sábado, 3 de diciembre de 2011

98. Sospechas y obviedades

- Dice Karura que por lo visto a Karasu le ha surgido un imprevisto - decía Sumire juntándose en el grupo que habían formado Xu-Xu, Ryuko, Jisei y Akane al finalizar la primera clase.
- ¿Un accidente? - se asustó Ryuko.
- No, otra cosa, no se el que, pero no es un accidente.
- Como Nanao ha estado hablando con ellos - indicó Ryuko refiriéndose a Kohaku y Karura - me había preocupado.
- Ah pues no, no le ha pasado nada grave.
- Inari no va a venir a clase hoy - comentaba distraída Jisei - ¿Quien la dará?
- ¿Cómo que Inari no va a venir hoy? - casi gritó Sumire - ¿Y tú por qué lo sabes?
- Está en el hospital, le han operado de apendicitis.
- ¿Y como lo sabes? - preguntó con malicia Akane.
- Porque lo se - contestó Jisei mirándola de reojo.
- ¡Eres una bruja! - exclamó Sumire - ¡Realmente eres una bruja! ¡Sabes lo que va a pasar y todo!
- ¿Lo has visto en tus sueños? - añadió Xu-Xu.
- Si, seguro que estaba soñando - replicó con ironía Akane.
- No, no lo he visto en sueños.
- ¿Comemos juntas? - propuso de imprevisto Ryuko.
- Pues claro - respondió Sumire.
- Pero nosotras solas, las cinco chicas solas, sin chicos.
- ¡Una reunión de chicas! - se alegró Sumire - Si, hace mucho que no hablamos las cinco de nuestras cositas.
Mientras, Akira se acercaba a la mesa de Momoka que, parecía absorta mirando por la ventana.
- ¿Momoka?
- ¿Eh? ¡Ah! Akira... es que estaba distraída ¿Te pasa algo?
- ¿A mi? No, a mi no.
- ¿De verdad?
Akira frunció el ceño, realmente no comprendía nada de lo que decía Momoka.
- ¿Estás bien? - preguntó la chica.
- ¿Por qué me preguntas eso?
- Por Kamui - dijo señalándole con los ojos - Te fastidia bastante.
Akira miró extrañado a Kamui que estaba en su posición habitual, con los codos apoyados en la mesa y las manos entrelazadas delante de la boca y después miró a Momoka de nuevo.
- Si de digo la verdad es bastante fastidioso.
- Está muy encaprichado con Akane. No se te ocurra mentirme, no soy tan débil como algunos piensan.
- Tampoco pretendo mentirte...
- Solo no decírmelo todo. No te preocupes, me he llevado un buen bofetón al darme cuenta pero me ha venido bien, ahora veo las cosas mucho mas claras.
- Te lo has tomado muy bien.
- No me queda otra ¿no crees? - Los ojos de Momoka se llenaron de lágrimas y miró disimuladamente hacia otro lado - Bueno, dime ¿que querías?
- Pues mira ahora no se si es buen momento para decírtelo.
- No digas tonterías. Yo estoy perfectamente ¿Que quieres? ¿Quieres que le diga que deje en paz a Akane?
- No, por Akane no te preocupes. Es otra persona la que me preocupa.
Momoka le miró alarmada.
- ¿Yuri? - Akira asintió con la cabeza - ¿Que pasa con Yuri?
- Me gustaría que hablásemos un poco mas tranquilos ¿Te apetece que comamos juntos?
- Claro. Oye, le dije a Nowaki lo que le pasaba, yo sola no podía...
- Sabía que lo harías, has hecho muy bien. Dile que coma con nosotros entonces, él también debería saberlo.
Y así fue pasando la mañana, Momoka entre intrigada por saber que quería contarle Akira y la decepción que sentía por Kamui y Jisei preocupada por Inari y por como estaría después de la operación.
Y llegó la hora de la comida.
- Kyojin - le dijo Ryuko mientras iban por el pasillo - ¿Te importa que comamos hoy las chicas solas?
- ¿Reunión solo para chicas?
- Si, algo así.
- Pues claro que no me importa ¿Por qué iba a importarme?
- No se, porque pienses que te quiero apartar o algo.
- Ryuko, yo se lo importante que son tus amigas para ti y me parece genial que queráis tener esos momentos solo para vosotras, es más, te voy a decir una cosa: no te apartes de tus amigas por mí, ni las desatiendas, porque si algo pasase y yo te fallase serán ellas las que te escucharán y aguantarán tus lágrimas.
Ryuko le miró con admiración, aquella frase había sido preciosa o al menos a ella la había conmovido ¿por qué había personas que no veían la gran persona que era Kyojin?
- Kyojin - dijo de pronto Jisei, caminando justo detrás de él - Tú eres más grande que los otros chicos porque tienes que tener el pecho más grande para que te coja todo ese corazón que tienes.
- ¡Ala! - rió Kyojin - ¡Que exageración!
Las chicas se alejaron de ellos al llegar a la zona donde solían comer y Akira le miró arqueando una ceja.
- Mira como la bolita sabe hacerse en interesante delante de las chicas.
- ¿Tú también lo has oído?... Era una tontería que se me ocurrió.
- Pues parece que la tontería funciona. Anda, vamos con Momoka y Nowaki.
- ¿Vamos a comer con Momoka y Nowaki?
- Si, hace mucho que no hablo con Nowaki y echo de menos sus tonterías.
- Dicen que Nowaki está saliendo con Xu-Xu.
- Eso dicen.
- ¿Es por eso? ¿Te preocupa Xu-Xu?
- No, Nowaki es un gran tipo ¿Por qué iba a preocuparme?
De camino a donde estaban sus compañeros Kyojin miraba a Akira de hito en hito.
- ¿Que me miras tanto? - se quejó el chico.
- No, yo... ¿Akira estás bien? ¿Te preocupa lo de Yuri, verdad?
Akira no contestó, se limitó a mirarle con su habitual gesto aburrido.
- Akira yo te conozco, pareces normal pero hay algo en ti distinto.
- Pues supongo que si, a ti no te puedo engañar.
- Lo sabía, sabía que pasaba algo ¿Que es lo que sabes de Yuri?
Los pocos metros que los separaban de Momoka y Nowaki fueron suficientes para explicarle a Kyojin lo de las pastillas. Llegaron a una de las mesas donde estaban sus compañeros y se sentaron con ellos. Después de unas cuantas bromas y tonterías de Nowaki, Momoka fue directamente al asunto.
- ¿Que querías contarnos, Akira?
Akira relató el incidente que habían tenido esa mañana y como vieron a Taro hablando con Yuri.
- ¿Tu crees que quiere venderle algo? - preguntó muy serio Nowaki.
- No, lo que yo creo es que Yuri le ha pedido que le consiga pastillas o lo que sea - contestó Akira - Y la culpa es mía.
- No Akira - rebatió Momoka - No digas eso, la culpa no es tuya, la culpa es de... esa necesidad de ser... perfecta.
- Metí la pata, debía convencerla de que no debía tomar ninguna clase de pastillas... ¡mierda! pensé que si le daba esas hierbas diciendo que eran pastillas se quedaría contenta y... tenía que haberla convencido de que las pastillas no eran ninguna solución.
- No lo hubieras conseguido - habló Nowaki - No hubieras conseguido nada, si acaso adelantar lo que ha hecho ahora.
- Yuri es muy cabezota - añadió Kyojin - Si quería esas pastillas las hubiera conseguido como fuera.
- No me puedo creer que pase esto - se lamentaba Kyojin - Otra vez no ¿Y cómo no me he dado cuenta? Sabía que estaba más delgada pero no pensé... no quería pensarlo...
- Nadie queremos pensarlo, no podemos creérnoslo - hablaba Momoka - Hasta que es demasiado tarde.
- No pasa nada - sonrió forzadamente Nowaki - No es culpa vuestra, ni de nadie, vosotros no sabéis lo que es tener ese problema... no sabéis lo que en realidad sufren - momentáneamente borró su sonrisa pero al instante la recuperó - Lo importante es que ahora lo sabemos y podemos intentar hacer algo.
- ¿El qué? - inquirió Momoka llorosa - Yuri nos necesita y no sabemos como ayudarla, además, no va a querer nuestra ayuda, va a decir que nos estamos metiendo donde no nos importa.
- Pues la ayudaremos de todas formas, aunque no quiera. No voy a dejar que Ana me robe una amiga, eso os lo aseguro, si Ana es tramposa y retorcida yo lo seré aún más.
- Nowaki... - Momoka le miró llena de asombro.
- No voy a quedarme quieto viendo como se la lleva, para cabezota ya estoy yo y si tengo que pegarme a ella todo el día lo haré.
Akane enseñaba a sus amigas la pequeña figura tallada en madera que le había regalado Akira.
- ¡Que bonita! - exclamaba Sumire - ¿Te crees que si yo le pido una me la hará?
- Prueba a ver.
- Seguro que te va a traer mucha suerte - indicó Jisei - Está cargada de energía positiva. Te la ha regalado con el corazón.
- Que cursi eres - replicó Akane.
- Y tú que tonta - respondió Jisei - ¿Sabes ya dónde le vas a llevar en vuestra cita romántica?
- No es una cita romántica, es solo una cita.
- Ya, lo que tú digas.
- Y si, si se dónde le voy a llevar.
- ¿Dónde? - preguntaron casi al unísono Ryuko, Sumire y Xu-Xu.
- Ah, no lo pienso decir, es se-cre-to.
Las tres chicas insistieron en que tenía que decírselo pero Akane se mantenía firme en su decisión.
- Dejarla - habló Jisei - Lo mismo quiere llevarle a su cama... digo para variar, no me mires como si me fueras a matar, lo digo porque como tu te metes en la suya todos los días... así cambiáis.
- Mira, no voy ni a contestarte. Anda, cuéntanos porqué sabías lo de Inari.
- Eso, eso - apremió Sumire - ¿Que es lo que pasa?
- Pero necesito que sea un secreto y no se lo contéis a nadie.
- ¡Prometido! - dijo Sumire poniendo una de sus manos donde debería estar su corazón y levantando la otra - Vamos Xu-Xu, promételo.
- Jisei sabe que yo no voy largando cosas de los demás.
- Es muy importante que no contéis nada ¿eh?
- Que si, pesada - se quejó Akane - Suéltalo de una vez.
- Es que ayer... fui yo quien acompañó a Inari al hospital.
- ¿Estabas con Inari? - gritó alarmada Sumire - ¿Es que te lo montas con él?
- No, no, no, no es eso... es que...
- Inari es amigo de la familia de Jisei - terminó la frase Akane - Si no pasa nada Jisei, son nuestras amigas, no pasa nada.
- Claro que no pasa nada - añadió Ryuko - Y no entiendo porqué tanto misterio.
- Es porque se podía pensar que tiene preferencias o... algo peor - respondió Xu-Xu - ¿A que si?
- ¿Eres amiga de una profesor? Que fuerte - comentó Sumire.
- ¿Desde cuando es amigo de tu familia? - se interesó Xu-Xu.
- Es que es amigo de mi hermano, pero por favor, no comentéis nada a nadie.
- Pues no lo entiendo - protestó Sumire - No entiendo que hay de malo en que sea amigo de tu hermano, la gente tiene derecho a ser amigo de quien quiera, no vas a ir preguntando quienes son sus familiares.
- Es que... digamos que siempre hay gente dispuesta a hablar más de la cuenta.
- Pues sigo sin entender.
- Es igual.
- El problema no es ese ¿Por qué no lo dices claramente? - rió Akane - Te gusta Inari y yo lo entiendo, está como un queso.
- Y a ti te gusta Akira y tampoco nosotras te decimos nada.
- A mi no me gusta Akira.
- Claro, claro, lo que tú digas.
- Un momento, un momento - intervino Ryuko - Antes de que os enfrasquéis en una absurda discusión sin sentido ¿Podéis ayudarme?
- Claro - contestó Xu-Xu.
- ¿Que te pasa? - se interesó Akane.
- Es que veréis yo... en fin es que Kyojin y yo... vamos que nosotros... que creo que no lo estamos haciendo bien.
- ¿El que? - preguntó Sumire.
- Es que nosotros nos besamos pero... yo creo que él espera más de mí.
- ¿Más? - se extrañó Sumire.
- Si, es que yo creo que debería lanzarme más, no se.
- No me digas que Kyojin te ha propuesto tener sexo porque no me lo creo - apuntó Xu-Xu.
- No, no, por favor, no.
- Ah, ya decía yo porque vamos, me dices que ha echo eso y toda la imagen que tengo de él se iría a la mierda.
- Y yo le corto las pelotas - añadió Akane.
- Que bruta eres, Akane - habló Sumire.
- Esas cosas no se piden, surgen cuando uno está listo, un chico que lo pide no es muy caballeroso.
- Y más aún si lo exige - continuó Jisei - Porque hay algunos que insisten hasta el aburrimiento, prácticamente lo exigen.
- Y a veces te chantajean diciendo que si no lo haces es porque no lo quieres de verdad - añadió Xu-Xu.
- ¿Si? - repuso extrañadísima Sumire - ¿Y eso es malo?
- Eso es lo peor - contestó Akane - Esas cosas no se pueden exigir... nunca.
- Te coaccionan - explicó Jisei - A veces te hablan, te insisten, te convencen y eso es casi como violarte... si tu no estás totalmente decidida es una violación de tus principios.
- No he entendido nada de lo que dices - dijo Sumire - Pero suenas convincente.
- Pero siempre estamos hablando en el caso como el de Ryuko, no de otros, no por ejemplo en el caso de que te enrolles con un chico al que acabas de conocer o con el que te has encaprichado, eso es otro tema - apuntó Akane.
- Entonces ¿Que tengo que hacer? - insistió Ryuko.
- No se - habló Akane - ¿En que fase estáis? ¿Hasta donde habéis llegado?
- A ninguna fase. Solo nos besamos y... poco.
- ¿Y él te insinúa que quiere más? - se interesó Jisei.
- No... él siempre es muy... cuidadoso.
- ¿Eso es bueno? - preguntó Sumire.
- Si tú quieres que haya algo más, insinúaselo o házselo saber - habló Xu-Xu.
- ¿Eso no sería como violarle a él? - indicó Sumire con toda la naturalidad innata en ella, sus compañeras rieron.
- Mira, te lo voy a explicar - intervino Jisei - Si un día Akane y Akira empiezan a besarse y llevados por el subidón del momento cada vez fueran a más y terminaran haciéndolo eso no sería malo, si Akira se pone como una moto y se le van las manos es hasta comprensible o si le pasa a Akane, eso no está mal, lo que estaría mal es que Akira quisiese ir a mas y Akane no y el insistiera y ella volviese a decir que no porque tiene dudas y él...
- ¿Se puede saber porqué me pones a mi de ejemplo y encima con el Bambi? - gritó Akane.
- Bueno pues, imagínate que está con Kamui. El chico se pone romanticón y consigue robarle un beso y entonces se emociona y quiere más y...
- Vale, vale - la cortó Sumire - Creo que ya lo capto... jo, a mi no me pasan esas cosas ¿A vosotras os pasan mucho? Ah, no me contestéis, seguro que me deprimís, debo ser la chica mas rara del mundo, ni siquiera han intentado nunca besarme ¿Me olerá el aliento?... es igual. Yo digo, Ryuko que si tu crees que él quiere algo más y tu estas dispuesta pues que lo hagas tu, quizás Kyojin, como le gustas tanto, tiene miedo a ofenderte o a que te enfades.
- En eso tiene razón Sumire - añadió Xu-Xu - Todos sabemos como es Kyojin, a lo mejor está mas confundido aún que tu.
- El caso es... - interrumpió Akane - ¿El ha insinuado algo con gestos o su forma de comportarse? O sea ¿Que te hace suponer a ti que quiere más?
- Nada - respondió Jisei - Kyojin está muy contento como está, es ella la que tiene miedo a que piense de ella que es una sosa o algo así ¿A que si?
- Pues si.
- Mira, no fuerces las cosas, ni lo pienses más. Lo que tenga que pasar, pasará... es como Akane y Akira, algún día pasará y ninguno se lo habrá planteado.
- ¿Quieres dejar de meterte conmigo? Mira que yo puedo contraatacar y lo sabes... Pero tienes razón - dijo mirando de nuevo el ciervo de madera - Las cosas deben pasar sin forzarlas...
- Pues como estos no lo fuercen, con lo tímidos que son los dos, dejarán de ser vírgenes a los 30 - bromeó Xu-Xu.
- Bueno ¿Y tú que tal con Nowaki? - miró ahora Akane con una gran sonrisa - ¿Cómo ha sido lo vuestro?
- Eso, eso - recalcó Sumire - ¿Ha sido un flechazo o qué?
- Sumire, si ya te lo conté por teléfono, lo nuestro es otra cosa.
- ¿Pero te gusta o no? - insistió Sumire - Nowaki es muy mono y es tan simpático como Kenshi... es como un Kenshi rubito, no me extraña que te guste.
- Antes de que empecéis a desvariar, creo que os lo voy a contar todo desde el principio...
Al terminar la jornada escolar, Akane, antes de regresar a su casa, pasó por el periódico, tenía que ir ordenándolo todo y dejarlo organizado porque dentro de poco debería abandonarlo.
Y justo en la puerta del periódico se encontró con Akira.
- ¿Qué haces aquí? - le preguntó.
- Esperarte.
- ¿A mi? ¿No tienes que ir al club de ajedrez?
- Si, pero me imaginé que pasarías por aquí.
- Es que quiero recoger unas cosas.
- Te duele abandonarlo ¿eh?
- Bastante.
- ¿Y quien se va a encargar de la redacción si tu no estás?
- No lo se. Tengo que encontrar a alguien, si no... supongo que lo cerrarán.
- ¿Y cómo vas a encontrar a ese "alguien"?
- No lo se... ay no se nada, tengo demasiadas cosas en la cabeza y no puedo pensar. Anda, ve a tu club o llegarás tarde.
- De acuerdo. No te olvides que pasaré por casa de tu madre para recogerte y llevarte al trabajo.
- No hace falta, ya se ir, no tienes que molestarte.
- No es molestia, quiero hacerlo, es tu primer día, te daré apoyo moral.
Karasu, caminando en silencio al lado de Ringo la acompañaba hasta su casa.
- Bien, aquí es - dijo Ringo parándose frente a una casa unifamiliar - No hacía falta que me acompañases, ya te lo dije.
- Se me ha dicho que eres mi responsabilidad y que debo cuidarte.
- Te lo tomas todo demasiado en serio. No creo que la psicóloga se refiriese a que malgastes tu tiempo conmigo.
- Con mi tiempo yo hago lo que me da la gana, no es porque me lo haya dicho nadie.
- De verdad, no hace falta que te molestes tanto - Ringo parecía impaciente y nerviosa.
- Estás vivo por mi culpa, según parece, he arruinado tu vida obligándote a vivir cuando tú no lo deseabas.
- Tampoco tienes que tomártelo tan enserio, es algo teórico.
- La psicóloga lo ha dicho muy claro: es culpa mía, por eso ahora tengo que ir a esas sesiones contigo.
- Lo lamento.
- No lo lamentes, seguro que aprenderé algo, no comprendo muy bien las razones de la psicóloga pero aprovecharé lo que hagamos.
- Ahora no solo mi vida es una mierda si no que he arruinado la tuya.
Karasu la miró a los ojos, Ringo tenía una mirada muy triste, eso era algo que intrigaba mucho a Karasu ¿por qué siempre tenía esa mirada? ¿Tan terrible era su vida para querer terminar con ella? Karasu no comprendía que podía llevar a una persona a querer acabar con todo en lugar de intentar cambiar lo que fuera.
- A todo esto ¿sabes que no nos hemos presentado? Me llamo Akasagan, Karasu Akasagan, encantado.
- Ah, yo me llamo Hoshinagi, Ringo Hoshinagi.
- Un nombre muy bonito ¿Lo escribes con el kanji de "manzana"?
- Pues si, es que las manzanas me gustan mucho.
- A mi también - sonrió - Ya tenemos algo en común.
- ¿Tu con que kanji escribes tu nombre?
- Con el de "cuervo" ¿Sabes que a los cuervos les gustan las manzanas? Tendrás que tener cuidado por si te picoteo.
Ringo sonrió, fue una sonrisa muy leve pero sonrisa al fin y al cabo, era la primera vez que Karasu la veía sonreír y le pareció que tenía una sonrisa muy bonita ¿por qué se empeñaría tanto en esconderla?
- Tu familia estará preocupada por ti.
- Seguro que piensan que me he querido librar de las clases.
- ¿Que edad tienes?
- 19 ¿Y tú?
- También 19.
- Mira, otra cosa en común ¿Vas a la universidad?
Karasu observó como Ringo, nerviosa, desviaba la mirada hacia un lado. Por lo visto no quería hablar de ese tema.
Jisei, en lugar de dirigirse a su casa al terminar las clases, fue derecha al hospital. Pensó que era el mejor momento para visitar a Inari, que quizás si iba un poco más tarde, lo más probable es que se encontrara con algún profesor, compañero de Inari que quizás fuese a visitarle.
Delante de la puerta de la habitación respiró hondo y deseó con todas sus fuerzas que al abrir aquella puerta no se encontrara con ninguno de sus profesores o sería una situación algo violenta, aunque ella ya había preparado una excusa: iba de camino a su casa y, como Nanao había dicho que estaba en el hospital, se había decidido a pasar a ver como estaba... tampoco era mala excusa.
Abrió y asomó con miedo la cabeza. No había nadie excepto Inari durmiendo en la cama. Verle allí, en esa habitación tan blanca y con ese olor a hospital, tumbado boca arriba, con el pelo alborotado y dos bolsas de goteo puestas, le produjo cierto deseo de cuidarle.
- Perdone señorita - dijo una voz femenina a su espalda - ¿Me deja pasar?.. Gracias.
Una enfermera pasó llevando en las manos una bolsa no muy grande, aplanada y llena de una líquido transparente.
- Vamos a ponerle un calmante - explicó la enfermera mientras procedía a quitar una bolsa igual que había colgada al lado del suero y que parecía casi agotada.
- ¿Tengo que salir fuera?
- No, no hace falta. No tardo nada ¿Es usted su hermana?
- No, no, soy una... amiga ¿Cómo está?
- Está bien. Se está recuperando muy bien, la operación no ha tenido ninguna complicación. Ya está esto, mire, ni se ha enterado.
- Menos mal.
- Es un hombre joven y sano, en unos días le daremos el alta, eso si, tendrá que cuidarse.
La enfermera se fue y Jisei, casi con miedo, acercó una silla que había en la habitación y se sentó al lado de la cama.
Estuvo un rato observándole y pensando, como había dicho Sumire, que había de malo en que se supiera que eran amigos... claro, los rumores, nunca faltan los rumores y lo que menos deseaba era crearle dificultades... pero ya quedaban pocos meses para que dejase el instituto y entonces ya no tendría que preocuparse de ese tema.
Como si sintiese que le estaban observando Inari abrió los ojos de repente.
- ¿Jisei? - dijo con voz adormilada.
- Buenas tardes, dormilón.
- ¿Que hora es? ¿Que haces aquí? - continuaba hablando con tono cansado.
- He venido a ver como estabas ¿Cómo te encuentras?
- No estoy mal, he estado mejor pero no tengo que quejarme, supongo que pasará pronto. Pásame ese aparato de ahí.
- ¿Esto? - cogió una especie de mando unido a la cama por un cable.
- Es para inclinar un poco hacia delante la cama.
- ¿Puedes hacer eso?
- Pues claro - Inari pulsó un botón y quedó casi sentado - Ahora te veo mejor, estoy un poco harto de estar tumbado.
- Me diste un buen susto.
- Me imagino ¿No habrás pasado aquí toda la noche, no?
- No - sonrió - Ya hemos terminado las clases y antes de ir a mi casa he pasado por aquí.
- Yo también estaba preocupado por ti ¿Vino alguien a recogerte?
- Si, mi padre, no tenias que preocuparte.
- Pues lo hice, todo el tiempo pensaba en ti, me daba miedo que estuvieses sola en la sala de espera.
- Anda, como si fuera una niña pequeña.
- Tu no lo entiendes - Inari levantó la mano en la que no tenía puestas las gomas - Acércate que te voy a decir un secreto.
Jisei acercó su cara a la de su maestro y este acarició suavemente su mejilla.
- Es que si a ti te pasa algo malo por mi culpa, yo... no lo soportaría - susurró.
Jisei sintió como la sangre se concentraba en su cara, respiraba con dificultad pero no, eso no podía ser, cerró los ojos y se separó de él.
- Bueno, me tengo que ir.
- Gracias por venir a verme.
- Mañana volveré.
- ¿No te quieres quedar un poco más?
- Es que... no, mejor me voy.
- ¿Te está esperando alguien?
- No, no me espera nadie, bueno, mi madre, aunque supongo que se imagina que he pasado por aquí.
- ¿Y Kimisuke?
- No ¿Por qué me iba a esperar?
- ¿No estás saliendo con él?
Jisei se quedó mirando a Inari y sonrió ¿acaso eso eran celos?
Había tantas cosas que ambos querían decirse y no se atrevían. Inari se sentía incómodo, se suponía que tenía experiencia con mujeres, no muchas, pero alguna ¿por qué se sentía tan cohibido? Sería porque sentía una lucha dentro de él, por un lado unas ganas tremendas de atraerla hacia él y besarla y por otro lado lo que le decía que se mantuviese alejado de ella.
Se oyó la puerta abriéndose y ambos miraron hacia ella.
- ¿Se puede? - dijo el hermano de Jisei mientras golpeaba la puerta con los nudillos - ¿Cómo está el enfermo?
- Hola Kisuke - saludó Inari - Pasa, pasa.
- Hombre hermanita, mamá dijo que seguro que estabas aquí.
- Si, bueno, he pasado a ver a Inari.
- Me imagino, no creo que pasaras solo a ver la arquitectura del edificio ¿Y cómo se encuentra el recién operado?
- Imagínatelo, como si me hubieran dado una paliza.
- Como si te hubiesen dado muchas para saberlo. Toma, mi madre te manda cosas de aseo, para que te veas guapo, un peine, champú, gel, desodorante y hasta una cuchilla de afeitar y espuma.
- Que amable, dale las gracias de mi parte, me va a venir muy bien. Supongo que mañana me podré levantar.
- ¿Que pasa? ¿Hoy no te has duchado? Mira que barbas te están saliendo, no te vendría mal afeitarte.
- Tampoco tengo tanto ¿Me afeitas tu?
- No. Creo que puedes esperar a mañana y que te afeite una de esas enfermeras tan monas que hay por aquí, ¿eh?
- Si quieres te afeito yo - habló apresuradamente Jisei, los dos hombres la miraron extrañados - Era una broma, por decir algo.
- No, no - intervino su hermano - ¿Serías capaz? o lo que es mas importante ¿Inari se dejaría afeitar por ti?
- No hace falta Jisei - añadió Inari - Seguramente mañana podré levantarme y lo hago yo solo.
- Ah no, déjala, si se atreve, déjala.
- Que no, que no hace falta.
- ¿Cómo que no hace falta? ¿Y si tienes visitas hoy?
- Entenderán que estoy recién operado. Además, traerme un espejo, seguro que puedo hacerlo yo solo.
- Ah, es que te da miedo que ella te afeite, es lógico.
- ¡Deja ya de decir tonterías, Kisuke! - le recriminó Jisei.
- Es porque no te atreves, tu mucho hablar pero luego de hacer... nada.
- Era solo una broma.
- Cobarde
- Bah, déjame en paz. Mira me voy que tengo que hacer muchos deberes. Mañana pasaré a verte de nuevo, haz caso a los médicos ¿vale?
- Seré muy buen enfermo.
- Huye, huye, cobardica - rió Kisuke.
Después de que Jisei se hubo marchado Kisuke miró sonriendo a Inari.
- Creo que le gustas - comentó sonriendo.
- ¿Qué dices?
- A Jisei, creo que le gustas, le caes muy bien.
- Bueno... ella también me cae muy bien.
- ¿Te gusta?
- ¿A que viene eso? - se alarmó Inari.
- No, por nada. Solo que pienso que el otro día yo me ligué a una chica de su edad.
Inari le miraba atentamente, esa conversación podría ser muy interesante para él.
- ¿Y que conclusión has sacado? - preguntó cauteloso.
- Que por ahí puede haber capullos como yo que intenten engañarla.
- ¿Y?
- Es raro hacerse a la idea de que tu hermana pequeña ha creído y que alguien puede verla como a una... mujer. Es muy raro.
- Pues tendrás que hacerte a la idea.
- Supongo ¿Tú que opinas de ella? ¿Crees que es atractiva?
- ¿Tenemos que tener esta conversación?
- Dímero sinceramente, como tío... ¿es atractiva?
- Soy su profesor, yo no puedo fijarme en ella.
- Bueno ¿y si no fueras su profesor? ¿Te fijarías en ella?
- Esta conversación es un poco ridícula - contestó apurado - Vamos a dejarla.
- ¿Tu crees que ya habrá mantenido relaciones sexuales?
- ¡Kisuke por dios! ¿No podemos hablar de otra cosa?
- Tienes razón, tienes razón, a ti estas cosas no te importan.
Akira terminaba una partida frente a Shiho, su habitual compañera en partidas de ajedrez, aquella chica de pelo rubio oscuro que se preocupaba muy poco de llevar un peinado a la moda y gafas de pasta que le daban aspecto de "la que todo lo sabe", la chica con la que no solo compartía su afición por el ajedrez si no su gusto por ver las estrellas, claro que a Akira le gustaba mirarlas y a Shiho estudiarlas
Shiho era una chica muy inteligente, quizás la más inteligente que Akira conocía, no era la típica chica que se aprendía cualquier cosas de memoria, no, ella todo lo razonaba, para ella todo se resumía en alguna fórmula matemática, lo que fuera, se le plantease el problema que se le plantease, ella lo diseccionaba y lo analizaba paso a paso siempre recurriendo a la lógica.
A Shiho le gustaba Akira, bueno, en realidad lo que le gustaba de él era su inteligencia y su forma de analizarlo todo y no es que le disgustase físicamente, en realidad nunca se había planteado si le gustaba su apariencia o no, a ella lo que le fascinaba era esa capacidad de estrategia, esa forma en la que preveía lo que iba a suceder solamente guiándose por razonamientos. Para ella era algo totalmente platónico, nunca pensó otra cosa, aunque eso no quería decir que no sintiese su corazón acelerarse cuando él la miraba y la sonreía. Le gustaba mucho compartir con él esas partidas de ajedrez, eran ya muchas las horas que habían pasado juntos y durante ese tiempo llegó a conocer su forma de pensar y eso aún le gustó más. Claro que de pronto un día apareció con Akane por el club y Shiho entendió por su forma de mirarla que estaba enamorado de ella y la verdad es que no le molestó, ella sabía que no era su chica ideal y tampoco le importó porque nunca, nunca se había ni siquiera planteado que él se fijase en ella como algo distinto a una amiga. Lo que si le molestó fue cuando empezó a salir con otras chicas, eso no le pareció nada bien porque veía en sus ojos una profunda tristeza y se volvió socarrón y cínico... y ella añoraba a ese compañero de partidas amable y atento, así que se alegró mucho cuando esa etapa termino.
Shiho se ajustó sus gafas y sonrió.
- Una gran partida, Akira, como siempre, nunca me decepcionas.
- Ha sido un placer - le devolvió la sonrisa.
- Vamos chicos - decía Yotsuda, el monitor de ajedrez, en voz alta en medio de la sala de ajedrez - Ir recogiendo, esto se acabó por hoy.
Akira y Shiho empezaron a recoger todas las piezas.
- Shiho, me gustaría proponerte una cosa.
- ¿Si? - la chica le miró llena de curiosidad - ¿Que es, Akira?
- Verás, me han dicho que, aparte de buena en descifrar cosas y todo eso, escribes bastante bien.
- Bueno, eso es un poco exagerado, solo soy una aficionada.
- Y eres bastante responsable y trabajadora.
- Me gusta hacer las cosas bien.
- Es que... yo se que Akane tiene que dejar la redacción del periódico.
- ¿Akane? ¿Pero por qué? Eso va a ser horrible, ella es el alma del periódico.
- Por eso quería pedirte que te presentaras como... nueva redactora.
- Pero es que yo... no se, es demasiado para mi.
- Se que Akane está preocupada, teme que si ella lo deja nadie va a ser capaz de mantenerlo abierto pero yo se que si tu te ocupas eso no pasará.
- Creo que confías demasiado en mí.
- Confío en tu cerebro y tu forma de trabajar ¿No te gustaría?
- Reconozco que sería todo un reto pero...
- Piénsalo, por favor, no conozco a nadie mejor que tu.
- Bueno, lo pensaré pero no se. ¿Le sucede algo a Akane?
- Tiene algunos problemas.
- Vaya, pues lo siento.
Y como siempre que estaba con Akira, Shiho sentía esa calidez que emanaba de él y verle preocupado por Akane e interesado en ayudarla hacía que aún le gustase más.

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