viernes, 15 de octubre de 2010

40. Charlas antes de la comida

Cuando terminó la oratoria de la directora, los alumnos se fueron dispersando. Aún así varios grupos permanecieron charlando a la salida del instituto.
Karura había separado a Akira del grupo.
- ¿Qué pasa? - le preguntó
- ¿Qué pasa de qué?
- Vamos Aki, no te me hagas el tonto, se que pasa algo.
- A mi no me pasa nada, a lo mejor es a ti a quien le pasa.
- ¿A mi?
- ¿No quieres contarme nada?
- No… ¿Qué iba a querer contarte?
- Ah, no se. Estás muy rara últimamente, a lo mejor te pasa algo y no me sabes como decírmelo.
Karura le miro incrédula ¿podía ser que supiera algo? ¿Tanto se le notaba lo nerviosa que estaba?
- No… a mi no me pasa nada.
- Pues si tú lo dices… pues todo estará bien.
- Yo me refiero que Shibi, Kyojin, Jisei y tú habéis estado muy raros en clase.
- Serán imaginaciones tuyas, como las mías. Nosotros solo charlábamos.
- No Aki, no me engañas, es por lo que pasó ayer ¿verdad? Tú sabes algo.
Akira resopló y se rascó la cabeza.
- Es eso ¿verdad? - repitió la chica.
- Bueno… más o menos, son cosas nuestras.
- No se lo diré a nadie ¿qué sabéis?
- No es nada importante, olvídalo.
- Si tú no me lo dices, lo averiguaré yo sola.
- ¡Pero que pesada eres! Como todas las mujeres, siempre esperáis que hagamos lo que queréis.
- Vale, te lo voy a poner fácil. Akane no estaba con vosotros, eso es raro porque suele estar metida en todo, así que tiene que ver con ella ¿cierto? Vamos, a mi no me mientas, es normal que estés preocupado.
- No tiene que ver con Akane en particular, es con toda la clase. Seguro que los de 3-1 quieren desesperarnos para que perdamos el control, es una lástima que nosotros no podemos hacer nada hasta que ellos hagan su movimiento, si les atacamos, amenazamos, acosamos o lo que sea, lo que vamos a conseguir es quedar como unos obsesivos. Tampoco podemos prepararles una trampa, o sea, que nosotros siempre quedaremos mal. Lo único que podemos hacer es preparar un contraataque, si supiéramos como nos van a atacar - Akira dejó de hablar como si de pronto algo se le hubiese ocurrido.
- ¿Qué? Continua.
- Debemos proporcionales un cebo… una víctima, algo tan atrayente que no puedan evitar ir a por él… algo que nosotros podamos controlar.
- ¿Qué estás pensando?
- Aún no lo se… - Akira sacó un cigarrillo.
- ¿Ya vas a fumar?
- He aguantado todo lo que he podido - aspiró y dejó salir el humo lentamente mientras perdía la mirada en sus ondas - No lo comentes con nadie, necesito el factor sorpresa y cuanto menos gente lo sepa mejor.
- ¿De que estás hablando?
- ¡Ah! No nada… tonterías mías.
- Aki, no insultes a mi inteligencia ¿Qué estás planeando?
- Si conseguimos que, al menos Seishiro, concentre su atención en una persona, nos será más fácil de controlarle - parecía reflexionar - Umm…… tus hermanos te estás esperando.
- Bueno, ya me contarás que te traes entre manos, quejica. Y por cierto, estás muy guapo, aprovecha para decirle algo a Akane ahora que está como atontada por lo que pasó ayer.
- Mira que eres mala, como todas las mujeres.
Karura sonrió y guiñándole un ojo se marchó. Akira se apoyó en la pared y siguió fumándose el cigarrillo abstraído de todo. Kenshi le sacó se sus pensamientos.
- ¿Qué pasa, fiera? ¿Qué haces tan solo? ¿A que sé porqué habéis llegado tarde Akane y tú?
- Seguro que si - respondió dirigiéndole una aburrida mirada.
- ¿A que te la has encontrado por el camino y has intentando…? Ya me entiendes.
- ¿El qué?
- Ya me entiendes… decirle algo.
- ¡Ah! Eres un chico muy listo Kenshi, no se te escapa una.
- ¿Y?
- ¿Qué?
- ¿Qué ha pasado?
- Pon tu inteligencia a trabajar y dime ¿tengo cara de que me ha ido bien?
- Pobre. Pero tú no te desanimes, está a punto de caer, te lo digo yo. Perdona pero tengo que hablar con Himeko.
Y tal como vino, se fue. Kenshi era así, un torbellino.

- Nowaki - decía mientras tanto Kamui, cuando por fin tuvo un momento de paz sin Momota y Yuri enganchadas a él - Quiero hablar contigo.
- Claro Kamui ¿Qué pasa?
- Quiero hablar contigo sobre algo… pero no aquí, necesitaría que fuese en un lugar más solitario.
- ¿Por qué? ¿Qué quieres decirme? ¿No me dirás que tu…?
- ¡No seas ridículo! ¿Qué demonios estás pensando, inútil?
- No, yo, es que… ¡Ah! ¡Que cosas mas raras pienso!
- Quiero hablar sobre Momoka.
- ¿Momoka? Puff, menos mal, ya decía yo que no podía ser… jeje.
- ¿Podemos vernos un rato esta tarde? De veras necesito hablar contigo.
La seriedad de Kamui parecía aún más grave de lo que era habitual en él. Nowaki clavó sus azules ojos en aquellos negros como queriendo penetrar a través de ellos en su mente.
- De acuerdo, hablaremos esta tarde.

Yuri se había acercado melosa a Suo que hablaba con Xu-Xu y Sumire, y le agarró el brazo.
- Hola Suo ¿Qué tal?
Suo la miró, estaba extrañado pero desde luego su rostro no lo demostró. La sonrió.
- Bien ¿A ti te pasa algo?
- Tengo entradas para el cine ¿quieres venir esta tarde conmigo?
- La verdad es que ya tengo otro compromiso.
- OH ¿y no puedes cambiarlo? ¿No te apetece venir al cine? Nos lo pasaremos muy bien, te lo aseguro.
- Yuri, no seas pesada - habló Xu-Xu - Le vas a poner en un compromiso, ya te ha dicho que tiene otra cosa que hacer.
- ¿Tienes algún problema conmigo?
- No, yo no ¿Tienes tu algún problema en general?
- ¿De que habláis? - Momoka se había acercado al grupo.
- Invito a Suo esta tarde al cine.
- Pero no puede ir y es muy pesada - explicó Xu-Xu.
- El no ha dicho que no quiera ir conmigo.
- Tampoco ha dicho que quiera ir.
- Pero Yuri ¿No íbamos a salir juntas? - le recriminó Momoka.
- Ay, chica, pero a ti te veo mucho.
- Si has quedado con ella deberías ir con ella - habló Sumire - A mi no me gusta que mis amigas me dejen plantada.
- Además Suo ya te ha dicho que esta ocupado - continuó Xu-Xu.
- Sois más pesadas que mi madre. Bueno Suo, lo siento chico, otro día será.
- Si, claro, otro día - volvió a sonreír el chico.
Momoka observaba a Yuri, mira que últimamente actuaba de una forma extraña, era como si fuese mucho más caprichosa de lo habitual en ella, normalmente Yuri siempre quería ser el centro de atención de todo el mundo pero es que ya empezaba a pasarse. Esta tarde le diría algo, de alguna forma tenía que conseguir sacar la conversación, tenía que hacer que confiase en ella y le contara que le preocupaba tanto, porque estaba claro que a Yuri le pasaba algo y muy gordo.

Akira tiró la colilla al suelo y la pisó. Respiró hondo, miró a Kamui que de vez en cuando dirigía miradas a Akane que charlaba con Shibi y Jisei y se acercó a ella por la espalda. Akane tenía la caja de la tarta sujeta con ambas manos por las finas cuerdas que la rodeaban manteniendo la caja cerrada, Akira puso sus manos en los hombros de la chica, ella miró ambas manos algo confusa.
- ¿Qué tal? ¿Contando tus preocupaciones?
- Pues si, estoy muy preocupada por Himeko y enfadada ¿Cómo puede ser que no se lleven ningún castigo después de lo que hicieron?
Akira levantó el pelo con una de sus manos y se acercó a su oído.
- No tienes que preocuparte, está todo controlado - le susurró. Akane sintió cosquillas en su oreja y trató de retirarse - ¿Te molesta que haga esto?
- ¿Estás tonto? Deja de soplarme en la oreja.
- ¿Te pongo nerviosa?
- Ya estás con tus tonterías ¡Que me dejes!
Shibi y Jisei se miraron e hicieron que disimulaban desviando su atención a cualquier otro sitio. Akira pasó los brazos por delante de la chica y cogió la caja también por las cuerdas.
- Anda, trae, yo la llevo.
- Lo que pasa es que estás viendo que te la estampo.
- Sería una pena después de haberla hecho. Bueno, será mejor que nos marchemos ya.
Akane soltó la caja y Akira se separó de ella.
- ¿Nos va a acompañar Kyojin?
- No, él que acompañe a Ryuko ¿no crees?
- Bueno pues Jisei, Shibi, esta tarde nos vemos.
- Si, anda - dijo Jisei - Que tengas suerte.
- Venga, vamos - Akira la cogió de la mano y casi la arrastró tras de si mientras se acercaba a Kyojin - Kyo, recuerda, te espero en mi casa.
Kyojin le hizo un gesto con la mano.
- Esta tarde merendaremos en casa de Akira, compararé unos pastelitos - le dijo a Ryuko - ¿Qué te parece? ¿Te apetece?
- Si - contestó con verdadera decisión - Me apetece mucho.
- ¿De veras no te molesta?
- No ¿Por qué me iba a molestar? Así a acompañaré a Akane.
Kyojin estaba perplejo ¿Realmente iban a ir juntos a casa de Akira como si fuesen una pareja o algo así? Por lo menos es lo que a él le parecía.
- Fantástico - dijo sin poder evitar una enorme sonrisa, pensando que aquello podía parecer una tontería pero para él era un paso enorme en su relación.

Kamui fruncía el ceño, no le había gustado la reacción de Akira y sabía que él se había dado cuenta de que lo observaba, seguro que lo hacía adrede para fastidiarle.

Akane miraba de hito en hito a Akira mientras caminaban en silencio. El chico daba largas caladas a un cigarro.
- ¿Estás nervioso? - le dijo al fin.
- ¿Por qué iba a estar nervioso? Es mi casa, son mis padres.
- ¡Que borde eres!
- ¿Soy borde? Ah, bueno pues entonces te lo diré: estoy cabreado.
- ¿Con el mundo?
- Contigo.
- ¿Conmigo? ¿Ahora que te he hecho, ciervo del demonio?
- No confiar en mi ¿Cómo voy a ayudarte si no se lo que te pasa?
- Yo no te he pedido que me ayudes.
Akira se paró y la agarró del brazo.
- Escúchame cabezota, te voy a ayudar aunque no quieras.
- ¿Pero que te pasa? Estás muy raro.
- Prométeme que la próxima nota, carta, amenaza, foto o lo que sea que recibas, me lo dirás.
- Está bien, pero suéltame, me estás haciendo daño.
- Lo siento, es que a veces consigues sacarme de mis casillas.
- Pues eso si que es raro, tú no reaccionas con nada.
- Todo esto es una lata, una verdadera molestia, pero más molesto es pensar que…. - Akira se detuvo al hablar como si buscase la frase más adecuada - ¡Ahg! ¡Qué difícil es decirte cualquier cosa!
- Bueno vale, soy una cabezota ¿y que querías que hiciera? ¿Salir corriendo y llorando a contarte lo que había pasado? Ya te has enterado ¿no?
- Mira, no voy a discutir más por ese tema, haz lo que quieras.
Se hizo el silencio.
“¿Por qué me preocupare por ella?” pensaba Akira “Es una testaruda insufrible”.
- ¿Estará bien Kyojin? - preguntó débilmente Akane.
- Claro, si, estará bien ¿Estás preocupada?
- Mucho, por él, por Ryuko, por Himeko, tengo miedo, no, tengo pánico, pánico de que nadie vaya a ayudarles y…
Vaya, realmente estaba asustada, Akira nunca la había visto tan preocupada, quizás más preocupada por sus compañeros que por ella misma.
- No tienes que preocuparte. Por ahora ya están satisfechos, no van a hacer nada otra vez, por lo menos no tan pronto.
- Si le hubiesen hecho algo a Ryuko yo…
- Si hubieran querido hacer algo, lo habrían hecho ¿no crees?
- ¿Sabes que le dieron hachís a Ginta?
- Venga, no lo pienses ya más - cogió la mano de su amiga y la apretó suavemente - Bueno, ya hemos llegado ¿estás lista?
Akane respiró profundamente.
- Vamos allá.
Akira buscó e su bolsillo las llaves de su casa. Abrió.
- Pasa - se apartó para dejarle el camino libre. Akane pasó, él la siguió y cerró la puertas tras de si - ¡Ya hemos llegado!
- Bienvenidos - la madre de Akira salió a recibirles.
- Gracias por invitarme a su casa - dijo Akane saludando respetuosamente.
- Gracias por aceptar nuestra invitación - contestó igualmente respetuosa la madre - Pasa, bienvenida a nuestro hogar.
- Es un honor que me hayan invitado. Espero que acepten esto en muestra de gratitud.
Akira entregó a su madre la caja que llevaba.
- Gracias. Tu padre está en la sala pequeña, Akira.
Acompañaron a Akane hasta una sala decorada al estilo tradicional japonés, el padre de Akira estaba sentado sobre un cojón frente a una pequeña mesa, sobre ella, hojas, pinceles, tinta… se veía que estaba haciendo caligrafía. Al verlo entrar se levantó, vestía un kimono “Todo muy tradicional” pensó Akane. Su mujer se puso a su lado y ambos se inclinaron.
- Gracias por cuidar a nuestro hijo - dijo el padre.
- No fue ninguna molestia, señores Shikamoto.
La hermana de Akira entró corriendo.
- ¿Llego tarde para el ritual de agradecimiento?
- Si, llegas tarde - le reprochó la madre.
- Oh, cuanto lo siento… esto… gracias por cuidar al inútil de mi hermano, Akane.
- Por favor, señorita Akane - dijo el padre - Toma asiento.
- Akira, tu ven conmigo, te necesito en la cocina - ordenó la madre.
Akane y Chiharu se acomodaron en ambos cojines. Akira siguió a su madre, no sin antes ofrecer a Akane una sonrisa de ánimo.
- ¿Qué es lo que has visto en ese desastre? - preguntó de improviso Chiharu.
- Siento desilusionarte pero no estamos saliendo ni nada, solo somos amigos.
- Las buenas relaciones tienen que basarse en la amistad - sentenció el padre.
- ¿Desde cuando os lleváis bien?
- Chiharu, por favor, no seas descortés con nuestra invitada.
- Bah… anda, vamos a mi habitación ¿No te importa, verdad papá? Aquí terminarás por aburrirla. Anda ven, hablaremos de cosas de chicas.
Chiharu se levantó y tiraba del brazo de Akane.
- Con permiso - dijo Akane levantándose.
- Anda, ve, sin cumplidos.

Yoshiko le ofrecía un delantal a su hijo.
- Toma, no te manches.
Akira lo cogió con desgana, odiaba esa manía que tenía su madre de ponerle delantal, ya era bastante con que le obligara a ayudarla para que además tuviera que colocarse un delantal, pero ya sabía él que discutir con su madre era una batalla perdida.
- Prepara la ensalada.
- He traído una invitada ¿no debería estar con ella?
- No, hoy me ayudas tú. Te he criado para que sean tan suficiente como una mujer, tu novia tiene que saber que vales tanto como ella.
- Mamá, no es mi novia - suspiró.
Yoshiko tenía la teoría de que las mujeres estaban por encima de los hombres, porque no solo eran capaces de hacer lo que ellos hacían, si no que además, por tradición, solían llevar el timón de su familia, ocupándose de trabajos duros y desagradables como cocinar, limpiar, cuidar, aconsejar, ser economista y un sinfín de cosas, así que educó a su hijo para que fuese “una mujer”, es decir, tenía que saber cuidarse solo y hacer lo que hace una mujer, por lo tanto desde muy pequeño le había enseñado a conchar, limpiar, planchar, coser… incluso le obligaba más que a su hermana, claro, ella era una niña y esas cosas las llevaba en ella.
Akira empezó a preparar la ensalada. Yoshiko le miraba orgullosa. Últimamente, a veces, la idea de que obligándole tanto a ser como una mujer, en lugar de conseguir lo que deseaba había estropeado a su hijo, comenzaba a rondarle ¿y si ahora él se sentía como una mujer? ¿Y si había logrado que él de verdad odiase a las mujeres? Pero no, su pequeño estaba interesado en una chica y aunque cuando vio aquel dibujo le molestó, también sintió cierto alivio.
- Tu amiga es… bastante atractiva.
- Psst… no esta mal - contestó sin darle importancia al comentario.
- Pero claro, no se puede comparar con Yuri.
Akira se detuvo y la miró, realmente ese añadido le molestaba.
- Son distintas - contestó - No se las puede comparar.
- ¡Ay, hijo, es que no me hago a la idea! Siempre pensé que te casarías con Yuri.
La idea de estar casado con Yuri cruzó su mente y le produjo un desagradable escalofrío.
- Eso si que sería problemático.
- Pero Yuri es tu amiga de toda la vida, habéis vivido muchas cosas juntas, es muy buena chica, responsable, educada, amable, cariñosa y es muy guapa ¿Qué has visto en esa chica que no tenga Yuri?
Estaba claro que no le iba a dejar en paz. Tenía que terminar con ese tema ya mismo, si no se veía días y días oyendo los argumentos de su madre.
- Mamá mira - empezó a hablar lentamente mientras continuaba con la ensalada - Akane es… la chica más cabezota que he conocido, más que tú. Es tremendamente organizadora, todo lo quiere hacer ella, es irascible, rencorosa, curiosa a más no poder, no solo quiere organizar su vida, si no la de los demás, es irritable y lo peor: yo soy la persona que más la irrita el mundo, pero cuando se la necesita siempre está ahí, es tenaz como nadie y… me vuelve loco.
Akira miró de reojo la reacción de su madre, esta le miraba quieta, boquiabierta.
- Pone mi mundo patas arriba, cuando estoy con ella ya no se que pensar, ni que esta bien o mal.
Yoshiko seguía mirándole asombrada.
- Supongo que no se puede elegir de quien te enamoras - dijo al fin.
- Yo no he dicho que esté enamorado, solo que me desconcierta.
- ¿Se lo has dicho a ella?
- ¿El que? ¿Qué me vuelve loco? Lo sabe de sobra.
- ¿Y ella que te dice?
- Ella me odia mamá, así de simple.
- ¿Por qué?
- Porque soy perezoso, descuidado, desmotivado, pusilánime, misógino, porque le produzco urticaria… ¡Yo que se!
- Pues lo primero que tienes que hacer es solucionar eso. Estuvo cuidándote ¿no? Por algo sería.
- Porque se mete en todo, ya te lo he dicho.
La expresión de la cara de Yoshiko no presagiaba nada bueno para Akira.
- Ha sido peor el remedio que la enfermedad - masculló entre dientes Akira.
Yoshiko torció la boca, si esa chica no consideraba suficientemente bueno a su hijo solo había dos soluciones, o demostrarle lo equivocada que estaba o convencer a Akira para que viese las cualidades de Yuri. Abrió la caja de que había llevado Akane.
- Una tarta ¿la ha hecho ella?
- Creo que si ¿A que es de chocolate?
- Mitad chocolate, mitad nata ¿Le gusta el chocolate?
- Demasiado.
Yoshiko abrió un armario y sacó una caja de bombones.
- Toma, llévaselos, que tomen algo antes de comer.
- No creo que sea buena idea.
- ¡Hazlo!
- Está bien - Akira empezó a quitarse el delantal.
- ¿Por qué te lo quitas? ¿Es que te da vergüenza?
- Prefiero que no sepa todo de mí.

Sentada a horcajadas en una silla, Chiharu observaba a Akane que ojeaba un álbum de fotos familiar.
- De pequeños os parecíais muchísimo - comentaba Akane.
- Si, luego se enfeó - rió - Mi hermano se parece a mi padre, mi padre se parecía a mi abuelo, hazte a la idea, vuestro hijo será igualito que Akira, es la maldición de los Shikamoto.
- ¿Y estos ciervos? Están en muchas fotos.
- Son nuestros, vamos, viven en nuestro bosque - Akane la miró intrigada - Es a lo que nos dedicamos los Shikamoto ¿No te lo ha dicho Aki?
- Habla poco de su vida privada.
- Los Shikamoto tenemos unos terrenos llenos de ciervos, entre otras cosas se hacen medicinas con sus cornamentas, así que las recogemos. Akira es el primogénito del primogénito de los Shikamoto, eso le convierte en el heredero de la tradición familiar, algo para él muy complicado ¿Ves esta casa? ¿No la conoces entera, verdad? En realidad son dos casas unidas, cuando os caséis os mudareis aquí, bueno, a la otra casa.
- No pienso casarme con tu hermano.
- Pues será un problema, mi familia es muy tradicional, él tiene que casarse y tener un hijo, a ser posible varón. La vida de mi hermano está regida por muchas normas que alguien extraño a la familia no entiende fácilmente.
- ¿De veras? - Akane estaba empezando a sentir curiosidad, su mente de periodista se había despertado.
- Sin embargo yo tengo mucha suerte por no ser la primogénita.
- ¿Solo heredan los varones?
- No, heredar heredamos todos, en el futuro yo tendré mi parcela de terreno y demás bienes que además serán equivalentes a los de mi hermano, pero el primogénito es el cabeza del clan Shikamoto, al final todo está bajo su gobierno, no se si me explico.
- ¿Y si no tiene hijos varones?
- Pues entonces será la primogénita, solo que el apellido Shikamoto es el que debe perdurar ¿me entiendes? Su marido deberá renuncia a su apellido para ser un Shikamoto y sus hijos serán Shikamoto.
- ¿Y si no tiene hijos?
- Entonces el primogénito será el primer nieto que tenga mi padre o quien decida la familia, que también puede ser, pero siempre un Shikamoto.
- Tenéis tradiciones muy curiosas.
- Son antiguas, somos una familia antigua. Pero no te creas, no somos ricos ni nada, no pienses que te vas a dar la gran vida.
Sonaron unos golpes en la puerta.
- ¿Estáis ahí? -oyeron la voz de Akira al otro lado de la puerta.
- ¿Qué quieres? - gritó Chiharu.
- Mamá me ha dado una cosa para vosotras.
- Ya voy, no entres ¿eh?
Chiharu se acercó a la puerta y la abrió un poco.
- Toma, dice que piquéis algo antes de comer.
- ¡Bombones!
- Dile a Akane que no coma demasiados.
- ¿Tienes miedo a que pierda el tipo?
- Si, a que se le piquen los dientes.
- Vale, vale… dile que gracias.
Chiharu cerró y mostró triunfante la caja de bombones.
- ¿Te gustan?
- ¡No sabes cuanto! Oye, Akira ¿Qué está haciendo?
- Ayudando a mi madre con la comida. Mi madre nos obliga a ayudarla, a él, a mi padre y a mí, en esta casa los hombres trabajan como mujeres.
- Quieres decir que colaboráis todos en las tareas ¿no?
- No, no colaboramos, trabajamos. Mi madre es una negrera que te pasas, claro que eso a ti te va a venir bien, ya lo tienes educadito, verás que bien sabe planchar las camisas mi hermanito.
- Me alegro por su novia, lo que pasa es que ¿tu hermano trabaja en casa?
- Ajá.
- No lo hubiera dicho ¡Con lo que le cuesta hacer algo!
- Te sorprendería lo que es capaz de hacer con la adecuada motivación de mi madre.
Akane se echó a reír mientras se disponía a degustar aquello bombones.
- Yo de pequeña le odiaba - continuaba Chiharu - Le tenía una envidia tremenda, ahora solo le tengo manía.
- ¿Y eso?
- Mis padres siempre han estado muy encima de él, no, miento, mi padre pasa de todo, mi madre. Pensaba que era porque le quería más.
- Y no es por eso, claro.
- No, es que es muy estricta y él muy tranquilo. Están buenos estos bombones ¿eh? Hablando de bombones buenos, yo pensé que salías con Shibi.
- Si, mucha gente lo piensa. Solo somos amigos, lo que pasa es que nos entendemos bien.
- Me alegro porque… - Chiharu puso cara de traviesa - A mi me gusta Shibi.
- ¡No me digas! ¿Pero gustarte de gustarte? ¿Qué tipo de gusto?
- ¿Cuántos gustos hay?
- Hombre pues está el “me gusta ese chico porque me cae bien y es simpático”, el “me gusta porque me pongo nerviosa al verle y el estómago me baila” y claro luego está el “me gusta porque cada vez que le veo me pongo como una moto”
- La segunda, supongo que es la segunda opción… si.
- ¡Oh, que bonito!
- Pero no se lo digas a él, por favor.
- Tranquila, esto son cosas de chicas. Yo no le digo nada que luego los chicos se ponen muy tontitos.
- Tampoco se lo digas a mi hermano.
- ¡No, por dios! Ni aunque me abrase por dentro el secreto, ya se yo lo que hacen los hermanos con las confesiones y los secretos. Y dime ¿Por qué te gusta?
- Ya se que es una chico raro pero no se, a mi me resulta guapo, interesante, tan serio, tan misterioso, que nunca sabes lo que piensa.
- Ni donde mira ¿verdad?
Las dos rieron con ganas.
- ¿Cómo le gustan las chicas?
- No se sabe, de él todo es un misterio, pero supongo que se interesa por las chicas que le tratan normal… ay, no se como decirte, que se interesan por sus cosas y no le llaman raro o cosas así, pero es solo lo que yo pienso.
- Me encantaría que se fijase en mí.
- Bueno si te salen alas y antenas o te convirtieses en hormiga, seguramente lo hiciera.
- ¿Crees que debería insinuarle algo?
- No, mejor no. No te molestes pero eres muy jovencita, yo que tú esperaba un poco.
- ¡Pero para el amor no hay edad!
- Pero Shibi es muy serio y eso de andar tonteando con una menor que él, no se, nunca le ha parecido bien, siempre dice que él no es un pervertido.
- ¿Un pervertido por qué?
- Tiene la teoría de que es abusar de una niña… aunque hay niñas que saben más que las mayores.
- ¿Y tu no me puedes ayudar?
- Puedo tantear el tema, le preguntaré que le gusta de las chicas, pero no pienso hacer de casamentera.
- No, no… oyes ¿Tu le has visto alguna vez los ojos?
- Claro… poco pero si se los he visto ¿Te produce curiosidad, eh?
- Es que nunca le he visto sin sus gafas ¿De que color los tiene?
- ¡Eh, chicas! - se oyó de nuevo la voz de Akira - Ya está la comida. Id al comedor.
- Ya vamos. Madre mía, vamos a comer en el comedor y todo, mi madre está que lo tira, por lo general comemos en la cocina, para manchar menos, ya sabes.

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