domingo, 24 de agosto de 2014

150. La peor pesadilla

Akira encontró a Kyojin y Ryuko, tal y como había sugerido Jisei, en la cafetería. Estaban sentados en una mesa al lado de una ventana, Ryuko miraba pensativa a través de ella y a Akira le pareció ver cierto gesto de disgusto en Kyojin.
- ¿Os pasa algo? – preguntó sentándose a su lado.
- No, nada – contestó Ryuko - ¿Ya has hablado con Nowaki?
- Si, ya hemos charlado un poco. Estaba algo alterado por haber pegado a su hermana, en realidad Nowaki es un pedazo de pan, él nunca pegaría a Minako, así que estaba bastante asustado.
- ¿Y Akane? – se interesó Ryuko.
- A eso venía ¿No estaba con vosotros?
- No, dijo que iba a esperarte allí. Estará con Jisei y Sumire.
- No, no está con ellas, vengo de allí y ella me han dicho que esta con vosotros.
- Se fue a buscar su agenda – explicó Kyojin – Dijo que se la había dejado en la reunión de eso de la yincana.
- Pero de eso ya hace rato – continuó Ryuko – A ver si le ha pasado algo, antes se mareó.
- No creo – le quitó importancia Kyojin – Seguramente el pabellón estará cerrado y habrá ido a pedir las llaves a conserjería.
- ¿A que pabellón ha ido?
- Pues me imagino que donde se reúnen los clubs y todo eso – respondió Ryuko.
- Voy a ver si la veo. Si viene por aquí decirle que vamos a comer con Sumire en uno de los árboles de por allí.
- Vale, iremos con ella ¿Verdad Ryuko?
- Si, iremos.
Akira fue hasta el pabellón que había dicho Ryuko, estaba cerrado y allí no se veía que hubiera nadie. Seguramente se habrían cruzado por el camino, así que decidió ir a donde habían quedado en comer, seguramente allí irán Ryuko, Kyojin y Akane.
...
Akane se sentía sin fuerzas y cada vez más mareada, el estómago parecía darle vueltas ¿Qué había tomado? Fuera lo que fuese le estaba sentando fatal, para empeorarlo todo comenzaba a sentir frio, mucho frio.
Aunque lo peor seguía siendo lo que pasaba por su cabeza y el miedo a si misma que comenzaba a aterrarla. Miedo de Seishiro no tenía, sabía que Akira la iba a echar de menos pronto y sus amigos la buscarían pero ¿qué es lo que ella misma se había hecho?
Intentó moverse e incorporarse, no solo es que no tuviera fuerza para mover su cuerpo, que sintiese que no le obedecía es que además comenzaba a dolerle sobre todo las piernas y los brazos ¿Qué sería eso que había tomado? Seguro que era alguna de esas drogas experimentales de las que habló Takumi, seguro que la estaban probando en ellas ¿y si eran peligrosas? ¿Y si no sabían lo que podías pasar? El miedo cada vez iba adueñándose un poco más de su mente ¿y si a Seishiro se le había ido de las manos aquello? ¿Y si le producía un ataque al corazón o algo? ¿Y si la había envenenado?
Con mucho esfuerzo levanto la cabeza y vio a Seishiro sentado en una de las sillas mirándola.
- Cuanto más te muevas va a ser peor.
- ¿Y si grito?
- Inténtalo, a ver si puedes, de todas formas no creo que nadie de oiga.
- ¿Por qué me haces esto?
- Es para que comprendas que con ciertas cosas no se juega.
- Te denunciaré.
- No lo creo.
- Si me muero pagarás por eso – dijo llorando y realmente ya asustada del todo, no podía ni creer lo que había dicho, no podía ser, nunca harían una cosa así, imposible.
El estómago parecía querer salírsele ahora por la boca y el frío comenzó a hacerla tiritar. Dio una arcada, estaba a punto de vomitar y si no se incorporaba un poco más iba a vomitarse encima.
- A ver que te ayudo – Seishiro se acercó a ella y la incorporó quedando sentada – No vayas a echártelo encima.
Akane comenzó a vomitar hacia el lado que Seishiro guiaba su cabeza mientras acariciaba su espalda.
Vomitar no ayudaba a calmarla, al contrario, las arcadas eran fuertes y del esfuerzo ahora le dolía el estómago y el pecho.
- Mira como has puesto todo, ahora tendré que limpiarlo.
- Llévame con Akira, por favor.
- Pobre niña, que asustada estas ¿verdad? – volvió a tumbarla.
- No diré nada pero llévame con Akira.
- Voy a limpiar esto – dijo arropándola con algo, Akane no sabía con qué, ni le importaba.
Cerró los ojos, sintió como acercaba sus labios a su frente, sitió una ligera presión y como se separó. Oyó sus pasos alejándose y ella comenzó a llorar.
- Akira... búscame, por favor, búscame.
...
Akira llegó hasta donde sus amigos ya iban a empezar a comer. Estaban Jisei, Sumire, Xu-Xu, Kenshi, Kimisuke, Karasu, Suo y Shibi, pero no Akane.
- ¿Y Akane? – le preguntó Jisei al verle.
- ¿No ha venido por aquí?
- No, que va, ni la hemos visto – respondió Sumire.
- Pues en la cafetería no estaba, por lo visto ha ido a por una agenda que se olvidó ayer.
- Entonces vendrá con Ryuko y Kyojin – comentó Xu-Xu.
- No creo – habló Shibi – Ryuko y Kyojin vienen por allí, solos.
- ¿Dónde se habrá metido esta chica? – se preguntó Karasu.
Jisei volvió a sentir la misma extraña sensación de que algo malo iba a suceder.
- Akira, deberíamos ir a buscarla – dijo.
- Si vamos seguramente nos crucemos – opinó Suo
- Además ¿dónde vamos a ir a buscarla? – habló Kenshi – Y ya es mayorcita, no va a perderse.
- Tengo una sensación muy rara – parecía lamentarse Jisei – Siento ganas de llorar ¿Por qué siento ganas de llorar?
- Hija pues sí que te ha sentado mal la carrera – bromeó Karasu.
- Akira – Jisei agarró fuertemente la muñeca de Akira – Algo le ha pasado a Akane, lo siento.
- Me estás asustando... y haciendo daño.
- ¿No lo entiendes? Hemos dejado sola a Akane.
- Chica – intervino Kenshi – Que no va a venir el hombre del saco a llevársela.
- Carai Jisei – comentó Kyojin al llegar hasta ellos – Tienes la cara desencajada.
- Es que está teniendo una premonición sobre Akane – respondió Sumire – Es como si estuviese en trance.
- A mí me está acojonando – añadió Xu-Xu.
- ¿Aún no ha venido Akane? – preguntó Ryuko.
- Creía que vendría con vosotros – contestó Akira.
- Pues es que por la cafetería no ha pasado y creímos que habría venido aquí – explicó Ryuko.
- Además que yo ya tengo hambre.
- ¿Habéis pasado por el aula a recoger la comida? – preguntó Shibi.
- Pues claro.
- ¿Y no os habéis dado cuenta si estaba la bolsa de Akane?
- No... creo que no estaba.
- Que raro.
- ¿Dónde se habrá metido esta chica? – inquirió Sumire.
- No se, pero a mí esto no me gusta – dijo Jisei mirando a Akira.
- Voy a ver si la encuentro – habló Akira levantándose.
- Voy contigo – le imitó Jisei.
- ¿Dónde creéis que puede estar Akane? – preguntó Xu-Xu al verles marcharse.
- Lo mismo se ha perdido – reflexionó Sumire.
- Pero Sumire ¿Cómo va a perderse en el instituto?
- No se, yo me pierdo en lugares muy extraños.
- Tu porque eres tú – intervino Kimisuke – Pero no creo que pueda perderse en el instituto.
- Pues lo mismo se ha quedado encerrada en algún sitio... a mí me ha pasado.
- No, si a ti te ha pasado de todo – rió Kenshi.
- Yo también voy a buscarla – dijo Shibi levantándose.
- ¿Tú también? – gruñó Kenshi – Pues sí que os fiais poco de ella.
...
- ¿Qué es lo que tanto te asusta, Jisei? – interrogaba Akira a Jisei mientras se dirigían a preguntar al conserje si Akane había pasado por allí para pedir las llaves del pabellón.
- Pues lo mismo que a ti, que haya aparecido Arashi. Quizás esas pastillas no la tienen controlada del todo, piensa que solo las toma por la noche ¿no? – Akira parecía completamente abstraído - ¡Akira! ¿Las toma solo por la noche, no?
- Si, si, por la noche – contestó de forma mecánica.
- A ver si se ha tomado alguna y se ha quedado dormida por cualquier sitio.
- La hemos dejado sola Jisei, nos fuimos a correr y se quedó sola.
- Pero estaba con Kimisuke.
- Como le haya pasado algo no me lo voy a perdonar nunca.
Jisei acababa de darse cuenta que había alertado a Akira y a lo mejor solo era una exageración suya.
- No le tiene porqué pasar nada ¿Por qué iba a pasarle algo?
- Porque tú has tenido un mal presentimiento.
- ¿Y desde cuando tú haces caso de mis presentimientos?
- Desde ahora mismo.
Llegaron a conserjería y preguntaron. No, ninguna chica había ido a pedir las llaves del pabellón, de echo el pabellón debería estar abierto.
- Es que a veces – explicaba el conserje – esa puerta se encasquilla un poco. Tenéis que empujar con fuerza.
Pensando que quizás la puerta se había quedado encasquillada se dirigieron hacia el pabellón en cuestión encontrándose a Shibi por el camino.
- ¿Qué os han dicho?
- Que el pabellón está abierto y que la puerta se encasquilla – explicó Jisei.
- Quizás se ha quedado encasquillada y Akane no puede abrir desde dentro – añadió Akira.
- Pudiera ser – reflexionó Shibi.
Los tres llegaron al pabellón e hicieron lo que había aconsejado el conserje pero por más que empujaban con fuerza la puerta no se abría.
- Pues está cerrado – concluía Akira.
- Quizás ha cerrado algún profesor y Akane está dentro – sugirió Jisei - ¡Akane! ¡Akane!
- ¡Akane! – gritó Shibi.
- No os esforcéis, no está, si estuviese estaría delante de la puerta y nos habría oído.
- Lo mismo ha sido capaz de saltar por alguna ventana – dijo Shibi – Akane es capaz.
- ¿Pero dónde se ha metido? – se preguntaba Jisei.
- Lo mismo estamos dando vueltas tontamente – concluyó Shibi – Seguro que no hacemos más que ir detrás de ella. Ya sabéis como es, lo mismo se ha entretenido hablando con cualquiera.
- Sí, es cierto – confirmó Akira aunque no parecía muy convencido.
...
- ¿Lo ves? – decía acariciando el pelo de Akane mientras esta tiritaba – Se van.
Akane lloraba sin poder evitarlo, lloraba de rabia, de sentirse tan impotente, lloraba de dolor y malestar y lloraba de miedo.
- ¿Qué me vas a hacer? – se quejaba Akane con voz lastimosa.
- Chissst – susurró – No te pongas nerviosa, todo este malestar pronto va a pasar, ya lo verás.
Era increíble la de cosas que Akane podía pensar en ese momento, desde que iba a violarla hasta que moriría, que la iba abandonar allí para que se muriese, si, seguro que era eso, luego encontrarían su cuerpo, le harían una autopsia y dirían que había muerto de sobredosis.
Seishiro acercó sus labios al oído de Akane.
- Ahora tengo que irme, no quiero que estén buscándome y no me encuentren. Pórtate bien y no tengas miedo, volveré enseguida.
Eso era una pesadilla, una horrible pesadilla, una condenada pesadilla... no podía ser cierto, a ella no podía estar pasándole eso, era mentira, todo mentira, ella estaba dormida y se iba a despertar en cualquier momento, solo tenía que concentrarse y se despertaría.
Parpadeó, de pronto todo parecía comenzar a cambiar, las patas de las sillas se doblaban de forma imposible y se transformaban en cadenas, cadenas que se arrastraban hacia ella como si fueran serpientes. Quería moverse y apartarse pero no podía, las cadenas llegaron a ella y comenzaron a rodearla, las muñecas, los tobillos, el cuello y ella cada vez podía moverse menos, incluso sentía como la estaban asfixiando, si lo notaba, lo notaba.
- No tengas miedo – escuchó claramente – Yo estoy contigo.
Era una voz de mujer pero ¿de quién?
Akane, estoy aquí, estoy aquí, ya me ocupo yo de todo.
¿De dónde venía esa voz? No venía de lejos, no venía de fuera era... esa voz sonaba en su cabeza.
- ¿Ayesa? – habló en voz baja.
Si, soy yo, ahora cierra los ojos y descansa, ya me ocupo yo de esto.
- No, no... no quiero ¿De que me va a servir?
Tú déjame a mí, yo soy más fuerte que tú, a mí no me va a asustar.
- Nos va a hacer daño igualmente, no podemos defendernos.
Pero yo no quiero que tú recuerdes lo que nos vaya a hacer.
- ¿Y qué más da que lo recuerde o no? Nos va a hacer daño, lo se.
Lo mismo solo quiere asustarnos.
- No... nos quiere hacer daño, lo se.
Cierra los ojos y déjame a mí, todo será más fácil.
- No, no lo haré. No puedo cerrar los ojos a la realidad, tengo que aceptar las cosas como son, tengo que ser valiente. No quiero olvidar lo que vaya a pasar, quiero recordarlo y enfrentarme a ello, no quiero olvidar más cosas de mi vida.
¿Estás segura?
- Si, esto segura, solo que... por favor no te vayas, no me dejes sola, tengo mucho miedo, quédate conmigo y sigue hablándome... ¿Te quedarás conmigo?
Claro, siempre estoy contigo.
- ¿Akira va a buscarnos?
Pues claro, seguro que ahora está buscándonos.
- Ayesa ¿Estoy loca?
No, no estamos locas ¿Cómo se te ocurre pensar que estamos locas?
- Pero estoy aquí, hablando conmigo misma.
De alguna forma tenemos que intentar mantener la calma ¿Qué te parece si intentamos gritar?
- No puedo.
No lo sabes. Vamos a intentarlo.
Akane abrió la boca y trató de gritar lo máximo posible.
- ¡Socorro!
Sonó bajo y lastimoso y del esfuerzo comenzó a escocerle la garganta.
- No tengo fuerzas para gritar.
Bueno, tranquila, no te esfuerces más.
- Esto lo ha hecho Arashi.
Si y lo siento, siento no haberte protegido.
- ¿Por qué me odia tanto? ¿Por qué? ¿Por qué me odio a mi misma?
Algo la tapó la boca, no veía lo que era, en realidad era como si su boca hubiese desaparecido, cada vez las cadenas la aprisionaban más y más y de repente todo empezó a dar vueltas cada vez más y más deprisa, a una velocidad vertiginosa y ella quería que parase, que parase, que parase.
Se detuvo bruscamente. Akane había cerrado los ojos, al abrirlo notó algo frio debajo de ella, frio y húmedo... agua... parecía estar en un charco... había hierba ¿estaba en el campo? Oía risas, risas de niños... si, había una niña, una niña con el pelo corto y naranja que cantaba y reía... era ella, era ella misma... se acercaba a un árbol y del árbol salían manos que la sujetaban e intentaban meterla dentro del árbol mientras la Akane niña gritaba "¡mamá ayúdame! ¡voy a ser buena, ayúdame!"
Un trueno... oscuridad... algo la movía, la alzaba, sentía un aire denso en su cara y su cuerpo se movía solo, como si tuviese convulsiones y de nuevo toda daba vueltas, tantas vueltas que le daba la impresión de que iba a perder el conocimiento de un momento a otro.
...
Pasó la hora de la comida y Akane no aparecía. Fueron al aula, allí no estaban sus cosas ¿Se las habría llevado? Todos sus amigos empezaban a estar de lo más intranquilos, se dividieron en grupos para ver si la veían y Akira, junto con Shibi decidió ir a hablar con la directora o algún profesor.
Encontró al profesor Yotsuda comiendo en la cafetería junto con Akemi.
- Yotsuda, tenemos un problema – dijo sin llegar a saludar.
- ¿Qué te pasa hombre?
- Akane... no la encontramos por ninguna parte.
- En algún sitio estará – comentó el profesor.
- No, no aparece por ningún sitio, la hemos buscado por todas partes, no está y su bolsa de deportes tampoco.
- ¿No será que se ha marchado a casa? – inquirió Yotsuda.
- Akane no se iría sin decirlo.
- ¿Habéis llamado a casa de sus padres?
- Yo he llamado a casa de su madre y a la de su padre – respondió Shibi – Allí no ha llegado.
- Akane ha desparecido – repitió Akira.
- Tranquilízate, estás muy nervioso – dijo la profesora.
- ¿Cómo no voy a estar nervioso? Es una chica con un trastorno de personalidad y se nos ha perdido. No, esto no está bien.
- Relájate un poco – dijo Akemi levantándose con cara de preocupación - ¿Has preguntado a ver si en conserjería ha dejado algún recado?
- ¿Algún recado?
- A veces los profesores mandamos a los alumnos a comprar algo que nos hace falta. Venga, vamos a preguntar.
Akira sentía algo muy raro dentro de él, eran unos nervios que nunca en su vida había sentido, algo como bulléndole por dentro.
Shibi y Akira acompañaron a los profesores a conserjería.
- ¿Akane Kumoyuki? – preguntó el conserje – En mi turno desde luego no, pero voy a ver si hay algún recado... Mira, si, por lo visto se marchó porque se encontraba mal, aquí está la autorización de la enfermera.
- ¿La autorización de la enfermera? – se extrañó Shibi - ¿Y no nos ha dicho nada?
Yotsuda cogió el papel que les enseñaba el conserje lo miró y miró a Akemi.
- Parece que sí.
- Pero eso no puede ser – replicó Akira.
- Akane no se iría sin decírnoslo – añadió Shibi.
- Pues aquí está la autorización.
- Quizás todavía no ha llegado a casa de su madre – Yotsuda palmeó la espalda de Akira – Venga, no te pongas nervioso.
- Pero si se encontraba mal ¿Por qué se fue sola?
- Yo no se tu – comentó Shibi – Pero ahora estoy más preocupado.
Los dos se miraron con caras de circunstancias.
Los profesores se pusieron a hablar con el conserje, este se quejaba de alguna cosa relativa a sus horarios. Shibi separó a Akira unos pasos.
- ¿Estás pensando en Arashi? – habló preocupado.
- ¿En quién si no? Akane se quedó sola y quizás... tiene que haber sido ella. Voy a llamar a la madre de Nowaki a ver que me dice... ¡mierda! me he dejado el móvil en el aula.
Se despidieron presurosos de los profesores y el conserje para ir al aula a por el móvil de Akira.
- ¡Akira! – les llamó Kamui.
- Ahora este – se quejó Akira – A ver que quiere.
- He oído que estáis buscando a Akane – dijo andando hacia ellos.
- Pues si, en esto estamos ¿La has visto?
- ¿Le ha pasado algo?
- Es que no sabemos dónde está – explicó Shibi – Pero dice el conserje que tiene una autorización de la enfermera de que se encontraba mal y que se ha marchado a casa.
- Eso es muy raro. Cuando alguien se encuentra mal Shinobu lo lleva a la enfermería.
- Y no los deja marcharse solos, cierto – añadió Akira.
- ¿Habéis hablado con Shinobu?
- Pues no, la verdad es que no – respondió Shibi.
- ¿Y a qué esperáis?
- Yo es que iba a por mí móvil para hacer una llamada importante.
- A Akane le pasa algo ¿verdad? – miró interrogativo a Akira.
- Varias cosas, pero ahora no es momento para hablar de eso.
- Yo iré a preguntar a la enfermera, tu haz esa llamada – habló escuetamente y se marchó.
...
- Akira – musitaba Akane – Encuéntrame por favor. Ryuko, Jisei, Sumire... encontrarme... Shibi, Kyojin...
Por fin parecía haber terminado ese tío vio que tenía dentro de su cabeza. Cuando abrió los ojos ya no había cadenas, ni hierba, solo el duro suelo y las sillas que debían estar.
Akane comenzó a recitar en voz baja el nombre de todos sus amigos, alguno tenía que darse cuenta de su ausencia, seguro que si, alguno la extrañaría, no podía ser que nadie la echase de menos.
- ¿Te encuentras mejor? -
- Vete a la mierda – susurró, su voz sonaba rara, como si la lengua le estorbase y le costaba vocalizar.
- Vaya, veo que no has perdido tu carácter.
- Déjame en paz – intentó decir de forma despectiva aunque sonó más bien cómico.
- ¿Y dejarte aquí solita? Nadie sabe que estás aquí, pequeña, todos creen que te has ido a tu casa, tardarán unas horas en darse cuenta de que no has llegado allí.
- Eso no es verdad.
- Oh si, si lo es.
- Saben que no me iría sola.
- Pero lo creerán. Ya he dejado un aviso de que te encontrabas mal.
- A ti no te creerán.
- Puede pero ¿Qué van a hacer? No estás en el instituto.
- Me buscarán.
- ¿Dónde? No estás en el instituto, no te van a encontrar por ningún sito.
- Akira si me va a encontrar.
- Pobre ingenua... Escucha esto, para cuando Akira te encuentre ya será muy tarde. Veo que ya no tiemblas ¿se te ha pasado el frio? ¿A que te encuentras mejor y más relajada?
Era cierto, ya no le dolían las brazos, ni las piernas, ya no estaba mareada, ni tenía frio, ahora todo parecía tranquilo, casi empezaba a sentirse como flotando.
- No te acerques a mí – gruñó.
- Uy que mal genio que tienes – acarició de nuevo el pelo de la chica.
- ¡Déjame! – habló todo lo fuerte que pudo con esa voz absurda.
- Uy, uy, uy, la gatita se rebela.
- Puedo morderte.
- No, no puedes, no tienes fuerza para nada.
- No te atrevas a tocarme, si lo haces...
- ¿Si lo hago qué?
- Te denunciaré, te juro que lo haré y todo el mundo sabrá como eres.
Seishiro le tapó la boca bruscamente.
- ¿Qué es lo que vas a hacer? – gruñó cerca de ella – Tú y las que son como tú os creéis muy listas ¿verdad? ¿Crees que puedes hacer lo que te venga en gana?– apretó la mano contra la cara de la chica.
Akane sentía que la asfixiaba, quería moverse y zafarse pero no podía, quería mover las manos pero no las levantaba ni un milímetro, era la sensación de impotencia más grande que nunca había sentido.
- Ahora vas a disfrutar de ese dolor que me pediste.
Levantó la mano de la cara de la chica para darla un sonoro bofetón, luego cogió con una mano la cara de la chica desde la barbilla apretándole los mofletes.
- ¿Tienes más ganas de insultarme? Pues no deberías ¿Sabes cuánto dura el efecto de esa droga? Parece ser que entre 8 y 12 horas... aún tenemos mucho tiempo por delante.
...
Pasaron las horas. Todo parecía lento e inútil. Habían buscado a la enfermera y ella confirmó que no había atendido a Akane, que ella no había escrito esa nota y no sabía cómo había llegado a conserjería, el conserje tampoco sabía nada... nadie sabía nada, solo que Akane no estaba en el instituto. Habían avisado a la directora, a los profesores, Akira había hablado con la madre de Nowaki y ella misma dijo que llamaría a la policía, una chica con un fuerte trastorno de personalidad, una chica enferma, había desaparecido, todo era mucho más grave de lo que nadie suponía, esa chica tenía una personalidad autodestructiva y se odia, era capaz de cualquier cosa por hacerse daño.
Llamaron a casa de los padres de Akane, no había llegado ni a casa de su padre, ni de su madre. Aunque les aterraba la idea comenzaron a llamar a hospitales...
Quizás se había ido a dar una vuelta, esa era la explicación que daba la policía... que a lo mejor se había escapado. Por lo visto hasta pasadas 24 horas desaparecida no podían hacer nada.
Que a Akane le había pasado algo era una conclusión que ninguno de ellos ya dudaba.
Llegó la hora de cerrar el instituto. Todos los alumnos se fueron marchando menos ellos... en esos momento se sentían tan débiles y tan perdidos, ninguno quería marcharse, no sabían dónde ir, solo querían estar juntos. Algunos no eran conscientes realmente del peligro que corría Akane pero algo les decía que había pasado algo malo y no deseaban separarse.
Los llevaron a todos al gimnasio, en algún lugar tenían que estar y los profesores intentaron convencer a la mayoría de que se marchasen a sus casa, allí no hacían nada y en cuanto supiesen algo de Akane les avisarían.
Akira estaba sentado en uno de los bancos, nervioso, con los ojos enrojecidos y a punto de llorar.
- Tranquilízate Akira – dijo Kyojin sentándose a su lado.
- ¿Cómo quieres que me tranquilice? ¡No puedo tranquilizarme! ¡No puedo! ¿Qué le está haciendo a Akane? ¿Por qué?
- Akira, relájate – intentaba decirle Jisei.
- No, no puedo, no puedo, tengo que encontrarla, está sola y estará asustada y yo no estoy con ella... tengo que encontrarla.
- Akira tranquilízate – repetía Kyojin – Necesitamos tu mente tranquila, tienes que pensar, eres el más listo de todos, si piensas seguro que sabrás donde está.
- ¿Y como lo voy a saber? – gritó – Soy listo pero no adivino.
- Vamos a decirle a la directora que vuelva a llamar a la policía – sugirió Karasu.
- ¿Y nos va a hacer caso?
- Llamará a casa de sus padres y cuando vean que no están se pondrán a buscarla.
- ¿Si? ¿Cuándo? ¿Cuándo ya sea tarde para Akane? – gritó Akira furioso.
- Akira por favor, tranquilízate – insistió Kyojin.
Nunca Kyojin había visto tan nervioso y alterado a Akira, por lo general Akira era una persona tranquila que solía reflexionar todo y tomárselo con calma, siempre decía que no merecía ponerse nervioso por cosas que no habían sucedido todavía y que las cosas hay que pensarlas con una mente calmada para poder razonarlas pero en esos momentos Akira era como otra persona, nervioso, asustado, indeciso y que no era capaz de usar su razonamiento.
- Yo no me voy a ir sin saber dónde está Akane – lloraba Ryuko abrazada a Xu-Xu.
- Ni yo – añadía Xu-Xu.
- Por supuesto yo me quedo – habló Kamui.
- Aunque no hagamos nada podemos ayudar a nuestros amigos – dijo tímidamente Himeko.
- Por supuesto – Kohaku cogió la mano de la chica – Nosotros nos quedamos también.
- Eso no se duda – alegó Hizahi.
- Nosotros nos quedamos también – dijo Takumi mirando a Momoka – Vamos, a no ser que os molestemos.
- No podríamos ir a nuestras casas – intervino Karura.
- ¿Qué hacemos con ellos? – preguntaba Masashi en un rincón del gimnasio a la directora.
- No pueden quedarse aquí – contestaba.
- No saben dónde ir – habló Akemi – Están muy asustados, sobre todo los que saben del problema de Kumoyuki.
- Es normal que estén asustado – aclaró la directora – Yo también lo estoy ¡Que demonios! Shinobu, Nanao, Akemi... llamar a sus padres y decirles que están aquí.
- ¿Qué vamos a hacer? – insistió Yotsuda - ¿Volvemos a llamar a los hospitales o a las comisarías?
- Quizás deberíamos llamar al... – comenzó a hablar otro de los profesores.
- ¡Ni lo menciones! – gritó la directora - ¿Habéis hablado con Sonomi?
- Si, ya viene para acá.
- Quizás ella pueda tener una idea de... lo que puede haber hecho.
...
¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Cuántos horas llevaba así, tirada en el suelo? Akane no podía saberlo, a ella empezaba a parecerle una eternidad. No era capaz de orientarse, solo era capaz de llorar ¿Por qué los efectos de esa droga no se pasaban?
Estaba de nuevo sola. Seishiro la había abandonado, ya hacía tiempo que dijo que tenía que marcharse ¿Por qué la dejaba sola? Quizás porque ya era hora de cerrar el instituto y si lo cerraban ¿Qué pasaría con ella? ¿Cuánta hora había dicho Seishiro que duraban los efectos de esa droga? ¿Cuántas horas habían pasado ya? Cuando se le pasase sería de noche, no tendría como salir del instituto, le tocaría pasar allí la noche.
¿Por qué no venía nadie? El tiempo pasaba y nadie venía… ¿Qué sucedía? ¿Acaso no la echaban de menos?
Ahora le volvía a doler todo el cuerpo, aunque el dolor de sentirse sola era mayor.
- ¿Akira, por qué no vienes?
A lo mejor… a lo mejor nadie se había dado cuenta de que faltaba, a lo mejor habían creído que se había marchado. A lo mejor a nadie le importaba. Quizás se habían olvidado de ella ¿Y Akira? Estaría con los demás, a lo mejor estaba con Karura o con Yuri, claro… estaba preocupado por ella… es su amiga ¿Por qué iba a molestarse en buscarla a ella? ¿Por qué nadie iba a molestarse por ella? Estarían todos pasándoselo bien.
Poco a poco la voluntad de Akane iba minándose cada vez más.
- ¿Sufres? – oía de nuevo dentro de ella.
- ¿Ayesa?
- No, no soy esa patética zorra.
- ¿Arashi?
Ahora sabes como me siento... sola, siempre sola y abandonada... ahora sabes lo que es que te hagan daño.
Si, se sentía sola y abandonada, desde que ere pequeña no había vuelto a sentirse tan sola y abandonada ¿La echaran de menos en algún momento? ¿Alguien se preguntaría donde estaba? ¿Alguien la recordará alguna vez? ¿Recordarían que existía?
- Ayesa – susurró – No me dejes sola.
- Estoy aquí, contigo, no tengas miedo, las dos vamos a salir pronto de esta.
- Quiero descansar, ya no puedo más.
Quería llorar pero ya ni una lágrima humedecía ya sus ojos, los sentía secos e hinchados, le dolía el estómago y de nuevo otra vez esas malditas vueltas... ¿es que no iban a acabar nunca?
- Has sido muy valiente, ahora déjame a mi.
- No puedo más, tengo mucho miedo.
- Ya no tengas miedo, yo te protegeré, cierra los ojos y duerme.
En su alucinación podía sentir las manos de Ayesa, sus manos, acariciándola el rostro y cerrándole los párpados... si, tenía que descansar, tenía que dormir, dormiría, dormiría y cuando despertase todo estaría bien.
- Te buscaré Arashi – musitaba ahora con la rabia de Ayesa – Y te juro que te mataré, no vas a vivir más a nuestra costa, eso te lo juro. Lo que tú no sabes es que nosotras somos dos y te vamos a vencer.
Vueltas, vueltas y vueltas y un ruido a su alrededor, un ruido horrible, como de murmullos dichos por voces extrañas y guturales, murmullos que parecían raspar el aire. El corazón le latía muy deprisa, mucho, demasiado, lo notaba latir dentro de ella como si quisiese escaparse, le dolía y sentía que le costaba respirar.

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