miércoles, 30 de noviembre de 2011

59. Antes del Tanabata

Al finalizar los ensayos Ryuko y Jisei se acercaron riendo alegremente a Akira.
- Al menos podíais esperar a que yo no estuviera para reíros de mí – comentó el chico.
- Oye - le dijo Ryuko al finalizar los ensayos - Si quieres un consejo suéltate el pelo, ella suele decir que te da un punto salvaje muy atractivo.
- Y ponte los vaqueros negros - agregó Jisei - Esos que te hacer un culito muy mono, a ella le entran ganas de... apretarte.
Y se marcharon riendo. Akira se quedó mirándolas con el ceño fruncido.
- ¿Que te han dicho? - se interesó Kyojin.
- O me ven como a un objeto o quieren que Akane me ataque, no se... las chicas son demasiado complicadas.
Cuando Akane regresó a su casa encontró a uno de sus hermanos que no era de allí.
- ¡Yusuke! ¿Que haces por aquí? - se extrañó al ver al muchacho rubio.
- Hola hermanita, ya ves, de visita - el chico se acercó y le dio un gran beso.
- ¿Has hecho los deberes?
- Siiiiii y te he traído algo.
- Está en la habitación - añadió Ginta.
- Hola hija - saludó su madre - ¿Aún no ha salido Takato del baño?
- No, aún no - respondió Ginta.
- Este niño... estará otra vez contándose los lunares - Se oyó un gran ruido bastante estrepitoso - ¡Kenta! ¿Que has hecho? ¡Por dios que niño! ¡Veneno! ¡Veneno puro eres!
Akane encontró encima de su cama una bolsa, miró dentro, parecía tela, también había un sobre, escrito en él ponía: de parte de Ryuko, Jisei, Xu-Xu y Sumire.
- ¿Qué querrán estas ahora? - se preguntó.
Rompió el borde para sacar un papel. Leyó.
"Querida Akane. Como nos hemos emocionado mucho con lo de las tarjetas y todo eso nos ha dado un subidón y nos hemos vuelto locas. No te enfades. Sabemos que Akira quería que su madre te dejase un kimono para que te pusieses hoy, un kimono azul con estrellas bordadas, pero no ha querido, pero nosotras nos hemos acordado de este vestido, era tuyo y también sabemos que a Akira le gusta el color celeste. Maron lo ha arreglado para que sea más modernito y te venga bien. Por favor póntelo, piensa que Maron ha estado toda la mañana liada con él. Queremos que dejes con la boca abierta a Akira y que le demuestres que tú también sabes tener detalles. Un beso. Jisei, Xu-Xu, Sumire y Ryuko. P.D. Pónselo que te lo he arreglado con mucha ilusión. Pásatelo bien. Maron".
- ¡Vaya liantas!
Sacó el vestido, otro papel cayó del suelo
- "Se nos olvidaba" - leyó - "A Akira le gusta tu cuello, recógete el pelo"... Realmente están locas.
Reconoció el vestido, se rió, el vestido era ya de hacía unos años, era de color azul celeste y blanco; Maron le había quitado las mangas, cambiado el escote para convertirlo en un vestido de tirantes, le había soltado por algunos sitios y metido por otros, como el bajo, haciéndolo más cortito. Se quedó mirando... si... ¿por qué no? La verdad se veía bastante bien.
Sumire acompañó a Xu-Xu a su casa, como buena amiga que era estaba alteradísima con aquella especie de cita y tenía que asegurarse de que Xu-Xu se preparaba correctamente.
- Ponte bien guapa - le decía.
- Sumire me sabe mal que tu no salgas.
- ¡Ah! No te preocupes, mi hermano y yo hemos alquilado una película de esas que hay que ver con gran cantidad de pañuelos.
- Que suerte tienes de llevarte bien con tu hermano.
- ¿Tú no te llevas bien con la tuya?
- ¡Que dices! Es una plasta. Me quita la ropa, usa mi maquillaje, se lleva mis bolsos y luego no le digas nada porque claro, es la princesa de la casa, si me quejo ya están mis padres que "si es que como eres de egoísta", "comparte tus cosas", "que más te da, es tu hermana"... ahora que si yo le pido algo dicen "envidiosa, pero que envidia le tienes a la pobre", "ay cuanta pelusa hay en esta casa" o "tu ya tienes lo tuyo ¿no te parece suficiente?". Que asco, de verdad te lo digo, Sumire, es un asquito.
- Vaya...
- Pero es que encima... ay que rabia me da... es que es perfecta, todo lo hace bien, es la guapa de la familia, inteligente, educada, sabe cantar, no como yo que soy el desastre, torpe, sin gracia y machorra. Siempre están "mira tu hermana", "aprende de tu hermana", "¿por qué no eres como ella?" ¡Ah! Me sacan de mis casillas.
- Bueno pero a lo mejor solo lo dicen para motivarte.
- Y luego está mi hermano, el niño mimado. Yo tenía que haber sido niño ¿no lo sabías? Primero nacía mi hermana, la muñequita de mamá y luego un niño, pero no, nací yo y estropee todos sus planes. Ahora está por un lado mi hermana perfecta y por otro el niño deseado y mimado al que, claro, no se le puede toser y yo en medio... ni fotos mías hay, a veces pienso que ni he nacido... me siento un trozo de carne entre dos panes.
- Pues piensa que la carne es lo que hace sabroso a un bocadillo.
Xu-Xu la miró asombrada, a veces Sumire, sin quererlo, decía cosas increíbles. Se echó a reír.
- Eres asombrosa ¿lo sabías?
- ¿Yo? ¡Que va! Si soy un desastre. Pero oye, dime una cosa Xu-Xu ¿De veras vas a darle un beso a Kenshi?
- No creo que me atreva.
- ¿Por qué?
- Me da mucha vergüenza ¿que pensaría de mí?
- ¡Que tonta eres! Con lo bueno que está Kenshi, yo lo apretaba y... ¡mira! ¡Si se me cae la baba y todo!
- ¿Y si se enfada conmigo?
- ¡Que se va a enfadar!
- Es que nosotros somos amigos y estamos bien así y quizás perdamos lo que tenemos, a veces es mejor no forzar nada, no quiero perder su amistad, la amistad es una cosa y el amor otra... fíjate en Akane y Akira, son la prueba de que es mejor ser amigos y no avanzar, no quiero tener que reprocharle nada.
- Ya, pero piensa que si Akane y Akira hubiesen dicho más claramente lo que sentían, si no hubiesen tenido tanto cuidado, si lo hubiesen demostrado en público, Karura nunca le hubiese pedido una cita a Akira.
De nuevo las reflexiones de Sumire volvían a sorprenderla.
Jisei miraba fijamente el frasquito de perfume. Era el perfume que Akane se había echado en su cita con Kamui y que había producido aquellos efectos tan sorprendentes en el chico. Meditaba si ponérselo... solo una gotita, tenía listo el cuentagotas... solo una gotita... quizás era todo el empujón que necesitaba para que Inari se decantase por ella... solo una gotita, no era mucho y quizás ni fuese suficiente... No. Mejor no. Así no se consiguen las cosas... era una idea bastante estúpida, estaba empezando a comportarse de forma incoherente y ella odiaba ser incoherente. Mejor se podría ese otro perfume que da tranquilidad de espíritu, si, así no se pondría nerviosa. Iba a ir a cenar con sus padres, su hermano e Inari, era una cena familiar, si, pero... estaría Inari.
- Cariño - su madre golpeó con los nudillos su puerta - ¿Estás lista?
- Si, entra.
- A ver mi chiquitina... ¡Oh! Te has puesto muy guapa, déjame que te cepille el pelo.
- ¡Mamá!
- No seas tonta, ya se que ya no eres mi niñita pero me gustaría que no crecieras... ¿Sabes una cosa? Inari ha venido y está guapísimo.
- Mamá que tu ya eres muy mayor para esas cosas.
- Ay hija pero me alegra la vista.
- Como te oiga papá ya verás.
- Chhist. Tú no le digas nada o la liaremos.
- Pues compórtate ¿No ves que Inari podría ser tu hijo?
- ¿Y que quieres? ¿Que me gusten los viejos?
- ¡Que no te guste nadie!
- A ver... perfecta. Anda ve a saludarle y hacerle compañía.
Inari estaba mirando por el ventanal. Desde luego a Jisei se le antojó guapísimo, con ese aire distraído, con el cabello estratégicamente alborotado ¿lo habría hecho a propósito? Llevaba una camiseta de color hueso, no muy ajustada pero si lo suficiente como para marcar sus bien formados brazos y un pantalón el mismo color rematado con un cinturón negro... Jisei sentía aquella maldita noria en su interior.
- Buenas tardes, Inari-sensei.
Inari se giró y la sonrió.
- Buenas tardes Jisei.
- Perdona que te hagamos esperar - Jisei se sentó en el sofá - ¿Quieres tomar algo?
- No, gracias Jisei, no hace falta - fue a sentarse a su lado tratando de actuar con normalidad, como antes siempre lo hacía - Hoy teníais ensayo ¿no?
- Si, hoy tocaba.
- ¿Y cómo lo lleváis?
- Despacio. Yuri está empezando a diseñar los trajes de las hadas, está muy emocionada y Suo dibuja muchísimos bocetos de los decorados. Algunos papeles ya están decididos pero los directores no saben en el época situarlo y claro, no podemos adaptar los diálogos y tampoco aprendernos los... lo siento sensei, me enrollo mucho.
Inari la cogió el mentón.
- Que no me llames sensei, que no estamos en el instituto, aquí soy Inari, I-na-ri.
- Claro, Inari.
- Te has puesto muy guapa ¿vas a quedar con algún chico? - Inari reconocía que desde que la había visto esa idea parecía martillear en su cerebro.
- No, no. Tú también te has puesto muy guapo ¿vas a ver luego a… alguien?
- No. Parece que pasaremos la velada juntos - repuso aliviado.
- Te recuerdo Inari - dijo Kisuke que acababa de entrar en el comedor - Que aunque tenga ya 18 años sigue siendo tu alumna.
- Ya estás con tus tonterías Kisuke - dijo Jisei bastante apurada - No ofendas a Inari.
- Si lo hago por envidia. Pobre Inari todo el día rodeado de jovencitas, que hay que ver como están algunas jovencitas.
- Kisuke, eres muy desagradable - afirmó Jisei.
- Desagradable, desagradable... ¿tu amiga la pulga no va a venir este año? ¡Que ganas tengo de pillarla con la guardia baja! Le voy a enseñar el abecedario enterito.
- ¡Kisuke! ¡Que asco me das!
- Es lo que hay, hermanita.
Jisei se levantó y se marchó bastante airada según parecía, aunque en realidad lo hacía por lo incómoda que de pronto se había sentido.
- Vamos Kisuke - dijo Inari - No la hagas de rabiar.
- Es broma - rió Kisuke - Nunca miraría a su amiga, para mi es casi una hermanita.
Aquella afirmación puso bastante intranquilo a Inari.
Sumomo era una alegre y pizpireta niña de cara redondeada, ojos enormes y redondos, pelo negro habitualmente recogido en una trenza y un gran afán de superación, igual que el de su hermano, el gran, el genuino Genki Yamada.
- ¡Hermanito! - gritaba - ¿Vas a salir con Momoka?
- ¡Si! Voy a ir con ella, voy a estar a su lado viendo las estrellas ¿no es maravilloso? A lo mejor hasta pueda cogerle la mano.
- ¡Gualá! ¡Que tengas suerte hermanito! ¡Demuéstrale el poder de los Yamada!
- ¡Eso haré! ¡Le demostraré el fuego que inunda mi corazón!
- ¿Va alguien más?
- Si - Genki paso a "modo tragedia" - Por desgracia Nowaki también viene.
- No te rindas hermanito, esto no es más que una prueba de la vida para que demuestres aún más tu voluntad.
- ¡Eso haré! ¡No me rendiré! Momito se dará cuenta de la grandeza de mis sentimientos ¡Si!
Ambos miraban por una de las ventanas con gesto dramático, manteniendo un puño en el aire.
- Muy bonito y dramático - dijo otro chico algo más mayor que Genki, también de pelo negro y ojos redondos, que los observaba sentado en un sillón - Pero me hacéis pasar vergüenza ajena.
- Querido hermano mayor, ¡únete a nosotros! - exclamó la niña corriendo hacia él y tirando de su brazo
- ¡Quita y no me toquéis! Me dais grima. No puede ser que seamos familia, cada vez estoy más convencido de que soy adoptado.
- ¡Anda! - volvió a exclamar Sumomo de nuevo asomada a la ventana - ¡Por ahí vienen Masaru y Hotaru! Me voy, tenemos que ir a buscar a Kotoko ¡Buena suerte, hermanito! Tú no te rindas, Momoka terminará dándose cuenta de lo grande que es tu amor.
- ¡Si! No sabes cuanto valor me dan tus palabras ¡No me rendiré!
- Dios mío... - suspiraba el hermano mayor - Si hubiera alguien más como vosotros el mundo llegaría a colapsarse.
Genki veía desde la ventana como su hermana se reunía con Hotaru Kamizuru y Masaru Irie para juntos ir a recoger a Kotoko Girei y después seguramente a Takato y Yusuke Kumoyuki... "los bellotas" estaban sueltos y solos por Kizuna... menudo peligro.
Akira estaba a punto de salir de su casa. Al final había seguido el consejo que Jisei y Ryuko le habían dado, no sabía por qué, porque las chicas son imprevisibles y lo mismo se reían de él, pero en fin, se había puesto sus vaqueros negros y se había soltado el pelo.
- Aki - le llamaba la atención su hermana - ¿El hermano de Yuri te trajo las flores a tiempo?
- Si, si las trajo a tiempo.
- ¿Eran para Akane?
- ¡Y a ti que te importa!... pesada.
- Akira - habló su madre - ¿Al final vas a salir con esa chica?
- Pues si, voy a salir con ella.
- Hijo ¿Y no podías ir otro día?
- No mamá, tenía que ser hoy.
- O sea que si, que es verdad que sales con ella - recalcó Chiharu.
- Vamos con más gente...
- Lo que sea hermanito, pero vas muy resultón, hasta pareces una persona.
- Hijo ten cuidado con lo que haces, que tu no lo sabes pero te puedes arrepentir.
- Mamá no voy a casarme, solo voy a un festival.
- Tu ten cuidado y compórtate como te he enseñado.
- Si, si, vale, vale.
- ¡Que no repitas las cosas!
- Vaaaaale.
- ¡Y no me contestes! Ven y dame un beso y no vuelvas muy tarde.
Akane casi había terminado de arreglarse cuando sonó el timbre, miró el reloj, debía ser Akira. La madre de Akane, con el hermano pequeño en brazos abría la puerta. Al ver a Akira el pequeño se tiró literalmente a su cuello.
- ¡Aki! - gritó.
- ¡Kenta no! Perdónale Akira.
- No se preocupe señora Ryuga ¿Está Akane lista?
- Pasa... ¡Akane! ¡Ha venido Akira! Pasa, pasa.
- Con permiso. Buenas tardes.
- Me alegra de que hayáis hecho las paces - hablaba la madre de Akane. Akira recordó de pronto aquella escena improvisada de celos que tenía como objetivo que Akane pudiese decir que no iban a salir más y que por cierto no tuvo el éxito esperado - Además, regalarle flores ha sido un detalle precioso.
- ¿Compras a mi hermana con flores, roba-hermanas? - gruñó Yusuke.
- Hombre Yusuke... pero tu no eres de esta casa ¿no?
- No ¿Qué pasa?
- ¿Qué le vas a hacer a mi hermana? - se acercó de pronto a él Takato con ojos llorosos - ¿Dónde la vas a llevar?
- Ah... esto... ¿Tengo que decírtelo a ti?
- Takato no le molestes - le advirtió la madre - Siéntate Akira, por favor. Ven Kenta, vamos a vestirte.
- ¿La vas a llevar a un hotel? - preguntó Yusuke.
- ¿Que? ¡No! Por favor ¡De donde sacareis estas ideas!
- Pardillo - se burló Yusuke - Además de roba-hermanas eres un pardillo.
- ¿Vais a ir a cenar? - se oía a la madre desde algún punto de la casa.
- Si, si señora.
- No la traigas muy tarde ¿vale?
- No, volveremos pronto.
- Pardillo - repetía Yusuke.
- No la vas a hacer daño ¿verdad? - continuaba haciendo pucheros Takato.
- ¿Un día vas a traer al gatito? - el pequeño Kenta apareció corriendo y se abrazó a una de sus piernas. Akira sentía que aquella familia empezaba a agobiarle mucho.
- ¡Kenta! - gritó la madre - Perdónale. Venga, tú te vienes conmigo, vamos a esperar a papá y vemos el festival ¿vale?
- ¡Si! ¡Festival! ¡Festival!
- A vosotros os digo lo mismo - se dirigió a sus hijos mientras el pequeño tiraba de ella hacia la puerta - Ya sabéis a que hora tenéis que volver, sobretodo tú, Takato ¿me escuchas? Bueno, que os portéis bien. Akira me marcho, cuida a Akane.
- Si, si señora, no se preocupe. Hasta luego.
Akane entró en el comedor. Akira se levantó.
- ¡Guapa! - exclamó Ginta - ¡Que pena que seas mi hermana!
- ¡Ginta por dios! - gruñó la madre - Hija estás muy guapa. No vuelvas tarde, me voy con tu hermano. Hasta luego.
- Hasta luego.
Akira miraba realmente asombrado a Akane, aquel no eres el kimono de su madre pero igualmente los tonos celestes y blancos parecían un trozo de cielo envolviéndola. Akane sonreía de una forma encantadora y sus ojos, aquellos ojos que siempre le miraban con desdén y desprecio parecían sonreír también.
- ¡Chico! - gritó Yusuke - ¿Te ha dado algo?
- ¿Qué te parece? - Akane se acercó a él.
- Bien... estás... bien - balbuceó.
- ¿Bien? ¿Solo "estás bien"? ¿Me he pasado tanto tiempo arreglándome para que solo me digas "estás bien"? - El carácter de Akane había salido.
Akira sonrió y se acercó a ella.
- ¿Así que has estado arreglándote para mi?
- ¡Yo no he dicho eso!
- Si lo has dicho... ah, chica problemática. Escucha bien lo que te voy a decir porque no pienso repetirlo... estás preciosa.
- Tonto - masculló Akane y se quedó mirando aquella fina sonrisa en los labios del chico.
- ¿No vas a besarla? - volvió a gritar Yusuke - ¡Vamos! ¿No ves que lo está deseando?
- Si tu hermana quiere un beso deberá pedírmelo o al menos robármelo.
- ¡Así se habla! - exclamó ahora Ginta - ¡Que sepa quien manda! ¡Ahí, que sufra y se lo gane!
- ¡Ginta! - gruñó Akane - ¡Deja de decir tonterías! y tú, Yusuke, ocúpate de cosas de tu edad.
- Pardillo...
- ¿No la besarás, verdad? - lloriqueó Takato - No sabes la de infecciones que se pueden trasmitir a través de un beso.
- Takato deja ya las infecciones en paz - se quejó Ginta.
- Lo digo en serio. No beses a mi hermana si no te desinfectas antes.
El timbre sonó.
- Debe ser Hotaru - habló Yusuke - Viene a buscarnos, yo abro.
Así lo hizo y el hermano de Shibi entró.
- ¿Estáis listos? - preguntó.
- Hola Hotaru - saludó Ginta - ¿Qué? ¿Listos para la juerga?
- Psst. Hola Akane... hola Shikamoto - dijo con algo de desprecio.
- Hola Kamizuru - le respondió Akira.
- Ha venido a por mi hermana - explicó Yusuke - Ya ves, los roba-hermanas atacan en cuento te descuidas ¿Has venido tu solo?
- Masaru y Sumomo nos esperan abajo. ¿Y por qué no vas con Shibi, Akane?
- Tu hermano tienes otros planes. Bueno ¿nos vamos?
- ¿A dónde vais? - continuó preguntado el hermano de Shibi.
- Al festival.
- ¿Por qué le das explicaciones al mini-Shibi? - se quejó Akira.
- Bueno yo también me voy - dijo Ginta - Voy a ver si encuentro alguna pollita que quiera tocarme la cresta.
- Y nosotros también - añadió Yusuke - ¿Estás listo, Takato?- Si, llevo de todo, pañuelos, las llaves, una linterna, crema para las picaduras, tiritas...
- Vale, vale... vamos... Adiós, pardillo.
- Disfruta ahora que puedes - dijo Hotaru mirando fijamente a Akira - Ya le tocará a mi hermano.
- Adiós Akane - Takato la abrazó - Y no dejes que te bese.
- Vale, vale y vosotros no os metáis en ningún lío.
Himeko arrimaba a su corazón aquel pedacito de papel donde había escrito su deseo.
- Nowaki-kun - murmuraba muy bajito - Ojalá este año me atreve a decirte lo que siento.
- Himeko ¿Estás lista? - preguntaba Hizashi.
- Si Hizashi, ya estoy lista ¿Nos vamos ya? Vaya, te has puesto muy elegante, seguro que Karura se... que le gustarás.
- ¡Oh, si! Estáis los dos muy guapos - dijo Kotoko, una de las hermanas de Himeko y por tanto prima de Hizashi.
- ¿Tú donde vas Kotoko? - se interesó Hizashi.
- A dar una vuelta por ahí.
- Señorita Kotoko, disculpe - una chica joven vestida con un uniforme de doncella apareció - Sus amigos preguntan por usted.
- ¡Ah! Gracias, ya voy.
Kotoko salió presurosa de la habitación. Hizashi y Himeko la siguieron más calmadamente. Al llegar al salón principal encontraron a Ichirou, padre de Himeko, hablando con Kotoko y cuatro niños y otra niña de su edad, más o menos.
- Espero que esta vez os comportéis como es debido - decía - No olvidéis que Kotoko es una Girei, no la metáis en más líos o le prohibiré ir con vosotros, eso también va por ti Kotoko ¿me escuchas?
- Si padre.
- Buenas tardes - saludó Himeko.
- Buenas tardes Himeko-san - respondió algo tontamente Yusuke.
- Buenas tardes Kamizuru, Irie, hermanos Kumoyuki y Sumomo - se dirigió a ellos Hizashi.
- Vaya pandilla... - suspiró el padre - En fin, no os metáis en ningún problema y vosotros dos pasarlo bien también.
- Si señor - respondió muy respetuoso Hizashi.
- Gracias padre - dijo Himeko.
Los Girei eran una familia muy importante. Ichirou Girei siempre estaba muy preocupado por la seguridad de sus hijas. Años atrás tanto Kotoko como Himeko siempre iban acompañadas por un guardaespaldas, al igual que ahora lo iban sus hijas menores, las gemelas. Y Hizashi prácticamente hacía ese trabajo con Himeko, o al menos a veces lo parecía.
Hizashi era hijo de su hermano menor, había fallecido siendo Hizashi aún muy niño y Ichirou lo acogió y lo creó como propio. No obstante Himeko era la primogénita de Ichirou, por tanto la heredera; Hizashi nunca se sintió parte de esa familia, se sentía discriminado y muy dolido, envidiaba todo lo que Himeko tenía y él no y descargaba su frustración en desprecios, incluso en una ocasión llegó a agredirla. Cuando comprendió lo equivocado que estaba, cuando recapacitó sobre su actitud se avergonzó de si mismo; desde ese momento centró todo su esfuerzo en compensar a su prima y decidió que la protegería. Tanto él como Himeko y ahora Kotoko, había recibido entrenamiento en artes marciales y defensa personal y sabían defenderse. Himeko era mucho mas fuerte de lo que su apariencia mostraba, aún así, Hizashi casi se convirtió en su guardaespaldas personal, por eso, casi siempre estaba con ella, claro, respetando su vida privada, tampoco quería agobiarla, ni hacerla sentir incómoda. En resumidas cuentas, siempre que podía estaba allí, cuidándola.
Por su parte, Himeko, a pesar de ser la primogénita y heredera, no creía obtener ningún beneficio de ello, siempre se había sentido insignificante e inútil, no conseguía de su padre ningún halago, solo presiones, eso no hizo más que minar su confianza. Le costó mucho darse cuenta de que ella era tan capaz como cualquier otro, eso fue algo que aprendió de Nowaki, a no rendirse nunca, a demostrar que tenía valor y confiar en sus posibilidades.
En cuanto a Kotoko, su padre aún enviaba alguna vez a un guardaespaldas a vigilara. Normalmente la chica se enfrascaba tanto en sus aventuras infantiles que no se percataba, otras si y al final el guardaespaldas terminaba siendo víctima de alguna trastada de Kotoko y sus amigos. Otras veces, como en esta ocasión, Ichirou la dejaba sola; la experiencia le había demostrado que el pasar desapercibida entre sus amigos era la mejor protección, además estaban esos pequeños demonios, inconscientes criaturas dispuestas a lo que fuese con tal de vivir una aventura.
Kotoko siempre iba con los mismo amigos, habían formado una especie de "hermandad inquebrantable". Puede que fuesen los únicos a los que no impresionaba que fuera una Girei o no pensasen que por el hecho de serlo tenía que ser una mimada repelente y consentida porque a ninguno de ellos impresionaba lo más mínimo que fuese una Girei.
- Bueno, a ver - decía Masaru Irie cuando estuvieron en la calle lejos de ojos que les observaran - ¿Cual es el plan?
- Mi hermana ha salido con el Shikamoto - casi gruñó entre dientes Yusuke - Estaría bien que les fastidiásemos.
- Y mi hermano va en un grupo con Momoka - añadió Sumomo - Podíamos echarles una mano.
- ¿Hacer de cupido? - propuso Takato.
- Sssssi - afirmaba entusiasmada Sumomo - Si consiguiéramos que se quedaran solos...
- Lo que necesitamos son las recetas de la amiga de mi hermana, la bruja - hablaba Yusuke - Yo se que tiene pociones y cosas... cosas de bruja.
- ¡Yusuke con eso no se juega! - advirtió Takato.
- Para hoy ya es tarde - intervino Hotaru - Lo ideal es que consiguiésemos entrar en su casa sin sospecha.
- Eso es fácil - habló Kotoko - Solo tenemos que pedirle ayuda para algo.
- Solo necesitaríamos copiar alguna de sus recetas - explicó Masaru - Si consiguiésemos copiarla yo podría hacer una de esas pociones, seguro.
Masaru era un niño curioso, siempre deseoso de saber como funcionaba todo y siempre haciendo extraños experimentos mezclando cosas para ver que podía suceder. El solo necesitaba que le dijeran los ingredientes, del resto ya se ocuparía él, además si los ingredientes eran extraños o difíciles de conseguir no importaba, ya se le ocurriría algún tipo de sustituto.
- Pero hoy no lo podemos conseguir - aclaró Kotoko - Ya es tarde.
- Bueno pues... vamos a intentar hacer lo que sea - se impacientó Yusuke - Venga, busquemos a tu hermano y ya se nos ocurrirá algo.
Hikari se retocaba delante de su espejo. Respiraba hondo. Aquella iba a ser una noche muy importante. Se sentía nerviosa, sus manos tenían un ligero temblor que la impedían utilizar el lápiz de labios adecuadamente. Respiró hondo de nuevo.
- Tranquila, Hikari - dijo mirando su imagen en el espejo - No pasa nada. Es como cualquier otro día.
Pero no era como cualquier otro día. Era el Tanabata, la noche en la que se piden deseos, la noche en la que iba a ver las estrellas junto a Kamui y él, Kamui en persona se lo había pedido... vale que también se lo había dicho a Setsu y Shugo, pero eso no importaba, lo único importante es que había elegido pasar esa noche con ellos, con ella, no con Momoka, ni con Akane... con ella.
Se había quitado las gafas y colocado unas lentillas. Se había puesto un kimono de su madre, se había peinado recogiendo su pelo con mucho esmero... quería estar guapa, no solo guapa, quería resultar atractiva y femenina, quería lograr que Kamui la viese como la mujer que era, no solo como a una amiga.
Aquella tenía que ser una noche especial. Ojalá en algún momento pudieran quedarse a solas y ojalá tuviera el valor necesario para decirle lo que sentía y que él la escuchase.
- Animo - se dijo nuevamente frente al espejo - Sonríe Hikari, no olvides sonreír.
A pesar de lo descarada que a veces parecía, siempre lanzándole indirectas y no tan indirectas a Kamui, Hikari era solo una chica enamorada, una chica que sentía una atracción irresistible hacia Kamui, algo ilógico que parecía dominarla y como cualquier chica enamorada también se ponía nerviosa y se sentía insegura a la hora de declarar sus sentimientos porque, como la mayoría de las chicas, sentía miedo al rechazo y eso minaba su seguridad.
Salió de su casa y se dirigió con paso firme a donde Kamui, Setsu y Shugo la estaban esperando.
- ¡Ya era hora pesada! - empezó a gruñir Setsu - Todas las mujeres sois unas pesadas y... - Setsu se calló de golpe para quedarse mirando a Hikari con la boca abierta ¿Esa era Hikari?
- Cierra la boca Setsu - le dijo Shugo - Te terminarán por entrar moscas.
- Hola Kamui.
- Vaya - habló sorprendido Kamui - Te has puesto muy... elegante.
- ¿Te gusta? ¿No estaré muy ridícula, verdad? - dijo tratando de que no se notase su nerviosismo inicial.
- No, estás muy bien. Venga vamos.
Hikari se apresuró a cogerse del brazo de Kamui. Como era habitual en Kamui, este no hizo ningún gesto ni de agrado, ni de desagrado.
- ¡Malditas mujeres! - gruñía por lo bajo Setsu - Son todas insoportables.
- ¿Te molesta que se haya arreglado? - le interrogó Shugo.
- No, me da igual lo que haga. Solo me molesta que se comporten así con Kamui.
- ¿Estás celoso?
- ¿Por qué demonios iba a estar celoso? - gritó llamando la atención de Kamui y Hikari.
- Tranquilízate, así no vas a conseguir nada - respondió Shugo.
- ¿Y quien quiere conseguir algo? ¿A mi que me importa lo que haga? Yo lo digo por Kamui... me da pena, siempre aguantando estas tonterías.
- Ya... claro.
- ¿Dónde vamos, Kamui? - preguntó en voz alta Setsu.
- Iremos a tomar algo ¿queréis?
Hikari le miraba embobada... estaba tan guapo y ella se sentía tan bien a su lado que ni las irritantes palabras de Setsu lograrían estropearle la noche.
Yuri se miraba en el espejo de su armario. Se miraba de frente y luego de perfil. Sentía rabia, mucha rabia y ganas de llorar. De forma violenta casi se arrancó más que quitarse el vestido que llevaba puesto... no se gustaba, no le quedaba bien, le hacía un trasero enorme, una tripa horrorosa, se le notaban los michelines... Asco... asco era lo que sentía cuando se miraba al espejo y le devolvía aquella imagen... Comenzó a llorar llena de desesperación porque además se encontraba sola, nadie la comprendía, todo el mundo la mentía diciéndole que estaba bien ¿por qué la mentían? Volvió a mirarse al espejo, ahora todo el maquillaje se le había corrido... Sonó el timbre de su casa, seguramente sería Momoka... bien, ella era fuerte y lista... dejó de llorar... ella sabía como solucionar ese problema. Fue hacia el servicio a lavarse la cara y volver a maquillarse, tenía que estar deslumbrante... en cuanto a lo otro... mañana le pediría a Akira algunas pastillas mas fuertes y reajustaría su dieta... si, solo tenía que hacer eso, repasar a ver que alimentos no le eran necesarios y le estaban haciendo daño... eso era fácil... ella podía hacerlo.
Y al cabo de un rato Yuri salió de su habitación, bella y radiante, como siempre.

0 comentarios: