martes, 29 de junio de 2010

30. El recuerdo olvidado

ADVERTENCIA: Este capítulo contiene una escena que quizás sea ofensiva para algunas personas. Dentro de los distintos temas y problemas que se tratan en la historia no podía dejar pasar el de la pederastia, lo he tratado de una forma casi indirecta, sin escenas fuertes o de sexo morboso, en realidad no es el problema que tiene ese personaje, es la consecuencia de varios otros, no es que la haya traumatizado, más bien es el hecho de sentirse utilizada y manipulada. Pero lo aviso, si escenas de adultos aprovechándose de la ingenuidad de un niño son ofensivos para ti, mejor sáltate los últimos párrafos (digamos cuando empieza la letra cursiva), aunque ayuda a la historia, si no los lees tampoco pasa nada.
...............................................................

Xu-Xu acababa de hacer un pleno a los bolos, muy alegre chocaba las manos con Genki y se acercaba a la mesa que ocupaban a beber un poco, tenía bastante calor, cogió el cartón donde estaba escrita la lista de precios y comenzó a abanicarse.
- ¡Menuda paliza nos estás dando!
- Eso es porque no paráis de mirar a las chicas de al lado.
- ¿Qué chicas?
- Están bien buenas ¿eh?
Kenshi sonrió con gesto de niño travieso, era ese gesto de Kenshi una de las cosas que más le gustaban, cada vez que veía poner esa sonrisilla de niño malo era capaz de conseguir lo que quisiese de ella, no podía resistirse.
Kenshi y Xu-Xu eran muy amigos, se podía decir que eran casi más que amigos. Existía una gran complicidad entre ellos, era un amistad única, de ellos, tenían muchos más amigos pero entre ellos era otra cosa. Todo el mundo daba por hecho que Kenshi y Xu-Xu terminarían juntos, todo el mundo suponía que Xu-Xu era de Kenshi y Kenshi de Xu-Xu, ellos siempre se reían de aquella ocurrencia, eran solo amigos, buenos amigos y punto pero es que todo el mundo sabía que aquella no era una amistad común y corriente, era como una regla no escrita entre el resto de sus conocidos, algo sobresabido… terminarían siendo novios, nadie dudaba de ese hecho y como a pareja solían tratarlos, si le proponían algo a Xu-Xu siempre contaban antes con Kenshi y al revés… y ellos lejos de molestarse se divertían mucho con esa confusión.
Pero no, solo eran amigos, muy amigos y nada más. A Kenshi le gustaba mucho estar con Xu-Xu y siempre que podía buscaba su compañía, era una chica alegre, simpática y activa, su conversación era agradable, compartía con ella muchos momentos, momentos simples, sin mucha complicación, y de vez en cuando charlas de amigos, hablaban de todo, de sus familias, de chicas y de chicos, tenían confianza el uno con el otro, le gustaba estar con ella y no solo por su físico, que también le agradaba bastante era porque era como su alma gemela… su amiga.
A Xu-Xu le gustaba estar con Kenshi, se sentía muy a gusto a su lado. En realidad Xu-Xu era una chica amigable que simpatizaba con todo el mundo, pero Kenshi era algo especial para ella, era como un perrillo fiel y cariñoso que sabía que nunca le iba a fallar y que siempre estaba allí cuando le necesitaba, además le gustaban sus ojos pícaros, su sonrisa de travieso y esa aptitud de niño malo que de vez en cuando tomaba… todo el mundo sabía que a Xu-Xu le gustaba Kenshi, aunque se empeñara en negarlo.
Todo el mundo pensaba que estaban hechos el uno para el otro.
- Xu-Xu, tengo entradas para el zoo ¿te parece que vayamos mañana?
- ¡Estupendo! ¿Quién más va a ir?
- Solo tengo dos entradas.
- ¡Pues que se las paguen ellos! ¡Que rabia! Sumire no puede ir aún tiene las vendas ¿Llamamos a Shibi?
- No, mañana es el cumpleaños de uno de sus hermanos, no va a poder. Tampoco Himeko, creo que tiene que acompañar a su hermana a ese cumpleaños.
- ¿Y Nowaki y Genki?
- ¿Se lo preguntamos?
Cualquiera podía haber pensado que no hacía falta invitar a más, pero ellos eran así, les gustaba compartir todo con sus amigos.

El hermano de Akane terminaba de comerse la hamburguesa que le habían prometido mientras jugaba con su muñeco y miraba a Kyojjin con algo de descaro.
- ¿Es tu novio? - preguntó.
- No, es solo un amigo, mío y de Akane.
- ¿Te gusta Ryuko?
- Esas cosas no se dicen Kenta.
- ¿Te gusta?
- A mi si ¿y a ti?
- ¡Mas que a ti! Luego cuando sea mayor yo y ella, entonces, yo trabajaré de policía y luego iré a mi casa y Ryuko hará la cena y yo seré el padre y seré policía.
- Este niño tiene la vida muy planeada.
Una simpática melodía comenzó a sonar.
- Es mi móvil - aseguró Kyojjin mientras lo sacaba - Que raro, es Akane… Hola Akane ¿Qué pasa?
- Kyojjin, mira no te asustes pero tenemos un pequeño problema.
- ¿Qué ha pasado?
- Akira tiene mucha fiebre, tiene las anginas muy inflamadas.
- ¿Cuánto es mucha fiebre?
- Mira, he conseguido bajársela un poco pero ha llegado a tener más de 40. Tenemos que avisar a un médico, a mí la fiebre alta me asusta bastante y esas anginas necesitan antibiótico.
- ¿Cómo está?
- Ahora mismo duerme, pero en cuanto se le pase el efecto de la pastilla le va a volver a subir. Kyojjin, ha estado delirando y todo.
- Vale, no te preocupes. Su familia tiene el mismo médico que la mía, voy a llamar a mi madre y le diré que le avise. Enseguida estamos contigo.
No tardó Kyojjin en devolver la llamada.
- Estate tranquila, mi madre ya está avisando al doctor.
- Dile a Ryuko que se ponga.
- Claro, toma Ryuko, quiere decirte algo.
- Dime.
- Ryuko, hazme un favor, llama a Jisei y pregúntale si puede quedarse con Kenta esta noche.
- ¿Por qué?
- Me voy a quedar aquí esta noche, no puedo dejarle solo, seguramente le vuelva a subir la fiebre.
- Pero Akane ¿Cómo te vas a quedar?
- No puedo dejarle solo, yo no soy así, yo se como atenderle y lo haré.
- ¿Pero sabes lo que dices?
- Ryuko, tenía más de 40 de fiebre ¿sabes lo que es eso? ¿Y si le sube a media noche? Está solo ¿Cómo va a cuidarse si no puede ni levantarse a penas?
- No claro ¿Pero tú sola?
- Yo me quedo con ella - dijo Kyojjin - ¿Por qué es eso de lo que habláis, no? Yo estaré con ella y la ayudaré.
- Bueno, voy a llamar a Jisei, luego te cuento.
Tal como había dicho, Ryuko llamaba a Jisei.
- ¿Jisei? Hola guapa ¿estáis ya en casa?
- Si, ya hemos llegado ¿y tú? ¿Qué tal tu nueva cita "no-cita"?
- ¡Que tonta eres! Oye es que nos tienes que hacer un favor a Akane y a mí, bueno más a Akane.
- Dalo por hecho ¿Qué os pasa?
- Verás es que Akane está en casa de Akira.
- ¿Y que hace allí?
- Es que Akira se ha acatarrado, ellos se quedaron viendo una película y Kyojjin y yo hemos llevado a Kenta al parque.
- O sea que los liasteis todo para dejarlos en su casa a solas… malvados.
- Que no, que Akira no se encontraba bien y no quería salir y…
- Ya, ya, no me cuentes historias que ya nos conocemos.
- Bah, lo que tu digas, el caso es que Akane me ha llamado porque Akira tiene mucha fiebre y dice que quiere pasar allí la noche.
- Ya. A ver que yo me entere: Akira tiene la temperatura alta y Akane va a pasar la noche con él, todo muy normal… ¿Pero de que vas?
- Que no es eso, es que Akira está solo, sus padres no están y tiene 40 de fiebre, la madre de Kyojjin va a avisar al médico y además Kyojjin también se va a quedar a cuidarlo. Ya sabes como es Akane, tiene que estar en el ajo de todo.
- Vale, vale, no te alteres que ya lo he comprendido ¿cómo crees que iba a pensar semejante burrada? ¿Qué quiere Akane? ¿Qué me quede con Kenta, a que sí? No hay problema, trae al enano o mejor ¿por qué no vienes tú también? Lo pasaremos bien, cotillearemos de Akane a sus espaldas porque el tema tiene miga ¿a que sí?
- Vale, ahora te veo.
Ryuko colgó, el hermano de Akane tiraba de ella. Kyojjin caminaba en silencio.
- No te preocupes Kyojjin, Akane es muy buena cuidando enfermos.
- No, no es eso. Es que me sabe mal que tenga que pasar allí la noche. A lo mejor la puedo convencer.
- Uy, no, si ha tomado una decisión ya no la bajas del burro. Además ya lo conoces, si no está allí, asegurándose de que las cosas se hacen como deben, no va a estar contenta.
- Es muy cabezota.
- Ya te digo, y manejanta. Todo lo tiene que hacer ella. Akira estará bien, ya lo verás ¿Por qué no vamos primero a mi casa y les digo a mis padres que voy a pasar la noche con Jisei? Luego ya vas a casa de Akira y te quedas a ayudarla.
Kyojjin estaba realmente intranquilo, quería saber exactamente que había pasado y sobretodo ayudar.

Akane esperaba pacientemente alguna noticia o "algo" de alguien. Como Akira parecía dormir tranquilamente y le había bajado un poco la fiebre, se sentía algo aburrida. El timbre de la puesta sonó asustándola un poco.
- Buenas tardes - dijo al abrir la puerta y ver a un señor mayor que portaba una maleta plantado allí delante - ¿Es usted el médico?
- Me han dicho que en casa de los Shikamoto había un enfermo.
- Si, si, es aquí, pase.
- Es el hijo ¿no?
- Si, está en su habitación.
- ¿Y que le pasa exactamente?
Camino al cuarto de Akira, Akane resumió lo que había pasado y las medicinas que había tomado.
- ¿Y tú quien eres? Vamos, solo por curiosidad.
- Soy una compañera de clase, estamos haciendo un trabajo juntos por eso…
- ¿Te has fijado si tenía mucha mucosidad?
- Bastante y también ahora está empezando a toser mucho.
- Aja - habían llegado frente a la cama de Akira - Bien, veamos que tenemos aquí, habrá que despertarle ¿no?
- Akira, Akira, despierta.
Akane meneaba a su compañero, este gruñó.
- Vamos, que ha venido el médico.
- Deja, ya conozco yo a éste. ¡Eh, muchacho! ¡Vamos, abre los ojos! - le cogió la cabeza y la movió para ambos lados.
- ¡Ahhh! ¿Qué pasa? - se quejó.
- Abre los ojos e incorpórate.
Abrió lentamente los ojos, esa voz le sonaba familiar y no sabía de qué.
- ¿Doctor? ¿Es usted?
- Si, soy yo, venga vamos, despierta del todo.
- ¿Pero qué…?
- Me ha llamado la señora Akihana, tus padres no están ¿cierto?
- Vendrán mañana.
- Por suerte tienes aquí una enfermera ¿eh, rufián?
- ¿Qué? Pero yo… ¿Akane? ¿Todavía estás aquí?
- Abre la boca, vamos a ver esa garganta… Ya veo, ya… ¿Cuánta fiebre dices que ha llegado a tener?
- 40, casi 41 le faltaban como un par de décimas.
- Bueno, voy a hacerte una exploración ¿Te importaría esperar fuera? Es más cómodo para él.
- No, claro.
Mientras esperaba volvió a sonar el timbre. Esta vez era Kyojin, que venía jadeando.
- He llegado lo antes que he podido - fue su saludo.
- ¿Y Ryuko y Kenta?
- Los he dejado en casa de Jisei ¿cómo está?
- El médico está con él.
- ¿Se ha puesto muy mal?
- Hombre, es que a mi la fiebre me pone algo nerviosa.
- Señorita, por favor - dijo el médico desde la puerta de la habitación.
- Si, ya voy,
Akane y Kyojin subieron y entraron en la habitación, Akira volví a estar tumbado y con los ojos cerrados.
- Buenas tardes, doctor - saludó Kyojin.
- Hombre, el joven Akihana, tu madre me llamó ¿dónde estabas?
- Acompañando a una compañera a su casa ¿Cómo está doctor?
- Bueno pues, hecho un asco. Tiene unas anginas tremendas lo que le produce tanta fiebre. Le voy a poner un antibiótico pero el problema es que está solo y no puede pasar la noche solo.
- No se preocupe, yo me quedaré con él.
- Pues no sé si me da mucha garantía.
- Yo también me quedaré - dijo Akane.
- ¿Qué? - gruñó Akira abriendo un ojo.
- Entonces ya me quedo más tranquilo, lo has hecho muy bien jovencita. Deberías agradecerle sus atenciones, si ella no llega a estar aquí no sé que hubiera sido de ti ¿Cómo sabes tanto de cuidar enfermos?
- Porque tengo 5 hermanos, todos más pequeños que yo.
- Entiendo, la experiencia.
- Imagínese.
- ¿De veras quieres quedarte?
- No quiere - habló Akira de forma afónica.
- Si no quieres llamaré a una ambulancia y le ingresaré en mi clínica, no hay problema.
- No, no me importa, me quedo.
- Va a ser una noche muy larga.
- Lo sé, pero Kyojin me ayudará.
- ¿Y yo no tengo nada que decir? - seguía quejándose Akira cada vez más afónico.
- Bueno, voy a ponerle el antibiótico - decía mientras preparaba una inyección - Esperadme fuera.
Akane y Kyojin esperaban en la puerta.
- ¿Qué pasó? - preguntó Kyojin.
- Las anginas son así, suben de golpe y dan mucha fiebre. Tu amigo el genio es un poco bruto y por hacerse ayer el machote fíjate lo que le ha pasado.
- ¿Y cómo has conseguido que se meta en la cama?
- Era eso o la ducha, ya sabes como soy.
- Me hubiera gustado verlo.
- Lo mejor ha sido cuando le he querido quitar los pantalones, se le salían los ojos de las órbitas.
Kyojin se echó a reír.
- ¿Os ha dado tiempo a hacer algo?
- ¿Tú que crees que hemos hecho?
- ¿No habréis discutido?
- ¡Cómo nos conoces!
El médico salió.
- Bueno pues ya está, mañana por la mañana vendré a echar un vistazo. Intentar que coma algo pero no le insistáis demasiado, sobretodo que beba y sigue dándole las pastillas como lo estabas haciendo. Mira, mi teléfono, si tienes algún problema, me llamas - le pasó a Akane una tarjeta.
- De acuerdo.
- Y ya sabes, hazlo como con tus hermanos. Si tiene frío dale calor y si tiene calor pues refréscale. Si le sube la fiebre mucho lo mejor es un baño, refrescarle, darle un paseo por el jardín, lo que sea, pero que le baje.
Después de que el doctor se marchase. Kyojin se encargó de preparar la cena.
- Akane, tu cena tranquila, yo se la subo a Akira.
- Vale, pero sube también un barreño o algo por si vomita.
Akira frunció el ceño al ver entrar a Kyojin con una bandeja con la comida.
- ¿Crees que podrás levantarte para cenar?
- Pues claro ¿Me dejas vestirme del todo?
- Supongo que sí, aunque aquí Akane es la que manda.
Se sentó en la cama y sintió una punzada clavándose en su parte trasera.
- ¡Ahu, maldito pinchazo! Trae - arrebató la camisa del pijama de las manos de Kyojin - ¿Dónde está Akane?
- Cenando algo.
- ¿De veras vais a pasar aquí la noche?
- De veras.
- Podía haber ido a la clínica ¿Y dónde vais a dormir?
- Eso es cosa nuestra. Por cierto, voy a dejarle uno de tus pijamas a Akane, al menos estará más cómoda, no te importa ¿verdad?
- Y si me importa me va a dar igual.
Akira no cenó, después de dos cucharadas los vómitos regresaron, lo peor fue cuando ya no tenía nada en el estómago pero éste insistía en querer seguir expulsando lo que fuera.
- Kyojin - dijo Akane cuando Akira volvió a quedarse dormido - Es una tontería que estemos aquí los dos, ve a dormir un poco.
- ¿Y tú?
- Yo echaré una cabezada en esta silla tan cómoda.
- No me parece bien.
- Ya estoy acostumbrada a estas cosas. Es mejor que uno de los dos esté descansado para ayudar al otro.
- ¿Pero tu crees que se pondrá peor?
- Seguro, verás como la fiebre vuelve a subir.
Akira se quejaba.
- Tiene pesadillas - comentó Akane.
- Pues me quedo contigo, por lo menos hasta que toque la próxima pastilla.
- Mira, yo te aviso, de veras.
Akira se incorporó dando arcadas pero sin vomitar nada. Kyojin le sujetó.
- Me encuentro fatal - se quejó mientars seguía con las arcadas - Kyo, ayúdame a ir a… - seguía dando arcadas - al servicio.
- Claro, venga.
Cuando regresaron, Akane se había puesto un pijama de Akira que Kyojin le había dado y ya tenía planeado lo que iban a hacer.
- Creo que lo mejor es que hagamos turnos ¿no crees? Si quieres quédate tú ahora, yo me voy a echar en el sofá. Cuando le toque el médicamento me avisas, se lo damos y cambiamos otro rato.
- Vale, descansa un poco.
- Bueno, si pasa algo me avisas ¿eh?
- Tú tranquila ¿Sabes que estás muy graciosa con el pijama de Aki?
- ¿Tú no te vas a poner uno?
- No porque he pensado que por la mañana temprano iré a mi casa a cambiarme ¿te importa?
- No. Bueno, que se te de bien.
- Vale, descansa.
Akane se quitó las gafas y se acomodó en el sofá arropándose con la manta que había utilizado Akira, pensó que estaría llena de virus pero tampoco iba a ser tan puntillosa. La verdad es que no tenía sueño, así que su mente empezó a vagar entre pensamientos extraños. La gatita se subió también al sofá y se colocó entre las piernas de Akane.
Kyojin miraba a Akira que tenía un sueño bastante movido ¿qué estaría soñando que le producía tanta agitación? Cuando pareció calmarse, Kyojin se recostó en la silla, el sueño le estaba venciendo, abrió los ojos y echó un nuevo vistazo a su amigo.
Akane también estaba cayendo en brazos del sueño cuando la voz de Kyojin la sobresaltó.
- Akane, Akane ¿puedes venir?
- ¿Qué pasa?
- Ven, quiero que veas una cosa.
Akane corrió hacia la habitación.
- ¿Es esto normal?
Akane miró a Akira, éste tiritaba de una manera violenta, casi parecían darle convulsiones. Se acercó a tocarle, le destapó, el chico se encontraba totalmente acurrucado.
- Está muerto de frío - miró su reloj - ayúdame, incorpórale, vamos a darle ya el médicamento, total ya casi le toca, antes de que le suba demasiado la fiebre.
Kyojin le incorporó y se sentó en la cama, apoyándole contra él.
- ¿Te has dado cuenta de que es como un muñeco?
- Si, le manejas como quieres. A ver, Akira, despierta, tienes que tomarte la pastilla, eh, chico… menéale Kyo.
- Aki, Aki…
- ¿Qué quieres?
- La pastilla, venga, abre la boca.
- Déjame, tengo frío.
- Si no te la tomas Kyojin te la dará boca a boca.
- Vale, vale.
Akane le puso la pastilla en la boca y le dio a beber agua.
- ¿Te la has tragado?
- Que si.
Kyojin le recostó y le arropó.
- Tendríamos que echarle otra manta o algo ¿no?
Akira parecía tiritar cada vez mas, los dientes le castañeaban de forma exagerada. Akane suspiró.
- En fin, que le vamos a hacer… - volvió a desarroparle y comenzó a desabrocharle el pijama.
- ¿Qué vas a hacer?
- Meterme en la cama y darle calor.
- ¿Pero que dices?
- El cuerpo humano tiene casi 37 grados.
- Entonces déjame a mí.
- No te ofendas pero estaríais demasiado apretados. En fin, que sea lo que sea.
- ¿Pero por qué le abres el pijama?
- El calor se propaga más rápidamente si no hay barreras - comenzó a desabrocharse el suyo, Kyojin miró hacia otro lado algo apurado, Akane se tumbó, recostándose en el pecho de Akira - Kyo, anda, arrópanos.
Antes de arroparlos Kyojin vio como Akira alzaba sus brazos y rodeaba a Akane.
- ¿Lo ves? - dijo la chica - Inconscientemente su cuerpo busca el calor.
Al cabo de unos minutos Akira dejaba de castañear los dientes y su respiración se hacía algo más acompasada.
- ¿Tú crees que se da cuenta de lo que pasa? - preguntó Kyojin.
- Que va ¿crees que me hubiera dejado?
- ¡Pues lo que se está perdiendo!
- Vete a dormir, dentro de un rato me levantaré.
Pero Akira inesperadamente apretó el abrazó y se giró de lado arrastrando a Akane, y quedando casi encima de ella.
- O puede que no pueda - añadió Akane - ayúdame que me destroza las costillas.
Kyojin intentó separarle los brazos.
- La mano de abajo Kyojin, a ver si al menos la mueve un poco que me la está clavando.
- ¿Estás segura de que está dormido?
- Espero que si, porque si no, le voy a patear el culo hasta que le salgan almorranas en las encías.
Akane logró acomodarse un poco.
- Vete a dormir Kyojin, a ver si dentro de un rato se relaja y me suelta. Si te necesito gritaré.
- ¿Seguro que estás bien?
- No, pero al menos parece que está entrando en calor, ya no tirita.
- Tranquila, si sigue así pronto entrará en calor.
- ¡No seas guarro, Kyo!
- Bueno que no quiero molestar. Cualquier cosa grita y subiré corriendo..
Kyojin subió varias veces a ver como seguían. Entraba con cuidado pero lo primero que oía siempre era lo mismo:
- Pasa, estoy despierta.
Akane se sentía cada vez más agobiada, aunque al fin había conseguido separarse un poco de Akira aquello no era suficiente. Ahora el chico desprendía calor, demasiado calor, un calor cada vez más asfixiante y lo peor es que cada vez que intentaba separarse más, él más estrechaba el abrazo y otra vez a empezar.
- Esto si que es fastidioso - decía Akane - ¡Eh! ¡Shikamoto! Eres un poco agobiante ¿lo sabías?
Trató de dormirse, por lo menos descansar, pero era inútil, el calor se lo impedía, ese chico era como una estufa ¿no estaría incómodo? Como pudo tiró el edredón hacía atrás y en una de las visitas de Kyojin le pidió que abriera la ventana.
- Kyojin, si me duermo, despiértame antes de que venga el médico, despiértame temprano ¿vale?
- Vale. Parece que ya no tiene tanta fiebre - dijo tocándole.
- Pues menos mal porque si no me muero directamente. No hace falta que subas tanto, descansa, ya está más tranquilo, de veras que te aviso si le sube la fiebre.
- ¿Queréis intimidad, verdad?
- No seas payaso. Oye cuando vayas a tu casa trae naranjas.
- De acuerdo. Y tú intenta dormir un poco.
- No creas, ya he renunciado a poder escaparme de este abrazo, pero creo que me voy a deshidratar.
El sueño la estaba venciendo, ya le daba igual el calor o la incomodidad. Akira había comenzado de nuevo a agitarse, incluso parecía mascullar algo. Se separó un poco de Akane aunque seguía manteniendo el abrazo, Akane se sentía muy cansada y veía como el sueño la comenzaba a invadir, se notaba casi sin fuerzas, lo único que quería era cerrar los ojos y dormir, fue entonces cuando al sentirse algo liberada movió sus manos para ayudarse a separarse más, una de sus manos fue a dar contra una parte del cuerpo de Akira que Akane no esperaba.
Akane puedo haber reaccionado con rapidez, era lo que cualquier persona hubiera hecho, apartar la mano de aquello que había tocado sin darse cuenta seguramente llevada por la sorpresa pero Akane no reaccionó así, Akane se quedó paralizada, presa de "algo" que la impedía reaccionar, no estaba sorprendida, ella dormía con sus hermanos, los despertaba por la mañana y sabía que la naturaleza de los chicos suele actuar sola acumulando sangre en lugares incómodos, no le extrañó encontrar aquello y en cualquier otra situación hubiese reaccionado rápidamente, pero quizás por el cansancio, quizás porque estaba entrado en esa fase de vigilia donde tu subconsciente comienza a dominarle y enviarte extrañas visiones, Akane se sintió aterrada e incapaz de reaccionar. De repente no se sentía allí, en su mente ya no estaba en la habitación de Akira, miraba a su alrededor y debido a la oscuridad reinante no veía gran cosa pero todo había cambiado, su corazón comenzaba a latir de forma acelerada y una voz, ronca le susurraba desde el fondo de su mente.
- ¿Quieres tocarlo? Vamos, no tengas miedo, te dejo.
Akane ya no era Akane, dejó de sentirse ella misma, ahora se sentía sola, sola e indefensa, ya no era una chica de 18 años, era una niña, una niña pequeña solitaria y enfadada con el mundo, una niña de a penas 10 años curiosa y crédula, cansada a pesar de su corta edad de tener que ocuparse de sus hermanos y deseosa de que alguien la hiciese caso a ella. Recordaba aquella voz, aquellos ojos y aquella sonrisa pero no recordaba como empezó, ni que le llevó a eso, lo que si recordaba era el tacto de lo que tocaba, aquel calor que se desprendía, su pequeña mano aprisionando aquello que se le antojaba tan asombrosamente grande, aquella dureza y esa extraña palpitación.
Akane cada vez se sentía más y más nerviosa, quería apartar aquel recuerdo de su mente, era algo que había desterrado en el fondo de sus recuerdos, nunca lo recordaba ¿por qué ahora? ¿Por qué de pronto ese recuerdo volvía? Y seguido a ese recuerdo, pegado a él apareció otro: esa mujer mirándola con desprecio.
- Eres una niña muy guarra, sucia… eso es de niñas guarras.
Y el bofetón, la mano fría estrellándose con violencia contra su mejilla. Confusión, rabia, miedo… no comprendía que había hecho mal, que había de malo en lo que había hecho, por qué no podía hacerlo y por qué si era tan malo solo la regañaban a ella.
Movió la cabeza, tenía que quitarse ese recuerdo de encima pero ya estaba apresada, dentro de su propio mal sueño.

Estaba dormida cuando sintió que el aire le faltaba, se ahogaba, abrió la boca ansiosa por llevar aire a sus pulmones cuando al tiempo que lo hacía algo más se introducía en su boca, algo húmedo que le hizo despertarse bruscamente y abrir los ojos asustada, unos labios se separaban de su boca al tiempo de la lameteaban, aquello era asqueroso y le entraron ganas de vomitar.
- Sabes muy dulce, tienes el sabor de lo nuevo.
- ¿Tío?
En realidad no era su tío, era el hermano de la nueva mujer de su padre, pero ella siempre le llamaba así porque era el tío de dos de sus hermanos, al igual que a aquella mujer la llamaba abuela. En esa época, su padre y su nueva familia vivían en casa de la madre de Maron, su madrastra y cuando a ella le tocaba ir con su padre le tocaba dormir en la habitación de Jaakuro, en una cama plegable que extendían para ella. Jaakuro tenía 21 años, era tímido, callado, serio y reservado, solía ser muy poco comunicativo y siempre parecía formal y educado; no se quejó cuando le dijeron que meterían en su cuarto a una cría, desde muy pequeña Akane siempre había dormido con él y su relación no era cariñosa, ni distante, eran simplemente un hombre joven y una niña y ambos solían ignorarse. Akane no podía decir que le cayese mal, para ella siempre había sido su tío, uno más de la familia y así fue durante años hasta que comenzaron aquellos toqueteos secretos y en los cuales Akane no veía nada malo, quizás eran divertidos, un juego, hasta que esa mujer los pilló.
A partir de ese momento todo cambió. Ahora ya no era un juego, ahora ya no era divertido, era algo que estaba mal y Akane se sentía culpable.
- ¿Por qué me despiertas, tío? ¿He hablado otra vez?
- No pequeña, es que me duele - Jaakuro se metió en la cama de la niña.
- ¿La cabeza?
Jaakuro cogió la pequeña mano de la pequeña Akane y la llevó hasta su miembro.
- Me duele mucho, Akane.
La niña intentó separar la mano, aquello no estaba bien, era algo sucio, ahora lo sabía, tocar eso era de niñas malas y guarras.
- ¿No quieres ayudarme? Vamos Akane, tú puedes hacerlo.
- No, tío, no… eso no…
Al principio ella nunca le masturbaba, solo se limitaba a tocarle durante unos segundos, palpando aquello tan extraño y que le llamaba la atención, pero, precisamente después de la pillada, Jaakuro había cambiado, ahora la obligaba a mover la mano y acariciarle.
- Vamos, es culpa tuya, tienes que hacerlo.
- No… eso está mal… no, por favor… - susurraba asustada mientras intentaba huir de esa cama pero un brazo fuerte siempre la sujetaba.
- ¿Quieres que se lo diga a ella? ¿Le digo que has vuelto a tocarme?
- Yo no te he tocado, yo no he hecho nada, yo no hago esas cosas.
- ¿Y por qué me duele?
- Yo no he hecho nada… yo estaba durmiendo, yo no soy una guarra.
- Si lo has hecho, ha sido culpa tuya ¿No ves como está?
- Pero yo no he sido.
- Si has sido tú, te has levantado y me has tocado mientras dormía.
- No… no… - Akane se asustaba, se asustaba mucho, no quería que llamase a esa mujer, ni a su padre ¿Qué diría su padre si se enteraba? La llamaría también guarra, a lo mejor la pegaban, seguro que se lo diría a su madre y la castigaría… no, otro castigo no… Akane no era mala, Akane era buena, tenía que ser buena - Perdóname, no me he dado cuenta, yo no quería tocarte, yo estaba dormida…
- Pero lo has hecho, eres muy mala.
- No… no… yo no quería, no me he dado cuenta.
Akane lloraba, el pánico la inmovilizaba y no la dejaba pensar, lo único que quería era que nadie se enterase, no, le aterraban las regañinas, le aterraban los castigos, era una niña, una niña pequeña que ignoraba que era la víctima, que era a quien había que proteger, ella solo tenía miedo y estaba dispuesta a lo que fuera con tal de que no la castigaran, de que nadie se enterase.
- Si has empezado tienes que acabar - le susurraba con su voz ronca la oído - Soluciónalo, haz que deje de dolerme y nadie lo sabrá, lo prometo.
Y Akane, aterrada, introducía su pequeña mano por debajo de la ropa y comenzaba a acariciarle mientras escuchaba como la respiración de Jaakuro se iba haciendo cada vez más rápida.
- Cuando seas mayor te enseñaré muchas cosas, pequeña.
El aliento de Jaakuro era caliente y denso y a ella le daba mucho asco. A veces se acercaba a sus labios pero siempre retiraba su cara asqueada.
- No… besos, no… por favor…
- Eres aún muy pequeña… estoy deseando que crezcas.
Akane lloraba, no podía evitar que sus lágrimas salieran sin querer detenerse y así, llorando, en silencio, sintiendo esa respiración, continuaba hasta que un gruñido, unos movimientos extraños en el cuerpo de Jaakuro, unas palpitaciones y un líquido caliente y pegajoso mojando su pequeña mano le avisaba que ya había terminado todo. Se levantaba en silencio, iba al servicio y se levaba las manos con agua muy caliente, frotándose con rabia, sin dejar de llorar. Cuando regresaba Jaakuro siempre estaba ya en su propia cama, de espaldas, durmiendo.

Akane y Akira abrieron los ojos de forma desmesurada a la vez, aunque ninguno de los dos podía ver que el otro también lo había hecho ¿Qué había pasado?
Fue entonces cuando Akane apartó la mano de lo que estaba aprisionando con brusquedad ¿qué había hecho? Cierta humedad en el pijama de Akira bloqueaba sus pensamientos ¿Había estado tocando a Akira?
Akira no sabía exactamente lo que había pasado, tenía un sueño, seguro, un sueño extraño, muy extraño y de pronto un orgasmo le sacudió despertándole, estaba mojado ¿Se habría masturbado mientras dormía?
Akane casi ni respiraba, ahora si que sentía pánico ¿se había despertado Akira? ¿Qué pensaría de ella? No se atrevía ni a pestañear, solo quería desaparecer de allí ¿cómo iba a justificarse?

viernes, 25 de junio de 2010

29. La determinación de Momoka

- ¡Quiero un Pokemon! - gritaba Kenta con todos la fuerza de sus pulmones.
- ¡Vale ya Kenta! Te estás portando muy mal - le recriminaba Ryuko.
- ¡Quiero un Pokemon, quiero un Pokemon!
- Vale - hablo Kyojin - Te compro un Pokemon pero me tienes que prometer que te vas a callar.
- ¡Bien! ¡Bien!
Ryuko le dirigió una mirada un tanto de reproche. Kyojin entró en la tienda y al rato salió con una bola sorpresa que el niño tanto quería. El niño gritó como un loco, abrió la bola y comenzó a saltar enseñando su Pokemon con gesto de triunfo.
- ¡Mira Ryuko, me ha tocado Pikachu!
- Si, Kenta, es Pikachu, tu favorito ¡que suerte!
Y mientras saltaba eufórico siguieron caminando hasta llegar a la cafetería donde había un gran parque de bolas para que los niños disfrutaran y dejaran un poco a sus padres y acompañantes tomarse algo tranquilamente.
Mientras el niño entraba apresuradamente en aquella especie de jaula llena de bolas, Ryuko se sentaba en una mesa a esperar a Kyojin que había ido a sacar el ticket y comprar unas bebidas.
Cuando regresó volvió a mirarle con reproche.
- No deberías haberlo comprado.
- Bueno ¿ahora me vienes con esas?
- Akane se va a enfadar, ya lo verás.
- Akane siempre se enfada.
- No le gusta que malcriemos a su hermano, dice que ya es bastante insoportable.
- Si ya lo se pero me estaba volviendo loco, no se como Akane lo soporta.
El niño había dejado el muñeco sobre la mesa, Ryuko jugueteaba con él.
- ¿Tú no has jugado nunca a Pokemon, Kyojin?
- Pues claro ¿Y sabes quien era buenísimo?
- Akira.
- Tratándose se estrategias era el mejor, como siempre.
- Mi única estrategia era: el que golpea primero golpea dos veces. Este Pokemon me trae muchos recuerdos. Akane y yo nunca tuvimos una consola, y menos aún un juego. Mis padres son así, consideraban eso un capricho me paseé el juego de Pokemon amarillo por lo menos veinte veces, me lo sabía de memoria.
- ¿Qué hacíais? ¿Akane le robaba la consola a algún pardillo?
- Pobre Akane - sonrió - Hace unos años sus padres les compraron unas gamecolor a sus hermanos, a los dos mayores, entonces eran unos críos, tendrían 4 o 5 años, ella quería una pero a ella nunca se la compraron, era una niña mala y estaba castigada - habló en voz baja y triste mientras su mirada parecía perderse en algún punto y sus ojos llenarse de lágrimas - y como sus hermanos eran tan pequeños no sabían leer así que prácticamente jugábamos nosotras,
- Así que castigaban a Akane y ella les quitaba el juego a sus hermanos, o sea que no solo se dedicaba a ir escalabrando a otros niños. Recuerdo que parecía un chico, con el pelo corto y las gafas rotas, vamos, yo estaba convencido de que Kumoyuki era un chico.
- ¿Y que pensabas de mi?
- Si te digo la verdad, no te recuerdo, no hasta que nos pusieron en la misma clase.
- Yo siempre paso desapercibida.
- No te ofendas es que…
- No, si no me ofendo. Akane era todo un chicote, eh, que era uno de los jefes de la banda de gamberros del patio… Jisei era la muñeca bonita y yo la bola silenciosa que siempre estaba con ellas.
Kyojin la comprendía, vaya si la comprendía, él siempre había sido conocido como "el gordito" "el patoso" "el torpe" y siempre se olvidaban de él.
- Pero ahora ya no lo eres Ryuko.
- Si, ahora me vas a decir que soy un cisne.
- Lo eres. Para mí desde luego que si y se que para otros también.
- Oh, si, dime uno, solo uno.
- Bueno pues…
- No te esfuerces, si lo tengo asumido.
Kyojin la cogió la mano y apretó.
- Ryuko tu a mi me gustas - dijo llevándose por lo que realmente deseaba decir, sin plantearse si estaba bien o mal o si ella se enfadaría - Se que no soy mucho, se que pensarás que no valgo nada, que ha ido a fijarse en ti el más desgraciado de la clase, ya me conoces, soy Kyojin Akihana, el ignorado, al que nadie tiene en cuenta y tu eres una princesa, dulce, buena, amable…
- Yo no soy una princesa, no soy buena, ni amable, no se tratar a la gente, no se hacer amigos y dependo de los pocos que tengo, no me digas esas cosas porque son mentira, se lo que soy Kyojin.
- Pues entonces me da igual, puede que solo seas buena y amable en mi imaginación, a lo mejor eres antipática pero me gustas igual.
- ¡Vaya par de dos! ¡Nos hemos ido a juntar los más inseguros del instituto!
- ¿Eso quiere decir que yo también te gusto?
Sentía vergüenza y miedo por haber dicho tal cosa, Kyojin nunca estaba seguro de lo que decía, siempre temía meter la pata, quizás tantos años de menosprecios le habían dañado más de lo que creía y le faltaba ese valor para enfrentarse a sus propios sentimientos.
- ¡Ryuko, Ryuko! - gritó Kenta acercándose sudando y acalorado - ¡Tengo calor! ¡Quítame esto, quítamelo!

Momoka caminaba en silencio al lado de Kamui, estaba muy nerviosa y emocionada, no podía creer que el propio Kamui le pidiera dar un paseo. Ella había quedado con Yuri, quería hablar con ella, no sabía que decirle pero pensaba que algo se le ocurriría y de pronto se encontraron con Suo, sentado en el parque, dibujando, solitario como casi siempre. Suo era un chico extraño pero Momoka estaba comenzando a conocerle e Yuri parecía demostrar mucho interés por él, así que se acercaron a saludarle.
Yuri se sentó a su lado y comenzó uno de esos extraños juegos suyos en los que parecía coquetear y hacerse la interesante. Lo curioso de Suo es que nunca se sabía si entendía los gestos corporales que Yuri realizaba.
Y de improviso apareció Kamui.
Kamui había salido a dar una vuelta, necesitaba pensar y en su casa no conseguía hacerlo. Kamui sentía que su vida estaba empezando a cambiar, que una nueva etapa comenzaba. El siempre pensaba que lo único que quería era superar a Fuma, estaba muy obsesionado con esa idea, con demostrar que era capaz de hacerlo, no le importaba nadie más, los amigos incluso a veces le molestaban, él prefería estar solo y ahora… intentaba llevarse bien con los demás. Hace unos meses no pensaba en chicas, para él solo eran pequeñas molestias, siempre pegada a él, empeñadas en llamar la atención, pero ahora había descubierto todo un mundo, se había despertado en él algo fuerte, demasiado instintivo. Suponía que era cosa de la naturaleza, tenía una edad biológica en la que su cuerpo mandaba impulsos a su cerebro o a lo mejor era al contrario, su cerebro primitivo el que enviaba mensajes a su cuerpo… Fuera lo que fuera ahora empezaba a ver de otra forma a las chicas.
Vio a Yuri y a Momoka junto a Suo y se detuvo a observarlas, nunca se había parado a mirar a una chica como a una chica, observando sus cuerpos, sus curvas… reconocía que aquello era algo sugerente aunque no lo suficiente ¿Por qué? Parecía como si algo les faltase.
Se decidió a acercarse a ellos y después de un rato le pidió a Momoka dar un paseo, aquel era tan buen momento como cualquier otro.
Y así, en silencio, caminaban.
¿Qué sentía Kamui por Momoka? ¿La quería como a una hermana? ¿Cómo a una amiga muy íntima? ¿Estaba enamorado? Tenía que averiguarlo ¿Por qué no existiría un libro de instrucciones para entender los sentimientos? Sabía que sentía aprecio por Momoka, eran muchos años con ella pegada a él y desde luego no la consideraba mala persona ¿Sería amor lo que sentía por ella? Kamui no diría tanto, de lo que estaba seguro es que tenía que averiguarlo, por él mismo, por aclarar sus ideas, por Momoka a la que no quería hacer daño, porque ahora tenia la sensación de tenerla encadenada a él y debía abrir esa cadena y que ella, ella sola decidiese que hacer pero sabiendo cual es la situación y claro, luego por Akane, era ella la que insistía en que aclarase lo que sentía por Momoka, era la condición que le ponía para conocerla a ella y deseaba tanto conocerla…. Akane había entrado en su vida de golpe, sin avisar y le hacía sentir cosas distintas, y ahora esa chica a la que a penas conocía y con la que no parecía tener nada en común, ni aficiones, ni nada se estaba convirtiendo en una adicción para él, si, eso era, era adicto a las sensaciones que producía en el.
Y luego estaba Hikari ¿Qué sentía por Hikari? ¿Era lo mismo que por Momoka? No. Momoka y Hikari eran completamente opuestas. Las dos eran pesadas, si, pero de forma distinta. Hikari era totalmente física, terrenal y práctica, no se andaba por las ramas, decía muy claro lo que quería de Kamui y lo que quería no eran sueños para el futuro, eran realidades para el presente y tampoco ofrecía nada irreal o imaginario. En cambio Momoka era soñadora, irracional, se esforzaba en ser perfecta para él, hacía todo lo que él decía en un vano esfuerzo de llamar su atención, para que le diese una oportunidad, una oportunidad para crear el futuro perfecto, Momoka quería crear su mundo perfecto para ella y para Kamui.
Yuri les vio marchase con algo de pena, no era envidia porque Kamui le pidiese ir a pasear a Momoka en lugar de a ella, era pena, Momoka estaba radiante, sonreía llena de satisfacción y a ella le daba pena, pena por su amiga, Yuri sabía que Kamui sentía interés por otra chica, lo notaba, era fácil darse cuenta, solo cuando no quieres ver la realidad esos detalles no los percibes.
Momoka estaba muy nerviosa, no sabía si hablar o permanecer en silencio ¿Qué se supone que debería hacer? El silencio era incómodo, ella estaba incómoda pero sabía que los silencios le gustaban a Kamui y que si hablaba lo mismo le molestaba. Era la primera vez que paseaba a solas con Kamui, sentía que su corazón se iba a salir de su pecho, las piernas le temblaban y a penas podía andar. Kamui se paró y se sentó en un solitario banco.
- Este sitio es muy bonito - dijo tratando de no parecer nerviosa y sentándose a su lado.
- Si, supongo, pero no te he traído para que lo vieras. Llevo un tiempo pensando en lo que una vez me dijiste, fue justo cuando dije que no os quería a vosotros por amigos y que tenía unos nuevos ¿lo recuerdas?
- Si - dijo con bastante vergüenza - Me acuerdo, estaba muy asustada, no quería perderle.
- ¿Sigues pensando lo mismo, Momoka?
- Yo… - Momoka sentía cada vez más vergüenza - Si… sigo sintiendo lo mismo.
- ¿A pesar de lo que te dije? ¿A pesar de que no te hice caso? ¿A pesar de lo que hice mientras pertenecí a esa banda callejera?
- A pesar de todo Kamui. Se que estabas confundido, cegado por esas ganas de superar a su hermano, enfadado con él, pero has vuelto Kamui, ahora estás otra vez con nosotros, yo nunca dudé de ti, sabía que entrarías en razón…
- Entonces - le cortó la frase - ¿Sigues enamorada de mí?
- Si - contestó muy decidida - Te quiero mucho Kamui, y sigo diciendo que hará lo que sea para que seas feliz, para que seamos felices.
Kamui sonrió.
- Tal vez no deberías querer a un chico al que no conoces tanto como crees.
- ¡Pero yo te conozco! Si te fuiste y seguí esperándote es porque te conozco.
- ¿Tu crees? Momoka, hace algún tiempo que me pregunto que siento por ti ¿eres mi amiga? ¿Algo más? ¿Te aprecio? ¿Siento algo por ti?
Momoka no podía creer lo que estaba oyendo, después de tanto tiempo Kamui le estaba hablando de sentimientos.
- Sé que te aprecio, eres mi amiga pero ¿hasta dónde? No sé si me gustas tanto como para decir que siento algo por ti, no soy bueno para los sentimientos, nunca me he preocupado por nadie, el hecho de que ahora me preocupe por no hacerte daño supongo que significa algo pero ¿el qué?
- ¿Te preocupas por mí?
- No te quiero mentir Momoka, no sé lo que siento pero debo averiguarlo, quiero estar seguro.
Momoka se encontraba realmente muy confundida, no comprendía nada de lo que Kamui quería decirle, si le gustaba o si no le gustaba, si sentía algo por ella o no. No sabía si sentir alegría, desilusión, esperanza o qué. Tanto tiempo esperando que Kamui le dijera algo, lo que fuera y ahora no sabía como debía contestar, ni siquiera sabía si debía contestar.
- Creo que será mejor que volvamos con Yuri - dijo de improviso Kamui levantándose.
Volvieron a caminar durante un rato en silencio.
- Kamui… yo…
- Me gustaría saber lo que siento, Momoka, por eso quiero que alguna vez tú y yo salgamos como amigos, solo como amigos. En realidad nunca hemos hablado de nosotros y de nuestros sentimientos, nunca me has dejado decidir, desde el primer momento te pegaste a mí y diste por hecho que yo era de tu propiedad.
Eso había dolido.
Ella lo sabía, sabía que siempre no había sido nada más que una molestia para Kamui pero dolía oírlo.
- Lo siento - dijo algo compungida y sintiendo toda su moral por los suelos.
- ¿Vas a llorar?
- Lo siento, no puedo evitarlo, quiero ser fuerte pero este sentimiento es muy fuerte y siempre me domina.
Kamui se paró y la observó ¿qué sentía ahora al verla tan apenada?
- Me das miedo Momoka, me dan miedo tus reacciones, me asustas, creo que nunca sería capaz de darte lo que me pides. Yo no soy como tu piensas, soy egoísta y…
Momoka cerró sus puños y los estrelló contra en pecho del chico para inmediatamente después apoyar su cabeza en ellos y romper a llorar.
- Cállate, tú no sabes nada de mí, solo me ves como a una chica caprichosa, piensas que me he encaprichado de ti, nunca has tenido en cuenta mis sentimientos. Hablas de lo que tú sientes pero no te preguntas que es lo que yo siento de verdad. No soy una muñeca Kamui, soy una persona, no puedes llegar de pronto y decir "sal conmigo que quiero aclarar mis sentimientos" ¿Y los míos qué?
Kamui tenía las manos dentro de sus bolsillos y así se quedó, quieto, impasible, mirándola, tratando de entender por qué de pronto ahora lloraba y se ponía así, se suponía que estaba enamorada de él y él le había dicho que quería conocerla ¿por qué reaccionaba de esa forma? ¿No debía haberse sentido contenta?
Después de unos pequeños sollozos, Momoka se apartó de él.
- Lo siento - dijo secándose las lágrimas.
- Eso quieres decir que no quieres que salgamos como amigos.
- No. Como amigos no. Tú ya eres mi amigo y deberías conocerme como amiga, si quieres conocerme más deberás pedirme una cita para algo más. Piénsatelo, cuando lo hagas, te contestaré.
Y Momoka echó a andar con todo el orgullo que pudo. Por supuesto que estaba enamorada de Kamui, por supuesto que deseaba salir con él, pero tenía que ser fuerte, no demostrarle que iba a ir corriendo tras él como un perrito faldero. Si le interesaba, que se esforzase él, ella ya lo había hecho demasiadas veces, porque Momoka puede que fuese una llorona, una pesada, que pecase de romanticota, que nunca se enterase de nada, pero una cosa no era: tonta.
Kamui se encogió de hombros y la siguió, realmente las chicas son muy difíciles de comprender. Bueno, ya había dado el primer paso.

Akira se enjuagó la boca y regresó al salón. Sentía mucho frío, se sentó y se arropó con la manta.
- Perdona.
- Tienes una pinta horrible.
- Muchas gracias.
- ¿Te tomaste algo para la fiebre?
- Se me olvidó.
- No te muevas, dime donde está, yo te lo traigo.
No iba a discutir con ella, ya sabía como era, ella lo tenía que hacer todo.
- Mira en el servicio, en un armario blanco, abajo, hay una caja blanca, es el botiquín, las pastillas están allí.
- Vale, tú quédate aquí, yo te las traigo, espera, abre la boca, abre…. Más… ¡uy que anginas se te están poniendo!
- No seas exagerada.
Akira sentía cada vez más frío, era un frío que nacía desde el interior y le obligaba a tiritar de manera incontrolada, además le dolía cada vez más la garganta. Akane regresó con dos cajas de medicinas y el termómetro.
- Toma, ponte el termómetro ¿Cuál de estas has tomado?
- No, ninguna, era una de esas para los resfriados.
- entonces tenía lo mismo que esta. Bien, pues te doy la otra. Tienes que alternar las dos ¿sabes?, te las tienes que tomar cada 6 horas y si tienes mucha fiebre cada 4 ¿me estás escuchando? Voy a por un vaso de agua, de todas formas debes ir la médico, esa garganta necesita antibiótico.
- Y luego dirá que no le gusta organizarlo todo - dijo mientras la veía marcharse.
Akane miraba el termómetro torciendo la boca.
- ¿Me estoy muriendo?
- Te está subiendo mucho la fiebre, es lo que tienen las anginas ¿te duele la garganta, verdad? - le tocó el cuello palpándole la garganta - De veras que eres un inconsciente, Sumire me dijo que volviste a salir sin cambiarte, no se para que quieres tanto cerebro, muy inteligente para unas cosas y hay que ver que tonto para otras.
- ¡Ahhhh! - no tenía ganas ni de pensar.
- ¡De lo que me acabo de acordar! ¿Y mi bolso? A ver, a ver… ¡Si! ¡Todavía tengo chocolate del que me compró Kamui!
- Madre mía ¿no se habrá deshecho?
- No. Ryuko no me dejaba comer, es más mala.
- Y te lo vas a comer ahora.
- Claro ¿Quieres?
- Como te de el subidón yo no quiero saber nada ¿eh?
Y Akane comenzó con su ritual de comer chocolate, desenvolviendo aquel bombón lentamente mientras lo miraba como si fuese lo mejor que iba a comer en su vida, Akira se conocía muy bien ese ritual y como ahora la paladearía, cerraría los ojos y con gesto casi lujurioso diría…
- ¡Que rico! ¡Pero que bueno está!
¿Lo ves? Siempre igual. Le hubiera gustado ver la cara de Kamui mirándola, él, por su parte, a pesar de haberla visto ya cientos de veces, siempre se sentía impresionado.
- ¡No! - dijo firmemente cuando vio que Akane se llevaba los dedos a la boca - ¿Qué te hemos dicho de chuparte los dedos? - continuó con el tono de un padre que ha dicho la misma advertencia hasta aburrirse.
- Que los chicos sois todos unos salidos y tenéis ideas muy raras - contestó la chica de forma monótona y aburrida - Pero ahora no hay ningún chico.
- ¿Y que soy yo, un centollo?
- Creía que tú no contabas.
- Estupendo, ya no soy ni humano.
- No, no, no te ofendas, quiero decir que tú eres tu, mi amigo ¿no? Sería algo raro.
Akira no sabía si sentirse halagado porque le consideraba su amigo u ofendido en su hombría. De pronto el calor que sentía comenzó a agobiarle, era un calor igual que el frío que había sentido, que nacía desde dentro, apartó la manta.
- ¿Tienes calor? Es la fiebre.
- Si, ya lo sé, es la forma que tiene el cuerpo de normalizar la temperatura, aunque tú y tus chocolates también habéis influido.
- Si, claro, échame a mí la culpa. Deberías desnudarte un poco y refrescar tu cuerpo, aunque es divertido verte con ese sofocón.
Akira chasqueó la lengua y flexionó varias veces su cuello. Akane volvía a comer sus dulces favoritos. No sabía si era por la fiebre pero de pronto sintió como su cuerpo parecía convertirse en una olla hirviendo.
- ¿No puedes comer como todo el mundo?
- No, esto hay que saborearlo ¿algún problema?
- Algún día te meterás en un problema, ya lo verás.
- ¿Cómo cual?
Todo sucedió tan rápido que Akane no tuvo tiempo de procesar lo que había pasado. Akira resoplaba por el calor, fue lo último que recordaba, ahora, de pronto, se encontraba tumbada en el sofá, Akira sentado a horcajadas encima de sus muslos, pero sin apoyar el peso, lo que era de agradecer, y sus manos sujetas con los dedos entrelazados a los del chico. Akira respiraba pesadamente demasiado cerca de su cara, giró la suya para ver que los chocolates se habían caído al suelo y la gatita se acercaba con bastantes malas ideas. Volvió a mirar a Akira, sus narices casi se chocan, éste tenía una sonrisa mitad triunfante, mitad maliciosa.
- No tengas miedo - le dijo en voz muy baja - No te besaré hasta que tú me lo pidas.
"Pues vale" pensó Akane, en cualquier otra situación aquella frase hubiera sido cualquier cosa menos tranquilizadora, pero es que era Akira, de sobra conocía ella a Akira "Ya estamos haciendo el tonto otra vez".
De pronto vio que Akira cerraba los ojos y casi de un salto se ponía de pie para salir corriendo hacia el servicio. De nuevo un vómito amenazaba con salir. Akane se incorporó y empezó a recoger sus bombones no sin antes lanzar una especie de gruñidito amenazador a la gatita: eran suyos.
- Será tonto - dijo en voz baja - ¿Así que quieres jugar a ver quien se pone nervioso antes? Pues vale, jugaremos.
Akira regresó con cara de agotamiento.
- ¿Te encuentras mejor?
- Que va, esto cada vez es más problemático.
- ¿Por qué no te metes en la cama? Si quieres me voy ya.
Por toda respuesta Akira frunció el ceño. Akane volvió a su tarea de comerse sus bombones, esperó unos minutos, luego cogió una pequeña chocolatina.
- Aki - dijo en voz baja y suave - ¿Quieres un beso?
Akira parpadeó un par de veces, ahora si que su fiebre debía ser altísima y estaba delirando.
- ¿Quieres o no?
- ¿Qué dices?
- Que si quieres un beso, va ¿lo quieres?
Akira analizó la situación, podría ser que Sumire le hubiera contado la apuesta de ayer y Akane, malintencionada como es, quisiera burlarse un poco de él, claro, sería su venganza por lo de la bromita anterior.
- Venga ¿te decides o no? Tienes que aprovecharte ahora que quiero dártelo, ya sabes que yo soy muy mía.
Vale, ya si que le iba a dar un ataque al corazón. Esta chica era el colmo de la maldad.
Entonces le miró las manos, Akane jugueteaba con la pequeña chocolatina, claro, era eso, era una chocolatina de las que llaman "kisses".
- ¿Lo quieres o no? - Akane se dio cuenta de que él ya se había percatado de la broma y se la mostró claramente.
- No - contestó Akira con alivio y decepción, no lo iba a negar.
- Pues peor para ti, mejor para mí.
- Eres muy mala.
- Reconoce que te he confundido.
- Pero antes te he confundido yo.
- Pero yo más. Tienes un aspecto penoso ¿Qué querías que creyese que ibas a hacer si no puedes ni con tu cuerpo?
- Ahhh… que pesada eres.
- Por cierto, Sumire me contó lo malo que fuiste ayer.
Akira arqueó una ceja.
- Ya sabes, lo de traerla a tu casa sabiendo que tus padres se iban, mojarte, soltarte el pelo para resultar de un atractivo salvaje y cantarle canciones y esas cosas.
- Como me lo monto ¿eh?
- Y luego la palomita, incitada por ti, fue y te pidió un beso.
- ¿También te ha contado esas intimidades?
- Si y que el aguilucho resultó un pichón.
- Ya ves. Deberías saber una cosa, llamé a Yuri y también aparecieron Kenshi y Xu-Xu y como no me dejan en paz con lo del besito hice una apuesta con Yuri, si conseguía que tú me besaras a mí, yo besaría a quien fuera.
- ¿Y por qué haces esas cosas tan raras?
- Porque se que tú no me vas a besar, antes de arrancas la lengua. Te lo digo por si Yuri intenta liarte.
- ¿Quieres decir que si yo te beso, tú besarás a cualquiera?
- Si, ese es el trato.
- Ahhh… entonces… ¿Cuánto pagarían por besarte?
- ¿Vas a vender mis besos?
- Ssssssi, podemos poner un puesto y vender boletos, como en las pelis americanas.
- ¿Me vas a vender? ¿Pero en que quieres convertirme?
- En dinero chaval, necesitamos dinero.
- Mira no puedo ni discutir contigo, creo que estoy agonizando - cerró los ojos y echó las cabeza hacia atrás y cerró lo ojos, cada vez sentía más calor y se encontraba más mareado.
- Toma, ponte otra vez el termómetro - le pasó la mano por la frente - ¡Dios, si estás ardiendo! Voy a refrescarte, a ver si encuentro una palancana y unos paños o algo, ahora vuelvo.
Después de rebuscar por los armarios del servicio encontró un barreño chiquitito y cogió unas cuantas toallas pequeñas.
- Menos mal que tu madre es súper ordenada, en mi casa sería imposible que una extraña encontrase algo sin sufrir un accidente. A ver, trae el termómetro -
Akira no se movió, parecía haberse dormido, tuvo que cogérselo ella - ¡Madre mía! ¡Madre mía! Akira, Akira, despierta, venga vamos, que nos vamos a la cama.
- ¿Qué pasa? - se quejó lastimosamente.
- Venga, vamos levántate, venga yo te ayudo.
- ¿Qué haces? - dijo al notar que tiraba de él.
- Venga, levántate.
Akira abrió los ojos.
- ¿Qué quieres?
- Que te levantes, te advierto que soy muy bruta y o te levantas y vamos a tu cama o a empujones te meto en la bañera, tu decides pero esta fiebre hay que bajarla.
- Está bien, está bien - dijo levantándose y tratando de mantener la posición horizontal - ¿Tanta fiebre tengo?
- Mucha, pero no te preocupes que Akane está aquí. Venga, apóyate en mí.
Cuando llegaron a la habitación de Akira, no sin bastante esfuerzo, Akane retiró el edredón y Akira se dejó caer en la cama, aquella fiebre era la suficientemente molesta como para que no se plantease discutir nada. La chica le subió las piernas y le desabrochó el cinturón y el pantalón y empezó a tirar de las perneras.
- ¿Qué haces? - se incorporó bruscamente.
- Desnudarte, cuanta menos ropa tengas mejor, hay que estar fresquito.
- Pero es que, es que…
- ¡Cómo si nunca hubiera visto unos calzoncillos!
- ¡Estate quieta! Ya me los quito yo… vete.
- Me voy a preparar el agua pero cuando vuelva espero verte con la menor ropa posible, si te vas a poner un pijama, que lo harás, que sea e verano, hazme caso o te lo quitaré, te juro que lo haré.
- Cuando regresó encontró a Akira dentro de la cama, bien arropadito
- ¡Pero que te vas a cocer, hombre! - y tiró del edredón - Lo sabía, el pijama entero, anda, trae que te quito la camisa.
- ¿Me vas a desnudar?
- O eso o la ducha, que es lo mejor que hay para bajar la fiebre, vamos.
Akira puso cara de suplicio mientras se desabrochaba la camisa. Akane mojó una de las toallas en el agua, la escurrió y la colocó en su frente.
- Alivia ¿verdad? Tú relájate y déjame a mí, soy experta en bajar la fiebre. Si quieres puedes dormirte.
Akira no podía discutir, reconocía que se encontraba fatal, no recordaba sentirse tan mal en mucho tiempo. Akane mojó otra toalla y se la posó por la cara, el cuello, los brazos, el pecho. Akira entreabría los ojos y la miraba, verla allí, ocupándose de él, con aquel gesto de preocupación, dedicándole atenciones era muy agradable, la miró con atención, poniendo todos los sentidos en captar cada movimiento, en grabarla mentalmente para poder recordarla así. Proceso terminado, cerró los ojos.
- Esto te refrescará - decía con un extraño tono suave y maternal.
- Oye - habló con voz afónica.
- ¿Si?
- Te quiero - no sabía porqué lo había dicho, las palabras salieron solas de su garganta y casi se asustó de oírse.
- Vale - respondió la chica con toda tranquilidad mientras intentaba refrescarle y conseguir que su temperatura bajase. Tenía mucha fiebre, más de la que Akane consideraba "normal" en una enfermedad, seguramente tanta fiebre estaba empezando a hacerle delirar.
- Te quiero - repitió
- Ya - de nuevo contestó con toda naturalidad. Estaba más preocupada por su temperatura, lo mejor hubiera sido que se bañase pero a ver como lo metía en la ducha.
- Mucho.
- Ya - Akane estaba acostumbrada a bajar la fiebre de sus hermanos, así que sabía muy bien donde debía insistir más, como en las articulaciones, por eso subió los pantalones el pijama del chico y también refrescó sus piernas.
- Te quiero mucho.
- Lo sé - decía monótonamente.
- Te quiero.
- Que sí.
- Te quiero más que a nadie en el mundo.
- Vaaaale, gracias. Toma, ponte el termómetro otra vez.
- Akane.
- ¿Qué?
Esta vez no contestó, el sueño y la fiebre le habían rendido.
- ¿En quien andarías pensando?

lunes, 14 de junio de 2010

28. Sentimientos encontrados

Momoka podía estar mas contenta, podía estar más alegre y no era que estuviese aburrida o disgustada, no, ella se lo estaba pasando genial durante la celebración de la victoria, el ambiente era muy alegre, todo el mundo repartía sonrisas, ella estaba al lado de Kamui, al que se le veía, para lo poco expresivo que solía ser, satisfecho. La presencia de Hikari la molestaba un poco, en ocasiones Kamui le dedicaba atenciones, como a Setsu o Shugo y ella se comportaba como si Kamui fuera de su propiedad y hasta parecía insinuársele con continuas indirectas, eso, claro, a Momoka la ponía bastante nerviosa, pero ser mordía la lengua y aguantaba, no quería presionar a Kamui, sabía que ellos eran sus nuevos amigos y había creado nuevos vínculos con ellos, ella no podía comportarse de forma celosa o caprichosa exigiendo que nos les hiciera caso, no, Momoka no era tan tonta como para reaccionar así, así que apretaba los dientes y sonreía como si no pasase nada.
Pero lo que tenía preocupada a Momoka era el recuerdo de una conversación que había tenido hacía unos días con Akira. Le extrañó que Akira la llamase de improviso y le pidiese quedar con ella, según decía tenía que hablar con ella de algo importante y si Akira tomaba esa iniciativa era que realmente sería importante.
Aun no podía dar crédito a lo que Akira le había contado: Yuri tenía problemas. Momoka miró a Akira incrédula pero según le fue contando todo lo que había pasado, como Yuri había acudido a él para pedirle esas pastillas y la solución eventual que se le había ocurrido, la convenció en su mayor parte. No era una gran solución, solo algo temporal, solo algo para ganar tiempo mientras buscaban como ayudarla.
Aquello era grave, no era una tontería, aquello podía llegar a convertirse en un problema muy importante. A Momoka no le había hecho ninguna gracia, sabía que Yuri ya había tenido algunos problemas con eso de las dietas y su obsesión por estar perfecta, sabía que era muy perfeccionista y que tenía miedo a no controlar su cuerpo, siempre lo decía, pero ella siempre confiaba en el buen juicio de su amiga, no podía ser que llegara a descontrolarse, era imposible, Yuri era inteligente, más inteligente de lo que la gente pensaba y era sensata y… no, seguro que no podía ser, seguro que Yuri sabía como controlarse, Yuri siempre sabía controlarse, Yuri era una chica segura de si misma, si nunca le había faltado la confianza en ella misma ¿cómo podía ser que ahora Akira le contara aquello?
Hasta que no lo viera con sus propios ojos no estaría convencida del todo.
Así que estuvo observándola. Yuri se pidió un refresco ligth, eso no era muy extraño en ella, pero Momoka se dio cuenta de que a penas bebía, al contrario, repetidamente pidió agua y era más fácil verla beber ese líquido. Eso era algo raro.
Tampoco la vio comer nada de los aperitivos que habían puesto, si la vio coger alguno pero disimuladamente lo dejaba por cualquier sitio.
Yuri iba mucho al servicio. En una de esas ocasiones, Momoka la siguió, esperó lo que consideró un tiempo prudencial, no es que fuera una cotilla que quisiera inmiscuirse en su vida, lo que pasaba es que se preocupaba no fuera a ser que le diera por vomitar, era algo exagerado, ella misma se asustaba de sus sospecha pero no lo podía evitar. Entró en los aseos con toda la naturalidad que pudo.
Yuri estaba frente a los lavabos, tenía un vaso de plástico en una de las manos y parecía a punto de tomarse algo.
- ¿Qué haces Yuri? ¿Es que te encuentras mal?
- No, estoy bien ¿Por qué lo dices? - Yuri miró su mano donde tenía entre los dedos una pequeña cápsula - ¡Ah, por esto! No es nada, es solo una pastilla para no retener líquidos, me las ha recetado el médico.
- ¿Es que te ha pasado algo?
- No, solo es que mi madre decía que me notaba hinchada y me llevó, tonterías de madres, ya sabes como son.
- Ya… ¿y te pasaba algo?
- No, solo que retengo algo de líquido, pero me ha mandado estas pastillas - sacó un frasco y se lo enseñó, exactamente eran la marca que Akira le había dicho.
- Anda, yo conozco estas pastillas, las toma mi abuela, si, son para la retención de líquidos.
- Si, son muy buenas, yo lo he notado, tengo las manos menos hinchadas, eso si, voy un montón al baño.
Momoka había optado por seguirle la corriente, no quería que sospechase nada, las personas con ese tipo de trastornos alimentarios suelen volverse muy suspicaces.
- ¿Y te las ha recetado el médico?
- Si, me hizo análisis y todo. Bueno - se tomó la pastilla - Venga, te espero.
- No, vuelve ya, yo… voy a tardar un poco, creo que tengo una necesidad mayor.
- Vale, vale, te dejo intimidad. No tardes.
Ahora era cuando Momoka no es que no se creyese lo que pasaba, es que no quería creérselo. Acababa de ver como su amiga, su mejor amiga, esa persona en la que tanto confiaba, la había mentido descaradamente. Esto era peor de lo que Akira había contado ¿Cómo podía haber mentido con tanta naturalidad? ¿Es que no eran amigas? ¿Es que no tenían confianza? ¿Tenía miedo de decirle la verdad? Cuando empiezas a ocultar estas cosas es porque tú misma te avergüenzas y sabes que no está bien.
"Pobre Yuri" se dijo a si misma mirándose al espejo "Momoka tienes que hacer algo, no se el qué pero algo tienes que hacer".
A partir de ese momento, a pesar de lo importante que Kamui era para ella, de lo mal que le caía Hikari y lo poco que la soportaba, ya nada de eso era lo más importante, lo que quería era recuperar a esa chica que la llamaba continuamente "melocotoncillo", con la que siempre competía, a esa que ahora sentía que ahora empezaba a dejar de conocer… a su amiga.

Después de comer, Karura se encerró en su habitación. Karasu estaba empezando a preocuparse por ella, la notaba muy irritable, como nerviosa y luego aquellos viajes al servicio, se pasaba el día yendo al servicio, iba y luego salía aún con más cara de mosqueo. Estaba claro que a su hermana le pasaba algo, además tan pronto estaba eufórica como a punto de llorar… ¿sería que su hermana se había enamorado?
Cada vez estaba más convencida de que tenía que hablar con alguien, aquella situación estaba empezando a ponerla cada vez más y más nerviosa y seguro que era una tontería. Pero ¿a quien? Ella se llevaba bien con todo el mundo pero ¿tenía tanta confianza? Lo que estaba claro es que tenía que ser una chica, por mucha confianza que tuviera con Akira aquello no funcionaría pero ¿Qué chica? Después de mucho pensar sus opciones se quedaron reducidas a dos: Xu-Xu y Himeko. Si, tenían que ser ellas, con Himeko iba a las terapias de grupo, allí se hablaba de muchas cosas, ambas sabían casi todo la una de la otra, cosas que otras personas no sabían… y Xu-Xu siempre había sido una gran amiga dispuesta a ayudarla, además era muy optimista… Encendió su ordenador, en cierta forma no sabía porqué lo hacía, se empeñaba en buscar cosas en internet que la ayudaran, tenía la esperannza de encontrar alguna respuesta que la conviniese, y lo hacía sí, pero sospechaba que se debía a que era lo que quería creer, claro que luego estaban las que cada vez la desanimaban más. Sonó el teléfono.
Precisamente era Xu-Xu. Habían quedado ella, Genki, Himeko, Kenshi, Nowaki y Kohaku para ir a la bolera y quería que ella se uniese al grupo. No lo pensó mucho, seguramente salir le despejaría la cabeza, así que accedió.

Akira se había acomodado en el sofá, arropado con una manta, dejaba que el sueño se apoderase de él. Un recuerdo le hizo sacudir la cabeza, iba a tener visita y debían estar a punto de llegar, ah, que pesadez, no le apetecía ver a nadie, este Kyojin era un cabezota, a ver si con un poco de suerte no querían quedarse, que manía tenía ese chico de complicar las cosas, a ver por qué demonios no quedaba él solo con Ryuko, pues no, tenía que empeñarse en llevarle a él arrastras y encima… anda, ahora que caía, ¡si Akane tenía que cuidar a su hermano! ¡lo que faltaba! Encima el anticristo en persona en su casa. No era la primera vez que Akane tenía que ocuparse de alguno de sus hermanos, Akira ya los conocía bien, estaba el anticristo, el hipocondríaco, el gamberro psicópata, el pervertido y el repelente sabelotodo, menuda familia problemática, no le extrañaba que a la chica se le fuera la pinza de vez en cuando. Miró a su gata que, acurrucada en su regazo, dormía.
- Huye ahora que puedes.
Llamaron a la puerta, se levantó perezosamente y bostezó mientras se estiraba.
- Madre mía, que pereza.
Abrió y allí estaban, Kyojin, Ryuko, Akane y el anticristo.
- ¿Y el gatito? - fue lo primero que dijo aquel pequeño de unos cuatro años de edad, delgaducho y con el pelo castaño.
- ¡No Kenta, no! - le gritó Akane mientras le tiraba del brazo para que no entrase corriendo en la casa - ¡El gatito no se toca, ya te lo he dicho! Perdona Akira, enseguida nos vamos, solo hemos venido a acompañar a Kyojin.
- ¿No os vais a quedar?
- ¿Y el parque de las bolas? - gritó el niño de forma algo impertinente.
- Ahora vamos y calla que quiero hablar con él - le recriminó Akane.
- ¿Cómo te encuentras? - preguntó Ryuko.
- Fatal, pero pasar un poco ¿no?
- Pero nos vamos enseguida - habló Akane - ¡Eh! ¿Tú dónde vas? Aquí, quietecito, conmigo.
- No me acordaba de su hermano - comentó Kyojin.
- No ya - respondió con cierta resignación Akira.
- Ya me ha contado Sumire lo que hiciste ayer - dijo Akane.
- Si, mojarme como un verdadero tonto.
- No… bueno, eso también. Digo lo de traerla a tu casa, la ropa, la venda, bajarla en brazos por las escaleras…
- ¿Y nada más? - Akira sonreía.
- ¿Es que hay algo más?
- No… bueno, también tomamos té.
- ¿Y el gatito? - gritó de pronto el niño.
- Deja al gato, Kenta - habló en tono amable Ryuko - Anda, ven conmigo.
- Bueno, nosotros nos vamos - se apresuró a decir Akane mientras miraba a su amigo detenidamente - Espera, ven, acércate.
Akane puso sus manos en ambas mejillas de Akira.
- Tienes fiebre, agáchate un poco - el chico así lo hizo y Akane pegó su frente a la de su compañero - Cerca de 38 ¿te has tomado algo?
- ¿Qué tienes? - dijo Kyojin - ¿Un termómetro en la frente?
- Mucha experiencia en temperatura corporal es lo que tengo ¿te has tomado algo?
- Me tomé una pastilla esta mañana.
- ¿Para la fiebre?
- Para el dolor de cabeza pero…
- Tomate paracetamol o ibuprofeno ¿tienes? ¡Que tontería! ¿Cómo no vas a tener si tu padre tiene una farmacia?
- Seria gracioso que no tuviera - comentó Kyojin.
- Tómate algo ya mismo.
- Mira Akane que película he traído - declaró triunfal Kyojin - ¿qué te parece?
- Bien, seguro que le da ideas.
- ¿No la quieres ver tú?
- Podía ser interesante ¡Kenta estate quieto! - el niño quería deshacerse de Ryuko que le tenía cogido de la mano.
- ¿Y por qué no hacemos una cosa? Tú quédate aquí con Akira, Ryuko y yo llevaremos a tu hermano al parque de bolas.
- ¡Al parque, al parque!
- ¿Pero que dices, loco? - casi parecieron decir a la vez Akane y Akira.
- Es una idea estupenda - agregó Ryuko - si a Kyojin no le importa.
Ryuko miró con ojos suplicantes a Akane.
- Porfa - murmuró - Anda Akane…
- Pero ¿y Kenta?
- Nosotros cuidaremos e él, sabes que Kenta me hace mucho caso - Ryuko separó un poco a Akane mientras Akira las miraba con el ceño frunció - Hazme ese favor - continuo muy bajito -Le dije a Kyojin que quería estar con él.
- ¿Y por qué no me lo has dicho antes? Me hubiera ido sola con Kenta.
- Por favor, si Kenta viene con nosotros me sentiré más segura.
- ¿Pero que tontería es esa? ¡Kenta, por favor, suelta eso! ¡No toques nada!
- Tú di que quieres ver la película, asíl Akira no se quedará solo y Kyojin no se sentirá mal y de paso hacéis eso que ibais a hacer, anda, hazme ese favor.
Akane la miraba como si estuviese loca, la misma mirada que Akira echaba a Kyojin.
- Venga hombre - susurraba éste - di que Akane tiene que quedarse a ver la peli, dame esa oportunidad, estaré a solas con Ryuko y ya sabes lo que me gusta.
- No, a solas no, estarás con el anticristo.
- Pero le llevamos al parque y… venga tío, para una vez que estoy decidido, recuerda lo que me dijiste el otro día.
- Solo recuero la colleja que me diste.
- ¡Por que me dijiste que estabas pensando en quitármela!
- Es que eres muy lento y esa chica vale mucho.
- Pues eso, venga tío, somos amigos.
- ¡Ahhh! Que lata… está bien.
- Esta bien - decía también Akane - pero espero que lo vuestro avance ¡Kenta, que no toques nada!
- Akane - habló Akira rascándose la cabeza - estaba pensando que quizás vamos un poco lentos.
- Si, yo también estaba pensando lo mismo, deberíamos ir decidiendo los personajes, por lo menos para tener una idea general.
- Si, eso mismo estaba yo pensando.
- Entonces ¿no os importaría ocuparos vosotros de Kenta?
- No, no - respondieron Ryuko y Kyojin a la vez
- Kenta mira ¿te gustaría ir al parque e bolas con Ryuko?
- ¡Al parque, al parque! ¡Venga, vámonos, corre!
- Escucha, yo tengo que quedarme a hacer los deberes con Aki para que me ayude porque a mi no me salen.
- ¡Eres muy tonta!
- Si, bastante, pero mira Ryuko te lleva y luego te comprará una hamburguesa ¿quieres?
- ¡Si! ¡Hamburguesa! - se enganchó a la mano de Ryuko - ¡Vamos!
- Toma dinero Ryuko, si se porta mal dale sin miedo. Y tú pórtate bien o no va a querer ser tu amiga nunca más ¿vale?
- Vale, vale ¡al parque!
Kyojin hizo un gesto de complicidad a Akira, este te rascaba la cabeza, bueno, al menos no tendría que aguantar al anticristo, eso si, seguro que terminarían discutiendo, en fin.
Al final, Kyojin y Ryuko se marcharon con el niño. Akane y Akira se miraron ¿y ahora qué?
- Esto es muy incómodo - se quejó el chico.
- ¿No tienes la sensación de que esto ha sido una encerrona?
- ¡Ahhh! ¡Que pesadez!
- Siento que todo sea tan incómodo, no te angusties dentro de un ratito me marcho, vete a la cama si quieres y descansa.
- ¿Empezamos ya a discutir? - dijo mientras ponía la película en el dvd - Anda, siéntate ¿quieres tomar algo?
- Kyojin ha traído de todo, mira, refrescos, patatas… menos dulces.
- ¿Te apetece algo dulce?
- Me conformo con lo que hay.
- Voy a ver si tengo algo en la cocina.
- Déjalo - Akira no la hizo caso y se marchó - Esta va a ser una tarde muy larga.
Akane se sentó, en seguida apareció la gatita naranja.
- Hola Kumiko, estabas escondida ¿eh? Eres muy lista, ven, sube.
Akira ojeaba la nevera. Lo único dulce que había eran los flanes que regalaban con los malditos huevos que compró ayer y eran para su madre, no quería pensar como se pondría si no estuvieran todos. Al final recordó que tenían miel.
- Oye Akane, lo único que tenemos dulce es miel - dijo enseñándole el bote - está recogida en los terrenos de mi familia.
- ¿Miel? No, mejor no, Yuri ya me ha contado lo que haces tú con la miel.
- ¿Yuri? - Akira miraba extrañado el bote - A mi no me gusta la miel, demasiado dulce para mi gusto.
- Ya… Anda, siéntate y olvida eso del dulce.
- Voy a por un cuaderno por si queremos tomar nota.

La tarde para Karura estaba empezando a ser muy agradable, al menos había conseguido olvidarse de aquello durante un rato, aunque a veces venía a su mente llenándola de nuevo de nervios.
Los cuatro chicos se habían enfrascado en una especie de pique personal en un partido de futbolín, al menos por parte de Kenshi, Nowaki y Genki, Kohaku parecía menos entusiasta pero ya que ellos insistían en una competición Kenshi-Genki vs. Nowaki-Kohaku se había resignado. Karura le miraba asombrada, era cierto que desde que conocían a Nowaki, Kohaku había cambiado mucho, más que los psicólogos, más que las terapias, la persona que había logrado "humanizar" a Kohaku había sido Nowaki.
- Kohaku cada día está más guapo - dijo de pronto Xu-Xu.
Las tres chicas se habían sentado en una mesa y observaban el espectáculo que organizaban entre Genki, Kenshi y Nowaki.
- Ha cambiado mucho - comentó en voz baja Himeko.
- Al principio a mi me daba miedo - continuaba Xu-Xu - Y no te ofendas Karura, pero miraba con unos ojos que daban canguis.
- No, si no me ofendo, a mi también me asustaba.
- Nowaki le ha ayudado mucho - añadió Himeko - Nowaki es un gran amigo.
- Tú también le has ayudado Himeko - agregó Karura.
- ¿Yo? No, pero si yo no he hecho nada.
- Haces más de lo que crees - sonrió Karura.
- ¡Ay! - se quejó Xu-Xu revolviéndose en su silla - Que incómoda me siento… hace dos días que tenía que haberme venido la regla y cuando se me retrasa luego me duele un montón.
- Vaya, vaya Xu-Xu - habló Karura - ¿No tendrás algo que decirnos?
- ¡Pero que dices! Te aseguro que no es lo que piensas a no ser que me hayan abducido los extraterrestres - se rió.
Quizás aquello era una señal del destino.
- Pues yo estoe igual que tú, también tenía que haberme venido ya.
- Son los nervios - dijo tranquilamente Xu-Xu - Eso me dijo una vez a mi el médico, por lo visto los nervios influyen en estas cosas.
- ¿Vosotras soléis tener retrasos?
- Oh si - respondió Xu-Xu - A mi me pasa muy a menudo, según también me dijo el médico a nuestra edad aún no se tiene muy bien regulado eso de las ovulaciones y es normal.
- ¿Y has tenido retrasos muy grandes?
- Si, a veces hasta de 15 días.
- Yo no - añadió Karura mientras hacía cálculos mentales - Normalmente soy un reloj.
- Pues que suerte porque yo, cuanto más se me atrasa peor lo paso luego y mira, tengo un horrible dolor de pecho… esto de la regla es un asco.
Interiormente Karura comenzó a sentirse aliviada, por lo visto eso de los retrasos era algo normal, claro, si, seguro que eran los nervios, además ella también estaba muy incómoda como decía Xu-Xu y notaba el pecho hinchado… respiró… seguro que eran nervios, además ella no tenía un retraso tan exagerado, aún le quedaba mucho para llegar a los 15 días. De pronto se sintió llena de alegría, una alegría desbordante.
- ¿Y si echamos una partida nosotras y le demostramos a esos como se juega al futbolín?

Al cabo de un rato Akane y Akira estaban, sentados en el sofá, mirando la película. Akira retiró la vista de la pantalla para mirar a Akane, era increíble la de minutos que habían pasado sin discutir, sería porque nadie hablaba, en ese momento deseaba que esos minutos se hubiesen convertido en horas, aunque se encontrase mal, aunque su nariz no hiciese mas que gotear, así, en silencio, observándola, al menos estaría a su lado.
- Se me ha ocurrido… - habló de pronto la chica girándose para encontrase con la mirada de Akira - ¿Te encuentras peor? Tienes cara de no estar bien.
- Estoy divinamente. Dí ¿Qué se te ha ocurrido?
- Que Genki sería perfecto para el papel de Posaderas, sobretodo cuando aparece, así con todo ese entusiasmo ¿no crees?
- Si, solo habría que ver como lo haría. Ojalá todos fuesen así de fáciles. Yo había pensado que para las parejas de enamorados Kamui, Nowaki, Yuri y Momoka quedarían bien.
- Podría ser pero no se, hay algo que no me convence ¿Y para reina de la hadas que tal Himeko?
- Himeko quedaría genial pero es muy tímida, no se si se atreverá.
- Si, eso es verdad.
- Como duende podrían ser Kenshi o Nowaki.
- Lo que pasa es que así daremos protagonismo a los de siempre.
- Ya estamos con tus manías.
- No son manías, en clase somos 20, hay que dar oportunidad a todos.
- Cogiendo a los más populares para personajes principales nos garantizamos atraer a más público.
- Tú y tus taquillazos.
- Tenemos que hacer la mejor obra posible.
- Por eso, tenemos que ver el talento de todos.
- Pero tenemos que conseguir llamar la atención.
- Ya claro, te veo venir, nos vamos a centrar en la estética, eres muy predecible.
- ¿Ah, soy predecible? ¿Y tú no?
- Lo que tú quieres es que tus amigas se luzcan.
- ¿A que viene semejante cosa?
- A que te tengo muy calado, quieres quitarte trabajo de encima, es más fácil ir a lo seguro que intentar ver como lo hacen todos, a lo mejor tenemos un talento escondido y no lo sabemos.
- Vale, lo que tú digas, no quiero discutir. Haz lo que quieras.
- ¿Qué pasa? ¿Qué vas a dejarme el trabajo a mí?
- Pues mira, con lo mandona y cabezota que eres seguro que no te disgustaría.
- ¿Qué no…? Ah, claro, olvidaba que eres un genio que sabe las cosas antes que nadie, supongo que con tu supermente ya has hecho todas las combinaciones posibles y ya sabes que tenemos que hacer cada uno ¿no?
- No. Para organizarlo todo ya estás tú.
- Ya, yo lo organizo todo ¿no? Pues será porque eres un vago incapaz de moverte espontáneamente.
- ¿Sabes que eres una pesada?
- Cuanto lo siento, seguramente soy muy incordio para ti.
- ¡Ahhhhh! Ya empezamos.
- No empezamos nada porque simplemente es imposible discutir contigo, tu no tienes sangre y la mía hierve de rabia cuando te pones así.
- A ver ¿es que hay algo de mí que no te saque de quicio? - dijo con mucha tranquilidad.
- Pues mira, ahora que lo dices, si lo hay no lo conozco.
- Eres muy retorcida ¿lo sabías?
- ¿Cómo no lo voy a saber? Si te pasas la vida diciéndome lo retorcida que te parezco, lo pesada que soy y la lata que te doy.
- Yo no he dicho eso, nunca he dicho eso.
- ¿No? Hace un momento me llamaste pesada.
- No saquemos las cosas de quicio, por favor.
- Claro, olvidaba que también soy una histérica, siento caerte tan mal, siento que tengas que aguantar a alguien como yo, créeme, si pudiera alejarme de ti lo haría.
- Yo no te dejaría - murmuró.
- ¿Qué dices?
- Nada, olvida ya este tema.
- Creo que nos han puesto juntos en este trabajo para ver si nos matamos el uno al otro.
- ¿Tanto me odias? - dijo sonriendo levemente - ¿Tanto asco te doy?
- No me das asco, si me dieras asco no estaría aquí, simplemente me sacas de mis casillas. Me esfuerzo mucho ¿sabes? Me esfuerzo por hacer las cosas bien y tú te pasas la vida menospreciándome.
- ¿Menospreciarte? ¿Crees que te menosprecio? ¡Qué equivocada estás!
- Entonces ¿Por qué, según tú, no hago nada bien?
- Que poco me conoces, que poco quieres conocerme, tienes una coraza protegiéndote pero solo de mí, te cierras a mí, da igual lo que yo haga o diga esa coraza nunca se abre para mí, todos hablan de que eres tan buena amiga pero yo no puedo conocerte, no puedo entrar en tu corazón, sientes compasión por todo el mundo menos por mí, perdonas a todos menos a mí, eres capaz de comprenderlo todo menos lo que yo siento. No quieres ni oír hablar de mí ¿y sabes una cosa? A veces, si no puedo con esa coraza por las buenas intento romperla pero da igual porque a ti te da lo mismo ¿Qué sabes tú de mí? ¿Crees que me conoces?
Akira se había acercado a Akane y la obligaba a mirarle sujetándola de un hombro. De pronto la soltó y se levantó dirigiéndose a la puerta que daba al jardín.
- ¿Qué sabes tú de mis sentimientos? - murmuró.
La gata se había asustado, saltando de las piernas de Akane, ésta no tenía palabras, sin duda era experta en ofender a los chicos. Seguramente toda esta verborrea tan inusual en él se debía a la fiebre. Le observó, el chico parecía haber comenzado a tiritar.
- Akira - dijo acercándose, éste no contestó, miró sus brazos, la carne se le había puesto de gallina.
Akira respiró hondo.
- Perdóname, no se lo que me ha pasado, no me encuentro bien, este constipado es tan pesado, creo que no puedo pensar con claridad.
- Te estás empezando a quedar afónico.
- Perdona, tengo que ir al servicio.
Sentía que empezaba a marearse y que su estómago quería expulsar lo poco que había comido. Prácticamente corrió hacia el servicio, por suerte llegó a tiempo y no vomitó por el camino.
- ¡Dios, que mal me encuentro! - dijo al terminar de vomitar.

lunes, 7 de junio de 2010

27. El partido de las semifinales

Era el sábado por la mañana. Akane y Sumire fueron las primeras en llegar al lugar donde les recogería el autobús para ir al partido.
- ¿Cuándo te van a quitar eso? - preguntó Akane mirando la venda de su compañera.
- El martes, pero mira, ayer, Akira me puso esta venda ¿a que hizo un buen trabajo?
- Bueno es una venda tampoco…
- ¡Es más majo! Si no llega a ser por él todavía estaría por ahí ¿Tú sabías que escribía canciones? ¿Y que escribe? ¡Y escribe unas cosas tan bonitas! Yo creo que le gusta alguien.
- Pues mira que bien.
- ¿Le has visto con el pelo suelto? Mira estaba todo mojado y… ¡ay! Mira, se me ponen los pelillos de punta.
- ¿Tanto miedo da?
- Y luego me bajó en brazos y olía a coco.
- ¿Es cosa mía o te gusta Akira?
- No, no me gusta, bueno si, pero no, no me gusta de gustarme, me gusta de… es que… ¿le has visto fumar?
- ¿Tu estás muy mal, no? ¿No pillarías frío ayer? A lo mejor tienes fiebre.
- Pero él no me gusta, me gustaba lo que hacía ¿Y a ti como te fue con el Kaguya?
- No me hables, me escribió una cara.
- ¡Una carta! ¿Y que te decía? ¿Era romántica?
- Pssst, era la carta de un chico, tampoco esperes mucho.
- Eso es porque no has leído lo que escribe Aki.
- Te tiene tontita ¿eh?
- ¡Sumire concéntrate! - se dio una torta a sí misma sorprendiendo a Akane.
- ¿Por qué te pegas?
- Es que me entran malos pensamientos.
- ¡Akane! ¡Sumire! ¡Hola! - gritaban casi al unísono Kenshi y Nowaki.
- ¿Listos para ganar? - preguntó Sumire.
- ¡Vaya que sí! ¡Se van a enterar, dattebayo!
- ¡Venimos con una energía increíble! - Kenshi se paró delante de Akane y la miró interrogativo.
- ¿Tengo algo raro? - inquirió la chica.
- ¿A ti te gusta besar?
- Esto Kenshi - interrumpió Sumire - Entonces ¿Has dormido bien? Es importante que estés descansado.
- ¿Qué opinas de los besos? - Kenshi la ignoró - ¿Te gustaría besar a alguien?
- ¡Mirad, ya viene gente! - volvió a interrumpir.
- ¡Eh, chavales! - gritó Nowaki haciendo ostentosos gestos.
- ¿Qué le pasará a este con los besos? - murmuró Akane a Sumire.
- Es la emoción del partido, a lo mejor si mete un gol le pide un beso a… Xu-Xu ¡Quien sabe!
- ¡Akane, hermanita! - un chico de unos 14 años, con el pelo naranja, se acercaba corriendo.
- Mira… el que faltaba.
- ¡Hola! ¡Ya he llegado!
- ¿Has recogido todo? Le preguntó Akane con gesto serio.
- Si señora, hecho y he preparado la mochila.
- Bien, así me gusta.
- ¿Y quien es ésta muñeca? - dijo por lo bajo a su hermana mirando a Sumire que estaba distraída mirando a todo el mundo que llegaba.
- No es una muñeca, es una chica, una compañera.
- ¡Pues está como un queso! Preséntamela.
- ¿Y si no quiero?
- Pues me presento yo, ya ves que cosa - tocó el hombro de Sumire para llamar su atención - Hola muñeca, ante ti tienes al dios del amor y tú eres una diosa digna de él - le sujetó la mano y parecía dispuesto a besársela.
- ¿Qué? - Sumire retiró su mano con un gesto rápido.
- Tranquila - habló Akane - Solo es el tonto de mi hermano. Mira, esto se hace así.
Akane arreó una tremenda colleja a su hermano.
- ¡Ah! ¡Hermanita, que bruta eres!
- Tú no tengas miedo a pegarle, está acostumbrado, lo hace todo el mundo. Es mi hermano, se llama Ginta. Ginta, esta es Sumire, "territorio prohibido" ¿entendido? Karasu va detrás de ella, así que ya sabes lo que te conviene. Ale, ya puedes largarte.
- Vale, vale… tenía que intentarlo - el chico se marchó tocándose la nuca.
- ¿No te has pasado un poco? - dijo Sumire.
- Créeme que no. Y no dejes que se acerque a menos de 50cm de ti, tiene una mano muy larga.
- Hola Akane… Sumire - dijo Kamui acercándose a ellas.
- Mira, nuestro apuesto capitán - repuso Akane.
- ¿Qué tal Kamui? ¿Nervioso?
- No demasiado.
- Pues yo si, estoy nerviosísima, como es la primera vez que hago de fotógrafa de un periódico estoy…
- Por cierto Kamui - habló Akane - ¿Me harías un favor?
- Claro, tú solo dímelo.
- Si ganáis Sumire va a ir a celebrarlo con vosotros, vigila a mi hermano, ella todavía no sabe muy bien como tratarlo.
- Dalo por hecho. Disculpa, el entrenador me llama.
- Ya me quedo mas tranquila. Mira Sumire ¿Ves ese chico tan grande? Es Shugo, el amigo de Kamui, es el portero y mira esos dos son Seiji y Reiji, los gemelos diabólicos, procura mantenerlos a distancia.
- ¡Qué emoción! ¡Mira, ya llega el autobús! ¿Y Xu-Xu y las demás? ¿No iban a venir?
- Ellas van directamente al campo, nosotras, como periodistas, nos podemos meter en el autobús ¡Uy, que he dicho periodistas! ¡Chica, parecemos importantes!
- Me encanta el olor a carne fresca por la mañana - Seiji se había acercado por la espalda a Akane, este dio un grito de sobresalto - ¿Esta es la nueva de tu clase?
Seiji, al igual que su hermano, era un chico alto, rubio, con el pelo muy corto y ojos pequeños y marrones.
- Déjanos en paz, por favor.
- Carne fresa - repitió mirando a Sumire mientras se relamía.
- ¿Qué pasa? - Kenshi se apresuró a acercarse.
- ¡Hombre, el chucho! ¿Tienes algún problema? ¿Pulgas tal vez?
- ¡Vale! - intervino Kamui - Vamos Seiji, sube al autobús.
- ¿Por qué iba a hacerte caso?
- He dicho que subas.
- Subo, pero porque a mi me da la gana, que conste.
Se marchó, no sin antes lanzar una especie de gruñido-ladrido hacia Sumire.
- No te preocupes, no te va a hacer nada - le dijo Kamui.
- ¿Le pasa algo a ese chico?
- Que está loco - dijo Akane - Pero vamos, él es el menos diabólico, Reiji es peor.
- Si te tocan me lo dices a mí - añadió Kenshi.
- Bueno, venga, olvidémosles, vamos a subir.
- Pues he pasado miedo - habló Sumire - Creo que me miraba como si yo fuese una hamburguesa.
- No lo pienses, vamos.
- ¿Y dices que es el menos diabólico?
- No quieras conocer a Reiji. Están locos, pero locos no de pervertidos o querer hacerte guarrerías, no, estos son psicópatas - Un repentino golpe de viento les sacudió - Está empeorando el día, espero que no vuelva a llover.
- Venga - dijo Kamui - Venid conmigo, por si acaso, no me fío de ese loco.
- Mira Sumire, tenemos guardaespaldas.
- Espera Akane, tienes algo en el pelo - Kamui retiró suavemente con los dedos índice y corazón una pequeña hoja que se había quedado enredada en el pelo de la chica, después sonrió.
De nuevo aquel gesto, aquel leve, rápido y tonto gesto y de nuevo los ojos de Nowaki estaban allí, captándolo.
- ¡Vamos, Nowaki! - Kenshi le tiraba del brazo - ¿Qué haces ahí parado? ¡Vamos!
Nowaki sacudió su rubia cabeza como queriendo espantar cualquier pensamiento de ella. Era un partido importante y lo único que ahora debía preocuparle era dar lo mejor de sí ¡Vaya que si!
...
Akira se encontraba fatal. La cabeza la sentía como embotada, le empezaba a doler la garganta y lo peor era esa enorme mucosidad que amenazaba con inundarle, tosía, estornudaba, los ojos le lloraban y desde luego no iba a decir que se encontrara bien, decidió tomar algo de desayuno, una pastilla y volverse a la cama, pero antes tenía que hacer una llamada.
- Kyojin, soy yo.
- Hola Aki ¿Qué pasa?
- Mira Kyojin, me encuentro fatal.
- ¿Y eso? ¿Qué te pasa?
- He pillado un trancazo tremendo.
- Desde luego… ¿No te constipas en invierno y lo haces ahora?
- Si lo estaba viendo venir, ayer me empapé pero bien.
- ¿Has ido al médico?
- No, no creo que haga falta pero mira, que no tengo cuerpo para salir esta tarde, no me esperéis ¿vale?
- Pero habíamos quedado, yo había quedado con Ryuko.
- Pues ve, si soy yo en enfermo.
- ¿Y el trabajo que ibais a hacer Akane y tú?
- Kyojin, no estoy para trabajos.
- ¿Tienes fiebre?
- No parece… si acaso serán décimas.
- ¿Y cómo crees que te voy a dejar solo estando enfermo?
- Estoy bien Kyojin, solo es un resfriado, esto me pasa por imbécil, las burradas se pagan y yo ayer hice una gran burrada.
- ¿Y tus padres se fueron, no? Después de comer me paso por tu casa.
- Que no hace falta, ahora me voy a meter en la cama, me he tomado una cosa de esas para los catarros, mañana estaré bien.
- Tu calla que yo se lo que hago. Esta tarde la paso contigo.
- ¿Y Ryuko?
- Bueno, ella lo entenderá. ¿Y si pasamos esta tarde en tu casa? Podemos comprar algo de picar y una película y pasamos la tarde juntos.
- Kyojin no…
- Venga que sí, lo pasaremos bien.
- No creo que a las chicas les vaya a gustar ese plan.
- ¿Cómo que no? Mira que idea acabo de tener: voy a pasar a alquilar la película "El sueño de una noche de verano" ¿eh? No me digas que no es buena idea, seguro que os sirve de algo.
- Kyojin que no, déjalo ¿Cómo van a querer pasar la tarde en mi casa, con un enfermo?
- Bueno, déjame a mí que les pregunto a ellas ¿vale? Si dicen que sí tienes que aceptar, si no les parece bien iré yo solo y esto no tiene discusión ¿entendido?
- ¡Ah! ¡Haz lo que quieras! No tengo ganas de discutir, esto es demasiado rollo.
...
- ¿Por qué no vas a venir a la comida, Akane? - preguntaba Sumire de camino en el autobús - ¿Estás segura de que yo puedo ir?
- Seguro, además Momoka y Himeko fijo que van. Yo no puedo, en cuanto termine tengo que volver a casa, mi madre me espera con ansias, tengo que ocuparme de mi hermano pequeño.
- ¿De Ginta?
- ¿Qué dices? ¡Solo me faltaría tener que dar de comer a ese mostrenco! No, otro de mis hermanos, el más pequeño, mi madre tiene que ir a ayudar a su marido en el restaurante o yo que sé, el caso es que me toca hacer de niñera.
- ¿Cuántos hermanos tienes?
- Demasiados, estoy hasta la coronilla de niños, te juro Sumire, que en cuanto tenga edad me pienso hacer una ligadura de trompas.
Sumire rió divertida.
- Si tú ríete pero te aseguro que los niños están sobrevalorados.
- Pero ¿Cuántos sois en vuestra familia?
- Pues verás, en mi familia somos mi madre, mi padre, el marido de mi madre, la mujer de mi padre, mi hermano Ginta que es el mayor por parte de padre y madre, luego Takato, el pequeño por parte de padre y madre, después Yusuke, el mayor por parte de padre y su nueva mujer y Hideki, el pequeño por parte de padre y después está Kenta, el más pequeño que es hijo de madre y su nuevo marido, después la hija del marido de mi madre que tuvo antes de casarse con mi madre, el novio de esta, un crío como ella y el hijo que han tenido por inconscientes, el hermano de la mujer de mi padre y un chaval que tuvo con una que le ha mandado a freír espárragos… ¿Yo ya me he contado?
Sumire la miraba con la boca abierta.
- Sin contar a la madre y al padre de mi madre, al padre del marido de mi madre… ¿de veras quieres que siga? - Sumire seguía con la boca abierta - No te quiero contar la de pañales que he cambiado en mi vida, ni la de papillas que he dado - Sumire continuaba sin decir nada - Muchos Sumire, somos una familia complicada, hombre, no tengo tantos hermanos como Shibi pero le gano en jaleo.
- A ver, que yo me aclare, empieza otra vez.
- Desque que tengo conocimiento siempre he estado ayudando a mi madre cuidando de mis hermanos o ayudando a mi padre. No sé, tengo la sensación de haber perdido parte de mi vida en algún biberón.
- ¿Te agobian mucho?
- Ni te imaginas, por eso hago tantas cosas en el instituto y me apunto a tantas actividades como puedo, para mantenerme ocupada y pasar menos tiempo libre en mi casa. No sabes lo que es estar todo el día escuchando: "¡Akane cuida de tus hermanos! "Akane haz la cena que yo estoy ocupada" "Akane hay que llevar a tu hermano al dentista, anda hija, llévale tú" "Akane saca a pasear al pequeño" "Akane vigila que no se peleen tus hermanos" "Akane sepáralos que ya están peleándose" "Akane ayuda a tus hermanos con los deberes" "Akane pon una lavadora que yo no puedo" "Akane, Akane, Akane" Eso cuando no se acatarra uno y los demás caen como moscas, o cogen la varicela o beben lo que no deben… y luego hay quien se queja de mi mal humor.
Sumire miraba a Akane llena de admiración, ahora su propia vida se le antojaba terriblemente tranquila y monótona.
- Pero no creas - continuó Akane - No soy una santa, me quejo a más no poder, así he cogido fama de huraña, arisca, borde y dictadora, supongo que por eso soy tan… manejanta, es la costumbre.
- Hablando de otra cosa, ayer en casa de Akira vi un dibujo que Suo le ha regalado.
- Que raro ¿no? Suo está cambiando, será el amor ¿y que era?
- Era como el dibujo que hizo de mi foto ¿te acuerdas? Pero era distinto, en este Akira y tú os estabais besando con mucha pasión.
- No hables como si lo hubiéramos hecho, eso es cosa de la imaginación de Suo.
- El caso es que yo estuve pensando ¿Te gustaría besar a alguien en particular?
- No, no es algo que me quite el sueño.
- Yo estuve hablando con Yuri, Akira la llamó para que no estuviéramos solos y ella dice que cada chico besa a su manera y que se pueden sentir cosas distintas.
- Si ella lo dice será verdad, yo eso no lo puede discutir.
- Y dice que Akira es increíble y Momoka dijo que él… que besa muy bien y…
- ¿Adonde quieres llegar?
- Ayer le pedí a Shikamaru que me besara.
Akane se acercó a mirarla a los ojos.
- ¿Y?
- Nada, dijo que nanai ¿Qué tengo de malo?
- ¿Se lo pediste cuando estabais solos o con Yuri?
- Solos… después él llamó a Yuri.
- ¿Estabais solos y te dijo que no?
- Pues si, ya ves, debo ser horrible.
- Pues mira, un punto para Akira, hay que tener valor para negarse a algo así, no está mal, de vez en cuando me sorprende.
- ¿A ti te parece que eso es normal?
- No sé si será normal pero no te sientas rechazada, al contrario, te respetó como persona. A ver Sumire, deja ya el tema de los besos, no eres un bicho raro, un poco pesada sí. Mira, las cosas suceden cuando suceden, no hace falta forzar nada, en esta vida todo llega.
Sumire decidió dejar la conversación, estaba claro que Akane no pensaba como ella.
Al bajar del autobús se encontraron con Xu-Xu, Himeko, Momoka y Yuri. Se acercaron a ella, también lo hicieron Nowaki y Kenshi, deseosos de recibir deseos de buena suerte. Himeko, tímida como siempre, dijo un "suerte Nowaki" en voz casi ininteligible, Momoka amenazó con que si no lo hacía los mejor que pudieran ella misma se encargaría de entrenarlos, Yuri les dio un beso en la mejilla, dejándoles la marca de su pintalabios y Xu-Xu chocó las manos con las de ellos y les dedicó un guiño de complicidad. Luego llegó Kamui que, como siempre, habló poco, solo dio las gracias por ir e indicó por donde tenían que entrar Akane y Sumire para estar en el banquillo si querían hacer fotos a pie de campo. Después fue Ginta el que pasó dispuesto a repartir abrazos pero solo consiguió una colleja de Xu-Xu y un gran tortazo de Momoka. Akane y Sumire iban a separarse de ellas cuando una presencia inesperada se acercó.
- Hola Sumire - dijo un chico de pelo castaño recogido en una coleta baja y gafas redondas.
- ¡Seishiro! ¡Te acuerdas de mí!
Rápidamente Momoka se colocó entre los dos mirando a Seishiro llena de furia.
- Hombre ¿Qué tenemos aquí? - sonrió cínicamente el chico - A la llorica perdedora.
- Ten cuidado Seishiro, ya no soy una perdedora.
- ¿Ah no? Las perdedoras como tú no cambiáis nunca.
Momoka cerró su puño, se lo iba a estampar pasase lo que pasase, le tenía ganas desde hacía mucho.
- ¿Vas a pegarme, pequeña?
- ¡No Momoka! - gritó Xu-Xu sujetándola un brazo - pasa de él, no es escuches.
- Déjalo que se vaya con su Shishio querido - añadió Yuri.
- ¿Qué tenemos aquí, una panda de valientes? ¿Me vais a hacer daño, nenas? - Se subió la gafas empujándolas desde el centro con un dedo - ¿Y tú no va a hacer nada?
Akane sabía que se refería a ella, pero no, no iba a caer en su provocación.
- ¿No quieres hablarme? Bien, ya me hablarás, ya lo verás.
Seishiro ofreció una nueva sonrisa cínica a Momoka y se marchó.
Momoka buscó con la mirada a Kamui, por suerte no estaba por allí, no quería ni pensar como se habría puesto si se hubiese dado cuenta de lo que había pasado, a cambio vio a Hikari que entraba en el campo ¿Ella también había venido?
El partido transcurrió dentro de lo que se consideraba normalidad. Sumire muy atenta procuraba hacer bastantes fotos con la esperanza de coger alguna falta, gol o algo interesante, como era la primera vez que hacía algo así estaba bastante nerviosa.
Durante el primer tiempo no hubo ningún gol, aunque ambos equipos no paraban de intentar penetrar la escuadra enemiga. Sumire hizo bastante fotos de Shugo salvando su portería y varias intentonas de Nowaki por meter gol.
El segundo tiempo fue más movido. Con una gran pase de Nowaki hacia Kamui, éste consiguió meter el primer gol. Kamui no era amigo de celebrar los goles, eso, sus compañeros lo sabían, pero ésta vez se acercó corriendo hacia la banda donde estaba Akane con un signo de victoria en los dedos, buscando la mirada de la chica. Akane le devolvió el gesto. Nadi había visto nada raro, nadie, salvo Nowaki, que conocía demasiado bien a su amigo; miró nervioso a las gradas, a donde estaba Momoka, ésta saltaba de alegría y se abrazaba a Yuri, bien, no se había dado cuenta de nada. "Kamui, idiota ¿a qué juegas?"" se decía a sí mismo.
A partir de ese momento Nowaki empezó a jugar casi por inercia, estaba demasiado absorto en sus pensamientos, pensamientos que torpemente trataba de ordenar. "Claro, que a mi me da igual lo que hagas, ¡vaya que si! ¿Es que no te gusta Momoka?, claro, si nunca has dicho que te gustase, maldita sea Kamui pero sabes que le gustas, haz lo que quieras pero ten cuidado con lastimarla o ya verás…". Una fuerte entrada de un rival le hizo caer al suelo, la pierna de dolía horrores.
- ¿Qué te pasa Nowaki? - le recriminó Kamui - Estás demasiado distraído ¡concéntrate!
Aunque siguió jugando su rendimiento ya no era el mismo, el dolor cada vez le dejaba moverse menos. El entrenador pidió el cambio por Ginta, el hermano de Akane, que salió eufórico al campo.
Ahora fue Reiji el que hizo una tremenda entrada a un integrante del otro equipo, le sacaron tarjeta amarilla, protestó, Seiji también protestó y todo se saldó con la expulsión de Reiji que se puso bastante violento. Esto afectó a los ánimos y el equipo contrario les metió un gol.
Bien, ahora estaban de nuevo en empate. Parecía que iba a terminar el segundo tiempo tal cual, irían a la prórroga, cuando una falta contra Kenshi fue pitada como penalti a su favor.
Kenshi iba a ser el encargado de tirar el penalti, de sobra era conocida su fama de tener un "chut" impresionante. Kenshi respiró hondo colocando el balón miró a las gradas buscando la mirada de ánimo de sus compañeros y encontró a Lee con su gesto clásico de "tío guay", trató de concentrarse y disparó. El balón entró limpiamente. Sumire había conseguido su foto, el partido terminó y Kenshi se había convertido en el héroe del día.
...
Kyojin había tenido una idea, una de esas ideas que surgen de improviso en un arranque de inspiración, una de esas ideas absurdas que solo él podía tener. La siguiente llamada que hizo fue a Ryuko. Después de tontear un poco con el saludo fue directo al tema.
- Akira me ha llamado, por lo visto se ha resfriado y no se encuentra bien.
- Oh… pobre.
- Total que no le apetece salir esta tarde.
- Bueno no te preocupes, tampoco había grandes planes para esta tarde, supongo que te querrás quedar con él.
- Sus padres no están y me da cosa que esté solo, es muy mal enfermo, no sabe cuidarse.
- Bueno pues nada, tú le cuidas.
- Pero yo quería salir contigo, me apetecía.
- No pasa nada.
- Si, si que pasa porque le he dicho que iremos a su casa.
- ¿Quiénes?
- Nosotros, tú, yo, Akane. Habíamos quedado para que ellos hablasen de no se que de la obra ¿o no?
- Si, pero recuerda que Akane tiene que cuidar a su hermano esta tarde.
- Si, ya lo recuerdo, el pequeño ¿no?
- Por eso íbamos a ir a un parque de bolas, para tenerle entretenido. Tú quédate con Akira que nosotras ya tenemos plan.
- Pero escucha ¿qué tal niñera eres?
En un instante Ryuko comprendió el plan de Kyojin, o eso, o a ella se le había ocurrido una idea estupenda.
- A mi me gustan los niños - continuó Kyojin - y el hermano de Akane está muy encariñado contigo ¿a que sí?
- Me parece que te voy viendo venir…
- Voy a alquilar la película "Sueño de una noche de verano" es lo que le he dicho a Akira, que íbamos a verla en su casa.
- Ah, vale, yo le diré a Akane que vamos a pasar a saludarle y que luego ella y yo nos vamos con su hermano.
- Ryuko ¿estás pensando lo mismo que yo?
- Creo que nos sincronizamos perfectamente.
- Yo diría que sí - una gran sonrisa maliciosa se dibujaba en la cara de Kyojin.