domingo, 24 de agosto de 2014

157. Decisiones importantes

La clínica estaba situada en una zona ajardinada, antes de cruzar la puerta de cristal, Ringo agarró con fuerza el carrito de la niña, estaba muy asustada, mucho, sentía que las piernas le temblaban y quería salir corriendo de allí. Karasu la miró sonriendo, aunque le costaba hacerlo ya que se sentía aterrorizado, y trató de trasmitir un poco de tranquilidad, tranquilidad que el mismo también necesitaba. Aquello era muy nuevo para él, de pronto se veía a si mismo acompañando a una chica a una clínica ginecológica y él no intervenía en eso pero sin embargo sentía que si, que era algo que le afectaba y mucho.
La entrada a la clínica era un pequeño hall en el que había un mostrador y detrás de él un par de mujeres, una atendía una centralita de teléfonos y la otra a una pareja. Karasu centró su atención en la que atendía la centralita, hablaba con alguna persona a la que decía que no se preocupase. La pareja a la que atendía la otra mujer se marchó y Ringo dio un paso hacia el mostrador aún cogida de Karasu.
- Hola, buenas tardes - saludó la mujer con una sonrisa amable.
- Hola, yo tenía cita a las 5.
La mujer miró en una agenda que tenía abierta y en la que podían verse multitud de anotaciones y después dirigió su mirada al ordenador.
- ¿Es Ringo Hoshinagi?
- Sí, soy yo.
- ¿Ha traído algún documento que acredite su identidad?
- Si... si.
Ringo temblaba, soltó el carrito para buscar en su bolso un documento pequeño que entregó a la mujer.
- Bien, vale - pareció apuntar el número en un formulario - Mira, tiene que rellenar este impreso, no es nada importante, pase a la sala de espera y cuando lo haya rellenado me lo trae.
Ringo cogió con miedo aquellos papeles, Karasu cogió el carrito y entraron a una sala grande llena de sillas. Se sentaron. En una mesa pequeña había varias revistas, Ringo cogió una, puso el papel encima y sacó un bolígrafo. Mientras Ringo rellenaba unos datos bastante simples y leía que eran para las estadísticas de la clínica, Karasu miró a su alrededor; había muchas personas, la mayoría eran mujeres, parecían amigas acompañando a otras, también había muchas parejas y algunos grupos de tres o cuatro personas que eran los que mas animadamente charlaban. Ringo terminó de rellenar el formulario y fue a entregarlo. Al regresar, Karasu notó que aún se encontraba más nerviosa.
- Han dicho que esperemos, que ahora me llaman.
- Relájate, todo va a ir bien.
- No lo puedo evitar ¿y si resulta que si estoy...?
- Pues entonces nos plantearemos lo que sea en ese momento.
- Karasu tú no tienes idea del problema que se me viene encima.
- Si, sí que me hago una idea con esos nervios que tienes terminarás por ponerte enferma.
- Pero es que...
- De todas formas es difícil que estés embarazada ¿no? Quiero decir que... no se lo que quiero decir, hablo por hablar, yo de esto no entiendo nada.
- Tengo muchísimo miedo.
- Es lógico.
- No lo entiendes Karasu, yo no puedo estar embarazada, no puedo, no puedo - Ringo, nerviosa abrió su bolso y sacó un paquete de pañuelos de papel, no atinaba a abrirlo y fue Karasu el que se lo arrebató de la manos para sacarle uno; la chica lo llevó a los ojos para secarse las lágrimas que amenazaban con salir y luego a la nariz - No puedo, Karasu, no puedo.
Karasu la miraba con pena porque realmente no sabía que decirle o que hacer para que se sintiese mejor.
- Yo quería tener una vida - continuó sollozando - yo quería estudiar y tener una carrera o al menos algo que me permitiese vivir de mi trabajo, algo que me diese la satisfacción de saber que no necesito a nadie, que yo sola puedo valerme y... No puedo tener otro hijo Karasu, No es que no quiera a mi niña, entiéndeme, para mi es lo más valioso que tengo y no la cambio por nada del mundo pero Aiko es muy pequeña y me necesita y no tengo nada, me siento como que no tengo vida, parece que vivo de la compasión de los demás y no puedo... no voy a poder con otro hijo y mi madre no podrá ayudarme más y... no puedo tener un hijo, no ahora ¿es que soy tan egoísta?
Karasu sentía que si seguía así también terminaría llorando. Tener un hijo no era una tontería, había que ocuparse de él y no solo físicamente, si no que había que educarlo y tratar que fuera una buena persona y Ringo era joven y ya tenía una hija y una vida triste y miserable. Se daba cuenta de que Ringo no estaba preparada para nada para afrontar otro problema más, porque un hijo sería algo maravilloso, él no lo negaba pero había momentos en los que parecía una amenaza horrible.
Si al menos Ringo contase con el apoyo de su novio todo sería de forma distinta, pero por lo que él sabía y veía ella estaba sola o peor que sola porque él no la ayudaba y encima la hacía la vida mas triste, así no merecía la pena tener pareja, ya lo dice el refrán, más vale estar solo que mal acompañado.
Luego estaba su propio problema, quería ignorarlo pero era un poco inútil hacerlo, a él le gustaba Ringo, se estaba acostumbrando a ella y le gustaba también su niña, ahora sus planes siempre contaban a la niña, no es que no quisiera salir solo con Ringo pero Aiko iba incluida y le estaba cogiendo cariño ¿Pero otro niño? Eso lo único que haría sería separar a Ringo de él, seguro.
Debía dejar de pensar esas cosas, debía dejar de pensar en sí mismo y mejor pensar en lo mejor para Ringo, era su amiga, era solo su amiga, a ver cuándo se le metía en la cabeza y quien sabe, quizás otro hijo haría reaccionar a Isamu... sí, claro.
Pasó el brazo por los hombros de Ringo y la atrajo hacia su pecho, con la otra mano acarició su pelo, ahora, aunque no se sintiese fuerte tendría que serlo, al menos que ella encontrase un poco de apoyo en él.
- Pero no estás sola, yo estoy a tu lado, puedes apoyarte en mí, entre los dos ya pensaremos algo.
...
Nagato, Kanna, Yuko y Hizashi salían del cine. La película no había estado mal, sobre todo a Nagato y Kanna parecía haberles gustado mucho, era una comedia romántica, una de esas películas llenas de equívocos y situaciones divertidas que luego terminan con su típico final feliz.
Parecía que a Nagato y Kanna eran aficionados a esas películas, cosa que a Hizashi le asombraba bastante porque no era para nada la imagen que tenía de ellos, estaba claro que las apariencias engañan, en este caso no había duda. Antes de saber que Nagato era su primo y conocerlos mejor, Hizashi pensaba que Nagato era un chulo y un matón, quizás hasta un poco delincuente y Kanna una chica superficial y tonta que solo sabía ir detrás de su "macho", pero no, nada más lejos de la realidad.
A lo mejor era porque estaban enamorados por lo que les gustaba tanto todo ese romanticismo, el caso es que salieron del cine bastante empalagosos el uno con el otro y Hizashi y Yuko decidieron que era mejor que se quedasen solos.
Así fue como Hizashi y Yuko se vieron caminando solos sin ni siquiera saber muy bien a donde iban.
- ¿Estás enfadado? – le preguntó Yuko.
- No, no estoy enfadado.
- Pues lo pareces.
- Es que yo soy así – contestó de forma seca.
- Vaya... en fin.
Sí que era un chico serio y sí que era difícil hablar a veces con él. Pero Yuko no iba a rendirse.
- Shiho y Genki han ido al planetario, dicen que es un lugar muy interesante y que hay como un cine que por la noche abren el techo y se ven las estrellas.
Hizashi no contestó, no es que quisiera ser maleducado, es que no sabía que decir.
- Oye ¿Tan mal te caigo? – protestó la chica.
Hizashi la miró muy confuso.
- Porque si te caigo tan mal pues me voy y ya está.
- No, no es eso, no me caes mal.
- Aunque pensándolo mejor quizás el que se tenga que ir eres tú.
- Siento si te he ofendido.
- ¿Qué sientes si me has ofendido? ¿Eso es todo lo que tienes que decirme? La verdad es que tus habilidades sociales no son demasiado buenas, Girei.
. Lo siento, no quería insultarte es que...
Yuko se había cruzado de brazos y parecía esperar una respuesta.
- Solía pasear por aquí con una amiga y me... trae demasiados recuerdos.
Yuko descruzó los brazos con pena.
- Lo siento – le dijo.
- Supongo que tienes razón, debería irme, no soy muy buena compañía.
- Humh... no eres demasiado educado a pesar de lo que dicen, deberías acompañarme a mi casa, yo creía que los Girei erais de los que siempre son educados pero ya veo que solo son habladurías.
- Es cierto, estoy siendo muy maleducado. Por supuesto que te acompaño a casa.
- Pues no eres una compañía muy agradable, también te lo digo.
- Siento haberte fastidiado la tarde – dijo Hizashi de camino hacia casa de la chica.
- No, no pasa nada, de todas formas ha sido divertido.
Guardaron silencio, Yuko se concentró en el ruido de sus pasos mientras intentaba pensar como romper el hielo para hablar con el chico.
- ¿Fue una relación larga? – dijo sin pensarlo mucho.
- ¿El qué?
- Con esa chica ¿Fue una relación larga?
- No, no se puede decir que fuera larga.
- Lo siento Hizashi-sempai, he sido demasiado indiscreta.
- No pasa nada.
- Yo sé lo que se siente cuando acaba una relación y la tristeza que te queda.
- Yo no estoy triste, estoy bien. Solo... solo siento un poco de vacío.
- El helado de chocolate llena ese vacío muy bien ¿Quieres que vayamos a tomar uno?
- ¿Quieres ir a tomar helado de chocolate?
- Sí, yo te invito, verás que el chocolate tiene una cosita, no sé cómo se llama, una sustancia que hace que el ánimo suba.
- Creo que se llaman endorfinas o algo así.
- Algo así, es una sustancia estimulante que te hace sentir bien.
- Yo no suelo comer chocolate.
- Ah pues eso está muy mal, hay que comer helados de chocolate cuando se está mal, es algo que todo el mundo sabe.
Hizashi no tenía ganas de nada pero tampoco quería volver a ofender a la chica así que se dejó convencer para ir a tomar ese condenado helado de chocolate.
...
De vez en cuando una enfermera salía y nombraba a alguien. Ringo no era a la única que se la podía ver lloriqueando, a unos metros de ellos una chica lloraba al parecer sin consuelo mientras un hombre y una mujer de mediana edad intentaban calmarla.
- No me extraña que llore - comentaba una mujer por detrás de Karasu - Esto no es plato de gusto.
Llamaron a Ringo y esta se levantó.
- Puedes acompañarla si quieres - le dijo la enfermera a Karasu.
Karasu se incorporó también y empujó el carrito. Siguieron a la enfermera hasta una pequeña sala y les indicó que se sentaran en un par de sillas que había frente a una mesa de despacho, ella se sentó al otro lado.
- Hola Ringo, yo me llamo Manami y soy la asistente social ¿estás nerviosa?
- Si, bastante.
- Pues tranquilízate que aquí estamos para ayudarte ¿es tu novio?
- Si, lo soy - se apresuró a contestar Karasu.
- ¿Relación estable?
- No - respondió Ringo.
- Quiere decir que no llevamos mucho, pero es estable - añadió Karasu.
- Ya veo ¿Y esta niña también es vuestra?
- Si – volvió a contestar Karasu sin dejar hablar a Ringo.
La enfermera suspiró y los miró con resignación.
- Bueno ¿qué os ha pasado?
- Yo que sé - se quejó sollozando Ringo - No lo sé, no lo sé.
- Fue un despiste mío.
- ¿Es que no usáis preservativos?
- Se suponía que no iba a pasar nada.
- ¿Y no sabéis que la "marcha atrás" no funciona?
- No es eso, es que nos dijeron que como estaba dándole el pecho no iba a quedarse embarazada.
- Ya veo. En fin, un error muy típico, no eres a la primera que le pasa, solo que hay errores que se pagan más caros que otros. A ver Ringo, dime cual fue la fecha de tu última regla
- Desde que tuve a la niña no he tenido la regla.
- O sea, que no tienes ni idea de cuanto puedes estar.
- Pero se las fechas en las que... no usamos protección.
- Bueno, algo es algo.
Ringo se llevó la mano a la frente, se estaba poniendo malísima y sentía como se empezaba a marear.
- Pero lo primero que vamos a hacer es una prueba de embarazo para asegurarnos. Puede ser que simplemente estés nerviosa. Toma - le ofreció un botecito dentro de una bolsa de plástico cerrada - Entra ahí, en esa puerta y haz pis.
Ringo lo cogió llena de miedo y miró a Karasu buscando un poco de apoyo, este sonrió levemente.
- Animo – dijo en voz baja.
- ¿Os conocéis hace mucho? - le preguntó la mujer mientras Ringo se marchaba.
Karasu no sabía que contestar, ya que había dicho que eran una pareja estable pues seguiría por ese rumbo.
- Bastante.
- ¿Estáis muy asustados?
- Estamos, se podría decir, cagados de miedo.
- ¿Y habéis hablado de lo que vais a hacer?
- ¿De lo que vamos a hacer de qué?
- Si lo vais a tener o no, si os lo vais a quedar. Por lo jóvenes que se os ve seguramente esta niña también os pilló de sorpresa ¿no?
- Pues... mas bien.
- Desde luego, mira que caer dos veces en lo mismo – suspiró de nuevo – Quizás esa vez nadie os lo dijo pero hay otras alternativas a tener al niño.
Karasu se llevó los dedos índice y pulgar al puente de su nariz, aquello sí que le pillaba de improviso, a ver, que él no era el padre de ese niño y ya era un poco tarde para retractarse.
No tardó en regresar Ringo con el botecito. La asistenta había escrito su nombre y unos números en unas etiquetas y le pidió que pegase una en el bote.
- Entrégalo en la puerta de aquí al lado y esperar de nuevo en la sala de espera. En seguida os damos los resultados. Mientras, tomad unos folletos con todas las opciones que tenéis. Si decidís no tenerlo esto es lo que podéis escoger, podemos daros, existe el farmacológico, este método es muy sencillo pero deberíamos hacerte antes una ecografía para confirmar de cuantas semanas está ya que no se puede hacer si estás de más de 7 semanas, además ¿Has dicho que estás dando el pecho? Pues habría que ver eso; y luego está el quirúrgico hasta las 12 semanas, más de eso no hacemos. Mira, aquí tenéis los precios de todo. Y luego tenéis esta opción, seguir con el embarazo y dar al niño en adopción, estos son los pasos que deberéis seguir y en ese caso os proporcionaríamos asistencia psicológica para que no hubiese problemas de última hora. Y si seguís con el embarazo y queréis quedaron con el niño pues aquí tenéis consejos que deberéis seguir. Tomad, id leyéndolo todo.
Ringo y Karasu salieron más que asustados de esa sala. Ringo entregó el bote para el análisis y se sentaron aterrorizados en la sala de espera. Ni uno, ni otro era capaz de decir nada, ambos miraban esos folletos casi sin comprender lo que estaban leyendo, de lo que si se daban cuenta es de que todo, absolutamente todo costaba mucho dinero.
Para Karasu todo empezaba a ser de lo más absurdo, él era un chico normal que lo único que quería era divertirse y al que le gustaba tontear con las chicas y de pronto estaba en una clínica mirando unos folletos que en teoría no tenían nada que ver con él ¿Pero por qué se había puesto nervioso?
- ¿Tú que quieres? - preguntó Karasu con miedo.
- Yo... solo sé que no puedo tener un niño ahora - empezó de nuevo a llorar.
- Yo te apoyaré en todo lo que decidas.
- ¿De veras lo harás? - Ringo le miró suplicante.
- Pues claro. O sea, no sé qué es lo que piensas pero yo soy tu amigo y voy a estar a tu lado. Piénsatelo todo muy bien.
- El problema es que yo no tengo dinero - habló Ringo casi en un susurro - Todo cuesta mucho y yo no tengo dinero para nada.
- Todo cuesta demasiado.
- Karasu tengo mucho miedo, ni siquiera soy capaz de decírselo a Isamu aunque a lo mejor si se lo digo... a lo mejor él me daría el dinero ¿Tu qué crees?
- Pues no sé, Ringo, no conozco a Isamu, no sé si le va a dar por decir que no quiere tener más hijos o lo mismo se alegra... es que no le conozco.
- Es verdad, tienes razón, no sé ni lo que digo.
...
Akira ayudaba a sus padres a descargar las maletas y otras cosas que llevaban para pasar allí el fin de semana, Akira siempre se preguntaba porqué su madre llevaba tantas cosas para pasar dos días, más teniendo en cuenta de que allí siempre tenían ropa "por si acaso".
Akane había llevado a una algo más emocionada de lo normal Chiharu a enseñarle el conejito que Akira le había regalado.
- ¿Y qué nombre le has puesto? – se la oía preguntar mientras entraban en la casa.
- "Pelusas"
- ¿Pelusas?
- Si, porque el otro día saltó de la caja donde le metimos y consiguió esconderse detrás de la lavadora y cuando conseguimos sacarlo estaba lleno de pelusas.
- ¿Y cómo se metió detrás de la lavadora?
- Es que no veas si corre, yo pensaba que estaba asustado porque no se movía y se dejaba coger y tu hermano estuvo quitándole unas garrapatas que tenía pero ya, ya, no veas que salto dio en cuanto me descuidé.
- Hombre Akane, es un conejo.
- Luego volvió a escaparse y no lo encontrábamos, tu tía estaba pensando ya en empezar a mover todos los muebles ¿Y a que no sabes dónde estaba metido? En un bafle de música, se metió por un agujero redondo y luego no podía salir, nos dimos cuenta por casualidad.
- Es un conejito revoltoso.
- Tu tío dice que es una conejita, no sé.
La madre de Akira miraba a este con ese gesto que Akira conocía también y que siempre ponía cada vez que llegaba con algún animal a su casa.
- ¿Cómo se te ocurrió regalarle un conejo?
- Se metió en los laboratorios y ya sabes como es el tío, empezó a decir "trae la escopeta que le voy a meter un perdigonazo" y sabes que sería capaz.
- Los animales son buenos para calmar el estrés – intervino Akito – No te enfades con el chico. Además se va a ocupar Akane de él. Ven Akira, tengo algo que decirte, vamos al despacho.
Akira siguió intrigado a su padre hasta una habitación llena de archivadores, sillas y una mesa alargada sobre la que había algunos materiales de papelería como grapadoras, bolígrafos, etc.
- ¿Pasa algo malo? ¿Mamá no quiere que Akane se quede en casa?
- No, no es eso, por supuesto que no, Akane se quedará con nosotros, es más, lo que tu madre no quiere es que vea a la suya, si por ella fuera le ponía una orden de alejamiento.
- ¿Por qué?
- Su madre sigue empeñada en que todo esto son tonterías de "la niña" para llamar la atención. Su padre sin embargo ha cambiado, se ha dado cuenta del tiempo que ha perdido y de los errores cometidos.
- Vaya, más vale tarde que nunca porque Akane necesita a su familia.
- Sobre Akane quería hablarte. Siéntate – dijo sentándose él mismo - ¿Cómo ha estado estos días?
- Bien, no ha estado mal, estuvo resfriada, ya lo sabes y un poco gruñona porque las abuelas no la dejaban hacer nada y ella no puede estarse quietecita, pero por lo demás se tomó la medicación sin protestar y bien.
- Su padre y yo hemos estado hablando con la doctora Namikaze y hemos llegado a la conclusión de que lo mejor para ella va a ser que tenga un seguimiento intensivo. Hay que aprovechar ahora que todos los acontecimientos están recientes y ella bastante receptiva.
- ¿A qué se refiere con eso de seguimiento intensivo?
- Sonomi conoce a una doctora en el Hospital Psiquiátrico de Negima.
- ¿Hospital? – se alarmó Akira.
- A ver, tranquilízate, todo esto es por el bien de Akane, no lo olvides, lo que queremos es ayudarla. Sonomi ha hablado con esta doctora y le ha contado el caso de Akane, es muy buena tratando trastornos y está dispuesta a atender a Akane.
- ¿Pero en el hospital?
- En el hospital solo estaría unos días, serían pocos días, solo los necesarios para hacerle algunas pruebas. Sonomi ha estimado que sería lo más cómodo.
- ¿Cuántos días?
- Pocos, 4, 5, a lo sumo... una semana, depende de cómo vayan las pruebas y el grado de colaboración de las personalidades de Akane.
- Pero... yo no quiero que la ingresen, yo... yo quiero estar con ella.
- Pero no puedes Akira, tú tienes que ir al instituto, no vas a faltar a tus clases, además, por las tardes puedes ir a verla.
- Pero...
- Akira, a ti también te va a venir bien, no puedes estar todo el día pegado a ella, vas a terminar volviéndote loco, también necesitas tu espacio. Ya sé lo que dices, eso de que no quieres estar separado de ella por si te necesita estar a su lado pero es que para ayudarla tienes que dejar que la atiendan profesionales.
Akira bajó la cabeza, es lo que decía su padres, tenía miedo de dejarla sola, de que al hacerlo volviera a pasarle algo malo, de que ella le necesitase y no estar allí para ayudarla, de perderla de alguna forma... pero no era la solución, él solo era una persona demasiado joven e inexperto para ayudarla.
- Además hay otra cosa – habló el padre – Seguramente, después de las pruebas y entrevistas que quiere hacerle pues deberá acudir durante una temporada todos los días al hospital.
Akira levantó la vista y le miró.
- Internarla no la vamos a internar – continuó el padre – Según la doctora el ambiente familiar es muy importante y estar contigo seguramente la ayudará más que estar internada, pero deberá ir todos los días, digamos que estará en régimen de semi-interna, debería pasar allí todas las mañanas.
- ¿Y el instituto?
- Pues tendrá que dejarlo.
- Eso no le va a gustar.
- Su padre y tu madre y yo hemos estado hablando y creemos que lo mejor va a ser que ella y tú os trasladéis una temporada a Negima.
- ¿A Negima?
- Si, no queda lejos de Kizuna, tú podrías acompañarla todas las mañanas al hospital y luego recogerla.
- ¿Y dónde vamos a vivir?
- Estamos buscando una habitación en algún bloque de apartamentos, algo barato-
- ¿Pero vamos a vivir los dos allí? ¿Juntos?
- Su padre pensó en mudarse él pero con el horario de su trabajo, que a veces tiene turno de noche pues no iba a servir de mucho. También había pensado en ir su madrastra pero tiene otros dos hijos que atender y que vaya yo no parece lo más apropiado.
- Pero... ¿Qué dice su padre de esto?
- Le hemos convencido de que confié en ti y en Akane. Además, lo más importante es que va a pagar la mitad de los gastos que todo conlleve.
- ¿Y mamá?
- Lo mismo, confía en vosotros, además sabe que Akane va a estar medicada y ganas de sexo no va a tener. No le hace mucha gracia pero dice que te va a venir bien para ir aprendiendo a independizarte, a fin de cuentas dentro de unos meses irás a la universidad
- ¿Y Akane que va a decir de esto? Porque espérate a ver lo que dice Akane, que lo mismo es capaz de ponerse a gritar y maldecirme.
- Bueno, pues se lo diremos a ver qué pasa.
Akane no dijo nada en contra. Escuchó todas las explicaciones, lo de que tenía que valorarla una doctora en el hospital, quedarse unos días y luego acudir durante algunos meses todas las mañanas, que por la tarde Akira o su padre, si tenía libre, la recogería y que pasaría las noches en un pequeño apartamento o una habitación que iban a alquilar, con Akira.
Al contrario de lo que Akira pensaba, que ya estaba preparándose para el ataque de gritos de la chica diciendo que eso era imposible y que además no iba a dejar sus estudios, Akane simplemente dijo "de acuerdo".
- Akane – habló Akira confundido - ¿Has entendido de que se trata?
- Se trata de ayudarme, todo esto es por mí bien, tus padres y mi padre van a pagar un tratamiento ¿no? Y nos van a buscar un sitito donde vivir y que también van a pagar y tu madre, aunque no le gusta, acepta que tú me cuides ¿Qué quieres que diga? Iré al hospital, haré todo lo que pidan, si tengo que quedarme a vivir en Negima porque es más cómodo pues me quedo a vivir en Negima y si tengo que ir todos los día al hospital pues iré todos los días, yo lo único que quiero es no tener miedo de mi misma y ser una persona normal, con una vida normal.
- Pero vas a estar alejada de tu madre.
- Bueno – intervino la madre – Los fines de semana los pasará con su padre o con su madre, según le toque, más o menos como ahora, salvo que entre semana no la va a tener en su casa para... que la ayude, pero tiene dos hijos ya mayorcito, no creo que cuidar al pequeño le dé tantísimo trabajo.
- Lo único – habló Akane – Es que yo la ayudaba a hacer algunas cosas.
- Pues que se vaya acostumbrando a hacerlas solita, como cualquier madre, que tampoco tiene tantos hijos.
Yoshiko se mordió la lengua cuando vio a su marido mirándola fijamente, a punto estaba de decir que esa mujer ya había utilizado bastante a su hija como criada.
- Tu padre está de acuerdo – continuó Akito – Él la convencerá y si no la convence es ella la que va a salir perdiendo.
- Mira – se acercó a ella la madre de Akira y retiró un mechón de pelo de su cara – Yo quiero mucho a Akira y solo quiero lo mejor para él, también soy madre y no creas que me hace gracia que se separe de mí, me gustaría que siempre fuese mi niño pequeño pero sé que lo mejor para él va a ser cuidarte, es lo que él quiere y si no le dejo que lo haga me va coger manía, lo sé.
Akane se abrazó repentinamente a ella.
- Yo también voy a cuidar a Akira, se lo prometo, no le dejaré que haga el vago y le obligaré a estudiar todos los días y pienso esforzarme mucho y hacer todo lo que me digan los doctores para que pronto me den el alta. Muchas gracias a los dos por todo lo que se preocupan por mí.
- Más te vale que le trates bien porque puedo ser una madre terrible.
De la misma forma repentina Akane se separó de ella y se llevó las manos a la cabeza mostrando un gesto de dolor en su cara.
- ¿Qué te pasa? – se preocupó Akira.
- Me duele... me duele... – hablaba con dificultad – No puedo... respirar... me ahogo...
- Es una crisis de ansiedad – habló Akito – Voy a por el botiquín, Akira háblale, no dejes de hablarla, ella sabe lo que tiene que hacer, que no pierda el control de sí misma.
- Aki... es... ella...
- Relájate, venga, ponte en cuclillas, vamos.
- Es... ella... está enfadada... lo sé.
- Pero tú vas a ser más fuerte, venga
- Noto el enfa... enfado dentro de mí...
- No la hagas caso, no vas a dejar que te controle ¿De acuerdo? Vamos, la cabeza entre las piernas y respira.
Yoshiko miraba asustada aquella escena ¿eso que le pasaba era normal? ¿Le había pasado más veces? Miró a su hijo, tranquilo, conservando la calma o al menos aparentando que la conservaba para trasmitir esa tranquilidad a la chica y no pudo por menos de sentirse muy orgullosa de él.
...
Les habían pedido que entraran de nuevo en la sala donde habían estado. Sentados frente a la mesa esperaban en silencio, Karasu con la pequeña en brazos intentando distraerla a que la asistenta regresase. Por fin la puerta se abrió y entró.
- Perdonarme, es que ha surgido una urgencia - dijo mientras se sentaba - Bueno ya están los resultados. Ringo... siento tener que decirte que efectivamente estás embarazada.
Aquellas palabras cayeron como un bloque de plomo sobre Ringo. Aun le quedaba una esperanza, esperaba con el corazón latiéndole a mil por hora y apretando sus manos que le dijeran que no estaba embarazada... pero no... dijo lo que no quería oír.
Ringo rompió a llorar con desesperación, ya no podía más, era algo que la había desbordado totalmente, todo se volvió negro para ella y sentía como si cayese por un agujero negro que no parecía tener fondo.
- Lo siento chicos, ya veo que no es lo que esperabais.
Karasu miró a la pequeña Aiko que agarraba fuerte sus dedos y sintió una pena tremenda por ella ¿Qué pasaría con ella? Era tan pequeña...
- Perdonad que os insista pero ¿Sabéis lo que queréis hacer?
- No - habló titubeando Karasu - No lo sabemos.
- Pues deberíais ir pensándolo. No tenéis tanto tiempo.
- No puede ser - Ringo comenzó a lamentarse mientras lloraba - No es verdad, no es verdad... esto es un error, no puede ser...
- Voy a por un vaso de agua - se levantó la asistenta.
- Ringo, Ringo, mírame, mírame a mí... a mí... eh, que me mires a los ojos... estoy contigo, no estás sola, estoy contigo ¿me ves? estoy a tu lado, voy a estar contigo todo lo que necesites...
Cuando salieron de la clínica Ringo parecía haberse recuperado del shock inicial. Ahora se sentía como atontada, como si todo fuera mentira o parte de un sueño. De camino a la estación para regresar pasaron por una solitaria calle, iban en silencio, Ringo empujaba el carrito de la niña y ambos se sentían desanimados y aturdidos, Karasu se detuvo en seco y atrajo a Ringo hacia él.
Sin decir una palabra ya que no encontraba ninguna apropiada en ese momento la abrazó y aunque la chica pareció tensarse en un primer momento al cabo de unos segundos notó como iba relajándose y rindiéndose.
- Es solo culpa mía y de nadie más – se lamentó la chica.
- Pero es que yo te quiero, ya te lo dije y quiero estar a tu lado, soy responsable de ti ¿Lo recuerdas?
- Hablas sin saber lo que dices, solo estás asustado y el momento tan intenso que hemos vivido te ha confundido.
- A mí no es tan fácil confundirme - la separó un poco de él y puso las manos en sus mejillas - Verás como de una forma u otra saldremos de esta, es estadísticamente imposible que todo nos vaya mal, algo nos tiene que ir bien por fuerza. Ahora nos relajaremos y mañana empezaremos, con calma, a pensar en todas las posibilidades que tenemos, lo haremos fríamente, analizaremos los pros y los contras y ya verás como encontramos una solución.
Y justo en ese momento en el que en realidad Karasu se sentía más deprimido porque necesitaba "algo", un gesto... lo que fuera que le demostrara que Ringo también estaba a su lado porque él también necesitaba apoyo, en ese preciso momento le pareció oír en un débil susurro una frase, simple y sencilla, dicha apresuradamente y casi sin vocalizar antes de separarse pero eran justo la que necesitaba oír para sentir que todo lo que hacía no era inútil... "yo también te quiero".

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