sábado, 3 de diciembre de 2011

94. ¿Qué es estar enamorado?

Akira metió los dedos entre su pelo y le resultó gracioso lo pronto que se le acababa este. Estaba acostumbrado a su pelo largo y ahora le producía una extraña sensación; que él recordase nunca lo había tenido corto, incluso cuando veía sus fotos de pequeño ya lo tenía más largo que los demás, alguna vez lo tendría corto pero evidentemente no lo recordaba. Cogió todo el pelo que se había cortado con mucho cuidado y lo metió en una caja; lo miró, desde luego que era más abundante de lo que se imaginaba y le daba un poco de pena pero bueno, al fin y al cabo solo era pelo.
Después de barrer y limpiar los restos de cabellos que aún quedaban por el servicio se dispuso a ir a su habitación para reorganizar su estrategia. El lo tenía todo planeado, Akane, Ayesa, Kamui... sabía lo que pretendía y esperaba conseguirlo pero la mala suerte tuvo que jugar en su contra y ponerle una gran traba: el maldito trabajo de la profesora Shinobu. Eso estropeaba todos sus planes, el azar había emparejado a Akane y Kamui y eso le fastidiaba bastante, sin contar con la inesperada proposición de Akane... pero que complicado que era todo. Pues nada, tocaba pensar en otra estrategia, se había pasado el día lamentándose y eso no era de mucha utilidad, por suerte había conseguido librarse de ese dolor que le atenazaba y ahora podía pensar con más claridad.
Sonó el teléfono de la casa. Era su tío para que le dijese a su padre que el próximo fin de semana, cuando fuese al pueblo, no se olvidase de llevar unas cuantas cosas que necesitaban. Claro, comenzaba la época de celo de los ciervos y eran días muy importantes y trabajosos; los Shikamoto no solo se ocupaban de vigilar los enfrentamientos entre los machos si no que además comenzaba "la berrea" ese espectáculo a base de berridos que daban los ciervos y que atraía a muchos turistas. También su tío le recordó que él era un Shikamoto y debería ayudar en esos días y que aprovechara para llevar a su novia y que la chica disfrutara de ese fenómeno tan grandioso.
"No sería mala idea" pensó "Volvería a llevar a Akane a mi territorio y la alejaría de Kamui. Pero su madre no va a querer, con eso de que ahora duerme lejos de su casa aprovecha los fines de semana para que la ayude con sus hermanos" Sin embargo esa idea se empeñó en permanecer en la mente de Akira dando vueltas, la berrea era sin duda un gran espectáculo en el que los ciervos bramaban para atraer a las hembras... vamos que hacían mucho ruido...
Cogió su teléfono móvil y mandó un mensaje. Si había que hacer ruido para que las hembras se fijasen en los machos pues habría que hacer ruido.
Después de mandar el mensaje sonrió con maldad.
Akane y Kamui repasaban una especie de "plan de vida" que estaban organizándose. Akane de vez en cuando pillaba a Kamui mirándola fijamente y eso la hacía sentirse un poco incómoda ¿por qué la miraría tanto y encima sonreía? Mientras decidían cual era el trabajo que iba a tener Kamui en su vida virtual y como se habían conocido, hacían un resumen de los problemas que se les planteaban y como enfrentarse a ellos cuando el móvil de Akane indicó que tenía un mensaje. La chica miró y después de leer el mensaje volvió a guardar el móvil en su mochila con evidente desconcierto.
- ¿Tus padres?
- No, que va, un toca-pelotas que no tiene otra cosa que hacer que molestarme.
- ¿Algún admirador?
- ¿Tengo yo pinta de tener admiradores? Venga, vamos a seguir con lo nuestro.
Akane se preguntaba que demonios le pasaba a Akira y que le había llevado a escribir ese absurdo mensaje. Lo que ignoraba es que el mensaje había obrado en ella exactamente la reacción que el chico esperaba.
"Será tonto" se repetía mentalmente "¿A que está jugando? Se va a enterar cuando le vea"
Con el mismo mal humor volvió a coger el móvil.
- ¿Eran malas noticias?
- Si, malas para quien yo me se.
- Parece que te ha afectado.
- Voy a borrarlo y punto - Akane volvió a mirarlo, iba a darle a la techa de borrar sin embargo esas palabras parecían tener algo que se lo impedía"Recuerda que te quiero y estoy pensando en ti"
- Maldito hijo de su madre - gruñó y volvió a guardar el móvil.
¿Por qué la perturbaba tanto esa frase si solo era una broma del Bambi? ¡Será tonto, idiota y estúpido!
La exclamación de la madre de Akira al ver lo que su hijo se había hecho en el pelo seguramente fue escuchada varios kilómetros a la redonda. Akira, por el contrario, con toda la naturalidad del mundo le contestó sin inmutarse.
- Me lo he cortado.
- ¿Has hecho alguna apuesta con alguien? - preguntó alarmada.
- No, no me he apostado nada con nadie.
- Entonces es que "alguien" te ha obligado a hacerlo ¿es eso? - insistió haciendo hincapié en el "alguien".
- No. Simplemente se me ocurrió cortármelo.
- ¿Es que es la moda? ¿Lo haces para ser popular entre las chicas?
- Deja al chico - intervino Akito ante la actitud de Yoshiko que empezaba a dar miedo - Es bastante mayor como para saber como quiere tener su pelo.
- Pero es que... tenía un pelo tan bonito - se acercó y acarició suavemente los cabellos de su hijo - ¿Es tu forma de rebelarte ante algo?
- No mamá, no quiero rebelarme, solo quiero cambiar.
- ¿Cambiar?
- Si. De pronto he sentido la necesidad de cambiar.
- ¿Te lo volverás a dejar crecer?
- Ah pues no lo he pensado, ya veré.
- Aún no te has dado cuenta de la tontería que has hecho, antes eras original ahora eres como todos. Anda, ven aquí que te lo arregle, te has dejado unos trasquilones horribles, al menos que lo lleves decente ¿Por qué te lo has cortado tu solo?
- Porque es sábado y las peluquerías de la zona están cerradas.
- Podías haber ido al centro comercial.
- Ah, no me apetecía ir tan lejos.
- Pues haber esperado al lunes.
- Si espero al lunes lo mismo cambio de idea.
Al final habían ido al cine Sumire, Misaki, Jisei, Kimisuke, Suo, Genki, Ryuko y Kyojin y salían de allí bastante divertidos.
- Al menos nos hemos reído un rato - decía Genki.
- Se ha reído hasta Kimisuke, que no suele reír nunca - añadía Karasu.
- Tampoco soy tan antipático - contestaba el chico - Solo que es difícil que algo me haga gracia.
- ¿Y eso por que? - se interesaba Sumire.
- Por nada en particular, simplemente es difícil que algo me haga reír, no veo la gracia tan fácilmente.
- Akira no ha querido venir con nosotros, que tonto - se quejaba Sumire ahora.
- Estaba preocupado porque Akane había quedado con Kamui - explicó Kyojin.
- Lógico que estuviese preocupado - afirmaba Karasu - Del Kamui tampoco me fío yo ni un pelo.
- Bueno chicos - dijo Kyojin - Nosotros nos vamos por aquí.
- ¿Os vais ya? - pareció apenarse Sumire.
- Mi mis padres no me dejan estar hasta muy tarde - contestó Ryuko.
- Uy que mal - se quejó de nuevo Sumire.
- Tu quédate si quieres - se dirigió Ryuko a Kyojin.
- De eso nada, yo te acompaño.
- Eso es Kyo, tu se un caballero y acompaña a la dama - habló Karasu.
- Yo os acompaño también, si no os importa, es que me voy también a casa - dijo Jisei.
- ¿Te vas? - volvió a quejarse Sumire - Jo, os vais todos.
- Es que voy a dormir en casa de Akane, como sus padres no están me ha invitado y tengo que recoger mi pijama y mis cosas.
- ¡Una fiesta de pijamas! ¡Que bien os lo vais a pasar!
- Pues yo también me voy entonces - habló Kimisuke.
Después de las despedidas, Sumire se colocó entre Misaki y Suo y los cogió a ambos de los brazos.
- ¿Y nosotros que hacemos?
- ¿Que os parece si vamos a echar unos bolos? - propuso Genki.
- ¡Estupendo! - exclamó la chica - Ala, vamos, veréis que bien lo vamos a pasar.
- ¿Pero no es muy tarde? - interrogó Suo.
- Tu a callar, no es muy tarde. Venga, vamos, aunque sea a echar una partidita.
Sumire estaba decidida, pero muy decidida a ayudar a su hermano. Suo era una gran persona, un chico bien listo, limpio, olía bien, era educado y sensible... era el chico perfecto para su hermano. Misaki la miraba de reojo, esa sonrisa que mostraba su hermana no le gustaba ni un pelo, algo se traía entre manos, seguro.
En la bolera, mientras Karasu, Sumire y Genki disfrutaban jugando a los bolos, Suo y Misaki se sentaron en unos cómodos asientos. Estaban en silencio, Misaki se encontraba muy incómodo porque aunque Suo era un buen amigo, tenía confianza con él y se estaba muy bien a su lado, el miedo a hacer algo, un gesto, una mirada, cualquier cosa, que delatase que se sentía atraído por él y provocase que el chico se asustase o se sintiese de alguna forma amenazado, le aterraba.
- Estás muy callado, Misaki.
- Bueno, no quiero molestarte.
- Tu conversación no me molesta ¿Puedo preguntarte algo?
- Si, claro.
- Sumire dijo que tu habías estado enamorado ¿es cierto? ¿Has estado enamorado?
- Eso es al menos lo que he creído.
- Entonces se supone que eres experto en amor.
- Hombre tanto como experto no diría, más bien soy experto en hacer el ridículo.
- ¿Que es el amor?
- ¿Cómo?
- He intentado buscar lo que es el amor pero no encuentro una definición que me aclare mis dudas ¿Cómo es estar enamorado?
- ¿Estás enamorado?
- No, estoy seguro de no estar enamorado pero me gustaría saber que se siente al estarlo.
- Algunas cosas no se pueden explicar, hay que vivirlas para conocerlas.
- Conozco a una persona con la que me gusta estar, si puedo busco su compañía, a su lado me siento lleno de un extraño sentimiento cálido en mi interior. Me gusta ver su sonrisa y cuando creo que algo malo le puede pasar siento como... no se explicarlo.
- ¿Dolor dentro de ti?
- No se, algo así como pena.
- Pues no se si estás enamorado pero parece que importarte te importa mucho.
- Me paso el día pensando en esa persona, si estará bien, que estará haciendo. Me siento muy confuso Misaki.
- Entiendo. Me alegra mucho que hayas acudido a mí, eso es que me consideras tu amigo - dijo con un poco de amargura.
- ¿Es malo sentir lo que siento?
- No, para nada, es maravilloso, te hace sentir vivo.
- Pero yo no estoy enamorado, estoy seguro de que no estoy enamorado.
- Pero tu mismo me has dicho que no sabes lo que es estar enamorado.
- Por eso quiero que alguien me lo explique, para reconocer ese sentimiento cuando aparezca.
- Cuando aparezca lo sabrás... no hay más.
- Bueno, tú háblame.
En realidad a Suo lo que le gustaba era oír el sonido de la voz de Misaki, era algo muy extraño y confuso para él, sobretodo era confuso reconocer que la persona en la que siempre pensaba era otro chico, por eso estaba completamente seguro de que amor no era, no podía ser ¿Que sería entonces?
Jisei llegaba al portal de Akane justo en el momento en el que Kamui se marchaba. La sonrisa estúpida que llevaba en los labios y el color del aura le hizo entender a la chica lo que sucedía sin lugar a dudas.
Tocó el timbre de la casa de Akane y esperó a que abrieran. Nada mas ver a su compañera al otro lado de la puerta puso sus manos en jarras sobre la cadera.
- ¿Qué? - dijo - ¿Te lo has pasado bien, Ayesa?
- ¿Cómo sabes que soy yo?
- Por la cara de bobo que llevaba el Kaguya. Anda déjame pasar ¿Y tu hermano?
- Se ha quedado dormido. Ha jugado demasiado, ha sido un día muy emocionante para él. El bombón lo ha traído cogido y todo, ha sido un encanto.
- Claro y tu le has recompensado como se merecía ¿a que si?
- No pongas esa cara de perro, solo le he dado unos besitos de nada.
- Ya. Ya me conozco tus besitos de nada.
- Tampoco es todo mi culpa, el bombón le dio chocolate a Akane, mucho chocolate, además no te me pongas a echarme charlas que sabes que no te voy a hacer ni caso.
- Ya lo se, ya ¿Y Akane?
- Recibió un mensaje del ciervito y... bueno, entendí que quería que fuese yo quien estuviese con Kamui.
- Akane recibió un mensaje y tu entendiste que Akira quería que te morrearas con Kamui.
- Por supuesto. El no quiere que el Kaguya toque a su muñeca, uy, Akane se alteró muchísimo cuando recibió el mensajito.
- Pues a mi me dijo que quería que ella saliese con él.
- Eso era el otro día, ahora te aseguro que no quiere.
- ¿Y tu como lo sabes?
Ayesa buscó en el bolso de Akane hasta sacar el móvil.
- Toma, busca el mensaje que la ha enviado y juzga tu misma.
Le fue un poco difícil a Jisei abrir el mensaje pero al final lo consiguió.
- Ya me dirás si eso no era una advertencia para que se mantuviese alejada del bombón - declaró triunfante Ayesa.
- Pero es extraño. El dijo que quería que Akane dejase a Kamui con el "culo al aire". Voy a llamarle.
- Mientras voy a darme una ducha. Oye, dile que le echo mucho de menos.
Jisei se sentó en el sofá y marcó el número de Akira.
- ¿Akira? Soy Jisei.
- Hola Jisei ¿Sucede algo?
- Estoy en casa de Akane y adivina quien es.
- ¿Ayesa?
- Esto te va a resultar raro pero ¿tú le has enviado un mensaje algo extraño a Akane?
- ¿Es un mensaje que dice que la quiero?
- Si, algo así.
- Si, se lo he enviado yo ¿Lo recibió ella o Ayesa?
- Lo recibió Akane.
- Bien.
- Y Ayesa decidió salir.
- Tal y como imaginaba.
- Pero no lo entiendo ¿No dijiste que querías que saliese con él Akane?
- Si. Pero eso era antes del cambio de planes.
- ¿Que cambio de planes?
- Es que yo quería que él se la jugase por ella pero ahora están juntos en ese condenado trabajo y no le hace falta disimular para estar con ella y eso es malo porque... porque tengo miedo de que le guste demasiado.
- ¿Ella a Kamui o Kamui a ella?
- Según yo lo veo Kamui solo está interesado en Akane porque es distinta, ella no va detrás de él, no hace tonterías para llamar su atención, al contrario, es él el que tiene que ir detrás de ella y es un caprichoso que no parará hasta conseguirla, ahora van a pasar muchas horas juntos y seguro que las aprovecha para sacar sus malas artes e intentar seducirla y cuanto más se oponga Akane más se obsesionará él y a mi no me da la gana de que la consiga, sobretodo porque Akane me ha pedido una cita ¿lo entiendes? Ella tiene que sentir algo por mi, además pensé que no se metería mas en mi cama después de mi advertencia pero lo sigue haciendo cada noche, eso es porque busca mi protección, me busca a mi, su barrera se está rompiendo poco a poco, tengo la oportunidad de acercarme un poco mas a ella y no la voy a desaprovechar dejando que ese tipo... ¡que no me da la gana, hombre!
- Y prefieres que consiga a Ayesa.
- Estuve pensándolo mucho, pensando en como es Ayesa y en lo que hace. Ella es parte de Akane y tengo que aceptarla como es e impedirla que se acerque a Kamui no va a conseguir que Akane me quiera. Si Kamui va a jugar a intentar seducir a Akane prefiero que lo haga con Ayesa porque se que Ayesa siempre ha cuidado de Akane.
- ¿Por fin te has dado cuenta?
- Si. Shibi tuvo que decirme unas cuantas cosas que me molestaron bastante pero sirvieron para darme cuenta de que en realidad Ayesa no es enemiga de Akane porque en ella es una parte de Akane dispuesta a vivir sin preocupaciones y sin responsabilidades y por lo tanto no es mi enemiga.
- Pero si en el instituto es Akane y fuera Ayesa, Kamui terminará por sospechar que algo le pasa a esa chica.
- Ya lo sospecha pero creo que precisamente si actúa de forma distinta en distintos lugares pensará que lo hace para disimular.
- Si tú lo dices, chico, tú eres el genio.
- Además que pienso hacer trampas.
- ¿Trampas?
- Por supuesto.
Estuvieron hasta altas horas de la madrugada hablando de Inari, de Akira y de Kamui, Ayesa tenía sus propias teorías de lo que Jisei debía hacer acerca de su querido profesor, teorías muy distintas a las que tenía Akane, por supuesto y Jisei la escuchaba porque de todas formas nunca viene mal conocer otros puntos de vista.
Al despertar al día siguiente Akane volvía a ser Akane y después de desayunar Jisei regresó a su casa. Mientras el niño parecía entretenido viendo la televisión, Akane abrió su armario a sabiendas del desastre que encontraría. Claro, ella no solo compartía hasta hace bien poco la habitación con sus hermanos, también los armarios y aún quedaba ropa suya en esa casa. Los armarios eran un verdadero caos, demasiadas personas con demasiada ropa y poco espacio para guardarlos, además que ninguno de sus hermanos era especialmente ordenado, tenían la costumbre de meter la ropa a empujones, así que Akane sabía de sobra lo arrugado que encontraría el vestido.
Le costó un poco encontrarlo entre tanta ropa pero al final lo consiguió, allí estaba, el vestido celeste y blanco que se había puesto el día del Tanabata ¿que hacía? ¿Se lo ponía o no? Quería que aquella cita fuese especial, de echo es que era especial, porque en el fondo era como si fuese su primera cita y ella quería que fuese especial y... ¿no sería un detalle demasiado obvio? seguro que Akira recordaba ese vestido, o quizás no, era un chico y los chicos no suelen fijarse en esos detalles... ¿que hacía? ¿Lo planchaba o buscaba otra cosa?
Le parecía algo tonto ponerse ese vestido, seguro que Akira y su cerebro analítico iban a darse cuenta y se burlaría de ella... o no, Akira no era así y quería que la cita fuese especial, además según Jisei tenía que hablar con él y decirle... ¿qué? Ahora se arrepentía de haber seguido ese impulso y haberle pedido una cita, con lo orgullosa que ella era aquello le resultaba de lo más incómodo.
Sacó la tabla de planchar y la llevó al comedor. Enchufó la plancha, justo en ese momento sonó el teléfono. Mientras se acercaba a descolgar cogió el mando de la televisión y empezó a bajar el volumen lo que ocasionó que Kenta protestara a voz en grito.
- Calla un poco, seguro que es mamá y con la tele no la oigo bien - habló Akane con tono cansado - ¿Hola?
- ¡Mamá, mamá! - gritó Kenta corriendo a coger el teléfono.
- Estate quieto, ahora te lo paso.
- ¡Quiero ahora, quiero ahora! - exigió el niño.
- Toma y calla - Akane le pasó el auricular, de sobra sabía que no se callaría hasta que tuviese lo que quería, era así de caprichoso el niñito.
- ¡Mamá, mamá! Ayer vi todos los juguetes del mundo... si... me lo pase muy bien... si... que si... y comí tarta y chuches... ¿me has comprado algo?... ¡Bien!... si... si... si... toma para ti - dijo pesándole el teléfono a su hermana que esperaba paciente.
- ¿Mamá?
- ¿Has preparado la comida?
- No, aún no pero ya iba a hacerla.
- Pues no la hagas que no vamos a comer.
- ¿Cómo?
- Que hemos decidido salir esta tarde.
- ¿Esta tarde? Pero entonces no llegareis hasta la noche.
- Si, pero no te preocupes que ya hemos avisado a tu padre y pasaremos nosotros a recoger a tus hermanos.
- ¿Y Kenta?
- Kenta está contigo, por supuesto.
- Pero...
- Hija, compréndelo, salimos muy poco y tenemos que aprovechar y total ya que más daba unas horas mas.
- Claro, como estoy yo aquí para ocuparme de tu hijo no hay problema.
- ¿Vas a volver a decirme que tu hermano te molesta?
- No es eso pero podías haberme avisado antes, había quedado con Akira.
- Es que lo hemos pensado ahora, además ¿que más te da? Quedas con Akira todos los días.
Akane iba a protestar pero teniendo en cuenta que su madre daba por hecho que Akira y ella salían y encima vivía en su casa pues no parecía que su propuesta fuera a ser muy tomada en serio.
- Además hija - continuaba la madre - Así Akira se acostumbra, tiene que aceptarte como eres, con tus responsabilidades. No te enfades hija, sabes que si yo pudiera no te haría trabajar tanto.
Akane prefirió no contestar a aquello.
- Akane ¿estás enfadada?
- No mamá, no estoy enfadada, no me sirve de nada enfadarme, harás de todas formas lo que te de la gana.
Pero Akane si estaba enfadada, que rabia le daba que como siempre nunca se contase con ella para nada. Colgó y con los ojos llenos de lágrimas por la rabia que sentía tiró del cable de la plancha para desenchufarla, en ese momento recordó que su madre siempre la regañaba cuando hacía eso "No tires así de los cables, vas a destrozar los enchufes" le decía "Claro" murmuró con rabia "preocúpate de tus enchufes pero no de destrozarle la vida a tu hija". Cogió el vestido y la plancha, mas valía que lo volviese a guardar.
Lo mejor sería llamar a Akira y anular la cita ¡Menuda tarde le esperaba! Si, muy divertida. Si al menos pudiese llamar a Ryuko como hacía antes, pero no, claro, ahora Ryuko salía con Kyojin aunque si ella la llamase seguro... no, no, no debía hacer eso... y tampoco podía llamar a Jisei, no estaba bien acudir a las amigas cuando no tienes otro plan... tampoco a Shibi y mira que lo necesitaba, necesitaba hablar con él y desahogar toda esa frustración pero no, ya estaba bien de acudir siempre a él, no podía ser tan egoísta y caprichosa, sentía que tenía a Shibi encadenado a ella y que no le daba libertad ninguna, claro, para ella era muy cómodo saber que siempre podía contar con Shibi... pues no, esta vez no... tenía que conseguir dejar de ser tan dependiente de todo el mundo, estaba sola y siempre lo iba a estar, más valía ir acostumbrándose.
- ¡Akira! - gritaba su madre - ¡Al teléfono!
- Voy, voy, tampoco hace falta gritar tanto.
La madre de Akira le pasó el teléfono mirándole el pelo y suspirando, no se acostumbraba aún a verle así, él lo cogió con bastante desgana y contestó.
- ¿Si?
- Akira, soy Karura.
- Hola Karura ¿como estás?
- Bien ¿tú que tal?
- Bien, bien - contestó mientras se tocaba el pelo, seguía notándose muy raro.
- Oye Aki ¿tienes algo que hacer esta tarde?
- Pues la verdad es que si.
- Que pena, quería invitarte a merendar.
Akira miró el auricular del teléfono como si este objeto fuera el que había hablado y después al techo de su casa, eso sin duda era un "deja vu" ¿cómo podía ser que volviese a pasar? le pide una cita Akane y ese mismo día Karura de nuevo le invita ¿es que ha viajado en el tiempo o que? Sería que el universo le ponía a prueba para comprobar que ahora era capaz de hacerlo bien.
- Lo... lo siento Karura pero créeme que no puedo cambiar mis planes ¿Es que te pasa algo?
- No... me apetecía hablar contigo.
- No sabes cuanto lo siento.
- ¿Y tú donde vas?
- Es que... Akane me ha pedido una cita.
- ¿Akane te pidió una cita? ¿Es que está enferma o que?
- Yo creo que si, que algo le pasa. Lo siento Karura pero compréndeme, no puedo...
- ¡Por supuesto de no! Vamos te mato si lo haces.
- Ya, pero ahora me quedo preocupado por ti.
- Pues por mi no tienes que preocuparte, a mi no me pasa nada, solo quería charlar un poco.
- Karura...
- Que si, que es cierto. Quejica, cada día eres un poco más tonto ¿Y dónde vais a ir?
- Ah pues no lo se, de eso se encarga ella.
- Que extraño que digas eso con lo machista que tú eres.
- Pero tampoco me gusta complicarme mucho la vida.
- Bueno que me tengo que ir, un día de estos te llamo ¿vale? Adiós, un beso, hasta luego.
Y antes de que Akira pudiese decir nada Karura ya había colgado.
Akira se apoyó en la pared y cruzó los brazos por delante de su pecho, aquello no le gustaba nada, a Karura le pasaba algo
El timbre del teléfono volviendo a sonar de forma impertinente le hizo sobresaltarse.
- Ya lo cojo yo - dijo en voz alta - Menuda lata... ¿Dígame?
- ¿Akira?
- Si... soy yo.
- Que soy yo, Akane.
- ¿Akane? - Akira volvió a mirar el techo, esto sin duda era "algo" que se entretenía jugando con él y le ponía a prueba, seguro que era una confabulación del universo - ¿Llamas para decirme dónde vamos a ir?
- No, mas bien no.
- Entonces llamas por si he quedado con otra ¿a que si?
- No te burles. Akira es que... no podemos quedar esta tarde.
Y de nuevo Akira miró al techo... estupendo.
- ¿Cómo que no podemos quedar? ¿Ya te has arrepentido?
- No es eso es que... me ha surgido un problema.
- Ya ¿y no será que te lo has pensado mejor?
- Que no, que no es eso es que...
- ¿Akane estás llorando?
- ¿Tu eres tonto? ¿Voy a llorar por no quedar contigo?
- ¿Que te ha pasado?
- Nada es que mi madre me ha llamado que van a llegar por la noche, o sea que tengo que ocuparme de mi hermano otra vez.
- ¿No será una excusa para librarte de mi?
- Que no, te lo juro, que es verdad, lo siento mucho.
- Vale, vale, te creo pero no llores más.
- ¡Que no estoy llorando, ciervo del demonio!
A ver, eso tenía que ser otra broma, seguro que "algún bromista celestial" se estaba partiendo de risa a su costa, quizás el destino pensase, si es que el destino pudiera pensar, que él aprovecharía para quedar ahora con Karura, pero no, él no iba a fallar a Akane, por supuesto que esta vez no fallaría.
- Vale Akane pues te acompañaré igualmente.
- ¿Qué?
- Ah... tu hermano es bastante problemático y todo eso y bueno no es exactamente la cita que pensaba pero... estaré contigo.
- Eso no puede ser, va a ser muy aburrido y pesado para ti.
- Bueno, en general yo soy bastante aburrido. Akane todo eso forma parte de ti, ya te conozco, no es la primera vez que tienes que ocuparte de alguno de tus hermanos ¡que le vamos a hacer! Dejaremos la cita romántica para otro momento y haremos de niñeros, de todas formas no tengo otra cosa que hacer pero no creas que se me va a olvidar que me debes una cita.
Apoyado en el quicio de la puerta, Karasu observaba a su hermana que había colgado y se había quedado con la mano en el auricular, quieta, durante unos minutos.
- ¿Akira te ha dado calabazas? - comentó al fin el chico.
- No seas ridículo, yo no estoy saliendo con Akira - respondió Karura algo sobresaltada.
- Ya lo se, por ese me ha extrañado que le pidieses ir a merendar.
- ¿Me has estado espiando?
- No. Pero si hablas en voz alta es fácil que los demás te escuchemos. Es lo malo de tener siempre las orejas puestas, a veces oyes lo que no te interesa.
- Tú lo has dicho, no te interesan.
Karura dio unos pasos para marcharse del comedor, sin embargo se detuvo frente al piano y con gesto ensimismado se sentó. Era un piano de pared, de color caoba, lo habían traído desde su ciudad porque para ellos significaba mucho, era uno de los pocos recuerdos que parecían "atados" a su madre.
Karasu sonrió. Parecía que Karura solo sabía tocar los primeros acordes de una canción y tampoco demasiado bien, se equivocaba siempre en la misma nota y entonces volvía a empezar. Se acercó a ella y cogió una silla, tan concentrada estaba en aquellos acordes y tocarlos una y otra vez que no se dio cuenta de que su hermano ponía la silla a su lado hasta que este puso también sus manos en las teclas.
- Esta canción puede tocarse a cuatro manos ¿lo intentamos?
- ¡Ah! ¡Que susto me has dado!
- ¿Se te han olvidado tus clases de piano?
- ¿Esas que me obligaban a dar? Creo que si ¿Y tú desde cuando sabes tocar?
- Papá estaba muy empeñado en que aprendieses y te obligaba a practicar horas y horas y yo siempre te acompañaba y me fijaba mucho en lo que hacías. Me daba mucha envidia, a ti papá te quería mucho.
- Eso era porque dicen que me parezco a mamá... Karasu ¿A veces no te gustaría que ella estuviese con nosotros?
- A veces lo pienso, intento imaginar como es vivir con una madre, si nos mimaría o nos consentiría.
- ¿La echas de menos?
- Pues no puedo echar de menos lo que no he conocido.
Karura miró a su hermano y puso su mano en la mejilla acariciándole.
- Siempre quisiste ser un héroe.
- Quería protegeros de todo. Estábamos muy solos pero nunca os pude proteger de nada.
- Querías ser como papá.
- No. Papá estaba enfermo y a veces daba miedo, yo quería ser mejor que él.
- Te cargaste con una carga muy grande para tus pequeños hombros.
- Y no sirvió de nada. Ni siquiera para que ahora tengas confianza conmigo.
- Si tengo confianza contigo.
- ¿Y por qué no me quieres contar lo que te pasa?
- No es que no tenga confianza contigo, solo no quiero preocuparos.
- Eres mi hermana, aunque no quieras me preocupas. Dime quien ese tío y que es lo que pasa con él.
- Lo que pasa es que... no se que me pasa. No se si estoy enamorada de él o de Hizashi.
- ¿Tan fuerte te ha dado?
- No lo puedo evitar, cada vez que le veo, que le tengo cerca siento algo dentro de mi, algo que me atrae a él - Karasu torció la boca - ¿Por qué pones esa cara?
- Saber que mi hermana cada vez que ve a un tío se tira a aparearse en plan loco con él no me agrada mucho.
- ¿Quien ha dicho que me apareo como una loca?
- Me ha dado esa impresión.
- Tiene razón Jisei, tu mente es muy sucia.
- Seguramente. ¿Desde cuando tu y ese tipo...?
- Desde Nochebuena ¿Te acuerdas que fuimos a la fiesta del club?
- Si, si me acuerdo, bueno, me acuerdo de bastante ¿Allí le conociste?
- Ya le conocía de antes pero nunca habíamos hablado. Sin embargo ese día yo presentía que iba a pasar algo, lo presentía y cuando de pronto se acercó a mí y me saludó yo... supe que era él, tenía que ser él.
- No es por quitarte romanticismo pero suenas a anuncio de colonia.
- ¡No te rías! Fue tan amable, tan simpático y era tan guapo...
- Bueno, no hace falta que me des mas detalles.
- Es mejor persona de lo que supone todo el mundo. Es paciente, amable y dulce y me hace sentir... protegida.
- ¿Y quien es esa joya?
Karura desvió la mirada.
- Pues vale, no me lo digas pero algún día me enteraré. Oye ¿es que es un viejo?
- No, no es un viejo, tiene 22 años y está buenísimo.
- Pues menos mal - y Karasu pareció concentrarse en el piano y el hacer sonar sus teclas.
- Karasu.
- ¿Humh?
- ¿Puedo preguntarte algo?
- Lo harás de todas formas.
- ¿Soy mala persona?
Karasu alzó la vista y la miró.
- No me lo parece.
- No te lo parece pero lo soy, lo se.
- Entonces no me preguntes.
- Karasu... ¿estás enamorado?
- ¿A que viene eso?
- Me gustaría saber que es estar enamorado.
- ¿Tú no estás enamorada?
- No lo se. Se que me gusta estar con Hizashi, me hace sentir bien, es serio pero se que puedo confiar en él pero también me gusta estar con... ya sabes, cuando estoy con él me siento... viva.
Karasu dejó caer uno de sus dedos sobre una tecla de forma sonora.
- Te voy a decir una cosa, no se puede estar enamorado de la misma forma de dos personas, no puedes sentir lo mismo por dos personas.
- Pero yo quiero estar con los dos.
- A lo mejor eso significa que no quieres a ninguno.
- ¿De veras crees que no se puede amar a dos personas a la vez?
- No si poder si se puede pero de forma distinta, tienen que ser sentimientos distintos.
- Tengo miedo... no quiero perder a ninguno de los dos ¿soy una egoísta?
- Hombre supongo que desde su punto de vista si, un poco.
- Pero yo no quiero renunciar a ninguno.
- Pues proponles formar una sociedad - dijo en tono sarcástico.
- ¡No te burles!
- No me burlo, es que dices cosas muy absurdas.
- La vida es bastante complicada.
- La vida no es complicada, nos la complicamos nosotros mismos.

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