, lo parecía.
- Pues aunque te de igual, te lo voy a decir - continuó la chica - Las veces que me he enrollado con él se pueden contar con los dedos de esta mano y aún me sobran ¿Qué? ¿Esperabas que fueran más?
- Te repito que a mí me da igual. Lo único que no me daría igual es que… déjalo. Dime ¿solucionaste tu problema?
- Oh, si, no estaba enamorada de él, por si te interesa.
- ¿Y como se sabe que no se está enamorado?
- Simplemente se sabe. La primera vez que salí con Akira la cosa no iba mal del todo hasta que le robé un beso, se puso rígido como una piedra, estaba claro que fallaba algo, se disculpó y ahí lo dejamos. Al día siguiente me lo encontré y esta vez fue él el que me quiso besar… y se durmió.
- ¿Cómo?
- Tenía una cogorza de campeonato.
- ¿Estaba borracho?
- ¡Y no sabes como! ¡Eh! - se giró hacia sus hermanos - ¡Venid!… ¿Os acordáis de la cogorza de Akira?
- ¡Cómo para no acordarnos1 - respondió Karasu - ¡Fue impresionante!
- Tuvimos que llevarle a nuestra casa y meterle en la cama de Karasu - añadió Karura.
- Nos costó dios y ayuda - seguía Karasu - ¡Y lo que vomitó! Yo pensé que se le iban a salir las tripas por la boca.
- Y lo que lloró - añadió Konahu - Fue una borrachera de las que hacen historia, como la resaca.
- Si, la cara que tenía al día siguiente había que verla - finalizó Karasu.
- ¿Akira se emborrachó? - preguntaba incrédulo Hizashi.
- Que si, de veras - contestó Karura - ¿No ves que en su vida había bebido? A lo mejor solo tomó un trago ¡pero menudo efecto le hizo! ¡Cómo que no se acuerda de nada!
- Si - intervino Karasu - Se acuerda de la resaca.
- ¿Dónde consiguió el alcohol, si es menor?
- Pues supongo que donde consigue los cigarrillos ¡yo que sé! Lo mismo se lo robó a su padre - reía Karasu.
- Así terminó nuestra segunda cita.
- ¿Y por qué hizo esa tontería? No es propio de él.
- Ah, eso no te lo podemos decir, está dentro de lo personal.
- Después de una experiencia así - hablaba Kohaku - No vuelve a probar ni gota de alcohol en su vida, seguro.
- Como ves - decía Karura sonriendo - La realidad es algo distinta a lo que se cuenta por ahí.
- A mi me da igual la vida de Akira y ya te he dicho que me da igual lo que pasara entre vosotros, lo único que me importaría sería que aún tuvieses algo con él, no soportaría compartirte.
Hizashi la miraba directamente a los ojos, Karura se detuvo y guardó silencio, aquello había sido claramente una declaración. Karasu y Kohaku aligeraron el paso, adelantándoles unos metros. Hizashi seguí mirándola, ya estaba dicho, solo esperaba que su amistad no se viese afectada.
- Supongo - dijo al fin Karura temblando por la sorpresa y también por la vergüenza que sentía al recordar de pronto a Fuma - Que…que lo que has dicho significa que te gusto.
- Creo que ya te habías dado cuenta.
- Pero tu… no sabes nada de mi… no sabes si guardo algún secreto, no…
Karura levantó la vista muy dispuesta a decirle que no se hiciera ilusiones con ella, que no era la chica que él pensaba, que aunque no fuera Akira si había otro hombre, pero se encontró con aquellos ojos grises, mirándola con temor, con angustia, esperando una respuesta afirmativa y aquel rubor en su rostro… era tan tierno, tan distinto a Fuma, era un chico serio y formal pero parecía tan confundido ante aquella situación y lejos de la atracción primitiva que Fuma ejercía hacia ella Hizashi parecía algo a lo que agarrarse para salir de ese deseo que la arrastraba.
Karura dio un paso hacia él y rodeó su cuello con las manos. Hizasi pensó que aquello debía ser una invitación para besarla pero ¿sería capaz? ¿Allí, en medio de la calle? Antes de darse cuenta sintió los labios de Karura en su mejilla, era un roce suave y cálido que provocó hormigueo en su estómago, cerró los ojos y sintió como la chica apoyaba la cabeza en su hombro.
- Tenemos que hablar - dijo suavemente Karura.
Notó que Karura se separaba. Abrió los ojos y la vio allí, frente a él, agarrándole de la mano.
- Tu me gustas Karura, me gustas mucho.
- Vamos a un sitio más privado, por favor.
En silencio, lleno de miedo, confusión y dudas, con la mano de Karura apretando con suavidad la suya, se dejó guiar. No sabía donde iba, ni porqué quería hablar con él el privado ¿Qué iría a decirle? ¿Sería para disculparse por no compartir sus sentimientos?
Llegaron hasta unos apartamentos, no era la casa de Karura, él la conocía bien ¿Qué lugar era? Karura le soltó frente a una puerta, sacó un llavero con un corazón y una única llave en él y abrió.
- Pasa.
- ¿Qué lugar es este?
- Es el apartamento de un amigo, él está de viaje, me ha dejado las llaves para que venga de vez en cuando y le riegue las macetas.
No mentía, era el apartamento de Fuma, podía considerársele un amigo, y estaba de viaje y mientras él estaba de viaje Karura iba de vez en cuando a regar las plantas.
- Siéntate, voy a por algo de beber.
Hizashi no se atrevió a contestar. Se sentó nervioso e intranquilo, seguramente que había puesto en un compromiso a la chica y ésta intentaba ser amable con él y decirle que no le correspondía. "No importa" se dijo a si mismo "tengo asumido el rechazo, solo espero que ella no lo pase muy mal al decirlo".
Mientras preparaba unos vasos, Karura no dejaba de pensar en pensar en Fuma ¿qué sentía por él? ¿Estaba enamorada o solo era esa maldita atracción lo que sentía? ¿Por qué no podía alejarse de él? Fuma estaba de viaje y justo antes de que se marchara habían discutido ¿Qué era ella para Fuma? ¿Qué clase de relación tenían? Eran como dos animales que no se necesitan pero que en cuanto se aproximan el uno al otro se dejan llevar por sus instintos… Esa relación no estaba haciéndola nada bien, se utilizaban el uno al otro, se sentía utilizada por Fuma, ella no era fría e insensible, también ella necesitaba algo de orden en su vida, ella había tenido que madurar muy deprisa, sin darse cuenta asumió el rol de protectora de sus hermanos ¿Qué tenía de malo que ahora quisiese un poco de normalidad en su vida?
¿Qué había sentido al oír a Hizashi? Algo raro, algo que se despertaba dentro de ella, algo que le decía que tenía que dejarse querer.
Llegó a dónde había dejado a Hizashi y se sentó a su lado.
Hizashi quería decir algo, decirle que no se preocupara, que la entendía y que no tenía que sentirse incómoda por rechazarle, que solo quería que ella lo supiese y que nada cambiaría entre ellos.
Karura le miraba, eran tan formal y educado… su pelo castaño enmarcaba unos rasgos dulces a pesar de la seriedad que siempre demostraba.
- Oye Karura, mira yo…
- Tú también me gustas.
¿Y por qué no iba a probar a ver que pasaba? ¿Qué la ataba a Fuma? ¿Acaso Fuma no hacía con su vida lo que quería? ¿No sabía ella de sobra que solo la utilizaba?
No supieron en que momento perdieron el control de la situación, no eran capaces de razonar de forma lógica que había pasado, lo único que sabían es que cada vez que sus labios se juntaban una intensa descarga eléctrica les recorría y que era una sensación agradable y adictiva.
Hizashi no podía apartar sus labios de aquella piel tostada, suave y ardiente. Karura se sentía deseosa de encontrar más piel que tocar, necesitaba sentirla cerca de ella, pronto la ropa comenzó a molestarle y sus manos acariciaban el cuerpo de Hizashi mientras los suspiros inundaban la estancia.
No sabían como había pasado, no lo habían planeado, ni siquiera pensaban en lo que hacían, solo se dejaban llevar por esa necesidad de sentirse, solo se dejaron inundar por las sensaciones. Hubo un momento en el que Hizashi tuvo miedo, todo era muy nuevo para él y la situación se le escapaba de las manos, pero Karura tomó el control, ella parecía saber lo que quería y él solo se dejó llevar.
Cuando quiso darse cuenta y recuperar la cordura, se vio a si mismo mirando a Karura como se vestía. Una mezcla de alegría, miedo, vergüenza y desasosiego se apoderaron de él.
¿Qué había pasado? Ni siquiera era capaz de recordarlo con lógica. Lo único que sabía es que había pasado.
- Hizashi - le dijo al verle abstraído en sus pensamientos - ¿Estás bien? Supongo que es un poco tarde para preguntarte eso.
- ¿Eh? Yo… esto….
- Lo siento Hizashi, lo siento mucho, no quería utilizarte de esta manera.
- Tu no me has utilizado, más bien yo…
- No, he sido yo la culpable de todo. Lo siento mucho, siento… no se porqué me ha pasado… tu me gustas y…
- ¿Y ahora?
- Ahora… nada, solo espero que no me odies.
- ¿Cómo iba a odiarte?
- Tampoco ha pasado nada tan grave, a fin de cuentas somos un hombre y una mujer que se gustan… tú estás muy bien ¿lo sabías? No te preocupes, no te voy a exigir que te cases conmigo, mira ha pasado y ya está, no hagamos un drama, nos hemos divertido, no debemos darle más importancia.
Hizashi se levantó y se acercó a ella abrazándola.
- Tenemos que hacer las cosas bien… no te he pedido salir.
Ante tales palabras Karura rompió a reír, era increíble lo formal que podía llegar a ser ese chico.

miércoles, 7 de julio de 2010

31. Solo un poco de atención

Akira notó algo muy extraño, algo que aún le confundía más que lo que acababa de sentir, había algo en su cama, no lo veía bien pero había alguien en su cama, notaba el calor que desprendía, no estaban muy separados, oía su respiración… evidentemente eso era parte de su sueño. Levantó una mano y la llevó al bulto que pensó era la cabeza… un pelo suave… pero él estaba en su cama… alguien estaba en su cama… era un sueño, sin duda.
Aquel cuerpo no se movía, Akira siguió el contorno, era una chica, seguro, lo sentía muy cerca de él y podía notar donde llegaban sus pies, se incorporó un poco, no lo veía, no podía entrever más que la silueta ¿Y si encendía la luz? Eso era absurdo, porque era un sueño y se desvanecería y si era un sueño… seguro que solo podía ser una persona. Akira acercó su rostro al cabello que había tocado y aspiró su aroma, lástima de congestión nasal, no podía oler nada pero aquel calor … Akane… tenía que ser Akane ¿con quien iba a soñar si no? Esto se debía, seguramente, a la descabellada idea de quedarse para cuidarle. O era un ser etéreo. Era un sueño muy realista y no cabía duda de que era un sueño porque ¿Qué iba a hacer Akane metida en su cama? Estaba aún soñando.
Volvió a poner la cabeza en la almohada y cerró los ojos, si era un sueño seguiría soñando.
Akane comenzó a relajarse, estaba claro que Akira no se había enterado de nada, seguro que había pensado que era un sueño o un delirio producto de la fiebre. Sus ojos se habían humedecido con lágrimas que al cerrar los párpados escapaban resbalando por sus mejillas, llevó sus manos a ellas para secarlas, al hacerlo un olor característico y familiar para Akane le llegó… aquel olor… aquel olor que nunca se quitaba de sus manos, a pesar de que había tocado a Akira a través de la ropa el olor se había impregnado en sus manos… aquel olor… Akane rompió a llorar, mordiéndose los labios se sintió poseída por una extraña desesperación, un desconsuelo, una pena profunda, ahogando sus sollozos pegó su cabeza al cuello de su amigo, necesitaba sentir algo de calor humano.
Sin duda era un sueño. Akira sintió como ese cuerpo se pegaba al suyo y comenzaba a llorar de una forma nerviosa, como unos brazos se aferraban a su cuerpo… era un sueño, todos sabían que Akane nunca lloraba y como era un sueño, seguramente producto de su deseo de que algún día ella le necesitase, la rodeó con sus brazos, acogiéndola, besando tiernamente su cabeza…
- No me sueltes… por favor - fueron palabras débiles, apenas pronunciadas con un hilo de voz que se clavaron directamente en Akira, alarmándole primero, para al momento, producirle una gran ternura.
- Sujétate a mi - susurró temblándole la voz. Era un sueño, en realidad el mismo sueño de siempre: que confiase en él.
Y así, en silencio, escuchando unos débiles sollozos, perdió de nuevo la noción de todo.

Amanecía. Esta vez, cuando Kyojin entró ya no oyó aquella frase. Se acercó a la cama y observó, unos débiles rayos de luz comenzaban a entrar en la habitación y podía verlos, los dos estaban dormidos, juntos, abrazados, Akane acurrucada en el pecho de Akira, con la cabeza escondida y Akira rodeándola con sus brazos, aquella escena se le antojó muy tierna, tocó a Akira, no parecía demasiado caliente. Los arropó y cerró la ventana, se notaba algo de fresco. Procurando no hacer ruido salió de allí y cerró la puerta, iba a ir a su casa a ducharse y cambiarse de ropa.
El frescor de la mañana hizo estremecerse a Akira, de manera automática apretó aquella fuente de calor cerca de él atrayéndola aún más hacia sí. Se sentía bien, era algo cálido y reconfortante, una piel suave rozando la suya, sentía cosquillas en la nariz ¿Qué sería? No quería abrir los ojos, siempre le costaba mucho desperezarse, apretó aquello que le daba calor y oyó un leve quejido, eso si le hizo abrir los ojos y además de par en par.
Lo primero que vio fue… algo de color naranja.
Necesitó unas décimas de segundo para darse cuenta de lo que pasaba.
De un salto se separó de aquella presencia que había en su cama, golpeándose en la cabeza con la pared a la que su cama estaba pegada. Lo que fuera aquello naranja que había en su cama quedó cubierto completamente por el edredón y se movía, parecía girarse. Tocándose donde se había golpeado se acercó lentamente a mirar lo que sospechaba que era "aquello". Levantó un poco el edredón, la chica estaba de espaldas, se acercó un poco más… eso sin duda era… De nuevo se echó hacia atrás y volvió a golpearse. Esta vez se llevó una mano al pecho casi sin respiración ¿Akane?
A punto de un ataque de pánico, se arrastró por la cama hasta bajar de ella. Oyó como se abría la puerta de su casa ¿Sus padres? ¿Sería que sus padres habrían regresado? Ahora ya si fue presa del pánico, miró hacia su cama y salió corriendo por la puerta. Bajó las escalera todo lo rápido que el dolor que sentía en un glúteo le dejaba.
- ¿Kyoijn? - se paró en seco al verlo.
- ¿Qué haces levantado?
- ¡Kyo! ¡Akane está en mi cama! - dijo con un evidente tono mezcla de confusión y pánico.
- Ya lo sé, se ha quedado dormida, se lo merecía porque vaya nochecita que le has dado.
- ¡Pero lleva puesto mi pijama!
- ¿No querrás que se acueste con su ropa, no? Venga, vamos, vuelve a la cama que te vas a poner peor.
- ¡Pero lo lleva medio quitado!
- Vamos, vamos, ahora te metes en la cama y te haces el dormido ¿no querrás hacerla sentir mal, no?
- Pe… pero…
- Vamos venga, no seas crío y compórtate como un hombre.
Kyojin llevó de vuelta a Akira a su habitación tirándole del brazo.
- Y no la despiertes.
Algo aturdido, Akira volvió a meterse en su cama, dándole la espalda a Akane.
- Akane, Akane, despierta - dijo Kyojin en voz baja mientras la movía lentamente.
Akane abrió los ojos.
- Akane, ya he vuelto.
- Ah, Kyojin, me he quedado traspuesta ¿Qué hora es? Anda, si ya le toca otra vez la pastilla.
Kyojin impidió que se destapara sujetando el edredón.
- Primero abróchate, por favor, no quiero ver nada de lo que arrepentirme.
- ¿Crees que te vas a asustar?
- ¿Y si no puedo verte luego como a una amiga?
- ¿Qué me vas a ver? ¿Cómo a una vaca? Ya está, abrochado - Se giró y tocó la mejilla de Akira mientras le miraba detenidamente - Está como muy colorado y respira bastante agitado. Bueno, voy a darme una ducha ¿le importará?
- No creo.
- El también debería darse una, hemos sudado mucho esta noche. Mientras me ducho y me visto dale tú la pastilla, le toca esta, y luego que se asee o lo haré yo. Oye ¿sabes lo que he descubierto? Que tiene seis brazos y cuatro piernas.
Kyojin se echó a reir.
- No me digas que es un poco pulpo.
- Y bruto. Si por casualidad recuerda algo de lo que ha pasado esta noche, tú dile que ha sido un sueño.
- Pero ¿Por qué?
- Porque… Tampoco quiero avergonzarle.
- ¿Ha hecho algo de lo que avergonzarse?
Pero Akane no contestó, había cogido su ropa y salí por la puerta. Kyojin se sentó en la cama y dio un pequeño golpe en la cabeza a Akira, éste se dio la vuelta y se incorporó pesadamente.
- ¿De qué me voy a avergonzar?
- Si tu no lo sabes ¿Cómo quieres que lo sepa yo?
- Lo más probable es que no sea nada, las chicas suelen dramatizarlo todo.
- ¿Por qué no me suenas convincente?
- Lo que quiero saber es que hacía en mi cama, conmigo y con esa pinta.
- Te lo puedo decir de forma fina o a lo bestia. - Akira le miró con cara de aburrimiento - A lo bestia: calentarte.
Silencio.
- Suena mal ¿a que sí?
- Quieres decir que yo tenía frío y que quiso darme calor, digamos, humano ¿no?
- ¡Que listo eres! Si, eso fue, tenías que haberte visto tiritando, dabas miedo. Venga tómate la pastilla.
- ¡Pero que chica más… complicada!
- Pues esa chica tan complicada ha estado sin dormir por cuidarte, no tenía porqué quedarse, podía haberse ido tan tranquila pero eligió pasar una mala noche para ayudar a un amigo.
- Pero eso es porque le encanta meterse en todo.
- Eso es porque es así y punto, porque sabía que estabas solo y que necesitabas ayuda y tu lo sabes. Hazte un favor y no quieras hacerte el duro, esa chica ha pasado la noche en vela aguantándote. Espero que no hayas hecho nada que la haya ofendido, yo le estoy muy agradecido por todo lo que ha hecho.
Akira bostezó y se estiró.
- Pesado…. Me duele la cabeza. - miró a Kyojin, éste siempre había sido muy protector con él - Solo tengo anginas, no me estaba muriendo. Kyo - habló en voz baja, mirando hacia el techo - He tenido un sueño muy extraño.
- Tenías mucha fiebre, lo mismo es por eso.
Akira contó a Kyojin aquel extraño sueño, por lo menos él pensaba que había sido un sueño, claro que si Akane había estado realmente en su cama, a lo mejor no había sido un sueño, ahora estaba tan confuso que ya no sabía lo que había sido real o lo que había sido una sueño, quizás el echo de que estuviese en su cama se mezcló con su sueño, el subconsciente hace extrañas combinaciones.
- De todas formas si ella se ofreció para darme calor, para quitarme el frío, supongo que eso no le llevaría toda la noche, lo que me hace pensar que se durmió en mi cama, o sea, que no ha pasado la noche en vela.
- O sea, que no recuerdas nada de lo que pasó. Pues yo estaba aquí y te vi ¿sabes? Creo que a lo mejor tienes más de lo que avergonzarte de lo que crees.
Akira le miró interrogativo.
- Ella se abrazó a ti para darte calor pero tú no creas que no hiciste nada, te faltó tiempo para agarrarla y no pienses que fue un abracito de nada, no, que la apretaste pero bien, yo intenté soltarte los brazos y no podía, amigo.
- Supongo que de alguna manera quería ese calor, tenía frío.
- Si, eso puede ser lógico pero es que no la soltaste en toda la noche, aunque sudabas tu seguías ahí, bien apretadito y no me lo vas a negar porque subí de vez en cuando y te veía, así que no me extraña que tuvieras sueños de alta temperatura y no me extrañaría que te rozases demasiado con ella y por eso te pasó lo que te pasó.
Akira le miró sorprendido, no sabía que decir.
- Puede ser… ¿eso pasó?
- Y ella no se durmió porque estaba demasiado incómoda y con demasiado calor que salía de ti, por cierto. De veras que intentaba separarse y yo la ayudaba pero eres una verdadera lapa, en una ocasión le insinué que te diera una buena patada y ella no tuvo valor para hacerlo.
- Seguro que no sería por ganas.
Akane exprimió unas cuantas naranjas para llenar un vaso de zumo, luego preparó café, subió a la habitación, no había nadie, abrió la ventana para que se airease e hizo la cama. Ahora todo lo que había pasado la noche anterior le parecía que había sido un sueño o que había pasado hacía mucho tiempo… pero no era así y tenía una sensación extraña dentro de ella, algo como tristeza o ganas de llorar, nunca recordaba aquello, nunca, era algo que durante años permaneció olvidado y de pronto… no, no tenía que volver a recordarlo, era algo ya pasado, ella era una niña tonta y estúpida y organizaba un drama por cualquier tontería, tenía que olvidarse de ese recuerdo y también de lo que había pasado esa noche, era algo que la llenaba de vergüenza, menos mal que Akira no parecía haberse dado cuenta, seguramente pensó que había sido uno de tantos sueños que suelen tener los chicos… aunque tenía que reconocer que sentirse abrazada y poder llorar la tranquilizó bastante, por primera vez se sintió segura y protegida, realmente protegida, como si estando entre los brazos de Akira nadie pudiese hacerla daño.
Cuando Kyojin y Akira regresaron ya estaba todo preparado, la cama bien estirada esperando a su dueño y el vaso de zumo en el escritorio.
- Supongo que esto será para ti.
Akira se había cambiado, ahora yo no llevaba el pijama, sino un cómodo kimono.
- No sé donde tienes sábanas limpias - dijo Akane entrando - Así que no he podido cambiártelas.
- No tenías que haberte molestado - ambos evitaban mirarse directamente.
- ¡Eh! Menudo cambio, tienes mucho mejor aspecto.
- Será gracias a tus cuidados.
- Voy a lavar tus pijamas ¿vale? Tómate el zumo, anda Kyojin, tú preparas el desayuno si no te importa, ah, he hecho café ¿te apetece? Es que lo necesitaba con urgencia.
- Voy para la cocina. Tú acuéstate, el médico está a punto de venir.
Akira se sentó en la cama, Akane le pasó el vaso.
- Akane, yo quería darte las gracias.
- No tienes que hacerlo, lo habría hecho por cualquiera, ya sabes como soy.
- Ya pero yo quizás te he dado más trabajo del que esperabas.
- Tonterías, venga, tómate el zumo ¿te duele la garganta? Vaya, te está subiendo la fiebre otra vez ¿te has tomado la pastilla?
Akira sujetó su mano.
- Akane yo… - Akira por fin levantó la vista para mirar sus ojos normalmente brillantes y que ahora parecían apagados y cansados, Akane le devolvió la mirada. Durante unos segundos, que parecieron una eternidad ninguno de los dos supo que decir.
El timbre sonó rompiendo aquel momento.
- Debe ser el médico, venga, acuéstate.
Efectivamente, Kyojin entró con el médico.
- Buenos días doctor - saludó Akane.
- Buenos días señorita ¿Qué tal nuestro enfermo?
- Pues aquí lo tiene.
- Veo que ha sobrevivido ¿Tuvo mucha fiebre?
- Bastante pero vamos, lo pudimos controlar.
- Seguramente fueron los cuidado - añadió Akira.
- ¿Qué tal te encuentras, joven Shikamoto?
- Algo mejor.
- Veo que aún tienes fiebre ¿Has devuelto?
- Esta noche… creo…
- Bueno, voy a hacerte un exploración.
Akane y Kyojin salieron.
- ¿Esa jovencita es la novia de Akihana?
- No, no, que va, es una compañera.
- Ah, entonces es tu novia.
- Tampoco.
- No será porque tu no quieras ¿eh?
- Digamos que no soy santo de su devoción.
- Pues te ha cuidado muy bien, es una chica muy competente. Yo que tu aprovechaba ahora, las mujeres cuando están compasivas son más vulnerables.
Akira desvió la mirada, la gente era muy dada a dar consejos sin tener ni idea.
El médico terminó su reconocimiento y se marchó, volvería por la tarde para ponerle otra inyección de antibiótico.

Jisei y Ryuko pasaron a visitarle y de paso a que Akane viese a su hermano. La madre de Akane no había vuelto aún a su casa, Akane la estuvo llamando.
- Desde luego - decía Akane después de hablar con ella - ¡Vaya madre inconsciente que tengo! Como no tenían al niño han decidido irse a pasar el día por ahí, es que dice que está muy estresada ¿Habéis visto cosa igual? ¡Kenta, deja al gato en paz!
- Relájate mujer, relájate - le decía Jisei.
- Si nosotras ya lo tenemos todo planeado. Ahora nos vamos a ir a ver una función de títeres - añadió Ryuko.
- No, no, ahora mismo recojo mis cosas, ya me ocupo yo de todo.
- De eso nada - interrumpió Jisei - Tu quédate cuidando a Aki.
- Que no, que ya está mejor.
- Ah pues se siente… hasta después de comer tu hermano es nuestro.
- Recuerda que es el cumpleaños de uno de los hermanos de Shibi - continuaba Ryuko - Ya hemos hablado con él y nos ha invitado, vamos a comer al campo. Sus padres han contratado unos monitores para entretener a los niños.
- Y ojo, ojito - seguí Jisei - ¡cómo están los monitores!
- ¡Pero que cara tenéis! ¡Kenta! ¡Suelta eso ahora mismo!
- ¿Qué tal noche has pasado? - preguntó Ryuko.
- Puff… ya os contaré. Anda subir a ver al enfermo.
La imagen que vieron al entrar no podía ser más patética, Akira sentado en la cama daba arcadas vacías ante un apesadumbrado Kyojin.
- ¿Ha devuelto otra vez?
Kyojin asintió con la cabeza. Akane le puso la mano en la frente.
- ¿Se te va pasando?
- Me está dando flato.
- Desde luego Shikamoto, no es tu mejor día - dijo Jisei.
- Pues teníais que haberle visto ayer - comentó Kyojin.
Akira se recostó.
- Tienes fiebre - afirmó Kyojin - ¿Te refrescamos?
- Déjame de refrescos.
- Es que como se ha puesto un kimono sabe que so lo quitaré - explicó Akane.
- Porque tú te pusiste mi pijama - habló con dificultad Akira.
- Es muy pudoroso - seguía Akane - No quiere que le vea los calzoncillos.
- ¡Déjame en paz!
Un maullido terrorífico se oyó desde el piso de abajo.
- ¡Kenta ya ha cogido al gato!
Ryuko, Jisei y Kyojin salieron corriendo, Akira sujetó la mano de Akane impidiéndole ir.
- ¿Han traido al anticristo? - Se oía mucho alboroto - Déjalos, se las apañarán solos.
- ¿Tú crees?
- Quiero preguntarte algo ¿qué pasó anoche?
- ¿De qué?
- Tengo como un vago recuerdo de… - Akira pensaba como tantear para ver qué había pasado y qué había hecho realmente - De… de tener algo que…
- Déjalo, tenías mucha fiebre, son delirios.
- ¿Entonces soñé que abrazaba a alguien?
- Supongo que te encontrabas desamparado, estabas enfermo y querías alguien que te cuidase, me imagino que a tu madre.
- Ya… es una buena respuesta - contestó muy despacio. Estaba claro que Akane no iba a hablar del tema - Ven, siéntate a mi lado.
- A ver ¿qué te pasa?
- No, a mi no, a ti ¿por qué te noto tan triste? ¿Acaso hice algo que te ofendió?
- No, tú no, es que siento que no debería estar aquí, siempre me pongo a ordenarlo todo y me he metido en donde nadie me llamaba y… - Akane movía nerviosamente las manos, Akira se las sujetó con una mientras la otra la llevó hasta la barbilla obligándola a mirarle.
- Escúchame - habló suavemente - Sin ti estaría perdido.
Era un momento difícil, Akane notaba como todo su cuerpo temblaba presa de unos nervios que no podía controlar, notaba las manos de Akira, calientes, muy calientes, temblar igualmente. Acercó su cara hasta pegar su frente a la del chico, ardía y sentía su aliento agitado golpeando en su rostro.
- Estas ardiendo - le tocó las mejillas - Si te sube mucho los glóbulos rojos no lo soportarán… voy a prepararte la bañera.
Akira se arropó con el edredón.
- No te tapes tanto - Akane tiró del edredón dejándole solo cubierto medio cuerpo - Si no, no te bajará la fiebre. Si no te portas bien te quitaré el kimono y te mojaré con agua bien fria.
- No te atreverás.
- ¿Que no? ¿Qué te apuestas?
- ¿Me darás uno de esos besos?
Bien sabía Akane que se refería a las chocolatinas.
- A ti no te gustan mis besitos.
- Por eso, si pierdo me sacrificaré.
Ah ¿Con que esa teníamos? El señonito tenía ganas de enfurruñarla ¿eh? Akane saltó sobre la cama sentándose ahorcajadas sobre Akira y puso las manos sobre sus hombros.
- ¿Y? Podía haberte quitado perfectamente el kimono.
- No creas.
Akira cogió las muñecas de la chica y las pasó por detrás de su espalda a que vez que se incorporaba. Lo malo fue que al hacerlo un fuerte dolor de cabeza se apoderó de él, cerró los ojos y apoyó la misma en los hombres de Akane, soltó una de las muñecas de la chica y llevó su mano a la cabeza.
- Esto solo puede acabar en llanto - oyeron decir a Jisei desde la puerta.
- ¡Aki! ¡Akane! ¿Qué hacéis? - gritó Ryuko.
Miraron hacia la puerta.
- Esto no es lo que parece - dijo Akane.
- Yo no sé ni lo que parece - repuso Jisei.
- ¿Lleváis mucho tiempo ahí? - preguntó Akira.
- Demasiado, diría yo - respondió Kyojin.
- Era una apuesta.
Akira se echó hacía atrás.
- ¡Dios! Me va a estallar - se quejó.
- Eso es por el movimiento brusco que has echo - explicó Akane.
- Desde luego lo vuestro es muy fuerte - gruñó Jisei - ¿No se supone que os odiáis?
- No seas tonta, le tocaba a ver si tenía fiebre.
- Desde luego - continuaba Jisei - Mira nosotras nos vamos o al final terminaré vomitando yo.
- ¿Me puedo ir con vosotras? - insinuó Kyojin - Estoy pasando vergüenza.
- Esta noche tendré pesadillas - hablaba Ryuko - Hay que ver Akane, no me esperaba que actuaras así con un pobre enfermo.
- ¡Pero que quería saber si tenía fiebre!
- Vale, vale, ahí te quedas. Tu vigílala Kyojin a ver si va a pervertir a Akira - decía Jisei girándose y encaminándose a la escalera.
- ¿Lo ves? - Ryuko se dirigía a Jisei - En cuanto te descuidas ya están pegados.
- Ya veo, ya.
- ¿Qué habláis pedazo de pervertidas? - gritaba Akane.
Al final, entre unas cosas y otras se habían juntado para ir al zoo: Kenshi, Xu-Xu, Nowaki, Momoka, Kamui, Suo, Yuri, y Himeko, ya que Hizashi se ofreció para acompañar a su prima al cumpleaños del hermano de Shibi.

Desde la conversación que Momoka había mantenido la tarde anterior con Kamui, su mente no había tenido ni un descanso. Sus pensamientos iban y venían continuamente de Kamui a Yuri, de las palabras que Kamui le había dicho a las que había oído de boca de Yuri. Momoka se sentía muy agitada e incapaz de ordenar sus pensamientos. Por un lado no sabía que aptitud debía tomar con Kamui, no sabía que entender exactamente, ella quería a Kamui pero ¿debía ir corriendo tras sus palabras como un perrillo? ¿No debería hacerse valer un poco? A fin de cuentas ella era una persona y creía que como tal se merecía un poco de valoración, puede que estuviese loca por él pero no quería ser su sombra, quería ser alguien, quería ser Momoka.
Y luego estaba el problema de Yuri, no podía apartar la vista, no podía hacer que no sabía nada, Yuri era su amiga, siempre había estado a su lado, sabía que podía contar con ella ¿cómo la iba a abandonar? Claro que, dicen que no hay mayor ciego que aquel que no quiere ver y si ella no reconoce que estaba empezando a actuar de una forma "rara" no iba a poder ayudarla ¿Y que hacía? Si le decía algo lo mismo se enfadaba con ella.
No hacer nada, dejar que el tiempo trascurriese y ver lo que ocurría no parecía una solución aceptable.
Pero Momoka no era la única preocupada por una amiga. Yuri también lo estaba por ella. En un intento de demostrarle a Yuri que eran amigas, que confiaba en ella, con la esperanza de que si veía Yuri que ella le contaba algo importante se atreviese también a contarle algún secreto, Momoka le contó a Yuri toda la conversación que había mantenido con Kamui, quizás así se crease un ambiente de confesiones entre ellas, para que alguien confíe en ti hay que confiar primero en ese alguien.
Yuri se lo estaba imaginando, por alguna razón Kamui querría pasear con Momoka, de mala gana escuchó todo lo que Momoka quiso contarle, era su amiga y se supone que las amigas se contaban todo, que te gusta contarle a tu amiga esas cosas emocionantes y compartir tu alegría con ella… pero es que ella no veía nada emocionante ¿Cómo iba a alegrarse por ella si presentía que algo no iba bien en esa historia? Yuri la escuchó con paciencia, ella ya lo sabía, sabía que pasaba algo ¿de que iba Kamui? ¿A que venía eso de querer saber sus sentimientos? Desde luego que no podía ser más egoísta.
Se encontraban frente a la zona de los monos. Todos reían, estaban muy atentos a cierto espectáculo que estaban dando los animalillos: había un mono que parecía ser el macho alfa del clan, tenía una aptitud altiva y se le veía mirar a los demás con condescendencia, una mona se acercó a él y comenzó a llamar su atención, pero el mono no la hacía caso, no tardó en aparecer otra y después otra y él continuaba sin hacer caso a ninguna; se levantó orgulloso y cambió de sitio, una de la monitas le siguió y él la ignoró, es más, llegó un momento en que incluso la apartó de su lado con un manotazo.
- No se a quien me recuerda ese mono - dijo con cierto soniquete Kenshi.
- Calla y no seas malo - le recriminó Xu-Xu.
- Es que me resulta familiar ¿a ti no Nowaki? ¡Mira como espanta a las monas que van detrás de él!
- ¡Es como Kamui! - gritó de improviso Nowaki - ¡vaya que si!
Todos reían, incluso Suo esbozaba aquella enigmática sonrisa habitual en él.
De improviso algo llamó la atención de aquel altivo mono: una pequeña mona, sucia y desgarbada que se balanceaba sin hacer mucho caso al alboroto que las demás habían organizado en torno al "jefe", no era la única que le ignoraba, pero sí la única que llamó su atención. El mono se acercó a ella, la monita le miró y se alejó. Esto pareció mosquear bastante al macho alfa que golpeó con fuerza el suelo y gritó. Todos los monos guardaron unos instantes de silencio para, dejar paso a un gran revuelo de gritos y saltos de un lado para otro, mientras la monilla intentaba huir de su ahora colérico líder.
Hubo bastantes comentarios, algunas risas y bromas sobre lo que estaba pasando en aquel recinto, pero Nowaki permaneció en silencio mirando con ojos muy abiertos lo que sucedía, Kamui, a su lado, había girado su mirada hacia el suelo.
- ¿De veras crees que soy como ese mono? - le preguntó en voz baja a Nowaki.
Nowaki seguía con sus azules ojos clavados en aquel alboroto, a lo mejor no era por la mona que perseguía al lider por quien debía preocuparse.
La hora de la comida fue muy entretenida, Momoka, Yuri y Himeko se habían empeñado en preparar comida para todo el mundo, eso era algo que Xu-Xu no llegaba a comprender, esa manía de que las chicas tenían que preparar la comida para los chicos, como si los chicos fuesen seres inútiles incapaces de nada, siempre tenían que se ellas… lo que pasaba, a juicio de Xu-Xu, era que los chicos eran unos vagos y unos aprovechados, allí estaban, por supuesto Kamui sabía que Momoka iba a prepararla, Nowaki esperaba que Momoka le invitase a compartir su almuerzo, además Himeko había hecho con mucho amor comida para él, Suo no, él se había preparado una ordenada tartera y Kenshi… bueno, él con unos bocadillos preparados deprisa y corriendo tenía bastante… lo que a Xu-Xu ponía nerviosa era la actitud de las chicas, estamos en pleno siglo XXI ¿por qué tenían que ser tan… complacientes?
Todos reían y comentaban cosas sin mucho sentido. Extrañamente Yuri parecía algo ausente de la conversación. No se encontraba demasiado animada, había preparado la comida y le gustaba ver como era halagada y apreciadas sus dotes culinarias, pero solo el pensar en la cantidad de calorías innecesarias que se veían por allí la hacían sentirse muy incómoda. Momoka la observaba disimuladamente e insistía en que probase lo que ella había cocinado. Yuri resopló, tendría que comer algo si no al final la pesada de Momoka terminaría ofendida, esa noche le iba a tocar hacer un extra en la bicicleta estática que tenía en su casa.
Pero no era lo único que tenía inquieta a Yuri. Miraba a Momoka y la veía radiante y luego miraba a Kamui y no veía cambio en él, seguía igual que siempre, con su misma actitud, actitud que si bien a Yuri antes le resultaba muy "cool" ahora le molestaba.
Dirigió su mirada a Suo, siempre le gustó, quizás porque le recordaba a Kamui. Ella siempre había intentado llamar la atención de Kamui, pero reconocía que no estaba enamorada de él, era para demostrar que podía hacer que se fijase en ella, competir con Momoka, ambas eran muy competitivas la una con la otra y Yuri no podía permitir que Momoka la aventajase en nada y ahora parecía que ya la había vencido ¿le daba rabia? No, en realidad le daba igual, la sensación de que algo iba mal era más fuerte que sus deseos de vencerla.
Suo era un chico algo extraño, siempre medía con mucho cuidado lo que decía pero a veces, intentando ser franco y amigable resultaba ser demasiado sincero. A Yuri le gustaba, era algo soso pero le gustaba, incluso en un par de ocasiones habían llegado a tener algo parecido a una cita. Quizás Suo era precisamente lo que necesitaba Yuri, un poco de atención, a lo mejor lo único que le pasaba era que no soportaba que Momoka la superase y por eso sospechaba de Kamui. Si, a lo mejor solo era eso. Ella necesitaba que alguien la hiciese caso, necesitaba sentir que era "algo" para alguien. Nadie podía entenderla, era esa necesidad de sentirse querida y aceptada la que la estaba comiendo por dentro, la que la llevaba a enfocar toda esa necesidad en ella misma, en verse y sentirse perfecta por fuera como si al hacerlo también fuese a sentirse perfecta por dentro.
Quizás la respuesta a ese desasosiego interior estaba simplemente en conseguir que algún chico la hiciese caso, sentirse importante para alguien pero ¿Quién? No tenía ganas de andar buscando por ahí, ir a la caza de algún extraño, ni de intentar conocer a alguno de sus admiradores del instituto. Akira no era una opción a tener en cuenta, era su amigo, ya había intentado salir con él y resultó algo inútil, por más que lo intentaba siempre terminaba viéndole como a un amigo, para pasar un rato en el que ambos estaban aburridos estaba bien pero tenerlo como pareja resultaba algo pesado. Tampoco podía contar con Kyojin, aunque era muy buen chico no se adaptaba exactamente a lo que ella esperaba. Kohaku… muy inaccesible, Genki… le gustaba Momoka, Shibi… extraño, Karasu… a lo mejor demasiado lanzado, Nowaki, otro que estaba loco por Momoka, además a Himeko le gustaba Nowaki y tampoco quería molestarla, Hizashi… muy serio. Estaba visto que el mejor era Suo, Suo era guapo… Decidido.