sábado, 3 de diciembre de 2011

111. Dos almas y un corazón

Yuri quedó con Momoka para acompañarla, quería estar a su lado porque iba a ser la primera entrevista que hacía y encima a Fuma Kaguya, que era guapísimo y de lo más atractivo, vamos, que ella no se perdía aquello. Esto sorprendió mucho a Momoka, era extraño que Yuri no prefiriese salir por ahí y quisiese ir con ella.

Yuri estaba preocupada por Momoka, sabía de la escena que había tenido lugar entre ella y Kamui y luego estaba el echo de que días atrás Akira cambiase a Kamui de papel en la obra, ella había visto a su amiga hablando con Akira y después hizo el cambio así que seguro que algo había tenido que ver con todo eso.

Yuri no era la chica superficial que todo el mundo pensaba, ni tampoco le tenía manía a Momoka, al contrario. Como siempre estaban compitiendo por cualquier cosa, sobretodo por llamar la atención de Kamui, se habían creado la imagen de rivales, siempre parecían empeñadas en picarse la una con la otra pero nada más alejado de la realidad. Ellas eran amigas y su amistad estaba por encima de todo. De pequeñas Momoka siempre se refugiaba en Yuri, de pequeña Momoka era una niña soñadora y fantasiosa y encontraba en Yuri todo el apoyo que necesitaba... si, ellas eran amigas, sobretodo eran amigas.

Ver a Momoka tan abatida llenaba a Yuri de tristeza. No le gustaba verla así, y se lamentaba interiormente de no tener las palabras adecuadas para animarla.

- Así que - habló en tono alegre - ya no estás enamorada de Kamui.

- ¿Que te hace suponer eso?

- Bueno, por lo que me has contado ¿Entonces me lo puedo quedar?

- Todo para ti, aunque no creo que te sirva de mucho. Al final metí la pata Yuri, y es lo que mas rabia me da.

- ¿Dónde metiste la pata?

- Con Kamui. Es que le vi hablando de esa forma a Akira y lleno de celos por Akane y no lo puede evitar, me dio tanta rabia que me puse a decirle cosas sin sentido, que no venían a cuento y claro, quedé como una loca.

- ¿Pero te desahogaste al menos?

- Que va, si es que no se ni ponerme rebelde, me pierde el mal genio.

- Momoka... ¿qué te pasa?

- Pasa que me he dado cuenta de lo imbécil y ridícula que soy, siempre detrás de Kamui, siempre mirando por sus ojos, siempre intentando llamar su atención ¿Y que he conseguido? Perder mi vida.

- Chica lo dices como si fueses vieja o algo así. Vamos, no digas esas cosas, nadie que te hace llorar te merece, Momoka.

- Pero es que yo aún le amo. Se que no debería hacerlo y no quiero pero no puedo evitarlo. Me siento tonta y ridícula, me siento patética, siento que mi vida es toda una estupidez.

- Pero te has dado cuenta de tu error, eso es lo que importa. Ahora lo que tienes que pensar es en seguir adelante, la vida es un camino y nunca sabes lo que vas a encontrar.

Momoka sonrió.

- Te agradezco que estés a mi lado, animándome.

- Pues claro que estoy a tu lado, siempre lo estaré, somos amigas. Vamos, Kamui será muy guapo y todo lo que quieras pero si no sabe apreciarte ni apreciar todo lo que has hecho por él es que no te merece.

- ¿Por qué siento tan vacío mi corazón? Le quiero Yuri, le quiero y no se porqué le quiero si él no me quiere y ¿sabes lo mas curioso? Que cuando le veo se me revuelve el estómago y no lo aguanto, te juro que no lo aguanto… le quiero pero creo que le estoy cogiendo manía.

- Ten entiendo.

- Tengo que acabar con esto y tengo que hacerlo yo, yo sola.

- Bueno, pero la ayuda de una amiga no te vendrá mal - sonrió.

Momoka miró a Yuri... si, ellas eran amigas y pasase lo que pasase entre ellas siempre podían contar la una con la otra, no importaba que las decisiones que tomase una no le gustasen a la otra, eso daba igual, aún así se apoyaban.

Hizashi las esperaba en la puerta del instituto y las acompañó hasta un edificio anexo al instituto, era el antiguo gimnasio, se había quedado pequeño para tantos alumnos como ahora había y tuvieron que construir uno más grande y de paso mejor equipado, así que utilizaban ese para las actividades extra-escolares de kendo, judo, kárate o baile. Momoka ya lo conocía porque ella estaba apuntada a kárate.

Hizashi saludó educadamente a Fuma, el cual, vestido con el kimono que solían usar para practicar kendo y que Momoka desconocía el nombre, le devolvió el saludo.

- ¡Que guapo es! - cuchicheó Yuri al oído de Momoka.

- Calla que nos va a oír.

- Es que es muy guapo - rió nerviosa.

Momoka tuvo que reconocer que si, que Fuma estaba muy guapo vestido así y le daba un aspecto muy interesante.

- Esta es la chica que va a hacerte la entrevista, es Momoka Sakuraba - la presentó Hizashi.

- Encantado - la saludó y se quedó mirando a Yuri.

- Ah no, yo no, yo solo vengo a acompañarla. Bueno Momo, me voy a ver entrenar a Kohahu a la pista de volley, cuando termines me buscas.

Se despidió sonriendo y haciendo un gesto respetuoso y después dedicó una sonrisa cómplice y un guiño a su amiga.

- ¿No iba a venir Genki? - preguntó Fuma.

- Al final me lo han encargado a mí, espero que no te moleste - contestó algo nerviosa Momoka.

- No, me da igual. Vamos a la sala de profesores, tengo las llaves y allí podremos hablar mejor. Hizashi tú te encargas de todo, ya sabes lo que hay que hacer.

- De acuerdo.

Mientras caminaban hacia la sala de profesores y ya que la situación era bastante incómoda, Momoka comenzó a preguntarle cosas sobre el kendo y su historia para ver si así hacía más agradable la caminata.

Momoka estaba muy nerviosa pero al llegar a la sala de profesores todos los nervios habían desaparecido. A pesar de que era Fuma Kaguya y aún le causaba bastante recelo, en seguida comenzó a sentirse muy cómoda en su papel de entrevistadora.

Fuma fue muy educado con ella y contestó todas y cada una de la preguntas que la chica formulaba. Por su parte Momoka comenzaba a darse cuenta de que Fuma era como Kamui pero mayor, más maduro y también muy atractivo, podía decirse que tenía el mismo atractivo que su hermano... claro, eran hermanos.

Al finalizar la entrevista, Momoka se levantó con un poco de pena, la verdad es que ahora que estaba relajada reconocía que estaba muy cómoda allí. Quizás era porque estaba acostumbrada a la frialdad de Kamui, a su forma seca de tratarla que, a pesar de lo serio que era Fuma le resultó fácil estar con él o a lo mejor era porque los ojos de Fuma mostraban una especie de pena que le hacía querer entenderle.

- Pues muchas gracias por la entrevista - dijo levantándose.

- Gracia a ti por hacerla. Quizás la lea alguien y empieza a interesarse por el kendo.

- ¿Te imaginas? Seria estupendo saber que gracias a... bueno, que muchas gracias, has sido muy amable conmigo.

- Espera un momento - se levantó, se acercó a una mesa y abrió uno de los cajones - Toma.

- ¿Qué es?

- Son dos entradas para una fiesta que hay el viernes en el club de tenis - Fuma las miró pensativo - Toma, es mejor que la aproveche alguien.

- ¿No vas a ir tu?

- No, yo tengo cosas que hacer.

- ¿Y por qué me las das a mi?

- No se, por nada en especial, será para deshacerme de ellas.

- Pero es que yo no conozco a nadie y claro.

- Eso no te tiene que importar. Invita a alguien y ve, habrá mucha gente de tu edad, se trata de divertirse ¿Acaso te da miedo conocer gente nueva?

Extrañada por el obsequio salió y buscó a Yuri. La encontró donde había dicho, mirando entrenar al equipo de volley.

-¿Ya? - le preguntó Yuri al verla.

- Si, ya he terminado ¿Te has aburrido mucho?

- No que va. He estado mirando a Kohahu, mira que también es guapo.

- Tu siempre mirando a chicos guapos.

- No, si te parece voy a mirar a los feos. Bueno ¿Nos vamos ya? ¿Que tal con el hermano de Kamui?

- Muy bien, la verdad es que como siempre Kamui habla de él bastante mal pues yo pensaba que era algo así como un ogro, pero no, es bastante educado.

- ¿No será que Kamui le tiene celos? Siempre lo he pensado. Ya sabes que Fuma Kaguya es famoso por el instituto, que se dice que sacaba mejores notas que Kamui, y que era mejor en deportes y además tocaba el piano, yo creo que Kamui le tiene pelusilla.

- Pues no te digo que no, debe ser difícil ser el hermano pequeño de un genio, a ver como superas eso. Oye mira, que me ha dado dos entradas para una fiesta que hay el viernes en el club de tenis ¿Que te parece?

- ¿Y por qué te las ha dado?

- No se. Se le veía como triste, a lo mejor es que ha roto con la novia o algo así ¿No te apetecería ir?

- ¡Pues claro que me apetece! Iba a preguntarte si me invitabas.

Fueron hablando animadamente de esa fiesta, se veía a Yuri realmente emocionada con ese tema y no paraba de hablar de como tenían que vestirse y que tenía que ponerse divinas de la muerte. Momoka pensaba como sacar el tema de la comida ahora que Yuri parecía muy receptiva cuando esta miró su reloj y puso cara de sorpresa.

- ¡Ay que se me había olvidado! Perdona Momoka es que había quedado con Stella y Kikyo en el centro comercial.

- ¿Con Stella? Pero ella es...

- Son unas chicas muy simpáticas - se apresuró a hablar Yuri - No tienen nada que ver con lo que creíamos que eran, no son nada creídas, ni estúpidas, ni nada de eso. A veces juzgamos a las personas sin conocerlas realmente. Bueno ¿estás bien?

- Si, si, estoy bien, estoy bien.

- No porque si no estás bien las llamo y les digo que no voy.

- No, que va, estoy bien. Anda vete.

- Estupendo. Esta noche te llamo ¿vale?

- Vale.

- Y anímate que no me gusta verte tan triste.

- No te preocupes, esto se me pasa enseguida.

Yuri se marchó y Momoka se quedó quieta, miró a su alrededor, fue entonces cuando se dio cuenta de que estaba en mitad del puente para cruzar la autopista. Se acercó a uno de los bordes a mirar. Siempre le había gustado mirar pasar los coches a toda velocidad por debajo de ella. Recordaba que de niñas ella y Yuri solían ir allí a mirar y fantasear con que personas irían en esos coches, hombres que volvían a sus casas después de un día de trabajo, casas donde les esperarían sus mujeres y sus hijos y así pasaban a soñar como serían sus vidas en el futuro.

Sonrió al recordar a la edad que querían casarse... según eso ya debían estar a punto de hacerlo. Recordaba como hablaban de sus futuros maridos, tan guapos y tan perfectos y de como las ayudarían en todo porque claro, no serían nada machistas y estarían enamoradísimos de ellas, así que claro, las cuidarían muchísimo.

La sonrisa se le borró de la cara al recordar de nuevo la realidad y la amenaza de la anorexia pendiendo sobre la cabeza de Yuri... Yuri... su amiga que ahora se había marchado para reunirse con esas dos huecas y tontas chicas ¿Acaso la estaba perdiendo? Si, podía sentir como poco a poco Yuri iba alejándose de ella... la anorexia y ahora esas dos... estaba perdiendo a su amiga y no solo a ella, por culpa de su propio egoísmo también Nowaki se estaba alejando, ya no iba continuamente detrás de ella reclamando su atención y eso sin contar a Kamui... ¿es que todos la iba a abandonar? ¿Que había hecho mal para que todos se alejaran de ella?

- Espero que no vayas a tirarte por el puente - la sobresaltó una voz masculina, seria y fría - Provocarías un accidente masivo.

Momoka miró y se encontró a quien menos podía imaginarse: Shugo, uno de los amigos de Kamui. Se quedó quieta, paralizada, sin saber que responder a ese chico con el que a penas si había alguna vez intercambiado algún saludo cuando le encontraba con Kamui.

Sin duda era una situación más incómoda, una de las más incómodas que recordaba haberse encontrado, además que con ese aspecto que tenía Shugo, tan alto y fuerte impresionaba un poco.

- Di ¿Vas a tirarte?

- ¿Por qué iba a tirarme?

- Porque estás a punto de llorar.

- ¿Y qué si lloro? - gritó de pronto - ¿No tengo derecho a llorar si me da la gana?

Shugo no expresó ningún tipo de sorpresa ante la respuesta de la chica.

- Por mi puedes hacer lo que quieras.

Ni siquiera sabía porqué le había dirigido la palabra, bastante poco le importaba a él lo que hiciera esa chica, bueno, quizás porque, al contrario de lo que pensaba todo el mundo, él era una persona sensible que no le gustaba ver tristeza en el rostro de nadie.

Se fijó en ella, respiraba agitadamente.

- Te estás híper ventilando - dijo alarmado.

Momoka le miró llena de rabia ¿Quien se creía ahora este que era para decirle nada? Si es que amigo de Kamui tenía que ser, seguro que todos los amigos de Kamui eran igual de pretenciosos, ya lo decía el refrán, dime con quien vas y te diré como eres.

Shugo dio un paso hacia ella y sin decir una palabra la agarró fuertemente el brazo y echó a andar arrastrándola tras de si mientras Momoka, entre sorprendía, furiosa y asustada decía todas las palabrotas que conocía.

- ¿Quieres que grite que me estás secuestrando?

Shugo se paró en seco y se volvió a mirarla. El no sabía como tratar a una chica, era un chico tímido acostumbrado a dar miedo desde pequeño, por alguna razón que él nunca comprendió su aspecto asustaba a los otros niños.

- Solo te llevo a tomar algo que te calme.

- ¿Pero tu quien te has creído que eres? - bufó

- ¿Vienes conmigo o no?

- ¿A donde me quieres llevar?

- A ningún sitio, personalmente no tengo ningún interés en ti

- Pues entonces ¿Que es lo que te pasa? ¿Estás loco o algo así?

- Pensé que necesitabas hablar con alguien.

- ¿Pensaste? ¿Y de donde sacaste esa idea? ¿Y por qué iba a querer hablar contigo?

- ¿Te ibas a tirar a la autopista por culpa de Kamui?

- ¡Eh, oye, que yo no iba a tirarme a la autopista! Pues si, lo único que me faltaba, soy tonta pero no tanto como para querer morir por un chico.

- Pues menos mal.

- ¿De verdad pensaste que me iba a tirar?

- Te vi triste y pensé que ibas a llorar - habló ahora con mas suavidad - No me gusta ver la tristeza en nadie.

- Pues puedes quedarte tranquilo.

Y tal y como había llegado, Shugo se marchó dejando a Momoka de lo más perpleja.

...

Akira esperaba a que Ayesa estuviese lista para salir a dar una vuelta con ella y mientras recapacitaba sobre su relación con Akane y Ayesa. Se sentía un poco mal por lo que había pasado con Ayesa, por haber hecho eso al cuerpo de Akane pero por otro lado es que no lo pensó, simplemente respondió a un plan instintivo ¿Que pasaría si un día Akane descubriese aquello? ¿Cómo se lo tomaría?

Se acercó a la puerta de la habitación de Akane... la habitación de Akane ¿Por qué decía la habitación de Akane? ¿No era la habitación de Ayesa también? Vale, Akane tenía una habitación, muebles, ropa, bolsos, libros... ¿Qué tenía Ayesa? Según él mismo poco.

- ¿Ayesa, terminas o qué?

- Si, ya casi estoy, pasa.

Akira empujó la puerta, en esos momentos Ayesa estaba en ropa interior, con el pelo suelto, terminando de ponerse unos vaqueros.

- Ya no tardo. Ahí, que incómodos son estos pantalones.

- ¿Y por qué te los pones? - Akira se sentía bastante cortado e intentaba mantener la mirada en otro punto de la habitación, ver el cuerpo de Akane en sujetador no le parecía lo más apropiado.

- No seas tan cortado ¿Qué te molesta tanto?

- Pues es que es una situación incómoda para mi ¿No te da vergüenza que yo te vea así?

- No, para nada, no se porqué tendría que avergonzarme - comenzó a peinarse el pelo para recogérselo en una coleta alta.

- ¿Por qué siempre te recoges el pelo? - de repente sintió esa necesidad de curiosear - ¿Es para diferenciarte de Akane?

- No, para nada. Es que no soporto el pelo en mi cuello, me agobia muchísimo; a Akane también pero es que no quiere cortarse el pelo, si no fuera por lo que significa para ella ya habría ido yo a una peluquería, te lo aseguro.

A Akira aquella afirmación le asombró muchísimo, o sea que en el fondo Ayesa respetaba los caprichos de Akane.

- ¿Y por qué no quiere cortarse el pelo?

- Bueno, de pequeña siempre teníamos el pelo corto, mi madre no se andaba con tonterías, decía que el pelo largo era un engorro, que había que desenredarlo y peinarlo y tardaba en secarse y cosas así, así que nos lo cortaba ella misma en cuanto nos creía un poco. Akane siempre se veía fea, ella soñaba con tener un pelo largo y bonito como el de Jisei, se imaginaba a si misma delante de un tocador, cepillándoselo porque cuando lo tuviera largo, todas las noches se lo cepillaría para tenerlo suave y brillante, con un cepillo blanco con adornos plateados y también quería un lazo azul para ponérselo, un lazo precioso en un pelo precioso y así estaría guapa y todo el mundo vería que no éramos un niño.

Akira se quedó mirándola seriamente, parecía como nostálgica y nunca había visto así a Ayesa, pero lo que más le impresionaba es que hablaba de ella y de Akane en plural, eran dos pero a la vez una sola, un solo cuerpo con dos mentes.

- ¿Tu no querías tener el pelo largo?

- Si, yo también, pero yo lo quería largo para hacerme peinados como moños, trenzas y recogidos extravagantes, no imaginaba el calor que iba a darme.

- ¿Tú quieres a Akane?

- Pues claro que la quiero - Ayesa terminaba de peinarse y se ponía un jersey de tirantes - Soy yo misma ¿Cómo no la voy a querer? Bueno, ya estoy - cogió una blusa blanca - Esto para luego, que refresca. Venga vámonos, cielo.

- ¿Cuando naciste tu, Ayesa?

- Querrás decir que cuando salí al exterior ¿no? Porque nacer nací el mismo día que Akane.

- Tú me has entendido.

- Pues no lo se bien, tendría 7 años. Un día me harté de ver llorar a Akane esperando a que mi madre la perdonase y abriese la puerta del armario donde nos había encerrado. Nunca nos abría, por más que lloraba y suplicaba y se tiraba al suelo para que no nos encerrase allí nunca... nunca le dábamos pena, así que un día decidí hablarle y decirle que dejara de llorar, que se tranquilizase y que imaginase que estábamos jugando a que era otra persona. Al principio yo hablaba con Akane y ella hablaba conmigo pero un día le dije que se durmiera y descansase y que me dejase a mi, que yo me ocuparía de todo. Bueno, esto te parecerá una tontería pero en la mente de una niña pues tenía toda la lógica del mundo y al principio era muy divertido jugar a ser otra persona.

Habían salido a la calle, Akira miraba a Ayesa pensando en lo complicada que era la mente humana y en las formas tan extrañas que encontraba para conseguir aislar lo que no le gustaba. Y fue en ese momento en el que se dio cuenta perfectamente de que Ayesa era Akane. No es que no lo supiese hasta ese momento, sabía que era la misma persona con dos personalidades distintas y dos formas de actuar, de ver la vida pero fue entonces cuando comprendió lo que Shibi y Jisei siempre intentaban explicarle.

¿Qué habría sido de Akane sin Ayesa? ¿Que habría sido de esa niña sin ese mecanismo de defensa que se activó en ella?

Y entonces comprendió muchas más cosas.

- Ayesa, me gustaría preguntarte varias cosas.

- Dime, cielo - dijo agarrándose a su cintura.

- Estuve hablando con Akane y me contó muchas cosas del... del hermano de Maron, así que se lo que la obligaba a hacer y todo eso pero ¿Cómo llevabas tu lo de ese tipo?

- ¿A que te refieres, cielo?

- Dicen que tú siempre has cuidado de Akane, así que no me puedo creer que no hicieras nada y que dejaras que fuera ella sola la que pasaba por todo eso.

- Vaya, eres muy listo.

- Dime la verdad, "ese" hacía más cosas de las que Akane recuerda ¿A que si? - Ayesa no contestó, se limitó a separase de él - Y te las hacía a ti.

- El pasado es pasado, no vale la pena rememorarlo.

- Tú has hecho que Akane las olvide.

- Cariño, no he salido para hablar de cosas tristes.

- Shibi me dijo que le pediste que fuese él el primero porque tenías miedo de lo que hiciera ese tipo. No dejaste que el desgraciado ese hiciera nada a Akane ¿verdad? Tú naciste para defenderla de todo. Eres el caballero valiente que mata ogros y dragones.

- De espada grande y reluciente - añadió sonriendo - Yo te caigo muy mal ¿verdad?

- No, eso no es cierto.

- Pero quieres que desaparezca y es una pena porque ¿sabes? Tu a mi me gustas mucho. Desde que te conocimos me has gustado, siempre tan atento, tan amable, tan inteligente y luego me encantaba ver como te esforzabas por llamar su atención.

- ¿Y te gusta Kamui?

- ¿Eso te molestaría? No, supongo que no, lo que te a celos es que toque a Akane, eso no lo soportas.

- No, para nada. Y si, si me molesta que te enrolles con Kamui, me molesta mucho.

- Ah, porque es el cuerpo de Akane y Kamui piensa que soy ella y eso te escuece ¿A que si? ¿Qué pasa? ¿Por qué me miras tanto?

- Lo siento.

- ¿El qué?

- Te acepté como una persona distinta a Akane y no he sido muy educado contigo. Te he lanzado a los brazos de Kamui.

- Ah no, no lo has hecho. Yo tampoco me fío mucho de Kamui y la manera de asegurarme de que no toque a tu Akane es metiéndome yo en medio - le guiñó un ojo - Venga, vamos a divertirnos.

Ahora Akira se daba cuenta de que igual que sentía celos de ver a Kamui rondando a Akane también le daba celos de que estuviera con Ayesa ¿Por que era el cuerpo de Akane? No, no por eso, era porque Ayesa era Akane y porque sin Ayesa, sin ese personaje que Akane creo para no sentirse sola, que le servía para evadirse de la realidad, para vivir sin responsabilidades, sin miedos, sin culpas, Akane no sería la Akane de la que él se enamoró.

...

Cuando Karasu fue a su sesión con la psicóloga se encontró con la noticia de que Ringo hoy no podía ir y eso le desilusionó bastante. La verdad es que se lo había pasado muy bien en la granja de la abuela Mito y estaba deseando volver a verla pero bueno, no pudo ser. Pasó la hora hablando con Sonomi sobre él, sobre como se sentía y lo confuso que estaba con el hecho de que Ringo intentase suicidarse teniendo una hija, para él eso era algo como muy irracional y producto quizás de la depresión postparto de la que tanto se hablaba. A Sonomi le resultó de lo más curioso que Karasu estuviera al tanto de las depresiones postparto, desde luego es que ese chico era el ideal para ayudar a Ringo y Ringo justo la persona que necesitaba Karasu, y es que Sonomi Namikaze era igual que su hijo Nowaki, una persona con ideas geniales que surgían de pronto... o por lo menos es lo que pensaban ellos pero fueran ideas geniales o no lo cierto es que a Sonomi siempre le funcionaban, por algo era una buena psicóloga y conocía a sus pacientes.

Cuanto terminó la sesión Karasu decidió ir a ver a Ringo a ver que le pasaba, total, no tenía otra cosa que hacer así que iría dando un paseo, nadie le impedía dar un paseo por donde quisiera. Y así llegó hasta el bloque de apartamentos donde vivía Ringo y pensó que podría subir a verla, quizás es que le había pasado algo a la pequeña, a lo mejor se había puesto malita por el viaje, era una niña pequeña y nunca se sabe con los niños pequeños.

Tocó el timbre y esperó. Parecía que no había nadie así que se disponía a marcharse cuando la puerta se abrió.

- Hola - dijo sorprendido.

Al otro lado de la puerta esta la madre de Ringo, envuelta en un albornoz y con el pelo liado en una toalla, debía se que estaba bañándose y por eso había tardado en abrir.

- Lo siento - continuó Karasu - No quería molestar es que yo, o sea, Ringo no ha ido a la sesión con la psicóloga hoy y me preguntaba si es que pasaba algo.

- ¿No ha ido? - suspiró - Pasa, por favor.

- ¿No está?

- No, no está, está con el padre de Aiko - contestó con cierto reproche - Anda pasa, ya que has venido al menos te mereces una cerveza.

- No pero yo no quiero molestar.

- No es molestia, voy a beber de todas formas, mejor es hacerlo en compañía.

Karasu entró, la verdad es que no pensaba demasiado en lo que hacía, descubrir que si existía un padre de Aiko, o sea, que no había abandonado a Ringo o algo así pues no le sentó muy bien.

La madre de Ringo le sirvió una lata de cerveza.

- ¿Quieres un vaso?

- No, me vale así, no se moleste señora Hoshinagi.

- Llámame Hitomi. Siéntate, voy a vestirme, en seguida vuelvo.

Karasu así lo hizo, se sentó en un sofá delante del cual había una pequeña mesa y por lo que veía encima de ella, la señora Hoshinagi ya se había bebido bastantes cervezas.

Hitomi Hoshinagi no tardó en regresar. Tenía el pelo aún húmedo y vestía una blusa blanca y unos pequeños y cortos pantalones vaqueros. Karasu no pudo evitar fijarse en ella, era una mujer muy atractiva para la edad que tenía ¿Que edad tendría? Daba igual, había que reconocer que se conservaba muy bien, tenía unas piernas firmes y bien torneadas, sin una gota de celulitis y un tipo envidiable. Se sentó al lado de Karasu.

- Ringo es muy buena - dijo de pronto con voz rota - Y la vida es una mierda.

Karasu no supo de contestar.

- Una verdadera mierda - continuó después de dar un trago a una lata de cerveza - Una se mata por educar a una hija, por darle lo mejor que puede para que luego venga un desgraciado a...

Hitomi se restregó los ojos secándose unas lágrimas. Karasu dejó la lata encima de la mesa.

- ¿Que es lo que le pasa a Ringo?

- Es la desgracia de nuestra estirpe, juntarnos con capullos integrales.

- ¿Que le pasa a Ringo? - insistió.

- Ella no le quiere ¿sabes? - dijo con un tono de voz arrastrado - No le quiere pero... es el padre de su hija y por una hija una aguanta lo que sea... te lo digo yo. Yo también me quedé embarazada muy joven y también me desengañaron y entonces me pregunto ¿Por qué no supe advertir a mi hija? ¿Por qué? - se tapó la cara con las manos y rompió a llorar - Todo es mi culpa, todo es mi culpa.

Karasu no sabía que hacer, no entendía nada pero aquello no le gustaba ¿Que es lo que le pasaba a Ringo?

- Pero - continuó la mujer mirándole fijamente - tú la vas a ayudar ¿verdad? - le agarró violentamente de la camiseta - ¿Verdad que la ayudarás?

- Yo, haré lo que pueda pero cálmese, por favor, cálmese.

- Tienes razón, tienes razón... es que he bebido demasiado y no me encuentro bien - se recostó en el sofá.

- ¿Que es lo que le pasa a Ringo? - insistió.

- Estás preocupado por ella, que enternecedor... ven - golpeó el sofá - Ven aquí a mi lado.

- ¿No será que la pega, verdad?

- Oh no, ni se le ocurra poner un dedo encima de mi hija porque le mato, te juro que le mato, puede que yo vaya a la cárcel pero... ¿Sabes que Ringo ha intentado suicidarse varias veces?

- No, no lo sabía ¿Por culpa de ese tipo?

- ¿Sabes que eres muy guapo? Creo que he bebido demasiado, estoy mareada.

- ¿Ringo vive con ese tipo?

- Solo cuando esta en la ciudad, solo entonces y claro, por la niña. Uy que mareo que tengo. Oye - dijo palpando el pecho del chico - Estás pero que muy bien ¿Que edad tienes?

- 19

- Estupendo, ven, acércale.

- Creo que me voy a marchar, es que... tengo cosas que hacer.

- Si, será mejor que te marches porque estoy algo mareada y no me gustaría terminar insinuando algo al chico que le gusta a mi hija.

Karasu, más que incómodo se levantó.

- ¿Necesita alguna cosa?

- No, no necesito nada ¿Sabes por donde se sale?

- Si, creo que si.

- Genial. Si no te importa yo me quedo aquí.

Karasu se fue bastante preocupado de aquella casa, si que había sido una situación de lo más absurda.

...

Akira acompañó a Ayesa hasta los laboratorios de su padre, bueno, estaban en la semana cultural así que no tenía que hacer deberes y la verdad es que tenía que reconocer que se lo había pasado muy bien con ella, así que incluso subió al tren con ella, es más, una vez que la dejó decidió dar una vuelta por ese lugar, seguro que encontraba un sitio donde sentarse a mirar el cielo y ver anochecer mientras esperaba que Akane saliese del trabajo.

Se lo había pasado muy bien, bueno, eso era decir poco, había sido una gran tarde. Fueron a la pista de patinaje y alquilaron unos patines, habían patinado, se habían caído y se habían reído. Tomaron un granizado de limón bien ácido, como le gustaba a Ayesa y Akira puso las caras más extrañas posibles al hacerlo y Ayesa se rió con ganas y después pasearon cogidos de la mano. Ver a Ayesa tan relajada y disfrutando tanto de todo era como ver a Akane y Akira terminó por comprender a Ryuko, a Jisei, a Shibi porque sabía que cuando Akane regresase estaría relajada y bien, porque había disfrutado de todo, sin ningún miedo o culpabilidad.

Y cuando por fin terminó el trabajo y Akane regresó efectivamente estaba contenta y feliz, relajada y sorprendentemente al verle se empinó para darle un pequeño beso.

- ¿Me besas? ¿No estarás enferma?

- No, estoy muy bien, bueno, se supone que estamos saliendo ¿no? ¿De que te extrañas?

- No se, no me lo esperaba.

- ¿Has cenado?

- Pues mira, no, hoy no... Ay dios, se me ha olvidado avisar a mi madre, menudo bronca me va a caer.

- Eso te pasa por despistado ¿Y que has estado haciendo?

- Soñar contigo.

- No te pongas tan cursi.

- Si me dar otro beso dejo de decir cursiladas.

- Ah no, no, no, no, a mi no me vengas con extorsiones, no, no. Venga, vamos que estoy deseando ver la bronca de tu madre.

- Sádica.

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