sábado, 3 de diciembre de 2011

112. Las chicas también hablan de cosas

Akira se despertó antes de lo habitual, normalmente siempre que lo hacía era unos minutos antes de que sonara su despertador para poder despertar a Akane con un beso y luego hacerse el dormido para que ella se pudiera ir de su habitación antes de que la alarma avisase que era hora de comenzar un nuevo día. Así era todos los días y así él pensaba que Akane no se había dado cuenta de que él sabía que había pasado la noche en su futón.

Lo que Akira no sabía es que normalmente Akane ya estaba despierta y que se hacía la dormida para que él creyese despertarla con ese pequeño y dulce beso y que sabía que él se hacía el dormido para no incomodarla.

O sea que Akira sabía de sobra que Akane se metía en su futón cada noche y Akane sabía que él lo sabía pero ambos hacían como que no sabían nada.

Era como un secreto, como un juego del que eran los dos cómplices y les gustaba ese juego, era evidente.

Pero hoy Akira se había despertado antes de lo habitual, antes de que Akane se despertase, así que la encontró no como todos los días, acurrucada en sus brazos, sino durmiendo boca arriba plácidamente.

Se quedó observándola, como se había despertado antes pues podía hacerlo sin prisas, podía mirarla con detenimiento. Recordó que había preguntado a Ayesa como podría él "llamarla", como, si quería hablar con ella podría hacerlo, porque cuando era Ayesa él podía pedir que volviese a Akane pero a Akane no podía pedirle que viniese Ayesa.

Recordaba la sonrisa de satisfacción de Ayesa y como le decía "estás cediendo, tesoro" y no es que él fuera a tener el capricho de ver a Ayesa pero a veces le hubiera gustado preguntarle cosas, por ejemplo, después de que la chica saliese con Kamui.

También tenía que reconocer que iba acostumbrándose a Ayesa y empezaba a comprenderla. Y es que Ayesa era igual que Akane salvo que vivía todo sin preocuparse de nada, además que empezaba a entenderla, bueno a ella no, a Akane, entendía esa necesidad de huir de todo, de olvidar preocuparse por hacer las cosas bien, de pensar en responsabilidades, de agobiarse por no ser una buena niña... podía imaginarse, tal y como Ayesa le había contado, a esa niña asustada pero también enfadada y desilusionada por no poder jugar o hacer lo mismo que sus amigos y lo feliz que debía ser al olvidarse de todo, al creerse otra persona y salir a jugar sin estar pendiente de responsabilidades.

Además era verdad que Ayesa siempre cuidaba de Akane y había vivido por ella las peores cosas, porque ella se cuidaba a si misma, por supuesto.

Y por supuesto también empezaba a comprender lo bien que le sentaba a Akane esas "escapadas" de Ayesa.

Apartó el pelo de la oreja de Akane y acercó sus labios a ella.

- Ayesa - susurró.

Según Ayesa lo que necesitaba hacer era llamarla cuando estuviera dormida y ella sería la que se despertase. Esperaba que eso funcionase porque si no la situación iba a ser de lo más incómoda.

- Ayesa - repitió - Vamos, perezosa, despierta - sopló con suavidad y mordisqueó el lóbulo.

La chica emitió una especie de ronroneo y se estiró mientras abría los ojos.

- Hola, tesoro - sonrió.

Levantó los brazos y rodeó el cuello de Akira, se incorporó y empezó a besarle la mandíbula.

- Espera, espera, Ayesa.

- ¿Qué hora es? - preguntó mientras continuaba dejando rezaros de besos en la cara del chico.

- Muy pronto, pero espera, por favor.

- Así que el niño quiere mimos ¿eh? - se apoderó de sus labios con un beso del que Akira no sabía deshacerse,

- Espera te digo.

- A ver - dijo soltándole - ¿Qué te pasa? ¿Me has llamado para esto, no?

- ¿Crees que te he llamado para enrollarme contigo?

- Pues si.

- ¡No!

- ¿No? Chico mira que eres raro ¿Entonces que quieres?

- Solo quería comprobar si era verdad lo que dijiste.

- ¿Y para eso me llamas? ¿No será una excusa que te estás buscando? - sonrió pícaramente mientras pasaba un dedo por el pecho de Akira.

- Solo me preguntaba si... Estate quieta, por favor.

- Mira que eres desconcertante, tesoro - volvió a besarle, esta vez el cuello.

- No, es que yo tenía curiosidad... deja... deja de hacer eso.

- ¿Entonces para que me despiertas a estas horas? Un hombre no despierta a una mujer a estar horas si no es para tener sexo.

- ¿Y no puedo querer hablar contigo?

- ¿A estas horas? - le empujó tumbándole boca arriba y poniéndose encima de él - A los hombres no os gusta hablar, menos aún a estar horas.

- Es que no se cuando voy a poder hablar contigo.

- ¿Tan urgente es? - Ayesa levantó la camiseta que hacía las veces de pijama de Akira y empezó a besar suavemente su estómago.

- ¿Te quieres estar quieta de una vez?

Pero la dejó seguir, era tan agradable sentirla tan cerca, tan excitante que ella jugase con él... tan cómodo estar allí, bajo sus manos y sus labios, simplemente abandonándose.

- Vale ya, no hagas eso - aunque fuera agradable eso no podía ser.

No pudo evitar gruñir con fuerza. Le estaba haciendo perder la cabeza con aquellas caricias. Se revolvió levemente, buscando en su vientre el cabello de Ayesa a tientas, intentaba mantener la mente en blanco fijándola en el techo. No tardó en encontrarlo, y tomó aquella cabeza entre sus manos, tirando con cuidado del cabello. Si la dejaba un minuto más allí se perdería por completo.

- Ayesa... ¡Basta!

La separó de su cuerpo con brusquedad, y cuando la tumbó de un impulso en el suelo ella lo miraba y sonreía viciosa.

- ¡Por dios, Ayesa! - gruñó.

- Ay tu si que eres pesado, quita, anda, voy a darme una ducha.

- ¿Por qué te lavas tanto? Siempre estás... duchándote.

- Son cosas mías ¿Y que querías decirme, cielo? - Ayesa se rascó el cuero cabelludo, carai con Akira un poco más y le arranca el pelo.

- Ah, ya se me ha olvidado. Estás loca ¿lo sabías?

Ayesa se marchó y Akira, sentado con las piernas cruzadas apoyó uno de sus codos en una de las rodillas y la cara en la palma de su mano.

- Me voy a volver loco, estoy enamorado de una chica con dos personalidades, una huye de mi y la otra es una pervertida... - se miró la entrepierna - Y tu haz el favor de no opinar, dicen que los hombres pensamos con el pito pero no, tu tienes pensamientos propios.

Cuando llegó a la cocina se la encontró terminando de recoger su desayuno.

- Hola Aki, buenos días - dijo acercándose a él y dándole un pequeño beso en los labios - ¿Has dormido bien?

Akira la observó rápidamente, tenía las gafas, el pelo suelto y el reloj en la izquierda... era Akane. Akane se situó frente el fregadero para lavar lo que había utilizado para su desayuno.

Los pasos de Akira llegaron hasta ella y cerró los ojos al sentir unos brazos que le rodeaban la cintura y la estrechaban contra un cuerpo cálido. Notó la nariz del chico hundiéndose en su cabello.

- Me gusta cuando sonríes.

- Cállate, tonto - se sorprendió al descubrir que Akira podía ruborizarla.

- Akane...

- ¿Humm? - abrió los ojos.

- Bésame.

- ¿Ya estamos con tus tonterías?

- Te apuesto a que antes de que acabe el día me habrás besado.

- ¿Pero que obsesión tienes tú con los besos? Aparta y deja de agobiarme que tengo que irme pronto, he quedado en casa de Ryuko para ayudarla. Recuerda que hoy tenemos que montar la cafetería ¿Tienes listo tu disfraz?

- Si, ya tengo listos los zapatos que no tengo que llevar.

- Mira que no te he visto preparar nada.

- Es que no necesito preparar mucho, solo que tu me peines y me maquilles un poquito.

- ¿Te voy a maquillar? ¿Vas a ir de chica?

- Más quisieras tu para poder reirte de mi.

-¿Vas a desayunar aquí¿

- No, hoy tengo que ir con mi madre.

- Vale, pues nos vemos en el instituto, bambi.

Cruzó el jardín interior que separaba las dos casas y entró en la cocina donde su madre y su hermana estaban desayudando.

- ¡Feliz cumpleaños! - Chiharu se tiró prácticamente a su cuello - A pesar de lo asqueroso que eres aún te quiero un poco.

- Va... vale.

Su madre le abrazó efusivamente mientras decía esas frases que suelen decir las madres sobre lo que había crecido su niño, con lo pequeñito que era.

...

Nowaki no podía evitarlo. Se había dicho a si mismo que no lo iba a hacer pero era superior a sus fuerzas. Había visto a Kamui estos últimos días muy triste y siempre solitario y además sabía que había tenido un altercado con Akira y con Momoka así que, la tentación fue más fuerte que él y decidió ir a esperarle a la puerta de su casa, no le pillaba de camino al instituto pero a él le daba igual.

El se había prometido no atosigar más a Kamui, a fin de cuentas ya no estaba con la banda esa del Sishio y no podía estar siempre detrás de él preguntándole como se sentía, además que Kamui no soportaba esas cosas, que le agobiaban.

Pero Nowaki era cabezón como él solo y cuando se proponía ayudar a un amigo no cejaba en su empeño.

Así que, cuando quiso darse cuenta, estaba delante de su puerta.

Cuando al salir de su casa Kamui le vio, allí parado, con su gran sonrisa, no pudo evitar resoplar y acercarse de mala gana.

- Kamui - dijo al verle.

- ¿Que quieres, pesado? - contestó sin parar de andar.

- Solo hablar contigo. Somos amigos ¿no? - respondió sonriendo.

- ¿Y no podías haber hablado conmigo en el instituto?

- No, porque allí hay mucha gente y quiero hablar contigo en privado.

- Eres muy pesado.

- ¡Pero si no sabes lo que te voy a decir!

- No hace falta que me digas nada, te conozco demasiado bien.

- Si me conoces tanto sabrás que me he dado cuenta de que te pasa algo.

- ¡Que sabrás tu lo que me pasa!

- Por eso, porque no lo se te lo pregunto, soy tu amigo y quiero ayudarte.

- ¿Que quieres ayudarme? ¿Y cómo vas a ayudarme? ¿Qué sabes tu de mi y de mi vida? ¿Que pretendes solucionar?

- Si me lo dijeras, lo sabría.

- Anda y lárgate con tu Momoka ¿No es eso lo que querías? Pues mira, ya la tienes, enterita para ti.

- Kamui, a ti te pasa algo grave, lo noto.

- ¿Y lo has notado tu solito? - habló cínicamente.

- ¿Es por Akane? ¿De veras estás enamorado de ella?

- Nowaki déjame en paz, déjame en paz.

- Se lo que duelen los desengaños, yo...

- Nowaki que me dejes, que me dejes. Tu no sabes nada, no tienes ni idea de por lo que estoy pasando, ni te lo imaginas, así que déjame en paz.

- Lo sabría si lo contaras.

- ¿Y que quieres que te cuente? - casi gritó - Mira Nowaki, déjame en paz de una vez, estoy harto de tenerte siempre detrás de mi, yo tengo problemas, problemas que tu no vas a solucionar, así que déjame en paz.

- Puede que yo no pueda solucionar tus problemas pero soy tu amigo y si me los cuentas te sentirás mejor.

- ¿Pero por qué eres tan pesado conmigo?

- Porque eres mi amigo. Tu no lo entiendes pero los amigos estamos para eso, para ayudarnos, para apoyarnos, para contarnos nuestros problemas.

- Pues no, no lo entiendo, no entiendo porqué te complicas la vida de esa forma ¿Es que no tienes bastante con tus propios problemas?

- Pues no, no lo tengo. Me gusta ayudar a mis amigos, me gusta intentar ayudarles, saber que a lo mejor puedo hacerles sentirse mejor.

- Nowaki... tu y yo somos completamente distintos.

- Me gusta implicarme en las cosas de mis amigos y tenderles una mano si veo que la necesitan ¿eso es malo?

- La gente solo se ocupa de si mismo ¿Por qué no haces tu lo mismo y me dejas en paz?

- Porque eres mi amigo - repitió.

- ¿Y qué es lo que piensas hacer por mi? ¿Vas a solucionar mis problemas? ¿Vas a quitarme esta angustia que tengo por dentro?

- Al menos intentaré aliviarla un poco.

- No lo vas a conseguir... siento demasiada rabia, rabia hacia todo el mundo, rabia de ver a la gente reír y ser feliz, rabia de no controlar mi vida... tu no lo entiendes Nowaki, no lo puedes comprender.

Kamui aceleró el paso de forma solemne. Nowaki se quedó triste y deprimido porque no comprendía nada, él solo quería que Kamui volviese a ser su amigo, como antes de irse con la banda de Shishio, eran rivales, si, siempre competía por superarle pero era su amigo y ahora no podía reconocer a su amigo ¿Cómo podría recuperarle?

¿Sería por Akane? ¿Realmente le gustaba tanto esa chica o lo único que quería era tenerla por capricho, porque era precisamente lo que no podía conseguir?

Miró alrededor para concretar donde se encontraba y luego miró su reloj, bien tenía tiempo de sobra. Cambió su rumbo y lo tomó camino de la casa de Momoka.

Porque Nowaki era cabezón como él solo y además no solía darse por vencido tan fácilmente, aunque a veces las palabras y los gestos le dolían esa tristeza le duraba poco, para ayudar a los demás no se podía estar deprimido, al contrario, había que tener ánimos y optimismo.

Cuando llegó a casa de Momoka esta acababa de salir y emprendía el camino hacia el instituto.

- ¡Momoka! ¡Momoka! ¡Espérame! - gritó corriendo hacia ella.

- Hombre Nowaki ¿Que haces aquí?

- Daba una vuelta.

- ¿Por aquí?

- No te asustes que no vengo a acosarte ni nada de eso.

- Eso ya lo se, Nowaki.

- Quería hablar contigo.

- ¿De Yuri?

- Si y de Kamui.

- No tengo ganas de hablar de Kamui.

- ¿Por qué? ¿Qué te ha hecho?

- Es más bien lo que me he hecho yo misma. Le entregué mi corazón, Nowaki, le entregué todo, mis sueños, mis... todo, Nowaki, todo ¿Y de que ha servido? De nada, creo que Akane tenía razón cuando dijo que el amor apestaba ¡Ah! Tengo que hablar con Akane, tengo que... no se, advertirla o algo.

- ¿De qué?

- No se... son tonterías mías. Pero de verdad Nowaki, no quiero hablar de Kamui.

- Vale, vale. Entonces hablemos de Yuri. Tu que eres su amiga y la conoces mucho y tenéis confianza y todo eso ¿Sabes si está enamorada?

- ¿De Kenshi?

- De Kenshi o de cualquier otro ¿Te lo ha contado?

- ¿Para qué lo quieres saber?

- Es que Kenshi no está enamorado de ella, a él le gusta Xu-Xu y está pensando en decirle que lo dejan porque pues se siente mal engañándola.

- Vaya, ya era hora que se diera cuenta y reaccionara, estaba como idiotizado.

- Pero es que yo le he dicho que no lo haga porque si lo hace pues ya sabes como es Yuri, lo mismo empieza a pensar que es porque es gorda o vete tu a saber.

- Si, claro, pero el chico no va a estar con ella por pena.

- Lo que yo creo es que debería ser ella quien le déjale ¿No crees? Por eso te pregunto si le gusta algún otro chico.

- Pues la verdad es que no me ha dicho nada.

- ¿Entonces está enamorada de Kenshi?

- Pues tampoco me he dicho que lo esté, ella siempre habla de él como si fuera algo que le gusta tener a su lado y del que presumir.

- ¿Entonces no está enamorada de él?

- Juraría que no. Yuri siempre está fijándose en chicos guapos, pero nunca habla de estar enamorada ni nada.

- ¿No te interesaba Kamui?

- Que yo sepa no, o sea, si Kamui le tirase los tejos seguramente se sentiría halagada y eso pero...

- Estupendo - murmuró.

- ¿Por qué?

- Es que si estaba enamorada de Kenshi pues era un problema.

- ¿Qué porras estás tramando?

- Ya lo verás, ya lo verás

...

Akira se encontró a Kyojin esperándole para felicitarle efusivamente y la primera persona que se encontró al entrar en el aula fue a Karura que también le felicitó y le dio un pequeño regalo.

- ¡Feliz cumpleaños Aki! - le dijo ofreciéndoselo.

- Gracias, vaya, no me lo esperaba.

- Ya, ya me lo imaginaba - y le regaló además un corto beso en los labios - Espero que te guste.

Akira lo abrió, era una pluma.

- Vaya, gracias Karura.

- Espero que escribas poesías preciosas con ella. Y ya sabes, hay dos cosas que nunca debes dejar que "use" otra persona, así que no se la prestes a nadie.

- ¿Que cosas? - se interesó Kyojin.

- La pluma y la chica - contestó la chica guiñando un ojo.

Eso había ido por Akane, seguro, instintivamente Akira la miró, estaba sentada en su asiento y le observaba con el ceño fruncido... ya se había mosqueado... que mujer más complicada ¿Y cómo no se había acordado de su cumpleaños? Eso si que era extraño, Akane siempre recordaba los cumpleaños de todo el mundo... claro, de todo el mundo menos el suyo.

Todos le felicitaron, le tiraron de la orejas y se llevó alguna que otra colleja... todos, salvo Akane. Esta permaneció hablando como si nada con sus compañeras. Solo le prestó atención cuando, de forma escandalosa, entró Yuri en la clase, más bien porque era imposible ignorar su chillona voz gritando sus felicitaciones, si existía alguien que ignoraba que hoy era el cumpleaños de Akira, sin duda que gracias a Yuri ya lo sabía.

Primero le plantó un efusivo beso en la boca y no un simple piquito, no, que agarró la cara de Akira con sus manos y se encargó de que el chico no pudiese apartarse fácilmente mientras se escuchaban silbidos y risas entre los demás.

- Yuri... que me asfixias, burra.

- Toma, mira lo que te he comprado. No te van a regalar nada igual.

Akira cogió con miedo una bolsa de regalo, a saber que tendría dentro. Era una caja estrecha y alargada, no estaba envuelta, la puso encima de su mesa y la destapó. Los silbidos y risas se hicieron aún mas patentes. Akira cogió con dos dedos los que había en su interior y se lo mostró a Yuri... era un camisón de raso, de color rosa pálido con encaje blanco y bastante atrevido.

- ¿Tu crees que me quedará esto bien a mi? - preguntó a su amiga arqueando una ceja - Yo creo que no es de mi talla.

- ¡Tonto! - rió estruendosamente Yuri - Es para que se lo des a la chica que te apetezca.

Akira la miró aún mas asombrado.

- ¿No era un regalo para mi?

- Claro, para que se lo ponga para ti y así lo disfrutes tú, tontaina - volvió a reír Yuri - Yo diría que si es su talla.

- Siempre estás con lo mismo, Yuri - intervino Momoka - Que obsesión que tienes con la lencería.

Akira sonrió mirándolo... esto seguro que Ayesa sabrá sacarle provecho. Solo de pensarlo empezó a ponerse algo nervioso.

- Bueno - cortó aquello Akane - Venga que tenemos que poner los dibujos de Suo y las fotografías de Sumire en el salón de actos y además decorar el pabellón que nos han concedido para que parezca una cafetería.

- Cierto - afirmó Hizashi - Que no podemos estar perdiendo el tiempo. Vamos a hacer dos grupos.

- Pero yo quiero ocuparme de las dos cosas - se quejó Yuri.

- Hija, que agonías que eres - gruñó Momoka.

- Pues estas un ratito en cada sitio - propuso Karura - Hacemos turnos ¿Os parece?

Akane, Sumire, Ryuko, Xu-Xu, Momoka y Yuri fueron a colocar los dibujos y las fotografías.

- No se - comentaba Yuri - No me fío, hemos dejado a demasiados chicos para decorar la cafetería y ya sabemos el gusto pésimo que tienen.

- Mujer - contestaba Momoka - También están Himeko y Karura, además luego vamos y podrás hacer todos los cambios que quieras.

Yuri estaba allí por Momoka, por acompañar a su amiga y Momoka porque no quería estar cerca de Kamui, lo curioso es que Kamui no estuviera detrás de Akane babeando.

- Piensa que nosotras la decoraríamos a nuestro gusto - añadía Ryuko - Pero también es bueno saber como les gusta a los chicos.

- Pues con muy mal gusto - gruñó Yuri - Así es como les gusta.

- Mirad - decía Xu-Xu - El famoso dibujo del beso de Akira y Akane, que bien le quedó a Suo.

- Si que quedó muy bonito - repitió Ryuko.

- ¿Y esta foto de Kamui? - habló ahora Jisei - ¡Eh! ¿Que no está guapo?

- ¿A que me quedó bastante bien? - decía orgullosa Sumire - Oyes Akane, ahora que lo pienso ¿Que le has regalado a Akira por su cumpleaños?

- Nada.

- ¿Nada? - se oyeron decir a varias a la vez.

- Bueno, aún no. Claro que le voy a dar un regalo, pero se lo daré esta noche, cuando vaya a recogerme al trabajo.

- ¿Tú trabajas? - preguntó Yuri.

- ¿No te acuerdas que hemos hablado en los ensayos de que no podía dedicar tanto tiempo a la obra? - pareció regañarla Momoka.

- Ay chica, no puedo estar en todo ¿Y en que trabajas?

- Me dedico a limpiar oficinas.

- ¿Y Akira va a recogerte?

- Todas las noches - intervino Sumire - ¿No es un encanto?

- Eso quiere decir que vais en serio - sonrió Yuri - Me alegro por Akira.

- ¿Así que piensas darle el regalo esta noche? - insistió Sumire.

- Si. Quiero darle una sorpresa y que piense que no me había acordado de su cumpleaños o que lo ignoro, a ver si le sorprendo.

- Ponte lo que le ha regalado Yuri y seguro que le sorprendes - bromeó Jisei.

Todas rompieron a reír animadamente.

- ¿Sabéis? - habló Akane - He tenido un sueño... un sueño muy extraño.

- ¿Que tipo de sueño? - se interesó Ryuko.

- He soñado que yo quería... es que es muy raro, parecía tan real.

- ¿Pero que has soñado?

- Es que he soñado que besaba a Akira, que le besaba el vientre y que bajaba...

- ¡Ah! - gritó Sumire - ¿Que le has hecho en sueños, cochina?

- ¡Que no he hecho nada! Además solo era un sueño, lo que pasa es que se sentía tan real.

- Eso es que estás deseando tener tema con él - afirmó Yuri - ¿Aún no lo habéis hecho?

- Yuri, no preguntes esas cosas - protestó Momoka.

- No la regañes, Momoka, puedo contestar sin problemas. No, no hemos tenido tema, me da un poco de miedo, la verdad, Akira la tiene bastante grande.

Nada más decir esa frase Akane se quedó extrañada de su afirmación y el resto la miró intrigada.

- ¿Cuando se la has visto tu a Akira? - dijo con soniquete burlón Xu-Xu.

- Pues la verdad es que... nunca.

- ¿Entonces como sabes como la tiene? - insistió su compañera.

- Será porque es muy listo - afirmó Sumire.

- ¿Y eso que tiene que ver, loca? - se sorprendió Ryuko.

- Ah no se, por decir algo ¿Tendrá que ver con el tamaño de las manos y los pies? Bueno, Akira no los tiene demasiado grandes sin embargo el Kirin si, tiene unas manos enormes ¿Las habéis visto? Como lo tenga todo así que gusto para su novia ¿no?

- ¡Sumire! - exclamó Akane - Desde luego no me esperaba eso de ti.

- ¿El que? ¡Ah! ¡Pero que cochina que eres Akane!

- ¿Yo? ¡Has sido tu la que lo ha dicho!

- Ah pero tu lo has interpretado, mis palabras eran puras y en tu mente se ensuciaron.

Todas reían muy divertidas por aquella conversación, todas menos Akane que se preguntaba porqué había dicho aquello y Jisei que la observaba.

- A lo mejor es que comparas la cosa de Akira con cualquier otra que hayas visto por ahí - indicó Ryuko.

- Ala, ni que yo fuera viéndoselas a todo el mundo.

- Pero el tipo ese... - empezó a hablar Sumire hasta que un codazo de Xu-Xu la interrumpió - Ese... ese que te la enseñó cuando eras pequeña... a lo mejor es que ese la tenía muy pequeña.

- Si - añadió Jisei - Además de pervertido sería un picha-corta, los pervertidos suelen tener esas carencias.

Y todas volvieron a reír, pero Akane seguía extrañada... sería por el sueño, si seguro ¿Pero por qué soñó aquello? Que cosas mas raras hace el subconsciente.

- Pero la verdad es que Akira está bastante bien dotado - indicó riendo Yuri.

- ¿Y tú como lo sabes? - interrogó Momoka.

- ¡No me mires así! Es que de pequeños nos bañábamos juntos, él, yo y Kyojin.

- ¿Entonces también se la has visto a Kyojin? - curioseó Sumire.

- Y ellos a mi. Pero éramos pequeños y no le dábamos importancia, lo que pasa es queme acuerdo de algo que me hizo gracia. Veréis, es la prueba de que las cosas son según con qué las comparamos. La madre de Kyojin estaba acostumbrada a ver a su hijo y para ella pues su hijo era normal y la madre de Akira pues lo mismo y el caso es que cuando la madre de Akira veía a Kyojin siempre le comentaba a mi madre que Kyojin la tenía chiquitita y le hacía gracia, claro, para ella la normal era la de su hijo, pero cuando la madre de Kyojin veía a Akira solía decir que la tenía muy grande.

Las risas cada vez eran más escandalosas.

- ¿Y cual es el que la tiene normal? - se interesó Xu-Xu.

- ¡No lo se! Pero es mejor pensar que Akira la tiene grande a que Kyojin la tiene pequeña ¿no?

- No te apures Ryuko - dijo Akane - Esto son tonterías que decimos, no nos queremos reír de Kyojin ni mucho menos.

- ¿Tu sabes como la tiene, Ryuko? - preguntó Yuri.

- ¡Yuri! - la reprochó Momoka.

- Bueno - continuó Yuri - Kyo de pequeño era… pequeñito, era muy mono, mi madre se pasaba el día besándole, le encantaba, de veras que era monísimo y luego creció y creció, lo mismo le ha crecido todo igual.

- Claro, como yo digo - añadió Sumire - En proporción.

En el pabellón que habilitaban como cafetería quedaban Akira, Kyojin y Shibi, el resto habían ido a traer o bien tazas, platos y todo lo que se necesitaba o los productos que iban a vender o comprar alguna cosa que les faltaba.

- ¿Cómo es que no te ha regalado nada Akane? - le preguntó Kyojin.

- Pasará de mi.

- No lo creo.

- Seguramente te lo quiera dar esta tarde - afirmó Shibi.

- No sé porqué iba a tener ese capricho.

- Quizás es que Ayesa también te quiere regalar algo - sonrió malicioso Kyojin.

- A saber que tiene dentro de esa cabeza anaranjada.

- ¿Te gusta ya Ayesa? - preguntó Shibi.

- Claro que me gusta, es Akane y a mi Akane me gusta.

- ¿Entonces has dejado ya de verla como una intrusa? - insistió Kyojin.

- La verdad es que me lo he pasado muy bien con ella.

- Igual que con Akane - añadía Shibi - ¿Y cómo te sientes?

- Bien y mal, bien porque me he dado cuenta del valor que Ayesa tiene para enfrentarse a todo.

- Ya te lo decíamos - repetía Shibi - Pero no querías escucharnos.

- Pero también me siento mal porque ahora he descubierto que tampoco quiero que Ayesa salga con Kamui, mira por donde ahora me pongo dos veces celoso. Por cierto Shibi, tu y yo tenemos que hablar sobre Akane, Ayesa y el desgraciado del mierda ese.

- ¿Qué quieres decir?

- Creo que Akane debería enfrentarse a lo que pasó y denunciarle.

- ¿Crees que eso la haría sentirse mejor?

- A mi desde luego si. Ese tipo no puede estar por ahí tan contento, tiene que pagar por lo que hizo y no solo por eso es que imagínate si ha vuelto a hacer a cualquier niña lo mismo que a Akane ¿No te da cosa saber que puede haber niñas viviendo cerca de un monstruo como ese?

...

Ringo no tenía ganas de nada, sentía como las fuerzas se le iban poco a poco y sin razón aparente. Se había levantado, preparado el desayuno para Isamu, el padre de Aiko y se suponía que su novio y esperado a que él se marchase. Se despidió de ella sin un beso ni nada, solo un "hasta que vuelva" claro que también añadió "y espero que tengas esto más limpio y ordenado cuando vuelva, que da vergüenza que vengan visitas".

Ringo bajó la cabeza y sintió esa horrible pena que siempre la invadía.

No tenía ganas de hacer nada ¿Tan mal estaba la casa? A lo mejor si, pero claro, es que él no era quien se quedaba solo con un bebé y tenía que ocuparse de todo. La niña le consumía mucho tiempo y además tenía que ir a la psicóloga y no podía estar dejándose a su madre continuamente... que fácil es hablar, si él estuviera allí, en su casa, cumpliendo su papel de padre a lo mejor ella no podría ocuparse de la casa.

Se sentó desanimaba en la cama y miró el reloj, la niña estaba a punto de despertarse, no fallaba nunca, para eso de comer era de lo más puntual así que no merecía la pena que se acostase de nuevo y lo hubiera hecho de buena gana.

Isamu era su novio "de toda la vida" como se suele decir, vamos desde que eran bastante jóvenes. Ella no había salido con ningún otro chico y ahora se arrepentía ¿Qué había pasado con su vida? Aquello no era normal, se sentía prisionera en su propia vida.

Todo el mundo le decía que qué suerte tenía de haber dado con Isamu que se había ocupado de ella y su hija, bueno, todo el mundo menos su madre, a su madre no le gustaba Isamu, nunca le gustó, siempre dijo que era un chulo que no la merecía. Cuanta razón tenía su madre cuando la advertía y que tonta ella de no hacerla caso.

Siempre, siempre, desde el primer día que salieron, Isamu la había estado sometiendo y ella, tonta de ella aceptó esa situación. Tonta, tonta, tonta... y ahora pagaba las consecuencias, ese chico la había anulado totalmente, había conseguido minar su confianza. No es que la pegase o algo así pero continuamente la menospreciaba, claro, ella no sabía hacer nada, ella todo lo hacía mal, ella era tonta e inculta, era torpe y nunca sabía de lo que hablaba. La menospreciaba a ella y menospreciaba a las mujeres... ¿Cómo le había pasado algo así?

Seguramente para una persona ajena aquello parecería un absurdo, solo tenía que abandonarle y ya, pero es que no era tan fácil, no lo era.

Abrió uno de los cajones de la mesilla de Isamu, lo ordenaría para que cuando volviese del viaje no volviese a gruñir diciendo que todo era un caos y que no podía ni encontrar unos calcetines en esa mierda de casa. Isamu es camionero, así que pasa mucho tiempo alejado de la casa, tiempo que Ringo aprovechaba para pasar en casa de su madre, incluso vivir allí, claro, normal que la casa tuviese polvo, Ringo ni pasaba por allí.

Vació el cajón y al hacerlo encontró dentro de él una foto. La cogió para mirarla, no es que fuese una cotilla pero estaba allí, entre los calcetines y además era su casa.

Era la foto de una chica, rubia, no demasiado guapa, pechugona, eso si, vestida de forma muy hortera y con un peinado horrible. Ringo empezó a sentir un mal presentimiento, dio la vuelta a la foto, algo había escrito.

Ringo leyó esas palabras aún con más pena de la que ya sentía... soltó la foto y se llevó las dos manos al estómago, se inclinó hacia delante y comenzó a llorar.

¿Por qué le pasaban estas cosas?

¿Por qué estaba tan sola?

Había perdido a todas sus amigas por culpa de él. Él la había separado de todo el mundo.

No tenía nada, no tenía a nadie, no tenía vida.

Estuvo llorando un rato hasta que el llanto de la pequeña la hizo reaccionar. Se secó las lágrimas y se levantó a cogerla.

- Ven aquí, preciosa ¿Tienes hambre? Venga, vamos a sentarnos en el comedor.

Mientras le daba el pecho a la niña aún lloraba pero mirándola se le ocurrió una idea.

- Cuando termines te voy a poner muy guapa, hoy vamos a ir al instituto de Karasu ¿Que te parece?

Ringo recordó que hoy era el día en el que su clase iba a montar una cafetería y que la habían invitado a ir ¿Y por qué no iba a ir? ¿Que había que recoger la casa? Pues le daba igual, no pensaba quedarse ahí metida, en ese horrible ambiente, sintiendo como se ahoga ¿Qué había de malo en ir a ver a sus nuevos amigos?

Y llamaría a su madre para que la acompañase, si, su madre tenía unos días de vacaciones, irían las tres y seguro que se lo pasaría muy bien y conseguiría alejar esa pena que la atenazaba.

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