miércoles, 30 de noviembre de 2011

69. Parecidos razonables

Si había una hora problemática y molesta esa era la hora del amanecer.
El amanecer es una hora extraña, el cuerpo comienza a despertarse, el cansancio físico parece haber desaparecido y el cuerpo se despereza, sin embargo la mente exige seguir durmiendo, así, se entra en un estado extraño de somnolencia, no estas ni dormido ni despierto, los sueños parecen mezclados con las realidad, en en esos momentos cuando aparecen las ideas mas geniales o las mas absurdas, cuando los problemas parecen tener fácil solución o cuando dejan de importarte... o cuando mas te preocupan.
Akira llevaba varios días despertándose a esa misma hora y era algo muy molesto. A esas horas su cuerpo estaba lo suficientemente dormido como para no espabilarse pero lo suficientemente despierto como para mandar extraños impulsos a su cerebro que no estaba tan dormido como para no enterarse pero tampoco tan despierto como para pensar con raciocinio.
Realmente era muy molesto.
La mayoría de las veces terminaba despertándose y dando vueltas en su cabeza a ideas absurdas, se espabilaba y le costaba volver a dormirse y cuando por fin lo conseguía, su enemigo natural, el despertador, se encargaba de burlarse de él.
Era la hora maldita.
- Maldita sea - susurraba mirando aburrido el techo de su habitación.
Y ahí estaba con su "problema" ¿Por qué el cuerpo mandaba sangre a esos lugares siempre a la misma hora? Desde luego que la naturaleza se burlaba de él, sobretodo desde que tenía de aliada a su imaginación... y su imaginación volaba muy alto. Por mas que quería el recuerdo del beso de Ayesa se perseguía todos los amaneceres, si se concentraba podía volver a sentir aquel cosquilleo y se preguntaba que hubiera pasado si él hubiese contestado y hasta donde esa descarada chica habría sido capaz de llegar, eso unido a la imagen que les regaló hacía imposible volver a dormirse.
Lo mejor era levantarse. Quizás si daba una vuelta despejaría su mente y con suerte su cuerpo dejaría de comportarse de esa manera tan problemática. Con gran esfuerzo se levantó, se puso un kimono y salió de su habitación mientras se hacía su coleta. Bajó en silencio hasta el salón y abrió la puerta que daba al jardín. La gatita al verle salió detrás de él. Se sentó apoyándose en uno de los pilares del pasillo que rodeaba al jardín, la gata se acurrucó en su regazo, la acarició suavemente mientras veía amanecer. Lentamente el sol iba ascendiendo envuelto en aquellos colores rojizos que para su desgracia le recordaron la cabeza de cierta compañera.
- Akira ¿que haces a estas horas? - habló en voz baja su padre.
- Hola papá ¿ta ye has despertado?
- Iba al baño cuando te oí ¿algún problema te impide dormir?
Akira no contestó, volvió a dirigir su mirada al horizonte.
- No - dijo después de unos largos segundos - Supongo que lo normal.
El padre sonrió.
- Ven, vamos a jugar.
- ¿Ahora?
- Si, es una buena hora, hay tranquilidad.
Akira se levantó echando a la gatita de su regazo y siguió a su padre. Ambos se sentaron en unos cojines frente al tablero de ajedrez. Comenzaron la partida en silencio.
- ¿Estás ya de vacaciones? - dijo su padre de improviso.
- Ya llevo unos cuantos días.
- ¿Aburrido?
- Mamá siempre me busca algo que hacer.
- Oye y tu amiga Akane ¿juega al ajedrez?
- Es malísima pero... a mi me gusta jugar con ella.
- ¿Y eso?
- Se pone muy graciosa cuando se concentra en pensar una estrategia aunque no le sirva de nada.
- O sea.. que tu pierdes.
- No, me las apaño para alargar las partidas hasta que se rinde.
- Pero en realidad eres tú el que se ha rendido.
Akira le miró confuso, su padre tenía una forma de decir las cosas bastante retorcida.
- Supongo que si, supongo que he perdido hace tiempo.
- ¿Y cómo está?
- Más o menos como siempre.
- ¿Has hecho algo de lo suyo?
- Si, si hice... creo que fastidiarlo todo.
- ¿Y eso?
- Hablé con sus amigas, con su hermano, me confirmaron lo que ya sabía.
- ¿Te dijeron que había sufrido malos tratos?
- Si... hable con un profesor y lo fastidié todo.
- Hiciste lo que debías. Eres una buena persona.
- ¡Soy un inútil! Un inútil patético.
- ¿Que pasó?
- Yotsuda habló con el equipo psicológico, han avisado a una psicóloga y ahora tengo que ayudarla y creo que me va odiar... no he hecho mas que remover la mierda y ahora huele peor.
- Pero es algo que había que hacer.
- Pero me metí donde nadie me llamaba.
- Claro era mejor hacer el ciego y sordo ¿no? En la vida lo correcto no es siempre lo que más nos gusta.
- Pues es un verdadero rollo.
- Entonces quizás debiste dejarla con su problema y su sufrimiento.
- ¡Pero es que no se como ayudarla! Ni siquiera sirvo para que llore en mi hombro, no me extraña que me desprecie... soy patético.
- Seguramente algún día agradecerá tu ayuda. Estás jugando muy distraído.
- No estoy distraído, estoy haciendo una buena jugada.
- Solo te digo que no estás centrado en el juego. Solo prestas atención a lo que tienes delante y te olvidas de puntos importantes. Eso no es normal en ti.
- A veces no puedes controlarlo todo.
- ¿Vas a abandonar?
- Yo no abandono tan fácilmente, ya deberías saberlo.
- Digo a Akane ¿la vas a abandonar?
- Te digo que no abandono tan fácilmente.
- Sería mas cómodo abandonar, esas personas llevan una mochila a cuestas muy pesada y suelen ser... molestas.
Akira dio un golpe seco con una de las fichas.
- Te he dicho que no voy a abandonar.
- ¿Estas enamorado de ella? - Akira cruzó los brazos y desvió la mirada - Evidentemente no lo estas - continuó hablando el padre con toda tranquilidad - Cuando uno está enamorado tiene fuerza para todo, el amor mueve montañas, por amor se cruzan los océanos más profundos, a ti te falta decisión y seguridad en si mismo, tienes razón: solo eres un pobre inútil patético, aún eres un crío... mate.
- ¿Me has ganado?
- Aún tienes mucho que aprender. No te centres tanto en el desprecio que siente hacia ti, a lo mejor no ves lo que realmente importa.
Akito se levantó.
- Es una cabezota rencorosa - oyó susurrar a su hijo con voz ahogada - Es una maldita cabezota que siempre quiere hacerlo todo ella sola pero... me gusta que esté a mi lado, necesito que esté cerca de mi... necesito estar cerca de ella para que si me necesita pueda ayudarla... no soporto pensar que está lejos y que si se pone nerviosa o angustiada yo no estoy a su lado.
Akito volvió a sentarse.
- ¿Y se lo has dicho a ella?
- No me atrevo, tengo miedo a fallarla de nuevo. Papá... querría llevarla de acampada al bosque.
- ¿Y eso?
- Creo que le vendrá bien alejarse un poco de sus problemas.
- ¿Solos?
- No, Kyojin y una de sus amigas vendrían y quizás alguien más.
- ¿Por qué lo haces?
- Se me ocurrió, dijo que le gustaban las acampadas.
- Dime la verdad ¿no hay otra razón?
- ¡Ahg! Kamui Kaguya le ofreció su casa en el lago para llevar a sus hermanos y me puse celoso, es todo un rollo, no se porqué me pasó, no debí haberlo hecho pero no lo pude evitar ¡menuda lata!
Akito sonrió y de nuevo se levantó.
- Avisaré a la familia de que irás con unos amigos.
Era la hora maldita.
Kohaku tenía el mismo problema que Akira. Siempre se despertaba a la misma hora y ya no podía volver a dormirse.
Kohaku solía dormir poco. De pequeño tenía miedo a quedarse dormido. Nunca dormía muchas horas seguidas. Tardaba en dormirse y cuando lo hacía las pesadillas le despertaban continuamente. Se acostumbró a dormir poco y mal. Esto le hacía estar de muy mal humor. A parte de lo solitario y poco social que era, se comportaba huraño y desconfiado con todo el mundo; para él todo el mundo era su enemigo, nadie era bueno ni generoso con él. Ni siquiera sus hermanos, podía ver el miedo en sus ojos, si, le tenían miedo ¿por qué le tenían miedo? Necesitó mucha ayuda y comprensión para superar esa etapa de su vida. No fue nada fácil, durante toda su infancia había vivido prácticamente aislado del mundo, su padre, totalmente trastornado, estaba convencido de que era un monstruo... Kohaku había sufrido demasiado... ahora todo había pasado, ahora tenía una nueva familia, sus hermanos ya no le temían e incluso le demostraban cariño y se preocupaban por él, ahora tenía amigos, amigos estupendos como Nowaki, gente amable que apreciaban su compañía. Cuando más miedo tenía a enfrentarse al mundo encontró sonrisas sinceras que allanaban su camino, como la de Nowaki, como la de Akane, como la de Himeko... su dulce Himeko. La culpable, sin ella saberlo de todos sus desvelos. Y es que Himeko le gustaba, le gustaba y mucho, Himeko le gustó desde el primer día que la vio saliendo del despacho de la psicóloga, tan preciosa, tan perfecta y es que para Kohaku ella era perfecta, todo en ella le parecía perfecto, su pelo negro, sus ojos grises, su cara, su cuerpo, sus manos, su voz... estaba muy colado por ella y eso era una desgracia tremenda, no hay mayor desgracia que colarte por una chica que a su vez está colada por tu mejor amigo.
- ¡Mierda! - exclamó golpeando su almohada - ¿por qué tiene que ser ella? ¿por qué tiene que ser él?
Y a esas horas del amanecer la voz de Himeko inundaba todos sus pensamientos, su voz, dulce y tintineante como las campanillas, su voz pronunciando su nombre, imaginando como sonaría su nombre en sus labios mientras él la besaba, imaginando sus labios rozando esa piel que parecía tan suave... Y sin darse cuenta siempre terminaba imaginando que por fin la besaba, que podía abrazarla y...
- ¡Mierda! - volvía a golpear su almohada con los ojos llenos de lágrimas ¿por qué siempre tenía que pasarle lo mismo?
Porque además estaba Nowaki... él apreciaba mucho a Nowaki, era una persona sincera, un amigo de verdad, no se extrañaba que a Himeko le gustase, es más, si él hubiese sido una chica seguramente también le gustaría pero... ¿por qué Nowaki? El no se fijaba en ella, para él era solo una amiga, nunca había hecho nada, ni dicho nada que indicase otra cosa, a veces hasta le dolía ver lo torpe que podía llegar a ser, es que no se daba cuenta de nada ¿cómo podía ser tan despistado? ¿cómo no veía lo maravillosa que era esa chica? tan dulce, buena y generosa ¿cómo iba a terminar todo esto? Le importaba tanto que incluso había intentado que Nowaki se fijase en ella, llegó a pensar que sería capaz de conformarse con su facilidad... mentira, quería verla feliz pero eso no le satisfacía nada, aunque daba igual porque Nowaki nunca se enteraba de nada.
Al menos había conseguido ser su amigo e incluso que ella le contase algunos sueños y esperanzas y cuando la animaba diciéndole que cada vez la veía más decidida y que algún día sería capaz de declarar sus sentimientos a Nowaki los ojos de Himeko brillaban de ilusión... y él se sentía morir.
Junto a Himeko se apuntó a una terapia de grupo que propuso Sonomi, su psicóloga y a la vez madre de Nowaki: allí ambos contaban sus miedos y complejos, allí aprendieron a escucharse y comprenderse. Ahora que su hermana Karura y el primo de Himeko, Hizashi parecían empezar algún tipo de relación, ellos cuatro salían a menudo juntos y compartían muchos momentos a solas... pero solo había conseguido convertirse en su confidente, ella estaba tan ciega con respecto a él como Nowaki con respecto a ella... claro que él no quería asustarla o confundirla con sus sentimientos, no fuera a ser que se apartara de su lado.
Tratando de pensar en otra cosa, vino a su mente otra compañera: Akane ¿qué habría sido de ella en estos días sin instituto? ¿cómo llevaría su problema? Cada vez que se acordaba en el estado que terminó aquel día no podía evitar estremecerse, aquel miedo en sus ojos, aquella sumisión, aquella forma de aceptarse como si no valiese nada era espeluznante; sus gestos, sus miradas, su voz, su expresión corporal en general con sus hombros caídos... era horrible. Sentía una gran empatía por esa chica ¿quien lo iba a decir? se la veía siempre tan enérgica, tan al mando... Kohaku no pudo evitar que unas lágrimas escaparan de sus ojos, aquello le recordaba demasiado su propio dolor, sus propios fantasmas y la mejor manera de acabar con los fantasmas es enfrentarse a ellos. Si, lo había decidido, ayudaría a su compañera, dijo que lo haría y lo hará mañana... no, hoy mismo, el destino puso en su camino a Nowaki que fue un gran apoyo y ahora el destino le ponía a él en el camino de Akane para que devolviese el favor recibido. ¿Tenía su teléfono? No, quizás Karura o Karasu lo tengan o si no... podría ir a casa de Akira, si, eso era lo mejor, Akira estaba muy preocupado por ella, parecía que les unía un fuerte afecto, hablaría primero con él a ver como andaban las cosas.
Y fiel a su idea, aquel día después de comer se lo dijo a sus hermanos.
- Voy a salir.
- ¿Dónde vas? - preguntó Karura.
- Voy a ver a Shikamoto.
- ¿A Akira?
- Si, quiero hablar con él.
- ¿A estas horas? - repuso Karasu - Yo seguramente le vea esta tarde, ven conmigo.
- No. Es un tema personal.
- ¿Un tema personal? - se miraron perplejos Karura y Karasu mientras él se marchaba.
Akira terminaba de recoger la cocina, hoy le tocaba a él, cuando oyó el timbre. No se preocupó mucho, a esas horas sería alguna amiga de Chiharu.
- Akira - dijo su madre entrando - Un chico pregunta por ti.
- ¿Un chico?
- Dice que es un compañero, venga, atiéndele, ya termino yo.
- Pues gracias.
Cuando llegó al salón encontró a Chiharu mirando embobada a Kohaku.
- Chiharu por favor, no agobies a Kohaku.
- Hola Akira - saludó Kohaku - Espero no molestar.
- No, para nada. Chiharu gracias, ya le atiendo yo ¿Qué te trae por aquí? ¿Te puedo ayudar en algo?
- Kohaku-kun - decía Chiharu mientras se marchaba - Si necesitas algo llamame ¿vale? Adiós estúpido - le sacó la lengua a su hermano.
- Adiós simpática - le respondió Akira - Anda vamos al jardín, estaremos mas tranquilos.
- ¿Quieres algo Kohaku? - Chiharu volvió a entrar - ¿Un té? ¿Un abrazo?
- Un té estaría bien, gracias.
- Voy a preparártelo.
- Quizás debería haber llamado antes de venir - habló Kohaku - Lo he hecho sin pensar, la verdad no suelo hacer las cosas tan espontáneamente.
- Pues tu dirás en que puedo ayudarte.
Caminaron por el jardín hasta sentarse en un banco de piedra.
- Es por Akane, me preguntaba como le iría.
- Bueno, la verdad no se que decirte porque no se que es exactamente lo normal en estos casos.
- ¿Se ha tranquilizado?
- No ha vuelto a ponerse como aquel día, si es a eso a lo que te refieres.
- ¿Habla del tema?
- No, para nada.
- Entonces tampoco llorará.
- Tampoco.
- ¿Y cómo se desahoga?
- Matando dragones y salvando princesas en peligro... es algo desconcertante.
- ¿Ha perdido el sentido de la realidad?
- No, tan pirada no está.
- Akira he visto cosas muy raras. Estuve dos años internado en un psiquiátrico, no sabes la de gente que he tratado, no creas que me voy a asustar.
- Tu si que lo has pasado mal ¿verdad?
- No creas, si lo he pasado mal pero no hace falta algo horrible para traumatizarte ¿Y como está Ryuko? También parecía muy afectada.
- No parece mal. Ha venido su caballero andante a protegerla. Todo es absurdo Kohaku, de pronto el mundo se ha vuelto loco y nada tiene sentido.
- Estás empezando a preocuparme.
- Es que todo me supera. Oye, fue increíble como controlaste la situación, ahora lo que pienso... eso de la ropa interior fue tremendo ¿cómo se te ocurrió?
- Quería que vieras como se la podía dominar, estaba en un estado de shock tremendo, necesitaba alguien que la dominase, era lo que esperaba, a lo que seguramente está acostumbrada, a hacer lo que le ordenan.
- Realmente la mente humana es muy compleja.
- Mucho.
- Voy a llevarla unos días de acampada, bueno, quiero decir que vamos a ir juntos con Kyojin y Ryuko ¿te gustaría venir?
- ¿Me invitas?
- Si ¿no te gustaría? Bueno, tampoco quiero que te sientas obligado.
- No, si me parece una idea genial pero ¿como encajo con vosotros cuatro?
- Kohaku-kun te traigo el té - dijo Chiharu cortando la conversación de los chicos - Espero que te guste.
- Gracias
- Querido hermano, he oído lo de la acampada ¿has pedido permiso a papá?
- Si, ya lo he hecho, pesada.
- ¿Puedo ir yo también?
- ¿Por qué ibas a querer ir con tu hermano?
- Porque aquí me aburro. Prometo que no te molestaremos.
- ¿Molestaremos? ¿Quienes?
- No se, alguien vendrá conmigo, así podremos perdernos y dejaron en paz, anda si que si, si no lo dices se lo diré a papá y ya sabes que a mi no me niega nada.
- Caprichosa...
- Estupendo, voy a decírselo a mamá.
- Kohaku no ha dicho que vaya a venir aún y déjanos, es un tema privado.
- ¡Pero que aburrido eres! En fin, hasta luego Kohaku.
- Hasta luego.
- ¿Que dices, Kohaku? ¿Vendrás? Creo que es una oportunidad estupenda. Kohaku yo quiero ayudarla y no puedo, quizá tu eres capaz de hacerla razonar.
- Creo que esa chica te importa mucho, más de lo que haces creer.
- He descubierto que es lo que más me importa, patético ¿verdad?
- Para nada, el amor no es algo que se pueda controlar ¿o acaso te da miedo haberte enamorado de una chica con sus problemas?
- No, eso no me da miedo, lo que me da miedo es no estar a la altura, no protegerla, no saber demostrarle que pase lo que pase estaré a su lado, que juntos superaremos todo... Kohaku, quiero ayudarla y no puedo... a lo mejor tu eres capaz de hacerla regresar.
- ¿Regresar?
- No se si debería decirte esto... bah... olvídalo.
- ¿No me digas que se evade de la realidad?
- Pues si... más o menos. Pero déjalo, son sus cosas y yo no debo andar chismorreando, además bastante tienes tú con tus problemas. Lamento querer involucrarte en esto.
- Siempre he querido hacer algo por alguien, sentirme útil, ayudar a alguien como yo, decirle "no tengas miedo, aunque el túnel parezca largo y oscuro te aseguro que el final hay una salida", cosas como esa y "coge mi mano, te ayudaré a caminar" esas cosas que yo quería oía y que agradecí tanto, supongo que se llama "devolver el favor".
- Pero cuando se es tan cabezota como Akane lo mismo aparta tu mano de un manotazo.
- No creas, la amabilidad se agradece.
- Uy ella no, ella tiene que hacerlo todo sola, por eso ahora se ayuda ella solita.
- ¿No quiere la ayuda de nadie?
- Ya te digo que se ayuda sola.
- ¿No será que se ha creado un personaje imaginario que la ayuda?
Akira sonrió amargamente.
- Si... se ha creado a si misma, ni para eso quiere la ayuda de nadie.
- ¿Ha desarrollado otra personalidad?
Akira le miró totalmente sorprendido.
- ¿Tu ves eso normal?
- Si, más de lo que imaginas, se suele crear para huir de la realidad ¿ha hecho eso?
- Yo... no debía hablar de cosas que no son mías.
- Pero si son tuyas porque te afectan, puede que sea su problema pero a ti te está haciendo daño ¿y quien te ayuda a ti? ¿Por qué no hablas conmigo? Hablar de ayudará.
Akira no quería llorar pero todo le estaba superando, era cierto que no podía ya mas con esa angustia, por ese sentimiento de sentirse inútil y no saber que hacer.
- Puedes llorar si quieres, pero a lo mejor prefieres hacerlo a solar, quizás te estoy molestando.
- No... no es eso.
- No tenía que haber venido, lo siento - dijo a la vez que se levantaba, Akira le sujetó una mano.
- No te vayas... tienes razón pero es que no creo que contarte mi patética vida sea agradable.
- Desde aquel día que te emborrachaste porque la habías perdido me caíste bien. A veces yo también he sentido ganas de emborracharme. Créeme que lo que me digas no va a salir de entre nosotros.
- Kohaku... si una persona crea otra personalidad tu crees que ¿está muy tarada?
- Más bien solo asuntada ¿lo ha hecho?
- Se llama Ayesa - respondió suspirando - o así se hace llamar y me amarga la vida aún mas que Akane.
- ¿Se ha puesto nombre?
- Es otra persona, te lo aseguro, cuando está ella no encuentro a Akane por ningún sitio, me supera, todos actúan tan normal y yo... todos dicen que cuando Akane regrese estará mejor pero yo no soporto esta situación.
- Entiendo por lo que dices que ya le pasaba antes.
- Por lo visto la creó hace unos años, ahora ha vuelto, dicen que ayuda a Akane pero yo creo que lo único que quiere es torturarme.
- ¿Se lo has dicho a Akemi?
- No he tenido tiempo ¿es importante, verdad?
- Hombre pues si, ella no quiere enfrentarse a la realidad por eso ha creado un "yo" alternativo, para que resuelva sus problemas la otra.
- Entonces ¿es malo que exista?
- ¿Quienes lo saben?
- Jisei, Ryuko y Shibi, bueno y ahora Kyojin y Sumire, que no se entera de nada ni sabe porqué pero está encantada con eso de tener una amiga tarada. Por lo visto los padres de Jisei la llevaron de pequeña al psicólogo.
- ¿Y que pasó?
- No lo se... Ayesa desapareció.
- Yo me cree un amigo imaginario con el que hablar y que me escuchara. Eso es porque no está contenta con su forma de ser o no se siente del todo segura de si misma.
- Es porque está trastornada, eso no es normal ni lógico lo mires por donde lo mires.
- Hay gente que suele desarrollar una doble vida completa, otros amigos, otro trabajo, otra familia incluso ¿se conocen las dos?
- Pues no lo se. Ayesa si conoce a Akane pero por lo visto Akane cree que Ayesa es un sueño o algo así.
- ¿Y Ayesa trata mal a Akane? ¿la tiene manía o algo?
- En principio no parece, reconoce incluso que no es la original ¡pero hace unas cosas!
- ¿Que Akane no haría nunca?
- Exacto.
- Es su forma de diferenciarse, de ser original.
- Pues a mi me toca bastante las narices.
Estuvieron charlando largo rato, nunca habían hablado tanto tiempo, ninguno de los dos era demasiado hablador, a Kohaku le costaba sociabilizarse y Akira era demasiado perezoso como para iniciar ninguna conversación con un chico con el que parecía tener tan poco en común. Pero de pronto descubrieron que si tenían cosas en común y más de lo que se imaginaban. Kohaku propuso ir al club social al que pertenecía a tomar algo y Akira, que deseaba despejar su mente un poco y sacarla de la rutina, aceptó.
Cuando llegaron a la terraza el bar del club vieron allí sentados alrededor de una mesa a Hizashi, Karura, Himeko y Nowaki tomando unos refrescos. Nowaki fue el primero en verlos y, típico e él, se levantó y comenzó a gritar moviendo los brazos.
- ¡Kohaku! ¡Aki! ¡Aquí, aquí!
Mientras se acercaban Nowaki buscó dos sillas para agregarlas al grupo y que se sentaran. Como siempre que veía a Himeko por sorpresa, Kohaku sintió un vuelco en su corazón, le alegraba verdad pero ¿que hacía allí Nowaki?
- ¡Que sorpresa! ¿Que hacéis aquí? - preguntaba Nowaki.
- Hola a todos - saludó Kohaku - Veníamos a tomar algo.
- Como nosotros - agregó Karura.
- Fui a buscarte a tu casa, Kohaku - decía Nowaki - Y no estabas.
- Es que tenía que hablar algo con Akira.
- ¿Secretitos, eh? ¿Me tengo que mosquear con vosotros dos? ¿Y como es que vienes aquí, Akira? Sospechoso, muy sospechoso.
- Ahg... no empieces a fantasear, pesado - se quejó Akira.
- Ya, ya, muy amiguetes os estáis haciendo, aquí va a haber algo escondido ¡vaya que si!
- Tu cerebro Nowaki - dijo con tono aburrido Akira - Lo tienes metido en un cajón de tu casa.
- No digas esas cosas, Nowaki - habló con su vocecilla dulce y miedosa Himeko - Eso suena raro.
- ¿Y tu que haces aquí? - le preguntó ahora Akira - ¿Cómo no estás con Momoka o Kamui?
- No siempre estoy con ellos, tengo otros amigos.
- Vale, vale, relájate.
- Por cierto Akira - continuó Nowaki acercándose a él - Estoy pensando en ir a esa acampada vuestra.
- ¿No vas a ir a la playa con Kamui?
- ¡Y dale! ¡Yo no estoy enamorado de Kamui!
- ¿Quien ha dicho que estés enamorado?
- El que se pica, ajos come - rió Karura.
- Yo no me pico, a mi me gusta Momoka ¿sabes?
- Si Nowaki - dijo Hizashi - Todos lo sabemos.
- Quiero ir a esa acampada con vosotros, es más, es que tengo que ir porque tu hermanita ha invitado a la mía y la mía es una cabeza hueca.
- Pues si que se ha dado prisa Chiharu en invitar a alguien - se quejó Akira.
- Quiero ir - habló en voz alta Nowaki levantándose y acercando aún más su cara a la de Akira.
- Si, si, si, ven si quieres pero no me agobies.
- ¿Y quienes vamos a ir?
- Parece ser que tu, Kyojin, Ryuko, Akane, mi hermana, tu hermana, yo y Kohaku si se decide a venir ¿que dices?
- ¿Invitas a Kohaku y yo he tenido que suplicarte? ¿Yo, tu amigo de la infancia? Ya sabía yo que entre vosotros hay algo.
- ¡Ahg! No grites tanto. Oye Hizashi ¿a ti te ha dicho Kamui lo de su casa del lago?
- Si, Shibi me lo dijo y después yo le llamé.
- ¿Y te parece bien?
- Me parece raro.
- ¿Vas a ir?
- Por supuesto, no me fío de esos niños. Además si yo no voy mi tío no dejará ir a Kotoko.
- ¿Y vosotros? - preguntó Nowaki mirando a Karura y Himeko - ¿Os han dicho algo?
- Momoka me llamó - contestó Himeko - Dice que Kamui nos invita a su casa de la playa.
- Vaya, últimamente Kamui está muy dadivoso - comentó Karura.
- ¿Y vas a ir?
- No... no lo creo oportuno, si Hizashi y Kotoko van a su casa del lago pues... seria abusar de su generosidad.
- No creas que es tan generoso - advirtió Akira con bastante tono de sarcasmo.
- Entonces Himeko, tú ven con nosotros de acampada ¡vaya que si!
- ¿Con... con vosotros?
- Claro, nos lo pasaremos genial, yo se hacer un curry delicioso y dicen que hay un río, a lo mejor nos podemos bañas ¿que dices, eh? ¡anímate!
- No... no se.
Himeko retiró la vista, se sentía muy nerviosa y sofocada, un calor horrible estaba invadiendo su cara y su pecho, el corazón le latía muy deprisa, la visión empezaba a nublarsele... eso solo podía significar que estaba a punto de desmayarse.
- ¿Te encuentras bien, Himeko? - le dijo Nowaki - Estás como sofocada.
- ¿Te acompaño al servicio? - le propuso Karura.
- Si, gracias Karura.
Las dos se levantaron, Karura la cogió del brazo, al girarse ambas se quedaron boquiabiertas.
- ¡Anda, mira que cosa! - exclamó Karura mirando de reojo a Akira.
- Son Kamui y Akane - añadió Himeko - Están allí, en una pista de tenis,
En efecto, en una de las pistas se veía a Kamui y Akane jugando al tenis o al menos intentarlo porque, con red, a Akane no se le daba bastante bien.
- ¿Tú sabías algo de esto, Akira? - interrogó Karura.
- Algo había oído de que tenían una cita, lo que no esperaba es que corriesen tanto.
- ¿Una cita? - gritó Nowaki - Pero si se supone que tiene que salir con Momoka.
- ¿Tiene que salir con Momoka? - ironizó Karura - ¿A la fuerza?
- Pues ya vez Nowaki - sonrió Akira - Lo mismo juega a dos bandas.
- Pero ha invitado a Momoka a la playa.
- Y a ella a la montaña, al pié de un lago - el tono de Akira se notaba claramente sarcástico.
- Este Kamui es un listo - comentó Kohaku.
- ¿Y ellas lo saben? - preguntó Himeko sentándose de nuevo.
- Momoka está en su mundo y solo ve lo que quiere - respondió Akira.
- ¿Y Akane?
- Vete tu a saber, creo que fue ella la que le dijo que saliera con Momoka, así que supongo que lo sabe.
- Pe... pero no es seguro que sea una cita - comentó Himeko - A lo mejor solo es para jugar.
- A lo mejor le da clases de tenis - apuntó Hizashi - No tenemos porqué pensar mal.
En vista de los problemas que Akane tenía para que la pelota traspasara la red, Kamui se había dirigido a su lado situándose a su espalda, bastante pegado a ella, poniendo una mano encima de la que sujetaba la raquela y la otra en la cadera, guiándola con su cuerpo el movimiento que debía realizar.
- ¿Le está metiendo mano? - volvió a gritar Nowaki.
- Se supone que le está enseñando como moverse - aclaró Hizashi.
- Si... bueno... algo le está enseñando - comentó Karura sentándose también.
- Se aprovecha un poco ¿no? - añadía Kohaku.
- Fíjate que parecía tonto - continuaba Karura - Aki, tendrías que hacer algo, este tío va al trapo.
- No penséis mal, solo la está enseñando - dijo Himeko evitando seguir mirando.
Pero para su asombro, Kamui se separó un poco de ella y antes de volver a su sitio en la pista le dio un pequeño besito.
Todos dejaron de mirar bastante aturdidos.
- Creo que no hemos visto nada - dijo Hizashi.
- No se si ella aprende algo pero él lo hace muy rápido - dijo cínicamente Akira mientras sacaba su paquete de tabaco, le daba un golpecito haciendo que uno de los cigarrillos sobresaliera y lo cogió con los labios, dejando el paquete encima de la mesa.
Karura puso su mano encima de una de las de Akira apretándosela y regalándole una sonrisa amable.
- ¿Os importa que fue? - preguntó el chico y antes de que contestaran ya estaba encendiendo el cigarro.
- Oye Akira - dijo Nowaki rompiendo un silencio incómodo que se había formado - ¿Tú sabes si Akane se droga?
- Nowaki por favor no digas sandeces - le gruñó Karura.

0 comentarios: