lunes, 25 de agosto de 2014

170. Un bofetón de la vida

- ¡Minako! - gritaba Sonomi desde el comedor de su casa - ¡La cena ya está lista!
- ¡Un minuto! - se oía a Minako.
- ¡Ni un minuto, ni dos! ¡A la mesa!
- ¡Vooooooy!
Minako salió de su habitación sonriente y feliz. Sonomi estaba de pie a punto de servir los platos mientras Minato y Nowaki terminaban de colocar la mesa.
- Es que estaba hablando con Chiharu - explicó - Tenía que contárselo todo.
- Mañana la vas a ver - comentó Minato - Ahora es hora de cenar.
- Ay es que no podía esperar a mañana ¿Y tú, Nowaki? ¿No te vas a meter conmigo?
- No, yo no te voy a decir nada, que te lo diga tu padre que para eso es tu padre - pareció gruñir.
- ¿Tengo que decir yo algo? ¿Dónde me he perdido? - preguntó Minato.
- Déjalo papá, tu hijo es un histérico.
- Yo creí que te gustaba Kamui pero ya veo que te da igual, a ti te gustan todos.
- Y me gusta Kamui, bien bueno que está.
- Ya, pero te has pasado la tarde poniendo caritas al hermano de Fatora y eso que es un viejo para ti.
- Desde luego, Nowaki, mira que eres carca.
- No digas cosas raras - habló el padre - Minako es muy joven para que le interesen los chicos.
- Pues le interesan, ya lo creo que le interesan - contestó con voz ronca Nowaki.
- No seas ingenuo Minato - añadió Sonomi - Tu hija tiene las hormonas en plena efervescencia.
Minato miró a su hija entre sorprendido y asustado ¿Su pequeña ya estaba interesada en los chicos? Desde luego que el tiempo pasaba demasiado deprisa, además, ahora que se fijaba... seguramente los chicos estarían interesados en ella... tendría que preparar ya la escopeta, como se suele decir.
- Maldito malnacido que me quiere quitar a mi niña - gruñó por lo bajo.
- A saber que pedorro nos querrá meter en casa - añadió refunfuñando Nowaki.
- Seguro que se bebe mi cerveza.
- ¿Queréis dejar de decir tonterías? - gritó Sonomi - A veces sois unos cavernícolas. Tu no les hagas caso hija y mira bien antes de quedarte con uno, que luego es para mucho tiempo y te puede tocar un... un... troglodita.
Por un momento a Nowaki y Minako les dio mucho miedo su madre y pensaban que iba a dar un capón a su padre de esos que parecía le iba a clavar en el suelo cuando el teléfono comenzó a sonar.
- No te preocupes, Nowaki - habló su padre mientras Sonomi iba a contestar el teléfono con evidente mal humor - En el fondo tu madre tampoco se fía de lo que traiga la niña a casa.
- Parece que pasa algo - comentó Minako haciendo gesto de prestar más atención a la conversación que tenía su madre por teléfono.
Nowaki y Minato miraron a Sonomi, esta parecía haberse puesto de pronto asustada y se tocaba el pelo repetidamente.
- Si, si, no te preocupes que voy ahora mismo para allá, tu tranquila ¿vale?
Vieron como colgaba y sin mirarles corrió hacia su habitación mientras se quitaba el delantal.
- ¿Qué pasa, Sonomi?
- Tengo que marcharme al hospital ¿Dónde está mi bolso? ¿Has cogido tú mi bolso, Minako? - gritó.
- ¿Por qué iba a coger tu bolso?
- ¿Cómo que te vas al hospital? - preguntó Minato - ¿Es que te han llamado? ¿Tienes que hacer alguna sustitución?
- Me llevo el coche. Ya recoges tu todo esto, no se a qué hora volveré, te llamaré...
Sonomi parecía dispuesta a salir por la puerta de su casa cuando se detuvo mirando a Nowaki.
- Nowaki... vente conmigo.
- ¿Por qué? ¿Qué pasa?
- Sé que vas a querer venir y no vas a dormir hasta que yo regrese, así que, vente.
- ¿Qué pasa, Sonomi? - se preocupó verdaderamente Minato.
- Es... Himeko y el hermano de Kamui... han tenido un accidente.
- ¿Himeko? - gritó Nowaki.
- ¿Qué le ha pasado a Himeko? - se acercó Minako nerviosa y empalidecida.
- Está en el hospital, es todo lo que se. Ella y el hermano de Kamui, por lo visto han tenido un accidente de tráfico.
- ¿Estaba con el hermano de Kamui? - habló aturdida y temblando Minako, por un momento ella ya se los imaginaba en el suelo, inmóviles y ensangrentados.
Nowaki permaneció quieto, como sin entender lo que había escuchado.
- ¿Te vienes conmigo o no, Nowaki? - preguntó su madre.
- Vamos todos - respondió Minato.
- ¿Qué le ha pasado a Himeko? - reaccionó por fin Nowaki gritando.
- ¡No lo sé! Pero no voy a dejar a Makoto y a Nagisa solas en estos momentos. Yo me voy, vosotros haced lo que os de la gana.
...
El camino hacia el hospital fue el más largo que recordaba Nowaki y eso que había recorrido ese camino multitud de veces. Su madre trabajaba en ese hospital, a parte de su consulta privada, allí era donde ingresaban sus pacientes cuando, por ejemplo, la gravedad de su anorexia, lo requería y cosas por el estilo, además ella era una de las psicólogas de la planta de pediatría y ayudaba a las familias.
Pero a pesar de todas las veces que había ido acompañando a su padre para recoger a su madre o incluso a su madre, hay el camino se le hizo más largo que nunca, seguro que su madre se había perdido o le había dado por ir por un camino alternativo porque aquello no era normal.
Minako a su lado lloriqueaba nerviosa y se sorbía continuamente los mocos, tenía un pañuelo de papel en las manos pero ya estaba humedecido y medio roto, además ella lo retorcía continuamente.
- Pobrecita Himeko, pobrecita - lloriqueaba.
Nowaki sabía que Minako quería mucho a Himeko, desde siempre. Cuando era pequeñita y veía a Himeko, Minako siempre se abrazaba a ella y cada vez que iba a su casa no sabía como se las apañaba pero o bien terminaban jugando juntas, Minako enseñándole sus nuevos juguetes y Himeko mostrando interés, algo que Nowaki siempre dudada porque los juguetes de su hermana eran completamente cursis, o también podía ser que Himeko tuviese que hacer de modelo para Minako, dejar que la peinase y la maquillase, algo que también encantaba a Minako; pero claro, Himeko nunca se quejaba, ella tenía tan buen carácter que aguantaba lo que fuese con un sonrisa.
Si por cualquier razón los padres de Himeko se tenían que marchar y dejaban a la chica en su casa, Minako hacía fiesta porque Himeko dormiría con ella y más de una vez se las apañaba para convencer a sus padres de que la dejaran pasar la noche en casa de Himeko. Para Minako, Himeko era como lo que ella deseaba ser de mayor, porque ella quería tener sus ojos y su pelo y su voz dulce.
- Minako ¿Tienes aquí tu móvil? - preguntó Nowaki.
- Pues sí.
- Déjamelo anda.
- ¿A quién quieres llamar? - le interrogó Sonomi.
- No se, a Momoka o a Kohaku.
- No me parece bien, mejor no los llames.
- Pero es que Kohaku es el novio de Himeko, seguro que él sabe algo.
- O no. Imagínate que no sabe nada, le darías un susto de muerte - explicó Minato.
- Mira, si lo sabe seguro que está en el hospital y dentro de unos minutos le vas a ver - aclaró Sonomi - Ya estamos llegando.
Nowaki estaba a punto de protestar pero mejor haría caso de los consejos de sus padres, total, ya quedaba poco para salir de dudas.
Por fin llegaron al hospital. En lugar de dirigirse directamente a urgencias, como suponía Nowaki que harían, su madre fue directa al parking principal.
A esas horas la gran entrada del hospital estaba medio desierta. Ya no había ese trajín continúo de gente entrando y saliendo, ni los grupos que se formaban hablando y comentando de los pacientes que allí había, sus enfermedades o del tiempo que hacía que no se veían, solo quedaban un par de grupos aislados que parecían hablar en voz baja, es lo que siempre sucede en los hospitales cuando casi no queda gente allí, que parece que hablar en voz alta molestará.
Los pasos de los cuatro retumbaron por la sala. Se dirigieron directamente al mostrador de información una señora de mediana edad parecía entretenida mirando unos papeles y que al oír los pasos levantó la vista.
- Buenas noches, doctora Namikaze ¿Hoy tiene guardia?
- Buenas noches. No, que va pero si me ha surgido una urgencia. Necesito que me digas donde están un par de víctimas de un accidente. Son pacientes míos.
- Claro, doctora ¿Cuáles son sus nombres?
- Himeko Girei y Fuma Kaguya, han debido venir a la vez.
- Un momento.
Nowaki y Minako miraron angustiados como esa mujer procedía a buscar la información en el ordenador. A ellos les parecía que era lentísima ¿De verdad era normal que tardase tanto?
- A ver, veamos - dijo mirando atentamente el ascensor - Si, han ingresado junto con otras tres personas. Siguen en urgencias, están en la zona "amarillos 5", no tienen cama asignada.
- Muchas gracias. Ellos - Sonomi señaló a Minato y sus hijos - Son mi familia y van a entrar conmigo.
- Pero en urgencias solo se permite un familiar por persona.
- Ya lo sé, pero se van a quedan en la sala de espera, te lo prometo y se van a ir enseguida.
- Está bien, tenga, que se las pongan en un lugar visible.
La mujer les pasó una pegatinas rectangulares con la palabra "urgencias" impresa en letra grande y negra y luego un número en rojo. Nowaki se pegó la pegatina en el pecho mientras caminaba detrás de su madre y sus pasos seguían retumbando por los pasillos.
Sonomi sacó de su bolso una tarjeta identificativa con su nombre y su foto y se la prendió en su camisa. Después de recorrer algunos pasillos por fin llegaron a la zona de urgencias. Allí había más gente, no solo gente esperando por los pasillos si no enfermeros, auxiliares, celadores y doctores que caminaban de un lado para otro. Sonomi siguió sin dudar guiándolos por esa especie de laberinto que era aquel sitio para Nowaki mientras se preguntaba si sabría salir de allí si tuviera que hacerlo solo, porque volver por donde había venido seguro que no sabía.
Sonomi les dijo que se detuviesen y esperasen. Nowaki vio cómo se dirigía a una zona central donde había un gran mostrador. La vio hablar con varias personas allí y luego como la pasaban unos papeles que miró con detenimiento. Después de devolverlos se acercó de nuevo a ellos.
- Sus padres están en la sala de espera, aún les están haciendo radiografías y pruebas. Vamos por aquí.
- ¿Eso quiere decir que Himeko no está muerta? - preguntó Minako con un hilo de voz.
- ¡Pero que bruta eres! Claro que no, por dios, no digas esas cosas, están haciéndole pruebas.
- ¿Pero es muy grave? - se interesó ahora Nowaki.
Sonomi no le respondió. Justo habían llegado a una sala no muy grande, llena de sillas colocadas pegadas a las paredes y allí dentro, en silencio, estaban los padres de Himeko y los de Kamui, también estaba este, Hizashi, Kohaku, Karura y Karasu.
Nagisa, la madre de Himeko, estaba sentada en una de las sillas, tenía los ojos rojos e hinchados de llorar y al ver entrar a Sonomi se levantó y corrió a abrazarse a ella.
- ¿Cómo ha podido pasar algo así? - lloró de forma desgarrada.
Nowaki sintió un nudo en su garganta y unas ganas tremendas de llorar. Minato se acercó al padre de Kamui, serio y con la cara desencajada y, poniendo una de las manos en su hombro, le ofreció la otra que el hombre estrechó casi sin levantan la vista del suelo.
- Lo siento. Animo - habló en voz baja.
- Gracias.
Sonomi ahora abrazaba a Makoto, la madre de Kamui y Minako ofrecía su mano al padre de Himeko.
- Lo siento ¿Qué se sabe de ellos?
- Están haciéndoles un scanner, eso es lo que han dicho - respondió Ichirou Girei.
- No me dicen nada - lloraba Nagisa sentada de nuevo en una de las sillas - No me quieren decir nada, mi niña se va a morir, se va a morir.
- Ya... ya... - Sonomi acarició la espalda de la mujer - No digas esa tontería. He visto sus informes y no se va a morir.
- ¿Los has visto? - Makoto se separó bruscamente de ella para mirarla a la cara - ¿Y cómo están?
- Eso aún no se sabe, hay que ver qué clase de daños han sufrido.
- No puedo creerme que pase esto - se lamentaba Karura abrazándose a Karasu - No puede ser verdad, es una maldita pesadilla.
Nowaki no sabía qué hacer, ni que decir, la tristeza y angustia que emanaban esas personas era superior a lo que él podía asimilar y luego estaba la idea de que aún no podía creerse, al igual que Karura, de que estuviese ahí realmente. Después de mucho dudar optó por acercarse a Kamui que miraba distraído a través de una ventana, este giró la cabeza.
Tampoco sabía a quien acercarse, todos estaban destrozados... Kamui, Hizashi, Kohaku, Karura... Minako miraba a todos aterrada, no tenía que haber ido, ahora se arrepentía.
- ¿Y... como ha sido? - se atrevió Minato a preguntar. Esa era una pregunta que todos tenían en mente pero nadie se atrevía a formular.
- Iban en moto y por lo visto un coche se les ha echado encima - contestó con voz entrecortada Kohaku.
- ¿Qué iban en moto? - se extrañó Nowaki - ¿Que moto?
- Era la moto de Takumi - habló ahora una llorosa Karura - La tenía en casa de la abuela Mito, se la había regalado para su cumpleaños y no la cogió nunca y Fuma estuvo poniéndola a punto, dijo que era una moto estupenda...
Las lágrimas impidieron que Karura siguiese hablando.
- Himeko... - comenzó a hablar con dificultad Kohaku - Himeko se torció el tobillo, se le había hinchado y se quejaba bastante y pensamos que no debía bajar el camino hacia la estación de tren andando y entonces Fuma dijo que la llevaría en moto.
- Iba a bajarla a la estación mientras Takumi, Momoka y Kohaku bajaban andando - continuó Karura - Y yo le esperaría a que volviese y bajaríamos entonces... juntos... pero no volvió a subir... no volvió a subir...
- Buenas noches... - alguien golpeó la puerta con los nudillos y todos miraron hacia allí. Un hombre de unos 30 años, vestido con bata blanca y portando un informe entró - ¿Familia Girei?
- Si, somos nosotros.
- Encantado - le ofreció la mano al padre de Ichirou - Soy el doctor Morikubo, el doctor de su hija Himeko.
- Yo soy su madre - se acercó a él Nagisa - ¿Cómo está?
- Himeko tiene varios traumatismos y aunque son muy aparatosos pueden estar tranquilos, está fuera de peligro.
Casi todos los presentes dieron un suspiro de alivio.
- ¿No tiene hemorragias internas ni nada de eso? - se interesó Ichirou.
- No se preocupen, le hemos hecho un scanner y no hay indicios de hemorragias o roturas. De todas formas mañana volveremos a hacerle otro scanner.
- Entonces ¿Mi hija está fuera de peligro? - se aseguró Fugaku.
- Si, lo único que tiene son todos los golpes que se ha llevado y eso sí varias fracturas en las extremidades inferiores... la verdad es que se ha llevado unos buenos golpes, no se si saben que en el momento de la colisión ella debió caerse y terminó golpeándose fuertemente pero ha tenido mucha suerte. Ahora está descansando, le hemos puesto un sedante porque, evidentemente, está muy dolorida y además muy nerviosa. Vamos a trasladarla a pre-ingresos, en cuanto haya una habitación libre pasará a planta.
- Dígame la verdad, doctor, no soy un hombre que se asuste fácilmente y soy su padre y no soporto las mentiras - dijo en tono grave Ichirou - ¿Himeko va a volver a andar?
La madre de Himeko sintió como algo le ponía el estómago del revés.
- Mire, va a volver andar, seguro, no tiene dañada la columna ni se le ve nada que haga sospechar que no vaya a ser así, tiene movilidad y sensibilidad en las piernas, pero eso si, tendrá que pasar una rehabilitación larga.
- Perdón doctor, yo soy la doctora Namikaze, psicóloga.
- Encantado doctora ¿Se ocupa usted de los familiares?
- Si, yo me ocupo de los familiares ¿Se sabe algo del chico que iba con él? Ellos son sus padres.
- ¿Ustedes son los padres de Fuma Kaguya?
- Si, es nuestro hijo - respondió apresurada Makoto - ¿Cómo está?
- Pues mire, no se decirles concretamente nada, es otro equipo el que se ocupa de él, supongo que no tardarán en venir a decirles algo.
- ¿Pero no sabe si está muy grave? - parecía preguntar suplicando la madre.
- Lo siento, no lo se, pero tenga paciencia, si no han venido a decirles malas noticias es que no las hay.
- ¿Cómo puede ser que nos tengan aquí sin decirnos nada? - se quejó el padre - Mi hijo puede estar muerto y nadie nos dice nada.
- De verdad, no se preocupen, si su hijo hubiese fallecido les aseguro que ya lo sabrían. Voy a preparar el informe de su hija, intentaré hablar con el doctor que lleva a su hijo y le diré que pase por aquí. Con permiso, hasta luego.
Fugaku le vio marcharse con evidente rencor, no había protestado mas por Makoto, por su mujer que lloraba sin cesar y sabía que no le gustaba que se quejase tanto pero como no le dijeran algo pronto allí se iba a armar una buena.
Era un momento muy delicado e incómodo aquel porque por un lado había mas o menos buenas noticias sobre Himeko pero seguía sin saberse nada sobre Fuma, así que nadie sabía muy bien como comportarse.
Kamui miraba a todo el mundo lleno de angustia, a sus padres a los que veía preocupados, sobretodo a su padre, nunca se hubiera imaginado verle así, destrozado, intentando mantener la compostura pero era evidente que no podía. Él creía que su padre y Fuma se odiaban, pensaba que a su padre le traía sin cuidado lo que Fuma hiciese o lo que le pasase, le había oído decir que para él ya no era su hijo, que era como si hubiese muerto pero estaba claro que no, que solo eran palabras porque en esos momentos veía a su padre hundido como nunca lo había visto ¿Y esa prepotencia que siempre mostraba? ¿Dónde estaba su altivez? ¿Dónde la frialdad que le caracterizaba? Ahora le parecía un hombre débil, frágil y le daba mucha pena.
¿Y él? Creía odiar a su hermano por haber separado a la familia pero ahora sentía mucho miedo.
Miró a Nowaki intentando animar a Kohaku al que se le veía realmente mal. Hizashi se acercaba a Karura y la abrazaba... No se extrañó demasiado, sabía que ellos dos eran más que amigos, todo el mundo lo decía, ahora parecía que lo habían dejado e incluso Karura demostraba más preocupación por el mayor de los Kaguya, cosa que le había sorprendido muchísimo, pero no cabía duda de que seguían siendo buenos amigos o a lo mejor no lo eran pero ese suceso tan horrible había servido para unirles de nuevo.
- No te preocupes - decía Karura casi al oído de Hizashi - Ya verás como no es tan grave.
- Pase por aquí, por favor - oyeron decir ahora desde la puerta. Una auxiliar indicaba a la abuela Mito que entrase en la sala.
- ¡Es la abuela Mito! - exclamó Nowaki.
- Buenas noches - saludó la abuela Mito - He venido en cuanto he podido.
- ¡Abuela Mito! - exclamó también Karasu - ¿Qué haces aquí?
- Hijo, no podía quedarme en casa sabiendo lo que había pasado, así que he venido con Takumi y Momoka.
- Hola - apareció por la puerta Takumi - Acabamos de llegar. Hemos dejado a Momoka en su casa y... la abuela tenía que venir, si no le da algo.
- Bueno señora - dijo la auxiliar - Aquí la dejo con sus parientes. Muchas suerte.
- Claro, claro - comentó la abuela viéndola marchar - Muchas gracias.
- Pero siéntese - habló en un tono más relajado Nagisa - Debe estar muy cansada.
- Si, si lo estoy. Han estado este fin de semana en mi casa, acababa de despedirme de ellos, como aquel que dice cuando me han avisado. He venido en un taxi y me encuentro mareada ¡Ay! - suspiró con dificultad y buscó en el bolsillo de su falda y sacó un pañuelo blanco con el que se limpió los ojos llorosos - ¡Ay que desgracia! ¿Cómo están? Kohaku, hijo, ven conmigo ¡Ay!
La abuela Mito suspiraba como si le costase un gran esfuerzo respirar mientras las lágrimas caían de sus cansados ojos que no cesaba de intentar secarse con el pañuelo.
- ¿Quiere que le traiga algo? ¿Un vaso de agua? - se ofreció Minato amablemente.
- Si, muchas gracias, un poco de agua me vendrá bien.
- ¿Ha venido usted sola? - preguntó Sonomi.
- No. Ha venido también mi hermano, se ha quedado fuera.
- La abuela se ha empeñado en venir - explicó Takumi - Así que al final cogimos un taxi.
- Voy a ver si encuentro a su hermano y le traigo algo de beber - habló Minato - Ahora vuelvo.
- Nowaki - llamó su atención Sonomi - Creo que deberías llevar a Kamui a tomar el aire, no tiene buena cara.
- Me encuentro bien, gracias.
- Tiene razón - añadió su madre - No tienes buena cara, anda sal y poco. Si viene el doctor yo te contaré todo lo que nos ha dicho, además si nos lleva a verlo no creo que puedas pasar. Por favor, no quiero que te pongas ahora enfermo tú.
- Está bien - resopló - ¿Me acompañas Nowaki?
- Voy con vosotros - habló Karasu - Necesito un chute de café en vena.
- Ve tú con ellos, Hizashi - indicó Sonomi - Y vosotros - señaló con la cabeza a Kohaku y Karura - Este ambiente no es bueno, está muy enrarecido.
- No, yo me quedo - contestó rotunda Karura - Necesito estar aquí.
- Pero Karura...
- Tengo que estar aquí.
Aquella respuesta tan firme y segura convenció a Makoto de que sus sospechas eran ciertas: esa chica tenía algo que ver con Fuma. Había llegado en la ambulancia, junto con Kohaku y los otros compañeros de viaje venían por otros medios, como acababa de confirmar el chico que acompañaba a su abuela, por lo visto la dueña de la casa a donde habían ido a pasar el fin de semana; así que esa chica seguro que era "algo" de Fuma, una amiga no, algo más que una amiga, quizás una novia... Todo aquello le hacía comprender que no sabía nada de su hijo, claro, como no vivía en su casa pues... no, esa no era excusa, simplemente no solían hablar mucho y ahora se daba cuenta del desconocimiento que tenía sobre Fuma ¿Qué clase de vida llevaba? ¿Quienes eran sus amigos?
Parecía una tontería ponerse ahora a pensar en eso pero así conseguía no obsesionarse tanto por el estado de Fuma y es que la angustia la estaba empezando a devorar.
- Ve tu también con tus amigos, Takumi - dijo la abuela Mito - Yo me quedo con con señores Girei y Kaguya.
- Está bien, buscaré yo también al abuelo.
- Me alegro de verte, abuela - hizo un gesto Karasu.
- Ay Karasu, hijo, no te había visto. Luego hablamos.
- ¿Y como es que estás tu aquí, Karasu? - curioseó Minako mientras salían de la sala de espera.
- Karura me llamó. Estaba histérica.
- Has llegado muy pronto - indicó Hizashi.
- Bueno es que ya estaba aquí. He pasado la tarde en el hospital.
- ¿Y eso? - preguntó Kohaku - Es cierto que estas aquí cuando hemos llegado todos.
- Es por Ringo. Está ingresada.
- ¿Qué le ha pasado a Ringo? - se alarmó Nowaki.
- Nada... cosas suyas... una pequeña intervención que tienen que hacerla.
- ¿De qué?
- No es nada, solo que tienen que... bueno, no es nada importante. Me han dicho que solo la ingresan para que esté a primera hora pero que en cuanto le hagan la prueba esa pues se va a casita.
Karasu esperaba que su leve explicación hubiese servido, no iba a ponerse allí mismo, delante de todos, a contar que al día siguiente iban a hacer un legrado a Ringo, no parecía ni apropiado, ni nada.
Kohaku le observó con detenimiento. Estaba claro que su hermano algo ocultaba pero que prefería no contar delante de ciertas personas, sería algo personal de Ringo, lo que le llevó a la conclusión de que ellos tres, los hermanos Akasagan, estaban gafados, porque mucha casualidad era que los tres tuviesen a su, digamos, "pareja", por llamarlo de algún modo, ingresada en el hospital.
Comenzaron a hablar de lo extraña que era la vida y como nunca se podían hacer planes porque de pronto sucedían cosas como esas. En general, las personas creemos que las cosas malas les suceden a los demás, sabemos que existen accidente y enfermedades pero son los demás quienes los sufren, por eso, cuando nos vemos viviendo de cerca alguna de esas cosas nos sentimos como si la vida nos abofetease.
- ¡Mirad quien viene por ahí! - gritó de pronto Minako - ¡Aki! ¡Akira! ¡Yuri!
- Yuri, Akira y Akane, que cosa tan rara - reflexionó Nowaki - Espero que no les haya pasado nada ¿Y por qué vienen juntos a estas horas?
Yuri aceleró el paso hasta casi correr y se abrazó a Kamui que no supo que hacer pero que agradeció sentir el calor humano y correspondió al abrazo.
- ¡Hola chicos! - se acercó preocupada Akane - ¿Cómo están Himeko y Fuma?
- ¿Sabes lo que ha pasado? - curioseó Nowaki.
- Claro que lo sabemos, Momoka me llamó y me lo contó todo – respondió Yuri separándose de Kamui – La pobre estaba muy afectada y necesitaba contárselo a alguien.
- Si que estaba mal – apuntó Takumi – Es normal, nosotros bajábamos andando hacia la estación cuando nos encontramos con que había habido un accidente en la carretera y… eran ellos, ha sido… horroroso, a Momoka le dio un ataque de histeria.
- No nos dejaron acercarnos a ellos – se lamentó Kohaku – No pude acercarme a Himeko hasta que la subieron a la ambulancia.
- ¿Y cómo es que os ha dado por venir? – quiso cambiar la conversación Hizashi viendo como la cara de Kohaku iba crispándose por momentos.
- Tenían que venir – se quejó Akira – Ya sabéis como son las mujeres y más estas dos, si no meten sus narices es que revientan.
- Que gracioso ¡Estábamos preocupadas por nuestros amigos! – gruñó Akane dándole un golpe en el pecho con el dorso de la mano.
- ¡Ay! Nos ha traído mi padre. Nos ha tenido que traer mi padre porque si no Yuri es capaz de venirse andando, ya había amenazado con hacerlo y la cabeza de calabaza a acompañarla.
- Estaba muy preocupada – añadió Yuri enfadada - Yo soy así, no lo puedo evitar, no podía intentar dormir sabiendo que... La madre de Nowaki nos ha dicho que estabais aquí.
- Ya hemos visto a Karura – continuó hablando Akane – Está hecha polvo y no hay forma de sacarla de allí.
- Creemos que Fuma está bastante delicado – contestó Hizashi – Es que han ido a darnos el informe de Himeko pero no sabemos nada de Fuma y él se llevó la peor parte.
Akane se acercó a Kamui, él la miró y luego miró a Nowaki y a Yuri... eran sus amigos, esos amigos que cuando saben o presienten que les necesitas dejan lo que sea para acudir a tu lado y él era un estúpido por no valorarlos. Dejándose llevar solo por la necesidad de sentirse confortado, abrazó a Akane.
- No quiero perder a mi hermano – dijo con voz dolida y angustiada.
Akira hizo un gesto de molestia y se apoyó en la pared mientras los observaba. No le molestaba haber ido hasta el hospital a esas horas, le daba pereza, lo reconocía, pero no le molestaba, incluso le parecía bien porque él también estaba preocupado por sus amigos pero ver aquello… esperaba que el Kaguya no volviese a empezar otra vez con la tontería porque ahora si que no iba a ser delicado, ahora Akane era suya, así que que no iba a hacer concesiones.
- ¿No tendrá alguien un cigarrillo?

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