miércoles, 30 de noviembre de 2011

85. Nuestra primera noche juntos

En la puerta de la casa de Akane, Akira tiraba la colilla de su cigarro al suelo y la pisaba pensando que en serio debía dejar de fumar, estaba comprobado que el tabaco no es relajante, al contrario, se trataba de un estimulante... a lo mejor era por eso que fumaba, para "insuflarse energía", nunca se lo había planteado... bueno, eso ahora daba igual. Metió las manos en sus bolsillos y se dio media vuelta mientras aún le parecía sentir el aliento de Ayesa en su cuello y los dientes de la chica mordisqueando su oreja.
"La mirada de Ayesa siempre era entre pícara y malvada y siempre le conseguía poner nervioso pero lo peor era esos susurros a su oído y ese aliento recorriendo su cuello.
- Ayesa, aléjate un poco... por favor.
- ¿Me tienes miedo?
- Ayesa no... no quiero hacerte daño.
- ¿Me vas a hacer daño? Que chico tan duro.
- Quiero decir que...
- ¿Crees que lloraré si me rechazas?
- No, no es eso.
- Entonces no me rechazas, te gusta que te acose.
- No, no me gusta.
- ¿Me tienes miedo a mi o a ti mismo?
- Ayesa es que... ¡ahh! - Ayesa había conseguido arrinconarle contra la pared y pasaba sus manos por debajo de la camisa - Estate ya quieta.
- No olvides cerrar bien la puerta de tu habitación, cielo, si la encuentro abierta lo tomaré como una invitación - había dicho como despedida"
Akira se estremeció, esa chica era demasiado maliciosa. Mientras comenzaba a andar también comenzó a recordar la conversación que habían tenido.
"- ¿Tú sabes como se siente ella? - le había preguntado Akira después de que Ayesa afirmara que para Akane mudarse de casa era algo duro.
- Claro. Siento lo que ella siente, bueno no lo siento pero lo percibo. Es ella la que no siento lo mismo que yo.
- ¿Y tu que tienes?
- ¿A que te refieres?
- Ella tiene un padre, una madre, unos hermanos… ¿y tu?
- Todo lo que yo tengo es prestado, salvo mis amigos, no tengo muchos pero son míos.
- Debe ser triste.
- No creas, es la vida que he elegido. Podría luchar con Akane por vivir pero me gusta así. Al principio yo solo era una idea en el mente de Akane, algo que vivía en su imaginación, algo creado por una niña triste para vivir feliz en un mundo imaginario; pero sus ganas, sus deseos, su ansia de vivir, hicieron que esa imaginación controlara su mente. Nací para ayudarla, para que se olvidara de lo que la agobiaba, obtuve mi propia conciencia pero la premisa de que tengo que ayudarla permanece en mí, es como algo que me impide hacerla daño, lo cual significaría hacerme daño a mi misma. Creo que es porque se que en el fondo ella ganaría si tuviéramos que luchar porque ella tiene como tu has dicho, una familia, unos amigos y algo por lo que luchar... a ti.
- La verdad no se que decirte.
- Sin mi Akane no sería la que es ahora, sin mi sería una niña triste y asustadiza. Se que me ves como a un rival.
- No, no es eso ¿Por qué te iba a ver como a un rival?
- Porque si, tu quieres ser el héroe que la rescate y yo he llegado a fastidiarte... Oy, oy, que encantador que eres.
- ¿Ahora a que viene eso?
- Es que eres un encanto... ah, si yo tuviera una vida completa a lo mejor me tomaba las cosas con calma, buscaría salir con un chico, tontear y esas cosas pero es que se que no tengo una vida entera para mi, tampoco quiero robársela a Akane pero lo poco que vivo quiero aprovecharlo, también tengo la ventaja de no tener responsabilidades y no tener que dar explicaciones a nadie.¿Sabes?, yo estoy contenta de alejarnos de esa casa, es como huir de los malos recuerdos, de la rabia, de no poder hablar ni decir lo que pensaba, del recuerdo del miedo que sentía Akane, un miedo que la hacía temblar, de la pena, esa pena profunda, ese desasosiego, ese creer que todo lo haces mal, la ansiedad continua siempre temiendo ser regañada sin saber por qué. Necesitaba hacer algo, por eso bloquee mi mente y aparecí… era como encerrar las cosas malas, no existían, todo era mentira, yo era otra, alguien que podía hablar sin miedos, gritar, sentir… vivir.
Akira comenzaba a entender a Ayesa y su forma de comportarse. Lo comprendía, realmente Ayesa era alguien distinto a Akane, con ideas totalmente distintas y una forma de ver la vida apasionada, era lógico si no podía vivir una vida entera, sabía que quien la viviría sería Akane, trabajaría en lo que quisiese o al menos lo intentaría, sería Akane la que se casase y la que tendrá hijos... Reconocía que Ayesa era más noble de lo que parecía, podía intentar arrebatarle esa vida pero no, ella se conformaba con esos momentos, claro que quería estrujarlos al máximo... en el fondo ¿quien podía negarle eso? Pero eso si, era amoral y desinhibida.
- El que te comprenda no quiere decir que me parezca bien lo que haces.
- Ah, ten cuidado porque está empezando a sentirse muy... "impresionada" por tu padre.
- ¿Que quieres decir?
Ayesa arqueó las cejas.
- Eres muy listo, presupón algo.
- ¿A Akane le gusta mi padre? - gritó despavorido - ¿Mi padre?
- Chhist, no grites. No digo que le guste pero... tu ten cuidado.
- ¿Que va a hacer? ¿Intentar seducirle?
- ¡No! No le gusta de esa forma y nunca intentaría nada, tus padres han sido amables con ella... ella no podría.
- ¿Y tu si?
- Tampoco. Personalmente tu padre no es mi tipo... te prefiero a ti. Pero está muy impresionada con él y a lo mejor puede llegar a sentirse enamorada.
- ¿De mi padre? ¿Pero tú le has visto? Es tan... dejado como yo y tiene tendencia a irse de copas y...
- Y se ha preocupado por ella y por ti. Para alguien que en su vida ha tenido un referente paternal, que se ha sentido sola, sin protección, en cuanto encuentra una figura que cree se adapta a su idea de "padre" se siente muy atraída, no lo puede evitar, para ella es como el héroe que la protege de todo, su guardián.
- Pues estamos bien.
- Si se enamora de tu padre lo va a pasar mal.
- ¿Pero no va a llegar a tales extremos, verdad?
- Esperemos que tu padre no esté en una de esas crisis que dicen que tienen los hombres.
- Que va, por eso no te preocupes, es igual que yo, sería complicarse la vida demasiado ¿Y tú no puedes quitarle esas ideas de la cabeza?
- Son sus ideas y la parte del cerebro que ella domina, si hiciera eso estaría empezando a querer dominarla."
Akira se planteaba si llegaría a sobrevivir a esos ataques de Ayesa. Que molesta que era y como sabía siempre pillarle desprevenido, pero es que no podía estar siempre alerta, tanta tensión no era buena, tenía que hacer algo, estaba claro, no podía pasarse el tiempo pensando que Ayesa podría aparecer ¿Que pasaba? ¿Que le tenía miedo?
Suspiró, ya no podía más, todo no hacía más que complicársele, las situaciones estaban desbordándole, tenía que conseguir recuperar su habitual calma. El solía tomarse la vida de una forma relajada, sin preocuparse por lo que pasaría y nunca se había sentido tan agobiado, podía decir que era la primera vez que se estresaba.
Respiró hondo. Se acabó, se había empeñado en hacer lo que no podía, no, se acabó. Debía relajarse y tomarse las cosas como vinieran, no valía la pena tanta preocupación, a partir de ahora se preocuparía por los problemas en le momento en el que aparecieran y no antes.
Sabía que Karura se estaba metiendo en un lío, tenía una relación casi estable con Hizashi y aún así se sentía atraída por Fuma Kaguya, bien pues ¿quien era él para decir nada? El no podía controlar a Karura y menos aconsejarla, que hiciera lo que quisiera, se suponía que era lo suficientemente madura y si no lo era aprendería de sus errores, él ya no iba a preocuparse más, se limitaría a observarlo todo y a escucharla si quería hablar, a fin de cuentas era su vida.
Le preocupaba Yuri y el que le pidiese esas pastillas ¿quería mas pastillas para evacuar la vejiga? pues se las daría ¿que no eran exactamente las que ella quería? pues si, no lo eran, pero no iba a ser cómplice de esa insensatez. El ya había hablado con Momoka y ya no podía hacer más, Yuri a él no iba a escucharle así que era mejor no insistir, cuanto más le dijese lo absurdo de su comportamiento ella más se encabezonaría, que bastante se conocían. El ya había tomado su decisión: no podía ayudarle así que era inútil que se agobiase por eso, no iba a obsesionarse con seguirla a ver sus hábitos alimentarios ¿no decía ella que lo tenía todo controlado? Pues nada, le daría un voto de confianza, no vaya a ser que encima se enfade y sea aún peor.
Y en cuanto a Akane pues ya había dado el aviso, ahora dejaría todo en manos de los psicólogos que son los que entiendes y se acabó.
El mundo podía seguir sin que él se ocupara de todo ¿Que su madre la decía que fuera a recogerla? Era una pesadez, pero lo haría, claro que lo haría, él se ocuparía de Akane ¿Que aparecía Ayesa? Pues la saludaría. Estaba claro que Ayesa era parte de Akane así que habría que aguantarla hasta que Akane se sintiese más tranquila y no hiciera falta su presencia. Si ya en el pasado ella había desaparecido, ahora, tarde o temprano también lo hará. No había que agobiarse, al fin y al cabo era su mecanismo de defensa contra lo que le asustaba.
También Kyojin volvía a su casa dando un paseo en solitario, al pasar por la calle donde vivía Yuri, vio a esta delante de su portal despidiéndose efusivamente de Kenshi. Era una situación incómoda pero volver sobre sus pasos y dar un rodeo era una tontería, además si a ella no le importaba darle el lote frente a su casa, donde cualquier, incluida su familia podía verla, tampoco le importaría que apareciese él.
- Hola Kyojin - saludó Yuri - ¿Cómo tu por aquí?
- Vuelvo a casa ¿Que tal Kenshi? ¿Cómo van las vacaciones?
- Han estado buenas pero ya se acaban ¿Y las tuyas?
- Curiosas. Hace tiempo que no vienes con nosotros. Te echamos de menos.
- Ya, es que...
- Kenshi y yo vamos a muchos sitios, no paramos.
- Ya ¿Y os lleváis bien?
- Claro ¿Por qué no íbamos a hacerlo?
- No, era curiosidad ¿Sabes también algo curioso? Genki y Xu-Xu también suelen salir mucho juntos.
No es que Genki y Xu-Xu salieran en plan pareja ni nada de eso pero Kyojin quería ver la reacción de Kenshi.
- ¿Genki y Xu-Xu? - gritó Yuri - ¡Quien lo iba a decir! ¿Y llevan mucho?
- No... no es nada formal... solo es que son muy amigos.
Mientras Yuri continuaba con sus exclamaciones mezcla de sorpresa y curiosidad, Kenshi se había quedado mudo, miraba a Kyojin incrédulo, no, no podía ser, Xu-Xu nunca saldría con Genki, él la conocía, sabía que le tenía cariño pero porque eran amigos desde hace tiempo.
- Es curioso - continuó Kyojin - El verano forma parejas muy curiosas, será que nos alteramos mucho y ninguno dice claramente lo que piensa ¿no?
- No, pero Xu-Xu no sale con Genki - habló Kenshi - Es imposible.
- ¿Por qué? Bueno, quizás salir, salir como novios no salen... - Kyojin se rascó la cabeza, ya verás cuando Xu-Xu sepa lo que está diciendo la que le va a armar... - Es más algo así como vosotros.
Kenshi ya se quedó helado del todo ¿Que decía de Xu-Xu? No, nunca, Xu-Xu no era como Yuri. No le gustaba nada lo que oía, Xu-Xu no podía haber cambiado tanto. Xu-Xu, "su" Xu-Xu no.
- Claro que ellos esto no... no quieren que se sepa... ya sabes... esto es solo una... una cosa del verano... cosas de amigos.
¿Cosa de amigos? ¿Que cosa de amigos?
Xu-Xu no era así, él la conocía.
- Parece que nos hemos revolucionado mucho estas vacaciones - comentó Yuri.
Estaba claro que tendría que hablar con Xu-Xu a ver lo que había pasado.
- Bueno yo me marcho ya - dijo algo aturdido.
- Llámame mañana, cari.
- Ah, si, si... te llamo.
Kenshi miraba a Kyojin aún sin creerse lo que había oído. Se alejó de allí bastante molesto, casi diría que dolido.
- Bueno ¿y qué? - dijo Kyojin cuando Kenshi se hubo alejado - ¿Vais en serio?
- ¡No digas tonterías! Kenshi es un encanto pero no mi príncipe azul.
- Pues deberías decirle algo no vaya a ser que se ilusione demasiado.
- No creo aunque no estaría mal del todo.
- ¿Piensas quedártelo?
- ¿Eso te molestaría?
- Lo vería raro ¿Y Momoka? ¿Cómo va con Kamui?
- Prefiero no hablar de eso, cada vez está más tonta, necesitaría alguien que le abriese los ojos.
- ¿Cómo que Kamui está jugando a dos bandas... o a tres?
- Tú lo sabes ¿verdad? Pero a ver quien se lo dice.
- ¿Estás preocupada por ella?
- Es tan tonta que me da pena, necesita alguien a su lado.
Kyojin sonrió, en el fondo Yuri era muy buena amiga, mucho mejor de lo que los demás pensaban. Parecía alocada y hasta egoísta pero siempre estaba pensando en sus amigos, nunca los abandonaba y sabía que la preocupación por Momoka era cierta y seguramente la tendría más que preocupada, que lástima que siempre se empeñara en ocultar ese gran corazón tras una máscara se superficialidad.
La miró con cierta pena, le gustaría hablar con ella abiertamente, preguntarle si estaba dejando de comer, le gustaría que ella tuviese confianza con él... Yuri necesitaba ayuda, él se daba cuenta pero ella no confiaba en él. Eran amigos desde que tenía recuerdos, era su amiga, más que eso, era como si fuera parte de su familia y ahora la sentía tan lejos. El no era un chico que pudiese dar la espalda a los problemas de sus amigos, era incapaz de eso pero ¿que podría hacer?
A pesar de las altas horas de la noche que eran Momoka aún no dormía. En la oscuridad de su habitación había encendido su pequeño ordenador portátil y buscaba entre decenas de páginas de Internet algo que la pudiese ayudar.
En esos momentos lo que Momoka mas deseaba era saber como ayudar a Yuri y no tenía ni idea. Pero algo tenía que haber para ayudarla a ella, incluso se había registrado en un foro de ayuda a ver si le daban consejos o algo.
Momoka y Yuri eran amigas desde muy niñas, habían compartido muchas cosas, penas y alegrías e incluso rivalidad en cuanto a chicos y ahora no iba a permitir que esa amistad se quedase en nada, porque las amigas están para todo, para lo bueno y lo malo y si Yuri estaba pasando un momento difícil ella estaba allí para ayudarla... o eso se suponía porque no sabía que hacer, ni como hablarla sin ofenderla, ni nada.
Akira tenía razón, era inútil que ellos hablasen con ella, no les iba a escuchar, necesitaba la ayuda de otra persona, su familia no, tampoco la escucharía, menos aún... tenía que buscar a alguien mas ajeno a ellas para que lo hiciera ¿pero quien? Tampoco podía ser muy ajeno o el resultado también sería negativo, tenía que estar en el punto justo. ¿A quien recurría? A Kyojin no, estaba demasiado unido a Yuri, era el mismo caso que Akira, imposible del todo ¿Himeko? No creía que Himeko iba a poder ayudarla... ¿Xu-Xu? Uy no, pues si, solo le faltaba eso a Xu-Xu, con lo mosqueada que debía andar con Yuri... ¿Karura? Tampoco, entre ellas no había mucho aprecio, si se pasaban el tiempo picándose la una con la otra, nada, mejor no pensar en Karura ¿Jisei? Pues podía ser, por algo era medio-bruja, a lo mejor a ella se le ocurría algo ¿Sumire? Vivía en su propio mundo, casi mejor que no ¿Ryuko? Pues era el mismo caso que Himeko, o sea, no.
¿Y los chicos? ¿Kenshi? Ahora que estaba medio saliendo con Yuri podía ser una buena opción. ¿Genki? ¿Nowaki? Hombre... entusiastas si eran, e insistentes... ¿Shibi? Podía ser... ¿Hizashi? También, el problema era como decírselo a él... ¿Karasu? No, a Karasu no le haría caso... ¿Kohaku? Ah... sería extraño pero... no, mejor no... ¿Suo? Yuri parecía interesada algunas veces en él pero era tan... tan Suo, aún así era una buena opción ¿Y Momoka? No creía que Momoka fuera a ser de ayuda.
Pues alguien tenía que haber para que la ayudase, ella sola no podía, recordaba las palabras de Akira "cerca de ti tienes una persona que nunca abandona a sus amigos, insistente y siempre dispuesto a ayudar... te aseguro que si descubre lo que le ocurre a Yuri será el primero en intentar ayudarla"... Seguro que se refería a Genki o a Nowaki.
Pues algo tenía que hacer. Pensó que si un chico la hacía caso iba a dejar esas tonterías pero no, ahora tenia a Kenshi y seguía más o menos igual.
Todas las noches Yuri retomaba su misma rutina: esperaba a que su familia estuviese durmiendo para levantarse y ponerse a ordenar sus armarios y a limpiar, limpiaba todo, sobretodo las paredes, repitiendo una y otra vez esos movimientos... sube, baja, sube, baja, a un lado y a otro, movimientos amplios y muy exagerados... tenía que quemar toda la grasa, tenía que quemarla. Después abría su armario y sacaba el vestidito rosa que se había comprado, un vestido exageradamente pequeño... ya le quedaba menos... algún día podría ponérselo, solo de imaginarse con él puesto le entraban aún mas ganas de adelgazar... ya quedaba menos.
Akira esperaba a Akane en el portal de su casa, había ido a buscarla para llevarla a la suya pero no había subido, prefería esperarla abajo y dejar que se despidiera de sus hermanos, parecía como si se fuera a vivir a otro país o algo así, en fin, cosas de mujeres.
- Ya estoy aquí - dijo la chica al llegar.
- ¿Ya? ¿Esa es la maleta que te llevas?
- Si, esta es.
- ¿Y nada más?
- Nada más, creo que no me hacen faltan más cosas, es ropa para una semana y cosas personales.
- Es raro que siendo una mujer no cargues con más cosas.
- Tienes una idea muy distorsionada de las mujeres, al menos de mí
- Trae, yo la llevo.
- No, yo puedo.
- Ahhhh, pesada, te he dicho que traigas.
- Vale, vale, machote, toda tuya.
- ¿Dispuesta para cambiar de costumbres?
- Dispuesta. Esto Akira, no se si te he dado las gracias a ti.
- Has dado muchas veces las gracias.
- Ya, pero me refiero a ti. Por mi culpa tienes que cambiar tus costumbres y tu rutina.
- Mientras respetas las reglas no me importa.
- ¿Qué reglas?
- Ya sabes: no andar en ropa interior por la casa, ni colgar tus sujetadores en el baño, es algo que no soportaría.
- Tú tampoco andes en ropa interior ¿eh?
- Pero es mi casa.
- A ver si me voy a emocionar, que una no es de piedra.
Sonrieron con cierta complicidad, a veces tenían esos momentos únicos entre ellos en los que parecían complementarse y entenderse perfectamente.
- Me gusta que vengas a vivir conmigo.
Akane le miró. Akira disimuladamente miraba hacia otro lado. La verdad es que cuando quería Akira era muy dulce y amable, tendría que ir pensando en hacer algo para que viera que realmente agradecía que siempre estuviese allí, dándole apoyo.
- No digas ni una palabra más - le dijo - Tienes el don de sacarme de quicio así que no hables o estropearás la imagen que ahora mismo tengo de ti.
Después de dejar la maleta, Akira la acompañó a los laboratorios Shikamoto, allí fue presentada a sus compañeros de trabajo y puesta al día sobre los trabajos que realizaría mientras Akira regresaba a su casa. Después esperó a que Akito terminara su reunión y la llevara de vuelta a casa.
Tantos cambios en su vida habían alterado a Akane, salir de su casa, instalarse en una nueva, un trabajo ¿significaría eso que empezaba nueva etapa? Sentía miedo, tantas novedades juntas, de golpe, tantos cambios en la rutina de su vida asustaban un poco.
- Ya estamos aquí - saludó Akito al entrar en casa.
- Bienvenidos - respondieron casi al unísono Yoshiko y Chiharu.
- Pasa Akane, sin miedo - indicó a la chica.
- Hola hermana - se acercó Chiharu - Pasa, hoy mi hermano ha preparado la cena especialmente para ti.
- No exageres - se oyó en tono aburrido al chico.
- Hoy cenarás con nosotros - explicó el padre.
- No, pero si yo no...
- No hay peros que valgan, no queremos que pases tu primera cena a solas, suena muy triste.
- Vamos, pasa, pasa - apremiaba Chiharu - Akira ha preparado gambas rebozadas, dice que te gustan.
- ¿Te querrás callar, plasta? - Akira entraba y salía de la cocina llevando los cubiertos a la mesa - Anda y ven a ayudarme.
- ¿Ves? - reía Chiharu - Le da vergüenza. Y hay flan de postre, yo lo quería de chocolate pero él se ha negado, si es que es un soso, así que ha hecho flanes sosos como él.
- Pero seguro que están buenos - habló Akane.
- ¿Has oído, hermanito? Akane opina que estás tan bueno como un flan.
- ¡Chiharu! - se oyó gritar desde la cocina a la madre - ¡Deja de decir tonterías!
- Son ustedes demasiado amables conmigo, yo...
Akane parecía a punto de llorar, aquella familia, pese a lo que les oía gruñir entre ellos y lo enfadada que parecía siempre su madre, era la familia que ella siempre pensó que debía ser la suya.
- ¿Vas a llorar? - se acercó a ella preocupado Akito.
Dejándose llevar por un impulso, Akane enterró su cara en el pecho de aquel hombre y rompió a llorar.
- Lo siento señor Shikamoto, lo siento, no puedo evitarlo.
- Pobre criatura - Akito acarició suavemente su pelo con una mano mientras con la otra levantaba su rostro - Has debido pasarlo muy mal ¿verdad? - Puso las dos manos en sus mejillas limpiándole las lágrimas.
Akira se había quedado clavado en el sitio, mirando aquella escena, con dos platos en las manos.
- Lo siento - Akane se apartó rápidamente con bastante vergüenza - Lo siento.
- Ven - Chiharu la cogió de la mano - Tienes que lavarte la cara y no seas tonta, no llores encima de mi padre, huele a ciervo, mi madre es mas blandita.
Akira seguía en el mismo sitio, mirando a su padre sonreír tontamente mientras él arqueaba una ceja.
- Que hombre más patético - susurró mientras continuaba con lo que estaba haciendo.
Después de la cena, Akane y Akira se dirigieron a la casa anexa, sus nuevas habitaciones.
- ¿Puedo hacer algo por ti, Aki?
- ¿Quieres hacer algo por mi? - preguntó a su vez algo perplejo el chico.
- Si, me gustaría hacer algo por ti.
Akira sonrió malicioso.
- Se me ocurren muchas cosas - pensó que Akane comenzaría a gritarle pero al no hacerlo la miró con miedo - ¿Te encuentras bien?
- De veras, déjame hacer algo por ti.
Juraría que las mejillas de la chica estaban tildadas de cierto color carmín, estaba muy tensa, se podía apreciar en sus hombros rígidos, con el torso inclinado ligeramente hacia delante y los ojos clavados en el suelo. Akira frunció el ceño y miró perplejo a su alrededor mientras también se empezaba a poner nervioso sin saber muy bien porqué.
- Bueno pues ¿Me prepararías la bañera?
- ¿La bañera?
Akira esperaba los gritos de un momento a otro pero nada, no llegaban.
- Es que quiero bañarme pero tengo que hacer una cosa y para no perder tiempo...
Akane levantó la vista y ambas miradas se cruzaron, nerviosos los dos retiraron la vista de los ojos del contrario.
- Yo te la preparo.
- ¿Qué? - casi gritó lleno de incredulidad.
- Que yo te la preparo, si me dices donde está porque en el servicio solo hay una ducha.
- A... arriba... en el servicio de arriba, hay una puerta que da a una...
- Vale, ya voy.
- ¿Lo vas a hacer de verdad?
- Claro ¿Te gusta el agua muy caliente?
Akira no salía de su asombro, tanta amabilidad y docilidad era inusual en Akane.
- ¿Esta quien será ahora? - se decía mientras se dirigía a la cocina.
Cuando Akane salió de preparar la bañera se encontró a Akira subiendo las escaleras.
- Ya la tienes lista, te he puesto toallas y he preparado tu albornoz también.
- Va... vale, gracias.
A ver ¿Dónde estaba Akane?
- No te quedes en el agua mucho rato.
- Si, bueno... Akane... pásate por la cocina, te he dejado algo, es para que duermas bien.
- Ah vale, gracias... esto, buenas noches Akira.
- Hasta mañana, que descanses.
- ¿Quieres que mañana te despierte?
- No, por favor, no. Soy vago pero no tanto.
- Bueno pues... que duermas bien.
Akane entró en la cocina, allí habían puesto una pequeña mesa con dos banquetas, eso era nuevo, sería algún detalle de los padres de Akira para que pudiera desayunar allí mismo. Encima de la mesa encontró un ramo de jazmines con una nota encima.
"Bienvenida. Espero que te sientas a gusto. En tu habitación he puesto un florero, espero que lo adornes. Akira"
Al lado del ramo un vaso con un humeante chocolate y otra nota a su lado.
"Dicen que ayuda a dormir. Buenas noches"
Akira se hundió en la bañera. Parecía que Ayesa no iba a pasarse a saludar, bien, sería entonces una noche tranquila. Casi empezaba a dormirse cuando unos golpes en la puerta le hicieron reaccionar.
- Akira ¿Estás bien?
- Si, si
- Llevas mucho tiempo en la bañera.
- Si, bueno, ya salgo.
- ¿Necesitas ayuda?
- ¡No! Anda, acuéstate, estarás cansada.
Ya en su cuarto se sentó sobre su futón y se dispuso a leer. No podía evitar sentirse algo extraño, aquella situación era extraña, quizás leyendo se distrajera algo. De nuevo unos golpes le sobresaltaron.
- ¿Si?
- ¿Estás dormido?
- No ¿Necesitas algo?
- ¿Puedo pasar?
Akira frunció el ceño, por lo que se veía si iba a tener una noche movida.
- No se ¿Estás vestida?
Akane abrió la puerta, si, vale, estaba vestida, o al menos medio vestida, llevaba un camisón, cortito pero al menos no se trasparentaba y también una especie de cestita en una de sus manos.
- Tienes una cosa en la nariz - habló Akira.
Akane llevó su mano derecha hacia ella y se tocó. Bien, pensó Akira, era Akane; ese era un truco que le había enseñado Shibi para distinguirlas cuando no hubiera otra referencia.
- Pasa, pasa ¿Tienes algún problema?
- Quería darte un masaje.
Akira se quedó mirándola sin comprender nada.
- ¿Un masaje?
- Si, mira tengo aceites relajantes y todo, te dejaré como nuevo.
- ¿Tú quieres darme un masaje?
- Si, he notado que estás muy tenso. Yo se darlos muy bien, lo hacía con Ginta y con Kenta, como son muy nerviosos les costaba dormir.
- Bueno relajarme a mi no es difícil.
- Anda déjame, verás que te dejo como nuevo. Tengo que hacer algo por ti, has sido muy amable conmigo.
Akira la miró frunciendo el ceño, aquello era muy raro, de todas formas la perspectiva de aquella Akane tan dócil le producía una especie de descarga en el estómago.
- Bueno, si te apetece vale ¿Que tengo que hacer?
- Quítate la camiseta y túmbate bocabajo.
- ¿Te has dado cuenta de que estoy en ropa interior?
- Pero no se te ve nada.
- Pero estoy pasando vergüenza.
- Venga, que no te miro, si yo ya he visto muchos calzoncillos en mi vida, no me voy a asustar, además son muy decentes, no se te ve nada. Venga, túmbate.
Akane parecía entusiasmada, Akira hizo lo que la chica le dijo de forma automática, Akane se situó a horcajadas encima de él y notó como caía sobre su espalda un líquido y un aroma a lavanda comenzó a extenderse.
Akira cerró los ojos y se dejó inundar por ese aroma y la suavidad de las manos de Akane en su espalda. Cuando Akane presionó en sus hombros emitió un pequeño ruidito de satisfacción.
- Tienes los hombros muy cargados - dijo la chica.
- Es porque tengo el mundo entero sobre ellos - respondió con voz medio dormida.
- Quejica ¿Ves como te gusta?
- Espero que no aproveches para estrangularme o algo así.
- Tampoco te quiero tan mal como para arruinar mi vida asesinándote.
- Si tu lo dices… Akane…
- ¿Si?
- Estás muy calentita.
- ¿Qué estoy cómo? - Akane se quedó confusa unos segundos para después abrir mucho los ojos, levantarse un poco y dar una palmada a su compañero en los glúteos.
- ¡Serás guarro!
- ¡Ay! Ya decía yo que terminarías pegándome.
- No pienses esas cosas y menos aún las digas, degenerado.
Akira, con la cabeza escondida sonreía ¡como le gustaba hacerla de rabiar y que reaccionase así! Esa era su Akane.
Estuvo masajeándole en silencio, la espalda y los brazos. Miró a Akira que parecía haberse quedado dormido. En realidad estaba despierto pero optó por hacerse el dormido, aquella situación seguía siendo algo violenta, claro que mas violento fue cuando Akane recogió sus cosas, se levantó, apagó la luz, arropó a Akira y con mucho cuidado se tumbó a su lado, en el mismo futón aunque con cuidado de no arrimarse para no despertarle.
Akira permaneció quieto ¿que hacía ahora la loca esta? Siguió quieto y en silencio a ver que pasaba pero Akane no hacía nada, al cabo de un rato le pareció escuchar la respiración pausada que indicaba que estaba dormida. Se movió y se acercó a mirarla, tuvo que acercarse mucho porque estaban bastante en penumbra, esperaba que no se despertase de pronto o la situación iba a ser más que incómoda... si, estaba dormida y parecía triste, muy triste. Pobre muñeca rota, debe ser doloroso pensar que estás sola, Akira supuso que de pronto la soledad debió hacérselo muy grande, sobretodo cuando, como ella, has carecido en tu vida de intimidad.
En fin, Akira se recostó y cerró los ojos... estar allí con ella, haberle dicho buenas noches, verla apagar la luz, sentir como se acostaba a su lado... eran gestos sencillos, hasta podían parecer tontos pero para él eran lo mejor que había tenido el día. Seguramente Akane se despertaría antes que él y se marcharía, vamos, esperaba que se despertase sin problemas porque como tuviera que despertarla él se iba a liar una buena, seguro, que las mujeres son muy retorcidas.

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