martes, 4 de junio de 2013

119. Planes a corto y medio plazo

Momoka miró entre perpleja, incrédula y aterrada a su amiga Yuri, allí, en medio de la pista, besándose con un chico, bueno no es que fuera un beso excesivamente apasionado o algo de eso pero es que ¡había besado a un chico! ¡Un chico que no era Kenshi! ¡Y delante de un montón de personas! que por cierto, no le prestaban atención, menos mal.

Momoka se empezó a poner nerviosa, eso no podía estar pasando, no era verdad ¿sería por haber bebido ese maldito vodka con limón? si, debía ser eso porque es que no era normal que Yuri actuase de esa forma.

- ¿Te molesta que tu amiga baile con Deisuke?

Volvió a mirar, lo cierto es que después de ver a Yuri besar a ese chico retiró la mirada y no se preocupó por averiguar quier era, para ella era un desconocido ya que no era ninguno de sus amigos o compañeros... y era Deisuke.

Entre todas las personas que había allí, que serían ¿cuantas? ¿50? ¿70? de entre todas ellas ¿cuantas serías chicos? pongamos que la mitad o así, unos 30 y los había de entre 16 a 30 años ¿cuantos de la edad que le gustaban a Yuri? quizás la mitad, unos 15, tampoco eran tantos pero hay variedad y Yuri no tiene otro con el que besarse que Deisuke, que si, que el chico es muy guapo, eso nadie lo va a negar pero también es el asqueroso responsable de drogar a Himeko... claro que pensándolo bien ella había estado bailando con el otro asqueroso responsable y a punto de besarse.

Sería el ambiente que las afectaba.

Daba igual, Yuri no se estaba comportando de una manera normal y ella era su amiga y como amiga suya que era tenía que pararla los pies porque Deisuke no tenía pinta de ser un chico que se contentase con un besito de nada.

Ante los atónitos ojos de Takumi se levantó y se acercó muy decidida hasta su amiga que volvía a estar bailando con el chico.

- Yuri, acompáñame.

- ¿A donde?

- Al servicio, acompáñame, por favor.

- ¿No puedes ir tu sola?

- No, no puedo, es que he tenido un accidente, anda acompáñame.

- Está bien - contestó resignada - No tardo mucho - sonrió al chico - Vamos ¿Sabes tú donde están los aseos?

- Pues, ni idea.

- ¿Nos puedes decir donde están los aseos? - se dirigió a Deisuke.

- Mira por esa puerta, a la derecha verás un pasillo, el de chicas es la segunda puerta.

- Vale, gracias.

Una vez en los aseos, Yuri miró a Momoka colocando sus brazos en jarras.

- A ver ¿Que te ha pasado?

- No, a ver que te ha pasado a ti.

- ¿A mi?

- Si a ti ¿Qué hacías morreándote con Deisuke?

- Chica que exagerada, solo era un besito de nada.

- ¿Un besito de nada? Da igual, tú estás saliendo con Kenshi.

- A ver, exagerada ¿Está Kenshi aquí?

- ¿Eso que tiene que ver? Estás saliendo con él, no puedes ir besándote con cualquiera y menos con Deisuke, por favor Yuri que es Deisuke.

- Y está bien bueno.

- ¡No importa como esté de bueno! - gritó - ¡Es Deisuke! Además ¿Qué pasa con Kenshi?

- ¿Qué pasa de qué? No ha sido más que un besito, no es como si me hubiese acostado con él, además Kenshi y yo no somos novios ni nada, no estamos comprometidos, no tenemos una relación formal, solo somos amigos que salen de vez en cuando juntos.

- ¿Que solo sois amigos? Pero bueno, vas por ahí enganchada a él, todo el mundo sabe que salís juntos ¿Qué pasa? ¿Que no te gusta Kenshi?

- No es que no me guste, es un chico muy mono y sexy y además es un encanto pero... nada más.

- ¿Qué es entonces para ti? ¿Un juguete? ¿Una distracción?

- Si es que no lo entiendes, yo quería salir contigo pero tú empezaste a salir con Kamui y claro yo no quería ir de sujetavelas.

- ¿Y por eso saliste con Kenshi? ¿Por eso? ¿Te daba igual Kenshi que cualquier otro? ¿Qué fue? ¿El primero al que viste?

- Ay que pesada que eres, Kenshi estaba allí, le vi, me pareció guapo, sexy, me gustó y ya está ¿Qué tiene de malo? Eso no quiere decir que tenga que guardarle fidelidad de por vida o que ya no pueda mirar a otros chicos.

- No lo entiendo Yuri, perdóname pero no lo entiendo. Creí que te gustaba Kenshi y por eso... pero ya veo que te daba igual Kenshi o cualquier otro, claro, era el que tenías más a mano.

- Mira, no te me pongas en plan monjita ¿vale? No entiendo por qué te pones así solo porque he besado a un chico.

- Pues perdona pero me ha chocado ver a mi amiga besándose con un chico al que a penas conoce teniendo novio.

- Te he dicho que Kenshi y yo no somos novios.

- ¿Y cómo te sentaría a ti si te enterases que está por ahí enrollándose con otra?

- Pues me sentaría mal, pero pensaría que no le doy lo que quiere.

- ¿Es que él no te da lo que quieres?

- Es un crío Momoka, Kenshi es un crío y yo... Mira déjame, no lo vas a entender, eres igual que mi madre, solo sabéis meteros en mi vida y decirme lo que tengo y no tengo que hacer ¿Vas a seguir amargándome la tarde?

- No, por mi puedes seguir haciendo lo que estabas haciendo pero... si Kenshi no te es suficiente deberías dejarlo porque es una persona, no un objeto al que usar a tu conveniencia.

- ¿Te has enfadado conmigo?

- Eres mi amiga Yuri, mi mejor amiga y yo... es que no te comprendo, quiero comprenderte pero no puedo. Es que además es Deisuke y supongo que tengo miedo a que te haga algo o yo que se.

- Venga, no te preocupes tanto, eres muy exagerada para todo y demasiado recta. No pasa nada, no estoy haciendo daño a nadie.

- Pero puedes hacer daño a Kenshi.

- Pues si no lo sabe, no. Venga, no seas tonta, Deisuke no me va a hacer nada, ya lo verás, solo ha sido un beso inocente, como un juego.

Momoka suspiró, no la entendía, no la podía entender y tampoco Yuri la entendía a ella así que era mejor que dejasen esa conversación que no les llevaba a ningún sitio.

La puerta se abrió y una chica entró.

- Hola - dijo mecánicamente al verlas allí, miró y vio las dos únicas puertas de los servicios abiertas y entró en uno cerrando tras ella.

- Bueno, tu sabes lo que haces - dijo resignada - Pero ten cuidado con Deisuke, no le des mucha confianza que ya sabes lo que pasó con Himeko.

- En realidad no sabemos lo que pasó con Himeko ¿no crees?

- ¿Cómo que no? La drogaron.

- La drogaron y dijimos que fueron ellos pero nadie los vio ¿No te acuerdas?

- Bueno, tu por si acaso ten cuidado. Ya que estamos aquí voy al servicio.

Momoka entró en el otro servicio y Yuri se giró para mirarse en el espejo y retocarse el pelo. Se pasó los dedos entre el cabello y al sacarlos unas hebras doradas estaban enredadas en ellos, eso si que le apenaba, tenía que hacer algo o a este paso se quedaría calva. Tendría que acudir a Akira de nuevo y pedirle unas vitaminas para el pelo, ella se las pagaría, por supuesto, bueno, no era algo tan descabellado porque su padre tenía una farmacia y en la farmacia venden esas pastillas solo es pedirle el favor de que se las traiga, podría ir ella misma. Es que si le decía a su madre lo que le pasaba ya sabía ella que la llevaría al médico y tampoco era para tanto, seguro que el médico le mandaba hacer unos análisis y eso no le interesaba.

En el fondo Yuri sabía porqué se le estaba cayendo el pelo pero prefería ignorarlo y también sabía que si le hacían esos análisis los resultados revelarían muchas cosas y tampoco le interesaba.
Apoyó las manos en el lavabo y se quedó mirándose. La chica desconocida salió, se lavó las manos y se marchó mientras ella seguía mirándose. Se le acababa de ocurrir algo, algo para que su madre le comprase las vitaminas.

Yuri tenía todo el tema de las comidas controlado. Desde que hace dos años tuvo aquel problema de alimentación sus padres sabían que ella era de poco desayunar, bueno, es que en realidad nunca había desayunado demasiado, simplemente desde pequeña era incapaz de comer al levantarse, así que sus desayunos eran muy ligeros al igual que las cenas porque, ella siempre lo decía, para levantarse bien hay que acostarse con un poquito de hambre, esa era una cantinela que llevaba años diciendo así que tampoco se extrañaban de lo poco que cenaba y no merendaba, nunca merendaba y también sabían que era para mantener el tipo. Luego estaba el tema de la comida principal, pero también lo tenía controlado porque comía en el instituto y ella misma se la preparaba, además hace unos meses tuvo la genial idea de decirle a su madre que quería ser vegetariana, que era la dieta más saludable y a su madre, conociéndola como la conocía y su obsesión por no engordar, le pareció adecuado siempre y cuando se alimentase... claro, ahora podía decir que creía que le faltaban proteínas o alguna cosa y que necesitaba un complemento vitamínico... era perfecto.

Momoka salió del servicio y ella la sonrió y en pocos minutos estaban de regreso donde Takumi y Deisuke estaban sentados y también habían vuelto Kanna y Nagato.

...
Akane acababa por enésima vez de advertirles a sus hermanos lo que no podían hacer mientras estuviesen allí, Akira estaba a su lado, observándola cuando su primo se acercó a ellos.

- Akira - le dijo - Que digo yo que alguien debería dormir con los niños ¿no? Aunque acampen aquí al lado me ha dicho uno de tus amigos que son bastante revoltosos.

- Claro, claro - añadió Akane - Yo dormiré con ellos.

- Pues entonces también me quedaré yo esta noche - habló Akira - Y mañana que se queden otros dos.

- Si queréis me quedo yo, no hay problema.

- No, no, ni hablar - intervino Akane - Son mis hermanos y tu tampoco hace falta, Akira, mejor se lo decimos a Shibi.

- Ah, o sea, prefieres dormir con Shibi.

- No... no es eso, tonto, es que no son tus hermanos y no tienes porqué dormir en el suelo.

- Pero son mis cuñados, no lo olvides, calabacita.

- Es imposible contigo, haz lo que quieras. Venga, llévame a ver a esa cierva.

- Yo la llevo Akira, tu ve a hablar con la abuela que dice que quiere darte algo.

- Ya hablé con ella.

- Que ha dicho que tienen otra cosa que darte, que vayas.

- Está bien, está bien, iré a ver.

- Y tu, ven conmigo - le dijo a Akane - Verás que hembra mas bonita, te va a gustar.

- ¿Y está muy mal herida?

- No, tenía una herida muy fea en una de las patitas, cayó en el cepo de unos furtivos pero ya está mucho mejor, en unos días las soltaremos de nuevo.

Entraron en una sala blanca con una camilla de aluminio y estanterías con muchos frascos. En una de las paredes había una enorme ventana. Se asomaron por ella, daba a una cuadra y allí tras una valla estaba la cierva herida, tumbada y hecha un ovillo, con los ojos cerrados.

- ¡Que bonita que es! ¿Está dormida?

- Eso parece pero ahora mismo se despertará, tengo que entrar a limpiar.

- ¿Vas a entrar?

- Si, hay que barrer el suelo.

- ¿Lo puedo hacer yo?

- No, déjalo, hay muchos excrementos.

- No creas que eso me va a asustar o dar asco, estoy bastante harta de limpiar caquitas, anda, déjame.

- Bueno, si eres tan decidida - cogió de un perchero un chaleco de piel de ciervo - Ponte esto, es para que no huelas tanto a extraño.

- Si, ya lo se, tu primo me puso algo parecido cuando fuimos a ver los ciervos.

- Y también ponte esta gorra, tu pelo tiene un color muy bonito pero el naranja asusta a los animales, significa peligro.

- Vale.

- Dame, yo te ayudo, recógete el pelo.

Akane así lo hizo y Akihito intentó ponerle la gorra pero no le entraba bien con todo el pelo que se salía continuamente.

- Creo que tienes mucho pelo, espera, a lo mejor si te haces una coleta es más fácil - abrió un cajón y sacó un coletero - Ven.

Sin dejarla reaccionar Akihito comenzó a hacerle una coleta alta.

- Ya se yo hacerme la coleta.

- Pero los Shikamoto somos expertos en coletas, ya está. Ahora la gorra... así está mejor.

- Muchas gracias.

La puerta se abrió entrando el padre de Akira.

- Hola chicos ¿Qué hacéis?

- Hola tío, Akane quiere entrar a limpiar el suelo. Pues ya estás lista, toma el cepillo y adelante.

- Si, voy.

- ¿No te va a dar asco? - preguntó el padre.

- No, que va, para nada.

Akane abrió la puerta y entró emocionada, la cierva, al oír el ruido levantó la cabeza.

- Tú actúa con naturalidad, como si nada - dijo Akihito - Ignórala y no se pondrá nerviosa. Es una buena chica - comentó a su sobrino - Y muy voluntariosa, sería una Shikamoto estupenda ¿Y Akira?

- Las abuelas querían darle el regalo de cumpleaños ya.

- Es cierto, bueno, te dejo, cuida bien a nuestra invitada.

Justo en la puerta se cruzó con Akira.

- ¿Qué te han regalado las abuelas?

- Como si no lo supieras - suspiró.

- Pues ya sabes lo que te toca.

- ¿Y Akane?

- Ahí la tienes - contestó Akihito mirando por la ventana - Ha querido barrer ella.

- ¡Mírala! Y parece que disfruta y todo.

- Si y ni le da asco ni dada.

- Bueno, seguro que está acostumbrada a cosas peores.

- Eso ha dicho. Es una chica muy agradable y guapa, tienes suerte.

- Tampoco te pases.

- A ver primo, entiéndeme, en el pueblo hay pocas chicas y ya las tenemos muy vistas y las pocas que hay están deseando largarse, además ella es como muy exótica y se agradece ver algo distinto.

- ¡Que te digo que no te pases!

- Ya está - dijo Akane abriendo la puerta y asomándose - ¿Dónde tiro la porquería? Hola Akira ¡Que bonita que es! ¡Es preciosa!

- Déjalo Akane, ya sigo yo - habló el primo - Tu no has venido aquí a trabajar.

- Ah pero si esto no es trabajo, he podido verla de cerca ¿Ya has hablado con tus abuela?

- Si, ya lo hice.

- Querían darle su regalo de cumpleaños.

- ¿Y que te han regalado?

Akira resopló y Akihito sonrió.

- Un curso de piloto de helicóptero - contestó Akihito - Mi primo tiene que sacarse la licencia de piloto, es muy útil tenerla así que ahora le toca estudiar.

- Menudo regalo - refunfuñó Akira - Más estudios.

- No te quejes, la teórica es muy poca, además cuenta bastante dinero hacer el curso, las abuelas te están haciendo un gran regalo.

- Si, con vistas al futuro.

- ¡Pero eso es estupendo! - exclamó Akane - ¡Akira, vas a ser piloto! Akira tus abuelas te han regalado unas alas, vas a poder volar ¡Volar! ¡Volar por el cielo! ¿Es que no te parece estupendo?

- Lo que me parece es que ahora tengo que estudiar más y hacer las prácticas.

- Desde luego Akira que no te entiendo, ojala yo pudiese volar - se quejó Akane.

- ¿Te gustaría volar? - se interesó Akihito.

- Claro, volar debe ser fantástico, no se porqué pero creo que te debes sentir genial allá arriba.

- Pues cuando seas mi esposa podremos ahorrar y que te saques la licencia tú también, mira, así me ayudarás.

- No te burles de mi - decía mientras se quitaba el chaleco y la gorra.

- ¿Quieres volar ahora conmigo? - propuso Akihito.

- ¿Ahora?

- Si, bueno, en cuanto termine esto. Tengo que dar una vuelta para asegurarme que no haya furtivos o gente acampando ¿Me acompañas?

- ¿Puedo? - Akane le miró con los ojos brillantes de emoción.

- Por supuesto. Espérame que en seguida termino.

- ¿Has oído Akira? ¡Voy a volar!

- Estaba yo pensado - dijo mientras rodeaba a la chica por la cintura - Que podíamos llevar a los niños a acampar al aire libre.

- ¿Cómo al aire libre?

- Si, no iríamos muy lejos, solo nos adentraríamos un poco, sin tiendas, solo con sacos y si acaso unas mantas. Dormiríamos mirando las estrellas.

- Lo que te gusta a ti mirar las estrellas, chico.

- ¿No te parece buena idea?

- ¿No hará frío?

- Hace buena noche, no va a llover y entre los sacos, las mantas y si no dormimos desnudos, como sueles hacer tú, no pasaríamos frío. Además yo puedo darte calorcito a ti.

- Quita y no digas más tonterías - le empujó apartándole un poco de ella - ¿Y si nos ataca algún animal?

- ¿Qué animal nos va a atacar? ¿un conejo? ¿una ardilla? ¿un ratoncillo?

- ¡Eh! No bromees con los ratones ¿y si se nos meten en el saco?

- Nos llevamos a los perros y ellos espantan a cualquier cosa.

- ¿Y los ciervos?

- Los ciervos no se acercan a las afueras del bosque, no se fían de los humanos. Venga, a los niños les gustará mucho, sería muy divertido.

- ¿Estás seguro? ¿No es peligroso? Mira que si les pasa algo a mis hermanos mi madre me mata.

- Que no, ya verás que bien se lo van a pasar.

- ¿Y tus padres que van a decir?

- Nada, no van a decir nada.

- No quisiera molestaros - dijo de pronto Akihito - Pero ya he terminado ¿Nos vamos Akane?

- ¿Ya? Pues claro.

- ¿Se lo digo a los niños?

- Bueno, pero que venga alguien más con nosotros, no me fío de ellos y menos sueltos en la naturaleza.

- Entonces voy a prepararlo todo. Disfruta de tu vuelo - e inesperadamente para Akane sintió los labios de Akira en su mejilla.

Tal y como suponía Akira los niños se emocionaron con la idea de dormir dentro del bosque y al aire libre, para ellos aquello sonaba como una auténtica aventura, todos salvo Takato que parecía asustado ante la perspectiva pero los demás se encargaron de decirle que no pasaría nada y lo divertido que sería todo.

Después fue a ver a sus amigos, a ver quien se ofrecía voluntario para la "aventura". Al entrar en la casa encontró a Sumire cargando con un barreño lleno de agua.

- ¡Hola Aki! - le saludó alegre - ¡Aki ha venido a vernos!

Se giró rápidamente sin saber que Kimisuke se acercaba por detrás con lo que el barreño terminó chocando contra el chico y el agua saltó mojándole.

- ¡Ay, lo siento! - se apresuró a decir Sumire pero en su afán de ayudarle lo más deprisa posible terminó, sin que nadie supiera como había pasado, vertiéndole toda el agua encima - ¡Ah! - gritó soltando de golpe el barreño - ¡Lo siento!

Kimisuke la miró con paciencia, ya estaba acostumbrándose a esos "accidentes" de Sumire.

- ¿Qué ha pasado? - se acercó Misaki alarmado por los gritos de su hermana y junto a él también acudieron varios más.

- ¿Qué te ha pasado Kirin? - gritó Genki - ¿Por qué te hechas agua encima?

Kimisuke también miró a Genki con el mismo gesto de paciencia.

- He sido yo - aclaró Sumire - Es que... bueno es que este chico siempre está en medio cuando pasa algo.

- No, si, que soy un gafe, vamos - habló irónicamente.

- La culpa ha sido de Akira por asustarme - refunfuñó Sumire.

- Ah claro, ahora es culpa mía.

- Es igual - intervino Hana - Solo ha sido un accidente, tampoco es tan grave, al menos solo es agua.

- Eso es cierto - confirmó Kimisuke - Anda, no pongas esa cara de mohína que no pasada nada.

- Jo, si es que soy la persona más patosa del mundo.

- Bueno yo venía a pedir voluntarios para ira conmigo, Akane y los bellotas a dormir al aire libre.

- ¿Una acampada? - se emocionó Genki.

- Pero al aire libre, al descampado, sin tiendas.

- ¿Cómo si fuéramos aventureros? - volvió a emocionarse Genki - Cuenta conmigo, vaya que si que voy.

- Y conmigo - también se emocionó Sumire.

- A mi también me gustaría - añadió Hana - Me gusta la naturaleza y me gustaría ir con vosotros.

- ¿Puedo ir yo también? - interrogó Shiho - Seguro que la naturaleza por la noche es de lo más interesante.

- ¿Y si vamos todos? - propuso Suo - Vamos, lo digo porque todo el mundo parece entusiasmado.

- ¡Si! - gritó Sumire - ¡Vamos todos!

- Bueno si, podemos ir todos, tenemos sacos de sobra en casa - respondió Akira.

- ¿Pero tantos vas a tener? - preguntó Shibi - Mira que entre nosotros y los niños somos muchos.

- Yo creo que si pero si no, tenemos mantas de sobra, por dormir un día en el campo no nos va a pasar nada. Voy a preparar todo, vosotros preparar la comida, podemos hacer arroz con curry o algo así. Bueno, os dejo encargados de todo a vosotros ¿vale?

...
También en Kizuna estaban de preparativos.
Justo cuando Jisei y Xu-Xu se iban a marchar para ir a sus casas a recoger sus pijamas o camisones, según sus gustos, se encontraron a Kohaku y Himeko paseando y por supuesto la invitación a Himeko no tardó en llegar. Himeko dudó un poco pero después decidió ir a pedir permiso a su padre porque la verdad es que nunca había dormido en casa de ninguna amiga y le apetecía bastante.

Karasu acompañó a Ringo hasta casa de su madre.

- ¿Hoy no vas a tu casa? - le preguntó.

- No, hoy me quedo aquí.

- O sea que tu novio está de viaje.

- Pues si ¿Quieres subir un rato?

- No quiero ser un pesado.

- Que va, no eres ningún pesado, sube.

- Bueno, solo lo hago para ayudarte con el carrito, que conste. Mira, se ha quedado dormidita.

- Si, mira ¿te importa cogerla mientras yo subo el carrito? Así la molestaremos menos.

- De eso nada, yo soy el macho ¿no? Pues tú coge la niña y yo el carrito - dijo bromeando.

- Está bien, machote, está bien, como tu quieras.

Y así lo hicieron. Ringo depositó a la niña en la cuna sin que se enterara de lo que había pasado.

- Bueno - susurró Karasu - Yo me voy.

- ¿No quieres tomar nada? ¿Ni una cerveza?

- Bueno, pero solo una.

Que distinto era Karasu de Isamu, siempre atento y amable con ella, la ayudaba con la niña y eso que no era el padre ¿Por qué Isamu no podía ser así? No, él no, él siempre se lo dejaba todo a ella, si había de cambiarla, darla de comer o cualquier cosa, por ejemplo esa misma tarde Karasu había ido a una cafetería a pedir que le calentaran el biberón pero Ringo estaba convencida de que de haber estado con Isamu este no se hubiese movido el absoluto, es más, seguro que le habría dicho que ya que iba le trajera una cerveza o algo.

- ¿Qué te pasa? - la sobresaltó la voz de Karasu sacándola de sus pensamientos.

- Nada, nada, solo es que estaba pensando.

- ¿Y tu madre?

- Vendrá tarde, si es que viene. Ha quedado con un tipo, mi madre tiene mucho éxito y siempre tiene novios nuevos.

- No me extraña, tu madre es muy atractiva... quiero decir, para la edad que tiene.

- ¿Y cuantos años crees que tiene?

- No se ¿45?

- Que va - rió - Solo tiene 37, a mi me tuvo muy jovencita ¿Tas estropeada la ves?

- Para nada, ya decía que se conservaba estupendamente.

- Mi madre lo pasó muy mal, tuvo que renunciar a muchas cosas por mí.

- Pues supongo que como tu.

- Aún más... era otra época. Es una gran mujer, yo la admiro mucho y no me parece mal que salga con todos los hombres que le de la gana ahora que puede.

- No, si yo no digo nada, no vayas a pensar lo contrario.

...
Nowaki había tenido una idea y como todas las ideas de Nowaki era una idea descabellada pero en cuanto la propuso Kenshi se unió a él... ellos eran así, tal para cual. A los que no les parecía tan buena idea era a Kyojin y Kohaku que les miraban como si fuesen tontos o algo así.

- Que no Nowaki, que no - repetía muy serio Kohaku - ¿Cómo vamos a ir a ver a las chicas?

- Que si, compramos una pizzas y vamos a cenar con ellas ¿Qué tiene de malo?

- ¿Pero cómo nos vamos a meter los cuatro en casa de Ryuko? - decía ahora Kyojin.

- Si se van a aburrir solas - comentaba Kenshi.

- No, no se van a aburrir - le refutaba Kohaku - Lo único que haríamos es molestarlas, ellas quieren estar solas y hablar de cosas de chicas y de chicos.

- Pero cenamos y nos vamos, luego ya tienen toda la noche para hablar de lo que quieran - se quejaba Nowaki - Venga, vamos, mira, alquilamos una película y la vemos con ellas y luego nos vamos, venga si, venga, venga.

- Ay Nowaki que pesado que eres, tío.

- ¿Es que no os apetece ver una película con ellas? - preguntó Kenshi - Vamos tíos, una película de miedo para que se agarren bien.

- Pero mira que eres... retorcido - se regañó Kyojin - ¿Encima de molestarlas quieres asustarlas?

- ¿A que mola?

- Venga, cenamos, vemos la película y nos vamos - insistía Nowaki - Venga y cogemos una de esas de amor que a las chicas les gusta tanto.

- ¿Pero por qué insistes tanto? - le interrogó Kohaku.

- Porque nos lo vamos a pasar muy bien, va, tíos, vamos.

- Se van a molestar - apuntaba Kyojin.

- No se van a molestar. A las chicas les gusta que los chicos andemos detrás de ellas, les gustará.

Y si había algo que caracterizaba a Nowaki es que sabía ser insistente como él solo y después de mucho hablar, quejarse y suplicar consiguió convencer a sus amigos para comprar unas pizzas, alquilar una película e ir a casa de Ryuko a sorprender a las chicas.

- Pero - le advirtió Kohaku - Como pongan mala cara ni entramos ¿entendido?

- ¿Y con nuestros padres que hacemos? - preguntó ahora Kyojin - Habrá que decirles algo ¿no?

- Ostras pues si - gruñó Nowaki - No se me había ocurrido pensarlo.

- Si es que no se para que quieres la cabeza - comentó Kyojin.

- ¡Ya está! Les decimos que vamos a pasar la noche a casa de Kohaku.

- ¿A mi casa? Si hombre, no tengo yo otra cosa que hacer que meter a tres tíos en mi casa.

- Podemos ir a la mía - propuso Kenshi - Mi hermana no está y a mi madre no le molestará.

- ¿Estás seguro?

- Pues claro, si conoceré yo a mi madre.

- ¡Es verdad! - exclamó Nowaki - ¡Si tu madre se enrolla un montón!

- Para ella somos como una manada de cachorros, mientras no nos meemos en casa todo está bien.

- Pues ya está decidido - Nowaki se puso las manos en la cintura - Vamos a avisar a nuestros padres y a comprar las pizzas. Va a ser genial.

...
Después de una rato charlando, Karasu se levantó para marcharse.

- Mejor me voy ya.

-Si que es tarde - dijo Ringo remarcando sus palabras - Te acompaño a la puerta.

Ringo se puso de pie y seguida por Karasu, caminaron hasta la puerta de la casa, apenas puso un pie fuera de la casa, Karasu se volvió hacia Ringo intentando mostrarle la mas amable de sus sonrisas, para que notara que se lo había pasado muy bien y que le gustaba estar con ella, no era solo que Sonomi le dijese que era sus responsabilidad y que tenía que hacerlo, es que a él le gustaba estar con ella. Pero no le fue posible, en cuanto tubo frente a él el rostro de Ringo sintió algo calido moverse dentro, instintivamente llevo sus manos al rostro de la chica y segundos después sus labios rozaban los de ella en un corto y tierno beso.

"¿Pero que estás haciendo Karasu?" se dijo a si mismo "¿Otra vez besándola? ¿Pero a ti que es lo que te pasa?"

Perdido en sus pensamientos solo pudo notar el momento en que ella le había respondido, y ahora estaban ahí, de pie, en el arco de la puerta besándose con miedo como dos inexpertos enamorados.

"¿Qué me pasa, por qué le beso?... Sabe tan bien, sus labios son tan dulces… ¡No! ¡No!... ¡Tu estas con Isamu! ¡Deja ya de besarle!"

Una tímida petición por parte del chico para hacer más intenso ese beso la sacó de sus pensamientos y la excitación que sintió, unido a las sensaciones en sus labios la hizo olvidar cualquier otra cosa.

Ringo soltó un ligero gemido al sentir las manos de Karasu en sus caderas conduciéndola hacia adentro de la casa, se sintió extrañamente bien cuando recibió una mordida en su labio inferior mientras se dejaba caer sobre el sillón donde hacia unos minutos charlaban placidamente, y otro gemido escapó de sus labios cuando sintió sobre ella el peso de el chico, quien había dejado sus labios para dedicarse a dar húmedos besos a su cuello.

No podía ser, eso no podía ser. Apretó los ojos y puso las manos en los hombros de Karasu para apartarle de ella.

- No... por favor, no - acertó a decir.

Karasu se apartó de ella bruscamente, parecía que de pronto el razonamiento había vuelto de golpe a su mente.

- No te enfades, por favor - habló Ringo con miedo mientras se sentaba.

- No, eres tu la que tiene que enfadarse conmigo, no se... lo siento, es que... no se lo que me ha pasado... supongo que tu me gustas y... me he olvidado que tienes novio, será porque no lo conozco... perdóname, no volverá a pasar.

- No ha sido tu culpa, yo también me he dejado llevar... hace mucho tiempo que no siento nada cuando me besan y... ya había olvidado lo bonito que puede ser - sollozó.

- No Ringo, no llores, por favor, no llores.

- Es que... me siento tan mal que no lo puedo evitar.

Karasu guardó silencio, realmente no sabía que decir, ni como actuar.

- Será mejor que me vaya pero mañana vuelvo a buscarte.

- ¿De veras quieres?

- Pues claro que quiero y además hablaremos de lo que puedes hacer con Isamu.

- ¿Y que puedo hacer?

- Por ejemplo, dejarle.

- Pero es el padre de Aiko.

- Y no te digo que deje de serlo pero no tienes porqué atarte a él. Bueno, mira, mañana hablaremos.

...
Jisei, Xu-Xu, Ryuko y Himeko bromeaban y reían hablando de varias cosas mientras preparaban su cena cuando llamaron a la puerta de casa de Ryuko, extrañadas fueron a abrir.

- Espera que yo cojo el cepillo por si es un ladrón o un violador - decía Xu-Xu.

- Que bruta que eres - reía Jisei.

Abrieron casi con miedo cuando se encontraron a esos cuatro sonrientes chicos cargados con las pizzas.

- ¿Nos invitáis? - decía Nowaki.

- También hemos traído helado y una película - añadía Kenshi.

- ¿Será posible? - gruñó Jisei.- ¿Qué hacéis aquí panda de salidos?

Y después de unas cuantas amenazas de Xu-Xu y Jisei, súplicas de los chicos y bastantes risas, decidieron dejarles entrar porque cuantos más fueran seguro que se lo pasaban mejor.

...
En el pueblo de Akira, los bellotas, los primos de Akira, Chiharu, Minako, Akihito y todos los demás se instalaron en un lugar del bosque no muy alejado pero si lo suficiente como para sentirse solos y algunos se dispusieron a preparar la cena mientras otros exploraban la zona.

- ¿Y como vamos a dormir? - preguntaba Akane.

- Mira tenemos sacos para todos los niños, mi hermana y la hermana de Nowaki y nos sobra uno - contestó Akira - Los demás podemos dormir de dos en dos en las mantas, no te preocupes, no pasaremos frío. ¿Duermes conmigo?

- Si claro ¿Y que más? ¿Cuantos sacos hemos traído?

- Once.

- A ver y los bellotas son 6 y nosotros 8 ¿no? 5 chicos contando a tu primo y 4 chicas... pues ya está, los bellotas que duerman en las mantas y Chiharu, Minako, los otros dos niños y los chicos dormís en sacos y nosotras cuatro en mantas.

- Ala, ya lo has decidido.

- Pues claro y todavía nos sobra un saco.

- ¿Y si preguntamos quien quiere dormir en sacos y quien en manta? - interrumpió Akihito - 

Vamos, solo es una idea.

- Pues también tienes razón - concluyó Akane.

- Os complicáis mucho la vida los de ciudad ¿no?

- Es ella la que se la complica, que le encanta organizarlo todo - protestó Akira.

- ¿Yo?

- Prima ¿Puedo llamarte prima, verdad? - sonrió Akihito.

- Llámame Akane, eso de prima suena a pringada o algo así.

- ¿Te ha gustado el vuelo?

- ¿Qué dices? Me ha encantado, menuda pasada.

- ¿Entonces quieres venir mañana por la mañana otra vez conmigo?

- ¿Puedo?

- Pues claro, pero tendremos que madrugar bastante.

- Eso no me importa ¿Has oído, Aki? ¡Voy a volar otra vez!

- Ya veo, ya. Oye, por cierto, recuerda que no me olvido de esto - le enseñó el famoso talonario.

- Mira que eres pesado y tonto.

- Pues los bellotas están aquí, recuerda que ahora son mis soldados. No me voy a ir a dormir sin mi beso, tenlo presente, calabazita.

- ¿Es una amenaza?

- No, es un recordatorio, para que no lo olvides.

Y así comenzaba una noche que prometía ser de lo más movida tanto allí como en Kizuna, claro que no todos estaban felices. En su casa, Karura había tomado una decisión: tenía que resetear su vida y empezar de nuevo, quería irse de allí, alejarse de Fuma y de Hizashi, sentía que era la única forma de poder aclararse, no verles, no sentirse presionada por nada pero ¿Y cómo lo hacía? Ojala pudiese volver a su ciudad a Hohein, si, era lo que necesitaba, alejarse de ellos para poder pensar con claridad y decidir que sentía por cada uno de ellos, si sentía amor por alguno o quizás por ninguno, pero para eso tenía que alejarse de todo.

118. Esa sensación imprevisible

Nowaki y Kenshi habían quedado en una de las canchas de baloncesto que había por el parque de Kizuna para intentar hacer unas canastas. No era lo suyo, ellos eran de futbol pero eran deportistas y cualquier tipo de deporte les apasionaba, sobretodo si había pelotas o balones por medio.

Kenshi acababa de meter un triple y lo celebraba de forma ostentosa.

- No te lo crees ni tú - le decía Nowaki recogiendo el balón.

- ¿Qué no?

- No vuelves a meter otra tan fácilmente, chaval.

- Pues tienes razón, ha sido potra pero ¿A que ha molado?

- Oye que digo yo - hablaba Nowaki mientras botaba el balón - ¿Y Yuri?

- ¿Qué pasa con Yuri?

- Es raro no verte con ella.

- Ha quedado con Momoka, por lo visto a Momoka le han regalado entradas para el club de tenis o algo así.

- ¿Y no vas con ella?

- Solo tenía dos entradas y ha decidido invitar a su amiga y tal y como es Yuri te puedes imaginar que no iba a decir que no. Bueno tira ya de una vez, lentorro.

- Pues a mi me alegra que salgan las dos juntas, como antes - tiró y no encestó - Eran muy buenas amigas.

- ¿Y tú? ¿No has quedado con Xu-Xu? - fue a recoger el balón.

- No. Bueno es que Xu-Xu y yo no salimos tanto juntos como vosotros, tenemos una relación más abierta. A Xu-Xu le gusta quedar con sus amigas.

- Pero bueno tú puedes ir con ellas ¿O no?

- Ah si, claro - contestó haciéndose el distraído porque la verdad era que Xu-Xu y él no estaban saliendo así que a no ser que quedasen con amigos pues no hacían ningún tipo de planes, y hoy precisamente él había quedado con Kenshi y ni le había preguntado a Xu-Xu que iba a hacer y todo eso resultaba algo difícil de explicar.

- El otro día me dijiste que no hiciera daño a Yuri ¿Te acuerdas?

- No se, supongo que algo así te dije.

- Me dijiste que si la dejaba ella iba a pasarlo mal y que esperase a que ella me dejase a mi.

- Si, de eso me acuerdo.

- Bueno pues ahora yo quiero pedirte que cuides a Xu-Xu y que tampoco la hagas daño.

- No está en mis planes hacerla daño. Xu-Xu es una chica estupenda, quizás eres tú el que tiene que procurar no hacerla daño.

- ¿Qué me quieres decir?

- Bueno, no se, solo que las chicas piensan mucho las cosas, le dan vueltas a todo. Oye ¿Que te parece si vamos a buscarla?

- ¿Tu sabes donde está?

- No pero me lo imagino.

Xu-Xu estaba con Jisei, Ryuko, Kyojin y también se habían unido al grupo Karasu y Ringo.
Jisei sabía de Ringo por Sumire y Xu-Xu, ellas le habían hablado de la chica que Karasu había invitado a ir a la granja aquella y tenía mucha curiosidad, sobretodo por ver que tipo de chica sería para que Karasu la invitase, esa chica que decían sus amigas que tenía una hija ya y todo.
Nada más verla la embargó una especia de tristeza, era una tristeza que salía de esa chica, una pena que parecía pesarle, su aura parecía acumularse toda en sus pies y daba la impresión de pesarle mucho.

Inmediatamente y sin ninguna otra razón aparente sintió mucha simpatía por esa chica.

Aprovechando que Karasu fue a pedir a una cafetería cercana si podían calentar uno de los biberones, Jisei le acompañó.

- ¿Que te parece Ringo? - le preguntó Karasu deseoso de saber lo que pensaba su amiga y es que 

Jisei era medio bruja, eso todo el mundo lo sabía y también que siempre acertaba en sus percepciones.

- Es una chica muy guapa, tu siempre fijándote en lo bueno ¿eh?

- Si, es guapa pero no es en eso en lo que me fijé.

- Ya me he dado cuenta. Tu aura no es igual que cuando estás coqueteando con cualquiera ¡eh! ¡A lo mejor es que estas enamorado y todo!

- Si claro, seguro - sonrió - Pues la conozco hace bien poco.

- ¿No has oído hablar de los flechazos?

- ¿Tu crees en eso?

- Por supuesto. Ves a una persona y zas... surge la química.

Karasu se rascó la cabeza tontamente.

- Tiene un aura muy triste - añadió seria Jisei - Algo me dice que esa chica lo está pasando mal.

- Pues creo que vas a tener razón.

- Tiene novio o algo.

- Creo que si, que algo tiene.

- No, si no te lo pregunto, lo afirmo. Tiene algo que la aprisiona y la ahoga, algo que no deja que su aura... he supuesto que era el padre de la niña.

- Pues mira, creo que tienes toda la razón.

- ¿Que pasa Karasu? - dijo preocupada - ¿La maltrata?

- Pues es que no creo que debería hablarte de cosas que no son mías ¿No crees?

- Tienes razón, lo siento.

- No es por ti es porque...

- Porque no está bien hablar de los demás. Tienes toda la razón. De todas formas tu dile... bueno, en el templo intentamos ayudar.

- Gracias Jisei pero ella ya... bueno que no creo que lo necesite.

- De todas formas coméntaselo ¿vale?

- Gracias Jisei, ya sabía yo que tu lo comprenderías todo... ¡Ahu! - exclamó al notar una fuerte colleja - ¿Pero por qué me pegas ahora?

- No me ha gustado nada como se ha puesto tu aura.

- ¡Pero si no estaba pensando nada malo!

- Por eso, tanta formalidad es muy raro en ti, algo está tramando tu subconsciente.

- Jisei, quizás yo si vaya a tu templo.

- Estás bastante confuso, lo noto ¿Es porque tiene una hija?

- Es por todo.

- Anda que ¡quien me lo iba a decir a mí! ¡Karasu interesado en una chica con una hija! no, si hasta se te despertará el instinto paternal.

- No seas exagerada, anda. Es solo que es mi responsabilidad.

- Ya, anda y vete a contarle milongas a otra, recuerda que yo puedo ver tus intenciones.

- Cada vez me das más miedo, te lo aseguro.

Cuando regresaron con sus amigos se encontraron con Kenshi y Nowaki que se habían unido al grupo; este último alzaba a la pequeña Aiko.

- Ten cuidado, bestia - le advirtió Karasu.

- ¿Que crees? ¿Que no se coger a un bebé?

- No, solo que tus manos son como pies.

- Mira el que fue a hablar, pues que sepas que los niños me adoran, mira como se ríe.

- Se ríe de tu cara de gato.

- Pues mira mejor que la tuya de tejón.

- Vale - interrumpió Xu-Xu viendo que aquello iba a convertirse en una de esas absurdas conversaciones entre chicos a ver cual decía la barbaridad más grande 

- Anda, Nowaki, devuelve a Aiko a Ringo y dame un beso que ni siquiera me has saludado y van a pensar que nos hemos enfadado o algo.

Nowaki sonrió a Kenshi y se acercó a Xu-Xu, esta rodeó el cuello del rubio con sus brazos y 
Nowaki se acercó directo a su oído.

- Lo tienes a punto de caramelo - le susurró.

- Mira que cariñosos - gruñó por lo bajo Kenshi mientras desviaba la mirada, claro que al hacerlo no pudo ver si realmente se daban un beso o no.

- ¿A que escuece, machote? - le cogió de la nuca Karasu - Esto es a lo que se refiere Kohaku cuando dice que el universo te las devuelve enteras.

- Olvídame.

- Por cierto - habló Ryuko incómoda ante la escenita - ¿Y Kohaku?

- Con Himeko, están como medio saliendo - respondió Karasu.

- ¿De verdad? - Nowaki se abalanzó a él cogiéndole de la camiseta y mirándole con ojos de emoción.

- ¡Quita bicho! ¡Mantén las distancias!

- ¿De verdad están saliendo? - insistió Nowaki acercándose más a él.

- No toques, no toques ¿Para que tocas? - decía Karasu intentando quitárselo de encima.

- ¿Pero están saliendo?

- Ay no lo se, ya sabes que Kohaku es muy reservado pero parece que hay algo entre ellos.

- ¿No sería estupendo que saliesen?

- ¿Pero a ti que te ha dado? - reía Kyojin.

- Es que Himeko es una chica estupenda y yo quiero que sea feliz y Kohaku es el mejor para ella.

- Mejor calla un poco - le dijo Xu-Xu - Das como grimilla.

- Pues yo creo que hacen una buena pareja - se atrevió a hablar Ringo.

- ¿A que si? - se acercaba a ella ahora Nowaki con la misma mirada de emoción.

- Che - le sujetó Karasu de un hombro - No te acerques tanto que le robas el oxígeno a la niña.

- Te emocionas demasiado - le dijo Jisei - Tu aura está a puntito de explotar.

- Es que lo que mas deseo es que Himeko se de cuenta de lo que Kohaku la quiere y le de una oportunidad porque ella se merece que la quieran y él se merece lo mejor.

- Eres increíble Nowaki - sonrió Jisei - Y hablando de increíbles ¿Que vais a hacer esta noche, Kyojin?

- ¿Esta noche? - preguntó confuso el chico.

- Si, Ryuko está sola, sus padres se han ido a una boda ¿Vas a pasar la noche con ella?

- ¿Pero que estás diciendo? - gritó completamente avergonzada Ryuko.

- Vamos, vamos, no te pongas así - rió Jisei - Solo era una broma.

- Pues no ha tenido ninguna gracia - añadió molesta Ryuko.

- Pues da gracias que no está aquí Akane, esa te obligaría a invitar a Kyojin... para que te proteja.

- Déjate de protecciones.

- Anda que calladito se lo tenía el señor - Karasu guiñó un ojo a Kyojin.

- Yo ni siquiera sabía que estaba sola ¿No decías que tus padres no te iban a dejar ir al pueblo de Akira?

- Claro, es que se han ido a la boda de un pariente y si le digo que no les acompaño por irme al pueblo de un amigo entonces es cuando me la lían y me obligan a ir.

- ¡Eh! - exclamó Xu-Xu - ¿Y por qué no vamos nosotras a tu casa, Ryuko?

- Claro - añadió Jisei - ¡Una pijamada! ¿Podemos Ryuko?

- Si, yo creo que si, así no estaré sola.

- ¿Puedo ir yo? - intervino Kenshi.

- Una pijamada de chicas - recalcó Jisei - Si eres una chica si puedes venir ¿Quieres venir tu, Ringo?

- ¿Me invitáis a mi? - preguntó completamente aturdida.

- Pues si - respondió Xu-Xu - Nos reiremos mucho.

- Pero es que yo... - iba a decir que no la conocían pero se las veía tan amistosas y espontáneas que le dio hasta vergüenza mencionarlo, además parecía que ese echo no les importaba demasiado, sería porque era amiga de Karasu y por eso la aceptaban - Es que yo tengo a la niña y molestaría.

- Ay la niña, es cierto - se quejó Xu-Xu - Que pena.

- Pero no es porque la niña moleste - recalcó Jisei - Es porque la molestaríamos nosotras.

- ¿Podemos llamar a Himeko y a Karura? - propuso Xu-Xu - Cuantas más seamos, mejor, bueno, si a Ryuko no le importa.

- No, no me importa.

- ¿Y a Momoka y Yuri, no? - preguntó Karasu - Ya que os poneis, no os olvideis de ellas.

- Es que están de fiesta - contestó Xu-Xu - ¿No es cierto, Kenshi?

- ¿Eh? Ah, si, se fueron a una fiesta, pero llamarlas a ver si quieren ir, total parece que la casa de Ryuko es como un campo de refugiados.

- Ah si a mi no me importa - contestó esta - Pero si somos muchas lo mismo molestamos a los vecinos.

- Cierto, cierto - confirmó Xu-Xu - Bueno mejor no llamar a demasiadas ¿De veras no puedes venir, Ringo?

- No, de veras que no.

- ¿No puedes dejar a la niña con alguien? - preguntó Nowaki.

- No, es imposible pero os agradezco mucho que me invitéis.

...
Cuando el grupo de chicos más lo bellotas llegaron por fin a la casa familiar se encontraron con Chiharu y Minako esperándoles en la puerta. Por supuesto, los bellotas, junto con los otros dos niños, no tardaron en correr a explorar todo aquello.

- No os alejéis mucho - les advirtió Kimisuke.

- Ya era hora, estamos aburridas de esperaros - se quejó Chiharu.

- Que quieres, nosotros venimos andando - respondió Akira - ¿Y los demás?

- Adentro - contestó Chiharu - Las abuelas y las tías han secuestrado a tu novia.

- Esto me da un mal presentimiento.

- ¿Aquí es donde vamos a dormir? - señaló Genki.

- ¿De veras no molestaremos? - agregó Suo.

- No, no molestareis - habló Chiharu - No vais a dormir aquí si no en esa casa de allá, es de la familia también pero está vacía, eso si, tendréis que limpiarla un poco.

- ¿Y las comidas? - se interesó ahora Misaki - Mira que somos muchos.

- Tranquilo, mi tía os ha comprado algo, por lo menos para la cena de hoy y los bocadillos de mañana, el resto lo compráis vosotros.

- Bueno, voy a entrar a ver que me encuentro - suspiró Akira.

En el comedor estaban las chicas sentadas alrededor de una gran mesa y tomando té mientras hablaban con la abuela de Akira y reían alegremente, todas menos Akane.

- Mira, ya llegaron los machotes - indicó Sumire.

- ¿Akira? - se levantó asustada la abuela - ¡Por dios bendito! ¿Que te has hecho en el pelo?

- Ah pues decidí cortármelo.

La abuela se acercó a él y le examinó detenidamente como si de un algo raro se tratase.

- ¿Y que has hecho con tu pelo?

- Lo tiene mi madre guardado ¿Dónde está Akane?

- Está con la abuela Harumi, le está dando algunos consejos.

- ¿Consejos? - uy que mal que sonaba aquello.

- Anda, ven y dame un beso, menos mal que el pelo crece ¿Por qué lo hiciste?

- Quería saber que se sentía al tenerlo corto.

- Pero está muy guapo - habló Sumire - ¿No cree que le queda muy bien?

- Eres un caso. Venga, preséntame a estos chicos tan buenos mozos.

Cada uno de los chicos fue presentado a la abuela.

- Acompáñame que quiero hablar contigo un momento - dijo cuando terminó de saludar a todos.

- Uy la que le va a caer al alguien - rió Chiharu.

Akira siguió con cara de paciencia a su abuela hasta otra habitación, era como otro comedor o una sala de estar. Esta se sentó en una butaca.

- ¿Qué sucede abuela? No lo he hecho por rebelarme ante la familia ni nada de eso, solo quería hacer algo para...

- Ya, ya lo se, me lo ha dicho tu padre y también me ha contado que Akane vive en tu casa.

- Bueno mis padres la dejan dormir en la parte de la casa que nosotros no habitamos.

- O sea, en tu casa.

- Bueno si, pero el algo eventual.

- Tu padre también me ha contado que en su casa la tratan un poco mal.

- Vaya, te ha contado mucho.

- Es tu padre y está preocupado por ti pero también está muy orgulloso y no lo puede evitar, le enorgullece que te comporte como lo haces.

- Pues vaya un orgullo.

- Otro en tu lugar la hubiese abandonado- se levantó de la butaca y se dirigió a abrir un cajón del mueble.

- Eso sería muy mezquino.

- Si, pero muchas personas no quieren saber nada de problemas ajenos. Yo también estoy orgullosa de ti. Toma - sacó una pequeña cajita de color marrón jaspeado del cajón y se la pasó - No es muy valiosa, ni siquiera muy bonita pero es lo primero que me regaló tu abuelo.

Akira cogió extrañado la cajita.

- ¿Qué es?

- Ábrela. Es un anillo, un simple anillo. Yo no quería que tu abuelo lo que me regalase fuese comprado con su propio dinero y fue lo único que pudo comprar.

Akira presionó un minúsculo botoncito y la caja se abrió, dentro había un pequeño y simple anillo, tal y como su abuela había dicho, no tenía ningún adorno, era un sencillo aro de oro.

- Dáselo a ella.

- Abuela es que esto es muy precipitado - dijo cerrando la caja y devolviéndosela.

- Tu padre me ha contado lo que esa chica ha sufrido y también lo que sufres tú por no saber como cuidarla. Algo me dice que la quieres, que la quieres mucho ¿Es así?

Akira afirmó con la cabeza.

- En ese caso debes demostrárselo.

- No abuela, creo que lo primero que le regale tendría que comprarlo yo mismo, como el abuelo.

- Eres igual que él - sonrió con los ojos llorosos - Cada vez me lo recuerdas más ¿Sabes que yo de jovencita no le aguantaba?

- Mira, igual que Akane a mí.

- Siempre estaba quejándose de todo, todo se lo tomaba con una calma que me exasperaba y siempre me parecía un niño mimado, no le soportaba.

- ¿Y que te llevó a casarte con él?

- Su paciencia. Dijo que conseguiría conquistarme costase lo que costase y eso que yo tenía otro pretendiente.

Esa historia a Akira le sonó familiar.

- ¿Y cómo lo consiguió?

- Mimándome. Akira, cuando algo es importante para ti debes mimarlo y cuidarlo, no lo olvides.

- No abuela, no lo olvidaré. Gracias por el consejo.

Al volver donde estaban sus compañeros se encontró con Akane y su bisabuela, esta agarrada del brazo la chica y saludando a todos con bastante cariño. Al verle, la anciana se llevó la mano que tenía libre a la frente.

- No me regañes abuela que ya lo ha echo todo el mundo.

- Ven, ven que te vea de cerca.

Akira se acercó a ella que le examinó detenidamente. Luego pasó su mano por el pelo de su nieto.

- Los Shikamoto siempre han tenido el pelo largo, no se la razón, siempre consideré que era una costumbre de lo mas estúpida... me gusta, te queda muy bien ¿Te gusta a ti, Akane?

- Si, al principio le veía raro pero ya me he acostumbrado.

- Si - repetía la bisabuela - Me gusta, no vuelvas a dejártelo largo ¿Y tus hermanos, Akane? No los he visto.

- Eso ¿Y mis hermanos?

- Se han quedado fuera, voy a llamarles.

- Deja, deja, ya salgo yo y os acompaño. A ver, tu misma, la chica risueña - se soltó de Akane para agarrarse al brazo de Sumire - ¿Me ayudas, hija?

- Claro que si, abuela, agárrese fuerte.

- Tú quédate aquí Akira y acompaña a Akane a su habitación.

- ¿A su habitación?

- Si, ella hemos preparado una habitación para ella, está al lado de la suya, yo soy muy liberal pero tu madre no y parece que no le gusta de durmáis en la misma habitación, así que os toca aguantaros. Luego llevas a tus amigos a la casa del tío, allí estaréis bien, querríamos haberla limpiado pero no nos ha dado tiempo.

- No se preocupe, señora - dijo Hana - Bastante es con que nos dejen una casa para dormir.

- Nosotros la limpiaremos - añadió Sumire - Será muy divertido.

- Y nos abrirá el apetito - comentó Misaki.

- Entre todos lo haremos muy rápido - agregó Shibi.

- ¿Y yo donde voy a dormir, abuela?

- Tu, en tu habitación, por supuesto.

- Pero...

- Eres un Shikamoto y tienes que empezar a actuar como tal, así que empieza por enseñarle a tu novia la casa y explicarle las manías que tenemos.

Estaba claro que iba a ser inútil intentar hablar con su abuela y no la iba a convencer para que les dejase a él y Akane ir a dormir con sus amigos.

Akira esperó a que todos saliesen del comedor mirando con miedo a Akane, de esta no salía vivo o al menos alguna parte de su cuerpo iba a dejar de ser como era, seguro.

- ¿A que no sabes una cosa? - dijo Akane frunciendo el ceño cuando estuvieron solos.

- ¿Que es el último día de mi vida?

- ¿A que no sabes que ahora soy una Shikamoto? - bufó acercándose a él.

- ¿Puedo hacer testamento?

- ¿Pero tu que les has dicho?

- Yo nada, te lo juro, no te pongas histérica, hablaré con mi abuela y se aclarará todo.

- No, si no hace falta que hables, si es que ha sido culpa mía, si es que he visto a tu abuela con esos ojillos tan tiernos y estaba tan contenta porque es que te quiere mucho ¿lo sabías? y yo he sido tan tonta, tan tonta que no he sido capaz de decirle que no éramos novios.

- Ah, o sea que la culpa ha sido tuya.

- Lo siento, no he tenido valor.

- Ya te dije que no era tan sencillo.

- Y ahora ya si que creen que somos novios.

- ¿Y no será que te gusta ser mi novia?

- ¿Qué estás insinuando?

- No se, a lo mejor es que no te interesaba aclararlo.

- Si claro, tú lo flipas - dijo marchándose enfadada.

- ¿Se puede saber donde vas?

- A que me enseñes la casa, venga, ya estás empezando, ahora soy una Shikamoto y tengo muchas cosas que hacer, cosas de Shikamoto.

- En el fondo te gusta todo esto.

- Deja de decir tonterías y vamos. Me han dicho que tenéis una cierva herida, que cayó en el cepo de unos furtivos, anda, llévame a verla.

- Pero primero y debido a todos los problemas que me estás causando...

- ¿Que yo te estoy causando problemas? - bramó.

- Claro, ahora mi familia cree que eres mi novia.

- ¿Y de quien es la culpa, ciervo del demonio?

- Tuya.

- Mira, déjame en paz y no me hables por lo menos en una hora - empezó a andar hacia una puerta y cuando se quiso dar cuenta estaba fuera de la casa.

- ¡Hola Akane! - gritó Yusuke unos metros más allá reunido con el resto de los niños - Esto es fantástico.

- Al menos él se lo pasa bien - resopló Akane.

- ¿Se puede saber donde vas ahora? - dijo Akira acercándosele.

- Voy a buscar yo las cosas solita, no te necesito a ti para nada.

- ¿Encima del problema en el que me has metido ahora me dices eso?

- ¿En qué problema te he metido yo a ti, bambi? - gritó enfurecida.

- Ahora todos creen que tengo novia y eso significa que no soy libre, tú dirás como voy a ligar ahora.

- Mira no te doy porque... ¡Aggg! Eres imposible.

- Tienes que compensarme - dijo sacando su "talonario de besos" - Al menos me tienes que dar uno para compensarme.

- ¿Por qué no te tiras por un puente y dejas de sufrir?

- Ah, ah, eso no es así - arrancó uno de los papelitos mientras sonreía maliciosamente - ¡Eh, Sumomo! ¿A que las promesas tienen que cumplirse?

- ¡Voy, jefe! - gritó la niña y empezó a correr hacia allá.

- ¿Ahora a que viene es...

Akane no terminó la frase porque antes de que se diera cuenta estaba en el suelo victima de una llave de judo y con Sumomo encima inmovilizándola.

- Ríndete - decía Sumomo con cara muy seria.

- Vale me rindo, me rindo ¿A que viene esto?

- A que las promesas se tienes que cumplir, querida cabeza de calabaza - dijo Akira sonriendo y agachándose a su lado.

- ¿Esto es cosa tuya?

- ¿Me lo vas a dar o le digo a Sumomo que te haga la segunda llave?

- ¿Se la hago, hermano Akira?

- ¡No! ¡Déjalo! ¡Me rindo! Se lo daré pero suéltame ya.

Sumomo se levantó de encima de ella y Akane hizo lo mismo quejándose bastante.

- Que barbaridad, me has molido, menuda fuerza que tienes chica.

- Si me necesitas me llamas, hermano.

- Gracias, soldado.

Sumomo se marchó de nuevo corriendo.

- ¿Se puede saber que les has hecho a los niños?

- Ah bueno, ya sabes lo que dicen, ten a tus amigos cerca y a tus enemigos aún mas cerca - le guiñó un ojo.

- Tú les has hecho algo ¿Que les has ofrecido?

- ¿Yo? Nada de nada. Vamos, el beso, paga de una vez.

- ¿No puede ser en un lugar más privado?

- Hacemos una cosa, guardo este para esta noche pero recuerda que si no cumples tu promesa mis soldados se encargarán te ti.

- Eres un fanfarrón.

- Vale, lo que tú digas, pero yo hago las normas, yo mando, no lo olvides, calabacita.

- Y tú no olvides que después tendrás una muerta lenta y dolorosa.

...
Llena de satisfacción, andando con paso firme al lado de Yuri, Momoka entró en la cafetería. Había mucha gente, hablando y riendo ¿Y ahora que hacían? Tendrían que pedir algo de beber, en la entrada ponía que la consumición era gratis ¿Sería cierto? ¿Y que pedía?

Se acercaron a la barra, lo primero que pensó era en pedir algo que oyera pedir a alguna chica pero se dio cuenta de que encima de la barra había una carta de cócteles así que la cogió.

- ¿Pedimos algo con alcohol? - propuso Yuri.

- ¿Estás loca?

- Vamos Momo no me seas remilgada que ya no somos unas crías, no nos va a pasar nada por un vaso. Si yo lo digo porque la primera consumición es gratis ¿lo ves? Seríamos tontas si no lo aprovechásemos.

- Pues te tengo noticias, tú no tienes 18 años aún.

- Pero los cumplo el jueves, además tu si, tu lo pides por mi ¿si?

- Yo no voy a beber alcohol y tú tampoco deberías.

- Ay Momo por favor que solo es un vaso, luego ya me pido un refresco pero ya que estamos aquí, en este lugar tan fashion vamos por una vez a ser adultas.

- ¿Crees que beber es de adultas?

- Que solo es uno, solo uno. Anda ¿si? Pídeme un vodka con limón, siempre lo he oído pedir y quiero saber a que sabe.

- A mi no me engañas, tu ya has bebido antes ¿A que si?

- ¡Pues claro que si! Si es que eres un poco tonta. Una cosa es tomar un poco y otra emborracharse, yo no pienso emborracharme, haces el ridículo espantosamente. Venga.

- Eres imposible.

- Pues te digo que por una copita no te va a pasar nada.

Momoka resopló y examinó los diferentes ingredientes que tenían los cócteles y de entre todos los de sin alcohol seleccionó uno que pensó que le iba a gustar.

- ¿Sabes lo que vas a pedir? - le preguntó una camarera.

- Si ¿Me pones un vodka con limón, por favor?

- ¿Tienes 18 años?

- Si, si, espera que saco un carnet - decía mientras buscaba en su bolso hasta sacar su cartera, abrirla y de ella sacar un pequeño documento.

- Ya veo - dijo la camarera devolviéndoselo - ¿Y tú amiga quiere algo?

Yuri parecía distraía mirando todo con detenimiento. Para ella era increíble estar allí.

- Si, un "Paradais" ¿Puede ser?

- Pues claro, enseguida os lo traigo.

Mientras esperaba Momoka observó todo el ambiente que había, era muy bullicioso, había música y casi parecía una discoteca. Había gente charlando de pie, otros sentados en sillones y algunos bailando.

Cuando sirvieron su cóctel y lo que había pedido para Yuri lo cogieron y decidieron sentarse en uno de los sillones que había vacíos.

- ¿Vamos a bailar? - preguntó Yuri.

- Yo voy a esperar a que las piernas dejen de temblarle por la emoción.

- Pues yo voy a bailar ya, mira, aquí la gente baila sin ningún tipo de complejos.

- Es cierto ¿No es emocionante?

- ¿A que si? Esto es lo más. Bueno, te espero en la pista.

Yuri se marchó y ella se sentó en el sillón tal y como había planeado. No tardó un chico en sentarse a su lado.

- ¿Estás sola?

- No, estoy con una amiga - respondió con cierto apuro, ahora que lo pensaba ¿Que clase de persona sería ese chico?

- No me lo puedo creer ¿Cómo te llamas?

- Momoka.

- Bonito nombre. Espera un momento aquí, ahora vuelvo.

El chico se marchó y Momoka se quedó pensativa y perpleja.

- Momoka - oyó una voz femenina a su espalda - Momoka, estamos aquí, ven con nosotros.

Se giró, en unos sillones situados detrás del suyo vio a Kanna y a Nagato, dos alumnos de 3-1, el chico de los piercing y su novia, una chica muy guapa, morena de preciosos ojos azules y que siempre vestía muy elegantemente. Precisamente era Kanna la que la había llamado. Se sorprendió al encontrarse allí a gente del instituto aunque si lo pensaba tampoco era algo tan raro.

- Ven con nosotros - le dijo Nagato - Pasa de ese tío, solo va a lo que va y si encuentra otra chica por ahí lo mismo ni vuelve.

- Es que he venido con una amiga.

- Ya la hemos visto. Bueno, espérala con nosotros.

Momoka dudó unos instantes, no tenía que olvidar que esos chicos eran de la clase de 3-1 y que se decía que Nagato era uno de los cabecillas, pero se levantó, había varios sillones vacíos al lado de donde estaban sentados y todos parecían formar un círculo alrededor de una pequeña mesa. Momoka se sentó en uno de ellos y dejó el vaso en la mesa, debía haber más gente a parte de Kanna y Nagato porque allí había varios vasos a la mitad.

- ¿Qué haces por aquí? - se interesó Kanna.

- Me dieron una invitación y decidí venir a ver como era esto.

- Este Deisuke siempre dando el cante - llegó Takumi sentándose pesadamente al lado de Momoka - Hombre ¿Cómo tu por aquí?

Takumi era el chico no mucho mas alto de ella, al que llamaban "el divino", guapo y bastante serio y con el que no se llevaba nada bien, el mismo que estuvo en su grupo durante el campamento de supervivencia.

- ¿Y tu?

- Yo pertenezco al club de tenis pero a ti nunca te he visto por aquí.

- Pues ya ves.

- ¿Dónde está Deisuke? - le interrogó Nagato.

- Le he dejado en el servicio.

- No deberías haberle dejado solo - pareció recriminarle Kanna.

- Si es que se pone muy pesado, no hay quien le aguante.

No tardó en llegar el rubio Deisuke con bastante mala cara y los ojos enrojecidos. Se sentó y no habló.

Al cabo de un rato Momoka estaba sorprendida de ella misma al verse hablando con ellos animadamente. La verdad es que Kanna y Nagato eran mucho más simpáticos de lo que ella suponía, no sabía porqué pero siempre había supuesto que eran engreídos y antipáticos, pero no, Kanna era muy agradable y daba gusta hablar con ella.

Yuri llegó sonriendo como no podía sonreír más hasta su lado.

- Hola - miró extrañada a todos los que allí estaban - Momoka, tienes que venir a bailar, de veras, es lo mas.

En seguida se inició una conversación entre todos sobre la música que estaban poniendo y lo que les gustaba bailar y escuchar. El tiempo fue pasando y todos descubrieron que, pese a sus diferencias y las ideas preconcebidas que tenían unos de otros al fin y al cabo no eran tan distintos.

La música cambió y comenzó a sonar una melodía lenta. Kanna y Nagato se levantaron para ir a bailar. Takumi miró a Deisuke.

- Desde luego, mírate, estás que das pena.

- Olvídame.

- Perdona - dijo un chico acercándose a Yuri - Nos hemos visto antes en la pista ¿Te acuerdas?

- Ah si, si que me acuerdo.

- ¿Bailas conmigo?

Yuri miró a Momoka como pidiendo permiso y esta la sonrió. Yuri se levantó feliz y cogió la mano del chico.

Takumi suspiró y miró a Momoka.

- ¿Te apetece bailar?

- ¿Tu bailas? Perdona pero es que no te pega nada.

- Tampoco a ti te pega venir sin tu adorado Kamui.

- Y creerás que has dicho una gracia.

- Un día es un día ¿Qué te parece si hoy firmamos una tregua? Mañana si quieres me vuelves a llamar enano y esas cosas pero hoy hacemos como si nos llevásemos bien.

Momoka se levantó y le tendió una mano ¿Y por qué no iba a bailar con él? Era un chico bien guapo y no parecía tan repelente como creía, incluso hasta parecía culto hablando y ella tenía que aprender a relacionarse con todo el mundo.

- ¿Entonces bailas conmigo?

Por supuesto ella quería bailar y pasárselo bien y no iba a estropearlo con un acceso de mal humor.

Takumi la cogió de la mano y fueran hasta donde bailaban los demás. Momoka no sabía bien como cogerse a Takumi, puso las manos en sus hombros y Takumi la rodeó por la cintura con una mano.
Lentamente comenzó a seguir los pasos del chico y a dejarse llevar por la música que oía, una preciosa canción que hablaba de amores imposibles y el dolor de perder a quien amas.

Se sintió melancólica y sin darse cuenta apoyó la cabeza en el hombro de su pareja de baile. Bailaban lentamente y cada vez más juntos en uno del otro, cuando quiso darse cuenta Takumi acariciaba su espalda con cierta cadencia y ella apretó aún más el abrazo.

Se estaba muy bien así. Sentía cierto calor creciendo dentro de ella. Levantó la cara y miró a Takumi y Takumi la miró a ella. Era difícil de explicar lo que sucedió en ese momento, Momoka no podía explicarlo, solo supo que parecía que Takumi iba a besarla o tal vez era ella la que parecía besarle a él.

- Mejor volvemos a sentarnos - dijo el chico con un desconocido tono de desconcierto.

Así lo hicieron, en silencio. Momoka terminó de beber su cóctel.

- ¿Quieres que te traiga otro? - preguntó Takumi.

- No, no, gracias.

- ¿No te fías de mi? - Momoka bajó la vista - No me extraña, a fin de cuentas fui responsable de drogar la bebida de Himeko, es lógico que me odies.

Momoka no tenía ganas de hablar de ese tema, había algo que le interesaba en esos momentos más y es que sus ojos no daban crédito cuando vieron a Yuri, en la pista, besarse con aquel chico desconocido.