lunes, 25 de agosto de 2014

173. Si ya sabes el problema, busca la solución

En el hospital, la situación de Kohaku pasó de ser un poco incómoda a muy incómoda cuando los padres de Himeko regresaron a la habitación. Al ver entrar al padre empezó a pensar en que decirle, seguro que le miraría con ese gesto severo y le diría que qué hacía allí y lo mismo empezaba a acusarle de que por su culpa Himeko estaba en ese estado, por habérsela llevado a pasar el fin de semana fuera de su casa... pero Ichirou Girei venía de muy buen humor como para fastidiarlo poniendo cara de ogro a ese chico. Acababan de decirle que su hija estaba fuera de peligro, cosa que ya sabía pero que no venía mal que confirmasen, no tenía ninguna hemorragia interna, ni daño cerebral, su hija estaba viva y era todo lo que le importaba.
- ¿Qué haces aquí? - preguntó severo el padre de Himeko, no quería resultar severo pero es que ese era su tono habitual de voz.
- Yo... venía a ver como estaba Himeko.
- ¿Y la doctora Namikaze?
- Ha tenido que salir, por lo que se veía era una urgencia.
- ¿Y tú no deberías estar en el instituto? - se interesó la madre de Himeko.
- Es que no podía irme y dejarla sola.
Ichirou dio unas palmadas en la espalda de Kohaku que parecieron de aprobación.
Un móvil hizo un sonido corto y no sonó más pero Nagisa abrió su bolso y lo sacó. Después de comprobar quien la había llamado, marcó.
- Es Hizashi - explicó a su marido aunque este no la hacía mucho caso, estaba pendiente de su hija dormida - ¿Hizashi?... Si, si, ya estamos aquí, ya hemos hablado con el médico... podéis subir sin problemas... en la 1101... si en la planta 11... venga, os espero.
- ¿Qué ha dicho el médico? - preguntó casi con miedo Kohaku.
- Lo que peor tiene es el tobillo izquierdo, seguramente la tengan que operar y ponerle un clavo, pero eso es lo de menos - contestó la madre de Himeko - lo importante es que no le ha pasado nada grave, ha tenido mucha suerte.
- Venga, no tengas esa cara tan serie - habló Ichirou - Cuando se despierte tiene que ver caras sonrientes.
- ¿No está enfadado conmigo? Lo siento es que yo pensé que...
- Tampoco soy el ogro de la película. Es cierto que he sido muy severo con Himeko pero ha sido porque pensé que tenía que ser así y enseñarla a ser fuerte. Siempre la he visto delicada y frágil y... - acarició con cuidado la cabeza de su hija - tonta, si yo siempre te he querido mucho, es verdad que esperaba tener un hijo, un hijo fuerte y me asustaba que te dañasen.
Mas o menos Kohaku entendía a Ichirou, Himeko siempre decía que era muy severo con ella y que estaba desilusionado porque había sido una niña, no el hijo que esperaba, pero no, lo que pasaba es que ella iba a heredar todo ese imperio familiar, los Girei eran una familia antigua e importante, dueños de una famosa cadena de hoteles, y seguro que el señor Girei pensaba que en ese mundo tradicionalmente masculino a ella se la iban "a comer". Seguro que era eso y seguro que lo que pretendía era enseñar a su hija a defenderse... o algo así.
Desde fuera de la habitación se oyeron pasos deteniéndose en la puerta. La madre de Himeko se apresuró a ir hasta la puerta, como si esperase la visita.
Kohaku supuso que era Hizashi, sobretodo porque le pareció oír su voz y efectivamente era Hizashi el que entró en la habitación, seguido de Nagato.
- Hola tio - saludó al entrar.
- ¿Cómo es que has venido? - le preguntó bastante serio.
- Tenía que venir, tenía que ver a Himeko, en clase no iba a concentrarme.
Ichirou iba a regañarle por su irresponsabilidad, ya le había explicado que Himeko no corría peligro, no podía ser que con esa excusa no fuera al instituto cuando se percató del otro chico que le acompañaba. De repente le pareció conocido aunque no sabía de qué... sería algún amigo que habría ido alguna vez a su casa.
- Ichirou - habló algo nerviosa Nagisa cogiendo a Nagato de la mano y acercándole a su marido - Él... es Nagato.
Ichirou la miró aún mas confundido, sabía que quería decirle algo pero no entendía el que.
- Nagato... el hijo de Honoka... tu sobrino.
Ichirou se quedó paralizado, sin saber que decir, ni como reaccionar. Para un hombre tan estricto con la moralidad de la familia como él era una sensación muy ambigua la que sentía, por un lado no quería saber nada de su hermana, esa hermana egoísta y desastrosa pero por otro lado ¿que culpa tenía su hijo?
Fue Nagato quien tomó la iniciativa y le ofreció su mano.
- Hola... ¿tio? Vaya, esta situación es muy incómoda.
- ¿Nagato? ¡Por dios si tenías a penas meses la última vez que te vi! - estrechó su mano.
- Tenía 22 meses, me acuerdo muy bien - declaró Nagisa.
- Tu y tu portentosa memoria - añadió Hizashi.
- ¿Y como...? - titubeó Ichirou - ¿Cómo es que estás aquí?
- Le encontré en internet - explicó orgullosa Nagisa - ¿No es asombroso?
- Vaya... si que estoy... impresionado ¿Y como te va?
- Bien, bien. He venido a ver a Himeko, Hizashi me dijo lo del accidente y claro, bueno es mi prima y...
No se podía negar que la situación era de lo más tensa pero en ese momento Himeko comenzó a hacer leves ruidos y a moverse, despertándose lentamente.
Nagisa se acercó a la cama de su hija y le cogió una mano.
- Himeko - habló emocionada - Himeko, hija...
Himeko hizo un gesto de desagrado mientras abría los ojos.
- Himeko, mi niña - Nagisa abrazó a su hija con ternura.
- Himeko ¿Cómo te encuentras? - preguntó Ichirou.
- ¿Mamá? ¿Papá?
- Si, hija, soy yo, estoy contigo - Nagisa la besó en la frente - No, no intentes levantarte. Ahora vendrá una enfermera ¿Cómo te encuentras?
- ¡Mamá! - Himeko se abrazó a ella fuertemente - ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Mamá!
- Ya hija, ya mi amor, ya ha pasado lo peor.
- ¿Papá?
Himeko miró a su padre llorosa y este, conmovido se acercó a abrazarla.
- Lo siento papá, perdóname, lo siento mucho.
- No ha sido culpa tuya.
- Lo siento, lo siento, siempre te doy problemas, lo siento.
- No digas eso hija, soy yo quien siente no... menos mal que sigues conmigo.
...
Yuri se había quedado sola en la enfermería y lloraba desconsoladamente. No podía evitarlo, se había tapado la cara con las manos y aunque intentaba dejar de llorar no podía. Sentía mucha pena, pena por ella misma.
Shinobu la había dejado sola con la excusa de ir a decirle a su tutora que se iba a marchar a casa. En realidad fue una excusa que a Shinobu le vino muy bien para, precisamente, dejar a la chica sola y que llorase todo lo que necesitase llorar.
Cuando el profesor llevó a Yuri aquella pieza de fruta, un plátano, esta lo miró con recelo.
- ¿No te gustan los plátanos? - preguntó.
- Si, si - contestó de forma poco convincente - Muchas gracias.
- Al menos te dará un poco de energía hasta la hora de la comida. Shinobu me marcho, tengo cita con unos padres.
- De acuerdo, ya me ocupo yo de todo.
Yuri comenzó a dar vueltas a la pieza de fruta como si no supiese muy bien por donde empezar a pelarla. Al ver ese gesto triste en la cara de la chica, la enfermera fue cuando decidió que era mejor dejarla sola, no porque pensase que Yuri no quería comerse el plátano, podía ver en su rostro que si quería comérselo pero que realmente le daba asco y la vio tan entristecida que comprendió que quería llorar y seguramente no lo hacía por estar ella allí.
- No te encuentras bien ¿verdad?
- No, estoy... yo creo que me he resfriado porque me duele la cabeza y tengo... mocos.
Nanao se levantó y de una cajonera sacó un termómetro.
- Toma, póntelo.
Yuri se lo puso con desgana, se imaginaba que no tenía fiebre pero si era cierto que le dolía bastante la cabeza.
Al cabo de unos instantes la alarma del termómetro avisó que ya estaba tomada la temperatura. Yuri devolvió el termómetro a Shinobu y esta lo miró.
- Vaya, si que tienes unas décimas. Está bien, voy a decirle a Nanao que te marchas para casa. Tómate el plátano, yo te traigo tus cosas.
Y ahora Yuri estaba sola y llorando ¿Por qué le había pasado esto a ella? ¿Cuando se le fue todo de las manos? Ahora le venían a la mente todas esas cosas que oía como que era un "saco de huesos", que si no estuviese tan delgada sería mas guapa, que era bonita pero que lástima lo de ser tan flaca, incluso una vez llegó a oír a unas chicas que la llamaban "anoréxica" ¿De verdad era anoréxica?
Ella solo quería ser perfecta, solo quería que su madre se sintiese orgullosa de su niña, solo quería sentirse bonita...
¿Tendría razón Nowaki y podría poner el peligro su vida? A lo mejor eso solo eran exageraciones del chico pero... ¿Y si era cierto?
Su vida no estaba bien, no estaba nada bien, las cosas no estaban saliendo como ella planeaba, ella solo quería mantenerse delgada pero ahora se sentía débil, el pelo se le caía, se mareaba, siempre tenía frio... Todo estaba mal, todo estaba mal.
La puerta de la enfermería se abrió y Yuri se apresuró a secarse como pudo las lágrimas. Esperaba ver entrar a Shinobu pero quien entró, llevando su cartera fue Akira.
- ¿Qué haces aquí? - preguntó extrañada.
- Me han dicho que tengo que acompañarte a casa - se acercó y se sentó en la cama - Mira que eres problemática.
- No tengo la culpa si me he puesto enferma, quejica, que eres un quejica ¿Y por qué vienes? Yo no te necesito.
- Según Yotsuda alguien tiene que acompañarte a casa, no vaya a ser que te desmayes.
- Tu crees que es mentira ¿Es eso verdad? Piensas que todo es un cuento.
- Ahhhh... que más da lo que yo piense. Lo que pasa es que eres muy teatrera y claro, ahora cuesta creerte.
- Pues no estoy mintiendo, estoy mal de verdad - comentó molesta - Y no se por qué has tenido que venir tú, hubiese sido mejor que me acompañase Kyojin o Nowaki.
- Si... no, es mejor que Kyojin no te acompañe, ya sabes que Ryuko se puede mosquear.
- Ah y por eso me acompañas tu.
- Te acompaño porque Yotsuda ha "estimado" que soy el mas apropiado porque se donde vives y todo eso. Anda, vamos, que no tengo toda la mañana, tengo que regresar.
- ¿Pero que te pasa conmigo? - se quejó llorosa - ¿Ahora que te he hecho?
- Ahhh, no, no empieces a llorar. No es culpa tuya, es solo que estoy nervioso.
Yuri rompió a llorar y Akira hizo un gesto de molestia. Que rabia le daba cuando las chicas lloraban y más cuando no sabía bien el motivo, las mujeres eran demasiado sensibles y propensas al llanto y él nunca sabía como reaccionar, ni que hacer y menos con Yuri que lo mismo podía pensar cualquier barbaridad de él, como que estaba interesado en ella, no sería la primera vez. Optó por abrazarla, parecía una reacción apropiada, el calor humano siempre reconforta, y esperar que no organizase una escena.
- ¿Por qué soy así? ¿Por qué? - lloró la chica.
En esos momento Akira tuvo la sensación de que algo así ya lo había vivido, pero con Akane... mujeres complicadas.
- ¿Te veras soy anoréxica?
Eso sorprendió a Akira porque era la primera vez que oía a Yuri decir esa palabra.
- Recuerda que ya tuviste problemas hace un par de años y lo mal que lo pasaste.
- Si, claro que me acuerdo, claro que me acuerdo ¿Crees que he recaído?
- Creo que tu manía por adelgazar se ha convertido en una obsesión, si.
- ¿De veras crees que no lo controlo?
- Para nada, claro que no lo controlas, recuerda que a la anorexia no se la controla, ella te controla a ti.
- Pero...
- Pero nada, ya sabes el problema que tienes, ahora también puedes solucionarlo.
- ¡Pero es que no quiero engordar! Me dan asco esas personas llenas de grasa y tengo miedo de terminar así.
- Mira Yuri, tú eres una chica inteligente y por tanto sabrás darte cuenta de tu situación. Dicen que las personas con esos problemas sois inteligentes ¿no? Pues demuéstralo, no dejes que una obsesión domine tu vida, tu vida la tienes que controlar tu, aprende de Akane, ahí la tienes, dispuesta a lo que sea para recuperar su vida.
- Akane si que es valiente, ella no tiene miedo de enfrentarse al mundo y que la señalen y la llamen loca.
- ¿Y tú a que tienes miedo? ¿A que hablen de ti y cuchicheen que no comes y todo eso? Creo que ya hay gente que lo hace. Si de veras controlas lo que te pasa deberías demostrarlo y ponerle freno.
- ¿Y que hago?
- Para empezar ve a hablar con la madre de Nowaki, ella sabe como tratar estos casos.
- Nowaki...
- Esa es otra, yo creo que le gustas a Nowaki y él empieza a gustarte a ti.
- ¿Crees que le gusto? A lo mejor solo demuestra interés por mí por... mi problema.
- Si, claro, seguro que Nowaki es así de retorcido - ironizó - Vamos, por favor, si es la persona más simple que existe en este mundo. Tienes que hacer lo que te he dicho e ir a ver a su madre.
- Dicen que el primer paso para curarse es reconocer que se tiene un problema.
- Y querer curarse, eso también es importante, porque se puede reconocer pero ignorarlo.
- ¿Y desde cuando te has vuelto tu tan... buen consejero?
- Desde que descubrí que me gustaba una chica muy rara y con líos mentales - sonrió - Uno aprende rápido, ya me conoces.
...
- ¿No deberías irte al instituto? - preguntaba Ringo a Karasu sentada en el sofá de la casa de su madre.
- Debería... - contestaba Karasu sentándose a su lado - pero ya ves que no me voy.
- Puedes irte ya si quieres.
- ¿Me estás echando?
- Es que tienes que ir al instituto, estás perdiendo muchas clases.
- Bueno, no soy de los que faltan habitualmente, por una vez que falte tampoco se va a abrir el mundo.
- Pero tienes que irte, yo estoy bien ya, además mi madre va a volver enseguida.
- Ha llevado a Aiko al parque, no va a regresar pronto, seguro que se entretiene hablando con otras madres o abuelas o lo que sea.
- Pero yo estoy bien, de verdad que si, no me encuentro mal, solo tengo un poco de molestia pero como cuando me viene la regla, igual.
- Me da igual - volvió a levantarse - ¿Cuándo tienes que tomarte el antibiótico que te han recetado?
- Han dicho que ya mañana porque me han puesto una inyección.
- Por lo visto tenías infección - comentó mientras ojeaba el informe que le habían dado en el hospital de Ringo.
- Si, por eso me han puesto antibiótico.
- ¿Y las gotas estas para que son?
- Para que no tenga hemorragia. Me las tengo que tomar cada 8 horas durante 3 días.
- ¿Y esta otra receta que no has cogido en la farmacia?
- Ah pues eso es una inyección que tienes que ponerte cuando eres RH-.
- ¿Y no te la vas a poner?
- No porque el padre es RH- también y en ese caso no hace falta.
- Vale, si tu lo dices te creeré ¿Quieres que te traiga algo de comer?
- Ahora mismo no me apetece nada, tengo el estómago revuelto.
- ¿ves? Estoy bien, puedes irte al instituto.
- Prefiero quedarme aquí y hablar contigo, es que tengo algo que decirte y quiero aprovechar ahora que estoy lanzado... o que tú estás más vulnerable y así te ataco mejor.
- ¿Atacar? ¿Es que me vas a decir que no nos veamos más o algo así?
- No, no es nada de eso.
- No, si lo entendería, soy una verdadera molestia y desde que he irrumpido en tu vida no he hecho otra cosa que complicártela - habló deprisa y nerviosa.
- ¿Puedes callar un poco y dejarme hablar a mi? No has sido ninguna molestia para mi, bueno puede que parezca que si, reconozco que desde que te conozco he tenido que aprender muchas cosas, bueno mas que nada es que me he dado cuenta de... cosas.
- ¿Qué cosas?
- Cosas de la vida. Ringo, creo que este es el momento adecuado para que empieces a replantearte tu vida.
- ¿Mi vida?
- Si, tu vida y la de tu hija, porque no tienes que olvidar que no eres tu sola, que tienes una hija. Creo que definitivamente debes abandonar a Isamu, pero dejarle de verdad y no volver con él. No, déjame hablar y terminar lo que quiero decir porque si empiezas a contradecirme vamos a empezar a discutir y no terminaré por decírtelo y yo necesito decirlo. Tienes que dejar a Isamu, nada de ata a él, ya sé que tenéis una hija en común, una hija preciosa pero eso no te ata a él, la tenéis en común y ya, se acabó ahí tu dependencia. Yo no digo que le apartes de su hija y que no le dejes verla, eso es algo que a mi juicio habría mucho que valorar pero bueno, no lo digo, lo que digo es que tu, tu si tu, no tienes que estar atada a él por esa razón. Eras joven y cometiste un error pero yo creo que ya has pagado por él y siempre estarás pagando porque ahora tienes una hija y es tu responsabilidad y con eso ya es más que suficiente, no puedes estar atada a un hombre al que no quieres, porque tú no le quieres ¿verdad?
Karasu había hablado de seguido y sin pensar mucho lo que decía, ahora se había asustado de sus propias palabras o no, quizás de la respuesta que pudiera obtener y mirara nervioso a Ringo.
- No... no le amo.
Karasu dio un suspiro de alivio.
- Lo que yo decía... pues ya está, tienes que dejarle, no puedes vivir con una persona a la que no amas, piénsalo, sería vivir un montón de años con alguien que ya no es el que era y no me digas que lo harías por tu hija porque eso no puede ser bueno para la niña. Tu hija necesita unos padres a su lado que la protejan y guíen en la vida, no unos padres que no se quieran, no unos padres que sean infelices juntos porque tú eras infeliz con Isamu y no me lo niegues.
- No, no te lo niego - agachó la cabeza - Y él lo era conmigo, por eso...
- Aiko no se merece unos padres así, se merece una buena vida.
- ¿Y yo, sola, voy a ser capaz de dársela?
- ¿No te la dio a ti tu madre? Además no estás sola, tienes a tu madre, si lo hizo mal contigo o no eso ahora no viene a cuento, lo que yo se es que eres su hija y quiere ayudarte y para ella eres muy importante, tu y Aiko sois lo mas importante y... es tu madre, no entiendo porqué debes irte a vivir con ese tipo si en casa de tu madre hay sitio para ti.
- Cuando me quedé embarazada sentí que había fallado a mi madre - habló en voz baja - Yo sé que ella era lo último que esperaba, que yo cometiera su mismo fallo. Ella siempre decía que había sido muy tonta y aunque yo era muy importante para ella siempre... si pudiera repetir las cosas pues... yo sentía que la había fallado y le prometí que no sería una carga para ella. Mi madre trabajaba y me dejaba con mi abuela y mi abuela se quejaba de que por mi culpa... o sea yo... era una molestia para todos y luego me quedé embarazada y mi abuela culpó a mi madre, dijo que había sido su culpa porque no me educó, porque no tuvo tiempo de educarme y yo... - Ringo rompió a llorar, Karasu se sentó a su lado y la abrazó.
- No digas esas cosas.
- Yo no quería dar mas problemas a nadie, por eso dije que lo solucionaría yo sola... pensé que Isamu me quería y... él me dijo que iba a estar a mi lado, que no me abandonaría, que me cuidaría pero... lo intentamos pero... no se que pasó que empezó a cambiar, supongo que harto de sentirse atado a mi y a Aiko... no se...
- Ni se te ocurra decir que ha sido culpa tuya - dijo en todo grave Karasu - Seguro que él te ha dicho que fue culpa tuya y no. Las cosas a veces no funcionan como creemos pero seguro que no fue solo por tu culpa, sería por los dos.
- No se...
- Por eso ahora lo que tienes que hacer es ser valiente y volver a empezar de cero, si te equivocaste pues ya está, no puedes hacer ya nada para arreglarlo, él te ha tratado mal, te ha humillado y eso no ha estado bien, así que... Mira, te equivocaste, todo el mundo nos equivocamos pero debes intentar... no se explicarme pero creo que todo tiene que cambiar, es la única forma. Ringo yo... quiero que dejes a Isamu y... salgas conmigo.
Ringo paró de llorar, se separó de Karasu y me miró con los ojos muy abiertos.
- Creo que yo me merezco una oportunidad - continuó el chico sonriendo de forma encantadora - Soy un buen tipo, soy guapete y me gustas.
- Y modesto.
- Claro, es una de mis cualidades - volvió a sonreír de la misma forma - En serio, creo que me merezco una oportunidad, al menos de que lo intentemos porque es que me gustas mucho, pero mucho, créeme que me gustas mucho.
- Pero yo tengo una hija.
- ¿Y? Eso no es impedimento, es lo que tienes y ya está, vienes con algo añadido en la cesta, otras vienen con tontería incluida o con miopía.
- Claro, vas a comparar.
- Lo que quiero decir es que tu me has gustado y no me ha importado que tuvieras una hija. Me importaba que tuvieras un novio, eso si y si le amases y él a ti créeme que no me metería en medio para nada pero es que tú no le quieres y no eres feliz a su lado.
- Pero tengo una hija y eso no es cualquier cosa.
- Pero te repito que tu me gustas, me gustas más que Sumire y a mi Sumire me gustaba mucho, además no te estoy pidiendo casarte conmigo, solo que salgamos.
- Pero yo no puedo salir como las demás chicas.
- Pues que yo sepa durante estos dos meses hemos estado saliendo ya, que tampoco es que haya mucha diferencia, solo que nos podremos besar sin miedo - sonrió de nuevo esta vez de forma más pícara si cabía, haciendo que Ringo se ruborizara levemente.
- ¿y que voy a hacer? - dijo de pronto como si quisiese cambiar de tema.
- ¿De qué?
- De mi vida. No puedo cargar a mi madre conmigo y con la niña.
- Pues lo que hacen muchas madres solteras, sacar adelante a sus hijos. Por favor Ringo estamos en el siglo XXI, las cosas ya no son como antes, las mujeres se supone que sois capaces de cualquier cosa, bueno, siempre lo habéis sido es solo que antes... ya sabes a lo que me refiero ¿Vas a ser tan retrógrada de solo estar con un hombre para que te mantenga? Por favor, deja ya ese victimismo y esa pasividad, coge las riendas de tu vida y manéjala tú.
Ringo volvió a agachar la cabeza avergonzada, no, si Karasu tenía toda la razón.
- Pero no trabajo.
- Pues empieza a buscarlo. Vivir de tu marido es muy cómodo, pero también muy... no se, tu eres una mujer y es tu hija y tu vida y creo que te mereces algo mejor que lo que tienes.
Karasu parecía enfadado, no es que lo estuviese, él solo quería hacerla entender que no debía conformarse con lo que le decían "que era lo mejor y apropiado" y él mismo se estaba asombrando de sus palabras porque nunca había imaginado que tuviese esos pensamientos, al contrario, si su hermana siempre le decía que era un bruto y un machista.
- Hablando de trabajos... - continuó con tono mas suave - ayer estuve hablando con Akira, es que Akane, te acuerdas de Akane ¿verdad?
- ¿Cómo no me voy a acordar de Akane?
- Pues no se si te acuerdas de que trabajaba en los laboratorios del padre de Akira, en la limpieza.
- Si, si que me acuerdo, iba por la noche ¿Es que lo ha dejado?
- Ha tenido que dejarlo porque tiene otros problemas y el caso es que Akira me dijo que a ella le daba apuro dejarlo por no hacerle el feo a su padre y precisamente me preguntó si a ti te interesaría el trabajo.
- ¿A mi?
- Si, se acordó de ti y de que no tenías trabajo, no sé, quizá una vez le comenté que... no me acuerdo que le comenté pero algo tuve que comentarle ¿Qué te parece? De momento es un trabajo en el que no se gana demasiado pero ya es algo, podrías ayudar un poco a tu madre o tener para comprar pañales y cosas así y mientras puedes buscar otro mejor ¿No te parece buena idea?
- ¿Pero y la niña?
- Akane iba bastante tarde a trabajar, seguro que tu madre ya ha salido del trabajo y puede ocuparse de Aiko.
- Es que no quiero molestar a mi madre, ni darla mas trabajo.
- Pero si durante el día tú no trabajas puedes ayudarla a ella con la casa y así ella no tendría que hacerlo cuando viene de trabajar o hacer la compra o esas cosas que haga tu madre, sería una ayuda mutua. Vamos Ringo, piénsalo.
- No, si dicho como lo dices parece una idea estupenda.
- Es que es estupenda.
Pues tendría razón Karasu, ya era hora que dejara de lamentarse y de comportarse como una de esas princesas de cuento que no hacen nada, solo esperar a su príncipe que las rescate, las cosas ya no son así, ahora las princesas no esperan pacientemente, ahora se remangan y salen ellas mismas de solucionar sus problemas, porque el príncipe que acuda lo mismo no es tan príncipe como ellas pensaban, que hay mucho patán por el mundo.
...
En el aula, a la hora de la comida, Ryuko estaba más seria de lo habitual. Sentada aún en su asiento miraba taciturna como Sumire y Shibi juntaban algunas mesas para poder comer todos juntos. También estaban en el aura Akira, que ya había regresado de acompañar a Yuri a su casa y hablaba con Akane y Kyojin.
Ryuko les miró con pena y Kyojin, que de vez en cuando miraba hacia donde estaba la chica, al verla, terminó la conversación y se acercó, cogió una silla y se sentó a su lado.
- ¿Qué te pasa? - preguntó preocupado.
- Nada. Solo pienso en todo lo que ha pasado, en Himeko, no se me quita de la cabeza y también en Karura ¿Cómo crees que estará?
- Pues supongo que hecha polvo.
- Y también pienso en Akane, es que no se, no me hago a la idea de que se vaya a ir.
- Pero no se va muy lejos y la verás todas las semanas.
- ¿Y si no la dejan salir del hospital?
- No seas exagerada.
- Es un manicomio Kyojin, va a ingresar en un manicomio.
- Es un hospital y una clínica de reposo, además de personas con problemas, depresiones y trastornos, hay gente que necesita reposo, tranquilidad y cuidados.
- Llámalo como te de la gana, pero es… lo que es. Siempre he estado con Akane y... la voy a echar mucho de menos.
- Todos la echaremos de menos, seguro - pasó su brazo por los hombros de Ryuko.
- No entiendo porqué tiene que ir a ese sitio, es que no lo entiendo.
- Porque allí la atenderán. Necesita atención constante y que la enseñen a convivir consigo misma y a afrontar sus traumas.
- Ya lo se pero... - unas lágrimas escaparon de sus dorados aunque ahora enrojecidos ojos.
- Eh, eh, eh - dijo cogiéndola de la barbilla y guiándola suavemente para que girase la cabeza y le mirase - ¿Crees que es mejor no hacer nada? Escucha, este fin de semana vamos a pasarlo con ella y el domingo la acompañaremos y estaremos a su lado cuando ingrese ¿quieres?
- Si, quiero estar con ella y ver donde va a estar.
- Y si te parece el martes... no, el martes no porque tenemos ensayo... el miércoles vamos con Akira a verla.
- ¿Podemos?
- Akira va a ir a verla todas las tardes. El miércoles vamos con él ¿quieres?
- ¿Y le darán permiso el viernes?
- Creo que si, que el fin de semana la dejarán salir.
- ¿Y podremos ir a recogerla?
- Pues claro y si no la dan libre el fin de semana pasaremos la tarde del sábado con ella.
- ¡Chicos! ¡Tengo una idea! - gritó de pronto Sumire - ¡Se me ha ocurrido una gran idea!
- ¿Se puede saber por qué gritas tanto? - se quejó Akira.
- ¡Porque he tenido una idea! ¿Que os parece si el sábado hacemos las chicas una pijamada? ¿Eh, Akane?
- ¿Para despedirme? - preguntó Akane.
- ¡Para que estemos todas juntas y nos lo pasemos bien! ¡Nos reiremos un montón! Nos maquillaremos, nos peinaremos, hablaremos de chicos y veremos una película de esas que nos hacen llorar mucho. Así Akane irá muy contenta al sitio ese ¿Eh?
- ¿Y dónde lo vais a hacer? - se interesó Shibi.
- Podéis hacerlo en mi casa - propuso Akira - Quiero decir en la casa donde ahora dormimos Akane y yo, siempre y cuando lo limpiéis todo después.
- ¡Ah! ¿Si? ¿Si, Akane? ¡Di que si! ¡Di que si!
- Espera que vengan Jisei y Xu-Xu y vemos a ver que dicen, lo mismo no pueden.
- ¡Pero va a ser muy divertido!
- ¿Y hablaremos de los chicos "sexis" del instituto? - río Akane.
- Y criticaremos a las guarras que nos caen mal.
- ¿Y tus padres que dirán? - preguntó Shibi a Akira.
- Si lo limpian todo después no se quejarán, además a mi madre le gustará que pase la noche en su casa, con ellos.
- Todo va a cambiar a partir de ahora ¿verdad?
- Muchas cosas - suspiró - Y esperemos que a mejor.

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