sábado, 23 de agosto de 2014

126. Penas y temores son amores

Takumi abrió un pequeño frigorífico que tenían en la habitación, no solían comer allí, para eso la residencia tenía un servicio de comedor, pero les venía bien ese mini frigorífico para guardar bebidas, leche y algún que otro alimento por si les entraba hambre mientras estudiaban o no tenían tiempo de bajar al comedor. Miró lo que había allí dentro, no sabía que refresco le gustaría a esa chica, ni si bebía cerveza, quizás lo mejor era algo caliente porque el agua y el viento les había hecho sentir frío y a lo mejor el cuerpo lo agradecía ¿Pero que le preparaba? Bueno, él desde luego iba a prepararse un café con leche así que sacó un tetrabrik del frigorífico y lo dejó encima de una especie de mesa, al lado de un microondas y una cafetera
Fue a coger un vaso cuando su vista se perdió a través de la ventana. La lluvia caía cada vez con más fuerza y el viento movía las ramas de los árboles. Se paró a pensar en su ciudad, en Hohein, allí no solía llover muy a menudo, era un lugar árido, seco y caluroso. Recordar Hohein le hacía inmediatamente pensar en sus padres y en cuanto les echaba de menos.
Movió la cabeza y alejo rápidamente aquellos pensamientos mientras cogía de la cafetera una jarra llena de café y echaba un poco en el vaso. Sintió un carraspeo, seguramente era la chica, se giro para verla, se había puesto su chándal y no le quedaba mal, claro, él tampoco es que fuera muy alto. También se había lavado la cara, ahora en ella no quedaba ni rastro de maquillaje y pensó que así estaba mucho mejor, mostrando su belleza de forma natural, sin artificios.
- ¿Quieres tomar algo?
- No, no gracias.
- ¿Un café? ¿Té? ¿Leche caliente? Te sentará bien.
- No, de veras, gracias.
- Pues yo si voy a tomar algo. Siéntate ¿Has colgado tu ropa para que se seque?
- Si, bueno, la he puesto en el servicio.
- Seguro que no tarda en secarse.
- Si, seguro - Momoka no sabía donde sentarse, no había demasiadas sillas, solo una par, cada una frente a un escritorio, así que decidió sentarse en una de ellas mientras miraba a Takumi preparar un vaso de café e inconscientemente comenzó a mover los dedos.
- Quizás prefieres un refresco.
- No, de verdad, no quiero nada.
Takumi se sentó encima de su cama con el vaso de café en las manos. Desvió la vista cuando se sintió apresado por los curiosos ojos de la chica, la miro de reojo y se dio cuenta de lo incómoda que se sentía.
Pero ahora, como un bobo, no podía dejar de mirarla, de observar cada movimiento, le resultaba una chica tan extraña... no la comprendía, no podía comprenderla, si tan molesta y dolida estaba con el Kaguya ¿Por qué simplemente no le mandaba a freír espárragos?
El silencio era muy incómodo. En la habitación solo se podía escuchar el tic tac de un reloj en la pared y el sonido de la lluvia caer contra la ventana.
- ¿Crees que quiero drogarte? - sonrió de medio lado.
- No es eso, es que...
- Es que no te fías de mí.
- ¿Y cómo quieres que me fíe? Drogaste a Himeko ¡Por dios, a Himeko!
- ¿Hubiera sido distinto si hubiese sido otra?
- ¡Es la prima de Hizashi! ¡Y estaba con Kohaku!
- Yo no la drogué - respondió con naturalidad - Todo el mundo vio que Deisuke le dio una lata que abrió delante de ella.
- Ya y todos sabemos que de alguna forma le echasteis dentro esa droga.
- Que rencorosa que eres.
- ¿Y cómo quieres que sea?
- Yo no toqué a Himeko.
- No es que la tocaras, es el hecho, es lo que planeasteis.
- ¿Y si te digo que no me siento orgulloso de aquello?
Momoka le miró a los ojos y por un momento creyó ver algo como una disculpa en ellos. Fue solo un segundo pero lo suficiente como para dejarla confusa.
- ¿Tu nunca has hecho algo que estuviera... no bien del todo? - musitó Takumi.
- No, nunca.
- ¿Estás segura? ¿Siempre has obrado correctamente?
- Por supuesto.
- ¿Nunca has mentido? ¿Engañado? ¿Ocultado la verdad? ¿Siempre has sido tan asquerosamente buena? ¿Ni siquiera alguna vez has tenido ganas de pegar a alguien? ¿De insultarle? ¿De vengarte o hacer algo para reírte de él? ¿Es que todo el mundo te cae bien?
Momoka bajó la vista. Demasiadas preguntas de una vez, no sabía como responderlas, como decirle que ella no haría daño a una persona inocente, nunca.
- ¿Nunca has sentido envidia?
- No, nunca - respondió con un hilo de voz.
- Eso es mentira. Todos sentimos envidia alguna vez de algo y no envidia de la buena. No te quieras hacer ahora la santurrona.
- Bueno, yo soy humana y a veces...
- ¿Nunca te has equivocado en nada? O no, será que no lo estoy planteando bien... Kamui se fue con esos tipos que parecían una secta y vosotros estuvisteis dispuestos a perdonarle, hubiese hecho lo que hubiese hecho ¿Cierto?
- El... no sabía lo que hacía... le influyeron.
- Ya... claro... ¿Y que sabes de mi? Me parece que tú juzgas a la gente con la ley del embudo ¿no?
Momoka empezaba a sentirse más que avergonzada. Quería marcharse de allí, si, se iría... no importaba si la ropa estaba aún húmeda, se iría.
Sin embargo no se movió, se sentía clavada en aquella silla. Las palabras de Takumi le habían dolido pero sentía que tenía que ser así, era como una especie de castigo que se merecía... era cierto, habría perdonado a Kamui cualquier cosa, se la habría justificado, aunque Kamui hubiese drogado la bebida de una amiga ella seguro que hubiese pensado que le había obligado o cualquier cosa... era cierto... era una verdadera hipócrita y se merecía esas palabras.
Takumi bebió un sorbo de su vaso y lo dejó encima de la pequeña mesa. Se levantó y abrió un poco la ventana, el aire entró en la habitación a la vez que un intenso olor a tierra mojada y removió el pelo del chico.
- Voy a fumar - anunció - Si no te importa.
Sin esperar contestación y sintiéndose de improviso observado por los verdes ojos de su acompañante buscó en los bolsillos de una cazadora que había sobre su cama. No tardó en encontrar un paquete de tabaco y un mechero y bajo la atenta mira de Momoka encendió un cigarrillo.
- ¿Fumas? - preguntó sin mirarla.
- No, no fumo.
- No me extraña. Todo en ti es políticamente correcto.
- ¿Qué piensas de mi? - soltó de pronto. No pudo soportar la intriga, no podía guardarse esa pregunta, era una tonta ¿como se le ocurría preguntarle eso? Ni si quiera habían hablado mas de unos minutos a parte de las discusiones que habían tenido. Pero necesitaba saberlo, la duda le carcomía por dentro.
Notó su profunda mirada clavada en ella, y se sintió más que incomoda frente a la situación, pero tenia que saberlo, necesitaba que le dijera lo que creía de ella. Takumi se fijó los ojos de la chica, ahora abiertos con curiosidad.
Momoka desvió nerviosa la mirada ante la suya ¿Qué le había preguntado? ¿Acaso la había escuchado bien? Quería saber lo que pensaba de ella, pero ¿Y eso por qué? La miro algo sorprendido ante aquello.
- ¿Acaso te importa lo que yo piense de ti?
- Pues... si.
- ¿Por qué?
A parte de la sorpresa inicial, Takumi parecía no mostrar ningún asombro o curiosidad, simplemente cogió el vaso de café y dio otro sorbo.
- Pues, me gusta saber lo que la gente piensa de mí.
- Eso es muy extraño.
- Ya, supongo que si y algo tonto, lo se.
- No debería importarte lo que piensan los demás.
- Y no me importa es solo que antes he hablado mucho y me gustaría saber que piensas de mi.
- Pues no se... ¿Sinceramente?
- Si, claro, sinceramente.
- Siempre me has parecido un poco tonta.
Momoka se esperaba algo así, más que nada porque ella misma se lo había repetido hasta la saciedad pero aún así se sintió decepcionada y quizás hasta algo dolida.
- Quiero decir - añadió Takumi lentamente - Que siempre te he visto detrás de Kamui, preocupada por él, viendo por sus ojos y sin fijarte en nada más. Todo lo que hacía Kamui estaba bien, te ponías de su lado sin valorar si tenía razón y llorabas mucho hasta que te volviste una bruta pero aún así seguí pensando que no tenías personalidad.
- ¿Y no es lo mismo que Fatora hace contigo? - contestó algo ofendida - También va detrás de ti y hace todo lo que tu le pides, y es peor porque la tratas mal y la menosprecias.
Takumi dio una larga calada al cigarrillo.
- Tienes razón - soltó el humo lentamente - Fatora es a mi lo que tu a Kamui, así que al verla a ella te ves a ti misma.
- Y tu también.
- Yo no le he pedido que venga detrás de mí.
- Ni Kamui me lo... - Momoka reflexionó sobre la frase que iba a decir, resultaba de lo más patética porque ahora se daba cuenta de que ella era igual y de que Kamui la trataba igual de mal que siempre había visto a Takumi tratar a Fatora. Siempre había pensado que Takumi era un ser ridículo con aires de superioridad y Fatora se comportaba como una verdadera estúpida... igual que Kamui y ella.
No iba a llorar. No quería volver a llorar, basta ya de llantos, llorando no estaba consiguiendo nada, lo que tenía que hacer era ser fuerte y valorarse más a si misma.
Y ahora que hablaba con Takumi sobre Fatora y le escuchaba fríamente se daba cuenta de lo molesta que le resultaba esa chica y lo molesta que debía resultar ella para Kamui aunque esa no era razón para que las tratasen de esa forma, ni a ella, ni a Fatora.
...
Jisei esperaba en casa de Inari ya impaciente y nerviosa. Tardaba mucho ¿Por qué tardaba tanto? ¿Tanto necesitaba para disimular un poco con Sigure? ¿Pero cuanto se enrollaba este hombre? A lo mejor es que se había olvidado de que ella le esperaba, no, que tontería ¿Cómo iba a olvidarse? Claro que estaba la profesora, Nanao ¿Y si...? Es que Nanao era una mujer muy atractiva y ya había salido con ella ¿Y si...? No, por supuesto que no, Inari no iba a sentirse embaucado tanto como para llegar hasta el punto de olvidar que tenía a una chica en su casa, esperándole.
¿Pero por qué tardaba tanto?
¿Y ella que hacía? Se aburría soberanamente. Podría haberse entretenido preparando té para cuando Inari llegase pero le parecía que era tomarse muchas libertades.
Pues lo haría. Se levantó decidida, ya que Inari tardaba tanto tendría que compensarla de alguna forma, así que iba a buscar entre sus armarios a ver si encontraba el té y lo prepararía, a fin de cuentas Inari miraba por su cocina con toda la naturalidad que daba la confianza ¿Por qué no iba ella a hacerlo?
Y lo preparó, pero Inari seguía sin venir.
Hay que ver lo largos que se pueden hacer los minutos cuando esperas a alguien. Jisei se levantó y anduvo por enésima vez por la casa de Inari. En realidad no era una casa, era un pequeño apartamento que tenía un comedor-cocina, todo incluido, el servicio y una habitación. Sin darse cuenta Jisei entró en la habitación y se sentó en la cama del profesor. Acarició el edredón de forma mecánica y soñadora como si fuese parte de Inari, suspiró y de pronto, sin saber porqué y llevada por esa curiosidad que siempre sienten las mujeres sin razón aparente abrió uno de los cajones de la pequeña mesa que tenía al lado de la cama, quería saber si en lo que no se veía, Inari era igual de ordenado que con lo que se veía.
Lo cerró rápidamente algo asustada, claro que ¿De que se asustaba? Encontrar una caja de preservativos en la habitación de un hombre joven no era ni tan extraño, ni tan malo, era lo normal ¿o no? Además eso quería decir que tomaba precauciones.
Por fin sonó el timbre de la puerta y Jisei corrió a abrir. Al otro lado de esta se encontró la imagen más lamentable de Inari que esperaba ver, completamente empapado, su coleta medio deshecha y caída, la ropa pegada al cuerpo y un gesto que indicaba que acababa de llegar corriendo. Jisei no supo si sentir pena por él o reconocer que hasta tenía su punto de sexy.
- ¿Puedo pasar? - dijo ahogadamente el profesor.
- Si, claro, pasa, pasa, estás en tu casa - dijo con cierta burla.
- No sabes la que está cayendo ahora, es horroroso. Con tu permiso voy a darme una ducha caliente porque estoy helado.
- Claro. He preparado té ¿Te parece bien?
- Genial, me parece genial - decía mientras entraba en el servicio.
Jisei se sentó a esperar a que Inari saliese del mismo. No tardó en hacerlo, salía con una toalla de color musgo anudada a la cintura.
- Perdona - dijo sonriendo y caminando deprisa hacia su habitación - Se me olvidó coger ropa.
- No, no te preocupes - Jisei le miró detenidamente, no quería perderse ni un detalle de aquella escena tan inusual.
- No se como vamos a hacer para ir a tu casa - hablaba desde su habitación.
- ¿Por qué?
- Llueve mucho y mi coche está aparcado en tu casa ¿Lo recuerdas?
- Podríamos llamar a mi padre o a Kisuke y que vengan a recogernos.
- Buena idea.
...
Kyojin caminaba pesadamente por las calles de Kizuna camino de su casa, se estaba mojando, si, pero ni lo notaba, estaba demasiado preocupado por Ryuko.
¿Por qué les caía tan mal a los padres de Ryuko? ¿Que había hecho él para caerlas tan mal?
El cielo tenía un aspecto plomizo y Kyojin sentía como si le estuviera quitando la energía. La lluvia era fría y las gotas que le daban parecían pequeñas agujas. El viento que se había levantado le daba directamente en la cara y le impedía respirar bien… se ahoga… aunque eso no tenía la menor importancia.
Llegó a su casa empapado y totalmente desolado. Se sentó para quitarse las zapatillas mientras comenzaba a sentir un peso enorme sobre él, sería la ropa mojada y hasta comenzaba a sentir frío.
- ¡Kyojin! - se alarmó su madre al verle - ¿Que te ha pasado?
- Nada - contestó pesadamente - No me pasa nada.
- ¿Pero has visto como vienes?
- Es que está lloviendo.
- Anda, quítate esa ropa mojada. Voy a prepararte la bañera.
Kyojin no tenía ganas de nada, ni de hablar, ni de dar explicaciones, ni de bañarse pero tampoco quería preocupar a su madre así que se bañaría.
Al cabo de unos minutos estaba en el cuarto de baño, sentado en un taburete y enjabonándose sin mucho ánimo mientras recordaba la mirada del padre de Ryuko y su silencio y también la mirada de su madre, una mirada llena de desprecio hacia él y de desilusión hacia su hija y las como intentaba disimular esa desilusión hablando de forma pausada pero no, a él no le engañó, se notaba el reproche en sus palabras, además tampoco es que fuera muy amable cuando se despidió de él, solo le faltó decir: "anda y lágate de una vez".
Se aclaró echándose agua tibia con la cubeta y se metió en la bañera, llena de agua caliente hasta el borde, por lo menos parecía que su cuerpo entraba en calor, no así su ánimo.
Se suponía que los padres de Ryuko iban a venir tarde ¿Por qué tuvieron que adelantar tanto el regreso? Maldita sea, eso no tenía que haber pasado, tuvieron que llegar de improviso, cuando no se lo esperaban, precisamente cuando se disponían ya a irse, menudo susto que se habían llevado y menuda situación tan incómoda.
De nuevo las miradas de los padres de Ryuko aparecieron en su mente. Cerró los ojos como si al hacerlo fueran a desaparecer y se sumergió un poco más en la bañera. Tenía que calmarse, se notaba bastante alterado, quizás lo mejor era recordar lo bien que se lo habían pasado y olvidar el maldito incidente.
Y si que se lo había pasado bien. Había sido todo... perfecto. Hacer la comida entre los dos, comer juntos, ver una película el uno al lado del otro...
- ¡Kyojin! ¡Kyojin! - gritaba su madre al otro lado de la puerta mientras la golpeaba - ¿Estás bien? ¿Te ha pasado algo?
Kyojin se incorporó como si le presionasen un resorte, de forma rápida, algo asustado.
- ¡Si mamá! - gritó también aturdido - No pasa nada, ya salgo.
- ¿Por qué no me contestabas?
- Lo siento, esta distraído.
- La cena está lista, no tardes.
- No, ya voy.
Minutos después salía vestido con un cómodo kimono y se sentó frente a la pequeña mesa donde sus padres estaban esperándole para empezar a cenar.
Durante la cena su padre le miraba preocupado, era evidente que le pasaba algo y a la misma conclusión llegaba su madre. Kyojin estaba callado, triste, no levantaba la vista del plato y sus movimientos eran lentos y pesados, pero sobretodo lo que más alarmaba a sus padres era que a penas comía.
- ¿Que te pasa, Kyojin? - dijo su madre preocupada - ¿Te encuentras bien?
- Estoy bien - contestó de forma automática.
- Lo mismo te has resfriado con toda esa lluvia que te ha caído - le tocó la frente - ¿Te duele la garganta o algo?
- No, no me duele nada.
La madre miró a su marido con ojos preocupados.
- ¿Le pasa algo a la comida? - habló ahora el padre.
- No, está buena, como siempre.
- ¿Entonces por qué no comes?
- No tengo apetito.
Eso era más que grave, realmente a Kyojin le pasaba algo porque él nunca había perdido el apetito ni estando enfermo.
Hubo unos minutos de silencio entre los tres antes de que el padre se decidiese a hablar.
- ¿Ha pasado algo con Ryuko?
Kyojin levantó la vista y le miró.
- ¿Has discutido con ella? - añadió el padre.
- No, no he discutido con ella.
- ¿Es que le pasa algo a ella? - se alarmó la madre.
Kyojin soltó los palillos sobre la mesa.
- ¿Le pasa algo malo a Ryuko? - repitió su padre.
- No lo se - respondió ahogadamente - Espero que si esté bien.
- ¿Es que le ha pasado algo malo? -insistió su padre.
- Vamos a ver, hijo - intervino la madre - Ibais a comer juntos y estabas tan contento ¿Es que habéis hecho algo que os tenga que preocupar?
- No, no, que va, en ese sentido puedes quedarte tranquila. Es que se puso a llover y decidimos quedarnos en su casa y ver una película.
- Muy razonable - habló el padre.
- Pero es que sus padres llegaron antes de lo que pensábamos.
- ¿Se han enfadado con Ryuko? - dijo la madre - ¿Es eso?
- Si - contestó pesadamente - Se han enfadado. No lo han mostrado, se han comportado como si no fuese nada pero yo he visto como me miraban y como miraban a Ryuko.
- Bueno - intercedió su padre - Es su hija. Encontrarla a solas en su casa con un chico pues puede haberles impresionado.
- Supongo que si, pero es que... - la voz de Kyojin empezó a sonar entrecortada, sentía una gran angustia subir desde su estómago y los ojos empezaron a llenársele de lágrimas - Es que yo no les gusto, papá, no les gusto, no me quieren para su hija.
Se llevó una mano a la boca tapándosela para que ningún sollozo saliera de sus labios y cerró los ojos provocando que las lágrimas comenzaran a resbalar por sus mejillas.
- ¿Cómo que no les gustas? - repitió la madre llena también de dolor porque si algo no soportaba era ver sufrir a su hijo.
- No les gusto, no se fían de mí, creen que voy a portarme mal con ella, que voy a ver si me enrollo con ella y luego la voy a dejar.
- ¿Pero de donde sacan esas ideas? - habló molesto su padre.
- No se. Son muy protectores con ella. Los padres de Ryuko son mayores, más mayores que vosotros, bueno Ryuko me ha dicho que su padre ya tiene más de 60 años y su madre casi.
- ¿Tantos? - se extrañó la madre.
- Si, es que la tuvieron ya mayores. Ryuko tiene dos hermanos, los dos varones y se lleva bastantes años con ellos.
- Vamos, que vino de sorpresa - trató de sonreír la madre para suavizar el ambiente.
- Si, bueno, su hermano mayor es casi de tu edad, papá, con eso te digo todo.
- Y tendrán hasta nietos lo mismo - añadió la madre.
- Pues si, Ryuko tiene un sobrino.
- Ya veo - reflexionó el padre - Y supongo que como es la niña, la pequeña y todo eso la tendrán sobreprotegida. El problema no eres tú, creo que no le gustará ningún chico para ella.
- Ya, pero mi aspecto tampoco ayuda mucho.
- Eso es una tontería - le recriminó la madre - Si fueras delgado, guapo e inteligente pensarían que sería imposible que un chico así se fijase en su hija y que algo querría.
- En eso tiene razón tu madre.
- Supongo pero es que me siento tan... mal ¿Por qué no quieren darme una oportunidad? ¿Por qué me juzgan antes de conocerme?
- Kyojin tu tienes un gran corazón, ya verás como llegarán a verlo, tu ten paciencia y trátalos con cariño.
- Pero mientras tanto ella lo está pasando mal y ellos le dicen lo poco que yo valgo y como la voy a lastimar ¿Y si termina por creerlos?
El padre dio un largo suspiro.
- Creo que ya va siendo hora de que nos conozcan - afirmó rotundo.
- ¿Que quieres decir?
- Que no nos conocen, no saben nada de nosotros, ni nosotros de ellos y deberíamos conocer a la familia de tu novia, es lo normal.
- Pero no van a querer, ellos no admiten que seamos novios ni nada.
- ¿Y quien ha dicho que lo van a saber?
- ¿Cómo? - Kyojin le miró perplejo.
- Supongo que su madre irá a comprar y esas cosas y tu madre también lo hace y si un día se encuentran, por casualidad, no veo porqué tu madre no va a saludarla, a fin de cuentas sois compañeros y amigos.
- No te entiendo.
- Hijo, esa familia no sabe muchas cosas de los Akihana ¿verdad que no? Los Akihana no somos unos arrastrados, puede que no tengamos tanto renombre como los Girei pero...
- ¿Pero qué? - preguntó impaciente.
- Tu padre tiene razón - añadió la madre - Tienen que conocerte y la mejor forma de conocerte es ir conociendo a tu familia.
...
- ¿Has llamado a tu padre? - preguntaba Inari saliendo de la habitación vestido ya con unos vaqueros y una camiseta.
- No lo cogen - respondió Jisei colgando el teléfono de casa de Inari - Supongo que habrán salido.
- ¿Y tu hermano?
- Me da apuro llamarle, supongo que andará con alguna chica.
- O no, tu hermano a veces es bastante patético, no creas que liga tanto como dice.
Una melodía comenzó a sonar.
- ¿Ese es tu móvil?
- Si, si, quizás son mis padres - abrió su bolso y sacó el móvil - Si, mira, son ellos ¿Papá?... Ah, hola mamá ¿Dónde estáis?... Si... ya veo, ya... pues vaya fastidio... ¿Pero no os ha pasado nada, verdad?... menos mal...si... no, no te preocupes por nada... al menos pasarlo bien... si... hasta luego.
Inari miraba expectante a Jisei.
- ¿Sucede algo?
- Si, que salieron a dar una vuelta y les pilló la tormenta, como a nosotros, solo que ellos iban en coche y por lo visto han tenido un encontronazo con otro coche.
- ¿Les ha pasado algo? ¿Están heridos?
- No, no, por lo visto solo ha sido el susto y un pequeño abollón, nada importante, pero han decidido quedarse a dormir en un hotel.
- Vaya... tus padres son increíbles, siempre que pueden salen y... se nota que se quieren mucho.
- Si, son así. Bueno pues llamaré a Kisuke.
- O si no podemos llamar un taxi, o ir andando. No hay problema, nos ponemos unos chubasqueros que tengo y cogemos los paraguas.
Otra melodía volvió a sonar.
- ¿Y ahora quien será? - refunfuñó Inari esta vez buscando su móvil - ¡Hombre Kisuke! Precisamente hablábamos de ti... Ya nos conoces, bueno ¿Qué te pasa?... Ah... ya veo, ya... pues es que yo quería pedirte un favor... no, nada muy grave. Es que estamos en mi casa refugiándonos de la tormenta y nos preguntábamos si podrías venir a buscarnos... no, claro... ya veo que no... bueno, si, iremos andando, no hay problema... hasta mañana... igualmente.
Inari colgó y miró con gesto de paciencia a Jisei.
- Adivina.
- Que le ha pillado la tormenta vete tú a saber donde y no va a ir a casa.
- No preguntes detalles.
- No, si no pensaba hacerlo. Pues nada ¿Dónde están esos chubasqueros?
- También podemos pasar aquí la noche.
- ¿Aquí? Pero...
- ¿Y que más da? En tu casa tampoco hay nadie, la vamos a pasar los dos solos sea donde sea y ya que estamos aquí pues veo un poco ridículo salir y mojarnos.
Jisei pareció recapacitar durante unos minutos.
- Pues también tienes razón, es un poco absurdo.
- A no ser que en tu casa te sientas más segura o te de miedo estar aquí.
- No, que tontería, vamos a estar solos de cualquier forma.
- Si prefieres te acompaño a tu casa y me vuelvo.
- Si claro ¿Y que más? Como si yo te fuera de dejar que hicieras el camino de vuelta otra vez. Espera.
- ¿Qué pasa?
Jisei comenzó a marcar en su móvil.
- ¿Mamá? Si, soy yo... Es que tengo un problema... Es que quiero que me des permiso para pasar la noche en casa de Inari... No, es que a nosotros también nos ha pillado la tormenta y su casa estaba mas cerca y hemos subido para que se cambiase porque se había empapado y es que Kisuke nos ha llamado y no va a ir a dormir a casa y entonces hemos pensado que es un poco tonto mojarnos de nuevo para ir a casa donde tampoco hay nadie...
- ¿Tu sabes lo que me estás diciendo, Jisei? - escuchó a través del auricular.
- Si, si lo se, por eso te pido permiso. Si no me lo das me iré yo sola a casa y él se quedará aquí.
- ¿Tu te fías de Inari?
- Por supuesto que si.
- ¿Y entonces por qué me llamas?
- Porque necesito que tu lo sepas, que sepas que voy a pasar la noche con él, a solas.
- Y quieres que te diga que confío en ti ¿Es eso?
- Si, eso mismo.
- Pues claro que confío en ti y también en Inari. Anda pásamelo.
- Si. Inari, mi madre quiere hablar contigo.
Pasó el móvil a Inari que lo cogió algo confuso.
- Dime.
- Jisei me ha dicho que vais a estar solos esta noche.
- Si, pero no tienes que preocuparte, Jisei está a salvo conmigo, te lo prometo, te doy mi palabra, además si quieres la dejo en casa y me vuelo.
- No seas tonto, me fío de tu palabra y prefiero que esté contigo a que esté sola; no me gustan las tormentas, me dan miedo, me quedo más tranquila si se que está contigo.
- No te preocupes que la voy a cuidar y... - a ver como le decía a esa mujer que no pensaba liarse con su hija, no era tan sencillo como parecía - Estará bien.
- No lo dudo, confío en ti. Mañana nos vemos.
Inari colgó y le devolvió el móvil a Jisei.
- Esto ha sido muy incómodo.
- Me imagino pero ya me quedo más tranquila.
- ¿Por que le he dicho a tu madre que no corrías peligro?
- Porque se que sabe que estamos solos.
- ¿Y eso?
- Sabiendo que mi madre sabe que estamos solos y lo que puede pasar pues como que me da... como cosa, no se si me explico.
- Si, si te explicas - sonrió amablemente - A mí también me da como cosa sabiendo que tu madre lo sabe, además le he dado mi palabra.
- Es que yo te deseo.
Inari la miró abriendo lo ojos todo lo que pudo.
- ¿Que has dicho?
- Perdona, no quería asustarte pero es que es así, me gustaría besarte.
- Bueno, vamos a hablar de otra cosa.
- ¿Es que te da miedo lo que te diga?
- Pues... un poco.
- Inari, yo soy virgen ¿lo sabías?
- Hombre pues... lo, lo suponía.
- Pero dentro de poco voy a cumplir 19 años, ya soy bastante mayor ¿no crees?
- Lo que creo es que a veces la gente se... - Inari empezó a moverse nervioso hacia la cocina - se obsesiona con eso de la edad.
- Ya, ya lo se y no es que yo esté obsesionada es que he estado pensando y creo que tu eres el apropiado para... mi primera vez.
Si Inari tuviera el poder de crear agujeros negros en ese momento hubiera creado uno.
- Jisei yo... me siento halagado por lo que dices pero...
- No, déjame hablar. Lo he estado pensando mucho, tu me gustas, me gustas mucho y creo que contigo sería lo mejor, llevo mucho tiempo pensándolo, nunca quise que fuera ninguno de mi edad, pensaba que serían torpes o brutos así que decidí esperar a ser un poco mayor y bueno tu ya tienes más experiencia, seguro que me tratarías bien pero... no estoy preparada.
¿Y que hacía? ¿Se sentía aliviado o se desmayaba?
- Mira Jisei ¿Tu crees que debemos hablar de esto?
- Si porque yo pienso esperarte. Pienso esperar a graduarme y entonces te pediré salir.
Inari volvió a abrir los ojos enormemente.
- Jisei ¿Tú te encuentras bien?
- ¿Te doy miedo, sensei?
- Mira, sinceramente, si.
- Por eso he llamado a mi madre, para contenerme a mi misma, porque la verdad ahora mismo no me siento preparada, tengo como miedo.
Ahora Inari sonrió y se acercó a ella cogiéndola de las manos.
- Jisei, tranquila, tú me gustas pero no haremos nada que tú no quieras, nunca.
Jisei le devolvió la sonrisa, una sonrisa de alivio porque si, porque realmente ella tenía miedo de si misma, de sus impulsos, de poner a Inari en un aprieto, de que él se sintiera culpable y... y de miles de probabilidades que pasaban por su mente.
- ¿Y qué cenamos? - dijo de improviso Inari.
- No se ¿No tienes nada?
- Hombre pues llevo una semana en tu casa, lo mismo lo que tengo está podrido o algo.
- Bueno pues... revisemos la nevera.
- ¿Y no te apetece que vayamos a cenar abajo? A dos pasos de aquí hay un restaurante. Yo te invito.
...
Momoka reconocía que después de un principio un poco tenso, el rato que pasó en casa de Takumi fue muy agradable. No sabían como había comenzado la conversación pero sin darse cuenta estaban hablando de las asignaturas que les gustaban, las que odiaban, los profesores que les caían bien y los que mal. Resultaba que Takumi era un chico normal y corriente, que le gustaba el arte, apreciaba las cosas bellas y era muy culto. Momoka estaba muy impresionada pero sobretodo lo que más le impresionó fue su sinceridad.
- ¿Por qué querías que nos viésemos hoy? - le preguntó curiosa.
- Por si podíamos seguir con lo de ayer - contestó con toda tranquilidad.
- ¡Pero que dices! - sintió como toda la sangre se le acumulaba en las orejas - ¿Eres un pervertido o qué?
- Simplemente ayer empezamos a enrollarnos y de pronto saliste corriendo. Pensé que a lo mejor te apetecía continuarlo.
- ¿Por eso querías quedar conmigo?
- Pues si.
- ¿Y lo dices tan tranquilo?
- ¿Prefieres que te mienta? A ver, soy un chico y tu una chica, ayer hubo algo entre nosotros, atracción o como quieras llamarlo ¿por qué no iba a repetirse?
- ¿Por eso me has traído aquí? ¿Para ver si... colaba?
- No, ya sabía que no iba a colar.
- Pues siento haberte decepcionado, señor sabelotodo.
- No me has decepcionado. Si hubiese "colado" como tu dices si me habrías decepcionado, habrías resultado una chica vulgar pero ahora creo que tienes principios, me caes mejor que antes.
- ¿De veras?
No sabía porqué eso le agradaba.
Después de secarse su ropa y volver a cambiarse, Momoka decidió que ya era hora de marcharse.
- Mejor me voy ya.
-Si que es tarde - dijo Takumi remarcando sus palabras - Te acompaño a la puerta ¿Sabrás salir de aquí?
- Si, si, no hay problema.
- Toma, llévate este paraguas.
- Muchas gracias.
Takumi abrió la puerta de la habitación, antes de dar un paso y salir Momoka se volvió hacia Takumi.
- Yo... gracias por todo. Supongo que al final te habrás aburrido bastante.
- No creas. No eres mala compañía, al menos piensas por ti misma.
- ¿Nos vemos mañana? - se sorprendió a si misma diciendo esas palabras.
- Claro, tienes que devolverme el paraguas.
Momoka sonrió y se marchó ¿Que había hecho? ¿Pero que había hecho? Es que por primera vez sentía algo distinto que no sabía discernir, no era nada conocido para ella, era una mezcla de curiosidad, de miedo, de excitación.
Salió a la calle abstraída en sus pensamientos cuando un coche paró a su lado.
- ¡Eh! Sakuraba - oyó que la llamaban desde el coche, se giró sorprendida - ¿Te llevo a algún sitio?
Era Fuma, el propio Fuma Kaguya, el que la llamaba.
- No, gracias, no hace falta.
- No es molestia - habló escuetamente - Anda sube, no voy a violarte ni nada de eso.
Momoka dudó. Antes había llamado a Yuri y esta le había dicho que se iba a ir con Deisuke ¿Se habría marchado ya? Daba igual, tampoco pensaba volver al club, no quería encontrarse de nuevo con Kamui. Decidió subir al coche.
- Dime donde vives - dijo Fuma empezando a conducir.
- No es que no me fíe de ti, es que...
- Tu dirás donde te llevo.

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