lunes, 14 de junio de 2010

28. Sentimientos encontrados

Momoka podía estar mas contenta, podía estar más alegre y no era que estuviese aburrida o disgustada, no, ella se lo estaba pasando genial durante la celebración de la victoria, el ambiente era muy alegre, todo el mundo repartía sonrisas, ella estaba al lado de Kamui, al que se le veía, para lo poco expresivo que solía ser, satisfecho. La presencia de Hikari la molestaba un poco, en ocasiones Kamui le dedicaba atenciones, como a Setsu o Shugo y ella se comportaba como si Kamui fuera de su propiedad y hasta parecía insinuársele con continuas indirectas, eso, claro, a Momoka la ponía bastante nerviosa, pero ser mordía la lengua y aguantaba, no quería presionar a Kamui, sabía que ellos eran sus nuevos amigos y había creado nuevos vínculos con ellos, ella no podía comportarse de forma celosa o caprichosa exigiendo que nos les hiciera caso, no, Momoka no era tan tonta como para reaccionar así, así que apretaba los dientes y sonreía como si no pasase nada.
Pero lo que tenía preocupada a Momoka era el recuerdo de una conversación que había tenido hacía unos días con Akira. Le extrañó que Akira la llamase de improviso y le pidiese quedar con ella, según decía tenía que hablar con ella de algo importante y si Akira tomaba esa iniciativa era que realmente sería importante.
Aun no podía dar crédito a lo que Akira le había contado: Yuri tenía problemas. Momoka miró a Akira incrédula pero según le fue contando todo lo que había pasado, como Yuri había acudido a él para pedirle esas pastillas y la solución eventual que se le había ocurrido, la convenció en su mayor parte. No era una gran solución, solo algo temporal, solo algo para ganar tiempo mientras buscaban como ayudarla.
Aquello era grave, no era una tontería, aquello podía llegar a convertirse en un problema muy importante. A Momoka no le había hecho ninguna gracia, sabía que Yuri ya había tenido algunos problemas con eso de las dietas y su obsesión por estar perfecta, sabía que era muy perfeccionista y que tenía miedo a no controlar su cuerpo, siempre lo decía, pero ella siempre confiaba en el buen juicio de su amiga, no podía ser que llegara a descontrolarse, era imposible, Yuri era inteligente, más inteligente de lo que la gente pensaba y era sensata y… no, seguro que no podía ser, seguro que Yuri sabía como controlarse, Yuri siempre sabía controlarse, Yuri era una chica segura de si misma, si nunca le había faltado la confianza en ella misma ¿cómo podía ser que ahora Akira le contara aquello?
Hasta que no lo viera con sus propios ojos no estaría convencida del todo.
Así que estuvo observándola. Yuri se pidió un refresco ligth, eso no era muy extraño en ella, pero Momoka se dio cuenta de que a penas bebía, al contrario, repetidamente pidió agua y era más fácil verla beber ese líquido. Eso era algo raro.
Tampoco la vio comer nada de los aperitivos que habían puesto, si la vio coger alguno pero disimuladamente lo dejaba por cualquier sitio.
Yuri iba mucho al servicio. En una de esas ocasiones, Momoka la siguió, esperó lo que consideró un tiempo prudencial, no es que fuera una cotilla que quisiera inmiscuirse en su vida, lo que pasaba es que se preocupaba no fuera a ser que le diera por vomitar, era algo exagerado, ella misma se asustaba de sus sospecha pero no lo podía evitar. Entró en los aseos con toda la naturalidad que pudo.
Yuri estaba frente a los lavabos, tenía un vaso de plástico en una de las manos y parecía a punto de tomarse algo.
- ¿Qué haces Yuri? ¿Es que te encuentras mal?
- No, estoy bien ¿Por qué lo dices? - Yuri miró su mano donde tenía entre los dedos una pequeña cápsula - ¡Ah, por esto! No es nada, es solo una pastilla para no retener líquidos, me las ha recetado el médico.
- ¿Es que te ha pasado algo?
- No, solo es que mi madre decía que me notaba hinchada y me llevó, tonterías de madres, ya sabes como son.
- Ya… ¿y te pasaba algo?
- No, solo que retengo algo de líquido, pero me ha mandado estas pastillas - sacó un frasco y se lo enseñó, exactamente eran la marca que Akira le había dicho.
- Anda, yo conozco estas pastillas, las toma mi abuela, si, son para la retención de líquidos.
- Si, son muy buenas, yo lo he notado, tengo las manos menos hinchadas, eso si, voy un montón al baño.
Momoka había optado por seguirle la corriente, no quería que sospechase nada, las personas con ese tipo de trastornos alimentarios suelen volverse muy suspicaces.
- ¿Y te las ha recetado el médico?
- Si, me hizo análisis y todo. Bueno - se tomó la pastilla - Venga, te espero.
- No, vuelve ya, yo… voy a tardar un poco, creo que tengo una necesidad mayor.
- Vale, vale, te dejo intimidad. No tardes.
Ahora era cuando Momoka no es que no se creyese lo que pasaba, es que no quería creérselo. Acababa de ver como su amiga, su mejor amiga, esa persona en la que tanto confiaba, la había mentido descaradamente. Esto era peor de lo que Akira había contado ¿Cómo podía haber mentido con tanta naturalidad? ¿Es que no eran amigas? ¿Es que no tenían confianza? ¿Tenía miedo de decirle la verdad? Cuando empiezas a ocultar estas cosas es porque tú misma te avergüenzas y sabes que no está bien.
"Pobre Yuri" se dijo a si misma mirándose al espejo "Momoka tienes que hacer algo, no se el qué pero algo tienes que hacer".
A partir de ese momento, a pesar de lo importante que Kamui era para ella, de lo mal que le caía Hikari y lo poco que la soportaba, ya nada de eso era lo más importante, lo que quería era recuperar a esa chica que la llamaba continuamente "melocotoncillo", con la que siempre competía, a esa que ahora sentía que ahora empezaba a dejar de conocer… a su amiga.

Después de comer, Karura se encerró en su habitación. Karasu estaba empezando a preocuparse por ella, la notaba muy irritable, como nerviosa y luego aquellos viajes al servicio, se pasaba el día yendo al servicio, iba y luego salía aún con más cara de mosqueo. Estaba claro que a su hermana le pasaba algo, además tan pronto estaba eufórica como a punto de llorar… ¿sería que su hermana se había enamorado?
Cada vez estaba más convencida de que tenía que hablar con alguien, aquella situación estaba empezando a ponerla cada vez más y más nerviosa y seguro que era una tontería. Pero ¿a quien? Ella se llevaba bien con todo el mundo pero ¿tenía tanta confianza? Lo que estaba claro es que tenía que ser una chica, por mucha confianza que tuviera con Akira aquello no funcionaría pero ¿Qué chica? Después de mucho pensar sus opciones se quedaron reducidas a dos: Xu-Xu y Himeko. Si, tenían que ser ellas, con Himeko iba a las terapias de grupo, allí se hablaba de muchas cosas, ambas sabían casi todo la una de la otra, cosas que otras personas no sabían… y Xu-Xu siempre había sido una gran amiga dispuesta a ayudarla, además era muy optimista… Encendió su ordenador, en cierta forma no sabía porqué lo hacía, se empeñaba en buscar cosas en internet que la ayudaran, tenía la esperannza de encontrar alguna respuesta que la conviniese, y lo hacía sí, pero sospechaba que se debía a que era lo que quería creer, claro que luego estaban las que cada vez la desanimaban más. Sonó el teléfono.
Precisamente era Xu-Xu. Habían quedado ella, Genki, Himeko, Kenshi, Nowaki y Kohaku para ir a la bolera y quería que ella se uniese al grupo. No lo pensó mucho, seguramente salir le despejaría la cabeza, así que accedió.

Akira se había acomodado en el sofá, arropado con una manta, dejaba que el sueño se apoderase de él. Un recuerdo le hizo sacudir la cabeza, iba a tener visita y debían estar a punto de llegar, ah, que pesadez, no le apetecía ver a nadie, este Kyojin era un cabezota, a ver si con un poco de suerte no querían quedarse, que manía tenía ese chico de complicar las cosas, a ver por qué demonios no quedaba él solo con Ryuko, pues no, tenía que empeñarse en llevarle a él arrastras y encima… anda, ahora que caía, ¡si Akane tenía que cuidar a su hermano! ¡lo que faltaba! Encima el anticristo en persona en su casa. No era la primera vez que Akane tenía que ocuparse de alguno de sus hermanos, Akira ya los conocía bien, estaba el anticristo, el hipocondríaco, el gamberro psicópata, el pervertido y el repelente sabelotodo, menuda familia problemática, no le extrañaba que a la chica se le fuera la pinza de vez en cuando. Miró a su gata que, acurrucada en su regazo, dormía.
- Huye ahora que puedes.
Llamaron a la puerta, se levantó perezosamente y bostezó mientras se estiraba.
- Madre mía, que pereza.
Abrió y allí estaban, Kyojin, Ryuko, Akane y el anticristo.
- ¿Y el gatito? - fue lo primero que dijo aquel pequeño de unos cuatro años de edad, delgaducho y con el pelo castaño.
- ¡No Kenta, no! - le gritó Akane mientras le tiraba del brazo para que no entrase corriendo en la casa - ¡El gatito no se toca, ya te lo he dicho! Perdona Akira, enseguida nos vamos, solo hemos venido a acompañar a Kyojin.
- ¿No os vais a quedar?
- ¿Y el parque de las bolas? - gritó el niño de forma algo impertinente.
- Ahora vamos y calla que quiero hablar con él - le recriminó Akane.
- ¿Cómo te encuentras? - preguntó Ryuko.
- Fatal, pero pasar un poco ¿no?
- Pero nos vamos enseguida - habló Akane - ¡Eh! ¿Tú dónde vas? Aquí, quietecito, conmigo.
- No me acordaba de su hermano - comentó Kyojin.
- No ya - respondió con cierta resignación Akira.
- Ya me ha contado Sumire lo que hiciste ayer - dijo Akane.
- Si, mojarme como un verdadero tonto.
- No… bueno, eso también. Digo lo de traerla a tu casa, la ropa, la venda, bajarla en brazos por las escaleras…
- ¿Y nada más? - Akira sonreía.
- ¿Es que hay algo más?
- No… bueno, también tomamos té.
- ¿Y el gatito? - gritó de pronto el niño.
- Deja al gato, Kenta - habló en tono amable Ryuko - Anda, ven conmigo.
- Bueno, nosotros nos vamos - se apresuró a decir Akane mientras miraba a su amigo detenidamente - Espera, ven, acércate.
Akane puso sus manos en ambas mejillas de Akira.
- Tienes fiebre, agáchate un poco - el chico así lo hizo y Akane pegó su frente a la de su compañero - Cerca de 38 ¿te has tomado algo?
- ¿Qué tienes? - dijo Kyojin - ¿Un termómetro en la frente?
- Mucha experiencia en temperatura corporal es lo que tengo ¿te has tomado algo?
- Me tomé una pastilla esta mañana.
- ¿Para la fiebre?
- Para el dolor de cabeza pero…
- Tomate paracetamol o ibuprofeno ¿tienes? ¡Que tontería! ¿Cómo no vas a tener si tu padre tiene una farmacia?
- Seria gracioso que no tuviera - comentó Kyojin.
- Tómate algo ya mismo.
- Mira Akane que película he traído - declaró triunfal Kyojin - ¿qué te parece?
- Bien, seguro que le da ideas.
- ¿No la quieres ver tú?
- Podía ser interesante ¡Kenta estate quieto! - el niño quería deshacerse de Ryuko que le tenía cogido de la mano.
- ¿Y por qué no hacemos una cosa? Tú quédate aquí con Akira, Ryuko y yo llevaremos a tu hermano al parque de bolas.
- ¡Al parque, al parque!
- ¿Pero que dices, loco? - casi parecieron decir a la vez Akane y Akira.
- Es una idea estupenda - agregó Ryuko - si a Kyojin no le importa.
Ryuko miró con ojos suplicantes a Akane.
- Porfa - murmuró - Anda Akane…
- Pero ¿y Kenta?
- Nosotros cuidaremos e él, sabes que Kenta me hace mucho caso - Ryuko separó un poco a Akane mientras Akira las miraba con el ceño frunció - Hazme ese favor - continuo muy bajito -Le dije a Kyojin que quería estar con él.
- ¿Y por qué no me lo has dicho antes? Me hubiera ido sola con Kenta.
- Por favor, si Kenta viene con nosotros me sentiré más segura.
- ¿Pero que tontería es esa? ¡Kenta, por favor, suelta eso! ¡No toques nada!
- Tú di que quieres ver la película, asíl Akira no se quedará solo y Kyojin no se sentirá mal y de paso hacéis eso que ibais a hacer, anda, hazme ese favor.
Akane la miraba como si estuviese loca, la misma mirada que Akira echaba a Kyojin.
- Venga hombre - susurraba éste - di que Akane tiene que quedarse a ver la peli, dame esa oportunidad, estaré a solas con Ryuko y ya sabes lo que me gusta.
- No, a solas no, estarás con el anticristo.
- Pero le llevamos al parque y… venga tío, para una vez que estoy decidido, recuerda lo que me dijiste el otro día.
- Solo recuero la colleja que me diste.
- ¡Por que me dijiste que estabas pensando en quitármela!
- Es que eres muy lento y esa chica vale mucho.
- Pues eso, venga tío, somos amigos.
- ¡Ahhh! Que lata… está bien.
- Esta bien - decía también Akane - pero espero que lo vuestro avance ¡Kenta, que no toques nada!
- Akane - habló Akira rascándose la cabeza - estaba pensando que quizás vamos un poco lentos.
- Si, yo también estaba pensando lo mismo, deberíamos ir decidiendo los personajes, por lo menos para tener una idea general.
- Si, eso mismo estaba yo pensando.
- Entonces ¿no os importaría ocuparos vosotros de Kenta?
- No, no - respondieron Ryuko y Kyojin a la vez
- Kenta mira ¿te gustaría ir al parque e bolas con Ryuko?
- ¡Al parque, al parque! ¡Venga, vámonos, corre!
- Escucha, yo tengo que quedarme a hacer los deberes con Aki para que me ayude porque a mi no me salen.
- ¡Eres muy tonta!
- Si, bastante, pero mira Ryuko te lleva y luego te comprará una hamburguesa ¿quieres?
- ¡Si! ¡Hamburguesa! - se enganchó a la mano de Ryuko - ¡Vamos!
- Toma dinero Ryuko, si se porta mal dale sin miedo. Y tú pórtate bien o no va a querer ser tu amiga nunca más ¿vale?
- Vale, vale ¡al parque!
Kyojin hizo un gesto de complicidad a Akira, este te rascaba la cabeza, bueno, al menos no tendría que aguantar al anticristo, eso si, seguro que terminarían discutiendo, en fin.
Al final, Kyojin y Ryuko se marcharon con el niño. Akane y Akira se miraron ¿y ahora qué?
- Esto es muy incómodo - se quejó el chico.
- ¿No tienes la sensación de que esto ha sido una encerrona?
- ¡Ahhh! ¡Que pesadez!
- Siento que todo sea tan incómodo, no te angusties dentro de un ratito me marcho, vete a la cama si quieres y descansa.
- ¿Empezamos ya a discutir? - dijo mientras ponía la película en el dvd - Anda, siéntate ¿quieres tomar algo?
- Kyojin ha traído de todo, mira, refrescos, patatas… menos dulces.
- ¿Te apetece algo dulce?
- Me conformo con lo que hay.
- Voy a ver si tengo algo en la cocina.
- Déjalo - Akira no la hizo caso y se marchó - Esta va a ser una tarde muy larga.
Akane se sentó, en seguida apareció la gatita naranja.
- Hola Kumiko, estabas escondida ¿eh? Eres muy lista, ven, sube.
Akira ojeaba la nevera. Lo único dulce que había eran los flanes que regalaban con los malditos huevos que compró ayer y eran para su madre, no quería pensar como se pondría si no estuvieran todos. Al final recordó que tenían miel.
- Oye Akane, lo único que tenemos dulce es miel - dijo enseñándole el bote - está recogida en los terrenos de mi familia.
- ¿Miel? No, mejor no, Yuri ya me ha contado lo que haces tú con la miel.
- ¿Yuri? - Akira miraba extrañado el bote - A mi no me gusta la miel, demasiado dulce para mi gusto.
- Ya… Anda, siéntate y olvida eso del dulce.
- Voy a por un cuaderno por si queremos tomar nota.

La tarde para Karura estaba empezando a ser muy agradable, al menos había conseguido olvidarse de aquello durante un rato, aunque a veces venía a su mente llenándola de nuevo de nervios.
Los cuatro chicos se habían enfrascado en una especie de pique personal en un partido de futbolín, al menos por parte de Kenshi, Nowaki y Genki, Kohaku parecía menos entusiasta pero ya que ellos insistían en una competición Kenshi-Genki vs. Nowaki-Kohaku se había resignado. Karura le miraba asombrada, era cierto que desde que conocían a Nowaki, Kohaku había cambiado mucho, más que los psicólogos, más que las terapias, la persona que había logrado "humanizar" a Kohaku había sido Nowaki.
- Kohaku cada día está más guapo - dijo de pronto Xu-Xu.
Las tres chicas se habían sentado en una mesa y observaban el espectáculo que organizaban entre Genki, Kenshi y Nowaki.
- Ha cambiado mucho - comentó en voz baja Himeko.
- Al principio a mi me daba miedo - continuaba Xu-Xu - Y no te ofendas Karura, pero miraba con unos ojos que daban canguis.
- No, si no me ofendo, a mi también me asustaba.
- Nowaki le ha ayudado mucho - añadió Himeko - Nowaki es un gran amigo.
- Tú también le has ayudado Himeko - agregó Karura.
- ¿Yo? No, pero si yo no he hecho nada.
- Haces más de lo que crees - sonrió Karura.
- ¡Ay! - se quejó Xu-Xu revolviéndose en su silla - Que incómoda me siento… hace dos días que tenía que haberme venido la regla y cuando se me retrasa luego me duele un montón.
- Vaya, vaya Xu-Xu - habló Karura - ¿No tendrás algo que decirnos?
- ¡Pero que dices! Te aseguro que no es lo que piensas a no ser que me hayan abducido los extraterrestres - se rió.
Quizás aquello era una señal del destino.
- Pues yo estoe igual que tú, también tenía que haberme venido ya.
- Son los nervios - dijo tranquilamente Xu-Xu - Eso me dijo una vez a mi el médico, por lo visto los nervios influyen en estas cosas.
- ¿Vosotras soléis tener retrasos?
- Oh si - respondió Xu-Xu - A mi me pasa muy a menudo, según también me dijo el médico a nuestra edad aún no se tiene muy bien regulado eso de las ovulaciones y es normal.
- ¿Y has tenido retrasos muy grandes?
- Si, a veces hasta de 15 días.
- Yo no - añadió Karura mientras hacía cálculos mentales - Normalmente soy un reloj.
- Pues que suerte porque yo, cuanto más se me atrasa peor lo paso luego y mira, tengo un horrible dolor de pecho… esto de la regla es un asco.
Interiormente Karura comenzó a sentirse aliviada, por lo visto eso de los retrasos era algo normal, claro, si, seguro que eran los nervios, además ella también estaba muy incómoda como decía Xu-Xu y notaba el pecho hinchado… respiró… seguro que eran nervios, además ella no tenía un retraso tan exagerado, aún le quedaba mucho para llegar a los 15 días. De pronto se sintió llena de alegría, una alegría desbordante.
- ¿Y si echamos una partida nosotras y le demostramos a esos como se juega al futbolín?

Al cabo de un rato Akane y Akira estaban, sentados en el sofá, mirando la película. Akira retiró la vista de la pantalla para mirar a Akane, era increíble la de minutos que habían pasado sin discutir, sería porque nadie hablaba, en ese momento deseaba que esos minutos se hubiesen convertido en horas, aunque se encontrase mal, aunque su nariz no hiciese mas que gotear, así, en silencio, observándola, al menos estaría a su lado.
- Se me ha ocurrido… - habló de pronto la chica girándose para encontrase con la mirada de Akira - ¿Te encuentras peor? Tienes cara de no estar bien.
- Estoy divinamente. Dí ¿Qué se te ha ocurrido?
- Que Genki sería perfecto para el papel de Posaderas, sobretodo cuando aparece, así con todo ese entusiasmo ¿no crees?
- Si, solo habría que ver como lo haría. Ojalá todos fuesen así de fáciles. Yo había pensado que para las parejas de enamorados Kamui, Nowaki, Yuri y Momoka quedarían bien.
- Podría ser pero no se, hay algo que no me convence ¿Y para reina de la hadas que tal Himeko?
- Himeko quedaría genial pero es muy tímida, no se si se atreverá.
- Si, eso es verdad.
- Como duende podrían ser Kenshi o Nowaki.
- Lo que pasa es que así daremos protagonismo a los de siempre.
- Ya estamos con tus manías.
- No son manías, en clase somos 20, hay que dar oportunidad a todos.
- Cogiendo a los más populares para personajes principales nos garantizamos atraer a más público.
- Tú y tus taquillazos.
- Tenemos que hacer la mejor obra posible.
- Por eso, tenemos que ver el talento de todos.
- Pero tenemos que conseguir llamar la atención.
- Ya claro, te veo venir, nos vamos a centrar en la estética, eres muy predecible.
- ¿Ah, soy predecible? ¿Y tú no?
- Lo que tú quieres es que tus amigas se luzcan.
- ¿A que viene semejante cosa?
- A que te tengo muy calado, quieres quitarte trabajo de encima, es más fácil ir a lo seguro que intentar ver como lo hacen todos, a lo mejor tenemos un talento escondido y no lo sabemos.
- Vale, lo que tú digas, no quiero discutir. Haz lo que quieras.
- ¿Qué pasa? ¿Qué vas a dejarme el trabajo a mí?
- Pues mira, con lo mandona y cabezota que eres seguro que no te disgustaría.
- ¿Qué no…? Ah, claro, olvidaba que eres un genio que sabe las cosas antes que nadie, supongo que con tu supermente ya has hecho todas las combinaciones posibles y ya sabes que tenemos que hacer cada uno ¿no?
- No. Para organizarlo todo ya estás tú.
- Ya, yo lo organizo todo ¿no? Pues será porque eres un vago incapaz de moverte espontáneamente.
- ¿Sabes que eres una pesada?
- Cuanto lo siento, seguramente soy muy incordio para ti.
- ¡Ahhhhh! Ya empezamos.
- No empezamos nada porque simplemente es imposible discutir contigo, tu no tienes sangre y la mía hierve de rabia cuando te pones así.
- A ver ¿es que hay algo de mí que no te saque de quicio? - dijo con mucha tranquilidad.
- Pues mira, ahora que lo dices, si lo hay no lo conozco.
- Eres muy retorcida ¿lo sabías?
- ¿Cómo no lo voy a saber? Si te pasas la vida diciéndome lo retorcida que te parezco, lo pesada que soy y la lata que te doy.
- Yo no he dicho eso, nunca he dicho eso.
- ¿No? Hace un momento me llamaste pesada.
- No saquemos las cosas de quicio, por favor.
- Claro, olvidaba que también soy una histérica, siento caerte tan mal, siento que tengas que aguantar a alguien como yo, créeme, si pudiera alejarme de ti lo haría.
- Yo no te dejaría - murmuró.
- ¿Qué dices?
- Nada, olvida ya este tema.
- Creo que nos han puesto juntos en este trabajo para ver si nos matamos el uno al otro.
- ¿Tanto me odias? - dijo sonriendo levemente - ¿Tanto asco te doy?
- No me das asco, si me dieras asco no estaría aquí, simplemente me sacas de mis casillas. Me esfuerzo mucho ¿sabes? Me esfuerzo por hacer las cosas bien y tú te pasas la vida menospreciándome.
- ¿Menospreciarte? ¿Crees que te menosprecio? ¡Qué equivocada estás!
- Entonces ¿Por qué, según tú, no hago nada bien?
- Que poco me conoces, que poco quieres conocerme, tienes una coraza protegiéndote pero solo de mí, te cierras a mí, da igual lo que yo haga o diga esa coraza nunca se abre para mí, todos hablan de que eres tan buena amiga pero yo no puedo conocerte, no puedo entrar en tu corazón, sientes compasión por todo el mundo menos por mí, perdonas a todos menos a mí, eres capaz de comprenderlo todo menos lo que yo siento. No quieres ni oír hablar de mí ¿y sabes una cosa? A veces, si no puedo con esa coraza por las buenas intento romperla pero da igual porque a ti te da lo mismo ¿Qué sabes tú de mí? ¿Crees que me conoces?
Akira se había acercado a Akane y la obligaba a mirarle sujetándola de un hombro. De pronto la soltó y se levantó dirigiéndose a la puerta que daba al jardín.
- ¿Qué sabes tú de mis sentimientos? - murmuró.
La gata se había asustado, saltando de las piernas de Akane, ésta no tenía palabras, sin duda era experta en ofender a los chicos. Seguramente toda esta verborrea tan inusual en él se debía a la fiebre. Le observó, el chico parecía haber comenzado a tiritar.
- Akira - dijo acercándose, éste no contestó, miró sus brazos, la carne se le había puesto de gallina.
Akira respiró hondo.
- Perdóname, no se lo que me ha pasado, no me encuentro bien, este constipado es tan pesado, creo que no puedo pensar con claridad.
- Te estás empezando a quedar afónico.
- Perdona, tengo que ir al servicio.
Sentía que empezaba a marearse y que su estómago quería expulsar lo poco que había comido. Prácticamente corrió hacia el servicio, por suerte llegó a tiempo y no vomitó por el camino.
- ¡Dios, que mal me encuentro! - dijo al terminar de vomitar.

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