domingo, 24 de agosto de 2014

151. Los recuerdos que nunca se olvidan

Seishiro no se había marchado del instituto, bueno, si lo había hecho y se había asegurado, tal y como tenía planeado, que le vieran irse, pero después había regresado. Había sido bastante fácil colarse en el instituto, los profesores estaban demasiado alterados con eso de que una de sus alumnas había desaparecido, lo curioso es que, aunque dejó el pabellón abierto, como se suponía que tenía que estar, a nadie le dio por ir a cerrarlo, pensó que después de que Akira y sus compañeros dieran el aviso de que estaba cerrado supusieron que no lo habrían abierto, como era la semana de los deportes no se extrañarían, y como había habido cambio de turno entre los conserjes a nadie se le ocurrió preguntar al de la mañana si había abierto el pabellón o no... la gente suele suponer demasiadas cosas.
Seishiro se sintió un poco decepcionado, en realidad él esperaba que hubieran pasado por allí y que les diera, al ver que estaba abierto, por mirar dentro, que pensasen que los chicos no habían sabido abrirlo o algo, realmente esperaba que hubiesen encontrado a Akane.
Pero no, a nadie le había dado por mirar dentro y él empezaba a preocuparse.
Puede que Seishiro fuera un delincuente, un sinvergüenza, un inmoral y otras cosas, puede que fuera un "camello" y que traficara con drogas pero aunque no lo pareciera aún le quedaba un resquicio de conciencia. Una cosa era vender hachís, marihuana, cocaína o pastillas a esos pobres diablos y otra muy distinta dar a una chica una droga experimental y desentenderse, sobretodo porque la chica no era de sus "clientes" habituales y él no tenía conocimiento de que se drogase, nunca había dado muestras de tal cosa, reacciones raras si tenía pero no parecía una drogadicta.
Había vuelto al pabellón y subió de nuevo al aula. Nada más entrar percibió un fuerte y agrio olor. La chica seguía en el mismo sitio donde él la había dejado, en la misma posición, arropada con esa manta vieja que había encontrado en el armario.
Seguramente el olor se debía a que a la pobre chica, por culpa de la droga, se le había relajado demasiado el cuerpo y se le habría escapado la orina... aquello le dio mucha pena, nadie se merecía perder el control de sus órganos de esa forma. Se acercó y la miró, tenía los ojos medio abiertos y la mirada fija y perdida no se sabía en qué punto, en realidad era como si no mirase a nada, la boca entreabierta y un líquido amarillento parecía escaparse por una de sus comisuras, seguramente también habría devuelto algo de bilis. Sintió mucha compasión y por un momento llegó a asustarse pero un leve ruido que emitía continuamente la chica, como un quejido le tranquilizó.
Decidió moverla de posición y ponerla de lado por si acaso volvía a vomitar que no se ahogase. El peso muerto de la chica se le hizo demasiado leve, la movió sin ningún problema y una vez que la había puesto sobre su costado izquierdo acarició su pelo naranja... era tan bonito, siempre le había gustado su color de pelo y también sus ojos, esos ojos que ahora parecían sin vida.
¿Por qué se había hecho eso a si misma? Estaba claro que esa chica no era normal, algo le pasaba, ya hacía tiempo que lo sospechaba y ahora estaba más que convencido. No podía ser que esa chica malhumorada fuera una drogadicta, una adicta a las pastillas tal y como le había dicho, no, su reacción no era la de una chica acostumbrada a tomar pastillas... o eso, o de verdad era demasiado buena actriz.
¿Sería bipolar? A lo mejor era que quería llamar la atención de sus padres.
Se separó un poco de ella y sacó su móvil.
Dime Seishiro – contestaron casi al momento - ¿Qué sucede?
- Le... le di la pastilla esa a la chica.
¿Y? ¿Tomaste nota de sus reacciones?
- Si, he tomado nota de todo.
¿Fue tal y como dije?
- Si, tardó en hacer efecto lo previsto, fue bastante repentino y una reacción fuerte.
¿Nauseas, vómitos?
- Si, si vomitó.
¿Diarrea?
- No, eso no, pero si se le ha escapado el pis.
Humh... será demasiado potente el relajante.
- Oye Shishio, ahora mismo estoy con ella.
¿Todavía? ¿No ha acabado ya el instituto?
- Si pero es que me da cosa dejarla sola, está bastante mal, no reacciona, está como ida.
¿A que te refieres?
- Ya no habla, ni se mueve.
Menudo inconveniente ¿Estás seguro? ¿No será que está dormida?
- Tiene los ojos abiertos.
Puede estar dormida con los ojos abiertos.
- Yo la veo muy mal, creo que esto se nos está yendo de las manos.
- ¿Alguien te ha visto con ella?
- No.
Entonces no tienes que preocuparte.
- Pero es que... ¿Cuánto dura la droga esa?
Como unas 12 horas. No te preocupes, se despertará confundida y no sabrá explicar muy bien lo que le ha pasado.
- Sus compañeros han dado la alarma de que ha desaparecido y la están buscando.
¿No hiciste lo que te dije?
- Si pero aun así sus compañeros son muy listos y se han puesto nerviosos.
Bueno, ya te digo que te tranquilices, cuando la encuentren y la hagan análisis descubrirán la droga en su sangre y nadie la va a tomar en serio, pensarán que todo son alucinaciones.
- No, si no me preocupa que diga que he sido yo, lo que me preocupa es que le pase algo.
Ella se lo ha buscado. Lo que tienes que hacer es irte y que a ti no te vean ¿Me estás escuchando? Vete ahora mismo de allí, si te encuentran no cuentes con que yo te vaya a ayudar ¿Te queda claro?
- Muy claro.
Seishiro colgó, no se atrevió a replicarle, él no veía bien ese asunto pero ¿Quién era él para andar ahora con miedos y dudas morales? Si él mismo había sido un pobre adicto a esas drogas sintéticas, si repartía drogas entre los alumnos del instituto para pagar la deuda que tenía con Shishio, si se había convertido en su criado, su maldito perro, si ahora se daba cuenta de que era una verdadera mierda de persona.
¿Qué había hecho?
Se acercó y se puso en cuclillas para volver a mirar a Akane. Viéndola en ese estado se daba cuenta de la clase de persona en la que se había convertido. Y mira que había visto en su corta vida una gran cantidad de drogadictos, de yonkis que daba asco verles, gente suplicándole una dosis a cambio de lo que fuera pero aquello...
Recordó cuando conoció a Akane, era fácil recordarlo porque una chica con su color de pelo no era muy habitual verla y llamaba mucho la atención, pero sobretodo la recordaba porque a él siempre le gustó mucho la dulce Ryuko, es que las chicas como ella eran las que más le gustaban, quizás porque le recordaban a su hermana. También le gustó Akane e incluso coqueteó con ella llegando a conseguir que saliera con él, claro que no tenía muy claro si ella accedió porque le gustaba o por despecho hacía Akira, Seishiro no era tonto y se dio cuenta de que parecía estar utilizándole para darle celos u olvidarle, eso no lo sabía. El caso es que la cosa no funcionó muy bien, de hecho terminaron bastante mal gracias a sus exigencias y el rechazo de ella.
Pero el que se sintiese rechazado por ella no le daba derecho a hacerle aquello tan horrible.
- ¿Por qué me pediste drogas? ¿Por qué?
Bien que le extrañó cuando lo hizo pero era un negocio como otro cualquiera. Ella le dijo que no tenía mucho dinero para pagarle, que quizás quisiera "otra cosa", la verdad, tener sexo con una drogadicta nunca había sido de su agrado, ni tampoco que se lo ofrecieran a cambio de droga, le parecía que era como si le ofendiesen, como si le vieran desesperado o sin posibilidad de tenerlo de cualquier otra forma, pero tenía la opción de ofrecerle esa droga experimental, se la daría a cambio de nada, solo para poder comprobar sus efectos.
¿Qué llevaría a una chica como ella a aceptar algo así?
En realidad él sabía muchas cosas de Akane. Desde que le rechazó había estado averiguando cosas de ella, quería vengarse, si, cierto, pero no de esa forma, tampoco es que quisiese vengarse a toda costa, era más bien ganas de humillarla, para que supiese lo que es que te humillen.
Sabía que Akane era hija de padres divorciados y que se ocupaba mucho de sus hermanos, su propio hermano Ginta se lo había contado y también que estaba muy harta de todo, que discutía mucho con su madre porque se sentía agobiada y que quería irse de su casa ¿Sería por esa razón?
...
Sonomi Namikaze, la madre de Nowaki y psicóloga de Akane llegó antes de lo que nadie esperaba al gimnasio del instituto. Se la veía preocupada y angustiada, Akane era su paciente y si alguna de sus personalidades se había descontrolado hasta el punto de tomar el control y hacerla desaparecer eso era responsabilidad suya o al menos así lo sentía.
Estuvo hablando con los alumnos y pudo convencer a la mayoría de que regresasen a sus casas. Allí no hacían nada, solo ponerse más nerviosos, no podían ayudar de ninguna manera y era importante que descansasen. Si Akane no aparecía en esa noche al día siguiente iban a necesitar mucha energía, además ¿y si Akane iba a alguna de sus casas por la razón de fuera? Eso sin contar con que podrían intentar buscarla utilizando las redes sociales y haciendo correr la voz, quizás alguien la había visto por algún sitio.
Ni siquiera ella estaba muy convencida de lo que les decía pero realmente allí no hacían nada salvo poner más nervioso a Akira.
A los que no consiguió convencer fue a Akira, Jisei, Ryuko, Sumire, Kyojin, Shibi y Kamui. Al enterarse de lo que sucedía Misaki acudió para estar con su hermana y Suo le acompañó, también llegó el hermano de Jisei y el padre de Akira.
Nada más entrar en el gimnasio, Akito estuvo hablando con Sonomi y la directora. Akira estaba muy nervioso y asustado y no había forma de hacer que se fuera de allí.
- Para él – explicaba Sonomi – Esta es su referencia, es el último sitio donde vio a Akane y está como anclado a este sitio, no puede ni pensar que Akane pueda haberse ido del instituto, es como cuando pierdes un objeto y te empeñas en que tiene que estar en un sitio. Mientras piensa que va a regresar al instituto se siente un poco más tranquilo, no quiere marcharse por si regresa, quiere creer que va a regresa, además si le sacamos de aquí para él es como reconocer que Akane se ha perdido completamente y que puede pasarle algo malo... no se si me explico. Está muy afectado.
- Entiendo – dijo el padre de Akira – Irse de aquí es como reconocer que a Akane le ha pasado algo irremediable.
- Exacto. Mientras está aquí le queda la esperanza de que regrese.
- Voy a hablar con él.
En cuanto Akira vio acercarse a su padre se levantó del banco donde estaba sentado y lloroso se abrazó a él. Necesitaba sentirse protegido, necesitaba que su padre le trasmitiese seguridad porque la suya estaba a punto de quebrarse.
A Akito le entraron ganas de llorar, ver y sentir el sufrimiento de su hijo le partía el corazón. A cada sollozo que Akira daba él le abrazaba más fuerte porque no sabía como calmarle ¿Y que haría si a Akane le hubiese pasado algo malo?
- Venga – dijo separándole un poco – Tienes que ser fuerte, ahora no puedes venirte abajo.
- Le he fallado, le he fallado, se que me necesita y no estoy con ella, no se porqué de pronto me la imagino sola y asustada, es algo que se me ha metido en la cabeza y no consigo quitármelo.
- No te preocupes, ya verás que no pasa nada, seguro que se ha perdido, tú mismo me has contado de su mala orientación. Seguro que por cualquier razón, a lo mejor siendo la pequeña, se puso a andar y ahora no sabe por dónde anda.
- Es que siento algo aquí dentro, algo que me dice que me necesita.
- Venga, venga, no seas exagerado.
- Toma Akira – decía Akemi ofreciéndole una vaso con un líquido humeante – Te sentará bien, es una tila.
Akira lo cogió mecánicamente. Jisei le observaba continuamente, estaba sentada entre Sumire y Ryuko que lloraba sin parar.
- Akira tiene el aura muy alterada – comentó.
- ¿Y cómo quieres que la tenga? – contestó Ryuko.
- Dicen que hay personas cuyas almas están unidas – habló Sumire – Yo creo que entre Akane y Akira existe una conexión invisible... será el hilo rojo del destino ese del que hablan tanto
- Pues no te creas que estás diciendo ninguna tontería – replicó Jisei – Kyojin, creo que deberías llevar a Ryuko a su casa.
- ¡No quiero irme! – protestó esta.
- Ryuko aquí te estás poniendo muy nerviosa.
- Y en mi casa me voy a poner más nerviosa sin saber lo que pasa.
- Y yo quiero quedarme con Akira – añadió Kyojin.
- Otro cabezón.
- ¿Y por qué no te vas tú a tu casa? – se quejó Kyojin.
- No me quieras confundir – Jisei miró disimuladamente hacia un lado.
- Si quieres te llevo yo – dijo el hermano de Jisei acercándose a Ryuko.
- ¡Que no! ¡Que yo no me voy sin saber algo de Akane!
- ¿Y que van a decir tus padres? – inquirió Jisei - ¿Y tu madre? A ver que le dices a tu madre, ya sabes como es tu madre y lo que va a decir.
- ¡Que no me voy!
Suo se acercaba al grupo con dos vasos de plástico en las manos.
- Toma Misaki, un café, solo y con azúcar, como lo has pedido.
- Gracias Suo. Si quieres márchate, no sabemos cuanto va a durar esto.
- No, no. Yo me quedo contigo a hacerte compañía, a ti y a tu hermana.
- De verdad que no hace falta.
- Creo que soy algo parecido a tu novio y es lo que nos novios tienen que hacer.
Misaki se sonrojó.
- Tampoco estaría tranquilo en casa, aunque no lo parezca me preocupan mis amigos, prefiero estar aquí.
Shibi miraba a Kamui, estaba un poco alejado de ellos, apoyado en una pared, agarrándose los brazos con ambas manos y el gesto completamente crispado. Parecía muy preocupado y angustiado.
...
Seishiro observó que de pronto la respiración de Akane parecía muy alterada, se notaba como aleteaba la nariz. Puso dos dedos en su yugular, si, latía muy deprisa.
Se levantó nervioso, aquello ya empezaba a ser peligroso, esa chica estaba mal, muy mal, y aún quedaban muchas horas para que se le pasase el efecto de la droga, y eso que le había pinchado antes y que Shishio dijo que servía como una especie de "antídoto" había hecho efecto. No podía irse, no podía dejarla sola, exactamente no sabía porqué pero no podía hacerlo.
Se apoyó en una de las paredes y pegó la cabeza a ella. Cerró los ojos, tenía que pensar algo.
Seishiro no era la persona retorcida, fría y sin sentimientos que todos decían, aquello no le producía placer, ni satisfacción y le afectaba más de lo que él mismo suponía.
De pronto la imagen de su hermana apareció en su mente. Su pequeña y bonita hermana, esa niña dulce, de pelo color de miel que siempre iba detrás de él como un pollito.
La vida de Seishiro no había sido nada fácil, eso era lo que nadie sabía. Se suponía que pertenecía a una familia normal y corriente como cualquier otra familia normal y corriente. Tenía un padre que era como todos los padres y una madre que era como todas las madres... en teoría.
Lo que nadie sabía es que su padre tenía demasiado mal genio y la mano demasiado larga. Fuera de casa era una persona normal e incluso encantadora pero dentro... todo cambiaba.
Desde muy pequeño vio a su padre gritar e insultar a su madre, para él su madre era una inútil, tonta y patética. Su padre tenía demasiado carácter, era lo que su madre decía, pero era un buen tipo solo que cuando se ponía celoso no sabía lo que hacía. Y se ponía celoso con demasiada frecuencia, por cualquier cosa estaba celoso, le molestaba que su madre saliera, que hablase con alguien, que se arreglase... la quería solo para él, es lo que solía decir.
Y la pegaba, la golpeaba sin tener en cuenta su fuerza, incluso a veces, el pequeño Seishiro, que miraba aterrado aquellas escenas, pensaba que su padre disfrutaba pegándola. Era un maldito círculo vicioso porque cuando se enfadaba y discutía con su madre bebía y entonces la pegaba y después de pegarla, cuando se daba cuenta de lo que había hecho se arrepentía y lloraba pidiendo perdón y asegurando que iba a cambiar y no volvería a pasar pero entonces, se sentía tan mal que volvía a beber y... de vuelta a empezar.
¿Cuántas veces había oído a su padre decir que esa había sido la última vez? Demasiadas. Él era un niño pequeño y sufría mucho, ver como pegaba a su madre fue algo que le dejó muy traumatizado pero no dijo nunca nada porque su madre siempre le decía que no lo dijera porque si lo decía vendrían y se los llevarían a él y a su hermana y también en parte porque le daba miedo de que su padre le pegase a él.
Así que él y su hermana siempre terminaban abrazados y escondidos en el lugar más alejado y oscuro de la casa llorando y pidiendo que todo terminase pronto.
Lo peor fue cuando un día su hermana se escapó de entre sus brazos y llorando se metió en medio de la discusión de sus padres. Su padre, ebrio y fuera de si como estaba, no se dio cuenta de lo que hacía y la apartó de un golpe, un golpe tan mal dado que hizo que la niña cayese al suelo y se golpease la cabeza.
Un mal golpe... un desafortunado accidente... eso es lo que dijeron.
Lo peor de todo es que aquel accidente fue el que logró que su madre tuviese el valor que hasta ese momento le había faltado para echar a su padre de casa. Lo peor de todo es que después de aquel accidente su padre se dio cuenta del daño que había hecho a su familia y se marchó. A oídos de Seishiro llegó el rumor de que se había entregado a la policía como responsable de ese accidente... Seishiro no recordaba bien lo que sucedió a continuación porque fue entonces cuando él encontró el falso consuelo que buscaba en las drogas que Shishio le ofreció y él accedió a convertirse en su "camello" para poder pagárselas consiguiéndole "clientes", por eso se dedicaba a repartirlas por el instituto.
Ahora Seishiro ha dejado las drogas, lo hizo porque Shishio no quería un camello adicto que pudiese robarle la mercancía, quizás fuese lo único bueno que ese hombre ha hecho por é. Vive solo con su madre, una mujer amargada y triste, deprimida, que no consigue superar la muerte de su pequeña. Su relación no es buena, ni mala, simplemente han llegado a un punto en el que parecen dos desconocidos que se necesitan y se toleran por no estar solos.
Había hecho muchas cosas por Shishio, cosas desagradables y le había dado igual, se dijo a si mismo que no le importaba nada, ni nadie, solo él pero por alguna razón que se escapaba a su entendimiento ver a esa chica en ese estado le parecía que le convertía en alguien despreciable.
Volvió a sacar su móvil y buscó nervioso entre los contactos de su agenda hasta que encontró el que buscaba. Marcó.
¿Si? – contestó una voz femenina.
- ¿Kanna?
Si, soy yo ¿Qué quieres?
- Kanna necesito... necesito que me des el teléfono de esa asociación tuya.
¿Qué asociación?
- Esa en la que trabajas de voluntaria, donde llevaste a Takumi para que superara su adicción.
Creí que tú ya no tomabas nada – dijo en tono irónico.
- No es eso. Es que te oí decir una vez que ayudan en caso de urgencia con alguna sobredosis y que guardan el anonimato.
¿Qué pasa? ¿Alguien se ha metido más de la cuenta? ¿Y desde cuando eso te importa a ti?
- Por favor, Kanna, esto es muy urgente. Necesito que envíen una ambulancia o algo.
¿No será un engaño de los tuyos?
- ¿Me lo vas a dar o no? – gritó – Perdona, perdona, pero mientras discutimos la chica está cada vez peor.
Es que no se si creerte, no me fio de ti, lo mismo quieres el teléfono para vete tú a saber qué.
- Pues llama tú, diles que hay una chica que ha tomado una dosis muy fuerte de una droga nueva y está bastante mal. Está en el instituto, en el pabellón de las asociaciones, encenderé la luz para que lo vean.
¿Estás en el instituto? Pero el instituto está cerrado a estas horas.
- No porque... es Kumoyuki ¿te acuerdas de ella? Algunos de sus compañeros y los profesores están aquí todavía, no la encuentran y se han preocupado. Dile a Nagato que llame a sus primos, ya verás como es cierto que algunos se han quedado aquí.
Espera... ¡Nagato! Llama a tu primo y pregúntale si su compañera Kumoyuki ha tenido algún problema hoy, es importante... Como me mientas nos vamos a enfadar mucho, Seishiro, mira que Kumoyuki no parece de las que se drogan.
- Ya lo se, ya lo se.
¿Es que la has drogado tú?
- Ahora no importa eso, lo que importa es que necesita ayuda.
Pareces acojonado, la verdad.
- Por favor, Kanna, te he llamado porque eres voluntaria y pensé que me ayudarías.
Espera... dime Nagato... – hubo unos instantes de silencio, seguramente Kanna había tapado el auricular - ¿En el pabellón de las asociaciones?
- Si, aquí, está, por favor que se den prisa.
De acuerdo, ya me ocupo yo.
- ¿De verdad?
Si, de verdad. Ahora cuelgo que tengo que llamar a la asociación.
- Gracias, de verdad, gracias.
¡Cuelga!
Seishiro colgó y respiró un poco más aliviado. Se acercó de nuevo a donde estaba Akane y se arrodilló a su lado acariciando otra vez su pelo.
- Aguanta un poco ¿Me oyes? Ya vienen a ayudarte, por favor, aguanta, todo va a salir bien.
...
Shibi se acercó a Kamui y se colocó a su lado en silencio.
- Quizás quieras hablar de algo – dijo después de unos minutos.
Kamui miró a Sumire, sentada en un banco hizo una señal con su mano derecha llevándola a su frente, luego al pecho, al hombro izquierdo y al derecho: luego entrelazó sus dedos y parecía musitar algo.
- Sumire es cristiana – indicó Shibi – Está rezando.
- Supongo que encontrará alivio de alguna forma o esperará un milagro.
- Eso me imagino.
- ¿Estás preocupado?
- Bastante.
- ¿Por qué? Quiero decir ¿Qué es lo que puede haber hecho Akane?
- Seguramente solo esté perdida.
- Kamizuru... no soy estúpido. Akira no está tan preocupado solo porque se haya perdido ¿Qué es lo que os preocupa tanto?
- Si no lo sabes quizás no deberías estar aquí.
- Nunca me queréis decir nada ¿Cómo quieres que lo sepa? ¿Por qué ha venido la madre de Nowaki? ¿Es la psicóloga de Akane, verdad?
- Eres muy observador.
- Es fácil deducirlo. Akane a veces actúa de una forma muy rara ¿Qué es lo que tiene? ¿Esquizofrenia? ¿Bipolaridad?
- No, no es eso... ella...
Se oyó como un coche entraba en el recinto del instituto y aparcaba.
- Quizás sean noticias – comentó Shibi.
Todos miraron a la puerta del gimnasio, la madrastra de Akane, su padre y su padrastro entraron con cara de preocupación. Sonomi se acercó inmediatamente a ellos.
- ¿Y la madre de Akane? – Akito también se acercó a ellos.
- No puede venir, se ha quedado con los niños – respondió el padre de Akane.
- Dice que esto ya lo ha hecho Akane otras veces – añadió Maron, la madrastra de Akane con cierto resentimiento – Que solo lo hace para llamar la atención.
- Es que ya ha desaparecido otras veces – explicó el padrastro – Cuando se cansa de estar por ahí siempre vuelve.
- Claro – comentó distraída Sonomi, como le molestaba la poca preocupación que mostraba la madre de Akane, eso quería decir que no la tomaba en serio, que nunca la había tomado en serio, desde que Akane era pequeña se había empeñado en que la niña solo quería llamar la atención y se había desentendido de ella, seguramente esa era una forma de no sentirse culpable por las responsabilidades de delegaba en ella. Ahora le habían dicho que su hija no aparecía desde la mañana, que alguien había falsificado una nota en la que decía que se iba a casa y no se preocupaba por ir a ver que sucedía... esa mujer necesitaba atención psicológica tanto como su hija.
- Creo que aquí no hacemos nada – habló la directora – Tenemos que marcharnos. Entenderlo chicos, ya es tarde, no podemos pasar aquí la noche.
- Lo mejor es que vayamos a casa y descansemos – declaró la psicóloga – Seguramente Akane se refugie a dormir en cualquier sitio, si está perdida tampoco va a saber venir hasta aquí y seguramente mañana, de día, encuentre el camino o pregunte a alguien.
Sonomi había estado hablando con todos y convenciéndoles de que allí no hacían nada, por algo era psicóloga y se le daba bastante bien así que ya estaban convencidos de que debían marcharse.
- Podemos – intervino Kamui – podíamos dar algunas vueltas por la ciudad, varios coches, a lo mejor la encontramos.
- Podemos buscar en los sitios donde pudiera esconderse – añadió Shibi.
- Si, es una buena idea – habló Akito.
Después de discutir un poco sobre esa idea decidieron que debían abandonar ya el instituto.
Salieron del gimnasio, ya había anochecido, anochecía ya cada vez antes y además comenzaba a refrescar. El aire frio acarició los rostros de todos y hasta parecía sentarles bien.
Uno de los profesores cerró el gimnasio, Akira sentía que era como estar cerrándole alguna puerta a Akane, no podía quitarse esa sensación de encima.
Se iban separando, los profesores se dirigían a sus coches, los padres lo mismo y los alumnos que tenían que ir a pie a sus casas habían sido repartidos, cualquiera estaba dispuestos a llevarlos hasta sus casas.
Empezaban a abrir los coches cuando una ambulancia llegó a las puertas del instituto y entró sin pedir permiso. Todos se miraron unos a otros completamente confusos.
- ¡Perdone! – gritó Yotsuda acercándose a la ambulancia una vez que aparcó – Esto es un instituto, aquí no pueden entrar.
- ¿Es el instituto Kizuna? – dijo un hombre asomándose por la ventanilla del conductor mientras la puerta del acompañante se abría y bajaba otro.
- Si, es aquí – contestó la directora.
- Tenemos un aviso de que hay una chica con problemas de sobredosis por droga y venimos a recogerla y llevarla al hospital.
...
Dicen que cuando una persona siente que alguien muy querido por ella está en peligro saca fuerzas y valor no se sabe de dónde y es capaz de realizar hazañas asombrosas. Algo así debió pasar porque en cuanto los de la ambulancia indicaron que, según, su información, la chica estaba en un pabellón y que la encontrarían porque había una luz encendida, Akira corrió como nunca ni su padre, ni Kyojin le habían visto hacerlo.
Entre murmullos, exclamaciones y preguntas que no tenían respuesta todos se dirigieron al pabellón en cuestión siguiendo la ambulancia.
Akira no fue consciente de cómo subió las escaleras, a punto estuvo en una ocasión de caerse, se golpeó con un escalón la espinilla pero no notó para nada el dolor. Abrió la puerta y creyó que las piernas iban a fallarle de pronto al ver aquel bulto inmóvil en el suelo.
Se acercó tembloroso, solo podía ver el pelo de Akane, estaba de lado y arropada con una vieja manta. Olía raro y ella... no se movía.
Miedo, un miedo horrible se apoderó de él. Akane estaba allí pero ¿Qué le había pasado? ¿Por qué no se movía?
Se arrodilló a su lado y apartó con miedo el cabello de la cara de la chica justo en el momento en el que entraban los de la ambulancia.
- Déjanos a nosotros – dijo uno de ellos.
Akira buscó con la mirada a su padre, pero no estaba allí. Se estaba aterrado, sentía su corazón latir tan deprisa que creía que iba a salírsele por la boca. Vio como uno de esos hombres cogía el brazo de Akane para tomarle la tensión. Otro la abría un ojo y la miraba con una especie de linterna.
- No parece consciente, no reacciona a estímulos. Pupilas dilatadas a lo bestia – hablaba mientras le tocaba el cuello – Respiración acelerada. Ha vomitado y parece deshidratada.
- Tiene el pulso muy débil – dijo otro – Esta en shock, tenemos que trasladarla urgentemente. Diles que preparen el oxígeno en la ambulancia.
- ¿Puedes con ella o subimos una camilla?
- Si, creo que puedo con ella.
El hombre cogió a Akane en brazos con una destreza increíble, manteniéndola arropada con la manta y Akane era como una muñeca de trapo en sus manos.
- ¿Quieres venir con nosotros en la ambulancia? – le preguntó otro - ¿Eres su novio?
- S-si – contestó temblando.
- Tengo que hacerte unas preguntas ¿Sabes si es alérgica a algún medicamento?
- No que yo sepa pero su padre está aquí.
- Estupendo ¿Cuándo habéis notado su ausencia? – volvía a preguntar mientras bajaban las escaleras.
- Esta mañana, a la hora de la comida.
- ¿Y no tienes idea de que puede haber tomado?
- Ella no toma drogas.
- Pues no es lo que parece.
- En serio, ella no toma drogas.
- Pues para ser la primera vez las ha tomado a lo bestia ¿Sabes su grupo sanguíneo?
- Es A negativo ¿Está muy mal?
- Si, está bastante mal pero por suerte nos han avisado, no hubiera podido pasar la noche en este estado.
Mientras, abajo, Kamui vio algo que le llamó mucho la atención, a alguien que observaba como escondido y que reconoció sin problemas: Seishiro.

0 comentarios: