lunes, 25 de agosto de 2014

171. Un sutil pero importante cambio

Akira, en el parking del hospital, dio una última calada al cigarrillo que al final Takumi le había dado y tiraba la colilla al suelo para pisarla y apagarla. Miró al cielo mientras dejaba salir el humo lentamente y se metió las manos en los bolsillos de su cazadora vaquera.
- Te gusta burlarte de mi ¿verdad? - comentó en voz baja.
- ¿Hablas con Dios o algo así? - escuchó a su espalda y se giró.
Era Yuri que se acercaba a él frotándose los brazos con sus propias manos.
- Hablo con el "bromista cósmico". Es un tipo, para mi que mujer, que le encanta burlarse de mi y siempre que algo me va bien o tengo un plan que parece funcionar pues se ocupa de fastidiarmelo... si, se divierte mucho a mi costa, creo que soy una de sus mascotas favoritas.
- ¿Qué es lo que te pasa? ¿Te has puesto así porque Akane no se separa de Kamui?
- Dirás que Kamui no se separa de Akane.
- Te has enfurruñado como cuando éramos niños y tu madre no te hacía caso.
- Yo no me enfurruñaba.
- Si, si que lo hacías. Tu madre siempre estaba diciendo lo bonito que era Kyojin y tú te ponías celoso y te enfurruñabas.
- Era mi madre y se pasaba el día besuqueando los mofletes de Kyojin.
- Tienes que reconocer que Kyojin tenía unos mofletes para pellizcarlos ¿Aki, te acuerdas de cuando éramos pequeños?
- Creo que he borrado la mayoría de esos recuerdos.
- ¿A que nos lo pasábamos muy bien? ¿Te acuerdas de cuando íbamos al parque y jugábamos a Pokemon y a Digimon?
- Y tu siempre eras la que mandaba, vaya que me acuerdo ¿Tienes frio? - preguntó al observar que la chica no dejaba de frotarse los brazos.
- Un poco, es que a estas horas refresca bastante. Tenía que haber cogido una cazadora como tú y no esta chaquetilla que no abriga nada, pero ya sabes, soy muy presumida.
- Si, ya se - dijo mientras se quitaba la cazadora - Anda toma.
- No, deja, quédatela puesta.
- No seas tonta, yo no tengo frio.
- ¿Estás seguro?
- Si. Tú tienes frio porque no tienes calorías, ni grasas, ni nada. Estás demasiado delgada.
- Ay, no seas exagerado ¿Y si tu novia tiene frio que vas a hacer?
- Me quitaré la camisa y lo que haga falta - dijo en tono exagerado.
- Deberías pensar que Kamui está preocupado por su hermano, que ha sufrido un accidente y quizás entonces te dieras cuenta de que esa bromista cósmico no la tiene tan tomada contigo.
Akira la miró extrañado y luego sonrió.
- Supongo que si. Reconozco que soy muy exagerado pero tengo miedo de tener de perderla o de tener que volver a... enfrentarme a Kamui.
- Es porque crees que quiere algo con Akane pero yo ayer, bueno... el sábado, estuve con él y creo que lo único que siente por Akane es agradecimiento.
- ¿Y eso te lo ha dicho a ti? - repuso sarcásticamente.
- Pues prácticamente.
En realidad lo que a Akira le preocupaba eran los cambios de personalidad de Akane ¿Y si a Ayesa le apetecía volver a "juguetear" con Kamui? Confiaba en Ayesa pero sus deseos de vivir intensamente le asustaban y sobretodo tenía miedo de Arashi... o a lo mejor lo que tenían eran simples celos o quizás miedo a que Kamui le gustase a Arashi mas que él... pero no, tenía que quitarse esas ideas negativas de la cabeza.
- Así que - comenzó a hablar con cierto tono sarcástico Yuri - Akane y tú vivís juntos.
- No, no vivimos juntos, mis padres le han alquilado una habitación en mi casa. Ya sabes que mi casa es muy grande y tenemos la mitad de ella sin usar. Ya te hemos explicado que la casa de la madre de Akane es muy pequeña.
- Ya, ya - sonrió - ¿Y por qué no me lo habías dicho?
- Para que no sonrías de esa forma y no vayas por ahí contándoselo a todo el mundo.
- ¡Eh! ¿Pero por quién me has tomado? Sabes que no soy tan chismosa como parezco pero oyes ¿Es cierto eso que ha dicho?
- ¿El qué?
- ¿Que va a pasar una temporada en un hospital?
- No va a pasar una temporada en un hospital, solo va a seguir un tratamiento.
- Bueno, no es lo que ha dicho en el coche cuando veníamos hacia acá ¿De veras está tan afectada?
Akira suspiró, si algo caracterizaba a Akane era su franqueza, nunca tenía inconveniente en decir las cosas como eran, más de una vez la había oído decir que si explicas las cosas como son, con sinceridad, la gente te comprende, así que con esa sinceridad había dicho que la semana que viene iba a dejar momentáneamente el instituto, aún no sabía por cuanto tiempo porque tenía que ir a un hospital a tratarse sus paranoias.
"...
- ¿Qué paranoias? - preguntaba completamente alucinada Yuri sentada al lado de Akane en el asiento trasero del coche del padre de Akira.
- Ya sabes, lo que me pasó no fue normal y la madre de Nowaki dice que me ha afectado.
Al menos no soltaba que tenía un trastorno disociativo de personalidad, cosa que Akira agradecía, ya estaba temblando imaginando como explicaba aquello a Yuri.
- ¿Pero vas a ir a un manicomio? - preguntaba de nuevo Yuri esta vez ya alarmada.
- No es un manicomio - contestaba pesadamente Akira - Es solo un hospital. Ya te vale Akane, mira la que has liado.
- ¿Qué pasa? - replicaba esta - La semana que viene ya no voy a ir al instituto, creo que se iba a dar cuenta de mi ausencia y es mejor decir las cosas como son ¿Qué voy a decir si no?
- Mira Yuri - intervenía Akito - Akane necesita reposo, tranquilidad y poner sus ideas en claro. Ha sufrido una experiencia muy traumática, estuvo retenida contra su voluntad durante horas y además sedada, es normal que haya perdido seguridad en si misma, tenga miedos y otras cosas.
- Entiendo - reflexionó Yuri - Te ha afectado mucho, estás traumatizada y necesitas ayuda para enfrentarte al mundo.
- Algo así - confirmó Akito.
- ¿Pero no te da cosa ir a un hospital psiquiátrico? - interrogaba Yuri a Akane.
- No para nada. No voy a a dejar que lo que me sucedió condicione mi vida, tengo que... es... es como si tuviera una enfermedad física y tuviese que ir a que me dieran un tratamiento todos los días a un hospital, pues iría ¿no?
- Que valiente eres. Es que eso de ir a un psiquiátrico...
- No pasa nada, allí hay personas que necesitas ayuda, no todos son psicópatas o algo así, hay personas deprimidas, anoréxicos, bulímicos, ludópatas...
..."
- Tienes una novia con mucha determinación - comentó son verdadera admiración. Si, la admiraba, admiraba esa decisión de aceptar las cosas como son para enfrentarse a ellas y poder vencerlas... quizás si ella se atreviese a aceptar lo que le pasaba... pero no, ella no era capaz de reconocerlo, claro que no, porque a ella no le pasaba nada...
- Demasiada, a veces me agoto de verla.
- ¿Sabes a quien me recuerda?
- A Nowaki. Es como una versión con pelo naranja y gafas.
- Y no se te olvide el pecho que tu novia tiene unos buenos globos.
Akira chasqueó la lengua y Yuri no pudo evitar soltar una risita.
- Creo que estoy empezando a sentir algo por Nowaki - trató de comentar como si no tuviera importancia Yuri.
Akira la miró frunciendo el ceño.
- Así que te gusta Nowaki, la verdad, no sé por qué no me extraña.
- Si, me gusta, la verdad es que me gusta mucho, es un chico muy guapo, antes no me había dado cuenta pero es muy guapo.
- Claro, antes solo mirabas a Kamui.
- Creo que Nowaki es el tipo de chico del que podría enamorarme.
- Me alegro por él.
- ¿Ya está? ¿No me vas a dar ningún consejo o alguna charla?
- ¿Para qué? Harás lo que te apetezca de todas formas. Nowaki es una gran persona, te irá bien.
- ¿Y yo no soy buena persona o qué?
- Por eso he dicho que me alegraba por él.
Yuri miró a Akira, en esos momentos, el chico dirigía sus ojos al cielo, a las estrellas y recordó que a Akira le gustaba mucho mirar el cielo por las noches. Los recuerdos aparecieron, recuerdos de cuando eran pequeños y siempre estaban juntos Kyojin, Akira y ella, claro, porque sus padres solían salir juntos. La rutina era que después de merendar, su madre preparaba una mochila de color amarillo con una enorme flor dibujada en ella y los tres, su madre, Yuri y su hermano salían a la calle, su padre no, siempre estaba ocupado con cosas del "otro" trabajo, el que no era la floristería, así que siempre acudía más tarde.
Ellos, Yuri, su hermano y su madre llegaban los primeros, por lo general, a un pequeño parque que, hacía tiempo debió ser un parque infantil pero que en por aquel entonces solo tenía un viejo tobogán, pero que era el sitio perfecto, no iba mucha gente, había bancos para los mayores, espacio en el que jugar y un tienda de caramelos y chucherías cerca donde además vendían refrescos.
Siempre se sentaban en el mismo banco y no tardaba en aparecer el padre de Kyojin con éste. La madre de Kyojin trabajaba por las tardes como reponedora en un híper mercado, así que no podía acudir hasta que terminase su jornada. Un poco después aparecían Akira y Chiharu con sus padres, lógico, el padre de Akira siempre se tomaba las cosas con calma así que siempre eran los últimos en aparecer.
Al recordar aquello empezó a pensar en si sus padres, al verles jugar, pensarían en lo que serían de mayores. Seguro que sus padres no se imaginaban que su hijita iba a convertirse en una loca obsesionada con adelgazar... espera ¿Había pensado ella eso? ¿Es lo que era? ¿Una obsesionada con adelgazar?
- Es horrible - susurró de pronto.
- ¿Te pasa algo, Yuri? - preguntó Akane.
- Creo que estoy obsesionada con... mi peso ¿Tú crees que estoy obsesionada con mi peso, Aki?
- ¿Te tengo que contestar la verdad? Pues mira, estaba deseando decírtelo... si.
- Pero yo... lo tengo todo controlado - decía de forma reflexiva, como intentando escucharse a sí misma ¿Pero de verdad lo tenía todo controlado?
...
Los padres de Fuma siguieron a una celadora hasta donde el médico que atendía a su hijo tenía su despacho.
- Por favor esperen aquí - señaló las sillas que había enfrente de una de las puertas - Enseguida les atiende.
- Gracias - dijo escuetamente Fugaku.
Makoto se sentó, se la veía mustia, como una flor marchita, con la espalda inclinada hacia delante, encorvada, con uno de los brazos en un cabestrillo y la vista en el suelo.
- Espero que nos digas la verdad- comentó en voz baja - No quiero que me mientan, ni que me digan las cosas a la mitad... no quiero que me traten con condescendencia, yo... tengo derecho a saber que le pasa a mi hijo, tengo derecho.
Makoto lloraba, de sus ojos salían lágrimas de forma incontrolable mojando todo su rostro y Fugaku la comprendía. Recordó cuando su padre se puso enfermo y como querían ocultarle su enfermedad, como todo el mundo le decía la verdad a medias y como aquel gesto, que sería de buena voluntad, no lo negaba, a él no le ayudaba para nada, porque la verdad, por muy cruel que fuera, siempre era mejor que una mentira piadosa y te ayudaba para prepararte.
La puerta del despacho se abrió y un doctor bajito, con gafas de pasta apareció frente a ellos.
- ¿Los señores Kaguya?
- Si, somos nosotros - contestó Fugaku.
- Pase por favor.
Makoto se secó las lágrimas y se levantó.
El despacho no era muy grande y en él había dos hombres de pie. Fugaku miraba a el que era el médico del hospital que se ocupaba de su hijo mayor, a su lado un señor de unos 60 años, médico de la familia Kaguya de toda la vida, al que Fugaku había avisado y rogado que fuera al hospital, revisaba los informes con gesto grave.
Después de presentarse al doctor y de que este hiciera lo mismo, este les pidió que se sentasen frente a su mesa.
- Muchas gracias por venir, Nakamura - saludaba Fugaku al médico de la familia.
- Sabes que no hay problema ninguno Kaguya, yo vi nacer a tus hijos, en cuanto me dijiste lo que pasaba no dudé en venir a ver con su informe para ver si puedo ser de ayuda.
- Díganos la verdad, doctor, por favor - habló con un hilo de voz Makoto.
- Por supuesto. Su hijo se encuentra en una situación bastante delicada y debemos operarle cuanto antes, tiene algunos órganos internos dañados, pero el peor de todos es el bazo, lo tiene roto y hay que extraerlo inmediatamente o su vida correrá peligro.
- ¿Y por qué no le han operado ya? - se interesó Fugaku.
- Primero nos hemos dedicado a estabilizar sus constantes, estaba muy débil cuando ingresó y una operación no era muy recomendable.
- Pero ya está estabilizado - añadió el doctor Nakamura - Así que vamos a operarle con urgencia, ya hemos avisado al doctor Matsumoto, es un cirujano con bastante reputación. Tu hijo está en buenas manos, Makoto, te lo aseguro.
- Por supuesto - añadió el médico - Además le hemos asignado un buen equipo de profesionales.
- ¿Es necesario extirparle el bazo? - preguntó Fugaku.
- Si, es más, es urgente. Pero no hay que preocuparse, se puede vivir sin bazo y tener una vida absolutamente normal. Lo que más me preocupa es el traumatismo craneal que sufre, por lo que se ve se ha dado un buen golpe en la cabeza.
- ¿Pero no llevaba casco? - comentó desconfiado Fugaku.
- Si y gracias al caso aún sigue vivo - respondió con voz grave el doctor Nakamura.
- ¿Es por eso que no se ha despertado? - preguntó angustiada Makoto.
- ¿Quien te ha dicho eso? No. Él recuperó la consciencia pero optamos por inducirle el coma, es mucho mejor para él y para nosotros, los que le atendemos, por todas las pruebas que le estamos haciendo, pruebas bastante agresivas... Makoto, no le voy a mentir, su situación es delicada, no puedo garantizar las secuelas que le pueden quedar.
Al contrario de los que el doctor y Fugaku pensaban, Makoto no lloró, levantó la vista y miró directamente a los ojos del doctor.
- Pero tampoco nos tenemos que poner en lo peor - continuó el doctor - Es un hombre joven y con un corazón fuerte.
- ¿Cuánto durará la operación? - volvió a preguntar Fugaku.
- Depende. No sabemos bien lo que nos vamos a encontrar hasta que... calcular un mínimo de unas tres horas entre unas cosas y otras. Ahora es mejor que vayáis a casa y descanséis.
- No, yo no pienso moverme de aquí - protestó Makoto.
- Makoto no seas ilógica... - comenzó a decir el doctor.
- Me da igual ser ilógica, no me voy a ir de aquí, además no sabemos cuando va a ser la operación ¿verdad? Yo me quedo aquí, fu vete si quieres Fugaku y que Kamui se vaya contigo, pero yo me quedo.
- Iré a llevan a Kamui a casa y volveré. Tienes razón, tenemos que estar con él.
Makoto sonrió y agarró la mano de su marido, ahora le parecía que aquel hombre que miraba con orgullo a su hijo mayor había regresado... estaba preocupado por su hijo, claro que si, era su hijo y Fugaku no era el monstruo sin sentimientos empeñado en decir que Fuma ya no era su hijo que quería mostrar, eso solo era una fachada.
- ¿Podemos verle?
- Si, por supuesto que sí. Vengan conmigo, les voy a llevar a donde está.
- ¿Está en una habitación? - se interesó Fugaku.
- Está en lo que nosotros llamamos "boxes", son como habitaciones continuamente vigiladas. Lo único que solo podéis estar uno dentro, el otro puede esperar en el pasillo o en una sala de espera que hay allí.
- Fugaku, Makoto - intervino el doctor Nakamura - Si no os importa yo si voy a ir a dormir un poco. Mañana por la mañana vendré a primera hora.
- Claro - habló intentando sonreír Makoto - Muchas gracias por venir.
- Si hubiese algún cambio me llamas ¿De acuerdo Fugaku?
- Espera, yo voy contigo, tengo que llevar a mi hijo pequeño a casa.
- Y hablar con esa chica... Karura - añadió Makoto - Debe ser la novia de Fuma o algo parecido, habla con ella, estaba pasándolo fatal, pobrecilla.
...
Eran las 5 de la madrugada cuando el despertador de Karura comenzó a sonar aunque ella ya estaba despierta y lista para salir de su casa. Sonó más bien poco, Karura se apresuró a apagarlo para no despertar a la abuela Mito que dormía profundamente en su cama. Después de que los padres de Fuma fueran a hablar con el médico, el padre regresó para contarles lo que pasaba y tras protestar bastante entre Fugaku, la abuela Mito y sus hermanos la convencieron para ir a casa y dormir un poco y les pareció que la abuela y su hermano estarían más cómodos si se quedaban en casa de los hermanos Akasagan.
Mientras apagaba el despertador se dio cuenta de como le temblaba la mano, de hecho toda ella temblaba o quizá era que tiritaba de frio. A esas alturas, prácticamente en Noviembre, el frio mañanero ya era bastante intenso, así que Karura no sabía distinguir si ese temblor lo producían los nervios o el frío o seguramente una mezcla de ambos.
Al salir de su habitación escuchó las voces de sus hermanos que venían de la cocina de la casa y allí se dirigió.
- ¿Ya estáis despiertos? - preguntó algo asombrada de verlos ya vestidos y desayunando.
- Por supuesto - bostezó Karasu - Sabíamos que te levantarías antes de lo que habíamos hablado y nos meterías prisa.
- Vosotros no hace falta que vengáis - dijo mientras se servía una taza de café.
- Yo de todas formas tengo que ir - aclaró Karasu - Recuerda que a Ringo le van a hacer un legrado.
- Es cierto, es cierto, lo había olvidado, lo siento.
- Quiero verla antes de ir al instituto y darle ánimos. Seguramente se ha pasado la noche dándole vueltas al asunto.
- Me imagino. No debe ser plato de gusto por lo que está pasando.
- Sobretodo porque ayer tuvo un mal día ¿La abuela Mito seguía dormida?
- Si, la pobre debía estar también muy cansada ¿Creéis que sabrán los abuelos ir al hospital? Que tontería, claro que si, no son tontos. Voy a dejarles aquí mis llaves por si las necesitan ¿Os parece bien? Hoy voy a pasar la mañana en el hospital y no me vais a convencer de que no lo haga, os lo advierto.
- Está bien, está bien, no te pongas así - se quejó Karasu - Total, si vas al instituto seguramente no atenderás en clase, te pasarías la mañana pensando en Fuma y su operación.
- Yo también quiero ver a Himeko y estar un rato con ella antes de ir al instituto - añadió Kohaku - Me gustaría estar allí cuando se despierte.
- Pero bueno - habló Karura - al menos ayer la viste.
- Si, tuve suerte de que su padre me dejase verla, aunque estaba sedada y... daba un poco de pena verla.
- Pero por suerte está fuera de peligro - añadió Karasu mirando de reojo a Karura - La verdad es que ha tenido mucha suerte.
- Si, eso si. Venga Karura anímate, seguro que la operación de Fuma va a ir bien.
- Es que... - Karura se limpió unas lágrimas que corrían por sus mejillas - Es que no me puedo creer que tenga tan mala suerte, no es posible que me pase esto, yo... ya me había dado cuenta de lo que de verdad sentía, ya tenía paz en mi corazón y... era mi segunda oportunidad, nosotros teníamos una segunda oportunidad y ahora... ¿Qué pasa con mi oportunidad? No es justo, Fuma es muy buena persona, es mucho mejor persona de lo que yo creía y ¿Por qué le pasa eso? No lo entiendo, si el universo quiere castigarme por lo egoísta y caprichosa que he sido ¿Por qué le hace esto a él? Que me castigue a mi, pero solo a mi...
Karasu se levantó y abrazó a su hermana. La verdad es que él no veía porqué ella iba a merecerse ningún castigo ¿Es que no lo había pasado ya bastante mal? Ninguno de ellos se merecía lo que les estaba pasando pero desde luego que parecía que la mala suerte se cebaba con los tres.
- Vamos, venga - dijo dándole un pequeño golpecito en el hombro - Desayuna y vámonos y tu Kohaku, anima esa cara, si Himeko te ve con esa cara de agonía lo mismo se asusta.
...
Otro que se había levantado bastante temprano era Kamui. En realidad apenas había dormido, no solo porque estuviese preocupado por su hermano, además estaba en una casa extraña y, según su juicio, en una situación completamente incómoda.
Después de que su padre hablara con los doctores regresó para llevarle a su casa. Según sus padres lo mejor era que descansase, aquella iba a ser una noche muy larga, así que Fugaku le llevaría a su casa e iría a recogerle a primera hora de la mañana, cosa que a él, por supuesto, no le parecía para nada una buena idea.
Se encontraba protestando cuando Minato, el padre de Nowaki soltó la idea que se le había ocurrido: él se llevaría a Kamui a su casa, podría dormir en la habitación de Nowaki, no había problema con eso y por la mañana bien temprano, antes de irse a trabajar le llevaría al hospital.
Como Nowaki era como era se había empeñado en que Kamui durmiese en su cama mientras él lo hacía en un saco de dormir en el suelo; eso no le parecía bien a Kamui, él no quería echar de su cama a Nowaki, pero no hubo forma de convencerlo, Kamui era un invitado en su casa así que dormiría en la cama.
Ahora Kamui se había levantado con todo el cuidado del mundo para no despertar a nadie de la casa, se aseó, se vistió y se sentó en la cama observando a Nowaki que dormía boca arriba, con los brazos y las piernas abiertas y medio destapado. Miró el reloj ¿Qué hacía? ¿Era demasiado pronto para despertarle? ¿A que hora sería "temprano" para el padre de Nowaki? ¿Y la madre de Nowaki? Él no la había oído entrar en casa ¿Se había quedado toda la noche también en el hospital? ¿Sería eso una mala señal?
- Asdigjsoifjosifs... - masculló ininteligiblemente Nowaki.
- ¿Nowaki?
- ¡A por los rojos! - gritó de pronto sorprendiendo a Kamui que no se lo esperaba.
Su propio grito despertó sobresaltado a Nowaki.
- Buenos días - saludó Kamui.
- ¡Ostras Kamui! ¡Que susto me has dado! ¡Pareces un fantasma!
- ¿Yo te he asustado? Tendría que ver el susto que me has dado tú a mí.
- ¿Yo? Eres tú el que está despierto en la penumbra. Tío, tu no eres normal ¿Es que no te has acostado?
- Si, ya me he levantado.
- ¿Ya? ¿Pero que ho...? Joder Kamui, tú no eres normal.
- Tu padre dijo que me llevaría temprano al hospital.
- Temprano, si, pero no tanto.
- Lo siento, es que no puedo dormir.
Nowaki se puso en pie y se acercó preocupado a él.
- ¿No puedes dormir? Estas muy preocupado ¿verdad?
Kamui asintió con la cabeza.
- Bueno pues entonces vamos a preparar el desayuno y así cuando mi padre se despierte ya está hecho y tardará menos, vamos, pero procura no hacer mucho ruido, es mejor que no despertemos a Minako, es muy pesada y no nos dejará en paz.
En la cocina, Nowaki comenzó a abrir y cerrar armarios sacando platos, cubiertos y sartenes bajo la atenta mirada de Kamui.
- ¿Quieres que te ayude?
- ¡De eso nada! Tú eres mi invitado, ya me ocupo yo de todo.
- ¿Seguro que puedes ocuparte sin lesionarte a ti mismo?
- Ja, ja, que gracioso que eres, listillo. Te voy a hacer un desayuno nutritivo y que hará que te chupes los dedos, ya lo verás.
Y no mintió. A pesar de lo desastre y torpe que parecía al cabo de uno rato ya estaban los dos sentados frente a la mesa desayunando.
- ¿Estás muy preocupado por Fuma? - se interesó de pronto Nowaki.
- Bastante. La verdad es que no me había dado cuenta de... lo importante que es para mi.
- Claro, normal, es tu hermano.
- Pero yo pensaba que me era indiferente lo que le pasase... pero no.
- Nunca nos damos cuenta de lo importante que es una persona para nosotros hasta que creemos que la vamos a perder.
Kamui miró de lo más intrigado a Nowaki.
- ¿Esa reflexión es tuya?
- Si, se me ha ocurrido ¿Qué te parece?
- Que no parece tuya, es demasiado profunda.
- ¡Eh! Que yo a veces también pienso y reflexiono ¿Qué te has creído?
- Vale, vale, no te enfades.
- Oye Kamui - dijo de repente con gesto de curiosidad - ¿Te puedo preguntar una cosa?
- ¿Qué me quieres preguntar?
- Es por Fatora. Ayer pasaste mucho rato hablando con ella.
- ¡Ah, claro!¿Eso tiene algo de malo?
- Hombre viniendo de ti...
- ¿Qué quieres decir?
- Pues que tú no sueles hablar mucho con chicas y tu familia te quiere casar con ella y... ¿No será que estuvisteis hablando de matrimonio?
- Mira que eres tonto - fue todo lo que contestó Kamui antes de dar un sorbo a una taza de leche.
- ¿Por qué voy a ser tonto? Di ¿Estuvisteis hablando de la boda?
- No, para nada. Estuvimos hablando del pasado.
- ¿Del pasado?
- Si. Resultó que Fatora y yo fuimos amigos de pequeños y no me acordaba.
- ¿Que no te acordabas de tu amiga? ¿Y cuando fuisteis amigos?
- Hace unos años. Durante las vacaciones de verano. Su familia y la mía tienen unas casas cerca de un lago, allí coincidimos. Es curioso porque ella ha cambiado mucho y no la reconocía.
- ¿Te olvidaste de una amiga? - gritó de nuevo alarmado una vez más.
- Éramos pequeños y ella ha cambiado mucho y no solo físicamente, también su forma de ser, ella era... que curioso - pareció reflexionar de pronto.
- ¿Es que era muy fea de pequeña, gorda, con gafas horrorosas, aparato dental tipo "mandibula de acero" o algo de eso?
- No, no, que va ¿Sabes a quien me recuerda ahora que lo pienso?
- ¿A ti mismo?
- Bueno si, eso si, en parte me recuerda a mi porque se ha sentido muy sola y se cerró en si misma. Ella era una niña bien alegre y risueña y siempre dispuesta a correr aventuras.
- Fíjate que no lo parece...
- Es porque lo pasó muy mal, sus padres la llevaron a un país extranjero y no supo adaptarse y terminó como yo, amando la soledad. Pero yo me refiero a cuando era pequeña ¿Sabes a quien me recuerda? - Nowaki le miró sabiendo que no hacía falta que respondiese, que Kamui iba a darle una respuesta de inmediato - A Akane.
- Vaya hombre - masculló Nowaki.
- ¿Qué te pasa?
- Pensé que ese tema de Akane ya estaba olvidado.
- No tengas miedo, no voy a volver a enfrentarme a tu amigo, ya sé que he perdido, lo tengo mas que asumido, Akane está saliendo con Akira, hoy me lo han recordado varias veces, ella, él, Yuri, su padre, tú... no soy tan bruto, solo digo que Tori, o sea, Fatora, de pequeña era como Akane, tenía esa energía y esa calidez que me hace estar cómodo a su lado. Me gustaba estar con Tori, me hacía sentirme bien.
- ¿Cómo Akane?
- Nowaki... Tengo mucho cariño a Akane, no lo puedo evitar.
- Claro, por eso no te has separado de ella en el hospital.
- Es mi amiga, es como tu solo que a ti no te abrazo porque eres un chico.
- Y que ni se te ocurra, podría partirte la cara.
- O yo a ti, tu eres mas de abrazar que yo. Lo que me pasa con Akane es que me gusta como me hace sentir, creo que es por...
- ¿Por qué? ¿Porque te hace pensar con el pito?
- Vale, está bien, reconozco que Akane me trastornó un poco, era la primera chica que me besaba y que me hacía sentir "cosas" y me volvía loco porque de pronto huía de mi y... ahora sé que eso no era algo que ella hiciera a propósito...
Kamui no sabía como hablar, no sabía hasta que punto Nowaki sabría el problema de personalidad de Akane.
- ¿Podemos olvidarnos ya de Akane? - dijo bruscamente - Akane es mi amiga, ha quedado una buena amistad entre ambos y no hay más que hablar.
Kamui parecía haberse molestado, de nuevo mostraba ese gesto huraño y no es que estuviese enfadado, lo que sucedía es que le ponía nervioso hablar otra vez de Akane y de sus sentimientos, ya estaba más que cansado de explicar lo mismo tantas veces, además le había venido a la mente una conversación que tuvo hacía pocos días con Shibi, una conversación franca y directa donde Shibi le explicó la situación de Akane y le pidió que no la agobiase.
"...
- A ti te pasa como a mi - había dicho - A ti te ha gustado Ayesa, por lo que sea, no vamos a ponernos a investigar eso, pero el caso es que a Ayesa no la puedes controlar, ella... Te voy a dar un consejo: lo mejor que puedes hacer es recordarla como algo único e irrepetible, alegrarte por la suerte que has tenido y seguir avanzando en tu vida. No quieras creer que Akane es Ayesa o que se puede transformar en ella porque eso no va a pasar.
..."
Y tenía razón.
Nowaki observó durante unos minutos a su amigo en silencio y de repente sonrió.
- ¿No me digas que ahora te gusta Fatora? ¿Es eso? Si, si es eso... ahora te gusta Fatora, de pronto has empezado a recordar el pasado y lo bien que te lo pasabas con ella y que seguramente te gustaba un poquito y... eres culo de mal asiento, amigo.
- Mira, ahora no es cuestión de hablar de eso, mi hermano está en el hospital y le van a operar y...
- Está bien, está bien, no te pongas así, solo quería distraerte un poco.
- Lo siento Nowaki, es que estoy muy nervioso.
- No te preocupes, mira, voy a despertar a mi padre.
- ¿Crees que es buena idea?
- Claro que si, dijo que te llevaría al hospital a primera hora ¿no? Voy a despertarle, además yo también quiero ir al hospital, a lo mejor con suerte me dejan ver a Himeko.
- Es verdad, se me había olvidado que ella también está en el hospital.
- Y seguro que Kohaku también va a verla y lo está pasando fatal, además Karura parece que… o sea que ella y tu hermano… bueno que yo estoy deseando ver a Himeko, que la quiero un montón.
- También olvidé que es muy amiga tuya, lo siento.
- No pasa nada, en esta situación es comprensible.
Nowaki salió de la cocina pensando y analizando lo que había pasado, si no fuera porque sabía de sobra que los accidentes siempre nos afectan mas de lo que en realidad creemos empezaría a pensar que ese chico de la cocina no era su amigo Kamui si no algún tipo de impostor ¿Era cosa suya o empezaba a cambiar su actitud prepotente por otra más... amable?

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