sábado, 23 de octubre de 2010

44. Déjame curar tu corazón

Después de volverse a poner su vestido rosa y sentirse de nuevo un pastel, Akane y los demás dejaron la casa de Akira. Habían quedado en el parque con los demás habituales de su grupo.
Shibi, Jisei, Sumire, Xu-Xu, Kenshi y Karasu ya estaban allí. En seguida que Ryuko vio a Jisei se acercó muy apurada y Jisei entendió que quería decirle algo urgente. Mientras todos comentaban que Xu-Xu había estado comiendo en casa de Karasu, Ryuko apartó un poco a Jisei de los demás.
- ¿Que te ha pasado? - le preguntó en voz baja y preocupada Jisei-
- Akane se ha bloqueado, ha empezado otra vez a balancearse y a murmurar que era culpa suya, Jisei... casi, casi...
- ¿Y que ha pasado?
- He empujado a Akira tirándole encima de ella y vaya, ha reaccionado.
- Menos mal pero ¿se han dado cuenta?
- Se quedaron muy extrañados, menos mal que cuando Akira se cayó encima de Akane se distrajeron y se olvidaron.
- Vale, tú no te pongas nerviosa tampoco, seguro que es por lo que pasó ayer, habrá hablado con su padre y lo mismo le han dicho que era su responsabilidad o alguna tontería así, ya verás que no va a ser nada.
- ¡Eh, vosotras! - habló en voz alta Kenshi - ¿Que secretitos os traéis?
También Xu-Xu se acercó a Akira-
- Karura no lo está - susurró a su lado, Akira la miró interrogante - Se ha hecho una prueba y no - sonrió.
Akira también sonrió, menos mal, ese asunto también le tenía algo preocupado.
Suo llegó minutos después con una caja en la mano.
- Os he traído algo - dijo abriéndola - Son para las chicas, he leído que estos detalles os gustan.
- ¡Helados! - exclamó emocionada Sumire.
En la caja había seis conos e helado, tres de chocolate y tres de vainilla.
- Pero sobra uno - advirtió.
- No, no sobra - dijo Akane casi lanzándose hacia la caja.
Pero Kyojin fue más rápido y acaparó uno de ellos. Aún así, Akane cogió uno de chocolate.
- Suelta eso - le dijo Akira.
- ¿Ha tomado antes? - preguntó Shibi.
- Mucho... créeme... mucho - respondió Akira con cara de circunstancias.
- Vale... te ayudo.
Mientras los demás se repartían el resto de los helados y Karasu protestaba porque no le hacía gracia que Suo tuviera esos detalles, Shibi y Akira trataban de arrebatar el helado de Akane.
- ¡Ah! - gritaba la chica - ¡Pervertidos! ¡Que alguien me defienda!
- Dame ese helado - decía Shibi.
- ¿No ves que es por tu bien? - recalcaba Akira.
Shibi consiguió enganchar a Akane por la cintura desde detrás, la apretó contra él y la alzó un poco del suelo, de esa manera las piernas de Akane quedaban dando patadas en el aire.
- Eres una potra salvaje - protestaba Akira mientras intentaba acercarse a ella esquivando sus piernas - Estate quieta. Si levantas tanto las piernas te veré las braguitas.
Akane paró confundida. Akira aprovechó para acercarse y casi había cogido su muñeca cuando un terrible dolor le hizo doblarse hacia delante. Una de las piernas de Akane había impactado de manera violenta en la entrepierna del chico.
- ¡Dios, que dolor! - exclamó Kenshi.
- Para mí que lo ha matado - comentó Jisei.
- ¡Madre mía! Aki ¿Estás bien? - se interesó Kyojin.
Doblado de dolor y sin saber en que posición ponerse, Akira se movía continuamente; con ver su cara se entendía perfectamente su situación. Tal era el gesto de dolor que el resto de los chicos casi lo sentían.
- Eso tiene que haber dolido de narices - comentó Karasu.
- ¡Ja! - exclamaba triunfante Akane cuando Shibi la soltó - No se juego con el chocolate de una chica.
- Pero Akane, no seas insensible - decía Xu-Xu.
- ¿Duele? - Sumire se acercó a Akira, que no sabía donde poner sus manos - Pero Akane, que bruta eres.
- Ala chaval - rió Karasu - Vas a estar inactivo por algún tiempo.
- Jo - gruñó Akane - Pues no será para tanto.
- Tu no sabes lo que duele - añadió Kenshi.
- Vamos a ver Akane - Sumire se colocó en jarras delante de ella - ¿Como piensas que luego va a complacerte si le haces estas cosas?
- ¿Qué? - Akane la miró muy perpleja.
- Ahora tienes que darle un masaje - continuó Sumire.
- ¡Sumire! - gritó Xu-Xu - ¡No digas tonterías!
- ¿Te duele mucho? - Akane se acercó a su compañero lesionado.
- Ale... alejadla... de.. mi - tartamudeaba Akira.
- A ver quien tiene huevos de quitarle el helado ahora - comentó irónico Kenshi.
- No, por mí que se lo coma enterito - repuso Karasu.
Todavía tardó un rato Akira en recobrar la compostura. Se sentó en un banco.
- Eso es el castigo de Dios - dijo Akane.
- Si, la patada divina - rió Xu-Xu.
- No, es el castigo por lo malo que ha sido - continuó Akane - ¿Ves? Dios te ha castigado por no haber querido darme antes chocolate. Suo si que es bueno y sabe tratar a una chica.
- Para ti cualquiera que te de helado sabe tratar a un chica, eres un desastre - comentó Ryuko.
- ¡Eh! - Shibi se interpuso entre Akane y Suo al ver que Akane se acercaba al chico - No seas tan agradecida, que ya te conozco yo a ti.
- Mira el otro seco también - se quejó Akane.
- ¡Pero mira como te estas poniendo! - habló de improviso Karasu acercándose a Sumire - Se te está derritiendo todo el helado.
- ¡Ah! ¡Es cierto! Toma, sujétamelo mientras me limpio un poco las manos.
Karasu cogió el cono de Sumire mientras esta se lavaba las manos en una fuente cercana; cuando regresó se lo devolvió pero sus dedos habían quedado también manchados de chocolate. Lo que ocurrió a continuación fue alga rápido y extraño. Antes de que nadie ni se diera cuenta, Akane comenzó a lamerle los dedos. Ni ella misma era consciente de lo que hacía, se dejó llevar por un impulso mecánico. Todos la miraban boquiabiertos mientras ella pasaba la punta de la lengua por los dedos del chico e incluso se metía una en la boca.
- Aka... Akane... - la voz de Karasu salía como un hilillo - No hagas eso, por favor.
Fue cuando Akane se dio cuenta, abrió mucho los ojos y se separó bruscamente y roja como un tomate. El resto seguía mirándola perplejo.
- Akane ¿Cuanto chocolate has comido? - preguntó por fin Jisei.
- Creo que demasiado - contestó la aludida-
- ¡Dame tu helado! - exigió Shibi, Akane se lo entregó con un gesto de pena enorme.
- Ya sabía yo que pasaría algo así - se quejó Ryuko.
- ¿Le has lamido los dedos a Karasu? - preguntaba Sumire realmente alucinada.
- ¡Que asco! - intervenía Xu-Xu - ¡A saber que habría tocado este antes!
- Lo siento Karasu - habló Akane algo apenada - Me he descontrolado, no sabía lo que hacía.
- No si... está bien... ha sido... intenso.
- ¡Karasu! - gritó Jisei amenazadora - ¡Quita esa imagen de tu mente! ¡Ya!
- Esto - comentó Kenshi - A mi también me gusta lamerme los dedos... los perros lo hacer.
- ¡Pero Akane no es un perro! - gruñó Jisei.
- Interesante reacción - reflexionaba Suo.
- Es que Akane se descontrola con el chocolate - le explicó Ryuko - La pierde... y pierde el control.
- Muy interesante - repitió Karasu.
- ¡Karasu! - volvió a gritar Jisei.
- ¡Que cosas! ¿Y no sabes porqué lo haces? - preguntó curiosa Sumire.
- Pierdo un poco la noción de lo que hago, es que el chocolate me vuelve loca.
- Si... un poco - murmuró Jisei.
- Entonces - Sumire abrió los ojos entusiasmada - Si, por ejemplo, Akira tuviese chocolate en los labios ¿se los lamerías igual?
Akira la miró frunciendo el ceño.
- Pu... pues... no creo que llegue a tanto.
- Habría que probarlo - musitó Kenshi.
- Muy interesante - repetía Suo que no salía de su asombro ante aquella curiosa reacción.
- Si alguien está pensando en ponerme chocolate para ver que pasa - advirtió Akira - os digo desde ya que no va a funcionar.
- No hace falta que seas tu, yo me ofrezco voluntario - sonrió Karasu.
- ¡Ka-ra-su! - la voz de Jisei sonaba mas amenazante que nunca.
- Vale, vale, no he dicho nada.
Akane se sentó en el banco al lado de Akira.
- ¡Que vergüenza! - comentaba en voz baja.
- ¿Has visto lo que te pasa? - dijo Akira - Si es que nunca me haces caso, cabezota. Primero casi consigues que no existan los pequeño Shikamoto y después llevas a Karasu al estado de zombi.
- ¿Yo? - intervino Karasu - Yo no la he atacado, no he hecho nada, podía haberme avanlazado sobre ella pero no lo he hecho, he controlado mis impulsos de macho primitivo... y lo he pasado muy mal.
Shibi se colocó detrás del banco, puso las manos en la cara de Akane y la giró hacia arriba, luego se inclinó hasta quedar la suya enfrente aunque de manera contraria.
- Primero Akira y luego Karasu, has sido una niña muy mala ¿Cómo lo vas a compensar?
- No se... ¿un refresco?
- Yo, con que se mantenga lejos de mi tengo bastante - aseguró Akira.
- Pues vaya - se quejó Kenshi - Yo había tenido una gran idea para compensarte precisamente a ti.
- Mejor no la digas, cachorro loco - advirtió Shibi.
- Jo, pues yo también - se quejó igualmente Sumire.
- ¿Por qué me daréis miedo? - habló Xu-Xu viendo que Kenshi y Sumire se miraban sonriendo como quien tiene una idea secreta y perversa.
- Tengo una curiosidad - interrumpió Suo - ¿Por qué te pasa eso?
- El chocolate tiene una sustancia, las endofirnas, son pequeñas proteínas, las llaman las hormonas de la felicidad, te hacen sentir bien, no se si te has dado cuenta pero cuando estás triste o deprimido y tomas chocolate te hace sentir mejor.
- Es típico en las películas que cuando una chica deja a su novio tome helado de chocolate - aclaró Jisei.
- Pero es que además yo soy una chocomaníaca y no creas que soy la única en el mundo, digamos que a mi el chocolate me produce una especie de... alergia, una dicción enorme, cada vez quiero más, mi cuerpo pide esa sustancia que a su vez me hace sentir bien, me pongo como una moto... todo mezclado hace que pierda el control.
- Sería capaz de vender a su madre por un poco de chocolate - recalcó Ryuko.
- Pero vamos, suelo controlarme.
- ¡Ah, si! - comentó Akira - Suele controlarse... si
- Bueno si, me altero un poco.
- Un poco - continuó Shibi - Solo te tiras a por más chocolate, aunque esté en los dedos de una persona.
- Eso ha sido... un lapsus... nunca hago esas cosas y me he dado cuenta.
- Claro, suerte que no estaba a solas con él - ironizó Akira.
- ¡Eh! - interrumpió Karasu - Que tampoco estoy tan salido, vale si,.estoy salido, pero nunca me aprovecharía de una amiga, sería como emborracharla... seria muy... rastrero. Si fuese una desconocida... a lo mejor, pero con una compañera a la que tengo que ver todos los días, no. Además, no te ofendas Akane, tú estás muy buena pero tengo otras preferencias en mente.
- Bueno, bueno, Karasu ofendido - rió Jisei - Esto es nuevo.
- Que no - habló Akane - Que yo me controlo, se me va la pinza un poco pero... vale, le he chupado los dedos a Karasu, tampoco es para tanto, además yo creo que me he dejado llevar porque estabais vosotros y sabía que me pararíais, seguro, si hubiéramos estado a solas no hubiera pasado.
Akira bostezó y se estiró.
- Puede que tengas razón, pero reconoce que te alteras mucho.
- Vale si, lo reconozco, pero se controlarme, de veras ¿veis? ya estoy mas tranquila.
- ¿Y hace mucho que te sucede? - se interesó Suo.
- De toda la vida - respondió Ryuko - yo la recuerdo de pequeña, cuando tomaba chocolate solía subirse a los árboles y tirar piedras a los niños.
- ¿Tirabas piedras a los niños? - preguntó extrañado Kyojin.
- Eso es otro tema.
- ¿Sabéis lo mas curioso? - dijo de pronto Jisei - Que las endofirnas se activan en nuestro cuerpo no solo al tomar chocolate u otras sustancias... no, también al hacer deporte o... tener sexo. Chocolate y sexo pueden ser una mezcla explosiva en Akane.
Todos la miraron sonriendo, luego hubo quien dirigió su mirada a Akira, que arqueó las cejas.
- Por eso - habló Ryuko - Yo se lo que va a pasar y dentro de poco. Me refiero a tu futuro, Akane.
- ¿Ya estamos otra vez con mi futuro?
- Se casará con Akira, eso ya está más que sabido - dijo Sumire - Ya casi son novios formales.
- Con Kamui - replicó Jisei.
- ¿Te vas a casar con Akira? - Kenshi se acercó a ella.
- ¿O con Kamui? - también se acercó Karasu - ¿Que nos estás ocultando?
- Se va a casar con Shibi y punto - se escuchó a Ryuko - Veréis, si yo lo se todo. Dentro de unos meses, un año, no mucho mas, un día de calor, de mucho calor, Akira va a invitar a Akane a comer a su casa, no se porqué, eso ya se verá y sus padres no estarán. Akira, a sus 18 años va a estar más salido que el pico de una mesa y ese día en particular no va a parar de mirarle el trasero a Akane imaginando cosas raras, así que, cuando estén en su casa, le va a ofrecer helado... un gran helado de chocolate, Akane no se va a negar, por supuesto y entre el calor, las hormonas de Akira y la sustancia esa del chocolate, terminarán teniendo una tarde de sexo y desenfreno. En un arrebato, Akira le dirá que la ama y Akane se enfadará con él porque pensará que se está burlando y se marchará muy enfadada. Se encontrará con Shibi, no me preguntéis porqué, simplemente porque Shibi siempre está en todas partes y llorará y él la consolará. Semanas después descubrirá que está embarazada, Shibi se portará como todos esperamos de él y le pedirá a Akane que se casen... tendrán 10 o 12 Kamizuru, pero Akane, querida, siempre te quedará la duda si ese primer hijo vuestro, ese al que se le encrespa el pelo cada vez que llueve y demuestra un especial talento para el ajedrez, no será en realidad un Shikamoto.
Akane y Akira la miraban con la boca abierta mientras lo demás reían y comentaban la "teoría" de Ryuko.
- Las chicas tenéis ideas muy malas en vuestras cabezas - habló con voz de miedo Akira.
- ¡Tú! - Akane le dio una palmada en el hombro - ¡No pienso volver a comer en tu casa en la vida!
- Tomo nota - añadió Akira - No invitar a Akane a comer a mi casa si hace calor, no hay nadie y tengo helado.
Shibi se situó ahora delante de Akira y se inclinó hacia ella, pegando casi sus caras, sonriendo.
- O sea que te casas conmigo por despecho.
- Y por cobarde, por lo que se ve.
- Bonita forma de arruinar nuestra amistad.
- Eso díselo a la loca esa.
- Muy bonito, si, muy bonito - habló Sumire - Pero no, se va a casar con Akira, ya lo veréis.
- No, no - agregó Jisei - Con Kamui, no olvidéis que es Kamui, todas se derriten por él y sabrá conquistarla.
- Con Shibi - añadía Ryuko - Que es su amigo y siempre está cuando le necesita.
- ¡Vale! - exclamó Kyojin - Ya tenemos otro pretendiente para Akane ¿Y si hacemos una porra a ver quien gana?
- ¿Y si sorteamos que os parta la nariz? - gruñó Akane - Yo no me voy a casar con nadie... con nadie... me quedaré soltera y utilizaré a los hombres como se me antoje.

Después de la merienda en el burguer, Kamui y Nowaki estuvieron dando una vuelta. A pesar del tiempo que hacía que se conocían, eran muy pocas veces las que caminaban ellos solos, sin Momoka pegada a Kamui o cualquier otro, además nunca habían tenido oportunidad de hablar como lo habían echo esa tarde, seguramente porque a Kamui nunca le había interesado relacionarse con los demás, ni ser agradable o simpático. Nowaki se daba cuenta de que, a pesar de todo, había muchas cosas que desconocía de Kamui; entendía que, después de haberse unido a aquel grupo y todo lo que pasó, Kamui se encontrase vulnerable frente a los demás, debía ser difícil, cuando se es tan orgulloso, reconocer que te has equivocado y admitir cuanto le debes a otras personas, sobretodo para Kamui, que siempre era tan autosuficiente. Pero ahora Nowaki estaba muy contento, veía como poco a poco el caparazón de Kamui iba abriéndose, notaba que empezaba a confiar en él, que le consideraba algo más que una molestia, y quizás todo se debía al interés que Akane había despertado en él, quizás esa chica, sin quererlo, estaba consiguiendo que el frío Kaguya comenzara a querer relacionarse con los demás.
Nowaki hablaba prácticamente solo, Kamui se limitaba a, e ver en cuando, decir algún monosílabo o sonreír débilmente. Caminando, llegaron al parque.
- ¡Anda mira! - Nowaki se paró señalando a un grupo e personas alrededor de un banco - Si son Akira y los demás ¡Eh! - gritó - ¡Kenshi! ¡Soy yo!
Kamui se sobresaltó, allí estaba ella, su pelo naranja la delataba a distancia ¿por qué se descontrolaba de esa forma?
- ¡Nowaki! ¡Kamui! - gritaba Kenshi - ¡Venid!
Allí estaban, un grupo de personas a los que apenas hace un año ni trataba, solo lo imprescindible, y ahora parecían saber más de él que Nowaki.
- Oye Kamui ¿Todos ellos saben que te gusta Kumoyuki? Es para no meter la pata.
Kamui repasó mentalmente: cuando le ijo que saldrían estaban todos menos Kenshi y Xu-Xu, pero seguramente ella lo sabría ya que eran amigas y las chicas suelen contárselo todo, además, últimamente le miraba con una extraña sonrisilla... luego cuando le pidió perdón en el aula... tampoco estaba Kenshi.
- Todos menos Kenshi, creo que él no lo sabe.
- Ah, vale ¿y por qué lo saben?
- Estaban delante cuando le dije que quería salir con ella.
Nowaki le miraba extrañado ¿realmente Kamui había hecho algo así? Estaba claro que Kamui estaba cambiando.
Mientras se acercaban no podían oír bien de lo que hablaban pero llegaron justo en el momento en el que una iracunda Akane, en pie, se quitaba un zapato y lo lanzaba contra Akira, que, sentado en un banco, lo atrapaba sin mucha dificultad.
- ¿Pero que haces? - gritó Nowaki.
- Quería abrirle la cabeza a un ciervo - respondió la chica.
- ¿Que te ha hecho? - habló de nuevo Nowaki - Es un ciervo muy mansico.
- ¿Qué que me ha hecho? Existir, eso es lo que me ha hecho. ¡Dame mi zapato!
- No quiero - repuso Akira - Ahora es mío, tu me lo has lanzado, gata salvaje.
- ¡Ciervo del demonio! ¡Devuélveme mi zapato!
- Ven a por él si te atreves - bostezó el chico.
- Yo te mato, un día te mato.
- No puedo creer el jaleo que habéis armado por una tontería - comentó Xu-Xu.
- Es él - argumentó Akane - Me pone de los nervios.
- Pero ¿que ha pasado? - repetía Nowaki.
- Nada - contestó Kenshi - Akira nos contaba cierto problema que han tenido con una cremallera y cierta parte de la anatomía de Akane.
- Cállate Kenshi o también voy a por ti - amenazó Akane.
- Tranquila si a mi tu anatomía me parece fantástica.
- Hay gente que no acepta sus defectos - habló aburrido Akira.
- ¿Defectos? - bramó Akane.
- Uy, esto se está poniendo feo - susurró Jisei.
- ¿Así que defectos?
- Muy feo - añadió susurrando también Xu-Xu.
- O sea que para ti mis pechos son defectos.
- Akira - se apresuró a hablar Kyojin - No hables, no hagas ni un comentario.
- ¡Pero que susceptible eres! - Akira movió su cuello hacia los lados - Demasiado susceptible.
- ¡Yo no puedo con él! - exclamó Akane - Me supera, me agota, acaba con mis nervios.
- Anda vez que te pongo el zapatito.
- No quiero ¡Dámelo!
- Dale ya el zapato a la chica, hombre - dijo Karasu.
- Eres muy malo, Aki - habló Sumire - No esperaba de ti que fueses un secuestra-zapatos. Ojo Akane que tiene a tu zapato e rehén, haz lo que te dice o no volverás a verlo entero... ¿Qué le vas a pedir a cambio?
- No se ¿que puedo pedirle?
- Yo que tu - agregó Karasu - que te perdone la vida.
Akane parecía echar humo por sus oídos.
- Ven aquí pesada - volvió a hablar Akira ofreciéndole el zapato - ¿No querrás que me levante?
- Ryuko, cógelo tú que yo de él no me fío.
Ryuko fue a cogerlo pero Kamui se le adelantó arrebatándoselo a Akira e la mano.
- Anda Cenicienta - dijo - Siéntate.
- Menos mal que ha venido el príncipe a salvarte ¿eh, Cenicienta? - Jisei tenía mucho tono de burla en su comentario.
Akane se sentó, Kamui también lo hizo a su lado, le levantó el pié y le puso el zapato. Sumire comenzó a dar saltitos y a aplaudir.
- ¡Que bonito! Ha sido como en el cuento, que cosa tan... principesca.
- Gracias príncipe - dijo Akane - sin ti estaría... descalza.
- ¿Por que haces esas cosas? - Nowaki casi pegó su cara a la de Akira.
- Nowaki aléjate, resultas molesto - contestó de forma seca, repentinamente parecía de muy mal humor.
Shibi, como siempre, había permanecido en silencio y sin demostrar emoción alguna. De pronto se acercó a Nowaki y le puso la mano en el hombro.
- Ven - le dijo escuetamente.
Se apartó unos metros y Nowaki le siguió intrigado. El resto les miraban curiosos pero conociendo a Shibi tampoco se extrañaban demasiado, así que continuaron con sus bromas.
- Esto, Nowaki, se que te has dado cuenta.
- ¿De qué?
- Has estado muy callado, no es propio de ti.
- Eres un tipo siniestro ¿lo sabías?.... Está bien, está bien, lo confieso, lo se, Kamui me lo ha dicho ¿es eso, no?
- Bien pues entonces escúchame y no me hagas repetírtelo: no quiero que Momoka se sienta celosa de Akane, así que más vale que no se entere, mantén esa boca cerrada.
- ¿Pero por quien me tomas?
- Por un gran bocazas. Kamui resolverá sus problemas solo, no intentes meterte. El quiere ser amigo de Akane, a partir e ahora le vas a ver mucho con nosotros, así que procura no ponerte envidioso y no liarla.
- Shibi ¿Por qué me dices eso? ¿Qué clase de amigo crees que soy? Además yo nunca haría daño a Momoka.
- Ya y yo no quiero problemas con ella. Deja a Kamui que haga las cosas a su modo. Espero que lo hayas comprendido.
Y sin más, se volvió con el grupo. Nowaki se quedó perplejo unos segundos pensando que había querido decirle.
Estuvieron gastando bromas y rieron hasta la hora de marcharse. Ya había anochecido. Jisei, Sumire y Xu-Xu fueron las primeras en marcharse, después lo hicieron Karasu y Suo, cada uno por su lado. Kyojin se ofreció a acompañar a Ryuko.
- Si quieres, yo también te acompaño - le dijo Kamui a Akane.
- Ejem - carraspeó Akira - Lo siento "Don Juan" pero a esta "Inés" la tengo que acompañar yo, es una cosa personal, pero puedes venir si quieres.
- Si a ella no le importa, claro que iré.
- Bien, iremos todos como buenos amigos - terció Shibi.
- ¿Alguien más se apunta? - se interesó Akane.
- No, no es por nada - contestó Kenshi - Pero tus amigos no parecen muy alegres. Yo me voy por aquí ¿Vienes Nowaki?
- ¿Eh? Si, si, yo voy contigo. ¡Mañana nos vemos, chicos!
- ¡Hasta mañana! - Akira se despidió con un gesto - Esto... Kaguya ¿no te queda un poco alejada tu casa?
- Quiero acompañar a Akane. Di Akane ¿te molesto?
- No... el camino es de todos, ve por donde quieras.
Caminaron en silencio. Shibi y Akira se quedaron unos pasos por detrás, de alguna forma imperceptible Kamui parecía haber acaparado a Akane. Akira sacó uno de sus cigarrillos y lo encendió. Akane miraba a Kamui intrigada, preguntándose cuanto tiempo tardaría en hablar.
- ¿Me quieres preguntar algo? - dijo al fin incómoda ante tanto silencio.
- ¿Crees que quiero preguntarte algo?
- No se, supongo, algo tienes que querer porque tu casa está hacia el lado contrario.
- Yo nunca te haría algo así - musitó con voz baja.
- ¿Perdón? Es que no te he entendido.
- Si quedo contigo no quedaría con nadie más.
- ¿Eso a que viene ahora?
- Es por lo que dijiste el otro día en clase sobre el amor y lo que te pasó, he estado pensando en ello.
- ¡Ah! ¿Ahora te acuerdas de eso? No tienes que hacerme mucho caso, a veces hablo sin pensar y además, nunca debes decir que no harás algo.
- ¿Ese tío era imbécil? ¿Cómo te hizo algo así?
- Hombre, imbécil era, como cualquiera a su edad. Tu no sabes quien era la chica pero si alguien como ella te pide una cita lo normal es que tus hormonas organicen un golpe de estado a tu cerebro.
- ¿Le justificas?
- En cierta forma. Ella es alta, guapa, con buen cuerpo, interesante, sexy y yo... una caquilla con gafas y pelo naranja y encima me las voy dando de lista por la vida. Además es mayor que yo, a su lado parezco una cría... en fin, ya pasó.
Akira y Shibi lo oyeron, claro que lo oían. Akira se mordió el labio ¿cómo podían molestar tanto esas palabras?
- ¿Crees que te pasó aquello porque te consideras menos que ella? - la interrogó Kamui.
- Seamos realistas ¿Qué chico va a negarse a intentar enrollarse con una chica así?
- Cuando estás enamorado no ves a nadie más.
- Evidentemente él no lo estaba de mí, duele reconocerlo, fue lo que más me dolió pero bueno...gracias a eso aprendí muchas cosas. Por cierto ¿tú has estado enamorado alguna vez?
- No, pero me imagino que...
- ¿Has hablado ya con Momoka?
- No me cambies de tema, estamos hablando de ti.
- ¿Que quieres? ¿Sabes quien fue el imbécil en cuestión?
- ¿Fue Seishiro?
- ¿Seishiro? ¿Qué sabes tu de mi y ese?
- Yo se muchas cosas de ti.
- ¿A si? Pues vaya...
- ¿Me dejarás curar tu corazón?
Todos se pararon en seco. Akira sin saber porqué sentía una gran presión en el pecho, algo que no le dejaba respirar. Akane miró fijamente a Kamui ¿que decía este chico? Drogado no parecía, ni borracho.
- Creo que me he pasado - habló Kamui . ¿Te he asustado?
- Hombre ha sonado algo... trágico.
- Quiero decirte que no todos somos iguales, no es que quiera que... que... esto es muy violento.
- ¿Que os pasa? - dijo Shibi dando un par de pasos al frente.
- El Kaguya ha hablado sin pensar y ahora no sabe como decirme que no le haga caso. Es igual Kamui, no tengo corazón ¿recuerdas? Lo dijo Akira, él lo sabe bien.
- ¿Que quieres decir? - se extrañó Kamui.
- La chica que traicionó a Akira fui yo... el chico con quien me vio fue Shibi ¿que te parece?
Kamui miró confuso a Akira y Shibi, estos le hicieron un gesto encogiéndose de hombros como si no supieran de que hablaba y sonrieron.
- ¿Si? - Kamui la miró incrédulo - ¿Por qué hiciste eso?
- Porque soy una chica mala - volvió a andar, Kamui la sujetó el brazo obligándola a detenerse.
- ¿Por qué actúas así?
- Porque odio a los hombres, o mas concretamente a los jóvenes, no soporto que os pavoneéis de cuantas chicas os ligáis, no soporto que hagáis mas caso a vuestras caderas que a vuestro corazón y no soportaba ver a Akira todo el día con Karura y con Yuri detrás de él, y Yuya y Tsuki y la pobre Shiho al que él ni mira ¿que pasa? Me convertí en vengadora de corazones rotos.
- No te creo - sonrió Kamui - Eso no coincide con lo que Akira contó, él no fue victima de una loca vengadora.
- ¿Y tú que sabes? Yo puedo ser muy mala.
- ¿Quieres que piense que estas loca o algo así? Pues no, yo se que no eres así. Lo primero, si fueses como dices dudo mucho que Akira fuese tan amigo tuyo como es ¿Que quieres? ¿Espantarme? Lo único que estás logrando es provocar que quiera conocerte cada vez más. Además, si de veras eres tan mala eres todo un reto, no has hecho más que provocarme, niña mala.
- Ahora me estás dando miedo.
- Si quieres jugar a que eres mala, jugaremos hasta el final.
Kamui la miraba de una forma intensa y profunda mientras sonreía de medio lado.
- Ejem - volvió a carraspear Akira - ¿Podemos seguir andando? Tengo que llevarte a tu casa ¿recuerdas?

43. Los tres corazones de Kamui

Después de marcharse Chiharu, Akane se había alejado un poco de Akira, se encontraba algo aturdida, la mirada de Akira le había echo recordar cosas que no quería.
- ¿A veces sueñas con el futuro? - dijo dándole la espalda y tratando de actuar con naturalidad.
- Aunque no lo creas, si, a veces… y tú estás en todos y cada uno de mis sueños.
Akane se quedó helada, sin atreverse a girarse y mirarle ¿Qué había dicho? ¿No sería otra de sus malditas bromas? Eso había dolido, no sabía porqué pero esas palabras dolían.
Akira se mordía el labio ¿Por qué lo había dicho? Las palabras habían salido de su boca sin permiso ninguno, directamente desde su corazón sin pasar antes por su cerebro. Ahora se arrepentía, Akane seguro que estaría furiosa.
Kyojin y Ryuko entraron en el jardín de la casa de los Shikamoto. Akira y Akane estaban en silencio, aquel silencio era algo muy sospechoso para Ryuko, ambos evitaban mirarse como si hubiese pasado algo entre ellos, algo que querían ignorar.
- Ya han venido - habló Akane en voz baja - ¿Tan tarde es?
- La verdad es que hemos comido tarde - agregó Akira.
- Hola Akira, Akane - saludó Kyojin - ¿cómo ha ido todo?
- Psst… pasable - contestó Akira.
- ¿Y ese kimono? - preguntó Ryuko - Es precioso.
- Es la de madre de aquí el patoso, que me ha tirado un vaso de licor encima.
- Recuerdo ese kimono - comentó Kyojin - Pero bueno ¿Qué hacíais? Porque parece que hemos interrumpido algo.
- Hablábamos sobre el futuro - respondió Akane - ¿Os habéis parado a pensar que será de nosotros en el futuro? ¿Seguiremos siendo amigos?
- Espero que si - se apresuró a decir Ryuko.
- Akira y yo - habló Kyojin - seguiremos siendo amigos, somos amigos desde siempre, nuestros padres eran amigos.
- Si, estábamos siempre juntos - agregó Akira con una sonrisa - Jugábamos juntos, nos bañábamos juntos, dormíamos juntos… éramos pequeños.
- Entonces Yuri también seguirá siendo vuestra amiga - interrumpió Akane - Al final tu madre se saldrá con la suya y te casarás con Yuri.
- No. Recuerda. Según Sumire, tú y yo nos casaremos, tú vivirás aquí y en primavera recogerás cornamentas de ciervo conmigo. No olvides que nuestro primer hijo tendrá que llamarse “Aki…algo” es otra tradición de la familia.
- Que no, según Jisei, me casaré con Kamui y tendré una vida de lujo y despilfarro.
- En realidad yo si que se lo que va a pasar - dijo Ryuko.
- ¿Tú también tienes una teoría sobre mi vida? - se extrañó Akane.
- Claro, además no es una teoría, será lo que pase como no hagáis algo para evitarlo. Ya te la contaré.
- En realidad, la vida de Akira será muy aburrida, normal y aburrida, se casará con una chica muy normal y tendrá una vida normal.
- ¿Veis? - Akane dio un pequeño respingo - Eso me excluye a mi, yo no soy nada normal.
- Tú te casarás conmigo, con la tirria que me tienes no podrás evitar la tentación de amargarme la vida haciéndolo.
- Je, me casaré con Kamui porque soy una avariciosa y él me regalará anillos con pedruscos así de gordos, que no voy a poder ni levantar la mano… Bah… - Akane hizo un gesto de desprecio - Yo no me voy a casar con nadie, me quedaré soltera, utilizaré a los hombres cuando me convenga y adiós muy buenas. No necesito a un hombre para vivir.
- Será porque a ti no hay quien te aguante - ironizó Akira.
- Ni yo os aguanto a vosotros.
- Bueno, vamos a tomar la merienda - propuso Kyojin - He traído pastelitos de chocolate.
- ¡Chocolate! - A Akane empezaba a hacérsele la boca agua - ¡Vamos!
- ¿Tú estás tonto? - se quejó Akira - ¿Entre tanta variedad traes chocolate?
- Pensé en alegrar un poco a Akane, tú eres demasiado aburrido.
- Pero Kyojin, es que ¿chocolate? - se quejó también Ryuko.
- Vale, no me regañéis todos a la vez.
- Bah, deja a estos aburridos - Akane se enganchó del brazo de Kyojin - Tu si que me entiendes, venga, vamos, deprisa.
Akira y Ryuko se quedaron atrás mientras veían a Akane tirar prácticamente de Kyojin.
-Tú no sabes el subidón que le ha dado antes - comentó Akira.
- Entonces ya ha comido… ¿mucho?
Akira miró a su compañera con resignación.
- Entonces vamos a tener una tarde movidita, lo veo.

Kamui había quedado con Nowaki en un burguer. Sentado frente a él, Nowaki se peleaba con una hamburguesa demasiado voluminosa imposible de comer decentemente.
- Mira que eres escandaloso - le dijo.
- ¿Quieres? - le ofreció mostrando esa enorme hamburguesa medio desbaratada.
- Toda tuya.
- ¿Y que querías decirme?
- Se trata de… de Momoka.
- ¿Le pasa algo? ¿No te vas a comer las patatas? ¿Puedo?
Kamui empujó las patatas hasta que quedaron a la altura de Nowaki.
- A ti te gusta mucho Momoka ¿verdad?
- Mucho, estoy loquito por ellas ¡vaya que sí!
- ¿Y cómo lo sabes?
- ¿Cómo que cómo lo sé? ¿Qué quieres decir? Pues lo sé y ya está.
- Durante años has ido detrás de ella y ella no te ha hecho el menor caso.
- Ah, pero el que la sigue, la consigue ¡vaya que sí!
- Y tú nunca te rindes.
- Pues claro que no, si me rindo es cuando no lo conseguiré.
Kamui no era bueno hablando, no era sutil ni delicado, no sabía decir las cosas, en realidad es que él nunca había hablado sobre sentimientos y cosas así, toda su vida se había regido por esa capacidad para solucionar las cosas él solo, no le gustaba depender de nadie, eso le hacía sentirse vulnerable. Nowaki era todo lo contrario a él, impulsivo, sociable, comunicativo, un libro abierto, él no tenía secretos para nadie. Al principio de conocerle sacaba de quicio a Kamui, no lo soportaba, pero poco a poco se fue convirtiendo en su mejor amigo, casi como un hermano. Ahora lo veía allí delante y no sabía como plantearle aquel problema, era la primera vez que le importaban los sentimientos de otra persona… maldita sea ¿En qué se estaba convirtiendo?
- Voy a pedirle una cita o dos - le soltó de sopetón.
Nowaki se quedó con la boca abierta a medio camino de morder la hamburguesa.
- ¿Vas a salir con ella? - soltó la hamburguesa, cierta desilusión se dibujó en su cara, pero duró poco, al instante sonrió como si nada - Espero que os lo paséis bien.
- Nowaki…
- No, si no pasa nada, ella siempre está Kamui por aquí, Kamui por allá… se va a poner muy contenta.
- Es que necesito aclarar mis ideas.
- ¿Qué ideas?
- Quiero decir mi mente. Tengo que hablar con ella.
- Ya.
Nowaki volvió a coger su hamburguesa y siguió comiendo en silencio. Estuvieron así unos cuantos minutos, aquello era bastante raro siendo Nowaki.
Kamui miró las patatas fritas, sonrió, le recordaban a Akane y el aquel día en ese mismo burguer, el día que le dijo que saldría con ella, el día en que su mundo comenzó a revolverse.
- ¿Recuerdas las patatas, Nowaki?
- ¿Qué patatas?
- Estas patatas. Eras mías pero yo no las comía, tú las querías y me las has pedido y yo te las he pasado.
- ¿Qué pasa? ¿Es que no quieres que coma patatas?
- No, no es eso, es solo una metáfora.
- Si tú quieres las patatas cógelas, anda toma.
- Que no Nowaki, que no es eso.
- ¿No son las patatas? ¿Es que quieres que te las pague? ¿O las quieres cambiar por un trozo de hamburguesa?
- Que no. Mira, Momoka es como las patatas, yo las tengo, Momoka dice que está enamorada de mí pero yo no la hago caso, tú estás enamorado de ella y…
- ¿Estás bien, Kamui? Dices cosas muy raras.
- Es inútil ponerte ejemplos a ti. A ver, escúchame con atención, yo no sé si me gusta Momoka, durante años la he tenido pegada a mí y ha sido una verdadera molestia pero al final he terminado apreciándola.
- Pero no estás enamorado de ella - afirmó muy rotundo Nowaki.
- Y también te aprecio a ti, Nowaki.
- ¿Estás enamorado de mí? - gritó - ¡Eso no puede ser! ¡Es antinatural!
- ¡No estoy enamorado de ti!
Kamui había alzado el tono de voz y varias personas en las mesas contiguas se habían quedado mirándoles.
- ¡No grites tanto! Estás llamando la atención.
- A mi… yo… creo que… me gusta otra chica.
- Si, Kumoyuki.
Ahora era Kamui el que le miraba con la boca abierta.
- ¿Cómo lo sabes?
- Porque lo sé. Te vi con ella y lo sentí, quizás fue una mirada, un gesto o una sonrisa.
- Creía que no se me notaba.
- Oh y no se te nota, Momoka no se ha dado cuenta ¿Desde cuando te gusta?
Nowaki era mucho más observador de lo que Kamui suponía o quizás era tan pasional, tan básico que no había manera de ocultar esas cosas a sus ojos. Como él se dejaba llevar continuamente por sus impulsos, sin disfraces, sabía ver por debajo de los disfraces de los demás.
- Momoka es más guapa que ella pero ella tiene mejor delantera.
Pero eso sí, era tonto de remate.
- ¿Se lo has dicho a ella?
- ¿A quien?
- A Akane, tonto.
- Bueno, en realidad no se cuales son mis sentimientos.
- Pero ella te gusta, la miras así de reojo y se te ponen los ojillos felices ¡Si es que no se me escapa una!
- ¿Te das cuenta de todo?
- ¡Vaya que sí! Te conozco, te conozco muy bien, Kamui Kaguya, a mí no puedes ocultarte nada.
Realmente Nowaki era sorprendente.
- ¿Y le has dado algún besito?
Y tonto.
- He salido un día con ella.
- ¡Lo sabía, lo sabía! ¡Besito, besito!
- ¡No pasó nada de eso!
- Pues mira que eres tonto. Si yo saliese con una chica lo primero que haría sería darle muchos besitos, para que viera lo que me gusta.
Tonto de remate.
- ¿No vas demasiado deprisa?
- No que va, estas cosas hay que cogerlas en caliente… ¿Tú le gustas a ella?
- Dímelo tú, que eres tan buen psicólogo.
- Ay, pues no sé. A ella no la conozco tan afondo como a ti, aunque no me importaría hacerle un examen, no le haría ascos.
En esos momento Nowaki tenía cierto gesto de bobo en la cara, Kamui prefirió no saber en que estaba pensando.
Definitivamente, era tonto.
Nowaki miraba fijamente a Kamui, se le veía más serio de lo habitual en él.
- ¿Le confesaste tus sentimientos a Akane? ¿Qué te dijo?
- Yo le he escrito una carta explicándole lo que siento cuando la veo, cuando estoy a su lado. De cualquier forma ella opina que debo hablar con Momoka. Cree que a mí quien me gusta es Momoka y dice que debo hablar con ella.
- Y por eso quieres salir con Momoka, para ver que sientes - el tono de voz de Nowaki se hizo bastante serio - Kamui, si le pides salir a Momoka ella se va a ilusionar mucho, porque tú siempre le has gustado, realmente está enamorada de ti, eso lo descubrí hace tiempo, y si se ilusiona y luego tú descubres que no te gusta, ella va a sufrir mucho y yo… yo no te perdonaré… nunca.
- Yo no quiero hacerla daño. De hecho pensaba retirarme, dejar que tu ganaras, quería que fuera para ti, pensé que la merecías más que yo y que la harías más feliz, quería renunciar a ella, quería que se enamorara de ti, porque yo se que te aprecia y te valora y que se te da una oportunidad tú lograrás que se enamore de ti, consigues eso de la gente, que todos te quieran.
- Momoka no es algo que tú me puedas regalar.
- Eso mismo me dijo Akane. Dijo que Momoka tenía el derecho de poder elegir ella libremente a quien quisiera y también que debía hablar con ella y ser sincero porque si no estoy enamorado de ella…
- Tiene derecho a saberlo… ella debe ser dueña de su propio destino, debe ser libre para elegir olvidarte o luchar por ti.
Kamui le miraba, Nowaki tenía aquel gesto tan inusual en él que le confundía.
- Creo que Akane me empezó a gustar porque me recuerda a ti.
- ¿Qué? ¿Qué estás diciendo? - gritó escandalosamente - ¡Lo sabía! ¡Eres un pervertido!
- ¡Pero te quieres tranquilizar!
- ¡No me tranquilizo! ¡Eres un pervertido! ¿Qué quieres hacerme?
- Ahora mismo matarte.
- Mira Kamui, tú eres mi amigo y te aprecio mucho pero yo… yo… ¡Yo no soy gay!
- ¡Ni yo tampoco, Nowaki! ¡Ni yo tampoco!
- ¿Entonces, por qué me dices esas cosas?
- ¡Si es que no me dejas terminar, imbécil! Anda tranquilízate. No me gustas, no me he enamorado de ti y no quiero meterte mano ¿vale? Lo que quería decirte es que tú has sido un gran amigo para mí, cuando me uní a aquella gente tú me buscaste y no paraste hasta que me hiciste entrar en razón, no te importó nada, ni lo que te dijeran, ni las sanciones, ni las consecuencias.
- Eres mi amigo Kamui, te tenía que ayudar.
- Eres un caso Nowaki, sigues tus impulsos sin pensar en nada, eres cabezota y tenaz. Cuando empecé a tratar a Akane me dí cuenta de que me recordaba a ti, ella no es una hiperactiva cabeza-hueca como tú, ni gritona, ni escandalosa, es bastante más inteligente que tú, pero cuando hablo con ella estoy muy a gusto, siento que puede ser mi amiga, siento que me escucha y me comprende, sabe leer dentro de mí, ella me mira sin… sin nada, sin exigirme que sea perfecto, no como al popular Kaguya, si no como a un chico normal… no sé pero me recuerda a ti, quizás porque tu eres la primera persona que realmente me comprendió y además ella es tenaz y cabezota… no sé si se explicarme.
- Te entiendo - dijo Nowaki acercándose a él - Para mí mis amigos son muy importantes y tienes razón, ella es igual que yo, nunca abandona a sus amigos; cuando te fuiste, ella no tenía porqué hacerlo pero me apoyó tanto como los demás, como Momoka, Himeko o Kenshi. Tú no la habías tratado demasiado, creo que ni le caías bien, pero se implicó, aunque no suelas verla con nuestro grupo ella es una buena amiga nuestra, tampoco quiero que la hagas daño.
- ¿Por qué todos pensáis que voy haciendo daño a todo el mundo?
Nowaki se cruzó de brazos algo enfurruñado.
- ¿Le has dicho que vas a salir con Momoka?
- Si.
- No hagas daños a Momoka, por favor, ella no se lo merece.
- Solo quiero…
- Solo vas a salir con Momoka porque te lo ha dicho Akane ¿A que sí?
Kamui guardó silencio.
- Para ti sería más fácil no hacer nada ¿verdad? Dejar que todo siguiera como hasta ahora. No te gusta enfrentarte a tus sentimientos… Momoka es una gran persona, no juegues con ellas, es mejor que les dejes las cosas claras desde el principio. Si crees que no estás enamorado de Momoka díselo pronto y claro, le dolerá, pero es más fuerte de lo que piensas, lo superará, pero no juegues con ella. No salgas con Momoka solo para quedar bien delante de Akane, dañarás a Momoka y ofenderás a Akane.
- Nowaki yo…
- Se que piensas que soy un cabeza-hueca que me cuesta comprender las cosas y será verdad, pero hay una cosa que sé: todos tenemos sentimientos.
- Yo no quiero dañar a nadie, ni a Momoka, ni a Akane, ni a ti.
- ¿Qué te gusta de Momoka? - casi gritó de pronto cambiando el tono de voz, volviendo a sonreír abiertamente - A mí me gusta porque es muy mona ¡vaya que sí! Es la chica más guapa que conozco y es muy lista y aunque me pegue y me grite me gusta ¿y a ti?
- No sé, es mi amiga, es bastante molesta pero no es culpa suya, son cosas de la edad.
- Pero ¿Qué te gusta de ella?
- No sé, es más una sensación de estar a gusto con ella.
- ¡Mira que eres tonto! ¡Vaya que sí! ¿Qué, qué te gusta? ¿El pelo? ¿Los ojos? ¿La cara? ¿El culo? ¿Qué?
- Supongo que… sus ojos.
- ¿Y de Hikari?
- ¿Hikari?
- Si, Hikari, tu amiga, no te olvides de ella, sé que también te gusta.
Kamui sonrió.
- ¿Qué te hace gracia?
- Akane también lo mencionó, casi dijo lo mismo que tú ¿Crees que me gusta
Hikari?
- Entre todas las chicas que había en ese lugar te molestaste en sacarla a ella y nunca la abandonas ¿Qué te gusta de Hikari?
- Pues no se… Hikari es… no sé… ¿Pero que os ha dado con Hikari?
- Tampoco debes menospreciarla, que sea tu amiga no te da derecho a tenerla de repuesto… Pero vamos a dejarla, por lo visto ahora no te preocupa ofenderla a ella ¿no?
- No es eso.
- ¿Y de Akane? ¿Qué te gusta de Akane?
- No te lo voy a decir.
- ¡Ah! - gritó - ¡Pervertido, pervertido! ¡Kamui-kun es un pervertido!
- Es que no tengo nada que decir.
- ¿No te gusta nada de ella? Mira que eres raro, te gusta una chica que no te gusta nada de ella… rarito, rarito.
Nowaki se incorporó y con los ojos muy abiertos se acercó a Kamui mirándolo fijamente.
- ¿Qué te pasa, bobo?
- ¿Sabes una cosa? Una vez mi padre me dijo que los hombres tenemos tres corazones, uno en el cerebro, otro en el pecho y otro en… los genitales.
- Una teoría fascinante.
- El caso es que me explicó porqué pero ahora no me acuerdo… ¡que rabia! Luego se lo preguntaré, tu espera y te lo explicaré, de veras.
- Estupendo, me muero de curiosidad.
- Bueno ¿Y por qué me has dicho que va a pedirle una cita a Momoka?
- Para que no te mosquees.
- Hummmh - Nowaki torció la boca. Seguro que no era por eso, seguro que quiere algún tipo de consejo, o hablar con alguien pero como es tan orgulloso no se atreve a decirlo.- Si que eres raro. Pero no me importa que salgas con Momoka, al final se quedará conmigo, ya lo verás
- En realidad, como no se si siento algo por Momoka o solo es la costumbre de que siempre está a mi lado, no voy a pedirle una cita de “novios” solo de amigos, solo quiero hablar con ella a solas, hablar de cosas que no solemos hablar, quizás así descubra cosas de ella y lo que siento… no sé porqué me esfuerzo en explicártelo a ti, si no va a entender nada.
Nowaki volvió a incorporarse y acercándose a Kamui le puso ambas manos en las mejillas, obligándole a mirarle.
- ¿Cómo de tonto crees que soy?
- Nowaki me estás manchando de grasa.
Le soltó y volvió a sentarse.
- Entiendo que estés confuso, lo que no entiendo es por qué ahora, de pronto, te gusta Akane.
- ¿Qué pasa? - Kamui se había puesto algo furioso - ¿Por qué no me podría gustar? ¿Acaso tú también piensas que no es suficientemente buena para un Kaguya? ¿Solo me deben gustar las populares?
- Vaya… estás muy colado por ella.
Kamui se cruzó de brazos y cerró los ojos con rabia. En su mente estaba reviviendo la conversación mantenida la noche anterior, durante la cena.
“Era una situación tensa, Fuma había ido a cenar, él tenía su propio apartamento pero de vez en cuando acudía a cenar, situación que incomodaba enormemente a Kamui y que era incapaz de comprender, al igual que no comprendía como sus padres le permitían la entrada después de cómo se había comportado con ellos. Su padre estaba bastante más serio de lo habitual, el hecho de que Kamui hubiese amenazado y agredido a un chico del instituto no le había agradado mucho. Serio, estricto, a penas había hablado desde que le comunicaron que debía acudir a hablar con la directora. Su madre estaba compungida, se la veía preocupada, pero por otro lado, sonreía a Kamui con ternura tratando de darle ánimos aunque se sintiese molesta; su madre esperaba a hablar con él para conocer su versión de los hechos aunque eso no quisiese decir que los aprobase y que no estuviese pensando en darle una buena charla.
Fuma era el peor, no paraba de mirar socarronamente a Kamui.
- Estúpido hermano pequeño - le decía.
- ¡Déjame en paz! - replicaba apretando los dientes Kamui.
- Fuma, Kamui, estamos cenando - intervenía la madre - Dejarlo ya.
- Tienes a tu hijo pequeño muy mimado, madre, cree que puede ir haciendo lo que le venga en gana. Por su culpa los Kaguya estamos dando una muy mala imagen.
Se hizo un incómodo silencio.
- Sentí mucha vergüenza cuando me contaron lo que le hizo a ese chico - continuaba Fuma, no había tardado uno de los profesores en ponerse en contacto con él - Tu hijo casi ahoga a ese chico.
Kamui se mordió los labios.
- Nunca entenderé porqué hiciste algo así - se lamentó la madre.
- Se lo merecía - gruñó Kamui.
- No hay nada que no se pueda solucionar hablando - agregó la mujer.
- Hay gente con la que no se puede hablar, no entienden las palabras.
- Seguramente tendrá que ver con esa chica, Kumoyuki, la que estuvo en casa, no es la primera vez que vuestro hijo ataca a alguien por ella.
- ¡Déjala en paz! Ella no tuvo nada que ver.
- Te tomas muchas molestias por una chica tan simple, hermanito, deberías escoger mejor tus amistades.
- ¿Qué tienes que decir tú de mis amistades?
- Nada, pero deberías controlar esos impulsos de héroe romántico.
- ¿Es eso cierto? - interrogó muy serio su padre - ¿Fue por una chica?
Kamui se levantó enfadado.
- ¡Siéntate! - ordenó su padre - Te estoy hablando.
- Ella no tuvo nada que ver, ni sabe porqué lo hice. Por favor, no intentéis implicarla.
- Eres tonto hermanito, eres muy tonto y débil. Eres tan débil y patético que te dejas llevar por tus sentimientos. Así no vas a lograr nunca nada, ni siquiera defender a la chica que te interesa sin meterla en un lío. Empieza a madurar de una vez.
- ¿Ha sido por esa chica? - inquirió el padre.
- Ha sido porque he querido - contestó bruscamente.
- Los celos te están destruyendo Kamui, estás perdiendo el control… patético.
- Kamui… hijo… - su madre le miraba llena de pena.
Kamui no contestó, le daba igual lo que pensaran.
- Lo peor es que ella no lo merece, es una chica vulgar y corriente, que no merece la atención de un Kaguya, no tiene clase, ni estilo.
- ¿Pero que estás diciendo Fuma? - intervino algo molesta su madre.
- Ya puedes ir explicándole que nunca va a formar parte de nuestra familia. Revuélcate todo lo que quieras con ella y vuelve a la realidad, hermanito, eres un Kaguya y te debes a la familia ¿Verdad, padre? - esto último lo dijo entre dientes y con cierto tono de reproche.
Fuma se levantó.
- ¡Fuma! - habló su padre en un tono de voz grave y severo.
- Si tú no cuidas de la imagen de nuestra familia, lo haré yo, padre.
- Fuma, no me contestes, ni me levantes la voz.
- ¿Por qué? Eres tan débil como tu hijo, serías capaz de dejarle que metiera esa vulgaridad en nuestra familia, le tienes muy mimado padre.
- ¡No te consiento que me hables así!
- ¿Y que vas a hacer? ¿Me vas a pegar?
Fuma lanzó una mirada furiosa a sus padres y se marchó. El padre también se levantó y le siguió.
Kamui se encontraba rabioso, sentía la sangre golpeando en sus sienes, respiraba deprisa… trató de relajarse, su madre se había levantado y le acariciaba el pelo, apartó su mano casi con desprecio.
- ¡Déjame! ¡No me trates como a un niño pequeño!
- Pero Kamui…
- Déjalo mamá, Fuma tiene razón, solo soy un débil niño malcriado pero…
Las palabras se amontonaban en su garganta sin querer salir, sentía un nudo tremendo que le ahogaba y le producía dolor… ¡como odiaba a su hermano! ¡Como odiaba esa prepotencia y esa superioridad! ¡Como odiaba que le humillase continuamente! ¡Y pensar que de niño era la persona que más admiraba! ¿Cómo podía haberse convertido en eso? Hacía daño a sus padres, hacía daño a todo el mundo y no comprendía como podían personarle y dejar que pisase aquella casa… todo eso le producía una rabia incontenible.
- Kamui, no hagas caso a Fuma - su madre hablaba dulcemente - Nadie te va a obligar a escoger a tus amigos.
Pero Kamui se encontraba demasiado rabioso para escuchar nada.”

Nowaki le miraba sin pestañear.
- ¿Te he molestado? - le preguntó.
- ¿De veras crees que nunca me fijaría en una chica como ella?
- No, no es eso, yo no he dicho eso. No me entiendes.
- ¿Acaso es tan fea? Y aunque lo fuera ¿Es estúpida? ¿Desagradable? ¿Antipática?
- Kamui no me refiero a eso…
- ¿Momoka y yo somos novios?
- No ¿A que viene esto?
- ¿Le he insinuado alguna vez a Momoka que quiero ser su novio, que estoy enamorado de ella o tan siquiera que me gusta?
- Pues… no.
- Entonces ¿Hay algo que me ate a ella?
- No pero…
- ¿Qué pasa? ¿Tengo que enamorar de Momoka a la fuerza solo porque yo le guste
a ella? ¿Yo no tengo derecho a elegir quien me gusta?
Nowaki bajó la mirada.
- Solo quiero conocer a Akane, quiero saber que me atrae de ella, quiero saber porqué deseo estar a su lado y tocarla, por qué pienso en… cosas que antes nunca había pensado… quiero conocerla, estar a su lado, pasear, reír…¿Es tan terrible que quiera conocer a una chica que me resulta interesante? Tampoco he dicho que esté enamorado de ella ¿Por qué en cuanto me acerco a una chica pensáis que quiero hacerla daño?
- ¡Está bien! ¡Ya lo he comprendido!… He comprendido más de lo que crees ¡vaya que sí!

La merienda estaba resultado muy agradable. Ryuko se divertía mucho viendo a Kyojin y Akane peleándose por los pastelillos de chocolate. Akira les miraba sintiendo una extraña sensación ¿Qué era?. Esta en su casa, un ambiente cotidiano, con sus amigos, con Kyojin, su amigo de toda la vida y con Ryuko y Akane a las que también conocía hacía ya tiempo. Todo cotidiano, no parecía haber nada extraño, su hermana se había marchado, su madre también obligó a salir a su padre con ella… todo cotidiano; todo era normal pero no lo era, sentía algo distinto en el ambiente, quizás era el hecho de que Akane llevaba puesto ese kimono tan cargado de recuerdos de su infancia o ese ambiente tan relajado o el juego que habían iniciado Kyojin y Ryuko de lanzarse miradas furtivas y desviarlas rápidamente cuando se cruzaban… ¿Qué era? ¿Qué era?
- Ryuko - habló Akira - ¿Qué te han dicho tus padres de lo que pasó ayer?
- Ah, pues… nada… no se lo he dicho.
- ¿Por qué has hecho eso? - preguntó extrañado Kyojin.
- Porque no… prefiero que no lo sepan.
- ¿Y cómo vas a explicar lo del castigo? - se interesó Akira.
- No… no lo sé… les diré que es un castigo para toda la clase o no se.
- ¿Pero no van a hablar tus padres con la directora? - también se preocupó Kyojin.
- No… no… no quiero que sepan que me utilizaron para…
- Bueno, tranquilízate - habló suavemente Akira - No pasa nada y nadie te culpa a ti de nada, seria absurdo…
- Fue culpa mía - se oyó susurrar débilmente a Akane, como en un quejido.
Los tres la miraron, Akane había cruzado sus brazos por delante de su estómago como si le doliese e inclinado ligeramente mientras se balanceaba hacia delante y atrás, de una forma suave y casi imperceptible, pero lo hacía; su mirada parecía perderse en algún punto del suelo y todo su rostro reflejaba cierta tensión.
- Ha sido culpa mía - repetía de forma vacía.
- ¿Akane, te encuentras bien? - preguntó alarmado Kyojin.
- ¿Te duele algo? - también se preocupó Akira.
- Akane - la voz de Ryuko parecía temblar, inspiró fuertemente - Akane - repitió esta vez de forma mas segura - ¡Akane mírame!
Akane solo levantó los ojos un poco y la miró con pena durante unos segundos.
- ¿Qué te pasa? - no sabía porqué pero Akira comenzaba a alarmarse - ¿Akane?
Ryuko se levantó bruscamente y se acercó al sofá donde estaban sentados Akira y Akane. Estaba muy nerviosa, no podía ser, no podía volver a pasar, tenía que hacer algo ¿qué hacía?
Repentinamente empujó a Akira haciendo que cayese sobre Akane, llevado por la sorpresa, el cuerpo de Akira no opuso resistencia y arrastró a Akane tumbándola en el sofá, quedando ambos en una situación que vista desde donde estaba Kyojin resultaba de lo más comprometida.
Akane abrió los ojos y miró confundida a Akira que, apoyado en sus manos, aturdido, no se movía.
- Lo siento - dijo Ryuko atropelladamente - Es que me he resbalado, que torpe.
- ¿Se puede sabes que pretendes, ciervo del demonio? - bramó al fin la chica.
- Yo… esto… ¿suicidarme?
Ryuko suspiró aliviada, por fin Akane había reaccionado. Kyojin seguía observándoles, aun sin moverse, uno sobre el otro y no pudo evitar romper a reír.
- ¿Dónde tienes tus manos, bambi? - volvió a gruñir Akane.
- Donde puedo… Es que… me he caído… creo y…
- ¿Sabes lo que estoy pensando?
- Ha sido sin querer…
- Estoy pensando en matar a un ciervo… ¡quieta ya de encima y deja de tocarme!
- Lo siento - Akira se incorporó algo aturdido todavía por la escena, la verdad es que tenía que reconocer que al caer sobre Akane había puesto sus manos en diferentes partes del cuerpo de la chica algo comprometidas. Miró a Kyojin que seguía riendo y a Ryuko que, volviendo a sentarse también sonreía, si no fuera porque conocía a Ryuko hubiera jurado que lo había hecho a propósito - ¡Vale ya Kyo! Ha sido un accidente.
Akane también se incorporó de bastante mal humor.
- No se si perdonarte, bambi… Bueno si… te perdono si me das chocolate.
- Te lo has comido todo.
Akane se apoyó mimosa en su hombro.
- Jo, Aki, dame chocolate.
- Mejor ve a ponerte tu vestido y nos vamos.
- Si me das chocolate no me enfado contigo en toda la tarde.
- Muy tentador pero no serías capaz de cumplirlo.
- Dame chocolate y no les cuento como me has metido mano para bajarme la cremallera.
- ¿Qué has hecho, Akira! - le miró inquisidor Kyojin.
- ¡Yo no te he metido mano!
- ¡Uy que no! Anda… dame un poquito.
- ¡Agggh! Haced el favor de olvidarme…
Si por algo se caracterizada Akira era por captar todos los detalles y por supuesto aquella actitud tan extraña en Akane y la reacción aún más rara de Ryuko no las veía nada normal.

viernes, 15 de octubre de 2010

42. Si huele a chocolate sabrá a chocolate

Akane se puso el vestido que le habían llevado, era un vestido bonito, entallado, con una cremallera a la espalda. Se lo había puesto y empezado a subir la cremallera, le estaba demasiado ajustado pero la cremallera cerraba, el problema empezó cuando llegó a un punto donde ya no podía subir más., Akane contuvo la respiración y volvió a intentarlo, pero nada, no subía, pensó que quizás se había quedado atascada y que si bajaba un poquito se desatascaría… y entonces fue cuando se dio cuenta de que ni subía, ni bajaba, y encima ella no podía respirar con normalidad.
- ¿Qué hago? ¿Qué hago? ¡Dios que apuro!… ¿Cómo voy a salir de aquí?
Abrió la puerta y se asomó. No había nadie a la vista. Si al menos pudiera llamar a Chiharu. Echó un vistazo a la habitación de Akira, encima del escritorio estaba su móvil. Lo cogió y buscó en la agenda; por fin, encontró el teléfono de la chica. Comunicaba. ¡Vaya por Dios! ¿Qué hacía? ¿Esperar a que se preocupasen por su tardanza y subieran a buscarla? De nuevo buscó en la agenda del teléfono. Bien, allí estaba, el teléfono de esa casa.
Marcó. La llamada sonó en el salón.
- Dígame - oyó la voz del padre de Akira.
- Hola, hola… soy una compañera de Akira - trató de que su voz sonase distinta - ¿Está?
- Si ¿Quién le digo que eres?
- Ah… si… Karura, soy Karura.
- Espera un momento - el padre fue a la cónica donde Akira y su madre recogían - Akira, te llama una tal Karura.
- ¿Karura? ¿Qué pasará? - se preguntaba si estaría bien, era muy extraño que le llamase, así, de pronto. Cogió el teléfono - ¿Karura?
- Soy yo, Akane, por favor ayúdame.
- Pero ¿Qué…? ¿Qué quieres ahora?
- Por favor sube, tengo un problema.
- ¿Estás segura? Mira que como sea para burlarte de mi me voy a enfadar.
- Te lo juro, por favor, sube, que tengo un problema, por favor, por favor, que no quiero chocolate, lo juro.
- Está bien, voy a ver - colgó - ¡Mujeres!
Subió y tocó la puerta.
- ¿Akane, estás visible? ¿Puedo pasar?
Casi sin dejarle terminar, Akane había abierto y tiraba de él hacia adentro.
- ¿Qué te pasa?
- Esto.
- ¿Qué? - Akira no veía nada raro, se había puesto el vestido y le quedaba genial, tal vez, demasiado genial.
- Que no puedo abrochármelo y tampoco respirar - dijo la chica girándose - Me estoy agobiando mucho y no baja, por favor, termina de abrocharme tú.
- Madre mía, anda vez… ¿Y vas a poder respirar? - Akira empezó a intentar subir la cremallera.
- Parece que tu madre es más delgada que yo.
- Es de cuando era joven.
- O tu tienes más… ya me entiendes. Es imposible, además está atascada.
- ¿Qué pasa?
- Que tampoco baja.
- ¿Cómo que no baja?
- Intenta no respirar.
- ¿Qué no respire? ¡Si ya no puedo respirar menos!
- Es que no baja… ni sube.
- Bueno, mantengo la respiración.
Pero aquello no se movía, ni para arriba, ni para abajo.
- Voy a hacer una cosa. Le diré a Chiharu que suba a ayudarte y mientras te buscaré otra cosa.
No encontró a Chiharu. Fue a la cocina.
- ¿Y Chiharu?
- La han llamado, se ha ido a la calle para hablar, no quiere que la expliquemos.
- ¿A la calle? Está loca, ya podía haber ido a su cuarto. Oye mamá, que Akane tiene un problema, el vestido le queda muy ajustado, habría que buscarle otra cosa.
- Oh, que pena, bueno iré a darle otra cosa.
- Es que mejor voy yo… se le ha quedado atascada la cremallera y no puede…
- Menudo problema, bueno pues ve a ayudarla.
- Pe… pero…
- Ve, no seas pesado. Yo le busco algo.
- Esto… ¿vas a ir al trastero de la ropa?
- Claro, no creo que lo de tu hermana le valga.
- Podrías… ¿Podrías dejarle ese yukata tuyo azul, el que parece el cielo estrellado?
- ¿Y eso?
- A Akane le quedará genial.
Yoshiko no sabía si sentir celos, pena o ternura. Su hijo, su pequeño, quería que esa chica se pusiese aquel kimono de verano porque le iba a quedar bien, un kimono que era suyo, de su madre, quizás aquella chica le importaba más de lo que suponía. Como madre lo que más deseaba en el mundo era la felicidad de sus hijos. Akira era un chico reservado, nunca pedía nada, parecía que nada le motivaba, nada le atraía, solo su cielo y sus estrellas, se quejaba por todo pero en realidad no se quejaba por nada, era la primera vez que le veía hacer una sugerencia de forma espontánea, sin sopesar pros y contras, solamente guiado por una idea absurda, sin sentido… eso debía significar algo, su instinto de madre se lo decía. Mientras buscaba el kimono lo decidió: no sabía lo que esa chica sentía por su hijo, desde luego enamorada no parecía, pero daba igual, si le gustaba esa chica, sería para él y más valía que no le hiciese daño. Encontró el yukata, era curioso que entre tanta ropa Akira se acordase precisamente de ese; siempre le había gustado, cuando ella se lo ponía, su niño la miraba embobado durante minutos. Que pena, su hijo se estaba convirtiendo en un hombre, dentro de poco pensará en formar su propia familia, bueno, aunque ahora le gustase esa chica no quería decir que fuese a casarse con ella, no, era mejor dejarle que disfrute de lo que quiera ahora, ya llegarían las responsabilidades más tarde.

Akira continuaba con su batalla contra la cremallera.
- ¿Por qué has tenido que venir tú?
- Chiharu está fuera de servicio, cuando habla con sus amigas la perdemos durante horas y mi madre está buscándote ropa ¿Qué querías? ¿Qué viniera mi padre?
- A lo mejor tiene más mano que tú.
- Ahhhhh… hago lo que puedo.
- Estoy pasando mucho bochorno.
- Eso es por todo el chocolate que has tomado.
- ¿Crees que tu madre se enfadará si lo cortamos con una tijeras?
- Si, seguro.
- Pero si descoses la cremallera luego yo puedo coserla de nuevo.
- No parece tan fácil. A ver, intenta… meter el pecho.
- ¿Cómo voy a meter el pecho?
- No sé, encógelo, es que tengo que intentar meter los dedos para…
- ¿Cómo lo voy a encoger? ¿Tú que te has creído que son? ¿Pelotas hinchables?
- Esto está empezando a ser un gran problema.
Yoshiko se acercó a la puerta de la habitación, esta no estaba cerrada del todo, una mínima rendija quedaba abierta. Fue a empujar la puerta pero se detuvo, las voces de Akira y Akane se oían, pensó que no estaba mal escuchar por unos momentos, no era nada malo, solo quería ver, mejor oír, como actuaban cuando no se les observaba.
- Akira eres muy bruto.
- Tiene que ser así, aquí no valen sutilezas.
- Pero me haces daño ¡salvaje!
- Si no lo hago así no lo voy a conseguir. Esto es muy estrecho.
- ¡Pero ten cuidado! ¡No me muevas así!
- Perdona… ¡Ay que delicada eres!
- A ti te querría ver yo en mi situación.
- No creo que nunca me pase.
- Vete tu a saber, hay cosas muy raras en la vida.
- A ver, Akane, échate un poco hacia abajo… no, así es peor.
- ¿Qué haces? - gritó de pronto la chica.
- ¿Qué?
- ¡No me toques!
- No te estoy tocando.
- Si que me tocas.
- Pero es que tengo que tocarte ¿cómo lo voy a hacer si no? Recuéstate un poco.
Yoshiko no salía de su asombro ¿realmente le estaba bajando la cremallera?
- Mira, túmbate, a lo mejor así es más cómodo.
- ¿Tu crees? Vale me tumbo ¿Dónde?
- Pues en mi cama, no va a ser en el suelo.
Hubo un silencio. Yoshiko estaba a punto de entrar, no, mejor llamaría antes.
- ¡Ay, me has pellizcado! - se volvió a oír.
- Quejica.
- ¿Es la primera vez que haces esto, Aki?
- Ajá.
- Se nota ¿Vas a tardar mucho? Porque me está entrando sueño.
- Pues duérmete y déjame a mi hacerlo… ¡ya! ¡ya! ¡Por fin!
- ¡Ay que maravilla! ¡Puedo respirar a pleno pulmón!
Akane respiró hondo confirmando este hecho mientras se incorporaba sujetándose el vestido por delante y sentándose en la cama.
- Lo que nos ha costado ¿eh? - sonreía Akira sentado a su lado - Ahora me fumaría un pitillo.
- Si, esto ha sido como un parto, anda, lárgate.
Sonaron golpes en la puerta.
- ¿Se puede entrar? - preguntó Yoshiko.
- Claro, está abierto.
Akira se levantó para irse mientras pensaba lo extraño que era que su madre anduviese pidiendo permiso. Se cruzó con su madre, que entraba con el kimono, al salir de la habitación.
- Toma, espero que te siente bien.
- Gracias señora pero solo va a ser un rato, no hacía falta tanta molestia.
- Akira quiere que te pongas este, siempre le ha gustado.
Akane se quedó extrañada. Como fuera una broma de ese inútil iba a quedar menguada su capacidad para reproducirse, se dijo.
Akira esperaba en el comedor. Su madre, había insistido, no hacía falta que la ayudase más, lo haría su padre. La gatita naranja se subió a su regazo.
- Hombre Kumiko ¿Dónde estabas?
La acarició el cuello haciéndola ronronear mientras pensaba como le quedaría aquel kimono a Akane, bueno, saldría pronto de dudas.
Los pasos de Akane habían sido tan suaves y él estaba tan abstraído que no la oyó llegar hasta que estuvo casi a su lado. La miró sorprendido.
- Gracias Akira, es precioso.
Si, él tenía razón, aquel kimono azul con estrellas bordadas le quedaba genial. Siempre le había gustado ese kimono, sería porque era como su querido cielo por las noches, recordaba a su madre con él puesto, de hecho, no recordaba ningún otro vestido; recordaba como le llevaba cogido de la mano, paseando y mirándola con aquel kimono, recordaba las tardes de verano y las noches viendo los fuegos artificiales en el cielo y el cielo en su madre, recordaba sentarse en el regazo de su madre y acurrucarse durmiendo mientras miraba las estrellas bordadas.
- ¡Eh! - Akane le sacó se sus pensamiento - Te has quedado ensimismado.
- Perdona, es que me trae muchos recuerdos.
¿Qué pasaría si ahora se dijese algo bonito? Con Akane nunca se sabía, quizás era el momento de averiguarlo.
- Estas… - vaya, ahora no sabía que decir - Estás… preciosa.
A falta de otro adjetivo mejor fue el único que se le ocurrió, la miraba realmente embobado y empezaba a pensar que sus capacidades mentales se habían bloqueado. Akane sonrió sentándose a su lado.
- Hola Kumiko - acarició a la gatita que optó por pasarse al regazo de la chica.
- No, no - Akira la retuvo y volvió a acariciarla - Si enganchas el kimono de mamá, te mata - la gatita maulló - ¿Te han dado de comer? Creo que no, anda vamos. Perdona un segundo, Akane.
Akane vio con pena que habían recogido la mesa y ya no quedaba ni licor. Se levantó a mirar el jardín. Era muy bonito, a ella siempre le había gustado aquel jardín, ojala ella tuviera un jardín, tenía dos casas y lo único que tenía era una maceta que además siempre estaba seca, plantase lo que plantase a ella no le sobrevivía nada.
- ¿Salimos? - dijo Akira al regresar.
- Vale.
Salieron y pasearon en silencio. No era un jardín muy grande, comparado con el que había visto en casa de Kamui era una ridiculez, pero era bonito y tenía un pequeño estanque donde se veían peces de colores.
- Me ha dicho tu hermana que parte de esta casa es tuya y que cuanto te cases vivirás aquí.
- Bueno, habrá que ver lo que opina mi mujer. Pero vamos, la idea es esa. Es lo que desean mis padres, durante generaciones los hijos de los Shikamoto han vivido pegados a sus padres… menos los míos, que, fíjate, cambiaron la casa familiar por Kizuna… como ves, las tradiciones se pueden cambiar.
- Si… meno mal. No me imagino a una chica como Karura viviendo al lado de sus suegros.
- ¡Y dale con Karura! ¡Que pesada eres!
- Bueno, tampoco a Yuri.
- ¿Y a ti? ¿Te imaginas a ti viviendo en la mansión Kaguya?
- Mira, no estaría mal, ahora que he conocido el lujo me siento tentada por él.
- ¿Sabes que eres una testaruda?
- Si, pero ahora mismo soy tu testaruda y me tienes que aguantar.
- Te aguantaría eternamente - susurró.
Akane se paró en seco.
- Eres mi amiga - continuó el chico - A los amigos se les suele aguantar sus manía, cuando los pierdes hechas de menos esas manías ¿Qué pasa? ¿No creerías que era una declaración, verdad?
- ¡Que imbécil eres!
- Pero soy tu imbécil y tienes que aguantarme.
- Tú y yo algún día terminaremos mal.
- Pesada…
- Inútil…
- ¿Quieres ver tu futura casa? - Akane le lanzó una mirada heladora - Según la teoría de Sumire eres la futura señora Shikamoto, esta será tu casa.
- ¡Oh! Soy la futura esposa del futuro jefe del clan Shikamoto, suena exótico.
- Tú ríete, ya te lo diré cuando veamos corretear por aquí a nuestros pequeños Shikamoto con pelo de zanahoria.
Akane se echó a reír.
- Bueno, no olvides que según la teoría de Jisei, soy la futura esposa de uno de los herederos de la prestigiosa familia Kaguya.
- ¿Te has parado a pensar que serás la cuñada de Fuma?
- Si, las reuniones familiares van a ser algo tensas.
Se miraron y rieron.
- ¿Qué será de nosotros en el futuro? - reflexionó Akane.
- No lo se, pero tu y yo seguiremos discutiendo, seguro.
Estaban parados el uno frente al otro, sus miradas se fijaron en los ojos del contrario y en ese momento sintieron como si el tiempo se parase. Quizás era por culpa del chocolate que Akane había tomado pero se sentía muy a gusto estando a su lado y tenía el impulso de acariciar su mejilla, solo un poco, no sabía porqué pero era algo que le apetecía. Con lentitud llevó su mano hasta el rostro de su amigo y apartando el cabello, rozó levemente con la punta de sus dedos su piel. Akira sintió aquel leve roce y cogió la mano de Akane acercándola aún más a su mejilla, haciendo que el roce fuera completo y manteniéndola allí. Le gustaba sentir la piel de Akane junto a la suya, cerró unos instantes los ojos ¿Cómo habían llegado a aquella situación? ¿Por qué todo tuvo que estropearse?
- Akane… tenemos que hablar de lo que pasó.
- Déjalo Akira, las cosas suelen suceder por algo.
- Te echo tanto de menos…
- No puede ser, no tuvimos tanta relación como para…
Los ojos de Akira parecían haberla hipnotizado, aquella mirada… sería culpa del chocolate, seguro, juraría que comenzaba a sentirse mareada.
Estaban cada vez mas cerca, tan cerca que Akira podía respirar el aliento con olor a chocolate de Akane… estaba tan cerca, solo un pequeño movimiento y si quisiese seguramente podría besarla…
- Hueles a chocolate - murmuró la chica a la vez que se dilataban sus pupilas.
- Tú también.
- ¿Sabrás también a chocolate?
- No deberías decirme eso, si no quieres que te diga que lo pruebes.
- Pero a ti no te gusta el chocolate…
- Pero si hay que comerlo, se come - Estaba tan cerca… solo un pequeño movimiento…
- ¡Akira! ¡Akane! - gritó de pronto Chiharu entrando atropelladamente en el jardín y rompiendo aquel momento - Hermana Akane, me tengo que marchar… ¡Ala, que guapa estás! ¿Este es el kimono de mamá, no?
- ¿Qué quieres, pesada? - gruño Akira con evidente mal genio.
- Despedirme de Akane. Ha sido estupendo comer contigo, espero que se repita. Ale, ya podéis seguir con lo vuestro… Y luego diréis que no estáis saliendo…
- Pero Chiharu…. - comenzó a decir Akane, pero Chiharu ya había desaparecido - Espero que no se imagine cosas raras.
- Oh, si, lo hará, seguro.

En la cafetería, sentada frente a Yuri, Momoka intentaba pensar de forma rápida la forma de sacar el tema que le interesada. Yuri la observaba, Momoka parecía muy intranquila, seguramente querría decirle algo y no sabría como.
Encima de la mesa un par de cafés y un trozo de tarta. Momoka lo había pedido para ver que hacía Yuri, por supuesto Yuri había dicho que ella no tomaría nada. Momoka miraba la tarta, era apetitosa.
- ¿Quieres un trozo de tarta? - dijo al fin.
- No, he comido mucho, de verdad Momo, estoy llena.
Momoka cogió un pedacito y se lo llevó a la boca.
- Está buenísima ¿De veras no quieres?
- Que no, pesada y tu tampoco deberías comer ¿No sabes donde se van todos esos azúcares?
- El azúcar es bueno para el cerebro.
- ¿Y quien quiere alimentar el cerebro? Los chicos no buscan a las chicas por su cerebro.
- A algunos les gusta que sean algo más que un buen cuerpo.
- Tú lo has dicho… a algunos. Vamos Momo, reconócelo, en los primero que se fijan los chicos es en el envoltorio.
- Si las mujeres no le diésemos tanta importancia a ese tema y no hubiera quien se esfuerza demasiado en ser perfecta, a lo mejor…
- ¿Es que te pasa algo Momoka?
- ¿A mi? ¿Por qué iba a pasarme algo? Yo no tengo ningún problema con mi imagen.
- ¿Qué ha pasado al final con Kamui? ¿Es que acaso le gusta otra chica?
- ¿A que viene ahora eso? No estamos hablando de eso.
- No, estamos hablando de tu falta de confianza.
- ¿De mi falta de confianza? ¿Quién ha hablado de mi falta de confianza?
- Pues tu. Vamos Momoka, se te nota a la legua.
- ¿Qué a mi se me nota?
- Mira, no todo el mundo puede ser perfecto pero… hay muchos trucos para lograrlo.
- Y supongo que tú conocerás esos trucos…. Yuri… ¡eh!
Yuri se había quedado mirando fijamente a la puerta de entrada.
- No mires Momoka, pero acaban de entrar Shugo y Setsu.
- ¡Ah! ¿Qué hacen esos aquí?
- ¡Y yo que se! Lo mismo han quedado con Kamui…. ¡Ay madre!
- ¿Qué pasa? ¿Qué hacen?
- Sentarse pero es que Hikari se ha acercado a ellos… parece que es una camarera.
- ¿Hikari?
Momoka ya no pudo más y se giró a mirar. Efectivamente Setsu y Shugo se habían sentado a una mesa y Hikari parecía tomarles nota de lo que iba a tomar.
- ¿Qué te pasa Hikari? Estás de peor humor de lo habitual - se burló Setsu.
- ¿Cómo crees que puedo estar trabajando en domingo?
- Oh, pobrecita, pobre chiquilla trabajadora.
- ¡Cierra la boca estúpido!
- ¿Os habéis dado cuenta de quienes están también aquí? - habló de pronto Shugo.
- Si, la boba de la pavisosa y su amiga la muñeca hueca - respondió con evidente desprecio Hikari - Ya las he visto ¿Qué no hay otra cafetería que tienen que venir precisamente a ésta?
- A lo mejor se la ha recomendado tu Kamui - siguió burlándose Setsu.
- ¡Qué te calles!
- ¿Les has dicho algo? - preguntó Shugo.
- Ni me he acercado a ellas.
- Pues a lo mejor deberíamos saludarlas - continuó Setsu sonriendo con malicia- Que no se diga que no somos educados.
- ¡No digas estupideces! ¿Setsu dónde vas?
Setsu hacía oídos sordos a Hikari y se acercaba a las chicas.
- Hola preciosas - dijo apoyando las manos en la mesa - ¿Esperáis a alguien?
- ¿Y a ti que te importa? - gruñó Momoka.
- Eh, preciosa, no te pongas tan a la defensiva, solo quería saludarlos, a fin y al cabo somos compañeros.
- Nosotros no somos compañeros - recalcó Momoka.
- Ay, que mal carácter tenéis las chicas… No muerdo… a no ser que me lo pidáis - añadió el chico mirando de forma descarada a Yuri.
- ¿Qué hacéis por aquí? - habló Yuri evitando su mirada.
- ¿No podemos estar dónde queramos? - Setsu se sentó al lado de Yuri - Esta cafetería es de los padres de Hikari, solemos venir mucho con Kamui.
- ¿Por qué te sientas? - se oyó de pronto a Hikari que se había acercado también - Vuelve a tu sitio y no molestes.
- No molesto. Intento hacerme amigo de ellas. Recuerda lo que dijo Kamui, quiere que nos vayamos conociendo.
- Pero ahora Kamui no está aquí - gruñó Hikari.
- Siempre es buen momento para estrechar lazos.
- ¿Qué pretendes Setsu? - interrogó Momoka - Sabes que no debemos relacionarnos.
- No se seas quisquillosa - replicó Setsu - Tenemos un amigo en común, no es bueno para él llevar una doble vida.
- ¡Setsu vuelve a tu mesa! - gritó Hikari.
- Vamos no seas así. El problema es que no nos conocemos ¿verdad rubita?
- Está bien, si quieres quedarte aquí quédate… haz lo que te de la gana.
Hikari se marchó bastante molesta.
- ¿Te llamas Yuri, verdad?
- ¿Por qué no te largas? - dijo bastante molesta Momoka.
- Yo soy Setsu. Vamos no seas así, seguro que a Kamui le gusta que nos llevemos bien.
- Mejor nos vamos, Yuri.
- Espera… el chico está siendo amable y considerado, tampoco vamos a comportarnos de una forma tan poco educada.
- Así, se habla rubia.
Momoka se levantó.
- Yo me voy Yuri ¿Vienes o no?
- Pero Momota ¿Qué nos va a pasar por hablar un rato?
- Ni un rato ni nada. Yo me voy… Esto… ¿Va a venir Kamui?
- ¿Si viene te quedas? - sonrió Setsu.
- No… no es eso… es solo que…
- No va a venir - Hikari había regresado con el pedido de Setsu - Está castigado por lo que hizo ayer.
- ¿Está castigado? - se interesó Momoka.
- Si y no pienses en ir a su casa. Un castigo es un castigo ¿Os traigo la cuenta entonces?
- Vamos Momoka, vamos a quedarnos un ratito… aún no te has terminado la tarta.
En realidad a Yuri le empezaba a gustar la presencia de Setsu, bien mirado era un chico muy mono y parecía interesado en ella. Momoka se volvió a sentar con evidente desagrado, por supuesto que en cuanto un chico demostraba el más mínimo interés en ella, Yuri parecía volverse tonta, le encantaba ser el centro de atención, y claro, ella no iba a dejarla sola con aquel chico.
Hikari se acercó ahora a Shugo.
- ¿Se va a quedar allí? - preguntó el chico.
- Eso parece… será imbécil.
- Déjale. De todas formas Kamui quiere que nos vayamos haciendo amigos de esa chica.
- Pero es que no la soporto, no la aguanto ¿Quién se ha creído que es? Ya tuvo que preguntar por Kamui… le he dicho que está castigado.
- ¿Por qué le has dicho eso? Sabes de sobra que ha quedado con su amigo.
- Porque esa es capaz de presentarse donde están… No la aguanto, no la aguanto. Con todo lo que yo he hecho por Kamui ¿por qué me hace esto? ¿Por qué tengo que soportarla?
- Sabes que Kamui hace las cosas a su manera. Yo creo que os quiere comparar para poder elegir.
- ¿Me va a mi a comparar con esa? Es igual, yo tengo ventaja, ahora Kamui confía más en mi que en ella, ella es egoísta y posesiva, yo le comprendo mucho mejor y él terminará dándose cuenta.

Ryuko caminaba desde su casa al lugar donde había quedado con Kyojin. Miró el reloj, iba con tiempo. A Ryuko no le gustaba llegar tarde a ninguna cita, ya fuera con sus amigas o en este caso con Kyojin. Siempre pensaba que si llegaba tarde sus amigos iban a marcharse sin esperarla. Esto le pasaba porque de pequeña le costaba mucho hacer amigos. Era algo extraño porque ¿Qué tenía ella de malo? No tenía mal carácter, era amable, quizás algo introvertida pero ¿Esa era razón para que no quisiesen ser su amiga? Akane fue la primera amiga que tuvo, ella le daba toda la energía que le faltaba, siempre estaba a su lado, junto a ella ya no tenía miedo de relacionarse con nadie pero aún así ella seguía sin caerle bien a la gente, siempre tenía la sensación de que la aguantaban porque iba como Akane. Luego llegó Jisei y las tres se hicieron inseparables y luego… luego apareció Ayesa… ¡Cuánto echaba de menos a Ayesa! Hacía mucho tiempo que no la veía, claro que eso estaba bien, así es como tenía que ser.
A pesar de que llegaba antes de lo que habían hablado, Kyojin ya estaba esperándola.
- Hola ¿Has esperado mucho? - dijo algo apurada y comprobando de nuevo su reloj.
- Llevo esperando una media hora.
- ¿Tanto? ¡Pero no puede ser! Mi reloj…
- Tranquila, has llegado diez minutos antes de la hora, soy yo el que me he adelantado.
- ¿Por qué?
- No quería hacerte esperar. Además tenia que pasar a comprar los pasteles para la merienda.
- ¿No molestaremos?
- No, para nada. Conozco a los padres de Akira de toda la vida, además yo estaré contigo no tienes que asustarte.
- No, si no me asusto es que a lo mejor no me esperan y…
- ¿Te vas a echar ahora para atrás?
- No, no, por supuesto que no.
- Pues entonces, venga, vamos.
- ¿Cómo crees que les habrá ido en la comida?
- Espero que bien y que no se hayan puesto a discutir delante de sus padres.
- Bueno, Akane es muy bruta pero no creo que fuera tan maleducada.
- Se que a Akira le gusta Akane y estoy convencido de que la hace enfadarse para llamar su atención, es su forma de decirle: no te olvides de que existo pero ¿sabes? También creo que a Akane le gusta Akira pero se niega a aceptarlo y por eso es tan arisca con él, creo que lo que hace es poner una muralla entre ambos para no dejar que se acerque a ella, tiene miedo de llegar a darse cuenta de lo que siente.
- Es muy cabezota y si se ha propuesto no darle una oportunidad, no se la dará.
- Pues entonces tendremos que pensar en algo. Esto no puede seguir así, se hacen daño el uno al otro y encima está Kamui por medio.
- ¿Crees que Kamui está interesado de verdad en Akane?
- No lo se, pero conozco a Akira y se que está empezando a sentir ciertos celos de Kamui. Tu no conoces a Akira cuando cree que le quieren quietar algo que considera suyo… a mi no me engaña, le conozco demasiado bien y se que por mucho que parezca que pasa de todo, no va a dejar que se la quiten tan fácilmente.
Ryuko miraba a Kyojin, cada vez que este hablaba de su amigo lo hacía de una forma emocionada, se notaba que lo apreciaba mucho, tanto como ella a sus amigas, en el fondo Kyojin y ella eran muy parecidos, por eso se entendían tan bien. Tendría que ser valiente y arriesgarse porque si no se arriesgaba nunca tendría nada ¿y si algo salía mal? No debía pensar en eso, no importaba si salía mal porque sabía que no estaba sola, simplemente tenía que ser valiente y pensar en el presente no en lo que podría pasar.
Levantó su mano y sin querer pensarlo se agarró al brazo de Kyojin. Ambos se miraron y se sonrieron, con un suave gesto, Kyojin movió su brazo para retirar la mano de Ryuko y apresarla con la suya… así estaba mejor.
Y en silencio siguieron caminando, había poco que decir, solo disfrutar de su paseo.

41. Las madres suelen tener sus propios planes

El comedor de casa de los Shikamoto era una sala amplia con muebles de estilo rústico, decorada con poca cosa, algo que parecía muy normal en ese hogar, un par de cornamentas de ciervo en las paredes y un cuadro, un óleo de un precioso paisaje forestal.
Akira estaba terminando de colocar los cubiertos. La mesa estaba puesta con exquisito cuidado, parecía no faltar ni un detalle.
- Vaya, hermanito, te has esforzado mucho.
- La única que no ha colaborado has sido tú - contestó Akira con tono monótono.
- Estaba atendiendo a nuestra invitada, imbécil.
- Ven Akane - Akira movió una de las sillas - Este es tu sitio, siéntate.
- Pero yo querría ayudar.
- Te digo que te sientes. Espero que te guste lo que hemos preparado.
- Mi hermanito se levantó muy temprano esta mañana para ir preparando algunas cosas.
- Si, y ha sido muy trabajoso.
Akane se quedó mirándole, era increíble, después de lo que Chiharu le había contado y de verde colocándolo todo con sumo cuidado, tenía la sensación de empezar a verle de otra forma, quizás a recordar que era lo que le llegó a gustar tanto de él… no, eso era una tontería, la cara de aburrimiento que mostraba el chico demostraba que era ese al que tanta manía tenía.
- ¿Dónde me tengo que sentar yo? - preguntó Chiharu.
- Aquí, enfrente de Akane, yo me sentaré a su lado, papá presidirá la mesa y mamá enfrente.
- Ese cuadro es muy bonito - comentó Akane.
- Es nuestro bosque - contestó Chiharu - ¿Te gusta?
- Akira ¿por qué nunca hablas de tu familia? Sabía que teníais unos “terrenillos” como tú dices, no un bosque.
- ¡Ah! Son cosas de la familia, no tienen la menos importancia.
- Sois una familia muy tradicional ¿no?
- ¿Ya ha salido tu vena cotilla? - sonrió irónicamente - Con normas muy tradicionales, si, pero por desgracia no somos ni los Girei, ni los Kaguya, ni tenemos el mismo dinero, ni el mismo prestigio, ni el mismo glamour… solo nuestras tradiciones desfasadas. Perdona, voy a avisar a mis padres.
Akira se marchó, Chiharu y Akane se sentaron donde les había indicado.
- Te lo dije Akane, mi hermano vive bajo el peso de muchas normas, normas muy estrictas, no le gusta hablar del tema, sobretodo porque no siendo un Shikamoto son difíciles de entender. No te preocupes, yo te las contaré poco a poco, si vas a ser la esposa del heredero tendrás que conocerlas.
- Que no me voy a casar con tu hermano, pesada.
- No te asuste, tampoco son tan horribles, yo te ayudaré.
- A ver, tu escúchame, que no estamos saliendo, que no nos gustamos, así difícilmente nos vamos a casar.
Las voces de Akira y sus padres les hicieron dejar el tema.
La comida no fue tan terrible como Akane suponía. Chiharu parecía disfrutar de la compañía de otra chica, también parecía disfrutar contando todas aquellas anécdotas que humillaban a su hermano. Akira hablaba poco, tenía la cara de aburrido de siempre, pero era tremendamente amable y educado y estaba pendiente de Akane hasta el más mínimo detalle. Su padre parecía mantenerse neutral y la madre les observaba con un disimulo que no engañaba a nadie.
- Akane - dijo de pronto - Creo que tienes hermanos pequeños.
- Si señora, cinco.
- Entonces ayudarás mucho a tu madre ¿no?
- Bastante.
- Los hermanos de Akane son todo chicos - añadió Akira.
- Tu conoces a uno de ellos, mamá - habló Chiharu - Va a mi clase, es el pelirrojo, a veces ha venido por aquí.
- ¿El pelirrojo? Claro, ahora me doy cuenta del parecido, es el del trabajo de historia ¿verdad?
- El mismo, se llama Ginta.
- Espero que mi hermano se comportara bien.
- Si tranquila - respondió Akira - ¿No ves que mi hermana apenas tiene pecho? A ella no le mete mano.
- Ya salio el gracioso - se quejó Chiharu - ¡Mamá, dile algo a tu hijo!
- Akira, por favor, esas cosas no se hablan en la mesa - dijo severamente su madre.
- Lo siento.
Chiharu le sacó la lengua.
- ¿Sabes cocinar, Akane? - continuó la madre.
- Creía que sabía pero comparada con Akira creo que soy una aficionadilla - contestó Akane sin ocultar lo extrañada que estaba ante tal pregunta.
- He educado a mi hijo para que sea el marido perfecto, el marido que me hubiera gustado tener a mí.
- Mamá, por favor - se quejó Akira - no creo que esas cosas le importen.
- También he enseñado a cocinar a Yuri - continuó ignorándole - ¿Va a vuestra clase también, no?
- Si, Yuri Hanakiri… es amiga mía.
- Una chica encantadora, conocemos a sus padres desde hace años, antes de casarnos, bueno, antes de ser novios. Akira y ella siempre estaban juntos, pasábamos las vacaciones juntos, dormían juntos, se bañaban juntos…
- Éramos pequeños - recalcó Akira - Acláralo o parecerá que soy un pervertido.
- Si, eran pequeños, siempre jugaban a que eran novios ¿sabías que solo se llevan una semana? Él nació el 21 y ella el 28, como debe ser, las damas se hacen esperar. Eran una ricura y fíjate, Yuri se ha convertido en toda una belleza.
- Kyojin también estaba siempre con nosotros - añadió molesto Akira.
- Si, pero tu eres su favorito. Es bonito tener amigos desde la infancia ¿no crees? Se conservan recuerdos imborrables.
- Si - comentó Akane - Debe ser bonito.
Akira se levantó.
- Voy a quitar la mesa - explicó seriamente.
- Yo te ayudo - dijo Akane levantándose.
- No, tú quédate sentada, por favor.
- Déjame ayudarte Akira, no puedo estarme sentada, me siento inútil.
- ¿Lo ves? - habló Akira dirigiéndose a su madre mientras señalaba a Akane que ya recogía algunos platos.
- Akane, por favor, eres nuestra invitada - replicó la madre.
- No se preocupe, señora Shikamoto, me gusta ayudar.
- Siéntate señorita Akane - dijo de improviso el padre - Será mejor que dejes que Akira te atienda.
- Lo siento - Akane se sentó de golpe algo avergonzada - No quería ofender, siento haber sido tan torpe de no darme cuenta.
- Eh, tu no has ofendido a nadie - Akira la cogió de la barbilla y la obligó a mirarle.
- Claro que no - continuó el padre - Tu gesto demuestra tu buena voluntad.
- Por supuesto que no - recalcó la madre - Akira es el que está siendo descortés. Con tus prisas, la chica ha pensado que necesitabas ayuda, discúlpate.
Akira fruncía el ceño, claro, ahora era culpa suya, era increíble.
- No señores Shikamoto, solo yo soy culpable, a veces no me doy cuenta de lo que hago, estoy demasiado acostumbrada a hacer estas cosas, es mi rutina.
- ¿Tus hermanos no ayudan a tu madre?
- Poco, la verdad, más bien lo único que hacen es dar mas trabajo.
Yoshiko miraba a su hijo, realmente hacía mucho que no le veía tan molesto y sabía que estaba molesto con ella. Se levantó para ayudarle.
- Eres una chica trabajadora - dijo el padre - Eso está bien, se te ve llena de energía, se parece a ti, Yoshiko cuando te conocí.
- Si, yo era encantadora hasta que me casé contigo y tuve que educarte.
Akane sonrió.
- Y tienes una sonrisa encantadora - añadió el padre.
- ¡Papá! - dijo Chiharu en tono impertinente - ¡No hagas eso! ¡No coquetees con la novia de tu hijo! Das asco.
- ¿Hemos dicho ya que no somos novios? - habló Akira con su tono aburrido.
- Si, pero a mi me da igual - respondió Chiharu - Akane me gusta, me gusta más que Yuri y que tu amiga la otra rubia, será porque siempre que os he visto habéis terminado discutiendo, te mete caña y me mola, te hace parecer tonto.
- Bueno - dijo Akane con gesto apurado - Tampoco discutimos tanto, solo son diferencia de opiniones.
Akira sonrió irónicamente “Diferencia de opiniones, si claro, ella opina que mi presencia le molesta y yo que es una testaruda”.
- Vamos al comedor - propuso el padre - Tomaremos el postre allí.

Akira no era el único que tenía invitados aquel día. Después de la charla de la directora, Kohaku estaba de peor humor aún, tanto de comenzaba a cerrarse en si mismo, huraño, enfadado con el mundo, sin querer relacionarse con nadie, Karura lo notó enseguida, aquella reacciones en su hermano era algo que la aterraban, recordaba lo insociable que había sido de pequeño y no podía evitarlo, se despertaba en ella una especie de alarma que la hacía reaccionar, así que, de camino a casa, acompañada por su hermanos y por los primos Girei y Xu-Xu, en un impulso, se le ocurrió invitar a Himeko a comer a su casa y por supuesto a Hizashi. Sabía que a Kohaku le gustaba estar al lado de Himeko, puede que ella fuera la única persona capaz de conseguir que se calmara tan solo con su presencia, el no preocuparla, que se sintiera cómoda a su lado, era mucho más importante que toda la ira que sentía.
Himeko no sabía que contestar pero Karura y Karasu insistieron y ante su insistencia accedió, claro que Hizashi también iría. Por supuesto que Hizashi aceptó la invitación después de comprobar que no causaba molestias, él también deseaba estar con Karura e incluso, si podía, hablar con ella sobre ciertas cosas que parecían empezar a quedarse en el pasado.
A Karasu le gustaba el plan, Himeko era una compañía muy agradable, siempre era un placer estar con ella, y aunque era muy serio y formal, Hizashi no era mal tipo, el problema le surgía cuando pensaba que iba a estar él con aquellos cuatro… la verdad, no era una perspectiva muy alegre, ninguno de los cuatro era famoso por sus juergas. Pero la solución no tardó en llegar: Xu-Xu… perfecto, ella si que era alegre, con su simpatía seguro que daba el toque de alegría necesario. Cuando invitó a Xu-Xu a acompañarlos en la comida, tanto Kohaku como Karasu le miraron interrogativos.
- Prometo que no voy a intentar meterle mano - se explicó - Lo juro… aunque no sea por falta de ganas… Que no, que no lo voy a hacer… era una broma.
Y Xu-Xu accedió después de que Karura comentó que no era ningún problema ya que no pensaban hacer comida, comprarían unos cuantos platos preparados… sería como una reunión entre amigos, al fin y al cabo no era un mal plan.
Fue al terminar la comida cuando Xu-Xu convenció a Karura para que las chicas se reunieran en su cuarto, decía que tenían que hablar de cosas de chicas. Tanto insistió que Karura accedió y las tres se metieron en su habitación.- ¿Quieres hablarnos de chicos, Xu-Xu? - preguntó curiosa Karura.
- Quiero darte una cosa - abrió su bolso y sacó una especie de bolígrafo metido en una bolsa precintada, dentro de la bolso se veía también un papel doblado.
- ¿Qué es esto? - Karura empezó a sentir los nervios atenazándole en el estómago.
- Ya lo sabes, te la iba a dar ayer ¿te acuerdas? Pero con tanto jaleo se nos olvidó.
Himeko había abierto los ojos y miraba aquello con curiosidad.
- ¿Te acuerdas que el otro día nos dijo que no le había venido la regla? - le dijo Xu-Xu a modo de explicación.
- Si... ¿aún no te ha venido?
Karura negó con la cabeza.
- Pero Karura... ¿crees que podías estar...?
- Ya no se nada Himeko, no se lo que pensar.
- No esta embarazada - habló contundente Xu-Xu - Solo está nerviosa, te lo digo yo, pero si se hace la prueba se quedará más tranquila.
- ¿Y de donde la has sacado tu?
- Se la he robado a mi hermana... a ella se las da un amiga... bah, no sabe ni las que tiene. Venga Karura, háztela.
- ¿Ahora?
- Si, ahora, ahora.
- ¿Pero no tiene que ser a primera hora de la mañana?
- Ya no. Además, si lo estuvieras, que no lo estás, ya han pasado muchos días... eso de la primera hora de la mañana es para cuando hay pocos días de retraso.
Himeko las miraba sin llegar muy bien a asimilar lo que estaba pasando.
- Venga - insistía Xu-Xu - No seas tonta, ve al servicio y saldremos de dudas.
- Si quieres yo me marcho - habló Himeko - A lo mejor no debía enterarme.
- No, no por dios - respondió Karura - Si yo tengo confianza contigo, no te lo había dicho antes por no preocuparte.
- ¿Verdad Himeko que tiene que hacérsela cuanto antes? Además, mira si sale que si, ahora mismo buscamos un centro de planificación familiar en Internet.
- ¿Para qué? - se alarmó Himeko.
- Para saber las opciones que tiene.
- ¿Opciones de qué? - volvió a preguntar.
- Mira, para ir a hablar y que se informe. Mira, perdona que te lo diga Karura, pero tú situación no es muy buena, estás sola, no tienes más familia que tus hermanos...
- ¡No me digas eso que me deprimes aún más! Es verdad que estoy sola, muy sola... si al menos tuviera a mi madre que me apoyase, que me aconsejase... la verdad es que ahora la echo mucho de menos ¿Que voy a hacer? ¿Qué puedo hacer? ¿Cómo voy yo, a mi edad, sola, sacar adelante a un niño? Estoy muy asustada.
- Para eso existen los centros, ellos tienen personas que te pueden ayudar - decía muy eufórica Xu-Xu - Tienes muchas posibilidades.
- ¿Te refieres a dar el niño en adopción? - comentó asustada Himeko.
- Por ejemplo... no se... recibir ayudas, aconsejarla...
Karura no pudo evitar que los nervios volvieran a apoderarse de ella y las lágrimas se escurriesen de sus ojos.
- No llores, Karura, todo se va a solucionar, ya lo verás - la consoló Xu-Xu.
- Si - sonrió amargamente - Es muy fácil decirlo... estoy muy asustada, yo no puedo tener un hijo... no puedo... son muchas cosas... muchas.
- ¿Y… y… el padre? - volvió a preguntar con miedo Himeko.
- ¡No hay ningún padre! - afirmó Xu-Xu - No ha tenido intención de tener ningún hijo y no parece interesarse por Karura, no llames padre a un error.
- No digas eso Xu-Xu… él no lo sabe.
- ¿Y por qué no se lo dices? - la increpó Xu-Xu - Debería estar aquí para apoyarte.
- No me atrevo a decírselo… yo no puedo arruinarle la vida…
- ¿Y la tuya si? Anda, ve y hazte la prueba y entonces, según salga, empezaremos a pensar… vamos - ordenó Xu-Xu.
Karura miró dudosa a las dos chicas.
- Así saldrás de dudas - la animó sonriendo Himeko.
- Bueno ¿Y que tengo que hacer?
- Es muy fácil, tienes que orinar en el palito… trae - Xu-Xu rompió la bolsita y sacó la prueba, tiró de una especie de capuchón, como si fuera un bolígrafo - Aquí… luego lo cierras y esperas… tiene que salir una rayita rosa aquí, eso es que está bien hecho después, si sale otra es que estás embarazada, si no sale pues… haremos una fiesta.
Karura volvió a mirar a Himeko.
- Venga, los nervios no son buenos - volvió a sonreír Himeko.
Karura respiró profundamente.
- Si, es verdad, que demonios, es peor la incertidumbre, trae, voy a sacarme esta duda de una vez por todas.
- Corre… lo cierras y no lo mires… lo miramos nosotras… corre - decía Xu-Xu.
Xu-Xu y Himeko esperaban en la habitación de Karura.
- ¿Estás enfadad, Himeko?
- No se… creo que me he asustado. Es algo muy grave.
- No es tan grave… Bueno, si lo es, pero piensa que…
- ¿No estarás pensando en que aborte, verdad?
- No estoy pensando en nada, eso es una decisión suya, yo desde luego no seré quien le diga lo que tiene que hacer, ni tampoco quien la obligue a una cosa y otra.
- ¿Pero de veras eres capaz de pensar algo así?
- Mira, yo creo que yo no lo haría, eso es lo que pienso ahora pero… tendríamos que estar en su situación para comprenderla ¿no? También pienso que sería incapaz de dar mi hijo en adopción pero… ¿y yo que se que locura puede darme? Desde luego yo no pienso juzgarla.
- Pero, supongo que intentarás…
- Ayudarla… intentaré ayudarla.
Karura sentía que las piernas le fallaban y el pulso le temblaba, era seguro que nunca en su vida se había sentido tan asustada. Cerró y no se atrevió a mirar la ventanilla donde tenía que salir el resultado. Cerró la tapa del inodoro y se sentó, colocando aquella cosa sobre el bidet. Los nervios parecían empezar a querer instalarse en su estómago, se llevó las manos a él mientras se inclinaba un poco hacia adelante.
Volvió a respirar profundamente y decidió que debía ser valiente ¿Cuándo había sido ella una cobarde? Con decisión cogió la prueba y miró.
Una raya de color rosáceo se veía en la ventanilla ¿debería haber salido ya la otra? Se fijó bien, la humedad parecía ir recorriendo el papel que se veía a través de la ventanita, despacio, lento… Karura fijó la vista ¿Cuanto tenía que esperar? Volvió a dejar la prueba encima del bidet para coger el papelito que venía dentro de la bolsa y leer las instrucciones… unos minutos… solo tardaba unos minutos… pasados 10 minutos el resultado debía darse por válido… Volvió a cogerla… no salía nada… no salía nada… la humedad ya perecía haber recorrido todo el papel y no salía nada y había una raya, eso era que estaba bien hecho… solo una raya… solo una.
Los nervios de Karura empezaron a ir tornándose en una alegría desbordante, sentía ganas de reír y gritar. Se levantó y salió muy alterada del servicio.
Himeko y Xu-Xu la vieron entrar con una sonrisa en los labios.
- ¿Ya? - preguntó Himeko.
- ¡Negativo! - exclamó Xu-Xu - ¿A que si?
- Si, si, si…. Mira… ¿estará bien, verdad?
- ¡Lo sabía! ¡Lo sabía! ¿No te lo había dicho?
Karura estaba radiante de felicidad. Suspiró esta vez llena de alivio.
- ¿Has visto, tonta?
- Oyes ¿Pero esto será de confianza, no?
- Pues claro, son de una clínica.
- No estarán caducados o en mal estado.
- Que no… Menudo peso te has quitado de encima ¿eh?
- Que alegría ¿verdad Karura? - intervino Himeko.
- ¡No lo sabes tu bien! Ufff…. Que mal lo he pasado. Ahora, os aseguro que esto no me vuelve a pasar nunca más.
- ¿Y eso es seguro? - interrogó Himeko.
- En un 99% - contestó Xu-Xu.
- De todas formas dice en el papel que si sigue sin venirme que repita la prueba en una semana…
- Pero eso es para quienes se la hacen al muy pronto… ¡Que bien, Karura! ¡Que alegría! Ahora verás como te relajas y te baja… seguro.
Regresaron donde estaban los chicos. Habían encendido la consola y parecían muy entretenidos.
- ¿Ya habéis terminado de cotillear? - preguntó burlón Karasu.
- Si… ya os hemos puesto verdes - contestó Xu-Xu - Anda, dejarme que yo también quiero jugar.
Karura no podía ocultar su sonrisa.
- Pues casi es una pena - comentó en voz baja Himeko - Casi me hacía ilusión tener un sobrinito.
Karura la miró realmente sorprendida ¿Qué había dicho? ¿Significaba eso que sabía lo de ella con Hizashi?
- Tu mirada me lo confirma - continuó la chica - No me mires así, solo lo sospechaba.
- Pe… pero ¿Por qué?
- Pasáis mucho tiempo juntos y tú le agradas… era una sospecha que tenía.
- Por favor no le digas nada… por favor.
- Pero ¿por qué?
- Por favor, fue solo una vez y fue un error… por favor.
- Está bien, está bien… no le diré nada.

En la cocina, Akira preparaba los platos con los trozos de tarta en silencio.
- Akira - comentó su madre - ¿Te ha molestado que hablara de Yuri?
- Un poco, si. Parecías una madre celosa empeñada en demostrar que Yuri es perfecta.
- Es que para ti, Yuri es perfecta.
- Dirás que es perfecta para ti.
- Sería la esposa ideal para un Shikamoto. Tiene gracia, belleza, sabe comportarse, conoce nuestras costumbres…
- Mira mamá, el día que quiera formar una familia serás la primera en saberlo y hasta dejaré que me asesores, pero por lo pronto lo único que quiero es poder vivir tranquilamente y hacer lo menos posible.
- Akira ¿Desde cuando me hablas así?
- Lo siento mamá, pero no quiero complicar mi vida con novias. Voy a llevar esto al comedor.
Akira había repartido la tarta poniendo un trozo de nata y un trozo de chocolate en cada plato. Después de repartirlos se sentó al lado de Akane.
- Te cambio mi chocolate por tu nata - le dijo en voz baja.
- Si hay que comer chocolate, se come.
- Eres malo. La nata la he hecho para ti, se que no te gusta el chocolate.
- ¡Humh! - se oía a Chiharu - ¡Si que está rica esta tarta! ¿La has hecho tú?
- Si ¿No está demasiado dulce?
- Está perfecta.
La madre de Akira llegó con una bandeja, en ella una botella y unos vasitos.
- Tomad, he traído esta crema de chocolate, es un licor sin alcohol.
Akira frunció el ceño, eso no le gustaba nada… más chocolate.
- Verás que buena está, Akane - dijo Chiharu - Es un poco amarga pero te deja un gustillo muy rico.
- No creo que sea buena idea - comentó Akira.
- ¡Pero que sosainas eres, hermanito!
- Toma, prueba, señorita Akane - dijo el padre sirviéndole el licor en uno de los vasos.
- Gracias - Akane bebió un poco - Es verdad, deja un regustillo muy… agradable, entran ganas de beber más.
- Pues bebe sin miedo - añadió el padre volviendo a llenar el vaso.
- Recordé que Akira había dicho que te gusta el chocolate - explicó la madre.
- Si, es mi perdición.
- Por eso no vas a beber más - advirtió Akira.
- Deja a la chica disfrutar, fantasma, que ere un fantasma - inquirió Chiharu.
Al cabo de un rato Akane estaba muy contenta, las mejillas se le había tildado de un ligero color carmesí, y desde luego no estaba borracha, eso estaba fuera de dudas, porque la bebida no tenía alcohol, todo era causa del chocolate. Había tomado demasiado, su trozo de tarta, la de Akira, otro trozo que le sirvió su madre, un cuarto que le dio Chiharu, que decía que era para no dejar ese mísero trocito, y, por supuesto los chupitos que había bebido, que por mucho licor sin alcohol que fuera, era crema de chocolate y encima al ser bebido, Akane ya había perdido el control de lo que tomaba.
Akane se tomó el último pedacito del último trozo de tarta que quedaba y como era el último se aseguró de saborearlo como ese manjar se merecía.
- Criatura - dijo el padre de Akira mirándola alucinado - Cuando besas a mi hijo ¿Disfrutas tanto?
El trozo de tarta se le fue a Akane por donde no debía, provocándole una sonora tos, pero lo peor fue que Akira, con los ojos abiertos como platos, mientras le recriminaba a su padre ese comentario, quiso ayudarla, sin darse cuenta de que tenía un vaso lleno de licor en una mano y lo vertió entero encima del vestido de su amiga.
- ¡Pero mira lo que haces! - le gritó su madre.
- Lo siento, ha sido culpa tuya papá.
- Mira lo que has hecho, desde luego papá ¡que vergüenza! - le recriminaba Chiharu.
- No pasa nada - decía entre toses Akane - No es nada.
- ¡Pero mira tu precioso vestido! Tienes que quitártelo, hay que lavarlo cuanto antes - casi ordenaba Yoshiko.
- Pero si no es nada…
- ¿Qué no es nada? No, no, estoy hay que limpiarlo cuanto antes. Akira, acompáñala a tu cuarto, ahora le subo algo de ropa.
Yoshiko se levantó y salió por la puerta que daba al jardín, iba hacia un trastero donde guardaban ropa que yo no usaban. Akira se extrañó que no le mandase que le dejara alguna cosa suya o de Chiharu.
Akane siguió a Akira hasta su cuarto.
- Anda, pasa - dijo el chico abriendo la puerta.
- ¿Vas a pasar conmigo? - le preguntó con bastante malicia.
- Akane tu no estás bien, has tomado mucho chocolate.
- ¿Tu crees?
- Creo que has tomado demasiado.
- Dame un poquito más, anda, lo necesito, necesito un poquito más - dijo con tono meloso.
- Akane, entra ahí y espera.
- ¿Me lo vas a traer?
- Trata de comportarte, por favor.
- ¿Y si te pago por el chocolate?
Yoshiko subía las escaleras.
- Entra te digo - Akira la empujó dentro de la habitación, cerrando la puerta.
- ¿Pasa algo? ¿Se encuentra bien?
- Si… trae ¿esto quieres que se ponga?
- Si, anda dáselo y que te de el suyo y lo metes en la lavadora.
- Claro… esto, retira ya el licor ¿vale?
- Retíralo tú cuando bajes.
Akira tocó la puerta con los nudillos. Akane abrió un poquito y se asomó.
- ¿Me lo traes?
- Toma - dijo ofreciéndole el vestido que había subido su madre.
- Digo chocolate, bobo.
- Ya no hay chocolate. Toma y cámbiate.
- Espera - Akane sacó por la estrecha abertura su vestido rosa.
- ¿Estás desnuda? - preguntó ahogadamente Akira.
- ¿Quieres averiguarlo?
- ¡No! Trae y haz el favor de vestirte.
Casi le arrancó el vestido rosa de la mano y lanzó como pudo el de su madre al interior de la habitación y se marchó de allí lo más rápido que pudo.