lunes, 14 de noviembre de 2011

50. Conversaciones noctunas

Dentro de la tienda que le había tocado compartir con Genki, Ryuko se colocaba la sudadera encima de su pijama.
- ¿Tienes frío Ryu? - preguntaba Genki.
- Mucho.
- Los sacos son de cremallera, se pueden unir, si quieres los juntamos.
- ¿Pero que dices?
- Así te llegaría mi calor, lo digo por eso, no vayas a pensar que yo... yo nunca... pero nunca...
-Ya, ya lo se, estás muy enamorado de tu Momoka.
- ¡Y soy fiel hasta la muerte!
- Creo que eres el chico mas apasionado que he conocido nunca... ay, ya tengo menos frío.
- Yo pongo todo mi corazón en lo que hago.
- ¿Y no te pone celoso que Momoka esté como medio enamorada de Kamui?
- No. Bueno, a veces si. Pero se que algún día se dará cuenta de quien la quiere de verdad y me dará una oportunidad.
- Eso es muy bonito, Genki.
- Yo nunca pierdo la esperanza, porque se que si me esfuerzo puedo conseguirlo.
Ryuko era una chica muy friolera. No soportaba el frío, se le metía dentro, lo sentía en su interior. Por poco que hiciese ella siempre se quejaba, enseguida empezaba a tiritar, además, cuando el frío se había metido dentro de ella por mucha ropa que se pusiese no conseguía entrar en calor.
Totalmente opuesta a ella era Akane. Cuando Akane decía que hacía frío es que hacía pero que mucho frío. Era algo en lo que nunca estarían de acuerdo, en invierno Ryuko vivía encogía, a penas si se movía, siempre iba buscando una fuente de calor y en verano Akane se agobiaba.
Kamui la miaba recogerse el pelo en un par de coletas.
- ¿No tienes frío? - Akane se había puesto un pijama demasiado veraniego a juicio de Kamui. Consistía en una camiseta de tirantes blanca con un gracioso dibujo de "Hello Kitty" y un pantaloncito corto con el mismo dibujillo.
- No ¿Debería tenerlo?
- Por la noche refresca.
- Ya lo se, no es la primera acampada que hago. Los sacos son aislantes, en cuanto entre en calor seguro que sudo y odio sudar - Kamui rozó el brazo de Akane y ella le miró perpleja.
- Quería comprobar si era cierto. Comprobaba que tu carne no era de gallina, a veces las chicas os hacéis las fuertes para impresionarnos.
- ¿Y qué? ¿cómo es mi piel?
- Es.. suave y cálida.
- Yo siempre estoy... quiero decir que... a ver como lo digo que no suene mal... soy bastante calurosa ¿ves? - cogió la mano de Kamui entre las suyas - Yo siempre tengo las manos calentitas. Bueno, vamos a dormir, apaga la linterna, por favor.
Kamui así lo hizo y se acomodó en su saco.
- Jo - dijo Akane - Me imagino lo que me deben envidiar algunas en estos momentos.
- Seguro que a mi también me envidia alguno ¿De veras no tienes frío?
- Kamui, tu estás en tu saco, yo en el mio, no se me ve nada ¿por qué iba a querer presumir delante de ti?
- No lo digo por eso.
- Y no tengas miedo, me duele todo el cuerpo, aunque quisiese no podría meterte mano.
- ¿Quieres que te de un masaje?
- ¿Me lo darías? ¿Sabes darlos?
- Por supuesto. Abre tu saco y ponte bocabajo..
- Carai, esto si que es bueno, el Kaguya me va a dar un masaje - decía mientras hacía lo que Kamui le había dicho.
- Lo ideal sería que estuvieses en una camilla ¿Puedo ponerme encima de ti?
- Si no me aplastas.
Kamui se colocó a horcajadas sobre Akane, puso sus manos en los hombros y empezó a masajeárselos.
- Que manos tan frías tienes.
- Lo siento - Kamui se las frotó para que entrasen en calor con la ficción.
- No importa, se calentarán en seguida… ¿a que desprendo calorcito? Mi hermano suele llamarme estufita - dijo medio somnolienta.
- La verdad es que si ¿Todas las chicas sois iguales?
- No lo se ¿crees que Momoka será así? - Akane emitió un ruidito placentero - ¡Que manos tienes! ¿Quién te ha enseñado?
- Primero: no. Segundo: me enseñó mi madre, pero es que tu te relajas mucho, así se puede dar una buen masaje.
- Vaya… que bueno.
- ¿Qué opinas de mi madre?
- ¿Humh? En estos momentos no opino nada de nada… - repitió aquel sonido, esta vez sonaba casi como un gemido, a Kamui le resultó muy gracioso.
- A mi madre le caíste muy bien.
- Mira que bien, porque ella es toda una señora… ¿y como sabes que Momoka no es como yo, eh, pillín?
- No lo sé… es una sensación, sois tan distintas… ¿Akane?
Akane estaba ya dormida. Kamui se retiró con cuidado y a tientas cerró su saco, luego se metió en el suyo.
Haku miraba como Kyojin terminaba con su "aperitivo antes de dormir".
- ¿Eso te hará bien? - le dijo al fin.
- Realmente lo necesito, si no mis niveles de azúcar bajarán durante la noche y no es muy divertido.
- ¿O sea que lo tuyo es de verdad una necesidad?
- Si y me gustaría que alguien se la tomara en serio.
- La gente se mete mucho contigo ¿no? Te entiendo, la gente suele criticar sin conocer a la otra persona.
- La sociedad suele ser así de cruel.
- Creo que eres un buen chico, no me caes mal, no sueles meterte con nadie.
- Intento ser una buena persona.
- Pues no deberías. El mundo no está hecho para las buenas personas.
- Todo el mundo me dice lo mismo pero yo soy como soy.
- ¿Estás muy acomplejado?
- ¿Por qué? ¿Por mi físico?
- Si, por ejemplo.
- Lo que no tengo es mucha seguridad en mis propias capacidades.
- Eso te hace inseguro y pareces débil, por eso se meten contigo.
- Pues no te digo que no ¿Sabes que tú eres muy distinta a como te imaginaba?
- ¿Y cómo me imaginabas? No, deja, ya lo sé, soy la guarra que se lo hace con cualquiera.
- ¿Eso es lo que crees que todos piensan de ti?
- Por supuesto, claro que lo es. Estoy harta de cuchicheos y de miraditas y risitas.
- Pues yo no pienso eso de ti y conozco mucha gente que tampoco lo hace.
- Claro… y yo te voy a creer.
- Bueno, pues no me creas.
- ¿Quieres saber una cosa de mi?
- Claro, si tu quieres contármela.
Haku dobló sus rodillas y las rodeó con sus brazos, apoyando la frente en ellas.
- Yo odiaba a aquel profesor, odiaba como me manipulaba y lo que me hacía... todo el mundo me ha juzgado como una pervertida pero nadie se ha preocupado por saber que era lo que yo sentía... odio al mundo y su hipocresía.
Kyojin se quedó mirándola.
- Comprendo perfectamente que odies al mundo, yo también lo haría.
Haku sonrió.
- ¿Le has dicho ya a esa chica que te gusta?
- ¿El qué?
- No te hagas el tonto, te he visto durante todo el día, siempre la buscabas con la mirada, me refiero a esa chica, la de los ojos de color caramelo.
- Bueno yo… es que… decírselo se lo he dicho pero…
- Date prisa en convencerla. La vida da pocas oportunidades, no las desperdicies, créeme, si no lo haces lo mismo te arrepentirás.
Suo doblaba de forma meticulosa su ropa y ordenaba todas sus pertenencias. Hikari le observaba algo divertida.
- ¿Siempre haces todo con tanto cuidado, Suo?
- Si las cosas están ordenadas cuando las busques las encontrarás con facilidad.
- Si que eres meticuloso, seguro que tus armarios están perfectamente ordenados.
- ¿Los tuyos no?
- Los míos son un caos, a veces cuando saco una prenda, las demás caen al suelo, supongo que los tengo como casi la mayoría de los adolescentes.
- ¿Y no te gustaría tenerlo todo en orden y que no te pasase eso?
- Bueno también es divertido el desorden.
- ¿También eres desordenada en tu vida? - preguntó Suo lleno de curiosidad.
- ¿A que viene eso? - el tono de Hikari se volvió muy desconfiado.
- A nada - contestó Suo con normalidad.
- Ya se a que viene, piensas que soy una chica hueca y vacía que solo sabe pensar en Kamui.
- ¿Te gusta mucho?
- Mucho... no se porqué pero me atrae de una forma que no puedo controlar... tampoco se porqué te cuento estas cosas.
- ¿Y se lo has dicho a él?
- El lo sabe de sobra.
- Pero ¿se lo has dicho? - Hikari le miró aturdida, era consciente de que Kamui sabía lo que sentía, se lo había insinuado muchas veces, era algo que todos sabían pero en realidad nunca se le había dicho abiertamente - Quizás deberías decírselo, no se si sabes que Kamui está interesado por una chica.
- Por tu amiga, la del pelo naranja, lo se de sobra, él lo ha dicho.
- Y que no sabe lo que siente realmente por Momoka.
- Si, también lo sé.
- Así que ha comenzado una especie de "juego" para averiguar que es lo que siente por cada una de ellas... creo que deberías hacerle saber que hay otra persona en ese juego.
Hikari le miraba llena de incredulidad, ese chico, al que a penas conocía, acababa de darle uno de los mejores consejos que había oído ¿Cómo iba a saber Kamui que ella también estaba dispuesta a luchar por él si no se lo decía claramente?
Himeko sentía mucha vergüenza pero estaba decidida a decir lo que quería decir.
- Kohaku estás temblando ¿tienes frío?
En realidad Kohaku estaba siendo victima de un ataque de pánico. El nunca había sido un chico muy sociable, se había criado prácticamente aislado del resto de los niños. Cuando él nació murió su madre y de alguna forma parecía que lo culpaban a él. Su padre cayó en una gran depresión y se convirtió en un paranoico, estaba convencido de que Kohaku era una maldición para acaban con él, así, recluyó al niño y no le dejaba abandonar la casa familiar. Solo cuando su padre murió pudo Kohaku empezar a vivir. Al principio no sabía relacionarse con nadie, fue Nowaki su primer y gran amigo que le enseñó a ser mas humano. Y ahora él estaba allí, en una tienda de campaña muy pequeña, junto a Himeko, la chica que más le gustaba, una chica que pare él era como un ángel... un ángel enamorado de Nowaki... la situación no era muy cómoda para Kohaku.
- Un poco. No... no me encuentro bien, no sé que me pasa.
Himeko puso mano sobre la frente de Kohaku.
- Creo que tienes fiebre.
- No... no es eso. Déjalo, ya se me pasa.
- Si estas enfermo deberíamos decírselo a los profesores.
- No, de verdad, será el agotamiento.
Himeko le miraba sin parecer muy convencida.
- Si... si quieres... esto... Kohaku... los sacos son de cremallera... si quieres... po... podemos juntarlos - Kohaku la miró casi con terror - Así yo... podría... darte calor.
Tanto la cara de Kohaku como la de Himeko no podían mostrar mas vergüenza ni estar más teñidas de rojo.
- No creo que eso fuera apropiado - dijo Kohaku con una voz casi ahogada.
- Pero yo... tú siempre eres muy amable conmigo y... por mi culpa te van a sancionar, fue porque me defendiste y ahora tu expediente... yo... quiero hacer algo por ti.
- N... no lo hice por... - Realmente aquella situación era de lo más incómodo para los dos, a ver como le explicaba Kohaku que si juntaban los sacos su malestar iba a ir seguramente en aumento, pero tampoco quería ofenderla, se la veía apurada pero a la vez extrañamente decidida - Si eso te hace sentir mejor haz lo que quieras pero... no lo considero muy apropiado, tu eres una chica y yo...
En realidad Himeko prefería no pensar en los que estaba haciendo, creía firmemente que debía hacerlo, así que rápidamente comenzó a abrir los sacos para proceder a juntar las cremalleras, total, ambos llevaban sus chándals puestos ¿que podía haber de malo? Kohaku la vio juntar los sacos sin atreverse a decir nada. Cuando terminó ambos se metieron en aquel doble saco que se había formado, sin a penas mirarse.
- Buenas noches, Kohaku.
- Buenas noches, Himeko.
Kohaku tenia tanto apuro que desde luego frío no era lo que sentía. Himeko sonrió a escondidas, no sabía porqué pero estar así, cerca de Kohaku le producía una agradable sensación, tímidamente se acercó un poco al chico que, disimuladamente hizo lo contrario... definitivamente eso no había sido muy buena idea y algo le decía que dormir no iba a dormir mucho.
Tampoco podía dormir Kamui, Akane se movía continuamente sacando brazos y piernas de su saco de dormir ¿sería posible que realmente tuviese calor? Se puso su sudadera del chándal y salió de la tienda, quizás el aire fresco de la noche le ayudaría a despejarse. Se sentó a la entrada de la tienda, todo era calma y sosiego, la noche estaba despejada y en el cielo se podían ver cientos de estrellas. Respiró hondo, miró a su alrededor, entonces fue cuando vio a Akira sentado delante e su tienda, mirando al cielo mientras daba las últimas caladas a un cigarrillo.
Como si hubiese notado los ojos Kamui, Akira giró la cabeza y le miró haciendo un leve movimiento de saludo con la mano. Kamui se preguntaba por qué alguien tan vago como él no estaba durmiendo. Lentamente Akira apagó su cigarrillo en una piedra y se incorporó; metió sus manos en los bolsillos y comenzó a andar hacia Kamui; dio unos pasos y se detuvo, parecía dudar, dio un paso más, Kamui pensó que la alarma de la pulsera comenzaría a pitar de un momento a otro... otro paso... otro... Akira siguió su camino hasta Kamui con una sonrisa en los labios... no, la alarma no sonaba.
- ¿Por que no pita tu pulsera? - dijo Kamui cuando llegó hasta su lado.
- No funciona - respondió de forma monótona sentándose a su lado.
- ¿Cómo que no funciona?
- Nadie se dio cuenta, Stella gruñía demasiado, mi pulsera no se activó. Yo si me di cuenta y mira, acabo de confirmarlo.
Kamui reconocía estar asombrado.
- ¿Que haces aquí fuera? ¿Fumar?
- La señorita pija respira demasiado fuerte.
- ¿Stella ronca?
- Ya ves, cosas de la vida - Akira se recostó poniendo sus manos cruzadas tras su nuca - ¿Y tú? ¿Akane ronca?
- No. Es que yo no podía dormir.
- ¿Te pone nervioso?
- Pues es una situación incómoda ¿para ti no?
- ¡Oh, si! Dormir con Akane podría convertirse en algo muy "incómodo".
Guardaron silencio.
- El cielo está precioso - comentó de pronto Akira.
- Se dice que a ti lo que te gustan son las nubes.
- Eso es lo malo de los rumores, se habla mucho y sin fundamento, lo que me gusta es el cielo en general y las estrellas... hablando de estrellas, el día del Tanabata voy a invitar a Akane a ver las estrellas así que no lo hagas tú.
Kamui no contestó, Akira pensó que a lo mejor tenía que haber hecho todo lo contrario, a ver como esa cabezota lo solucionaba... que tontería, escogería al Kaguya.
- ¿Vas a pedirle salir? - dijo al fin Kamui.
- Solo esa noche. Ella no saldría nunca conmigo... todavía... pero eso no me lo va a negar, es una cita que tenemos pendiente.
Akira miró a Kamui que a su vez le miraba con un gesto frío y auto-suficiente.
- ¿Sabes Kamui? A veces eres muy arrogante.
- El otro día, en clase, te pusiste muy violento con ella.
- Digamos que saca mi parte mas visceral, somos como el aceite y el agua..
- Para mi es desconcertante, nunca se si habla en serio o se ríe de mi, además... no se lo que me pasa pero reacciono de manera extraña, es como si algo se apoderase de mi.
- Ah, si, eso se llaman hormonas.
- No, no es eso, es una especie de... ¿para que te estoy contando esto?
- Ah pues no se, francamente a mi no me importa.
- ¿Sabes, Shikamoto? Me caes bastante mal.
- Tú a mi también.
- No te molestes pero... no es por ti... no se, es que hay algo en tu actitud con Akane que no me gusta.
- Vaya, que considerado con alguien a quien a penas conoces... bueno, yo a ti te considero un ladrón.
- ¿Un ladrón?
- Si, se que quieres quitarme algo.
Kamui y Akira se miraron a los ojos casi como retándose. Kamui fue el primero en, con un gesto frío, desviar la mirada.
- ¿La has tocado alguna vez, Shikamoto?
- ¿Me estás preguntando si la he metido mano? Porque parece eso.
- No me refiero a nada raro, quiero saber si te has dado cuenta de que es muy... que su temperatura es...
- ¡Ah! Entiendo. Es que ella es muy calurosa, siempre tiene calor, eso la hace sudar y odia sudar, la pone de mal humor y termina discutiendo conmigo con lo que se acalora todavía más y suda más, es un circulo sin fin.
- La conoces muy bien... ¿estabas enamorado de ella?
- ¿A que viene esa tontería?
- No soy tonto, se que fuiste tu quien la hizo tan recelosa.
Akira se incorporó pesadamente sentándose.
- Lo que hubo entre nosotros no algo de tu incumbencia.
- Si, si la dañaste.
- ¿Qué eres tu de ella para decir eso?
Kamui se quedó muy confundido porque ¿Qué era de ella?
- ¿Sabes? Se ha puesto un pijama muy de verano, tenía un dibujo de la Kitty esa y le he dado un masaje… creo que la gata cabezona esa nunca me lo había hecho pasar tan mal.
Akira emitió un pequeña risa, a pesar de la actitud fría que le gustaba aparentar, en el fondo ese chico no era más que un adolescente como cualquier otro.
- ¿Qué pretendes? ¿Darme envidia?
- No. Yo es que… ella…
Akira volvió a sonreír y poniéndose en pié se sacudió el pantalón.
- Intenta dormir si puedes - le dijo - Dentro de unas horas pienso hacerla mi prisionera.
- Será si te dejo.
- Ya lo veremos, hasta luego.
- ¿Es un reto?
Akira se estiró, se giró e hizo un gesto de despedida con la mano mientras se marchaba.
Kamui regresó a la tienda. Akane había desabrochado su saco y dormía sacando una pierna por la apertura que había quedado.
- Pillarás frío - susurró Kamui mientras la arropaba y cerraba el saco. Akane se rebulló y sacó los brazos apartando el saco de ella y dejando el torso fuera. Kamui se quedó observando lo poco que podía en aquella penumbra - ¿Qué estoy mirando tanto? Me estoy volviendo un degenerado por tu culpa, Cenicienta.
Akira entró en su tienda y se sentó al lado de Stella que dormía profundamente. Se quitó la chapa enganchada en su sudadera, cogió la muñeca de Stella que llevaba la pulsera y con el alfiler de la chapa giró un pequeño botón escondido en ella; después hizo lo mismo con la suya propia, un par de luces parpadearon, de nuevo estaban activadas. No era cierto que sus pulseras no se habían activado, él había observado a Sigure cuando las activaban y a Ebisu cuando desactivó en el cambio de parejas, claro que eso no se lo iba a decir a Kamui.
Mientras volvía a dejar la mono de Stella dentro de su saco ésta de improviso se sentó bruscamente mientras mascullaba algo.
- ¡Dios que susto! - habló Akira en voz baja - ¿Stella? ¿Te pasa algo?
Stella parecía dormida, con un movimiento rápido se giró agarrando la sudadera de Akira y lanzándose contra él, su frente chocó contra la barbilla del chico que dejó escapar un gruñido. Stella se despertó, encontrándose agarrada a aquel chico vulgar y con las caras casi pegadas, le empujó violentamente haciéndole chocar contra la tela de la tienda.
- ¿Que haces guarro? - gritó.
- Chisst, no chilles - Akira la tapó la boca mientras ella forcejeaba, con la mano libre intentaba sujetarla - Vale, no grites... no grites ¿de acuerdo?
Soltó la boca de Stella y rápidamente sujetó las dos muñecas de la chica lanzándola contra en suelo.
- Te has levantando dormida ¿eres sonámbula?
- No busques excusas guarro salido ¿que pensabas hacerme?
- ¿Yo? ¡Casi me matas del susto!
- ¿Me has besado?
- ¿Qué dices? Nos hemos chocado, aún me duele la barbilla, tu frente es muy dura.
- Me has besado ¿Cómo te has atrevido? Eres un verdadero guarro degenerado, menos mal que me he despertado, a saber que pensabas hacerme.
- Yo no te he besado.
- Si lo has hecho, pero esto no quedará así, lo va a saber todo el mundo.
- ¡Que pesada eres! Yo no te he besado.
- Te juro que te pienso denunciar por acoso e intento de violación.
- Tu lo que estás es loca ¿por qué iba a querer besarte?
- Porque eres un violador y todos lo van a saber.
Akira arqueó las cejas.
- ¿Insistes en que te he besado?
- Claro y a saber que más pretendías, por tu culpa ahora me siento sucia.
- ¡Dios! Eres mas problemática de lo que pensaba ¿eso es lo que le vas a decir a todo el mundo?
- Por supuesto, todos van a saber que clase de persona eres.
- Pues vale.
Akira se inclinó sobre ella. Stella no supo reaccionar, cuando se dio cuenta aquel chico vulgar tapaba su boca con sus labios presionando los suyos de una forma intensa que parecía atontar a la chica. Stella se quedó petrificada, con la boca abierta mientras le veía separarse de ella con una sonrisa entre burlona y seductora que tras unos instantes cambió por su habitual gesto aburrido.
- Bien, eso ha sido un beso, ahora ya puedes contarlo sin mentir.
Akira la soltó y se metió en su saco como si nada. Perpleja, Stella se acurrucó en el suyo.
Pero el que de verdad lo estaba pasando mal era Kohaku. Himeko se había acurrucado contra su pecho, él no se atrevía a moverse, sentía la respiración de la chica en su cuello, era un aliento cálido que parecía propagar un asfixiante calor por todo su cuerpo. Era insoportable ¿que podía hacer? ¿por qué su corazón latía tan desaforadamente? Si seguía así estaba seguro de despertar a la chica con sus latidos. Himeko parecía una gatita mimosa restregándose contra él y parecía murmurar algo.
- Himeko... - susurró - Por favor, Himeko... - intentaba separarla de él pero lo hacía tan suavemente que a penas la movía - Hina...
- Nowaki - masculló la chica en sueños.
Kohaku sintió que su corazón se paraba momentáneamente y un hondo dolor le atenazó ¿estaba soñando con Nowaki? ¿se abrazaba a él porque soñaba con Nowaki? ¿por qué el amor tenía que doler tanto? ¿le dolería a ella también cuando veía a Nowaki suspirar por Momoka? Acarició sus mejillas, estaban húmedas ¿estaba llorando? Eso todavía pareció dolerle más... debería hacer algo para ayudarla, al menos debería intentar que ella se sintiese feliz.
Kenshi se despertó sobresaltado, algo le había golpeado, le costó un poco comprender lo que pasaba: Yuya estaba sentada encima de él.
- ¿Qué pasa? - preguntó aún aturdido - ¿Me has pegado?
- Deja ya de moverte y hacer ruidos raros, capullo, me tienes hasta los huevos.
- ¿Pero por qué me pegas?
- Porque no has parado de moverte ¿Qué demonios te pasa a ti? ¿Te han hecho con el rabo de una lagartija o qué?
Kenshi seguía aturdido por el golpe y el susto.
- Lo... lo siento, yo es que soy así.
- Si vuelves a despertarte - levantó a Kenshi agarrándolo del cuello de la sudadera -... te mando a la calle ¿entiendes, capullo?
Yuya le soltó y volvió a meterse en su saco sin parar de decir tacos e insultos.
- Que carácter - se dijo para si Kenshi - Que miedo...
Y se hizo de día.
Sigure, Gaito e Inari fueron dando golpes en las tiendas avisando que fueran despertándose.
Nowaki dio un salto.
- ¡Bien! - dijo - ¿Estas listo, Hizashi?
Hizashi abrió un ojos y me miró seriamente.
- Eres igual que Genki ¿Es que no descansáis nunca?
- ¿Descansar? ¿Con todo lo que tenemos que hacer? Vístete, quiero preguntarle a algún profesor si puedo ir a ver a Momoka y a Kamui.
- ¿Es que no puedes vivir sin ellos?
- Momoka estará bien, sabe defenderse muy bien sola y no hemos oído nada raro y Kamui... pues no creo que Akane le atacase y si lo ha echo pues tampoco se le ha oído quejarse.
Nowaki de repente, se acordó de la conversación que había tenido días atrás con Kenshi.
- Hizashi ¿a ti te gusta Akane?
- Para nada - contestó con toda normalidad.
- ¿Estas seguro?
- ¿Crees que no se lo que digo? Akane es una buena compañera para trabajar, como pareja emocional no me atrae lo más mínimo.
- ¿Cómo?
- Que no, que no me gusta.
- Pues Kenshi me dijo que le gustaba a un chico y no se quien es.
- ¿Y para qué quieres saberlo?
- Porque si... yo no soy, tú tampoco, dice que no es Shibi, Kenshi tampoco, a Genki le gusta Momoka, Akira y ella siempre están discutiendo, Kohaku tampoco parece interesado en ella... a Karasu le gustan todas ¿será Karasu?
- A lo mejor no es de nuestra clase.
Nowaki torció la boca, si no era de su clase el número de "aspirantes" aumentaba considerablemente.
- ¿Y por qué quieres saberlo?
- No, solo curiosidad... bueno, venga, vístete, vamos.
Akane aún dormía. Kamui la observó, si que era cierto que parecía sudar pero él tenía fresco, el sol aún no calentaba.
- Akane - susurró acercándose a ella - Akane, despierta.
No sabía exactamente porqué, quizás porque de pronto se acordó de aquel perfume que decían era afrodisíaco y quiso comprobar si aquel impulso que tuvo fue de verdad debido a ese perfume, el caso es que se acercó aún más a ella, llevando su nariz a su cuello.
Aspiró... ¿así era como olían las chicas? Era cierto que si ese era el olor de las chicas era muy distinto al de un chico, no era una olor desagradable, no era un olor a sudor, era un olor que no sabía discernir, mezcla del gel de ducha y algo como agridulce.
- Akane, despierta, vienen los profesores - habló al oído de la chica.
Akane levantó una mano como si quisiera espantar a algo que la molestaba, chocó con el cuello de Kamui y allí se quedó.
- Akane - Kamui quiso moverse, entonces fue cuando se dio cuenta de la pulsera que llevaba Akane se había quedado enredada en su pelo y tiraba de él por su propio peso.
En la posición que estaba era muy difícil para Kamui desenganchar la pulsera de su pelo. Maniobró sin mucha sutileza, esperando que la chica se despertara, hasta sentarse prácticamente a horcajadas encima de ella. Pero Akane era de sueño pesado... bastante pesado. Aquella situación, con la mano enganchada en su pelo era bastante absurda e incómoda y solo empeoraría si la chica se despertaba en ese momento y le veía en aquella postura.
O tal vez podía empeorar de otra manera...
La cremallera de la tienda bajó bruscamente.
- Nowaki eso no se hace - oyó decir a Hizashi - ¿Y si la chica está vistiéndose?
La cabeza de Nowaki se asomó sonriente.
- Vamos Kamui que...
- Calla, payaso, está dormida.
- ¡Ah, perdón!
Nowaki se puso en pie y miró anonadado a Hizashi pera rápidamente volver a asomarse.
- ¿Que haces? - gritó.
- Intento... su mano se que quedado enganchada en mi pelo.
- ¿Que hacíais?
- Intentaba despertarla, anda, pasa y ayúdame.
- ¿Que pasa? -dijo Hizashi asomándose también - Kaguya, esto es algo raro.
Akane se rebulló y empezó a despertarse. Abrió los ojos fijando su vista en Kamui.
- Buenos días - saludó Kamui.
- ¿Por qué estás encima de mi?
- Ejem - carraspeó Hizashi.
- Hola Akane - dijo alegre Nowaki - ¡Sorpresa!
- No hemos quedado enganchados.
Akane movió la mano a la vez que Kamui hacía un gesto de desagrado.
- A ver ¿Por qué estoy enganchada a tu pelo? ¿Que haces encima de mi? ¿Y que hacen Hizashi y Nowaki de espectadores?
- Yo solo quería despertarte. Venga, ayúdame tu.
Akane se incorporó tirando del pelo de Kamui.
- ¡Ah! - se quejó el chico - Ten cuidado.
- ¿No tienes frío? - preguntó Nowaki.
- No, no tiene frío - contestó Kamui - Y deja de mirarla.
- Déjale que mire, solo es un pijama.
- Pero él tiene una mente muy sucia.
- ¿Y tu que? - protestó Nowaki - No soy yo él que está encima de ella.
- Nowaki, no hables de lo que no sabes.
- Anda, dejadme a mi - dijo Nowaki muy dispuesto - A ver si yo puedo.
Pero no había forma de desenganchar ese pequeño lío que se había formado.
- Necesitamos unas tijeras - afirmó Akane - Esto se soluciona cortando.
- Nowaki, creo que será mejor que avisemos a algún profesor - propuso Hizashi.
- ¡Sigure, profe! - gritó Nowaki al salir de la tienda - ¡Ven que tenemos un problema!
- Grita un poco más - habló Hizashi - Creo que alguien no lo la oído.
- Akane yo no te he tocado ni nada, te lo prometo - decía Kamui.
- Hombre si querías tocarme haberlo hecho cuando estaba despierta, que al menos me entere.
- Solo quería despertarte.
- ¿Que ocurre? - se asomó Sigure.
- Ha sido un accidente - advirtió Kamui.
Sigure entró y cogió la mano de Akane constatando el nudo de pelo que se había formado.
- ¿Cómo habéis llegado a esto?
- No lo sé, ella levantó la mano y...
- Hizashi, decirle a Gaito que pida un par de pulseras naranjas... ¿No tienes frió Akane?
- ¿Cómo voy a tener frío si me estoy muriendo de vergüenza?
Sigure rompió la pulsera de Akane, quedando esta colgando del pelo de Kamui.
- ¿Te corto el pelo o quieres seguir intentándolo tu, Kamui? Da igual, ven conmigo que voy a tener una charla contigo y tu quedate quietecita en la tienda.
- Yo no he hecho nada - repitió Kamui,
- Es igual, tengo ganas de decirte unas cosas.
Akane se quedó sola en la tienda. Comenzaría a vestirse, iba a cerrar la cremallera cuando una cabeza se asomó a su tienda.
- ¿Que ha pasado? - se interesó Akira.
- ¿Te importa? Me voy a vestir.
- Ah pero a mi no me molesta.
- ¿Te has despertado gracioso, bambi?
- ¿Te ha metido mano el Kaguya? - Stella también se asomó - He oído decir que lo ha hecho.
- Stella quería enterarse del cotilleo, por eso hemos venido, como comprenderás a mi me da igual, calabazita – Puede que los labios de Akira hubiesen dicho aquello sin embargo Akane sentía mirándole a los ojos que parecía estar preocupado por ella, era esa faceta protectora que tanto se empeñaba en ocultar la que siempre le había gustado tanto a la chica.
- Taro quiere saber... - la voz del peculiar primo de Kamui sobresaltó a Akane - ¿que le ha pasado a mi primo?
- Vale estupendo - gruñó Akane - Venga que voy a cobrar entrada ¿Alguien más quiere asomarse?
- ¿No tienes frío? Taro tendría frío.
- ¡Fuera! ¡Largaos todos que quiero vestirme!
Una vez cambiada salió y esperó a que regresaran Sigure y Kamui. Lo que más le molestaba era la que sentía la mirada burlona de Seishiro escudriñándola.
- Oye Shikamoto ¿que crees que habrá pasado?
- Nada.
- ¿Nada? Tu eres muy tonto o muy inocente.
- Yo confío en Akane - respondió bostezando.
- Ya... claro.
- ¡Ahhhh! ... ¡Menudo rollo!
- ¿Que tal chicas? - preguntaba Inari acercándose al grupo de Akemi - ¿Cómo habéis pasado la noche?
- ¡Eh, sin ofender! - se quejó Kenshi - ¡Que estoy yo aquí!
- No te olvides de nuestro machito - rió Kin.
- ¿Todo bien? - Inari miró a Jisei, la estaba mirando a ella y claramente quería saber como estaba ella en concreto.
- Bien - respondió Jisei desviando la mirada algo apurada. No podía evitarlo, a pesar de que había quedado claro que entre ellos no había nada y que todo aquel incidente era solo un malentendido, Jisei no era capaz de mirar a Inari a los ojos... ella le había dicho que le gustaba y eso no era un malentendido... por más que quería era muy difícil actuar como si no hubiese pasado nada entre ellos.
- Bien - repitió también Inari - Nos vemos - Se marchó con una extraña sensación, quería actuar con Jisei como con cualquier otra alumna pero sin embargo no podía, cada vez que la miraba mas lejos quedaba de su mente la imagen de una alumna.
La atención de Jisei se desvió de pronto hacia Karura, tenía un gesto muy molesto en su rostro.
- ¿Te encuentras bien Karura?
Karura que estaba agachada se levantó respirando fuertemente.
- Si... estoy genial, la verdad es que estoy genial.
- Pues parece que te duele algo.
- Si bueno - Karura susurró - Creo que me va a venir la regla, llevo varios días de retraso y creo que por fin...
- ¿Has traído compresas o algo?
- Si... ya te digo que tengo retraso, pero me duele bastante y lo que no tengo es ningún analgésico.
- Que mal, tendremos que decírselo a Akemi.
- No, tranquila, no pasa nada, creo que lo puedo soportar.
De todas formas, después de todas las dudas y angustias que había pasado Karura, el dolor que le indicaba la proximidad de su menstruación ahora se le antojaba maravilloso.
Después de desayunar les volvieron a dar la misma ropa que el día anterior y prepararon sus mochilas con lo que consideraban necesario para el éxito de su misión. Una vez listos. Cada grupo fue llevado con un jeep a diferentes puntos de la zona. Allí se quedaron solos. El juego había empezado.

0 comentarios: