sábado, 3 de diciembre de 2011

100. Un falso rumor muy molesto

Jisei volvió a abrir la puerta de la habitación de Inari en el hospital con miedo.

- ¿Se puede?

- Pasa, pasa, Jisei.

- ¿que haces?

Inari estaba de pié, guardando en una bolsa de viaje algunas de sus cosas. Ya no iba vestido con el pijama del hospital si no que llevaba su ropa.

- Ya me han dado el alta.

- ¿Ya?

- Claro ¿Cuántos días pensabas que iban a tenerme aquí? Todo ha ido bien, no ha habido problemas en el postoperatorio, ya como y hago otras cosas sin ningún problema ¿para qué me quieren aquí?

Jisei se alegraba, al menos no tendría que ir con ese miedo a verle.

- ¿Y qué vas a hacer?

- Pues irme a mi casa.

- ¿A tu casa?

- Claro. Tu hermano viene a recogerme.

- ¿Pero cómo te vas a quedar solo en tu casa?

Inari sonrió y se acercó a ella bajando la cabeza hasta quedar su cara a la altura de la de la chica.

- No te preocupes, estoy bien.

- Pero estás recién operado y no te han quitado los puntos.

- Tengo que volver en una semana y me los quitan.

- Pero habrá que curártelos.

- Que no te preocupes. Soy bastante mayorcito, creo que podré apañármelas. De todas formas espero que vengas a visitarme.

- ¿Quieres que vaya a visitarte a tu casa? - Jisei se sintió de pronto bastante perturbada.

- Claro... me gustaría mucho. Yo... Jisei... ¿Qué te parece si este fin de semana vienes al cine conmigo? - sonrió nerviosamente.

Era curioso que se pusiese tan nervioso ¿por qué se ponía nervioso? Tan solo estaba proponiéndole a una amiga que fuesen juntos al cine, eso no era ni una cita.

- Es que me apetece ver una película y... - continuó hablando intentado disimular sus nervios.

- Supongo que Kisuke no le apetecerá ir al cine, es eso ¿a que si?

- Bueno - respiró aliviado, esa frase le venía genial - Ya sabes como es tu hermano.

- Claro, querrá ir a ver si liga a alguna "pollita" como él dice y tú no te encontrarás con ganas de ir de juerga, estás recién operado y necesitas tranquilidad. Si, a mí si me apetece ir al cine.

- Estupendo, yo compro las entradas y tú las palomitas.

Ir al cine con Inari no tenía nada de malo o sospechoso, a fin de cuentas era su amigo, incluso se lo diría a sus padres, no tenía porqué ocultar nada de nada.

- ¿Te ayudo a recoger?

- No, ya está. Supongo que Kisuke no tardará en venir, ven, voy a pagar mientras la factura del hospital. Oye ¿y Kimisuke?

- ¿Que pasa con Kimisuke?

- Quizás se moleste si no sales con él.

- ¿Por qué? ¡Ah! ¡Tú piensas que estamos saliendo! No, no, que va, solo somos amigos.

- ¿Estás segura?

- Segurísima.

- Ah, pensaba... como fue a buscarte a tu casa y luego te acompañaba de vuelta.

- Es porque le pillaba de camino, su casa está muy cerca de la mía.

- Pues yo pensaba que te gustaba.

- ¿Pero que dices? Somos amigos, nada más... uy sería muy raro pensar en otra cosa.

- A lo mejor para él no es tan raro.

- ¿Estás listo, Inari? - Kisuke les sorprendió entrando sin aviso en la habitación - Hombre, hermanita, otra vez tu por aquí.

- Hola Kisuke, si estoy listo.

- Pues vamos, ah, no te voy a llevar a tu casa.

- ¿Ah no?

- No. Te vienes a la mía.

- ¿A la nuestra? - preguntó perpleja Jisei.

- Si, a la nuestra. Mi madre ha preparado una cama en mi habitación, dice que te vas a quedar unos días.

- No, no, yo no quiero molestar.

- No es molestia ninguna. Mira, mi madre te aprecia mucho, si sabe que estas solo en tu casa capaz es de ir todos los días a verte, a llevarte la comida y lavarte la ropa, ya sabes como son las madres.

- Pero eso no puede ser, no... tú llévame a mi casa, ya se lo explicaré a tu madre.

- Inari ¿cómo te vamos a decir que tú eres casi de la familia? Vamos hombre, será divertido y tu Jisei espabila que te has quedado como en otro mundo ¡venga!

Jisei estaba completamente anonadada ¿Inari iba a pasar unos días en su casa? Eso si que era emocionante.

Akane sabía que la culpa de que su hermano Takato fuese un hipocondríaco era suya. Si buceaba en sus recuerdos y buscaba la primera vez que su madre la encerró en aquel armario lo recordaba perfectamente, no olvidaba el miedo que sintió cuando la cogió del brazo y apretando con rabia la arrastró hasta allí, no olvidaba como lloraba y suplicaba que la perdonase, que ya iba a ser siempre una niña buena, no olvidaba los ojos de su madre llenos de ira y como la miraba mientras la empujaba allí dentro y todo por culpa de... de ser una niña pequeña. Si apenas tenía 6 años recién cumplidos ¿que se esperaba de ella? Pues algo según todo el mundo muy sencillo: que vigilase a sus hermanos, cosa que no hizo y por su culpa Ginta le dio a Takato unas pastillas y Takato se puso muy malito, por su culpa tuvieron que llevarle al hospital y hacerle una lavado de estómago y todo el mundo la regañaba aunque lo peor fue el castigo de su madre.

Encerrada por primera vez en ese espacio oscuro y que olía raro, la pequeña Akane tomó la decisión de nunca, nunca dejar de vigilar a sus hermanos y así se volvió bastante obsesiva con todo lo relacionado con Takato, porque claro, era un niño muy pequeño y podía pasarle algo malo. Akane se convirtió en una hermana demasiado protectora, cualquier cosa le daba miedo, que tragase tierra, que se cayese, que se ahogase con los mocos, que tocase algo que pinchase o se quemase... todo le daba miedo.

Y Takato creció mal, Akane era consciente de que por su culpa y su híper protección ahora Takato era un aprensivo que tenía miedo a todo y según crecía era aún peor porque empezaba a ser consciente de las enfermedades y peligros que había por el mundo y eso no ayudaba nada. Takato, como buen hipocondríaco, aprendió a investigar sobre las cosas que le daban miedo, como las enfermedades, cada vez que oía de algo extraño él corría a coger la enciclopedia de medicina que tenían en casa, lo peor que pudo haber comprando su madre y lo leía todo obsesivamente. Ahora, se le había metido en la cabeza que Akane estaba embarazada, seguro que en las vacaciones en casa de ese chico al final había pasado algo, seguro, además había que tener en cuenta que Takato no fue informado de que Akane había ido al pueblo a tomarse la píldora del día después "por si acaso", de hecho es que él ni sabía que eso existía pero si había leído todos los síntomas que tenía un embarazo y seguro, seguro que Akane estaba embarazada, estaba sensible, tenía cambios de humor... no había duda, Akane estaba embarazada.

Y ese fue otro problema porque ¿que peligros corría su hermana? Ellos le habían dado de beber esa "cosa" y a lo mejor eso la había afectado ¿y si tenía un niño deforme? ¿Y si Akane no sabía que estaba embarazada y tomaba alguna pastilla? Había leído que algunas pastillas hacen que los fetos se deformen ¿y si estaba anémica? las embarazadas suelen tener anemia ¿y el calcio? ¿Y el ácido fólico? tenía que tomar ácido fólico cuanto antes porque si no el niño podía nacer con la espalda bífida, eso sin contar con que no debería hacer ciertas cosas y... y si... y si... y si... Takato se sentía lleno de pánico porque además él se sentía responsable directo de lo que pasaba.

Angustiado, no se atrevía a decírselo a sus hermanos, seguro que se reirían de él, siempre se reían de él pero eran tantos los peligros que corría su hermana que no podía ignorarlos. Así que, ese día, cuando regresó a su casa y comprobó que ni Ginta, ni Akane habían vuelto aún y aprovechando que su padrastro estaba viendo un partido por la tele y Kenta entretenido pensó que para quien sería Akane importante, pues seguro que para su madre así que fue y le soltó la bomba.

La madre de Akane no dijo nada, solo que no se preocupase y no comentase nada. Cuando Akane llegó para ayudar a sus hermanos con los deberes mientras hacía los suyos, notó que su madre la miraba con reproche aunque cuando le preguntó si le pasaba algo esta contestó con un escueto "no" aunque a Akane no la convenció para nada, algo le pasaba a su madre, seguro.

Akane se cambió el uniforme del instituto por unos pantalones y una camiseta y lo guardó con cuidado en la bolsa que ya siempre llevaba, se recogió el pelo en una improvisada coleta mal hecha y fue a la cocina a preparar la merienda de Kenta y Takato, no se encontraba muy bien, la regla iba a venirle de un momento a otro y sentía muchas molestias en los riñones. Se sentó frente a la mesa de la cocina, se encontraba realmente mal y apoyando los codos en la mesa se llevó las manos a la cabeza.

- Hola - saludó de forma seca su madre, Akane se sobresaltó.

- Hola, creí que te habías ido a comprar.

- Pues no, ya ves, estoy aquí.

Akane vio de nuevo la misma mirada de reproche en su madre, iba a preguntarle de nuevo que le pasaba pero su madre soltó una frase que desde luego no esperaba.

- ¿Cuando te tiene que venir la regla?

Akane empezó a ponerse nerviosa, no comprendía nada ¿a que venía eso ahora? El problema de Akane es que no sabía enfrentarse a su madre, para ella era algo imposible siempre que lo intentaba su madre terminaba llorando y haciéndola sentir egoísta y caprichosa. De pequeña lo hizo un para de veces y resultó fatal, no solo se llevó una buena regañina sino además terminó pidiendo perdón y sintiéndose culpable.

- Pues yo creo que ya mismo.

- ¿Cuando fue la última vez que te vino?

- Ah pues... hace como un mes.

- ¿Un mes? ¿Desde cuando no te viene?

- Pues desde hace... un mes.

Akane miraba extrañadísima a su madre cuando de pronto sintió la mano de su madre cogiéndola de la coleta y obligándola a mirarla.

- ¿Desde cuando no te viene la regla? - insistió enfadada.

- Me estás haciendo daño - se quejó.

- ¿Estás embarazada? - la soltó - ¡Mírame a la cara! - volvió a tirarle de la coleta - ¡Di! ¿Estás embarazada?

- ¿Pero que dices? Si precisamente está a punto de venirme y estoy de muy mal humor.

- ¿Te crees que me engañas?

- ¿Que te engaño? ¿Que te engaño de qué?

- ¡Eres una desgraciada! - gritó su madre rompiendo a llorar sin dejar de moverle la cabeza, tirando del pelo con rabia - ¿Sabes lo que has hecho?

- ¡Suéltame! Me haces daño - volvió a quejarse.

- ¿Daño? ¿Daño? ¡Tú no sabes lo que es el daño, desgraciada!

La madre la soltó y se sentó en otra de las sillas llorando con desesperación.

- ¿Pero que te pasa, mamá?

- ¿Qué, que me pasa? ¿Y aún me preguntas que me pasa?

- Si, claro, no pareces muy normal.

- ¡Ay dios mío! ¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? ¿Por qué? Yo que creía que eras una chica responsable y mira... ¡Ay dios mío!

En esos momentos Akane podía asegurar que estaba alucinando bastante.

- ¿Y de quien es? Porque sabrás quien es el padre ¿o me vas a decir que eres tan golfa que ni lo sabes?

- ¿Qué? - exclamó completamente atónita.

- ¿Es de Akira?

- Mamá tu estás flipando, estás flipando pero mucho - Akane hizo el ademán de levantarse pero su madre se lo impidió empujándola el hombro.

- Quieta ahí. A mi no te me pongas chula ¿eh?

- ¿Que me pongo chula?

- ¿No será de ese chico?

- ¿Que chico?

- El chico rico que a veces ha venido a buscarte.

- ¿Kamui?

- Si eso ¿Es de ese?

- No mamá, no es de ese porque no estoy embarazada.

- ¿Y Shibi?

- ¿Ahora vas a meter a Shibi en esto?

- Mira que vosotros siempre habéis sido muy "cariñosos".

- ¿Pero de que hablas? Mamá por favor, siéntate y relájate que estás muy nerviosa.

- Ya verás cuando se entere Kentaro de lo que has hecho. Que disgusto, que disgusto... él que te quiere como a una hija.

- ¡Vale ya mamá! - se levantó bruscamente - No se de que vas pero te aseguro que no estoy embarazada, no entiendo a que viene esa paranoia tuya.

Toda la respuesta que recibió de su madre fue una bofetada.

No es que fuera la primera vez que se llevaba un bofetón pero es que no entendía porqué, tampoco es que le hiciera daño físico pero le dolió moralmente.

Madre e hija se miraron en silencio durante unos segundos eternos.

- No se de donde has sacado esa idea, madre, pero no estoy embarazada, ni puedo estarlo.

- Duermes en la casa de un chico.

- Deberías tener un poco más de confianza en tu hija.

- Entonces no te importará que vayamos al ginecólogo.

- ¿Que pasa? ¿No te fías de mí? ¿Quieres que me haga una prueba de embarazo para que te quedes tranquila?

- Quiero que vayamos al médico, es lo que quiero y que me diga un doctor que no estas embarazada.

- Pues pide cita, mira, para mañana mismo si te da la dan y... - fue al girarse cuando Akane vio a Takato asomado a la puerta de la cocina - ¿Y tú que miras?

- ¡No grites a tu hermano!

- Mira mamá, estás histérica y no hay forma de hablar contigo. Voy a arreglarme que hoy tenemos ensayo.

Akane entró en la habitación de sus hermanos pero quien salió fue Ayesa.

Aquella conversación la había puesto de muy, muy mal humor. Puede que Akane odiase cuando su madre se ponía con sus neuras, puede que Akane no fuese capaz de enfrentarse a ella pero Ayesa la ignoraba totalmente, simplemente no estaba dispuesta a escuchar tonterías.

Le fue difícil encontrar entre la ropa que quedaba en esa casa lo apropiado para ese momento pero lo encontró. Ayesa se había puesto una camiseta de tirantes negra, con bastante escote en v y que al vérsela en el espejo no dudó en afirmar lo bien que le quedaba y lo que realzaba su ya de por si generosa anatomía; luego se puso una faldita negra con un poco de vuelo cuya característica mas destacada era lo corta que le quedaba, normal que le quedara corta era de hace unos años pero mira, aún la valía, bueno le valía de cintura porque lo que era de largo mas bien no... pues mejor. Se recogió el pelo en un moño estratégicamente descuidado y se maquilló ligeramente. Para terminar buscó unas sandalias negras con tacón que su madre tenía guardadas y olvidadas y por supuesto guardó las gafas.

- ¡Guau! - exclamó Ginta la verla entrar en el comedor - ¿Adonde vas?

- Es día de ensayo ¿Y vuestra madre?

- Ha salido con Kenta - contestó Takato - Parecía enfadada.

Ayesa cogió su bolsa y la cartera.

- ¿No vas a volver? - habló de nuevo Takato.

- No. Me iré derecha al trabajo.

- Pero...

Ayesa se acercó a él, sentado haciendo los deberes y le acarició el pelo despeinándole.

- Haz todos los deberes ¿eh? Decirle a vuestra madre que la veré mañana y que si quiere algo de mí me llame por teléfono.

Sentada frente a la mesa de la psicóloga, Ringo mantenía la vista clavada en el suelo.

- ¿Y bien? - habló Sonomi sonriendo.

- ¿Bien de qué?

- ¿Que tal con Karasu?

- Pues normal, supongo.

Sonomi suspiró, cuando Ringo no quería colaborar con ella es que no había forma de convencerla.

- ¿Y tu como te encuentras?

- Como siempre.

- Bien, por lo que veo hoy tenemos un día de lo más participativo.

- ¿Puedo irme entonces?

- No, tenemos una hora y una hora estaremos aquí ¿Que opinión te causó Karasu?

- ¿Que opinión me tenía que causar? Le has impuesto que se ocupe de mi, la verdad es que me da un poco de pena.

- ¿Por qué?

- No se, algo más interesante tendrá en su vida que hacer que ocuparse de mi patética persona.

- ¿No te cayó bien?

- Yo quería suicidarme, lo tenía todo planeado y todo lo había dejado zanjado, todo, no tenía nada pendiente y él lo estropeó todo ¿tiene que caerme bien después de fastidiar mis planes?

- Si, es un chico simpático - comentó ignorando completamente la respuesta de la chica - Parece un poco superficial y que siempre está pensando en chicas pero es solo apariencia, nunca ha tratado a ninguna mujer de forma vergonzosa o denigrante, al contrario.

Ringo movió la cabeza desviando la mirada hacia otro lado.

- Por eso cuando supe que había sido él, precisamente él, quien te había impedido morir me pareció perfecto.

- Pues que bien.

- Estuve hablando con él y me ha contado cosas muy curiosas, como que le dijiste que vas a la universidad.

- Yo no lo dije que fuera a la universidad.

- Pero tampoco lo negaste. Dime ¿por qué le has mentido?

- ¿Y que iba a hacer?

- Decirle la verdad. No tienes porqué ocultárselo - Ringo sonrió amargamente - Con esa actitud no vamos a ninguna parte, Ringo. Mira, quiero que para la próxima cita me traigas escrito todo lo que hiciste y pensaste el día que planeabas suicidarte, desde que te levantaste hasta el momento en el que perdiste el conocimiento, todo, si hiciste la cama o te daba igual, lo que desayunaste, la ropa que escogiste y porqué, lo que pensabas camino de la estación y cuales eran tus últimos pensamientos... todo.

Ringo afirmó con la cabeza, conocía a la psicóloga de sobra y sabía que era su forma de analizarla, pero bueno, siempre era mejor que hablar.

Cuando Ringo se hubo marchado, Sonomi abrió la carpeta que contenía el expediente de Karasu. De los tres hermanos Akasagan, Karasu era el que en apariencia menos traumas tenía y por lo tanto al que menos tiempo dedicaba... en apariencia. La infancia de ninguno de los hermanos Akasagan fue fácil, los tres sufrieron las manías y paranoias de su padre. Claro que todas estas paranoias iban dirigidas hacia Kohaku, para ese hombre el culpable de todo, de la muerte de su mujer y de su desgracia, cierto que era el que más sufrió pero Karura y Karasu vivían allí y eran solo unos niños que no entendían nada, que llegaron a pensar que solo se tenían el uno al otro. Karasu temía a Kohaku, podía decirse incluso que llegó a odiarle, porque él era un niño que no podía alcanzar a comprender lo que sucedía, solo sabía que él quería tener una mamá como todos los niños y que su padre decía que por culpa de Kohaku no la tenía.

Fue Karura la primera en sentir compasión por su hermano pequeño y poco a poco, con los años, Karasu comenzó a darse cuenta de lo que sucedía, entonces se arrepintió de todas las veces que renegó de su hermano, de todas las veces que deseó que desapareciera y sintió como si tuviese su corazón podrido... esas eran sus palabras exactas.

Que Karasu aceptara que él no era el malo, que él solo fue una víctima más de la enfermedad de su padre no fue fácil para Sonomi y aún no estaba segura de haberlo logrado del todo. Ahora Karasu se había autoimpuesto la obligación de convertirse en "el cabeza de familia" y compensar de alguna forma tantos años de soledad de su hermano.

Karasu ocultaba todo lo que sentía bajo la apariencia de un chico alegre y despreocupado, solo interesado en las mujeres y en ligar... mentira... Karasu era una persona mucho más sensible de lo que nadie conocía, respetaba a todo el mundo, era tolerante y con un gran sentido de la justicia. Nunca, en los años que Sonomi llevaba tratándole le había oído ni un solo comentario despectivo, sexista o discriminatorio, todo lo contrario.

Por eso sabía que era perfecto para Ringo, justo la persona que necesitaba, alguien que le hiciera comprender que las cosas no son siempre como ella estaba acostumbrada a creer y también supo que Ringo era perfecta para Karasu, una persona de la que preocuparse, alguien que le ayudaría a canalizar sus deseos de compensar al mundo entero por sus errores y que no le hiciera estar tan obsesionado con sus hermanos.

Karasu esperaba junto con Jisei, Sumire, Akira y Shibi apoyado en una pared cerca de una esquina. Miró hacia donde se suponía que iba a llegar la persona que esperaban y de improviso dio un golpe con el dorso de la mano contra el pecho de Akira mientras daba un paso adelante.

- ¡Ah! - se quejó este.

Sin ni siquiera mirarle giró la mano para agarrarle de la camiseta.

- Creo que me has roto algo - seguía quejándose Akira.

- ¿Que-es-eso? - pronunció de forma alta señalando en la dirección que miraba.

- ¡Ay dios! - se oyó susurrar a Akira.

Con paso firme y una resplandeciente sonrisa, Ayesa se acercó a ellos.

- Hola chicos ¿Os he hecho esperar?

- ¡Que guapa estás! - exclamó Sumire - ¿A que está muy guapa?

- Esta... tremenda - afirmó Karasu.

- ¡Ay dios! - susurró también Jisei.

- ¿Alguien me ayuda con esto? - dijo Ayesa mostrando su cartera y la bolsa, de inmediato Karasu le arrebató la cartera de las manos.

- Eres un cielo, creo que luego te tendré que recompensar.

- ¡Ay dios! - repitió Jisei.

- Venga, vamos - dijo cogiendo a Sumire del brazo y comenzando a andar.

- ¡Ahu! - se oyó a Karasu después de un pequeño golpe - ¿Por qué me pegas?

- Por lo que estás pensando - gruñó Jisei.

- ¿Y que hay de malo? La imaginación estimula el cerebro.

- ¿Qué cerebro? Y tu - tiró de la falda de Ayesa - Tápate un poco que se te van a ver las bragas.

- Son negras - respondió con naturalidad - ¿Sabes lo que significa llevar ropa interior negra, cielo? - habló de forma sinuosa mirando a Akira.

- ¡Yo lo se! - se apresuró a contestar Sumire - ¡Yo lo se! Que quieres tener relac...

- Chhist - Jisei la tapó la boca - No lo digas, no lo digas, ya lo sabemos todos, no hace falta ser explícitos.

Los tres chicos se quedaron unos pasos por detrás de las chicas.

- ¿No notáis rara a Akane? - preguntó Karasu.

- No - respondió con ironía Akira - No se porqué dices eso, a lo mejor es porque no lleva gafas.

- ¿No lleva las gafas?... Pues no me había dado cuenta.

- Debe haber tenido bronca con su madre... y de las grandes - reflexionó Shibi en voz alta.

- Pues las broncas con su madre le sientan muy bien - sonrió Karasu.

- ¿Tu sabías que mis capones son mas dolorosos que los de Jisei? - advirtió Shibi.

- Que si hombre, que si, tranquilizaos un poco, os ponéis muy tensos en seguida, vale que estoy algo salido pero nunca me lanzaría a levantarle la piba a un amigo por muy... sugerente que se vistiera. Tío, tengo moral aunque no lo parezca.

El ensayo fue de los más tensos que habían tenido. Cierto era que Ayesa llamó bastante la atención, tanto de chicos como de las chicas que estaban bastante sorprendidas con ese "cambio de imagen", e incluso el profesor de turno, Sigure, la miraba curioso mientras pensaba para si mismo que ahora comprendía porqué estaba prohibido en la mayoría de institutos que las alumnas se vistieran como les viniese en gana, pero el motivo de la falta de concentración de los "actores" no era ese, era mas bien cierta tirantez entre ellos.

Los principales protagonistas de todo el caos eran Momoka y Kamui, de pronto la química que existía entre ellos había desaparecido, ambos parecían torpes y no eran nada creíbles.

- ¿Se puede saber que os pasa hoy? - se interesó Akira acercándose a ellos - Nunca habéis estado tan torpes.

- Es difícil concentrarse en hacer una escena de amor cuando tu compañero necesita un secababas

Akira observó a Kamui que a su vez tenía la vista fija en Ayesa.

- Un poco baboso si es - murmuró.

- Mira Akira - habló en voz baja - Te voy a decir la verdad: no quiero actuar con él, me pone nerviosa, prefiero que me cambies de papel.

- ¿Qué no quieres actuar con él?

- No, no quiero... no puedo... compréndelo, por favor, no soporto hacer escenas de enamorados con él... me duele, me siento mal, incómoda... no puedo... cambiarme de papel, por favor.

Akira vio los ojos enrojecidos de Momoka y llenos de lágrimas y entendió que aquello iba muy en serio, fuera lo que fuera lo que le pasaba parecía afectarla bastante.

- ¡Está bien! - habló en voz alta para llamar la atención de todos - ¡Hacemos un descanso! Kamui, Aye... Akane, venid conmigo, tengo que deciros algo.

Los tres se alejaron de sus compañeros.

- Kamui ¿Tienes algún problema en actuar con Momoka?

- Si, si que lo tengo, bueno en realidad lo tengo con el papel que me habéis adjudicado.

- ¿Y eso? - se interesó Ayesa - Si es uno de los galanes.

- Por eso, por la única razón que me escogisteis fue porque soy popular ¿a que si? Lo siento pero no estoy nada cómodo con ese papel.

- ¿Y lo dices ahora? - se quejó Akira.

- ¿Cuando querías que lo dijera? Se supone que todo esto es consecuencia de mis actos ¿lo recuerdas?

- Oye, tipo presuntuoso, es cierto que todo lo que ocurrió el año pasado fue porque te comportaste como un crío caprichoso uniéndote a ese grupo, pero lo que hicimos no fue por ti, ni por ayudarte a ti, lo hicimos por Nowaki y por Momoka, porque que sepas que eran los únicos que confiaban en ti. Y ahora tenemos esta sanción e intentamos hacerlo lo mejor posible y tú deberías colaborar.

- Eso es lo que intento, por eso me esfuerzo en hacer esa mierda de papel que me habéis dado.

- Uy que tenso se está poniendo el ambiente - intervino Ayesa - A ver, mis chicos, no pasa nada, Kamui, cielo, déjame que si socio yo discutamos unas cosas y ahora solucionamos tu problema... ven conmigo director - agarró a Akira de la mano y comenzó a andar hacia una de los cuartos donde guardaban los balones, raquetas y demás materiales de deporte.

- ¿Dónde vais? - les preguntó Sigure.

- Dijiste que los directores no podían discutir delante de los actores ¿lo recuerdas? - contestó Akane - Dijiste que podíamos confundirles, así que vamos a discutir en privado.

Sigure les vio encerrarse en uno de los cuartos.

- Creo que no entendieron lo que quise decir - suspiró.

- ¿Que quieres que discutamos? - dijo nada más entrar Akira - Kamui no está contento con el papel y Momoka tampoco, somos un desastre co...

- ¿Por qué no te callas y me das un beso? Uno como el que le diste a Akane el otro día.

Akira la miró, ahora la veía con otros ojos porque sabía que era Akane, que Akane estaba dentro de ella, que Ayesa solo era como una especie de máscara que se ponía para evadirse de la realidad y que algo tenía que haber pasado para hacer que Ayesa apareciese y si Ayesa conseguía que Akane se sintiese mejor pues él tendría que aceptarlo.

Seguía sin gustarle Ayesa pero la necesitaba para recuperar a su Akane.

Porque era cierto, Akane no sería Akane si no hubiese estado Ayesa para liberar su mente.

- ¿Qué pasará ahí dentro? - se preguntaba en voz alta Sumire.

- Vete tu a saber - respondía Jisei - Lo mismo Ayesa está violando a Akira.

- ¿Si?

- Capaz sería.

- ¿De verdad?

- No le digas eso - intervino Ryuko que esta a su lado - Di que no, Ayesa es muy bruta pero no se va a poner ahí, en el cuartucho ese - de pronto se oyó un golpe bastante aparatoso proveniente de ese cuarto - O tal vez si.

- Mira ya salen.

La primera en salir fue Ayesa que fue hacia donde estaba Kamui.

- ¿Y Akira? - se extrañó Sumire.

- Estará "adecentándose" - pronunció Shibi, al ver que le observaban, sonrió - Lo que se haya caído, quiero decir.

Al cabo de unos minutos salió Akira con cara de asombro y fue hasta ellos.

- ¿Qué hacías que no salías? - preguntó sonriendo Sumire.

- Se habían caído unos balones.

- Tienes el aura muy agitada - comentó Jisei-

- No es el aura lo que tengo solo agitado. Bueno, vamos a ver si comunicamos unos cambios.

Kamui continuaba mirando a Ayesa con detenimiento.

- Si sigues mirándome tanto se van a dar cuenta.

- ¿Qué te has hecho? No pareces la misma.

- ¿Estoy muy mal?

- No, estás... muy... guapa.

- ¡Akane! - llamó su atención Akira - Vamos a decir los cambios.

Ya podía decirse Shibi lo que quisiera de los cambios de humor de Akane, eso no era normal lo mirase por donde lo mirase.

Todos prestaron atención cuando los directores pidieron que les escuchasen.

- Por lo visto - comenzó a hablar Ayesa - Hay algunos que no estáis contentos con los papeles que se os han dado, que estáis incómodos y no sois capaces de dar el 100% así que, vamos a hacer unos cambios.

- ¿A estas alturas? - se quejó Yuri.

- Pues si. Es mejor que lo aclaremos todo ahora, aún estamos a tiempo.

- Vamos a decir un cambio - continuó hablando Akira - Si alguien no está contento con su papel, por favor que lo diga ahora.

- Bien. El cambio que vamos a hacer es el de Kamui. Ya no va a ser Lisandro, mi socio y yo hemos pensado que este papel es mejor que lo haga Kenshi.

- ¿Yo? Pero yo soy el Rey de las Hadas.

- Si, y lo haces muy bien - explicó Akira - Pero creemos que serás un estupendo Lisandro porque eres muy pasional y es lo que necesita ese papel. Tu papel, el de Rey lo hará ahora Karasu.

- ¿Voy a ser el Rey de las Hadas?

- Si, aquí a mi socia le parece que tienes un punto sexy y salvaje que le viene muy bien... eso ha dicho ¿Te molesta?

- No, me parece muy bien.

- ¿Y yo que voy a hacer? - interrogó Kamui.

- Harás el papel de Teseo.

- ¿Entonces que haré yo? - preguntó ahora Hizashi - Ese era mi papel.

- Tú harás el papel de Kyojin, Kyojin el de Egeo y yo seré el maestro de ceremonias.

- ¿Y el que hacías tu? - intervino Momoka.

- Lo hará Sumire, que le gusta mucho eso de actuar y siempre se queja de hacer poco.

- ¡Bien! - se oyó exclamar entusiasmada a Sumire.

- Pero entonces Hizashi hará muy poco - comentó Karura.

- Si hará, porque a partir de ahora va a ser el encargado de la organización. Venga, vamos a ver como se os dan los nuevos papeles.

Mientras todos comentaban los cambios, Hizashi se acercó a Akira.

- ¿Por qué voy a ser el encargado de la organización? ¿No os ayudaban Kyojin y Ryuko?

- Sinceramente, los nombramos ayudantes para que estuvieran juntos, ya sabes lo pavos que eran, pero ahora ya salen juntos y te prefiero a ti para ayudarme a organizarlo todo.

- ¿No hace eso Akane?

- Akane tiene ahora un trabajo y no puede ocuparse y yo no puedo con todo, necesitamos alguien que nos ayude, alguien como tu, organizado y meticuloso.

- Entiendo. Me parece oportuno.

- ¿No te molesta que te hayamos quitado el papel?

- Para nada, la verdad es que no me gusta mucho actuar en público.

En cuanto Hizashi se separó de él fue Momoka la que se acercó.

- Gracias Akira.

- No hay de que. Tú lo haces muy bien, es una pena que él estropee tu actuación.

Akira fue a sentarse al lado de Ayesa.

- ¿Por qué me has dejado decidir a mi los cambios?

- Eres listo, lo haces bien, se que vas a pensar en lo mejor para la obra, además eres increíble, has reorganizado todo en un momento.

- A Akane no le va a hacer gracia.

- ¿Sabes que me gustas cuando te pones tan interesante y serio?

- Ayesa, me gustaría saber hasta... si vas a ir a trabajar tu.

- ¿No quieres que tu papi me vea?

- No es eso en lo que pensaba.

- Ah... lo que te pasa es que tienes miedo de que esta noche sea yo ¿A que si? ¿Me tienes miedo?

- Un poco, si.

Ayesa le miró y rompió a reír.

- ¿No me digas que eres…?

- ¿Hace falta que me avergüences?

- Pues tendrás que espabilarte porque tu Akane no quiere que su primera vez sea con un novato inexperto.

- ¿Quieres dejar el tema?

- Te propongo una cosa: dejaré que esta noche puedas volver a hacerte el héroe con tu princesa si, cuando termine el ensayo me dejas divertirme un poquito.

Akira la miró arqueando una ceja.

- Para eso he venido, para divertirme. Tu decides, o contigo o se lo propongo al Kaguya.

- ¡Eh! ¡Directores! - gritó Kenshi - ¿Vais a ver como lo hacemos en los nuevos papeles o no?

- No es por interrumpir vuestra conversación - se acercó a ellos Sigure - Parece muy interesante pero Kenshi tiene razón ¿Vais a supervisarlos o que?

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