miércoles, 30 de noviembre de 2011

74. La mañana del incidente

Akane se sentía cada vez más nerviosa ¿Por qué tenía que decirle eso? Ella no creía en el amor, no, el amor era solo un montón de estímulos químicos que alteran el cerebro, ella no creía en el amor, no, lo que acababa de decir Akira era mentira, era mentira, a lo mejor él no lo hacía con mala intención solo estaba equivocado, equivocaba el amor con... el aprecio, si eso era... pero ¿por qué ella se sentía tan alterada? ¿Por qué el corazón le latía de aquella forma acelerada?
Akira sabía que con su declaración había perturbado a Akane, la conocía y sabía que tales palabras alteraban su mundo entero y no porque ella fuese una chica egoísta que solo piensa en ella misma, si no porque no se lo esperaba y porque era más considerada de lo que hacía creer y ahora estaría pensando como rechazarle sin hacerle daño.
No quería que ella lo pasase mal y le hubiese evitado esa situación de no ser porque no tenía otro remedio. Necesitaba que ella supiese sus sentimientos porque Kamui era un rival a tener en cuenta, el Kaguya no se iba a andar con miramientos, va a ir a por Akane, Akira lo sabía, y necesitaba que Akane supiese que él también estaba en ese juego, que era una pieza importante. A Akane le faltaba confianza en si misma, eso era un hándicap en su contra porque Kamui iba a aprovecharlo a su favor, era un macho dominante que no iba a tener consideración alguna, Akane era su trofeo y estaba dispuesto a conseguirla y mientras Akane tuviese esa poca confianza iba a ser muy fácil... por eso Akane tenía que saber que había otro macho dispuesto a pelear por ella, que Kamui no era la única opción.
Y ahora que estaban solos, que el regalo que él la había ofrecido había conseguido que bajase un poco su defensa, ahora era el momento de intentar otra jugada que la acercase a él: conseguir que confiase.
Akira sabía que Akane guarda celosamente dentro de ella un secreto muy doloroso, algo que trataba de ignorar pero que la afectaba. El no lo había olvidado, desde que Shibi se lo contó, ese tema le tenía muy preocupado... ella era una niña pequeña y asustada y alguien se había aprovechado de su inocencia, desamparo e ingenuidad. Solo de pensar que en el mundo había personas capaces de utilizar de esa forma a unos niños era algo que le enfermaba. La infancia, ese periodo de tu vida en el que se supone que tienes que ser más feliz que nunca, sin preocupaciones, sin conocer la maldad del mundo y... ¿cómo podían existir monstruos capaces de...? No conocía a aquel hombre pero le odiaba. Solo de imaginarse a su pequeña Akane, asustada siendo utilizada por ese ser se ponía enfermo y Shibi solo le había hablado de que la obligaba a tocarle pero ¿habría algo más? Siempre que lo pensaba terminaba llorando ¿dónde estaba algún dios en ese momento? ¿Cómo podía permitir que pasase algo así? Se imaginaba el miedo de su pequeña Akane, el asco...
Respiró hondo, tenía que conseguir que Akane confiase en él, tenía que lograr que supiese que él estaba a su lado y que no la consideraba una niña mala, que ella no tenía culpa de nada, que sus manos no olían mal... tenía que conseguir que se desahogase con él, que dejase de guardar ese secreto y llorase, o gritase o lo que fuera.
- Dime Akane - la atrajo aún mas hacia él, rodeándola con los dos brazos, la chica evitaba mirarle directamente a la cara - ¿Puedo besarte otra vez?
- Déjame en paz y no digas mas tonterías, estúpido, ya sabía yo que esa tontería mía tendría consecuencias.
- ¿Por qué no te gusta besar?
- ¿Y a ti que te importa? Déjame ya.
- ¿Es que Shibi besa muy mal?
- ¿Por qué metes ahora a Shibi en esto? Suéltame - Akane le empujó con fuerza y aunque él podía haber opuesto resistencia y mantenerla la dejó huir de sus brazos.
- Hombre, es que me resulta curioso. Siempre dices lo mismo.
- Porque me da asco - casi le gritó a la cara - Ya lo he dicho muchas veces... ¡Me da asco, asco, asco!
- A Shibi debe olerle fatal el aliento - comentó de forma irónica.
- ¡Que dejes a Shibi en paz!
- Entonces debió de ser otro imbécil.
- ¿Y tu que? - comenzó de nuevo a andar, quería darle la espalda, no le apetecía mirarle - ¿Por qué le das tanta importancia a los besos?
- Ah, pero yo no le doy importancia.
- ¿No? No es eso lo que dicen de ti.
- Las malas lenguas siempre infundiendo rumores.
- Tú has salido con muchas chicas y tienes mucha experiencia en besos.
- Es que tenía que aprender.
- ¿El qué?
- A besar. Hay una cabezota que dice que odia los besos... tenía que aprender a besar bien y demostrarle que no son tan malos.
- ¿Y te sirvieron las lecciones?
- Si me dejara besarla lo averiguaría.
- Pues que bien.
- Solo espero que no haya tenido otras experiencias malas en otros temas más... "íntimos" - Akane se detuvo y le miró - Si tengo que aprender a hacer otras cosas bien va a ser complicado... lo mismo tengo que recurrir a profesionales y todo... va a ser un problema.
- Tú eres tonto.
- O sea, que lo tuyo con los besos es puro escrúpulo.
- Ya ves - volvió a caminar.
Caminaron un poco en silencio. Akira meditaba en que no sabía como conseguir que ella tuviese confianza con él, pero es que era difícil, tenía que ser algo que saliese espontáneo de ella.
Akane comenzó a morderse la uña del dedo corazón. Se sentía muy intranquila, Akira había comenzado esa conversación sobre los besos que la ponía muy nerviosa... ahora si que estaba nerviosa, sentía que respiraba agitadamente, la ansiedad empezaba a apoderarse de ella.
- ¿Que te pasa, Akane? - dijo de improviso Akira mirándola con preocupación.
- Es que... es que... odio los besos... los odio... no lo puedo evitar.
- Bueno, tranquilízate... tampoco pasa nada. Supongo que cuando te enamores...
- No, no, no... no lo entiendes, no lo entiendes.
- Lo entendería si me lo explicases.
- Cuando yo era pequeña... - Akane estaba muy nerviosa, sus labios parecían temblar y evitaba mirar a Akira a la cara - Cuando yo era pequeña mi tío, el hermano de Maron, se metía en mi cama por las noches y me despertaba metiendo su lengua en mi boca y a veces sabía a cerveza y...
Con un movimiento rápido y seguro Akira la atrajo hacia su pecho y la abrazó con fuerza besando su cabeza.
- Ya... no pasa nada... tranquilízate, siento haberte presionado.
- Es que... no lo soporto... no puedo... no puedo... me daba mucho asco... de pronto sentía que me ahogaba y... - Akane hablaba de forma nerviosa y entrecortada mientras las lágrimas escapaban de los ojos de su compañero. Este sentía a Akane temblar y se odiaba a si mismo por hacerla pasar ese mal rato. De pronto el murmullo del río se convirtió en un ruido casi ensordecedor, sobresaltándola - ¿Que ha sido eso?
- Las compuertas, todos los días abren las compuertas de una presa que hay allá arriba, la corriente es bastante fuerte.
- Si pero no, eso no... ¿No parecen voces?
Akira agudizó el oído.
Si, se podía oír algo como gritos. Ambos se alarmaron y echaron a correr hacia la zona de acampada que ya estaba cerca.
La apertura de las compuertas trajo una gran cantidad de agua que nadie se esperaba. De pronto la corriente del río se volvió furiosa. Al final, tanto Himeko como Ryuko acompañaban a Nowaki en su tarea de pescar algún pez, El agua les golpeó de improviso y con fuerza y los tres perdieron el equilibrio. Chiharu y Minako, que estaban a punto de acompañarles en la pesca, gritaron. Himeko estaba cerca de la orilla, cayó quedando sentada pero rápidamente, apoyándose en el suelo de la orilla se levantó y salió pero sus compañeros no tuvieron tanta suerte. Nowaki agarró a Ryuko de una mano pero la corriente y la inercia que ambos llevaban se ocuparon de separarlos.
Todo fue muy rápido, demasiado rápido, nadie pudo pensar nada. En una fracción de segundo veían el cuerpo de Ryuko arrastrado por la corriente del río. Kohaku echó a correr por la orilla en el mismo sentido que el río como si compitiese en una carrera contra el agua, adelantando a Ryuko que movía nerviosamente las manos intentando mantenerse a flote. Kyojin corría tras él, más a la altura de la chica.
Nowaki, al perder el equilibrio terminó dándose contra una piedra en la frente y durante unos segundos se pudo ver el rojo de la sangre. Chiharu intentaba meterse en el agua para ayudarle a salir, con la ayuda de Himeko que le ofrecía su mano para que agarrase a ella y Minako, aterrada gritaba nerviosamente.
Akira y Akane llegaron el momento justo en el que Kohaku se lanzaba al agua unos metros por delante de Ryuko para bloquear su cuerpo arrastrado por la corriente. Se llevó un buen empujón pero agarró a Ryuko con fuerza aunque era difícil mantenerse en el sitio. Ryuko estaba nerviosa y aterrorizada y Kohaku no podía hacerse con ella. Kyojin entró en el agua para ayudarle. Akane corrió hacia ellos mientras Akira fue a ayudar a Himeko a sujetar a Chiharu, ya muy dentro del río, para así formar una cadena y sacar a Nowaki que se mantenía agarrado a unas ramas.
Por suerte, las aguas fueron calmándose. Al cabo de unos minutos todo parecía volver a la normalidad, una vez soltado el agua, las compuertas volvían a cerrarse... habían sido solo unos minutos pero Ryuko seguía agarrada desesperada a Kohaku, impidiéndole la movilidad y casi tirándole; Kyojin le sujetó a ambos y les empujó hacia la orilla, Akane se había metido en el agua para tenderles la mano, Kohaku se agarró como pudo a ella y con el empuje de Kyojin consiguió hacer pié fuera del río llevando enganchado a Ryuko.
Akira tiró de Himeko bruscamente, luego agarró a su hermana que tiraba de Nowaki, este parecía como atontado y de pronto se dejó caer. Akira y Chiharu se apresuraron a cogerlo y le sacaron, el chico no oponía ninguna resistencia, parecía como si se hubiese desmayado, el miedo se apoderó de ellos.
Una vez fuera, Kohaku, Ryuko y Kyojin se dejaron caer en el suelo. Ryuko se sentó a la vez que tosía y expulsaba algo de agua por la boca, Kyojin se arrodilló a su lado, puso la mano en su nuca y se la masajeó. Cuando se calmó se agarró a Kyojin rompiendo a llorar nerviosa.
- ¿Te encuentras bien, Kohaku? - le preguntó Akane, el chico tampoco tenía demasiada buena cara.
- Si, estoy bien, menudo susto. Ahora tengo flato pero estoy bien.
- Menos mal que estabas aquí - dijo Kyojin - Eres un héroe.
- Cualquiera lo hubiese hecho. ¿Y Nowaki?
Minako lloraba y movía nerviosa la cara de su hermano.
- Tranquila Minako - decía Chiharu - Solo está inconsciente.
- ¿Y si no respira?
- Si respira, pero no le pegues mas - continuaba su amiga muy alterada - Aki ¿que hacemos?
Akira acercó su cara a la nariz de Nowaki.
- Si respira. A ver Nowaki, no me asustes ¿eh?
- ¿Se habrá quedado inconsciente del golpe o es que ha tragado agua? - preguntó asustada Himeko.
- Por favor no os acerquéis tanto - advirtió Akira - Separaros un poco, necesito espacio.
Akira comenzó a hacerle un masaje cardiaco.
- Venga Nowaki - musitó.
- Hazle la respiración, venga Aki - le dijo muy seria Chiharu - Tienes que hacérsela.
- ¿Y si se la hago mal? ¿Y si no la necesita?
- Aki déjate de dudas y haz algo, tú sabes hacerla.
- Por favor, por favor. Lloriqueaba Minako - Nowaki, despierta.
- Mierda, mierda - se quejó Akira en ese momento Nowaki se incorporaba bruscamente mientras abría la boca con desesperación, se le veía la cara pálida, casi azulada. Akira se situó de rodillas detrás de él, puso sus brazos alrededor de Nowaki juntando las manos por debajo de su pecho y presionó. Nowaki tosió expulsando a la vez, como si vomitase, agua y siguió tosiendo y escupiendo agua.
- ¡Hermanito! - le abrazó Chiharu con fuerza mientras todos comentaban el susto que habían pasado y hasta daban gritos de alegría - ¡Le has salvado!
- No seas pesada, no ha sido para tanto.
- Gracias Aki-kun - Minako también le abrazó.
- Vale ya - dijo entre jadeos y toses Nowaki - ¡Que no estaba muerto! ¡Ah! ¿Y Himeko y Ryuko? -
- Yo estoy bien - respondió Himeko - Yo caí casi en tierra. Ryuko es la que lo ha pasado peor ¿Cómo está?
- Muy nerviosa pero bien - respondió Akane - Esa herida tiene mala pinta, Nowaki.
- Habría que ir al hospital - dijo Akira - Voy a llamar para que vengan a recogernos.
- ¿A recogernos? ¿Cómo?
Akira miró al cielo. Minako se quitó su camiseta y la puso en la herida de Nowaki.
- Se te va a manchar - advirtió este.
- No importa, no importa.
Akane miraba a Kyojin abrazando a Ryuko, la verdad, le daba un poco de pena, antes Ryuko se habría abrazado a ella y ahora... claro, es lo que tenía que ser, pero le daba un poco de envidia, como si Kyojin le estuviese quitando a su amiga y eso no debía ser así, tenía que apartar esos pensamientos, la vida es así y no significa que ya no sea su amiga... claro, es que ellas eran más que amigas, Ryuko siempre estaba acompañándola cuando no podía salir y con sus hermanos y... Miró a Akira que acababa de apagar su móvil.
- No tardarán - dijo el chico.
- ¿Sabes hacer la respiración artificial? Me pareció oír a Chiharu decir que sabes hacerla.
- Se un poco de primeros auxilios, como Chiharu. Estando en el bosque pueden suceder accidentes, caídas y cosas como... como esta. Todos los Shikamoto sabemos lo básico. Chiharu también sabe hacer el boca a boca pero le da miedo ¿eh, Chiharu?
- Y a ti también te da miedo - respondió la aludida - Para hacer el boca a boca hay que saber, puedes matar a una persona ¿no lo sabíais?
- ¡Anda que si llego a morir por tu culpa! - gritó Nowaki.
- Hubiese sido el beso de la muerte - bromeó Minako.
Por su parte, Ryuko ya se encontraba mas tranquila y Kyojin la ayudaba a levantarse.
- ¿De veras te encuentras bien?
- Has sido increíble Kohaku, viniste en mi ayuda sin pensarlo.
- Yo... bueno... algo tenía que hacer.
Himeko acababa de llegar a su lado, estaba preocupada por Ryuko.
- Si que ha sido increíble Kohaku - dijo - Yo no sabía que hacer, me asusté pero tu... estabas tan seguro y...
- No creas, no sabía lo que hacía.
- ¿Necesitas algo? ¿Estás bien?
- Estoy bien. Deberías atender a Nowaki.
Himeko miró hacia donde estaba su rubio compañero.
- Nowaki ya tiene mucha atención.
Puede que fuera la primera vez que Himeko se alejaba de Nowaki para acercarse preocupada por él y eso que el herido era Nowaki. Kohaku sentía una corriente de energía recorres todos su cuerpo, llenándole de optimismo, era el nacimiento de una pequeña esperanza.
Algo en Himeko le dijo que tenía que acercarse a Kohaku, que dejase a Nowaki y atendiese a Kohaku, a aquel chico que a sus ojos ahora era como el héroe de una película.
- ¡Eh, escuchadme! - habló en voz alta Akira - Tenemos que acercarnos a una explanada que hay aquí cerca, vamos ¿Puedes andar, Nowaki?
- ¿Por qué? ¿Vas a llevarme en brazos también?
- Viene un helicóptero para llevaros al hospital.
- ¿Un helicóptero? ¿Hospital? - gritó escandalosamente Nowaki.
- Claro, esa herida necesita unos puntos y te tendrán que ver si no hay lesiones internas, recuerda que perdiste el conocimiento. Además os tienen que hacer un chequeo a los dos.
- Pero...
- Sin peros, vamos. ¿Kyojin, puedes llevar en brazos a Ryuko?
- Puedo andar - contestó la chica - Estoy bien, no hace falta que vaya al hospital.
- No estás bien, no estáis bien, vamos, si solo va a ser un momento.
Llegaban a la explanada justo cuando aterrizaba un pequeño helicóptero.
- ¡Que alucinante! - exclamó Nowaki - ¿Y esto? ¿Tenéis helicópteros particulares?
- Es más cómo que ir andando. A veces hay que transportar equipos, cosas pesadas y con un coche es... dificultoso - explicó Chiharu.
- A veces trasportamos ciervos heridos - continuaba Akira - O gente accidentada.
- ¿Es vuestro? - se interesó Minako.
- Es de la familia Shikamoto.
- Los Shikamoto tenéis de todo ¡Que pasada! - exclamaba Minako.
- No lo creas, es solo un vehículo más, un vehículo que vuela pero ya está. Tuvimos que pedir un crédito para comprarlo y otro para pagar el curso de piloto. Son cosas que se necesitan para hacer nuestro trabajo, no lo hacemos por lujo.
El helicóptero paró sus aspas y dos figuras bajaron de él.
- Pero si... - Nowaki no podía creer lo que veía - ¡Es mi padre!
- ¡Anda, y el mío! - gritó Chiharu - ¿Que hacen aquí? ¡Papá! ¡Papá!
El padre de Akira y otro señor rubio, con un increíble parecido físico a Nowaki, se acercaron. Minako y Chiharu corrieron a abrazar cada una a su padre.
- ¿Que demonios ha pasado? - interrogó Akito.
- Abrieron las compuertas - explicó Chiharu - ¿Que haces tu aquí?
- Llamamos a los padres de Nowaki y les invitamos a la casa, a pasar el fin de semana.
- ¿No me digas, Nowaki, que el herido eres tú? - habló el padre de Nowaki - ¿Pero en que estabas pensando, desastre? - le dio un sonoro capón.
- ¡Ah! No me pegues mas que me duele.
- A ver... eso no es nada, menuda cabeza dura tienes tú - y volvió a darle un golpe con la mano abierta mientras Akito apartaba unos pasos a Akira para que le contase lo sucedido.
El padre de Nowaki le miraba detenidamente la frente.
- Te va a quedar cicatriz. Si es que nunca tienes cuidado.
- No será para tanto.
- Menos mal que el pelo te la tapará.
- Vaya, yo que quería presumir de chico duro con cicatrices. ¿También ha venido mamá?
- Estamos en casa de los Shikamoto. Mañana Minako y Chiharu se quedarán con nosotros, tú te puedes volver a Kizuna si te apetece.
- Pero hoy no ¿verdad? - se interesó Minako.
- ¿Quieres venir con nosotros hoy, Minako? - preguntó el padre.
- No, no, que aquí me lo paso muy bien.
- ¿Cómo que yo me vuelvo a Kizuna? - interrumpió Nowaki - ¿Y vosotros?
- Nosotros nos quedaremos un poco mas.
- ¿Ve mandáis a mi solo de vuelta?
- Te vas con Akira que también estará solo.
- ¿Vais a ser tan inconscientes de dejar a dos adolescentes solos? - gritó Minako.
- Bueno venga - habló el padre de Akira - Cuanto antes nos vayamos, antes volveremos ¿dónde está el otro herido?
- Es ella - dijo Kyojin que rodeaba a Ryuko por los hombros para ayudarla a andar.
- Pero... estoy bien.
- ¿Te has golpeado? - Akito la miró los ojos.
- No, a mi me arrastró el río.
- ¿Te quedaste inconsciente?
- No, solo fue el susto.
- De todas formas será mejor que te vean. Vamos, los dos heridos, que suban al helicóptero ¿Viene alguien de acompañante?
- Akane, ve tu - dijo Kyojin.
- No, no, mejor ve tu, anda.
- Venga, decidíos ya.
- Va Kyojin, venga si, a mi no me importa.
- Pues venga... No tardaremos en regresar.
- Tu tranquilo - dijo el padre de Nowaki después de ayudar a los dos chicos a subir - Nosotros aprovecharemos para ver todo esto.
El helicóptero partió con Akito, Nowaki, Ryuko y Kyojin.
- No nos habías dicho que tu padre sabía pilotar - comentó Akane.
- Tampoco tiene mucha importancia.
- ¿Y que hacemos, chicos? - propuso el padre de Nowaki.
- ¡Yo quiero ver los ciervos! - exclamó Minako.
- ¿Se pueden ver?
- Claro, yo se donde verlos - respondió Chiharu - No se ven tan de cerca como donde mi hermano ha llevado a Akane pero se ven.
- ¿Y sabrías guiarnos?
- Pues claro. Los Shikamoto conocemos muy bien estos bosques, es algo que tendrás que aprender Akane, pero ya verás no es difícil. Vamos Minako, vamos a por tu cámara, verás que fotos tan bonitas vas a hacer. Aki tu y Akane, como ya los habéis visto quedaros aquí, por si acaso.
- ¿Por si acaso qué?
- Por si acaso. Además alguien tiene que ir haciendo la comida.
- ¿Sabes que eres igual que tu madre? - rió Akane.
- Yo también me quedo - habló Kohaku. Aquella era una oportunidad estupenda para estar a solas con Akira y Akane y hacer lo que quería hacer, la razón por la que, entre otras cosas, había ido a esa acampada - No me encuentro con ánimos de andar, me duele la cabeza.
- ¡Kohaku ha sido todo un héroe! - gritó eufórica Minako - Corrió como Tarzán y se tiró al agua y sacó a Ryuko.
- Vaya, vaya - bromeó el padre - Así que tenemos un Tarzán.
- No ha sido para tanto.
- Uy que no - añadió Akane - Diga que si, ha sido impresionante.
- Yo también me quedaré - dijo muy dispuesta Himeko.
- ¿Pero no quieres ver los ciervos? - se interesó Minako.
- Ya los veré luego, supongo que a Ryuko también se los enseñareis... Yo me quedo. Estoy muy asustada todavía, no tengo ganas de andar. Chiharu encabezó una partida para ver los ciervos con el padre de Minako y esta. Ella hubiera querido enseñárselos a Kohaku y presumir un poco pero también entendía que el chico había pasado muchos nervios y... carai, si que era cierto, Kohaku era todo un héroe.
- ¿Y ahora que hacemos? - preguntó Akane.
- ¿Nos echamos un rato? - contestó Akira - Yo estoy agotado.
- Ya estamos. Oye ¿me enseñas a tocar la guitarra?
- Pero si no se ni yo.
- ¿Entonces como tocas? ¿De oído?
- Que va, no tengo ni pizca de oído musicar, ni idea de solfeo, toco de vista.
- ¿De vista? - se extrañó Himeko.
- Si, aprendo como ponen los dedos y trato de repetir sus movimientos.
- Que difícil es eso.
- Pues bastante... por eso solo se tocar tres cosas.
- Mira que eres atravesado para cualquier cosa que haces - gruñó Akane.
- ¿Tu no compones? - se interesó Himeko.
- No, para nada.
- Himeko ¿puedes ayudarme un momento a una cosa? - interrumpió Kohaku.
- Claro, por el héroe del día cualquier cosa. Dime.
- Ven, acompáñame.
- Bueno - decía Akira mientras Himeko y Kohaku se alejaban - ¿Todavía quieres que te enseñe o nos echamos una siestecita?
- ¿Has visto a esos dos? Parece que Himeko empieza a mirarle con otros ojos.
- Eso quisieras tu ¿Por qué tienes tanto empeño en que acaben juntos?
- Porque hacen muy buena pareja y Kohaku es tan lindo.
- Y tu tan casamentera... Pero recuerda que a Himeko quien le gusta es Nowaki.
- Pero a Kohaku le gusta Himeko.
- ¿Y? Esto es un juego de dos, no de uno solo.
- Bueno, vale, pero a mi me gustaría dar un empujoncito a Kohaku.
. Ah... entonces sería justo que alguien se lo diese a Himeko... a favor de Nowaki, digo.
- Kohaku es mejor para ella.
- Porque tu lo dices... yo creo que es mejor Nowaki.
- ¿Me quieres picar?
- ¿Quieres que apostemos algo?
- ¿El qué?
- ¿Tu con quien crees que al final se quedará Himeko? ¿Se dará cuenta de lo que Kohaku siente por ella y decidirá darle una oportunidad o conseguirá que Nowaki se fije en ella?
Himeko miraba angustiada a Kohaku mientras movía las manos sin parar.
- ¿Que me quieres decir? - preguntaba.
- Me gustaría que Akane confiase en mi, que lograse hablar y desahogarse.
- Y yo te estoy estorbando ¿es eso? He hecho mal en quedarme, todo lo hago siempre sin pensar.
- No, tu no sabías lo que yo pensaba hacer.
- Kohaku yo quiero ayudar a Akane, por favor, déjame ayudarte.
- ¿Pero sabes lo que quiero hacer?
- Bueno se lo que me contaste, que querías ayudarla, que quieres que hable, que suelte todo eso que tiene dentro porque tu sabes lo que es guardarselo todo, sabes más que nadie que esas cosas te envenenan el corazón.
- Es que yo... siento que puedo ayudarla, se que si consigo hablar con ella... si ella ve que yo se lo que siente...
- ¿Está muy mal? Es eso ¿verdad? Esa reacción que tuvo en el instituto no fue normal ¿Que es lo que sabes de ella? Kohaku dímelo, por favor, yo quiero ayudarla, nunca sirvo para nada, déjame que la ayude a ella, algo tiene que haber que yo pueda hacer. Toda mi vida he sido una inútil, nunca he servido para nada... por favor, déjame ayudarte... tu solo no vas a poder porque ¿que vas a hacer? ¿Hablar de tus recuerdos, verdad? Es eso lo que pretendes, hablar de tus cosas malas para que ella... eso te va a hacer daño a ti también.
- Necesito hacerlo. Tengo que hacer algo por alguien.
- Yo te ayudo... por favor... déjame hacerlo, déjame estar a tu lado.
Y Kohaku la comprendía, comprendía esa necesidad que tenía Himeko de hacer algo por alguien.
- Está bien, lo haremos entre los dos.
Regresaron al lado de sus amigos que estaban sentados en el suelo. Akira intentaba enseñar a Akane a tocar "algo" con la guitarra. Se sentaron a su lado. Comenzaron una charla sin importancia ninguna.
Fue Himeko la que, experta en terapias, supo encauzar la conversación sin que nadie se diese cuenta hacia la infancia, de forma natural, como si no tuviese mucha importancia. Al cabo de un rato ella misma estaba hablando de sus recuerdos, de sus miedos, centrando la atención en ella misma, como si fuera la protagonista y haciendo que Akane no sospechase que todo era para que bajase la guardia.
Himeko no mentía. Todo lo que expresaba, pena, tristeza, sentimiento de inferioridad, inseguridad... todo era su propia experiencia. Himeko no tenía problema en reconocer sus miedos y complejos públicamente, era algo que tenía asumido. Las palabras de Himeko sirvieron para "acomodar" a todo el mundo, así era mas fácil hablar de sus propias experiencias. Como aún así, Akane seguía encerrada en si misma, fue Kohaku el que continuó contando parte de sus traumas, de sus experiencias; experiencias horribles que llenaron el corazón de Akane de tristeza.
- Yo... - habló la chica con voz temblorosa - No puedo imaginar lo que has pasado Kohaku, debe haber sido horroroso… Yo... yo no he vivido esa pesadilla pero yo... aunque sabía que me querían yo... yo... todo lo hacía mal... yo quería ser buena pero...
- Uno intenta hacer lo que se espera de él ¿verdad? - habló Himeko - Te esfuerzas y nadie se da cuenta de lo que te esfuerzas. Yo nunca he entendido porqué mi padre está tan decepcionado conmigo.
- Yo nunca entendí porqué me culpaba de la muerte de mi madre - añadió Kohaku.
- Debe ser horrible que tu padre te trate como si fueras un monstruo - continuó Akane.
- Lo que es horrible es la soledad.
- En eso tienes razón. La soledad es como una piedra, algo pesado encima de ti, algo que te agobia, que te desespera.
- Y a veces es un vacío, un vacío helador. No importa que lo que hayas vivido sea más o menos traumático, la soledad es la misma.
- Yo solo quería que me quisiesen. Quería ser buena para que me quisiesen.
Akira estuvo escuchándoles en silencio. Tenía la sensación de estar entrometiéndose en su intimidad. Allí estaba, oyéndoles hablar de cosas que podía imaginar pero no recordar, a él nunca le había faltado el apoyo de sus padres, puede que su madre fuera muy estricta y su padre pareciese pasar de todo pero siempre habían estado allí, cuidándole y mimándole a su manera. Por más que les oía no podía imaginarse que sería sentirse tan solo, tan abandonado.
Akira podía visualizar a aquella niña pequeña y asustada. Escuchando su voz triste y rota podía imaginarse el miedo que tenía, miedo a hablar si no la preguntaban, miedo a que la regañasen si no hacía bien las cosas... ¡por dios! era una niña, una niña pequeña ¿que se esperaba de ella?
Himeko sentía como las lágrimas llenaban sus ojos y amenazaban con escaparse entre los párpados cuando la oyó hablar del miedo que sentía a que la castigaran en aquel armario oscuro y que olía raro, como pedía que la perdonasen y la sacaran de allí, .porque puede que su padre estuviese decepcionado con ella, que ella no fuese la heredera perfecta para el imperio Girei pero nunca la maltrataron, al contrario. No quería llorar delante de Akane, le parecía que eso era como decirle que sentía pena por ella y seguramente lo que menos querría Akane era provocar compasión. Se levantó.
- Ahora vuelvo.
Salió prácticamente corriendo de allí y en cuanto creyó estar lo suficientemente alejada paró y dejó que las lágrimas salieran ¿y ella de que se quejaba? Se sentía inútil por no ser lo que su padre esperaba, suponía que su padre lo que deseaba era una hijo, un niño y tuvo que nacer ella pero Akane y Kohaku… ellos… no entendía como uno padre podía odiar a su hijo, como una madre podía no cuidar a su niña…
A Kohaku le sorprendía no ver llorar a Akane, se mantenía con la mirada perdida en ningún sitio en particular, hablaba lentamente, con cierta amargura, evitaba hablar de temas demasiado personales, solo comentaba el trabajo, la responsabilidad, lo prisionera que se sentía, pero de pronto, cuando Kohaku comenzó a comentar algo sobre el miedo que le demostraba su padre y como huía de él echándole en cara continuamente el fallecimiento de su madre, Akane comenzó a derrumbarse, dobló las rodillas y se abrazó a ellas comenzando a balancearse, ese balanceo lento y tétrico que aterraba a Akira. Su voz ahora parecía rota mientras repetía de forma monótona "no des problemas, no des problemas".

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