domingo, 24 de agosto de 2014

156. Soy tuyo

Disclaimer: en este capítulo hay parte de la letra de la canción "I'm yours" de Jason Mraz, por supuesto la letra no es mía, no la he escrito yo y no tengo los derechos, que supongo pertenecer a él y la casa discográfica. Yo solo trascribo las palabras porque me parece que se adecuaban a la historia.
Espero que os guste.
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Akane entró en la gran cocina de la casa de los Shikamoto. La cocina de la casa de los Shikamoto era enorme, la más grande que Akane había visto nunca y tenía en ella, aparte de una cocina moderna, otra tradicional con horno de leña que tenía a la chica fascinada.
Akira, con un delantal blanco de hombre puesto y las mangas remangadas, terminaba de lavar los platos de la comida.
- ¿Todavía estás fregando?
- Ya he terminado – dijo colocando el último plato en el escurridor y cogiendo un trapo con el que empezó a secarse las manos.
- Fíjate que apañadito que eres, hasta sabes lavar platos.
- Que remedio, en esta familia es así y también se coser botones, si pierdes otro me lo dices y verás que bien te lo coso.
- Siempre pensé que los Shikamoto no hacíais esas cosas.
- ¿Cuáles?
- Lavar, coser, fregar...
- ¿Es que no me has visto hacerlo en casa de mis padres?
- Si, pero pensé que era porque tu madre te obligaba.
- Los Shikamoto hacemos de todo – afirmó quitándose el delantal – Y a ver quién es el guapo que le dice a las mujeres que no.
- No empieces con tus machismos y tus sexismos.
- ¿Qué machismos? ¿Cuándo he sido yo machista? ¿Esto que he hecho es de ser sexista?
- Si, porque te quejas como dando por hecho que es un trabajo de mujer.
- Somera tontería. Me quejo porque no me gusta hacerlo. Tú tienes una idea de los Shikamoto muy confundida me parece a mí. Puede que a veces parezca machista pero no es por una cuestión de que considere a las mujeres inferiores o que tienen que quedarse en casa haciendo trabajo de mujeres, es porque todas las mujeres sois muy mandonas y exigentes. Los Shikamoto somos como los ciervos ¿sabes cómo viven los ciervos? ¿Te acuerdas cuando fuimos a verles? Cuando nos acercamos a aquel grupo solo había hembras y crías, los machos son solitarios y se mantienen a distancia, solo se acercan a las hembras en época de celo, pues nosotros somos así, nuestra familia es muy matriarcal, son las mujeres las que al final mandan, no es machismo, es simplemente un reparto de funciones, supongo que antes que no había tanta tecnología y tanta ayuda, la resistencia y la fuerza física era importante para algunos trabajos, no quiero decir que las mujeres fueran unas debiluchas pero constitucionalmente le hombre el más fuerte, las mujeres paren, eso es algo muy importante, quizás lo más importante, así que las mujeres se ocupaban de la descendencia... supongo que es eso. Yo, como mis primos, me he criado rodeado de mujeres, mi madre, mis abuelas, mis tías, mis primas... siempre he estado con ellas, recuerdo los otoños cuando mis abuelas asaban castañas y boniatos y mis tías cantaban y bailaban, o en invierno, alrededor de la chimenea, escuchando las historias de las abuelas; en primavera hay todos los años limpieza general, una limpieza a fondo de la casa y mis primos y yo nos divertíamos mucho ayudando o a veces dando más trabajo y en verano íbamos al rio...
- Añoranzas de Shikamoto.
- Ahora las cosas han cambiado, tengo primas muy independientes y... feministas, por así decirlo. Si mañana estás bien del todo vamos a ir al pueblo y te presento a mi prima Tsubaki, te va a gustar. Lo que te quiero decir es que se que a veces hablo demasiado y me quejo mucho de las mujeres pero es porque... bueno tú tienes muchos hermanos y también te quejas, deberías comprenderme.
- Ya, pero a veces parece que tienes algo en contra nuestra.
- Está visto que hoy quieres que discutamos, se nota que ya estás mejor. ¿Qué chica peleona, seguimos en la puerta mientras esperamos a ver si vienen mis padres?
- Ay que ver que ya es viernes... cuantas cosas han pasado esta semana. Me pregunto que están haciendo en Kizuna todo el grupo.
- Supongo que a estar horas planeando salir a divertirse.
- Espero que Ryuko y Kyojin estén mejor. Ayer hablé con Ryuko y está aún bastante... no se, como rara.
- No te preocupes, ya verás como se soluciona todo pronto. Kyojin y Ryuko no pueden estar el uno sin el otro.
- Ojala tengas razón ¡Ah! ¡Que se me olvida! Espera – Akira se quedó parado viendo como Akane se alejaba de él entrando en una habitación para regresar casi de inmediato llevando una funda vieja de guitarra cogida con cuidado. Era negra, de esas duras que parecen hechas con cartones aprisionados.
- ¿Y eso?
- Dentro hay una guitarra.
- Hombre, me sorprendería más que hubiera una metralleta.
- Ven, vamos a sentarnos en la puerta de la casa. Me la ha dado tu abuela, bueno, no me la ha dado, tú me entiendes.
Al salir de la casa Akira se sentó en el poyete de la puerta y Akane puso la funda en el suelo y la abrió.
- ¿La reconoces?
- Claro... es la guitarra de mi abuelo – dijo sacándola con delicadeza – Está como nueva. Mi abuela me dijo que me la daría cuando fuera mayor y responsable.
- Pues debe ser que piensa que ya eres responsable porque me ha dicho que es para ti.
- ¿Estás segura? – preguntó haciendo sonar las cuerdas.
- Segurísima. Es lo que me ha dicho.
- Ya ni me acordaba de ella – comentó mientras comenzaba a afinarla.
- Aki ¿Por qué nunca dices que tocas la guitarra?
- Hombre lo digo si sale el tema.
- Que raro eres. A la mayoría de los chicos les gusta presumir de saber tocarla.
- Tampoco la toco tan bien. En realidad yo quería aprender para tocar las canciones que había escrito mi abuelo. Tengo que buscarlas, ya no se donde las guardé.
- No le hagas ni caso – habló Akihito saliendo de la casa – Si que sabe tocarla muy bien, lo que pasa es que no quiere que la gente le agobie pidiéndole que toque.
- Eso ya me lo creo más.
- Que plasta eres – se quejó Akira mirando a tu primo – Desde que has venido no has parado de decir tonterías.
- Akira es muy tímido para ciertas cosas – sonrió Akihito - ¿Has llevado a Akane a pescar por la noche?
- ¿Cómo la voy a llevar? Está resfriada.
- ¿Se puede ir a pescar por la noche? ¡Ah, yo quiero ir!
- ¿Lo ves? Ya estás hablando de más.
- Anda, deja de quejarte y cántale algo a la chica, lo está deseando.
- Si, si, tócame algo, anda.
- Dicho así quizás sea mejor que entréis en casa – sonrió Akihito.
- ¡Ah! – gritó Akane - ¿Pero que estás pensando tú?
- No se, lo que has dicho, que te toque algo, tú lo has dicho.
- Ignórale – intervino Akira – Es mejor no seguirle el juego. Te voy a cantar una canción que cuando la escuché me recordó a ti, eso sí, te advierto que no canto muy bien, luego no te quejes.
Akane sonrió y algo ruborizada se colocó mejor para prestar toda su atención a Akira.
- "Bien tú hiciste, me hiciste
y puedes apostar que lo sentí,
yo trate de relajarme pero tú eres
tan ardiente que yo me derretí,
caí justo en las grietas
y estoy tratando de volver
Antes que el frio se acabe
estaré dando mi mejor prueba
y nada va a detenerme
a excepción de una intervención divina.
Reconozco que es otra vez
mi turno para ganar o aprender algo
Pero no quiero esperar más, no más,
no puedo esperar, soy tuyo.
Bueno abre tu mente
y mira como lo hago yo
extiende tus planes y diablos, eres libre,
busca dentro de tu corazón y encontraras
amor ,amor ,amor ,amor.
Escucha la música en su momento
y quizás cantes conmigo
ah! todas las melodías pacificas,
es tu derecho divino ser
amada ,amada ,amada ,amada ,amada
Por eso no quiero esperar más, no más,
no puedo esperar estoy seguro
soy tuyo
No hay necesidad de complicarse,
nuestro tiempo es corto,
esto es nuestro destino, soy tuyo..."
Akira interrumpió la canción al ver que Akane, con los ojos llorosos y una mano en la boca se levantaba y entraba a toda prisa en la casa.
- Tendrá una necesidad – comentó Akihito – Ya sabes, cuando la naturaleza llama hay que contestar, aunque más bien diría que se ha emocionado. Es una buena chica, a mí me cae bien.
Akira dejó con cuidado la guitarra en la funda, se levantó y dio una colleja a su primo aunque sin demasiada fuerza.
- Es mía ¿Te enteras? No me he peleado yo con el Kaguya para que vengas tú ahora a tocarme las narices.
- Está bien, está bien, no diré nada más de tu novia, pero yo que tu controlaba esos celillos, primo.
...
- ¿Entonces vienes con nosotros o no? – preguntaba Momoka a Yuri que, con su cazadora en los brazos parecía muy dubitativa.
- No – dijo después de reflexionar unos segundos – Mejor no voy, no me apetece ir al club de tenis.
- ¿Estás segura? – preguntó Takumi – Estará Deisuke.
- Es que no me apetece ver a Deisuke. Me cae muy bien y es guapo y todo eso pero creo que... no, no me apetece verlo y tampoco quiero estar de sujeta-velas con vosotros.
Momoka la miraba de lo más confundida, era muy extraño que Yuri no se apuntase a ir al club de tenis, a ella le encantaba ir al club de tenis, aunque no estuviera Deisuke, le gustaba ese ambiente y siempre había chicos que se fijaban en ella, eso de que no quería estar de sujeta-velas era lo más tonto que había escuchado nunca.
- ¿Y que vas a hacer?
- Creo que voy a ir a ver a Nowaki.
- Pero Nowaki está castigado, ya sabes que al final su madre le castigó por haber pegado a su hermana.
- ¿Pero no se había solucionado eso? – se interesó Takumi.
- Si, le pidió perdón y todo pero su madre le ha castigado sin salir hoy por la tarde, para que empiece a controlar sus impulsos, supongo.
- Ya lo se, se que está castigado – intervino Yuri - por eso, quizás le dejen tener visita.
- ¿Vas a ir a ver a Nowaki? – preguntó cada vez más perpleja Momoka.
- Que si, que voy a ver si su madre le deja tener visitas. Seguro que está muy aburrido.
- Es que es un castigo – añadió Takumi.
- Bueno yo lo voy a intentar.
- Está bien de acuerdo. Luego me llamas, que tenemos que hablar de lo de mañana.
- Si, si, luego te llamo.
Yuri cambió su rumbo para ir a casa de Nowaki. Es que era lo que le apetecía, no le apetecía estar con Deisuke, ni rodeada de chicos que le dijeran cosas bonitas, por extraño que a ella misma le pareciera lo que quería era simplemente estar con Nowaki y hablar con él, oírle contar todas esas tonterías que de vez en cuando contaba y disfrutar de su compañía.
- Que extraño esto de Yuri – comentaba Momoka mientras entraban en el club de tenis.
- Yo no lo veo tan extraño – contestaba Takumi – Simplemente se ha dado cuenta de algo que ya era muy obvio para por demás. Mira, están ahí Karura y Fuma.
Momoka miró sorprendida hacia uno de los sofás donde estaban sentada Karura, si, no había duda de que era Karura, se la veía distinta, como más mayor, sería la ropa que llevaba pero lo más sorprendente era que Fuma Kaguya estaba a su lado.
- No sabía que Karura estuviera saliendo con el Kaguya.
- ¿No lo sabías? La verdad es que yo les he visto de vez en cuando. Hacía tiempo que no los veía juntos, eso sí, pensé que ya lo habían dejado.
- Pues yo no tenía ni idea.
- ¿Vamos con ellos?
- ¿Y si les molestamos?
- Pues nos vamos.
Karura había decidido que cada vez le gustaba más el nuevo Fuma, ese que estaba descubriendo poco a poco. Lejos de la atracción inicial que sentía por él y ahora que su relación parecía algo más "normal" o al menos parecida a la de cualquier relación de una chica de 19 años con un chico de 22, empezaba a gustarle salir con él en público. Eso era muy curioso porque antes precisamente huía de que les vieran juntos, todo era secreto, como escondiendo la vergüenza que le daba, seguramente por esa razón todo iba tan mal, por su obsesión por ocultarlo todo, sin embargo ahora la cosa era muy distinta.
Para Fuma también era todo distinto, no sabía a qué se debía ese repentino cambio producido en Karura pero precisamente la relación que ahora comenzaban a tener era lo que él siempre había deseado.
Al principio de conocerla se dejó llevar por esa especie de calor que le consumía al verla y estar cerca de ella y la idea de lo oculto, lo prohibido, de simplemente sexo era muy excitante pero al cabo de un tiempo comenzó a resultar vacía, no le proporcionaba nada más que un placer momentáneo e incluso llegó a pensar que estaba comenzando a obsesionarse con ella, con que le viera como algo más... le parecía una tontería pero él solo pretendía una relación normal y corriente, salir como dos novios normales y corrientes, hablar, pasear y tomar algo delante de todo el mundo... lo oculto había dejado de ser excitante.
Pensó que había perdido, que a Karura le interesaba un chico de su edad estaba más que demostrado y él había perdido en esa batalla, se sentía de alguna forma en desventaja y ya había renunciado a seguir luchando, no merecía la pena batallar cuando todo parecía en su contra.
Y precisamente al dejar de luchar fue cuando sucedió el cambio ¿Por qué? No lo sabía pero daba igual, ahora parecía tener otra oportunidad. Su relación ya no era algo oculto y obsesivo, era... normal.
- Hola Fuma – saludó Takumi cuando se acercaron – Que raro verte por aquí.
- Hombre Takumi ¿Qué tal?
- Ven, Momoka, siéntate a mi lado – le dijo Karura - ¿Conoces a Fuma, el hermano de Kamui?
- Si me conoce – contestó Fuma – Nos hemos visto alguna vez.
Momoka miraba intrigada a Karura y Fuma de forma alternativa.
- Bueno yo es que conozco a Fuma hace un tiempo – aclaró Karura al ver la consternación de su compañera.
- Como somos del mismo club coincidimos muchas veces – añadió Fuma.
- Ah, claro.
La contestación había parecido de lo más lógica. De todas formas Momoka tampoco sabía de que se extrañaba tanto porque había tenido ocasión de hablar con Fuma y sabía que era mucho más encantador de lo que todos pensaban, así que tenía su lógica que Karura y él coincidiesen en el club y simpatizasen.
- Mira Momoka – habló Takumi – Tu amiga Himeko y su novio también han venido.
- Es tu hermano pequeño, Karura – indicó Fuma mirándola de reojo.
Bien, ese era un momento importante, ahora sabría si de verdad ya no le importaba que la vieran con él.
- ¿Crees que se querrán sentar con nosotros? – preguntó Takumi.
- Pues claro que si – respondió Karura – Himeko es muy amable y educada.
Momoka miró hacia donde señalaban, allí estaban Himeko y Kohaku buscando donde sentarse. En un momento dado miraron hacia donde estaba el grupo sentado y estos les hicieron una señal para que se acercaran.
Gaara miró extrañado a aquel grupo, allí estaba su hermana, con Fuma. Así que era cierto.
De pronto, hace unos días, Karura soltó en plena cena que estaba saliendo con Fuma Kaguya, no es que estuviesen saliendo como novios, ni nada de eso, eran amigos y era un tipo agradable, mucho más agradable de lo que Kamui había dicho de él.
Que su hermana conociese a Fuma Kaguya no le extrañó, al fin y al cabo iban al mismo club, era normal que coincidiesen y bueno, era un poco más mayor que ella y según decían muy atractivo, tampoco veía extraño que sintiese algún tipo de interés hacia él pero ¿Y Hizashi?
Al principio le sentó bastante mal, casi pensaba que era como traicionar a Hizashi, ellos eran casi pareja ya y de pronto ¿Dónde había quedado todo? Fue Himeko la que le convenció de que las cosas cambian y que si bien Hizashi y Karura parecían hechos el uno para el otro, a lo mejor solo estaban juntos porque se necesitaban, porque se sentían solos y encontraron consuelo el uno en el otro pero quizás no había nada más que una amistad cálida y confortable. A veces, cuando uno se siente desprotegido o solo o simplemente mal encontrar a otra persona en iguales circunstancias sirve para apoyarse el uno al otro y quizás es fácil confundir sentimientos.
Después de hablar con la psicóloga sobre todo aquel cambio y como le afecta, Kohaku llegó a la conclusión de que su hermana había dado una gran paso y él tenía que apoyarla. Hizashi era su amigo y no dejaría de serlo.
Además estaba el hecho que durante mucho tiempo creyó a Nowaki sobre que Fuma era mala persona porque se lo había dicho Kamui pero como Himeko también indicó ¿Qué había de la versión de Fuma? ¿Por qué no intentar dar una oportunidad a la opinión de su propia hermana?
- Hola Karura – saludó con timidez Himeko – Hola, Momoka.
- Hoy está esto muy lleno ¿verdad? – comentó Fuma.
- Si – habló escuetamente Kohaku – Parece que ha venido mucha gente.
- Sentaros con nosotros si queréis, hay sitio de sobra.
- No queremos molestar, gracias.
- No molestáis – añadió Karura – Anda, Himeko, siéntate y que Kohaku te traiga algo de beber, venga hermanito, trae algo para tu chica.
Kohaku parecía un poco contrariado, la verdad es que aunque aceptaba que Karura se viese con Fuma no estaba en sus planes estar con ellos, prefería estar con Himeko a solas pero tampoco podía ser siempre tan acaparador, entendía que a Himeko también le gustase relacionarse con los demás.
- Creía que ibais a ver a la abuela Mito – dijo Himeko por hablar de algo, siempre le incomodaban esos silencios que se crean de pronto.
- Es que no se – contestó Momoka – No se si ir.
- ¿Por qué? – preguntó Karura – La abuela Mito es encantadora, bueno tú has estado allí y la conoces ¿No estuviste bien?
- No, si yo quiero ir pero me da cosa ir allí, a su casa... no se.
- ¿Te da vergüenza de que piense que eres la novia de Takumi? – sonrió Fuma.
- ¡Anda que tonta! – rió Karura.
- Toma Himeko – dijo Kohaku regresando con dos vasos de refresco.
- Gracias Kohaku.
- ¿Te puedes creer que a Momoka le da vergüenza ir a casa de la abuela Mito con Takumi? – se dirigió a él Karura.
- No deberías preocuparte – respondió Kohaku – La abuela Mito estará encantada al saber que su nieto tiene una amiga como tú.
- Eso es lo que le hemos dicho nosotros.
- Además es un sitio precioso – comentó Himeko.
- ¿Entonces vais a ir a pasar el fin de semana? – se interesó Kohaku.
- A mí me gustaría – contestó Takumi – Pero depende de Momoka.
- Si vas ¿Me harías un favor? Es que quiero ir a verla un día de estos yo también, tengo algo que preguntarle ¿Le puedes preguntar que día le viene bien? No quiero incomodarla. Iría y volvería el mismo día.
- ¿Quieres ir a ver a mi abuela?
- Es que quiero preguntarle una cosa... importante.
- ¿Y por qué no vais mañana? – intervino Karura – Tu y Himeko, podríais con Momoka y Takumi y así Momoka no se sentirá tan incómoda.
- Es que mañana va a ser un poco precipitado – opinó Kohaku.
- ¿Teníais ya otros planes? – preguntó Karura.
- No pero... así... de repente... p-pues... – habló apurada Himeko.
- Tampoco hace falta llevar mucho para estar en el campo – opinó Takumi.
- A mí me gustaría ir – dijo Karura – Hace tiempo que no veo a la abuela.
- Me apetece pasar un día en el campo – añadió Fuma.
- ¿Y por qué no venís vosotros? – propuso Takumi.
- ¿Podemos? – le preguntó emocionada Karura.
- Pues claro, no veo porqué no. A ti no te importa ¿verdad Takumi?
- ¿A mí? Para nada, mi abuela estará encanta de que vayáis.
- A la abuela Mito le gusta estar rodeada de gente joven – añadió Kohaku.
- A pues yo si quiero ir, a mí me apetece – sentenció Karura.
- ¿Hay algún sitio cercano, un hotel o algo donde yo pudiera hospedarme? - se interesó Fuma - Así podríamos regresar el domingo.
- La abuela Mito nos armaría un gran escándalo si no te quedas en su casa – contestó Kohaku.
- Es en serio – añadió Takumi.
- Pues entonces está decidido, iremos – concluyó Fuma - ¿Y vosotros? – se dirigió a Kohaku y Himeko.
- Es que... no se si mis padres me dejarían.
- De tu padre me ocupo yo, no te preocupes – habló Kohaku – Se cómo convencerle.
- ¿Si? Mira que mi padre...
- ¿A ti te gustaría volver a ir?
- La verdad es que si, es un sitio tan bonito.
- Pues entonces iremos.
...
Yuri llegó un poco nerviosa a casa de Nowaki. Tampoco sabía muy bien si era apropiado o no, también se estaba dejando llevar por eso que Nowaki hacia tan a menudo: tener un impulso.
Solo sabía que le apetecía mucho ver a Nowaki y está con él y esperaba que no se sintiese incómodo o se molestase. Ahora que lo pensaba no le parecía tan buena idea ¿Y si de verdad le molestaba? Mejor se iba.
- ¡Yuri! – la asustó la voz del padre de Nowaki - ¿Qué haces en la puerta?
- Yo... hola, señor Namikaze – dijo al verle acercarse sonriendo con un paquete en una mano.
- ¿Vienes a ver a Nowaki o a mi mujer?
- Bueno yo... a Nowaki.
- ¿Has llamado ya?
- No, la verdad es que...
- Pues no llames que tengo llave – mientras hablaba sacó la llave de su bolsillo y la introdujo en la cerradura – Vengo de comprar unos pasteles ¿Te apetecen? Están riquísimos, he tenido que ir bastante lejos a comprarlos pero son los que más le gustan a Sonomi. Pasa, pasa. Verás que buenos que están ¡Ya estoy en casa!
- ¡Bienvenido! – oyó a Sonomi.
- Pasa mujer, no seas tímida. Nowaki se pondrá muy contento de verte. Está bastante aburrido estudiando.
- Yo no quiero molestar si está estudiando.
- ¡Bah! También tiene que descansar un poco. Traigo visita, cariño.
- ¿Ah sí? – dijo Sonomi asomándose - ¡Yuri! Pasa, pasa.
- Con permiso.
- ¿Qué haces por aquí?
- Ha venido a ver a Nowaki y yo la he invitado a pasteles.
- Por supuesto. Ven, siéntate donde quieras ¡Nowaki! ¡Tienes visita!
- ¿Qué pasa?
- ¡Baja! ¡Han venido a verte! ¿Quieres tomar un refresco, té o café con los pasteles?
- Té está bien.
- Enseguida lo traigo ¡Nowaki! ¡Ven de una vez, desastre!
- ¡Ya voy! ¿Qué quieres?
- Tienes visita.
- ¿Yuri?
- Hola Nowaki. Yo, pasaba para ver si...
- ¿Has venido a verme?
- Si, bueno, si no molesto.
- ¿A verme a mí?
- Si, a ti.
- ¿Mamá ya le has ofrecido algo de beber?
- ¡Pues claro que si! ¿Qué te has creído?
- Y va a comer unos pasteles con nosotros – añadió el padre - ¿A que si?
Yuri miró los pasteles, su primer pensamiento es que eran horribles pero luego miró a Nowaki y recordó que él quería que comiese y... no pasaría gran cosa por un pastel, merecía la pena sacrificarse un poco por lo bien que se sentía allí.
...
Setsu y Fatora caminaban charlando animadamente. La chica se había cortado el pelo, ahora lo tenía bastante corto y además lucía en él un par de mechones, uno naranja y otro más rojizo.
- Te queda bien – le decía Setsu.
- ¿De veras? – la chica se pasaba los dedos entre el pelo – Dudé mucho si cortármelo.
- Normalmente no me gustan las chicas con el pelo tan corto, pero a ti te queda bien.
- Es que quería cambiar. El anterior corte fue el que Stella me obligó a hacerme. Se empeñó en que me lo hiciera.
- También te quedaba bien.
- Si pero cada vez que me miraba al espejo me acordaba de mi poca... no se como decirlo, vamos que siempre hacía lo que me decían que hiciera.
- Te entiendo. A veces, cuando sentimos que hemos cambiado, necesitamos también cambiar nuestro aspecto.
- ¡Si, si! ¡Es eso! De verdad que necesitaba verme de otra forma.
- Lo que no se es si en el instituto no te dirán algo por esos mechones.
- ¿Por estos? Ah, no te preocupes, son postizos. No estaba segura de cómo me quedarían y no me atreví a hacérmelos.
Hikari y Shugo caminaban detrás de ellos, en silencio. A Hikari se la veía visiblemente molesta.
- Parece que se llevan bien – comentó Shugo.
- Si – gruñó – Demasiado bien.
- ¡Quien lo iba a decir! Normalmente hablaban poco.
- Pues ya ves – volvió a gruñir.
- Claro que como Setsu se pasaba el tiempo discutiendo contigo pues tampoco habían tenido tiempo de hablar.
- Si, muy bien, muy bonito.
Hikari no podía creerse lo que veía, ese maldito pescado era amable y simpático con una chica, ese que siempre era un borde y un mal educado, ese que no sabía si no decir tontería y cosas fuera de lugar... resulta que ahora, de pronto, de la noche a la mañana, era amable y hasta simpático ¿Pero de que iba? Seguro que lo estaba haciendo para molestarla, claro que si, seguro que sabía que portándose así de encantador con Fatora ella se iba a molestar, el muy imbécil a lo mejor pensaba que iba a darla celos, pero no eran celos, claro que no, celos no eran, era... otra cosa, pero celos no.
¿Por qué iba a tener celos ella de ese... ese... ese besugo con patas? Si acaso le daba rabia porque nunca se portaba así, ese no era Setsu y se preocupaba, claro, era eso, eso era lo que le pasaba, que se preocupaba por Fatora. Ahí estaba, con su tonta sonrisa y hablando de cosas tontas como si le importara algo, eso no se hacía, eso era jugar con los sentimientos de Fatora... pues como hiciera que la chica se emocionase y luego le haga daño se iba a enterar... vaya que si se iba a enterar.
- Pero es estupendo que se llevan bien ¿no? – recalcaba Shugo mirándola de reojo.
La parte de los celos de Hikari iban bien, pensaba Shugo, estaba claro que a Hikari le daba celos pero por parte de Setsu aquello no parecía ir como se pensaba, mira que si al final resultaba que le iba a gustar Fatora.
- Será estúpido – musitaba Hikari.
- ¿Decías algo?
- ¿Qué?
- ¿Qué si decías algo? Es que me pareció oírte hablar.
- No, no decía nada.
- Ah... solo me lo parecía.
- ¡Pues no he dicho nada! – gritó.
- ¿Pasa algo? – se giró Setsu al oírla.
Hikari al ver como el chico se giraba, rápidamente se agarró del brazo de Shugo y sonrió.
- No, no pasa nada ¿Verdad que no, Shugo? – dijo con tono meloso mientras Shugo la miraba confuso – Solo hablamos de tonterías ¿A que si?
- En realidad hablábamos de... – comenzó a decir Shugo.
- De la película que vamos a ir a ver – le interrumpió Hikari - ¿A vosotros que os apetece?
- A mí con tal de que no sea una de "Crepúsculo" me va bien – contestó Setsu.
- ¿No te gustan las películas de "Crepúsculo"? – preguntó Fatora.
- No, a mí me gusta ver vampiros de verdad, de los de siempre, no historias romanticonas.
- ¿Pero has visto alguna? – pareció gruñir Hikari.
- No, pero se que no me van a gustar.
- ¿Cómo sabes que no te va a gustar algo que no has visto nunca?
- Porque lo se. He visto demasiados avances y escuchado demasiadas cosas como para saberlo.
- Como siempre negando las cosas antes probarlas.
- ¿Qué pasa? ¿Qué a ti te gusta? Seguro que eres una de esas que está enamorada del vampirito ese.
- ¿Y si lo fuera qué?
- Yo tampoco he visto ninguna – terció Fatora – Y no me apetece. Los vampiros me dan miedo.
- Pero yo estoy aquí para defenderte – Setsu la guiñó un ojo.
- ¡Por dios! – refunfuñó Hikari – Apuesto a que Setsu querría ir a ver "La sirenita" – dijo en tono de burla.
- Que graciosa eres, cuatro ojos, pues que sepas que yo soy más de "Buscando a Nemo"
Aquella frase hizo reír a Fatora a carcajadas.
- Mira que eres tonto – volvió a gruñir Hikari.
- Y tú una gruñona.
- ¿A ti que te apetece ver, Shugo? – cambió el tono de voz Hikari para volver a ponerlo meloso.
- No... no se – dijo confundido el chico – La que a ti te apetezca.
- Ay que dulce que eres, osito grandullón.
- ¿Osito grandullón? – gritó despavorido Setsu.
- ¿Qué os parece si vamos a ver la reposición de "Alien, el 8º pasajero"? – medió Fatora.
- ¿A ti te gusta esa película? – se extrañó Setsu.
- Mucho y siempre he querido verla en la pantalla grande.
- Pues entonces, vamos a verla. Tú y tu "osito grandullón" ir a ver otra si no os apetece.
- No, si, sí que nos apetece ¿A que si, Shugo? Nos lo vamos a pasar muy bien los cuatro juntitos en el cine.
...
Ringo, sintiendo los nervios encogiéndole el estómago y doblándoselo, caminaba nerviosa por el andén de la estación de tren, empujando el carrito donde la pequeña dormía plácidamente.
Tenía que hacerlo, tenía que hacerlo, era lo mejor, así saldría de dudas, seguramente solo estaba un poco obsesionada así que era lo mejor que podía hacer.
Le había costado mucho contarle sus dudas a su madre, le daba mucha vergüenza y también un poco de miedo a su reacción. Ya cuando le dijo que estaba embarazada, cuando Aiko, su madre no reaccionó muy bien, gracia no le hizo ninguna, quizás porque a su madre nunca le gustó Isamu y ella era muy joven pero Isamu estaba con ella y prometió que la cuidaría a ella y a lo que viniese y los padres de Isamu también intercedieron y bueno, aunque le costó un poco terminó por aceptarlo.
Sabía que su madre lo llevaba muy mal porque ella misma había pasado por esa situación, tener una hija demasiado joven y no quería para Ringo lo que ella había tenido que pasar para sacarla adelante, pero bueno, parecía que Ringo no estaba sola.
Pero ahora... ahora era peor, a su madre todavía le caía peor Isamu y tenía una niña muy pequeña y... le daba terror decírselo pero era su madre.
Hitomi no se lo tomó nada bien, incluso le dolió profundamente, que le pasase eso a su hija era... no sabía cómo explicar la mezcla de rabia y pena, las ganas de decirle que era tonta, muy tonta pero tampoco podía culparla a ella.
Ringo lloró y Hitomi buscó nerviosa entre los cajones y bolsos hasta que encontró lo que buscaba.
"...
- Toma – le dijo ofreciéndole una tarjeta.
- ¿Qué es esto?
- Es la tarjeta de una clínica ginecológica.
- ¿Para que me la das?
- Para que llames y vayas.
- ¿Para qué?
- ¿Para que va a ser? Allí te harán unos análisis y te dirán si estás embarazada o no.
- Esto es una tontería mamá, te lo agradezco pero esto cuesta dinero y...
- No, la primera visita y la prueba de embarazo es gratis. Así te quedarás tranquila ¿Quieres que llame yo?
- Pero mamá ¿No será más fácil comprar un test de embarazo?
- No, porque aún estás dando el pecho a la niña. Además allí te aconsejarán.
- ¿De qué?
- De... de muchas cosas. Mira, si yo llamas tú lo hago yo y te cojo una cita.
..."
Y se la cogió, su madre era muy impaciente para algunas cosas, así esa misma mañana, en cuanto la vio se lo soltó de sopetón.
"...
- Que ya te he pedido cita.
- ¿Qué?
- Para la clínica esa que te dije.
- ¿Que has hecho qué?
- Que ya he llamado. Tienes hora esta tarde a las 5.
- ¿Qué?
- Esta tarde a las 5. Estas cosas cuanto antes se sepan mejor.
- ¿Que te has vuelto loca o qué?
- Si yo no lo hago tú no lo vas a hacer nunca. Quedamos esta tarde a las 4 y media en la estación de tren.
- ¡Mamá!
- Vale, si no quieres ir no vayas, allá tú.
..."
Pero después de recapacitarlo decidió que era lo mejor, si, debería ir y salir de dudas. Ahora estaba allí, nerviosa, esperando a su madre que no llegaba... bueno pues si no llegaba pues no pasaba nada, no iría y ya... sería una señal del destino de que no tenía que ir.
Un chico apareció en la estación andando a toda prisa, casi sin aliento que al verla disminuyó su paso y se llevó una mano al costado.
- ¿Karasu, que haces aquí?
- Me llamó tu madre – habló con dificultad.
- ¿Mi madre?
- Si, es que tiene que hacer horas extras y me ha pedido si puedo acompañarte.
- ¿Pero por qué ha hecho eso?
- Porque no quiere que vayas sola ¿Por qué no me habías dicho que ibas a ir a una clínica?
- Porque no quiero molestarte, no quiero implicarte en mis problemas.
- Ya estoy más que implicado ¿O es que no te has dado cuenta de lo que me importas?
- Karasu...
- Por favor no me aparte de tu vida, se que tienes problemas y se que nada es fácil pero quiero estar a tu lado y ayudarte en lo que pueda.
El ruido del tren acercándose hizo ambos mirasen en esa dirección.
- El tren está a punto de llegar – habló Karasu - ¿De veras quieres hacer esto sola?
Ringo le miró a los ojos.
- Está bien, ayúdame con el carrito.

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