martes, 25 de febrero de 2014

123. Se ve que va a pasar algo

Para la hora de la comida los que andaban de excursionistas en el bosque de los Shikamoto se habían detenido en un claro habilitado para tal efecto. Había mesas por si querían utilizarlas y una fuente de agua potable.

Akira y los demás prefirieron no utilizar las mesas y sentarse en el suelo, los bellotas por su parte también se sentaron en el suelo pero separados para poder sentirse libres e independientes de los mandones mayores.

- Que bonito que es todo esto - decía Hana - Y que bien preparado que está todo.

- Tenemos que recluir a los turistas en este sitio a la hora de la comida porque si no nos lo guarrean todo - explicó Akihito.

- Y para tenerlos controlados - añadió Chiharu riendo - No queremos que se nos extravíe ninguno.
Una vez nos pasó, perdimos a un par de visitantes.

- ¿Y como fue eso? - se interesó Shibi.

- Pues se adentraron en el bosque en plan aventurero machote y se perdieron. Uff, y menudo jaleo que se armó, tuvimos que mandar unas partidas de búsqueda y hasta mi padre salió con el helicóptero, no veáis que movida.

- Lo peor fue que después casi nos denuncian y todo - intervino Akihito - Así que desde entonces todos juntitos y vigiladitos como si fueran borregos.

- Como te pasas Akihito - rió Minako - Seguro que sabes muchas historia divertidas ¿A que si?
Chiharu la golpeó con el codo, Minako la miró con gesto interrogativo.

- Deja de coquetear con mi primo - cuchicheó Chiharu intentando disimular.

- Calla y déjame - contestó Minako en voz baja - Está bien bueno.

Chiharu la pellizcó la pierna y Minako dio un pequeño quejido y la pegó en la mano.

Takato llegaba hasta donde estaba su hermana.

- Akane ¿Tienes la crema protectora?

- Si, está ahí, en la mochila.

- Vale. Acuérdate de echarte más.

- Que si hombre, que si - Akane miró a Akihito que la miraba curioso - Es muy aprensivo, tiene miedo de que cojamos cáncer de piel.

- Pues si es que tiene razón - comentó Akira - Acuérdate de ponerte la crema porque si te quemas pareces un dálmata.

- Ja, ja, mira que gracioso, ya tuvo que decir su gracia - refunfuñó Akane.

- No es culpa mía si no te quemas uniformemente - sonrió Akira, mira que le gustaba hacerla de rabia.

- Es verdad - intervino Sumire - Akane no se pone morena, solo se pone roja y no así como todo el mundo, todo el cuerpo a la vez, no, a ella se le quedan como manchas.

- Es por su piel - añadió Kimisuke.

- Pero es una cosa muy curiosa porque parece una vaquita - afirmó Shibi.

- Mira el otro también - gruñó Akane levantándose - Voy a por agua.

- Los hermanos de Akane la quieren mucho ¿no? - comentaba Akihito a su primo.

- Es lógico, ella ha sido casi como su madre - respondía Akira.

- O sea, que ya sabe lo que es criar a un niño.

- Pues debe saberlo, no se, yo siempre la he oído quejarse de los niños pequeños, creo que no le gustan mucho.

- Oye Akira, la abuela quiere que esta noche cenéis en casa.

- Ah, vale.

- No pareces muy entusiasmado.

- ¿Pues que quieres que te diga? Ya sabes que yo soy muy flojo para discutir, si quiere que cenemos en casa pues cenaremos en casa.

Kimisuke miró hacia el grupo de los niños y se encontró con los ojos de Kotoko observándole. La niña retiró la mirada rápidamente.

- Que vergüenza - susurró a su amiga Sumomo - Me ha visto mirarle.

- Pues no le mires ¿Por qué le miras tanto?

- Es que es muy guapo.

Akane regresó con el resto del grupo.

- ¿Y desde cuando tenéis este bosque? - se interesaba Shiho.

- Desde toda la vida - contestaba sin mucho ánimo Akira.

- ¿Y tu no estudias, Akihito? - preguntaba ahora Minako.

- Si, por supuesto que estudio, estudio ingeniería medio ambiental.

- A mi primo le gusta trabajar aquí, en el pueblo y ocuparse de todo esto - aclaró Chiharu.

- ¿Y cuando estudias? - volvió a preguntar Minako.

- Pues entre semana - contestó sonriendo Akihito - Hay una universidad muy cerca de aquí ¿Que pensabas? ¿Que soy un analfabeto sin estudios?

- No, no, por favor, no pensaría eso nunca.

- Los Shikamoto solemos estudiar cosas que nos sirvan para lo que nos dedicamos - explicó Chiharu - Yo estudiaré veterinaria.

- Anda, como Hana - agregó Genki - ¿A que tú estás estudiando veterinaria?

- Pues si.

- Que interesante ¿Y en qué curso estás? - se interesó Akihito.

- Pues ya estoy en el último curso.

- Genial. Nosotros tenemos ahora mismo una cierva herida ¿Te gustaría verla?

- ¿Puedo? - preguntó entusiasmada Hana.

- Pues claro, por lo general no dejamos que extraños vean a los animales heridos, ya sabes, se ponen nerviosos pero una sola persona si y más en el caso de una futura veterinaria. Luego vienes conmigo y te la enseño ¿quieres?

- Por supuesto que si, sería estupendo.

Akira miró a su primo con el ceño fruncido, desde luego que ese chico tenía bastante peligro aunque como a Shibi se le cruzasen los cables el que correría peligro sería él.

Shiho se levantó.

- ¿Os importa que de una vuelta por aquí?

- Hombre, preferiríamos que no te fueras más allá del recinto - contestó Akihito.

- No, no me voy a salir del recinto, solo quiero curiosear un poco.

- No creo que Shiho se nos vaya a escapar - dijo Akira.

- Voy contigo - digo Genki levantándose - ¿Que vamos a curiosear?

Kotoko volvía a mirar a Kimisuke pero le llamó la atención ver a Genki y Shiho levantarse y alejarse.

- Creo que a tu hermano - le dijo a Sumomo - Ahora le gusta Shiho.

- ¿A que si? Yo también lo creo.

- ¿No le gustaba Momoka? - parecía quejarse Masaru.

- Será que ha cambiado de idea - decía Sumomo - A mi me gusta Shiho porque es amable.

- Hombre, era mas guapa Momoka - habló Yusuke.

- Lo que importa es que a mi hermano le trate bien - dijo Sumomo con los ojos brillando - ¿Qué os parece si le echamos una mano?

- Y a mi hermano - propuso Hotaru - No os olvidéis de mi hermano ¿eh?

- Que no hombre, que no - gruñó Yusuke - La hermana de Kenshi mola, que sus padres tienen un criadero de perros.

- ¿Vosotros no queríais ser hermanos? - se quejó Masaru.

- Bah... tenemos mas hermanos que pueden casarse y Akira tiene un bosque - contestó Yusuke.

- Además, como son más pequeños podemos convencerlos... es más fácil - la voz de Hotaru sonaba bastante malvada.

- Desde luego, quien os entiende.

- Bueno ¿Lo tenemos todo listo? - preguntó de pronto Sumomo.

- Que si, que si, que sabemos lo que tenemos que hacer - gruñó Yusuke.

- Nos vamos a meter en un lío - lloriqueó Takato.

- Pues claro, lo normal en los bellotas - afirmó Yusuke - Si no nos metemos en líos esto es un aburrimiento.

...
Karura leía tranquilamente sentada cómodamente en el sofá con las piernas estiradas sobre él.

- ¿Y Karasu? - preguntó Kohaku al entrar en el comedor y ver sola a su hermana.

- Se ha marchado ya.

- Bueno pues yo también me voy a marchar.

- ¿A ver como vas? Guau.

- ¿Voy bien?

- Vas muy guapo.

- ¿Tú que vas a hacer?

- Nada. Me quedaré leyendo.

- ¿Toda la tarde?

- Si, no me apetece salir, además va a llover y se ha levantado viento, en casa se está mejor. Recuerda llevarte un paraguas para que se lo puedas ofrecer como un galán.

- Supongo que ella llevará.

- Bueno pues entonces no lo lleves y así se ofrecerá a taparte con el suyo y será muy romántico. Aprovecha para darle un beso bajo el paraguas, es algo que siempre hay que hacer.

- ¿El que?

- Tener un beso bajo un paraguas, es muy romántico.

- ¿De veras no quieres venir con nosotros?

- Si hombre, lo que me faltaba, ir de cesta. Anda ya y no me tomes el pelo.

- ¿De verdad no quieres salir con Hizashi?

- De verdad de la buena. Necesito tiempo para mí, solo para mí. Y tú también, es bueno que salgáis solos los dos, no siempre con la pesada de tu hermana encima.

- No digas eso, tú no eres nada pesada.

- Es igual, las parejitas que recién comienzan agradecen tener sus momentos a solas - dijo volviendo a sumergirse en su lectura.

- Bueno, pues me marcho entonces.

- Pásatelo muy bien.

...
Momoka decidió que no iba a arreglarse demasiado ¿para qué? Aquello no era ninguna cita, se trataba solamente de ir y que le devolviera su bolso y ya está y luego se iría a tomar algo con Yuri, si, eso es lo que iba a hacer. Así que se vistió como era habitual en ella, que se pusiera sus pantalones vaqueros nuevos, esos que le quedaban como un guante, era pura casualidad, se los iba a poner de todas formas, además, no llevaba bolso porque si Takumi le devolvía el suyo no iba a cargar con dos y claro, necesitaba tener bolsillos para llevar algunas cosas.
Yuri ya la estaba esperando donde habían quedado cuando ella llegó.

- Menos mal que has venido - dijo nada más verla Yuri.

- ¡Como no voy a venir!

- No se chica, tu eres muy rarita, lo mismo cambiabas de opinión.

- Pues es mi bolso y lo quiero recuperar.

- Ya, ya, pero te conozco Momoka Sakuraba, eras capaz de no venir ¿Y cómo me ves a mi? ¿Voy bien?

Yuri se había vestido con una corta faldita negra y un jersey con un sugerente escote en pico.

- ¿No tienes frío?

- Que va, si aún hace calor ¿Te gusta este jersey? Me lo he comprado esta mañana.

- Si que me gusta, si, es precioso. Estás muy guapa, Yuri, anda, vámonos.

- ¿Ya sabes donde vamos?

- Si, he quedado con Takumi en el club de tenis.

- ¿Otra vez?

- No sabía donde quedar con él, me pareció un buen sitio.

- Pero hoy no tenemos invitaciones y no somos socios, lo mismo no nos dejan entrar.

- Es que no vamos a entrar, he quedado con él en la puerta, me da mi bolso y nos largamos.

- ¿Y ya está?

- Pues claro.

- Pues menudo rollo - se quejó Yuri.

Ese plan no le gustaba nada, esperaba que por el camino se le ocurriese algo, de alguna forma tenía que convencer a Momoka de quedarse en el club de tenis, de conseguir que Takumi las invitase a entrar, quizás si desplegaba con ese chico sus artes de seducción lo conseguiría. Rezaba porque en la puerta del club no estuviese solo Takumi, si no también Deisuke, de ser así seguro que conseguía que entrasen. No es que no le gustase pasar la tarde con su amiga pero había cosas que le apetecían más.

...
- No, no me voy a arriesgar a ir y que me pille la tormenta - oía Ringo a través del auricular del teléfono de su casa.

- ¿Entonces no vas a venir hoy?


- Que te estoy diciendo que no, a ver, escúchame bien, que va a haber una tormenta en esa zona y no me la voy a jugar - escuchaba decir con bastante impertinencia a Isamu.

- Está bien, está bien.


- Está bien no, no empieces a lloriquear ¿Crees que a mi me apetece quedarme aquí?

- No, pero si no digo nada, me parece bien.


- Pero te conozco, seguro que ya estás pensando que qué vas a hacer tu sola y todas esas idioteces.

- Pues no. No pasa nada, no puedes venir pues no puedes venir, ya nos veremos mañana.


- Pero legaré tarde, no me esperes por la mañana. Ya que estoy parado aprovecharé para dormir a pierna suelta, que entre los madrugones que me doy con el camión y la niña llorando por la noche nunca duermo.

- Ah pues si, me parece bien. Bueno pues nos vemos mañana por la tarde.


- Ala, adiós.

Ringo no esperó más, ni se molestó en decir nada más, colgó de forma algo brusca y se sentó en una silla cercana apretando los dientes y moviendo nerviosa una pierna.

- Imbécil - masculló - Te habrás creído que soy tonta, se que te vas a quedar a pasar la noche con esa o con cualquier otra, que más da. Pues mejor - se levantó de golpe - No te necesito, solo necesito a mi niña.

Se acercó a su bolso, lo abrió, sacó su móvil y marcó.

- No te fastidia el chulo este - continuaba refunfuñando - ¿Karasu? Hola... si, si, estoy bien. Es que yo, a ver que te iba a decir... ¿Dónde vas a ir esta tarde?... Ah no, es por si querías salir a dar una vuelta con nosotras... No, que va, no va a venir, por lo visto el parte meteorológico es malo y no se atreve a venir con la tormenta... Es que me gustaría salir un poco y no quedarme toda la tarde en casa sola con la niña... No, mi madre tampoco está, la habían invitado a una fiesta... Pues claro que me parece bien ¿Dónde quedamos?... No hace falta que vengas a buscarme... Bueno, vale, genial... Entonces hasta dentro de un rato... Chao, chao.
Ringo colgó satisfecha y no podía dejar de sonreír ¿Acaso tenía algo de malo quedar con un amigo para dar una vuelta? No, no tenía nada de malo.

...
Después de comer Kamui subió a su habitación. No tenía ganas de hablar con nadie, Setsu le llamó para preguntar si iba a salir y él contestó que no, a lo mejor debería haber dicho que si y salir, quizás se distraía, incluso seguro que iba Hikari, esa chica hacía siempre lo que le pedía pero no, es que ni eso le apetecía.

- Señorito Kamui - una voz sonó al otro lado de la puerta al tiempo que tocaban en ella con los nudillos.

- Si, pasa.

- Con permiso - Yuko entró - El señorito Madara está al teléfono y pregunta por usted.

- Te he dicho que no me llames señorito.

- Ya y yo le he dicho que mientras trabaje aquí será el señorito Kaguya.

Kamui resopló, era de lo más extraño que una chica que en el instituto le trata de tu en su casa lo hiciera de usted ¿Y además, qué querría ahora ese payaso de Taro?

- Pásame la llamada al despacho de mi padre, lo cogeré allí.

- Si, ahora mismo.

Pesadamente Kamui se dirigió al despacho de su padre, más que nada porque no tenía ganas de hablar con Taro en el salón, delante de toda su familia, a saber que tontería quería decirle.

- Dime Taro - contestó cuando recibió la llamada.


- Hola primo ¿Haces algo esta tarde?

- ¿Que es lo que quieres? - repitió secamente.


- Invitarte a ir al club de tenis.

- ¿Qué se me ha perdido en el club de tenis?


- Venir con Taro. Taro no quiere ir solo.

- No digas sandeces, allí te encontrarás a tus amigos.


- ¿Entonces Kamui no quiere venir conmigo? Pues Taro irá a tu casa a hacerte compañía.

Lo que le faltaba, ese pesado e infantil de Taro en su casa, dándole la lata toda la tarde porque a ese no valía con ignorarle, no, eso no servia.

- Bueno vale, iré.

Kamui colgó y justo cuando se giró para irse vio a Yuko delante de la puerta abierta.

- ¿Querías algo, Yuko?

- Si, su madre me pide que le pregunte si va a merendar en casa.

- Dile que no, me voy a marchar.

- De acuerdo - Yuko le miró y sintió verdadera pena por él, no sabía porqué exactamente ese chico que parecía tenerlo todo de pronto de dio muchísima pena y es que ella conocía a los Kaguya desde siempre, su padre era chofer de su tío Madara y su madre cocinera, ella misma nació casi en la casa de esa familia. Siempre había vivido allí y como las dos familias, la de Kamui y para la que trabajaban sus padres tenían bastante relación sus padres también la tenían con el servicio de aquella casa y ella había visto crecer a Kamui, siempre había sido para ella solo el hijo de los señores Kaguya pero al fin y al cabo era una niño y en ocasiones le daba mucha pena porque casi no tenía amigos, era un niño muy solitario, tenía muchas cosas pero nada más - Perdona... ¿Te encuentras bien?

- ¿Eh? Si, si, estoy bien.

- Ah, pues tienes mala cara.

- ¿Ahora si me tuteas?

- Lo siento.

- No, no te preocupes ¿Que haces esta tarde?

- ¿Yo?

- Si tu ¿Tienes que trabajar toda la tarde?

- Pues si.

- ¿No has quedado con tu novio?

- Pues no porque no tengo novio y además tengo que trabajar.

- ¿Y que tienes que hacer? Quiero decir que es sábado por la tarde, todo está hecho.

- No tengo que hacer nada, pero tengo que estar aquí, para eso me pagan.

- ¿Y si te vienes conmigo al club de tenis?

Yuko miró a su alrededor como si buscara una cámara oculta o algo así.

- ¿Al club de tenis?

- Si, he quedado con Taro pero no me apetece aguantarle. Ya que tu trabajas para nosotros podías venir y hacerme compañía.

- ¿Me estás ofreciendo trabajo de prostituta? - dijo con bastante enfado.

- No, no... es que… va, olvídalo.

- De acuerdo, iré - contestó muy resuelta - Estoy muy harta de que todo el mundo me tome por lo que no soy así que algún beneficio tengo que sacar e ir al club de tenis parece mas divertido que estar aquí sola toda la tarde, eso si, no pienso besarte, ni dejar que me metas mano, ni nada de eso.

- No se me había ocurrido tal cosa.

- Entonces voy a cambiarme, si no te molesta, claro, no voy a ir con el uniforme.

- No, claro que no, te espero.

Realmente Yuko no sabía porqué había aceptado, seguramente porque salir era mas apetecible que pasar la tarde viendo la televisión en la cocina de aquella casa o porque tantos años viéndolos desde su humilde posición pues de pronto le apeteció probar a ser uno de ellos, a ver que se sentía.

Tampoco Kamui supo porqué se lo había propuesto, quizás porque pensó por un fugaz momento que la tarde sería mas entretenida si no estaba él solo con su primo, porque con suerte Taro se entretendría contándole cosas a la chica y a él le dejaría en paz... no lo sabía.

...
El timbre molestó bastante a Karura, ella que estaba enfrascada en su lectura y además se había puesto muy cómoda así que en esos momentos le resultó de lo más molesto, tanto que incluso gruñó mientras se levantaba.

A punto estuvo de no hacerlo, de no levantarse y hacer como si no estuviera en casa pero el timbre ya la había desconcentrado, además si no habría lo mismo quien fuese insistía a saber cuanto tiempo.

Al abrir la puerta se encontró a Mitsuki sonriéndola.

- Buenas tardes Karura-san.

- Hola Mitsuki, pasa, pasa.

- Venía a ver si estaba Kohaku.

- Pues lo siento mucho pero se fue ya hace bastante rato.

- Ah, que pena - la desilusión se notó en la cara de la chica que mostró además un poco de tristeza.

- Pero pasa, mujer, pasa.

- No, no, no quiero molestar.

- No molestas, estoy yo sola.

- ¿No sales hoy?

- No, estaba pasando la tarde yo sola ¿Quieres tomar un poco de té?

- No, gracias. Creo que mejor me voy a marchar.

- ¿Vas a algún sito?

- Pues no, bueno me iré a mi casa.

- ¿No has quedado con nadie?

- No - dijo con un hilo de voz.

- ¿Aún no te has hecho amigas en tu clase?

- Pues no, aún no tengo tanta confianza.

- ¿Es que te tratan mal o algo?

- No, no, no me tratan mal, es solo que aún no me he integrado. Me cuesta un poco hacerlo, no soy una chica de las más extrovertidas.

- Pero no te hacen el vacío ni nada de eso ¿verdad?

- No, no.

- ¿De verdad?

- Si, de verdad. Solo pasa que, bueno, tampoco es que yo haya intentado integrarme mucho.

- Pues deberías intentarlo. De todas formas, si te tratan mal, te insultan o algo o te hacen el vacío tienes de decirlo ¿entiendes?

- Si, claro, no te preocupes.

- Lo digo porque hay mucha gente que se calla por miedo. Tú, si te pasa algo, vienes y me lo dices a mí.

- Vale, tranquila que lo haré.

- Así que venías buscando a Kohaku.

- Si, pensé que a lo mejor...

- Es que se fue, lo siento.

- No pasa nada, a lo mejor tenía que haber llamado antes de venir. Bueno, pues me voy a marchar, gracias por todo.

Karura sintió algo de compasión por esa chica. Era una buena chica, se notaba que le gustaba mucho Kohaku ¡como para no notarlo! y no tenía culpa si Kohaku no sentía lo mismo por ella. Le resultó muy tierna y le hizo pensar en lo que era ese primer amor.

- ¿Quieres que salgamos nosotras a dar una vuelta?

- ¿Te apetece salir a ti?

- Si, no me vendrá mal salir a dar una vuelta. Espera un momento que me arreglo y nos vamos ¿Que te parece si vamos al club de tenis y tomamos algo?

- Ah, vale.

...
Takumi esperaba junto con Deisuke, Kanna y Nagato cerca de la entrada del club de tenis.

- Será mejor que entremos - dijo Kanna - Está empezando a llover.

- Si - afirmó Nagato - Diles a los porteros que cuando llegue tu amiga te avisen y ya.

- Yo desde luego que entro - concluyó Deisuke - Estoy harto de estar aquí.

- Será mejor que entremos - concluyó Takumi.

- Mira, ya viene - dijo de pronto Kanna - Y no viene sola.

- Mira que bueno, trae a la rubita, genial.

- Deisuke contrólate un poco y no acoses a la chica - le advirtió Kanna.

- ¿Y quien la va a acosar?

- Deisuke no queremos meternos en líos - añadió Nagato.

- No nos vamos a meter en líos, además a esa chica le va la marcha, se nota.

- Tú de cualquier forma no te pases demasiado - dijo ahora Takumi.

- Que si, que si, pues anda que no sois pesados ¿Que manía os ha dado ahora con portarnos bien con los pringaos estos?

- No me gustaría que me expulsaran del instituto - contestó Kanna - Llámame loca si quieres.

- Ya, como si tu familia no tuviese dinero para meterte en cualquier otro instituto.

- Si pero no están en Kizuna, además, mi madre ha dicho que me meterá en un internado de chicas ¿Os lo imagináis? Todo el día rodeada solo de chicas.

- Y sin mí, que es lo peor - habló Nagato cogiéndole la mano.

- ¡Pesados!

Momoka y Yuri llegaron hasta ellos.

- Hola - saludó tímidamente Momoka.

- Hola Momoka - la respondió Kanna - ¿Llegaste bien a tu casa?

- Si, si, sin problemas.

- Como te fuiste tan pronto pensé que te había pasado algo.

- No, es que se me olvidó decir a mis padres donde estaba y... bueno, eso. Hola Takumi.

- Hola - respondió este escuetamente.

- Hola Yuri - añadió Kanna.

- Hola - saludó Yuri sonriendo como si fuera una estrella de cine - He venido acompañando a Momoka.

- ¿Has traído mi bolso, Takumi? - preguntó Momoka impaciente.

- Si mujer, si - contestó este - Lo tengo dentro ¿Entramos?

- No - se apresuró a contestar Momoka - Es que... nosotras no somos socios.

- No importa - añadió Takumi - Venís con nosotros, podréis entrar.

- Es que... - comenzó a excusarse Momoka sin saber que decir - Sinceramente, nosotros no tenemos dinero para consumir nada y nos da un poco de corte.
Kanna sonrió, le encantaba ese tipo de sinceridad.

- Tranquilos - dijo Nagato - No hace falta que toméis nada, pero vamos a entrar que la lluvia empieza a mojar.

- Es cierto, venga, vamos - habló Kanna - Venga Momoka, Yuri, entrad que nos vamos a empapar.

- No, yo espero aquí a que Takumi me traiga el bolso.

- ¿Pero cómo nos vamos a quedar aquí? - se alarmó Yuri - Bueno, vale, nos mojaremos si tu quieres.

- Si entro no pienso salir para devolverte el bolso, así que, si lo quieres, entra.

- ¡Pero que borde que eres! - gruñó Momoka.

Mira que se lo había dicho a si misma, sería amable, sería educada y procuraría no insultar a Takumi pero fue superior a ella. Mientras entraban en el club le miraba y se preguntaba que le había entrado el día anterior para terminar besándole, seguro que le echaron algo en la bebida, seguro, como a Himeko, porque otra explicación no tenía.

Yuri sonreía radiante, que suerte que había tenido, no se lo podía creer. Miró a Deisuke que a su vez le devolvió la sonrisa... la tarde se ponía de lo más interesante.

Momoka entró, a mala gana, seguida de Yuri que se había enganchado al brazo de Deisuke, no, si esta chica no perdía el tiempo, no. No quería estar allí, deseaba irse cuanto antes pero parecía que no era tan fácil recuperar su bolso. Miró con cara de pena a Yuri que la sonrió.

- No pasa nada - le dijo esta - Tomaremos algo aquí ya que nos invitan a entrar.

- Pero esto es muy caro - susurró Momoka entre dientes.

- Yo te invito, creo que tendré - escuchó decir a Takumi.

- Bueno, pero te lo devolveré. Nos iremos enseguida - se dirigió a Yuri con mirada suplicante esperando que esta comprendiese lo mal que lo estaba pasando.

- Bueno, tampoco te preocupes mucho - habló Yuri - Nunca he estado en un sitio tan elegante, disfrutemos del momento.

Pero para Momoka era imposible disfrutar del momento, estaba demasiado incómoda, Takumi estaba cerca de ella y aunque quería no podía evitar recordar lo que había sucedido la tarde anterior, la imágenes aparecían continuamente en su mente y cada vez se sentía mas avergonzada.

- ¿Os parece que vayamos a la sala de billares? - propuso Nagato - Allí se está tranquilo y podemos jugar.

- Si, a mi me apetece - respondió Yuri y todos la miraron curiosos - Me gusta jugar al billar.

...
Akira se había recostado en la hierba y cerró los ojos. Allí no había tormentas y el cielo se veía despejado.

- Tenemos que llevar a los niños a las cuevas - le recordó Shibi.

- Ay que pesadez, ahora que estaba tan a gustito.

- Pero que vago que eres - se quejó Akane - Venga, levanta.

- Aggg - se quejó incorporándose - Vamos allá.

- Bueno Akane - habló Akihito - Yo me voy con mi grupo, nos vemos esta noche.

- De acuerdo.

- Hasta luego Hana, cuando regreséis no te olvides de decirle a mi primo que me busque y te llevaré a ver la cierva.

- Estupendo.

- Hasta luego, Akihito - se puso delante de él Minako - Ten cuidado no se te pierda nadie.

- Vale - sonrió - Lo tendré.

Minako se acercó corriendo a Chiharu.

- ¿Has visto? Me ha mirado.

- Te has puesto delante de él, tenía que mirarte aunque no quisiese hacerlo.

- Te pones así de borde porque te da celos.

- Por favor Minako, que es mi primo ¡que asco!

Recogieron todas sus cosas y volvieron a emprender el camino. Los niños parecían muy entusiasmados con la idea de explorar las cuevas. Akira los guió hasta la entrada de una enorme cueva.

- A ver, atenderme todos - habló - Sobretodo vosotros, bellotas ¿De verás queréis entrar?

- ¡Si! - gritaron casi al unísono los niños más Genki y Sumire.

- Vamos a entrar en una fila de dos, o sea, de dos en dos y todos lo más juntitos posibles. Coged de la mano a vuestro compañero y no le soltéis - dijo mientras él cogía la de Akane - Todos detrás de mi y no me perdáis de vista. Yo iré el primero y Shibi y su compañero el último para asegurarse que nadie se desvía. No vale correr, ni tirar piedras, ni romper las estactitas que hay, ni dar patadas a las estalagmitas ¿De acuerdo?

- ¿Hay estalactitas? - se interesó Suo - ¿Y por qué no lo has dicho antes?

- Antes estas cuevas se podían visitar pero ya no, entender que estoy haciendo una excepción con vosotros, así que, comportaros.

- Los niños irán intercalados entre los mayores - dijo Akane - O sea, una pareja de mayores, una de niños, una de mayores y así.

- ¡No seas aguafiestas Akane! - se quejó Yusuke.

- Déjalos que vayan juntos, los mayores iremos detrás y como uno se mueva un centímetro se las va a ver conmigo - amenazó Kimisuke.

- Bueno, venga - habló Akira - Coged a vuestro compañero.

Shibi cogió la mano de Hana, Sumire después de mirar a sus amigos se enganchó a la de Kimisuke, claro, podía ir con su hermano pero ella quería que Suo y Misaki se dieran la manita... que romántico. Genki y Shiho, un poco apurados también se la dieron. Chiharu cogió la mano de su amiga Minako y el resto de los niños se repartieron según sus preferencias.

Akira y Akane encabezaron la entrada a la cueva seguidos de los niños.

- Aunque no lo creáis esto es un laberinto - decía Akira - Si os perdéis por aquí no será fácil encontraros.

- Se dice que una vez se perdió un hombre y nunca le encontraron - continuó Chiharu.

- ¿Quieres decir que hay un cadáver por aquí? - exclamó Sumire.

- Pues mira, a lo mejor - rió Misaki.

- No te rías, mira que si se ha convertido en un fantasma y nos persigue.

- Madre mía - resopló Akane - Sumire y sus fantasías.

- Si vosotros, reíros, reíros - continuaba Sumire - Pero si pasa algo raro ya vendréis a decírmelo.

- Cuanta piedra - dijo de pronto Genki.

- Y que oscuro está todo - añadió su hermana.

- Es una cueva - refunfuño Masaru - No va a haber luces.

- Pues no estaría mal que las pusieran - decía Takato.

- Claro, si ¿y que más? ¿una máquina de refrescos?

- Tener cuidado donde ponéis los pies.

Se oyó un grito y un golpe.

- ¡Sumire! - se quejó Misaki - ¿Otra vez en el suelo?

Sumire estaba sentada en el suelo con la mano aún sujeta de Kimisuke que aunque quiso impedir la caía de la chica no pudo.

- Jo, es que me he resbalado.

- ¿Te encuentras bien? - se interesó Hana.

- Si, si, estoy bien.

- Venga, vamos, arriba - decía Kimisuke.

- ¡Menudo culetazo te has dado! - se reía Yusuke.

-¿Te duele? - preguntó Shiho.

-. Hombre me duele pero no mucho. Venga que puedo seguir.

- Vale - continuó Akira - Ahora vamos a bajar como una pequeña pendiente, tener cuidado. Kimisuke, sujeta bien a Sumire no se vaya a caer de nuevo.

- Pues tan patosa no soy.

- No que va, que va - decía Misaki.

Misaki y Suo iban de la mano intentando que esa situación resultara lo más natural posible pero era inútil, eran dos chicos cogidos de la mano y lo peor de todo es que la noche anterior uno había besado al otro... no era fácil, no. Misaki se soltó de la mano de Suo, no quería molestarle y no parecía que hiciera falta que fuesen tan cogiditos, seguro que Suo se sentía más que mal... pero Suo, al notar que le faltaba el calor de la mano de Misaki se apresuró a volver a cogérsela, de una forma firme y segura.

- No te separes - le dijo - Te puedes perder.

Bajar esa pequeña pendiente no fue tan fácil como parecía, Akane, Sumire, Genki, Misaki, Chiharu, Minako y unos cuantos niños se resbalaron y a punto estuvieron de terminar sentados en el duro suelo como Sumire.

Iban caminando por una especie de pasillos cuando Akira se detuvo.

- Ahora vamos a ver algo muy bonito. Es un lago subterráneo pero tener cuidado de no caer a él.

Todos se quedaron boquiabiertos al llegar. La cueva se ensanchaba sorprendentemente, era como estar en una enorme burbuja hecha en la roca y en el centro un pequeño lago le daba un aspecto fantasmal a todo.

Las exclamaciones de admiración no se hicieron esperar.

- A ver - dijo Akira y su voz retumbó por todo ese espacio.

- ¡Hay eco! - exclamó Genki.

- Hay muy buena acústica, si. A ver, aquí podéis soltaros un poco y explorar pero... ¡Atendedme niños! ¡Venid aquí que aun no he dicho que podáis marcharos! Atenderme ¿Veis todos estos huecos que parecen puertas? ¿Si? Son pasillos, todos dan lugar a... no se como decirlo... son como callejones sin salida salvo ese de ahí, que es por donde hemos venido y esos dos de allí, los que están pintados de rojo... no os metáis ahí ¿entendido?

- ¿Entonces podemos explorar los demás? - preguntó entusiasmado Yusuke.

- Si.

- ¿No será peligroso? - le interrogó Akane.

- No, hombre son un poco laberínticos y si no tienen cuidado tardarán un poco en aparecer pero es fácil buscarlos por aquí.

- Nosotros hemos jugado mucho al escondite aquí ¿A que si, Akira? - dijo alegre Chiharu.

- Desde luego, vaya lugar para jugar al escondite - comentó Shibi.

Todos se separaron y los niños comenzaron a correr, más de uno terminó en el suelo.

- ¡Tener cuidado que el suelo resbala! - gritó Akane y sus gritos retumbaron más que nunca.

- Vamos Minako - dijo decidida Chiharu - Te voy a enseñar el mejor escondite.

- Ven, Akane, vamos a explorar nosotros también - le dijo Akira.

- ¿Dónde me llevas?

- Tú ven, desconfiada.

- ¿Estarán bien los niños?

- Si no se meten en los marcados, si, ven.

- ¿Dónde te llevas a mi hermana? - le interrogó Takato.

- Es que me tiene que dar clases de algo que yo no se hacer.

- ¡Serás imbécil! No le hagas caso Takato que es que el pobre es tonto.

- ¿Y nosotros? - preguntó Sumire.

- Vamos por este de aquí - contestó Kimisuke.

- Pues nosotros por este otro - propuso Genki - Ven Shiho, a ver que encontramos, a la aventura.

- ¿Te apetece algún camino en particular? - preguntó Shibi a Hana.

- No me da igual.

- Pues vamos a meternos por aquí.

En un momento Misaki y Suo se habían quedado solos y en silencio.

- Ya que estamos aquí podríamos explorar esto - comentó Suo.

- Si, claro, ya que estamos aquí.

- Y parece un poco tonto que vayamos solos ¿no?

- Claro, será mejor ir acompañados.

- Entonces ¿vamos?

- Bueno.