sábado, 3 de diciembre de 2011

107. Algunas personas excepcionales

- No, no me molestas, estoy haciendo la comida - continuaba hablando Akane.

- Uy que no molesta - mascullaba Akira - Si, si molestas Kaguya, molestas bastante

- ¿Es que te pasa algo?

- "Uy si" - habló con tono de burla Akira - "Te echo mucho de menos, Cenicienta"

- No, se que te pasa algo, lo noto.

- "Lo que pasa es que quiero meterte un buen polvo"

- ¿Es por que no está Momoka? ¿Qué pasa? ¿Que la hechas de menos?

- Ya te cuento yo lo que ese echa de menos - gruñó mientras empezó a buscar algo por los armarios.

- Ya, ya veo. Bueno, mañana podemos quedar a la hora de la comida e ir a la biblioteca.

- "Sería mejor un sito más privado para que pudiese meterte mano" - abrió el frigorífico, miró y lo volvió a cerrar.

- Así podremos hablar también del trabajo.

- "Si yo no quiero hablar, quiero utilizar la lengua para otra cosa" - abrió uno de los armarios y algo llamó su atención, un bote de cacao, lo cogió.

- No, no digas eso, eso no es cierto.

- Uy que no y otra cosa también te metería, si lo sabré yo - volvió a abrir el frigorífico y sacó un bote de leche condensada.

- Solo te pasa que estás muy confundido.

- No, confundido no está, ya te lo digo yo - cogió un vaso y echó un poco de leche condensada.

- No... mira Kamui esto no es para hablarlo por teléfono, tendremos que hablarlo cara a cara.

- "Cara a cara yo te haría otra cosa que no es hablar" - abrió el bote de cacao y metió una cucharita que cogió de un cajón.

- Es que tengo que preparar la comida.

Echó cacao en el vaso y comenzó a remover mientras empezaba a andar hacia el comedor.

- No, esta tarde no podemos quedar, ya he quedado.

- Vaya, pues menos mal - se acercó a ella por la espalda.

- ¿Por qué no vienes con nosotros? - continuaba hablando Akane por teléfono.

Akira retiró el pelo del cuello de la chica y acercó sus labios a él, ella hizo un gesto de sorpresa.

- Pues hemos quedado Ryuko, Akira, Kyojin, Jisei... - Akira comenzó a besarla suavemente, ella le apartó de un manotazo - Suo, Misaki.

Akira se colocó ahora delante de ella y le enseñó el vaso con aquella sustancia de color marrón y se lo acercó a la nariz. Akane abrió los ojos instintivamente ¿eso era chocolate?

- Claro que a nadie le va a molestar - habló ya sin prestar mucha atención a su interlocutor y mirando el vaso y como Akira lo movía a su alrededor.

Akira sonrió y sacó la cucharilla llena de la mezcla con cuidado de que por culpa de su consistencia cremosa no chorrease y lo acercó a los labios de Akane que rápidamente los abrió y atrapó la cuchara con la boca.

Akira se quedó ensimismado viendo el gesto de placer que Akane ponía al saborear su querido chocolate y Akane dejó de prestar atención a su interlocutor.

- Perdona Kamui, es que no te he oído - Akira volvió a llenar la cucharilla y se la ofreció pero justo cuando Akane estaba a centímetros de ella, la retiró - Dame - susurró la chica y Akira repitió de nuevo el mismo gesto.

Lo hizo varias veces llevando la cucharilla en diversas direcciones y provocando el enfado de Akane.

- Dame - repetía en voz baja.

Ya si que Akane no hacía caso de lo que Kamui hablaba, solo miraba el movimiento de la cucharilla hasta que Akira la introdujo en su propia boca.

- Imbécil - volvió a susurrar - Perdona Kamui, entonces ¿vienes esta tarde con nosotros?

Akira una vez más volvió a mostrarle la cucharilla llena de esa especie de chocolate. Akane le dio un pequeño manotazo y se giró altiva hacia un lado para no verla pero Akira insistía.

- Que me dejes - gruñó en voz baja - Bueno, Kamui, como quieras. Entonces mañana terminamos pero deberíamos quedar con Karasu y Nowaki que son nuestros "amigos". Bueno, mañana hablamos.

Akira llevó de nuevo la cuchara a su boca y la saboreó. Después de sacarla se acercó a Akane mientras dejaba el vaso encima del mueble y rozaba suavemente su mejilla hasta llevar su mano hacia la barbilla y guiarla para que le mirase.

Akane pensaba en el chocolate, no lo podía evitar, una vez que lo probaba siempre quería un poquito más

- Dame - parecía ronronear como un gatito.

Sonriendo de medio lado, Akira cogió el auricular de la mano de Akane y colgó el teléfono.

- Cógelo tu misma.

Se inclinó hacia ella y tomo los labios de la chica con delicadeza, en un beso suave y lento. Akira le regalaba pequeños besos sencillos, sin profundizar en ningún momento. Fue Akane la que se lanzó a sus labios como si quisiera succionar el chocolate que aún quedase, hundiendo los dedos entre su pelo para impedir que se alejase.

Cuando por fin le soltó, Akane tenía la cara bastante roja y se llevó las manos a la boca, tapándosela con gesto asustado.

Un golpe seco hizo que ambos se sobresaltaran y mirasen hacia donde provenía.

En la puerta del comedor, Ginta, con unos auriculares en las manos les miraba con la boca completamente abierta y en el suelo, volcada, una de las sillas.

- Quizás no debería haber visto esto.

- Ginta - habló nerviosa Akane - ¿Qué haces aquí? Pensé que no estabas.

- Ya, ya me doy cuenta. Estaba en mi cuarto, escuchándo música.

- ¿Por qué no has dicho que estabas aquí?

- No sabía que habíais vuelto ya - respondió levantando la silla - Bueno que yo iba a beber agua, vosotros seguir con lo vuestro.

- Espera Ginta que esto no es...

- No le digas que no es lo que parece porque no se lo va a tragar - añadió Akira.

- Eres tonto, todo es culpa tuya, ciervo del demonio - gruñó Akane dirigiéndose a la cocina aunque de pronto se giró para recoger el vaso que aún estaba sobre el mueble.

- ¿Mía? Has sido tu la que me ha besado, tu, querida cabeza de calabaza, tu.

- ¡Déjame en paz! La culpa es tuya por enseñarme este chocolate y luego no darme.

- Excusas, excusas.

- ¿Dónde has encontrado esto?

- Buscaba cacao para hacer una tarta y se me ocurrió.

- Eres un pervertido - refunfuñó mientras metía la cuchara en su boca.

- Ah si, claro, ahora soy yo el pervertido.

Nowaki fue a pedir a la abuela Mito permiso para coger algo de fruta, la abuela le dio varias piezas en un plato y con ese plato y un cuchillo se dirigía a donde había visto a Yuri cuando se encontró con Momoka.

- Nowaki, que bien que te encuentro, quería hablar contigo.

- Bien, acompáñame entonces.

- ¿Dónde vas con tanta fruta?

- Voy a enseñársela a Yuri, a ver si quiere comer alguna. Como no se cuales le gustan pues llevo varias ¿Y a ti que te pasa?

- ¿Crees que va a comer alguna?

- Bueno, yo soy muy cabezón, con que se coma media pieza ya me doy por satisfecho.

- De eso quería hablarte. Nowaki, Yuri está perdiendo mucho pelo, pero mucho, he visto su cepillo y es mucho.

Nowaki se detuvo y resopló.

- Ya ha empezado - murmuró - ¿Sabes porqué es eso?

- Porque no come ¿verdad?

- ¿Y ella se ha dado cuenta?

- ¡Cómo no va a darse cuenta! Claro que si, es ella quien me lo ha dicho. Estaba llorando y muy abatida.

- No me extraña.

- ¿Y que podemos hacer?

- Su precioso pelo... - comentaba Nowaki con tono entristecido - Y luego se le pondrán los labios como morados y los dedos y siempre tendrá mucho frío... es horrible ¿Cómo puede hacerse eso a ella misma?

- Tenemos que hacer algo, no podemos dejar que...

- Ya lo se, ya lo se... Pero necesitamos que ella misma quiera ayudarse. Bueno, ahora no te angusties.

- ¿Cómo no voy a angustiarme? Es mi amiga y la quiero mucho y no quiero perderla, Nowaki, no quiero perderla - Momoka rompió a llorar desesperada.

- Venga Momoka, no llores. Ya verás que algo se me ocurrirá. Lo que necesito es estar más cerca de ella.

- ¿Qué quieres decir?

- Solo soy su amigo y me va a decir que no tengo derecho a nada... si al menos fuese su novio.

- Pero...

- Son reflexiones mías, cosas que pienso.

- ¿Querrías ser su novio?

- Quiero ayudarla. He visto demasiadas chicas ir consumiéndose hasta... algunas... Acompañaba a mi madre al hospital y me sentaba con ellas a la hora de la comida, mi madre decía que tenía que tratarlas con normalidad... no te puedes imaginar lo que era verlas frente a la comida, la miraban como si fuera veneno, las veía comer cada trozo de comida como si... No voy a permitir que Yuri termine así, no, Yuri no, ella es inteligente, divertida y guapa, no voy a dejar que Ana la destruya, no.

- Pero nosotros no podemos hacer nada ¿que vamos a hacer?

- Cuento con la ayuda de mi madre y mi insistencia. Si digo que le voy a quitar esas ideas de la cabeza es que lo haré. Y ahora voy a ver si me tomo un aperitivo con ella - sonrió todo lo alegre que pudo.

Momoka le vio marcharse con cierta melancolía. Nowaki era el chico mas asombroso que conocía, nunca se rendía ante nada, durante años estuvo detrás de ella insistiendo en que tenían que ser novios porque estaba enamorado y no solo es que se lo dijese a ella, es que lo gritaba. Siempre decía que Kamui no se la quitaría... y que tonta era ella de no ver lo estupendo que era y ahora hasta le daba algo de pena ver que ya no era así, claro que todo había sido por su culpa, ella fue quien le apartó así que no podía quejarse. Pero no tenía envidia, no, porque no podía esperar a nadie mejor para que se ocupase de Yuri ¿Le gustaría Yuri de verdad? Casi podía decir que si pues eso era estupendo porque Nowaki era una gran persona y era la que su querida amiga se merecía.

Yuri estaba dando un paseo por los alrededores de la pequeña casa recogiendo las flores más bonitas que veía y metiéndolas en la cesta que había limpiado. Iba a hacer un centro precioso con esas flores y eso la animaba muchísimo.

- ¡Yuri! - Nowaki llegó corriendo hacia ella y sonriendo como siempre hacía.

- Hola Nowaki. Hace un día estupendo ¿verdad?

- ¡Vaya que si! ¿Que haces?

- Estoy escogiendo flores, voy a hacer un centro precioso para los abuelos.

- Eso está bien ¿Y sabes hacerlo?

- Hombre, mis padres tienen una floristería, he vivido toda mi vida entre flores, hasta tengo nombre de flor.

- Es cierto, tu nombre es "azucena" ¿no?

- O lirio.

- Y tú eres como una azucena... quiero decir que tu piel es muy blanquita y tu pelo rubio se parece a eso que tienen las azucenas.

- ¿El estambre?

- Será eso.

Yuri se echó a reír.

- Eres todo un poeta, no me imaginaba eso de ti.

- Bueno, no tanto - se rascó la cabeza mientras sonreía tontamente.

- ¿Me ayudas?

- Pues claro. Mira, traigo fruta ¿comemos una manzana?

- ¿Quieres tentarme?

- Vaya, me has descubierto. Está envenenada, en cuanto la tomes te enamorarás de mí.

- No, así no funciona, yo lo que quiero es que se enamoren de mi

- Pues pruébala, es una manzana y ya sabes "una manzana al día da mucha energía" aporta vitaminas que hacen la piel resplandezca.

- No, deja, no me apetece.

- Venga, venga, un mordisquito, yo te la pelo.

Yuri vio como uniendo la acción a la palabra cogió un cuchillo y empezó a pelarla.

- Te la irás a tomar tu porque si no es un poco tonto que la peles.

- Nos la tomamos entre los dos... como si fuéramos Adán y Eva.

- Claro y para hacerlo más real nos desnudamos y nos ponemos unas hojas de parra.

- Bueno, si insistes, a mi me da un poco de vergüencilla, no creas. Venga, la mitad cada uno, vamos, abre la boquita.

- Que no seas tonto, que no me apetece.

- ¿Tu sabes la de vitaminas que tiene esto y lo sano que es?

- Pero mira que eres pesado.

- Más pesada eres tú, mira que no querer comer una pequeña manaza que además es del manzano de los abuelos, sin colorantes, ni conservantes, todo natural. A lo mejor prefieres una pera.

- No, no quiero nada.

- Ah claro, tu eres de las que prefieres bollos y pasteles.

- Que va, menos aún.

- Ah si, tú tienes pinta de golosa y no me esperaba eso de ti porque con el tipo tan estupendo que tienes nadie lo diría.

- ¿Te parece que tengo buen tipo?

- ¡Vaya que si! Estas, y perdona la expresión, para mojar pan.

Yuri comenzó a reír nerviosa.

- Eso lo dices por decir.

- Yo soy muy payaso, siempre digo lo que pienso. Bah, venga abre la boquita que me hace media ilusión compartir la manzana contigo.

- ¿Y por qué no te la tomas entera?

- Es mejor compartirla con una chica guapa.

Yuri le vio sonreír, Nowaki era un chico muy guapo y siempre miraba con esa carita de pena que te convencía de todo.

- Pero solo un trocito.

- ¡Bien! Toma... a ver... eso es ¿Sabes que es muy sexy ver a una chica comer una manzana?

- Eso te lo inventas tú.

- No, es cierto, sobretodo cuando sujetais las manzanas así, enteras y las mordéis... es algo... excitante.

- Tú te excitas con cualquier cosa.

- ¿A que está buena? Venga, otro trocito.

- No, no más.

- Venga si, hazlo por mí.

- ¿Pero a ti que te ha dado con la manzana? Oye ¿sabes que sería estupendo?

- Que te comieras mi manzana.

- Que salieses con Momoka.

- ¿Pero que dices? - gritó.

- A ti te gusta Momoka, siempre te ha gustado, desde siempre, desde hace años.

- Y desde hace años me ha dejado muy claro que yo no le gustaba.

- Pero a lo mejor ha cambiado de idea.

- No lo creo. Y a lo mejor ahora he cambiado yo. A lo mejor ahora hay otra chica que me llama más la atención.

- Ya, Xu-Xu.

- No, no exactamente - Nowaki la miró directamente a los ojos y Yuri se sintió repentinamente desconcertada, era como si quisiera decirle algo con esa mirada.

- Es que ella te necesita. Está pasándolo muy mal con Kamui, tu no se lo notas pero yo si.

- Si necesita un amigo yo siempre estaré a su lado - acercó a sus labios un trozo de manzana.

- Que pena, que pena que salgas con Xu-Xu porque seriáis una pareja perfecta. Es que la veo tan desanimada - Yuri, cogió el trocito de manzana y lo metió en su boca, realmente estaba muy buena y le sentaba genial.

- ¿Y tu con Kenshi? ¿Cómo te va?

- Bien ¿Cómo me va a ir?

- No, es por preguntar.

- ¿A ti no te va bien con Xu-Xu?

- Si, si... solo que ¿Tu no sabías que a Xu-Xu le gusta Kenshi? - le ofreció otro trozo de manzana y Yuri lo aceptó de nuevo.

- Ah, es una chica muy complicada. No te preocupes que ya veas como enseguida se da cuenta de lo estupendo que tú eres y se olvida de él.

"Y tu no te enteras de nada" pensó Nowaki "Bueno, a lo tonto te la has comido"

Misaki y Suo regresaban cada uno a sus casas pero como les pillaba de camino hacían la mayor parte del mismo juntos.

- Parece que estás incómodo conmigo - habló Suo.

- ¿Eh? No, no, no estoy para nada incomodo contigo.

- Pues lo parece. Has estado evitándome toda la mañana, es más, llevas varios días evitándome.

- Eso son imaginaciones tuyas.

- ¿Es que te he ofendido o algo?

- No, para nada, para nada, son imaginaciones tuyas.

- Ahí está mi casa - dijo señalando un pequeño chalet - ¿Quieres entrar?

- Es que no quiero molestar, estaréis a punto de comer.

- No que va, si es muy pronto. Ven, voy a enseñarte una cosa, será solo un momento.

Misaki se quedó confundido ¿que hacía? no podía decirle que no porque sería comportarse como un maleducado.

- Bueno pero no me quedo mucho raro.

- Si, solo es un momento. A lo mejor mis padres se sorprenden un poco al verte pero, por favor, no se lo tengas en cuenta, es que no están acostumbrados a que traiga amigos a casa.

- ¿Y eso?

- No se, simplemente nunca han venido.

Misaki siguió a Suo hasta su casa. Sus padres eran unas personas agradables que se pusieron muy contentos de conocer al amigo de su hijo. Suo le llevó hasta una amplia habitación muy iluminada, llena de cuadros apoyados en las paredes, una mesa con trapos y botes por encima, caballetes, lienzos en blanco, pinceles, paletas... desde luego se veía que era la habitación de un pintor.

Suo plantó un caballete delante de él y colocó un lienzo.

- Toma - dijo pasándole una paleta llena de colores pintados en ella y mostrándole una caja en la que podían verse pequeños tubos también de varios colores y un bote dentro del cual había varios pinceles.

- Pinta.

- ¿Qué? - dijo aún mas perplejo que al principio.

- Que pintes. La pintura es una buena terapia, ayuda a expresar lo que tienes dentro.

- ¿Que pinte?

- Si, pinta, mira, aquí hay pinturas y aquí pinceles... pinta.

- Pero yo no se pintar.

- Eso es una tontería, todo el mundo sabe pintar. Solo exprésate a través de los colores y las formas.

Misaki miró confundido a Suo, luego las pinturas y por último los pinceles.

- ¿Y que pinto?

- Lo que te apetezca, no tiene por qué ser nada en concreto... pinta lo que te salga de dentro.

- ¿De dentro?

- Si, siéntelo, mira todos esos colores ¿no te apetece abrir uno, el que sea? Tienes un lienzo en blanco... piensa que eres tu y píntalo con los colores que tu estómago te dice.

- ¿Mi estómago?

- Si, aquí - puso su mano en el estómago del chico - Siéntelos aquí... rabia, dolor, miedo... cualquier sentimiento está aquí, déjalo salir.

- ¿Cualquier sentimiento?

- Si, cierra los ojos y siéntelo, déjate llevar por lo que te dice es impulso que nace aquí y sube...

Suo guiaba su mano del estómago hacia la garganta de Misaki, este, de improviso comenzó a sentirme muy azorado y a notar como un intenso calor le dominaba, seguro que se estaba poniendo rojo, al menos eso era lo que sentía. Suo se detuvo de pronto y le miró.

- ¿Te encuentras bien?

- Si... si... es que... hace calor aquí.

- Si... bastante calor.

Ver a Misaki con las mejillas rosadas y los ojos brillantes le produjo una extraña sensación. De pronto se sintió confundido consigo mismo como si algo no funcionase bien. Separó la mano rápidamente del cuerpo del chico.

- Pues eso - dijo intentando llevar la atención a sus propias pinturas - Venga, inténtalo, es fácil y divertido.

Extrañamente Suo se sentía perturbado aunque no podía discernir por qué. Era una extraña sensación desconocida en él... le había parecido que aquel gesto en el rostro de Misaki era lo más encantador que había visto nunca y algo le decía que eso no estaba bien, que no era normal, que Misaki era su amigo, solo un amigo, que era... una persona encantadora y que ese rubor le hacía sonreír, sonreír con el corazón y que a su lado se sentía como si de repente encontrase algo de él mismo que hubiera perdido hace mucho tiempo.

Nervioso, Misaki comenzó a pintar en ese lienzo en blanco, las manos le temblaban y por tanto sus trazos eran vacilantes y torpes. No era capaz de mirar a Suo, se sentía muy avergonzado, ¿Pero por qué ese empeño en que pintase? Cada vez era todo mas difícil y complicado para él, le gustaba estar al lado de aquel chico, le gustaba su presencia, le gustaba verle pintar y oírle decir esas cosas, le gustaba verle sonreír y le buscaba, no podía evitarlo, aunque no quería siempre terminaba buscándole y acercándose a él pero eso le producía mucha ansiedad, no debía hacerlo, no debía, Suo era un chico, un chico como él, no debía mirarle, no debía ruborizarse a su lado, no debía desear cogerle la mano, no, su corazón no debía acelerarse solo por estar a su lado, ni sentir esa especie de energía recorriéndole desde los talones hasta la espalda, ese hormigueo en el estómago... tenía que controlarse, tenía que aceptar que... que no... tenía que hacer algo para evitar esos impulsos porque si no Suo un día se daría cuenta y eso sería muy, muy incómodo para los dos y seguramente terminaría separándose de él porque le daría asco y lo peor de todo es que tendría razón... él era un ser asqueroso y sucio que como siguiese así estropearía esa amistad tan sincera que le estaba ofreciendo.

- ¿Por qué quieres que pinte?

- No se, te he visto preocupado y pensé que te ayudaría.

- No, si no estoy preocupado.

- Pero estás muy raro, no pareces tu ¿Estás enfadado conmigo?

- No tengo motivo para estarlo.

- Pero no quieres que salgamos, yo quería que fuéramos a un museo esta tarde y no has querido.

Misaki bajó la vista.

- Es que te aburrirás conmigo.

- Eso no lo sabemos.

Misaki se resigno a no insistirle más. No quería que pensase que es que le caía mal o le molestaba su presencia.

- Supongo que tienes razón. Es solo que pensé que te gustaría ir más con una chica.

- ¿Sabes Misaki?

- ¿Qué?

- Yo soy una persona bastante inteligente, no me tengo por tonto.

- Yo no he dicho que seas tonto.

- Pero me tratas como a tal.

- No, eso no es cierto, yo se que eres una persona inteligente y además culta.

- Se que no demuestro a menudo mis sentimientos, que no soy cariñoso, ni espontáneo. Se que todo el mundo piensa que soy un tipo raro.

- No eres un tipo raro.

- Si lo se, se que he sido bastante antisocial, no estoy acostumbrado a tratar a las personas. Yo tenía un hermano y falleció y me dolió mucho; en ese momento decidí que los sentimientos solo sirven para hacerte daño porque si yo no hubiese tenido sentimientos hacia mi hermano no me habría dolido su muerte.

- Lo siento - dijo con verdadera compasión.

- Así que decidí ignorar los sentimientos... hasta que conocí a Nowaki y los demás y me di cuenta de lo divertido que es tener vínculos de amistad con otras personas.

- ¿Y por qué me cuentas eso?

- Porque no soy tonto y me molesta que me tomen por tonto. Se que te incomoda estar conmigo desde las vacaciones.

- No que va, para nada.

- Y se que me estás evitando últimamente y no se por qué.

- Es porque... es porque no quiero...

- ¿Es porque eres homosexual?

- ¿Lo sabías?

- Lo imaginaba, no se muy bien porqué, quizás porque eres... distinto.

- Es mejor que no te vean conmigo, créeme.

- ¿Por qué? ¿Porque vayan a pensar que somos novios o algo así?

- Pues... si.

- También tengo amigas ¿Debo evitar que me vean con mis amigas para que no digan que somos novios?

- No es eso, no es lo mismo.

- No veo la diferencia.

- Es que yo... tengo mala fama... todos piensan que soy... que por mis gustos yo...

- ¿Que te lo haces con cualquiera?

- Si te ven mucho conmigo van a pensar que tu y yo...

- ¿Y qué si lo piensan?

- ¿Es que no te importa?

- ¿Me tiene que importar?

- Suo, esto no es como que piensen que tu estás saliendo con una chica porque yo no soy una chica.

- ¿Y?

- Pensarán que tú eres homosexual también y te etiquetarán como "maricón" y serás un maricón toda tu vida.

- Tu eres mi amigo, me caes bien, me gusta estar contigo y no entiendo porqué debido a tu condición sexual tengo que dejar de ser tu amigo.

- ¿Es que no entiendes que no quiero perjudicarte?

- No, no lo entiendo ¿Es que tu no entiendes que ese sería mi problema, no el tuyo? ¿Acaso es que tú no quieres ser mi amigo? ¿Te caigo mal? ¿Estás harto de mi presencia?

- ¡No! No digas eso ¿Cómo puedes decir eso?

- No se me ocurre otra explicación mejor. Debe ser que te molesto y te incomoda mi presencia.

- ¡No, no! No lo entiendes, no lo entiendes. No quiero que nadie te insulte, no quiero que hablen de ti, que rumoreen, que te den la espalda, porque te lo aseguro, hay personas que si creen que eres homosexual te van a dar la espalda.

- Si hay gente que piensa que soy homosexual y por eso me da la espalda creo que será porque no me conocen y no merecen que yo les conozca.

- Pero te pueden hacer daño.

- Eso es decisión mía. Es decisión mía quienes son mis amigos y quienes no. Tú eres una persona, Misaki, dejando a parte tu condición sexual, eres una persona, una persona excepcional.

Misaki sentía que iba a ponerse a llorar de un momento a otro. Por un lado sentía ganas de llorar por la impotencia de no saber explicarse bien y por otra porque Suo había conseguido llegar a su corazón con esas palabras.

- ¿Ves? - sollozó - ¿Ya estoy llorando como una chica?

- Creo haber leído en varios sitios que los hombres también lloran, no es algo exclusivo de las mujeres.

- Es que hay otra razón por la que huyo de ti.

Miró a Suo que a su vez le miraba a él sin mostrar ninguna expresión, no parecía enfadado, ni disgustado, ni nada... solo le miraba atentamente.

- ¿Que razón?

- Es porque... creo que me siento atraído por ti.

- ¿Por mi?

- Si, yo siento que me gustas y no quiero incomodarte.

- ¿Por qué iba a incomodarme?

- Siempre es difícil saber que le gustas a alguien y más si es otro chico.

- A Kyojin le gustaba Ryuko y no por eso dejó de ser su amigo.

- Pero es que no es lo mismo.

- No veo la diferencia. Es a mí a quien me tiene que molestar o no y no me molesta.

- ¿No te molesta? ¿No te molesta pensar que puedes gustarle a otro chico?

- No y no entiendo tu actitud. Ya me había dado cuenta de que te gustaba.

- ¿Ya lo sabías?

- Que muestre poco mis sentimientos no quiere decir que no me de cuenta de las cosas.

- ¿Y no estás enfadado? ¿Aún así quieres seguir siendo mi amigo?

- Pues claro. No veo que problema hay.

- ¿No piensas que te voy a violar o algo así?

- Francamente, tú no tienes pinta de ser de los que violan. Además, a mi me gusta estar contigo. Desde que te conozco eres la persona con la que más me gusta estar, me siento muy cómodo, como si me entendieras, como si conectásemos. Cuando conocí a Sumire fue como si ya la conociese de antes, como si ya hubiésemos sido amigos, por eso me gustaba estar con ella y buscar su compañía, pero luego te conocí a ti y fue muy extraño, no se explicarme pero se que... no se lo que me pasa, no lo entiendo, no estoy acostumbrado a expresar lo que siento pero me molesta que huyas de mi.

- Es por tu bien.

- ¿Por mi bien? Eso debería decirlo yo.

- No quiero que te sientas incómodo conmigo.

Sin pensar lo que hacía, porque si lo pensaba no lo haría, Suo abrazó a Misaki.

- Por favor no te alejes de mi, me duele verte distante. Solo he salido con una chica y no me fue ni bien, ni mal, no tengo un recuerdo inolvidable, fue algo decepcionante y pensé que era porque no había nada entre nosotros pero a lo mejor es que... no se lo que siento, no conozco estos sentimientos pero se que no quiero que dejes de ser mi amigo.

- Suo...

- No me da vergüenza que me vean contigo, no me importa lo que digan de mí.

Misaki se entristeció, aquello le daba mucho miedo, miedo de ilusionarse y luego decepcionarse de nuevo.

La comida en casa de Akane no fue ni buena, ni mala. A Akira le asombraba ver que Akane se ocupaba prácticamente de todo, no se estaba quieta, incluso le costó sentarse porque si faltaba algo era ella la que se levantaba y eso era algo impensable en su casa, pues si, menuda era su madre, si alguien quería otra bebida que no se había puesto tendría que levantarse él mismo o aguantarse, pero allí no, allí era Akane quien lo hacía todo. Su padrastro era un comodón, sus hermanos unos comodones y su madre con la excusa de dar de comer al pequeño tampoco hacía nada. El había ayudado a Akane a poner la mesa, nadie más lo había hecho, los "hombres", por llamarlos de alguna manera, de la casa en cuanto llegaron se sentaron cómodamente a tocarse las barrigas.

Que Akira supiera ya estaban en el siglo XXI, que el padrastro de Akane fuera así podía mas o menos entenderlo ¿pero sus hermanos? Desde luego que con su madre tendrían que dar. Y luego Akane le acusaba de machista, a él, eso si que era irónico.

Kenta se negaba a comer, jugaba con los cubiertos, se hacía el remolón y cuando su madre quería dárselo gruñía y hasta lloriqueaba y por más artimañas que intentaba la madre el niño seguía en sus trece.

- Anda Akane - habló la madre - Hazle una tortilla de queso de las que le gustan.

Akane fue a levantarse y Akira se lo impidió. Eso era demasiado para él, vale que el niño no quisiese comer, vale que había que hacer muchas tonterías para convencerle y todo eso pero hacerle otra comida era consentirle demasiado aunque a Akira lo que le molestaba es que tuviese que ser Akane la que, en mitad de la comida, interrumpiese la suya para ir a preparar esa tortilla.

- Deja que intente darle yo de comer - dijo levantándose - A ver Kenta, vamos tu y yo a hablar de hombre a hombre.

- No Akira, no te molestes, si le preparamos otra cosa en unos minutos - habló la madre.

- No es molestia. Voy a coger la silla y sentarme al lado de este chicarrón.

- Pero eres nuestro invitado - añadió la madre.

- Deja que lo intente - interrumpió Akane - Porque si no se come lo del plato no comerá nada. No pienso levantarme a prepararle otra cosa.

La madre de Akane y ella cruzaron unas miradas que Akira pensó en clasificar como "asesinas".

- En eso tiene razón Akane - habló el padrastro - Ya vale de mimos, tanto prepararte otro plato al niño y tanta tontería.

- ¿Y que vas a estudiar, Akira? - preguntó la madre intentando cambiar de conversación ya que empezaba a sentirse muy incómoda.

- Estudiaré ciencias farmacéuticas, aunque últimamente me interesa mucho la psiquiatría, quizás me plantee sacar esas dos carreras.

- ¿Dos carreras? ¡Pues no pides tu nada!

- Mamá - interrumpió Ginta - Akira es muy inteligente, todo el mundo lo sabe. Tu hija se ha buscado un novio inteligente.

- No somos novios - recalcó de forma monótona Akane.

- ¿Y cómo llamas tu a lo que sois entonces? - preguntó Takato.

- Somos... amigos.

- Serán amigos con derecho a roce - rió el padrastro - como se dice ahora.

- Tu eres ya muy antiguo - rió también Ginta - Lo que se dice ahora es que son folliamigos.

- ¡Ginta! - gruñó Akane mientras sentía un montón de miradas todas fijas en ella - No seas ordinario.

- Eso es lo que sois ¿no? Si no sois novios será que sois...

- ¡Que te calles! - le cortó rápidamente.

- Dios mío - suspiró la madre - Menos mal que te he llevado al médico.

- ¡Akira pero di algo! - exigió Akane al verle sonreír tontamente - Defiende nuestro honor.

- Perdona, es que me ha hecho gracia.

- Desde luego, mira que eres tonto.

- Es lo que se lleva ahora - añadía Ginta - Los folliamigos.

- Akira, di algo si no quieres que luego te mate - habló Akane apretando los dientes.

- Ah no, no se asusten, nosotros no somos de eso. En realidad yo si quiero ser novio de Akane pero ella no me deja.

- No me gusta hablar de este tema - parecía lloriquear Takato - ¿Podemos cambiarlo?

- Tu no te pongas así - le recriminó Ginta - Porque tu querida hermana ya es mayorcita.

- ¿Qué es un folliamigo? - soltó de pronto Kenta y todos le miraron con cara de miedo.

- Es una tontería de Ginta, que se inventa cosas - contestó Akira - Oye ¡pero si te lo has comido casi todo! Mira tu que entretenido que te hemos tenido ¿Vas a querer tarta como premio por comértelo todo?

- ¡Si!

- ¿Has hecho tarta, Akane? - preguntó Takato.

- No, la ha hecho Akira.

- ¿También sabes hacer tartas? - se sorprendió la madre - Akane, a este chico no le puedes dejar escapar.

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