domingo, 24 de agosto de 2014

165. Lo mejor que podía haber pasado

Karasu miraba como HItomi echaba unas rebanadas de pan de molde en una sartén.
- ¿Te gustan las tortitas francesas? - preguntaba la mujer.
- Creo que nunca las he comido, suena exótico.
- Son fáciles de hacer - sacaba las rebanadas de la sartén y las ponían en un plato - Yo soy un desastre como cocinera, bueno soy un desastre como ama de casa en general y como madre, así que hago todo lo que es fácil de hacer ¿Azúcar o canela?
- No sé ¿Sé puede elegir?
- Hay quien les pone miel o sirope, pero no ten
- No soy de comer mucho dulce así que elijo canela.
- Vas a tener suerte, hoy no he quemado nada - dijo poniendo el plato con las tortitas en la mesa y sentándose frente a él - ¿Te duele la cabeza?
- No mucho.
- Siento si ayer me puse un poco depresiva y arruiné la velada.
- No te preocupes, entiendo que te pusieras así.
Hitomi cogió un paquete de tabaco que había encima de la mesa y un mechero, sacó un cigarrillo, lo llevó a sus labios y lo encendió.
- A veces no entiendo a Ringo, te juro que no la entiendo.
- Para mí también es difícil.
- No sé lo que he hecho mal pero está claro que no he sido buena madre, quizás le dediqué poco tiempo de niña.
- No lo pienses más, seguramente tu hiciste lo que pensaste que era mejor. Oye Hitomi... esto es un poco incómodo para mí pero... sobre lo que pasó ayer.
- No pasó nada, olvídalo, fue una somera tontería, yo había bebido demasiado, tu habías bebido también... piensa que fue un juego o algo así. En realidad deberíamos reírnos de aquello, es como si te hubieses besado con uno de tus amigos por equivocación.
- No creo que yo me bese con ninguno de mis amigos por equivocación.
- ¿No? ¿Haciendo el tonto no? Pues yo sí que me besé una vez con una amiga por hacer el tonto, estábamos... imagínate como estábamos... luego nos dio vergüenza pero después nos reímos, es mejor no darle importancia. De todas formas eres un chico muy atractivo, no me iba a quedar con las ganas de darte un beso, pero tranquilo, te gusta mi hija y tú le gustas a ella, yo no voy metiéndome en medio de sus relaciones, pues si, para alguien bueno que encuentra no ese desgraciado... como me gustaría que estuviese contigo.
- ¿Por qué se fue a vivir con ese tipo? - se interesó casi con miedo.
- No sé - Hitomi se encogió de hombros - Por costumbre, supongo o porque es muy sumisa con él, no sé. Desde siempre él ha sido muy dominante, siempre la ha... ¿cómo lo diría yo?
- ¿Humillado?
- No exactamente pero algo así... como sometido. Por eso siempre digo que es culpa mía, no la enseñé a ser fuerte, la dejé demasiado con mis abuelos, como yo tenía que trabajar la dejaba con quien podía, normalmente eran mis abuelos y mi abuela era muy antigua y machista, no lo podía evitar, había sido educada así y me temo que metió en la cabeza de Ringo todas sus ideas viejas y machistas, seguro.
- ¿Ringo siempre fue... sumisa con su novio?
- Siempre.
- Mi psicóloga dice que las mujeres tienen a buscar en los hombres la figura paternal.
- Si, ya lo sé, a mí también me lo ha dicho y que como Ringo no ha tenido padre pues... será que busca a alguien como mi abuelo, él era un hombre muy severo... como sea, el caso es que siempre Isamu ha tenido la voz cantante y no la ha dejado opinar a ella. Es un chulo, nunca le he soportado y ella... no es que sea tonta, es solo que no quiere molestarle... vaya - dijo levantándose como si le costase bastante - El teléfono.
Efectivamente el teléfono había comenzado a sonar. Karasu la vio salir de la cocina, sí que era complicada la vida o nosotros la hacemos complicada. Lo que tenía claro es que él no era nadie para juzgar a Ringo de ninguna forma, sabía que Ringo sufría con su situación y habría que ser Ringo y estar en sus zapatos para entenderla, él desde luego acababa de decidir que no la iba a juzgar.
Terminó de desayunar y miró el reloj de la pared de la cocina ¿Ya era tan tarde? Pues sí que había dormido. Cogió un frasco con pastillas que había sobre la mesa, lo abrió y sacó un par, conocía esas pastillas, eran simples calmantes, las solía utilizar para el dolor de cabeza, bien, se las tomaría, a ver si le ayudaban a despejarse un poco.
- Deprisa, vístete - Hitomi entró de repente en la cocina con cara de preocupación - Venga, corre, vístete.
- ¿Qué pasa? - se asustó Karasu.
- Ringo tiene problemas, ha discutido con Isamu, está muy enfadado y la quiere echar de la casa. Como le ponga una mano encima le mato, te juro que le mato.
Esa última frase "Cómo le ponga una mano encima le mato, te juro que le mato" era lo que más repetía Hitomi de camino a casa de Ringo, la repetía una y otra vez, tanto que Karasu comenzó a preocuparse y a pensar que Isamu debía pegar a Ringo aunque él no tenía constancia de ese hecho, alguna vez se lo había preguntado a Ringo y siempre le había contestado que no, que pegarle nunca la había pegado.
...
Akane respiró hondo, a ver como hacía ella para "defender lo que era suyo" porque experiencia en ello no tenía ninguna pero por supuesto no iba a dejar que ahora llegase cualquier niña bonita y le quitase a Akira, pues si, solo le faltaba eso, después de lo que le había costado aceptarlo y admitir que le gustaba solo faltaba que viniese ahora una guapita a llevárselo y no, eso sí que no, que había descubierto que Akira es una encanto de persona, no iba a dejarlo escapar después de todo lo que se había perdido por cabezota. El problema es que nunca se había visto en tal situación, Akira era una persona al fin y al cabo, no un objeto que reclamar ¿Y qué hacía? Bueno pues daba igual, no podía ser muy diferente de cuando te quieren quitar el puesto en el mercado o ese vestido tan bonito que acabas de ver, todo es cuestión de defenderse.
- ¿Akira? - dijo asomándose al comedor que era de donde provenían las voces de Akira y esa chica - ¿Piensas ir a desayunar hoy, ciervito?
- Si, ya voy. Perdona Miaka pero no he desayunado y empiezo a notarlo.
- Te acompaño.
Sin más Miaka se agarró del brazo de Akira. Akane le miró haciendo una mueca que a Akira le resultó muy graciosa.
- Miaka ¿Te he dicho ya que Akane es mi novia?
- Si, acabas de decírmelo, pero eso te pone un problema porque también estás saliendo conmigo.
- No Miaka, no, tu me dejaste ¿lo recuerdas?
- Solo hicimos un paréntesis.
- Y él ha aprovechado para ligar conmigo – comentó Akane – Que desconsiderado eres, ciervito. Eso te convierte en una especie de "ex" aunque no lo quieras reconocer.
- ¿Cuánto tiempo lleváis saliendo? – preguntó Miaka.
- Pues desde que Akane me pidió salir, eso fue en Septiembre ¿No, calabacita?
- Tú lo flipas, bambi.
- Vaya, no iras a decir que no me pediste una cita.
- Sí, es cierto, lo hice. Así que tú eres su ex-novia. No sabía que tuvieras otra ex-novia, bambi.
- ¿Cómo otra ex-novia? ¿Saliste con otra después de dejarme, Akira? - se interesó Miaka.
- Je, y antes seguramente - sonrió Akane - Akira tiene mucho éxito con las chicas, lo que pasa es que le duran poco, ninguna cumple sus "expectativas"
- Yo creí que era tu primera novia.
- No yo... - comenzó a hablar Akira.
- Dijiste que no habías tenido novia antes.
- ¿Eso dijiste, ciervito?
- No, si, no, bueno sí.
- Aclárate de una vez - volvió a sonreír Akane.
- Yo no dije que tu fueras mi primera novia, ni la segunda, ni nada Miaka, yo no dije que fueras mi novia, yo dije que no había tenido novia.
- Y por eso fui la primera.
- No, verás...
- ¿Y cuánto tiempo salisteis vosotros? - se interesó ahora Akane con cierto tono de malicia.
- Uff, duramos unos cuantos meses.
- No, yo no diría tanto - rectificó Akira - Yo solo pasé un par de semanas aquí el verano pasado.
- Pero seguimos viéndonos después.
- Hombre, vine un par de fines de semana y que yo recuerde al segundo me dijiste que lo nuestro no podía seguir así, que te agobiaba tener una relación a distancia y que me dejabas.
- Es que necesitaba tiempo para pensar.
- ¿Qué pasa, bambi? - intervino Akane - ¿Te duró menos aún que Karura y Yuri juntas?
- En realidad yo no diría que... solo salimos un par de veces juntos, fui a buscarla a su casa y... no se puede decir que fuéramos novios, todo esto es un poco absurdo.
- En que líos te metes, ciervito y todo porque no tienes valor de decir las cosas claras por no ofender. Mira Miaka, no importa lo que salisteis juntos o lo que no, eso ya es el pasado y ahora es el presente y en el presente este chico está saliendo conmigo y es de muy mala educación que vengas y te agarres a él de esa forma y le digas que quieres volver a retomar "vuestra historia de amor". Ahora, soy yo la que salgo con él, así que, si quieres recuperarlo te pones a la cola y esperas a ver si lo nuestro no funciona.
- ¿Que pasa que armáis tanto escándalo? - de pronto apareció la abuela - ¿Vas a venir a desayunar o no? Mira qué horas son ya, se te va a juntar con la comida.
- Es cierto - habló Miaka - Casi se me olvida, voy a ir a mi casa a llevar a mi madre los huevos que me ha encargado y a decirle que voy a comer aquí. Volveré enseguida para ayudarte con la comida, abuela.
Miaka casi salió corriendo de allí y Akane miró interrogativa a la abuela.
- Dijiste que yo te iba a ayudar con la comida.
- Si, bueno, ella también se ha ofrecido y no me parecía educado decirle que no.
- ¿Las dos vais a hacer la comida? - preguntó con miedo Akira.
- Venga, ve a desayunar de una vez - gruñó la abuela - Te he dejado el desayuno en la mesa y se te va a enfriar.
La abuela se marchó y Akira abrazó a Akane.
- Créeme Akane, yo no fui novio de Miaka, apenas si salimos, te lo juro, es que yo quería olvidarte, está dolido y...
- Tranquilo, no pasa nada. Yo creo en ti.
Akira la separó de ella completamente incrédulo.
- Te lo juro, no sé qué le pasa pero entre nosotros no hubo nada.
- Que ya te he dicho que te creo - Akane le cogió del cuello y le atrajo hacia ella para darle un suave y corto beso.
Akira se quedó embobado sin saber reaccionar ¿Era la primera vez que Akane hacía un gesto tan espontáneo? ¿Significaba aquello que verdaderamente confiaba en él?
- Venga, vamos a desayunar, pesado.
- Solo si después me das otro beso.
- No abuses ciervo del demonio.
- Condenada cabezota. Espero que no eches nada raro en la comida.
- Yo que tu "ex-novia" no me fiaba, soy muy rencorosa, recuérdalo.
- Oye... dame otro besito, me ha sabido a poco, ahora somos novios de verdad, anda, no seas tacaña.
- Desayuna y calla de una vez.
- Tacaña.
...
La cita que Yuri había tenido con Kamui el día anterior no era un tema de esos que pasan desapercibidos, había generado demasiada expectación y por supuesto a Stella y Kikyo, como buenas amigas que se consideraban de Yuri, les faltó tiempo al día siguiente para ir a buscar a esta y que les contara con todo detalle cómo había sido tal cita.
Yuri disfrutaba contándolo. Empezando por los detalles de su kimono y su peinado no se dejó nada por relatar. Como iba vestido Kamui, su madre, su padre y su hermano, sobretodo no había que olvidar que a estas chicas Fuma les parecía uno de los hombres más atractivos que había por el mundo y por supuesto merecía una buena descripción.
Donde fueron, como se sentaron, que pidieron, de que hablaron, que gestos hacía Kamui... todo, había que contarlo todo.
Se habían sentado en uno de los bancos de lo que algunos de los amigos de Yuri llamaban "el parque de los pijos" y es que era un pequeño parque que había en la zona residencial de la ciudad donde, se comentaba, que vivían los "ricos" o también los más agobiados pagando hipoteca, todo dependía de las circunstancias.
- ¿Y te enrollaste con él? - preguntó de pronto Stella.
- ¿Cómo me voy a enrollar con él? - contestó algo alarmada Yuri - Además si en la cita estaban nuestros padres.
- ¿Y qué hacían vuestros padres en vuestra cita? - interrogó Stella.
- Pues es lo normal. Para conocernos las familias, además nuestros padres son los que nos "presentaban" de alguna forma.
- Es que Stella no lo sabe porque no es de aquí - comentó Kikyo - En este tipo de citas por lo general se va a acompañado, o bien por el nakodo que la ha organizado o por un familiar de confianza, piensa que es como una cita a ciegas pero en la que no solo tienes que conocer a esa persona, si no conocer cosas de su familia, de sus proyectos, aficiones y cosas así.
- No sé - decía Stella - Todo parece muy complicado.
- En realidad es muy sencillo pero da igual - añadió Kikyo - Vamos a los interesante ¿No estuvisteis ni un ratito a solas?
- Bueno si, dimos un paseo y estuvimos hablando.
- ¿De qué?
- En general de todo y de nada. Es que no fue una cita muy romántica después de todo.
- ¿Entonces no os enrollasteis? - se interesó Stella.
- Pues claro que no. Además Kamui no parecía muy interesado en el matrimonio.
- ¿Ni os disteis un morreo? - volvió a preguntar Stella.
- Que no, pues claro que no.
- Vaya sosería, salir con un Kaguya y no aprovecharse, desde luego, vamos que a mí no me gusta el Kaguya pequeño pero hay que reconocer que el chico tiene un buen repaso.
- Tenías que haberte aprovechado con la excusa de "a ver qué pasa" - rió Kikyo.
- ¿Cómo voy a hacer eso?
- Pues chica haciéndolo, ay Yuri, a veces pareces muy sosa - se quejó Stella.
- A veces parece como que nunca te has enrollado con un chico - añadió con cierto tono Kikyo.
- Claro que me he enrollado con chicos, he salido con varios pero no sé qué tiene eso que ver. No voy a ponerme a besuquearme con Kamui en medio de una cita concertada ¿Qué clase de chica va a pensar que soy?
- Hija - rió Stella - A veces pienso que nunca lo has hecho con ningún chico.
Stella se quedó mirando a Yuri que se había puesto repentinamente colorada.
- ¿Es que tú no lo has hecho nunca? - la interrogó, Yuri no contestó - ¿Aún eres virgen?
- ¿De veras que no lo has hecho nunca? - inquirió también Kikyo.
- Pues no... no lo he hecho nunca ¿Vosotras si?
- ¿Nos estás tomando el pelo? - rió Stella - Vamos Yuri, que somos amigas y has salido con muchos chicos.
- Si pero yo... o sea... nunca he llegado tan lejos.
- ¿Ni siquiera con ese de tu clase tan mono con el que saliste este verano?
- ¿Ni Deisuke? Mira que Deisukeeeeee...
- No... o sea yo he hecho muchas cosas pero nunca...
- De Deisuke me lo creo - comentó Stella - ¿No ves que está con esa mierda que toma? A ese no se le levanta, he oído que disminuye la libido.
- Ya decía yo que le veía muy raro últimamente - añadió Kikyo.
- ¿Pero vosotras...? - empezó a preguntar Yuri.
- La rara eres tú - rió Kikyo - Chica, debes ser la última virgen del instituto.
- No creas - añadió Stella - Alguna otra tiene que haber, ya sabes de esas que no ligan ni queriendo, lo que me extraña es que tú, Yuri, con lo guapa que eres y el éxito que tienes aún no hayas hecho nada ¡Pero si hasta lo ha debido hacer la pava de Momoka! Y mira que parece pavilla y ha tenido que hacerlo porque está saliendo con Takumi y ya sabemos como es Takumi ¿verdad Kikyo?
- Bueno es que yo siempre pensé que... debía encontrar a la persona ideal.
- ¡Mira que eres antigua, chica! - rió Kikyo - Pues es un problema, yo que tú lo solucionaba.
- ¿Un problema?
- Pero vamos a ver ¿Cuántos años tienes ya?
- 18.
- ¿Y con 18 años sigues siendo virgen? Por favor, que cosa más retrasada.
- Pero... ¿Y eso que tiene que ver? - Yuri comenzaba a ponerse nerviosa ante aquella situación, ella podía haber salido con chicos, tampoco tantos como decían pero eso no quería decir que tuviese que acostarse con cada uno de ellos ¿de veras era una antigua o retrasada? Ella nunca se había planteado tal cosa, lo había imaginado a veces, pero siempre pensó que el momento llegaría cuando encontrase a esa persona especial.
- Menos mal que tiene fácil arreglo ¿Verdad Stella?
- Verdad. Lo que pasa es que tienes que encontrar un chico que no te vea como a un bicho raro.
- ¿No será que eres lesbiana? - preguntó de pronto Kikyo.
- ¿Pero qué dices? - gritó alarmada Yuri - Simplemente no lo he hecho porque no... porque yo quiero que mi primera vez sea muy bonito y especial y estar enamorada, a lo mejor parece una tontería, seguramente las siguientes veces no... o sea, quiero decir que... que la primera vez creo que tiene que ser algo importante, con alguien a quien yo le importe.
Stella y Kikyo rompieron a reír y Yuri se sintió entre insultada, molesta y avergonzada ¿Tan ridículo sonaba lo que decía?
- Ay chica, de verdad, eso ya no se lleva - rió Kikyo.
- Eso de que tiene que ser "especial" ya pasó a la historia. Eres como tu madre o tu abuela, por favor - añadió Stella - Ahora las cosas no son así, te apeteces y lo haces y ya. menuda tontería eso de "esperar a la persona adecuada", un poco más y dices que quieres entregar tu virginidad a tu "amorcito" - reía también Stella.
Yuri no las comprendía y por lo que se veía tampoco la comprendían a ella, no se trataba de que ella fuese una estrecha, ni nada de eso, solo se trataba de que quería que fuese así. Ella no idealizaba aquel momento, simplemente tenía ese capricho ¿Es que era tan raro? Se trataba solo, como había dicho Momoka, de sentirse preparada o más fácil de hacerlo cuando te de la gana y con quien te de la gana y hasta ahora no le había apetecido hacerlo con nadie ¿Es que era obligatorio hacerlo antes de la edad que fuera?
- Pero no pongas esa cara de mustia Yuri - habló Stella - Lo tuyo tiene fácil arreglo.
- ¿A si?
- Solo hay que buscar al chico perfecto, uno al que no le importe hacerlo con una virgen y no piense cosas raras de ella.
- ¿Cosas raras?
- Como que tienes algún defecto físico o algo así.
- Un chico que no sea muy bruto - añadió Kikyo - Eso es de agradecer y que no vaya hablando por ahí de que te ha desvirgado, no queremos que se rían de ti.
- Alguien tiene que haber que nos sirva - reflexionó Stella.
- No hace falta que os molestéis - intervino Yuri un poco molesta - Ya me busco yo alguien que me haga el apaño.
No hablaba en serio, de hecho estaba más que molesta pero no quería seguir con ese absurdo tema.
...
Fatora ya estaba arreglada. Sentada frente al escritorio de su habitación terminaba de escribir en un pequeño cuaderno de pastas decoradas con flores. Levantó la vista y leyó lo que había escrito, tapó la pluma, cerró el cuaderno y guardó ambas cosas en uno de los cajones del escritorio que cerró con una pequeña llave.
- Ya han venido - dijo entrando su madre - ¿Estás lista, Fatora?
- Si, ya estoy - contestó levantándose y dejando la llave en un joyero.
- A ver qué te vea.
Fatora dio una vuelta sobre sí misma. Llevaba un kimono como era habitual en ella cuando se trataba de reuniones que exigiesen que demostrase cierta "presencia". No es que ella fuese demasiado aficionada a vestir kimonos, no le disgustaban, es más, le gustaban, se había acostumbrado a usarlos y le gustaban mucho, cada vez que se ponía uno se sentía como distinguida, parecía que con solo el hecho de llevarlo y saber llevarlo, claro, ya eras elegante. Lo que sucedía es que también le gustaba vestirse como una chica moderna, pero bueno, en cierta forma había iniciado una especie de juego con ella misma, cuando se ponía esos kimonos era como si se convirtiese en otra persona, una chica educada, discreta y prudente... un aburrimiento.
- No tendrías que haberte cortado el pelo tanto, tienes un corte de pelo feísimo, es imposible hacerte ningún recogido ni nada. Al menos deberías ponerte una de las pelucas.
- Que pesada te pones con que me ponga esas pelucas.
- Los recogidos son mucho más distinguidos que ese pelo corto que llevas.
- Dan calor, además se nota que son pelucas. Vamos mamá, me gusta mi pelo, no me importa que no tenga un corte de pelo elegante.
- Es demasiado corto.
- Mamá por favor déjame al menos tener el pelo lo corto que me de la gana ¿No es bastante con estos kimonos que me obligas a llevar?
- ¿Es que no te quedan bien?
- Me quedan geniales, ya lo sé - contestó con pesadez.
- Y no olvides que son una obra de arte.
- Y cuestan mucho dinero, si, y también son incómodos... lo siento, no quería decir eso es que... a veces me siento tan... prisionera.
- ¿Prisionera?
- No es la palabra, es que no se cual utilizar... es que todo son normas y siento que me asfixio dentro de estos preciosos kimonos.
- Ya lo hemos hablado muchas veces, tienes que...
- Ya sé que lo que tengo que hacer, ya lo sé, no me lo recuerdes más y no te preocupes, lo haré, es para lo que me has educado ¿no?
- ¿Has decidido ya quien te gusta más como esposo?
- Lo dices como si tuviera que escoger un bolso. No, aún no lo he decidido.
Mentía. Si lo había decidido, el problema es que el chico que le gustaba no estaba entre los pretendientes.
- Creo que el mejor es Madara Kaguya. Fatora, él sería un marido perfecto, es mayor y sabrá cuidarte y darte todos los caprichos que quieras, además es educado, amable y...
- Y muy mayor para mí.
- Eso...
- Mamá, no. Sé que ese hombre es el candidato perfecto pero tiene un hijo de mi edad, vamos a la misma clase, por favor, no puedo casarme con un hombre que puede ser mi padre, además es mi futuro, tengo derecho al menos a elegir ¿no?
- Haz lo que quieras, siempre lo haces, tu padre te tiene demasiado consentida pero no olvides que el propio Madara Kaguya también está interesado en ese matrimonio.
- ¿Crees que me asusta Madara Kaguya?
- Al menos deberías tenerle respeto, como a tu padre.
Desde pequeña a Fatora se le había dicho que su futuro era casarse, sus compañeras hablaban de lo que iban a estudiar y ella los únicos planes que tenía eran casarse y le parecía bien pero ahora lo pensaba y se daba un poco de pena de sí misma. Respetaba las tradiciones, respetaba a su familia y como era la forma en la que la habían educado no se quejaba, simplemente a veces quería algo distinto, quizás era que todo resultaba aparentemente fácil, ahí estaban sus posibles maridos, solo tenía que elegir a uno y... ya está.
Fatora salió de su habitación. Estaba dispuesta a muchas cosas, a casarse por el bien de la familia, eso para ella no era un sacrificio, desde que tenía uso de razón le habían dicho que era su destino, que un día se casaría con un hombre importante y que su matrimonio haría que la familia creciese, era algo que tenía más que asumido, de hecho para ella era lo que tenía que ser, la habían enseñado a ser la novia y esposa perfecta, si después de tantos años de preparación, aprender a sentarse, comer, hablar, bailar, comportarse y tantas cosas no se casaba con alguien importante y que beneficiase a la familia pues ¿para qué había servido? Pero eso no quería decir que tenía que casarse con alguien tan mayor.
De todas formas no se sentiría tan mal si no fuera porque en estos últimos meses muchas cosas había cambiado en ella, entre otras que empezaba a valorarse a sí misma, que ahora sabía que tenía que hacer que la valorasen, que no debía dejar que nadie, por muy guapo que fuera el chico, la tratase como si no fuera más que una basura y que ahora le gustaban dos chicos que antes nunca había pensado que le podían gustar.
Se sentía feliz y orgullosa de ella misma, no porque le gustaran dos chicos, si no porque ahora tenía una amiga simpática y que se preocupaba por ella y un par de amigos divertidos. Por fin se sentía parte de un "grupo", antes iba con Stella y Kikyo y con los chicos que ellas se juntaban pero nunca se sintió parte de ningún grupo, siempre se sentía como un bicho raro, como que no encajaba para nada con ellos, fuera de lugar completamente, no era capaz de integrarse, ni siquiera de hablar normalmente, ni aun cuando salió con Takumi se sintió integrada con ellos. Sin embargo con Hikari, Setsu y Shugo todo era muy diferente, podía ser ella misma y podía relajarse, eran simpáticos y divertidos y no la hacían sentirse como un bicho raro.
Y ahora le gustaban Shugo y Setsu, los dos. Claro que no sabía si realmente le gustaban o solo era una especie de espejismo debido a lo bien que se sentía con ellos.
Le gustaba Shugo, era un chico amable y al contrario de lo que una primera impresión parecía dar, era dulce y respetuoso, le gustaba la naturaleza, los paseos y los animales. Shugo era tranquilo, poco hablador y a ella le encantaba, no lo podía evitar.
Pero después de aquella idea que ambos habían tenido de fingir que a ella le interesaba Setsu y a él Hikari para ver si así, de una vez por todas, ese par de dos reconocían lo que sentían el uno por el otro y tras "probar" salir con Setsu, resultó que éste también le había encantado. Era simpático, alegre, divertido y... le había gustado "salir" con él, aunque solo fuera para poner celosa a Hikari.
¿Era malo que te gustasen dos chicos? Pues quizás no fuera muy bueno pero ella se sentía genial, además sus padres querían casarla con un hombre bien mayor ¿Que tendría de malo querer divertirse un poco? Claro que mejor sería intentar hacer cambiar a sus padres de idea de alguna forma.
...
Hitomi abrió la puerta de su casa y entró con Ringo abrazada a ella y sollozando. Detrás iba Karasu con la pequeña Aiko en brazos y tirando de una maleta.
- Ven, ya estás en casa, ya ha pasado todo – decía Hitomi,
- Lo siento mucho mamá, lo siento mucho.
- No tienes que sentir nada, no has tenido tú la culpa. Esta tarde Karasu y yo iremos a pedirle el resto de tus cosas.
- No va a estar, ha dicho que se iba a no se dónde.
- Mejor, así cogeremos lo que es tuyo sin tener que discutir.
- Ha dicho que va a cambiar la cerradura.
- Eso no es problema – habló Karasu – Yo sé quién nos puede abrir la puerta.
- ¿Y si se enfada?- le miró asustada Ringo.
- Que se enfade. A ver si es capaz de enfrentarse a alguien como él, no a una mujer embarazada.
- Ha sido horrible, mamá – lloró Ringo de nuevo abrazando a su madre – Horrible, me ha dicho cosas espantosas.
- No pasa nada, no te preocupes por nada, estás en casa y todo va a salir bien.
- Yo no esperaba que reaccionase así, ha dicho que este niño no es suyo y hasta duda de Aiko.
- Pues mejor para nosotras, así a ver si se olvida de ella.
- Pero es su padre.
- Menudo padre. Venga, no le necesitas para nada.
- Perdonad – interrumpió Karasu – Creo que voy a ir a comprar unos pañales para la niña y lo que sea que necesite para comer.
- No tengo dinero – se quejó Ringo.
- Ya me lo devolverás, no te preocupes.
Karasu dejó a la niña en brazos de su abuela y salió de la casa mientras pensaba como podría él consolar a Ringo de alguna forma y hacerla entender que dejar a ese indeseable, aunque fuera porque él la había echado de casa, era lo mejor que le había pasado.

0 comentarios: