lunes, 31 de mayo de 2010

26. Secretos, amigos y apuestas

Después de terminar todo lo que tenía pendiente, Kamui acompañó a Akane hasta la salida. Por el camino se cruzaron con su madre.
- ¿Te vas ya?
- Si señora, ya he puesto a Kamui al día.
- ¿Te ha gustado el pastel?
- Muchísimo, estaba delicioso ¿sería muy impertinente por mi parte pedirle la receta?
- ¡No, por dios! Se la daré a Kamui para que te la entregue. Espera un momento, no te vayas, por favor.
La madre de Kamui se marchó bastante deprisa, cruzándose por el camino con el padre.
- ¿Ya te marchas? Tenias que haberme avisado Kamui para poder despedirla.
- No se moleste señor, por favor.
- ¿Vives muy lejos?
- Bueno pues no se, vine en autobús con su sobrino, la verdad, no se si sabré volver. Momoka me ha hecho un plano pero no entiendo nada ¿Me podrías decir donde cojo el autobús, Kamui?
- Kamui, acompáñala, no podemos permitir que se pierda.
- Oh, no hace falta, solo…
- Insisto. Además hace muy mala tarde, mi hijo no sería un caballero si te dejara ir sola ¿verdad?
- Si padre. No es molestia Akane, yo te acompaño.
- Coge mi paraguas, es más grande y os cubrirá mejor.
- Pero yo ya tengo…
- Señorita Akane, no me haga insistir, los Kaguya somos muy soberbios.
- Ya vuelvo - decía la madre - Toma querida, ponte esto.
La señora Kaguya llevaba una gabardina en las manos.
- Pero…
- Póntela, está lloviendo a mares.
- Señora Kaguya, gracias por su amabilidad - Akane se puso la gabardina.
- Te queda perfecta. Espero verte más veces por aquí, Akane.
- Muchas gracias por todo, señores Kaguya.
- Cuídala Kamui.
- El gusto ha sido nuestro, jovencita.
Decidieron ir andando. Kamui llevaba la cartera y el paraguas.
- Déjame llevar a mí el paraguas hombre, me siento como una inútil.
- Cuando me canse te lo doy ¿vale?
- Peor para ti, a veces hay que saber compartir las cargas, aunque puedas tu solo con todo.
- ¿Eso ha sido una metáfora?
- Ha sido algo ¿A que me ha quedado bien?
- A mis padres les has caído bien.
- ¿Tu crees? Deben pensar que soy un ser raro, seguro.
- Y a todo esto ¿Dónde vives?
- Tengo que ir primero a casa de Jisei, he quedado con ella para hacer los deberes, si no los hago hoy tengo el presentimiento de que no los haré.
- ¿Y eso?
- Mañana voy a tener un día movidito.
- ¿Si ganamos vendrás a celebrarlo con nosotros?
- No creas, si me gustaría, pero va a ser imposible.
Así, paseando y charlando llegaron hasta la esquina donde se habían citado el domingo anterior.
- Bueno Kamui, ya no me acompañes más, no hace falta. La casa está allí, has sido todo un caballero, tu padre puede estar orgulloso.
- Bueno no insistiré, mañana nos vemos.
- Ajá - Akane abrió su paraguas - Tengo un permiso y puedo ir en el autobús, así que formo casi parte del equipo.
- Nos traerás suerte. Toma tu cartera.
- Gracias por todo Kamui ¡Hasta mañana!
- Espera Akane… quería decirte que… sé que te han hecho daño, que tu corazón está resentido pero yo… quisiera que me dejaras demostrarte que no todo es malo, quisiera que volvieras a confiar.
Akane no contestó, se limitó a ofrecer una amable sonrisa y se alejó por el mismo camino que hacía a penas cinco días la había visto acercarse. Kamui se dispuso a girarse cuando alguien chocó con él.
- Lo siento, yo… ¿Kamui?
- ¿Inari-sensei? ¿Estás bien?
- Si, es que no veía por donde iba con esta lluvia. ¿Qué haces por aquí en una tarde tan mala?
- Kumoyuki me ha llevado los deberes y yo la he acompañado, ella no sabía volver.
- Vaya, muy amable de tu parte… y típico de ella. Yo he venido a ver a unos amigos ¿Listo para el gran partido?
- Esperamos hacerlo bien.
- Estupendo. Bueno, que tengáis suerte y paséis a la final.

- ¿Y esta gabardina tan chula? - preguntaba Jisei mientras la examinaba.
- Es de la madre de Kamui, me la ha dejado.
- Uy, uy, uy ¿Así que tu suegra te presta ya la ropa, eh?
- ¿Quieres que le cuente lo que has dicho a Momoka?
- Creo que no ¿Y como es su madre?
- Es una señora guapa, elegante, con mucha clase.
- Parece que te ha gustado.
- Si, es amable y dulce y tiene una casa… con un jardín… y un salón…. Y…
- ¿Y su padre?
- Serio, muy formal, así como Kamui.
Sonó el timbre de la casa.
- Ya voy yo - se oyó decir a Kisuke.
- Huele bien - decía Jisei llevándose la gabardina a la cara - ¿Y que te han dicho?
- Me han preguntado por mis padres.
- Claro, seguro que querían saber que clase de familia es la tuya, hay que saber con quien se emparenta uno.
- Hoy estás algo tontita ¿no?
- Hola, buenas tardes - saludó Inari entrando.
- Inari-sensei, buenas tardes - habló Jisei.
Inari se acercó a ella, pegando casi la nariz a la de la chica.
- I-na-ri - dijo lentamente - Te he dicho que me llames solo Inari.
- Vale, Inari - respondió Jisei algo nerviosa.
- Es que no sabe separar su vida privada del instituto - dijo Akane.
- ¿Y tú si, listilla? - refunfuñó Jisei.
- Claro, cuando le veo en el instituto le odio, pero ahora solo le tengo manía, es que me recuerda a uno de mis profesores, no es nada personal.
- Vale, me acabas de golear - dijo Inari.
- Tú a la pulga no la hagas ni caso - intervino Kisuke.
Kisuke era alto, moreno, con el pelo muy corto y los mismos ojos negros que Jisei.
- Ya está el listo que todo lo sabe abriendo la boca - comentó Akane.
- ¿Qué hacéis? ¿Los deberes? - preguntó Inari.
- Si - respondió Akane - Los que mi odioso profesor de Biología, que se cree que es el único del instituto, nos ha puesto.
- Ese débe ser un negrero - afirmó Inari.
- ¡Ya te digo!
- Bueno, no venía a invitaros a comer mañana, es que el martes es mi cumpleaños.
- ¿Cuántos cumples? - interrogó Kisuke.
- 26
- Jo, que viejo eres - habló Akane - ya tienes más de un cuarto de siglo, profe.
- Los profesores de Biología son muy rencorosos ¿lo sabías?
- Tú a la pulga ignórala, te lo tengo dicho - repitió Kisuke
- Bueno ¿vendréis a comer?
- ¿A la pulga también la invitas?
- Jisei - habló Akane - Abre la ventana que tenéis un moscardón en casa.
- Si ella quiere, está invitada.
- Gracias Inari, te lo agradezco como si fuera.
- Lo digo en serio.
- Mañana tengo que ir al partido y luego haré de niñera con mi hermano pequeño, imposible.
- Oye, antes me he encontrado con Kamui en la calle ¿Te ha acompañado y todo?
- Han venido los dos juntitos, los dos bajo el paraguas - se burló Jisei - ¿No es bonito?
Akane le lanzó una mirada asesina.
- ¿La pulga y un Kaguya están saliendo?
- ¿Conoces a Kamui?
- Todo el mundo conoce a los Kaguya.
- ¿Estás saliendo con Kamui?
- He ido a llevarle los deberes, los mismos que intentamos hacer.

Sonó el timbre en casa de Akira.
- Debe ser Yuri, le he pedido que viniera.
- ¿Por qué? - se asombró Sumire.
- Para no hacer nada de lo que nos arrepentiríamos. Voy a abrir.
Yuri entró como siempre, triunfante y llenándolo todo con su carisma.
- ¡Ya estoy aquí! ¿Qué tal Sumire?
- Yuri ¿Qué tal?
- ¿Cómo te has visto en esta situación?
- Me caí y…
- Ya, ya. Ya estoy yo aquí ¿te lo ha hecho pasar mal este zoquete?
- No, si ha sido un encanto.
- Pues eso no es lo que me ha dicho a mí, por eso estoy aquí, temía por tu integridad.
- Pero si he sido yo la que le ha puesto en un apuro.
- ¿Y eso?
- Le he pedido un beso.
- ¿Y?
- Vamos a dejarlo Yuri - intervino Akira.
- ¿Y no se lo has dado? ¿Por qué no se lo has dado? ¿Tú eres tonto o que te pasa?
¿Y por qué se lo has pedido a este inútil?
- Tú me lo dijiste ¿No te acuerdas?
- ¿Yo? Hummmh…. Puede ser.
El timbre volvió a sonar.
- ¿Has llamado a más gente? - volvió a preguntar Sumire.
- No. Voy a ver.
Al abrir la puerta Akira se encontró con una sonriente Xu-Xu y Kenshi apoyado en la pared.
- ¡Hola figura! - saludó Kenshi.
- ¿Está Sumire?
- Si pero ¿Qué hacéis aquí?
- Sumire me ha llamado, me ha dicho algo de que estaba… tonta o algo así.
- Pasad, pasad, está en la cocina.
Linda, la perrita de Kenshi ladró a los pies de Akira.
- ¿Has traido a tu perra?
- Estaba paseándola cuando me encontré a Xu-Xu.
La gatita naranja se acercó a la puerta, al ver a la perrilla se quedó quieta, Linda volvió a labrar y entró corriendo en la casa, la gata le siguió.
- ¡No, no! - exclamaba Akira - Linda… Kumiko…
- ¡Eh, Linda, ven! - la llamó Kenshi.
Pero ni el gato, ni el perro hacían caso, parecían muy contentos de verse y correteaban uno detrás de otro por toda la casa.
- ¡Kenshi controla a tu perro! ¡No, Linda, no, baja del sofá!
- ¡Linda, ven te digo!
Akira corrió a abrir la puerta que daba al jardín trasero.
- ¡Eh, Linda, vamos, salir fuera a jugar!
Los dos animalillos salieron dando saltos.
- ¿Los vas a dejar ahí fuera con lo que está cayendo? - preguntó Xu-Xu.
- ¿Sabes la que me puede caer a mí si les dejo corretear a su libre albedrío? Además Linda debe estar acostumbrad, Kenshi la saca caiga lo que caiga ¿Has visto como han puesto el sofá?…. Ah…Ahora tengo que limpiarlo todo.
Yuri y Sumire entraban en el salón.
- ¡Xu-Xu, has venido! - gritó alegre Sumire.
- Me dijiste que viniera ¿no?
- Hola Sumire, yo también he venido. Hola Yuri.
- Ya veo que vino ayuda - dijo Xu-Xu mirando a Yuri.
- ¿Ayuda? - casi gritó Kenshi - Aki tu no… espero que no…
- Ahhh - se quejó el aludido mientras limpiaba el sofá.
- ¿Y por qué has venido tú Yuri? - preguntó Xu-Xu.
- Por lo mismo que tú, creí que Sumire necesitaba ayuda.
- ¡Pero si a ti te he llamado yo! - gruñó Akira.
- ¿No será que querías hacer un trío? - se burló Kenshi.
- Kenshi, deja tu imaginación descansar un rato, anda - habló Akira.
- Sumire le ha pedido a Aki que se enrollaran - explicó a su manera Yuri.
- No Yuri, no ha sido así - explicó Sumire.
- Esto si que es bueno - rió Kenshi - ¿Lo has hecho?
- ¡Kenshi! - gritó Xu-Xu.
- ¡Y has llamado a Yuri para hacer un trío! - insistió Kenshi.
Akira le miró de forma aburrida.
- Solo le pedí un besito, solo eso.
- ¿Y te lo ha dado? - preguntó angustiada Xu-Xu.
- No.
- ¿Ves Yuri? - la recriminó la castaña - Todo es culpa tuya, tú le dijiste que se lo pidiese.
- ¡Ay, chica, que exagerada eres! Pero si solo era un beso y el panoli éste no ha querido.
- ¿Cómo que no has querido? - Kenshi se acercó a él peligrosamente - Pero… ¡estás dejando en ridículo a todos los hombres del mundo!
- Pues dáselo tú - le dio la réplica Akira - Ella solo quiere saber lo que se siente, machote.
- Es que… te lo ha pedido a ti.
- Ya… pues entonces, tema cerrado.
- ¡Ya sé! ¡Ya sé! - gritó Yuri - Podemos jugar a la botella ¿eh?
- ¡No! - cortó Xu-Xu - Aquí nadie va a jugar a nada.
- Yo quiero jugar - habló Kenshi entusiasmado - Yuri también ¿Y tú Sumire? Si ¿no?… Vale, tres de cinco, ganamos.
La mirada asesina de Xu-Xu le hizo callarse.
- Bueno a lo mejor no es buena idea, vamos… que es horrible.
- ¿Tanto te cuesta dar un besito a la chica, Aki? - dejó caer con malicia Yuri.
- Quizás los está reservando para otra persona ¿no Aki? - añadió también malicioso Kenshi.
- ¡Dejadme en paz! ¡Vaya aburrimiento!
- No - continuaba Kenshi - No puede ser eso porque el otro día besó a Yuri, claro, a lo mejor solo quiere besar a Yuri.
Akira sentía todos los ojos clavados en él, eso era muy incómodo.
- ¡Pensar lo que queráis!
- ¿Y no hay manera de hacerte cambiar de idea? - Yuri se pegó prácticamente a Akira - El primer beso debe ser especial y tú sabes como hacerlo especial.
- ¿Es cosa mía o el ambiente te está calentando? - murmuró Xu-Xu.
- Si molestamos nos vamos - añadió Sumire.
- ¡Esta bien! ¡Está bien! Como veo que no os vais a callar vamos a hacer una apuesta ¿de acuerdo?
- ¿Qué apuesta? ¿No será una partida de ajedrez? - se quejó Kenshi - eso sería trampa.
- ¿Creéis que soy el único que se niega a un beso? Vale, si conseguís que Akane me de un beso yo besaré a quien queráis.
- ¿Akane? - gritó Sumire - ¿Quieres un beso de Akane?
La sonrisa de Kenshi se hizo tremenda.
- Pero si Akane dij… - empezó a decir Xu-Xu pero se cayó al ver que Akira le hacía un gesto con los ojos.
- Quiero que Akane me de un beso a mí, voluntariamente y no yo a ella, si no ella a mí.
- ¿Solo eso? - preguntó Yuri.
- A ver si lo consigues.
- Yo consigo lo que quiero.
- Y no vale que la engañes, las tretas extrañas no sirven.
- Trato hecho - Yuri le ofreció la mano a Akira, este la estrechó.
En un descuido de las chicas que parecía muy emocionadas con esaºapuesta, Kenshi se acercó a Akira.
- ¿No es muy arriesgado lo que has hecho? - le murmuró - ¿Y si no lo consigue?
- Kenshi… no lo va a conseguir.
Ahora si que Kenshi estaba perplejo del todo.

Kamui no regresó directamente a su casa, antes pasó por la cafetería donde por las tardes trabajaba Hikari ayudando a sus padres. Allí, sentados en una mesa, aburridos, sin hablarse, estaban Shugo y Setsu.
- ¡Kamui-kun! - se acercó melosa a él Hikari, una chica de pelo largo y rizado, de color castaño cobrizo y ojos marrones, en cuanto le vio entrar - ¿Cómo es que has venido?
- Quería tomar un café ¿Puede ser? - respondió secamente.
- Claro, siéntate, ahora mismo te lo llevo.
Kamui se acercó a la mesa de sus amigos, el rubio Setsu de llamativos ojos color malva y Shugo, alto y corpulento.
- ¿Cómo es que te han dejado salir? - preguntó Setsu.
- Tenía que acompañar a alguien.
No tardó en aparecer Hikari con una taza de café, por supuesto, al gusto de Kamui. Se sentó a su lado y se quitó las gafas de pasta negra que llevaba para mirar de Kamui de una manera sugerente.
- ¿Qué haces? - inquirió Setsu - ¿Y tu trabajo?
- Hay poca gente, mi padre me deja tomarme un descanso para estar al lado de mi Kamui.
- ¡Petarda!
- ¿Tienes algo que decir, inútil?
- Ya, ya… todos sabemos lo que quieres tú de Kamui ¿A que sí?
- ¿Te parto la boca? - amenazó levantando un puño.
-¡No empecéis! - gruñó Shugo tensando todos los músculos de la cara.
Los dos le miraron casi con miedo. Shugo era un chico tranquilo, hablaba poco y no solía meterse con nadie, pero a veces, cuando algo le molestaba, solía mostrar una faceta totalmente distinta, violenta y bastante agresiva.
- Déjalo Shugo - habló Kamui.
Shugo le miró y pareció tranquilizarse, relajando el rostro. No se sabía muy bien por qué pero Kamui parecía tener el don de apaciguarle. En realidad es que él necesitaba creer que así era, siempre se había sentido muy solo e incomprendido, ese carácter suyo no era bien recibido, él único amigo que había tenido en su vida era Kimisuke, pero ahora sus caminos se había separado, no es que ya no fueran amigos, no, seguían siéndolo, muy buenos amigos, solo era que no coincidían tanto.
- Hay una chica en mi clase que me interesa - continuó hablando Kamui.
- ¿No será la pavisosa de las narices? - habló molesta Hikari.
- No me refiero a Momoka.
- ¿Entonces te gusta otra? - preguntó sarcástico Setsu - ¡Chúpate esa, Hikari!
- ¿Qué tienes que decir tú desgraciado? ¿Quieres que te recuerde las calabazas que te dio la rubia?
- ¿Eso a que viene ahora?
- ¿No será la rubia, Kamui?
- ¿Quién? ¿Te refieres a Yuri? No, no es ella.
- Lástima, me hubiera gustado que se la restregaras por los morros al cantamañanas éste.
- ¿A ti te gusta Yuri, Setsu?
- La verdad es que está muy bien…
- Cada vez que la ve se pone como una moto - añadió Hikari.
- ¿Igual que tú cuando ves a Kamui?
- ¡Cierra esa boca si no quieres que te la parta! Pero le dio unas calabazas como catedrales ¡Cómo me reí!
- El caso es que quiero que algún día venga con nosotros - les ignoró Kamui - Quiero que me conozca, que sepa como soy.
- Pues claro Kamui - habló Shugo - Si es amiga tuya…
- Eso es lo que quiero, que sea mi amiga.
Hikari guardó silencio. No le gustaba aquello, no le gustaba nada, pero no diría nada, conocía bien a Kamui y sabía que los celos y sentimientos de posesión no eran bien recibidos por él, a Kamui no le gustaba sentirse atado emocionalmente a nadie y menos que le agobiasen ¿Quién sería esa chica?
- Kamui - dijo al fin - ¿La conocemos?
- Supongo. Es una compañera de clase.
- ¿No será por la que amenazaste a Zenko? - se aventuró Setsu - Me lo imaginaba. No está mal, a mi me gustan las rubias pero no le haría ascos.
- Ten cuidado con lo que dices - habló bastante serio Kamui.
¿Así que era esa cabeza de calabaza? Bueno, no era demasiado especial, sería cualquier capricho de Kamui, cavilaba Hikari, no había problema, ella era una chica paciente, sabía esperar, dejaría que Kamui se divirtiese todo lo que quisiera, que probase cosas nuevas, al final, se cansaría y ella estaría allí, esperándole. Pero el que fuese paciente no quería decir que fuese tonta o que no lo sintiese.
Hikari sentía por Kamui una atracción que no era capaz de controlar ni de explicar, era algo que la dominaba y la impedía razonar, para ella Kamui era más que cualquier chico normal y era consciente de lo que le pasaba y también era consciente de que esa atracción podía llegar a dominarla si no conseguía controlarla, por eso le daba toda la libertad que él quisiera, porque si se dejase llevar por sus impulsos puede que Kamui la apartase de él.
De cualquier forma lo que peor llevaba Hikari era el tema de Momoka, por ahí no podía, no la soportaba ¿Quién se creía que era esa niña? Siempre se comportaba como si ella fuese la única amiga de Kamui, la única con derecho a conocerle ¿Qué se pensaba? ¿Qué Kamui no tenía más amigos que ella y el rubito? Es que no podía con ella, le molestaba todo, su pelo liso perfecto, sus ojos verdes, su cara de niña buena, su manera de hablar, sus lagrimitas… no, no la soportaba, cada vez que la veía pegada a Kamui le entraban ganas de tirarla del pelo y…
Respiró hondo, tenía que tranquilizarse, se alteraba demasiado con ese tema ¿Pero que se había creído la niñata esa? Kamui iba a ser suyo, ya podían ir olvidándose todas esas tontas de él.
- ¿Sabes que te pareces a ella? - comentó burlón Setsu.
- ¿Qué dices? ¿Qué yo me parezco a esa? - gritó enfurecida - ¡Ni en el blanco de los ojos, fíjate lo que te digo!
- Pero las dos tenéis gafas y el pelo así…
- ¡No compares! ¡Yo no tengo el pelo color calabaza!
- ¿Estáis listos para el partido de mañana? - preguntó Kamui.
- Listos y en forma - contestó Setsu.
- He invitado a Momoka y a Yuri, espero que si nos juntamos seáis amables con ellas.
Hikari se sintió más que molesta ¿Por qué las invitaba a ellas? ¿Qué se traía Kamui entre manos?
- Eso díselo a ésta.
- ¡Tú te callas! Yo haré lo que Kamui me pida, y si quiere que sea amable, lo seré.

Karura había puesto una enorme cartulina en el suelo. Delante de ella, con unas tijeras en la mano, iba recortando fotos de varias revistas y luego cuidadosamente pegándolas, lo había con mucho detenimiento, pensado el lugar exácto donde debían ir.
Cualquiera que la viera pensaría que estaba realizando algún trabajo del institutto pero no, no era así, se trataba de un ejercicio que solía hacer cuando se encontraba intranquila o sentía que la ansiedad comenzaba a rondarle, porque sí, Karura era humana, no era ninguna supermujer con nervios de acero, ella en ocasiones también se sentía intranquila e insegura y esta era una forma de ayudarse a si misma, buscaba imágenes que reflejaban su estado de ánimo actual, las recortaba y formaba un collage con ellas y de esta manera, mientras se concentraba en buscarlas y en analizar como se sentía comenzaba a ordenar sus pensamientos y de alguna forma conseguía entenderse a sí misma.
Karasu entró en la habitación y se quedó mirándola pensativo.
- ¿Algún problema? - le preguntó después de analizar las imágenes pegadas en la cartulina.
Karura dio un profundo suspiro.
- Estoy como intranquila.
- Eso ya lo veo ¿Por algo en particular?
- Si… bueno… son cosas.
- ¿Te serviría hablar con tu hermano?
- No creo, a lo mejor me pongo más intranquila. Pero no te preocupes, no es nada, ideas extrañas que de pronto se instalan en mi mente.
- Te preocupas demasiado, sea lo que sea seguro que tiene arreglo.
- Si… seguro. Tienes razón, si es un tontería.
Karura miró a su hermano, quizás le vendría bien hablar con alguien, estaba segura de que era una obsesión suya pero era algo que llevaba por dentro y parecía desquiciarla pero ¿Cómo se lo díría? Estaba segura de que Karasu no lo comprendería, es más, se enfadaría, sus hermanos son muy exagerados para estas cosas, el haber crecido prácticamente solos, sin su madre y con aquel padre esquizofrénico les había vuelto muy suspicaces.

Pero debería hablar con alguien, estas tonterías se disipan cuando hablas con alguien que te ayuda a ver las cosas desde otro punto de vista. El problema que ella tenía es que, como no hablaba, como se lo guardaba dentro, no hacía más que darle vueltas y vueltas y lo magnificaba todo… si, debería hablar con alguien pero ¿Con quien? ¿Himeko? Tenía confianza con ella pero ¿llegaría a tanto? ¿qué pensaría de ella? ¿Xu-Xu? Era una chica muy amigable y siempre parecía dispuesta a ayudar pero ¿tenía tanta confianza? ¿Akira? Era un chico y además ya sabía lo que le iba a decir… ¿Hizashi? Imposible, era su amigo pero… no, imposible. ¿Y con Fuma?… ni pensarlo, eso solo la causaría más stress.

¿Por qué de pronto se sentía tan sola?

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