sábado, 3 de diciembre de 2011

110. El valiente héroe y la dulce princesa

- ¿Quien eres tú? - repitió Kamui mientras Ayesa le miraba con una pequeña sonrisilla en los labios.

- ¿Tú quien quieres que sea? ¿Tienes alguna fantasía en especial?

- Estoy hablando en serio ¿Quien eres? Porque tu no eres Akane.

- ¿Ah no? ¿Qué te hace sospechar eso?

- Tu forma de comportarte. Eres distinta, no te pareces a Akane.

- ¿No tengo sus ojos? ¿Su voz? Mira, hasta soy igual de calentita.

- Tu no eres Akane.

- Pareces muy seguro de tu afirmación.

- Es que tu me besas pero luego cuando voy a besar a Akane ella me esquiva y me mira como si yo estuviera loco ¿O es que acaso quieres volverme loco? ¿Es eso?

- A lo mejor te estoy mostrando una parte de Akane que desconoces. A lo mejor es que no soy la Akane que tu crees.

- Eso no justificaría que luego me rechazases.

- A lo mejor es que tengo cambios de humor un poco bruscos ¿Que quieres que te diga? Si me apetece besarte lo hago y si no pues no lo hago. No veo que tan difícil es de entender.

- No, eso no es así. Yo observo a Akane, llevo observándola ya mucho tiempo y también te observo a ti y te aseguro que a pesar de tener la voz de Akane, sus ojos, su cuerpo, tu no eres Akane.

- ¿Y qué soy entonces? ¿La gemela mala de Akane? A lo mejor soy un doppelgänger que me transformo en Akane para liarme contigo ¿Quieres ver si tengo sombra? O no, a lo mejor soy un alien que me he metido en su cuerpo... o el demonio.

- Mira, no te burles de mi.

- Pues claro que soy Akane, eres tú el que parece que se burla de mi, pero cariño, si no te gusto no hace falta que pongas excusas tan malas, hay mas chicos monos a parte de ti, no voy a llorar desconsolada porque me rechaces.

- ¿Entonces que te pasa? Akane mírame ¿Es que te drogas o tomas algo?

Ayesa rompió a reír.

- ¿Y a ti que te pasa, bombón? Estas hablando con una chica que crees que no conoces pero la dejas tenerte abrazado con las piernas, estamos muy juntos, cariño y noto tu excitación ¿Es que te excita que una desconocida te haga esto?

- No es eso.

- Pues bien que no te apartas de mi. Vamos, reconócelo, te gusta pensar que Akane hace estas cosas, a ti te gusta esta Akane. Puede ser que lo que ocurra es que soy muy mala y me gusta provocarte y luego hacerme la ofendida.

- ¿Qué te pasa, Akane? Esta no es la Akane por la que empecé a interesarme.

- No, pero es la que te gusta.

- ¿Qué te ha pasado?

- Quizás es que tu Cenicienta se ha cansado de ser Cenicienta y esperar a su príncipe y un día decidió salir a ver el mundo y a disfrutar un poco. Mira bombón, yo soy yo y también soy parte de tu querida Cenicienta, es lo que hay, o lo tomas o lo dejas.

Kamui se quedó mirando a aquella chica que si bien era Akane él parecía no reconocerla. Muy buena actriz debía ser Akane para comportarse de esa forma y también para cuando intentaba besarla mostrarse tan esquiva e incluso molesta. Pero jugar no parecía jugar con él porque cuando se mostraba tan receptiva como ahora nunca le pedía nada y cuando le rechazaba tampoco, al contrario, huía de él.

- ¿Tienes doble personalidad?

- ¿Tu crees?

- Akane me dijo que le daban ascos los besos.

- Ya ves, soy bastante mentirosa.

- No, Akane no sabe mentir, cuando miente se pone nerviosa y evita mirar a los ojos.

- Muy observador.

- Además Akira te ha besado.

- Eso si ha sido todo un logro ¿Y?

- Le he preguntado si salíais juntos y no lo ha negado, es más le ha dolido que tu no lo confirmaras. Y te ha dejado a solas conmigo a pesar de que sabe que me gustas.

- Si resulta que soy dos Akanes, dime ¿Cual es la que te gusta a ti? - se acercó hasta dejar sus rostros muy juntos rozando sus labios lentamente, Kamui cerró los ojos y dejó de pensar, sintió sus alientos mezclándose, aquella sensación era magnifica, realmente es que esa chica le volvía loco, las manos de ella acariciaban su cuello y se sintió en la gloria cuando ella humedeció sus labios con su lengua. Para su mala desgracia, Ayesa se separó relamiéndose los labios - Piénsalo bien, bombón.

- ¿Estás saliendo con Akira? - preguntó lleno de miedo.

- Podría decirse que si.

- Entonces ¿Por qué juegas conmigo? No haces bien al jugar conmigo, ya se que todo el mundo piensa que soy un egoísta y que juego contigo y con Momoka pero ¿Que sabéis de mi?

- Ah no - dijo empujándole para apartarle de ella y bajando de la mesa - A mi no me vengas con tus penas, yo solo quiero divertirme. Tus problemas se lo cuentas a tu otra Akane. Bueno, ya que no te veo muy receptivo voy a ver que hay por ahí.

Nowaki se había sentado solo en una de las escaleras del instituto. Se preguntaba que podría hacer para llamar la atención de Yuri, para conseguir que confiara en él, cuando vio pasar a Kenshi con gesto abatido y pateando cualquier cosa que veía por el suelo.

- ¡Kenshi!

Kenshi levantó la vista y le miró. Inmediatamente sonrió y se acercó a él.

- ¿Qué haces aquí, Nowaki?

- Pienso.

- Eso es nuevo en ti.

- Ja,ja... que gracioso que eres ¿Y tú? ¿Dónde vas con esa cara?

- Agggg - se sentó a su lado - Menuda mierda Nowaki, menuda mierda.

- ¿Qué te pasa?

- Me he metido en un lío, por soplagaitas.

- ¿Pues que has hecho?

- No se si tendría que decírtelo a ti.

- Pues vale, no me lo digas.

- Oye ¿A ti te gusta mucho Xu-Xu?

Nowaki le miró sonriendo.

- ¿Qué pasa? ¿Te pones celoso?

- ¿Por qué me voy a poner celoso?

- Xu-Xu es estupenda. Me lo paso genial con ella, es súper simpática y oye, no solo habla de cosas de chicas, ya me entiendes.

- Si - más que una palabra aquello sonó como un gruñido - Ya se que es muy simpática.

- Y es muy guapa y muy atlética.

- Eso ya lo se yo, no hace falta que me lo digas.

- Me divierto mucho con ella - dijo mirando de reojo a Kenshi y casi sin poder evitar la risa que le daba - He tenido mucha suerte de que quisiera salir conmigo. Uff, casi no lo consigo porque parecía que le gustaba otro chico, un pringao claro, que no sabía lo que se perdía, pero fíjate que me dijo que si.

- Pues que bien - volvió a gruñir.

- ¿Y a ti con Yuri? ¿Quien lo iba a decir, verdad? Tu con Yuri y yo con Xu-Xu. Tenemos que quedar más días juntos.

- ¿Que pasa? - casi gritó - ¿Qué te gusta Yuri?

- ¿Te pones celoso?

- No me pongo celoso pero si me pusiera celoso ¿qué pasa? ¿qué no tengo derecho a ponerme celoso?

- Si que te pones celoso... pero por Xu-Xu. Te mueres de celos porque salgo con Xu-Xu.

- Pues si, es cierto, me da rabia que me cuentes esas cosas ¿Que te crees? ¿Que yo no conozco a Xu-Xu? Se de sobra que es genial, no hace falta que vengas tu a decírmelo.

Nowaki se giró y le miró mostrando una gran sonrisa.

- ¿He hecho el tonto, no? - preguntó Kenshi.

- Un poco. Pero no te preocupes, se que te gusta Xu-Xu.

- Me gusta mucho, creo que cada vez me gusta más.

- Pero estás saliendo con Yuri.

- Si, ese es el problema. Tengo que hablar con Yuri y acabar con esto porque si no terminaré por hacerla daño. No se trata de que quiera quitarte a Xu-Xu, es por Yuri, es que si sigo con esta relación al final Yuri se va a dar cuenta y Yuri también es genial y no se merece que la haga daño. Ella se merece a un chico que esté loquito por ella y le de todo lo que necesita.

Nowaki no respondió, se limitó a mirarse las manos. Así permanecieron unos minutos, Kenshi estaba a punto de levantarse cuando Nowaki volvió a hablar.

- No se lo digas, por favor.

- ¿Qué?

- No le digas que quieres dejarla, a Yuri, me refiero. No lo hagas.

- Pero no puedo seguir saliendo con ella solo por costumbre.

- Es que Yuri tiene muy poca autoestima y si le dices que no te gusta lo suficiente como para seguir con ella pues... se lo va a tomar muy mal.

- ¿Y es mejor que siga mintiendo? Al final las mentiras se descubren, se dará cuenta de que solo salgo con ella por... No, Nowaki, no me gustaría saber que tu le haces algo así a Xu-Xu así que no debo hacerlo yo.

- No te digo que sigas con ella, digo que no la dejes tu. Debería ser ella la que te deje a ti.

Kenshi le miró sin comprenderle.

- ¿La que me deje a mi?

- Si, todos sabemos como es Yuri y todos sabemos que sale contigo solo por capricho, solo porque le hace sentirse importante. Tu no lo entiendes, ni yo tampoco, pero ella es así, le gusta llamar la atención y le gusta presumir de... de su pelo, de su tipo, de que sale con un chico. Ya se que no es fácil de comprender pero en su mente esas cosas funcionan... No la dejes, Kenshi, la hundirás, sentirá que no es suficientemente guapa o...

- ¿Qué le pasa a Yuri? - preguntó alarmado.

- ¿No has notado que últimamente no come delante de nosotros?

- Eso no es raro, siempre ha hablado de las dietas y esas cosas, vamos, yo siempre la recuerdo así.

- Si, pero ahora es más grave. Ella se siente fea y si tu le dices que no te gusta pues se va a hundir. Por favor, te lo pido como amigo mío que eres, no lo hagas.

Kenshi miró a los ojos de Nowaki y se extrañó de encontrarlos llenos de lágrimas.

- Tienes que conseguir que ella te deje a ti.

- ¿Y cómo voy a conseguir eso?

- Si apareciese otro chico que le llamase más la atención que tu...

- ¿Y que hago? ¿Convoco un casting a ver si encuentro un candidato?

- Necesitamos a Akira.

- ¿Quieres que Akira salga con ella?

- No, imbécil, no. El es muy listo y se le ocurren grandes ideas, además es amigo de Yuri y la conoce bien.

- A ti te gusta Yuri y a mi Xu-Xu... tenemos las parejas cambiadas, menudo enredo.

- ¡Ahhhhhh! - exclamó poniéndose en pie - ¡Eso es!

- ¿El qué?

- Solo tenemos que dejar que se de cuenta.

- ¿De que me gusta Xu-Xu?

- De que a mi me gusta ella. Ella es muy vanidosa, se sentirá muy halagada. Es perfecto, perfecto... tenemos que hablar ¿vale?

- ¿Y ahora dónde vas?

- Es que he voy a empezar ya mismo. Voy a llevarla algo de la cafetería... luego hablamos.

Momoka decidió pasar por el periódico. Necesitaba ocupar su mente en otra cosa que no fuera Kamui, Yuri o los estudios, sobretodo los dos primeros. Necesitaba despejarse y pensó que lo mejor que podía hacer era buscarse otra ocupación, algún hobby, alguna actividad, algo, lo que fuera y mientras analizaba los distintos clubs que existían en el instituto se acordó del periódico y de que Akane era la redactora del mismo, pero ahora ya no, había oído que no podía ¿entonces quien se ocupaba? Ahora que lo pensaba, creía recordar que se repartieron unos papeles de propaganda... parece ser que no le hizo mucho caso.

La puerta estaba cerrada así que tocó con los nudillos.

- Adelante, está abierto - le habló desde el otro lado de la puerta una voz muy familiar.

Momoka abrió y entró. Allí estaba Genki, al lado de la chica esa, la que iba al club de ajedrez con Akira, esa que era tan buena descifrando cosas ¿cómo se llamaba? Ah... Shiho, se llamaba Shiho.

- ¡Momoka! - exclamó Genki al verla - ¡Que alegría verte por aquí! Pasa, pasa.

- Hola Momoka - la saludó Shiho.

- Hola ¿Estáis ocupados?

- Estamos viendo como montamos la página principal del próximo número. Anda, ven y nos ayudas - contestó Genki - A ver tu que opinas.

- ¿De que va?

- Vamos a hablar del próximo torneo de tenis y también de como ha sido la semana cultural.

- ¿Y cómo es que estás en el periódico Genki?

- Soy el ayudante de la nueva directora, Shiho.

- ¿Eres tú la nueva directora?

- Pues hombre... tanto como directora no diría.

- Di que si, es la jefa y es muy buena. No quiero decir que Akane no lo fuera, pero Shiho es estupenda y pone toda su energía para que salga bien.

- Carai, me impresionas - casi rió Momoka, este Genki, es que siempre era de lo más exagerado.

- Solo hago lo que puedo - habló Shiho - Pero lo poco que hago intento hacerlo lo mejor posible.

- Di que es genial, es más que genial, es fantástica.

- Genki, por favor, me avergüenzas.

- Pues yo venía a preguntar si puedo ayudar en algo.

- ¿Quieres colaborar, Momoka? - gritó entusiasmado Genki.

- Pues me gustaría, claro si me aceptáis.

- ¡Por supuesto! ¿Verdad que si, Shiho? Momoka es estupenda, es muy lista y...

- Tampoco te pases, Genki.

- ¿Te gustaría pertenecer al periódico? - insistió Shiho.

- Bueno, pienso que a lo mejore me gusta.

- ¡Es estupendo! ¡Con Momoka con nosotros todo nos irá genial!

- Pues no te vamos a decir que no ¿Que te gustaría hacer?

- No se ¿Qué se puede hacer?

- ¿Que te gustaría hacer? - preguntó Shiho - Puedes hacer reportajes sobre las actividades que tenemos, por ejemplo, pronto habrá un torneo de tenis.

- Ah no, lo siento, mejor eso no - Momoka tenía en mente que Kamui pertenecía al club de tenis, pues si, lo que le faltaba para que ese pretencioso pensase que iba tras él con cualquier excusa - Mejor otra cosa.

- Pues mira - continuó Shiho - Ahora estamos haciendo entrevistas a los monitores de los clubs y nos vendría bien algo de ayuda. Esta tarde, por ejemplo, hemos quedado con el monitor del club de kendo ¿Que te parece si le entrevistas tu?

- ¿Pero que tengo que preguntarle?

- Mira, tenemos un borrador con preguntas interesantes - explicó Genki - Pero tu puedes añadir las que consideres oportunas.

Momoka cogió el cuaderno que le mostraba Genki y echó una ojeada. Eso se veía muy interesante, podría investigar un poco sobre el kendo y pensar preguntas. Vaya, eso le empezaba a parecer más que interesante.

- De acuerdo, yo lo haré.

- ¡Genial! - exclamó Genki - Ya verás, jefa, Momoka es muy buena y todo lo hace bien.

- Que no te pases, Genki.

- Bueno Momoka - habló Shiho - Si tienes alguna duda me preguntas ¿vale?

- De acuerdo ¿A que hora es la entrevista?

- Es que yo había quedado con Hizashi en que él me acompañaría - apuntó Genki - Esta tarde a la hora en la que tiene clase. Tendrás que quedar con él.

- Pero si habías quedado en ir tu.

- Ah pero es que así puedo hacer otra cosa que tenía pendiente, estaba bastante agobiado pero mira ¡el destino te ha puesto en mi camino para ayudarme! ¡esto es fantástico!

- Siendo así, me parece bien.

- Perdonad - oyeron una voz y unos golpes en la puerta - ¿Se puede pasar?

- Si, pasa, pasa.

- Hola - saludó Akira.

- Hola Akira - le devolvió el saludo Shiho - Pasa, pasa.

- Si, pasa ¿Que te trae por aquí? - se interesó Genki.

- Hola Momoka ¿Te has unido al periódico?

- Eso parece.

- Genial. He venido a pediros un favor.

- Tu dirás en que podemos ayudarte - habló Shiho.

- Me gustaría pediros que escribáis un artículo sobre un problema que aqueja a muchas personas hoy en día y que creo que es importante.

- ¿Qué problema?

- La obsesión por estar delgados a cualquier precio.

- Estoy de acuerdo con Akira - añadió Momoka - Muy de acuerdo. El periódico debería tratar temas así e intentar... no se... quizás sensibilizar a alguien o algo.

- Sobretodo me gustaría que se hablara del peligro de tomar pastillas y cosas que no te recete el médico - continuó Akira.

- Es muy interesante - reflexionó Shiho - Bueno, supongo que si podemos hacerlo, sobretodo ahora que tenemos a Momoka con nosotros.

- Pero prefiero que eso no lo haga Momoka - advirtió Akira mirándola - Lo entiendes ¿verdad?

Momoka comprendió perfectamente a Akira, claro que ella no era la mas adecuada porque Yuri no era tonta y seguro que sospecharía que algo se traía entre manos.

- Si. Es mejor que yo no lo haga. Además no tengo mucha experiencia.

- Tienes que hacerlo tu, jefa - añadió Genki.

- Pero yo tampoco tengo experiencia.

- Tu lo harás genial, yo te ayudaré.

Después de un rato charlando Momoka y Akira abandonaron la sala del periódico.

- Estoy emocionada con esto del periódico. Mira, esta tarde tengo mi bautismo de fuego.

- ¿Y cual va a ser tu primer trabajo?

- Voy a hacer una entrevista al monitor del club de kendo.

- Ah... interesante.

- Creo que si, voy a ver si investigo un poco.

- Esto Momoka ¿Sabes quien es el profesor encargado del club de kendo?

- Pues... ¿Quien era? ¡Ah! - Momoka abrió la boca y los ojos y miró asombrada a su acompañante - ¿Fuma Kaguya?

- Ese mismo.

- ¿Fuma Kaguya sigue siendo el profesor de kendo?

- Pues si. Por lo visto es muy bueno y debe ser que tiene tiempo libre para hacerlo o que le gusta enseñar esa disciplina.

- Bueno, es igual, no me importa. Yo voy a hacer mi trabajo, como se suele decir, me da igual quien sea el profesor.

- ¿Cómo te encuentras?

- Bien, ahora bastante animada con esto del periódico. Me va a venir genial.

- Me refiero a Kamui. Antes te has puesto como con muy mala cara.

- Es que me tiene harta, muy harta, es muy pesado con Akane, no se como le aguantas. A ti te gusta mucho Akane ¿verdad?

- Mucho.

- Y lo aguantas todo por ella, que bonito. Espero que se de cuenta de lo que vales.

- Hombre, pues yo también.

- ¿Qué le pasaba antes?

- ¿A quien?

- A Akane, no se, la noté como distinta.

- Tiene jaleos familiares y a veces la superan.

"Que buena persona es Akira" comenzó a pensar Momoka "No se como no me enamoré de alguien como él en lugar del rey de la vanidad, si es que más tonta no se puede ser".

Lo peor de los días de la semana cultural es que la mayoría de los alumnos vagaban de un sitio para otro sin saber donde ir.

- ¿Dónde vas ahora, Akira?

- Voy a volver a la clase, a ver si encuentro a alguien.

- Ah pues yo también voy para allá.

Estaban llegando al aula cuando encontraron a Kamui en el pasillo.

- Hombre, Shikamoto, contigo quería hablar yo.

- ¿Dónde está Akane?

- ¿Cual de ellas?

Akira le miró frunciendo el ceño.

- No me digas que las has dejado sola.

- Ha dicho que quería ver a su princesa.

- Espero que sea así.

- Tu y yo tenemos que hablar muy seriamente.

- ¿Me vas a pedir en matrimonio?

Kamui no estaba para bromas y mira por donde había encontrado con quien descargar su mala leche. Violentamente agarró a Akira del cuello de su camisa y atrajo hacia él. Fue todo tan rápido que cuando Akira se dio cuenta tenía su cara a centímetros de la de su compañero.

- Tienes un grave problema de actitud - habló sin parecer inmutarse.

Kamui le soltó apartándole de él con desprecio. En ese momento Momoka se interpuso entre ellos dos.

- Sepárate Akira - dijo Momoka apartando al chico - Esto es asunto mío.

Akira miró sorprendido a la chica. Kamui esbozó una sarcástica sonrisilla.

- ¿Tuyo?

- Si, mío. Todo esto es culpa mía, durante años he alimentado tu ego y nada de esto pasaría si te hubiese puesto en tu lugar cuando debía hacerlo.

- ¿Se puede saber de que hablas? - se burló Kamui.

- Que por mi culpa y el de otras imbéciles como yo siempre te has creído superior al resto, pero que sepas, Kamui Kaguya, que no vales tanto como crees.

- Esto... Momoka... - empezó a decir Akira - Creo que el asunto iba conmi...

- No. Esto es cosa mía. Estoy harta de esconderme detrás de todos y que tengáis que solucionar mis problemas, sobretodo Nowaki, eso ya se acabó, ahora voy a ser yo la que os ayude.

Akira no salía de su asombro, no sabía exactamente de qué hablaba Momoka ni a que venía aquella escena. Kamui se cruzó de brazos frente a Momoka.

- A ver, señorita histérica ¿que tienes que decirme?

- Tengo que decirte que dejes en paz de una vez a Akane. Que te olvides de ella, si te has enamorado de ella pues mira, lo siento pero Akane no es una chica que se fijaría en ti, si fue simpática contigo fue porque es una persona amable y educada pero tu no le importas ¿lo escuchas? Tú no eres nada para Akane, ella no está enamorada de ti, ni siquiera interesada ¿te duele? Pues te aguantas, las demás también hemos tenido que soportar tus desprecios.

- No sabes ni de lo que hablas - le respondió Kamui con tranquilidad.

- Si, si lo se. Akane es de Akira, entre ellos hay algo que tu no puedes entender y que no vas a conseguir romper, así que si tu orgullo de macho se siente dolido te vas a un rincón y te lames tu solito tus heridas.

- Eres una caprichosa con una pateleta porque las cosas no le salen como quieren - dijo de forma bastante seca.

Momoka le dirigió una mirada desafiante y se marchó de allí de forma altiva. Kamui se quedó confuso y miró a un todavía más perplejo Akira.

- Eso para que vuelvas a por otra, Kaguya.

- ¿Ahora que le pasa a esta chica? Ah, que más da, nunca me explicaréis lo que pasa, ya os conozco yo a vosotros.

Kamui se marchó y Akira arqueó la cejas, pues si que estaba raro el Kaguya, más que de costumbre, seguro que estaba más que mosqueado con los cambios de actitud de Akane... esto no iba a terminar nada bien.

- ¡Akira! - oyó llamarle a Ginta, se giró y efectivamente, venía hacia él corriendo con una bolsa en una mano - ¡Por fin te encuentro! Eres muy escurridizo.

- ¿Que hay, Ginta?

- Tío, tienes que hacerme un favor. Te lo pido por los lazos que nos van a unir, porque vamos a ser hermanos políticos y nos tenemos que apoyar.

- ¿Qué te pasa?

- Es que mi madre está haciendo limpieza en casa, como Akane se ha como medio ido pues dice que hay mas hueco en los armarios y le ha dado por colocarlos.

- ¿Ya ha echado a Akane de casa?

- Por lo menos a sus cosas. Ahí le ha preparado una caja con un montón de libros y yo que se para que se las lleve.

- ¿Pero tu madre sabe que lo de vivir en mi casa es temporal?

- Si, bueno yo creo que da por echo que se quedará ya para siempre. Anda, guardame esta bolsa.

- ¿Que tiene? - dijo cogiéndola.

- Bueno son cosas mías.

- Pero tengo que asegurarme de que no metas... - Akira había abierto la bolsa y miraba - Ah, ya, revistas guarras.

- No son guarras, es increíble que siendo tu un tío no sepas valorar lo que son.

- Para mi madre son guarras y si me pilla con esto me empala.

- ¿No me las puedes guardar?

- Si, anda, si te las puedo guardar, pero solo hasta que tu madre termine con la limpieza, si en una semana no te las llevas, las tiraré.

- Mira que eres raro.

- ¿Quieres que tu hermana me pille con esto?

- Ella lo comprenderá, entenderá que eres un tío.

- Si va a entender... ¿Y esto que es? - dijo sacando una pequeña bolsa.

- ¡No lo saques! - Ginta le metió la mano en la bolsa - Tío, que nos pueden ver. Es - habló en voz baja acercándose a él - un conejito clitorial.

- ¿Y eso que es?

- Es una cosa para dar gustillo a las tías.

- ¿Y cómo tienes eso?

- Venía de regalo con una revista de sexo para tías. Es que me gusta estar informado para cuando tenga novia, ya sabes la información es oro.

- Ya, ya - respondió Akira alucinado, vaya con los críos de hoy en día, si que estaban preparados.

Kohaku y Himeko había quedado para comer en la azotea del instituto. Era un sitio bastante solitario frecuentado por muy pocos alumnos, la mayoría eran parejitas que buscaban algún rincón donde aprovechar para besarse.

Sentados en el suelo, Himeko había sacado las piezas de la caja de música y entre los dos, cuidadosamente se dedicaban a montarla.

- Me gusta mucho estar contigo, Himeko - decía Kohaku sin atreverse a mirarla.

- A mi también, además hoy hace buen día y se está muy bien aquí.

Poco a poco, mientras hablaban de cosas como que habían dicho que el tiempo que iba a cambiar y se avecinaba un tifón, fueron montando la cajita. Himeko apretó con mucho cuidado y un pequeño destornillador el último tornillo que sujetaba la bobina a la caja y que se suponía que al abrirla sonaría.

- Bueno, vamos a ver si suena ¿no? - dijo emocionada Himeko.

- Primero tendremos que darle cuerda.

- Toma, dásela tu.

Kohaku cogió la pequeña caja y así lo hizo, después se la entregó a Himeko.

- Mejor haz el honor tu de abrirla.

- Ay que nervios, espero que suene.

Abrió la tapa y comenzó a sonar una dulce melodía. Himeko sonrió llena de ilusión.

- ¡Mira, Kohaku, suena de verdad!

- Y tu sonrisa es preciosa.

- Y lo hemos hecho nosotros ¿No te sientes importante? - eludió algo apurada la frase anterior.

- Me siento muy importante.

- Y que bonita es la música ¿verdad?

- Ahora tengo que regalarte algo para que guardes en ella.

- No hace falta que me regales nada. Yo se lo que voy a guardar, las entradas de la última película que fuimos a ver que lo pasamos muy bien.

- ¿Todavía las tienes?

- Claro, es un recuerdo.

Kohaku respiró hondo, debía hacerlo, debía decirle lo que sentía porque ya eran muchos meses los que estaba ocultándolo y no podía más. Además Himeko era tan buena y dulce que seguro que no iba a enfadarse, si acaso se preocuparía por él porque claro, corresponderle no le correspondía y como ella es así seguro que le sabía mal hacerle un desplante.

- Himeko, a mi me gustaría decirte algo.

- ¿Si? ¿Qué? - le miró sonriendo y con los ojos brillantes.

- Tu... tu eres una persona muy especial para mi y quiero que lo sepas.

- Tu también eres muy especial para mi.

- Si pero... yo... hace mucho tiempo que siento algo por ti.

Himeko comenzó a ponerse nerviosa y a sentir como el corazón se le aceleraba.

- No quiero ponerte en un apuro, ni que te sientas incómoda conmigo pero es algo que necesito decirte porque ya no puedo ocultarlo por más tiempo. He estado disimulando todo lo que he podido pero... es que me gustas mucho.

Himeko se quedó sin saber que contestar ¿Eso era una declaración o no? Es que estaba tan nerviosa que no lograba averiguarlo, a lo mejor no era una declaración, a lo mejor solo se refería a que le caía bien.

- Tu... tu... tu también me gustas - acertó a decir llena de nervios.

- Pero yo me refiero a que me gustas no como compañera, si no... No quiero que te sientas incómoda conmigo, no quiero que me contestes ni nada, yo solo quiero que sepas que creo que eres una persona muy especial, que me gustas desde hace tiempo, nunca pensé tener una oportunidad contigo, sabía que te gustaba Nowaki pero no lo pude evitar, lo intenté pero no pude y quiero que... Por favor, no dejes de ser mi amiga, yo no te pido nada, no te pido que te enamores de mi, ni que salgamos, yo solo quiero que sepas que eres maravillosa y se que no soy nada para ti, solo un amigo pero yo... ¿que te pasa? - se alarmó al ver como las lágrimas salían de esos enormes ojos que tanto le gustaban - ¿Te he ofendido?

Himeko soltó la caja de música bruscamente contra el suelo y se abrazó a Kohaku llorando ¿Cómo no iba a comprendelo? Si a ella le pasó lo mismo, si ella sabía lo que es tener sentimientos dentro y no poder contenerlos más? Si ella sabía el alivio que se sentía al poder decir todo aquello.

- ¿Qué te he hecho, Himeko?

- Lo siento, lo siento, lo siento - decía entre sollozos.

Kohaku sonrió levemente y correspondió a su abrazo.

- No llores, no te preocupes, no te pido que me correspondas, no pasa nada, todo está bien.

- No es eso, es que... - Himeko parecía no poder parar de llorar - es lo más bonito que me han dicho nunca.

- ¿Entonces no estás molesta conmigo?

Himeko se separó de él y negó con la cabeza.

- Para nada. Tu eres una persona muy especial para mi Kohaku, mucho, tanto que me da miedo equivocarme y fallarte. No, déjame hablar, sabes que me cuesta expresarme, así que déjame hablar o no seré capaz de hacerlo nunca. Tu también me gustas, me gusta estar contigo, me gusta pasear a tu lado y hablar y... lo que pasa es que quiero estar segura de lo que siento. Sabes que hasta hace poco creía estar enamorada de Nowaki y me desilusioné mucho y no quiero utilizarte para olvidarle.

- ¿Eso significa que no me das un "no" rotundo?

Himeko no pensó mucho lo que hacía, lloraba de felicidad pero Kohaku tenía expresión de preocupación, seguro que estaba preocupado por ella, él era así, además tenía cierto rubor en la cara y... no lo pensó, porque ya estaba harta de ser siempre una chica correcta, discreta, tímida y todo eso, porque no le gustaba siempre estar esperando a ver que pasaba, porque ella era decidida y no una miedosa... no lo pensó, con rapidez se acercó a Kohaku y aunque las manos le temblaban cuando las puso en sus hombros, se apoderó decidida de sus labios para darle un beso que quizás fuese torpe e inexperto y leve, muy leve, pero lo importante era que lo había hecho.

Kohaku la miró asombrado y esta vez con el rubor mucho más marcado. Himeko sonrió e hizo un leve gesto afirmativo seguido de otro que parecía una negación.

- ¿Qué significa eso?

- Significa que que se ha roto la cajita, ahora tendremos que montarla otra vez, como mi corazón, que se rompió y tu lo reconstruiste.

- ¿Qué lees con tanto interés, Aki? - preguntaba Kyojin mientras comía.

- Una revista del hermano de Akane. Me ha pedido que le guarde unas cuantas porque su madre esta haciendo limpieza.

- ¿Que clase de revista?

- No se, habla de todo un poco, pero hay cosas realmente curiosas.

- ¿Es una revista de tías desnudas? - comentó alarmada Ryuko - ¿No me digas que tu lees eso?

- No. Esta no, esta es una revista escrita para mujeres, para que aprendan a potenciar su placer... me resulta curioso.

- Desde luego Akira que no esperaba algo así de ti - parecía reprocharle Ryuko.

- Ah no creas, siempre es bueno aprender. Si quieres luego te la paso Kyo.

- Como te pille un profesor te la vas a cagar - añadió Kyojin.

- O si pasa por aquí Akane.

- Por eso no hay peligro. Está con Kamui haciendo el trabajo ese.

- ¿Pero no era Ayesa?

- Trabajar aburre mucho a Ayesa y ha dejado que sea Akane quien lo haga.

- ¿Y no te preocupa que esté con Kamui? - preguntó Kyojin.

- No porque han quedado con Karasu y Nowaki ¿Sabéis lo que es esto? - dijo sacando la bolsita que había con las revistas.

- ¡Akira por favor, guarda eso! - exclamó Ryuko visiblemente avergonzada.

- Vaya así que tu si sabes lo que es ¿eh?

- Se lo que es, pero nunca había visto uno.

- ¿Quieres verlo de cerca?

- No, gracias.

- Creo que necesita una pila.

- Pues parece un juguete - añadió Kyojin.

- Y un juguete es ¿o no, Ryuko?

- Por favor, Akira, no me lo enseñes más.

Y así fue pasando la primera jornada de la semana cultural. Akira pensó que Ayesa había olvidado que le había dicho que saldrían esa tarde pero no, cuando más tranquilo estaba recibió una llamada de la chica, estaba esperándole a la puerta de su casa y si no salía en unos minutos llamaría.

Akira prefería que su madre no viese a Ayesa, no estaba muy seguro de como reaccionaría esa muchacha así que se apresuró a salir. Encontró a Ayesa vestida con un corto y ceñido vestido rojo ¿Donde guardaría Akane toda esa ropa?

- ¿Dónde me vas a llevar, tesoro? - le sonrió.

- ¿De donde sacas esa ropa?

- ¿Es lo único que se te ocurre preguntarme? Es de Irumi, mi hermanastra, se la he cogido prestada ¿A que me queda bien?

- Ven - la cogió de la mano.

- ¿Dónde vamos?

- A la otra casa.

- Bueno, bueno, cuanta prisa ¿No quieres antes tomar algo?

- Lo tomaremos después.

- Estás desconocido ¿Qué te pasa?

- Que tengo que devolverte algo.

- ¿Crees que me vas a asustar o que me voy a acobardar? - decía Ayesa entrando en la casa.

- No, ya se que no. Sube a mi cuarto y baja la persiana.

- ¿Te quieres hacer el chulo conmigo?

- Bueno, averigualo.

- Esta bien, pimpollo, a ver quien se acobarda antes.

Ayesa entró en la habitación, bajó la persiana y con sonrisa maliciosa se sentó en el silla de Akira. No tardó este en llegar.

- ¿Y si vienen tus padres, machote?

- He cerrado por dentro la puerta del jardín y he metido la llave en la cerradura por si les da por querer entrar.

- Mira que previsor ¿Lo tenías ya todo pensado, pequeño pervertido?

- No, lo he improvisado.

- ¿Y que piensas hacer?

- De momento - sacó de un cajón las esposas de peluche rosa - ¿Te suena esto?

- ¿Quieres que te las ponga?

- No, esta vez te toca a ti. No te levantes, ahí mismo me vale.

Ayesa rió y se dejó poner las esposas, aquello le hacía gracia y le encantaba los nervios que podía adivinar en el chico. Akira se sentó en el suelo.

- Creo que no eres capaz de nada más que toquetearme.

- No me subestimes, mujer.

Akira cogió uno de sus pies y comenzó a pellizcar suavemente sus dedos, contra su voluntad, los pies de Ayesa cosquillearon y se contrajeron tímidamente, mientras las manos de Akira tomaban el pequeño tobillo, acariciando el empeine y arañaba levemente aquel firme gemelo. Los labios, entonces, recorrieron lentamente la línea de su pie, hundieron sus besos en el hueco del tobillo, subió lentamente y sus labios humedecieron y soplaron tras la rodilla.

Ayesa se sentía indefensa, Akira estaba acariciando la cara interior de sus muslos y era terriblemente excitante. Le vio colocarse de rodillas mientras exploraba, mirándola como un niño travieso, diferentes formas de atormentarla.

Akira acariciaba en el nacimiento de sus piernas, respirando con fuerza contra los rastros húmedos de unos besos frágiles. ¿Cómo podía alterarla de esa manera? Él ya abarcaba con sus brazos ambos muslos, martirizándola con sus lametones, arañazos y breves pellizcos. Los labios del chico eran increíblemente suaves y cada vez que su lengua la rozaba en ráfagas, como un aguijón, Ayesa sentía el calambre del placer asiendo su espina dorsal. No pudo sino susurrar ahogadamente.

- Suéltame...

Él sonrió con profunda malicia mientras sacaba algo que Ayesa no podía ver bien del bolsillo, algo que empezó a hacer un ruido leve, como un zumbido.

Ayesa jadeó, sorprendida, al notar algo vibrando y rozándola por debajo de sus braguitas

No supo si fue por aquel roce o simplemente por el hecho de que Akira se incorporó para besarla de forma sensual con sus suaves labios el cuello y el escote pero Ayesa cedió violentamente a la convulsión y gimió como una niña pequeña mientras se sentía morir en la explosión. Akira besó ahora sus labios y ella agotó los espasmos, complacida y derrotada, ronroneando bajo los suaves labios del chico.

Cuando recuperó sus sentidos de nuevo, respirando con dificultad, notó que le temblaba todo el cuerpo. Sonrió... le pareció un pago justo en respuesta a lo que ella hizo.

- ¿Te sientes vengado? - le dijo con voz entrecortada mientras sonreía.

- Bastante.

- ¿Y ahora que vamos a hacer?

- ¿Qué te parece si dormimos un poco?

- ¿Qué te parece si me ducho, me cambio de ropa y damos un paseo hasta la hora de ir al trabajo?

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