domingo, 4 de diciembre de 2011

116. Las diferentes facetas de un beso

Shibi terminaba de preparar una bolsa de viaje. Tal y como habían quedado con Akira, cuando terminasen en el instituto tendrían una hora para ir a sus casas a coger lo que fueran a llevar y reunirse una hora después en la estación de tren para ir al pueblo de Akira y tenía que ser así porque si perdían ese tren no pasaría otro hasta cuatro horas después y eso significaba que se les haría muy de noche cuando llegasen a su destino.

Akira quería llevar a Akane de nuevo a su pueblo, era época de celo y quería que disfrutase del espectáculo que daban los ciervos y siendo la madre de Akane como era no había sido nada fácil conseguirlo, de hecho ni Akane sabía aún lo que sus compañeros había preparado.

Durante toda la semana Akira no se había estado parado. Habló con la madre de Akane, con su padrastro, con su padre para que la dejaran ir, claro que lo consiguió, en cuanto dijo que se llevaba a los cuatro hermanos mayores aunque claro, tampoco es que vieran muy bien que ellos dos se ocupasen de los niños, así que Akira comenzó a "reclutar" gente que le ayudase.

Al primero al que preguntó fue, lógicamente a Kyojin. Lo hizo en un momento en el Xu-Xu, Sumire, Ryuko y Jisei, aunque estaban con ellos, parecían distraídas hablando de sus cosas.

- Chicas - las interrumpió Kyojin - Akira nos invita a ir a su pueblo este fin de semana ¿Qué os parece?

- Es que es la época de celo de los ciervos y yo, como Shikamoto debería ir a cumplir con mis "obligaciones" y yo creo que os puede gustar.

- Di la verdad - añadió Jisei - Lo que quieres es llevar a Akane, no nos pongas a nosotros de excusa.

- Si, es cierto, pero me tengo que llevar a sus hermanos también y necesito niñeros.

- Además - intervino Sumire - De que tus abuelas creen que es tu novia ¿A que si? Y claro, ella tiene que ir también a conocer las costumbres de los Shikamoto ¿A que si?

- Yo iría - contestó Jisei - Pero es que... - claro que Jisei quería ir pero también quería estar en Kizuna y cuidar a Inari, seguro que podría quedar con él ese fin de semana y es que aún estaba convaleciente y sabía que su hermano le iba a invitar a comer en su casa.

- Yo tampoco puedo - dijo Xu-Xu - Es el cumpleaños de mi hermana.

- ¿Y tu Ryuko? - le preguntó Akira.

- A mi mis padres no me van a dejar.

- Pregúntales antes.

- No. No me van a dejar, ya lo se, nunca me dejan a no ser que sea alguna fecha especial.

- Pues si Ryuko no va yo tampoco puedo, Aki - habló Kyojin - ¿Lo entiendes, verdad?

- Si hombre si, lo entiendo y no hay problema.

- Pues a mí si me gustaría ir - dijo muy decidida Sumire - Pero claro, no voy a ir yo sola con vosotros.

- Le preguntaré a Shibi a ver si puede venir - comentaba Akira.

Y por supuesto, en cuanto tuvo oportunidad se lo preguntó.

- Si - contestó sin ninguna expresión, como siempre hablaba él - Me parece buena idea, iré.

- Estupendo, bueno tú ya estás acostumbrado a tratar a niños.

- Pues ese es un problema. Cuando Hotaru se entere de que voy a pasar unos días con Yusuke va a decir que quiere ir él también, ya sabes, son como una uña y la roña, siempre están juntos.

- Cierto, no lo había pensado, bueno, tampoco creo que haya mucho problema.

- ¿Puedo invitar a alguien más? Quiero decir, otro adulto.

- Pues mira, sería de agradecer.

- ¿Pero dónde dormiríamos?

- Por eso no hay problema, la casa de mis abuelas es muy grande, es una casa antigua en la que vivía el jefe del clan, sus hijos y sus familias, bueno, ya la verás.

- Estupendo. Entonces, si no te importa, voy a pedirle a una persona que venga.

Momentos después, Shibi, sentado en un banco al lado de Kenshi, pensaba como convencería a Hana para que le acompañara al pueblo de Akira, sabía que la idea le iba a gustar porque a ella le encantaban los animales, el único inconveniente era convencerla. Mientras, Kenshi tenía su atención fijada en Xu-Xu que hablaba con Hizashi ¿Qué le estaría diciendo? Fuera lo que fuera parecía muy amigable con él, le sonreía e incluso le daba un beso en la mejilla antes de irse eso ya era demasiado.

- ¡Eh! - Kenshi dio una palmada delante de su cara - ¿Estás vivo?

- ¿Qué haces, cachorro loco?

- No se, parecías dormido.

- Estaba pensando.

- Pues yo observaba a Xu-Xu.

- Me lo estaba imaginando.

- ¿Ah si? ¿Y por qué?

- Porque mirabas hacia donde estaba ella ¿Por qué iba a ser?

- No se, tu eres muy siniestro.

- ¿Y eso ahora que tiene que ver?

- Parecía que estuviese coqueteando con Hizashi.

- No digas tonterías, Xu-Xu no haría eso.

- Es que tenían demasiadas... ya me entiendes.

- ¿Confianzas? Son amigos, es lo normal.

- Xu-Xu está saliendo con Nowaki y no debería portarse así.

Shibi giró la cabeza con lentitud lo que le faltaba por ver, que ahora se pusiese celoso con una chica con la que no estaba saliendo, pobre Kenshi, debe tener un buen lío en su cabeza.

- Lo digo porque a Nowaki podría molestarle.

Shibi siempre se daba cuenta de todo, hablaba poco pero se enteraba de todo y ahora le resultaba muy curioso que Nowaki, a pesar de que se suponía salía con Xu-Xu, siempre estaba atento a Yuri y que Kenshi vigilase de esa forma celosa a Xu-Xu, él que salía con Yuri, claro que también era cierto que Yuri parecía llevarlo como si fuese un complemento y para terminar le encantaba ver la sonrisa de Xu-Xu cuando Kenshi la miraba.

Era curioso la especie de "cuadrado" que se estaba empezando a crear entre esos cuatro.

- Tengo que decirte que voy a llevar a Hana conmigo.

- ¿A mi hermana? ¿A donde?

- Al pueblo de Akira.

- ¿Vas a invitar a mi hermana? Tú no estás bien.

- ¿Por qué no? A mi me gusta tu hermana.

- No va a querer ir.

- Eso ya lo veremos.

- Eso ya lo hemos visto.

- ¿Que te apuestas a que viene?

- Lo que quieras, se que no va a ir.

- Eso tiene que decirlo ella, no tu - Kenshi le miró con cara de querer preguntarle algo - ¿Que te pasa, cachorro malcriado?

- ¿De veras te gusta tanto mi hermana?

- No veo porqué no iba a gustarme.

- ¡Porque es mi hermana! ¡Es asqueroso!

- Pero no es la mía ¿No te habías dado cuenta de ese detalle?

- Pero es mayor que tu.

- Solo tres años, además yo tengo 18, dentro de cuatro meses cumplo los 19, creo que ya no soy tan niño para ella.

- ¡Pero sigue siendo mayor que tú!

- Y por eso me gusta. A parte de porque su físico me es muy agradable, me gusta porque la conozco desde hace años, porque puedo hablar con ella, tenemos confianza, porque me gusta su forma de ser, es simpática, dulce y cariñosa, además es inteligente y... me gusta Kenshi, me gusta.

- ¡Pero ella nos preparaba la merienda hasta hace... poco!

- Si, y nos curaba las heridas cuando nos caíamos.

- ¡Cómo puede ser que te guste mi hermana!

- Pues supongo que porque siempre me ha gustado, a ver Kenshi, siempre me gustaba verla, siempre pensé que era muy guapa y cuando me hablaba me ponía colorado y siempre pensé que era algo platónico pero he crecido y quiero intentarlo.

- Tú estás enfermo.

- Lo que tú digas.

- ¿Pero a ti no te gustaba Akane?

- ¿Pero cuando he dicho yo que me gustase Akane? El problema del mundo es que todos dan por hecho las cosas sin preocuparse de averiguar si son ciertas o no - suspiró.

- A ver si vas a utilizar a mi hermana para olvidar a Akane ¿eh? Eso que dicen de la chica puente mientras aparece otra de la que enamorarte.

- Verás Kenshi, la chica puente fue precisamente Akane. Es verdad que salí con Akane pero solo porque estaba confundido e intenté olvidar con ella a otra chica.

- ¿Que te gustaba otra chica antes que Akane?

- Si ¿Que no me pueden gustar mas chicas?

- Chico no se, eres tan reservado para esas cosas ¿Y quien era?

- No importa quien era, era, no, es una gran persona.

- ¿Y que pasó?

- Pasó que era imposible y ya, no hay que pensarlo más, era pues eso, el primer amor, no puso ser y ya, tengo muy buenos recuerdos pero mi vida continuó y ahora me gusta Hana y al menos tengo que intentarlo.

Al final no solo Hotaru se había apuntado si no, tal y como Shibi sospechaba, en cuanto los demás "bellotas" supieron del viaje quisieron apuntarse... y eran niños muy insistentes y por supuesto, sus padres no iban a dejar que fueran solos. En ocasión se las arreglaron para convencer a Genki, hermano de la "bellota" Sumomo, de que les acompañase, Hizashi les daba demasiado miedo, aún estaba bastante enfadado con ellos por el incidente de las vacaciones, así que era mejor que fuera Genki que además era mucho mas divertido.

Genki estuvo encantado con la idea, le parecía que iba a ser toda una aventura y a su vez insistió hasta convencer a Shiho de que también fuese, seguro que se lo iban a pasar muy bien y hasta podrían hacer un reportaje sobre "la berrea" y las costumbres de los ciervos para aparearse.

Y no fueron los únicos en apuntarse. Desde el principio esa idea entusiasmó a Sumire y Jisei, que podía ver perfectamente el vinculo que empezaba a crearse entre ella y Kimisuke no tardó en proponerle que invitase a este, a fin de cuentas era el primo de Masaru, otro de los bellotas: Kimisuke nunca había colaborado con las cosas de esa pandilla y ahora que empezaba a integrarse todos se daban cuenta de que era una buena persona, quizás en su momento estuvo confundido y, como dicen algunos, "fue por mal camino", pero también era cierto que estaba solo y nadie le advirtió de ese mal camino... ahora, por fin, empezaban a dejar de mirarle como a un enemigo y curiosamente ese aura triste que siempre le rodeaba empezaba a disiparse.

Para terminar Sumire no solo convenció a Kimisuke de ir, cosa que por otro lado no fue tan difícil, si no que creyó tener una idea grandiosa y colosal: que Akira invitara también a Misaki y a Suo... si... eso si que era una gran idea.

...

Cuando Hana entró en el comedor de su casa encontró a este en la penumbra que reinaba en la habitación, sentado en el suelo, apoyado en el sofá, con gesto mohíno.

- ¿Que miras tanto? - le preguntó Kenshi después de percatarse de que no dejaba de mirarle - ¿Algo interesante?

- A ti. Te noto raro.

- ¿Raro? ¿Cómo raro?

- Demasiado silencioso.

- Bueno eso es porque me he dado cuenta de lo tonto que soy.

- Bueno, eso ya lo sabía yo, no es ninguna novedad.

- ¿Cómo se puede hacer para que una chica rompa contigo?

- No se, nunca me he planteado tal cosa.

- ¿Que te llevaría a ti a romper con un chico?

- Uff, muchas cosas. Que me traicione, por ejemplo.

- ¿Como que te engañe con otra?

- Si, podría ser, pero vamos yo me refiero más a que me mienta o se aproveche de mí.

- Pues es que no va a poder ser - murmuró - Si engaño a Yuri con otra o cree que lo he hecho, lo mismo pasa eso que dice Nowaki de su autoestima.

- ¿De que hablas?

- Cosas mías ¿Y que más?

- ¿Que pasa? ¿Quieres romper con Yuri y no sabes como?

- Quiero que ella rompa conmigo. Por lo visto es que tiene poca autoestima o algo así y si rompo con ella pues sería malo.

- ¿Y quieres que ella rompa contigo?

- Si, pero no se como. No quiero que piense que me gusta otra chica, ni cosas así.

- Si eres un imbécil integral seguro que te deja.

- Vale, vale, no hace falta que te recochinees de mi.

- ¿Y si ella está enamorada de ti? ¿No lo has pensado? A lo mejor no quiere dejarte porque está enamorada.

- Bueno pues no se comporta como si estuviese enamorada, pero a saber que piensa de mí.

- Será mejor que no pienses tanto y vayas improvisando.

- Ya, pero a saber que piensa ella después de lo que pasó... Oye ¿Y tu con Shibi? ¿Vosotros...?

- ¿Yo con Shibi, qué?

- ¿Tú y Shibi...? O sea, quiero decir que... ¡No! Mejor no me lo digas, eso a mi no me importa.

- Eso a ti no te importa.

- Eso ya lo he dicho yo.

- Y yo te lo repito - Kenshi pareció dudar unos momentos pero de pronto se decidió a preguntar - ¿A ti te gusta Shibi?

- ¿A que viene ese interés de repente?

- Eres mi hermana, es normal que me preocupe por ti.

- Pues no, muy normal no es.

- Además, Shibi es mi amigo.

- ¿A que tienes miedo?

- No, en realidad a nada. Solo que es raro que mi amigo se enrolle con mi hermana mayor.

- ¿Y si fuese tu hermana pequeña sería menos raro?

- No o si, no se. Es que eres mayor que él y... ¿No es muy crío para ti?

- El no es como tu, desde luego.

- ¿Te gusta?

- Pues si te digo la verdad - se sentó a su lado - No lo se. Se supone que no me tiene que gustar, es muy crío para mí.

- Pero el amor no conoce de edades.

- Si conoce, si, no es tan fácil como crees.

- Pero Shibi es un tipo serio, quiero decir que no es un cabeza loca como yo, pero...

- Tampoco es que nos llevemos tantos años ¿O si? ¿Es que soy tan vieja?

- No, claro que no. En realidad no me importa que salgas con él, lo que pasa es que yo a ti te veo más mayor y me resulta raro. Tampoco quiero que te haga daño, ya sabes, que a los chicos de mi edad nos gusten las chicas mas mayores no es tan raro pero... o sea, es que es todo muy raro.

Hana guardó silencio mientras se miraba los dedos de los pies.

- Es que si os hacéis daño mutuamente yo me enfadaría con Shibi porque eres mi hermana pero es que él es mi amigo.

- Tu que conoces a Shibi ¿Qué crees que pretende?

- Hombre, eso es difícil de decir, Shibi es muy raro y nunca se sabe lo que piensa.

Kenshi fue el que ahora observó a su hermana durante unos minutos.

- ¿Tengo monos en la cara?

- No. Es que pensaba que tú eres mi hermana y él es mi amigo y es un buen tipo, raro pero bueno y quizás deberías darte una oportunidad. Siempre estas estudiando y ayudando en la clínica y bueno, tampoco os lleváis tantos años y... tampoco hace falta que vayáis en serio, quiero decir que a lo mejor por darle una oportunidad tampoco pasa nada y... no se, no se explicarme pero es que hoy me he dado cuenta de que a veces dejamos pasar oportunidades por miedo a que nos dañen o por miedo a que no salga bien y...

- ¿Es lo que a ti te pasó con Xu-Xu?

- Pues si - bajó la cabeza - Yo creía que siendo amigos estábamos bien.

Hana sonrió.

- Te entiendo. Anda ven aquí con tu hermana - le pasó la mano por los hombros y le acercó a ella - Aún eres un crío, anda que no te queda aprender de la vida.

- Lo dices como si tú fueras muy mayor, ahora no te quieras hacer la experta de la vida ¡no te digo!

...

Como el día anterior Akira se despertó un poco antes de lo habitual. Se apoyó en su antebrazo y se quedó mirando a la chica que dormía a su lado. Se suponía que tenía que ser Akane, o al menos era lo normal, claro que cuando se despertase y se viese vestida con el diminuto camisón rosa que Yuri le había regalado se iba a quedar de lo más estupefacta.

Se planteó si debería hacer como el día anterior y llamar a Ayesa para que fuese ella quien se despertase y evitarle a Akane el desconcierto que iba a sentir pero... ¿Realmente debía hacer eso? ¿Debía encubrir las acciones de Ayesa? Pensar en eso era muy complicado porque por un lado pensaba que aquello era como engañar a Akane y que, bueno, ella era como era y había que aceptarla así y ella tenía que saber lo que le pasaba y que además, cuando descubriese lo que le sucedía, se iba a mosquear mucho, si, seguro, ella era retorcida para todo; claro que podía ser que ella nunca averiguase lo de su personalidad disociativa o que pensase, al verse con el camisón que la había drogado o cualquier cosa... si, era muy retorcida.

Por otro lado, si despertaba a Ayesa seguro que esta pensaba que quería enrollarse con ella y pasaría como el día anterior, que le costaría librarse y tampoco quería que Ayesa pensase esas cosas de él.

Tenía la sensación de que Ayesa pensaba de él que solo se estaba aprovechando de ella. Si, estaba convencido. Al principio cuando él se mantuvo distante con respecto a ella parecía estar claro que quien el gustaba era Akane y a ella la veía como una impostora pero ahora lo cosa no era tan clara.

Mientras la miraba dormir su mente comenzó a vagar entre los recuerdos de la noche anterior. Para él todo era muy complicado porque desde que aceptaba de Ayesa era Akane había entrado a formar parte de una especie de juego del que no sabía escapar.

Ayesa para él estaba empezando a ser una maldita atracción, una adicción imposible de controlar y el gran problema es que no quería que pensase que la aceptaba por esa razón.

"...

Después de pasar por casa de Akira, saludar a sus padres y recoger la cena que le habían guardado, incluido un trozo de tarta, Akira y Ayesa atravesaron el jardín interior para entrar en lo que podrían llamar "su casa-dormitorio".

Akira oyó nada más entrar como Ayesa echaba el pestillo de la puerta corredera que daba al jardín para que no se pudiese abrir desde el otro lado.

- ¿Qué haces, señorita? - dijo mirándola mientras sonreía ligeramente.

- Ya sabes, no quiero que nos molesten.

- ¿A estas horas?

- Bueno, quizás es para que no te escapes.

- ¿Tengo que asustarme?

- No se, depende de lo que te miedo, tesoro.

- Esto, mira una cosa Ayesa...es que no me gusta esa mirada tuya para nada.

- Tranquilo que no te va a doler.

- A ver Ayesa - dijo comenzando a andar hacia atrás mientas Ayesa avanzaba - Es que yo quería decirte una cosa.

- ¿Quieres tu regalo o no lo quieres? - dejó las tarteras que llevaba con los restos de la cena en el suelo.

- No es eso es que... tenemos que hablar.

- ¿Que me vas a decir? ¿Que no quieres ultrajar el cuerpo de Akane o algo así?

- No es eso... es que... no quiero que pienses que me aprovecho de ti.

Ayesa se quedó parada y mirándole intrigada.

- ¿Que te aprovechas de mi?

- Si, no quiero que pienses que estoy contigo porque eres Akane y que me aprovecho de que tú eres más liberal para... tú ya sabes lo que quiero decir.

- ¿Te preocupa lo que yo piense?

- Pues claro, yo... tú... tú y Akane sois una misma persona, yo no podría querer a Akane sin ti, si no me gustases tu es que no me gusta Akane.

- ¿Yo te gusto? ¿Es porque soy más guarrona que Akane? - se acercó peligrosamente al chico.

- No digas eso, tú no eres eso, tu eres Akane, mi Akane, te llames como te llames.

- No, yo soy Ayesa, es mi nombre y mi nombre representa mi esencia.

- Y a mi me gustas igual que Akane y no quiero que pienses que me aprovecho de ti para conseguir algo de Akane.

- Eres tan dulce; que tierno, no quieres que piense que eres un aprovechado... por eso nos gustas tanto, tesoro.

- ¿De verdad te gusto... a ti... a Akane?

- Mas de lo que Akane nunca te va a decir.

Y sin terminar aún de decir aquello, Ayesa comenzó a besar el cuello de Akira mientras sus dedos se entretenían desabrochando juguetones la camisa del chico. Akira tomo a Ayesa firmemente por la cintura con una mano, mientras que la otra se paseaba por los cabellos naranjas y su nariz de deleitaba con el aroma de la chica.

- Tienes que cenar - musitó Akira en su oído.

- Claro, ahora tengo hambre pero no es de comida - susurró ella también con voz traviesa.

- Ayesa, no me provoques, por favor.

- ¿Y si nos bañamos juntos?

- No, Ayesa, no.

- ¿Por qué te resistes tanto?

- Comprende que para mi es una situación muy incómoda.

- Está bien, está bien - dijo separándose de él - Voy a comer algo pero tú espérame despierto que quiero darte un beso de buenas noches, eso al menos puedo hacerlo ¿no?

- ¿Y por qué no lo haces ahora?

- ¿Que pasa? ¿Estás impaciente? Esta bien pero vamos a hacer un trato, es como un reto, cierra los ojos, no debes tocarme ¿lo prometes? Es como un reto, a ver si eres capaz.

- Lo prometo pero espero que el beso valga la pena - dijo este con los ojos cerrados.

Sintió como se acercaba a él y pasaba los dedos lentamente por su pecho hasta subir al cuello para atraerle hacia ella. Akira se inclinó, sentía muy cerca la respiración de la chica y se dispuso para recibir lo que esperaba de Ayesa, uno de esos besos excitantes y exigentes, quizás hasta un poco tórrido.

Pero fue todo lo contrario. Ayesa tomo sus labios con delicadeza, en un beso románticamente lento. Akira en esos momentos ya se arrepentía de haber aceptado esa situación, ya que su cuerpo anhelaba abrazar a Ayesa, todo en él buscaba sensaciones más placenteras. Ayesa tomo el labio inferior de su acompañante mordiéndolo suavemente para después regresar a besos sencillos, sin profundizar en ningún momento. A esas alturas Akira se moría por deslizar las manos por el cuello de Ayesa, por su pelo, por su espalda, por todas partes... pero al final decidió mantenerse fiel al reto, por lo que metió las manos en sus bolsillos para evitar caer en la tentación. Muchos dicen que la mejor manera de librarse de la tentación es caer en ella, pero se equivocan. A veces es verdaderamente placentero luchar contra la tentación. Como en esos momentos.

Después de lo que pareció una eternidad, Ayesa por fin profundizó el beso, rozando con su boca la del chico, lanzando los dos un gemido.

El cuerpo de Akira comenzaba a buscar la forma de tener un contacto más íntimo con el cuerpo de Ayesa, pero se ordeno a sí misma separarse y concentrarse en ese beso.

Glorioso momento.

- Feliz cumpleaños, tesoro - dijo a milímetros de sus labios cuando por fin se separaron.

- ¿Tu crees que es normal lo que haces? - respondió sin separarse.

- ¿Sabes la de veces que he querido besarte? No, tu no lo sabes porque nunca he sido nada para ti, ni siquiera me conocías pero yo estaba escondida en Akane y a través de sus ojos te veía, cada vez que mirabas a Akane con gesto de pena quería besarte, cada vez que llamabas su atención con cualquier tontería quería besarte, cada vez que te veía impotente intentando que entrara en razón quería besarte, cuando te veía casi llorar porque Kamui llamaba su atención yo quería besarte.

Akira la miraba sin saber que decir o hacer. Claro, Ayesa era Akane y representaba todo lo que ella nunca se atrevía a hacer o a decir ¿Quería decir eso que Akane le amaba? ¿Que a pesar de todo le quería?

- Se... será mejor que vayas a cenar o... será mejor que vayas a cenar.

Akira subió a su cuarto casi corriendo. Se puso cómodo, como cada día y se sentó en el futón para leer el libro que Akane le había regalado. Puede que en esos momentos se sintiera bastante tonto, seguramente cualquiera que supiese su situación se burlaría de él pero es que no sabía como explicar que no quería que Ayesa pensase que era un aprovechado, no importaba que Ayesa fuese mas liberal o pareciese dispuesta a más cosas, él tenía que hacerle ver que la respetaba al igual que Akane, que no estaba con ella solo por pasarlo bien... a lo mejor es que él era un cursi o un anticuado... podría ser.

Estaba enfrascado en la lectura cuando oyó golpes en la puerta.

- ¿Se puede, cielo?

- ¿Desde cuando pides permiso?

Ayesa empujó un poco la puerta y asomó la cabeza.

- Como eres tan tímido no quería incomodarte.

- Claro, como que eso a ti te cohíbe ¿Necesitas algo?

- Uy tesoro, no debías haber preguntado eso puedo tomármelo al pie de la letra - Ayesa abrió la puerta de par en par y Akira se quedó casi sin respiración, estaba allí, sonriendo con aquella malicia que siempre tenía y vestida solo con el pequeño camisón rosado que Yuri le había regalado - ¿Crees que me queda bien?

Akira se puso en pie de un salto. Oh no, eso no se lo podía hacer, no después de lo que le había dicho ¿Que pretendía? ¿Que le estallase una vena o algo?

- ¿No me queda bien? ¿Quieres que me lo quite? - dijo mientras empezaba a deslizar hacía abajo uno de los tirantes.

- No, no... estate quieta... no te quites nada... mira yo... yo voy a darme una ducha... mañana hablamos... me encantó tu regalo pero... mañana hablamos.

Y rodeando a la chica como si se tratara de un animal peligroso y temible salió de la habitación como alma que lleva el diablo.

Después de una ducha todo lo fría que aguantaba regreso bastante más calmado a su habitación. La puerta de la habitación de Akane estaba cerrada, supuso que Ayesa habría vuelto a su cuarto después del desplante que le había hecho y que quizás hasta estaría molesta, bueno, en cuanto volviese a verla trataría de disculparse, solo esperaba que no se lo tomase como una ofensa y le diese por irse con Kamui o algo así.

La luz de su habitación estaba apagada pero no había tanta oscuridad como para que no viese que Ayesa estaba metida en su futón solo que... se acercó a ella, parecía dormida. La movió ligeramente tocando su hombro pero la chica solo gruñó un poco y cambió de posición... si, estaba dormida... bueno, a eso ya estaba acostumbrado y mientras se estuviese quietecita no habría mayor problema... a pesar del sugerente camisón que llevaba.

Como cada noche Akira se acostó a su lado y la rodeó con sus brazos... maldita chica problemática, pero que le iba a hacer, era su bendito problema.

..."

Akira seguía observándola dormir cuando esta empezó a abrir los ojos. Quizás si hubiese estado espabilado podría haberse hecho el dormido pero sería que aún se sentía somnoliento pero se quedó tal cual estaba, mirando como se despertaba y le miraba.

Por unos instantes se sintió como un condenado a muerte, seguro que los gritos de Akane los escucharían su madre y su hermana y se preparó para el espectáculo pero la sonrisa de la chica le relajó completamente.

- Buenos días, tesoro.

- Buenos días ¿Cómo tu por aquí?

- Descubrí que recién despertado estás muy guapo, con todo el pelo alborotado y los ojitos un poco hinchados... me gustas. ¿Y que pinta tengo yo al despertarme?

- ¿Puedo decir una cursilada?

- ¿Muy cursi?

- Bastante.

- ¿No prefieres besarme? ¿Es que no te gusto con este camisoncito?

- No si, estás muy... sugerente.

- Te estuve esperando pero tardaste mucho y me quedé dormida y ahora me siento muy decepcionada.

- ¿Decepcionada?

- Claro, fue fantástico besarte - murmuro cerca de su oído- ¿Pero tú sabías que un beso no es capaz de lograr algo más que satisfacción momentánea?

- Bueno, no estoy de acuerdo con eso. Se puede tener con un beso un banquete completo y no solo la guarnición, por así decirlo.

- ¿Eso es una proposición?

Akira sonrió mientras se levantaba.

- Será mejor que nos arreglemos ya, hoy tenemos muchas cosas que hacer.

- Está bien, está bien, no voy a insistir, te gusta hacerte el difícil pero ya caerás, tesoro. Por cierto, será mejor que deje el camisón aquí, no vaya a ser que lo encuentre Akane.

Akira abrió los ojos a más no poder al ver como Ayesa dejaba deslizar el camisón por su cuerpo hasta caer al suelo, se dio media vuelta, levantó los pies para no pisarlo y se marchó tranquilamente.

Cerró los ojos y dejó caer la cabeza contra la pared que tenía más cercana con un sonoro golpe.

- Soy patético - se lamentó mientras volvía a golpearse.

Cuando consiguió reponerse y asearse pasó por la cocina. Allí estaba Akane, no había duda de que era ella, vestida con su uniforme y sus gafas. Al verle le sonrió y se acercó a él para darle un beso pequeño.

- Buenos días - le saludó - ¿Has dormido bien? Tienes como ojeras.

- Pues mira, dormir no he dormido muy bien.

- ¿Que pasa? ¿Te dan miedo los retos al ajedrez?

- ¿Que retos?

- Ya sabes, ayer te lo dije, lo de los retos. Tu contra todo el mundo, a ver si te vencen.

- Ah, eso... se me había olvidado.

- ¿Tienes miedo de perder, que te humillen o algo así?

- La que tendría que tener miedo eres tú. Recuerda: una victoria, un beso, es el trato.

- Si, es el trato. Ya veremos que pasa.

- ¿Lo tienes todo listo?

- ¿Para que? ¿Para besarte, ciervito presuntuoso?

- No, para el viaje. Recuerda que hemos quedado en la estación y no podemos llegar tarde o perderemos el tren.

- Eso es porque tú lo dices, no lo tengo yo tan claro, seguro que mi madre sale con cualquier cosa.

- Te digo que no. Lo he solucionado todo. Mientras tú vas a casa de tu madre y recoges a Ginta y Takato yo voy a la de tu padre y recojo a Yusuke y Hideki.

- ¿Pero tu estás seguro de que no molestamos a tu familia?

- Para nada, además como futura esposa de un Shikamoto es bueno que empieces a aprender tus obligaciones.

- Tú eres tonto. Además que no ha sido buena idea, llevamos a los bellotas y de los bellotas no me fío ni un pelo. Oye, Akira ¿Te puedo preguntar algo?

- Bueno, si no es muy comprometido.

- ¿Por qué ayer no me comí la tarta de chocolate?

- ¿Que tarta?

- La de tu cumpleaños, me dijiste que me habías guardado un trozo y es cierto porque está en la nevera pero ¿Por qué no me la comí anoche?

- No tendrías ganas.

- ¿Que yo no tenía ganas de chocolate?

- A lo mejor estabas llena y preferiste dejarla para desayunar.

- Eso no es muy lógico en mi, en todo caso hubiese sido lo que me habría comido.

- Pues... no se ¿Pero es que tiene tanta importancia?

- Pues si, si la tiene porque... no me acuerdo y... o sea es chocolate ¡por dios que es chocolate!

- A lo mejor te comiste la mitad, a lo mejor preferiste repartirlo para desayunar esta mañana.

- Eso no es muy propio de mí.

- Estarías cansada Akane, no lo piensen más, fue un día muy largo, pasaron muchas cosas.

- Si... será eso... claro.

A ver como le decía a Akira que a parte de lo de la tarta de chocolote había mas cosas que no le cuadraban, como que no recordaba haberse despertado al lado suyo, como todos los días o si... tenia la sensación de haberse despertado junto a él pero... era algo muy extraño, una sensación diferente.

Akira intentó disimular haciendo como que nada tenía importancia aunque en realidad le preocupaba todo aquello, algo le decía que Ayesa dejaba demasiados cabos sueltos y Akane era muy lista y empezaba a atarlos y a ver que hacían cuando empezase a sospechar en serio.

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