sábado, 23 de agosto de 2014

137. Mentiras, verdades y un corazón asustado

Mentimos. Es un hecho innegable, los humanos mentimos y lo hacemos por las más diversas razones, por miedo a decir la verdad, por buscarnos una excusa, simplemente por engañar a quien nos escucha, por justificar algún acontecimiento e incluso hay quien miente presumiendo de algo que no ha hecho. No importa la razón por la que mentimos pero todos lo hemos hecho en algún momento de nuestra vida, ya sea una mentira grande y rebuscada o una pequeña y nimia dicha sin darnos ni cuenta... no importa la razón o lo grande que pueda ser una mentira, sigue siendo una mentira y lo malo de mentir es que a veces nos obliga a continuar mintiendo para sostener esa mentira, así, una mentira lleva a otra creando una especie de cadena de mentiras, aunque la peor mentira es la que nos decimos a nosotros mismos, cuando nos empeñamos en auto-justificarnos y terminamos creyéndonos esa mentira.
Yuri llevaba mintiendo a sus padres mucho tiempo, demasiado, tanto que ya no recordaba cuando había empezado a hacerlo. Comenzó con una pequeña excusa sobre la comida, algo tonto, algo como que le dolía el estómago o que había merendado en casa de una amiga y claro, estaba llena y no le cabía más. Yuri no contaba las mentiras que echaba a lo largo del día, más que nada porque no se había detenido a pensar que eran mentiras, no, eran solo inocentes excusas y ya lo hacía con tanta naturalidad que era muy difícil descubrir que era una mentira, no había nada en sus gestos o su actitud que hiciera sospechas que no decía la verdad, no había dudas y hasta era capaz de mirar directamente a los ojos de sus padres... se podía decir que Yuri se había convertido en una verdadera artista mintiendo.
Pero pronto Yuri iba a descubrir que las mentiras tienen las piernas muy cortitas y tarde o temprano se las coge y también que mentir demasiado tenía peores consecuencias de las que imaginaba.
Después de la merienda en su casa con algunos de sus amigos, Yuri volvió a salir con Momoka, fueron a dar un paseo, tenían muchas cosas de las que hablar, ella de su nuevo cambio de look y de lo glamurosas que eran Stella y Kikyo y Momoka de Takumi y de las cosas nuevas que estaba empezando a sentir, claro que Yuri casi no la dejaba hablar, a Momoka le entristecía verla de esa forma, era como que no podía ya vivir sin atraer la atención hacia ella ¿Que había sido de esa chica que siempre se preocupaba por los demás?
Al regresar a su casa, Yuri vio a su hermano Touya enganchado al ordenador.
- Hola monstruo ¿Qué? ¿Hablando con Sakura otra vez? - le dijo al entrar.
Touya la miró sonriendo, era un chico de 15 años, alto y delgado, demasiado alto para su edad, pensaba Yuri, seguramente habría salido a su padre. Tenía el pelo rubio aunque más oscuro que Yuri, liso y perfecto, eso era lo que Yuri más odiaba de él, su perfecto pelo que le caía perfectamente en los hombros, todo el mundo siempre hablaba del bonito de pelo de Touya y de lo guapo que era.
- ¿Has visto que ya me está empezando a salir bigote? Como es rubio se nota poco pero lo tengo.
- Si, ya me he dado cuenta, menudo mostacho que estás echando, ya se lo que te compraré para tu cumpleaños, una maquinilla de afeitar.
- Mamá ha dicho que ni se me ocurra afeitármelo todavía.
- ¿Yuri? - entró la madre, una mujer de mediana estatura, de pelo castaño claro y ojos de color miel - Ven, tu padre y yo queremos decirte algo.
- ¿Pasa algo?
Touya se quedó de lo más intrigado viendo como Yuri y su madre desaparecían de allí.
Mientras seguía a su madre intrigada sobre lo que querrían decirle, seguramente algo sobre la fiesta de cumpleaños que estaba organizando, Yuri observó a su madre; era muy guapa pero lo sería aún más si rebajase algunos kilos que le sobraban. Eran esas pequeñas "redondeces" de su madre las que preocupaban a Yuri, siempre se preguntaba si no sería algo genético y hereditario, no soportaba la idea de pensar que ella pudiera terminar con ese aspecto, se negaba rotundamente a ello.
Juushiro Hanakiri esperaba mientras ojeaba algunos papeles. Al verlas entrar sonrió.
- ¿Que tal el paseo, Yuri? - se interesó.
- Pues un paseo normal y corriente, es que a Momoka le está empezando a gustar un chico que no es Kamui y quería hablar conmigo.
- Ah, muy bien - habló la madre con desinterés - No te lo he querido decir antes por no estropearte el cumpleaños pero ayer me llamaron de tu instituto.
Yuri se quedó confusa y extrañada ante aquella noticia.
- ¿Del... instituto? ¿Quien?
- Ha dicho que era la directora del departamento de orientación.
- Habrá sido Akemi - repuso Juushiro.
- El caso es que nos han citado mañana - continuó la madre - ¿Tu sabes para qué nos han citado?
- No, ni idea.
- Son tus notas Yuri - afirmó Juushiro - Es por tus notas, seguro, últimamente has bajado mucho tu rendimiento.
- Si, es eso - corroboró la madre - Tu siempre has sacado unas notas estupendas y en el último trimestre suspendiste 4.
- Es que es un curso muy difícil - se excusó Yuri.
- Pero tú siempre has sido una chica de sobresalientes - replicó la madre.
- Eso fue cuando era pequeña, ahora todo es muy difícil.
- Es por culpa de los chicos ¿verdad? - la interrogó la madre.
- Yuri por favor, no insistas con ese tema - advirtió Juushiro - Aunque lo sea no nos lo va a decir.
- Es por culpa de los chicos, claro que si - insistió la madre - Siempre es por culpa de los chicos, a su edad se vuelven tontas y se olvidan de todo lo que no sea tontear con los chicos ¿Es que estás saliendo con alguno?
Yuri no sabía que contestar, por un momento se cruzó por su mente la idea de que le dijeran que es que estaba demasiado ocupada con su aspecto o con gastar dinero... en su aspecto, pero no, por lo que se veía las sospechas de su madre iban encaminadas por otro lado.
- No... - contestó titubeando - No es eso.
- Vamos Yuri, no nos vamos a enfadar ¿Tanto te gusta ese chico con el que has salido alguna vez? ¿Kenshi?
- No, no, lo de Kenshi se acabó.
- ¿Entonces hay otro? - preguntó severo su padre - ¿Has dejado a Kenshi por otro?
A ver como se explicaba ahora.
- Pero lleva sacando malas notas desde hace meses - comentó la madre a Juushiro - ¿Con cuantos chicos has salido?
- No, no es eso, para nada.
- ¿Entonces que es? Hija, somos tus padres, vamos a comprender lo que sea ¿Qué es lo que te preocupa?
- Quizás es que el chico no es adecuado para ti ¿Es eso? - interrogó su padre - ¿Te juntas con malas compañías? Y al decir malas compañías me refiero a gente no apropiada.
- ¿No serán problemas de pastillas? - la acusó la madre.
- ¿De... pastillas?
- De esas pastillas que llevas en el bolso siempre.
- ¿Has estado mirando en mi bolso? ¿Cómo te atreves?
- Soy tu madre y estoy preocupada por ti.
- Pero no tienes ningún derecho a mirar en mi bolso. Y para que lo sepas, eso no son drogas, las puedes llevar al laboratorio de los Nara si te apetece y que las examinen, no son drogas, son solo vitaminas y ya te dije que las tomaba para complementar mi dieta vegetariana - dijo de forma algo histérica.
- ¿Y que quieres que pensemos entonces? - gruñó su padre.
- Quiero que confiéis en mí, tampoco creo que sea tan difícil.
Eso de las pastillas había puesto a Yuri muy nerviosa, se sentía acorralada, no podía dejar que el tema siguiese por ese camino, no, era mejor el de los chicos claro que tampoco podía decir que tenía problema con los chicos porque ¿Qué pensaría su padre?
- Bueno... - habló nerviosa mientras juntaba las manos y se las frotaba - Es que... que si es por un chico.
- ¡Ya lo sabía! - refunfuñó la madre - Siempre es por los chicos, me pasó a mi, les pasa a todas... los amoríos estos a estas edades estropean a las mejores estudiantes.
- ¿Y quien es ese chico que ha hecho que bajes así tu nivel? - inquirió el padre.
- Seguro que no es muy buena pieza, para obligarte a abandonar tus estudios muy bueno no puede ser. Bueno, mañana nos enteraremos.
- ¡No! No os vais a enterar porque no lo sabe nadie.
- ¿Qué no lo sabe nadie? - la madre la miró aterrorizada - ¡Ay, que clase de chico será para que no quiera que lo sepa nadie!
- Eso ¿Por qué no nos lo presentas? - parecía acosarla el padre.
- No es mal chico es que...
¿Y ahora que decía? Sus padres la miraban impacientes. Ya no estaba saliendo con Kenshi, si aún saliese con él podría ponerle de excusa, seguramente sus padres insistirían en que fuera a su casa y ya está pero no iba a decirle que... ¿Que les decía?
- Es que no... no queremos que... se sepa... por ahora.
- ¿Por qué? - insistió el padre.
- Porque... es... la verdad es que no es nada...
- ¿Quien? - volvió a insistir el padre.
- ¿No será Akira? - su madre la miró inquisitiva.
Y entonces vino a su mente, el mejor chico que se le pudo ocurrir, el chico perfecto para sus padres aunque no para ellos, ese chico que conocían de toda la vida y que además comprenderían que, siendo ella como era, quisiera mantenerlo en secreto.
- Es Kyojin.
La mentira estaba cocinada y servida.
Ajenos a todo lo que había pasado en casa de Yuri e ignorantes de las consecuencias que iba a tener aquella pequeña mentira para ellos, Ryuko y Kyojin habían estado dando un paseo, como intentaban hacer todos los días.
Era cierto que salir con un chico, o chica, afectaba a los estudios, sobretodo al inicio de las relaciones porque siempre querías pasar el tiempo con ese chico o chica que te interesaba y solía suceder que ese tiempo se robaba de los estudios, aunque para eso Ryuko siempre estaba muy pendiente, no podía ser que sus padres se preocupasen por sus malas notas o sospechasen algo, así que, para no dejar de hacer los deberes o estudiar para los exámenes, robaba, a su vez, el tiempo a su sueño, pero por supuesto no iba a dejar de dar aquellos paseos con Kyojin.
Caminaban, como siempre, uno al lado del otro pero sin llegar a estar juntos, no se podía decir que hubiera ningún roce entre ellos, ni siquiera se cogían las manos. Todo tenía que ser lo más impoluto posible, por si alguien les veía que no pudieran decir nada irreprochable de ellos. Era molesto, sobretodo para Kyojin, al que le encantaba coger la suave y pequeña mano de Ryuko pero... pues tenía que ser así.
A pesar de las precauciones que tomaban siempre aparecía alguien conocido, o bien conocía a Kyojin o bien a Ryuko pero Ryuko estaba tranquila porque nadie podía decir que estaba haciendo algo reprochable, así que, si le iban con el chisme a su madre ella se defendería diciendo que tan solo volvían del instituto ¿Que había de malo? Además ¿Qué culpa tenía ella de que para ir a su casa Kyojin tuviera que ir por ese camino?
Pero esta vez a quien se encontraron fue a una de las vecinas de Ryuko, la chica que vivía enfrente de su casa, una chica un poco menor que ella y con la que solía jugar de pequeña cuando no salía con Jisei o Akane, esa con la que pasaba las tardes de invierno en su casa, escuchando con envidia como le contaba de tantos chicos que querían ser sus novios... claro que era una niña pequeña y eso de los novios era como un juego. Pero esa niña creció y siempre que tenía ocasión le encantaba hablar con Ryuko y volver a presumir de sus "admiradores".
Ryuko la vio y quiso variar el camino que llevaba pero era demasiado tarde, ya la había visto. No había marcha atrás, si lo hacía iba a ser peor. Estaba sentada en un banco del parque junto a dos de sus amigas y al ver a Ryuko caminando al lado de ese chico tan "peculiar" debió decidir que no iba a dejar pasar la oportunidad de enterarse si estaban saliendo o no porque ver a la tímida y poca cosa de Ryuko con un chico era algo digno de investigarse.
Así fue como Ryuko y Kyojin terminaron hablando con esas chicas que, disimuladamente, intentaban sonsacar todo lo posible a Ryuko. Kyojin, algo aburrido alegó ir a comprar unos refrescos a una tienda cercana para alejarse. Al regresar se quedó prudentemente un poco alejado para no molestar a las chicas pero lo suficientemente cerca como para que se supiera que estaba allí y escuchar de lo que hablaban.
Kyojin miraba con cara de enfado a aquel grupo de amigas... Amigas no era la palabra que utilizaría, que una amiga de verdad nunca humillaría así a otra; no, esas solo eran conocidas de Ryuko y por casualidad. Allí estaban diciendo aquellas frases hirientes y burlándose muy disimuladamente de ella, y no le molestaba que estuviesen hablando de él, llamándole "bolita de nata" tratando de sonar cariñosas, insinuando que si Ryuko no tenía un novio mas "perfecto" era porque ella misma no se cuidaba lo suficiente, porque no se valoraba y claro así solo podía tener la vulgaridad que se merecía.
No, no era eso lo que le molestaba. Lo que le molestaba de verdad era ver a Ryuko cortada y sin saber que contestar, apurada y avergonzada de tener amigas tan superficiales, avergonzada de habérselas presentado a él; pasándolo mal porque ella era incapaz de dar una mala contestación.
Se acercó a Ryuko y sin decir nada y sin pensarlo, porque si lo pensaba no lo haría, la cogió del brazo obligándola a levantarse del banco donde había terminado sentada. Seguro de sí mismo pasó una mano por detrás del cuello de su la chica y otra rodeando la cintura y la besó de una forma apasionada y profunda, como jamás lo había hecho, sin dejar reaccionar a Ryuko y solo apartándose de ella cuando notó que la estaba empezando a asfixiar.
- Vámonos Ryuko – dijo con voz profunda y exigente viendo las caras de envidia aquellas arpías - Se nos hace tarde.
Porque nadie, nadie, menospreciaba a Ryuko delante de él.
...
Normalmente cuando llegaban a la casa que compartían a la hora de dormir, Akira, mientras Akane cenaba, aprovechaba para darse un baño. Era uno de esos momentos del día que le encantaban, sumergirse en el agua caliente y relajarse, cerrar los ojos y no pensar en nada. Así pasaba unos minutos, después, al salir de la bañera, se colocaba la ropa con la que iba a dormir y esperaba leyendo sentando en su futón los pasos de Akane que le indicaban que se acercaba el otro momento mejor del día: cuando Akane se metía en su cama, se dormía y él la abrazaba. Ya se había acostumbrado a dormirse así y le parecía raro cuando los fines de semana no lo hacía, incluso le costaba conciliar el sueño.
Pero hoy varió su rutina. Prefirió darse una ducha rápida en lugar de su baño y lo hizo por varias razones, la primera que se había puesto bastante nervioso, Akane estaba de lo más cariñosa y eso seguro que se debía a que había comido chocolate por la tarde... mucho chocolate, seguro, no había otra razón para que se comportase así porque Ayesa no era y en cuanto a los otras personalidades de Akane pues tampoco, a no ser que tuviera otra más pero no... era Akane, estaba seguro, solo que intoxicada de chocolate y encima él le había llevado más, aquello no prometía nada bueno, a ver quien era el valiente que ahora le impedía comerse esa tarta después de habersela enseñado.
Y estaba nervioso, alterado... excitado... no lo podía evitar, Akane estaba cariñosa, le miraba con ojos tiernos y le decía cosas... cosas muy sugerentes, además la notaba muy caliente y... ¿Pero que estaba pensando? Estaba claro que necesitaba una ducha fría.
Para confundirle aún más sabía que iba a comerse ese trozo de tarta de chocolate y la especie de animal que vivía dentro de él si que estaba alterado, tendría que controlarla un poco porque es que Akane se descontrolaba mucho cuando comí chocolate y si, como él pensaba, ya había comido chocolate antes, aquello iba a ser de lo más problemático.
Pero tenía aún otra razón más lógica y menos intuitiva y era que Akane le había dicho que quería hablar con él, que era importante que hablasen. No sabía si era por efecto del chocolate o no pero tenía curiosidad por saber que quería decirle, esperaba que no fuera a gruñirle vete tu a saber porqué, por cualquier cosa que hubiese hecho y que le molestase... las mujeres son así de complicadas.
Así que se duchó, se puso su albornoz mientras miraba la toalla que utilizaba Akane para secarse colgada en el perchero. Sonrió, era curioso como ahora todo estaba lleno de pequeños detalles de la chica, sus toallas, su cepillo de dientes, su peine, algunas orquillas... pensó que se podía decir que igual que poco a poco su casa estaba llena de cosas que la iban modificando y que le recordaban continuamente a ella, en su corazón, por llamarlo de alguna forma, aunque quizás era mas apropiado decir en su cerebro, sucedía lo mismo.
Akane había metido los palillos en el plato de la comida y jugaba distraídamente con ella. Como era tan testaruda pues claro, le costaba reconocer que no tenía razón y que estaba dando su brazo a torcer y cayendo en lo que siempre negó. Ah, maldito orgullo.
- Ya esto aquí - dijo Akira entrando - Akane... Akane... estás en Babia, chica.
- ¿Qué? No te había oído entrar.
- No si, ya me he dado cuenta.
Akira se sentó en la mesa enfrente de ella. Akane le miró, llevaba puesto una camiseta holgada y por lo que se veía por debajo solo los boxer; tenía el pelo húmedo y una amable sonrisa... que tontería, estaba muy guapo... Akane abrió los ojos mientras pensaba que parecía estar volviéndose una tonta ¿Desde cuando pensaba ella que ese ciervo era guapo?
- ¿No crees que últimamente andas mucho en ropa interior por la casa? - le dijo intentando desviar sus pensamientos.
- No me iba a vestir si dentro de un momento me voy a acostar.
- Dijimos que no andaríamos en ropa interior ¿A ti te gustaría que yo me pasease en sujetador?
- Hombre, gustarme creo que si me gustaría lo que pasa es que lo mismo necesitaba ducharme más a menudo.
- ¿Y que te hace suponer que yo no lo necesite?
Akira se incorporó sonriendo y puso los codos en la mesa.
- ¿Si? No me digas.
- Eres tonto.
- Bueno ¿Que querías decirme?
- Ya no tengo ganas... y de comer tampoco. Voy a tomar la tarta.
- Vaya, para eso si tienes ganas.
- Pues claro que si.
Al cabo de unos minutos Akira observaba a Akane comer su querido chocolate. Era increíble, no podía apartar la vista de aquel espectáculo y es que Akane disfrutaba cada bocado como si fuese lo último que iba a comer en la vida.
- ¿Qué miras tanto? - decía mientras saboreaba otro pedacito.
- A ti... me gustaría ser esa tarta de chocolote.
- ¡No digas guarrerías!
- Bueno ¿Que ibas a decirme? ¿Me lo vas a decir o no?
Akira cogió un tenedor y pinchó el último trocito de tarta que quedaba. Se lo llevó a la boca bajo la atenta mirada de pavor de Akane.
- ¿Qué? - preguntó aún con la boca llena mientras veía levantarse ágilmente a Akane de su asiento y acercarse a él, esperaba que la loca esa no le diese por hacerle escupir la tarta o algo así.
De forma brusca Akane empujó la mesa que hizo un ruido chirriante y se sentó a horcajadas sobre las piernas de Akira que tragó el trozo de tarta de forma apresurada provocándole un dolor agudo en la garganta.
- Te has comido mi tarta - le dijo mirándole mientras entornaba los ojos.
- ¿No podía?
- No... era mía, mía, me la habías traído a mi.
- Pues no te le puedo devolver, a no ser que quieras esperar a que salga.
- ¡Era mía, mía, mía!
Akane comenzó a menearle de los hombros, gesto al cual el chico respondió poniendo las manos en su cintura y moviendo los dedos para hacerla cosquillas.
...
El padre de Yuri se encontraba de bastante mal humor ¿Acaso su hija pensaba que él era tonto? Nunca se había tomado por tonto, desde luego que no y por supuesto no se había tragado todo aquello de que las notas de Yuri habían bajado por los novios, ni hablar, puede que su mujer si se lo creyese pero él no, él conocía a Yuri, sabía que siempre había sido una niña muy lista y aplicada y no por tontear con chicos iba a dejar que sus notas bajasen. No, Yuri no era así, Yuri nunca faltaba a clases, era muy responsable y muy perfeccionista con todo y... siempre había estado tonteando con chicos o teniendo a chicos revoloteando a su alrededor... no, a Yuri le pasaba otra cosa, algo que a él le asustaba reconocer... su hija había vuelto otra vez a tontear con las comidas, por supuesto, estaba más que claro... las cenas austeras, no desayunar, las comidas en familia donde nunca la veía meterse un trozo de comida en la boca ¿Cómo lo haría? ¿Cómo se las arreglaría para esconder la comida? Porque hace dos años, cuando tuvo aquel episodio de anorexia, Juushiro recordaba que Yuri solía esconder la comida en cualquier sitio, en la servilleta, entre las mangas de su ropa para luego poder tirarla.
No sabía si estar enfadado con su hija o con él mismo por haberse dejado engañar tan fácilmente.
Y seguro que era por eso que había bajado las notas y la razón de la llamada del equipo de orientación del instituto... claro, ahora recordaba que les habían hecho una revisión médica... todo encajaba perfectamente y él se sentía completamente engañado, ridículo y asustado... muy asustado.
De momento no le diría nada a su mujer. Ya mañana, de camino al instituto, iría preparándola sutilmente porque seguramente la noticia de que su hija había recaído le iba a impresionar demasiado.
Mientras, en su habitación, tumbada en la cama, Yuri lloraba intentando ahogar sus sollozos ¿Qué había hecho? Había metido a Kyojin en todo ese jaleo sin tener culpa de nada... tenía que hablar con él, tenía que explicárselo, además no soportaba la idea de que sus padres hablaran con él y Kyojin les dijera que era mentira ¿Pero cómo solucionaba aquello? ¿Y cómo se lo decía a Kyojin? La iba a odia, seguro que la iba a odiar... Hablaría primero con Akira, si, eso haría, seguro que Akira pensaría algún plan o algo para decírselo a Kyojin y que no se enfadase con ella... ¿Pero cómo podía haber tenido la boca tan grande?
No pasaba nada, no pasaba nada. Inspiraba profundamente y exhalaba el aire de forma lenta. No pasaba nada. Algo se le ocurriría, tal vez decirle a sus padres que había conocido a otro chico... si, podía ser buena idea. No pasaba nada, solo tendría que pensar un buen plan, ante todo que su madre no hablase con la de Kyojin, eso era primordial. Ahora estaba muy nerviosa pero seguro que mañana por la mañana, después de dormir, vería las cosas de forma más clara y algo se le ocurriría... seguro.
...
Cómo habían terminado durmiendo desnudos y abrazados era algo que por más que lo pensaba Akira no le encontraba ninguna lógica. No es que no supiesen lo que hacían, si lo sabían y tampoco es que hiciesen "algo", lo único que habían hecho era besarse... besarse durante mucho tiempo ¿Cuánto tiempo habían pasado en aquel "entretenimiento"? Pues no lo sabía a ciencia cierta pero seguro que más del tiempo que habían dedicado a dormir.
".. Todo empezó con aquel juego de las cosquillas... saber como empezó si lo sabía. Akane tenía muchas cosquillas y se reía de forma nerviosa mientras se retorcía entre los brazos de Akira y aún cuando este dejaba de hacérselas ella seguía riendo, intentaba vengarse del chico haciéndole también cosquillas pero era inútil, toda la fuerza se la iba con la risa.
Cayeron al suelo y Akira siguió torturando a su compañera con aquel juego. Akane consiguió escabullirse y salir corriendo pero corría poco y de alguna forma entraron en la habitación y cayeron en el futón. En medio de las risas pudo por fin articular una frase.
- ¡Para ya que me voy a hacer pis!
Akira se detuvo sonriente, se sentó y esperó a que ella se sentase.
- Eres un asqueroso - le dijo aún riendo - Mira como me has puesto la ropa... Desde luego que no se puede contigo.
- ¿Me vas a pegar, calabacita?
- No, voy a hacer algo peor... mi venganza será terrible.
- Oh que miedo, la vengadora naranja me perseguirá.
- Ahora te aguantarás y te obligaré a salir conmigo.
Akira se quedó mirándola inesperadamente serio.
- No bromees con eso.
- Akira... ¿Yo te... gusto te verdad?
- Me tienes prohibido hablar de sentimientos.
- ¿Sabes? Creo que nunca voy a poder ir a la universidad, que nunca seré periodista.
- ¿Por qué dices eso?
- Porque si, porque cuando hablo de eso en casa mi madre... es igual. Toda mi vida ha sido eso, perseguir sueños que nunca se han cumplido... ya debería estar acostumbrada.
- No digas esas cosas, nunca hay que renunciar a lo que se desea.
- ¿Tu sabes que es lo que yo quiero? Quiero un nuevo mundo, quiero una nueva vida, quiero aprender a ser feliz, sentirme protegida y sentir que valgo para algo; quiero que me digan mil y un veces que me quieren y que no dejaran que alguien me lastime, quiero que me besen sin importar cuán enojada estoy, quiero saber qué me quieren, que no me dejaran nunca sola y que siempre estarán para mi...
La coraza de Akane se había roto y Akira no sabía que decir.
- Estoy asustada Akira, me da miedo quedarme sola en la vida, no tener a nadie, estar sola y sin cumplir mis sueños... no ser nadie, no ser importante para nadie y... que tu te alejes de mi... como todo lo bueno en mi vida. Creo que no estoy acostumbrada a tener nada, por eso lo he hecho mal todo contigo, en lugar de dejar que me quisieses te he apartado de un empujón de mi vida, soy desconfiada, he desconfiado de ti y pienso que en mi vida siempre cometeré el mismo fallo...
- ¿Te has parado a pensar tan solo un segundo que haría yo sin ti? - la cortó enternecido al ver la debilidad que esa condenada cabezota mostraba - ¿Te ha pasado por la mente que sería de mi vida sin tus gritos? Yo te ayudare un poco a responder esas preguntas, no sería nada; ¿Qué seria sin ver tus ojos? ¿O qué sería de mí sin oler tu cabello? Dime ¡Que sería de mí si no te tuviese a mi lado! No sería nada, porque sin ti a mi lado, porque sin verte cada día, sin sentirte cerca de mí, no sería nada, absolutamente nada. ¿Y aun así te preguntas si me voy a alejar de ti?..."
Y así fue como empezó, Akane le dio un beso, pequeño, huidizo, casi un simple roce pero a ese beso siguió otro y ese otro y a ese otro... siempre con mucho cuidado por parte de Akira porque observó que si el beso era algo exigente de su parte, Akane se ponía tensa y se apartaba pero pronto la ropa comenzó a molestarles, necesitaban sentir la piel del otro junto a la suya y nada más porque de la misma forma, si las manos de Akira rozaban alguna parte más íntima de la chica esta volvía a tensarse y él no deseaba molestarla... y así hasta que se quedaron dormidos.
Ahora Akira la miraba y pensaba que si no fuera porque se había despertado él el primero pensaría que era un sueño.
Lo que de pronto pensó fue que definitivamente Akane tenía que ir al psicólogo porque esa forma de tensarse no era normal y no podía hacerle bien, tenía que conseguir superar todos esos traumas, eso sin contar con que no apareciese ahora esa Akane que le odiaba tanto y que llegaba a hacerse daño... eso le asustó... quizás lo mejor era que se despertase Ayesa, si, seguro que era lo mejor, por lo menos sabía ese truco y además le venía bien porque podría decirle que tenían que ir al psicólogo.
No pudo despertarla. Akane abrió los ojos y, al contrario que todos los días, lo primero que vio fueron los ojos de Akira mirándola.
Estaba despierto, estaba despierto, estaba despierto... Akane comenzó a sentir que iba a entrar en pánico.
- Buenos días - sonrió el chico - ¿Has dormido bien?
Akane cerró de nuevo los ojos, deseaba que todo hubiese sido un sueño... de verdad que tenía que empezar a controlar el chocolate que comía.
- No te asustes, que pasó nada.
- Ya se que no pasó nada... el chocolate no me hace perder la noción del tiempo.
- ¿Te duele la cabeza?
- No, tampoco me da resaca.
- ¿Quieres matarme?
- No, tampoco... lo que pasa es que... ¿Estamos desnudos?
- Ajá.
- Vaya.
- ¿Algún problema?
- Si, claro que si, a ver como me levanto ahora... no quiero que me veas desnuda.
- Ah... ¿Te da vergüenza?
- Pues si, pues si, anoche estaba oscuro, ahora es de día... pareces tonto.
- Pues me levanto yo primero.
- Tampoco quiero verte desnudo a ti.
- Espera... creo que puedo coger mis... - se incorporó haciendo que Akane agarrase el edredón para que no se separase de su cuerpo y alargó el brazo para coger sus boxers - Ya está, me los pongo y me levanto.
- Y te vas de la habitación.
- Vale, vale.
Con un poco de dificultad se puso los boxers y se levantó.
- Te espero en la cocina - dijo rascándose la cabeza.
Akane esperó a que se marchara y cerrase la puerta para levantarse pero no lo hizo normalmente, no, ella se lió en el edredón para hacerlo. Acababa de ponerse de pie cuando Akira abrió de improviso la puerta.
- Se me olvidó darte un beso de buenos días.
- ¡Largo! - le tiró lo primero que encontró por allí, el libro de psicología que estaba leyendo. Akira lo esquivó cerrando la puerta.
El libro dio contra la puerta y se precipitó al suelo, en su caída unas hojas salieron de entre sus páginas. Akane se agachó a recogerlas, estaba la tarjeta de la psicóloga y una hoja del tamaño de un cuaderno pequeño, doblada y escrita de forma desordenada, como quien toma notas sin pensar mucho en ordenarlas. La curiosidad pudo con ella, era la letra de Akira, ponía muchas cosas que parecían inconexas y entre todas ellas llamó la atención la que ponía "Ak amnesia disociativa, Ay recuerda todo salvo episodio X" ¿Que sería eso? ¿No sería ella Ak? No sabía porqué le daba esa impresión ¿Pero quien era Ay? ¿Que era el episodio X? Revisó todo lo que ponía pero no sacó nada en claro... sería una tontería, no sabía porqué había pensado que Ak era ella... menuda tontería, seguro que era cualquier cosa sin importancia.

0 comentarios: