domingo, 24 de agosto de 2014

153. Una frase desafortunada

Kamui se despertó bastante temprano. Su madre se extrañó pero prefirió no preguntar nada al recordar que la tarde anterior había llegado tarde a casa por algo que había pasado con una de sus compañeras. Deseaba saber que es lo que había pasado pero su marido le dijo que dejara al chico tranquilo, No estaba de acuerdo con su marido pero tampoco tenía ganas de discutir, prefería esperar a estar a solas con su hijo e interesarse por sus problemas.
Kamui sabía el hospital al que habían llevado a Akane, durante todo "rescate", por llamarlo de alguna forma, alguien lo había preguntado y él estuvo atento a la respuesta.
Lo primero que hizo al llegar al hospital fue buscar donde estaba la entrada de urgencias, lo lógico sería que la llevaran directamente a urgencias.
- Perdone – dijo a una señora de mediana edad sentada detrás de un mostrador, a través de una especie de ventanilla redonda – Es que ayer ingresaron a una prima mía y quería saber si sigue en urgencias.
- ¿Nombre?
- Akane Kumoyuki.
La mujer se colocó unas gafas estrechas que llevaba colgadas al cuello con una cadena dorada y tecleó en el ordenador supuestamente el nombre de la paciente.
- Kumoyuki, si, ya está en planta. Habitación 401A, en la cuarta planta, tienes que entrar por la entrada principal.
- Muchas gracias.
La puerta de la habitación estaba entreabierta y no parecía escucharse ningún ruido dentro. Kamui golpeó con los nudillos antes de empujarla levemente y asomarse.
Solo había una persona en la habitación. Era Akira que miraba a través de la ventana y que al oír el ruido se giró para mirar hacia la puerta.
- Hola Kamui – le saludó – Pasa, pasa.
- Yo, venía a preguntar como está Akane antes de ir al instituto ¿Dónde está?
- Se la han llevado para hacerle unas pruebas de algo, no me preguntes de qué porque te juro que no me he enterado de nada – contestó llevándose una mano a la cabeza y frutándosela mientras empezaba a bostezar – Lo siento.
- ¿Has pasado la noche sin dormir? – preguntó al observar las ojeras que su compañero mostraba bajo los ojos.
- Un poco.
- Si lo hubiera sabido podría haberme quedado contigo, podríamos haber hecho turnos o algo.
Akira quería contestar algo pero no se le ocurría el que. Tenía la cabeza demasiado espesa como para procesar con lógica lo que había escuchado y menos aún para contestar algo coherente.
- ¿Cómo se encuentra?
- Mejor, bueno yo diría que ya está bien, supongo que lo único que necesita es... descansar, no se, algo que la distraiga.
- ¿Sabes lo que le pasó?
- Si. Tenía una intoxicación por drogas sintéticas.
- Eso ya lo imaginaba pero ¿Quién la drogó?
- Creo que ella misma – contestó apesadumbrado.
- Eso no puede ser. Tío, no me vengas ahora con historias, Akane no es una chica capaz de drogarse, no, ella no haría eso. Ayer, cuando la encontramos, vi a Seishiro escondiéndose ¿Fue él?
- ¿Seishiro?
- Mira, no soy tonto, Akane me importa y mucho y no me gusta que no me dejen hacer nada por ella, ni siquiera interesarme. Vale que puede que me haya portado un poco prepotente pero me gusta y creo que no es delito intentar conquistar a una chica, ya sabes lo que se dice "todo vale en el amor y en la guerra" y si, lo admito, he perdido esta guerra, tú has ganado, pero ella sigue importándome, es mi amiga, no es justo que os portéis de una forma tan discriminatoria conmigo, tengo derecho al menos a ser su amigo ¿O eso también os molesta?
- No... no es eso, Kamui.
- Mira Akira, ayer te estuve observando, estabas hecho polvo, yo estaba nervioso y preocupado pero tú estabas desesperado... no soy tonto, me di cuenta de que para ti Akane es muy importante pero también me di cuenta de que me estáis ocultando algo, algo de Akane... solo quiero ayudarla, no me voy a lanzar a por ella, se reconocer cuando he perdido.
Akira le miró fijamente a los ojos, hubiese querido poder penetrar en su mente para saber qué es lo que ese chico pensaba.
- Ha sido la primera chica que me vio a mí, a Kamui, que me vio solo como a un chico, un chico normal y corriente y me hizo sentirme... normal. También es mi amiga, aunque vosotros os empeñéis en no dejarme entrar en vuestro círculo.
Akira cruzó los brazos delante de su pecho y resopló. La verdad es que sí que eran bastante reacios a dejar que Kamui se acercara a Akane, bueno, al menos él lo era, normal, quería quitársela ¿cómo no iba a ser discriminatorio con él? Pero parecía sincero y ya sabía demasiadas cosas de Akane como para andar ocultándole el resto.
- Akane sufre de un trastorno de personalidad disociativo, eso quiere decir que...
- Que tiene doble personalidad. Eso ya lo suponía, no es una sorpresa, ya me di cuenta de que actúa a veces como si fuera otra persona.
- En realidad tiene cuatro personalidades reconocidas, es su forma de enmascarar las cosas que no le gustan.
- ¿Y una de ellas es una drogadicta?
- Una de ellas es una personalidad autodestructiva y se odia a sí misma, así que... pidió esas drogas para... hacerse daño. Se que no tenía que haberla dejado sola, todo ha sido por mi culpa.
- Y le pidió las drogas a Seishiro... vamos, todo el mundo sabe ya que Seishiro es el camello que reparte las drogas de Shishio. Supongo que le denunciará ¿verdad?
- Creo que no. Dice que fue ella misma quien pidió las drogas.
- ¡Pero eso no puede ser! Ese maldito cabrón tiene que pagar por lo que ha hecho.
- ¿Sabes lo que pasa? La madre de Nowaki está tratándola y ha venido a primera hora, he estado hablando con ella y me ha dicho que seguramente fue Seishiro quien avisó de donde estaba y como ella pasó tanto miedo, que creía que iba a morirse allí, sola y tirada en esa aula, pues... ahora le está muy agradecida.
- ¿Está agradecida al tío que le dio las drogas que podían haberla matado?
- Para ti y para mi es difícil de entender pero ella realmente tuvo miedo de morir y Seishiro podía haberse ido y dejarla sola pero no lo hizo, llamó para que fuesen a ayudarla... parece ser que el agradecimiento que siente es más fuerte que lo demás.
- Pues yo digo que Seishiro tiene que pagar por lo que ha hecho.
- Si tienes razón pero...
Akira se cayó al oír voces que se acercaban hacia la habitación, sobretodo una voz bastante conocida.
Los dos miraron hacia la puerta y en unos segundos apareció Akane sentada en una silla de ruedas empujada por un celador.
- ¡Anda si tengo visita! – exclamó al ver a Kamui - ¿Qué haces por aquí?
- Venía a ver como se encontraba Cenicienta antes de ir al instituto.
- Ah, Cenicienta está bastante mal, le duele todo el cuerpo, pero dicen que descansando se me pasará.
- Bueno, señorita mal hablada – dijo el celador – Ahora te traigo los papeles del alta, puedes ir vistiéndote ya.
- Es que me han hecho daño – se quejó Akane con gesto mohíno – Me han metido un tubo por la boca, un tubo muy gordo.
- Era para ver si tenías daños en el estómago – explicó el celador.
- Era para fastidiarme, seguro.
- ¿Entonces ya nos podemos marchar? – preguntó Akira.
- Si, en cuanto le traiga los informes que está rellenando el médico.
El celador se marchó y Akane se levantó de la silla.
- ¿Y dónde está mi ropa?
- Bueno ya que he visto que estás mejor me voy a marchar – habló Kamui – No quiero llegar tarde.
- Tu ropa está en esa taquilla. Yo voy a llamar a mi padre para que venga a por nosotros.
- Eso, eso, iros los dos y abandonarme... todos los hombres sois iguales, anda, largaos que no quiero que veáis como me cambio, vamos, vamos, fuera.
...
Cuando llegó al instituto, Kamui pensó que lo mejor era acercarse a alguno de los amigos de Akane, Shibi, Jisei o Kyojin y decirles que había visto a Akane y que se encontraba bastante bien. Bueno, esas cosas son las que hacen los amigos, se suelen dar noticias unos de otros, además él estaba planteándose que ya no le apetecía tanto ser un ser solitario, que no necesitaba a los demás... claro que los necesitaba, necesitaba tener amigos y sentirse apoyado. Ver a Akira el día anterior tan abatido pero al mismo tiempo rodeado de sus amigos, ver como le apoyaban, como se apoyaban unos a otros le hizo comprender muchas cosas, ahora él también deseaba tener un grupo de amigos que estuviesen a su lado y a los que apoyar si le necesitaban.
Se acercó a un grupo formado por Jisei, Ryuko, Kyojin, Yuri, Shibi, Sumire, Karasu y Xu-Xu que parecían disponerse a participar en una serie de ejercicios como salto, lanzamiento de peso y cosas así.
- Ya os podéis imaginar la que nos va a caer – comentaba Karasu – La directora debe estar más que mosqueada con nosotros.
- ¡Pero no ha sido culpa nuestra! - se quejó Sumire.
- Hola – les saludó en voz baja.
- Hombre Kamui – habló Karasu – Creíamos que hoy no venías.
- He pasado por el hospital, para ver a Akane.
- ¿Y cómo está? – casi le avasalló Ryuko.
- Bien, está bastante bien, le van a dar el alta.
- ¡Menos mal! – exclamó Sumire.
- Desde luego es que en menudo lio nos ha metido Akane – comentó Yuri.
Fue una frase desafortunada dicha sin mala intención pero pronunciada por la persona menos indicada en ese momento. Ryuko la miró y algo se despertó en ella, un recuerdo que debido a todo lo sucedido el día anterior parecía haber olvidado, pero no, allí seguía y acercó a ella con cara de pocos amigos.
- ¿Estás diciendo que esto es culpa de Akane?
- Reconoce que Akane siempre se mete en todos los problemas – se defendió Yuri.
- ¿Qué Akane se mete en todos los problemas? – casi gritó Ryuko dejando a todo el mundo perplejo, ella nunca había reaccionado de esa forma tan inaudita.
- Hombre, no – se quejó Yuri – Vas a decir ahora que esto no es por su culpa, que yo sepa fue ella la que jugó a las escondidillas ayer.
- Vamos Ryuko, estás muy nerviosa – dijo Kyojin cogiéndola de la mano y viendo que aquello no parecía que iba a terminar bien.
- ¡Suéltame! – gritó Ryuko apartando su mano de la de Kyojin - ¿Tú también piensas que esto es culpa de Akane?
- No, por supuesto que no.
- Claro, debí imaginarme que ibas a ponerte de su lado.
- Ryuko estás histérica, de verdad – gruñó Yuri.
- ¡Pues si! Estoy histérica ¿Qué problema tienes con eso? ¿Y sabes por qué estoy histérica? ¿No? Pues tú tienes mucho que ver con eso ¡Que no me agarres, Kyojin!
Ver a Ryuko apartar a Kyojin de esa forma de su lado sí que era de lo más sorprendente.
- ¿Kyojin te lo ha contado? – preguntó Yuri - ¿Por qué se lo has dicho? Te dije que era un secreto.
- Porque tenía que decírselo, Ryuko es mi novia.
- ¿Ahora soy tu novia? ¿Ahora te acuerdas de mí? ¿Y desde cuando somos novios? porque no recuerdo que habláramos de ser novios.
- Por favor Ryuko, escúchame.
- No tengo ganas de oírte, ni de verte... me voy, aquí no hago nada.
Ryuko emprendió la marcha alejándose de allí. Sumire, Xu-Xu y Jisei miraron confusas a Kyojin y después se marcharon detrás de ella. Shibi se acercó con los brazos cruzados a Kyojin.
- ¿Se puede saber que le has hecho a Ryuko?
- Nada... bueno si, hablar en el momento menos oportuno.
- ¿Por qué se lo has dicho? – le recriminó Yuri.
- Tenía que hacerlo Yuri, tenía que decírselo, me sentía muy mal ocultándoselo.
- Bueno – dijo Karasu – Creo que será mejor que nos vayamos poniendo a la cola para los ejercicios ¿Nos acompañas, Kamui?
- Si, voy con vosotros.
En un momento se quedaron solos Kyojin, Shibi y Yuri.
- No tenías que haberle dicho nada a Ryuko, Kyojin – se lamentaba Yuri – Ahora me siento mal.
- No se mentirle, iba a darse cuenta de que pasaba algo, bueno, ya se había dado cuenta y empezaba a suponer lo que no era.
- ¿Se puede saber lo que le has dicho a Ryuko para enfadarla tanto? – le interrogó Shibi.
- Es culpa mía – respondió Yuri - Es que le dije a mis padres que estaba saliendo con Kyojin.
- ¿Y por qué dijiste eso? – se interesó Shibi con tranquilidad.
- Porque... porque si y ya está. El caso es que le he pedido a Kyojin que me cubra, solo un poco, es que mi madre está como desconfiada conmigo y... solo quiero que un día vaya y diga que es cierto, solo eso.
- Pero Yuri, Kyojin está saliendo con Ryuko.
- Pero si solo es una tarde, Kyojin va a merendar, está un ratito y ya.
- ¿Pero no tienes una cita con Kamui?
- Por eso, es que no quiero que mi madre me diga que la estoy engañando porque entonces va a empezar a decirme que no se puede fiar de mí... Solo es un momentito, luego les digo que Kyojin se ha puesto celoso por lo de la cita con Kamui, que me he enfadado y que hemos roto.
- Yuri, de verdad, tú no estás bien – dijo Shibi – Y tú Kyojin, espera que lo adivine... se te ha ocurrido precisamente decírselo hoy a Ryuko.
- No, se lo dije ayer, nos quedamos solos en la cafetería y... ¡Yo que sabía que iba a pasar todo aquello! Es que Ryuko estaba empezando a sentirse desplazada... el otro día le molestó mucho que me quedase contigo Yuri y mira, a mí no me gusta tener secretos con ella.
- ¡Pues mira lo que ha pasado! – exclamó Yuri – ¡Ahora lo has fastidiado todo!
- Me voy a cumplir con los ejercicios de hoy ¿Te vienes Kyojin? – fue todo lo que dijo Shibi antes de comenzar a andar.
- Si, voy contigo.
- ¡Kyojin! – le llamó Yuri – Verás que mañana Ryuko estará más tranquila, es que se ha puesto muy nerviosa por todo.
Kyojin la sonrió deseando interiormente que de verdad tuviera razón.
...
- ¿Sabes de lo que me he enterado? – preguntaba Himeko en voz baja a Kohaku mientras se dirigían a las pistas de tenis.
- No – contestó sonriendo benévolamente, Himeko era tan tierna que hasta para contar un cotilleo resultaba encantadora, se ponía nerviosa y movía los dedos como si fuese algo horrible.
- Momoka va a ir a visitar a la abuela Mito este fin de semana.
- ¿A la abuela Mito?
- La va a llevar Takumi.
Kohaku miró inconscientemente hacia las pistas de tenis, allí estaban Takumi y Momoka. Aquello era rarísimo, que él supiera Takumi y su abuela no tenían relación ¿Sería que Takumi estaba empezando a cambiar? ¿Le estaría cambiando Momoka?
- La abuela Mito se pondrá muy contenta – contestó secamente.
- ¿No es estupendo? Creo que Momoka está cambiando a Takumi.
- Eso parece.
Kohaku se quedó pensando en Takumi y en Momoka, en que aún no le caía bien del todo pero estaba dispuesto a darle una oportunidad y en que quizás el que llevase a Momoka a ver a su abuela era una buena señal. El apreciaba mucho a la abuela Mito, era una gran mujer que había trabajado para su padre toda la vida.
"Toda la vida" esa idea se quedó vagando por su mente durante un rato.
- ¡Claro! – musitó de pronto.
- ¿Qué pasa? – se sorprendió Himeko.
- La abuela Mito, claro ¿Cómo no lo he pensado antes?
- ¿El qué?
- La abuela Mito era secretaria de mi padre y antes de mi padre de mi abuelo, ella lo debe saber.
- ¿Pero el qué?
- Debe saber quién es mi padre, si mi padre u otra persona ¿No lo crees?
Himeko le miró sorprendida. Era cierto que Kohaku le había confesado su secreto, eso que decía su tío en la carta, pero aunque al principio había comentado que le gustaría saber si era cierto o no que su padre no era en realidad su padre, luego no había vuelto a mencionar el tema y menos aún decir que quería averiguar quién era su padre, pensó que para Kohaku eso no tenía importancia, que solo era una anécdota... pero parece ser que no.
- La abuela Mito debió conocer a ese tipo... del que te dije que mi padre se puso tan celoso, antes de que yo naciese ¿Te acuerdas que te conté lo que mi tío me había escrito?
- Bueno pero ¿Y que más te da? ¿Qué va a cambiar eso?
- Nada, solo me gustaría saber o mejor conocer la razón por la que mi padre me odiaba tanto.
- Eso no importa, tú siempre serás Kohaku ¿No estarás pensando que puede ser tu padre biológico, verdad?
- No lo se, mi tío dijo que mi madre fue fiel a mi padre y yo lo creo pero no puedo evitar pensar en las dudas de mi padre, yo creo que son infundadas pero si no lo averiguo será algo que me perseguirá toda mi vida, no es que quiera que sea mi padre o que no lo quiera, eso a mi me da igual, yo siempre seré Kohaku Akasagan, no se trata de saber si soy hijo de mi padre o no, no se trata de eso, es que si ese hombre se enamoró de mi madre y fue capaz de hacerla feliz yo... tengo que hacerlo por mi madre. Se que no lo entiendes, tampoco lo pretendo.
- No importa si lo entiendo o no, yo te apoyo sea lo que sea... creo que un poco si te comprendo... Entonces ¿Cuándo vamos a ir a visitar a la abuela Mito? Seguro que ella tiene alguna pista de quien es ese hombre - Kohaku la miró sorprendido – Si no te importa que te acompañe.
...
Por supuesto, durante la hora de la comida, las conversaciones estaban centradas en el mismo tema, por lo menos en el grupo de amigos habituales de Akane y Akira así era.
- Menos mal que no pasó nada – hablaba Sumire – Pasé muchísimo miedo.
- Yo también – añadía mecánicamente Jisei, en esos momentos no podía evitar estar más preocupada por Ryuko, es que nunca la había visto así, tan enfadada y con ese aura llena de rencor.
Ryuko siempre había sido una chica muy dulce y tranquila, de las que aunque se enfadan evitan involucrarse en peleas y discusiones y es cierto que Jisei le decía que no estaba bien que se callase siempre lo que pensaba pero tampoco se refería a que saltase como había saltado, sin pensar en nada.
Ryuko era consciente de que ella no sabía discutir, no había nacido para eso. Las pocas veces que se había enfadado y discutido con alguien, aunque tuviese razón, había terminado llorando, más que nada de la rabia de no saber explicarse o hacerse entender o quizás por no convencer a su oponente. Así que, evitaba las discusiones, prefería siempre callarse pero entre lo mal que le sentó que Kyojin le dijese que Yuri le había pedido aquel favor y los nervios que pasó con la desaparición de Akane, no pudo contenerse más, tuvo que decir aquello o explotaría.
- ¿Por qué Akane haría una cosa así? – se preguntaba Kenshi.
- Debe tener problemas en su casa – reflexionó Kimisuke – A veces parece bastante estresada con sus hermanos y todo eso.
Jisei ahora miraba a esos dos chicos, claro, ellos no sabían nada de Akane y su trastorno de personalidad, era lógico que no entendiesen lo que había pasado.
- Si – habló Sumire con una voz inusualmente tranquila en ella – Akane tiene muchos problemas, demasiados pero bueno, nosotros somos sus amigos y la vamos a ayudar a superarlos ¿verdad? – se limpió unas lagrimillas que parecían asomarse en sus grandes ojos.
Eso sí que era nuevo, ver a Sumire llorando, nadie de los que estaban allí creían haberla visto nunca así.
- Pues claro – sonrió Kimisuke intentando dar tranquilidad a Sumire – Somos sus amigos y puede contar con nosotros.
- Eso le pasa por guardárselo todo – añadió Karasu – Si es que ya sabemos que es muy cabezota y todo quiere hacerlo sola.
- Venga Sumire – dio preocupado Suo – No te pongas triste, nadie va a abandonar a Akane.
- Es que ella es mi amiga y yo la quiero mucho. Jo, que tonta que me estoy poniendo.
- Bueno Akira está con ella – comentó Kyojin – Ya veréis como la ayuda.
- Si, además se ve que la quiere un montón – añadió Karasu.
...
En esos momentos, Akira, sentado en los asientos de la parte de atrás del coche de su padre estornudaba.
- ¡Salud! – dijo su padre mientras conducía llevándolos a él y a Akane hacia su pueblo, tal y como había sugerido, no, más bien ordenado su mujer la noche anterior – Procura no resfriarte ahora, te necesitamos bien sano ¿Cómo va Akane?
Akira miró a su izquierda, Akane, sentada y con el cinturón de seguridad puesto dormía al parecer plácidamente.
- Sigue dormida como un tronco.
- Pobrecilla. Debe haber sido horrible para ella darse cuenta del daño que puede llegar a hacerse.
- Debe ser horrible tenerte miedo a ti mismo.
- ¿Y se ha tomado la medicación sin rechistar?
- Si. Ha dicho que hará lo que sea y se tomará lo que los médicos le receten, todo lo que haga falta para curarse. Se ha asustado mucho.
- Normal. La verdad es que es una chica asombrosa, otra persona en su lugar se hubiese venido abajo, pero ella no, ella parecía contenta y dispuesta a ganar alguna batalla.
- Es que es una guerra contra sí misma y no se va a dejar vencer.
- Pues su buena disposición es muy importante, eso ya le da ventaja.
- Papá...
- Si, dime.
- ¿Crees que soy tonto?
- ¿A que viene eso?
- Quizás tú o mamá pensáis que soy tonto por meterme en estos líos.
- Akira... tu madre y yo pensamos que si no te metieras en estos líos, como tú dices, nos decepcionarías. Estamos orgullosos de ti, no podemos tener ni una queja de tu comportamiento.
- Pero he complicado mi vida y la vuestra.
- No vamos a abandonar a esa chica, no podemos, lo siento, somos así, hay gente a la que le es fácil hacer que no ve nada pero nosotros no hacemos las cosas de esa forma.
- Gracias.
- No nos las des, yo ya le he cogido cariño a esa chica y es que me pongo enfermo cuando pienso en lo que ha tenido que pasar, tan sola y... lo que ahora tenemos que conseguir es que se enfrente a lo que le hizo el tipo aquel. Tiene que reconocerlo y hablarlo, decirlo públicamente, gritarlo si hace falta, enfrentarse a eso y darle una buena patada al asunto para poder avanzar. Piensa que eso es como una piedra que lleva colgada al cuello, tiene que quitársela, no digo que la olvide, la piedra va a seguir estando pero que la deje guardada donde debe estar.
Akira miró preocupado a Akane, eso iba a ser difícil y doloroso, seguro, pero también era cierto que ella era una chica muy fuerte y que quería "avanzar en la vida".
- Por cierto – continuó el padre – Le he dicho a la abuela que prepare una habitación para vosotros.
- Debiste decirle que la habitación estuviese cerca de la mía.
- No, si lo que le he dicho es que sois novios y dormís juntos.
- ¿Queeeeeeeé? – gritó alarmado.
- No vamos a arriesgarnos a que duerma sola, ni aún medicada.
- ¿Pero que van a pensar las abuelas?
- Que tienes 18 años. Vamos Akira, no pongas esa cara de tonto, tus abuelas son más liberales de lo que piensas, con tal de que no la dejes embarazada todo estará bien, así que dile que no vaya por ahí diciendo que no sois novios.
- Pero... Akane se va a morir de vergüenza, las abuelas van a pensar que...
- Le he dicho a la abuela que para tu madre y para mi Akane es parte de la familia y que ha sufrido un ataque de nervios, que tiene mucha ansiedad y por eso la llevo al pueblo, para que cambie de aires y se relaje un poco.
...
Terminada la jornada escolar, Kimisuke, Sumire, Kenshi y Xu-Xu regresaban juntos a sus casas cuando se enteraron de que se había montado en algunas calles de Kizuna un pequeño mercado medieval y decidieron ir a ver los puestos.
Los comerciantes, vestidos con ropas medievales occidentales habían montado numerosos puestos en los que ofrecían diversos productos como infusiones, productos naturales, artesanías, perfumes, juguetes de madera, etc. Aquello fue algo que entusiasmó a Sumire y pareció devolverle su alegría habitual.
Paseando juntos por esas calles Kenshi y Xu-Xu volvieron a sentirse bien, como en los viejos tiempos, cómodos el uno junto al otro. Kenshi aún tenía miedo de meter la pata con Xu-Xu, se preguntaba si las mujeres serían todas muy rencorosas, por lo que recordaba de Akane y Akira pues Akane había sido muy rencorosa ¿Serían todas así o eso era cosa de esa chica? Sabía que las mujeres son... ¿cómo lo diría? Bueno su lenguaje era limitado en esa situación, pero sabía que las mujeres eran distintas a los hombres. Los chicos, cuando se enfadaban entre ellos lo solucionaban todo rápidamente, si era necesario se liaban a palos y se rompían la cara y ya, a los cinco minutos volvían a ser amigos, pero las mujeres no, las mujeres te lo guardan todo, él lo sabía, vivía con dos, además las mujeres no se pelean, no, ellas se dicen cosas como "pues ya no te voy a hablar más", que esa era otra, la maldita manía que tenían con hablar, hablar y hablar.
¿Seguiría Xu-Xu enfadada con él? Daba igual, ahora estaban pasándoselo bien, sería mejor dejarse llevar y ya pasaría lo que tuviera que pasar. De nuevo volvían a estar bien, eso si estaba claro, de nuevo Xu-Xu era su amiga.
- ¡Mirad! – gritó entusiasmada de pronto Sumire - ¡Hay un puesto de tiro al blanco!
- Son unas dianas y unos dardos – comentó Kimisuke.
- ¡Pero es divertido! ¿Jugamos? – propuso Xu-Xu.
- Eso ni se pregunta – contestó Kenshi – Vamos allá.
- ¡Si! – exclamó Sumire – Yo también quiero, ay me hace mucha ilusión.
- ¿Qué tal se te da esto de los dardos? – le preguntó Kimisuke.
- Fatal, pero es divertido.
- Pues bueno, vamos allá.
Al preguntar cuanto costaba poder jugar un poco se encontraron con la sorpresa de que aquello era caro, si, pero a cambio, según los puntos que sacasen, podrían llevarse un premio. Había varias cosas que no parecían demasiado interesantes pero a Xu-Xu le llamó la atención un peluche de panda de tamaño grande, como de 70 cm mientras que Sumire parecía haberse encaprichado con un guiñol de peluche con forma de pato al se podía meter la mano por la espalda y al moverle el pico sonaba un "cuac, cuac".
- Por fa, por fa, por fa – miró con ojos tiernos a Kimisuke – Ayúdame a conseguirlo.
- Bueno, que remedio, si me lo pides así no puedo negarme.
- ¿A ti te gusta el oso ese? – preguntó Kenshi a Xu-Xu.
- Si, es adorable.
- No sabía que a ti te gustaban los muñecos.
- No es un muñeco, es un panda ¿Qué puntuación hay que sacar para conseguir ese peluche? – preguntó a uno del puesto.
- 5 dianas, 500 puntos.
- Ah pues yo quiero.
- Espera, yo te lo consigo. Soy muy bueno con los dardos.
- ¿Estás seguro?
- Tú observa al maestro.
Y malo no era, su puntería era bastante buena pero no lo suficiente. Lo intentó una vez, dos y hasta tres, consiguiendo varias cosas que ninguno de los dos sabía muy bien si querían y cuando iba a volver a sacar dinero para intentarlo una cuarta vez, ya que aquello empezaba a ser cuestión de honor, Xu-Xu se le adelantó.
- Quita, ahora lo intento yo. Observa a la maestra.
Un dardo dio en la diana, dos, tres, cuatro y... cinco.
Xu-Xu gritó dando saltos de alegría y cuando le dieron al peluche lo abrazó con fuerza.
- ¿Has visto que bonito que es, Kenshi?
- Acabas de dejar mi hombría por los suelos.
- Oh, venga, no te deprimas, si tú lo has hecho también muy bien.
- Si, claro – refunfuñó – Ríete de mí.
- Tonto – le dio un repentino beso en la mejilla - ¿No ves que yo voy a tiro con arco?
Sí que Xu-Xu volvía a ser la de siempre, no podía ser que ella fuese tan rencorosa, seguro que no.
Kimisuke tenía el mismo problema que Kenshi, conseguir conseguí muchas cosas pero no el condenado pato parlanchín.
- ¿Quieres que te lo consiga yo? – le propuso Xu-Xu.
- No, déjalo, si mira cuantas cosas me ha conseguido Kimisuke, este marciano es muy gracioso y estos peluchitos creo que se los voy a regalar a Akane y a Ryuko ¿A que son monos?
- Deja, tengo que conseguir el maldito pato – gruñó Kimisuke.
- Si yo ya no quiero el pato. Venga vámonos.
- No, es cuestión de amor propio.
Suo iba camino de la casa de Sumire cuando se encontró con el animado grupo cerca de su destino. Xu-Xu llevaba un peluche en los brazos y Sumire parecía muy alegre jugueteando con una especie de guiñol de pato.
- ¡Hola Suo! – saludó alegre Sumire - ¿Vienes a ver a Misaki?
- Si, he quedado con él.
- Nosotros venimos de ver el mercado medieval que hay montado ¿Tú lo sabías?
- Ahora que lo dices, algo había escuchado.
- Pues es muy interesante – agregó Xu-Xu – Hay muchas cosas.
- Es estupendo ver que habéis vuelto a ser los de siempre – dijo Suo mirando a Kenshi y el oso que Xu-Xu llevaba en brazos.
- Nosotros somos amigos – se apresuró a contestar Xu-Xu – Esto lo he conseguido yo solita.
- Eso, tu haz leña del árbol caído – se quejó Kenshi.
- Mira Suo – habló alegre Sumire – Yo tengo un pato, me lo ha conseguido Kimisuke – movió el pico del pato y este emitió su "cuac, cuac" demasiado cerca de la cara de Suo que se apartó un poco hacia atrás, Sumire volvió a mover el pico del muñeco – Soy un pato, soy un pato, me llamo Kamosuke, Kamosuke el pato.

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