martes, 4 de junio de 2013

119. Planes a corto y medio plazo

Momoka miró entre perpleja, incrédula y aterrada a su amiga Yuri, allí, en medio de la pista, besándose con un chico, bueno no es que fuera un beso excesivamente apasionado o algo de eso pero es que ¡había besado a un chico! ¡Un chico que no era Kenshi! ¡Y delante de un montón de personas! que por cierto, no le prestaban atención, menos mal.

Momoka se empezó a poner nerviosa, eso no podía estar pasando, no era verdad ¿sería por haber bebido ese maldito vodka con limón? si, debía ser eso porque es que no era normal que Yuri actuase de esa forma.

- ¿Te molesta que tu amiga baile con Deisuke?

Volvió a mirar, lo cierto es que después de ver a Yuri besar a ese chico retiró la mirada y no se preocupó por averiguar quier era, para ella era un desconocido ya que no era ninguno de sus amigos o compañeros... y era Deisuke.

Entre todas las personas que había allí, que serían ¿cuantas? ¿50? ¿70? de entre todas ellas ¿cuantas serías chicos? pongamos que la mitad o así, unos 30 y los había de entre 16 a 30 años ¿cuantos de la edad que le gustaban a Yuri? quizás la mitad, unos 15, tampoco eran tantos pero hay variedad y Yuri no tiene otro con el que besarse que Deisuke, que si, que el chico es muy guapo, eso nadie lo va a negar pero también es el asqueroso responsable de drogar a Himeko... claro que pensándolo bien ella había estado bailando con el otro asqueroso responsable y a punto de besarse.

Sería el ambiente que las afectaba.

Daba igual, Yuri no se estaba comportando de una manera normal y ella era su amiga y como amiga suya que era tenía que pararla los pies porque Deisuke no tenía pinta de ser un chico que se contentase con un besito de nada.

Ante los atónitos ojos de Takumi se levantó y se acercó muy decidida hasta su amiga que volvía a estar bailando con el chico.

- Yuri, acompáñame.

- ¿A donde?

- Al servicio, acompáñame, por favor.

- ¿No puedes ir tu sola?

- No, no puedo, es que he tenido un accidente, anda acompáñame.

- Está bien - contestó resignada - No tardo mucho - sonrió al chico - Vamos ¿Sabes tú donde están los aseos?

- Pues, ni idea.

- ¿Nos puedes decir donde están los aseos? - se dirigió a Deisuke.

- Mira por esa puerta, a la derecha verás un pasillo, el de chicas es la segunda puerta.

- Vale, gracias.

Una vez en los aseos, Yuri miró a Momoka colocando sus brazos en jarras.

- A ver ¿Que te ha pasado?

- No, a ver que te ha pasado a ti.

- ¿A mi?

- Si a ti ¿Qué hacías morreándote con Deisuke?

- Chica que exagerada, solo era un besito de nada.

- ¿Un besito de nada? Da igual, tú estás saliendo con Kenshi.

- A ver, exagerada ¿Está Kenshi aquí?

- ¿Eso que tiene que ver? Estás saliendo con él, no puedes ir besándote con cualquiera y menos con Deisuke, por favor Yuri que es Deisuke.

- Y está bien bueno.

- ¡No importa como esté de bueno! - gritó - ¡Es Deisuke! Además ¿Qué pasa con Kenshi?

- ¿Qué pasa de qué? No ha sido más que un besito, no es como si me hubiese acostado con él, además Kenshi y yo no somos novios ni nada, no estamos comprometidos, no tenemos una relación formal, solo somos amigos que salen de vez en cuando juntos.

- ¿Que solo sois amigos? Pero bueno, vas por ahí enganchada a él, todo el mundo sabe que salís juntos ¿Qué pasa? ¿Que no te gusta Kenshi?

- No es que no me guste, es un chico muy mono y sexy y además es un encanto pero... nada más.

- ¿Qué es entonces para ti? ¿Un juguete? ¿Una distracción?

- Si es que no lo entiendes, yo quería salir contigo pero tú empezaste a salir con Kamui y claro yo no quería ir de sujetavelas.

- ¿Y por eso saliste con Kenshi? ¿Por eso? ¿Te daba igual Kenshi que cualquier otro? ¿Qué fue? ¿El primero al que viste?

- Ay que pesada que eres, Kenshi estaba allí, le vi, me pareció guapo, sexy, me gustó y ya está ¿Qué tiene de malo? Eso no quiere decir que tenga que guardarle fidelidad de por vida o que ya no pueda mirar a otros chicos.

- No lo entiendo Yuri, perdóname pero no lo entiendo. Creí que te gustaba Kenshi y por eso... pero ya veo que te daba igual Kenshi o cualquier otro, claro, era el que tenías más a mano.

- Mira, no te me pongas en plan monjita ¿vale? No entiendo por qué te pones así solo porque he besado a un chico.

- Pues perdona pero me ha chocado ver a mi amiga besándose con un chico al que a penas conoce teniendo novio.

- Te he dicho que Kenshi y yo no somos novios.

- ¿Y cómo te sentaría a ti si te enterases que está por ahí enrollándose con otra?

- Pues me sentaría mal, pero pensaría que no le doy lo que quiere.

- ¿Es que él no te da lo que quieres?

- Es un crío Momoka, Kenshi es un crío y yo... Mira déjame, no lo vas a entender, eres igual que mi madre, solo sabéis meteros en mi vida y decirme lo que tengo y no tengo que hacer ¿Vas a seguir amargándome la tarde?

- No, por mi puedes seguir haciendo lo que estabas haciendo pero... si Kenshi no te es suficiente deberías dejarlo porque es una persona, no un objeto al que usar a tu conveniencia.

- ¿Te has enfadado conmigo?

- Eres mi amiga Yuri, mi mejor amiga y yo... es que no te comprendo, quiero comprenderte pero no puedo. Es que además es Deisuke y supongo que tengo miedo a que te haga algo o yo que se.

- Venga, no te preocupes tanto, eres muy exagerada para todo y demasiado recta. No pasa nada, no estoy haciendo daño a nadie.

- Pero puedes hacer daño a Kenshi.

- Pues si no lo sabe, no. Venga, no seas tonta, Deisuke no me va a hacer nada, ya lo verás, solo ha sido un beso inocente, como un juego.

Momoka suspiró, no la entendía, no la podía entender y tampoco Yuri la entendía a ella así que era mejor que dejasen esa conversación que no les llevaba a ningún sitio.

La puerta se abrió y una chica entró.

- Hola - dijo mecánicamente al verlas allí, miró y vio las dos únicas puertas de los servicios abiertas y entró en uno cerrando tras ella.

- Bueno, tu sabes lo que haces - dijo resignada - Pero ten cuidado con Deisuke, no le des mucha confianza que ya sabes lo que pasó con Himeko.

- En realidad no sabemos lo que pasó con Himeko ¿no crees?

- ¿Cómo que no? La drogaron.

- La drogaron y dijimos que fueron ellos pero nadie los vio ¿No te acuerdas?

- Bueno, tu por si acaso ten cuidado. Ya que estamos aquí voy al servicio.

Momoka entró en el otro servicio y Yuri se giró para mirarse en el espejo y retocarse el pelo. Se pasó los dedos entre el cabello y al sacarlos unas hebras doradas estaban enredadas en ellos, eso si que le apenaba, tenía que hacer algo o a este paso se quedaría calva. Tendría que acudir a Akira de nuevo y pedirle unas vitaminas para el pelo, ella se las pagaría, por supuesto, bueno, no era algo tan descabellado porque su padre tenía una farmacia y en la farmacia venden esas pastillas solo es pedirle el favor de que se las traiga, podría ir ella misma. Es que si le decía a su madre lo que le pasaba ya sabía ella que la llevaría al médico y tampoco era para tanto, seguro que el médico le mandaba hacer unos análisis y eso no le interesaba.

En el fondo Yuri sabía porqué se le estaba cayendo el pelo pero prefería ignorarlo y también sabía que si le hacían esos análisis los resultados revelarían muchas cosas y tampoco le interesaba.
Apoyó las manos en el lavabo y se quedó mirándose. La chica desconocida salió, se lavó las manos y se marchó mientras ella seguía mirándose. Se le acababa de ocurrir algo, algo para que su madre le comprase las vitaminas.

Yuri tenía todo el tema de las comidas controlado. Desde que hace dos años tuvo aquel problema de alimentación sus padres sabían que ella era de poco desayunar, bueno, es que en realidad nunca había desayunado demasiado, simplemente desde pequeña era incapaz de comer al levantarse, así que sus desayunos eran muy ligeros al igual que las cenas porque, ella siempre lo decía, para levantarse bien hay que acostarse con un poquito de hambre, esa era una cantinela que llevaba años diciendo así que tampoco se extrañaban de lo poco que cenaba y no merendaba, nunca merendaba y también sabían que era para mantener el tipo. Luego estaba el tema de la comida principal, pero también lo tenía controlado porque comía en el instituto y ella misma se la preparaba, además hace unos meses tuvo la genial idea de decirle a su madre que quería ser vegetariana, que era la dieta más saludable y a su madre, conociéndola como la conocía y su obsesión por no engordar, le pareció adecuado siempre y cuando se alimentase... claro, ahora podía decir que creía que le faltaban proteínas o alguna cosa y que necesitaba un complemento vitamínico... era perfecto.

Momoka salió del servicio y ella la sonrió y en pocos minutos estaban de regreso donde Takumi y Deisuke estaban sentados y también habían vuelto Kanna y Nagato.

...
Akane acababa por enésima vez de advertirles a sus hermanos lo que no podían hacer mientras estuviesen allí, Akira estaba a su lado, observándola cuando su primo se acercó a ellos.

- Akira - le dijo - Que digo yo que alguien debería dormir con los niños ¿no? Aunque acampen aquí al lado me ha dicho uno de tus amigos que son bastante revoltosos.

- Claro, claro - añadió Akane - Yo dormiré con ellos.

- Pues entonces también me quedaré yo esta noche - habló Akira - Y mañana que se queden otros dos.

- Si queréis me quedo yo, no hay problema.

- No, no, ni hablar - intervino Akane - Son mis hermanos y tu tampoco hace falta, Akira, mejor se lo decimos a Shibi.

- Ah, o sea, prefieres dormir con Shibi.

- No... no es eso, tonto, es que no son tus hermanos y no tienes porqué dormir en el suelo.

- Pero son mis cuñados, no lo olvides, calabacita.

- Es imposible contigo, haz lo que quieras. Venga, llévame a ver a esa cierva.

- Yo la llevo Akira, tu ve a hablar con la abuela que dice que quiere darte algo.

- Ya hablé con ella.

- Que ha dicho que tienen otra cosa que darte, que vayas.

- Está bien, está bien, iré a ver.

- Y tu, ven conmigo - le dijo a Akane - Verás que hembra mas bonita, te va a gustar.

- ¿Y está muy mal herida?

- No, tenía una herida muy fea en una de las patitas, cayó en el cepo de unos furtivos pero ya está mucho mejor, en unos días las soltaremos de nuevo.

Entraron en una sala blanca con una camilla de aluminio y estanterías con muchos frascos. En una de las paredes había una enorme ventana. Se asomaron por ella, daba a una cuadra y allí tras una valla estaba la cierva herida, tumbada y hecha un ovillo, con los ojos cerrados.

- ¡Que bonita que es! ¿Está dormida?

- Eso parece pero ahora mismo se despertará, tengo que entrar a limpiar.

- ¿Vas a entrar?

- Si, hay que barrer el suelo.

- ¿Lo puedo hacer yo?

- No, déjalo, hay muchos excrementos.

- No creas que eso me va a asustar o dar asco, estoy bastante harta de limpiar caquitas, anda, déjame.

- Bueno, si eres tan decidida - cogió de un perchero un chaleco de piel de ciervo - Ponte esto, es para que no huelas tanto a extraño.

- Si, ya lo se, tu primo me puso algo parecido cuando fuimos a ver los ciervos.

- Y también ponte esta gorra, tu pelo tiene un color muy bonito pero el naranja asusta a los animales, significa peligro.

- Vale.

- Dame, yo te ayudo, recógete el pelo.

Akane así lo hizo y Akihito intentó ponerle la gorra pero no le entraba bien con todo el pelo que se salía continuamente.

- Creo que tienes mucho pelo, espera, a lo mejor si te haces una coleta es más fácil - abrió un cajón y sacó un coletero - Ven.

Sin dejarla reaccionar Akihito comenzó a hacerle una coleta alta.

- Ya se yo hacerme la coleta.

- Pero los Shikamoto somos expertos en coletas, ya está. Ahora la gorra... así está mejor.

- Muchas gracias.

La puerta se abrió entrando el padre de Akira.

- Hola chicos ¿Qué hacéis?

- Hola tío, Akane quiere entrar a limpiar el suelo. Pues ya estás lista, toma el cepillo y adelante.

- Si, voy.

- ¿No te va a dar asco? - preguntó el padre.

- No, que va, para nada.

Akane abrió la puerta y entró emocionada, la cierva, al oír el ruido levantó la cabeza.

- Tú actúa con naturalidad, como si nada - dijo Akihito - Ignórala y no se pondrá nerviosa. Es una buena chica - comentó a su sobrino - Y muy voluntariosa, sería una Shikamoto estupenda ¿Y Akira?

- Las abuelas querían darle el regalo de cumpleaños ya.

- Es cierto, bueno, te dejo, cuida bien a nuestra invitada.

Justo en la puerta se cruzó con Akira.

- ¿Qué te han regalado las abuelas?

- Como si no lo supieras - suspiró.

- Pues ya sabes lo que te toca.

- ¿Y Akane?

- Ahí la tienes - contestó Akihito mirando por la ventana - Ha querido barrer ella.

- ¡Mírala! Y parece que disfruta y todo.

- Si y ni le da asco ni dada.

- Bueno, seguro que está acostumbrada a cosas peores.

- Eso ha dicho. Es una chica muy agradable y guapa, tienes suerte.

- Tampoco te pases.

- A ver primo, entiéndeme, en el pueblo hay pocas chicas y ya las tenemos muy vistas y las pocas que hay están deseando largarse, además ella es como muy exótica y se agradece ver algo distinto.

- ¡Que te digo que no te pases!

- Ya está - dijo Akane abriendo la puerta y asomándose - ¿Dónde tiro la porquería? Hola Akira ¡Que bonita que es! ¡Es preciosa!

- Déjalo Akane, ya sigo yo - habló el primo - Tu no has venido aquí a trabajar.

- Ah pero si esto no es trabajo, he podido verla de cerca ¿Ya has hablado con tus abuela?

- Si, ya lo hice.

- Querían darle su regalo de cumpleaños.

- ¿Y que te han regalado?

Akira resopló y Akihito sonrió.

- Un curso de piloto de helicóptero - contestó Akihito - Mi primo tiene que sacarse la licencia de piloto, es muy útil tenerla así que ahora le toca estudiar.

- Menudo regalo - refunfuñó Akira - Más estudios.

- No te quejes, la teórica es muy poca, además cuenta bastante dinero hacer el curso, las abuelas te están haciendo un gran regalo.

- Si, con vistas al futuro.

- ¡Pero eso es estupendo! - exclamó Akane - ¡Akira, vas a ser piloto! Akira tus abuelas te han regalado unas alas, vas a poder volar ¡Volar! ¡Volar por el cielo! ¿Es que no te parece estupendo?

- Lo que me parece es que ahora tengo que estudiar más y hacer las prácticas.

- Desde luego Akira que no te entiendo, ojala yo pudiese volar - se quejó Akane.

- ¿Te gustaría volar? - se interesó Akihito.

- Claro, volar debe ser fantástico, no se porqué pero creo que te debes sentir genial allá arriba.

- Pues cuando seas mi esposa podremos ahorrar y que te saques la licencia tú también, mira, así me ayudarás.

- No te burles de mi - decía mientras se quitaba el chaleco y la gorra.

- ¿Quieres volar ahora conmigo? - propuso Akihito.

- ¿Ahora?

- Si, bueno, en cuanto termine esto. Tengo que dar una vuelta para asegurarme que no haya furtivos o gente acampando ¿Me acompañas?

- ¿Puedo? - Akane le miró con los ojos brillantes de emoción.

- Por supuesto. Espérame que en seguida termino.

- ¿Has oído Akira? ¡Voy a volar!

- Estaba yo pensado - dijo mientras rodeaba a la chica por la cintura - Que podíamos llevar a los niños a acampar al aire libre.

- ¿Cómo al aire libre?

- Si, no iríamos muy lejos, solo nos adentraríamos un poco, sin tiendas, solo con sacos y si acaso unas mantas. Dormiríamos mirando las estrellas.

- Lo que te gusta a ti mirar las estrellas, chico.

- ¿No te parece buena idea?

- ¿No hará frío?

- Hace buena noche, no va a llover y entre los sacos, las mantas y si no dormimos desnudos, como sueles hacer tú, no pasaríamos frío. Además yo puedo darte calorcito a ti.

- Quita y no digas más tonterías - le empujó apartándole un poco de ella - ¿Y si nos ataca algún animal?

- ¿Qué animal nos va a atacar? ¿un conejo? ¿una ardilla? ¿un ratoncillo?

- ¡Eh! No bromees con los ratones ¿y si se nos meten en el saco?

- Nos llevamos a los perros y ellos espantan a cualquier cosa.

- ¿Y los ciervos?

- Los ciervos no se acercan a las afueras del bosque, no se fían de los humanos. Venga, a los niños les gustará mucho, sería muy divertido.

- ¿Estás seguro? ¿No es peligroso? Mira que si les pasa algo a mis hermanos mi madre me mata.

- Que no, ya verás que bien se lo van a pasar.

- ¿Y tus padres que van a decir?

- Nada, no van a decir nada.

- No quisiera molestaros - dijo de pronto Akihito - Pero ya he terminado ¿Nos vamos Akane?

- ¿Ya? Pues claro.

- ¿Se lo digo a los niños?

- Bueno, pero que venga alguien más con nosotros, no me fío de ellos y menos sueltos en la naturaleza.

- Entonces voy a prepararlo todo. Disfruta de tu vuelo - e inesperadamente para Akane sintió los labios de Akira en su mejilla.

Tal y como suponía Akira los niños se emocionaron con la idea de dormir dentro del bosque y al aire libre, para ellos aquello sonaba como una auténtica aventura, todos salvo Takato que parecía asustado ante la perspectiva pero los demás se encargaron de decirle que no pasaría nada y lo divertido que sería todo.

Después fue a ver a sus amigos, a ver quien se ofrecía voluntario para la "aventura". Al entrar en la casa encontró a Sumire cargando con un barreño lleno de agua.

- ¡Hola Aki! - le saludó alegre - ¡Aki ha venido a vernos!

Se giró rápidamente sin saber que Kimisuke se acercaba por detrás con lo que el barreño terminó chocando contra el chico y el agua saltó mojándole.

- ¡Ay, lo siento! - se apresuró a decir Sumire pero en su afán de ayudarle lo más deprisa posible terminó, sin que nadie supiera como había pasado, vertiéndole toda el agua encima - ¡Ah! - gritó soltando de golpe el barreño - ¡Lo siento!

Kimisuke la miró con paciencia, ya estaba acostumbrándose a esos "accidentes" de Sumire.

- ¿Qué ha pasado? - se acercó Misaki alarmado por los gritos de su hermana y junto a él también acudieron varios más.

- ¿Qué te ha pasado Kirin? - gritó Genki - ¿Por qué te hechas agua encima?

Kimisuke también miró a Genki con el mismo gesto de paciencia.

- He sido yo - aclaró Sumire - Es que... bueno es que este chico siempre está en medio cuando pasa algo.

- No, si, que soy un gafe, vamos - habló irónicamente.

- La culpa ha sido de Akira por asustarme - refunfuñó Sumire.

- Ah claro, ahora es culpa mía.

- Es igual - intervino Hana - Solo ha sido un accidente, tampoco es tan grave, al menos solo es agua.

- Eso es cierto - confirmó Kimisuke - Anda, no pongas esa cara de mohína que no pasada nada.

- Jo, si es que soy la persona más patosa del mundo.

- Bueno yo venía a pedir voluntarios para ira conmigo, Akane y los bellotas a dormir al aire libre.

- ¿Una acampada? - se emocionó Genki.

- Pero al aire libre, al descampado, sin tiendas.

- ¿Cómo si fuéramos aventureros? - volvió a emocionarse Genki - Cuenta conmigo, vaya que si que voy.

- Y conmigo - también se emocionó Sumire.

- A mi también me gustaría - añadió Hana - Me gusta la naturaleza y me gustaría ir con vosotros.

- ¿Puedo ir yo también? - interrogó Shiho - Seguro que la naturaleza por la noche es de lo más interesante.

- ¿Y si vamos todos? - propuso Suo - Vamos, lo digo porque todo el mundo parece entusiasmado.

- ¡Si! - gritó Sumire - ¡Vamos todos!

- Bueno si, podemos ir todos, tenemos sacos de sobra en casa - respondió Akira.

- ¿Pero tantos vas a tener? - preguntó Shibi - Mira que entre nosotros y los niños somos muchos.

- Yo creo que si pero si no, tenemos mantas de sobra, por dormir un día en el campo no nos va a pasar nada. Voy a preparar todo, vosotros preparar la comida, podemos hacer arroz con curry o algo así. Bueno, os dejo encargados de todo a vosotros ¿vale?

...
También en Kizuna estaban de preparativos.
Justo cuando Jisei y Xu-Xu se iban a marchar para ir a sus casas a recoger sus pijamas o camisones, según sus gustos, se encontraron a Kohaku y Himeko paseando y por supuesto la invitación a Himeko no tardó en llegar. Himeko dudó un poco pero después decidió ir a pedir permiso a su padre porque la verdad es que nunca había dormido en casa de ninguna amiga y le apetecía bastante.

Karasu acompañó a Ringo hasta casa de su madre.

- ¿Hoy no vas a tu casa? - le preguntó.

- No, hoy me quedo aquí.

- O sea que tu novio está de viaje.

- Pues si ¿Quieres subir un rato?

- No quiero ser un pesado.

- Que va, no eres ningún pesado, sube.

- Bueno, solo lo hago para ayudarte con el carrito, que conste. Mira, se ha quedado dormidita.

- Si, mira ¿te importa cogerla mientras yo subo el carrito? Así la molestaremos menos.

- De eso nada, yo soy el macho ¿no? Pues tú coge la niña y yo el carrito - dijo bromeando.

- Está bien, machote, está bien, como tu quieras.

Y así lo hicieron. Ringo depositó a la niña en la cuna sin que se enterara de lo que había pasado.

- Bueno - susurró Karasu - Yo me voy.

- ¿No quieres tomar nada? ¿Ni una cerveza?

- Bueno, pero solo una.

Que distinto era Karasu de Isamu, siempre atento y amable con ella, la ayudaba con la niña y eso que no era el padre ¿Por qué Isamu no podía ser así? No, él no, él siempre se lo dejaba todo a ella, si había de cambiarla, darla de comer o cualquier cosa, por ejemplo esa misma tarde Karasu había ido a una cafetería a pedir que le calentaran el biberón pero Ringo estaba convencida de que de haber estado con Isamu este no se hubiese movido el absoluto, es más, seguro que le habría dicho que ya que iba le trajera una cerveza o algo.

- ¿Qué te pasa? - la sobresaltó la voz de Karasu sacándola de sus pensamientos.

- Nada, nada, solo es que estaba pensando.

- ¿Y tu madre?

- Vendrá tarde, si es que viene. Ha quedado con un tipo, mi madre tiene mucho éxito y siempre tiene novios nuevos.

- No me extraña, tu madre es muy atractiva... quiero decir, para la edad que tiene.

- ¿Y cuantos años crees que tiene?

- No se ¿45?

- Que va - rió - Solo tiene 37, a mi me tuvo muy jovencita ¿Tas estropeada la ves?

- Para nada, ya decía que se conservaba estupendamente.

- Mi madre lo pasó muy mal, tuvo que renunciar a muchas cosas por mí.

- Pues supongo que como tu.

- Aún más... era otra época. Es una gran mujer, yo la admiro mucho y no me parece mal que salga con todos los hombres que le de la gana ahora que puede.

- No, si yo no digo nada, no vayas a pensar lo contrario.

...
Nowaki había tenido una idea y como todas las ideas de Nowaki era una idea descabellada pero en cuanto la propuso Kenshi se unió a él... ellos eran así, tal para cual. A los que no les parecía tan buena idea era a Kyojin y Kohaku que les miraban como si fuesen tontos o algo así.

- Que no Nowaki, que no - repetía muy serio Kohaku - ¿Cómo vamos a ir a ver a las chicas?

- Que si, compramos una pizzas y vamos a cenar con ellas ¿Qué tiene de malo?

- ¿Pero cómo nos vamos a meter los cuatro en casa de Ryuko? - decía ahora Kyojin.

- Si se van a aburrir solas - comentaba Kenshi.

- No, no se van a aburrir - le refutaba Kohaku - Lo único que haríamos es molestarlas, ellas quieren estar solas y hablar de cosas de chicas y de chicos.

- Pero cenamos y nos vamos, luego ya tienen toda la noche para hablar de lo que quieran - se quejaba Nowaki - Venga, vamos, mira, alquilamos una película y la vemos con ellas y luego nos vamos, venga si, venga, venga.

- Ay Nowaki que pesado que eres, tío.

- ¿Es que no os apetece ver una película con ellas? - preguntó Kenshi - Vamos tíos, una película de miedo para que se agarren bien.

- Pero mira que eres... retorcido - se regañó Kyojin - ¿Encima de molestarlas quieres asustarlas?

- ¿A que mola?

- Venga, cenamos, vemos la película y nos vamos - insistía Nowaki - Venga y cogemos una de esas de amor que a las chicas les gusta tanto.

- ¿Pero por qué insistes tanto? - le interrogó Kohaku.

- Porque nos lo vamos a pasar muy bien, va, tíos, vamos.

- Se van a molestar - apuntaba Kyojin.

- No se van a molestar. A las chicas les gusta que los chicos andemos detrás de ellas, les gustará.

Y si había algo que caracterizaba a Nowaki es que sabía ser insistente como él solo y después de mucho hablar, quejarse y suplicar consiguió convencer a sus amigos para comprar unas pizzas, alquilar una película e ir a casa de Ryuko a sorprender a las chicas.

- Pero - le advirtió Kohaku - Como pongan mala cara ni entramos ¿entendido?

- ¿Y con nuestros padres que hacemos? - preguntó ahora Kyojin - Habrá que decirles algo ¿no?

- Ostras pues si - gruñó Nowaki - No se me había ocurrido pensarlo.

- Si es que no se para que quieres la cabeza - comentó Kyojin.

- ¡Ya está! Les decimos que vamos a pasar la noche a casa de Kohaku.

- ¿A mi casa? Si hombre, no tengo yo otra cosa que hacer que meter a tres tíos en mi casa.

- Podemos ir a la mía - propuso Kenshi - Mi hermana no está y a mi madre no le molestará.

- ¿Estás seguro?

- Pues claro, si conoceré yo a mi madre.

- ¡Es verdad! - exclamó Nowaki - ¡Si tu madre se enrolla un montón!

- Para ella somos como una manada de cachorros, mientras no nos meemos en casa todo está bien.

- Pues ya está decidido - Nowaki se puso las manos en la cintura - Vamos a avisar a nuestros padres y a comprar las pizzas. Va a ser genial.

...
Después de una rato charlando, Karasu se levantó para marcharse.

- Mejor me voy ya.

-Si que es tarde - dijo Ringo remarcando sus palabras - Te acompaño a la puerta.

Ringo se puso de pie y seguida por Karasu, caminaron hasta la puerta de la casa, apenas puso un pie fuera de la casa, Karasu se volvió hacia Ringo intentando mostrarle la mas amable de sus sonrisas, para que notara que se lo había pasado muy bien y que le gustaba estar con ella, no era solo que Sonomi le dijese que era sus responsabilidad y que tenía que hacerlo, es que a él le gustaba estar con ella. Pero no le fue posible, en cuanto tubo frente a él el rostro de Ringo sintió algo calido moverse dentro, instintivamente llevo sus manos al rostro de la chica y segundos después sus labios rozaban los de ella en un corto y tierno beso.

"¿Pero que estás haciendo Karasu?" se dijo a si mismo "¿Otra vez besándola? ¿Pero a ti que es lo que te pasa?"

Perdido en sus pensamientos solo pudo notar el momento en que ella le había respondido, y ahora estaban ahí, de pie, en el arco de la puerta besándose con miedo como dos inexpertos enamorados.

"¿Qué me pasa, por qué le beso?... Sabe tan bien, sus labios son tan dulces… ¡No! ¡No!... ¡Tu estas con Isamu! ¡Deja ya de besarle!"

Una tímida petición por parte del chico para hacer más intenso ese beso la sacó de sus pensamientos y la excitación que sintió, unido a las sensaciones en sus labios la hizo olvidar cualquier otra cosa.

Ringo soltó un ligero gemido al sentir las manos de Karasu en sus caderas conduciéndola hacia adentro de la casa, se sintió extrañamente bien cuando recibió una mordida en su labio inferior mientras se dejaba caer sobre el sillón donde hacia unos minutos charlaban placidamente, y otro gemido escapó de sus labios cuando sintió sobre ella el peso de el chico, quien había dejado sus labios para dedicarse a dar húmedos besos a su cuello.

No podía ser, eso no podía ser. Apretó los ojos y puso las manos en los hombros de Karasu para apartarle de ella.

- No... por favor, no - acertó a decir.

Karasu se apartó de ella bruscamente, parecía que de pronto el razonamiento había vuelto de golpe a su mente.

- No te enfades, por favor - habló Ringo con miedo mientras se sentaba.

- No, eres tu la que tiene que enfadarse conmigo, no se... lo siento, es que... no se lo que me ha pasado... supongo que tu me gustas y... me he olvidado que tienes novio, será porque no lo conozco... perdóname, no volverá a pasar.

- No ha sido tu culpa, yo también me he dejado llevar... hace mucho tiempo que no siento nada cuando me besan y... ya había olvidado lo bonito que puede ser - sollozó.

- No Ringo, no llores, por favor, no llores.

- Es que... me siento tan mal que no lo puedo evitar.

Karasu guardó silencio, realmente no sabía que decir, ni como actuar.

- Será mejor que me vaya pero mañana vuelvo a buscarte.

- ¿De veras quieres?

- Pues claro que quiero y además hablaremos de lo que puedes hacer con Isamu.

- ¿Y que puedo hacer?

- Por ejemplo, dejarle.

- Pero es el padre de Aiko.

- Y no te digo que deje de serlo pero no tienes porqué atarte a él. Bueno, mira, mañana hablaremos.

...
Jisei, Xu-Xu, Ryuko y Himeko bromeaban y reían hablando de varias cosas mientras preparaban su cena cuando llamaron a la puerta de casa de Ryuko, extrañadas fueron a abrir.

- Espera que yo cojo el cepillo por si es un ladrón o un violador - decía Xu-Xu.

- Que bruta que eres - reía Jisei.

Abrieron casi con miedo cuando se encontraron a esos cuatro sonrientes chicos cargados con las pizzas.

- ¿Nos invitáis? - decía Nowaki.

- También hemos traído helado y una película - añadía Kenshi.

- ¿Será posible? - gruñó Jisei.- ¿Qué hacéis aquí panda de salidos?

Y después de unas cuantas amenazas de Xu-Xu y Jisei, súplicas de los chicos y bastantes risas, decidieron dejarles entrar porque cuantos más fueran seguro que se lo pasaban mejor.

...
En el pueblo de Akira, los bellotas, los primos de Akira, Chiharu, Minako, Akihito y todos los demás se instalaron en un lugar del bosque no muy alejado pero si lo suficiente como para sentirse solos y algunos se dispusieron a preparar la cena mientras otros exploraban la zona.

- ¿Y como vamos a dormir? - preguntaba Akane.

- Mira tenemos sacos para todos los niños, mi hermana y la hermana de Nowaki y nos sobra uno - contestó Akira - Los demás podemos dormir de dos en dos en las mantas, no te preocupes, no pasaremos frío. ¿Duermes conmigo?

- Si claro ¿Y que más? ¿Cuantos sacos hemos traído?

- Once.

- A ver y los bellotas son 6 y nosotros 8 ¿no? 5 chicos contando a tu primo y 4 chicas... pues ya está, los bellotas que duerman en las mantas y Chiharu, Minako, los otros dos niños y los chicos dormís en sacos y nosotras cuatro en mantas.

- Ala, ya lo has decidido.

- Pues claro y todavía nos sobra un saco.

- ¿Y si preguntamos quien quiere dormir en sacos y quien en manta? - interrumpió Akihito - 

Vamos, solo es una idea.

- Pues también tienes razón - concluyó Akane.

- Os complicáis mucho la vida los de ciudad ¿no?

- Es ella la que se la complica, que le encanta organizarlo todo - protestó Akira.

- ¿Yo?

- Prima ¿Puedo llamarte prima, verdad? - sonrió Akihito.

- Llámame Akane, eso de prima suena a pringada o algo así.

- ¿Te ha gustado el vuelo?

- ¿Qué dices? Me ha encantado, menuda pasada.

- ¿Entonces quieres venir mañana por la mañana otra vez conmigo?

- ¿Puedo?

- Pues claro, pero tendremos que madrugar bastante.

- Eso no me importa ¿Has oído, Aki? ¡Voy a volar otra vez!

- Ya veo, ya. Oye, por cierto, recuerda que no me olvido de esto - le enseñó el famoso talonario.

- Mira que eres pesado y tonto.

- Pues los bellotas están aquí, recuerda que ahora son mis soldados. No me voy a ir a dormir sin mi beso, tenlo presente, calabazita.

- ¿Es una amenaza?

- No, es un recordatorio, para que no lo olvides.

Y así comenzaba una noche que prometía ser de lo más movida tanto allí como en Kizuna, claro que no todos estaban felices. En su casa, Karura había tomado una decisión: tenía que resetear su vida y empezar de nuevo, quería irse de allí, alejarse de Fuma y de Hizashi, sentía que era la única forma de poder aclararse, no verles, no sentirse presionada por nada pero ¿Y cómo lo hacía? Ojala pudiese volver a su ciudad a Hohein, si, era lo que necesitaba, alejarse de ellos para poder pensar con claridad y decidir que sentía por cada uno de ellos, si sentía amor por alguno o quizás por ninguno, pero para eso tenía que alejarse de todo.

0 comentarios: