sábado, 3 de diciembre de 2011

102. Una gallina, un beso sorpresa y una cita perfecta

El numeroso grupo formado por Karasu, Ringo, Sumire, Kohaku, Mitsuki, Himeko, Karura, Hizashi, Kenshi, Nowaki, Yuri, Momoka, Xu-Xu y Kimisuke habían cogido el tren para llegar a su punto de destino, este era una casita situada en un lugar apartado, en medio de la montaña, en realidad no iban de excursión, iban porque de vez en cuando a Kohaku y sus hermanos les gustaba ayudar en las tareas a la pareja de ancianos que allí vivía.

Ringo iba sentada al lado de Karasu que llevaba a su niña en brazos. Intentaba relajarse y unirse al animado grupo, la verdad es que aún no sabía que hacía allí y como se había dejado convencer por la psicóloga, si ella no conocía a nadie, de echo, casi ni conocía a Karasu, su relación se extendía a una semana, hacía una semana no sabía nada de él y ahora tenía cogida a su hija y dejaba que la niña le agarrase los dedos de la mano y que quisiese llevárselos a la boca.

Al único que conocía un poco más era a Nowaki, el hijo de la psicóloga y tampoco es que fueran amigos ni nada, solo le conocía de verle por la consulta y saludarle alguna vez.

No estaba cómoda, no se sentía integrada, no conocía a nadie y todos ellos eran amigos ¿que hacía ella, una extraña, entre ellos?

Pero la psicóloga había insistido, había insistido mucho y nadie como Sonomi Namikaze para convencer a alguien de algo, era la persona más persuasiva que conocía. En cuanto supo lo del fin de semana en la granja le pareció la mejor idea del mundo, insistió en que le iba a venir genial, se distraería, haría algo diferente fuera de su rutina y se relacionaría con gente más o menos de su edad.

Pero ella no se sentía bien ¿que tenía en común con ellos? A todos se les veía feliz y sin preocupaciones y ella tenía una hija.

Para convencerla, Sonomi se las había arreglado para juntar a los tres hermanos Akasagan y presentarle a los dos que no conocía. La chica fue muy amable con ella y el hermano pequeño se limitó a hacer un gesto amable. Después supo que los tres acudían a su consulta, cada uno tenía sus problemas e intentaban vivir su vida de una forma "normal". Ringo también creyó reconocer a esa chica morena de ojos grises como una de las pacientes que solían ir a la consulta, si, seguro que era ella, porque era muy guapa y a Ringo no se le olvidaba ese rostro.

Nadie parecía dar la menor importancia al hecho de que tuviera una hija. Solo una chica, la delgada de pelo corto y alborotado, cuando vio a Karasu a su lado se acercó y se plantó delante de él con los brazos en jarras.

"...- ¿Tienes un hijo y no me lo has dicho? - le regañó.

Karasu se echó a reír.

- ¿No ves que guapa es? Es imposible que sea mi hija.

La chica le miró torciendo la boca.

- No me mientas ¿eh?

- Te presento a mi amiga Ringo, solo es mi amiga, la niña es suya.

- Pero podía ser tuya.

- Pero no lo es.

- Pero de alguien tendrá que ser.

- De ella.

- Pero ella lo habrá tenido con alguien.

- Pues supongo que si. Anda, no pienses demasiado que luego te haces un lío. Ringo te presento a Sumire, la chica mas impredecible del mundo.

- ¿Estáis saliendo? - insistió Sumire.

- ¡Sumire! - se acercó a ellos Xu-Xu - Ya vale ¿no? Vas a avergonzar a la chica. Lo siento, discúlpala es que es un poco... despistada.

- Jo, no me regañes, yo solo quiero saber si es su novia.

- No pasa nada - habló Ringo - Supongo que le ha llamado la atención verme.

- Yo soy Xu-Xu, encantada de conocerte..."

A pasar de aquello o precisamente por eso, esas dos chicas le cayeron muy bien. Eran alegres y espontáneas y eso le recordaba que alguna vez ella también fue alegre, se reía de tonterías y se veía envuelta en alguna que otra situación comprometida de la que luego se reía... alguna vez.

Karasu suponía que Ringo no debía sentirse muy cómoda del todo pero estaba dispuesto a que, al finalizar el fin de semana, en el viaje de vuelta, la chica tuviera una pequeña sonrisita en los labios, tampoco pedía que se le pasase como nunca pero si que le ayudase a olvidar un poco lo que fuera que tuviera que olvidar.

Karasu no se atrevió a preguntar por el padre de esa niña que ahora tenía en brazos, lo que estaba claro es que en esos momento no estaba porque Ringo no lo mencionó, no dijo que la esperase en su casa, ni que tuviera que quedarse con él... ¿estaría sola? Podían ser tantas cosas, podía ser que la dejase embarazada y luego no quisiese hacerse responsable, que la abandonase, a lo mejor ni sabía que era padre, a lo mejor Ringo había llevado su embarazo sola, quizás... podría ser que la hubiesen violado o algo así... podían haber sido tantas cosas. Karasu quería saberlo, seguro que eso era lo que la hacía tanto de sufrir y si lo supiese podría entenderla un poco y quizás ayudarla.

El caso es que ahora estaba allí, manteniendo en brazos a una niña pequeña y eso que a él no le gustaban para nada los niños, de echo solía huir de ellos, sobretodo de los que tenian unos 7 años o así, quizás porque le recordaban a Kohaku y su época de pequeño tirano.

Ringo no era la única que se preguntaba que hacia allí con toda esa gente, Kimisuke estaba en la misma situación. Apenas si los conocía, solo llevaba unas semanas relacionándose con Sumire y Karasu y algo con Xu-Xu ¿por que había accedido a ir a pasar el fin de semana con ellos? Pues fue algo incomprensible, aquella chica, Sumire, le miro con sus enormes ojos de color violeta y no supo decir que no, se vio balbuceando como un imbécil y accediendo... al menos su madre estaba muy contenta, aseguraba que el aire de la montaña le vendría muy bien para sus pulmones... y lo peor es que no había sabido negarse ante esa chica tan... tan... no había palabra para definirla ¿torpe quizás? llamarla torpe era llamarla poco... siempre estaba tropezándose con él, o tirándole algo encima, o pisándole... a Kimisuke estaba empezando a causarle cierta psicosis verla.

Por fin llegaron a su punto de destino, este era una pequeña casa situada en un lugar apartado, en medio de la montaña y Sumire cuando la vio exclamó emocionada que era como una casita de cuento.

- ¿Aquí vive vuestra abuela? - preguntó en voz baja Sumire a Karasu mientas Mitsuki se agarraba del brazo de Kohaku y prácticamente le obligaba a caminar a su lado.

- No. Es la abuela de Takumi.

Sumire se paró en seco y miró con los ojos muy abiertos a Karasu.

- ¿La abuela de Takumi? ¿El chico de 3-1? - repitió la chica.

- Si, ese mismo.

- ¿Uno de los que echó la droga esa a Himeko?

- ¿No sabías que Takumi también es de mi ciudad, Hohein?

- No, que voy a saber.

- La abuela Mito es una gran persona, ya verás es toda una abuela entrañable.

- ¿Y vive aquí?

- Ajá.

- ¿Takumi vive aquí?

- No, él vive en una residencia para estudiantes en la ciudad, no quiere vivir con su abuela, así que no temas, no lo vamos a encontrar.

- Karasu - Ringo se acercó también a él algo nerviosa, este lo notó y la sonrió amable - La niña va a ser una molestia.

- A la abuela Mito le encantará ver a tu pequeña - hablo Karura que estaba al lado de Ringo - Ya verás que le alegrará el día.

La abuela Mito era tal y como Karasu la había descrito una señora muy agradable de sonrisa amable que saludó a todos con verdadero afecto y sobretodo le encantó ver al bebé que les acompañaba.

- Ay que cosa tan preciosa ¿Es tuya, rufián? - dijo mirando de reojo a Karasu.

- No que va, yo no he tenido nada que ver con esto - contestó riendo.

- Ya decía yo. Trae déjamela, ven chiquitina, ven con la abuela Mito, ya verás que bien nos lo vamos a pasar nosotras… esto si que me rejuvenece ¿Y como te llamas tú, cosa bonita?

Ringo la miraba con miedo, parecía una señora mayor, quizás no era la mas adecuada para ocuparse de un bebé.

- La abuela Mito y su hermano llevan esta granja solos - susurró Karura - No temas, que seguro que si sabe cuidar de tu niña.

- Bueno - dijo Nowaki haciendo un gesto como si se arremangara y poniéndose en jarras ¿Y por donde hay que empezar a trabajar aquí?

.Al cabo de un rato se separaron en grupos para ayudar en distintas tareas.

Kohaku estuvo todo el tiempo franqueado por Mitsuki lo que creó cierto malestar en Himeko, no sabía que le molestaba mas, que le acaparase, que tuviese tanta confianza con él o que por su culpa Kohaku pareciese no darse cuenta de su presencia. Más que molesta se fue con Sumire, Kimisuke, Ringo y Karasu.

Nowaki, Xu-Xu, Yuri, Kenshi y Momoka parecían divertirse mucho recolectando el pequeño huerto de los abuelos. Momoka estaba asombrada con Yuri, ella pensaba que iba quejarse de cosas así, de que estropearían sus uñas o algo parecido, pero no, Yuri se lo estaba pasando muy bien, estaba justo al lado de Nowaki y se gastaban bromas entre ellos.

Hizashi y Karura habían entrado al corral. No hablaban, ni siquiera sabían porqué habían entrado allí si a ninguno parecía importarle lo más mínimo. Karura notaba extrañamente tenso a Hizashi, siempre era un chico muy recto y serio pero ella le notaba más tirante de lo normal.

- ¿Que te pasa Hizashi?

- Nada, no me pasa nada.

- Si, si te pasa algo. No querías venir ¿a que no?

- No es que no quisiera venir es que no se porqué he venido.

- No te entiendo.

- ¿Por qué me has invitado?

- Porque eres nuestro amigo, de todas formas si no querías venir podías haberlo dicho.

- Karura, vamos a hablar directamente, será lo mejor.

- ¿Te pasa algo?

- ¿Qué soy para ti?

- ¿Cómo?

- Estas viéndote con otro ¿verdad?

- ¿Qué? - Karura se sintió de pronto muy nerviosa.

- Karura siempre te he tomado por una persona madura, no estropees ahora la imagen que tengo de ti, prefiero que me digas la verdad aunque me duela pero no me tomes por tonto.

- No te tomo por tonto, nunca lo he hecho.

- ¿Estas saliendo con otro?

- No... No es que esté saliendo... lo siento Hizashi yo no quiero hacerte daño.

Por primera vez Karura pudo ver el rostro de Hizashi quebrarse.

- Ya te dije que no soy buena persona y que te utilicé, te lo advertí.

- Si, es cierto - habló con cierta amargura - Me lo advertiste, sin embargo yo... yo te quiero Karura, no puedo evitar que me gustes y no me gusta compartirte con nadie... no deberías darme esperanzas si estás enamorada de otro.

- Pero es que yo también te quiero... es que yo... no lo puedes entender, ni yo misma me entiendo, no se lo que me pasa.

- ¿Me quieres?

- A mi me gusta estar contigo pero...

- También te gusta estar con él, es eso ¿no?

- No lo puedo evitar, no puedo elegir uno de vosotros, para mi los dos sois muy especiales y los dos me dais algo que me falta.

Hizashi miraba a Karura, seria, con gesto casi enfadado, parecía dolida pero sin llorar y es que Karura no lloraba tan fácilmente, Karura era una mujer fuerte, de esas que aunque la vida le haga daño cierra los puños y se enfrenta a lo que sea... aunque Hizashi sabía que en el fondo no era así, que dentro de ella había una niña asustada que deseaba sentirse protegida. Como odiaba Hizashi ser joven y no tener la madurez suficiente para entenderlo todo y para saber como reaccionar.

- Yo no quiero hacerte daño, nunca he querido hacerte daño, te lo juro.

- Lo se, pero no puedo evitar sentirme dolido. No me gusta compartirte ¿No me vas a decir quien es él?

- Eso da lo mismo.

- ¿El sabe quien soy yo? Porque si él sabe quien soy yo considero justo saberlo yo también.

Karura se sintió confundida, en el fondo Hizashi tenía razón... ¿Pero que estaba diciendo? Ni que aquello fuera una competición.

- ¿Por qué te gusta?

- No lo se, intento que no me guste pero siempre que le veo me siento atraída hacia él, es una atracción que no puedo evitar.

- ¿Le quieres?

Realmente Karura no sabía que contestar.

- No lo se, no se lo que siento, me gusta estar contigo, me gusta estar con él. El es como un huracán que me hace perder la cabeza y tú la calma que me hace sentir bien. Estar con él es como subir a la montaña rusa, todo son sensaciones intensas, contigo es como un paseo en barca, tranquilo, apacible.

- ¿Y que te gusta más?

- Me gustan las dos cosas, me gusta sentirme viva y me gusta estar a tu lado y hablar y...

- ¿Crees que yo no puedo ser una montaña rusa?

- No es eso lo que digo, no lo entiendes yo...

La frase de Karura fue rota cuando de una forma inhabitual e impulsiva en Hizashi este la cogió de la cintura y la atrajo hacia él para besarla como nunca lo había hecho. Karura sintió que las fuerzas parecían ir abandonándola ¿que era eso? Fue un beso largo y apasionado que la pilló desprevenida y parecía absorberla, las piernas se le doblaron y a punto estuvo de caer de no ser porque Hizashi la sujetó con fuerza y la sostuvo aunque no dejó de besarla.

Cuando se rompió el beso, Karura, aturdida aún le miró asombrada.

- No soy tan frío como todos pensáis.

- Ah... esto... yo...

- No te voy a agobiar, no pienso ir detrás de ti suplicándote que me des una oportunidad. Ya sabes lo que ofrezco, cuando te decidas me lo dices.

Hizashi era demasiado orgulloso para humillarse pidiendo que le eligiese a él. No, él lo tenía muy claro, esperaría a que ella se diese cuenta por ella misma, no iba a suplicarle, no iba a rogarle.

Karura aún seguía aturdida ¿que había sido eso? Desde luego no parecía una reacción habitual en Hizashi, las piernas aún le temblaban y se sentía bastante acalorada, ahora no era capaz de encadenar sus pensamientos, ya ni recordaba la conversación que habían tenido.

Karasu, Himeko, Ringo, Kimisuke y Sumire daban de comer la las gallinas. A ellos se acercaron Kohaku y su acompañante, seguramente Kohaku intentaba huir de estar a solas con la chica que le seguía a todas partes.

- Que bonitos son los pollitos - decía Sumire emocionada - ¡Cómo me recuerdan a mi Lucas!

- ¿Tu Lucas? - preguntó Karasu.

- Si, yo cuando vivía en España tuve un pollito que se llamaba Lucas.

- ¿Pero vivo? - inquirió Ringo.

- Claro que vivo. Una vez en un mercado te regalaban un pollito si comprabas algo, todo el mundo tuvo pollitos aquel día. Yo cogí el que tenía cara de más desgraciado para darle un hogar.

- ¿Y te lo quedaste de mascota? - preguntó Mitsuki.

- Si, se llamaba Lucas, así cuando me iba le decía "Hasta luego Lucas" - vio a sus compañeros mirándola con cara de no entender nada - Es una muletilla de allí, no lo vais a entender pero tenía gracia. Era mas lindo, siempre corría detrás de mí.

- ¿Y que le pasó al pollo? - se interesó Karasu, a él le encantaba oír a Sumire y sus locas anécdotas.

- Pues que creció y resultó que era una chica, vamos una gallina, tuve que cambiarle el nombre pero no me acostumbraba, así que era la gallina Lucas y ponía un huevo todos los días.

- ¿Ponía huevos y todo?

- Si, la teníamos en un cubo.

- ¿Metíais la gallina en un cubo? - se alarmó Kimisuke.

- Pero solo para dormir. Yo la sacaba a pasear.

- ¿Sacabas a pasear a una gallina? - preguntó esta vez Kohaku intrigado.

- ¿Por qué no me sorprende? - comentó Karasu.

- ¿En España la gente pasea gallinas? - se interesó Ringo.

- Uy no, que va. Pasean perros, si acaso gatos.

- Pero tú sacabas a tu gallina - añadió Karasu.

- Claro, iba siempre detrás de mí.

- Habría que haberte visto.

- Y cuando llegó las vacaciones nos quisimos ir a la playa ¿y que hacíamos con la gallina? ¿A quien se la dejábamos? que además ponía un huevo todos los días.

- Detalle importante - recalcó Karasu riendo.

- Así que nos la llevamos.

- ¿Os llevasteis la gallina de vacaciones? - preguntó Kimisuke que cada vez estaba mas intrigado con toda esa historia mientras los demás reían divertidos.

- Si, con su cubo y todo. La sacábamos por la playa y bien que le gustaba al bicho.

- Espera, espera - interrumpió Karasu - ¿Sacabais en la playa a la gallina? ¡No me lo puedo creer!

- Anda claro, también tenía derecho. Mi hermano tiene cierto trauma por eso, creo que desde entonces odia a las gallinas.

- ¿Y que pasó al final con Lucas? - se interesó Ringo.

- Pues la llevamos a una granja, era lo mejor para ella.

- Seria muy doloroso separarte de ella - recalcó Himeko.

- Si pero ese día lo pasamos genial, allí, Lucas y yo, haciéndonos amigas de las otras gallinas y yo hasta me comí un huevo de gallo.

- ¿Un que? - se extrañó Ringo.

- ¿Le quitaste un huevo a un gallo? ¿Los gallos tienen de eso? - añadió a su vez Mitsuki.

- Un huevo de gallo, el gallo que puso un huevo y nadie se lo quería comer y yo me lo comí.

- A ver Sumire-chan - indicó Himeko - ¿Cómo va a poner un huevo un gallo?

- Pues lo hizo.

- Sería una gallina - apuntó Kimisuke.

- Que no que era un gallo, un gallo.

- Pero un gallo no puede poner un huevo, es imposible - insistía Himeko mientras Karasu se doblaba de la risa.

- Os digo que lo hizo.

- Pero los gallos - habló entre risas Karasu - No tienen los mecanismos internos giro-dinámicos apropiados para poner un huevo.

- Pues no era un huevo de gallina, era un huevo totalmente redondo, no era de gallina y allí solo había gallinas y un gallo... el gallo puso el huevo.

- Pues lo pondría una gallina con aspiraciones artísticas - ironizó Kimisuke.

- Era de gallo, eso dijeron y como era de gallo nadie quería comérselo y yo me lo comí.

- ¿Y? ¿No te sentó mal? - se interesó Kohaku.

- No, pero ahora mi hermano dice que estoy loca por haberme comido un huevo de gallo, siempre dice "tu estás loca desde que te comiste el huevo de gallo, anda y calla"

- A saber de qué sería ese huevo, lo mismo de una serpiente - puntualizó Kimisuke.

- Era de un gallo.

- Un gallo milagroso, te lo aseguro.

Las anécdotas de Sumire habían conseguido relajar los ánimos y creado un ambiente distendido y divertido. Kimisuke estaba seguro de que ese era un poder especial que tenía la desastrosa Sumire, conseguir que todo el mundo se sintiese cómodo a su lado.

Akira estaba a punto de preparar su comida. Se había quedado solo en su casa, sus padres y Chiharu habían ido al pueblo, ya empezaba la época de berrea y siempre había mucho trabajo en esa época; él debería haber ido pero les convenció de que era mejor ir la semana siguiente ya que su cumpleaños era unos días después y podrían celebrarlo en familia y además que él tenía mucho trabajo con tantos deberes y la obra de teatro y el trabajo de la profesora de economía domestica... bueno, eso es lo que había dicho y en parte era cierto pero sobretodo la razón principal era que tenía una cita con Akane y por nada del mundo iba a faltar.

¿Dónde le llevaría? ¿Que habría pensado en esa cabeza de calabaza? Tenia mucha ilusión en la cita, era innegable, esperaba que fueran a un sitio tranquilo y poder cogerla de la mano, a ser posible pasear o tumbarse en la hierba, los dos solos y sin discutir, hablar de cosas agradables y sentirla cerca de él... bueno, no tan cerca como a Ayesa... ahg, ya estaba acordándose de Ayesa otra vez ¡maldita sea! Cada vez que pensaba en ella le venían las mismas imágenes a la cabeza y aún no entendía como era capaz de mirar a Akane a la cara sin morirse de vergüenza. Cuando pensaba en lo que esa chica hacía con el cuerpo de Akane es que... que si, que el cuerpo era suyo también pero... desde luego que de todas las mujeres difíciles a él le había tocado la más complicada, retorcida y enrevesada de todas.

¿Y que pasaría si un día Akane llegase a tomar conciencia de que tiene otra personalidad? ¿Y si descubre lo que hace? Madre mía... no quiere estar cerca de ella si eso pasa.

Sonó el teléfono. Debía ser Akane para decirle, por fin, donde iban a ir.

- ¿Hola?

- Hola ciervito.

- Sabía que eras tú, pecosa.

- ¿Que haces?

- Voy a preparar la comida.

- Pues no la prepares, hoy te invito yo a comer.

- ¿Me vas a llevar a un restaurante?

- Algo mucho mejor.

- ¿Tengo que vestirme con traje?

- No, mejor ponte algo cómodo. Oye, necesito que vengas a buscarme, ya sabes como es mi madre.

- Claro, ya me lo imaginaba, como soy tu novio...

- Ven dentro de una hora, tengo que ayudar a mi madre con la comida, ah y trae tu bicicleta.

- ¿Mi bicicleta?

- ¿Tienes bicicleta, verdad?

- Si, debe estar llena de telarañas pero tengo ¿Me vas a hacer pedalear?

- Va a ser muy divertido, ya lo verás.

- Espero que si, ya sabes que no me gusta el esfuerzo físico.

- Te espero dentro de una hora ¿vale?

- Si señora, lo que usted mande, señora.

Inari comía, como ya era habitual desde hacía unos días, en casa de los Nagashiyama. Las comidas con Jisei y su familia siempre eran muy agradables, la charla era animada e Inari, como siempre, se sentía parte de la familia. Aprovechando ese ambiente distendido, Inari soltó una frase que estaba deseando decir y lo hizo con toda la naturalidad del mundo.

- La película empieza a las 4, no lo olvides, Jisei.

- No lo olvido. Estaré lista, ya lo verás.

Y también con toda la naturalidad los padres y el hermano comentaron aquello, a fin de cuentas no era raro que Jisei fuera al cine con un amigo de la familia, con un amigo suyo.

- Ten mucho cuidado de lo que vas a hacer con mi hermanita en el cine ¿eh, pervertido? - le dijo medio en broma Kisuke.

- Tengo yo el cuerpo como para intentar meter mano a nadie, no te digo.

- Al final has liado a Jisei para que te acompañe al cine - continuaba Kisuke - eres muy pesado, seguro que la pobre ha accedido por compromiso y ni le apetece ver esa película.

- Si me apetece, claro que me apetece - respondió Jisei - Tu no le hagas caso a este, que solo le gustan las películas donde salen tías desnudas o muchos tiros.

- Y si son ambas cosas mejor, ya sabes, argumentos que se entiendan fácilmente - rió Kisuke.

Siguieron comentando las tonterías que decía Kisuke y riéndose mientras Inari y Jisei se miraban de cuando en cuando y se sonreían... estar así era muy bonito.

- En serio papá - habló Kisuke - ¿No te preocupa que tu hijita pequeña, tu niñita, vaya al cine con un tío mayor?

- Es Inari, no es cualquier tío mayor - contestó el padre.

- Además no es tan mayor - añadió la madre - Lo dices como si tuviera 50 años o así.

- Mamá, eres muy permisiva con tu hija.

- Kisuke - interrumpió Jisei - ¿Te parecería mejor que fuera al cine con alguno de mis sobre-hormonados compañeros de clase que, por otro lado, tienen mi misma edad?

- Eh... preferiría que no fueras al cine con ningún ser del espécimen masculino.

- A saber lo que harás tu en el cine - suspiró Jisei - Y claro, piensas que todos son como tu.

- De todas formas - afirmó la madre - Inari solo es 8 años mayor que Jisei, es honrado y trabajador, muy buen candidato a yerno.

- Tu madre y yo nos llevamos 6 años.

- Ten cuidado Inari o sales comprometido de esta casa.

Inari y Jisei se sintieron repentinamente avergonzados y desviaron las miradas.

- Es una broma, Inari - añadió riendo Kisuke - Solo una broma, no te apures tanto.

Después de la comida la madre de Jisei entró en su cuarto.

- Así que, al cine - dijo cerrando la puerta.

- Si. Me dijo que si le acompañaba y...

- Si no me parece mal, Inari es una gran persona y todos le hemos cogido cariño, es solo que... no quiero que sufras.

- Ya lo se, mamá, ya lo se - habló casi en un hilo de voz Jisei.

- Cada vez te gusta más ¿verdad? - dijo sentándose en la cama de su hija.

- Intento evitarlo, intento que no sea así pero...

- Ven, siéntate. No seas tonta, los sentimientos no se pueden controlar tan fácilmente.

- He intentado alejarme de él, te lo prometo pero... cometí un fallo enorme... se lo dije... le dije que me gustaba. Ya se que estuvo mal, lo se, no me regañes por favor.

- Y le confundiste.

Jisei afirmó con la cabeza.

- Hija, yo lo único que quiero es que no sufras pero supongo que no puedo protegerte de todo... Mira cariño, yo confío en ti y en tu madurez y confío en que sepas lo que haces.

- No tienes de que preocuparte... yo... soy una cría para él y no le intereso.

- ¿Estás segura? Yo no creo que te vea como a una cría.

- Hay que ser realistas, está rodeado de mujeres más mayores e interesantes que yo, mujeres más... liberales ¿Por qué iba a fijarse en mí? Además que está su trabajo, no lo va a poner el peligro por mí.

Todo lo que decía Jisei lo decía completamente convencida. Se había auto convencido de que era así, de que Inari aún la veía como a una de sus alumnas y que, desde luego, no iba a arriesgar su puesto de trabajo por ella, que, quizás después de su declaración y aquellos momentos que vivieron y esos besos él habría recapacitado, quizás se había dado cuenta de que era una locura... pero ella sabía tener paciencia y esperaría a graduarse para entonces demostrarle a Inari que no era tan cría como él pensaba.

Akira cogió su bicicleta, la desempolvó y a pesar de lo poco que le gustaba pedalear, subió y se dirigió a casa de Akane.

Allí estaba Akane, en la puerta de su casa, al lado de otra bicicleta, esperándole. Debía ser la bicicleta de su hermano porque se veía claramente que era de chico, atada a ella había una cesta. Akane le recibió con una alegre sonrisa y cuando Akira paró a su lado y se bajó de la bici ella se acercó y le dio un pequeño beso en los labios.

- Hola - le saludó.

- Ho... hola - repitió completamente perplejo el chico.

Akane sonreía, parecía contenta y feliz. En la terraza de su casa, Takato los miraba atentamente, Akane miró en esa dirección, Akira la imitó y vio a Takato meterse deprisa en la casa.

- Creo que va a decírselo a tu madre - suspiró.

- Seguro que si - rió - Que bici mas chula que tienes - continuó la chica - Yo no tengo, esta es de mi hermano, es un poco fea pero sirve.

- ¿No te vas a meter en un lío?

- Mi madre piensa que tú y yo nos pasamos las noches fornicando.

- ¿Me va a matar tu padrastro? - dijo con miedo.

- No pienses cosas negativas, hoy solo vamos a pensar cosas bonitas, tienes que disfrutar de esta tarde porque quizás no tengas otra en mucho tiempo.

- Eso es porque me va a matar... Vaya, veo que te has puesto el colgante que te regalé - dijo al ver que Akane llevaba el colgante que le regaló en Tanabata.

- Claro, es muy bonito.

- ¿Y que vamos a hacer? ¿Ir de pic-nic?

- Te voy a llevar a un sitio que te va a gustar, ya lo verás. Toma lleva tu esto - le pasó una especie de bolsa de tela.

- ¿Qué es?

- Ya lo verás. Venga, sígueme.

- ¿Hay que pedalear?

- Si, un poco, vamos y no te quejes luego podrás descansar.

- Vaya por dios, me lo estaba imaginando.

Akira subió a su bicicleta sonriendo, algo le decía que la tarde empezaba a ponerse interesante, sería la sonrisa de Akane o aquel pequeño beso. No se fijó mucho por donde le llevaba Akane, solo se dio cuenta de que salían de Kizuna y pedaleaban por la orilla del río; no podía evitarlo, no era tan fácil de olvidar lo que había sucedido con Ayesa y a veces se sentía incómodo, a parte tenía una curiosidad: ¿Dónde tenía Ayesa guardadas esas esposas en casa de su madre? Eso era muy sospechoso y sobretodo ¿Tenía mas cosas de "esas"?

Akane se detuvo en un solitario y bonito lugar cerca del río y bajó de la bicicleta.

- Ya hemos llegado ¿No es bonito?

- ¿Dónde estamos?

- En un sitio tranquilo y precioso. Vamos, baja, mira he hecho la merienda, espero que te guste porque he tenido que improvisar con lo que había por casa. Dame la bolsa que te di.

- ¿Que vamos a hacer en este lugar tan apartado a parte de comer?

- Nada.

- ¿Nada?

- Si, nada, no vamos a hacer nada.

- ¿Me has traído hasta aquí para no hacer nada?

- Es un lugar tranquilo y la tarde está estupenda - dijo mientras sacaba de la bolsa una especie de manta y la desdoblaba para ponerla en el suelo - Ven, túmbate, aquí podrás relajarte y mirar el cielo y no hacer nada de nada.

Akira la miró arqueando las cejas.

- ¿Me has traído aquí para mirar... el cielo?

- Si. Leí que la cita perfecta es ir a donde le guste a tu pareja y a ti no te gusta hacer nada, solo relajarte, así que puedes relajarte todo lo que quieras y nadie nos molestará.

Akira miró la manta en el suelo y después dirigió su mirada al cielo.

- Si que está la tarde perfecta para no hacer nada.

- ¿Ves? Ven, túmbate, prometo no molestarte, vamos a comer y luego nos tumbaremos y no pensaremos en nada.

Akira sonrió, si alguna vez había pensado que era inútil todo lo que se esforzaba por esa chica en esos momentos sus dudas se disipaban.

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