sábado, 23 de agosto de 2014

144. Un suceso desagradable

Misaki y Suo no bailaban con nadie, simplemente te limitaban a mirar como lo hacían los demás.
- ¿Por qué no sacas a alguna chica a bailar? - preguntó Misaki a Suo.
- Porque estoy contigo.
- Bueno pero puedes bailar con alguna chica.
- Es que no me apetece.
- Por mí no lo hagas, yo ya estoy acostumbrado a esto.
- No lo hago por ti, simplemente no me apetece.
- Pero es que si te quedas conmigo alguien puede pensar…
- ¿El qué? ¿Qué soy gay por no bailar con una chica y estar hablando con un amigo?
- Pues sí.
- Misaki, creo que deberías afrontar lo que somos.
- ¿Cómo?
- Eres homosexual y yo estoy saliendo con un homosexual, creo que debes afrontarlo de una vez, somos una pareja gay.
- ¿Es que no lo afronto?
- No, no lo afrontas. Lo dices pero no lo aceptas, no te aceptas a ti mismo y así difícilmente nos van a aceptar los demás.
- ¿Quieres que lo afronte aún más?
- Quiero que no te avergüences. No tienes nada de que avergonzarte, eres una buena persona, eres agradable y simpático y tienes que dejar de ir por la vida pidiendo perdón por que no te atraigan las mujeres, es un poco ridículo ¿no crees? - le sonrió - Si yo me atrevo a estar contigo sin importarme lo que digan de mi creo que tú también deberías hacerlo.
Misaki bajó la mirada un poco avergonzado, la verdad es que tenía razón, se escondía bastante en la excusa de que podía causarle problemas o cosas así... solo eran excusas para encubrir su miedo al rechazo. Ya le habían rechazado varias veces y aunque se decía así mismo que daba igual, que era lo mismo que si le rechazase una chica, lo cierto es que siempre tenía el miedo de que además de rechazarle se burlasen de él... que también había sucedido. Aunque lo más doloroso no fue un rechazo sino más bien una traición... había conseguido tener una relación con un chico, con un chico que le gustaba muchísimo y por el que hizo demasiados sacrificios, creyó que era su alma gemela, era tan buena persona, le cuidaba, se preocupaba por él, siempre le ayudaba, iba a buscarle a la universidad sin miedo a que le vieran, le presentó a sus padres y él le llevó a su casa y... todo fue tan perfecto durante más de un año... hasta que de pronto comenzó a notarle extraño, distante. Se esforzó por recuperarle, porque todo volviera a ser como antes y parecía que lo había conseguido cuando de pronto un día llegó y dijo que no podían verse más, que había conocido a una chica y que estaba enamorado de ella y que su familia, la misma familia que le había acogido con cariño, le había dicho que era conveniente que se alejara de él...
Misaki se había quedado completamente hundido y le costó mucho superarlo. Por suerte tenía a sus padres y a Sumire a su lado, siempre había recibido el apoyo de su familia, desde luego no podía quejarse.
- Lo se - dijo con voz apagada - Soy como una nena asustada y que tiene miedo que la lastimen. En realidad no es que me avergüence de mí mismo, lo que pasa es que tengo miedo de que vuelvan a hacerme daño, a ilusionarme y luego...
- Pero esa no es razón para comportarte así.
- Si lo es cuando... cuando comienzas a sentir algo por un amigo - le miró con pena.
- ¿Recuerdas lo que pasó en el pueblo de Akira? Yo te besé y te pedí que avanzáramos en nuestra relación y bueno, esperaba otra cosa, no se, no esperaba que fuéramos novios y estuviésemos todo el día besándonos pero quizás que confiases un poco más en mí. Yo no he salido nunca con un chico en plan pareja, apenas si he salido con chicas, solo con Yuri y fue todo muy extraño, así que no se como tengo que tratarte, si cogerte la mano o darte un beso al despedirnos... ni se cual es mi rol.
- ¿Tu... rol?
- Sí, he leído que en estos casos suele haber uno dominante y otro pasivo, por así decirlo.
Misaki se puso repentinamente colorado o al menos él pensó que se había puesto colorado porque sentía arder su cara.
- No se que rol es el mío - continuó hablando Suo como si nada - Soy más alto que tú y tu tienes un aspecto como más delicado, eso creo que indicaría que yo sería el seme pero por otro lado tu eres un poco más mayor que yo y deberías ser más maduro y además tienes experiencia en este tipo de relaciones así que no se si eso me convierte en el uke.
- ¿Qué te parece si dejamos ese tema por ahora? - habló con miedo.
- ¿Qué crees que piensan los demás?
- ¿De qué? ¿De nosotros?
- No, ya se que nuestros amigos no piensan mal y los que no son amigos me dan igual, digo de cual es nuestro rol.
- De verdad... vamos a dejar el tema.
...
Karasu observaba a Ringo hablando por teléfono, habían salido al jardín de la casa de Stella, ya no llovía y el aire esa fresco y húmedo.
- ¿Ha comido bien? - oía decir a Ringo - ¿Y le has cambiado los pañales?
A Karasu le hacía gracia, siempre le había resultado gracioso ver a las madres histéricas cuando se separaban de sus hijos, por lo menos la primera vez, aunque las hay que se ponen histéricas siempre. Recordaba que cuando él iba al colegio a veces hacían excursiones y todas las madres, o al menos muchas, acudían a la hora de la partida a despedir a sus niños como si se fuesen al exilio o algo así, claro que a él, que nadie iba a despedirle, aquello le resultaba ridículo, era un niño pequeño, había que comprenderle.
- ¿Qué? - dijo cuando vio a Ringo apagar el móvil - ¿Mi hermana aprueba el examen o no?
- No es que no me fie de Karura, es solo que...
- Aiko va a estar bien, ya lo verás.
- Si ya lo se, ya lo se. No es por Karura, es que me siento mal dejándola para venir a una fiesta.
- Oh sí, eres una madre horrible.
- Quiero decir que dejarla para ir a trabajar o algo importante lo veo normal pero para ir a una fiesta pues ¿No es un poco egoísta? - Ringo hizo un gesto de molestia y se llevó las manos a los riñones.
- ¿Qué te pasa?
- No se, me duelen los riñones y me encuentro como revuelta, creo que la bebida me ha sentado mal.
- Bueno pues vamos a sentarnos un poco.
Xu-Xu separaba de ella a un Kenshi demasiado cariñoso.
- No Kenshi, no lo entiendes - decía mientras abandonaba el sitio donde estaban bailando.
- ¿Pero qué pasa? ¿Te he ofendido?
- Pues sí, mira, me has ofendido. Te dije que no y tú has insistido, y me molesta que no me hagas caso.
- Pensé que solo lo decías por…
- ¿Por qué, Kenshi? ¿Por qué razón iba a decirte que no me besases si no era porque no quería que me besases?
- Bueno, a veces las chicas decís unas cosas y…
- Eso será lo que haga Yuri pero fíjate, te tengo una noticia: yo no soy Yuri y si digo que no, es que no.
- Tampoco hace falta que te enfades tanto, al final no te he besado.
- Pero me molesta que insistieses, la primera vez no me molestó, entiendo que te apeteciese pero te dije que no y tu insististe y eso si me mosqueó. Yo no soy Yuri, Kenshi, acostúmbrate a que yo soy yo y no hago lo mismo que Yuri.
- Está bien, tampoco quiero que hagas lo mismo que ella.
- Pues entonces relájate un poquito.
Xu-Xu reía interiormente, es que le encantaba aquella cara de ¿Qué ha pasado aquí? de Kenshi, claro que le hubiera apetecido besarle, pero no, no y no, Kenshi tenía que darse cuenta de que ella no era Yuri y tenía que aceptarla a ella con sus manías y con lo que fuera.
...
Aprovechando que ya no llovía Karura decidió salir a dar un paseo con la pequeña Aiko, entre otras cosas porque la niña se negaba a volver a dormirse después de tomar el biberón y no sabía muy bien que hacer con ella o como entretenerla, ni siquiera si a los niños tan pequeños había que entretenerlos.
Paseó sin rumbo fijo por las calles de Kizuna, no se planteaba donde ir, simplemente caminaba, era relajante, al menos a ella le relajaba. Caminando despacio y distraída cuando se dio cuenta de que lo hacía por el parque, había una zona separada con una pequeña valla llena de colores amarillos, rojos y azules y dentro un tobogán con forma de casita y un par de balancines, Karura se detuvo para ver a los niños que jugaban bajo la atenta mirada de sus padres, lástima que Aiko fuera tan pequeña.
Iba a marcharse cuando le llamó la atención algo que nunca esperó ver. Parpadeó varias veces para asegurarse de que no era una obsesión suya y hasta iba a frotarse los ojos cuando aquella figura se dio cuenta de que le observaba y sonrió.
Era Fuma, el mismísimo Fuma ¿qué hacía allí? A primera vista estaba con un par de mujeres jóvenes y unos niños pequeños ¿Es que Fuma tenía un hijo?
Ya no se marchó, sobretodo porque Fuma la había visto y parecía despedirse de esas mujeres, algo debió decirles de ella porque ambas se giraron y la miraron. Ahora sí que no se marchaba, la curiosidad se lo impedía y si Fuma no se acercaba lo haría ella misma, pero si, Fuma se acercaba a ella.
- Hola ¿Qué haces por aquí?
- Que casualidad encontrarnos – respondió Karura un poco incómoda, puede que Fuma fuese la última persona que esperaba y deseaba encontrarse, no negaba lo nerviosa que se había puesto y ahora que lo tenía frente a ella se preguntaba por qué no se habría marchado cuando tuvo oportunidad.
- ¿Y esta niña?
- Es la hija de una amiga, la estoy cuidando.
Fue cuando Fuma hizo el gesto que menos esperaba Karura, se agachó y sonrió a la niña.
- Perdona – habló temerosa Karura - ¿Y tú que haces aquí?
- Saludaba a una vieja amiga, vieja de que éramos amigos hace tiempo, no de edad.
- Ya me lo imagino.
- ¿Quieres tomar algo?
- Mira Fuma es que yo no...
- Tranquila, no voy a acosarte, ni a hablarte de amor, ya he aprendido la lección.
- ¿Qué lección?
- A no agobiar a nadie, si no me quieren no puedo obligarles a hacerlo,
Eso iba por ella, seguro.
- Te invito a tomar algo.
- No, mejor no, gracias.
- ¿Ni siquiera quieres tomar algo conmigo?
- No es eso, es que no me apetece.
- ¿Y dónde ibas?
- Estaba dando un paseo.
- Bueno, pues te acompaño un poco ¿O también te molesta?
- No, claro que no me molesta.
Aunque Karura reconocía que la situación era de lo más incómoda. Se suponía que ella se había separado o al menos intentaba separarse de Hizashi y Fuma para poder aclarar sus sentimientos... esta situación no ayudaba en nada.
- ¿Te gustan los niños? – preguntó Fuma, quizás por hablar de algo.
- Pues no lo se, disgustarme no me disgustan, creo que me gustan pero los de los demás, o sea estar con ellos un ratito está bien pero luego que los aguanten los padres ¿Y a ti?
- Si, a mí me gustan – contestó con tono de melancolía – Una vez estuve a punto de tener un hijo.
De nuevo Karura volvió a quedarse perpleja.
- Precisamente con una de las amigas con las que estaba. No me mires así, apenas sabes cosas de mí.
- Es que no me esperaba algo así.
- Teníamos 16 años y éramos bastante imprudentes. Estábamos muy enamorados o al menos eso pensábamos, ya sabes de esos amores que piensas que no se van a acabar en la vida. A mi padre no le gustaba esa chica, decía que no era apropiada para ser una Kaguya y yo, en plan rebelde sin causa, más me empeñaba en hacer justo lo que mi padre me negaba, fuimos novios durante dos años, hasta que ella se quedó embarazada.
Karura le miraba con la boca abierta, realmente no sabía nada de él.
- ¿Y qué pasó? – preguntó ya intrigada.
Fuma curvó los labios en una leve y amarga sonrisa mientras bajaba la mirada y Karura se sintió muy avergonzada de su falta de delicadeza.
- Simplemente se acabó. Después de discusiones con mi padre, de llantos de mi madre, de gritos y más gritos, un día... se acabó, ella se deprimió mucho y me culpó a mí, dijo que mis discusiones con mis padres la habían puesto nerviosa... y todo se acabó... es curioso como de pronto, de la noche a la mañana, alguien que te decía que te quería deja de hacerlo y huye de ti.
...
Ryuko y Kyojin tampoco bailaban, simplemente no les apetecía, quizás se debía a que una vez, hace ya unos años, durante una fiestilla unas niñas se rieron de Kyojin llamándole "foca sin gracia" o que ninguno de los dos era demasiado bailón, no importaba porqué pues ellos estaban bien sin bailar, al contrario, aprovechaban la tranquilidad para sentarse cómodamente y hablar un poco, aunque fuera para comentar las parejas que veían bailar y los que no.
- No hace falta que te pongas tan borde - llegaba hasta ellos aunque amortiguada por la música la voz de Setsu.
- No bailaría contigo ni aunque fueras es único chico y me muriera de ganas, so boquerón - oían también a Hikari.
- Uy mírala que exquisita. Pues que sepas que yo solo te estaba haciendo un favor, para que no piensen que eres una solterona amargada y que no te comes un colín.
- Vaya dos - comentó Kyojin - Son peores que Akane y Akira cuando se llevaban mal.
- Solo falta que Hikari le lanzase algo a la cabeza.
- Pues ya sabes lo que dicen, amores reñidos son los más queridos - sonrió al recordarlo.
- ¿Qué tal os lo estáis pasando? - se acercó a ellos Yuri.
- ¿Que haces que no estás bailando? - preguntó Kyojin.
- Estoy comprobando que todos lo estáis pasando bien ¿Lo estáis pasando bien?
- Si, muy bien - contestó Ryuko - ¿Que tal tu golpe?
- Ah, ya casi no me duele. Vaya, parece que Taro viene hacia nosotros - comentó Yuri.
- Viene con cara de mendigón, este quiere pedir algo.
- ¿Qué será?
- ¡Hola! - les saludó Taro alegremente - Taro quiere bailar con Ryu-chan.
- No, déjalo Taro, no tengo ganas.
- ¿Por qué? Anda, ven a bailar con Taro, harás feliz con Taro si bailas con él.
- ¿Por qué no se lo pides a Hikari? - le dijo Kyojin.
- No, a Hikari no le gusta Taro sin embargo Ryu-chan siempre es amable, anda, vamos a bailar.
- Anda baila un poco con él o no se callará - sugirió Yuri.
- ¿No te importa, Kyojin?
- No, claro que no. Yuri me hace compañía hasta que vuelvas.
Ryuko salió a bailar con Taro más que nada porque no quería resultar una sosa que siempre dice que no a todo, bueno Kyojin la conocía y sabía como era y a priori parecía gustarle, pero de todas formas ella quería demostrar que tampoco era de esas que siempre está pegadita a su pareja y que no hace nada sin ella, no quería que pensase que era como una lapa, porque sabía muy bien que esas chicas terminaban agobiando bastante.
Taro era divertido, dijo un par de tonterías que la hicieron reír y antes de que se diera cuenta la canción había terminado.
- Bueno pues ya está - dijo - Vuelvo a mi sitio.
- Taro te acompaña.
- Ahora me toca a mí - oyó de pronto a la vez que sintió un aliento demasiado cerca de su oreja y unas manos sujetándole la cintura.
- Déjame - dijo girándose bruscamente para quedar cara a cara frente a Seishiro.
- Vamos a bailar, no seas tan arisca.
- No me apetece bailar, déjame.
- Venga mujer ¿Quieres montar una escena delante de todo el mundo?
Ryuko buscó a Taro pero este parecía entretenido hablando ahora con Jisei. Miró hacía donde estaba Kyojin hablando tranquilamente con Yuri y sin darse cuenta de nada.
- Si te pones nerviosa la gente va a pensar que eres una histérica - sonrió cínicamente - Porque no te estoy haciendo nada ¿O sí?
- Déjame, Kyojin me espera.
- Kyojin está muy ocupado con Yuri, ni siquiera te echa de menos.
Aquella frase dejó a Ryuko unos segundos confundía y Seishiro comenzó a moverse al ritmo de la música.
- Vamos, no seas así conmigo, sabes que siempre me has gustado, nunca haría nada que te molestase.
Ryuko le miró aún más confundida.
- No digas chorradas - dijo al fin.
- Hasta cuando te enfadas resultas de lo más dulce.
- Déjame, por favor te lo digo, déjame.
- ¿Sabes cual es tu problema? Que no tienes confianza en ti misma y eso se nota, todos lo notan, Kyojin lo nota, por eso se lo pasa mejor con Yuri que contigo.
¿De que hablaba?
- ¿No lo ves? Mira como se ríe, seguro que se lo está pasando muy bien... contigo no le he visto reírse tanto.
- Eso es una tontería.
- ¿Tontería? ¿No crees que a lo mejor le guste Yuri?
- Yuri es amiga suya desde siempre, es como su hermana.
- Si, seguro - volvió a sonreír de aquella forma - Que inocente eres, me encantas - acarició su mejilla y Ryuko apartó la cara bruscamente - Pobre gatita que ni uñas tiene para defenderse.
- Deja de decir tonterías y suéltame, yo no quiero bailar.
- Yo puedo ayudarte a superar esa inseguridad que tienes.
- No se de que me hablas. Déjame, no quiero bailar - Seishiro la sujetó con más fuerza - Suéltame - le repitió.
- ¿Que vas a hacer si no te suelto? ¿Llorar? ¿Gritar para que alguien venga a ayudarte? ¿Tal vez Akane o Jisei? Siempre has sido tan débil, por eso me gustas y por eso quiero ayudarte.
Ryuko comenzó a sentir como el pánico se apoderaba de ella, de pronto se dio cuenta de que bailando "a lo tonto" Seishiro la había llevado a un lugar apartado, casi arrinconándola contra una pared.
- Relájate, no quiero hacerte nada... nada que tú no quieras, claro. Mira, te voy a enseñar una cosa - metió la mano en uno de sus bolsillos y sacó una bolsita de plástico, era rectangular, de las de auto cierre y tendría más o menos el tamaño de dos sellos unidos, dentro se veía una pequeña pastilla redonda de color azul celeste.
- Esto te ayudará a conseguir todo lo que deseas.
Ryuko miró la pastilla sin poder creerse lo que veía.
- Esto no es droga - continuó Seishiro con voz sinuosa - Es solo una pastilla que te ayudará a quitarte esos nervios que tienes, te sentirás relajada y te atreverás a ir allí y decirle a Yuri que aparte sus manos de tu novio.
- No digas tonterías.
- ¿No ves que a Kyojin le gusta estar más con Yuri que contigo?
- Eso es mentira.
- No es mentira y tú lo sabes, lo sabes, no me lo niegues, sabes que Yuri es más simpática y más "cariñosa" que tú y seguramente Kyojin busca en ella lo que tú no le das.
Ryuko se odió a sí misma. Se odió a si misma por permitir que Seishiro siguiese hablando, se odió a si misma por escucharle y sobretodo se odió por no ser capaz de enfrentarse a él y decirle que se metiera aquella cosa por donde le cupiese.
- ¿Lo ves? Ni siquiera te atreves a negarme nada, si tuvieras valor serías capaz de enfrentarte a mi pero no tienes valor porque sabes que lo que digo es verdad. Si te tomas esto te aseguro que me patearás el culo.
Pero no sabía que decir, solo tenía ganas de llorar, ella nunca se había imaginado encontrarse en una situación así... solo quería cerrar los ojos y que cuando los abriera todo hubiese sido un mal sueño ¿Por qué tenía razón Seishiro y era tan cobarde?
Y los cerró.
De pronto sintió como unas manos tiraban de ella separándola de Seishiro y oyó un golpe contra la pared. Los abrió asustada, en ese momento los brazos de Momoka la rodearon abrazándola fuerte.
- Ya ha pasado, tranquila.
Miró perpleja a Momoka y luego hacia donde había oído el golpe. Allí estaba Takumi, agarrando a Seishiro del cuello y apretándole contra la pared.
- Suéltame Takumi - hablaba con dificultad Seishiro pero con tranquilidad - Suéltame o te meterás en un lío.
- ¿Aplastar a un gusano me va a traer problemas, Seishiro? ¿Qué pretendías?
- No sabes donde te estás metiendo.
- ¿A no? - Takumi le soltó pero inmediatamente le dio un puñetazo en el pómulo - Ve y dile a tu amo que aquí no tiene nada que hacer.
Seishiro le miró sonriendo.
- No sabes donde te metes - repitió.
- Déjalo Takumi - habló Momoka - No merece la pena, es un verdadero mierda.
- Y tu ten cuidado, Momito, no me olvido de ti - amenazó antes de marcharse.
...
Akane había vuelto a ponerse nerviosa ¿La culpa? Una llamada de Ryuko a Jisei y otra de Kyojin a Akira contándoles lo que había pasado.
Al principio ambos, Jisei y Akira, intentaron que Akane no se enterase pero aquello resultó inútil, enseguida se dieron cuenta de que Akane sospechó algo, quizás fuese que a los dos se les notó que pasaba algo, como les pilló de improviso no fueron muy buenos disimulando; fuera lo que fuera optaron por contarle a Akane lo que había pasado ya que, al intentar ocultárselo, no solo no lo conseguían si no que la ponían más nerviosa. Era preferible contarle de una forma tranquila y quitándole importancia aquel suceso.
Aun así Akane se puso bastante intranquila, siempre se preocupaba demasiado por Ryuko, seguramente porque Ryuko se apoyaba mucho en ella.
Ahora, habían vuelto ya a casa de Akira. Shibi se había marchado con Hana y su hermanita, Jisei e Inari también se habían despedido. Al despedirse de Jisei, Akane la había abrazado para desearle mucha suerte al día siguiente, no había que olvidar que Inari iba a pedir permiso a su padre para salir con ella y eso sí que era emocionante... pero tantas emociones juntas afectaban el delicado equilibrio de los nervios de Akane, al menos delicado en el día de hoy.
Comenzó a preparar la cena sin mucho ánimo. Kenta se había empeñado en bañarse con Akira y este, por no aguantar sus gritos y llantos había accedido, es lo que siempre sucedía, el insoportable del niño siempre conseguía todo lo que quería, era un niño malcriado.
Por no pensar más en Kenta y lo que le molestaba envió sus pensamientos de nuevo a Ryuko, mala idea, eso la ponía aún más intranquila, hubiese querido ir a hablar con ella y que le contase todo lo que había pasado y escucharla y calmarla... resopló, estaba decidido, tenía que recuperarse de ese bajón, pasase lo que pasase, tuviese otra personalidad o no, ella tenía que sobreponerse. No, no podía estar de esa forma, lamentándose ¿Cuando había sido ella tan derrotista? Bueno a lo mejor si lo había sido... ya no se conocía a si misma... daba igual, no podía comportarse de esa forma tan pasiva, estaba muy bien eso de que te mimaran y te cuidaran pero tenía que reaccionar y espabilarse, le gustase o no la vida continuaba y su amiga la necesitaba ¿Que tenía un trastorno de personalidad? Vale, no era agradable, la noticia la había dejado en shock pero no era el fin del mundo, había cosas peores y además tenía a Akira que se comportaba como un cielo.
Después de preparar la cena fue a la habitación de Akira y cogió el famoso libro, volvió a la cocina y se sentó para volver a leer algunas partes. Así la encontró Akira cuando entró con Kenta cogido de su mano, llevaba puesto un kimono muy ligero de color crema y el pelo aún humedecido, al verlo Akane llegó a la conclusión de que se veía muy guapo. A Kenta le había puesto una de sus camisetas que, por supuesto, le quedaba enorme.
- Ya estamos aquí, limpitos y oliendo bien ¿Quieres olernos? - dijo al entrar en la cocina Akira.
- ¿Se ha portado bien?
- ¡He sido muy bueno! - protestó Kenta.
- Hasta me ha ayudado luego a recogerlo todo - añadió Akira.
- Pues ahora a ver si eres igual de bueno y te comes todo.
- ¡No! ¡Quiero jugar!
Akane estaba a punto de comenzar a regañarle cuando Akira le hizo un gesto de que callara y aupó al niño para sentarle en una silla.
- Si no comes no te quedarás a dormir aquí esta noche.
- ¿Por qué?
- Porque Akane se enfadará y te llevará a tu casa.
- ¿Y tu vendrás con nosotros?
- No, yo me quedaré aquí.
- ¿Por qué?
- Porque Akane no me dejará ir a tu casa a dormir ¿A que no, Akane?
- Por supuesto que no.
- Eres una bruja - refunfuñó el niño comenzando a comer.
- Vaya un cariño que te ha cogido - refunfuñó también Akane.
- Si los dos os coméis toda la cena os hago un chocolate calentito ¿vale Kenta? - propuso Akira.
- ¡Vale!
- ¿Y tu que haces leyendo ese libro?
- Intento aprender un poco, no se, como actuar o yo que se.
- ¿No sabes que nos es bueno leer sobre una enfermedad que se tiene? Uno saca conclusiones erróneas.
- Pero es que quiero saber cosas ¿Sabes lo que te digo? Que yo esto lo voy a superar, ya lo verás, no voy a dejar que limite mi vida.
- Vaya, sí que te ha entrado optimismo de pronto.
- Por supuesto.
- Entonces no tendrás inconveniente en ir conmigo el lunes a ver a la madre de Nowaki.
- ¿El lunes? ¿No era que había cambiado la cita al miércoles?
- Como estaba preocupada por ti al final nos ha hecho un huequecito el lunes, vamos, si a ti te viene bien, claro.
Cenaron y después de jugar un rato con Kenta, Akira lo llevó a su habitación porque el niño insistió en que tenía que dormir con él. El niño tardó en dormirse un rato que a Akira se le hizo eterno mientras se preguntaba como estaría Akane. Era la primera noche que ella iba a pasar sola, desde que se mudó a esa casa siempre había dormido con Akira y precisamente ahora que se encontraba peor tenía que dormir sola ¿Lo llevaría bien?
Akane se preguntaba lo mismo. Estaba sentada en el futón y continuaba leyendo, ya sabía que no era lo mejor, que leer sobre lo que te aqueja no suele ayudarte porque se sacan conclusiones equivocadas, porque cada persona es un mundo y sus circunstancias únicas, no podía guiarse por lo que había sucedido con otras personas y todo eso pero ella quería leer y aprender todo lo que pudiese.
Sobre todo se preguntaba cómo podría ella controlar a Ayesa. Le habían dicho que Ayesa solía conocer lo que le pasaba a ella ¿Pero por qué ella no sabía lo de Ayesa? No era justo... a saber lo que haría cuando era Ayesa. Siendo Akane como era y con su manía de organizarlo todo y tenerlo bajo control desde luego que no controlar una parte de su vida no era muy de su gusto.
Unos golpecitos en la puerta le hicieron mirar hacia ella al tiempo que esta se abría. Al otro lado apareció Akira con Kenta dormido en brazos haciendo un gesto para que no hablase en voz alta.
- ¿Que sucede? - preguntó en voz baja.
- Te echamos de menos - respondió - Queremos dormir contigo.
- No vamos a coger todos aquí.
- No importa. Tú echa a Kenta en tu futón y te metes con él y yo traigo el mío y lo pongo al lado.
Akane sonrió, no iba a protestar porque ella no quería dormir sola.
Cuando Akira regresó con su futón se encontró que Kenta se había adueñado prácticamente del de Akane. Estaba tumbado con los brazos y las piernas abiertas.
- ¿Cómo una cosa tan pequeña puede ocupar tanto? - comentó.
- Y no sabes lo que se mueve.
- Pues tendrás que meterte en el mío, no hay otro remedio, es un fastidio pero no me tendré que aguantar - sonrió - Eso sí, no me metas mano delante de tu hermano.
- Akira... - dijo Akane una vez que se metió dentro del futón mirándole.
- Dime.
- Gracias por cuidarme.
- No hay de qué. Ya te pediré algo a cambio, aún no se el que pero ya se me ocurrirá.
- Mira que eres payaso. Oye ¿Cómo hace Ayesa para cambiarse?
- ¿Para cambiarse de qué?
- Para ser yo, o sea como dejo de ser Ayesa y vuelvo a ser Akane
- Pues la verdad es que no tengo ni idea.
- Me gustaría poder controlarme a mí misma y cambiarme a placer. Lo digo porque Jisei ha dicho que cuando soy Ayesa me relajo mucho... a veces me vendría bien poder olvidarme de todo.
- ¿Estás pensando en controlar tus cambios de personalidad?
- Hombre, ya que los tengo no estaría mal poder hacerlo ¿No crees?
- No, si tu serías capaz hasta de buscarle utilidad.
- Por supuesto. Si la vida te da limones, haz limonada.
- Que curiosa forma de verlo.
- Akira...
- ¿Si?
- No quiero que me ingresen. Es que tengo muchas cosas que hacer y sería todo muy complicado y...
- Y estarías lejos de mí... No creo que te ingresen, la madre de Nowaki me dijo que el ambiente familiar es mucho más apropiado para tu caso.
- Akira...
- Estas hoy bien charlatana ¿eh?
- Es que quiero decirte una cosa.
- Vale.
- Pero no te rías de mí.
- Ya empezamos... no me voy a reír de ti.
- Quiero decir que no te recochinees.
- ¿Puedo recochinearme?
- Te lo digo en serio, como lo hagas me enfadaré.
- Tú siempre te enfadas.
- Me enfadaré mucho.
- Vaaaale, no me recochinearé de ti, sea lo que sea.
- ¿Te acuerdas lo que te dije el otro día?
- ¿Que me odiabas?
- No, eso no.
- ¿Que me ibas a patear el culo?
- Noooo, tampoco.
- No se, me has dicho muchas cosas.
- Quiero decir el día que comí tanto chocolate.
- Ah bueno, es eso... no te preocupes, ya se que estabas bajo la influencia de la "chocaina", no te lo tengo en cuenta.
- Pero quiero que lo tengas en cuenta.
- Espera Akane... tu... ¿Estás segura de lo que quieres decir? Piénsalo bien porque yo quiero escucharlo pero puede que me haga ilusiones y si luego lo que sientes es agradecimiento o algo así pues me voy a sentir muy decepcionado.
Akira se asustó, no por lo que Akane fuera a decir que al final no dijo si no porque esa otra Akane, la que no sabía si era otra personalidad o no le aterraba, porque recordaba aquella frase "nosotras no creemos en el amor, haré que te odien como yo te odio". Eso le produjo un escalofrío... mientras no supiese que era exactamente esa reacción no se atrevía a nada porque ¿Y si volvía a aparecer? ¿Y si se hacía daño a si misma?
- Bien - suspiró Akane.
- Estamos bien así, no hace falta que nos digamos nada, solo déjame estar a tu lado.

0 comentarios: