domingo, 10 de enero de 2010

04. Un poco de Karura, un poco de Hizashi

Como en éste capítulo se habla de la infancia de varios personajes voy a dar una pequeña explicación para que no sea tan confuso.
La ciudad donde viven se llama "Kizuna"
Karura y Karasu son mellizos, su hermano es Kohaku, 9 meses menor que ellos, nació prematuro y su madre murió en el parto. Su apellido es Akasagan y vivían en otra ciudad llamada "Hohei".
Kizashi y Himeko son primos, sus padres eran hermanos. Hizashi es huérfano y vive en casa de su tío. Su apellido es Girei.
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Si en la clase de 3-2 había una chica de fuerte personalidad, altiva y orgullosa de ser una mujer, esa era, sin duda Karura Akasagan.
Karura era la mayor de toda la clase, y no solo por edad, que había cumplido ya los 19 años, si no por madurez.
Ella había madurado muy deprisa. No había tenido otro remedio.
Cuando eres huérfana de madre, tu padre cae presa de una paranoia persecutoria y tu hermano pequeño prácticamente enloquece, no te queda más remedio que madurar.
Karura no le tiene miedo a nada, solo a perder a sus hermanos, su única familia.
Karura es fuerte y valiente.
Karura es hermosa. Tenía el pelo de color dorado y los ojos verdes oscuros, siempre mirando desafiantes al mundo. Karura es indomable. Admirada, odiada y deseada. No pasa fácilmente desapercibida, para bien o para mal, la gente suele fijarse en ella.
Y ella lo sabe. Ya está acostumbrada. Y le da igual. A ella, lo que la gente opine le da igual.
Camina de vuelta a casa al lado de Hizashi, detrás de ellos van Kohaku y Himeko. Nadie habla. Ni su hermano, ni los primos Girei son de mucho hablar, pero nadie está incómodo... ellos son así, gente de pocas palabras. Cuando estás en buena compañía no hace falta hablar mucho para estar cómodo.
Hace dos años que llegó a Kizuna. Se trasladaron aquí porque aquí decían estaba una de las mejores psicólogas: Sonomi Namikaze. Y ellos se merecían lo mejor, sobretodo Kohaku.
Kohaku había sufrido mucho en su infancia. Cuando él nació murió su madre y su padre se volvió loco, no metafóricamente hablando, no, loco de verdad. Para aquel hombre, el niño recién nacido era el culpable de la muerte de su querida esposa, el niño era un monstruo, un ser maldito, el hijo del demonio... sus alucinaciones y paranoias no podían ser más absurdas y no podían hacer más daño. Karura vivía atemorizada, por su padre y por Kohaku. Kohaku solo era un niño, un niño que no tenía culpa de nada, no entendía nada, solo sabía que nadie le quería, que su padre le despreciaba y evitaba estar a su lado, le retenía en casa, no le dejaba salir, ni relacionarse con nadie. No conocía a nadie, salvo a sus hermanos, su tío y los criados que trabajaban en la casa. Todo el mundo le temía... al final, terminó por creerse que realmente era un monstruo; la rabia y el miedo le hicieron explotar, y entonces fue cuando Karura comenzó a sentir miedo de él. Kohaku se convirtió en un pequeño déspota, cruel y caprichoso.
Ahora, que todo ya acabó, la gente se compadece de Kohaku, reconocen lo mal que lo pasó y el trauma que todo aquello provocó en su vida, pero pocos se acuerdan de ella o de su hermano Karasu. Y ellos también sufrieron todo aquello.
No es fácil ser la hija de un hombre desquiciado mentalmente, ni la hermana de un niño tan cruelmente tratado. Por eso, tanto ella como Karasu, también necesitaron de mucho asesoramiento psicológico.
Cuando murió su padre, su pesadilla acabó, pero permanecieron las secuelas.
Se trasladaron a Kizuna, ellos solos, iniciando una nueva vida como familia.
Ella y Karasu perdieron un año de curso escolar, Kohaku, no, él tenía un profesor particular, pero mereció la pena.
Durante ese año, poco a poco fueron conociéndose, eran hermanos pero a penas si sabían nada de Kohaku y conocieron a Nowaki, el hijo de la psicóloga que le ayudó. Nowaki fue el primer amigo que tuvo Kohaku, la primera persona que le comprendió y que le aceptó. Gracias a él comenzó a integrarse en la sociedad y a relajar ese mal carácter suyo.
El primer amigo que ella tuvo fue Akira, el genio de más de 150 de I.Q.. Durante unos campeonatos escolares fueron invitados a participar para que vieran como iba a ser su futuro instituto, Karura participó en varias pruebas, una de ellas eran unos juegos de estrategia y su oponente fue Akira. Era un chico extraño que se quejaba continuamente de las mujeres y que no parecía tener ni el más mínimo interés por participar en nada, eso sí, tampoco quería perder frente a una chica. A Karura le parecía un niñato quejica y perezoso. Al final ella ganó el juego, pero fue porque él se rindió y antes de hacerlo ya se había encargado que demostrar que era mejor que ella. Era un niño, un crío de 14 años y ella ya había cumplido los 16 ¿en que cabeza cabía que iba a fijarse en él? Desde luego en la suya yo, sin embargo, al comenzar el curso volvieron a encontrarse en la misma clase y alguien comenzó a decir que hacían buena pareja. Así pasaron un año, al siguiente, con 16 que tenía el chico y ella 18, tuvieron que hacer un proyecto de ciencias juntos y así fue como comenzaron a conocerse y a hacerse más amigos. Pero él seguía siendo un crío para ella, un crío de 16 años, a ella no le interesaban los críos de 16 años. Pero aún así un día le pidió una cita, por curiosidad, se sentía muy cómoda a su lado y pensó que quizás el chico se merecía una oportunidad, que era más maduro de lo que parecía... No podía estar más equivocada, sobretodo porque demostró que solo tenía 16 años y metió la pata a más no poder. No fue culpa de él, no tenía mala intención, solo quería ser amable, el problema era que... era un crío.
No obstante, de aquella experiencia sacó algo bueno: un gran amigo. Quizás en un futuro, cuando sean más mayores, mas maduros, quizás Akira sea un hombre muy a tener en cuenta, quizás entonces se arrepienta de no haber aprovechado la oportunidad de conseguirlo ahora, quizás entonces se plantee tener una relación con él, pero lo que es ahora, no, ahora sigue siendo muy joven para ella, aunque tiene que reconocer que en éste último año ha madurado bastante y ahora... que no, además... la cabeza y el corazón de Akira están ocupados... por mucho que insistan ciertas personas, ahora, Akira solo podía ser su amigo y solo así podía verle.
A ella le interesaban otros chicos, más... maduros. Y si son mayores que ella mejor.
Solo tiene una excepción: Hizashi. Claro que Hizashi es tan distinto a los de su edad... Conoció a Hizashi durante las terapias de grupo que la psicóloga les obligaba a realizar, le conoció a él y a su prima Himeko. Tampoco la vida de Hizashi había sido fácil. Estaba lleno de rencor y resentimiento. Cuando compartes tus fantasmas personales y traumas con otras personas y escuchas los suyos, al final, termina por crearse un vínculo entre vosotros. Eso es lo que le pasaba con Hizashi, habían sido muchas horas compartiendo recuerdos dolorosos, escuchando como se desahogaba y desahogándose en su presencia.
Hizashi y Himeko habían sido un gran apoyo para ella y sus hermanos, al igual que ellos lo habían sido para los primos Girei.
Aún así, Karura seguía viéndole joven también a él. Y demasiado formal.
A Karura le gustaban los hombres más mayores. Era lógico, tenía 19 años ¿por qué iba a fijarse en alguien más pequeño habiendo lo que había por ahí?¿Y que había? Había un hombre joven de 22 años, un hombre muy atractivo y no solo físicamente, que lo era, sino también le atraían otras cosas de él. Le atraían demasiado, era como la luz que atrae a las polillas, ella no podía negarse y sabía que aquella terminaría por hacerla daño.
Le gustaba cuando la miraba con aquellos ojos penetrantes y misteriosos. Le gustaba su pelo negro y largo y le gustaba soltarle la coleta en la que solía recogérselo y enredar sus dedos entre sus finos cabellos.
Le gustaba porque era misterioso y parecía frío e insensible y sin embargo ella sabía que no lo era. Solo ella conocía como ardía su corazón. Ella conocía la pena que le torturaba por dentro. Ella conocía las razones para mostrarse tan frío.
Su nombre... Fuma... Fuma Kaguya.
El gran genio Kaguya.
El traidor Kaguya.
El hermano al que Kamui se empeñaba en superar.
El mismo que destrozó la familia de Kamui. El mismo que le defraudó.
Y a Karura le atraía.
Fuma no era bien visto entre sus amigos. No quería ni imaginar lo que diría Nowaki si supiese...
Pero Karura no lo podía evitar. Quería hacerlo, quería olvidarlo todo, pero no podía.
Antes de llegar a su casa le vio. Estaba sentado en un banco del parque, medio escondido entre las sombras. Karura se despidió de sus amigos. Tenía que acercarse a él., sabía que la esperaba a ella. Puso una excusa algo tonta para separarse y se acercó con paso tembloroso hacía el banco donde lo había visto. No estaba.
Se preguntaba si había sido una alucinación suya, si no estaba obsesionándose, cuando sintió un cuerpo pegado a su espalda, unos brazos que la rodeaban y un aliento en su cuello.
- Te he echado de menos - susurró Fuma
- Fuma... no... Esto no está bien
- ¿Por qué?
- Suéltame... esto no es sano.
Los labios de Fuma recorrían su cuello con suaves besos.
- No, Fuma, no... Esto tiene que acabar.
Fuma la giró bruscamente.
- Dime que no te gusto, dime que no me deseas.
- Fuma... por favor.
Karura respiró hondo, tomó fuerzas y separó a Fuma de ella.
- ¡No podemos seguir así!
- ¿Por qué? No veo el problema.
- ¡Esto no está bien!
- ¿Quién lo dice?
- Lo digo yo, tenemos que acabar con esta historia.
- ¿Por qué? ¿Estamos haciendo daño a alguien? Somos un hombre y una mujer jóvenes que se gustan y se desean, que se necesitan. Tú me necesitas a mí tanto como yo a ti, y lo sabes. Ninguno de tus amigos te comprende como yo, ninguno es capaz de...
- Esta relación es como un veneno - interrumpió muy decidida - La mantenemos escondida y nos está matando.
- La mantenemos escondida porque tú quieres, porque no quieres que se sepa, porque tienes miedo del rechazo de todo el mundo... al final, la dura Karura no es más que una niña asustada después de haber hecho una travesura.
Fuma la empujó con su propio cuerpo contra un árbol y se pegó a ella.
- Me deseas tanto como yo a ti.
Sería ridículo negarlo.
Fuma ejercía sobre ella una atracción malsana.
Desde el primer beso que le dio.
Fue durante la fiesta de Nochebuena. Karura siempre había tratado con confianza a Fuma. Le conocía del club social donde iban a menudo. A pesar de que no le caía bien a nadie de los que ella conocía, a pesar de las cosas que había oído de él, a pesar de la gente con la que se le solía ver... Durante aquella fiesta él resultó amable y encantador, sería que era Navidad, que el ambiente era agradable, que quizás bebió lo que no debía, pero se sentía en una nube. Se encontraron y estuvieron charlando sobre muchas cosas, nunca había hablado tanto con él, nunca le había visto tan charlatán, sería que él también se dejaba llevar por ese ambiente... era tan atractivo... cuando se quiso dar cuenta estaba besándole y no podía dejar de hacerlo.
Fue un gran error, pero ya estaba hecho.
Y ahora no sabía como huir de la atracción que ejercía sobre ella.
Lo que tampoco sabía es que a Fuma le pasaba lo mismo. Aquella chica le nublaba completamente la razón. El, que siempre se caracterizaba por su frialdad y comportarse de forma impasible, cuando estaba cerca de ella sentía como se derretía poco a poco.
Y es que era tan distinta al resto de las mujeres que conocía...
Y es que él era tan distinto al resto de sus amigos...
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Nadie sabía lo de su relación con Fuma. El único que sabía "algo" era Akira; sabia que tenía una relación con un hombre algo más mayor, que ejercía una gran atracción sobre ella, que a veces quería huir de esa relación, porque ella, era sobretodo una persona amante de la libertad y se sentía como prisionera... lo que no sabía era quien era ese hombre.
También ella sabía un secreto de Akira. Algo que le carcomía por dentro. Ambos tenían una especie de pacto "tú me cuentas tus problemas y yo te escucho".
Cuando, al día siguiente, Akira entró en el aula, no le hizo falta mucho para darse cuenta de que a Karura le pasaba algo.
Ella le miró casi con pena. Akira suspiró. Dejó su cartera y se acercó a ella.
- ¿Qué te pasa? - le dijo a modo de saludo.
- He vuelto a hacerlo... le he vuelto a ver.
- ¡Ahg, ya te vale! - cogió una silla que había libre y se sentó a su lado - Luego dirás que las mujeres no sois complicadas...
- No he podido evitarlo
- ¡No me vengas con tonterías! ¡Esa no es la Karura que conozco!
- Soy humana Akira, no soy un ser perfecto que nunca comete errores.
- Lo que no entiendo es porqué luego te sientes así de mal.
Enfrascados en su conversación no se percataban de que alguien les observaba con cierta envidia. Era Hizashi. No es que estuviese celoso, no, por supuesto que no, lo que pasaba es que no entendía a que venía tanto secreto si, según decían no había nada entre ellos.
Por más que Karura insistía en que solo era amigos, cada vez que los veía juntos sentía una especie de espinita clavándose en su interior. ¿Eran celos? No, quizás envidia, pero no celos. Le daba envidia porque a pesar de la confianza que parecía tener con él, a pesar de las confidencias que tenían el uno con el otro, de todo lo que ella sabía de su vida y lo que él sabía de la suya, a pesar de todo, había algo que no se atrevía a compartir con él, algo que guardaba para ese... desganado.
- Disculpa Akira - se oyó una dulce vocecita - Es...estás en mi silla.
- ¡Ah! Himeko, lo siento - se puso en pié
- No es que...
- Tranquila, ya hemos terminado. Toma tu asiento.
- Lo siento, no quería molestar.
- Siento haberte molestado yo. Ya hablaremos, Karura.
- Está bien, como quieras.
- ¿Te encuentras bien, Karura?
Karura sonrió a aquella chica que la miraba realmente preocupada. A Karura simplemente le encantaba Himeko, para ella era como una muñequita, una muñeca frágil y preciosa. No se extrañaba que tantos chicos estuviesen loquitos por ella, era un encanto, con ese pelo negro y esos ojos grandes y grises... además era tan dulce... era encantadora. Lo único que, a juicio de Karura, la estropeaba un poco, era esa timidez tan apabullante, aunque también había que decir, que una vez se decidía a algo era tremendamente tenaz.
- Estoy bien. Solo con ver tu sonrisa me siento mejor.
- No digas esas cosas, me haces avergonzarme - dijo poniéndose colorada, demostrando por tanto, que lo que decía era cierto.
Al volver a su sitio, Akira pasó al lado de Kamui. Este estaba sentado con los codos apoyados en la mesa y las manos entrelazadas delante de su boca. Akira, se detuvo, le miró y sonrió.
- Veo que has descubierto la "delantera" de Akane.
- ¿Se puede saber que dices?
- He visto lo que estás mirando. Al fin y al cabo, resulta que el gran Kaguya también tiene hormonas.
Kamui no contestó, se limitó a lanzarle una mirada hiriente.
Akira esbozó una ligera sonrisa y siguió su camino.
- ¿Le sucede algo a Karura? - le preguntó Kyojin
Akira chasqueó la lengua.
- Estoy rodeado de mujeres complicadas... Anda, dile a Akane que está apunto de reventar el botón de su camisa, no queremos provocar una hemorragia nasal al Kaguya.
- Díselo tú.
- No, que me llamará pervertido, como si yo tuviese la culpa de sus "deformidades"
- ¿Deformidades? ¡Ay Aki!... me parece que andas algo mosqueado.
Akira le miró con desgana. Luego su mirada se dirigió a Hizashi que aún le miraba fijamente. Torció la boca.
- ¿Qué le habré hecho ahora? - comentó.
Hizashi sabía que su envidia no era muy lógica. Pero la sentía. Al igual que cuando veía a Xu-Xu, su amiga de la infancia, reír y divertirse con Nowaki o con Kenshi. Era ridículo tener envidia de que tus amigos tuviesen otros amigos... Pero es que él nunca había tenido nada.
Sus padres murieron siendo él muy pequeño, su tío, el padre de Himeko le acogió en su hogar, pero él nunca se sintió parte de esa familia, siempre sintió que estorbaba, que no era más que una obligación, que no le querían... no, él no era nada allí. Tenía la sensación de estorbar y... envidiaba a Himeko, envidiaba todo lo creía que ella tenía y él no, descargaba toda su frustración en desprecios... si, la despreciaba... incluso en una ocasión llegó a agredirla... Se avergonzaba mucho de su comportamiento, sabía que no tenía excusa para hacer lo que hizo...
Había que ser Hizashi Girei para comprender a Hizashi Girei.
Ahora las cosas habían cambiado. El equipo de orientación del instituto se preocupó por él y su aptitud, así que recomendaron a su tío que le llevasen a un psicólogo, a él y a su prima, que tenía sus propios traumas. Allí fue donde comenzó a intimar con los hermanos Akasagan. Al principio no quería saber nada de ellos, pero estaban en su mismo grupo de terapia y claro... compartir tus secretos más íntimos, tus complejos, tus frustraciones, tus temores, eso quieras que no, une mucho. Al final terminas considerando a los miembros de tu grupo como si fueran parte de tu familia, te involucras en sus vidas, te preocupas por ellos, le alegran sus progresos y te entristecen sus fracasos... Por eso Hizashi se sentía muy unido a esos hermanos, sobretodo a Karura. No es que tuviesen muchas más cosas en común... eran solo esos momentos íntimos y de pronto tuvo que aparecer Akira ¿Por qué tenía tantos secretos con él?
De cualquier forma era absurdo tener envidia de algo así y menos aún de alguien que ya había salido con ella y que ambos aseguraban que "no había conexión entre ellos".
Xu-Xu miraba atónita a Sumire, ésta parecía bastante emocionada aunque no lograba comprender por qué y sin embargo, Ryuko estaba como angustiada.
- ¿Pero que te pasa Ryuko? ¿A que viene esa cara?
- Está a punto de darle un ataque de ansiedad - respondió Jisei - Va, Ryuko, cálmate de una vez o no llegarás al domingo.
- No lo puedo evitar, estoy muy angustiada, muy intranquila
- Pero ¿Qué te pasa? - repitió Xu-Xu
- Es por lo de ayer - intervino Sumire - ¿a que sí?
- Esta situación me angustia mucho.
- Pero ¿Qué situación?
- ¿Podemos decírselo a Xu-Xu? - Sumire miró interrogante a Jisei
- Sabes lo que prometiste - le contestó
- Pero Xu-Xu es Xu-Xu... anda, solo a Xu-Xu
- Esta bien pero solo a Xu-Xu y tú promete guardar silencio
- ¿De qué? Uy, uy, uy, ¿Ya estáis con secretitos?
- Es que - Sumire puso cara de contar algo sumamente secreto - Ayer, Akane le pidió una cita a Kamui
- ¿Queeeeeé? - gritó Xu-Xu
- Chissst, no chilles, no queremos que Momoka se entere
- ¿Ves mi angustia? - Decía nerviosa Ryuko - ¡Se ha vuelto loca! ¡Más de lo habitual!
- Ala, ha llegado más lejos que nunca. Bueno ¿y qué? Ya la conoces
- Que Kamui le dijo que bueno - añadió emocionada Sumire - ¡Que van a salir!
- ¡Anda ya! ¿El súper cool de Kamui va a salir con Akane? ¿Con nuestra Akane?
- Lo dices como si fuera algo malo - replicó Sumire
- No, a ver, que Akane es mi amiga, y yo la veo bien maja, pero ¿Kamui? ¿Kamui sale con alguien? ¿Y ese alguien es... Akane? Es que no le pega nada ¿No le estará tomando el pelo?
- ¿Tú alguna vez has visto a Kamui tomar el pelo a alguien? - añadió Jisei
- Pues no... la verdad.
- ¡Ay dios mío! - Se quejaba Ryuko - ¿Y si se enamora de él? Esto no me gusta, no me gusta nada, no me fío de ese chico.
El timbre indicó el comienzo de las clases. Cada uno volvió a su asiento.
En cada cambio de clase y cada vez que tenía oportunidad, Ryuko insistía en el mismo tema con Akane.
- ¿De veras vas a salir con él?
- Ay, Ryuko me estás dando dolor de cabeza. Solo es una cita, no es nada malo.
- Pero mira, si ni te ha saludado
- Es Kamui ¿esperabas que lo hiciera? Se comporta como siempre.
- Pero...
- Déjame, déjame, déjame... soy una mala persona, un mala persona por salir con un chico guapo... soy una mala persona con dolor de cabeza ¿Podemos dejarlo ya?
- ¡Tú no sabes bien lo que vas a hacer!
- ¿Y que voy a hacer? No voy a violarle, ni ha casarme con él, es solo una cita... ¡Ya está! ¿Por qué no le pides tú una cita a Kyojin y vamos juntos?
- ¿Pero que dices?
- Una doble cita... Ya viste lo fácil que es. Anda, ve y díselo.
- Ya, claro, como que es tan fácil... Además, quizás a Kamui eso de la doble cita no le guste.
- Míralo - Akane se giró hacia donde estaba Kamui - Creo que ni le apetece salir conmigo, supongo que lo dijo por ser educado, no le importará que vengáis, al contrario, seguro que se siente aliviado, apuesto a que piensa llevarme al cine o a algún sitio así donde no haga falta hablar y donde no tenga que mirarme mucho. Va, ármate de valor y díselo a Kyojin, dile que es para no dejarme sola o algo así, seguro que no le importa venir, si le pones carita de pena vendrá seguro.

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