martes, 30 de marzo de 2010

19. Un gesto rápido, tonto y leve

Akane miraba a Akira algo intrigada mientras repasaba las palabras que él había dicho.
"Pues porque quise evitarle a Momoka el disgusto de ver a Kamui contigo, pensé que ya había llorado demasiado, no es agradable ver a la persona que te gusta con otra… te aseguro que no se siente nada bonito."
¿Sería posible que de verdad quisiese evitarle un disgusto a Momoka?
- Sucedió justo cuando salíais de la exposición – explicó de pronto Sumire como si supiese lo que Akane estaba pensando – Lo hizo para distraer la atención de Momoka ¿a que sí, Aki? ¡Ah! Se me olvidaba, tengo una cosa que enseñaros: las fotos que hice del ensayo del jueves ¡Tachán!
Sumire puso encima de una mesa un paquete abultado.
- ¿Todas esas hiciste? – preguntó Ryuko.
- Me encanta hacer fotos, yo misma las revelo, por cierto ¿Sabéis si hay un club de fotografía?
- Humm – Akane parecía pensar – Creo que no… no… seguro, no lo hay.
- ¿No? ¿Estás segura?
- Si Akane la "estoy en todas partes" afirma que no, es que no hay – contestó Akira.
- Akane forma parte del consejo de clubs – explicó Kyojin.
- ¡Por favor, que pena! ¡Con la ilusión que me hacía!
- Mira Sumire – habló Akane – Por desgracia con eso de la fotografía digital cualquier mondongo puede hacer una foto, retocarla y convertirla en algo "genial".
- Es una pena – comentó Suo – porque la fotografía es un arte.
- ¿A que si? – a Sumire le brillaban los ojos.
Jisei regresaba, venía acompañada de Karasu.
- Si que has tardado – dijo Ryuko.
- Me han entretenido ¡Y mirad lo que traigo!
- A mi persona – añadió Karasu - ¿No es increíble?
- ¿Ya has comido? – le interrogó Suo.
- No, es que nos hemos sentado con los Girei, con los dos ¿Os imagináis el ambiente?
- Pues Hizashi, Kohaku, Himeko y Karura… seguro que muy ruidoso no era – comentó riendo Kyojin.
- Y como el maestro estaba aquí… - continuaba Karasu mirando a Akira – Me he dicho ¡voy a ver si me da algún consejo! Porque claro, cierta bruja no me quiere ayudar.
Akira le miró con su habitual cara de aburrimiento.
- Oye Jisei ¿Cuándo se han pegado Shibi y éste? – preguntó Kyojin.
- Kyojin, déjalo – murmuró Akira.
- ¿Te has pegado con Shibi? – inquirió Karasu.
- Yo no me he pegado con él, él me pateó el culo a mí ¿Podríamos hablar de otra cosa?
- Solo quiero saber cuando ha sido – explicaba Kyojin – Me resulta raro que mi amigo se peque con alguien y yo no me entere, además, una persona como tú, no me imagino que podría hacerte realizar tal esfuerzo físico.
- Una chica – sentenció Karasu – Fue por una chica, seguro, o por eso o porque Akira le mató alguno de sus bichos.
- Mira Kyojin – interrumpió Akira – Luego te lo cuento ¿vale?
- Y digo yo – intervino Sumire – Si sabías que Shibi iba a arrear aquel puñetazo a Kamui ¿Por qué le dejaste, Aki?
- Porque me apetecía ver al Kaguya por los suelos, es una satisfacción personal, es tan perfecto que… me da envida ¿vale?
- Espera, espera – Karasu parecía muy interesado - ¿Shibi ha dado un puñetazo a Kamui? ¿Y yo me lo he perdido?
- Ha sido impresionante – puntualizó Kyojin – Le ha metido el puño entero en todo el plexo solar, le ha dejado roto.
- Y se ha marchado como si nada – terminó Suo.
- A mi me daba pena – habló Sumire – Pobre chico…
- Shibi se ha pasado tres pueblos con él – añadía Akane.
- Tú estás muy callada – se dirigió Akira a Akane – Para ser la protagonista has hablado muy poco.
- Realmente Kamui no se portó mal – respondió la chica – se le fue un poco la pinza pero…
- No tenía excusa ninguna – la interrumpió tajante Suo – Claro que merecía ese puñetazo.
- Pero Suo – dijo Jisei – realmente ese chico no sabía lo que hacía…
- Si lo sabía – continuó Suo – Eso se sabe. Puede que tengas razón y ese perfume fuera una especie de droga que nublara su mente, pero eso no es excusa, siempre tienes que respetar a la persona que te acompaña. El hecho de que ésta mañana pidiera perdón confirma que era muy consciente de lo que hizo y él mismo lo rechaza. Sabía que merecía ese puñetazo, por eso pidió perdón en público, esperaba que alguien se lo diese.
Sumire le miraba realmente embobada.
- Jo, Suo – dijo – ¡Qué profundo eres!
- Antes, como no tenía amigos, leía mucho.
- Y otra cosa – interrumpió Karasu - ¿El lobo de Kamui te atacó sin más o se disfrazó de abuelita para engañarte?
- Te equivocas de cuento – le contestó Ryuko – Ella no es Caperucita, es Cenicienta, así la llamaba.
- ¡Se acabó el tema! – Exclamó Jisei - ¿Qué es eso Sumire?
- Son mis fotos, las que hice el jueves ¿Queréis verlas?
- Claro, venga, enséñanoslas.
Sumire estaba feliz de mostrar sus fotografías. Las iba pasando y todos comenzaron a comentarlas y a decir lo bien que, a su juicio, estaban realizadas. Según Suo, Sumire era una gran artista capaz de captar la "esencia" de lo que fotografiaba.
- Estaba pensando – comentó Akane - Que podías apuntarte al periódico.
- ¿Al periódico?
- Sí, como reportera gráfica, vamos, fotógrafa.
- No se ¿Qué otros clubs hay?
- Esté el de arte – dijo Suo – La fotografía es un arte ¿no?
- Eso lo dices porque estás tú en él – gruñó Karasu.
- Eres mas tonto que Picio – le dijo Jisei – Tú también estás en él, inútil.
- ¡Ah! Es verdad… Apúntate al de arte, yo hay marionetas, Suo dibuja…
- Otra cosa parecida no hay – añadió Akane – Ciencias Naturales, Botánica, Cocina, Ajedrez, el de lo Paranormal, que está Jisei, Arte japonés, Diseño, Fútbol, Tenis, Natación, Kárate…
Siguieron mirando las fotos y comentándolas.
Mientras comían Akane permaneció callada. Después de comer, incluso se retiró un poco del grupo. Akira la miraba con el ceño fruncido.
- ¿Qué problema tienes? – le preguntó la chica al darse cuenta de que la observaba.
- ¿Yo? Ninguno, tú sabrás lo que haces.
- Ya… te veo venir.
- Te vas a meter en un lío.
- ¿Por qué se va a meter en un lío? – interrogó Sumire.
- Yo que tú – continuaba Akira – Procuraba que ese chico no se hiciese ilusiones.
- Si es por eso, te puedes quedar tranquilo – replicaba Akane.
- Mira, yo de chicas no entiendo, me superáis, pero te recuerdo que te imbéciles sé un rato.
- Esto Akira – intervino Jisei – Vuelve a tu aura normal y monótona, que esa te sienta fatal.
- ¡Jo, que rabia que no haya club de fotografía! – se quejaba Sumire.
- No te preocupes Sumire, bonita – habló Karasu – que yo me ofrezco a ser tu modelo particular, me puedes fotografiar lo que quieras.
- ¡Karasu! – Chilló Jisei - ¿Es que no te cansas nunca?
- Se me olvidaba, Akira – dijo como distraída Akane – Cuando recogimos el baúl, me llevé un libreto de "El sueño de una noche de verano" ¿recuerdas?
- Ajá, te dije que era una opción a tener en cuenta.
- Eso quería comentarte ¿Conoces esa obra?
- Si, es un clásico, de Shakespeare nada menos. Tiene humor, amor… puede ser una alternativa a la manoseada "Romeo y Julieta"
- Estuve leyendo el libreto y creo que tienes razón ¿Te gustaría estudiarla conmigo? Yo creo que podría ser interesante.
- ¿Quedamos esta tarde y le echamos un vistazo?
- Claro, Kyojin, Ryuko ¿Podríais venir vosotros también?
- Lo que los jefes quieran – contestó Kyojin.
- ¡Akane, Akane! – Exclamó de pronto bastante agitada Sumire -¿Kamui te besó? A parte del mordisco, claro.
- ¿Ya estamos otra vez con los besos? – Se quejó Jisei – Ayer se pasó toda la tarde con el mismo tema.
- Tengo curiosidad.
- ¿Curiosidad por qué exactamente? – Karasu sonrió de una manera que desde luego a Jisei no le gustaba nada – A lo mejor yo te puedo ayudar.
- ¿Por qué no te ayudas a ti mismo y te pierdes en una isla? – le gruñó.
Mientras Jisei, Karasu y Sumire se enfrascaban en una absurda conversación, Kyojin se acercó a Ryuko para comentarle algo. Akira observaba de nuevo a Akane que, de nuevo estaba como abstraída en sus pensamientos. Se levantó perezosamente, cogió una silla y se sentó al lado de la chica.
- ¿Qué te pasa? – le dijo en voz baja acercándose.
Akane se sorprendió un poco y a punto estuvo de gritarle cuando vio un gesto de preocupación en la cara de su compañero.
- No me gusta verte tan triste – continuó el chico.
- No estoy triste – contestó también en voz baja – Solo le doy vueltas a las cosas.
- ¿Qué te pasa? – Repitió – Dímelo, mujer.
- Solo pienso que todo es culpa mía, creo que le di demasiada confianza a Kamui y eso es lo que me da rabia, no debí dejar que pensase… si es que no aprendo, si es que…
- Chisst, chisst, ya pasó – Akira acarició el pelo de Akane apartándolo de su cara – No es culpa tuya, a nuestra edad es normal emocionarnos demasiado.
Akane le miró, no sabía porqué pero había momentos en los que Akira le ofrecía un lado amable y confiable. Akira apoyó su frente en la cabeza de Akane y rodeó sus hombros con sus brazos.
- Lo que ahora tienes que hacer es quitarte esa pulsera.
- Pero…
- Se que es un regalo, que es su manera de pedir que lo olvides y seguramente anoche estuvo por las tiendas de 24 horas buscando algo; tú lo has aceptado para demostrarle que no le guardas rencor pero cuanto más tiempo la lleves será peor, no será más que darle falsas ilusiones, ya sabes que los chicos malinterpretamos esos gestos. Es mejor para él y para ti que te la quites pronto.Akane asintió con la cabeza. Le llamó la atención descubrir que no oía ninguna conversación a su alrededor.
- Aki, creo que nos están mirando.
El chico giró un poco la cabeza, efectivamente, 6 pares de ojos les miraban de lo más sorprendidos.
- Siempre podemos decir que el perfume aún funciona.
Akane sonrió.
El ruido de la puerta al abrirse sobresaltó a todo el mundo que dirigieron a ella su mirada. Era Karura que entraba.
- ¿Qué pasa? – preguntó algo extrañada al ver que todos la miraban.
Akira se levantó, colocó la silla y volvió a su asiento, las miradas volvieron de nuevo a él.
- ¿Pasa algo? – preguntó.
- No… - balbuceó Kyojin – Todo bien.
Miró a Karura, eso le recordaba que tenía que hablar con ella sobre lo que vio la tarde anterior y también con Yuri sobre lo de las pastillas… ¡ay, que complicado era todo!Sumire enseñaba sus fotos a Karura.
- Son buenas.
- ¿De veras te lo parece?
- Sumire – intervenía Akane – Piénsate lo del periódico, es una forma de hacerte propaganda. Este sábado es la semifinal de fútbol, nuestro equipo de juega su paso a la final, yo estaré allí para hacer un artículo y unas buenas fotos serían perfectas.
- ¿Me dejas esta foto? – dijo Suo mostrando una foto en la que se veía a Akira bastante cerca de Akane, durante una de las representaciones espontáneas que realizaron de una supuesta escena de un galán seduciendo a una dama.
- Que bien hicisteis esa escena – comentó Karura, eres muy bueno Akira.
- ¿Para que la quieres?
- Es que está llena de magia, parece que de un momento a otro el chico va a besar a la chica y me gustaría probar a ver si puedo dibujar la siguiente escena.
- ¿La que Akane le parte la boca a Akira? – bromeó Karasu.
- No… me gustaría poder transmitir tanta sensualidad como esta foto ¿te importa Sumire?
- No, a mi no. De todas formas yo solo fotografié lo que ellos hacían.
- Pero lo hiciste en el momento oportuno, realmente eres muy buena.
Mientras esto sucedía en el aula, en la zona habilitada como comedor, Kamui seguía serio y taciturno. No había comido nada, ni tenía ganas, ni podía. A su alrededor, Momoka, Yuri, Nowaki y Genki revoloteaban armando ruido. Momoka estaba realmente preocupada por el aspecto de Kamui.
- Me duele la cabeza, déjame.
- Venga si dejémosle – decía Yuri – Vamos Momoka, vamos a dar una vuelta y vosotros también ¿No veis que le estamos molestando?
No muy convencida Momoka se levantó. Al cabo de unos instantes Kamui estaba solo, no había mentido, la cabeza le dolía. Sintió que alguien se situaba detrás de él
¿Sería otro preguntando que le pasaba?
Shibi se había colocado detrás de Kamui, le miraba fijamente, sabía que el Kaguya se había dado cuenta de su presencia, con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta, le observó durante un rato, luego, lentamente se sentó a su lado, sin mirarle. Kamui tampoco le miró.
- ¿Qué quieres? – preguntó secamente.
- Evidentemente hablar contigo.
- Creí que ya no habías dicho todo.
- Kaguya ¿Tú sabes por qué te he dado ese puñetazo?
- Por que me lo merecía, es eso ¿no?
- No.
- ¿Ah, no?
- No por la razón que tu piensas ¿De veras crees que tiene tanta importancia una marca en el cuello? ¿Crees que me ha enfadado que se te dispararan las hormonas? Por favor Kaguya no seas simple, lo que me ha cabreado ha sido esa actitud de víctima que has adoptado.
Kamui le miró de reojo.
- No seas ridículo – continuó – Ni quieras ofender mi inteligencia, antes en clase, Akira para justificar el beso que le dio a Yuri, y no contar la verdad, dijo "me dio un calentón" y todo el mundo le ha comprendido, puede que piensen que hay que saber contenerse, pero le han comprendido y nadie a organizado ningún drama. Por favor Kamui ¡Que a todos se nos han calentado alguna vez los calzoncillos!
- No eso solo eso.
- Si lo es. Todo se resume en que te dio un calentón, así de simple, da igual que fuera espontáneo, que estuvieras borracho o que un perfume te pusiese como una moto, te dejaste llevar por tu instinto ¿Qué no esperabas ser tan bruto? ¿Qué deberías controlar tus impulsos caníbales? Pues si, pero que no es más que una anécdota también. Akane no se enfadó contigo, seguramente contó el incidente a sus amigas riéndose, eres tú el que ha organizado un drama y el que estás consiguiendo incomodarla. Por eso te pegué, pasó lo que pasó y no pasó nada, durante unos momentos te descontrolaste pero lo importante es que te diste cuenta ¿Crees que se merece que ahora vayas con esa maldita actitud de víctima? Eso es lo que me molesta de ti ¿Crees que eres tan perfecto que están por encima de cualquier deseo humano?
- Pero yo la ofendí.
- No la ofendiste, la ofendes ahora, ella misma me contó lo que pasó y en ningún momento la vi enfadada, ni ofendida, solo sorprendida ¿Crees que para ella tuvo más importancia que el resto de la tarde? ¿Crees que nadie ha intentado besarla nunca? No eres el primer chico que sale con ella, te lo recuerdo. Vuelve a la realidad Kaguya, yo que tú le pedía perdón, pero por la mañana que le estás haciendo pasar ¿Qué quieres? ¿Qué se sienta culpable o responsable de algo? Estas cosas pasan Kaguya, se pide perdón y se promete intentar controlarse la próxima vez y no pasa nada. En el fondo, a las chicas les gusta vernos descontrolados de vez en cuando, alimenta su vanidad. Tío ¿Y si hubiese pasado al revés? ¿Tan grave sería que una chica…?
- ¿Tan ridículo soy?
- En estos momentos, si, eres patético. La estás ofendiendo, ahora sí la estás ofendiendo, como persona inteligente y como mujer. Recapacita Kaguya.
Shibi se levantó.
- Gracias Kamizuru… por el puñetazo.
- Dime una cosa ¿Qué recuerdo ha quedado en tu mente de ayer? Dime solo uno.
- El sabor de la mandarina - respondió sin pensárselo.
Shibi sonrió levemente y dio una palmada en el hombro de Kamui.
- Estás perdido.
Cuando Kamui regresó al aula, aprovechando el alboroto que siempre se organizaba y que Momoka y Yuri estaban en una de sus habituales discusiones, se acercó a Akane que hablaba, apoyada en su mesa con Jisei, ésta al verlo acercarse miró a Akane y se retiró.
- Hola Akane – dijo tratando de mantener la naturalidad y sonrió.
- ¿Qué tal? ¿Te encuentras mejor? – Respondió la chica como si nunca hubiese pasado nada - ¡Ah! Gracias por las gafas, creí que las había perdido y gracias por la pulsera, es muy bonita.
- Cuando la vi me recordó el color de tus ojos.
- Es un detalle muy bonito pero no hacía falta.
- Es un recuerdo, de una tarde estupenda.
Akane le regaló una sonrisa abierta y sincera. Casi con miedo, Kamui puso sus dedos en el cuello de la chica, allí donde la había mordido.
- ¿Te duele?
- No, que va. Anda, que ahora tengo la marca del Kaguya, que suerte tengo ¿eh? Más de una se moriría de envidia.
Kamui no podía evitar sonreír.
- Perdóname por lo de ésta mañana, creo que exageré un poco.
- ¡Pero valió la pena ver la cara de Hizashi!
- Eres increíble.
- Y maravillosa, lo sé. Anda, ve con tus amigos antes de que se escamen.
- Y no tiene abuela – añadió Akira desde su sitio – Pero vamos, se la puede aguantar.
- ¡Shikamoto! - Gruñó Akane - ¡No me hinches las narices!
Dedicándole una última sonrisa y sintiéndose mejor consigo mismo, Kamui se marchó a su asiento. Jisei, por el contrario, se acercó a Akira.
- ¿Sabes una cosa?
- ¿Me vas a echar un mal de ojo?
- Echaba mucho de menos ese aura tuya tan cálida ¿Por qué te empeñas en esconderla?
Lo que le faltaba, la loca de Jisei con un acertijos.
Nowaki por parte, miraba a Kamui.
Había sido un gesto, un gesto rápido y leve, un gesto quizás hasta tonto, sin embargo, unos ojos azules habían captado ese rápido, leve y tonto gesto en el rostro de Kamui, y no le gustaba nada lo que había visto.
Nowaki puede que no fuese muy inteligente y que a veces le costara comprender las cosas, puede que a veces pareciera demasiado atolondrado y puede que fuera verdad, era un cabeza hueca; sin embargo había una cosa que hacía mejor que nadie: sabía ver en el corazón de las personas, podía leer en los ojos de cualquiera aquel sentimiento escondido que nunca mostraban y sabía entender cualquier gesto, por rápido, leve o tonto que fuera, mejor que nadie. Y aquel chico rubio, alegre, efusivo, hiperactivo y cabeza hueca, sintió como un poco de tristeza se instalaba en su corazón. Giró su vista hasta aquella chica que tanto le gustaba, con sus ojos verdes.
"No hagas daño a Momoka, por favor Kamui, no la hagas daño" Fue la súplica que, sin él pensarla inundó su pensamiento.
Miró de nuevo a Kamui, le notaba algo distinto, no sabía decir el qué, quizás era su mirada o su rostro… era difícil de decir, pero que había algo distinto no lo podía negar.
Volvió a mirar a Momoka, luego a Akane y de nuevo a Kamui… no, aquello no le daba muy buena espina ¿Cuándo Kamui había empezado a interesarse por Akane? ¿Por qué? Nunca había visto a Kamui sonreír de esa forma a nadie ¿Qué pasaba con Akane? ¿Es que Kamui no tenía en cuenta los sentimientos de Momoka? ¿No era su amiga? No, claro, no había nada que le obligase a hacerlo y sin embargo Nowaki sentía como si la estuviese traicionando de alguna manera.
En realidad Kamui en quien estaba pensando era en Momoka. Pensaba que siempre la había considerado una pequeña molestia, siempre a su alrededor y que había tardado en darse cuenta de que lo único que quería era hacerse su amiga. Quizás siempre había sido muy desconsiderado con ella, quizás Akane tenía razón, era un ser humano, no una muñeca y él… ¿Qué sentía? Quizás quería que se quedara Nowaki con ella solo para quitársela de encima… Debía hablar con ella, debía saber que sentía exactamente por ella, si no, esa sensación de "hacer algo malo" no desaparecería… pero antes, antes tenía hablar con Nowaki, si, necesitaba hablar con él.

domingo, 21 de marzo de 2010

18. Acción y reacción

Akira bostezó estirándose, luego flexionó su cuello varias veces y volvió a colocarse en su posición favorita: apoyando los brazos y la cabeza sobre su pupitre. Era muy temprano.
A pesar de la hora tan temprana, Kyojin ya estaba comiendo un aperitivo. Más atrás, Suo dibujaba en silencio. No había nadie más en clase.
La puerta se abrió ruidosamente.
- Lo siento Suo - dijo Jisei entrando - ¿Llego muy tarde?
- Ya he limpiado yo - contestó el chico sin inmutarse.
- ¿Ya? Pero...
- No te preocupes no llegas tarde - sonrió - yo llegué demasiado pronto, además Kyojin me ha ayudado.
- ¿Qué hacéis vosotros dos aquí tan temprano? - preguntó mirando a Kyojin y su, al parecer, dormido compañero.
Ryuko y Akane entraban por la puerta.
- Akira quería llegar antes que Yuri - contestó Kyojin.
- ¿Antes que…? ¡Anda es verdad! Es que con el jaleo de Akane no os lo he contado.
- Hola Ryuko - Kyojin la sonrió abiertamente - ¿Has dormido bien?
- Hola Kyojin ¿Cómo estás? - contestó la aludida - Buenos días Suo.
- Buenos días Akane - se oyó hablar perezosamente al chico que dormitaba cuando sintió a su
compañera pasar al lado de su mesa - Hoy estás extrañamente silenciosa.
- Buenos días a todos - saludó ésta.
- ¿Cómo sabía que era Akane? - preguntó Ryuko - si está dormido.
- La reconocerá por el olor - comentó Jisei con cierto soniquete y se echó a reír.
- ¡No me hables de olores! - gruñó Akane.
- Bueno ¿Y que pasa con Yuri? - interrogó Ryuko.
- ¡Ah! Pues por lo visto fue cuando salisteis de la exposición, cuando nosotras nos acercamos para hablar contigo, así que no lo vimos, solo vimos "los daños colaterales".
- ¡Hombre! - exclamó de repente Kyojin - ¡Buenos días Kamui!
Todos menos Akira, que seguía dormitando, miraron hacia la puerta, allí quieto, mirando seriamente a Akane, estaba el mencionado.
- Perdón - se oyó detrás de él - ¿Nos dejas pasar?
Sumire asomó la cabeza.
- ¡Ya hemos llegado! - dijo alegremente.
Kamui se movió dejando pasar a Sumire y a Karasu.
- ¡Pues ya habéis tardado! - se quejó Jisei - Se supone que veníais en moto.
- Es que hemos llegado tan pronto que Karasu me ha estado enseñando los trofeos.
- ¿Qué trofeos? - Jisei le miró de reojo.
- Los de abajo bruja, no seas mal pensada - respondió algo burlón Karasu.
Kamui seguía allí, quieto.
- Jo Kamui - le dijo Sumire - que ojeras más horribles tienes ¿Has dormido mal?
Akane por su parte trataba de actuar con naturalidad, colocando sus cosas.
- Te noto algo raro Akane - habló Karasu.
- Son las gafas - respondió la chica - éstas son unas viejas, no encuentro las de siempre.
Kamui dejó su cartera en el suelo, dio unos pasos y cuando estaba entre las mesas de Kyojin y Akira, frente a Akane, se arrodilló y pegó prácticamente la frente en el suelo.
- Perdóname Kumoyuki, lo lamento mucho.
- ¡Kamui! - gritó Sumire - ¿Pero que haces?
Todas las miradas se dirigieron a Kamui asombradas,
- Kamui levanta por favor - dijo Akane algo apurada.
- Lo siento, se que no hay nada que pueda justificarme.
Akira levantó la cabeza y miró a Kamui arrodillado a su lado en la típica postura de pedir perdón, luego miró a Akane.
- ¿Te ha dejado embarazada?
- Kamui levanta - repitió Akane bastante molesta - No fue culpa tuya, luego te lo explico.
- Kamui - Jisei de agachó cerca de él - Que tú no eres responsable, de veras.
- Venga, está a punto de llegar gente - insistió Akane.
- No seas crío - continuaba Jisei - que no es para tanto.
- ¿Qué pasa? - la voz seria de Hizashi sorprendió a todos.
- ¡Ka... Kamui! - exclamó Himeko llevándose las manos a la boca - ¿Qué te pasa?
- Me da igual que lo sepa todo el mundo, me lo merezco.
- Kamui no seas testarudo - añadió Akane - Momoka está a punto de venir.
- Himeko - ordenó Hizashi - ve a ver si vienen.
- Si.... Voy.
- Y tú, Kaguya, sea lo que sea, recupera la compostura, no creo que humillarte sea la solución.
Kamui se incorporó, volvió a mirar a Akane, recogió su cartera y se dirigió a su asiento.
- Akane, acércate por favor - dijo severamente Hizashi.
Akane suspiró y se acercó a él ¿por qué lo hacía? Por no aguantar su charla.
- ¿Esto tiene una explicación lógica?
- ¿Tengo que dártela a ti?
- Como delegado de la clase soy responsable del buen funcionamiento y esta clase de espectáculos...
- Vale, vale, con tal de no oírte... mira - Akane se desabrochó un par de botones de su blusa y se la retiró, mostrándole las marcas en su cuello.
Hizashi no pareció reaccionar, se limitó a mirar a Kamui y desapareció por la puerta. Al girarse para volver a su sitio, Akane se encontró con Akira.
- Enséñame eso - dijo el chico a la vez que con dos dedos retiraba la camisa del cuello de su compañera - ¡Ostras! ¿Tú con quien has salido? ¿Con Drácula?
- ¡Vale ya! ¿Y a ti que te ha pasado en los morros? - preguntó al observar el labio hinchado y herido de Akira.
- ¿A mí? No te preocupes, pronto lo sabrás, pero vamos tiene que ver con salvarle el cuello al Kaguya.
- ¿Tú también quieres verlo? - preguntó Akane a Kyojin.
- Yo si - dijo Karasu acercándose.
- Vale, tu mismo.
- ¡Madre! ¡Que marca más buena! ¿Esto ha sido consentido?
- ¿Cómo va a ser consentido, bruto? - gritó Jisei,
- A algunas chicas les gusta.
- Si fuese consentido, animal, no pediría perdón Kamui.
- ¿Ah, pero era por eso? Te la querías comer ¿Eh, granuja?
- Literalmente - añadió Suo, que aunque estaba todavía sentado en su sitio, se imaginaba lo que había pasado.
- Vaya - continuó Karasu - quien hubiese pensado que al Kaguya le va lo salvaje...
- Karasu cierra esa boquita - advirtió Jisei.
- Es por culpa del perfume de Jisei - aclaró muy contenta Sumire - era afrodisíaco.
- ¿Tienes un perfume afrodisíaco? - preguntó Karasu.
- No es mi culpa... se suponía que no tenía que echarse, pero no, ella no, ella lo tiene que tocar todo.
- ¡No haberlo sacado!
- ¿Te echaste un perfume afrodisíaco? - interrogó Akira - ¿Eso existe?
- Vaya - respondió Sumire - ¡Que se lo digan a Kamui!
- ¿Qué pasa? - exclamó Akane - Olía bien, a jazmín ¿Cómo me iba a imaginar que eso funcionaba?
- ¿Y que tiene ese potingue? - insistió Akira.
- Es esencia de jazmín y... otras cosas, en fin, cosas que atraen a los de distinto sexo, es una esencia que penetra en la piel y... pues eso, que resumiendo, digamos que potencia las feromonas.
- Vale, lo que sea ¿Y eso funciona?
- Cuanto más tiempo pasa mejor, más se mezcla con... vamos que los efectos se notan más pasadas una horas.
- Jisei ¿Te he dicho alguna vez lo maravillosas que me parecen tus pócimas? - Karasu se acercó a la chica y la sujetó la mano.
- Karasu suéltame, no te voy a dar el perfume.
- Anda un poquito, seguro que con poco basta.
- En teoría solo una gotita para los dos lóbulos sería suficiente.
- Pero Akane seguro que se empapó bien los dedos ¿A qué sí? - apostilló Akira.
- Si, y me eché unas gotas en las muñeca ¿Qué pasa?
- ¡Akane, por dios! - exclamó Jisei - ¿Cómo eres tan bruta? No me extraña que te quisieran comer, lo extraño es que aún estés entera.
- ¡Pues haberlo dicho!
- ¡Pero si no me dejaste!
- ¡Jisei, amiga mía! - insistía Karasu.
- Suelta Karasu, no te lo voy a dar, ni vender.
- Ten piedad de mí, que ya he cumplido 19 años y no me como una rosca, que un día de estos exploto...
Kamui había sacado un objeto alargado de su cartera, se levantó y lentamente se acercó a la mesa de Akane, sin mirarla puso el objeto encima y se marchó. Akane lo abrió imaginándose lo que había dentro.
- ¡Mis gafas! ¡Mis gafitas! ¡Menos mal que volvéis con mamá!
Observó que estaban limpias, se quitó las que llevaba y se las colocó.
- Gracias Kamui, sin ellas estoy perdida, menos mal que te has acordado.
Al cerrar la funda donde habían estado, vio que allí había algo más. Era una pulsera que parecía de plata con cuentas de color turquesa.
- ¡Ala, que bonita! - exclamó Sumire que no perdía detalle de lo que pasaba! - Son del color de tus ojos Akane.
Akane la cogió, cerró la funda, se levantó y se acercó a Kamui, puso la caja encima de su mesa.
- Esto es tuyo y por cierto... abróchamela tú - le dijo mostrándole la pulsera.
Sin levantar la vista hacia Akane, Kamui cogió la pulsera, se la puso alrededor de la muñeca y la abrochó.
- Siento romper éste momento tan emotivo - dijo Akira con cierto sarcasmo - pero ¿El Kamizuru sabe lo del mordisco?
- Uy, no, no hemos hablado con él - contestó Ryuko.
- Ya, pues espero que no hayas desayunado mucho, Kayuya.
- Ya hablaré yo con él y se lo explicaré - dijo Akane.
- Aún así, que dios te pille confesado - insistió Akira y dicho eso volvió a su postura favorita.
Nowaki entró como una exhalación.
- ¡Akira! - gritó parándose delante de él y golpeando la mesa.
- ¡Dios Nowaki, no grites tanto! - se quejó el aludido.
Akira introdujo su meñique en un oído como queriéndose quitar ese maldito grito.
- ¿Qué has hecho? - volvió a gritar Nowaki.
- ¿Qué?
- ¿Qué va diciendo Yuri por ahí que le hiciste ayer?
- No lo sé, Yuri es muy exagerada ¿Qué va diciendo? - contestó con cara de aburrimiento.
- ¿Es verdad que te abalanzaste a besarla?
- Hombre - respondía con su habitual tono sin interés - tanto como abalanzarme no diría yo, pero si, al menos intenté besarla ¿algún problema?
- ¿Akira pero que te pasa? ¿Estás enfermo?
- No, solo se me ocurrió, así de golpe.
- Eso es lo que queríamos contaros - aclaró Jisei a Ryuko y a Akane.
- ¡Akira! - dijo tajante Nowaki volviendo a golpear la mesa - Tú tienes un problema ¡vaya que sí!
- ¿Yo tengo un problema?
Nowaki le agarró del cuello de la camisa.
- ¿Pero como te has atrevido?
- ¡Nowaki que me ahogas!
Nowaki aflojó sus manos y acercó su cara a la de su amigo.
- ¿Tienes algún problema? ¡Deberías habérmelo dicho!
- ¿Tú me vas a solucionar los problemas?
- Algo te pasa, eso no es normal en ti.
- Bueno, solo era un beso, "tampoco me la he querido comer", ni nada de eso.
- ¡Shikamoto! - la voz de Hizashi sonó firme al entrar - ¿Es que no puedes controlar tus impulsos?
- Vale... el que faltaba.
- ¡Aki! ¿Cómo te has atrevido? - se quejaba Himeko.
- ¡Ala ya está! Por favor ¿Qué va contando Yuri por ahí?
Los siguientes en entrar fueron Kenshi, Xu-Xu y Shibi. Kenshi, por supuesto también acudió a interrogarle.
- Shibi ¿No les has dicho nada? - preguntó quejándose Akira.
- Eso es cosa tuya, genio - contestó el aludido.
- Pero tú eres mi único testigo.
- También está Momoka.
- He dicho "mi" testigo... ahhhhh, que difícil es todo...
- Hola Aki - dijo Yuri triunfante al entrar - ¿Te has calmado ya?
Momoka plantó una pequeña cajita con un golpe seco delante de Akira.
- Toma, te cicatrizará más rápido.
Para desesperación de Akira, Genki entró corriendo.
- ¡Akira! ¡Los de primero están formado un club en tu honor!
- ¿Qué? - gritó Yuri - ¿En honor de quien?
- De Akira, macho, te están convirtiendo en un héroe.
Akane se acercó a Shibi.
- Hola Shibi.
- Hola Akane ¿Qué tal?
- Quería contarte algo antes de que otro te lo diga?
- ¿Qué ha pasado?
- Nada malo, no te mosquees ¿vale?
- Eso no me da ninguna tranquilidad.
- Verás... - Akane comenzó su explicación, despacio, quitando importancia a cualquier cosa que no fuera lo educado que fue Kamui y lo horrible que debía ser el perfume que se había echado, hasta que llegó a la despedida. Shibi no habló, había escuchado atentamente a su amiga - ... y ya está, solo es una anécdota - terminaba.
Shibi siguió sin hablar.
- Vale pues, ya ves, me voy a mi asiento ¿vale?
Al sentarse Ryuko se le acercó.
- ¿Cómo se lo ha tomado?
- No sé, ya sabes como es Shibi, nunca se sabe lo que piensa, espero que no lo exagere todo.
Había un gran revuelo en la clase, un grupo interrogaba a Akira, al que ahora se había unido Karura.
- Pero cielo - le decía - si te encontrabas falto de cariño ¿por qué no me llamaste?
- ¿A ti, coletitas? - gritaba Yuri - Para eso ya tenía una amiga, a mí.
Karasu atosigando a Jisei con el tema del perfume. Momoka, preocupadísima por la mala cara que ofrecía su Kamui y empeñada en llevarle a la enfermería... Hizashi ya no podía más.
- ¡Vale ya! Callaos un poco, somos la vergüenza del pabellón. A ver, Shikamoto, ven aquí.
- Bueno, ahora este - suspiró Akira levantándose con verdadero esfuerzo y acercándose a él y sentándose encima de la mesa del profesor - Me encanta cuando te pones tan serio.
- Dí lo que tengas que decir y que se callen los demás.
Akira le miró de reojo, se suponía que debía dar una explicación de su comportamiento, eso es lo que esperaba el delegado, que se justificara o algo... bueno, a lo mejor así le dejaba en paz, si no lo mismo le perseguía todo el día advirtiéndole que no comportarse adecuadamente le conduciría al infierno.
- Bien, pues, a ver, ya que hay tanta curiosidad y a ver si me dejáis en paz... Ayer vi a Yuri y... me dio un calentón, la cosa es esa, Yuri llevaba una de esas minifaldas que se pone y esos tops y yo... pues eso, me dio un calentón y la besé y ya que la besaba lo hice con ganas ¿Vale?.
- ¿Te dio un calentón? - gritó Genki.
- Si ¿Qué pasa? ¿No puede darme un calentón? A ver, que soy humano, que tengo 17 años, que mis hormonas se han apoderado de mí cerebro, que a cualquiera nos puede pasar, "hasta al Kaguya ¿a que sí?" Pues eso, ya está "¿Tengo que pedir perdón de rodillas?"
Bajó de la mesa, Karasu se había acercado rápidamente y le abrazó palmeándole la espalda.
- Tío - le dijo mirándole con emoción - cuando te conocí pensé que eras un don nadie, pero ahora veo que eres un monstruo, tío - y volvió a abrazarle dándole palmadas - Y sin perfumes... ¡maestro!
- Vale, vale, pero que corra el aire...
El tono de las conversaciones bajó bastante.
Akira se sentó en su sitió y Kenshi fue el que ahora se plantó frente a él mirándole fijamente.
- ¿Qué?
- A mi no engañas, no fue por Yuri.
- ¿A no?
- No te dio un calentón por Yuri, fue Akane ¿A que sí? Te ponías malo de verla y no poder
acercarte y cuando se marchó, zas, viste a Yuri y claro... de la rabia... ¿a que sí?
Akira levantó un dedo para contestarle pero se detuvo y cambió de idea.
- Lo las clavado - dijo después de unos segundos - Eso es - golpeó la mesa con el dedo - Eso es, así fue.
Kenshi sonrió con gran satisfacción.
- Lo sabía, lo sabía, si es que no se me escapa una.
- Eres un fiera.
Triunfante se marchó, Kyojin miró a Akira.
- Que simple es este chico - comentó Akira.
El timbre e la clase sonó y momentos después la profesora Nanao entraba en el aula.
- Buenos días pequeños delincuentes.
La clase le respondió.
- Hombre Shikamoto, espero algún día dejar de oír hablar de ti en los pasillos.
Akira chasqueó la lengua, pues si que se presentaba bien el día...
Y llegó la hora del almuerzo. Kamui recogía su mesa tranquilamente. Les dijo a Nowaki y Momoka que fueran bajando ellos, que él tenía algo que hacer.
Karasu se acercaba a preguntar a Sumire si quería que la ayudase a bajar, era Jisei la que contestaba que no, comerían en clase.
Kamui miraba a Shibi. Antes, durante un cambio de clase, éste se había acercado y le había dicho "antes de ir a comer, espérame que quiero decirte algo, serán unos segundos". Así que allí estaba, esperando a que los demás saliesen, por lo menos Shibi parecía esperar eso, suponía que querría decirle algo sobre lo pasado con Akane. Mientras, se acercó a Hizashi.
- Hizashi, te puedo pedir un favor.
Hizashi le miró, era extraño ver a Kamui pidiendo favores.
- No te preocupes - le contestó fríamente - Momoka no sabrá por mí lo que ha pasado y por Himeko menos aún.
- ¡Suo! - gritaba Kyojin - ¿Te quedas con nosotros?
- ¿Hoy tampoco bajáis?
- No está el horno para bollos...
Jisei miraba a Shibi sentado todavía en su sitio, mirando a no se sabía donde, quizás a Kamui.
- Esto... ahora vengo - dijo levantándose de pronto.
- ¿Dónde vas? - preguntaba Sumire.
- A pedir una fregona, tú tranquila.
Sumire la vio marcharse con la boca abierta.
- ¿Dónde va? - preguntó Ryuko
- Dice que a por una fregona... y se va corriendo y todo.
Por fin Shibi se levantó. En el aula solo quedaban él, Kamui, Suo, Kyojin, Akira, Akane, Ryuko y Sumire.
- Akane ¿qué pasa? - preguntó Ryuko al ver que miraba continuamente a Shibi.
- Esto no pinta bien.
Kamui se acercó a Shibi.
- Dime.
Shibi dio un paso para pegar su hombro derecho al de Kamui, enfrente de él, acercó sus labios al oído del otro y habló en voz baja.
- Verás... solo te voy a decir una cosa: como vuelvas a hacerla daño, de cualquier forma, te quedas sin huevos.
Fue lo último que oyó Kamui antes de sentir como el puño de su compañero se clavaba en la boca de sus estómago con una fuerza que, desde luego, no esperaba.
- ¡Shibi! - gritó Akane.
Kamui se llevó las manos al estómago mientras las piernas se le doblaban arrastrándole al suelo. El dolor era insoportable y la falta de respiración, aún peor.
Shibi se fue sin hacer ningún otro gesto. En la puerta se cruzó con Jisei que entraba llevando un cubo y una fregona.
Sumire y Ryuko no daban crédito a lo que habían visto. Akane y Kyojin se acercaron a Kamui que comenzó a toser estrepitosamente mientras intentaba respirar con la boca abierta. Akira se colocó a su espalda y le dio unos golpes.
- Vamos, escúpelo, te sentirás mejor.
Kamui comenzó a expulsar un líquido por la boca.
- Desde luego, ya lo veía venir - refunfuñó Jisei - ese aura no era nada buena.
- ¿Ya? - Akira le masajeaba la espalda - Te advertí sobre el Kamizuru ¿no?
Suo le ofreció su brazo para levantarse, este lo hizo pero continuó doblado sobre si mismo. También le ofreció un pañuelo de papel. Kamui lo cogió y se limpió los labios.
- ¿Te encuentras mejor?
- ¡Para que luego digan que Kohaku da miedo! - comentó Kyojin.
- ¿Y tú como lo sabías, Aki? - preguntó curiosa Sumire.
- Ya he probado yo el gancho de ese, que se te sale el alma por la boca.
- ¿Y tú Jisei? ¿Sabías que iba a vomitar?
- Vi a Akira echar el alma por la boca. Anda, dejarme.
- Lo siento Kamui - dijo Akane - Quizás debía haberte advertido.
- Déjalo - Kamui a penas si podía hablar, intentó incorporarse, la boca del estómago le dolía terriblemente - Si me lo merezco.
- ¿Te acompaño? - se ofreció Suo.
- No, puedo solo. Vuestro amigo es un bruto - se quejó.
- ¿A ti te ha pegado Shibi ? - interrogó de pronto Kyojin a Akira.
- Es una historia muy larga y liosa, déjalo.
- ¿Cuándo te ha pegado? - insistió.
- No quiero recordarlo, es muy humillante.
- Tú también le diste a él - intervino Jisei mientras limpiaba - De echo, fuiste tú el que empezó.
Kamui se dirigía torpemente hacia la puerta.
- ¿De veras no quieres que te acompañe? - repetía Suo.
- No, estaré bien.
- ¡Animo! Ya pasó lo peor - le dijo con cierta ironía Akira mientras se marchaba.
- Bueno, esto ya está - dijo Jisei .- voy a devolver la fregona, anda Akane busca el ambientador que vamos a comer y da cosa ¿no?
- Ryuko - le susurró Sumire en voz muy baja - ¿Por qué se ha puesto así Shibi? ¿Es que está enamorado de Akane?
- No, no. No es eso. Es que cuando éramos pequeños Akane... Akane tuvo un problemilla que no viene a cuento... pero no la pudimos ayudar y Shibi prometió que nunca más la abandonaría.
Sumire la miró con cara de no entender nada.
- Que es muy protector con ella - aclaró Ryuko - Desde siempre.
- ¡Ah! ¡Qué bonito! ¡Una amistad inquebrantable! ¡Pero que bonito!
- A todo esto - hablaba mientras tanto Akane - ¿Qué te pasó en el labio, ciervito?
- Ah... pues... un error de cálculo - respondió sonriendo Akira.
- ¿Qué cálculo?
- Que no calculé que Momoka estaba al lado de Yuri.
- ¿Fue Momoka quien te hizo eso?
- Y perdí el equilibrio y tiré la silla, me caí y la mesa conmigo, fue todo muy... pintoresco. Tengo el orgullo herido y mi honorable coxis, por si os interesa.
- ¿Y por qué besaste a Yuri?
- ¿Quieres saberlo de verdad?
- Si.
- Pues porque quise evitarle a Momoka el disgusto de ver a Kamui contigo, pensé que ya había llorado demasiado, no es agradable ver a la persona que te gusta con otra... te aseguro que no se siente nada bonito.

sábado, 13 de marzo de 2010

17. El instinto que no pudo controlar

Cuando terminaron el helado, pasearon hasta las barcas, allí Kamui alquiló una.
- ¿Te molesta remar? - le preguntó Akane.
- No
- Si quieres me dejas a mí.
- ¿Tu podrás?
- Seguro que no pero fijo que nos reímos un montón.
- Tú disfruta del paseo, Cenicienta.
- Que pena que el hechizo se acabe pronto...
- Será porque tú quieras, recuerda que el príncipe buscó como un loco a Cenicienta.
- Si, lástima que tú seas el príncipe de Blancanieves.
- ¿Ah, no soy tu príncipe?
- Tu princesa espera que la despiertes de su hechizo.
Kamui dejó de remar.
- Blancanieves ya tiene otro príncipe.
- Ya, pero quizás no es el que ella espera. Mira Kamui, lo que tú estás haciendo es muy bonito pero muy inútil. A ti te gusta Momoka y no lo vas a negar, yo también te he observado, no te voy a decir que sea amor pero si la tienes mucho afecto y te gusta; el problema es que sabes que Nowaki está loquito por ella y es tu mejor amigo, le debes mucho y no quieres hacerle más daño, así que has decidido que Momoka debe ser para él, porque a tu juicio él se la merece pero ¿Qué pasa con Momoka? Ella no es una cesta de frutas para regalar a un amigo, es una persona ¿No crees que tiene derecho a elegir?
- A Momoka también le gusta Nowaki, lo he notado.
- Puede que sí, o puede que no, o puede que en realidad esté ofuscada y no le gustéis ninguno, pero ella tiene el derecho de elegir, aunque se equivoque, aunque tú tuvieras razón y Nowaki fuese mejor para ella, ella es la que debe tomar esa decisión. No debería preocuparte hacer daño a Nowaki, él sabe lo que siente Momoka y sabe que se arriesga a perder, pero fíjate, aunque tiene todas las de perder no se rinde, tal y como es Nowaki, si Momoka te elige a ti se alegrará por vosotros, porque sois muy importantes para él y quiere veros felices y tú deberías hacer lo mismo, no rendirte ¿Por qué no hablas con Momoka y le cuentas lo que sientes?
- No lo sé.
- Piensa que ella no puede decidir si no sabe lo que tú sientes por ella.
- Es que ya no sé lo que siento.
Kamui parecía realmente abatido.
- No sé si me gusta realmente, si estoy enamorado de ella o solo es amistad, o la costumbre de verla siempre a mi lado. Sé que es una persona importante para mí, a la que no quiero hacer más de llorar, pero es que Nowaki es también muy importante. Si te digo la verdad, para mí es más importante que ella, él... yo le debo todo, si tengo que elegir entre ellos, Nowaki tiene las de ganar ¿Crees que es normal?
- Si. Para mí mis amigos son más importantes que cualquier aventura, de momento claro, supongo que cuando me enamore en un futuro, esa persona pasará a ser lo más importante, claro que será también mi amigo, seguro.
- Los sentimientos duelen, de eso me he dado cuenta ahora. Viví mejor sin tener apego por nadie.
- Sigo diciendo que deberías hablar con ella, así a lo mejor te aclaras y si no estás enamorado evitarás que siga haciéndose ilusiones, si no, luego el palo será mayor.
- A ti te cae bien Momoka ¿verdad?
- Es una buena chica. La tengo envidia porque tiene el pelo bonito y los ojos verdes y es lista pero si, me cae bien. Al fin y al cabo es una chica, las chicas debemos apoyarnos.
- ¿Y si me he enamorado de otra persona? ¿Y sí pienso que otra persona está empezando a ocupar mis pensamientos?
- Pues deberías ser honesto con Momoka, ella no se merece que la engañen.
- ¿Y si fueses tú la persona que está sustituyendo a Momoka en mi mente?
- Mira Kamui, te voy a decir una cosa: no juegues conmigo. Déjame hablar, por favor, déjame hablar, luego me respondes si quieres, pero déjame decirte algo: no me utilices, no me utilices para olvidar a Momoka, eso no es el camino, porque yo también soy un ser humano y me harías daño; no me voy a enamorar de ti, ni me voy a ilusionar porque eso no entra en mis planes, tampoco creeré que te has enamorado de mí porque no creo en el amor, pero aún así me harías daño ¿Crees que me lo merezco? Piensa que debajo de este pelo naranja hay una persona, no una muñeca. No se puede jugar con las personas. Y te voy a decir más, por si acaso se te ocurre, olvídate de utilizar a Yuri, puede que se pase el día detrás de ti que parezca fácil de engañar y algo ligera de cascos, pero ella es una inocentona que seguro que te creería, prefiero no pensar en lo que sufriría y además Momoka es su amiga, aunque se pasen el día discutiendo, yo que tú tendría cuidado con la ira de Momoka.
- ¿Realmente te has enfadado conmigo?
- No me he enfadado, solo quiero que te quede claro que con las personas no se juega.
- No se me ha ocurrido jugar con nadie, tampoco he pensado en olvidar a Momoka con otras chicas, lo que he dicho es que tú, tú solita te has metido en mi vida como una huracán y descolocas mis pensamientos.
- Ah... bueno, pero eso puede ser por el subidón momentáneo de adrenalina, la emoción de una cita y esas cosas.
- Puede, no digo que no.
- Tampoco quería ofenderte.
- No, si es lógico que lo pienses - volvió a remar - a fin de cuentas soy el traidor del Kaguya.
Guardaron silencio. Akane desvió su mirada hacia los surcos que los remos dibujaban en el agua. Quizás se había pasado un poco, pero desde luego no iba a dejarse liar por palabras bonitas.
Con un golpe seco, Kamui volvió a dejar de remar. Sorprendida, Akane le miró para encontrar un Kamui taciturno con la mirada clavada en el suelo de la barca.
- ¿Quién te ha hecho daño?
- Kamui lo que te he dicho, no lo he dicho pensando en... ya sabes, se lo hubiera dicho a cualquiera.
- Tranquila, estoy acostumbrado.
- De verdad, lo siento mucho.
- ¿Quién te ha hecho daño? - repitió - ¿Qué te hizo? ¿Quién te ha vuelto tan desconfiada?
- Nadie. Simplemente no creo en enamoramientos.
- ¿No crees en el amor?
- Si, en el amor si, pero no a nuestra edad, no es "¡ay que chico tan guapo, me tiene loca, le amo!" A nuestra edad solo tenemos un puñado de hormonas revueltas que nos trastornan.
- Eres igual que yo, te empeñas en cerrarte a los sentimientos.
- Puede ser, no quiero sentirme enamorada, no quiero ser vulnerable otra vez, no hasta que tenga la madurez necesaria, aún soy una cría.
- ¿Otra vez?
El móvil de Akane comenzó a sonar.
- Debe ser Ryuko... ¿No te decía? ¿Ryuko?... ¿Qué tal?... Estamos en una barca, esto es un sueño... venga sí, terminamos el paseo y nos vamos ¿Dónde nos esperáis?... Vale, hasta ahora - apagó tristemente el móvil - Parece que mi carroza está a punto de convertirse en calabaza.
Continuaron el paseo en silencio. Kamui observaba a Akane, cada vez se sentía mas atraído por ella, cada vez tenía más necesidad de acercarse a su lado, sentía cierto mareo que parecía ir nublando su mente mientras ese perfume cada vez le parecía más intenso.
Al bajar de la barca Kamui cogió la mano de Akane para ayudarla y decidió que yo no la iba a soltar y no era algo metafórico porque realmente no la soltaba. Akane decidió no darle la mayor importancia.
Ryuko y Kyojin caminaban lentamente. Era increíble, pero ninguno de los dos se había atrevido a decir lo que sentían. Kyojin lo había intentado, pero cada vez que miraba los ojos dorados de Ryuko se formaba un nudo en su garganta y no era capaz de articular ni una palabra. Todo lo que hacía era pensar "¿Y si se enfada conmigo? ¿Y si la molesto? Ahora estamos bien, nos lo estamos pasando bien ¿Y si lo estropeo todo? ¿Y si piensa que quiero aprovecharme de las circunstancias?" Cada vez que Ryuko le veía mirarla fijamente comenzaban a temblarle las piernas "¿Y si me dice algo? ¿Qué le respondo? ¿Debería insinuarle algo? No, no soy capaz. ¿Cómo podrían comenzar la conversación? ¿Y si piensa que soy una descarada? No, yo no digo nada" Así terminaban hablando de cosas sin importancia, las clases, películas, comidas... aún así había sido una tarde muy agradable y los dos estaban muy contentos, estaban a gusto el uno con el otro, tenían un bonito recuerdo, con eso era suficiente.
Ryuko no podía salir de su asombro cuando vio aparecer a Akane cogida de la mano de Kamui ¿pero qué había pasado? Miró interrogativa a Akane y luego, con bastante mal humor a Kamui ¿pero que se creía ese tipo? A Kyojin sin embargo le hizo mucha gracia ver la reacción de Ryuko y pensó que era un poco tonto porque él había dado importancia a algo tan simple... debería aprender de ese chico.
Al llegar a la estación de tren, Ryuko pensó que ya la soltaría, pero solo lo hizo mientras sacaba los billetes, al terminar volvió a agarrarle la mano. ¡Que pesado era ese chico!
- Perdonad - habló Ryuko sin ocultar su molestia - pero yo querría ir al... ¿Vienes conmigo Akane?
- Claro, eh, esto... Kamui, necesito mi mano... gracias, anda, vamos.
Ahora fue Ryuko la que agarró su mano y prácticamente tiró de ella.
- ¿Pero tu de que vas? - le dijo al llegar a los aseos.
- ¿De que voy?
- ¿Qué haces haciendo manitas con el Kaguya?
- Yo no hago manitas con él. El secuestró mi mano.
- Y tú que te dejas.
- ¿Y que quieres que haga? No me voy a poner a gritar como una loca
- ¿Qué ha pasado?
- Hemos hablado ¿Qué iba a pasar? Espero que tú también hayas hablado.
- Akane, mírame a los ojos y dime que no te ha dicho que le gustas.
- Ryuko por favor...
- ¡Dímelo! ¿Te lo ha dicho? ¡Ay, dios mío!
- Tranquilízate, solo está algo confuso.
- Lo sabía, lo sabía, esto a mí no me daba buen rollo.
- ¡Pues échale la culpa al perfume de Jisei!
- ¿Al perfume?
- Si, ese que era para ti y me eché yo, porque ¿sabes? ¡Sorpresa! Funciona.
- ¿Qué funciona? ¿De veras?
- Yo creo que sí, luego te lo cuento, anda vamos, no vayamos a perder el tren y no te preocupes, total, mañana todo volverá a la normalidad.
Más que nada Akane le había dicho eso para ver si la tranquilizaba.
Pero el trayecto en tren no ofreció ninguna tranquilidad a Ryuko. Como el vagón iba bastante lleno, Kamui se agarró a una de las barras y sujetó a Akane por la cintura.
- Agárrate a mí - le dijo.
Akane miró a Ryuko cuya cara parecía hincharse por momentos, la verdad es que la expresión de su amiga era muy divertida, le limitó a poner su mano en el brazo del chico y pedir que aquello no se moviese demasiado. A Kyojin tampoco le hacía gracia aquello pero tenía que reconocer que tampoco era para tanto. Y aunque nos lo pareciera el que peor lo estaba pasando era Kamui; aquel olor agridulce seguía allí y ahora más cerca que nunca, trató de pensar en otra cosa pero metro a metro aquel perfume parecía ir adueñándose de su mente, no sabía explicar lo que le pasaba pero no se encontraba bien, una gran ansiedad crecía desde su estómago y un sudor frío recorría su espalda, eso sin contar con el abultamiento que crecía dentro de sus pantalones. Cerró los ojos y tensó todos sus músculos.
- ¿Te encuentras bien? - preguntó Akane al sentirlo.
- Si, si - balbuceó - agárrate fuerte.
Abrió los ojos, tenía que aparentar que no pasaba nada y sonrió, entonces se dio cuenta de que inconscientemente había ido apretando a la chica contra él, aflojó el abrazo, seguro que la había incomodado. Sentía su corazón acelerarse, sentía sus latidos golpearle el pecho, le costaba respirar normalmente, necesitaba olor aquel perfume.
- ¡Eh, Kamui! - la voz de Kyojin le sobresaltó - estamos llegando, no te duermas.
Por fin salieron al aire y Kamui pudo dar una gran bocanada, aunque el aire le resultó algo vacío.
Caminaron hasta que las chicas dijeron que desde allí seguirían solas. Quedaban pocos metros para salir del parque por dónde iban paseando, ya estaba anocheciendo y el lugar estaba prácticamente solitario.
- ¿Estáis seguras?
- Si, nuestras casas ya están cerca.
- Si Kamui - dijo Kyojin sabiendo que para Ryuko era incómodo acercarse por su casa si las acompañaban unos chicos, los padres de Ryuko eran mayores y muy severos y no permitían que su "niña" estuviese con cualquiera, si alguien las veían con dos chicos pondrían la voz en el cielo - Es mejor que las dejemos aquí.
Kamui volvía a tener a Akane y la miraba fijamente.
- Esto... ven Ryuko - añadió de nuevo Kyojin.
Ryuko le siguió algo aturdida.
- ¿Dónde vamos?
- ¿Qué quieres? ¿Sentirte como una sujetavelas?
- Pero es que...
- Es que yo quiero despedirme de ti... a solas.
- Pero...
- Ryuko escúchame - hablaba sin mirarla mientras continuaba andando - porque no voy a tener valor para decirte esto otro día.
Ryuko empezó a notar que se estaba poniendo muy nerviosa. Kyojin se detuvo y la miró.
- Me lo he pasado muy bien contigo y se que esto no era una cita pero es que a mi... a mi me gustaría salir otro día contigo, si es que no te has aburrido demasiado.
Kyojin había soltado toda la frase de manera atropellada, como si al decirla muy deprisa fuese a terminar antes con la vergüenza que estaba pasando.
- Espera, espera, si hablas tan deprisa a penas te entiendo.
- Si no quieres no pasa nada, claro y no te preocupes que no me ofenderé. Bueno, mira, lo piensas y ya me dirás algo ¿Vale?
- Pero Kyojin yo es que...
Kyojin aspiró fuertemente y dejó salir el aire también de golpe.
- Siento no ser una chica divertida, ni interesante.
- ¿Pero que dices? Eres la chica más interesante que conozco y eres muy simpática, no entiendo por qué siempre dices esas cosas. Lo que siento es ser tan poca cosa para ti Yo... bueno ¡Hasta mañana!
Y Kyojin se alejó de allí con bastante prisa, dejando a Ryuko con la sensación de no haber comprendido muy bien del todo lo que había pasado.
Mientras, Kamui intentaba decir una frase completa sin parecer idiota.
- Ha sido una tarde encantadora, gracias por tu compañía.
- Gracias a ti por todo, me lo he pasado muy bien.
- Yo quería... - Kamui apartó las gafas de la chica y se las enganchó en el cuello de su camiseta -... mirarte a los ojos.
Akane pensó que maniáticos los hay por todas partes, bueno, y caprichosos... Fijó sus ojos en los del chico, los ojos de éste brillaban intensamente o eso le parecía a ella, claro que, sin gafas no podía jurarlo, a lo mejor era un reflejo.
Kamui la acarició la mejilla y llevó la mano hasta su cuello. Al ver que se acercaba demasiado, Akane dio un paso atrás.
- Esto Kamui...
- Quería darte un beso de buenas noches.
- Quizás deberías saber que a ni no me gusta dar besos.
- Solo en la mejilla.
Y cogiéndola de la barbilla así lo hizo, un beso muy suave, lo malo fue que de nuevo aquel perfume inundó la nariz de Kamui y su cerebro.
- Por favor - susurró en su oído - déjame olerte una vez más, por favor - suplicó melosamente.
Akane no sabia como reaccionar, sintió las manos del chico en sus hombros y su aliento en el cuello.
"Madre mía" pensó Akane "Akane, tranquila".
Kamui aspiró fuertemente dejando que el perfume le dominase por completo, en un segundo sintió que perdía el control de sí mismo y quería más de aquello, ya nada importaba.
Akane sentía la respiración de Kamui y de pronto una ligera presión en su cuello que iba lentamente hacia su hombro.
"¡Y una mierda tranquila!" Puso sus manos en el pecho de Kamui para empujarle pero él la había rodeado por la espalda atrayéndola más mientras la presión en su cuello era capa vez más intensa y hasta juraría que sentía sus dientes.
- Kamui - le dijo - ¡vale ya!
Sintió un dolor agudo en la base del cuello, justo donde empieza el hombro.
- ¡Ay! - se quejó - ¿Kamui qué haces?
De nuevo otro dolor igual de intenso, empujó a Kamui tratando de alejarlo de ella cuando un pinchazo aún más penetrante la hizo reaccionar bruscamente. De forma instintiva propinó una patada en la espinilla del chico lo que por fin hizo que se separare.
- ¿Te has vuelto tonto? ¡Me haces daño!
Kamui la miró atónito ¿Qué había pasado? Miró aterrorizado como la chica se llevaba la mano al cuello ¿La había mordido? ¿Qué había hecho? ¿Cómo…? Se sentía mareado, era como si no fuera él, como si no estuviera allí, la vergüenza le invadió y salió corriendo, dejando a Akane sin decir palabra mientras se tocaba el cuello.
- ¿Akane, qué pasa? - Ryuko se acercaba a toda prisa.
- ¿Lo has visto?
- No, estaba distraída en mis cosas ¿Qué te ha hecho?
- Ryuko, el perfume de Jisei no era un afrodisíaco, era una poción para convertir a los chicos en hombres-lobo, mira ¿Me ha hecho algo?
- ¿Te ha mordido? Tienes unas marcas que... y un poco de sangre ¡Akane, te ha mordido de verdad!
- ¿Qué tengo sangre?
- Bueno solo son unas gotitas.
- ¡Que barbaridad! Ya decía yo que dolía ¡Que chico más caníbal!
- ¿Y cómo te has dejado hacer esto?
- Ja, a ti me gustaría verte en mi situación y encima se ha llevado mis gafas ¡Será mangante! ¿Qué voy a hacer ahora sin mis gafas?
- Ya sabía yo que esto tenía que terminar mal ¿No te lo dije?
- Vale, no me grites ¿Cómo iba a imaginarme yo que era un vampiro?
- ¿Pero cómo has dejado que se acerque a tu cuello?
- Es que quería olerme.
- ¿Olerte? ¿Y por qué le dejas olerte? A ver, déjame verte mejor... mira... te va a dejar marca.
- Pues espero que mañana lleve mis gafas al instituto.
- ¿En eso piensas? ¿En tus gafas?
- ¡Eh, que para mí son sin ojos!
- Eres una cabeza hueca inconsciente.
- Eso, encima insúltame.
Kamui llegó casi sin aliento a su casa, había corrido todo el camino sin pensar si estaba cerca o lejos. Entró y sin saludar a sus padres subió corriendo a su habitación, entró en su servicio, abrió la ducha y se metió debajo de ella sin quitarse la ropa. Respiró hondo, agachó la cabeza y dejó que el chorro de agua cayese en su cuello.
Parecía ir tranquilizándose, entonces recordó que aún llevaba las gafas de Akane enganchadas, las cogió y mientras las miraba se sentó de rodillas.
- Y mañana - se lamentó en voz baja - tengo que verla...
Aquella iba a ser una noche muy larga.

viernes, 5 de marzo de 2010

16. Menta y mandarina

Kamui, Akane, Ryuko y Kyojin habían subido al tren. Kamui había propuesto ir a un sitio que conocía, no estaba muy lejos y seguro que les gustaba… Al principio Kyojin y Ryuko rehusaron pero Kamui insistió, podía no haberlo echo e ir solo con la chica pero pensó que Kyojin parecía un buen chico y no iba a hacerle daño echarle un cable; era la primera vez que pensaba en otra persona y no es un propio interés, esto le causaba una especie de incomodidad pero bueno, también le venía bien que fuesen con ellos, él no hablaba mucho, seguramente porque solo se relacionaba lo imprescindible, así que, como no sabía de que hablar con Akane la chica terminaría aburriéndose, al menos, al estar con su amiga Ryuko se distraería.
El lugar era realmente precioso, un gran lago rodeado por un bonito jardín, muy bien cuidado, lleno de flores y un verde césped; también había barcas para navegar por el lago y en el centro de éste una fuente emergía.
- Espero que te guste Cenicienta - dijo sonriendo a Akane
- ¡Es... precioso! - exclamó Ryuko
- Yo diría que es tan perfecto que da miedo - repuso Akane
- Pensé que te gustaría.
- Carai chico, si que sabes impresionar a las chicas - habló de nuevo Akane.
- Estuve pensando en un lugar agradable para tomar algo y charlar.
- ¡Ah! - exclamó ahora Kyojin - ¿Qué también se puede comer?
- Hay una heladería por aquí, mi madre dice que tienen los mejores helados del mundo.
- ¿Y se puede subir uno a las barcas? - preguntó Akane.
- Pues claro, para eso están.
- ¿Podremos subir? ¿Subirás conmigo?
- Todo lo que tú quieras Cenicienta.
Akane caminaba al lado de Kamui, Kyojin y Ryuko se quedaron un poco atrás.
- Todo esto es muy bonito - comentó Ryuko - Pero seguro que es muy caro.
- Bueno siempre podemos sentarnos en la hierba y disfrutar del paisaje, no creo que cobren por eso.
- ¿Estás incómodo?
- No, porque estoy contigo, estaría más cómodo sin el Kaguya pero se puede soportar, sobretodo si hay helado.
El que estaba incómodo era Kamui, pero no porque estuvieran Kyojin y Ryuko, era una molestia interior, que le hacía sentirse extraño, tampoco era porque pensase en Momoka, era un desasosiego que de vez en cuando le llegaba, como un calor repentino que se adueñaba de sus sentidos y una necesidad tremenda de acercarse al cuello de Akane y aspirar ese condenado olor agridulce ¿Pero que clase de colonia usaba esa chica? Realmente era algo muy incómodo.
- Perdona Akane - la llamó Ryuko.
Akane se acercó a ella y Ryuko le murmuró algo.
- ¡Ah, yo también! - exclamó - Kamui perdona pero ¿Habrá algún sitio para... ir al aseo? Es que... ya me entiendes.
Lo increíble de Akane para Ryuko era que siempre lo decía todo con una naturalidad que la pasmaba, a ella, que todo le daba vergüenza.
- Claro, mira ya estamos llegando a la heladería.
Efectivamente ya llegaban. Kamui y Kyojin se acercaron al mostrador-expositor de los helados mientras las chicas buscaron los aseos. Kamui miró a Kyojin que observaba atentamente la lista de precios.
- ¿Algún problema?
- No, por mí está bien, como tengo necesidad de comer a menudo mis padres siempre me dan algo extra, es por Ryuko.
- ¿No la puedes invitar?
- No, no. No estamos saliendo ¿sabes? Se sentiría muy ofendida.
- No hace falta que nos sentemos en una mesa de la terraza, podemos pedir algunas tarrinas para llevar y sentarnos en la hierba.
- Creo que tengo una idea mejor ¿Te molestaría que Ryuko y yo nos fuéramos a dar una vuelta solos?
Kamui se cruzó de brazos y le sonrió.
- Me gustaría pasear con ella... a solas - añadió
- Lógico.
Kamui le miró a los ojos, realmente te notaba que a Kyojin le gustaba mucho la chica, en fin, adiós a sus planes, debería enfrentarse solo a Akane y a su colonia.
- Hazte un favor - le dijo - Aprovecha las circunstancias.
- ¿Qué?
- Es un lugar agradable, tranquilo, ella está preciosa, deberías decirle algo.
Kyojin le miraba muy extrañado, aquel chico no era el Kaguya que él conocía, ese era un impostor, seguro.
No hablaron más hasta que llegaron las chicas.
- Bueno, ya estamos aquí ¿Qué hay? - dijo Akane.
- Hemos estado pensando - habló Kyojin - Y es que a mi me apetecería dar una vuelta por estos jardines y... Ryuko ¿Querrías dar una vuelta conmigo? Podemos pedir el helado para llevar y así les dejamos solos, que al fin y al cabo, tienen una cita.
Akane parecía querer decir algo pero Ryuko se le adelantó.
- Si, si, me apetece dar una paseo y ellos que se suban a las barcas si quieren y lo que sea que se haga en las citas.
Akane no salía de su asombro ¿Kyojin se había atrevido a...? ¿Y Ryuko no había dudado en…? ¡Uy, cuanta decisión! ¿Sería por el precio de los helados? Akane observó la lista de precios y suspiró... pues sería por eso.
- Tú y yo los tomaremos en la terraza Cenicienta, yo te invito, soy el príncipe.
"¡Qué demonios!" pensó Akane "¡para una vez que voy a salir con el Kaguya, que me invite si quiere! Espero que luego no quiera cobrárselo... bueno, ya saldré del lío como sea ¡Ala, de perdidos, al río!"
- Bien pues ya está - continuó Ryuko bastante decidida - Cuando queráis iros nos dais un toque al móvil. Vamos a pedir.
- La señorita y yo - dijo Kamui a uno de los dependientes - vamos a sentarnos a la terraza, por favor, llévenos la carta.
- Bueno pues ala - les dijo Akane mirándoles todavía algo incrédula - ¡Qué os lo paséis bien!
- Akane, cualquier cosa me llamas ¿vale?
- Si, si, lo mismo digo y tú pórtate ¿Eh?
Allí se separaron.
Akane miraba la carta de helados, parecía tener una risilla floja en los labios.
- ¿Qué te pasa? ¿De que te ríes?
- De que me has llamado "señorita", nadie me había llamado antes señorita ¡Que glamour, chico!
- ¿Los chicos con los que has salido antes no…? Perdona, no quería ser indiscreto.
- Hoy estás extrañamente... ¿cómo lo diría?
- ¿Hablador?
- No tanto, digamos... sociable.
- ¿Tan insociable soy normalmente?
- No te ofendas, cada uno somos como somos, tenemos que aceptarnos, es lo que nos hace especiales ¿no?
- ¿Sabes lo que te hace especial a ti?
- ¿A mi? Que soy una manejanta supongo. Bueno ¿Tú sabes lo que quieres? Todo tiene una pinta tan deliciosa...
- Puedes pedir de varios sabores, a tu gusto.
- Pues a lo mejor es demasiado, no sé si podría con tanto.
- Entonces, pidamos uno par los dos.
- Hummh, no me decido si mandarina o chocolate ¿Tú que crees? Tiene que ser algo que combine con lo que tú pidas.
Kamui hizo un gesto al camarero que se acercó.
- Tráiganos una copa número 6 con mandarina, chocolate y menta.
- ¿Te añadimos nueces a la nata?
- ¿Te gustan las nueces Akane?
- Podemos poner otra cosa, cacahuetes...
- No, nueces está bien - respondió Akane.
- ¿Algo de beber?
- Dos especiales de la casa.
- De acuerdo, enseguida estarán.
Kyojin y Ryuko se habían sentado en la hierba mientras tomaban sus helados.
- ¡Qué bien se está aquí! - dijo la chica.
- Si
Kyojin pensaba que si estuviera allí Akira sería feliz tumbado en ese lugar tan pacífico. Vaya, eso le hizo recordar la conversación que había tenido con Ryuko.
- ¿Estás más animada?
- Si, estoy bien. Creo que mi problema es que dependo demasiado de Akane, a veces pienso que nunca la ayudo en nada.
- No digas eso, siempre estás a su lado, seguro que eres un gran apoyo.
- ¿Tú como lo sabes?
- Porque sí, porque lo noto, a Akane le gusta ocuparse de todo, yo... es una sensación pero creo que aprecia mucho tu amistad porque tu eres una de esas personas que...
Kyojin no sabía como explicarse, como decirle lo cálida y agradable que le parecía.
- Tú... tú... tú me gustas mucho.
Ryuko le miró llena de vergüenza, el chico dirigía su mirada hacía el lago.
- Akira es mi mejor amigo - continuó tratando de no dar importancia a lo que había dicho - Siempre he contado con él para todo, haré lo que sea para ayudarle, valoro su amistad por encima de cualquier cosa, averiguaré lo que pasó entre ellos y así podremos ayudarles.
- Tu si que eres un gran amigo.
- Y - sonrió maliciosamente - a lo mejor se reconcilian, quien sabe.
- Si es que hubo algo entre ellos - añadió Ryuko.
- A lo mejor aún quedan restos - concluyó Kyojin.
Y llenos de un optimismo renovado rompieron a reír.
Kamui hablaba poco, estaba demasiado absorto observando a Akane comer helado, mirando como los ojos de la chica brillaban mientras cogía un trozo con la cucharilla como si adivinara el placer que ese trocito le iba a proporcionar, como lo paladeaba y saboreaba, nunca se le había ocurrido pensar que ver a alguien comer pudiera ser tan hipnotizante.
- ¿Te pasa algo Kamui?
- No, solo pienso que en mi vida me he perdido muchas cosas por no mirar alrededor.
- Eso nos pasa a todos.
- ¿Todas las chicas sois iguales? Quiero decir que tú... yo nunca había visto...
- Es por el chocolate.
- ¿Qué?
- Que es culpa mía, por el chocolate. Es que me descontrolo, me olvido de todo, solo puedo pensar en el chocolate.
- No te entiendo.
- Entonces es que todavía no he hecho nada indecoroso... mejor.
- ¿Cómo te descontrolas?
- Me olvido de donde estoy y si estoy con alguien, es como que me evado del mundo.
- Lo siento, no lo sabía, no debí haber pedido más chocolate.
- No es culpa tuya, yo podía haber dicho otra cosa pero es que no lo puedo evitar... ¡Buah! Ahora si que te pareceré un bicho raro.
- Eres tan distinta a las chicas que suelo tratar que me asombrar y yo... es que eres como este helado de mandarina.
Akane mantuvo la cucharilla en la boca mientras miraba el helado, luego se la sacó, sonrió y señaló con ella a Kamui.
- Es igual que mi pelo ¿Eh?
- No, yo lo decía porque eres dulce y refrescante.
- ¡Qué comparación tan bonita! Nadie nunca había dicho que yo fuera refrescante y menos aún dulce... ¿Tú eres como la menta?
- Pues quizás sí porque la menta tiene un sabor intenso y deja algo de picos en la boca, no a todo el mundo le gusta la menta.
- Entonces este helado es como nuestra esencia, si tomo un poquito de cada - hizo lo que estaba diciendo - sabré como es una combinación nuestra... Hummh... No está mal, no combinamos mal del todo. Oye y dime ¿Momoka que sabor sería?
- ¿Momoka?
- Si, Momoka, ya sabes, la chica de nuestra clase, esa chica que tanto te gusta.
- Pues no sé, supongo que... melocotón.
Teniendo en cuenta que el nombre de Momoka significa "perfume de melocotón", Akane se echó a reír.
- ¡Qué poco original eres! ¿Te gusta el melocotón? Bueno, que tontería ¡claro que te gusta el melocotón! ¿Y Hikari?
- ¿Hikari?
- Estás un poco lento de reflejos, si, Hikari ¿Es que no se llama Hikari esa amiga tuya que todos dicen que es tan interesante?
- Si, si, se llama Hikari pues creo que sería... fresas; si, es dulce pero ácida a la vez, fresas.
- Carai, también te gustan las fresas ¿eh? Pero creo que te gusta más el melocotón ¿O no?
- Pero aquí no hay melocotón ni fresas, solo mandarina.
- Te tendrás que conformar ¿Quieres probarme?
Akane le ofreció una cucharada de helado, Kamui puso la mano encima de la suya y la bajó.
- Claro que quiero probarte - murmuró - me muero por probarte... ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡No sé lo que me ha pasado!
Akane le miraba con los ojos muy abiertos.
- ¿Te encuentras bien?
- No, no me encuentro bien ¡Es ese maldito perfume que parece apoderarse de mi!
- ¡Ostras! ¡El potingue de Jisei! ¿No me digas que al final si va a funcionar?
- Perdona, supongo que ahora querrás irte, voy a pagar - se levantó de su asiento.
- Espera, no me quiero ir, además tengo que terminar esta delicia.
- Pero yo te he ofendido.
- ¡Ah, no! No me has ofendido, al contrario, si me ha encantado, ahora me siento súper... vamos que se me ha inflado el ego.
- ¡Bah! No seas tan formal, he oído barbaridades peores.
Kamui se sentía realmente avergonzado y no sabía dónde mirar, era increíble que él, un Kaguya, hubiera perdido el control de sí mismo de esa forma.
- Me prometiste dar un paseo en barca.
- Estoy muy avergonzado.
- Ya, pero yo quiero mi paseo en barca ¿A que no sabes una cosa? Cuando te vi antes en las esquina, esperándome, yo también pensé que te daría un buen repaso.
Ahora era Kamui el que la miraba con los ojos abiertos de par en par.
- ¿Qué pasa? Las chicas también pensamos barbaridades, en realidad nuestro pensamiento es peor que el vuestro, te lo digo yo y tú estás tremendo, pero no tengas miedo, no te voy a violar, sé contenerme... tendría que comer mucho chocolate.
Kamui sonrió levemente.
- Vamos, come, este chocolate está buenísimo ¡creo que me va a dar algo!
"A mi si que me va a dar algo" pensó el chico y volvió a guardar silencio.
- Venga, si tú no comes me siento mal. Toma - Akane llenó su cucharilla de helado - Verás, cierra los ojos y deja que el sabor se extiendo por tu paladar, venga abre la boca y cierra los ojos.
Dudando, Kamui hizo lo que la chica le ordenaba, le parecía algo ridículo pero cuando cerró los ojos y se centró el paladear el chocolate, dejando que aquel sabor intenso inundara su paladar, entendió lo que trataba de explicarle.
Akane miraba su cucharilla, ahora Kamui la había chupado ¿Qué hacía? No podía evitar sentir cierto escrúpulo, no era muy amiga del intercambio de fluidos corporales, bueno, metió la cuchara en el chocolate, no iba a renunciar a esa delicia... y es que el chocolate la hacía olvidarse de todo.
- ¿A Momoka le gustan los dulces?
-¿A que viene ahora hablar de Momoka?
- Es porque te veo muy serio, pensé que te gustaría hablar de ella, normalmente hablar de la persona que nos gusta anima mucho.
- Eres tan... extraña. Me confundes continuamente.
- Solo quiero que estés cómodo, te veo tenso ¿Te sientes mal por estar conmigo?
- No, me encanta estar aquí, contigo y verte comer chocolate.
- Vaya - sonrió pícaramente - Eres un poco pervertido ¿Eh?
- ¡No! ¿Eso crees de mi? - Kamui se sentía cada vez más incómodo, para ser honestos, mientras la veía comer el helado, un par de veces había tenido unas ideas algo "inapropiadas" - ¿Piensas que yo…?
- Tranquilo que era una broma, pues si que te tomas en serio las cosas... vale, trataré de no pasarme más, lo siento.
- Está claro que no sé tratar a las chicas - dijo mirando al suelo.
- No hay un manual para aprender a tratarnos, solo hay que conocernos, cada una somos de una forma, Himeko es muy dulce, Karura orgullosa, Xu-Xu alegre y confiada, Jisei... Jisei es Jisei, no nos puedes tratar a todas por igual, somos como vosotros ¿Tú te imaginas lo que pasaría en lugar de ti estuviera ahí Nowaki? Seguramente nos pelearíamos por el helado ¿Y Karasu? No lo quiero ni pensar, una vez Xu-Xu dijo que las marionetas que hacía eran un amor y casi tuvimos que separarlo de ella con agua hirviendo, en la vida se me ocurriría decirle que el chocolate me descontrola y te advierto que a mi Karasu me gusta, pero manteniendo las distancias.
- Me gustaría saber tantas cosas de ti. Me gustaría saber como hablarte, como tratarte.
- Pues yo soy muy normal, tú se así, eres un chico silencioso pero no me importa, ya hablo yo por los dos, por eso me atraéis tanto los silenciosos.
Kamui suspiró, aquella situación y aquel perfume que le llegaba a oleadas cada vez mas fuertes le estaba desbordando, él no estaba acostumbrado a aquello, eso no podía continuar así, se sentía desprotegido, no, tenía que mantener la calma ¿Dónde estaba el Kamui tranquilo y frío de siempre? Estaba con una chica agradable, le gustaba ¿Y que hacía? Comportarse como un tonto ridículo. Definitivamente tenía que conseguir el control de esa situación, debía intentar ignorar ese olor y el calor que empezaba a invadirle, debía ser él mismo. A ver ¿Qué le apetecía en ese momento? Respiró profundamente ¿Qué quería? Si, había algo que llevaba deseando toda la tarde ¿Sería correcto? ¡Y que más daba!
Lentamente acercó su mano a una de las manos de la chica y rozó levemente el dorso con la yema de sus dedos para, inmediatamente y sin dar tiempo a reaccionar a Akane, cogerla suave pero con seguridad, entonces clavó sus negros ojos en aquellos de color turquesa.
- Me gustas, eres como la mandarina que suaviza el sabor de la menta, no sé lo que tienes pero a tu lado me siento distinto, creo que hasta sería capaz de enamorarme de ti.
Ya lo había dicho.
Akane tenía en ese momento la cucharilla en la boca y así se quedó, prácticamente helada, mirando entre aturdida y asustada a su acompañante.
"Esto está empezando a pintar raro" pensó. Tampoco tuvo tiempo de reflexionar más, con la mano que tenía libre, Kamui cogió su cucharilla, la llenó de helado de mandarina y la llevó a su propia boca, cerrando los ojos y saboreándolo.
Cuando abrió los ojos miró de nuevo a Akane que seguía observándole con la cucharilla en la boca.
- Me encanta la mandarina - susurró.
Por fin la chica sacó la cucharilla de su boca y sonrió.
- Reconozco que me has dejado sin habla y me alegro, pensé que te estabas aburriendo conmigo, pero ya veo que tienes sentido del humor.
- Me gustaría conocerte mejor.
- No hay mucho que conocer, soy esto que ves, no tengo una vida muy interesante.
- Toda la semana te he estado observando, en realidad creo que llevo observándote todo el curso sin darme cuenta. A parte de saber que te gusta el dulce, que tienes la manía de mordisquear los lápices y tus uñas, se que cuando te pones nerviosa das golpecitos en la mesa o en el suelo con el pié, que te preocupan más tus amigos que tú misma, que lo observas todo continuamente, sobretodo te encanta mirar los profesores sobretodo a Sigure y a Inari. Te gusta tocarlo todo, palparlo, te gusta sentir las cosas ya sea a través del gusto, del tacto... Cuando te sientas te sujetas la falda para que no se te arrugue y cuando quieres concentrarte te muerdes el labio. Siempre que te enfadas con Akira aprietas con fuerza la mandíbula y... también sé que cuando no te das cuenta... bueno, nada.
- ¿Qué pasa cuando no me doy cuenta?
- Que yo te miro y quizás alguien más.
- Vaya - dijo bastante impresionada - parece que sabes más de mí que yo misma.
- Pero no sé el día que naciste, ni si tienes hermanos o tu color favorito
- Eres como la CIA o algo así, chico si que te tomas en serio averiguar cosas... Vale, te hablaré de mí si tú me hablas de ti.
A partir de ahí la conversación giró alrededor de ellos mismos, sus familias, sus gustos y sus sueños para el futuro... hasta que terminaron el helado. Entonces era hora del paseo en barca prometido.