miércoles, 30 de noviembre de 2011

60. Las citas de todos (1ª parte)

Karura miraba de reojo a su hermano. El mal humor de Kohaku se estaba haciendo patente por momentos y también los nervios, porque si, estaba nervioso, ella le conocía muy bien y sabía que estaba nervioso. Impaciente miraba continuamente hacia la dirección donde debían aparecer los Girei, con los cuales habían quedado en ir al festival.
- Tranquilo - habló suavemente - Ya están a punto de venir. Seguro que les han entretenido.
Kohaku no contestó, se limitó a mirar a su hermana. El quería contestar, decir que no estaba nervioso ni nada de eso pero era consciente de que iba a ser una contestación muy despectiva y estaba intentado desterrar definitivamente de él ese aspecto insocial.
Karura suspiró. También estaba muy intranquila. No por la tardanza de los Girei si no por haber quedado los cuatro solos, Karasu se empeñó en decir que no iría con ellos, que tenía otros planes y ahora esto parecía la típica cita de "parejitas" y ella estaba incómoda ¿Que pensaría Hizashi? Su relación con él no podía calificarse de otra forma que "tirante". No era como cualquier otro amigo, por más que se lo repitiese no era así, se había acostado con él ¿cómo iba a ser como cualquier otro amigo? Era imposible y él ya no la trataba igual, eso lo notaba. Hizashi era una persona seria y formal, estricto con él mismo, si vida estaba regida continuamente por unas normas, unas impuestas por su familia, otras por él mismo y ella sabía que se lo había trastocado todo, además estaba Fuma... ella misma le había dicho que se sentía confusa y aturdida y que necesitaba un poco de "espacio" personal; hablar de amor y de sentimientos la agobiaba muchísimo e Fuma había sido tan encantador de decir que lo comprendía y que se alejaría un tiempo de ella para que pusiese en claro sus sentimientos... ¡maldita sea! ¿Por qué había tenido que ser tan condenadamente encantador?
Por fin se les vio venir. Himeko llevaba un vestido blanco que se movía graciosamente mientras andaba, el aire parecía jugar con su pelo negro y ella sonreía dulcemente... Estaba preciosa. Kohaku se quedó quieto mirándola con admiración mientras ella sonreía y se sintió totalmente vencido por esa sonrisa.
- Hola Kohaku, Karura, sentimos llegar tarde ¿Habéis tenido que esperar mucho? - saludó Hizashi siempre formal.
- No... no - balbuceó el pelirrojo - Casi nada.
- Menos mal - sonó la dulce vocecilla de Himeko - No podíamos salir hasta ver a mi padre que estaba reunido.
- Ya sabíamos que por algo habría sido - contestó Karura - No es normal que Hizashi llegue tarde a algún sitio.
Siempre le pasaba lo mismo, cuando la esperaba se sentía un bobo, un tipo patético que hacía el ridículo esperando a una chica como ella. Pero en cuanto la veía aparecer todas las consideraciones anteriores se perdían en algún lugar de su cerebro, su corazón se aceleraba y lo único que le importaba era que estaba a su lado, oír su dulce voz, verla sonreír y perderse en sus enormes ojos grises.
- Te has puesto demasiado guapa - añadió Karura - Ahora yo voy a desmerecer.
- No digas eso... tu eres tan... atractiva - Himeko sentía que empezaba a ponerse colorada - ¿Verdad Hizashi?
- Estás muy correcta - contestó de forma seca intentando disimular su perturbación Hizashi.
- ¿Correcta? - casi gritó Karura - ¿Pero que clase de cumplido es ese?
- Lo siento... yo quise decir que...
Karura rió, no lo pudo evitar.
- Tranquilo, supongo que querrás decir que voy bien.
- Muy bien - habló bastante avergonzado de su torpeza Hizashi - Estás... muy guapa, ya verás que al final terminaré peleándome con algún baboso.
- Tu si que estás guapo, seré yo la que termine peleándome con alguna. Venga vamos.
Era una velada agradable. Xu-Xu había regalado a Kenshi un álbum de fotos; se lo había hecho ella misma, las páginas estaban adornadas con pequeñas fotos de perritos y en la portada había puesto una foto de grupo donde se veían a Kenshi, Himeko, Shibi, Nowaki y ella misma.
- ¿Lo has hecho todo tu? - preguntó muy emocionado.
- Para que pegues los recuerdos de tus amigos.
No era el regalo en sí, era que Kenshi imaginaba el tiempo que Xu-Xu habría invertido en hacer ese álbum y que cada foto pegada en él era un pequeño recuerdo, seguramente las escogió pensando en él y las pegó pensando en él: esos pensamientos hacía que Kenshi se sintiese un tonto tremendamente orgulloso.
- No es mucho, ya lo se - decía Xu-Xu.
- Lo único que no me gusta es que en esta foto que has puesto...
- ¿Qué le pasa a la foto?
- Que estamos muy separados ¿no?
Kenshi y Xu-Xu se regalaron unas miradas llenas de complicidad. De pronto el resto de los comensales a la cena se sintieron un poco como que estorbaban.
Feliz. "Si", pensaba Kyojin, "supongo que me siento feliz. Lo estoy pasando bien, el ambiente es agradable, Ryuko sonríe, está preciosa, yo me siento importante, me siento... tranquilo, valorado... los ojos de Ryuko brillan, su sonrisa es... luminosa, se ve que lo está pasando bien".
Si. Ryuko disfrutaba, disfrutaba muchísimo, de la compañía de Kyojin, de sus atenciones, disfrutaba de ver a Akane junto a Akira tranquila y relajada, sonriéndoles porque si, Akane le sonreía y Akira estaba pendiente hasta el más mínimo detalle. Lo que más llamaba la atención a Ryuko era ver a Akira cogiendo los palillos con la mano izquierda, porque Akira no era zurdo, de eso estaba segura, sin embargo los utilizaba con la misma maestría que con la derecha ¿por qué utilizaba su mano izquierda? era fácil de descubrir: Akane estaba sentada a su derecha, necesitaba esa mano libre para ella.
- Akane - dijo de pronto Kenshi - ¿Te pasa algo en las manos? ¿Las tienes frías o algo así?
- ¿A mi? No - contestó extrañada - ¿Por?
- No, como Akira no deja de tocarte los dedos... no sé, que decía yo...
Akane sonrió hacerse ahora la despistada no tendría mucho caso. Rozas la yema de sus dedos con los suyos era una manía que tenía Akira y ella ya la conocía, no era la primera vez que lo hacía.
- Eso es lo que se llama hacer manitas - apuntilló Kyojin.
- No, es que... - comenzó a hablar Akira - Ahg... no se, creo que es un acto reflejo.
- Si, reflejo - masculló entre dientes Kenshi.
- Bueno, esto es una cita ¿no? - habló Akane - Yo las citas las hago bien o no las hago, con manitas incluidas. Mañana seguramente le partiré la cara pero ahora hago manitas. Anda dame un piquito.
Y sin dejar reaccionar a nadie cogió a Akira de la barbilla y le plantó un rápido pero sonoro "piquito" apartándolo inmediatamente de ella. El trozo de comida que Kenshi tenía en la boca resbaló de ella cayendo al plato.
- Kenshi, por dios ¡compórtate como un humano! - exclamó la chica.
- Lo... lo siento... que vergüenza ¿no?
- Creía que no dabas besos - dijo Xu-Xu concierto soniquete.
- Y no los doy. Un pico es un pico, no es lo mismo ¿a que no Aki? ¿Vosotros no os dais picos?
- Yo pensaba que esas cosas te daban asco - añadió Ryuko.
- Me da asco compartir fluidos vitales, las babas vamos ¿que pasa? ¿No me digáis que no os dais picos? Pues deberíais hacerlo. Aki es mucho de dar picos ¿a que si? a Yuri, a Karura y hasta a Momoka.
Kenshi terminó de atragantarse.
- Y tú a Shibi - contestó Akira.
- La vida secreta de 2-2 - rió Kyojin.
- Vaya trasiego de picos - dijo Kenshi - Kyojin ¿tu le das picos a Aki?
- Ni se le ocurra - se apresuró a contestar Akira.
- Pues yo también quiero participar - rió Kenshi.
- A ti te daba yo un repaso que te sacaba las anginas, si no fuera tan escrupulosa, claro - aseguró Akane - Pero mejor lo dejo en manos de otra persona.
- Jo - se quejó Kenshi - Ya me has hecho ponerme colorado.
- Te recuerdo que estas saliendo conmigo - intervino Akira - Si quieres sacarle las anginas a alguien yo soy tu hombre.
- ¿He dicho que lo quiera hacer? No, solo ha sido un comentario, basto, si, pero solo eso. Oye Aki ¿tu sueles sacar las anginas de muchas chicas?
- ¿Yo? Nunca he llegado a tan hazaña pero vamos, si hay que aprender, se aprende.
Era una velada agradable. De esas veladas que Ryuko siempre soñaba con tener, rodeada de sus amigos, riendo y escuchándoles decir tonterías, al lado de Kyojin.
Era una velada agradable. Sentada al lado de Inari, conversando de estrellas, mirándole sin miedo a que nadie sospechase nada.
Era un paseo agradable. Al lado de Himeko, más preciosa que nunca, si eso era posible y andando despacio, en silencio. Un silencio cómodo, como si ya se hubieran dicho todo y no necesitasen más palabras, soñando que los suspiros que de cuando en cuando salían de sus labios eran para él, para Kohaku.
Era un paseo agradable. Disfrutando de la compañía del otro, rozando tímidamente las manos con miedo hasta que la mano firme de Karura se apoderó de la de Hizashi, dejando aquel juego que ya la estaba impacientando.
Todo era agradable. Ven a Momoka mirar los adornos, comer dulces, reír todos juntos.
Hikari miraba a Kamui que hasta de vez en cuando parecía sonreír y eso era muy agradable.
Y la noche era estupenda.
Porque en el cielo las estrellas parecía brillar como nunca.
Porque ver las estrellas esa noche parecía crear una especie de ambiente dulzón y calmaba el espíritu de las personas. Porque la gente se dejaba llevar con el romanticismo sin darse cuenta. Porque las personas escribían sus deseos y los colgaban llenos de esperanza y sueños.
Porque todo el mundo tenía algún sueño o alguna esperanza.
Los padres de Jisei desaparecieron. Nadie sabía como había sido pero habían desaparecido. Inari, Jisei y Kisuke paseaban viendo los puestos cuando una alegre voz llamó a Inari.
- ¡Inari-sensei! ¡Eres tú! ¡Que alegría!
Una chica de pelo castaño y ojos chocolate, de unos 19 años, se acercó.
- Soy Ping-Ann ¿no te acuerdas de mi?
- Yo si - habló Jisei cruzándose de brazos - Eres la hermana de Xu-Xu.
- Claro que me acuerdo de ti - contestó Inari - Dejaste el instituto hace muy poco, no tengo tan mala memoria.
- ¡Que alegría me das! ¿Qué haces por aquí?
- Ala - gruñó Jisei - Soy invisible.
- Salí a dar una vuelta - explicaba Inari - Y me encontré a Nagashiyama.
- Y a mi - añadió Kisuke - Soy su hermano ¿Tu eres la hermana de Xu-Xu? ¿Cómo es que no te conozco?
- No tienes porqué conocer a las familias de mis amigos - volvía a gruñir Jisei.
- A las bellezas si - repuso Kisuke - ¿Cómo es que no te tengo en mi lista de bellezas?
La chica rió escandalosamente.
- Eres muy simpático ¿cómo te llamas?
- Kisuke, Kisuke Nagashiyama, pero tú puedes llamarme "cariño".
Jisei suspiró mirando al cielo.
- Kisuke yo me voy - dijo - Papá y mamá nos estarán esperando.
- Diles que no me esperen, he encontrado algo mejor que ver que las estrellas.
- Pues yo... - decía riendo tontamente la chica - Estoy con unos amigos.
- ¿Algún novio?
- No ¡que va!
- Entonces genial ¿Puedo acompañarte?
- ¿Kisuke? - Jisei le miró molesta.
- Anda hermanita, ve tu sola y dile a los papis que ya regresaré yo solo a casa, soy mayorcito.
- Desde luego - masculló Jisei - Ten hermanos para esto.
- Yo te acompaño - dijo en tono amable Inari.
- No sensei, no hace falta.
- Total, vamos por el mismo camino. Bueno, si no te molesta mucho que te acompañe tu profesor.
Ni Kisuke, ni Ping-Ann hacían ya caso a Jisei o Inari y se marchaban riéndose como bobos.
- ¿Será posible? - gruñó Jisei.
- Tu hermano es un caso. Bueno ¿y que hacemos ahora?
- Me iré a mi casa ¡que voy a hacer!
- Es una pena porque seguro que Ping-Ann ni se ha enterado que nos quedábamos solos y podíamos seguir viendo los puestos juntos, si no te incomoda mucho.
Jisei le miró entre confundida y feliz, aquello se parecía casi a una cita.
- Claro, si a ti no te molesta ir con una cría.
- No se me ocurre mejor compañía.
- ¡Los he encontrado! ¡Van a subir a la noria! - gritaba Sumomo mientras corría hacia sus amigos.
- ¡Bien! - exclamaba Yusuke - Es un momento perfecto, la noria es un sitio muy romántico, siempre sale en las películas.
- Será si suben ellos solos - aclaró Hotaru.
- Pe... pero la noria es un sito peligr... - comenzaba a quejarse Takato.
- Takato ¡no! - le interrumpió Masaru - ¿Que hemos hablado?
- Positivo, positivo, siempre positivo - decía Kotoko.
- Nunca negativo - continuaba Masaru - Vamos, respira... no hay peligros, no hay peligros.
- ¿Y como hacemos para que Genki y Momoka suban solos en la noria? - interrogaba Kotoko.
- Pues tenemos que ir con ellos, distraerles y cuando vayan a subir... - comenzaba a hablar muy nerviosa Sumomo.
- Les empujamos dentro - decía triunfante Yusuke - Y a los otros hacia el otro lado.
- Pero ¿y si se caen?
- ¡Takato! ¡Vale!
- Es un plan algo primitivo pero puede dar resultado - dijo Hotaru - ¿Tenemos un plan B?
- Este era el B - contestó Yusuke.
- ¿Y el A?
- El A era demasiado complicado y necesitábamos las fuerzas de la naturaleza para lograrlo.
- ¡Venga! ¡Si! ¡Nosotros somos capaces! - gritaba entusiasmada Sumomo - ¡Animo, Genki, haré que puedas declararte a Momoka!
- Sumomo - intervino Kotoko - Tu hermano ya se ha declarado muchas veces a Momoka.
- Bueno pero... la noria... el ambiente... a lo mejor hasta consigue un besito ¡Si! ¡Me siento plena de energía! ¡Vamos!
Y el plan no parecía empezar mal. Se acercaron a ellos muy entusiasmados. Tanto Nowaki como Genki les recibieron con alegría, eran unos chicos muy simpáticos y sus ocurrencias siempre eran divertidas.
- Kamui... - musitó Momoka de pronto. Sus ojos se habían quedado mirando hacia un puesto donde Kamui, con Hikari enganchada a su brazo, parecía mirar unos colgantes.
- Déjalo Momoka - advirtió Yuri - Tu ignórale. Estamos pasándolo bien ¿no?
- ¡Eh, Kamui! ¡Kamui! - gritó escandalosamente Nowaki.
- ¡Nowaki! - gritó Yuri - ¡No le llames!
- ¿Por qué? Es Kamui.
- No quiere estar con nosotros... está con ellos.
- ¡Maldita sea! - gruñía por lo bajo Yusuke - ¡El Kaguya! Esto nos va a fastidiar.
- No hay fastidio - hablaba muy bajito Masaru - El plan sigue su curso, esto nos va a dar igual.
- Si, esto es un inconveniente que no nos va a detener - añadía eufórica Sumomo.
- Es tu amigo el rubio hiperactivo - comentaba mientras tanto Setsu a Kamui.
- Maldito Nowaki - suspiraba Kamui - ¿Por qué tengo que encontrarlo en todas partes?
- Pues si no le haces caso no parará de gritar.
- También está tu amiga - añadió Shugo.
- Déjalos Kamui - dijo Hikari muy molesta - Ya se cansarán.
- No pasa nada Hikari - respondió Kamui - Vamos a saludarles y nos marchamos.
A Hikari aquello no le hacía la menor gracia, se sentía muy dolida pero no iba a mostrar esos sentimientos ante Kamui, no quería parecer una celosa delante de él, sabía que a Kamui esa actitud le molestaba y ella no quería que Kamui pensase que era una pesada o una posesiva.
- Van a subir a la noria - dijo - Podíamos subir nosotros también ¿no?
Kamui miró a Hikari, este le miraba con los ojos brillando y casi suplicando un poco de atención. Pobre Hikari, pensó, siempre se portaba muy secamente con ella y en realidad ella no había hecho nada malo para que la tratase así, es más, él la consideraba su amiga, no sabía porqué siempre era tan brusco con todo el mundo, con personas que incluso parecían aceptarle tal y como era.
- Está bien, Hikari, subiremos a la noria.
El grupo de Kamui se acercó a saludar al de Nowaki. No es que el ambiente que se produjo fuera muy agradable, era mas bien tenso y los más pequeños estaban alterados intentando que Genki estuviese al lado de Momoka ya que la noria estaba a punto de parar.
Lo que pasó a continuación fue una confusión terrible. Ellos querían a toda costa que Momoka se mantuviese al lado de Genki pero por alguna razón estos no hacían más que moverse. Resultado: fracaso total.
Si empujaron a Momoka para que subiese pero entre los que quería meter a Genki y los que deseaban separar a los demás terminaron empujando dentro de la cabina a Nowaki y asustados, enfadados y confundidos salieron corriendo de allí.
- ¿Quienes eran esos niños? - preguntó bastante serio Shugo.
- Mi hermana y sus amigos - respondió Genki.
- Pues deberías darle mejor educación.
- Shugo no te enfades tanto - habló Setsu - Solo son unos críos... molestos, si, pero solo críos.
Momoka miraba enfadada a Nowaki.
- ¿Cómo hemos terminado los dos solos aquí?
- A mi no me digas nada, a mi me empujaron, lo juro.
- Si ya... eso es lo que tú dices.
- Te aseguro que no te tenido nada que ver... aunque me encanta la idea.
- ¡Nowaki no digas tonterías!
- Vale, vale... hay que ver que carácter se te pone.
En la siguiente cabina se subieron Kamui y Hikari.
- Oye preciosa - dijo Setsu - ¿Subimos tu y yo juntos en la siguiente?
Yuri le miró interrogativa ¿Y por qué no? Esa frase podría significar que Setsu estaba intentando ligársela ¿por qué no iba a ser así? ¿Y había algo de malo? Al fin y al cabo ella quería creerlo porque necesitaba saberse bonita.
Shugo y Genki se miraron incómodos el uno con el otro.
- No voy a subir contigo - habló molesto Shugo - Voy a dar una vuelta.
- Si... bueno... vale... grandullón.
Shugo no hacía caso a Genki, de echo Genki se sentía algo bobo despidiéndose de quien ya le estaba dando la espalda. Miró la noria y resopló... que mala suerte, pero no importaba, eso no le iba a desanimar, además aún quedaba mucho tiempo. Sería bueno ir a ver algún puesto mientras tanto, se giró y comenzó a andar aún mirando hacia arriba de la noria cuando un fuerte golpe le detuvo.
- ¡Ah! ¡Mi telescopio! - oyó una voz femenina quejarse.
- ¡Lo siento! ¡Lo siento! - exclamó al ver que había chocado con una chica y en el suelo había algunos papeles y una funda alargada que seguro se le habrían caído producto de ese encontronazo. La chica arrodillada en el suelo se apresuraba a abrir la funda para mirar en su interior, Genki también se arrodilló a su lado - ¡Lo siento! ¡No miraba por donde iba!... ¿Te conozco? ¿Tú vas al instituto, verdad?
- Si, me llamo Shiho - la chica no parecía atenderle demasiado, de la funda había sacado un telescopio y nerviosa miraba que no hubiera sufrido ningún daño - Menos mal... parece que está todo es orden.
- ¿De verdad? Que alivio... Espera que te ayude a recoger.
- No te preocupes Yamada, ya puedo yo sola.
- ¿Me conoces?
- Todo el mundo en el instituto te conoce.
- ¿A si? ¿Tan popular soy?
- Es que... si... digamos que tú y tu entusiasmo por el deporte sois populares.
- ¡Ah! ¡Ya sé quien eres! ¡Eres la compañera de ajedrez de Akira! Tu también eres muy buena.
- Soy la que siempre queda segunda, si.
- Vaya... Siento haberte tirado las cosas, estaba distraído... ¿Eso es un telescopio?
- Aja... voy a ver las estrellas. Hoy hace una noche estupenda y tengo que aprovechar que hay festival, así mis padres me dejan estar hasta tarde. Bueno, gracias por ayudarme.
- ¿Dónde vas a ver las estrellas?
- Voy a subir a la colina.
- ¿A la colina? ¿Tan lejos?
- No está tan lejos.
- Pero... ¿tu sola?
- Si, yo sola... Hasta luego.
La chica, cargada con todos sus cuadernos y su telescopio comenzó a andar.
- ¡Espera! No puedo permitir que vayas sola, te acompaño.
- Pero...
- No sería un caballero si te dejara ir sola. Trae, yo llevo las cosas.
Y sin dejarla contestar se apropió de los cuadernos y echó a andar muy decidido. Shiho estaba bastante aturdida pero le siguió sin saber que otra cosa podía hacer.
En la cabina de la noria Momoka observaba a Nowaki que, entusiasmado, no paraba de mirar a través de los cristales.
- Esto es alucinante Momoka, mira... se ve todo precioso.
- Nowaki... Nowaki... escúchame.
- Si, dime.
- He estado pensando, he pensado mucho sobre... sobre nosotros.
- ¿Sobre nosotros?
- Nowaki tu y yo somos muy buenos amigos ¿verdad?
- Bueno, yo pienso que si.
- Al principio yo te trataba muy mal y te menospreciaba.
- Eso ya es parte del pasado.
- Pero ahora te aprecio mucho.
- Esto... Momoka... yo... no hace falta que me digas nada.
- Si, si hace falta porque siempre te he tratado bastante mal pero tú siempre has estado a mi lado.
- Bueno pero eso era antes, ahora...
- ¿Y si te digo que tu me gustas?
Era una situación incómoda. Nowaki miró al suelo, se suponía que esas palabras eran las que siempre estaba esperando oír pero por alguna razón le sonaron vacías y huecas y le dañaban por dentro.
- ¿No me crees?
- No es que no te crea es que... tú estás enamorada de Kamui.
- Eso es cierto pero... me he dado cuenta de que todo el mundo no gira alrededor de él y que me estoy perdiendo muchas cosas solo por mi cabezonería.
- ¿Qué me estás intentando decir?
- Pues yo... me gustaría... no sé como decirlo... yo... creo que debería...
- Déjalo Momoka - Nowaki la miró tristemente - Tu me gustas, me gustas mucho, tú lo sabes, nunca lo he ocultado y me gustaría mucho salir contigo y que me dieras una oportunidad pero... por mi... no porque quieras utilizarme para alejarte de Kamui.
- No me has entendido Nowaki, yo no quiero alejarme de Kamui lo que quiero...
- Momoka, somos amigos, tenemos confianza, tu sabes lo que siento por ti y yo se lo que sientes por Kamui... No me utilices para olvidarle, por favor te lo ruego, no me utilices.
Presa de una vergüenza enorme, Momoka no pudo evitar romper a llorar. Nowaki se sentó a su lado y la abrazó.
- Lo siento Nowaki... no se lo que me ha pasado.
- No pasa nada, no te apures más... no estoy enfadado o molesto... te entiendo... te entiendo perfectamente.
- Es que yo...
- No te preocupes, ya verás como todo se arreglará, Kamui aclarará sus sentimientos y... pase lo que pase yo estaré a tu lado.
Momoka le miró sin comprenderle. No supo que le pasó exactamente, Nowaki la miraba con sus ojos brillando, estaba tan guapo, nunca se había dado cuenta de lo guapo que era y parecía tan preocupado por ella... Sin darse cuenta se acercó a él y cuando quiso darse cuenta estaba besándole y él, tembloroso le respondía a aquel beso.
Se separaron bruscamente y con las caras enrojecidas evitaron mirarse.
- Esto yo... - comenzó a decir Nowaki ocupando el asiento de enfrente.
- El paisaje es muy bonito - dijo muy nerviosa Momoka, mirando por los cristales.
Ambos estaban nerviosos y no comprendían que había pasado, ahora lo único que deseaban es que aquella vuelta terminase pronto y bajar de allí.
Karasu miró al cielo y decidió acercarse a casa de Sumire. No sabía porqué, simplemente lo hizo.
Suo miró al cielo y decidió acercarse a casa de Sumire. No sabía porqué, simplemente lo hizo.
Y de pronto, ambos se vieron mirando hacia la misma casa.
- ¿Que haces aquí, Karasu?
- Nada, daba un paseo ¿y tú?
- Tampoco nada.
- ¿No ibas a salir con Nowaki y los demás?
- Si pero de pronto pensé que estorbaba, no me preguntes porqué ¿Y tú no has salido con tus hermanos?
- No, yo estorbaba, te lo aseguro.
- ¿Sabes quien vive aquí?
- Pues no - contestó en tono irónico, por supuesto que sabía quien vivía allí -¿Alguien importante?
- Sumire. Me pregunto que hará, ella no iba a salir.
- ¿La llamamos?
- ¿Tu crees?
- No hace falta que vayamos muy lejos. Podemos sentarnos allí - señaló un banco en medio de la calle.
- No parece que desde allí se vean muy bien las estrellas.
- ¿Tu vas a ver las estrellas? Además creo que ella se pondrá contenta de tener compañía. Venga, llámala.
Suo le sonrió y llamó a casa de Sumire. Esta estaba en plena llantina-sofocón provocada por la película que estaba viendo junto a su hermano. Misaki, que fue quien abrió la puerta, miró a los chicos que cuando menos le resultaron graciosos.
- ¡Hola! - saludó sonriendo - No me lo digáis... venís a por Sumire.
- Bueno pues nosotros...- comenzó a hablar Suo - en fin, nos preguntábamos si querría bajar a ver las estrellas.
- ¿Quien es, Misaki? - se oyó a Sumire.
- Un par de galanes preguntan por ti, Sumi.
- ¡Voy!
- ¿Queréis pasar? Estamos Sumire y yo solos.
- En realidad hemos venido a preguntaros si queréis salir a ver la estrellas - replicó Suo.
- ¡Hola! - saludó alegre Sumire acercándose tambaleándose con una muleta - ¿Que hacéis por aquí?
- Iban buscando una gasolinera y se han perdido y como pasaban por aquí han decidido preguntar a ver si teníamos una lata - comentó burlón Misaki.
- ¿Ala, si? ¿Y dónde ibais?
Los tres chicos rieron.
- ¡Desastre! - Misaki golpeó levemente la cabeza de su hermana con la palma de la mano - Vienen a verte, tonta.
- ¿A mi? ¿No buscabais una gasolinera? ¡Ah! ¡Para la moto de Karasu! ¿A que si?
- Si, hija, si - suspiró Misaki - Yo creo que buscaban otro tipo de gasolina. Anda, escucha que quieren proponerte algo.
- Pero no solo a ella - añadió Suo - También a ti.
Después de unos minutos de charla, salieron los cuatro para pasar un rato en aquel banco que habían descubierto.- Esto me recuerda - hablaba Misaki - Al día que Sumire se nos perdió en el festival porque se fue siguiendo a unos abuelos.
- No, no me lo recuerdes.
- ¿Te perdiste porque seguías a unos abuelos? - preguntó divertido Karasu.
- Eran unos abuelos muy tiernos. El abuelillo tenia barba y a mi los viejitos con barba me causan mucha ternura - Karasu y Suo rieron - Es cierto, me parecen adorables.
- Será que te recuerdan a Santa Klaus - apostilló Suo.
- A mi me gustan los viejitos con barba, es que me dan como penilla, no se.
- ¿Y por qué seguiste a unos abuelos? - se interesó Karasu.
- Porque tenía barba, ya te lo he dicho.
Misaki, a pesar de las protestas de Sumire, comenzó a contar aquella anécdota y después siguieron con otras, protagonizadas también por Sumire y su habitual despiste.
Akira guió a sus amigos hasta las afueras de la ciudad, un lugar alejado de las luces de la ciudad donde las estrellas parecían brillar con más fuerza.
- Es un lugar precioso - comentó Ryuko.
- Dije que encontraría el mejor lugar - contestó Akira.
Una mirada y un leve movimiento de ojos le sirvieron a Kyojin para entender a su amigo. Se acercó a Kenshi.
- Akira quiere que nos piremos - le dijo en voz baja.
- ¿Y dónde vamos?
- Creo que eso le da igual... un poco más allá.
- Pero si les dejamos solos... ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ya entiendo!
Xu-Xu se imaginaba lo que hablaban los chicos. Bueno ella tenía que hacer algo, porque aquella era una oportunidad estupenda para que Akane y Akira hicieran las paces, no estaban discutiendo, habían estado muy bien durante la cena, se habían dado hasta piquitos... ahora él les había llevado a un lugar increíble, ella estaba todavía como atontada... Quizás es que ella era algo romanticona y las locuras de Sumire cuando decía que ambos se amaban en el fondo le parecían encantadora, no lo sabía, pero ya que Akane era tan lianta que siempre organizaba la vida de los demás... pues a ver como se las apaña ahora. Claro, y luego estaban Kyojin y Ryuko, a estos si que había que dejarlos solos a ver si se dejaban llevar por ese ambiente de una vez y se dedicaban a algo... Y de paso, ella se quedaría a solas con Kenshi, que siempre era algo muy estimulante.
- Kenshi, tengo que pedirte un favor - le susurró como si fuera un secreto.
- ¿Que te pasa?
- Me siento algo incómoda aquí con estas parejitas ¿podrías acompañarme a mi casa? Me da miedo volver sola.
- ¿Por qué?
- ¿Por qué va a ser? Pues una chica sola a estas horas por un sitio así...
- No, digo que por qué te sientes incómoda.
- ¿Pues no ves como está el ambiente? ¿No crees que molestemos?
- ¡Ah!... ¡Si eso es lo que yo estaba pensando!... Esto... chicos... que digo yo que mañana hay que ir al insti, nosotros nos abrimos.
- ¿Ya os vais? - preguntó Akane.
- Si, vamos dando un paseo ¿verdad Kenshi?
- Tenéis razón - confirmó Kyojin - Nosotros nos vamos a ir enseguida también.
- Bueno pues nosotros nos vamos ya... Que os vaya bien - Kenshi guiñó un ojo a los dos chicos sin mucho disimulo.
Kohaku miraba a Himeko suspirar mirando el cielo. Se había quedado a solas. Karura y Hizashi se habían quedado rezagados en el paseo y al final los habían perdido.
- ¿Has deseado que Nowaki se fije en ti? - se atrevió con gran esfuerzo a preguntar Kohaku.
- He pedido tener valor para atreverme a decir lo que siento.
- Seguro que lo consigues.
- ¿Tu crees? Yo... me da mucha vergüenza y nunca se como hacerlo.
- No deberías tener vergüenza, eres...
- ¿Si, Kohaku-kun? ¿Que soy? - Himeko miró interrogativa a Kohaku con aquellos enormes ojos brillando y Kohaku sintió como si le encogiesen en estómago.
- Nowaki sería muy tonto si...
- Yo solo quiero hablar con él, no espero nada más, solo decir lo que tengo guardado.
- Pues será muy tonto si no te escuchase.
- ¿Tu crees? Me da tanto apuro.
"Tonto" pensaba Kohaku "Yo si que soy tonto, estúpido soñador... si nunca se va a dar cuenta de nada ¿por qué cada día estoy mas colgado por ella? ¿que tienen esos ojos que no los puedo alejar de mi mente? ¿por qué he tenido que descubrir estos sentimientos? se estaba mejor cuando no sentía... ¿se puede ser más tonto que yo?"

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