martes, 25 de mayo de 2010

25. Conociéndote un poco más

A Sumire el camino se le estaba haciendo larguísimo. Por fin, Akira se paró frente a una casa y tocó el timbre.
- ¿Vives aquí?
Akira pensaba que aquella había sido una pregunta bastante tonta; a él, sus piernas parecían no querer obedecerle más.
Un chica algo menor que Akira, parecida a él, solo que con rasgos más femeninos, ojos más grandes y el pelo muy largo y suelto, abrió la puerta.
- ¡Mamá! - gritó al verle allí, cargando con esa chica a la espalda - ¡Aki se ha encontrado algo!
- ¡Déjame pasar! - gruñó Akira.
- ¡Vas a mojarlo todo, inútil!
- ¡Qué me dejes, pelmaza!
La chica se apartó y Akira entró. Sumire bajó de su espalda y el chico se estiró.
- Gracias Akira.
- ¡Mamá! - volvió a gritar - ¡Tu hijo ha secuestrado a una chica!
- ¿Qué pasa? - dijo un hombre que era como el clon de Akira pero mayor y con una pequeña perilla, asomándose - ¡Por dios! ¿Qué te ha pasado?
- ¿A qué vienen esos…? - su madre, que curiosamente se parecía a la muchacha, se acercó - ¿Dónde te has metido?
- Ella es Sumire - dijo Akira tranquilamente - Es una compañera de clase, me la he encontrado en este lamentable estado.
- Buenas tardes, siento la molestia, su hijo ha sido muy amable y me ha ayudado.
- Pero hija ¿Qué te ha pasado? - añadió la madre alarmada - Pasa, pasa bonita, quítate ese chubasquero ¡pero si estás empapada!
- No, no mucho. Akira se ha mojado más.
- Akira ¡Tráele uno chándal tuyo!
- Señora yo no…
- O mejor, uno de Chiharu.
- ¡No! - gritó la hermana - ¡Que éste no entre en mi cuarto! Yo lo traigo.
- No, mejor no, que suba arriba, vamos.
Akira se estaba quitando las zapatillas.
- Chiharu lleva el chándal al aseo de arriba, ¡vamos Aki, espabila, que es para hoy!
- Pero señora…
- Nada, nada, ahora mismo Akira te sube arriba, te quitas esa ropa y te lavas un poco. Y tú - dijo dirigiéndose a su hijo - Por una lavadora con su ropa y luego la secadora ¿entiendes?
- Si… vale.
- ¿Cómo has dicho que te llamas, bonita?
- Sumire Sawanaguchi, señora.
- ¿Y que hacías en la calle con éste tiempo?
- Es que tengo que imprimir unas cosas.
- Akira te las imprimirá ¿me escuchas Akira?
- Siiiii - contestó pesadamente.
- Que le prepares algo calentito ¿me oyes? Y no la dejes marcharse hasta que deje de llover o mejor, la acompañas ¿Y mis huevos? ¿Has traído los huevos?
- No me ha dado tiempo.
- ¿Cómo que no te ha dado tiempo?
Akira optó por no contestar.
- Ya está - dijo Chiharu regresando - Te he dejado un chándal en el servicio.
- Pero es que yo…
- No te olvides de los huevos y date prisita que regalan unos flanes.
- Que si… ¡que pesada!
- Y dale toallas limpias a esta chica.
Un gato de color naranja se acercó a Akira y empezó a olisquear sus piernas. Chiharu le cogió en brazos.
- No te acerques a este, que te va a mojar.
- ¿Te has enterado de lo que tienes que hacer?
- Siiii. Toalla, lavadora, secadora, imprimir, huevos, flanes, algo calentito, acompañar…
- Y pórtate bien - añadió el padre - Venga, nosotros nos vamos.
- Y también te duchas - habló la hermana - que hueles a ciervo mojado.
- Bueno pues ¿nos vamos o qué? - preguntó el padre.
- Si, ya vamos - respondió la madre - Tú tranquila y descasa bonita y tú, ven y dame un beso.
- ¡Pero si ya nos hemos despedido! - se quejó el chico.
- ¡Que vengas! ¡Soy tu madre y si quiero un beso de mi niño me lo das! - pero fue ella la que plantó un sonoro beso en la mejilla de Akira - Estás empapado, quítate esa ropa o cogerás un pulmonía ¡Ay, mi niño pero que…!
- Mamá, por favor…
- ¡Y no te olvides de los huevos! ¿Eh?
- Ni de dar de comer a Kumiko - agregó la hermana dejando al gato en el suelo - ¡Y ni se te ocurra entrar en mi cuarto!
- Que sí, que vale, ala… largaos.
- Y limpia todo esto hermanito, que mira como lo estás poniendo.
Akira abrió la puerta de la calle.
- Largaos de una vez
- ¿Sabes lo que tienes que hacer, no?
- ¿Otra vez? Que siiiii.
- Y no te olvides de los huevos.
- Que nooooo.
- Volveremos el domingo por la tarde.
- Pasarlo bien.
- ¡Y no toques mis cosas!
La madre volvió a darle otro sonoro beso.
- Adiós asqueroso - se despidió la hermana.
- Si, yo también te echaré de menos.
- Y da de comer a Kumiko.
- Vamos, no te quedes ahí, sube a esta chica arriba.
- ¿Os vais o no?
Sumire estaba alucinada, no había podido decir ni una frase completa.
- Adiós Yo soy Chiharu, la hermana de éste inútil, encantada ¿eh?
- ¡Vamos! - dijo finalmente el padre - O no llegaremos nunca. Que pesadas sois las mujeres ¡por dios!
Por fin todos salieron y Akira cerró la puerta.
- Mi familia - dijo con tono de suplicio - Bueno, sube a mi espalda otra vez.
- No, no, mejor me marcho.
- ¡No digas tonterías! ¿Y lo que tienes que imprimir? Venga, la impresora está arriba.
- Yo no quería molestarte.
- No es molestia, además tengo que lavar tu ropa.
- No hace falta, yo imprimo eso y me voy.
- Ah no, mi madre lo descubriría.
- ¿Cómo lo va a descubrir?
- Mi madre lo descubre todo, venga, arriba.
Sumire volvió a apoyarse en la espalda de su compañero, esta vez la notó húmeda y fría.
- Estás helado, te noto tiritar.
- No es nada, enseguida entraré en calor.
Akira la dejó en la puerta del servicio.
- Pasa, voy a darte una toalla limpia - abrió un armario sacando una cesta y una toalla - Lávate un poco.
Sumire miraba su venda manchada de barro.
- Luego te la cambio, no te preocupes, mira, el chándal de mi hermana, hecha tu ropa en esta cesta y déjala en la puerta ¿vale?
- Akira, estoy pasando mucho apuro.
- No te apures, dame tu mochila, la voy a dejar en mi cuarto es… - se alejó para abrir una de las puertas - Es ese. ¡Ah! Te voy a subir las muletas ¿De acuerdo?
- Gracias Aki.
Akira pasó por su cuarto y encendió su ordenador, un pequeño portátil, luego salió y se dirigió a otra habitación, parecía un despacho y allí encendió la impresora. Bajó a por las muletas y las subió, Sumire ya había dejado la cesta con su ropa en la puerta. Tocó esta con los nudillos.
- ¿Sumire?
- Si, dime.
- Mira, voy a salir a por los huevos de mi madre, te dejo sola un rato.
- Bueno, no importa.
- En mi habitación hay un ordenador, te lo dejo encendido, la impresora está en la habitación del fondo, la última del pasillo, tenemos red inalámbrica así que puedes pedir la impresión sin problemas, tiene papel pero no se si tienes que imprimir mucho.
- No te preocupes. Muchas gracias por todo.
- Te dejo las muletas aquí fuera.
- Vale, gracias.
- No creo que tarde demasiado.
- No te preocupes por mí Aki, estoy bien.
Akira analizó si cambiarse o no de ropa, no, mejor lo haría al regresar, después de una ducha calentita. Se puso las zapatillas, estaban heladas y asquerosamente húmedas. En fin, pondría la lavadora cuando volviese, así metería también su ropa. Salió fuera, el aire golpeando su ropa mojada le hizo sentir un frío intenso, casi doloroso "¡Menuda tarcedita estoy pasando! "Pensó.
Sumire terminó de ponerse el chándal que le habían preparado y abrió la puerta.
- ¿Akira? ¿Te has ido ya?
La habitación de Akira era un cuarto amplio y a juicio de Sumire extrañamente vacío, un armario, un sinfonier, la cama, un escritorio con una silla de apariencia comodísima y ya está. Encima de la cama reposaba una guitarra y su mochila, en el escritorio estaba el ordenador, varios papeles y cuadernos, una carpeta, lápices. En las paredes no había cuadros, ni fotos, solo un corcho en un rincón, eso si, plagado de fotos pinchadas en él. Era lo que se decía una habitación estoica. Sumire cogió su mochila y sacó el pen-drive, se sentó frente al ordenador, en él, un fondo de pantalla de un cielo con blancas nubes le daba la bienvenida. Introdujo el pen-drive y esperó a que el ordenador lo reconociese mirando las papeles que había encima del escritorio "El sueño de una noche de verano" se podía leer en uno de ellos y el nombre de cada uno de la clase, "Vaya, Akira está haciendo sus deberes".
Abrió la carpeta, había un dibujo, era como el dibujo de su foto que había hecho Suo, si, era como ese pero más pequeño ¿le había hecho uno a Akira? No, no era igual, el que ella había visto los protagonistas estabas a escasos milímetros el uno del otro, a punto de besarse, pero en ese si se estaban besando, y por el gesto dibujado, muy apasionadamente.
- ¡Ala! - exclamó Sumire - ¡Menudo beso!
Sintiéndose como si estuviera espiando a esa pareja, cerró de golpe la carpeta, mejor no seguir mirando.
El ordenador dio un pitido. Ya había reconocido el pen-drive. Abrió los archivos y pidió la impresión.
Ahora abrió el cuaderno, en el había partituras de canciones, algunas con la letra escrita debajo de los signos, hojas sueltas con lo que parecían poesías escritas atropelladamente. Miró la guitarra.
- Akira escribe canciones… increíble - Cogió una de las hojas y leyó - ¡Que bonita! ¡Ay, que bonita!
Arrancó una hoja en blanco el cuaderno y copió lo escrito en una de las hojas. Rápidamente la guardó en la mochila. Luego dirigió su interés al ordenador ¿Qué tendría este muchacho? Buscó la carpeta de "mis documentos", estaba protegida por contraseña.
- Ummmh… a ver como piensa esta chico… probemos con "cielo".
Acceso denegado.
- "Nubes".
Acceso denegado.
- ¿Pero que le gusta? Ver el cielo, las nubes, el cielo, vaguear… mirar el cielo… el cielo… "sora", "aoi", "kumo"… ¡Ya está! - Triunfante tecleo su idea y dio al enter. La carpeta de abrió - Desde luego, que panolis sois los hombres.
Tenía muchas subcarpetas, canciones, fotos, pero la que llamó la atención de Sumire fue una llamada "Cartas que nunca entregaré" Sumire no pudo evitar echar un vistazo, había bastantes documentos de texto, todos nombrados con una fecha, abrió uno al azar y le echó un vistazo, aquello parecía una carta dirigida a nadie en particular, casi era una diario. Lo cerró asustada.
- ¡Increíble! - murmuró.
Abrió el último de ellos y leyó ¿sería parte de una novela? Decidió mandarlo a la cola de impresión. Cerró todos los documentos y cogió su mochila.
- ¡Serás idiota, Akira! ¿Pues no me he emocionado? Vale Sumire, ya, tranquila, ve a recoger las hojas, no vaya a ser que se atasque la impresora.
La impresora estaba a punto de terminar su trabajo. Cuando lo hizo, Sumire guardó todos los papeles en su mochila y se dispuso a regresar a la habitación de su amigo.
Akira regresó. Sin parar de quejarse metió el paraguas en el paragüero, de poco le había servido, aún venía mas empapado y eso que parecía imposible. Se quitó las zapatillas y tiró de su coletero enganchándoselo en la muñeca. Estaba deseando darse una ducha y entrar en calor.
Al oír que entraba, Sumire se acercó a la escalera. Akira subía rápidamente.
- ¡Ahhhhhh! - chilló Sumire.
- ¡Por dios! - exclamó Akira parándose en seco - ¿Qué te pasa?
- ¿Quién eres tú? - volvió a gritar.
- ¿Sumire, estás tonta? Soy yo.
Sumire abrió mucho los ojos ¿Quién era ese yo?
- ¡Que soy yo! - Akira se cogió el pelo con las manos.
- ¿Akira? ¿Eres tú? ¡Pero si no te conocía!
- ¿Tanto cambio?
- Te juro que me habías asustado.
Akira terminó de subir las escaleras.
- Vengo muerto de frío, voy a darme una ducha, si no te importa.
- No, no, claro.
Sumire le miraba atónita ¿ese era Akira? Pues ella pensaba que su pelo era liso y mas corto, pero no, el pero de Akira caía haciendo unas graciosas ondas ¿Ese era Akira? Carai, con el pelo suelto y así, todo mojado, con la ropa pegada a su cuerpo, estaba de lo más sexy ¿Pero que estaba pensando? "¡Por dios, Sumire, que es Akira! Tú ya estás flipando".
Le vio meterse en el servicio y ella regresó a su cuarto. Iba a seguir cotilleando. Estuvo mirando las fotos del corcho. Después de varios minutos decidió que sería mejor bajar abajo, ella sola, despacito, así no le daría más trabajo.
Entre lo que había visto y lo que había leído se encontraba como atontada. Se imaginaba a aquel chico que había visto meterse en el baño diciendo aquellas frases que había leído, realmente te sentía atontada. Dejó una de sus muletas apoyada en la pared y se sujetó a la barandilla para disponerse a bajar, bajó un escalón pero como no estaba a lo que tenía que estar, el segundo escalón lo superó dando con su trasero en él y cayéndose la muleta.
- ¡Auh! - se quejó.
El golpe hizo salir a Akira del baño.
- ¿Qué ha pasa…? ¡Sumire! ¿Otra vez en el suelo?
El chico iba envuelto en un albornoz blando. Sumire le miró y le hizo un gesto con los ojos de arriba abajo.
- ¿Qué? - se miró a si mismo - Perdona, voy a ponerme algo, tú no te muevas, ahí quieta, no te muevas, por favor.
Entró en su cuarto cerrando la puerta.
"Jo, ¿Cómo puedo ser tan patosa? Si es que no me sale nada bien".
Akira no tardó en regresar ya vestido.
- A ver ¿Dónde ibas?
- Abajo.
- ¿Y por qué ibas abajo?
- No sé, quería demostrar que puedo bajar sola.
- Ya, ya veo, anda vamos.
Le ofreció su mano para levantarse y en cuanto esta estuvo de pie pasó uno de sus brazos por debajo de sus rodillas y otro por la cintura, levantándola. Sumire, sorprendida, se agarró a su cuello.
- Mira que sois problemáticas las mujeres.
Empezó a bajar lentamente las escaleras. Sumire le miraba, tenía el pelo mojado, cayéndole por los hombros, inconscientemente apoyó la cabeza en su hombro.
- Hueles a coco - dijo.
- Es el champú.
- Ahora no hueles a ciervo mojado, hueles a limpito.
- Es un alivio saber eso.
Akira la llevó hasta el comedor y la depositó en el sofá.
- Y ahora estate quietecita, voy a terminar de adecentarme, sobretodo no te muevas, pon la tele si quieres, toma el mando.
- Aki ¿Desde cuando tienes unos brazos tan fuertes?
- Desde que te traje a caballito.
- ¡No te rías de mí!
- Te diré un secreto, pero no lo cuentes, mi padre me obliga a hacer ejercicio físico, es un pesado - Le guiñó un ojo y se marchó.
- ¡Ay! - suspiró viéndole marchar. De pronto se dio una torta a sí misma - ¡Sumire, espabila!
Encendió el televisor, una pareja se besaba en él, el recuerdo del dibujo de Suo apareció en su mente. Apagó el televisor.
- ¡Pues estamos buenos! - se quejó.
El gatito naranja llegó y se sentó delante de ella. Si no fuera porque era un gato, Sumire juraría que la estaba examinando.
- ¿Tu eres Kumiko?
La gatita de un salto se subió a las piernas de Sumire.
- No, baja, baja, que no sé como trataros.
Pero la gatita tenía sus propios planes y se acurrucó cómodamente.
Akira regresó llevando la cesta, las muletas y la mochila de Sumire. Su pelo ya estaba seco.
- Ya parezco una persona - dijo - Toma tu mochila y las muletas y ahora vamos a cambiar esa venda.
- ¿Vas a cambiar la venda?
- Claro - Akira se quitó algo de la muñeca.
¿Qué era eso? Sumire centró su atención en aquello… era un coletero "¡El enemigo! ¡Se va a volver a hacer la coleta!" Akira se lo puso entre los labios y llevó sus manos al pelo empezando a recogerlo.
- ¡No! - gritó de improviso Sumire, el chico se detuvo desconcertado - ¡No, no, no! - decía mientras negaba rápidamente con la cabeza - ¡No, no!
Akira frunció el ceño, los ojos de Sumire casi parecían suplicar. Sonrió, soltó sus manos del pelo y volvió a enganchar el coletero en su muñeca.
- Bueno - dijo.
Se arrodilló delante de Sumire. Encima de la ropa había unas vendas, esparadrapo y unas tijeras. Levantó la pierna de Sumire apoyándola en las suyas.
- Kumiko, baja de ahí - le dio una palmadita suave, el animalillo maulló y bajó al suelo, comenzando a restregarse por la espalda de Akira - Estate quieta - La gatita trepó por encima de la pierna de Sumire y el pecho del chico hasta poner su cabecita delante de Akira - Vale, vale, me estás clavando la uñas.
Akira le dedicó unas caricias y subvente la separó de él.
- Ale, ya… a trabajar.
Y la depositó en el suelo, Sumire miraba la escena como hipnotizada.
- Es muy mimosa - dijo Akira algo incómodo por el protagonismo que había cogido aquella escena.
- No sabía que tenías el pelo rizado. Estás mejor con el pelo suelto ¿Por qué te lo recoges?
- No lo sé, supongo que es la costumbre… es más cómodo, de todas formas es que con la humedad se me riza. Las chicas nos sois las únicas a las que es os encrespa el pelo.
Con la ayuda de las tijeras comenzó a retirar la venda hasta que no se veía rastro del barro.
- ¿Sabes lo que haces?
- Me vendado muchas patitas de ciervos, supongo que se le parecerá.
Sumire seguía observándose hipnotizada, si que era atento aquel chico. Definitivamente Akane estaba tonta cuando decía que era un antipático.
- ¿Dónde han ido tus padres?
- Tenemos unos terrenillos, nada importante, pero siempre hay que ir a echar un vistazo. Ya está… como nueva. Voy a poner la lavadora y preparar un té ¿Vienes conmigo a la cocina? Lo digo para que no estés sola.
- Ahora voy, ahora voy, es que tengo que llamar a alguien.
- Vale, la cocina está allí, pero procura no caerte.
Sumire quería llamar a Xu-Xu.
- ¿Hola? - la alegre voz de Xu-Xu sonó a través del aparato.
- Xu-Xu, soy yo, necesito que me ayudes - Sumire hablaba bastante bajito.
- ¿Te pasa algo?
- Estoy en casa de Akira.
- ¿Y que haces allí?
- Es muy largo de contar, salí, me caí y él me trajo a su casa.
- ¿Y cual es el problema?
- Que tienes que venir a ayudarme.
- ¿Por qué? ¿Es que ha intentado algo?
- No, no es eso, es que… tienes que venir.
- Pero ¿Qué pasa?
- Que si no vienes estoy viendo que…
- ¿Qué? ¿Y sus padres?
- Estamos solos y se ha soltado el pelo y me ha cambiado la venda y me está lavando la ropa y he visto su dibujo y leído algunas cosas y…. ¡tienes que venir!
- De verdad que no te entiendo.
- ¡Que como no vengas estoy viendo que me enamoro de él!
- ¿Qué? - gritó Xu-Xu, tanto que se oyó por el salón - ¿Tú estás bien?
- ¡Qué vengas! Que mi cabeza está muy tonta.
- Mira, déjate de tonterías, no me voy a creer eso, que estamos hablando de Akira, el chico más perezoso de la ciudad ¿Recuerdas? Ese que se queja por todo y que dice que las mujeres somos muy retorcidas.
- No, si razón tienes razón pero… creo que lo he exagerado todo, me he dejado llevar un poco por mi imaginación-
- De todas formas yo vivo lejos de su casa ¿Por qué no avisas a Yuri? ¿O a Kyojin? Ellos viven cera, incluso Kenshi.
- ¡Cómo voy a avisar a Kenshi!
- ¿Y por qué no te vas de su casa?
- Porque mi ropa está en su lavadora.
- ¿Estás desnuda?
- Llevo un chándal de su hermana, so tonta.
- Pues no te preocupes. Akira es tan vago que no intentará ni acercarse a ti, no te preocupes que con él estás a salvo, cualquier acto en tu contra le causaría muchos perjuicios posteriores y eso es mucho esfuerzo. Es un pedazo de pan.
- Bueno, vale, pues ala, ya no quiero hablar contigo, me voy a tomar un té con él.
- Vale, ya me contarás - y colgó.
- Esta Xu-Xu no se ha enterado de nada, no me da miedo él, me doy miedo yo.
La cocina era bastante amplia y una de las zonas estaba habilitada como comedor con una gran mesa y sillas a su alrededor.
- Siéntate - habló Akira al ver entrar a Sumire - Enseguida está listo el té. Bueno, he hecho té pero a lo mejor te apetece otra cosa.
- Té está bien. Pero te estás tomando muchas molestias por mí.
- No, a mi también me apetece algo caliente ¿Quieres unas pastas?
- Bueno ¿Qué vamos a hacer mientras se lava la ropa?
- No se ¿Juegas al shogi?
- Me temo que soy nula.
- ¿Al go?
- Tampoco se me da muy bien.
- Vaya pues… ¿al parchís? O podemos ver la tele. Toma tu té, cuidado que quema.
- Akira ¿Tú escribes canciones?
Akira arqueó una ceja.
- ¿Has estado cotilleando mis cosas?
- Ssssi, lo siento.
- Eres una chica mala ¿eh?
Sumire se puso roja como un tomate.
- No te preocupes, si me importara que lo vieras lo habría guardado, tampoco es un secreto.
- Pero yo no sabía que tú…
- Tampoco ha salido nunca el tema.
Se sentó enfrente de ella, al otro lado de la mesa.
- ¿Y compones la música?
- No. Soy negado para la música, suelo copiar las melodías, ya ves que penoso.
- Pero tocas la guitarra.
- Más bien la aporreo.
- ¿Y las letras?
- A veces, algunas de las que hay son traducciones de canciones que encuentro por ahí. Si has visto alguna algo subida de tono te diré que no es mía, son del hermano de Yuri.
- ¿El también compone?
- Bueno, quiere hacerse el chulito delante de las niñas y viene por aquí a que le ayude, ya ves que cosa. El es el que suele componer la música y yo le ayudo "arreglándola" un poco como buenamente puedo, es un poco pesado, no se porqué piensa que se me da bien.
- ¿Te gusta tocar?
- A veces quiero expresar sentimientos y no puedo hacerlo de otra forma. La música es bella, que a mi no se me de bien no quiere decir que no la aprecie. Me gusta tocar, si, podría decirse que cuando me sale bien me gusta tocar.
- ¿Por qué no me cantas algo, Aki?
- ¿Quieres que llueva más todavía?
- También he visto el dibujo de Suo, porque es el de Suo ¿verdad?
- Me lo regaló él, de pronto llegó y me lo dio.
- ¿No se lo pediste tú?
- No, me lo dio él, es raro porque no suele dar sus dibujos, ni dibujar para nadie, pero es que Suo es algo raro ya de por sí.
- Pues a mi me dio un dibujo mío.
- Eso será porque le gustas, pero yo no creo que le guste. Será por alguna razón extraña que haya leído vete tú a saber donde.
- ¿No será porque os ha visto besándoos?
- ¿A Akane y a mi? Imposible.
- Pues parece muy realista ¿Te ha visto besarte con otra chica?
Akira pareció dudar un momento.
- Puede.
- Me… me… me han dicho que tu besas muy bien - No podía creer lo que acababa de decir.
- ¿Quién te ha dicho semejante cosa?
- Yuri y Momoka.
- ¿Momoka?
- Me dijo que la besaste.
- ¡Anda, es verdad! Pero no creo que ella haya besado a tantos chicos como para comparar razonablemente.
- ¿Te había olvidado de que habías besado a Momoka?
- Será porque eso pertenece a un periodo de mi vida que quiero olvidar.
- ¿Y por qué la besaste?
- Ella me lo pidió.
- ¿Te gusta Momoka?
- No especialmente. Quiero decir que es mona y está bien y es simpática y todo eso pero… no.
- Y… Akira… esto… ¿Tú me darías un beso a mi?
Akira, que acababa de llevarse el vaso de ti a la boca, se quedó congelado tal cual. Sumire le miraba con los ojos muy abiertos. Akira frunció el ceño tratando de analizar la pregunta ¿era retórica? La miró de reojo, la chica estaba a punto de estallar de lo roja que se había puesto.
- Te voy a dar un consejo - dijo después de lo que a Sumire le parecieron horas - No le digas eso nunca a un chico estando a solas con él en su casa.
- ¿Por qué?
- Tu solo hazme caso.
De pronto recordó que Sumire siempre andaba en su mundo y nunca caía en nada, le costaba comprender las indirectas y las directas.
- Bueno Aki, te he pedido un beso ¿Me lo vas a dar?
- ¿Dónde?
- ¿Dónde? Pues aquí mismo.
- No, digo que dónde te beso ¿En la mano? ¿En la mejilla? ¿En la frente?
- No, no, me refiero a un beso como el del dibujo.
- Ah… ¿Y por qué quieres que te bese?
- Para saber que se siente, Yuri me ha dicho que eres increíble.
- ¿Tú has besado antes a alguien?
- No, por eso quiero saber que se siente.
- Pues entonces deberías pedírselo a alguien que te guste, será más bonito.
- Esto no tiene nada que ver con el amor. Oye ¿Tan horrible sería besarme?
- No es eso, pero no puedes ir pidiendo a cualquier chico que te bese.
- ¡No se lo he pedido a cualquiera! Solo a ti. ¿Por qué no te imaginas que soy otra persona? Una chica que te guste, por ejemplo.
- ¿Eso te parecería bien?
- ¡Vaya excusa más tonta para rechazar a una chica! No eres muy caballeroso, claro, yo no soy Momoka.
- ¡Ahhhhh! ¡Que tendrá que ver eso!
- ¿Qué tengo yo de malo? ¿Soy muy desagradable? ¿Doy asco? ¿Me huele el aliento?
- ¿No entiendes que yo no puedo ser tan cerdo contigo? Eres mi amiga, eres…
- Un bicho raro, es lo que soy. Si yo solo quiero saber que se siente, si no te voy a pedir más.
- Pero a lo mejor, después de darte un beso, yo quiero otro.
- ¿Y?
- Eres imposible. - Akira se levantó y salió.
Sumire se enfurruñó y se cruzó de brazos "Desde luego, para que te fíes de los chicos, cuando no quieres te acosan y cuando quieres, huyen. Tendrá razón Akane y este chico es tonto".
Después de un rato, Akira se asomó por la puerta. Ya se había recogido su pelo en una coleta baja.
- ¿Te has tranquilizado ya?
- Supongo que te pareceré patética.
- No - volvió a sentarse, llevaba un paquete de tabaco y un mechero que dejó en la mesa - No me interpretes mal, me ha gustado que me lo pidieras, a cualquier chico le gustaría, pero…
- Ya, ya, que se lo pida a otro.
- Dicho así suena fatal.
- Entonces me quedo con las ganas.
Akira sacó un cigarrillo. Sumire le observaba mientras lo encendía. Toda su atención se centraba ahora en aquel cigarrillo, como Akira aspiraba y luego, suavemente dejaba salir el humo en aquellas hondas que parecía querer rodearle.
- Perdona… a lo mejor te molesta, no me he dado cuenta ¿Lo apago?
- No. Me encanta verte fumar.
- Pues debes ser la única.
- ¿Por qué fumas?
- No sé, ahora porque me he puesto nervioso.
- ¿Tú te pones nervioso?
- A veces soy humano. A cualquiera le pone nervioso que una chica guapa te pida un beso, sobretodo si estás con ella en tu casa, a solas.
- ¿Yo te he puesto nervioso?
- Pues claro, y necesito mucha fuerza de voluntad para negarme, no creas. No es por ti, Sumire, no es porque tengas nada malo es solo que… no besaré nunca a ninguna chica más si no… es igual.
- Pero besaste a Yuri el otro día.
- Eso fue distinto, lo hice solo por distraerlas, no pensé que fuera un beso - dio una larga calada - ¿Sabes por qué fumo? Cuando fumo pienso en que lo que me preocupa y es como si se fuese quemando y convirtiendo en humo con el cigarrillo.
- Pero no te tragas el humo.
Sonrió y aspiró de nuevo.
- Pero puedo hacerlo - y unos segundos después dejó salir el humo con un leve soplido - Pero me parece asqueroso meter humo en los pulmones.
- Eres un chico curioso, con teorías curiosas.
- Y besarme debe ser como lamer un cenicero ¿No lo habías pensado?
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Va de explicaciones:
Sobre la clave en el ordenador de Akira: sora = cielo, aoi = azul, kumo = nube, a Akira le gusta mirar el cielo, el celeste y el blanco son sus colores favoritos. La clave es "kumoyuki", el apellido de Akane, que se suele traducir por "aspecto de cielo" Podéis imaginar que el apellido de Akane lo decidí pensando en Akira (quizás en realidad por eso mira el cielo)… me pareció un detalle simpático.
El apellido Shikamoto, significa "junto a los ciervos", bien, los "ciervos shika" son los ciervos propios de Japón, son más pequeños de los europeos, suelen aparearse en otoño y las crías nacen en primavera. A lo que iba, tanto Akira como su padre, Akito, tienen la palabra "aki" en su nombre, esta significa "otoño". La hermana de Akira se llama Chiharu, que significa "mil primaveras" ¿Os dais cuenta del detalle?
Akane significa "niña enojada" (le va bien por lo que discute con Akira) además es el nombre de una flor oriental que da un tinte rojo anaranjado (de ahí el color de pelo que le puse). Akira significa "inteligente, brillante", recordad que él tiene más de 150 de IQ (es un chico listo).
Me pareció curioso explicar estos detalles, los pensé mucho, no creáis y me apetece contarlo. Y tengo más.

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