lunes, 25 de agosto de 2014

169. Una ventana abierta a los recuerdos

- Es increíble - repetía Kamui - Eres Tori... hay que ver cuanto recuerdos.
- Los pasábamos bien ¿Verdad?
- Ya lo creo, menudos veranos, tu, yo y Taro, allí no había ni Senjus, ni Kaguyas, ni nada de nada, solo tres niños y sus ganas de divertirse.
- ¿Te acuerdas cuando jugábamos a los detectives?
- ¿Y a los ninjas?
- ¿Y cuando buscábamos ranas o intentábamos pescar con aquellas cañas que nos hicimos?
- ¡Taro terminó de cabeza en el lago y creíamos que se ahogaba!
- Yo nunca he olvidado cuando encontramos esas zarzas de moras y comimos tantas que nos dio un empacho y pensamos que estaban envenenadas.
- Esa noche me la pasé yendo al servicio ¿Y te acuerdas de cuando nos empeñamos en buscar "pokemons"?
- Y encontramos un avispero y dijimos que eran "beedrills" y por poco nos pican.
Recordar la niñez es una de esas cosas que te trasportan a un mundo feliz, claro, siempre y cuando la niñez hubiera sido feliz, de ser así esos recuerdos suelen ser dulces y llenos de añoranzas.
- Recuerdo que eras una niña llena de energía y siempre dispuesta a descubrir nuevas cosas... ¿Qué es lo que te pasó, Tori?
- ¿Quieres decir para convertirme en una sosa?
- No... yo, no...
- Supongo que una mala pubertad.
- No te ofendas pero la Fatora que veo en el instituto es tan distinta a la Tori de mis recuerdos que...
- Ya lo se, ya lo se y yo también me hecho de menos. Creo que todo empezó cuando comencé secundaria.
- ¿Y eso?
- Mi madre decidió de pronto que una señorita como yo no solo debía tener una educación tradicional perfecta si no también una exquisita educación occidental y nada mejor parta este tema que educarse en un honorable colegio para señoritas occidental y por lo visto los mejores estaban en Gran Bretaña, no preguntes. Al comenzar secundaria me llevaron a un internado inglés, situado concretamente en Irlanda del Norte, un internado para señoritas de buena familia, de monjas, vamos, católico y allí me dejaron. No supe integrarme, no se si es que aquel cambio tan brusco, verme de pronto encerrada con un montón de chicas desconocidas con las que incluso casi no podía hablar porque mi acento les causaba gracia, chicas con costumbres muy distintas a las mías, desde comer hasta sus manías religiosas o quizás también influyó mi edad, que estaba en plena pubertad, cuando mas confundida me sentía, cuando quería encontrar mi propia identidad y... supongo que fue un cúmulo de cosas las que hicieron que no me integrase. Me quedaba alejada todo lo que podía de mis compañeras y cuando me obligaban a acercarme a ellas me mantenía callada y en silencio y cuando me quise dar cuenta era como un bulto al que nadie hacia caso. Al principio lloraba bastante y sentía que había una parte de mi que se rebelaba y que quería ser como era de pequeña pero... me rendí, simplemente me rendí. A penas si tuve amigas, era mejor mantenerse invisible ante las demás... me acostumbré a veces me molestaba y me dolía pero siempre era mejor la indiferencia que las burlas.
Kamui la miró con curiosidad, nunca le había dado por pensar en las vidas de los demás, siempre pensaba en si mismo, en los cambios que se produjeron en él y en su personalidad y ahora oía hablar a Fatora y la comprendía o al menos creía comprenderla, por primera vez, que él recordase, empezaba a sentir empatía ¿era así como se llamaba? ¿era eso lo que decían que él no tenía? Fuera como fuese ahora entendía perfectamente a esa niña, podía imaginársela sola y perdida entre un montón de extraños, apartada... él también se había apartado de todos, salvo que él se apartó porque quiso, no porque se sintiese discriminado, lo suyo había sido una decisión tomada desde el rencor y el orgullo y la idea de que no necesitaba a nadie, Fatora no se integró con sus compañeras porque se sentía distinta y tenía miedo y él se separó de sus amigos por miedo a que le defraudasen... podía decirse que aunque fueran distintos en el fondo eran iguales.
- Al final hablé con mi padre - proseguí hablando Fatora - y le lloré un montón hasta convencerle de sacarme de allí y así volví. Y terminé en el instituto de Kizuna, que si bien no es para gente rica y eso, si que tiene un gran prestigio.
- ¿Y me reconociste?
- Claro que te reconocí, seguías siendo el chico más guapo que había visto.
- Pues yo a ti no te he reconocido.
- Eso es porque yo cambié mucho, para empezar me hice una mujer y mi cuerpo cambió, a lo mejor tu recordabas una niñita y crecí bastante y me corté el pelo.
- Bueno y que tampoco nunca me he fijado en nadie, lo reconozco, y menos aún si iban con Stella y Kikyo ¿Por qué te juntaste con ellas?
- Porque yo pensé que al volver iba a ser todo distinto pero... tampoco. Ahora me sentía un bicho raro aquí, llegué con costumbres de allá, hasta con su religión y mis antiguas amigas ya no lo eran, habían cambiado o mejor dicho, yo había cambiado. De la misma forma me sentí igual de distinta y apartada y no pude recuperar mi antigua personalidad, no se como explicártelo pero yo... simplemente había cambiado y me había convertido en la persona invisible que ves.
- O sea que no te sentías ni de un sitio, ni de otro.
- Eso es. Tampoco sabía como relacionarme aquí, creo que perdí completamente mi... no se como decirlo, vamos que no se sociabilizar. Mi madre dijo que sería bueno que me relacionase con Stella, sus padres eran norteamericanos y a ella le fascina lo occidental y el mundo por donde su mueven, además su padre es compañero del mio y... pues bueno, como me encontraba tan sola y te aseguro que no me gustaba esa sensación, acepté. Stella... no es que fuéramos amigas, yo era como... era su amiga pero no una amiga como yo pensaba que las amigas tenían que ser... no se, creo que he sido la amiga tonta que más bien es casi como una criada o que la llevas porque siempre se bueno tener a quien echar la culpa o que te haga recados. Así que terminé en el grupo de Stella pero nunca me sentí parte del grupo, aunque claro, era mejor que estar sola.-
- Pero tú saliste con Takumi.
- Si, pero fue muy poco, no nos entendimos bien, a mi me gustaba pero yo no le gustaba para nada, lo que pasa es que creo que le daba pena y siempre me tuvo un poco protegida.
- ¿Protegida? ¡Pero si te trataba fatal!+
- No, que va, eso parecía pero no... en realidad creo que si él no se comportase como si yo fuera algo suyo yo hubiera terminado peor porque a veces yo estaba dispuesta a hacer el ridículo con tal de ser aceptada. Si estás preocupado porque Takumi salga con tu amiga Momoka, déjame decirte que él no la va a hacer daño, es un buen tipo aunque no lo parezca, es verdad que tuvo una época bastante mala, se drogaba y no era muy amable pero a pesar de la frialdad con la que actúa y que parece que todo le da igual y que no tiene sentimientos pues... es su forma de ser, no lo demuestra pero en el fondo es majo.
- Espero que así sea porque si lastima a Momoka...
- ¿Estás enamorado de Momoka?
- La quiero mucho, es... ha sido una buena amiga... es una buena chica, ya lo ha pasado bastante mal conmigo como para que otro capullo la haga daño.
- Es cierto, tú también has cambiado mucho, no eres el niño dulce, amable y un poco tímido que yo recuerdo.
- Y llorón, también he sido muy llorón.
- Ya te digo que si, es que eras muy sensible, valiente pero sensible, querías ser un héroe y el primer arranque lo tenías pero cuando veías que las cosas no salían como querías ponías esa carita de pena y tratabas de no llorar.
- Pero no lo conseguía - sonrió - Siempre he sido muy... perfeccionista.
- Eras un justiciero, las cosas tenían que ser siempre como tenían que ser ¿Que te pasó para convertirte en...? - Fatora desvió avergonzada la mirada - Lo siento.
- ¿Quieres decir para convertirme en un insocial?
Fatora rompió a reír y Kamui sonrió.
- ¡Kamui! ¡Fatora! - gritó Nowaki - ¿Queréis jugar al trivial? Nosotros vamos a jugar al trivial.
- ¡Yo iré con Kamui! - añadió también gritando Minako - Que es muy listo y lo sabe todo.
- Vale - contestó Nowaki - Como tu eres tonta se compensa.
- Será mejor que vayamos con los demás - habló Fatora.
- Si, Nowaki puede ser muy escandaloso. Oye... ¿Puedo volver a llamarte Tori? Me hace recordar.
- Claro, llámame como quieras - respondió mientras caminaban hacia donde estaban los demás.
Quien iba a decir que un visita de cortesía y a la que iba de mala gana iba a terminar por convertirse en una puerta abierta a los recuerdos.
...
Allí había gente de pie, mirando el espectáculo que los participantes ofrecían, algunos bailando, otros cantando también las canciones a voz en grito y aplaudiendo.
- Voy a ir a coger algo de beber - dijo Kimisuke a Sumire - ¿Quieres algo?
- ¡Voy a ir a cantar! - fue lo que contestó la chica.
- ¿Te gusta cantar?
- ¡Me encanta!
- Bueno ¿Pero quieres que te traiga algo de beber?
- Si, por favor, tráeme un refresco de naranja. Espera que te dé el dinero.
- Déjalo, yo te invito.
- ¡Vamos Sumire! - llegó emocionado hasta ellos Genki - ¡Vamos a ver que número que nos ha tocado y demostrar de los que somos capaces!
- ¡Vamos!
- Esperarme que yo también voy con vosotros - se apuntó Kenshi - ¡Vamos Xu-Xu, venga!
- Alguien debería impedir que Genki se apuntase - comentó Suo - Esto va a ser una tortura.
- ¿Tan mal canta? - se interesó Shiho.
- No es que cante mal, es que pone demasiado... ¿cómo diría yo?
- ¿Entusiasmo? - sonrió Shiho.
- Si, se puede decir así. Bueno voy a por unos refrescos ¿Quieres algo?
- Creo que será mejor que te acompañe - propuso Misaki - Si no, no podrás con todo.
Xu-Xu y Sumire regresaban de comprobar el número de orden que les había tocado en el concurso alegres y riéndose, aún quedaba bastante para que les tocara cantar, había mucha gente anotada delante de ellos, por lo visto esa iniciativa había sido todo un éxito. Detrás de ellas iban Genki y Kenshi, de pronto Genki se detuvo, cogió a Kenshi del brazo y lo acercó a él.
- ¡Eh! - se quejó Kenshi - ¿Qué pasa?
- Tengo que hablar contigo - dijo con gesto serio.
- Vale pero no toques ¿Para qué tocas?
- ¡Tienes que hablar con Xu-Xu! - gritó Genki.
- ¿Qué tengo que hablar con ella?
- ¿No la notas rara?
- ¿Rara?
- Si, rara ¿No la notas como distinta a otras veces?
- Pues... no se... y suéltame, te he dicho que no me toques, no seas pesado.
- ¡Pues tienes que hablar con ella!
- ¿De qué?
- Tus eres su amigo, habla con ella a ver qué le pasa.
- ¿Pero qué le pasa de qué?
- ¡Déjalo! Hablaré yo con ella pero luego hablas tú.
- Vale tío, lo que tú digas.
Kenshi miró a Xu-Xu... pues él no veía nada extraño en ella ¿De qué hablaba el loco de Genki?
- Shiho tu cantas justo antes que yo y detrás de Genki - comentaba Sumire - Claro, él se ha apuntado el primero.
- Será para no quedarse fuera - río Xu-Xu - Le gusta demasiado cantar a este chico.
- No, yo no voy a cantar - afirmó Shiho - a mí eso de cantar no se me da muy bien.
- Tonterías, seguro que sí que lo haces bien - la contradijo Sumire.
- Venga Shiho, venga, anímate, ya verás que es muy divertido y no se trata de cantar de bien, solo de entonar - la animó Xu-Xu.
- ¿Y tú, Misaki? - se interesó Sumire.
- Ya sabes que a mi me da mucha vergüenza cantar en público.
- Yo paso - añadió Suo al ver que Sumire le miraba con ganas de preguntarle.
- ¡Anda! Venga, apuntaos, vamos Suo ¿sí? Venga, venga - insistía Sumire.
- Venga, vale, me has convencido - habló Suo.
- ¿Si? - preguntaron Xu-Xu y Sumire a la vez.
- Si, no creo que sea tan difícil. Se trata de subir y... cantar, cualquiera lo hace y por lo que se oye no se pide hacerlo bien.
- ¡Ala! - exclamó Sumire - ¡Menuda pedrada acabas de meter!
- Pero cantaré si Misaki canta conmigo - sonrió Suo.
- No, no, no, no... no - contestó rotundo Misaki.
- Vengaaaaaaa - le miró suplicante Sumire - Si tú cantas muy bien. Eh chicos, mi hermano canta muy bien, tiene una voz dulce y bonita pero le da vergüenza hacerlo en público, vamos decirle que no os vais a reír de él.
- Déjale si no quiere cantar - sugirió Kimisuke.
- Joooooooo ¿Y tu cantarás conmigo, Kirin?
- Pero es que...
Y Sumire, sin dejar hablar a Kimisuke le cogió del brazo y le obligó a moverse.
- ¡Este es mi chico! - jaleó Sumire - ¡Ven, vamos a escoger que cantaremos los dos a dúo! ¡Una canción bien romántica!
De pronto Genki se giró y se quedó mirando fijamente a Xu-Xu.
- ¿Qué te pasa que me miras con esos ojos de sapo?
- Vamos fuera, aquí hace calor, vamos, que quiero contarte una cosa importante.
- ¿Cómo de importante?
- Súper importante.
Xu-Xu acompañó a Genki hasta una de las terrazas del centro comercial, un espacio grande y en esos momentos poco transitado. Lo hizo porque conocía a Genki, seguramente lo que le pasaba era una tontería pero era un exagerado y si no le acompañaba seguramente se pondría muy pesado y le insistiría hasta el aburrimiento, así que, era mejor ir y ver cuál era ese "súper problema".
- ¿Y qué te pasa? - preguntó Xu-Xu apoyando los brazos en el pequeño muro que le llegaba casi a la altura de las axilas y rodeaba la terraza haciendo de barandilla.
- A mí no me pasa nada - contestó Genki.
- Estupendo ¿Y para eso me haces venir? - gruñó Xu-Xu - ¿Estás tonto o qué?
- Pero sé que a ti te pasa algo y quiero que me lo digas.
- ¿A mí?
- Si, a ti, a ti. Nos conocemos desde hace tiempo Xu-Xu y sé que te pasa algo, no estás como siempre.
- Serán alucinaciones tuyas.
- No. Lo he notado estando en el "Mayo Chiki" ¿Qué es lo que te pasa?
- Nada - contestó abatida Xu-Xu.
Genki no dijo nada pero Xu-Xu sabía que estaba mirándola fijamente, podía notar sus ojos redondos mirándola.
- Llamé a Hizashi y no ha venido - comentó.
- No tendría ganas de salir, ya sabes cómo es él.
- No, que va, llamé a su casa y su tía me dijo que había salido.
- A lo mejor quiere estar solo para pensar ¿Es que querías verle?
- No, bueno si, yo quiero ayudarle... soy su amiga y quiero que confíe en mí.
- Y yo soy tu amigo y quiero que confíes en mí.
- ¿De qué hablas?
- Claro a Genki nunca se le toma en serio ¿Es eso? Como Genki solo sabe hacer payasadas es mejor no tomarle en serio.
- No digas eso Genki, sabes que no es cierto, yo siempre confío en ti, eso solo que... que creo que he metido la pata y me siento fatal.
- ¿Con Kenshi?
- No, con Kimisuke.
- ¿Con Kimisuke? - gritó Genki - ¿Que has hecho, Xu-Xu?
- ¡Ay nada, no seas exagerado! - gritó a su vez Xu-Xu. Lo que pasa es que... es que no se lo que me pasa, no me entiendo a mí misma, no sé por qué actúo como lo hago.
- ¿Y cómo lo haces?
- Mal, lo hago mal. Kimisuke...aún no ha hecho nada malo, lo se, pero le he visto con esa chica y no puedo evitar pensar mal.
- ¿De qué estamos hablando?
- De Kimisuke y de las chicas. No se, en realidad ¿Qué sabemos de él y sus relaciones con las chicas? No sabemos nada, era amigo de Jisei y según dice ella pues nada mas, aunque yo creo que hubo una época que le gustaba Jisei pero... o sea, nunca le hemos visto salir con chicas, ni hablar, ni nada y ahora parece que le gusta Sumire y que intenta...
- ¿Ligarse a Sumire?
- Ay no se... no sé qué me pasa que me comporto como si me molestase, desconfiada, como si... soy una mala persona.
- No creo que seas una mala persona pero a lo mejor no estás juzgando bien a Kimisuke, él tampoco es mala persona.
- Si ya lo sé y no se porta mal con Sumire, es paciente y no se ha tirado a ligársela pero yo...
- Sigues si fiarte de él.
- A veces creo que es como si me diese envidia o algo, no sé. Es que veo a Sumire que es tan... despistada, que no se entera de nada, que pienso que...
- ¿Qué se va a aprovechar de ella?
- Supongo que sí. Quizás estoy siendo demasiado protectora con Sumire.
- O quizás estás proyectando en ella tus miedos.
Xu-Xu le miró con curiosidad.
- ¿Qué quieres decir?
- Creo que no te fías de Kimisuke por lo que te pasó a ti con Kenshi. A lo mejor es una suposición tonta mía pero es lo que pienso.
- No, no creo, lo de Kenshi no tiene nada que ver, eso es otra historia.
- Pues yo creo que sí, que te has vuelto una desconfiada, no te fías de Kenshi, ni de Kimisuke, ni de nadie.
- Eso no es verdad... contigo y con Shiho no he puesto pegas.
- ¿A que no sabes una cosa? - Genki se acercó bastante a ella, casi pegó su cara a la de la chica - Creo que te da miedo que Sumire salga con un chico.
- ¿Pero qué clase de tontería es esa? - gritó ahora Xu-Xu.
- ¡No lo sé! Era por decir algo guay ¿A que ha quedado bien?
- ¡Tú estás tonto! - Xu-Xu lo cogió con el cuello y comenzó a menearlo - ¿Cómo dices tantas tonterías?
- ¡Ahhhhh! ¡Vale, vale!
- Tampoco hace falta que le mates - habló de pronto Kenshi frente a ellos.
- ¿Qué haces tú aquí? - se encaró a él Xu-Xu.
- Bueno, no quería molestar.
- No - intentaba hablar Genki - Si no molestas.
- Me quedé un poco preocupado por vosotros.
- ¿Por nosotros? - Xu-Xu miró a Genki y comenzó de nuevo a menearle - ¿Se puede saber que le has dicho?
- Nada, nada - Xu-Xu soltó a Genki y le recompuso la ropa.
- Anda, ve con Shiho antes de que se mosquee.
- ¡Las canciones! ¡Tengo que hablar con ella a ver si quiera cantar conmigo! Vosotros no tardéis mucho o se os pasará el turno ¿o.k.?
Kenshi y Xu-Xu se quedaron mirando, Kenshi sonrió de medio lado y Xu-Xu pensó que por qué tenía que ser tan guapo.
- ¿Qué es lo que te pasa? - preguntó Kenshi con cautela.
- Nada.
- Genki dice que te pasa algo y yo creo que también.
- No, si no es nada, es solo que... yo que sé, últimamente no me encuentro a mí misma.
- ¿Es por Kimisuke?
- ¿Tú también te has dado cuenta?
- Oye mira si te gusta Kimisuke yo lo entiendo.
- ¿Qué? - gritó incrédula.
- Él es un buen tipo y... en fin, que entiendo que te guste pero es que a él yo creo que le gusta Sumire.
- ¿Qué? - repitió parpadeando varias veces seguida.
- Creo que por eso no te fue bien con Nowaki, porque te gustaba Kimisuke.
- ¿Y a esa conclusión has llegado tu solito? De veras Kenshi, a veces pensar está sobre valorado, no te esfuerces tanto. Anda, regresemos nosotros también.
- ¿Qué me quieres decir? Xu-Xu tú a mí me gustas mucho y no me importa que te guste Kimisuke porque yo te demostraré que yo te gusto más.
- De verdad Kenshi que tanto refresco de cola que tomas te altera mucho ¿De verdad crees que estoy así porque me gusta Kimisuke?
- Claro, aunque Sumire es tu amiga pues te molesta y por eso no quieres que lleguen a nada y te interpones entre ellos.
- ¿Esa es la impresión que doy? ¿Qué me interpongo entre ellos? - Xu-Xu dio un largo suspiro - Supongo que sí, que esa es la impresión que doy... Anda, vamos con todos, aquí empieza a refrescar.
...
En cuanto el tren comenzó a andar Akira se sentó en su asiento procurando ponerse cómodo mientras Akane seguía con la cara casi pegada a la ventanilla despidiéndose de la abuela de Akira y viendo como se alejaba cada vez más deprisa de allí.
- Ojalá pueda volver pronto - comentó con pena.
- Cuando te cases conmigo terminarás hartándote de venir.
- ¿Quien dice que me voy a casar contigo, bambi?
- Humh, ya lo verás, tu da tiempo al tiempo, también decías que no ibas a ser mi novia y ya ves, ahora vamos a vivir hasta juntitos.
- Eso no quiere decir nada, no vamos a vivir como pareja, solo como... camaradas.
- Lo que tu digas - Akira se puso aún mas cómodo y cerró los ojos - Duerme un poco, calabacita, te sentará bien.
- No puedo, estoy demasiado nerviosa pensando en todo.
- ¿En qué piensas tanto?
- En todo. Por ejemplo en Ryuko, hoy Kyojin ha ido a su casa, se ha plantado delante de sus padres y estoy deseando hablar con ella.
- ¿Pues no has hablado ya por teléfono?
- Si pero no es lo mismo. Y Jisei tiene un pequeño problema y necesito hablar con ella y además tengo que organizarlo todo para cuando me vaya al hospital.
- ¿Qué tienes que organizar?
- Todo, todo y decirles un montón de cosas a Ayesa y Akari o sea que tengo que escribirlas. Es que Akari está bastante asustada y hay que darle ánimos y me preocupa Ayesa, no se como llevará eso de estar encerrada.
- Como siempre exagerándolo todo.
Akane miró a Akira y dudó durante unos segundos algo que llevaba pensando desde el día anterior. De pronto, llevada por un arrebato, abrió su bolso y sacó unos folletos.
- Mira Akira, quiero enseñarte algo.
- ¿El qué? - dijo este abriendo los ojos.
- Mira, son folletos del hospital donde voy a ir. Es este ¿ves? Estos son los jardines, son muy bonitos y dicen que tienen animalitos como tortugas, pájaros y conejos como nuestra "Pelusa" y mira, esta es la residencia y estas las instalaciones... mira, un pasillo, hay muchas habitaciones, yo voy a estar en la cuarta planta.
- ¿De donde has sacado eso? - preguntó poniéndose recto y cogiendo uno de los folletos.
- Me los ha dado tu madre, pensó que me gustaría ver donde iba a ir.
- Bueno, solo vas a estar unos días.
- ¿Y si tengo que quedarme más?
Akira la miró extrañado para descubrir en ella unos ojos llorosos y preocupados.
- Akira yo... yo quiero curarme y no... no quiero ser una molestia para ti. A veces pienso que solo soy un incordio en tu vida, que tienes 18 años y lo que tienes que hacer es divertirte y no estar pendiente de una... como yo.
- ¿Una qué?
- Una... desequilibrada... quiero decir que no estoy equilibrada, que no... Tu no puedes estar pendiente de mi, déjame hablar, Akira yo... me siento mal si pienso que por mi culpa tienes que dejar la casa de tus padres y...
- Ya ves que problema mas grande, yo creo que mis padres están contentísimos de deshacerse de mi.
- Pero... tus padres... ellos se van a gastar dinero en mi y no me gusta eso y tu tienes que ir al instituto y luego recogerme y...
- ¿No es eso algo que ya hago? La única diferencia es que en lugar de llevarte a casa de mis padres te llevaré a una habitación alquilada.
- Si pero...
- Akane ¿Qué me quiere decir? - preguntó muy serio.
- Que... que quiero ingresarme en el hospital, no por una semana si no por... por el tiempo que sea necesario para curarme.
- ¿Es que te quieres alejar de mi?
- No es eso es que siento que te complico la vida y...
- Mi vida es mía y tengo el derecho de complicármela como me de la gana. Si lo que te pasa es que no quieres que esté a tu lado, cerca de ti, si no quieres que te ayude, creo que es mejor que me lo digas directamente.
- No, no es eso, claro que quiero que me ayudes pero no quiero...
- ¿Acaso es que sientes que te agobio? ¿No quieres que vivamos juntos?
- Te digo que no es eso, es que tu eres un chico joven y no tienes porqué atar tu vida a una enferma como yo, que tienes que salir y divertirte...
Sin dejarla terminar, Akira la cogió la cara y la obligó a mirarle.
- ¿Es que no me quieres?
- Yo...
- Si no me quieres dímelo claramente.
- Yo...
- Nunca me dices que me quieres.
- Te... te quie...
De nuevo no la dejó terminar porque la besó de forma algo brusca pero intensa.
- Entonces cállate y déjame dormir... mujer pesada y complicada - volvió a recostare y cerrar los ojos.
- Akira estoy hablando en serio.
- Si, yo también, aunque no te des cuenta, he hablado en serio todo el tiempo, ya te dije que ocuparme de ti era una decisión mía, que a lo mejor soy tonto por complicarme la vida pero es mi decisión y quiero llevarla a cabo y... eres lo más importante de mi vida, condenada cabezota.
- Pero yo quiero curarme y no quiero que tus padres se gasten el dinero en mí.
- Piensa que ya se lo devolverás.
- ¿Cuándo?
- Cuidando de su hijo. Te advierto que yo soy muy caprichoso y estoy muy mimado, a parte soy bastante perezoso, por si no lo recuerdas, no creas que casarte conmigo va a ser una bicoca, eso si contar con que serás la esposa del cabeza de familia.
- Deja de burlarte de mi, por favor, estoy hablando muy enserio.
- Y yo también. Vamos, deja de preocuparte, ya pensaremos como puedes devolverle a mis padres el dinero ¿Te parece bien?
- Pero... si los doctores dicen que es conveniente que me quede ingresada y que es más fácil curarme así, prométeme que me dejarás ingresarme.
- Que ganas tienes de librarte de mi.
- Prométemelo.
- Está bien, si los médicos dicen que lo mejor para ti es estar ingresada pues... haré lo mejor para ti, te lo prometo... yo no se cuantas veces vamos a hablar de este tema.
- ¿Sabes que tu también eres bastante cabezota?
- Estoy aprendiendo de ti, creo que es lo único que entiendes.
- Se que quieres estar a mi lado y me gusta que digas esas cosas que dices pero la realidad es como es y si necesito ingresarme pues...
- Que te calles de una vez, aún no sabemos lo que van a a decir los médicos, así que es un poco inútil hacer planes.
Akane miró a Akira, realmente ella se sentía muy mal y muy inútil por tener que dejar que la cuidaran, no estaba acostumbrada a eso y además sentía que estaba estropeando la vida de Akira... tenía que ponerse bien pronto, haría lo que fuera para por lo menos conseguir llevar una vida mas o menos "normal" claro que si, iba a conseguirlo. se enfrentaría a lo que fuera pero ella lo iba a conseguir.
- Akira...
- ¿Humh?
- Dice Ayesa que eres bastante tímido en cuanto a... relaciones íntimas.
Akira abrió los ojos y la miró asustado.
- ¿Cómo?
- Dice que siempre tiene que tomar ella la iniciativa y que le gustaría que la tomases tú.
- ¿El qué? ¿Cuándo?
- Lo ha escrito en el cuaderno ¿Por qué eres tímido con ella? ¿Acaso no te gustamos?
- ¿Que soy...? Lo que pasa es que sé que a ti no te gustan ciertas cosas y te respeto mucho, no quiero que luego vengas gritándome y acusándome de... no se, violarte o algo así. Y ahora duérmete un poco, no tengo ganas de discutir esos temas.
Akane sonrió, Akira se había puesto bastante colorado y estaba taaaaaaaan mono.
- Oye...
- Quéeeee.
- Que puedes ser todo lo tímido que quieras con Ayesa, eso es problema de ella pero que conmigo... o sea, es que yo no tengo...
- ¡Estas loca! ¿Quieres callarte de una vez?
- ¿Es verdad que cuando duermes con Ayesa lo haces desnudito? - río sin poder evitarlo.
- ¿Quieres que me vaya a otro asiento?
- Vale, vale, ya me callo, ya me callo.
- Loca... esta chica está loca - gruñó Akira tratando de ponerse de nuevo cómodo.
...
Momoka terminaba de cerrar su maleta, Takumi la observaba desde la puerta de la habitación que compartía con las otras chicas.
- ¿Ya has terminado?
- Si, ya está.
- ¿No te dejas nada?
- No, creo que ya lo he metido todo.
- ¿No quieres dar otro repaso? - sonrió.
- ¡Eh! ¡No te burles de mí!
- No me burlo, no me burlo, me pareces muy graciosa.
- Si, graciosa... mi madre dice que soy una histérica.
- ¿Cómo son tus padres, Momoka?
- ¿Mis padres?
- ¿Les has dicho que sales con un chico?
- No. No les he dicho nada.
- ¿Y por qué no?
- Pues no se... tonterías mías.
Momoka no quería decirle a Takumi que aún no había comentado nada con sus padres por si lo suyo salía mal pero empezaba a pensar que debería decírselo por lo menos a su madre, por lo mismo, por si salía mal, para poder llorar en su regazo o por lo contrario, por si salía bien.
Himeko miraba el paisaje que se veía desde la puerta de la casa de la abuela Mito, parecía querer grabar en su retina todo aquello y Kohaku la miraba a ella y de pronto comenzó a pensar en sus padres, seguramente su padre quería mucho a su madre y por eso, cuando pensó que ella podría haberse enamorado de otra persona se volvería loco, debía ser algo así porque cuando él pensaba que quizás Himeko podría abandonarle sentía como si le estrujaran el corazón ¿Quería decir eso que comprendía a su padre? No, comprendía su dolor pero seguía sin comprender que le odiase. Él no tenía culpa de nada, él... era solo un niño ¿Por qué su padre le culpaba de todo? ¿Por qué le llamaba monstruo? ¿Por qué le miraba siempre con ese desprecio?
Lo primero que tenía que hacer era hablar con sus hermanos, con Karura y Karasu y contarles todo lo que sabía sobre su madre, era su madre y ellos también tenían derecho a saberlo y luego, entre los tres, como hermanos que eran, decidirían que hacer.
Himeko se giró y le miró con curiosidad.
- ¿Qué te pasa Kohaku?
- Creí que estabas dormida - dijo acariciando su pelo - Himeko yo... si alguna vez dejo de gustarte quiero que no me tengas miedo y me lo digas.
- ¿Por qué iba a tenerte miedo?
- No lo sé.
- ¿Piensas que lo que le pasó a tu padre te puede pasar a ti?
- Yo nunca te haría daño Himeko, antes me lo hago a mí mismo.
- No digas eso, no me gusta.
- Si dejo de importarte, si mi presencia te molesta... es mejor que me lo digas. Prefiero separarme de ti y que seas feliz a tenerte a mi lado y que me tengas miedo.
Himeko no dijo nada, solo se abrazó a él. Estaba claro que todo ese asunto de su padre y su madre le había afectado demasiado pero ella estaba allí para ayudarle a superarlo.
Kohaku dejó de acariciarle el pelo para llevar sus manos hasta la cadena que llevaba al cuello.
- Toma – dijo quitándose la cadena y poniendo esta y el colgante que pendía de ella en una de las manos de la chica – Quiero que lo tengas tú.
- Pero esto... es de tu madre, es el único recuerdo que tienes de ella.
- Y por eso quiero que lo tengas tú.
- No puedo aceptarlo Kohaku, significa mucho para ti.
- Por eso quiero que lo tengas tú.
- No. Esto es tuyo, es de tu madre y hay un vínculo que te une a él, tienes que tenerlo tú – dijo volviendo a ponérselo al cuello – Es mejor que nosotros busquemos el nuestro, uno que nos una a ti y a mí.
- ¡Eh, par de tortolitos! - escucharon a Karura - Que hay gente delante, no seáis tan empalagosos.
- Perdona - se excusó nerviosa Himeko - No sabía que estabas aquí.
- Anda y no seas tonta - río Karura - Me encanta ver tan relajado a mi hermano.
- Se le ve feliz - añadió Fuma apareciendo por la puerta - Bueno, yo creo que ya está todo ¿no?
- Tengo que coger mi equipaje - dijo Himeko apresurándose para entrar en la casa - Lo he dejado arriba.
- ¿Quieres que te lo traiga yo? - preguntó Fuma.
- No, no, ya voy yo ¡Ay!
Himeko había hecho un gesto raro, como si perdiese el equilibrio.
- ¿Qué ha pasado? - se interesó Kohaku.
- Ay, he pisado sin darme cuenta una piedra - se quejó la chica deteniéndose y subiendo el pie izquierdo.
- Espera, espera - se acercó a ella Fuma - Déjame ver.
- Creo que me he torcido el tobillo.
- Necesitamos hielo, voy a pedirle a la abuela, anda siéntate.
- ¿Te duele mucho? - se interesó Kohaku.
- No, no mucho, esto no es nada.
Parecía que aquel fin de semana iba terminando pero no era así, el destino aún tenía una jugada pendiente.

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