sábado, 3 de diciembre de 2011

101. Terciopelo y fuego

- Akane estás bastante seria - llamaba su atención Sumire mientras comían - ¿Qué te pasa?

- Nada, por lo menos nada importante ¿Sabéis que el otro día mi madre me llevó a un ginecólogo? Estaba muy pesadita con que yo estaba embarazada así que al final fuimos a ver si se quedaba ya contenta... que madre mas desconfiada que tengo, mira que no fiarse de su hija y de su palabra ¿que se pensaba? ¿Que si estuviera embarazada se lo iba a ocultar para abortar en secreto o algo así? De verdad que a veces no la soporto.

- ¿Y que pasó? - preguntó Sumire.

- ¿Pues que va a pasar? Que no estoy embarazada.

- ¿y no le valía hacerte una prueba de embarazo? - se interesó ahora Jisei.

- Pues por lo que se ve no. Tuve que ir al ginecólogo con ella y espatarrarme delante de ese tipo para que me hiciera una exploración y de paso una citología.

- ¿Y te hizo daño? - volvió a preguntar Sumire.

- Pues como me puse muy tensa, si. Fue muy desagradable, te meten una cosa por ahí y te hurgan... ah, que asqueroso.

- ¿Y ya tu madre se quedó contenta? - insistió Jisei.

- Pues digo yo que si. Le dijo que no estaba embarazada, cosa que ya le había dicho yo 100 veces y además que estaba a punto de venirme la regla, cosa que también le había dicho yo, que oye que cosa ¿no? ¿Cómo lo pueden ver? es algo que a mi me asombra. El caso es que mi madre, aprovechando la situación pidió que me recetaran anticonceptivos.

- ¿La píldora? - casi gritó Sumire - ¿Tu madre hizo eso? Que madre tan moderna tienes ¿no?

- No que va, lo que pasa es que no se fía de mi, le ha dado por pensar que Akira y yo todas las noches nos las pasamos dale que te pego o algo así.

- Que exagerada eres - comentó Jisei.

- Bueno dice que es para "prevenir", no vaya a ser que algún día se nos vaya la pinza... vamos, que no se fía de mi.

- Ya veo.

- ¿Y sabéis lo más curioso? El médico me dijo, así en privado porque decía que por si no quería que mi madre se enterara, que le había mentido.

- ¿Mentido en qué? - interrogó Jisei.

- Es que me preguntó si había tenido relaciones sexuales anteriores y claro yo le dije que no pero por lo visto... no soy virgen.

- Bueno... eso es normal, a veces pasa que se rompe "eso" ¿no? - comentó Sumire.

- Ah pero es que dice que yo ya he tenido relaciones sexuales, yo le dije que no pero dijo que dejara de mentir ¿que os parece?

Akane se quedó en silencio y como absorta en sus pensamientos.

- Akane, Akane ¿Que piensas? - la zarandeó Sumire.

- ¿Es por lo que pasó en la casa de Kamui? ¿Crees que al final si pasó algo? - preguntó Jisei.

- No, no es eso. Podía ser, claro pero no es eso... lo que me pregunto es... Es que a veces yo pierdo la noción del tiempo - comenzó a hablar con tono preocupado - No se como explicarlo, es como si tuviera lagunas mentales o algo así, a veces pienso que hay momentos de mi vida que no existen... es muy raro. Es como el otro día, estaba muy enfadada con mi madre, recuerdo la discusión y recuerdo que fui a arreglarme y luego ya no recuerdo bien lo que pasó, se que fui al ensayo, que Akira hizo cambios en el reparto, se que ensayamos pero no soy capaz de recordar bien lo que hicimos...

Sumire y Jisei se miraron entre asustadas y llenas de complicidad.

- Luego recuerdo que fui a cambiarme de ropa a casa de Akira - continuaba Akane - No se porqué, no recuerdo que ropa llevaba y porqué me volví a cambiar... es todo como un sueño que vas olvidando y del que solo recuerdas escenas salteadas... me pasa mucho.

- Bueno - intervino Jisei intentando quietar importancia al tema - A lo mejor estabas tan enfadada con tu madre que estabas todo el rato pensando en lo mismo y no prestaste atención a nada.

- Si, seguramente sea eso pero... ¿y lo del Kaguya? Últimamente dice que yo le he besado y yo no recuerdo haberlo hecho. A veces me asusto porque pienso que a lo mejor es que me evado de la realidad, que estoy tan enfadada o disgustada que solo pienso en eso y no me entero de nada y entonces pienso que... que a lo mejor alguna de esas veces que estaba asustada... cuando Jaakuro... ya sabes... a lo mejor me asustaba tanto que... ¿y si me hizo alguna cosa que no recuerdo, Jisei? - dijo con tono realmente asustado - ¿Y si yo me ponía a pensar en otra cosa para... y no recuerdo si...?

- No digas eso, no puede ser - se apresuró a contestar Jisei - Seguro que te acordarías, tendrías que acordarte.

- ¿Quien es Jaakuro? - interrumpió Sumire.

- Un... una mierda de persona por no llamarle otra cosa... un desgraciado asqueroso que ojala se muera entre grandes dolores.

- Es el hermano de Maron, ya sabes, mi madrastra.

- Ah si, que simpática que es.

- No como su hermano - recalcó Jisei - Ese cabrito obligaba a Akane a que le tocase cuando era una niña, ya sabes que le "tocase" - Sumire se tapó la boca ahogando una exclamación.

- ¡Jisei! - gruñó Akane.

- ¿Eso te hacía?

- Mira Akane - continuó Jisei - Sumire es nuestra amiga y las cosas son así, aunque quieras ocultarlas no las vas a eliminar, hay de decir las cosas como son. Tú no tenías culpa de nada y yo le odio bastante.

Sumire se acercó a Akane y la abrazó fuertemente casi impidiéndola moverse.

- Sumire que me aplastas.

- Pobrecita, pobrecita, cuanto lo siento.

- Bueno... tú no tienes la culpa.

- Pero eres mi amiga, tenía que haberme dado cuenta, claro por eso te pasa lo que te pasa.

- ¿Y que me pasa?

Jisei hizo un gesto a Sumire para que mantuviese la boca cerrada.

- No nada - por suerte Sumire lo había entendido.

- No, dime ¿que me pasa?

- Que digo yo que es normal que... que... que te den ascos los besos ¿a que es por eso?

Jisei suspiró aliviada.

- Pero yo soy tu amiga -continuaba Sumire - Y me puedes contar lo que quieras, lo que sea, seguro que así te sientes mejor.

- Si no hay mucho que contar. Mira, ya pasó.

Sumire la separó de ella y la miró fijamente.

- Prométeme que si necesitas hablar con alguien no te dará vergüenza decírmelo.

- Vale, vale.

- Entonces ¿Piensas que quizás te pudo violar?

- No... no creo... no creo que... creo que de algo así me acordaría ¿no? - miró asustada a Jisei.

- Por supuesto que te acordarías. Ya no lo pienses mas Akane, seguro que el médico solo se refería al hecho de que no tuvieras ¿cómo se dice? ¿himen? Venga hablemos de otra cosa.

- Si, mejor hablemos de algo menos tonto.

- ¿Por qué no ha querido comer hoy con nosotras Ryuko? - curioseó Sumire.

- Porque prefiere estar con su amorcito - contestó riendo Akane - Yo creo que es porque ayer Kyojin fue a hacer el trabajo con Yuri y se ha puesto algo celosa.

- ¿Se pone celosa de Yuri? - se extrañó Sumire - Pero si Yuri nunca se fijaría en Kyojin, no es para nada su tipo.

- Pero es muy buen chico y son muy amigos - respondió Jisei - Suficiente como para que de pronto le entraran ideas raras. Con Yuri nunca se sabe, mira con Kenshi ¿Quien iba a decir que de pronto le iba a ver "mono"? Hay que entender que Ryuko no tiene mucha autoestima y siempre tiene la mala costumbre de compararse con todo el mundo y según ella pues no vale una mierda comparada con Yuri.

- Si que tiene un problema, si.

- Bueno Jisei - sonrió Akane de forma traviesa - ¿Y que tal en tu casa con tu querido profesor?

- Ah... bien, muy bien, es...

- ¿Interesante? - intervino Sumire con cara de niña buena.

- Oh - rió Akane - Desayuna con él, cena con él, ven la tele juntitos, mete su ropa en la lavadora... seguro que la huele antes de hacerlo.

Jisei le propinó una colleja.

- ¡Ahu!

- No digas tonterías.

- Ahora entiendo como se siente Karasu.

- ¿La hueles? - insistió Sumire con su misma cara de inocente.

- ¿Cómo voy a hacer eso?

- No lo hace pero seguro que antes de meterla se pone su camisa para imaginar que la abraza - de nuevo se llevó otra colleja - ¡Ah! Bueno, a lo mejor se mete en su cama antes de hacerla... ¡No me pegues más! ¡Lo retiro!

- Que sepas que la cama se la hace él solito - gruñó Jisei.

Akira y Shibi también se habían juntado para comer y era algo extraño, lo más normal es que ambos se hubiesen unido a las chicas pero no lo hicieron. Se sentaron en un banco y comían en silencio, parecía que, aunque ambos querían hablar, ninguno de los dos se decidía a comenzar la conversación.

- Genma va a ser el... no se como llamarlo... el apoyo de Akane - dijo al fin Akira.

- Me parece correcto ¿Cuando empiezan?

- La semana que viene. De momento van a tener una especie de "sesión" un día por semana.

- ¿Y que ha dicho Akane?

- Cree que es porque se ha mudado a mi casa y porque trabaja... que necesita apoyo psicológico o algo así porque su vida ha cambiado... no se.

- Lo importante es que empiecen a ayudarla de alguna forma ¿no?

- Pues si. Quieren que acepte que necesita ayuda psicológica para poder enviarla a la madre de Nowaki.

- Bueno, ellos saben lo que hacen.

- Supongo.

- ¿Y a vosotros que tal os va?

- Imagínate. Está que trina conmigo porque dice que yo solito reorganicé el reparto y nombré a Hizashi encargado sin consultarle a ella... es muy pesada.

- ¿Y Ayesa?

- Eso es otro tema. Ayesa es... es... perversa.

Shibi sonrió.

- ¿Te dejó derrotado, eh?

Akira le miró frunciendo el ceño.

- ¿Qué sabes de eso?

- Todo.

- ¿Todo?

- Bueno, todo lo que ella me ha contado - volvió a sonreír.

- ¿Y cuando te lo ha contado? Desde... "aquello" yo no la he vuelto a ver.

- Suelo chatear con ella.

- ¿Que chateas con Ayesa?

- Aja. De vez en cuando, mientras está en su casa o de camino al trabajo.

Akira le miraba asombrado, así que Ayesa tomaba el control mucho mas a menudo de lo que él pensaba.

- Vaya.

- También chatea con el Kaguya.

Akira dirigió su mirada hacia Kamui que comía al lado de sus amigos de la otra clase.

- ¿Con él también?

- Y como es Ayesa puedes imaginarte que clase de conversaciones tendrán.

- Con lo pervertida que es no quiero ni imaginarlo.

- Bueno ¿y que vas a hacer?

- ¿Que voy a hacer de qué?

- De lo que te hizo el otro día ¿No vas a tomarte la revancha?

Akira suspiró, que complicado que era todo ¿Se suponía que tenía que tomarse la revancha? Claro, con lo perversa que era Ayesa no se extrañaba que fuese lo que la chica esperaba. Su mente comenzó a reconstruir todos los hechos acontecidos después del ensayo en el que apareció Ayesa; ella le había dicho que quería evadirse de la bronca que había tenido con su madre y que, o accedía él o se iría con Kamui e inocentemente pensó que quizás Ayesa lo único que deseaba era enrollarse un poco y bueno, llevado por esos celillos que aparecían en él cuando pensaba en el Kaguya se ofreció de "sacrificio" tampoco podría ser tan horrible, a fin de cuentas era Akane y él estaba deseando besarla quizás para compensar de alguna forma que se metiera cada día en su cama y las ganas que sentía de hacerlo cada noche y tenía que contenerse, porque él era un chico normal, con sus necesidades de adolescente hormonado normal y algunas cosas no las podía evitar. Así que Ayesa dijo que irían a su casa, que les daba tiempo de sobra hasta la hora de irse a trabajar.

"... Nada más entrar en la casa, Ayesa le empujó hacia una de las paredes de la entrada acercándose a él mientras le miraba de forma muy, muy lujuriosa.

- Cuidado - se quejó Akira - Mis padres podrían...

- No, pero si te sientes mas cómodo vamos a tu cuarto.

Sin dejarle contestar, Ayesa le cogió de la mano y tiró de él mientras caminaba hacia su cuarto.

- Espera Ayesa...

- Siéntate ahí y se buenecito - le empujó hacia la silla del escritorio.

Ayesa soltó su bolsa y se giró dando la espalda a Akira, la abrió y parecía buscar algo en ella, eso a Akira en ese momento le daba igual porque se había quedado mirando la falda de Ayesa, bueno, concretamente lo que se veía al finalizar esta. Se tapó los ojos con una mano.

'Mierda Akira - se dijo - No mires ¿Que haces mirando?'

- ¿Estás listo, cielo? - Ayesa volvió a girarse. Akira la observó, le miraba de nuevo de forma bastante sugerente con las manos apoyadas en las caderas, en su ropa negra destacaba que se había puesto unas pulseras bastante abultadas que parecían recubiertas por algo peludo de color rosa pero eso dejó de llamarle la atención en cuanto la chica, de forma rápida, se quitó la camiseta y pudo ver su sujetador negro y como realzaba de forma muy incitante su figura.

- Ayesa mira yo creo que...

- Cállate - le gruñó ella, llegando hasta él y sentándose a horcajadas encima.

El calor invadió a Akira mientras ella ronroneaba suavemente y exploraba su cuerpo por debajo de la ropa con unas manos sorprendentemente expertas. Ayesa se apoderó de sus labios de forma posesiva, le agarró fuertemente las muñecas y se las pasó por detrás del respaldo de la silla, casi le hacía daño porque se las retorcía, iba a decirle que se tranquilizara cuando en un fugaz momento, se encontró sin saber como con las manos aprisionadas por... ¿unas esposas? ¿esas pulseras eran unas esposas? ¿y como...?

No podía pensar en nada, todo iba muy rápido, se encontraba debajo de ella, que manipulaba con agresividad el cinturón de su pantalón.

- Ayesa... no... - él intentó zafarse olvidando que tenía las manos apresadas. Ayesa le presionaba con su peso sentándose sobre él - Ten cuidado... con cuidado... ¡ah!...

Ayesa no lo escuchaba. Parecía poseída por una especie de fuego con el que devoraba a Akira y él lo estaba pasando bastante mal. A la vergüenza que le daba la situación había que sumarle el pánico a ser descubierto y la pulsión ardiente que le estaba haciendo perder el dominio de si mismo, además el cuerpo de Ayesa, revolviéndose sobre su pelvis, no lo estaba ayudando demasiado.

Ayesa no se detenía. Entre el arrobo que le golpeaba en las sienes y la excitación nerviosa de la que era presa, Akira empezaba a sentir que se le nublaba la vista y la mente.

Las manos de Ayesa, entonces, se introdujeron dentro del pantalón y pasó de forma lenta los dedos índices por la ingle del chico haciendo que se esforzase en ahogar un gemido. Bruscamente agarró el borde de los pantalones junto con los boxer y tiró hacia abajo al tiempo que se levantaba y miraba descaradamente aquella parte de la anatomía de Akira, este, visiblemente avergonzado la miró con pena y ella sonrió.

- Cielo, vas a asustar a Akane, ella no está acostumbrada a esto. Vaya con lo que tenías escondido.

- Ayesa... por favor...

Vio casi con miedo como la chica se desprendía de la falda. Aquello era demasiado para él ¿que iba a hacer? Que él había salido con varias chicas y con algunas había llegado bastante lejos pero no... Volvió a ahogar un gemido cuando Ayesa se sentó de nuevo sobre él mientras iba lamiendo su cuello al ritmo que sus piernas, increíblemente suaves, aprisionaban la carne descubierta entre ellas. El vello del chico se puso de punta. Ahora sí que estaba indefenso, con aquella lengua que lo recorría, aquellos dientes que lo mordisqueaban, y aquellas gloriosas y duras piernas manipulándolo con firmeza. No pudo evitar gemir de placer cuando sintió a Ayesa frotarse contra él solo separados por la fina tela de la ropa interior de la chica…

Entonces el hambre por besar esa piel ardiente lo dominó. Las manos de ella revoloteaban en su cabello Y él cedió al deseo y se inclinó hacia delante todo lo que pudo, para besar el cuello de Ayesa con deleite, y sintiendo cómo la piel de la chica se le ponía de gallina y su respiración se aceleraba.

Akira dio un respingo. Aquella maldita chica se movía de forma demasiado sensual. Ayesa se rió. Él gruñó con violencia, no había encontrado nunca nada que lo excitara hasta ese extremo, inconscientemente había comenzado a moverse con dificultad siguiendo los movimientos sensuales de su compañera Con una sonrisa brillante ella se recreó en las muecas que Akira esbozaba.

Los gemidos profundos que Akira ya no podía ahogar más le dijeron que ya estaba a punto. Akira se sentía avasallado por la sensualidad arrebatadora de Ayesa, cerró los ojos, respirando profundamente, y buscando el autocontrol cuando Ayesa, con los dedos entre su pelo tiró para obligarle a mirarla, vio como se acercaba hasta él, como si fuera a besarlo, pero no lo hizo, fue derecha al lóbulo de su oreja y sintió como le mordisqueaba y jugaba con la lengua con su pendiente.

- Akira...

El susurro dulce y un gemido de Ayesa lo condujeron violentamente hasta explotar. Cerró de nuevo los ojos y perdió la noción del tiempo, del espacio y de la realidad: sólo existían la gigantesca llama y el espasmo, y la piel ardiente de Ayesa, con su peso leve y hermoso, frotándose contra su cuerpo.

Cuando consiguió acompasar su respiración y abrió los ojos se sintió terriblemente avergonzado ¿Se suponía que debía haberse aguantado? ¿Esperaba Ayesa otra cosa? Vio a Ayesa con los ojos cerrados también, arqueando con violencia la espalda, mordiéndose el labio inferior, dejando caer la cabeza y morderle el hombro, sintió su respiración agitada, como se tensaba y apretaba sus dedos con violencia para al instante soltarle.

Su frío control de siempre se le había ido al carajo, no sabía si por la violencia de las caricias de Ayesa o por la situación en sí. Pensó en decir algo, pero no se le ocurría nada. Antes de que pudiese hacer o decir cualquier cosa Ayesa se levantó, cogió del suelo su camisa y su falda esbozando una sonrisa satisfecha.

- Ha sido más fácil de lo que pensaba... Tendrás que esforzarte un poco más con Akane, no creo que le guste que seas tan rápido que no de tiempo a... ya me entiendes, esta vez te perdono porque bueno, me ha gustado como te movías - se puso detrás de la silla y abrió las esposas - Toma, guárdalas tú, no quiero que Akane las descubra. Voy a darme una ducha rápida.

Akira se quedó allí sentado, solo y derrotado aún sin comprender bien lo que había pasado, con las esposas en las manos y una horrible sensación de haber sido utilizado.

Cuando Ayesa salió de la ducha ya no era Ayesa, era de nuevo Akane, con sus pantalones vaqueros y una de sus camisetas un poco menos provocativa, su pelo suelto y sus gafas.

- Gracias por dejarme venir a ducharme - le dijo mientras cogía su bolso - Es que discutir con mi madre me estresa mucho y cuando me estreso sudo bastante. Ya me siento mejor. Ya hablaremos luego de lo de Hizashi y el nuevo reparto. Me voy que no quiero llegar tarde. Hasta luego.

Akira se metió también en la ducha mientras pensaba que seguro, seguro que esa chica iba a terminar por volverle loco..."

- ¿De veras te lo contó "todo"? - preguntó con miedo Akira.

- Ya sabes como es Ayesa, cuenta las cosas con mucha naturalidad ¿Te hicieron daño las esposas?

- ¿Y por qué te cuenta esas cosas? Son cosas íntimas y... hice le ridículo de una forma vergonzosa y ahora me siento...

- ¿Cómo si te hubiese utilizado? - volvió a sonreír.

- Pues mira si, no lo puedo evitar, si eso se lo hace un chico a una chica ya se estaba hablando de violación o algo así y encima no fui capaz ni siquiera de estar a la altura, si al menos me hubiese...

Shibi rompió a reír. Akira le miró arqueando las cejas, ver reír a Shibi era un hecho de lo más inaudito que él no recordaba haber visto nunca.

- No te rías que yo también tengo mi dignidad.

Y Shibi continuaba riendo y Akira mirándole un poco enfadado, no es que fuera una risa muy escandalosa pero hasta se quitó las gafas para limpiarse una lágrima que parecía querer escapar de sus ojos.

- ¿Tanta risa doy?

- No, tu no... la situación en general... Lo siento, lo siento - tras un movimiento de cabeza recompuso su habitual semblante inexpresivo - Por cierto, Ayesa me ha pedido que comprase preservativos, aunque su madre ha llevado a Akane al médico y le han recetado la píldora dice que no es efectiva totalmente hasta el mes que viene y no quiere correr riesgos. Como ves ella no quería algo mas, quería justo lo que tuvo.

- ¿Humillarme?

- Demostrar que obtiene lo que quiere.

- Ya veo... ¿Preservativos? ¿Te ha pedido preservativos?

- Si, con sabor a fresa. Luego te los doy, quiere que los guardes tú y que lleves uno o dos siempre encima, por si acaso. Me he quedado con algunos como pago por el favor.

Ahora si que Akira le miró de la forma más asombrosa que pudo.

- ¿Eres el alcahuete de Ayesa?

- Bueno, consigo preservativos gratis, no es mal negocio.

- Desde luego que no se conoce nunca a nadie del todo.

Akira sintió de pronto un peso sobre su espalda y unas manos apareciendo por delante de su cara.

- ¡Akira! - oyó decir a Yuri de inmediato - ¿Vas a ir mañana a la granja?

- No, no voy a ir y quítate de encima que pesas.

- ¿Y por qué?

- Porque tengo otra cita.

- Ay que soso que eres ¿Y tú, Shibi?

- Tampoco. Tengo otros planes.

- Vosotros os lo perdéis.

Al principio iban a ir a esa granja solo Kohaku, sus hermanos y Mitsuki y solo iba a ser el sábado, después Kohaku invitó a Himeko y a Hizashi, y después, sin saber muy bien como la gente se fue apuntando así que al final tuvieron la idea de buscar haber si había algún hostal cercano a esa granja y si, si lo había, así que decidieron ir el fin de semana completo y pernoctar allí, así ayudarían mucho más en la granja.

- En el hostal hay baños termales y todo - continuaba Yuri - Va a ser muy divertido.

- Cuando los abuelos esos os vean aparecer a todos no se que van a pensar, lo mismo se asustan - comentó Akira - Ay, bájate ya, por favor.

- ¡Jisei! ¡Akane! - gritó al verlas caminar cerca de allí - ¿Ya habéis terminado?

- Si - respondió Sumire - Volvemos a clase.

- Venid, venid... ¿Vosotras vais mañana a la granja?

- Yo si - respondió Sumire - Y estoy deseando, va a ser muy emocionante.

- ¿Verdad que si? ¿Tu no, Akane?

- No, yo no, tengo que ayudar a mi madre y esas cosas.

- Que rollo ¿Y tu Jisei?

- No, tampoco.

- Es una pena. Bueno, nos vemos en clase.

Yuri se marchó hacia donde estaba Momoka.

- Bueno nosotras vamos para el aula - explicó Jisei.

- Esperarnos - dijo Shibi - Nosotros también volvemos.

Las tres chicas comenzaron a andar seguidas por Shibi y Akira.

- ¿Y como es que tu no vas, Jisei?

- Porque ha quedado con su profesor - respondió Akane sonriendo - Van a ir al cine.

- Akane... - dijo en tono de advertencia Jisei.

- ¿Qué? ¿Es cierto o no?

- ¿Vas a ir al cine con Inari? - susurró intrigante Sumire - ¿Te lo ha pedido?

- Voy al cine con un amigo, no se que hay de extraño.

- No nada - Sumire guiño un ojo a Akane - ¿Y que pasa con "Kirin"?

- ¿Con quien? - se extrañó Akane.

- Con Kimisuke - respondió Jisei - Ahora le llama así.

- ¿Y por qué le llamas así?

- Porque siempre me equivoco con su nombre, el otro día le llamé Kamosuke y me miró muy feo.

Akane se echó a reir.

- Claro, no tiene pinta de que le guste que le llamen "pato"

- Ah y no fue solo ese día - continuó Jisei - También le ha llamado Kamesuke, Kumasuke y otras combinaciones parecidas.

- Jo, si es que siempre se me olvida como se llama. Por eso he decidido llamarle Kirin, "jirafa", porque es muy alto.

- ¿Y eso no le molesta?

- También pero así solo le llamo de una forma. Ay, ese chico me tiene manía.

- No te tiene manía - habló Jisei con paciencia.

- Que si, que si, además es muy gafe.

- No es gafe, deja ya lo del gafe.

- Que si, que lo es. Si tengo un helado en la mano ¿encima de quien crees que se me cae? De él. Se tengo una lata y voy andando y me tropiezo ¿a quien mojo? A él. Si no miro por donde voy ¿A quien piso? A él. Si hago un movimiento brusco con la mano ¿a quien le doy en toda la cara? A él... es un gafe, todo le pasa a él.

Tanto Akane y Jisei como Akira y Shibi que la iban escuchando rompieron a reir.

- ¿No será que la gafe eres tu? - aseveró Shibi.

- No - respondió con cara de inocencia - Yo no, él que es al que le pasa.

- Creo que el mundo no está preparado para que vosotros estéis juntos - río Akira.

- Eso pienso yo - confirmó Jisei - Es que sois como dos imanes con el mismo polo, cuando estáis juntos es como si os repelierais.

- No, no nos repelemos - dijo Sumire de nuevo con ingenuidad - Al contrario, nos atraemos, por eso me tropiezo con él y se me caen las cosas encima de él.

- Bien pensado - recapacitó Jisei - A lo mejor es que vuestra gravedad os atrae.

- Sea lo que sea - interrumpió Akane - Kimisuke siempre es el afectado.

- Por eso me tiene manía - confirmó Sumire.

- Mas bien miedo - refutó Akira.

- Bueno ¿que va a pasar con él? - gruñó Sumire a Jisei.

- ¿De qué?

- Tú le gustas ¿que va a pasar con él?

- Yo no le gusto, te lo aseguro

- ¿Ah no? ¿Y por qué siempre va a buscarte y eso?

- Porque vive cerca de mi casa - contestó en el tono de quien ya está harto de dar la misma respuesta - Mira ¿Por qué no le invitas a la granja? Seguro que le gusta.

- ¿Tu crees? Sería estupendo porque ahora es nuestro amigo ¿Se lo pregunto a Karasu a ver si le parece bien?

Pero no esperó respuesta, nada más decirlo giró bruscamente para ir en otra dirección.

- ¿Quienes van al final a esa granja? - se interesó Shibi.

- Que yo sepa - respondió Akane - Karasu, Kohaku, Karura, Himeko, Hizashi, la chica esa de la ciudad de Kohaku, Yuri, Kenshi, Nowaki, Momoka, Xu-Xu y Sumire.

- ¿Al final a Ryuko no la dejan?

- No. Bueno, ni se ha atrevido a preguntar pero ya te lo digo yo: no la iban a dejar, conozco muy bien a sus padres.

Continuaron charlando hasta llegar al aula. Eran los primeros en llegar. Akane estaba de pie al lado de su mesa cuando sintió a Akira respirando prácticamente en su cuello.

- ¿Que haces, ciervo? - dijo girándose - Apártate un poco que me robas el oxígeno, anda.

- ¿Y dónde me vas a llevar en nuestra cita romántica?

- ¿Quien te ha dicho que vaya a ser romántica?

- ¿Te hubiera gustado ir a los baños termales?

- Pues mira si, si me hubiera gustado y quítate de encima, por favor - empujó un poco apartándole - Me agobias.

Así le gustaba ver a Akane, malhumorada y gruñendo, así se aseguraba que era su Akane. El problema era que no podía evitar recordar su piel, suave como el terciopelo y llena de fuego.

- No te preocupes. La semana que viene iremos a mi pueblo y te llevaré a unas aguas termales que tenemos en el bosque... privadas, solos tú y yo.

- ¿Se puede saber que te pasa? ¿Ayer te pusiste "choto" por estar con Karura haciendo el trabajo o qué?

- La verdad, nunca entenderé tus teorías - dijo extrañado.

- Te recuerdo que tenemos una cita mañana, que la tienes conmigo, espero que no quedes con otra ¿eh?

- ¿Estás deseosa de quedar conmigo, verdad?... ¡Ay!

Se llevó la mano a uno de los ojos.

- ¿Que te pasa?

- Creo que me ha entrado algo.

- Quita, no te frotes, déjame ver.

Akane se acercó a él y suavemente le abrió el ojo, no parecía ver nada, así que le sopló de forma corta.

- ¿Ya?

Akira parpadeó un par de veces.

- No, sigue ahí.

- A ver, quita la mano y no te toques más.

Volvió a acercarse a él.

- No parece que se vea nada, lo mejor será que fijes la vista sin parpadear para llorar y que la lagrima...

Estaban muy cerca. Akane sentía la respiración de Akira acariciando su rostro, le miró los labios y recordó aquel beso increíblemente suave, cálido y dulce. Akira se acercó un poco a ella, parecía que iba a besarla y Akane entornó los ojos.

- Si quieres un beso - dijo de pronto el chico - Tendrás que pedírmelo.

- Eres... subnormal - gruñó Akane separándose de él - No se ni porqué me esfuerzo en hablarte. Vuelve a tu sitio.

- ¿Que pasa con mi ojo?

- Ve y échate agua, inútil.

A Karasu le parecía bien que Kimisuke les acompañase a la granja, ahora empezaba a formar parte de su grupo habitual de amigos, empezaba a conocerle y reconocía que no era mala persona, simplemente había estado toda su vida aislado de los demás niños, ya fuera por su físico enfermizo o porque los niños, instigados por los padres, todo había que decirlo, se separaban de él.

La gente no se da cuenta del daño que hace con según que comentarios y como empiezan a hacer crecer en sus hijos la semilla de la discriminación, ya sea por sexo, religión, raza o en este caso por miedo a la enfermedad ¿Pero que enfermedad? Si Kimisuke no tenía nada contagioso... la ignorancia a veces es un arma cruel.

Karasu sabía lo que era sentirse distinto al resto de los otros niños y también que no quisiesen ser tu amigo. En su caso era porque él era el hermano de Kohaku, el niño monstruo que nunca salía de su casa... Así que Karasu fue el primero en tender su mano a Kimisuke, en cierta forma le recordaba a su hermano y como de pequeño no había sido demasiado simpático con él le parecía que debía esforzarse en darle una oportunidad a ese chico.

Karasu no era una persona ni hipócrita, ni falsa. El sobretodo era sincero y si ofrecía su amistad lo hacía con el corazón.

Y con el corazón también se la ofrecía a Ringo, su misteriosa chica, a quien había evitado que se suicidase, de la que a penas sabía nada pero que estaba dispuesto a ayudar aceptando su responsabilidad. Ya que, como decía la psicóloga, ahora él era el responsable de prolongar su sufrimiento, tendría que demostrarle que la vida merecía la pena ser vivida y que mejor oportunidad que llevarla a pasar un fin de semana con un montón de buenos amigos, así vería lo divertido que era y si tenía algún problema quizás la ayudase alejándola de la rutina.

El no sabía nada de Ringo, no sabía porqué había querido suicidarse, no sabía porqué siempre la había visto triste pero si sabía que la ayudaría.

Por eso, el día anterior, al acompañarla a su casa como había hecho toda la semana después de una hora de terapia conjunta para ir conociéndose con la psicóloga, le propuso ir con él y sus amigos a la granja.

"...- Yo, lo siento mucho - respondió la chica - Pero no puedo.

- ¿Tienes cita con tu novio?

Ringo se puso de pronto muy nerviosa y comenzó a mirar a su alrededor.

- No... no es eso... es que a penas nos conocemos.

- Pues así empezarás conocerme y yo a ti, eso no nos va a venir mal, además no iremos solos, vienen mis compañeros. Son gente estupenda, bueno, a veces tienen sus cosas malas pero por lo general son buena gente.

- Pero no los conozco.

- Por eso, así los conocerás.

- No, no, es imposible.

- ¿Pero por qué?

- Porque no puedo y ya está.

- Está bien, está bien, no te pongas así.

- Bueno, vete ya - dijo nerviosa - Mañana nos vemos.

- ¿Por qué me hechas tan de pronto?

- Porque es tarde... vete.

Karasu la miró con curiosidad, eso era muy raro pero no dijo nada, se giró y dio dos pasos, de pronto se detuvo y volvió a girar.

- Mañana nos vemos - añadió.

- ¡Mira, es mamá! - se oyó a una mujer que empujaba un carrito con un bebé de meses sentado en él caminando hacia Ringo - Di ¡Mamá! ¡Mamá!

Ringo palideció.

- Ringo, ya estamos aquí - habló la mujer deteniéndose a su lado mientras Ringo parecía petrificada.

- Creo que te hablan a ti - dijo Karasu.

- ¡Eh, Ringo! - la mujer, una atractiva señora de unos cuarenta y pocos años la zarandeó.

- ¿Mamá? - balbuceó al fin Ringo.

- Hija estás empanada - Ya venimos de dar un gran paseo, nos lo hemos pasado muy bien ¿Que tal la sesión?

- ¿Es tu madre? - preguntó Karasu.

- Si. Mamá este chico es Karasu Akasagan, el que evitó que me cayera a las vías.

La mujer dio una exclamación de alegría y se acercó a Karasu. Después de agradecerle varias veces lo que hizo con su hija le invitó a subir a su casa.

- No, gracias, señora, ya me iba - el bebé del carro comenzó a llorar y Ringo se apresuró a atenderle - ¿Es tu hermano?

La mujer dejó escapar una risa algo chillona.

- ¿Tengo yo pinta de tener un hijo tan pequeño? - dijo riendo - Es la hija de Ringo.

- No sabía que estuvieras casada.

- No... no lo estoy..."

Así que eso era lo que Ringo ocultaba... al menos una de las cosas, ahora Karasu aún tenía mas incógnitas ¿Por qué lo ocultaba? ¿Y por qué teniendo una hija quería quitarse la vida y dejarla sin madre? ¿Que era lo que la hacía tanto de sufrir para llegar a ese extremo?

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