miércoles, 30 de noviembre de 2011

73. Tocando tu corazón

Akira durmió poco y mal. Entre las vueltas que le daba a eso de la personalidad disociativa, lo del trabajo de Akane, el mosqueo por la actitud de Ayesa y lo que había visto, que aunque poco porque era de noche pero demasiado para lo que estaba acostumbrado y excesivo para su imaginación, no había forma de descansar; eso sin contar las charlas que Nowaki medía dormido, porque si, Nowaki hablaba dormido y reía y movía las manos sin parar y al final resultaba que estaba durmiendo a su lado y Akira sentía unas ganas tremendas de amordazarle y lo hubiera hecho de no se porque era bastante trabajoso tomarse la molestia.
La alarma del reloj de Akira sonó y se apresuró a apagarla. Se llevó una mano a sus párpados cerraos "¿Cuando demonios se me ocurrió la idea de levantarme tan temprano?" Dios, que cansado estaba. Se planteaba seguir durmiendo y dejar lo que había pensado hacer para el día siguiente ya que no era capaz ni de despegar los ojos. Sentía que el sueño le rendía de nuevo, abrió los ojos violentamente, no, tenía que hacerlo, con suerte podría echarse luego un rato. Pesadamente se sentó mientras bostezaba...la de trabajo que se estaba tomando por culpa de una chica ¡quien se lo iba a decir! ¿Y como no iba a hacerlo? claro que lo haría, eso y cualquier otra cosa. Levantó el cuello de la sudadera que llevaba y se olió a si mismo, vale, se podía aguantar, al final anoche él también terminó bañándose porque sabía que a esas horas no le iba a apetecer hacerlo, con lavarse por encima tendría bastante, bueno y para ver si así conseguía "relajarse". Volvió a bostezar.
Aún quedaba un buen rato para que amaneciese, el aire era fresco, Akira se estiró al salir de la tienda, todo estaba en calma, una calma de esas que hacen que te sobrecojas y te mueves con miedo a romper esa magia. Akira se puso una especie de chaqueta de piel, bastante tosca, se colgó su bandolera y con otra chaqueta de cuero en la mano se dirigió a la tienda mediana. Abrió lentamente y entró a gata. Era difícil meterse allí, la tienda no era muy grande, bajita y las tres chicas lo ocupaban todo; su hermana dormía en el centro, a su lado izquierdo, con medio cuerpo fuera del saco a pesar el frescor de la mañana y la poca ropa que llevaba (solo una camisetita, por lo que podía ver), dormía Akane. Akira puso sus piernas cada una a un lado de la chica y gateó con cuidado de no tocarla hasta que su cara quedó a la altura de la de su compañera.
- Akane - le susurró al oído.
Akane se rebulló cambiando de posición.
- Akane - volvió a susurrar.
A su lado también se rebulló Chiharu.
- Aki ¿que haces? - preguntó adormilada.
- Chiharu anda despierta a Akane.
- ¿Para que?
- Voy a llevarla a ver los ciervos, anda, despiertala tú.
Minako de improviso empezó a mascullar algo sin sentido. Akira y Chiharu se sobresaltaron y la miraron casi con miedo. Minako movía las manos y seguía farfullando unas palabras incomprensibles.
- Creo que está dormida - dijo Chiharu acercándose a observarla.
- ¡Que susto! ¡Es igualita que su hermano, por dios! Anda, despierta a Akane que a mi me da miedo.
- ¿Que hora es?
- Muy temprano, quiero aprovechar estas primeras horas, tu sigue durmiendo.
- Pero Minako quería ver los ciervos también.
- Luego les llevamos a todos, ahora quiero que Akane los vea de cerca.
- Vaya, hermanito, nunca habías hecho algo así por una chica, debe importarte de verdad.
- No digas tonterías, nunca había traído a una chica.
- ¿Yuri, tal vez?
- Pues a Yuri la llevé a verlos, lista.
- Si, pero porque mamá te lo ordenó, listo.
- ¡Bah! Anda despiértala. Espero fuera ¿vale?
Akira esperó apoyado en un árbol a que saliera Akane. Esta tardó un poco más de lo esperado, empezaba a amanecer, Akane apareció con cara de sueño pero peinada perfectamente, claro, en eso había perdido el tiempo, en arreglarse... mujeres.
- ¿Que pasa Akira? - habló en voz baja - Me ha dicho Chiharu que querías enseñarme algo importante, espero que lo sea porque esto de que me despierten así porque si me mosquea bastante.
- Mira que eres pesada, toma, ponte esto - le ofreció la chaqueta que llevaba en la mano.
- ¿Esta cosa andrajosa?
- Póntelo y calla ¡que pesadas sois las mujeres! ¿Quieres lavarte la cara?
- ¿Pero que me vas a enseñar?
- Ahora lo verás, venga, vamos.
Caminaron en silencio durante un rato, un rato que a Akane le parecía muchísimo tiempo. Iban por un camino lleno de obstáculos, pendientes y demás dificultades.
- Oye Akira - dijo de repente.
- Ya queda poco.
- Es que yo tendría que hacer algo... algo íntimo y personal.
- ¡Ah, ah!... claro. Mira, ver por allí, yo te espero aquí ¿necesitas algo?
- No... he cogido toallitas. Tu no te acerques ¿eh?
- No me acercaré.
- De verdad te lo digo, no te acerques.
- Que no, pesada, que no me acerco - Observó a Akane alejarse mientras pensaba "Si supieras lo que me enseñaste anoche te morías".
Al rato regresó y reanudaron el camino. Después de andar otro rato Akira se detuvo y le indicó que le imitase y que no hablase.
- Chist - dijo en voz muy baja - Ahora procura no hablar muy fuerte ni hacer ruidos raros o gestos bruscos.
- ¿Por qué? - se interesó también en voz baja.
Akira abrió su bandolera y sacó el frasquito lleno de un líquido de color ámbar que le había dado su abuela, lo abrió y se echó unas gotas en las manos frotándoselas a continuación.
- ¿Qué es eso? ¿A que huele?
- Es almizcle... esencia de ciervo, échate.
- Es un olor raro.
- Es para no asustar a los ciervos. La chaqueta es de piel de ciervo.
- ¿Llevo la piel de un animal muero?
- Enmascara tu olor y el almizcle hará que no te vean como a un extraña.
- Ya decía yo que la chaqueta olía muy rara.
- Pues es la mía, huele a ciervo y a mi. Mi olor es reconocido por los ciervos, la cosa es que ahora tu les seas familiar.
- ¡Los ciervos reconocen tu olor?
- Si, desde muy pequeño me han traído aquí y han dejado que me huelan, mi olor les es familiar.
- ¿Y para qué hacéis eso?
- Para que no me tengan miedo. Soy un Shikamoto, los Shikamoto somos pastores de ciervos, nos ocupamos de ellos y nos tenemos que ganar su confianza.
- ¿Os ganáis la confianza de un ciervo?
- Si tu olor les es familiar es mas fácil ayudarles si están heridos, enfermos o incluso a parir.
- Que raritos sois los Shikamoto.
- Pues acostumbrate porque tu vas a ser una Shikamoto, venga, échate el almizcle.
- ¿Y como se consigue esto? - decía mientras lo abría y se lo llevaba a la nariz apartándolo con un gesto de desagrado - Es muy fuerte.
- Es porque está concentrado, solo unas gotitas bastan. Se consigue de una glándulas que tienen en... da igual, se utiliza para hacer perfumes... mira, Jisei sabe mucho de eso, le preguntas.
- O sea... es olor a ciervo.
- Venga, échate un poco.
No muy convencida Akane hizo lo que le decía. Akira la cogió de la mano y andando muy despacio la llevó hasta la orilla del río, allí, unos cuantos ciervos hembras, de colores rojizos y motas blancas, con sus cervatillos bebían con aparente tranquilidad.
Akira se paró a metros de ellos, con Akane pegada a él, le hizo un gesto de que no hablase y se agachó lentamente hasta quedar en cuclillas. Akane le imitó agarrándose fuertemente a su brazo, estaba llena de emoción, sorprendida y entusiasmada.
- ¿Te gustan? - susurró muy bajo Akira.
- Son preciosos.
- Preciosas, son todas chicas, bueno las crías no todas. Los macho no se acercan hasta el periodo de celo, es más difícil verles pero a lo mejor con suerte vemos alguno.
- ¡Que pequeñitos son! Yo creí que los ciervos eran más grandotes.
- Estos no, tu seguro que te los imaginabas como los europeos o americanos ¿Sabes como se llaman estos? "Cervus nippon" o "ciervos sika"
- ¿Ciervos sika? Muy apropiado... vuestro nombre, digo. Y tienen el culete blanco... ¡que bonitos! ¿Tu también tienes el culete blanco, Aki?
- Seguro, a mi ahí no me da el sol ¿Sabes que ruido hacen? - Akira emitió un silbido, las hembras y cervatillos movieron sus orejas y levantaron las cabezas - Creo que les he echado un piropo. ¿Quieres acercarte?
- ¿Podemos? ¿no se asustarán?
- Ya te he dicho que a mi me reconocen y llevas mi chaqueta. Ven, vamos muy despacio y así, agachados, procura no hacer movimientos que les puedan asustar.
Y así, muy despacio, andando casi en cuclillas se acercaron. Estaban a escasos metros, Akane se pegó a Akira, este emitió otro silbido, se separó de Akane unos pasos y se arrodilló extendiendo un brazo. Un ciervo, tímidamente les miró y se acercó a oler la mano del chico. La olisqueó durante unos segundos y luego empezó a lametear la chaqueta. Akira, con un movimiento delicado, se acercó a la pequeña hembra y suavemente, también como movimientos lentos comenzó a acariciarla.
- Así, buena chica - susurró.
El que parecía la cría de aquel ciervo se acercó también, Akira puso la otra mano para que la oliera y el pequeño, después de hacerlo, fue derecho a su cara para lamerle. Más ciervos se acercaron curiosos. Akane miraba alucinada la escena, Akira allí, de rodillas, rodeado de aquellos ciervos... era una escena tierna y hasta se sentía conmovida.
- Ven - susurró de nuevo Akira - Acércate, no tengas miedo, si te das cuenta te están ignorando... ahora hueles a ciervo y a Shikamoto, no te asustes.
Akane se acercó lentamente y volvió a agarrarse a él. Los ciervos parecían buscar sus manos para olerlas así como la chaqueta que llevaba.
- Acariciales... sin miedo.
Cuando Akane tocó aquel suave cervatillo sintió ganas de llorar de la emoción.
- ¿Te gusta mi sorpresa?
En esos momentos Akane se sentía emborrachada de emociones.
- ¿Por qué lo has hecho?
- Quería que vieras algo bonito.
Akane sentía que se perdía en los ojos oliva de Akira, nunca le había visto de aquella manera, ahora le parecía único y maravilloso y le había ofrecido un regalo increíble y precioso.
- Gracias... muchas gracias.
Akira sonrió, ver aquellos ojos llenos de lágrimas de emoción, aquel gesto de alegría, hacían que valiese la pena madrugar.
- Será mejor que nos alejemos y les dejemos seguir tranquilos.
- Claro, claro.
Con el mimo cuidado con que se habían acercado se alejaron. Se quedaron detrás de unos arbustos. Akane quería seguir viéndoles un poco mas.
- A primera hora de la mañana, cuando se acercan al río a beber, es cuando se pueden ver mas fácilmente, después son bastante mas esquivos, nosotros sabemos como verles pero no nos podemos acercar tanto. Mira allí - señaló lo alto de un risco, ahí se podía ver a otro ciervo - Ese es un macho ¿le ves los cuernos?
- ¡Ahhhhh! ¡Es precioso! Akira eres increíble ¿te das cuenta de que eres una persona privilegiada?
- Cuando tienes que ocuparte a la fuerza no te parece tan estupendo, a veces te cansas.
- Ya lo estropeaste todo, estas quedando tan bien y tuviste que estropearlo. Oye ¿Así es como conquistas a las chicas? Las traes aquí y pican, seguro.
- Pues eres a la primera a la que traigo.
- ¿No has traído a Yuri o a Karura?
- No, Karura nunca ha venido por aquí y Yuri no cuenta.
- Claro, claro.
- A ella no la traje porque yo quisiera, además, no se acercó tanto como tú, eres la primera persona no-Shikamoto que los ha tocado.
Akane se mordió el labio.
- Que envidia me da Yuri, siempre he sentido celos de ella pero ahora me da tanta envidia y no es envida sana, te lo aseguro.
- ¿Envidia de Yuri?
- Siempre. Ella lo tiene todo, a veces la miro y me da una rabia...
- ¿Tienes envidia de Yuri? - repitió sin creérselo.
- Pues si. Ella es tan... brillante, con sus ojos celestes como el cielo y su pelo dorado, su piel blanca tan perfecta, sin pecas, allá donde va todo el mundo la mira y luego es simpática y se la considera sexy y... te tiene a ti.
Akira frunció el ceño.
- ¿A mi?
- Claro, a ti te gusta y es lógico y yo me muero de celos, porque quiero brillas como ella y ser popular y tener sus seguridad. También me gustaría ser como Karura pero fíjate a ella la admiro, la considero casi perfecta, tan bella y fuerte, con esa personalidad... pero a Yuri no, a Yuri a veces la odio.
- No me lo puedo creer.
- ¿Por qué no te lo vas a creer? Tú me gustabas mucho, me gustaba como me mirabas y como me sonreías, me gustaba como hablabas y hasta como te metías las manos en los bolsillos... saliste con Karura y hasta podía comprenderlo, ella te pidió una cita, era una chica mayor, atractiva y tu un crío y hasta pensé que era normal, que te habías dejado llevar por ese... embrujo, no se... y pensé que lo vuestro no duraría, que eras muy niño para ella y que al final volverías a mi... pero cuando lo dejasteis no volviste, te fuiste con Yuri, con la rica rubia y sexy.. no sabes como la odié, como os odié a los dos... por eso tengo muchos celos de Yuri.
- Solo salí con ella para olvidarte a ti pero ¿sabes? cuando besas a una chica creyendo que es otra, imaginando que es otra... no funciona, ofendes a esa chica y te ofendes a ti mismo. Me avergüenzo mucho de lo que hice.
- ¿Por qué me has traído aquí?
- Porque quería verte sonreír.
- ¿Por qué te tomas tanto trabajo por mi?
- Porque me importas mucho.
- Podías haberte ido con Yuri a la playa, lo hubierais pasado muy bien...
- Es a ti a quien quiero ver disfrutar.
Akane no podía dejar de mirarle, realmente ese chico siempre se preocupaba mucho por ella, era muy amable y atento y a pesar de los que discutían y de las cosas que le decía siempre estaba allí ¿por qué tenía que ser ahora tan condenadamente amable? ¿Por qué cuando más se mosqueaba con él siempre la sorprendía con algún detalle como ese? Parecía que en esa historia ella era la mala, la egoísta... La confusión desbordó a Akane, en esos momentos no sabía que pensar ni que sentir. No era tan tonta como para no darse cuenta de las atenciones que recibía de Akira ¿por qué lo hacía? ¿se sentía obligado? ¿era su forma de ser?
- ¿Estás enamorado de Yuri? - le preguntó sopetón.
- Es imposible que yo me enamore de Yuri, para mi es como de mi familia, la quiero mucho, me preocupo por ella, la cuido, la protejo, la ayudo, la escucho, se está enferma me preocupo, si la hacen daño me duele pero no estoy enamorado.
- Pero eso que has dicho es el amor, Akira.
- No. El amor es otra cosa, el amor es anteponer la felicidad de la persona que amas a la tuya aunque eso te mate de dolor, es...
- Tu estás enamorado de Yuri.
- No. Yo no deseo a Yuri. No quiero abrazarla, ni besarla, no me da celos que salga con otros chicos.
- Eso es porque no eres celoso.
- ¡Cómo te equivocas! Yuri es mi amiga, tan amiga mía como Kyojin y no estoy enamorado de Kyojin, te lo aseguro. Me preocupo por él de la misma forma que por Yuri y también me gusta estar a su lado. Yuri es buena chica, a veces parece algo insoportable pero es buena, se preocupa por nosotros, si yo le dijera que estoy enamorado de alguien seguramente empezaría a hacer de casamentera. En realidad si ella se enamorase de alguno de nosotros lo haría de Kyojin, le gusta más que yo, normal, Kyojin es un trozo de pan, lo que pasa es que está muy obsesionada con el físico y por eso parece que le trata mal, pero no, lo que quiere es que él se cuide y le da rabia que pase de ella.
- Estás enamorado de ella, fijo.
Akira sonrió y acarició su mejilla.
- ¡Que tonta eres! No me gustaría casarme con Yuri, ni formar una familia, ni compartir mi vida con ella. No me gustan sus ojos celestes, ni su pelo dorado, ni su piel blanca y perfecta. Me besó y no sentí nada, no hay mariposas en el estómago, no sueño con ella.
- Entonces es que aún te acuerdas de Karura, quizás su recuerdo es muy profundo.
- Y tu cada vez mas tonta. Karura es muy hermosa, es perfecta y además inteligente, simpática, aguda, con carácter pero nunca sueño con ella, no la hecho de menos ¿por qué te empeñas en que tiene que gustarme alguna?
- Porque si creo que te gusta alguien me es mas fácil tratarte mal, porque eres atento conmigo y no te entiendo.
- ¿Se puede saber a que tienes miedo?
Akane desvió la mirada.
- Ya... ya empieza a hacer calor ¿no?
Akira se acercó a ella.
- Bastante calor.
- ¿Puedo quitarme ya esto?
- Si, quitátelo ya, yo también lo haré.
Mientras se quitaban las chaquetas y también las sudaderas del chándal que ambos llevaban, Akira pensaba en lo que Akane había dicho ¿así que tenía celos de Yuri? No dejaba de ser lógico si siempre le habían dicho que era una niña fea, si la vestían con ropa de niño ¿como no iba a considerarse inferior a la victim fashion? Yuri siempre iba presumiendo de lo que atraía a los chicos y de todos los admiradores que tenía, sin embargo Akira sabía que todo era pura fachada para engañarse a si misma, que tenía una obsesión enfermiza por la perfección, pero claro, Akane solo ve el escaparate "glamuroso" de Yuri... que difícil es la mente humana, que complicadas son las relaciones personales.
Akane meditaba sobre si debía dulcificar un poco su carácter con Akira. Era demasiado atento y ella muy desconfiada porque ¿por qué la había llevado a ella a llevar los ciervos? Seguramente sería porque no iba a llevar a Nowaki o Kohaku... Kyojin ya los habrá... Ryuko, pues no parece muy apropiado, tampoco Minako, no vaya a ser que se malinterprete... Himeko... claro, tenía más confianza con ella. Sacudió su cabeza "No, no. Siempre estoy desconfiando, tengo que aprender a ser más..." De repente sintió que Akira estaba muy cerca de ella, se giró mirándole a los ojos, si, estaba muy cerca.
- Yo también te odié - habló el chico en tono grave mientras rodeaba con una mano su cintura - Pensé que eras la chica mas fría, egoísta y manipuladora que había en la tierra. Lo pasé muy mal. Yo también me sentí muy dolido y no estoy orgulloso de lo que hice, me volví frío, egoísta y manipulador, todo lo que odiaba de ti, hasta que me di cuenta de que en lo que me había convertido era en un payaso. Cogí todos los recuerdos buenos que tenía y los guardé bien para no olvidar ni uno solo y el restó traté de olvidarlos. Ya que tenía que verte continuamente, ya que eras la amiga de la chica que le gustaba a mi amigo, pensé empezar de cero nuestra relación, volver a ser tu amigo y volver a ganarme tu confianza y empezando desde cero volví a...
Fueron tres palabras. Tres simples palabras pronunciadas como un susurro a su oído. Tres palabras que rompieron el mundo de Akane.
- Se que no me crees - continuó Akira - Pero te voy a obligar a creerme.
Por primera vez Akane se sintió completamente derrotada, toda la barrera que había construido entre ellos acababa de derrumbarse.
- ¿Por qué me dices estas cosas? ¿Qué quieres? ¿Burlarte?
- Tu siempre tan desconfiada.
- No es que desconfíe es que no te entiendo.
- ¿Estás enamorada de Kamui?
- ¿Qué? ¿A que viene esto?
- ¿De Shibi?
- Shibi es mi amigo.
- ¿Te gusta alguien? ¿Kohaku, Kenshi, Nowaki, Hizashi? ¿Genki? ¿Karasu, Suo? ¿Deisuke? ¿Alguien que yo no conozco?
- ¿Pero de que vas?
- ¿Acaso prefieres a Sigure, Inari, Genma? Di ¿quien te gusta?
- Pues depende de para qué ¿para qué?
- ¿Sueñas con alguien?
- Mira que dices cosas raras... anda, suéltame.
- No quiero ¿Sabes lo que es despertarse odiando a alguien porque no está a tu lado? ¿Y luego verla y odiarte a ti mismo por haberla odiado?
- Akira, vuelve a fumar, el mono te está haciendo mucho daño.
- ¿Estás enamorada o no?
- ¿Y a ti que te importa?
- Me importa y mucho, en época de celo los ciervos solemos arremeter a cornadas, es bastante cansado ¿no lo sabías?
- Anda, volvamos que se van a despertar y se mosquearán si no nos ven.
- Ya se habrán despertado ¿Sabes que tus ojos también son azules como los de Yuri?
- Pero no son celestes, no parecen un trozo de cielo, ese que te gusta mirar tanto.
Akira dirigió su vista al cielo y torció la boca.
- Es cierto y tampoco son verdes oscuros como el fondo de un profundo lago como los de Karura. Tienes un color... difícil.
- Cuanto lo siento.
- Y tu pelo - cogió un mechón - no son hebras doradas, más bien parece zanahoria rallada.
- No estás quedando demasiado bien.
- Pero gracias a eso puedo meterme contigo y llamarte "calabazita". Además eres mas bajita que ellas, hay que agacharse más para besarte, eso es muy incómodo porque el cuello...
- Se está rifando un bofetón...
- Mirado por partes tu cuerpo no está mal, pero en conjunto... no eres tan armoniosa como ellas.
- Y te estás quedando todos los boletos...
- Y tu cara tiene pequitas y...
- ¡Vale ya! ¿También me vas a llamar fea? ¡Oh, pues lo siento! Siento que con el color de mis ojos no se pueda hacer una buena metáfora, siento que mi pelo no parezca rayos de sol y tener un tamaño incómodo, pero tú tampoco eres un conjunto de virtudes ciervo del demonio.
- No me gustan los ojos celestes como el cielo, me gusta mirar el cielo, si, pero de noche, me gusta ver brillas las estrellas como brillan tus ojos. En unos ojos, por muy celestes que sean, no se ven las estrellas.
- A mi no me cuentes tus problemas.
- Sin embargo tus ojos solo me recuerdan a tus ojos y mantengo mi vista en ellos. Pero sobretodo me da igual el color de pelo y el color de ojos, y me da igual no poder hacer poesías porque la chica que me guste tenga un pelo que no inspire. La chica que me gusta podría tener los ojos azules, verdes, negros, marrones, rojos o rosas... me daría igual: miraría a sus ojos y me parecerían los mas bonitos, no por su color, si no porque son los suyos.
Akane levantó la vista para mirarle. A veces Akira sabía decir cosas que la impresionaban.
Sin decir una palabra y sin pensárselo se acercó a él y puso sus labios en aquellos que parecían atraerla de forma instintiva. No le besó, solo los rozó, manteniéndolos allí, sintiendo ese roce suave e intenso, un roce que producía pequeñas cosquillas en los labios. Akira no supo como reaccionar. No sabía que hacer. No se atrevía a responder a aquel beso, que en realidad no era un beso, pero tampoco lo rechazó. Aquella sensación ardiente en sus labios era maravillosa, cerró los ojos dejándose llevar por esa sensación, concentrándose en ella. Muy corto se le hizo cuando la chica se separó de él unos centímetros.
- Me vuelves loco - susurró el chico.
Y rodeó la cintura de Akane atrayéndola hacia él. Ahora fue él quien posó sus labios suavemente en los de su amiga y empezó a besarla, dulce, lentamente. Temía que de un momento a otro fuera a meterle una patada o algo pero no, Akane no parecía molesta. Akira sentía una especie de corriente eléctrica recorrerle desde los pies, las mariposas en su estómago revoloteaban más que nunca ¡cuanto había echado de menos esos labios y esos besos de "pez"! como ella solía llamarlos ¿Y ahora como hacía para separarse?
El tiempo pasaba lentamente, se oía el murmullo del agua, diversos cantos de pájaros. Todo parecía armonioso, cada sonido tenía su lugar. De improviso un sonido seco e inesperado rompió esa armonía y algunos pájaros volaros sobresaltados.
Akira con gesto de sorpresa y la mano en su mejilla miraba a Akane recoger su sudadera y marcharse refunfuñando.
- ¡Ya lo tuviste que estropear todo... idiota!
- ¿Ahora que he hecho? ¡Eh! ¡Espera!
Akira se apoyó en un árbol y esperó a que los pasos de Akane la hicieran regresar, al verla llegar con su cara de mosqueo, sonrió y solamente levantó su brazo señalando justo hacia el lado contrario por donde se había ido. Akane me miró furiosa y emprendió el camino hacia la dirección señalada, Akira volvió a sonreír, recogió las chaquetas y aceleró el paso, sería mejor guiarla o terminaría perdiéndose.
Mientras, a la orilla del río, ya hacía un buen rato que se habían levantado todo y terminaban de desayunar.
- Bueno, creo que Akira dijo que había traído una caña - decía Kyojin.
- Yo no he visto ninguna caña - aclaraba Nowaki.
- Es que hay que montarla, desmontaba a penas si ocupa, ya veréis que pasada. A ver si la encuentro y sabemos hacerlo.
- ¿Para que? - inquiría Nowaki.
- ¿Para que va a ser? Para pescar ¿No te apetecería comer pescadito frito?
- No hace falta caña, nos metemos en el río y tratamos de cogerlos - proponía entusiasmado Nowaki.
- Bueno tu metete en el río, yo busco la caña.
- Tu como un oso, di que si, Nowaki - rió Chiharu.
- Jo que rabia - se quejaba Minako - Yo quería ver los ciervos también ¡No es justo!
- Luego vamos a verlos - la consolaba Chiharu - No te pongas celosilla.
- Jo ¿Pero por qué se la ha llevado a ella? ¿Es que era la única despierta?
- Pero es que ella va a ser la esposa del jefe del clan, tiene que ir acostumbrándose a verlos mas de cerca - reía Chiharu
- ¿Se van a casar? - gritó alarmado Nowaki.
- Nowaki por favor no saques las cosas de quicio - le dijo Kohahu.
- ¿Entonces porqué la ha llevado a ella? Podía haberme despertado a mi.
- Entre tu y Akane no creo que haya dudado mucho - bromeó Ryuko.
- ¿Estás diciendo que Akane es mejor compañía que yo?
- ¡Nowaki! Akane tiene dos tetas que no tienes tu - le gruñó Minako.
- ¿Pero que forma de hablar es esa? - gritó Nowaki.
- Chico como te pones porque he dicho "tetas" tu mente es muy sucia.
- ¿Pero que clase de educación te están dando a ti?
- ¡Nowaki, callate ya! Pareces un viejo cuando te pones así.
- Pues no se porqué ¡Que alguien traiga una bolsa que se van a enterar estos peces de quien soy yo!
No es que Nowaki no se enterase de nada, es que no quería enterarse. Desde que Kenshi le dijera que había otro chico al que le gustaba Akane se había sentido incómodo, no porque Kamui tuviese un rival si no porque fuese quien fuese sabía que le le iba a dar pena... pero Akira puede que fuera uno de los que menos deseaba que fuera ¿por qué Akira? Era una buen tipo, un buen amigo y Kamui tan orgulloso... Nunca se habían llevado demasiado bien, no se trataban a apenas pero cada vez que él le había pedido ayuda Akira nunca se había negado y Kamui... Kamui estaba tan acostumbrado a conseguir todo lo que se le antojaba que a Nowaki le daba rabia, además no quería ver a sus amigos enfrentándose y menos por una chica, que las chicas solo traen problemas ¿Y ahora que hacía él? ¿Deseaba que Kamui saliera con Momoka para que ella fuera feliz? ¿Prefería que saliese con Akane para así quitarse un rival? ¿Y Akira? ¿Le dolería que Kamui saliera con Akane?¿Y si terminan saliendo él, le dolerá a Kamui? ¿Cómo se lo tomaría Kamui? Kamui era muy soberbio y... pero espera, ahora que caía ¿Y Akane? Es que estaba hablando de ella como si fuera un objeto o un premio y ella tendría algo que decir ¿no? Bueno, y luego no era seguro que a Akira le gustase, que ellos siempre discutían mucho o quizás discutían por eso... bah, era mejor concentrarse en los peces.
- ¡Ryuko, Himeko! - gritó - ¡Venid al río conmigo! ¿No me ayudáis?
- ¿Yo? - preguntó incrédula Ryuko.
- Si tu, coge una bolsa, verás que buen equipo vamos a hacer.
- Es que yo no se nadar.
- Pero si no cubre por aquí, anda coge una bolsa y entra y tú también Hime ¡veréis que risas vamos a hacer!
Akira y Akane ya estaban a punto de llegar. Akira tendía la mano a Akane para ayudarla a subir una pequeña pendiente.
- No se si porqué dejo que me ayudes.
- Ya estamos... mira que eres pesada y rencorosa.
- Que calor hace ¿no? - dijo al terminar de subir - Con tu permiso voy a quitarme los pantalones. Llevo el bikini, así que no te asustes.
- No, si yo ya no me asusto.
- ¿Que miras?
- A ti, este paisaje ya lo tengo muy visto y quería saber si llevabas tu bañador de girasoles o lo reservas para el Kaguya.
- Pues no, fíjate. Llevo un bikini que me ha regalado Maron, es de segunda mano pero me gusta ¿algún problema?
- No, no.
- Pues deja de mirarme y no te acerques.
- Ahora no te estoy tocando.
- Idiota.
- Perdona pero empezaste tu.
- Ah si, puse mi pandero debajo de tu mano o es que como lo tengo taaaaan enorme lo tocabas aunque no querías.
- Perdona pero la primera en meter mano fuiste tú; tú la que me tocaste a mi.
- Intentaba separarte de mi, lapa, que eres una lapa.
- Eso no era intentar separarte de mi, eso fue una caricia, una caricia tuya a mi persona.
- Tu lo flipas.
- ¿Por qué no quieres reconocerlo? Si no pasa nada.
- Más quisieras tú.
- Está bien, se me ha ido la mano pero no te toqué el trasero.
- ¿Y cómo llamas tu a esto? - puso sus dos manos de forma sonora en esa parte de su cuerpo - ¿La parte baja de la espalda?
- Fue tu culpa, te moviste bruscamente. Yo no tengo interés en tocarte el "pompom"... desconfiada.
- ¿Tienes algo en contra de mi "pompom"?
- Ah pues no se, no me dejas inspeccionarlo - no lo podía evitar, le encantaba verla con ese rebote tan enorme.
- Apuesto a que Yuri si te deja.
- Pues ella usa bañadores muy...
- ¡Oh, oh! ¿Hay algo que esa diosa de la belleza no haga mejor que yo?
- Bueno pues...
- ¿Qué? - gritó - Mira, yo tengo miopía y ella no; ya tengo algo que ella no tiene, ya estoy contenta.
- Anda ven - la cogió del brazo atrayéndola hacia él.
- Que me sueltes y no te me acerques, que luego dices que te toco las tetillas.
- ¿Sabes que me gustas tanto que hasta adoro tus enfados? Te quiero chica enojada.
- Ya estás con tus idioteces, seguro que el sol te está recalentando el cerebro.
- ¿Pero me has escuchado?
- Si te he escuchado, solo sabes decir tonterías.
- No me has escuchado, como siempre no me escuchas cuando hablo.
- Si te escucho has dicho que me... que me...
- ¿Te cuesta decirlo, eh? Que te quiero, he dicho que te quiero. Y me da igual lo que pienses, quiero que lo sepas y que lo tengas presente.
- ¿Por qué?
- Porque quiero que lo sepas.
- No, digo que por qué crees que me quieres.
- Porque durante este año he ido conociéndote, porque solo pienso en ti y si no te veo me duele, quiero estar a tu lado y oírte decir que soy idiota y que me tires cosas... pero que estés a mi lado y quiero que lo sepas y que... que lo recuerdes.

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