viernes, 5 de marzo de 2010

16. Menta y mandarina

Kamui, Akane, Ryuko y Kyojin habían subido al tren. Kamui había propuesto ir a un sitio que conocía, no estaba muy lejos y seguro que les gustaba… Al principio Kyojin y Ryuko rehusaron pero Kamui insistió, podía no haberlo echo e ir solo con la chica pero pensó que Kyojin parecía un buen chico y no iba a hacerle daño echarle un cable; era la primera vez que pensaba en otra persona y no es un propio interés, esto le causaba una especie de incomodidad pero bueno, también le venía bien que fuesen con ellos, él no hablaba mucho, seguramente porque solo se relacionaba lo imprescindible, así que, como no sabía de que hablar con Akane la chica terminaría aburriéndose, al menos, al estar con su amiga Ryuko se distraería.
El lugar era realmente precioso, un gran lago rodeado por un bonito jardín, muy bien cuidado, lleno de flores y un verde césped; también había barcas para navegar por el lago y en el centro de éste una fuente emergía.
- Espero que te guste Cenicienta - dijo sonriendo a Akane
- ¡Es... precioso! - exclamó Ryuko
- Yo diría que es tan perfecto que da miedo - repuso Akane
- Pensé que te gustaría.
- Carai chico, si que sabes impresionar a las chicas - habló de nuevo Akane.
- Estuve pensando en un lugar agradable para tomar algo y charlar.
- ¡Ah! - exclamó ahora Kyojin - ¿Qué también se puede comer?
- Hay una heladería por aquí, mi madre dice que tienen los mejores helados del mundo.
- ¿Y se puede subir uno a las barcas? - preguntó Akane.
- Pues claro, para eso están.
- ¿Podremos subir? ¿Subirás conmigo?
- Todo lo que tú quieras Cenicienta.
Akane caminaba al lado de Kamui, Kyojin y Ryuko se quedaron un poco atrás.
- Todo esto es muy bonito - comentó Ryuko - Pero seguro que es muy caro.
- Bueno siempre podemos sentarnos en la hierba y disfrutar del paisaje, no creo que cobren por eso.
- ¿Estás incómodo?
- No, porque estoy contigo, estaría más cómodo sin el Kaguya pero se puede soportar, sobretodo si hay helado.
El que estaba incómodo era Kamui, pero no porque estuvieran Kyojin y Ryuko, era una molestia interior, que le hacía sentirse extraño, tampoco era porque pensase en Momoka, era un desasosiego que de vez en cuando le llegaba, como un calor repentino que se adueñaba de sus sentidos y una necesidad tremenda de acercarse al cuello de Akane y aspirar ese condenado olor agridulce ¿Pero que clase de colonia usaba esa chica? Realmente era algo muy incómodo.
- Perdona Akane - la llamó Ryuko.
Akane se acercó a ella y Ryuko le murmuró algo.
- ¡Ah, yo también! - exclamó - Kamui perdona pero ¿Habrá algún sitio para... ir al aseo? Es que... ya me entiendes.
Lo increíble de Akane para Ryuko era que siempre lo decía todo con una naturalidad que la pasmaba, a ella, que todo le daba vergüenza.
- Claro, mira ya estamos llegando a la heladería.
Efectivamente ya llegaban. Kamui y Kyojin se acercaron al mostrador-expositor de los helados mientras las chicas buscaron los aseos. Kamui miró a Kyojin que observaba atentamente la lista de precios.
- ¿Algún problema?
- No, por mí está bien, como tengo necesidad de comer a menudo mis padres siempre me dan algo extra, es por Ryuko.
- ¿No la puedes invitar?
- No, no. No estamos saliendo ¿sabes? Se sentiría muy ofendida.
- No hace falta que nos sentemos en una mesa de la terraza, podemos pedir algunas tarrinas para llevar y sentarnos en la hierba.
- Creo que tengo una idea mejor ¿Te molestaría que Ryuko y yo nos fuéramos a dar una vuelta solos?
Kamui se cruzó de brazos y le sonrió.
- Me gustaría pasear con ella... a solas - añadió
- Lógico.
Kamui le miró a los ojos, realmente te notaba que a Kyojin le gustaba mucho la chica, en fin, adiós a sus planes, debería enfrentarse solo a Akane y a su colonia.
- Hazte un favor - le dijo - Aprovecha las circunstancias.
- ¿Qué?
- Es un lugar agradable, tranquilo, ella está preciosa, deberías decirle algo.
Kyojin le miraba muy extrañado, aquel chico no era el Kaguya que él conocía, ese era un impostor, seguro.
No hablaron más hasta que llegaron las chicas.
- Bueno, ya estamos aquí ¿Qué hay? - dijo Akane.
- Hemos estado pensando - habló Kyojin - Y es que a mi me apetecería dar una vuelta por estos jardines y... Ryuko ¿Querrías dar una vuelta conmigo? Podemos pedir el helado para llevar y así les dejamos solos, que al fin y al cabo, tienen una cita.
Akane parecía querer decir algo pero Ryuko se le adelantó.
- Si, si, me apetece dar una paseo y ellos que se suban a las barcas si quieren y lo que sea que se haga en las citas.
Akane no salía de su asombro ¿Kyojin se había atrevido a...? ¿Y Ryuko no había dudado en…? ¡Uy, cuanta decisión! ¿Sería por el precio de los helados? Akane observó la lista de precios y suspiró... pues sería por eso.
- Tú y yo los tomaremos en la terraza Cenicienta, yo te invito, soy el príncipe.
"¡Qué demonios!" pensó Akane "¡para una vez que voy a salir con el Kaguya, que me invite si quiere! Espero que luego no quiera cobrárselo... bueno, ya saldré del lío como sea ¡Ala, de perdidos, al río!"
- Bien pues ya está - continuó Ryuko bastante decidida - Cuando queráis iros nos dais un toque al móvil. Vamos a pedir.
- La señorita y yo - dijo Kamui a uno de los dependientes - vamos a sentarnos a la terraza, por favor, llévenos la carta.
- Bueno pues ala - les dijo Akane mirándoles todavía algo incrédula - ¡Qué os lo paséis bien!
- Akane, cualquier cosa me llamas ¿vale?
- Si, si, lo mismo digo y tú pórtate ¿Eh?
Allí se separaron.
Akane miraba la carta de helados, parecía tener una risilla floja en los labios.
- ¿Qué te pasa? ¿De que te ríes?
- De que me has llamado "señorita", nadie me había llamado antes señorita ¡Que glamour, chico!
- ¿Los chicos con los que has salido antes no…? Perdona, no quería ser indiscreto.
- Hoy estás extrañamente... ¿cómo lo diría?
- ¿Hablador?
- No tanto, digamos... sociable.
- ¿Tan insociable soy normalmente?
- No te ofendas, cada uno somos como somos, tenemos que aceptarnos, es lo que nos hace especiales ¿no?
- ¿Sabes lo que te hace especial a ti?
- ¿A mi? Que soy una manejanta supongo. Bueno ¿Tú sabes lo que quieres? Todo tiene una pinta tan deliciosa...
- Puedes pedir de varios sabores, a tu gusto.
- Pues a lo mejor es demasiado, no sé si podría con tanto.
- Entonces, pidamos uno par los dos.
- Hummh, no me decido si mandarina o chocolate ¿Tú que crees? Tiene que ser algo que combine con lo que tú pidas.
Kamui hizo un gesto al camarero que se acercó.
- Tráiganos una copa número 6 con mandarina, chocolate y menta.
- ¿Te añadimos nueces a la nata?
- ¿Te gustan las nueces Akane?
- Podemos poner otra cosa, cacahuetes...
- No, nueces está bien - respondió Akane.
- ¿Algo de beber?
- Dos especiales de la casa.
- De acuerdo, enseguida estarán.
Kyojin y Ryuko se habían sentado en la hierba mientras tomaban sus helados.
- ¡Qué bien se está aquí! - dijo la chica.
- Si
Kyojin pensaba que si estuviera allí Akira sería feliz tumbado en ese lugar tan pacífico. Vaya, eso le hizo recordar la conversación que había tenido con Ryuko.
- ¿Estás más animada?
- Si, estoy bien. Creo que mi problema es que dependo demasiado de Akane, a veces pienso que nunca la ayudo en nada.
- No digas eso, siempre estás a su lado, seguro que eres un gran apoyo.
- ¿Tú como lo sabes?
- Porque sí, porque lo noto, a Akane le gusta ocuparse de todo, yo... es una sensación pero creo que aprecia mucho tu amistad porque tu eres una de esas personas que...
Kyojin no sabía como explicarse, como decirle lo cálida y agradable que le parecía.
- Tú... tú... tú me gustas mucho.
Ryuko le miró llena de vergüenza, el chico dirigía su mirada hacía el lago.
- Akira es mi mejor amigo - continuó tratando de no dar importancia a lo que había dicho - Siempre he contado con él para todo, haré lo que sea para ayudarle, valoro su amistad por encima de cualquier cosa, averiguaré lo que pasó entre ellos y así podremos ayudarles.
- Tu si que eres un gran amigo.
- Y - sonrió maliciosamente - a lo mejor se reconcilian, quien sabe.
- Si es que hubo algo entre ellos - añadió Ryuko.
- A lo mejor aún quedan restos - concluyó Kyojin.
Y llenos de un optimismo renovado rompieron a reír.
Kamui hablaba poco, estaba demasiado absorto observando a Akane comer helado, mirando como los ojos de la chica brillaban mientras cogía un trozo con la cucharilla como si adivinara el placer que ese trocito le iba a proporcionar, como lo paladeaba y saboreaba, nunca se le había ocurrido pensar que ver a alguien comer pudiera ser tan hipnotizante.
- ¿Te pasa algo Kamui?
- No, solo pienso que en mi vida me he perdido muchas cosas por no mirar alrededor.
- Eso nos pasa a todos.
- ¿Todas las chicas sois iguales? Quiero decir que tú... yo nunca había visto...
- Es por el chocolate.
- ¿Qué?
- Que es culpa mía, por el chocolate. Es que me descontrolo, me olvido de todo, solo puedo pensar en el chocolate.
- No te entiendo.
- Entonces es que todavía no he hecho nada indecoroso... mejor.
- ¿Cómo te descontrolas?
- Me olvido de donde estoy y si estoy con alguien, es como que me evado del mundo.
- Lo siento, no lo sabía, no debí haber pedido más chocolate.
- No es culpa tuya, yo podía haber dicho otra cosa pero es que no lo puedo evitar... ¡Buah! Ahora si que te pareceré un bicho raro.
- Eres tan distinta a las chicas que suelo tratar que me asombrar y yo... es que eres como este helado de mandarina.
Akane mantuvo la cucharilla en la boca mientras miraba el helado, luego se la sacó, sonrió y señaló con ella a Kamui.
- Es igual que mi pelo ¿Eh?
- No, yo lo decía porque eres dulce y refrescante.
- ¡Qué comparación tan bonita! Nadie nunca había dicho que yo fuera refrescante y menos aún dulce... ¿Tú eres como la menta?
- Pues quizás sí porque la menta tiene un sabor intenso y deja algo de picos en la boca, no a todo el mundo le gusta la menta.
- Entonces este helado es como nuestra esencia, si tomo un poquito de cada - hizo lo que estaba diciendo - sabré como es una combinación nuestra... Hummh... No está mal, no combinamos mal del todo. Oye y dime ¿Momoka que sabor sería?
- ¿Momoka?
- Si, Momoka, ya sabes, la chica de nuestra clase, esa chica que tanto te gusta.
- Pues no sé, supongo que... melocotón.
Teniendo en cuenta que el nombre de Momoka significa "perfume de melocotón", Akane se echó a reír.
- ¡Qué poco original eres! ¿Te gusta el melocotón? Bueno, que tontería ¡claro que te gusta el melocotón! ¿Y Hikari?
- ¿Hikari?
- Estás un poco lento de reflejos, si, Hikari ¿Es que no se llama Hikari esa amiga tuya que todos dicen que es tan interesante?
- Si, si, se llama Hikari pues creo que sería... fresas; si, es dulce pero ácida a la vez, fresas.
- Carai, también te gustan las fresas ¿eh? Pero creo que te gusta más el melocotón ¿O no?
- Pero aquí no hay melocotón ni fresas, solo mandarina.
- Te tendrás que conformar ¿Quieres probarme?
Akane le ofreció una cucharada de helado, Kamui puso la mano encima de la suya y la bajó.
- Claro que quiero probarte - murmuró - me muero por probarte... ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡No sé lo que me ha pasado!
Akane le miraba con los ojos muy abiertos.
- ¿Te encuentras bien?
- No, no me encuentro bien ¡Es ese maldito perfume que parece apoderarse de mi!
- ¡Ostras! ¡El potingue de Jisei! ¿No me digas que al final si va a funcionar?
- Perdona, supongo que ahora querrás irte, voy a pagar - se levantó de su asiento.
- Espera, no me quiero ir, además tengo que terminar esta delicia.
- Pero yo te he ofendido.
- ¡Ah, no! No me has ofendido, al contrario, si me ha encantado, ahora me siento súper... vamos que se me ha inflado el ego.
- ¡Bah! No seas tan formal, he oído barbaridades peores.
Kamui se sentía realmente avergonzado y no sabía dónde mirar, era increíble que él, un Kaguya, hubiera perdido el control de sí mismo de esa forma.
- Me prometiste dar un paseo en barca.
- Estoy muy avergonzado.
- Ya, pero yo quiero mi paseo en barca ¿A que no sabes una cosa? Cuando te vi antes en las esquina, esperándome, yo también pensé que te daría un buen repaso.
Ahora era Kamui el que la miraba con los ojos abiertos de par en par.
- ¿Qué pasa? Las chicas también pensamos barbaridades, en realidad nuestro pensamiento es peor que el vuestro, te lo digo yo y tú estás tremendo, pero no tengas miedo, no te voy a violar, sé contenerme... tendría que comer mucho chocolate.
Kamui sonrió levemente.
- Vamos, come, este chocolate está buenísimo ¡creo que me va a dar algo!
"A mi si que me va a dar algo" pensó el chico y volvió a guardar silencio.
- Venga, si tú no comes me siento mal. Toma - Akane llenó su cucharilla de helado - Verás, cierra los ojos y deja que el sabor se extiendo por tu paladar, venga abre la boca y cierra los ojos.
Dudando, Kamui hizo lo que la chica le ordenaba, le parecía algo ridículo pero cuando cerró los ojos y se centró el paladear el chocolate, dejando que aquel sabor intenso inundara su paladar, entendió lo que trataba de explicarle.
Akane miraba su cucharilla, ahora Kamui la había chupado ¿Qué hacía? No podía evitar sentir cierto escrúpulo, no era muy amiga del intercambio de fluidos corporales, bueno, metió la cuchara en el chocolate, no iba a renunciar a esa delicia... y es que el chocolate la hacía olvidarse de todo.
- ¿A Momoka le gustan los dulces?
-¿A que viene ahora hablar de Momoka?
- Es porque te veo muy serio, pensé que te gustaría hablar de ella, normalmente hablar de la persona que nos gusta anima mucho.
- Eres tan... extraña. Me confundes continuamente.
- Solo quiero que estés cómodo, te veo tenso ¿Te sientes mal por estar conmigo?
- No, me encanta estar aquí, contigo y verte comer chocolate.
- Vaya - sonrió pícaramente - Eres un poco pervertido ¿Eh?
- ¡No! ¿Eso crees de mi? - Kamui se sentía cada vez más incómodo, para ser honestos, mientras la veía comer el helado, un par de veces había tenido unas ideas algo "inapropiadas" - ¿Piensas que yo…?
- Tranquilo que era una broma, pues si que te tomas en serio las cosas... vale, trataré de no pasarme más, lo siento.
- Está claro que no sé tratar a las chicas - dijo mirando al suelo.
- No hay un manual para aprender a tratarnos, solo hay que conocernos, cada una somos de una forma, Himeko es muy dulce, Karura orgullosa, Xu-Xu alegre y confiada, Jisei... Jisei es Jisei, no nos puedes tratar a todas por igual, somos como vosotros ¿Tú te imaginas lo que pasaría en lugar de ti estuviera ahí Nowaki? Seguramente nos pelearíamos por el helado ¿Y Karasu? No lo quiero ni pensar, una vez Xu-Xu dijo que las marionetas que hacía eran un amor y casi tuvimos que separarlo de ella con agua hirviendo, en la vida se me ocurriría decirle que el chocolate me descontrola y te advierto que a mi Karasu me gusta, pero manteniendo las distancias.
- Me gustaría saber tantas cosas de ti. Me gustaría saber como hablarte, como tratarte.
- Pues yo soy muy normal, tú se así, eres un chico silencioso pero no me importa, ya hablo yo por los dos, por eso me atraéis tanto los silenciosos.
Kamui suspiró, aquella situación y aquel perfume que le llegaba a oleadas cada vez mas fuertes le estaba desbordando, él no estaba acostumbrado a aquello, eso no podía continuar así, se sentía desprotegido, no, tenía que mantener la calma ¿Dónde estaba el Kamui tranquilo y frío de siempre? Estaba con una chica agradable, le gustaba ¿Y que hacía? Comportarse como un tonto ridículo. Definitivamente tenía que conseguir el control de esa situación, debía intentar ignorar ese olor y el calor que empezaba a invadirle, debía ser él mismo. A ver ¿Qué le apetecía en ese momento? Respiró profundamente ¿Qué quería? Si, había algo que llevaba deseando toda la tarde ¿Sería correcto? ¡Y que más daba!
Lentamente acercó su mano a una de las manos de la chica y rozó levemente el dorso con la yema de sus dedos para, inmediatamente y sin dar tiempo a reaccionar a Akane, cogerla suave pero con seguridad, entonces clavó sus negros ojos en aquellos de color turquesa.
- Me gustas, eres como la mandarina que suaviza el sabor de la menta, no sé lo que tienes pero a tu lado me siento distinto, creo que hasta sería capaz de enamorarme de ti.
Ya lo había dicho.
Akane tenía en ese momento la cucharilla en la boca y así se quedó, prácticamente helada, mirando entre aturdida y asustada a su acompañante.
"Esto está empezando a pintar raro" pensó. Tampoco tuvo tiempo de reflexionar más, con la mano que tenía libre, Kamui cogió su cucharilla, la llenó de helado de mandarina y la llevó a su propia boca, cerrando los ojos y saboreándolo.
Cuando abrió los ojos miró de nuevo a Akane que seguía observándole con la cucharilla en la boca.
- Me encanta la mandarina - susurró.
Por fin la chica sacó la cucharilla de su boca y sonrió.
- Reconozco que me has dejado sin habla y me alegro, pensé que te estabas aburriendo conmigo, pero ya veo que tienes sentido del humor.
- Me gustaría conocerte mejor.
- No hay mucho que conocer, soy esto que ves, no tengo una vida muy interesante.
- Toda la semana te he estado observando, en realidad creo que llevo observándote todo el curso sin darme cuenta. A parte de saber que te gusta el dulce, que tienes la manía de mordisquear los lápices y tus uñas, se que cuando te pones nerviosa das golpecitos en la mesa o en el suelo con el pié, que te preocupan más tus amigos que tú misma, que lo observas todo continuamente, sobretodo te encanta mirar los profesores sobretodo a Sigure y a Inari. Te gusta tocarlo todo, palparlo, te gusta sentir las cosas ya sea a través del gusto, del tacto... Cuando te sientas te sujetas la falda para que no se te arrugue y cuando quieres concentrarte te muerdes el labio. Siempre que te enfadas con Akira aprietas con fuerza la mandíbula y... también sé que cuando no te das cuenta... bueno, nada.
- ¿Qué pasa cuando no me doy cuenta?
- Que yo te miro y quizás alguien más.
- Vaya - dijo bastante impresionada - parece que sabes más de mí que yo misma.
- Pero no sé el día que naciste, ni si tienes hermanos o tu color favorito
- Eres como la CIA o algo así, chico si que te tomas en serio averiguar cosas... Vale, te hablaré de mí si tú me hablas de ti.
A partir de ahí la conversación giró alrededor de ellos mismos, sus familias, sus gustos y sus sueños para el futuro... hasta que terminaron el helado. Entonces era hora del paseo en barca prometido.

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