martes, 29 de junio de 2010

30. El recuerdo olvidado

ADVERTENCIA: Este capítulo contiene una escena que quizás sea ofensiva para algunas personas. Dentro de los distintos temas y problemas que se tratan en la historia no podía dejar pasar el de la pederastia, lo he tratado de una forma casi indirecta, sin escenas fuertes o de sexo morboso, en realidad no es el problema que tiene ese personaje, es la consecuencia de varios otros, no es que la haya traumatizado, más bien es el hecho de sentirse utilizada y manipulada. Pero lo aviso, si escenas de adultos aprovechándose de la ingenuidad de un niño son ofensivos para ti, mejor sáltate los últimos párrafos (digamos cuando empieza la letra cursiva), aunque ayuda a la historia, si no los lees tampoco pasa nada.
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Xu-Xu acababa de hacer un pleno a los bolos, muy alegre chocaba las manos con Genki y se acercaba a la mesa que ocupaban a beber un poco, tenía bastante calor, cogió el cartón donde estaba escrita la lista de precios y comenzó a abanicarse.
- ¡Menuda paliza nos estás dando!
- Eso es porque no paráis de mirar a las chicas de al lado.
- ¿Qué chicas?
- Están bien buenas ¿eh?
Kenshi sonrió con gesto de niño travieso, era ese gesto de Kenshi una de las cosas que más le gustaban, cada vez que veía poner esa sonrisilla de niño malo era capaz de conseguir lo que quisiese de ella, no podía resistirse.
Kenshi y Xu-Xu eran muy amigos, se podía decir que eran casi más que amigos. Existía una gran complicidad entre ellos, era un amistad única, de ellos, tenían muchos más amigos pero entre ellos era otra cosa. Todo el mundo daba por hecho que Kenshi y Xu-Xu terminarían juntos, todo el mundo suponía que Xu-Xu era de Kenshi y Kenshi de Xu-Xu, ellos siempre se reían de aquella ocurrencia, eran solo amigos, buenos amigos y punto pero es que todo el mundo sabía que aquella no era una amistad común y corriente, era como una regla no escrita entre el resto de sus conocidos, algo sobresabido… terminarían siendo novios, nadie dudaba de ese hecho y como a pareja solían tratarlos, si le proponían algo a Xu-Xu siempre contaban antes con Kenshi y al revés… y ellos lejos de molestarse se divertían mucho con esa confusión.
Pero no, solo eran amigos, muy amigos y nada más. A Kenshi le gustaba mucho estar con Xu-Xu y siempre que podía buscaba su compañía, era una chica alegre, simpática y activa, su conversación era agradable, compartía con ella muchos momentos, momentos simples, sin mucha complicación, y de vez en cuando charlas de amigos, hablaban de todo, de sus familias, de chicas y de chicos, tenían confianza el uno con el otro, le gustaba estar con ella y no solo por su físico, que también le agradaba bastante era porque era como su alma gemela… su amiga.
A Xu-Xu le gustaba estar con Kenshi, se sentía muy a gusto a su lado. En realidad Xu-Xu era una chica amigable que simpatizaba con todo el mundo, pero Kenshi era algo especial para ella, era como un perrillo fiel y cariñoso que sabía que nunca le iba a fallar y que siempre estaba allí cuando le necesitaba, además le gustaban sus ojos pícaros, su sonrisa de travieso y esa aptitud de niño malo que de vez en cuando tomaba… todo el mundo sabía que a Xu-Xu le gustaba Kenshi, aunque se empeñara en negarlo.
Todo el mundo pensaba que estaban hechos el uno para el otro.
- Xu-Xu, tengo entradas para el zoo ¿te parece que vayamos mañana?
- ¡Estupendo! ¿Quién más va a ir?
- Solo tengo dos entradas.
- ¡Pues que se las paguen ellos! ¡Que rabia! Sumire no puede ir aún tiene las vendas ¿Llamamos a Shibi?
- No, mañana es el cumpleaños de uno de sus hermanos, no va a poder. Tampoco Himeko, creo que tiene que acompañar a su hermana a ese cumpleaños.
- ¿Y Nowaki y Genki?
- ¿Se lo preguntamos?
Cualquiera podía haber pensado que no hacía falta invitar a más, pero ellos eran así, les gustaba compartir todo con sus amigos.

El hermano de Akane terminaba de comerse la hamburguesa que le habían prometido mientras jugaba con su muñeco y miraba a Kyojjin con algo de descaro.
- ¿Es tu novio? - preguntó.
- No, es solo un amigo, mío y de Akane.
- ¿Te gusta Ryuko?
- Esas cosas no se dicen Kenta.
- ¿Te gusta?
- A mi si ¿y a ti?
- ¡Mas que a ti! Luego cuando sea mayor yo y ella, entonces, yo trabajaré de policía y luego iré a mi casa y Ryuko hará la cena y yo seré el padre y seré policía.
- Este niño tiene la vida muy planeada.
Una simpática melodía comenzó a sonar.
- Es mi móvil - aseguró Kyojjin mientras lo sacaba - Que raro, es Akane… Hola Akane ¿Qué pasa?
- Kyojjin, mira no te asustes pero tenemos un pequeño problema.
- ¿Qué ha pasado?
- Akira tiene mucha fiebre, tiene las anginas muy inflamadas.
- ¿Cuánto es mucha fiebre?
- Mira, he conseguido bajársela un poco pero ha llegado a tener más de 40. Tenemos que avisar a un médico, a mí la fiebre alta me asusta bastante y esas anginas necesitan antibiótico.
- ¿Cómo está?
- Ahora mismo duerme, pero en cuanto se le pase el efecto de la pastilla le va a volver a subir. Kyojjin, ha estado delirando y todo.
- Vale, no te preocupes. Su familia tiene el mismo médico que la mía, voy a llamar a mi madre y le diré que le avise. Enseguida estamos contigo.
No tardó Kyojjin en devolver la llamada.
- Estate tranquila, mi madre ya está avisando al doctor.
- Dile a Ryuko que se ponga.
- Claro, toma Ryuko, quiere decirte algo.
- Dime.
- Ryuko, hazme un favor, llama a Jisei y pregúntale si puede quedarse con Kenta esta noche.
- ¿Por qué?
- Me voy a quedar aquí esta noche, no puedo dejarle solo, seguramente le vuelva a subir la fiebre.
- Pero Akane ¿Cómo te vas a quedar?
- No puedo dejarle solo, yo no soy así, yo se como atenderle y lo haré.
- ¿Pero sabes lo que dices?
- Ryuko, tenía más de 40 de fiebre ¿sabes lo que es eso? ¿Y si le sube a media noche? Está solo ¿Cómo va a cuidarse si no puede ni levantarse a penas?
- No claro ¿Pero tú sola?
- Yo me quedo con ella - dijo Kyojjin - ¿Por qué es eso de lo que habláis, no? Yo estaré con ella y la ayudaré.
- Bueno, voy a llamar a Jisei, luego te cuento.
Tal como había dicho, Ryuko llamaba a Jisei.
- ¿Jisei? Hola guapa ¿estáis ya en casa?
- Si, ya hemos llegado ¿y tú? ¿Qué tal tu nueva cita "no-cita"?
- ¡Que tonta eres! Oye es que nos tienes que hacer un favor a Akane y a mí, bueno más a Akane.
- Dalo por hecho ¿Qué os pasa?
- Verás es que Akane está en casa de Akira.
- ¿Y que hace allí?
- Es que Akira se ha acatarrado, ellos se quedaron viendo una película y Kyojjin y yo hemos llevado a Kenta al parque.
- O sea que los liasteis todo para dejarlos en su casa a solas… malvados.
- Que no, que Akira no se encontraba bien y no quería salir y…
- Ya, ya, no me cuentes historias que ya nos conocemos.
- Bah, lo que tu digas, el caso es que Akane me ha llamado porque Akira tiene mucha fiebre y dice que quiere pasar allí la noche.
- Ya. A ver que yo me entere: Akira tiene la temperatura alta y Akane va a pasar la noche con él, todo muy normal… ¿Pero de que vas?
- Que no es eso, es que Akira está solo, sus padres no están y tiene 40 de fiebre, la madre de Kyojjin va a avisar al médico y además Kyojjin también se va a quedar a cuidarlo. Ya sabes como es Akane, tiene que estar en el ajo de todo.
- Vale, vale, no te alteres que ya lo he comprendido ¿cómo crees que iba a pensar semejante burrada? ¿Qué quiere Akane? ¿Qué me quede con Kenta, a que sí? No hay problema, trae al enano o mejor ¿por qué no vienes tú también? Lo pasaremos bien, cotillearemos de Akane a sus espaldas porque el tema tiene miga ¿a que sí?
- Vale, ahora te veo.
Ryuko colgó, el hermano de Akane tiraba de ella. Kyojjin caminaba en silencio.
- No te preocupes Kyojjin, Akane es muy buena cuidando enfermos.
- No, no es eso. Es que me sabe mal que tenga que pasar allí la noche. A lo mejor la puedo convencer.
- Uy, no, si ha tomado una decisión ya no la bajas del burro. Además ya lo conoces, si no está allí, asegurándose de que las cosas se hacen como deben, no va a estar contenta.
- Es muy cabezota.
- Ya te digo, y manejanta. Todo lo tiene que hacer ella. Akira estará bien, ya lo verás ¿Por qué no vamos primero a mi casa y les digo a mis padres que voy a pasar la noche con Jisei? Luego ya vas a casa de Akira y te quedas a ayudarla.
Kyojjin estaba realmente intranquilo, quería saber exactamente que había pasado y sobretodo ayudar.

Akane esperaba pacientemente alguna noticia o "algo" de alguien. Como Akira parecía dormir tranquilamente y le había bajado un poco la fiebre, se sentía algo aburrida. El timbre de la puesta sonó asustándola un poco.
- Buenas tardes - dijo al abrir la puerta y ver a un señor mayor que portaba una maleta plantado allí delante - ¿Es usted el médico?
- Me han dicho que en casa de los Shikamoto había un enfermo.
- Si, si, es aquí, pase.
- Es el hijo ¿no?
- Si, está en su habitación.
- ¿Y que le pasa exactamente?
Camino al cuarto de Akira, Akane resumió lo que había pasado y las medicinas que había tomado.
- ¿Y tú quien eres? Vamos, solo por curiosidad.
- Soy una compañera de clase, estamos haciendo un trabajo juntos por eso…
- ¿Te has fijado si tenía mucha mucosidad?
- Bastante y también ahora está empezando a toser mucho.
- Aja - habían llegado frente a la cama de Akira - Bien, veamos que tenemos aquí, habrá que despertarle ¿no?
- Akira, Akira, despierta.
Akane meneaba a su compañero, este gruñó.
- Vamos, que ha venido el médico.
- Deja, ya conozco yo a éste. ¡Eh, muchacho! ¡Vamos, abre los ojos! - le cogió la cabeza y la movió para ambos lados.
- ¡Ahhh! ¿Qué pasa? - se quejó.
- Abre los ojos e incorpórate.
Abrió lentamente los ojos, esa voz le sonaba familiar y no sabía de qué.
- ¿Doctor? ¿Es usted?
- Si, soy yo, venga vamos, despierta del todo.
- ¿Pero qué…?
- Me ha llamado la señora Akihana, tus padres no están ¿cierto?
- Vendrán mañana.
- Por suerte tienes aquí una enfermera ¿eh, rufián?
- ¿Qué? Pero yo… ¿Akane? ¿Todavía estás aquí?
- Abre la boca, vamos a ver esa garganta… Ya veo, ya… ¿Cuánta fiebre dices que ha llegado a tener?
- 40, casi 41 le faltaban como un par de décimas.
- Bueno, voy a hacerte una exploración ¿Te importaría esperar fuera? Es más cómodo para él.
- No, claro.
Mientras esperaba volvió a sonar el timbre. Esta vez era Kyojin, que venía jadeando.
- He llegado lo antes que he podido - fue su saludo.
- ¿Y Ryuko y Kenta?
- Los he dejado en casa de Jisei ¿cómo está?
- El médico está con él.
- ¿Se ha puesto muy mal?
- Hombre, es que a mi la fiebre me pone algo nerviosa.
- Señorita, por favor - dijo el médico desde la puerta de la habitación.
- Si, ya voy,
Akane y Kyojin subieron y entraron en la habitación, Akira volví a estar tumbado y con los ojos cerrados.
- Buenas tardes, doctor - saludó Kyojin.
- Hombre, el joven Akihana, tu madre me llamó ¿dónde estabas?
- Acompañando a una compañera a su casa ¿Cómo está doctor?
- Bueno pues, hecho un asco. Tiene unas anginas tremendas lo que le produce tanta fiebre. Le voy a poner un antibiótico pero el problema es que está solo y no puede pasar la noche solo.
- No se preocupe, yo me quedaré con él.
- Pues no sé si me da mucha garantía.
- Yo también me quedaré - dijo Akane.
- ¿Qué? - gruñó Akira abriendo un ojo.
- Entonces ya me quedo más tranquilo, lo has hecho muy bien jovencita. Deberías agradecerle sus atenciones, si ella no llega a estar aquí no sé que hubiera sido de ti ¿Cómo sabes tanto de cuidar enfermos?
- Porque tengo 5 hermanos, todos más pequeños que yo.
- Entiendo, la experiencia.
- Imagínese.
- ¿De veras quieres quedarte?
- No quiere - habló Akira de forma afónica.
- Si no quieres llamaré a una ambulancia y le ingresaré en mi clínica, no hay problema.
- No, no me importa, me quedo.
- Va a ser una noche muy larga.
- Lo sé, pero Kyojin me ayudará.
- ¿Y yo no tengo nada que decir? - seguía quejándose Akira cada vez más afónico.
- Bueno, voy a ponerle el antibiótico - decía mientras preparaba una inyección - Esperadme fuera.
Akane y Kyojin esperaban en la puerta.
- ¿Qué pasó? - preguntó Kyojin.
- Las anginas son así, suben de golpe y dan mucha fiebre. Tu amigo el genio es un poco bruto y por hacerse ayer el machote fíjate lo que le ha pasado.
- ¿Y cómo has conseguido que se meta en la cama?
- Era eso o la ducha, ya sabes como soy.
- Me hubiera gustado verlo.
- Lo mejor ha sido cuando le he querido quitar los pantalones, se le salían los ojos de las órbitas.
Kyojin se echó a reír.
- ¿Os ha dado tiempo a hacer algo?
- ¿Tú que crees que hemos hecho?
- ¿No habréis discutido?
- ¡Cómo nos conoces!
El médico salió.
- Bueno pues ya está, mañana por la mañana vendré a echar un vistazo. Intentar que coma algo pero no le insistáis demasiado, sobretodo que beba y sigue dándole las pastillas como lo estabas haciendo. Mira, mi teléfono, si tienes algún problema, me llamas - le pasó a Akane una tarjeta.
- De acuerdo.
- Y ya sabes, hazlo como con tus hermanos. Si tiene frío dale calor y si tiene calor pues refréscale. Si le sube la fiebre mucho lo mejor es un baño, refrescarle, darle un paseo por el jardín, lo que sea, pero que le baje.
Después de que el doctor se marchase. Kyojin se encargó de preparar la cena.
- Akane, tu cena tranquila, yo se la subo a Akira.
- Vale, pero sube también un barreño o algo por si vomita.
Akira frunció el ceño al ver entrar a Kyojin con una bandeja con la comida.
- ¿Crees que podrás levantarte para cenar?
- Pues claro ¿Me dejas vestirme del todo?
- Supongo que sí, aunque aquí Akane es la que manda.
Se sentó en la cama y sintió una punzada clavándose en su parte trasera.
- ¡Ahu, maldito pinchazo! Trae - arrebató la camisa del pijama de las manos de Kyojin - ¿Dónde está Akane?
- Cenando algo.
- ¿De veras vais a pasar aquí la noche?
- De veras.
- Podía haber ido a la clínica ¿Y dónde vais a dormir?
- Eso es cosa nuestra. Por cierto, voy a dejarle uno de tus pijamas a Akane, al menos estará más cómoda, no te importa ¿verdad?
- Y si me importa me va a dar igual.
Akira no cenó, después de dos cucharadas los vómitos regresaron, lo peor fue cuando ya no tenía nada en el estómago pero éste insistía en querer seguir expulsando lo que fuera.
- Kyojin - dijo Akane cuando Akira volvió a quedarse dormido - Es una tontería que estemos aquí los dos, ve a dormir un poco.
- ¿Y tú?
- Yo echaré una cabezada en esta silla tan cómoda.
- No me parece bien.
- Ya estoy acostumbrada a estas cosas. Es mejor que uno de los dos esté descansado para ayudar al otro.
- ¿Pero tu crees que se pondrá peor?
- Seguro, verás como la fiebre vuelve a subir.
Akira se quejaba.
- Tiene pesadillas - comentó Akane.
- Pues me quedo contigo, por lo menos hasta que toque la próxima pastilla.
- Mira, yo te aviso, de veras.
Akira se incorporó dando arcadas pero sin vomitar nada. Kyojin le sujetó.
- Me encuentro fatal - se quejó mientars seguía con las arcadas - Kyo, ayúdame a ir a… - seguía dando arcadas - al servicio.
- Claro, venga.
Cuando regresaron, Akane se había puesto un pijama de Akira que Kyojin le había dado y ya tenía planeado lo que iban a hacer.
- Creo que lo mejor es que hagamos turnos ¿no crees? Si quieres quédate tú ahora, yo me voy a echar en el sofá. Cuando le toque el médicamento me avisas, se lo damos y cambiamos otro rato.
- Vale, descansa un poco.
- Bueno, si pasa algo me avisas ¿eh?
- Tú tranquila ¿Sabes que estás muy graciosa con el pijama de Aki?
- ¿Tú no te vas a poner uno?
- No porque he pensado que por la mañana temprano iré a mi casa a cambiarme ¿te importa?
- No. Bueno, que se te de bien.
- Vale, descansa.
Akane se quitó las gafas y se acomodó en el sofá arropándose con la manta que había utilizado Akira, pensó que estaría llena de virus pero tampoco iba a ser tan puntillosa. La verdad es que no tenía sueño, así que su mente empezó a vagar entre pensamientos extraños. La gatita se subió también al sofá y se colocó entre las piernas de Akane.
Kyojin miraba a Akira que tenía un sueño bastante movido ¿qué estaría soñando que le producía tanta agitación? Cuando pareció calmarse, Kyojin se recostó en la silla, el sueño le estaba venciendo, abrió los ojos y echó un nuevo vistazo a su amigo.
Akane también estaba cayendo en brazos del sueño cuando la voz de Kyojin la sobresaltó.
- Akane, Akane ¿puedes venir?
- ¿Qué pasa?
- Ven, quiero que veas una cosa.
Akane corrió hacia la habitación.
- ¿Es esto normal?
Akane miró a Akira, éste tiritaba de una manera violenta, casi parecían darle convulsiones. Se acercó a tocarle, le destapó, el chico se encontraba totalmente acurrucado.
- Está muerto de frío - miró su reloj - ayúdame, incorpórale, vamos a darle ya el médicamento, total ya casi le toca, antes de que le suba demasiado la fiebre.
Kyojin le incorporó y se sentó en la cama, apoyándole contra él.
- ¿Te has dado cuenta de que es como un muñeco?
- Si, le manejas como quieres. A ver, Akira, despierta, tienes que tomarte la pastilla, eh, chico… menéale Kyo.
- Aki, Aki…
- ¿Qué quieres?
- La pastilla, venga, abre la boca.
- Déjame, tengo frío.
- Si no te la tomas Kyojin te la dará boca a boca.
- Vale, vale.
Akane le puso la pastilla en la boca y le dio a beber agua.
- ¿Te la has tragado?
- Que si.
Kyojin le recostó y le arropó.
- Tendríamos que echarle otra manta o algo ¿no?
Akira parecía tiritar cada vez mas, los dientes le castañeaban de forma exagerada. Akane suspiró.
- En fin, que le vamos a hacer… - volvió a desarroparle y comenzó a desabrocharle el pijama.
- ¿Qué vas a hacer?
- Meterme en la cama y darle calor.
- ¿Pero que dices?
- El cuerpo humano tiene casi 37 grados.
- Entonces déjame a mí.
- No te ofendas pero estaríais demasiado apretados. En fin, que sea lo que sea.
- ¿Pero por qué le abres el pijama?
- El calor se propaga más rápidamente si no hay barreras - comenzó a desabrocharse el suyo, Kyojin miró hacia otro lado algo apurado, Akane se tumbó, recostándose en el pecho de Akira - Kyo, anda, arrópanos.
Antes de arroparlos Kyojin vio como Akira alzaba sus brazos y rodeaba a Akane.
- ¿Lo ves? - dijo la chica - Inconscientemente su cuerpo busca el calor.
Al cabo de unos minutos Akira dejaba de castañear los dientes y su respiración se hacía algo más acompasada.
- ¿Tú crees que se da cuenta de lo que pasa? - preguntó Kyojin.
- Que va ¿crees que me hubiera dejado?
- ¡Pues lo que se está perdiendo!
- Vete a dormir, dentro de un rato me levantaré.
Pero Akira inesperadamente apretó el abrazó y se giró de lado arrastrando a Akane, y quedando casi encima de ella.
- O puede que no pueda - añadió Akane - ayúdame que me destroza las costillas.
Kyojin intentó separarle los brazos.
- La mano de abajo Kyojin, a ver si al menos la mueve un poco que me la está clavando.
- ¿Estás segura de que está dormido?
- Espero que si, porque si no, le voy a patear el culo hasta que le salgan almorranas en las encías.
Akane logró acomodarse un poco.
- Vete a dormir Kyojin, a ver si dentro de un rato se relaja y me suelta. Si te necesito gritaré.
- ¿Seguro que estás bien?
- No, pero al menos parece que está entrando en calor, ya no tirita.
- Tranquila, si sigue así pronto entrará en calor.
- ¡No seas guarro, Kyo!
- Bueno que no quiero molestar. Cualquier cosa grita y subiré corriendo..
Kyojin subió varias veces a ver como seguían. Entraba con cuidado pero lo primero que oía siempre era lo mismo:
- Pasa, estoy despierta.
Akane se sentía cada vez más agobiada, aunque al fin había conseguido separarse un poco de Akira aquello no era suficiente. Ahora el chico desprendía calor, demasiado calor, un calor cada vez más asfixiante y lo peor es que cada vez que intentaba separarse más, él más estrechaba el abrazo y otra vez a empezar.
- Esto si que es fastidioso - decía Akane - ¡Eh! ¡Shikamoto! Eres un poco agobiante ¿lo sabías?
Trató de dormirse, por lo menos descansar, pero era inútil, el calor se lo impedía, ese chico era como una estufa ¿no estaría incómodo? Como pudo tiró el edredón hacía atrás y en una de las visitas de Kyojin le pidió que abriera la ventana.
- Kyojin, si me duermo, despiértame antes de que venga el médico, despiértame temprano ¿vale?
- Vale. Parece que ya no tiene tanta fiebre - dijo tocándole.
- Pues menos mal porque si no me muero directamente. No hace falta que subas tanto, descansa, ya está más tranquilo, de veras que te aviso si le sube la fiebre.
- ¿Queréis intimidad, verdad?
- No seas payaso. Oye cuando vayas a tu casa trae naranjas.
- De acuerdo. Y tú intenta dormir un poco.
- No creas, ya he renunciado a poder escaparme de este abrazo, pero creo que me voy a deshidratar.
El sueño la estaba venciendo, ya le daba igual el calor o la incomodidad. Akira había comenzado de nuevo a agitarse, incluso parecía mascullar algo. Se separó un poco de Akane aunque seguía manteniendo el abrazo, Akane se sentía muy cansada y veía como el sueño la comenzaba a invadir, se notaba casi sin fuerzas, lo único que quería era cerrar los ojos y dormir, fue entonces cuando al sentirse algo liberada movió sus manos para ayudarse a separarse más, una de sus manos fue a dar contra una parte del cuerpo de Akira que Akane no esperaba.
Akane puedo haber reaccionado con rapidez, era lo que cualquier persona hubiera hecho, apartar la mano de aquello que había tocado sin darse cuenta seguramente llevada por la sorpresa pero Akane no reaccionó así, Akane se quedó paralizada, presa de "algo" que la impedía reaccionar, no estaba sorprendida, ella dormía con sus hermanos, los despertaba por la mañana y sabía que la naturaleza de los chicos suele actuar sola acumulando sangre en lugares incómodos, no le extrañó encontrar aquello y en cualquier otra situación hubiese reaccionado rápidamente, pero quizás por el cansancio, quizás porque estaba entrado en esa fase de vigilia donde tu subconsciente comienza a dominarle y enviarte extrañas visiones, Akane se sintió aterrada e incapaz de reaccionar. De repente no se sentía allí, en su mente ya no estaba en la habitación de Akira, miraba a su alrededor y debido a la oscuridad reinante no veía gran cosa pero todo había cambiado, su corazón comenzaba a latir de forma acelerada y una voz, ronca le susurraba desde el fondo de su mente.
- ¿Quieres tocarlo? Vamos, no tengas miedo, te dejo.
Akane ya no era Akane, dejó de sentirse ella misma, ahora se sentía sola, sola e indefensa, ya no era una chica de 18 años, era una niña, una niña pequeña solitaria y enfadada con el mundo, una niña de a penas 10 años curiosa y crédula, cansada a pesar de su corta edad de tener que ocuparse de sus hermanos y deseosa de que alguien la hiciese caso a ella. Recordaba aquella voz, aquellos ojos y aquella sonrisa pero no recordaba como empezó, ni que le llevó a eso, lo que si recordaba era el tacto de lo que tocaba, aquel calor que se desprendía, su pequeña mano aprisionando aquello que se le antojaba tan asombrosamente grande, aquella dureza y esa extraña palpitación.
Akane cada vez se sentía más y más nerviosa, quería apartar aquel recuerdo de su mente, era algo que había desterrado en el fondo de sus recuerdos, nunca lo recordaba ¿por qué ahora? ¿Por qué de pronto ese recuerdo volvía? Y seguido a ese recuerdo, pegado a él apareció otro: esa mujer mirándola con desprecio.
- Eres una niña muy guarra, sucia… eso es de niñas guarras.
Y el bofetón, la mano fría estrellándose con violencia contra su mejilla. Confusión, rabia, miedo… no comprendía que había hecho mal, que había de malo en lo que había hecho, por qué no podía hacerlo y por qué si era tan malo solo la regañaban a ella.
Movió la cabeza, tenía que quitarse ese recuerdo de encima pero ya estaba apresada, dentro de su propio mal sueño.

Estaba dormida cuando sintió que el aire le faltaba, se ahogaba, abrió la boca ansiosa por llevar aire a sus pulmones cuando al tiempo que lo hacía algo más se introducía en su boca, algo húmedo que le hizo despertarse bruscamente y abrir los ojos asustada, unos labios se separaban de su boca al tiempo de la lameteaban, aquello era asqueroso y le entraron ganas de vomitar.
- Sabes muy dulce, tienes el sabor de lo nuevo.
- ¿Tío?
En realidad no era su tío, era el hermano de la nueva mujer de su padre, pero ella siempre le llamaba así porque era el tío de dos de sus hermanos, al igual que a aquella mujer la llamaba abuela. En esa época, su padre y su nueva familia vivían en casa de la madre de Maron, su madrastra y cuando a ella le tocaba ir con su padre le tocaba dormir en la habitación de Jaakuro, en una cama plegable que extendían para ella. Jaakuro tenía 21 años, era tímido, callado, serio y reservado, solía ser muy poco comunicativo y siempre parecía formal y educado; no se quejó cuando le dijeron que meterían en su cuarto a una cría, desde muy pequeña Akane siempre había dormido con él y su relación no era cariñosa, ni distante, eran simplemente un hombre joven y una niña y ambos solían ignorarse. Akane no podía decir que le cayese mal, para ella siempre había sido su tío, uno más de la familia y así fue durante años hasta que comenzaron aquellos toqueteos secretos y en los cuales Akane no veía nada malo, quizás eran divertidos, un juego, hasta que esa mujer los pilló.
A partir de ese momento todo cambió. Ahora ya no era un juego, ahora ya no era divertido, era algo que estaba mal y Akane se sentía culpable.
- ¿Por qué me despiertas, tío? ¿He hablado otra vez?
- No pequeña, es que me duele - Jaakuro se metió en la cama de la niña.
- ¿La cabeza?
Jaakuro cogió la pequeña mano de la pequeña Akane y la llevó hasta su miembro.
- Me duele mucho, Akane.
La niña intentó separar la mano, aquello no estaba bien, era algo sucio, ahora lo sabía, tocar eso era de niñas malas y guarras.
- ¿No quieres ayudarme? Vamos Akane, tú puedes hacerlo.
- No, tío, no… eso no…
Al principio ella nunca le masturbaba, solo se limitaba a tocarle durante unos segundos, palpando aquello tan extraño y que le llamaba la atención, pero, precisamente después de la pillada, Jaakuro había cambiado, ahora la obligaba a mover la mano y acariciarle.
- Vamos, es culpa tuya, tienes que hacerlo.
- No… eso está mal… no, por favor… - susurraba asustada mientras intentaba huir de esa cama pero un brazo fuerte siempre la sujetaba.
- ¿Quieres que se lo diga a ella? ¿Le digo que has vuelto a tocarme?
- Yo no te he tocado, yo no he hecho nada, yo no hago esas cosas.
- ¿Y por qué me duele?
- Yo no he hecho nada… yo estaba durmiendo, yo no soy una guarra.
- Si lo has hecho, ha sido culpa tuya ¿No ves como está?
- Pero yo no he sido.
- Si has sido tú, te has levantado y me has tocado mientras dormía.
- No… no… - Akane se asustaba, se asustaba mucho, no quería que llamase a esa mujer, ni a su padre ¿Qué diría su padre si se enteraba? La llamaría también guarra, a lo mejor la pegaban, seguro que se lo diría a su madre y la castigaría… no, otro castigo no… Akane no era mala, Akane era buena, tenía que ser buena - Perdóname, no me he dado cuenta, yo no quería tocarte, yo estaba dormida…
- Pero lo has hecho, eres muy mala.
- No… no… yo no quería, no me he dado cuenta.
Akane lloraba, el pánico la inmovilizaba y no la dejaba pensar, lo único que quería era que nadie se enterase, no, le aterraban las regañinas, le aterraban los castigos, era una niña, una niña pequeña que ignoraba que era la víctima, que era a quien había que proteger, ella solo tenía miedo y estaba dispuesta a lo que fuera con tal de que no la castigaran, de que nadie se enterase.
- Si has empezado tienes que acabar - le susurraba con su voz ronca la oído - Soluciónalo, haz que deje de dolerme y nadie lo sabrá, lo prometo.
Y Akane, aterrada, introducía su pequeña mano por debajo de la ropa y comenzaba a acariciarle mientras escuchaba como la respiración de Jaakuro se iba haciendo cada vez más rápida.
- Cuando seas mayor te enseñaré muchas cosas, pequeña.
El aliento de Jaakuro era caliente y denso y a ella le daba mucho asco. A veces se acercaba a sus labios pero siempre retiraba su cara asqueada.
- No… besos, no… por favor…
- Eres aún muy pequeña… estoy deseando que crezcas.
Akane lloraba, no podía evitar que sus lágrimas salieran sin querer detenerse y así, llorando, en silencio, sintiendo esa respiración, continuaba hasta que un gruñido, unos movimientos extraños en el cuerpo de Jaakuro, unas palpitaciones y un líquido caliente y pegajoso mojando su pequeña mano le avisaba que ya había terminado todo. Se levantaba en silencio, iba al servicio y se levaba las manos con agua muy caliente, frotándose con rabia, sin dejar de llorar. Cuando regresaba Jaakuro siempre estaba ya en su propia cama, de espaldas, durmiendo.

Akane y Akira abrieron los ojos de forma desmesurada a la vez, aunque ninguno de los dos podía ver que el otro también lo había hecho ¿Qué había pasado?
Fue entonces cuando Akane apartó la mano de lo que estaba aprisionando con brusquedad ¿qué había hecho? Cierta humedad en el pijama de Akira bloqueaba sus pensamientos ¿Había estado tocando a Akira?
Akira no sabía exactamente lo que había pasado, tenía un sueño, seguro, un sueño extraño, muy extraño y de pronto un orgasmo le sacudió despertándole, estaba mojado ¿Se habría masturbado mientras dormía?
Akane casi ni respiraba, ahora si que sentía pánico ¿se había despertado Akira? ¿Qué pensaría de ella? No se atrevía ni a pestañear, solo quería desaparecer de allí ¿cómo iba a justificarse?

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